Quimera Revista de Literatura | Número 352 | Marzo 2013

Page 1

01 PORTADA Y CONTRA 352.qxp:PORTADA 282 19/02/13 16:04 Página 1

8 461315 216234

5€

marzo / 2013 / 64 págs.

00352

352


01 PORTADA Y CONTRA 352.qxp:PORTADA 282 19/02/13 16:05 Página 2

E l v iEjo T opo — narraTiva —

Primer título de la colección de narrativa de

v iEjo EJECUCIÓN SUMARIA E lT opo LIDIA FALCÓN En la madrugada del 3 de marzo de 1974 el militante del Movimiento Ibérico de Liberación Salvador Puig Antich fue ajusticiado a garrote vil en la Prisión Modelo de Barcelona. El silencio y la indiferencia fueron dominantes en la sociedad barcelonesa ante la detención del muchacho de veintiséis años, su posterior e inmediato Consejo de Guerra y finalmente la condena, para la que nunca llegó el indulto, en contraposición a las movilizaciones que se vivieron por el Consejo de Guerra de Burgos contra los militantes de ETA en diciembre de 1970 que sí acabarían con indultos. Esta obra recrea, con todo detalle, los acontecimientos sociales, políticos y económicos de la vida barcelonesa en los trascendentales años 1973 y comienzo de 1974, en los que participan esforzados militantes de base de diversos partidos clandestinos y los más conspicuos dirigentes del PSUC, así como los representantes de las burguesías, oligarquías y jerarquías franquistas que detentaban el poder en Cataluña. Todos los personajes reales aparecen con sus nombres y apellidos. La autora recoge aquí el fallido intento de las militantes de diversos partidos de izquierda para movilizar a la pasiva población catalana en defensa de Puig Antich. Las peripecias de las protagonistas concluirán en la ejecución sumaria que da título a la obra. Pero que no solo será la de Salvador. Con su habitual estilo directo, ácido y sarcástico, Lidia Falcón dibuja un magistral y detallado fresco del final de la dictadura franquista en Barcelona, en un ejercicio literario que constituye la mejor y más elaborada de sus obras de ficción, y que a su vez se constituye en estudio his tórico rico, novedoso, que aporta informaciones de una época que casi nadie se interesa en revivir y que han permanecido secretas.


01 PORTADA Y CONTRA 352.qxp:PORTADA 282 19/02/13 16:05 Página 3

Roberto Arlt

Los siete locos Los siete locos es, entre otras cosas, la historia de una conspiración disparatada en la que participa Remo Erdosain, un personaje que cree tener su corazón lleno de inmundicia y que ronda interminablemente por los bordes de su propio abismo.

Roberto Arlt

Los lanzallamas En Los Lanzallamas no hay tragedia; la aniquilación es racional, científica, como lo es la guerra química o bacteriológica. Roberto Arlt en uno de los pocos narradores en lengua española que han ofrecido una interpretación del caos y la incertidumbre del mundo contemporáneo.

Piel de Zapa


03 Editorial 352ok.qxp:Presentaok 19/02/13 14:35 Página 3

relaciones Por Jaime rodríguez z. /

“Virginia Woolf sentía que se podía acercar más a la verdad cuando escribía ficción que cuando estaba constreñida por los hechos reales, pero yo prefiero el reto inverso de encontrar elementos de ficción en la materialidad de la vida real” afirma alison Bechdel en una de las pocas entrevistas que ha concedido a un medio en español. Pág. 56. La afirmación de la celebrada autora de Fun Home orbita sobre uno de los asuntos cruciales de la literatura contemporánea: el hecho de que la verdad se encuentre tanto en la ficción como en la no ficción. en este número de Quimera exploramos este y otros vínculos determinantes del discurso literario. Belén gopegui, por ejemplo, nos regala un apunte sobre el peso de la ideología en la traducción, mientras que la argentina maría Negroni reflexiona a partir de las adaptaciones cinematográficas de “The Killers”, el célebre relato de Hemingway. marta Sanz ofrece por su parte una brillante aproximación al erotismo más despojado de imposturas; y remedios zafra ensaya a partir de las relaciones entre los ámbitos de lo privado y lo público en la generación de espacios en la red. También ofrecemos dos formidables piezas de work in progress: unas notas para personaje de ariana Harwicz, la autora revelación de la temporada, y el primer capítulo de la novela que prepara la mexicana guadalupe Nettel. en el apartado de crónicas Josefina Licitra traza un perfil de la crítica y ensayista Beatriz Sarlo, mientras que Valeria Luiselli nos hace volar sobre el Los angeles de sus sueños (y sus pesadillas). La ficción corre a cargo de la boliviana Liliana Colanzi, las argentinas Samanta Schweblin y Valeria meiller, y las chilenas Claudia apablaza y andrea Jeftanovic. Y adelantamos en exclusiva un capítulo de la nueva novela de Charlotte roche, Furores íntimos, que publicará anagrama este mismo mes. además, entrevistamos a la norteamericana alison Bechdel, a propósito de ¿Eres mi madre?, su más reciente novela gráfica en la que explora la relación con su madre, y a la canadiense Sheila Heti, que acaba de publicar ¿Cómo debería ser una persona?, una novela en la que, también, ficción y no ficción conviven para configurar la verdad. este número ha sido enteramente coordinado por la escritora gabriela Wiener e ilustrado por las fotógrafas Paola de grenet y Lisbeth Salas. Las ilustraciones —incluida nuestra portada— pertenecen a la artista argentina Tamara Villoslada. a todas ellas, muchas gracias.

Quimera 3


04 SUMARIO352.qxp:SUMARIO287ok 19/02/13 14:36 Página 4

quimera 352

sumario

5 .................................................................................................................................................. Poema ilustración de tamara Villoslada.

Julieta Valero

6 ....................................................................................................................................... Zona Cómic Natalia Carrero

8 ......................................................................................... entrevista (mínima) sheila Heti Begoña gómeZ urZaiZ Editor: miguel riera. Director: Jaime ro dríguez Z.

Edita: EDiCioNEs DE iNTErvENCióN CuLTuraL s.L., c/ Juan de la Cierva, 6, 08339 Vilassar de dalt (Bcn) tel., administración, redacción, Publicidad y suscripciones: 937550832 / 937962631. www.revistaquimera.com redacción: redaccion@revistaquimera.com administración: pedidos@edicionesdeintervencioncultural.com Publicidad: publicidad@revistaquimera.com Fotomecánica: Tumar autoedición, s.l. Imprime: Trajecte, s. a.

derechos reservados –Prohibida la reproducción total o parcial de este número, sea por me dios mecánicos, químicos, fotomecánicos o electrónicos, sin autorización del editor. Quimera no retribuye las colaboraciones. los colaboradores aceptan que sus aportaciones aparezcan tanto en soporte impreso como en digital. la redacción no devuelve los originales no solicitados ni mantiene correspondencia sobre los mismos. la revista no comparte necesariamente las opiniones firmadas de sus colaboradores.

10 ............................ Yoes que salen fuera y nos visitan, por Belén gopegui 12.............................................................................................. Pornopoética, por. marta sanz

16 ......................................... La longitud de los besos, por. maría Negroni 19 ................................................................. Tecnotopías, por remedios Zafra 22 ......................................... Nocturno de los ángeles, por Valeria luiselli 27 .................................................. El ojo feroz. un perfil de Josefina licitra BeatriZ sarlo

30 .......................................................................................... Martes, por Charlotte roche 34 ........................................................ Notas sobre personaje, porariana Harwicz 37 ................................... Corredores de larga distancia, por Valeria meiller 38 .................................................................. Damas chinas, por guadalupe Nettel 42 ........................................................ El hombre sirena, por samanta schweblin 44 .............................................................................................. La ola, por liliana Colanzi 50 ....................................................................... GoØ y el amor, por Claudia apablaza 53 .................... No aceptes caramelos de extraños, por andrea Jeftanovic

issN 0211-3325 / d.l.: B - 28332/1980 impreso en españa –

56 ............................................................................................ entrevista a alison Bechdel

esta revista recibió una ayuda a la edición del ministerio de educación, Cultura y deporte en 2012 .

59 ..................................... “Cosas que nunca pensamos...”, por lucía lijtmaer

Claudia salaZar JiméNeZ

60 ......................................................................................................................................... quirófano 66 ....................................................................................... Polaroid, por Juan goytisolo

Quimera 4


05 Poema 352 ok.qxp:columnacerok 19/02/13 14:37 Página 5

Un poema de

Julieta Valero

Nueva Minería Por la ahora ventana del mundo no corre el aire sino la liebre de los datos que te atraviesa el pecho porque es innumerable y afortunadamente aún hay cáñamo y vacío en tu corazón. Una peseta de cónclave en torno a la aquiescencia. La tienen los valles con el reparto de sol y la siente el presidente (en el silencio) de quienes no salieron a la calle a protestar por la privatización del llanto y su hipo. Optimismo de la razón, delirio de la conciencia.

El cobre permanece ahí, dormido, pero la mina sigue siendo el hombre y ayer golpearán a cuantos se atrevan a rodear el Congreso. Mayoría absoluta el mar, la muerte y las ecografías del porfín. Se busca a los supervivientes de la feria capital: gustos sencillos, mente compleja.

Julieta Valero (Madrid, 1971). Es autora de los poemarios Altar de los días parados (Bartleby, 2003), Los Heridos Graves (DVD, 2005, IV Premio De Poesía Radio Joven de RNE-R3) y Autoría (DVD, 2010, XXII Premio de Poesía Cáceres Patrimonio de la Humanidad y Premio Ausiás March 2010). Ttrabaja como editora y como especialista en poesía de la escuela de escritura creativa Hotel Kafka. Desde 2008 es coordinadora en la Fundación Centro de Poesía José Hierro. Quimera 5


Zona CómiC. Espacio destinado a la creación libre de literatura gráfica. Este mes: natalia Carrero.

06-07 Co?mic 352 ok.qxp:columnacerok 19/02/13 14:36 Página 6

6 Quimera


06-07 Co?mic 352 ok.qxp:columnacerok 19/02/13 14:36 Página 7

Quimera 7


08-09 Minima 352.qxp:Minima y blogsok 19/02/13 14:37 Página 8

entrevista (mínima)

Sheila Heti por

Begoña gómez Urzaiz

—Debo decirle que es bastante intimidante entrevistar a la Editora de Entrevistas de the Believer. ¿Cuáles son sus filias y fobias en cuanto a entrevistas? —suelen ser más interesantes cuando dos personas dialogan, en persona o por teléfono o por gchat, mi nueva forma preferida de hacer entrevistas. Hay algo en las entrevistas por mail que es demasiado estirado o “actuado”. el entrevistado tiene tiempo para ponerse más autoconsciente. Básicamente, no está bien cuando el entrevistado hace una representación de sí mismo. tienes que engañar a la persona que entrevistas para que no haga eso.

responder a tu pregunta, sí, es la razón por la que empecé a escribir sobre la gente de mi alrededor. no me canso de las maneras de escribir, sólo de las maneras de escribir.

—¿Qué diferencias hay entre Sheila Heti y la “Sheila Heti” de su libro? Ha dicho que no la considera un alter ego. —no veo que esto sea una cuestión de “diferencias”. Yo soy la persona y la sheila Heti del libro es el personaje y la voz que me inventé. estamos hechas de distinto material, una de sangre, la otra de papel. Y aunque yo cambie siempre, esa sheila siempre estará diciendo las mismas cosas y tendrá la misma edad. no puedo compararme a un personaje de ficción, aunque sea mi personaje.

—¿Es ese un territorio, el fronterizo entre ficción y no ficción, lo que le interesa especialmente como lectora? —es uno de los territorios que me interesa, no el único. por ejemplo, Out of seer rage, de geoff Dyer es un cruce brillante entre ficción y no ficción, sobre la dificultad de escribir ese mismo libro que ahora sostienes entre tus manos. pero creo que me inspiró más gente que está haciendo esto fuera de la literatura, como agnes varda y Werner Herzog, y todo lo que pasó alrededor de andy Warhol.

—Mencionó en varias entrevistas que está cansada de los personajes, del esfuerzo que hay que hacer para crear personajes esperando que se parezcan a la gente real. ¿Es por eso que para este libro tomó como base a sus amigos reales y mantuvo incluso sus nombres? —Ya no estoy cansada, pero lo estaba en 2006. no veía qué podía ganar sentándome en un ordenador e inventándome un personaje. parecía como una cosa aburrida, algo arbitrario. sí, puedes hacer que tu personaje trepe un árbol, pero también puedes hacer que tu personaje estudie para un examen. ¿a quién le importa? Una cosa no es distinta de la otra. escribía un nombre de ficción, en plan “sarah fue a la tienda”, y me sentía agotada, como si me obligaran a jugar con los mismos amigos que tenía a los 12 años, que ya no me interesaban. necesitaba escribir de una manera nueva, más estimulante. pero ahora debo decir que escribir una ficción pura me vuelve a parecer interesante. Y, por 8 Quimera

—¿Permitió a sus amigos ver el manuscrito del libro antes de publicarse? —oh, sí, todos lo leyeron. margaux [uno de los principales personajes del libro, basado en la pintora y cineasta margaux Williamson] siempre me estaba haciendo correcciones muy duras que me hacían querer mejorar el libro.

—En su entrevista con Joan Didion para the Believer, usted implica que hay que tener más seguridad para escribir no ficción. ¿Es más fácil la ficción? —sí, me sale de manera más natural. tengo un estándar muy alto sobre la autoridad en el periodismo, pero en el reino de la imaginación, tú eres la autoridad. —Nueve de cada diez reseñas de su libro mencionaban la serie girls. ¿Qué opina de las comparaciones? —La verdad, ya no sé qué decir sobre el tema a estas alturas. —Aunque usted ha dicho que en realidad lo que quería es que sus personajes hablasen como los del reality de MTV the Hills. —no tanto que hablaran como ellos, pero me fascinó el misterio de esa serie. viéndola, no tenías ni idea de qué estaba pasando. no sabías las reglas, cómo se hacía aquello. ¿Les escribían las líneas de diálogo a las chi-


08-09 Minima 352.qxp:Minima y blogsok 19/02/13 14:37 Página 9

a lo largo de esta entrevista, sheila Heti (toronto, 1976) hablará repetidamente de “sheila Heti” en tercera persona, como hacen a veces los entrenadores de fútbol y los concejales venidos a más. pero es porque así se llama la protagonista de su libro, Cómo debería ser una persona (alpha Decay), una mezcla de novela y libro de anti-autoayuda que ha sido profusamente comparado con la serie Girls, aunque en realidad le debe más a Werner Herzog y a los realities de la mtv.

cas?, ¿se las inventaban ellas? pude hablar con un productor de la serie el año pasado y me dijo que hubo mucho más trabajo detrás de esa serie del que es habitual. si ves las primeras temporadas se nota: no hay nada cínico, estaba claro que había gente creativa detrás inventando algo especial. me encanta el arte que, cuando lo miras, no tienes ni idea de cómo se hizo. —Muchas reseñas del libro estaban enfocadas a las escenas de sexo. Usted ha participado en un seminario sobe “escribir sobre sexo”. ¿Cuáles son las reglas? —no creo que las haya, no me parece tan diferente a escribir sobre cualquier cosa que experimenta un humano, aunque la mayoría de gente no escribe sobre sexo, recortan esas partes. no sé por qué, no hay una buena razón para hacerlo. Durante el sexo pasan muchas cosas que revelan al personaje, así que por qué cortarlo?

Foto: tonia addison

—Cuando se publicó su libro en Estados Unidos hubo mucho debate sobre el doble estándar de género. Como dijo usted, si una mujer escribe preguntándose cuestiones filosóficas y resulta que también practica el sexo, se le llama “narcisismo” y “mirarse el ombligo”. ¿Existe el sexismo en la crítica literaria? —en mi experiencia, sí. ser una mujer joven y escribir, y especialmente si una vuelve su mirada hacia el sujeto femenino, es algo que se ve como poco importante, o narcisista. Las artes visuales han hecho del desnudo femenino uno de sus grandes temas, pero si conviertes eso en literatura y si la autora es una mu jer, se le llama mirarse el ombligo. Como si las únicas personas con derecho para mirar a las mujeres fueran los hombres. por qué es un problema que una mujer mire a otra o a sí misma? ¿Cuál es el temor? igual que en esa ecuación no hay lugar para el hombre, y se siente borrado. si mi novela fuera sobre dos hombres que son amigos, nadie la llamaría ombliguista. en mi anterior libro, el protagonista, ticknor, sólo se mira a sí mismo y nadie dijo nada. se supone que las mujeres sólo pueden mirar a los hombres o a los niños, no a ellas mismas, no a otras mujeres y no a su trabajo, que es algo que sheila hace mucho. Quimera 9


10-11 Gopeqgui ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:38 Página 10

yoes que salen fuera y nos visitan por belén gopegui

Foto: lisbeth salas

escribes un prólogo y quieres citar un párrafo de Epitafio para un espía. empiezas a transcribir las palabras, para confirmar una expresión buscas en la red la versión original, inglesa, del texto. encuentras una edición de random house, en la colección Vintage Crime, pero ese fragmento no aparece en el texto inglés. tu ejemplar en castellano ha sido editado por el instituto del libro en la habana, 1969. Dispones también de una edición española publicada en 2008 por la editorial navona. buscas ahí la cita sin encontrarla. Compruebas los nombres de los traductores. el de la edición española es M. pais antiqueira. buscas información sobre él o ella. todo parece indicar que su nombre es Manuel, que ha traducido otras novelas del autor y que la traducción de la editorial navona es la misma publicada en 1987 por Montesinos. en seguida inventas una historia: Julio Vacarezza, el traductor de la edición cubana, decidió por su 10 Quimera

cuenta y riesgo añadir de modo explícito algunas de las motivaciones políticas schimler, un personaje que al fin y al cabo ni siquiera es el protagonista, y de quien en la novela se cuenta que militó en la organización de propaganda del partido comunista alemán. “en el grupo había un social demócrata alemán como yo. Juntos leímos el Anti- Dühring y nos interesó tanto el tema que solíamos conversar durante toda la noche al respecto”. Casi te conmueve pensar en ese traductor que se extralimita y pone al personaje a leer a engels. incluso se preocupa por narrar la evolución del schimler desde el extremo opuesto: “toda mi vida desprecié el comunismo. Muchos artículos escribí para combatirlo, tachando de charlatanes a Marx y engels, y afirmando que lenin no era más que un bandido dotado de un poco de genio. el materialismo dialéctico, solía decir, era algo despreciable que solo podría aceptarse en un adolescente o en

seudointelectuales. agoté el tema tanto en serio como en broma. Creía ser muy sabio y estar en mi derecho. pero lo raro del caso es que nunca había leído nada de Marx o engels.” te llama la atención cómo ha huido del tópico al idear la descripción de lenin por parte de un anticomunista: “no era más que un bandido dotado de un poco de genio”. empiezas a admirar a ese traductor que también te parece un bandido dotado de un poco de genio. ¿Qué pasaría si un traductor de tus libros los alterase de ese modo? en el caso cubano al menos no hay traición ideológica, puesto que schimler, según su creador, ha militado convencido en el partido comunista alemán, y el traductor lo único que ha hecho es dar relieve a esa militancia. lees el otro fragmento suprimido: “es algo raro que un hombre pueda vivir largos años con una idea que acepta como cierta aunque no haya examinado a fondo el origen de su convicción”, continuó. “eso fue, más o menos, lo que ocurrió conmigo. era como si hubiese estado viviendo en una habitación oscura y estuviese convencido de que conocía el color de las paredes y de la alfombra. De pronto, alguien encendió una luz y comprobé que los colores eran muy diferentes y que estaba equivocado respecto a la forma de la estancia. puro ambler, comparaciones corrientes que sin embargo son precisas y se quedan grabadas en la memoria. puede ser que el traductor conociera muy bien su estilo, pero empiezas a pensar que a lo mejor la explicación está en el propio ambler, tal vez fue él quien hizo los cambios por algún motivo. sigues buscando y encuentras un pdf con las tres versiones de la novela: la publicada en nueva York, la traducción española, fechada en 1972 y la cubana. procede de la página


10-11 Gopeqgui ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:38 Página 11

www.novelas.rodriguezalvarez.com que aloja una documentación ex traordinaria sobre las traducciones de numerosas novelas. allí solo se comparan las distintas soluciones de los traductores, pero lógicamente aparecen destacados los párrafos ausentes en el original. Descubres que Vacarezza no solo habría añadido fragmentos ideológicos sino otros que tienen que ver con la trama, a veces páginas enteras, en particular las que atañen a una pareja de norteamericanos. abandonas la hipótesis del traductor militante con exceso de celo. averiguas que la traducción cubana ha tomado como referencia la primera edición del libro, aparecida en hodder & stoughton, londres, 1938. por el contrario, la edición de Vintage Crime disponible en la red, tanto como la edición española, proceden de una versión posterior a 1951. ¿Qué pasó entretanto? pasó un libro de ambler El proceso Deltchev, novela de juicios y conspiraciones y, a la vez, una crítica clara del estalinismo. la corrección de Epitafio para un espía se hizo después del cambio de perspectiva que supuso aquella novela y, según parece, para la edición que iba a publicarse en estados unidos.

o para publicar en aquel momento en estados unidos, era necesario suprimir también las noches de lectura del personaje. puede que convicción y conveniencia a veces se toquen o puede que no. en todo caso, estás bastante de acuerdo con andreas y su forma de entender la naturaleza humana y te alejas del juicio de intenciones. recuerdas otra novela, Cerbero son las sombras, la primera de Juan José Millás. en la página 10 habías leído: “Cuando la acaricio por dentro su mirada parece un lugar penetrable y bello, con sus mares y sus nieblas, y sería posible ver todos los minutos algunas cosas diferentes y entonces qué amor. porque aquello no era sentir pasar el tiempo, sino mirarlo y verlo en nuestros desde entonces oscurecidos ojos, y en nuestras manos maduras ya para el deseo de sus pechos, para el deseo de mi espalda solitaria”. ella es su madre. en la siguiente edición, y en las que vinieron luego, el párrafo desapareció. Quizá la causa fue la fantasía in cestuosa, o quizá solo el aire de adolescente cortazariano, que se aleja del tono general de la novela. De nuevo rechazas el juicio de intenciones y rehuyes también aquellos asertos según los cuales la verdad de una piensas en los Zaleshof, dos diverti- vida, o de una novela, estaría en lo dos espías soviéticos, hermana y her- tachado, en la papelera de reciclamano, protagonistas de otra novela je, en los arrepentimientos. tamde ambler, Motivo de alarma. re - poco piensas que la verdad esté en cuerdas a andreas diciéndole al na- lo que se conserva sino que impugrrador: “la naturaleza humana es nas esa idea detectivesca de verparte del sistema social en que está dad, como si bastara una prueba inscrita. Cambia el sistema y cambia- para explicarlo todo. rás a la persona”. Y luego te imaginas a eric ambler borrando de un libro el piensas en el experimento de William momento en que schimler, un joven rathje mencionado por almudena periodista alemán que ha estado pri- hernando en su libro La fantasía de la sionero en un campo de concentra- individualidad. Mediante un proyecto ción y ha sido liberado a cambio de de arqueología sobre la basura rathje renunciar a su nacionalidad, lee junto comprobó que cuando se pregunta a con un amigo el Anti-Dühring. te pre- estadounidenses sobre sus hábitos de guntas si para criticar el estalinismo, consumo “dicen cosas que no se

corresponden con lo que se encuentra en los cubos de basura que hay a la puerta misma de sus casas, y eso no sucede porque mientan sino porque no reconocen determinadas cosas que hacen”. pero tampoco, piensas, la basura cuenta la verdad sobre sus vidas sino que necesitas unirla a su negación y además a la pregunta, pues sin ella no habrían negado. recuerdas la confederación de las almas, teoría atribuida a dos médicos filósofos franceses en Sostiene Pereira, de tabucchi. aquella novela te pareció un tanto quebradiza, como si mientras se escribía solo se hubiera medido contra la presión de lo blando, y ante cualquier otro impacto pudiera romperse. “Creer que somos ‘uno’ que tiene existencia por sí mismo, desligado de la inconmensurable pluralidad de los propios yoes, representa una ilusión (...). nosotros tenemos varias almas dentro de nosotros, ¿comprende? una confederación que se pone bajo el control de un yo hegemónico”, decía allí el doctor Cardoso. Y piensas que el doctor olvidaba de entre todos los yoes los que están fuera. Como esas tachaduras que es posible leer bajo lo escrito, como los fragmentos que perviven en una edición cubana o en otra de gráficas espejo. Yoes que salen fuera y nos visitan. olvidaba también, claro, que uno o una no existe desligado de los tus, ni de los ellos y ellas. “lo extraordinario”, decía schimler en la primera versión de Epitafio para un espía y en relación a su lectura del AntiDühring, “fue que mató mi amargura”. ahora un schimler amargo y uno que no lo es recorren los pasillos y la calles en donde viven los personajes de este mundo. puede que un día se encuentren. Cuando suceda, más que el criterio del autor, las ediciones o la filología, nuestras luchas les acompañarán. Quimera 11


12-15 Marta Sanz ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:38 Página 12

12 Quimera


12-15 Marta Sanz ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:38 Página 13

Ensayo

PornoPoética Un Ensayo dE Marta sanz FotograFías dE Paola dE grEnEt

El ojo que mira los límites los pone el ojo que mira. Es el ojo de Bataille, un ojo más entre los pares de ojos que Coppelius corrige con sus catalejos y sus lentes de aumento. El hombre de la arena sopla el polvillo que guarda en el cuenco de su mano y los niños notan el escozor, se restriegan, se atontan, se enfurruñan, se hacen el muerto como un pájaro cercado por los gatos. Vulnerables. El hombre del saco puede llegar de un momento a otro y sacarlos de sus camas, mientras ellos comienzan a soñar que mastican cristales, que se les mueven los dientes, que se mueren de sed al lado de un grifo o que, por fin, después de mucho aguantar, pueden hacer pis. Entonces, la cama se empapa. Empieza el proceso de corrupción asociado al crecimiento y a la sexualidad: Holden Caulfield borra las pintadas obscenas de la pared para que no las vean los niños. Ese afán protector siempre fracasa. Cojones de toro El ojo es también el vidrio opaco que rellena las cuencas vacías de olimpiaCoppelia que baila, con rigidez de chica dentro de un corsé, chica coqueta o con una desviación de la columna vertebral, de daryl Hannah y sus muslos asesinos, de maniquí bellísima en el futuro escaparate de unos grandes almacenes, baila olimpia-Coppelia entre los brazos del pobre natanael. Un iluminado, un tontoelhaba. El ojo que mira también es, según Freud, un testículo. Cojones de toro que sangran en el expositor

de la casquería. “Mamá, ¿qué es eso?”. Una cosa asquerosa que, rebozada, es suculenta. la gula y la lujuria que tan bien se maridan en el mordisco del conde transilvano. la ceguera es una forma de castración que provoca resentimiento. ahora entendemos a Ernesto sábato. los eunucos se convierten en gente sospechosa. también las muñecas con el sexo borrado. los castrati. los tuertos. no soportamos la palabra ojo en la boca de un ciego. da dentera. Snuff movie Primer plano. Explicitud. la pornografía es el despedazamiento del cuerpo y su venta por partes: cadera, tapilla, rabo. Pornografía lo pornográfico no está en la realidad sino en la manera de acercarse a ella. lo pornográfico no son las coliflores ni la fornicación de los tigres ni el culito de un recién nacido. Una boca con hambre. o la lengua que asoma entre una fila de dientes que sería el sueño de amor de un especialista en ortodoncias. la pornografía convierte lo neutro en marcado. lo marcado en lo sucio. Un padre suizo le quita las bragas a su hijita en un jardín de arkansas y es denunciado por su vecina, encantadora Mrs. Milliband o encantadora Mrs. Mulligan o encantadora Mrs. Carr away. las que hornean los mejores pasteles de ruibarbo, y rellenan con frutos y especias los pavos del día de acción de gracias. Embuchar a un

animal por el agujero del culo: eso sí que es perturbador. Anyway, I don´t speak English at all. Consumidores los consumidores se ufanan de pertenecer a un club o una sociedad secreta. Esconder las revistas debajo de la cama forma parte de la fascinación del pornófilo. sentirse culpable, incluso maligno, de la piel del diablo que insemina a Mia Farrow en el edificio dakota, mientras uno se ensaliva la palma de la mano para amorcillarse el sexo. después, siempre se puede soltar el aire, redimir la culpa, lavarse las manos pegajosas. Es el momento de la liberación y de la beata Mariana de Jesús. los pornófilos son confesionales. salen en procesión. Eligen un santo patrono. Bolígrafos bic de punta fina Felaciones, penetraciones múltiples y simultáneas, masturbaciones con plumas de ganso, tallos de rosas o barras de hierro, bolígrafos bic de punta fina o zanahorias, sexo anal, sexo a través de una mampara transparente que se queda pringada, cópula con web cam, besos negros, coitos libaneses con sobacos depilados, pelos pegados por la gelatina del desodorante, pubis infantilizados por la cirugía, salas equis que huelen a ambientador y a eyaculadores precoces… Mostramos lo obsceno, lo que queda “fuera de escena”, lo que, por razones morales o culturales, “no se puede” enseñar y se saca a la luz para provocar y perturbar. Pero ya no quedan razones morales, solo políticas: boca con hambre. Quimera 13


12-15 Marta Sanz ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:38 Página 14

Contarles cosas a sus preferidos la escena convencionalmente pornográfica, cruel, puede tener un efecto inquietante, incluso, provechoso para la conciencia de quien está mirando. dimensión ética del hardcore. lo dice José ovejero y yo pienso en los pornógrafos, en los erotómanos, en los instructores del siglo XVIII. En la educación como la modalidad más sibilina de la violencia. la labilidad del límite entre depravar o instruir. Quizás el criado Quinn permitiese al niño Miles mirar por el agujerito. después, el joven Miles será expulsado del colegio por contarles cosas a sus preferidos. tal vez, toda la literatura consista en eso: contarles cosas a los preferidos. El sexo está sobrevalorado, pero nos sirven sus metáforas runrún inquietante. Existe un temor: la pornografía ha dejado de ser obscena y a menudo ya ni siquiera escandaliza. no nos pone en contacto con nuestros fantasmas interiores. ahora son otros asuntos los que quedan fuera de plano: mi jefe me la mete por el culo un día detrás de otro. Mi casero. Mi cajero. Mi tutor. Mi acreedor. Mi tendero. ¿Mi? la pornografía carece de argumento, de tensión narrativa o de dialéctica —perdón por la palabra—: es un bálsamo, anises estrellados, aftershave. Boom no he leído Cincuenta sombras de Grey. no me interesa ni siquiera como fenómeno sociológico. Es más fácil vender lo que se publicita que lo que no se publicita. Por mucho que digan que no. Incluso la publicidad es un asunto pornográfico, es decir, una maquinación retórica: un acto violento que se recubre de prosopopeya. alta poesía. arte mayor. antes tuvimos templarios, niños con la varita mágica empalmada, novelas de detectives y seductores cadáveres de mujer, amores vampíricos. la normalización de la sexualidad de las muje14 Quimera

res se entiende desde una perspectiva comercial. antes pasó con el cuerpo. la sexualidad no explorada es un mercado virgen. Con el sexo de las mujeres pasa como con los negocios en China. todos pugnan por copar ese mercado. la sexualidad de las mujeres —boca de lobo, vagina voraginosa— es una importante fuente de ingresos. oímos la manivela y el ruido de la adición total de las antiguas cajas registradoras. antes había reuniones de tupper-ware. ahora de juguetería erótica. Me vienen a la cabeza las placas del mamógrafo. Escribir el cuerpo Escribir el cuerpo no tiene nada que ver con tatuarlo. no se trata de que la aguja marque la carne con el nombre de un amante perdido, de un grupo musical, con un indescifrable alfabeto o con un código de barras. Escribir el cuerpo es todo lo contrario que lucir en la pechera la letra escarlata de nathaniel Hawthorne o de apretarse el dedo con un cordel para no olvidar un asunto importantísimo. Escribir el cuerpo es conseguir que la horquilla esternal o Bósforo de almasy, que el hueco entre las clavículas de Joan Fontaine que Cary grant cubre con su dedo en Sospecha mientras ella cierra el monedero delante de sus narices y suena un clac que recuerda a las castañuelas o a las almejas más tímidas cuando clausuran el acceso a su carne juntando las valvas, escribir el cuerpo es conseguir que la horquilla esternal de Joan Fonteine a quien su amante llama “carita de mono” mientras ella sonríe, aparezca en el centro de la página. Hondonada, fosa, agujero para plantar arbolitos frutales. la página en blanco se abulta por el peso del pecho duro de una adolescente o se pone resbalosa y brillante: la caligrafía es el rastro del flujo vaginal. Caracoles. Hilo de saliva. Escribir el cuerpo no es replegarlo hacia dentro, introvertirlo, constreñirlo, arañar la piel, escarbar, sino expulsarlo, expan-

dirlo, desplegarlo como un barquito de papiroflexia, sacarlo a que le dé el aire, regurgitarlo reventando la crisálida. En las cárceles una mampara transparente separa a las prisioneras de sus visitas. a través de los teléfonos, las prisioneras narran pasajes eróticos buscando un lenguaje nuevo para visibilizar aquello que nunca había sido contando en primera persona. Es el lenguaje del gineceo de la pobre Carmen laforet. Ventriloquía las voces de los hombres han hablado de mí. lo agradezco mucho. y, sin embargo, estoy confusa: a veces me quito de la boca una metáfora que no corresponde. Me la quito como si fuese un trozo de pollo incrustado entre las muelas. luego me lavo la boca con agua y con jabón. Con un litro de aguarrás. las metáforas que no me corresponden son una traza de huevo en el snack sin huevo para una niña alérgica al huevo. son una mujer guapa que, durante su despedida de soltera, le mete a un stripper un billete de cincuenta en el calzoncillo, y se siente rebelde y poderosa. Pagar es un gesto muy importante. Chicas de internado, lesbianas amándose los mejores ventrílocuos han conseguido que quiera ser una chica de internado. la muchacha lesbiana que ama a otra muchacha y consigue que el hombre que las mira, escondido detrás de los visillos, muera de placer. los mejores ventrílocuos han conseguido que quiera ser musa, fantasía, estatua devuelta a la vida por amor, amor, amor, heroína, retrato, figura del museo de cera, bella imagen. representación. Polígrafo hardcore Vivimos en una época de exhibicionismo moral, físico y sexual que les viene muy bien a las clínicas de cirugía estética y a las compañías telefó-


12-15 Marta Sanz ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:38 Página 15

nicas. se abren mercados y nichos de mercado: impera la ideología del neoliberalismo. En cuanto a los tabúes, no es que se destruyan, tan solo se transforman como la materia. son más obscenos los polígrafos de los programas del corazón que el vídeo minucioso de una violación anal. Eso, a estas alturas, ya lo sabe todo el mundo.

de desinhibición porque lo que se lee en el fondo está subrayando una ideología sobre la sexualidad en la que a la mujer le gusta el sometimiento sexual como expresión del bondage afectivo. En general, yo creo que los amantes del género erótico, hombres y mujeres, buscan historias en las que

Un escándalo ¿Es escandaloso usar el cuerpo de una mujer como plato para comer sushi? sobre el cuenco de un vientre no se puede comer una fabada y algunos comensales nunca fueron aficionados a la gastronomía japonesa. donde esté un corderito asado que se quite todo lo demás. soy una cosa. soy una mesa. soy una caja como Clarice lispector, como natalia Carrero y como afrodita a. Me gustaría ser, sin embargo, aurora boreal o un pupitre donde el niño se inclina para aprender a leer y a escribir. Una interviú I Una periodista me interroga: “¿Cuáles cree usted que son los rasgos idiosincrásicos de la sexualidad femenina?”. Cuando oigo “idiosincrásicos” determino perfectamente cuál ha de ser el tono de mi contestación. y voy y digo: “relacionar exclusivamente la sensibilidad femenina con la delicadeza o la insinuación es tan reduccionista como vincular la sensibilidad masculina a la brutalidad o la explicitud”. no he dicho nada. Pero me escucho y no me creo. Cada día me pasa más. Una interviú II Una periodista me interroga: “¿Qué opina usted de la eclosión de esta nueva literatura erótica para mujeres?”. Cuando oigo “opina” determino perfectamente cuál ha de ser el tono de mi contestación. y voy y digo: “Me preocuparía que, para el público femenino, el consumo de estas novelas fuera un falso acto de liberación o

el sexo sea una ventana para cuestionar las frases hechas, el “deber ser”, para mirar la realidad con otros ojos. también creo que muchos lectores y lectoras buscan la excitación. lo cual me parece perfectamente legítimo. y sano”. a veces soy una mujer conservadora, muy correcta, ecuánime: he contestado a esta pregunta vestida con un traje de chaqueta color gris marengo y unas gafas de sol.

Andrómeda Es hermosa la andrómeda de gustave doré. la curvatura interrogativa del cuerpo desnudo y el agua que rompe a los pies de la princesa de tebas. Pienso que el cuerpo acaso siempre debería curvarse en una interrogación y romperle el cuello al cisne. Como cuando dos pezones te miran muy fijamente a los ojos. andrómeda simboliza la excitación del bondage. no porque sí rompen a sus pies las olas del océano. no me preocupa la excitación sexual que sienten los niños al jugar al escondite o el deseo de ser atada al cabecero de la cama con una venda en los ojos. no me preocupa ignorar si el próximo objeto que me acariciará la tripa estará muy frío o muy caliente. Me preocupa que el sexo se convierta en un arma o en una inversión. Que no consista en cerrar los ojos y regodearse por dentro al sentir que lo lleno se vacía y lo vacío se llena. Que algo te corta, como un papel la yema de los dedos, desde el centro de gravedad hasta la garganta. El rastro que deja un dolor levísimo que no duele y se busca con avidez. “El Hombre de Arena está al llegar...! ¡Ya lo oigo!” Me preocupa que en el sexo necesitemos la mirada ajena, que nos atusemos el pelo para estar guapos, que el sexo se transforme en pornografía primero y después en amor. Que se pierda la inocencia del placer más allá de lo que pase al día siguiente. Me preocupa que el sexo no sea limpio. Es lo que nos han enseñado y, quizá, lo único verdaderamente interesante. El lado del asunto sobre el que se puede hacer literatura: las pelusillas que nunca se retiran de debajo de la cama. El aburrimiento. la metamorfosis del deseo y la ilusión. la pereza. Ese miedo a que la felicidad se acabe que te impide a todas horas ser feliz. los vericuetos de la vida matrimonial o del nomadismo erótico. “El Hombre de arena está al llegar...! ¡ya lo oigo!”. Quimera 15


16-18 Negroni ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:39 Página 16

la longitud de los besos A propósito de “the Killers”, de hemingwAy Un ensAyo de mAríA negroni

16 Quimera


16-18 Negroni ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:39 Página 17

Una decena de páginas, no más, le alcanzaron a hemingway para narrar los prefacios de un crimen. también para desplegar, con su proverbial velocidad verbal, los recovecos de un mundo ominoso. publicado por primera vez en 1927 en la Scribner’s Magazine, es decir cuando aún no se había cerrado para el autor el ciclo de la “fiesta parisina”, The Killers representa algo así como una premonición: una invitación a imaginar, a partir de un mobiliario mínimo de escenas, una vida condenada, como todas, a desaparecer. es de noche. dos matones llegan en auto a un pueblo fantasma de new Jersey. parecen gemelos: ambos visten sobretodo negro, guantes negros, sombreros derby. entran a un diners —esa versión aséptica de la cantina del western— que podría haber pintado edward hopper. todo trasunta allí melancolía: la iluminación escasa, la falta de movimiento, la pobreza repetitiva del menú. lo que sigue es un diálogo (la prosa despojada de hemingway es un collar de frases punzantes y sus respectivas réplicas) que se satura pronto de violencia. los matones hablan quizá de más. han venido a matar al “sueco” por encargo, dicen. saben que él vendrá a comer a las 6 de la tarde y lo esperan, mientras dan órdenes al dueño, no sin antes maniatar en la cocina al cocinero y al único parroquiano del bar, el chico nick Adams. A las 7, cuando es obvio que ya no vendrá, se van. entonces, el dueño de la taberna desata a los que están en la cocina y el chico que, a la sazón, trabaja en la estación de servicio con el “sueco” corre a la pensión a avisarle que lo están buscando para matarlo. es la primera vez que aparece ole Andreson. es un hombre alto, tan alto que la cama no le alcanza, con cicatrices en las manos (ha sido boxeador) y una pasividad casi trágica ante la noticia que recibe. “Una vez hice algo malo”, se limita a explicar, sin moverse

de la cama donde está tirado. y luego agrega, quizá, que está cansado de escapar y agradece, de todos modos, la advertencia. desconcertado, el chico vuelve corriendo al diners y comenta con el dueño lo que vio y oyó. nada más ocurre. las últimas réplicas son ejercicios de la distancia (o la resignación). “lo matarán,” dice el chico. “supongo que sí”, dice el otro. piensan, seguramente, que con el destino más vale no meterse.

con la soltura un poco exagerada del dandy (que no es). es él quien desovilla la trama. o bien, la teje como a un rompecabezas sombrío. entre los interrogados, figuran el chico que trabajaba con el sueco en la gasolinera; su amigo de la infancia, ahora policía, el lugarteniente lubinsky; su primera novia, lilly, ahora casada con el amigo policía; la sorprendida beneficiaria de la póliza, una viejita que le salvó la vida en un hotel de Atlantic City; y un viejo rufián, lector de estrellas y conshemingway, en otras palabras, narró telaciones, que compartió con él la un comienzo y dejó el resto librado a cárcel. todos ellos dicen lo que saben, cada cual, invitándonos a imaginar, no fragmentaria y desordenadamente el desenlace que, sin duda, es previsi- pero el sueco empieza a delinearse ble, sino algo mucho más difícil: la his- ante nuestros ojos como un hombre toria que llevó a desembocar en él. más bien bueno o ingenuo o, incluso, es lo que hizo el director alemán exi- impulsivo y soñador. sabemos, en liado en hollywood, robert siodmak. este orden o en otro, que quedó huérsu film, de 1946, comienza por el final fano de chico y que nació en Filadelfia (es decir por el cuento entero) y luego donde alguna vez fue un boxeador con construye un aquelarre de luces y futuro; que tuvo, en aquellos tiempos, sombras para explicar la irrupción una novia dulce; que muchos años fatal de los matones. Cuando ocho dis- después, alguien lo reconoció en la paros iluminan el cuarto donde el gasolinera de new Jersey donde se sueco (Burt lancaster), en impecable había escondido (como a robert mit camiseta depresiva, espera la muerte, chum en Out of the Past); que había, sabemos que todo está por empezar. en su pasado, un atraco millonario sabemos, también, que en este caso, la con una banda de gangsters y una víctima es el héroe (muerto) y que deuda; que esa deuda tenía que ver todo el film constituirá un intento de (también, como en Out of the Past) resurrección. con una mujer (Ava gardner); que esa mujer lo tenía todo para seducir y nunca se señalará con suficiente in - atraer la perdición. sistencia la importancia del flashback en el film noir. Como en Double In- la trama se va complicando cada vez demnity (1944), en Out of the Past más. menos mal que riordan consi(1947), o en Sunset Boulevard (1950) gue, con su tesón, unir los cabos sueldonde la narración responde a evoca- tos. lo que parecía un asalto de ciones del pasado del propio protago- dimensiones extraordinarias resulta nista (incluso después de muerto, en ser un asalto de dimensiones extraorel último caso), aquí también habrá dinarias. solo que esas dimensiones retrospecciones, solo que estarán a extraordinarias no necesariamente cargo de posibles testigos, interpela- tienen que ver con el importe robado. dos por Jim riordan (ed mond en realidad, lo que se teje acá es una o’Brien), un oficial de la sección precisa operación de ingeniería para siniestros de una compañía asegura- evitar que el verdadero responsable dora al que su secretaria llama sea develado. en el plan, hay dos cóm“dream Boy” y que se mueve, como plices: Colfax y Kitty. Ambos combiFred macmurray en Double Indemnity, nan la gran jugada. Colfax cambia, a la Quimera 17


16-18 Negroni ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:39 Página 18

medianoche del asalto, el lugar de reparto del dinero. manda a Kitty a avisar a cada “socio” del cambio. Kitty les avisa que el lugar previsto originalmente se ha incendiado y que deberán encontrarse en una granja. entre los avisados, está el sueco. A él, Kitty le da otra versión: le dice que Colfax ha decidido dejarlo afuera del reparto y le habla de la granja. ole aparece a la mañana siguiente en la granja y, tras un tiroteo, se lleva el dinero. Él y Kitty huyen y se instalan en un hotel de Atlantic City. después de dos días, ella se va, llevándose el dinero. este es el momento en que la viejita del hotel (la beneficiaria de la póliza) lo salva de suicidarse. Años después, Colfax lo “descubre” en la gasolinera de new Jersey y manda a los matones a matarlo. Cuando riordan da con él y consigue acorralarlo —ahora es un empresario rico en pittsburg—, descubre que Kitty es su esposa y que ambos viven en una mansión. Bajo la superficie “honesta”, late un pasado de traiciones y un verdadero tejido de trampas. y hay dos escenas en el film que no tienen desperdicio. la primera, cuando él la vez por primera vez y queda flechado, parado detrás de ella, y ella canta, sabiendo lo que provoca, con su voz grave, su vestido escotado, y su estatura morena, exudando sexualidad como si fuera un perfume. la segunda es más sutil y, si cabe, más cargada sexualmente. Él acaba de salir de la cárcel (donde no supo más de ella) y se la encuentra en un antro donde un grupo de hombres juega al poker mientras lo espera para proponerle un “negocio”. ella es ahora la chica del jefe (Jim Colfax o Big Jim) y su cuerpo —aun vestido con cierta cordura— electrifica y tensiona la escena, de por sí, fuertemente masculina. Va y viene, se diría, como un animal imposible, atravesando el humo y los vahos de alcohol y, en un momento, en el preciso instante en que él debe decidir si participará o no en el delito, se tira en 18 Quimera

la cama, sin zapatos y envuelta en sus medias de seda, levemente levanta un pie. en ese momento, él dice: “I’m in” [“Cuenten conmigo”] y nosotros podemos medir la longitud de los besos. Ava gardner, por supuesto, descolla entre las femmes fatales del noir. Aunque su nombre ficcional no está a su altura (se llama Kitty Collins), lo tiene todo para triunfar: ambición, rapidez, insolencia, talento para fingir y embaucar, y falta total de escrúpulos. Con esos recursos y su cuerpo espectacular, avanza por los ambientes turbios que le tocaron en suerte y da con lo que siempre quiso. ¿Qué puede importarle que alguien diga después “If there’s anything in the world I hate, is a double-crossing dame” [“si hay algo que detesto en el mundo, son las minas que engañan”], a ella, que no tiene más fidelidad que para consigo misma? si todavía está con Colfax al final del film, queda clarísimo, es porque su actual marido es un ladrón con clase que pudo darle el dinero y la mansión que quería. el resto es la confusión que producen las geometrías del deseo. ¿Qué son, si no, los múltiples triángulos disímiles que se entrechocan y superponen todo el tiempo en el film? el primero: ole, lilly (la novia dulce y buena) y el policía amigo (sam lubinsky). lilly está enamorada de ole que la deja por Kitty. sam está enamorado de lilly. lilly y sam se casan. la chica buena se queda con el policía y tiene una familia decorosa (como en Out of the Past o The Big Heat). el segundo: ole, lilly y Kitty: aquí la perdedora es lilly. el tercero: ole, Kitty y Colfax: aquí el perdedor es, a todas luces, ole. no debe sorprender: el film noir no es otra cosa que una danza de formas desencontradas que nunca se compaginan o se compaginan con otras categorías, más ocultas, menos presentables. no importa que, al final, un cier-

to orden sea restablecido o que el detective/investigador desenmascare el juego y acabe mandando a la cárcel —o al cementerio— a los bandidos. lo que importa es lo que tuvo lugar en el interín: la sensualidad desnuda en medio de la prohibición. esa es, tal vez, la fuerza más transgresiva del género: poner en escena una agenda completa de antros de perdición (las carreras y los casinos, los cabarets y el alcohol, las salas de poker y las arenas de boxeo, las apuestas y la violencia, los billares y todas las metonimias de la noche) para desplegar allí un abanico de intuiciones riesgosas. no por nada, los cineastas del género fueron perseguidos por el Comité de Activi dades Antiamericanas. lo que aquí estaba en juego no era sólo la pertenencia al partido Comunista; también preocupaba ese virus disoluto que insubordinaba las costumbres, aflojando sutilmente los controles (privados y públicos) e incentivando otro tipo de libertad. siodmak (dresde, 1900- locarno, 1973) no fue el único en filmar The Killers. existe una versión prescindible, casi televisiva, de los años 60, dirigida por donald siegel y protagonizada por lee marvin, John Cassavetes y ronald reagan. también hay una versión rusa de 1956, que codirigió Andrei tarkovsky con dos compañeros de estudios, cuando todavía asistía al instituto estatal de Cinematografía, cuyos 19 escuetos minutos consiguen dar cuenta del magistral cuento de hemingway. siodmak es uno de los directores más influyentes del género. Además de The Killers (que las distribuidoras llamaron, con cierta torpeza, Forajidos) filmó, entre otros noirs, Criss-Cross, Thelma Jordan, The Spiral Staircase, Phantom Lady, The Dark Mirror. la fuerza opresiva de sus films lo puso en la mira de mcCarthy y debió abandonar estados Unidos en 1952.


19-21 Rmedios Zafra ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:39 Página 19

tecnotopías: entre el cuarto propio conectado y el garage por

rEmEdios Zafra

iLustración dE tamara ViLLosLada 1

Yo no tengo garaje, pero tengo un cuarto propio conectado. Laura BEY

Las máquinas que han manejado las mujeres han habitado lo privado, la esfera física de lo privado y el escenario de la intimidad. La intimidad habita en aquello que sientes, haces, piensas y te dices cuando estás a solas, contigo o con quienes consideras parte íntima de ti. Lo privado trasciende la idea de propiedad, lo privado nos está dado como sujetos con poder sobre nuestro cuerpo y espacios. Es ese allí preciosísimo donde mi cuerpo como yo (como imagen, como nombre, como multiplicidad) es libre, incluso libre de inhabilitarse. pero lo privado también ha sido ese allí donde algunos sujetos han sido inhabilitados e invisibilizados. Lo pri-

vado ha sido controlado por el poder ejercido desde el afuera público. por mucho tiempo estas máquinas en estos espacios privados han sido tan invisibles como las mujeres que las manejaban. Hasta que los ordenadores personales y los dispositivos electrónicos convirtieron cualquier lugar proclive a la concentración y a la creatividad en un potencial garaje. Y esto aquí es revolucionario. _umbral: entre el cuarto propio y el cuarto propio “conectado” durante el último siglo la habitación propia (a room of one’s own2, Virginia Woolf) ha sido objeto de especulación y reivindicación política feminis-

ta, símbolo de emancipación para las mujeres creadoras a quien Woolf dirigía su emblemática reflexión hacia 1929. al respecto, sugería la autora que disponer de dinero y de un cuarto propio eran condiciones necesarias para que una mujer pudiera dedicarse de manera autónoma y profesional a la escritura, subvirtiendo un espacio patriarcal que habitualmente las había sometido bajo su ojo y control, el hogar. Un cuarto propio conectado3 propone la reapropiación de este cuarto propio, tradicionalmente identificado como parte de la esfera privada, recontextualizado en la actual cultura-red; convirtiéndolo por tanto en Quimera 19


19-21 Rmedios Zafra ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:39 Página 20

un cuarto propio conectado a in ternet, constitutivo de espacio público online. Esta apropiación supone lanzar preguntas sobre las condiciones que suscita este lugar como nuevo escenario biopolítico para la subjetividad creadora. un escenario online que enmarca cada vez más nuestras relaciones laborales y afectivas con los otros, pero que además contribuye a rearticular la gestión de nuestros tiempos propios y nuestra producción creativa frente al ordenador. me refiero no solamente a una práctica creativa profesional, y como tal remunerada, sino también a nuestros intereses en la frontera entre la afición y el empleo, en el ámbito del prosumo cultural. En primer lugar, una potencia política. Que el espacio privado desde el que nos conectamos a internet opera como lugar de concentración, frente al flujo incesante y disperso voces, datos e información que caracteriza la época. Este espacio propio para cada cual se configura como particular centro de operaciones de nuestro network y de nuestra vida online, en consecuencia, también como laboratorio y estudio. El cuarto propio conectado sería, en este sentido, un potencial escenario de creación, juego y versatilidad donde surgen nuevas oportunidades respecto a los sistemas disciplinares de producción y difusión creativa. de forma que el tándem sujeto-máquina-online en un espacio de concentración privado se posiciona como uno de los más po tentes territorios contemporáneos de experimentación digital, pues sería además un lugar donde poder convertir afición en trabajo. no es fútil la comparación que Laura Bey establece entre el cuarto propio conectado y los garajes pre-silicon Valley, aludiendo a la revolucionaria aportación de los garajes como nú cleos de experimentación y juego en las más recientes historias de la tecnología. no obstante, a diferencia de los garajes, el cuarto propio conectado no está marcado por una tradi20 Quimera

ción eminentemente masculina y, si bien el contexto-hogar en que se inserta tiene una marcada herencia patriarcal, no pasa así con el cuarto propio (otredad transgresora en el interior del hogar). a priori, el cuarto propio conectado parece posicionarse ecuánime para todos, posgénero por fin. El lugar es aquí la pregunta. una pregunta que se formalizaría interrogando a las condiciones, posibilidades y dificultades para el trabajo creativo digital de las mujeres en este escenario público-privado online; e interrogando también las aportaciones singulares que vislumbramos como “po tencia” política en el cuarto propio conectado. _cuarto propio conectado —entre la producción y la reproducción— un cuarto propio forma parte de una casa y como tal, la casa ha sido tradicionalmente feminizada e identificada con las mujeres por las actividades que social, cultural y económicamente las supeditaban al cuidado de la familia y a la crianza de los hijos. Las lecturas sobre el mundo doméstico, la vida privada y las historias afectivas, políticas y económicas que en dicho lugar acontecían no han tenido tradicionalmente un valor productivo ni de prestigio, más allá de inspirar diversos mitos culturales sobre las mujeres y asentar su papel en la reproducción, y no en la producción de conocimiento. Los espacios privados lo han sido durante mucho tiempo para enmudecer sobre ellos. como célula diferencial en el espacio privado, la de la habitación propia con la casa es una relación paradójica, rebelándose contra la minusvaloración dada al conjunto. Esta al menos es la tesis propuesta por Virginia Woolf, al reivindicar que la estructura y distribución de todo espacio vital es ya un condicionante que asigna a determinadas personas, determinadas ocupaciones y, por consiguiente, distintas expectativas y posibilidades de ser en la vida. La posibilidad de apropiarse del espacio

privado e íntimo para una redistribución de su uso sería, en consecuencia, una acción de importante calado político; una acción que reordena el valor y significado dado socialmente a estos espacios. En este entramado relacional, la habitación propia de mandada por Woolf, siendo un espacio privado, funcionaría también co mo un lugar donde “pensar” y construir lo público, en tanto espacio de estudio y concentración. de otro lado, la tradicional consideración doméstica y feminizada del hogar ha llevado implícito un grado de minusvaloración en oposición a lo público. de hecho, la dicotomía do méstico-público tiende a reproducir problemas ligados al concepto de “prestigio masculino”, apoyándose en la idea de que un espacio (el públicoremunerado) contiene al otro (do méstico y sumiso) y que este último es una esfera aislada de la social. para el feminismo más reciente reflexionar sobre los sistemas masculinos de prestigio4 es asunto crucial. sherry ortner y Harriet Whitehead han insistido especialmente en ello, no ya como modo de enfrentar el sesgo masculino, sino como modo de entender la construcción cultural del género. En esta línea, deconstruir las asignaciones de valor ligadas a determinados espacios requeriría entrar en las concepciones que tenemos sobre el sistema que compartimos; entrar en las actividades relacionadas con la producción y la reproducción que establecen entre sí una asociación medios-fin y, muy especialmente, con las formas de gestionar nuestros tiempos. no obstante, cabe la duda de si estas asociaciones de valor están siendo transgredidas o simplemente maquilladas por los cambios emanados del trabajo inmaterial en los espacios privados en red. una primera lectura nos hablaría de la actual convivencia de viejos y nuevos modelos de gestión del tiempo y el trabajo, que derivan en habitaciones conectadas cada vez más inmersivas, como nodos del


19-21 Rmedios Zafra ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:39 Página 21

trabajo inmaterial. convivencia, la sugerida, que mantendría aún vivas herencias patriarcales. no olvidemos que esta inmersión que referimos es efecto de la confluencia de trabajos antes diferenciados por su lugar de ejecución. trabajos hasta hace poco —y aún hoy— llamados empleos cuando se ejercen fuera del hogar y conllevan una retribución económica, frente al trabajo doméstico no remunerado y situado entre el consumo y la producción económica. unas y otras actividades son en la actualidad parte del trabajo que todas las personas conectadas realizamos en casa. a estas actividades se suman las propias de una sociedad en red, como las derivadas del do it yourself tan características del autodidactismo tecnológico —aprende a usar y crear tus propias herramientas—; sin olvidar las que se desprenden de esa nueva gama de prosumo orientada al mantenimiento de nuestros “yoes” digitales y sus vínculos relacionales. todo ello conforma un espacio público-privado que dista de la imagen-cliché de espacio doméstico identificado, aún hoy, como esfera privada. _cuartos y garajes pensemos “quién hace qué en la red”, y “de qué manera se beneficia de dicho trabajo”. Veamos que los creadores de las más rentables y poderosas herramientas online coinciden con un perfil característico de la élite de esta época tecnológica: hombres, muy jóvenes, que tienen en su ordenador —y en muchos casos en su garaje o cuarto de trabajo— un lugar de convergencia entre afición, vocación y trabajo, espacios canalizados en algún momento como empresa tecnológica y sujetos captados por la industria para formar parte de sus equipos de ideación del futuro a través de las máquinas y programas que lo harán posible. pienso que el valor de muchas de estas empresas no es tanto su capacidad para la ideación de un dispositivo tecnológico en sí, sino concebirlos

como “espacios” que logran congregar a millones de “yoes”, espacios que se convierten en parte misma de las relaciones, interviniendo en nuestras vidas cotidianas desglosadas a través de búsquedas, derivas y relaciones en la intimidad de nuestro cuarto propio conectado. Esta advertencia trataría de situar en qué lado del poder nos encontramos como sujetos, si nuestros cuartos propios conectados derivan a lugares meramente de prosumo y acceso o si nos emponderamos para convertirlos en espacios de creación. cierto que hablamos de espacios y tecnologías versátiles, pero se trataría igualmente de no perder de vista las posibles tendencias que orientan a las mujeres a configurar sus cuartos propios conectados para el prosumo y el acceso. de estas posibles tendencias estructurales se deducirían importantes lecturas políticas sobre las nuevas formas de poder y las maneras (y limitaciones) del “poder ser”. En una época caracterizada por la dispersión y el exceso informativo, pero también por la proliferación del desempleo y los trabajos precarizados, el espacio de concentración del cuarto propio, de un lado, y de otro, las nuevas formas de producción online, convierten el cuarto propio conectado en territorio revolucionario. Es además en estos dos aspectos (espacios de emancipación-concentración y formas de trabajo remunerado online) donde, a mi modo de ver, existe una relación más profunda con la propuesta de Woolf al reflexionar sobre la creación de las mujeres. un cuarto propio conectado opera hoy como particular centro de operaciones de nuestra vida online y de nuestro tiempo, en consecuencia, también como laboratorio y lugar de formación y trabajo. Es más, fuera del yugo disciplinar de los espacios, las empresas y las instituciones, el cuarto propio conectado opera como lugar idóneo para la motivación y la concentración sin renunciar a la socialidad.

_La importancia del excedente de tiempo para concebir la versión más emancipadora de las tecnotopías conviven hoy viejos y nuevos modelos de gestión del tiempo y el trabajo que derivan en habitaciones conectadas cada vez más inmersivas, como nodos del trabajo inmaterial. El cuarto propio conectado podría ser un lugar para la resistencia al presente continuo y a la velocidad, allí don de la concentración quiere neutralizar la dispersión de un mundo acelerado y recuperar la capacidad de atención, haciendo viable una vida emancipada. para quien crea, el reto más básico y por ello más significativo, ya no pareciera ser solo la página o la pantalla en blanco, sino la creación de posibilidad de un tiempo en blanco, llamémosle mejor: un “tiempo propio” cotidiano. porque toda producción emancipadora que enfrente los hándicaps de nuestros espacios e historias (tam bién online) requiere de un tiem po, una distancia reiterada para hacer y deshacer máscaras, para soñar primero, repetir y para jugar siempre, sea en el garaje o en el cuarto propio conectado. solo en nuestro tiempo propio podemos encontrar la mejor aproximación para configurar nuestro particular cuarto propio conectado, para descubrir su verdadera potencia revolucionaria y, con seguridad, nuestra propia potencia creativa.

notas 1. Laura Bey, op. cit. 2010. 2. Woolf, V., A Room of One’s Own. Harcourt Brace, nueva York, 1989. 3. Zafra, r., Un cuarto propio conectado, fórcola, madrid, 2010. 4. ortner, s. Y Whitehead, H., “in tro duction: accounting for sexual mea nings” en Sexual Meanings: The Cultural Construcction of Gender and Sexuality, cambridge university press cambridge, 1981. Quimera 21


22-24 Luiselli ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:40 Página 22

NocturNo de los áNgeles UNA CRóNICA DE VALERIA LUISELLI 1. Vuelo 0019 de Nueva York a Los Ángeles, 10.30 am. Después de llamar por teléfono a mi esposo y a mi hija, entro al avión —el pase de abordar firmemente sujetado con la mano derecha, aunque ya me haya memorizado el número de asiento y fila. Soy la última en abordar. Miro el pasillo largo y estrecho que se extiende frente a mí. La luz blanca, el aire frío y rasposo. Repaso las caras cansadas, anónimas, en su mayoría ni feas ni hermosas. Mientras busco mi lugar la siento: una punzada, casi eléctrica, en la boca del estómago. Luego, un sudor frio en la palma de las manos y en la espalda, a la altura de las lumbares. Conozco las señales. Empieza como un presentimiento en la base de los pulmones. Después, como si alguien los exprimiera, se encogen y cierran —esponjas inútiles. Encuentro por fin mi asiento— me toca el lugar de en medio, en la fila de en medio. Pienso que viene un encierro de cinco horas. Pienso: Cinco horas. Se posa una sombra sobre todo lo que observo: larga, extendida, sofocante. Luego, simultáneos, se cierran el estómago y la garganta. Concavidades, llenas de algo. Cierro los ojos y trato de respirar. Huecos que deberían estar ahí para ser huecos nomás —boca, garganta, esófago, estómago, pulmones— todos llenos. Imposible respirar, pensar, imposible estar. El miedo —un hueco lleno de algo—. Un vacío saturado. El episodio dura media hora nomás: treinta minutos de pavor puro, media hora de puro tiempo. De puro miedo. Miedo a los espacios cerrados, a los pasillos largos; miedo a la policía, a los agentes de migración, a las azafatas. Miedo a volar, a dormir, a no dormir. Miedo a los desconocidos senta22 Quimera

dos a mi lado; miedo al libro que lee uno; al sándwich que se come la otra. Miedo a las revistas de viaje, a la tipografía, a los repetitivos letreros del avión, a la tela rugosa del asiento, a toda la información inútil que nos entrega el mundo; miedo a la soledad y a la compañía. Mucho miedo a la locura. Y mucho más a la lucidez. Miedo a la eternidad y a la repetición. Miedo a la oscuridad que vendrá. Y miedo, más que nada, a la muerte. Miedo –todo-entero–puro–miedo. Una vez en el aire, el piloto ofrece consuelo en el altoparlante —su voz queda y serena—. Allá afuera hace un día espléndido, soleado. Va a ser un viaje sin turbulencias, y para él —nos lo asegura— será un placer cruzar los United States de costa a costa. Vuelo 0019, Nueva York-Los Ángeles. El avión diminuto avanza en el aire. Su sombra allá abajo —diferida— se arrastra. Finalmente, más o menos a la mitad del viaje, me quedo dormida. No sé si sueño o no. 2. De pronto el río de la calle se puebla de sedientos seres, caminan, se detinen, prosiguen. La ciudad no es como la describe Villaurrutia en su “Nocturno de los ángeles”. Las calles no son ríos de gente que se cruza y encuentra, los marineros no salen del mar a fornicar, hermosos y henchidos de deseo. No hay puertas que ceden fácilmente, no hay recodos ni bancos de sombra. El único secreto es el que ruge en los escapes tronantes de los coches. Si es una ciudad de ángeles, es porque los ángeles son invisibles – ausencias – espacios huecos donde antes debía haber gente, cosas, mundo, sustanti-

vos comunes. Dejo mis maletas en el hotel, tomo unas notas para el taller que daré esa misma tarde, y salgo al despoblado de las avenidas. 3. Primer ejercicio para el taller de traducción a estudiantes chicanos, Los Ángeles, mayo, 2012. Hay que llenar los espacios vacíos de un poema de Emily Dickinson, usando la “versión a ojo” de Gilberto Owen. Presentiment is Shadow Lawn Indicative that Suns go down to the startled Grass That Darkness is about to pass Presentimiento es esa caída larga sombra Cifra en el prado de que el sol se va; Mensaje a la asustada alfombra De que llega la oscuridad 4. Nunca le había tenido miedo a volar. Nunca le había tenido miedo a casi nada. Ni siquiera a morir. Desde que era muy niña hasta hace relativamente poco, pensaba a menudo en las muchas posibles muertes que me rondaban. Era algo que me ocurría naturalmente, casi diario, sin mayor drama: imaginar posibles muertes. La muerte era solo una imagen posible; una prolongación de un instante cualquiera; un efecto lógico, ligado a una causa previa. Cruzar una calle – ser arrollada por un autobús. Entrar a la regadera – resbalarse y pegarse contra el filo de la tina. Comer un sándwich – atragantarse con el jamón. Muertes ridículas. No había miedo; ni siquiera un leve sobresalto. La muerte venía a cada rato y yo la aislaba en una imagen concreta, una imagen concreta que se esfumaba en mi cere-


22-24 Luiselli ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:40 Página 23

bro —un cerebro tan concreto— como una gota de agua en la banqueta ardiente. Ahora no. Desde que soy madre, tal vez, es distinto. Quizás el precio más alto de la maternidad sea ése. La muerte ahora es un presentimiento intraducible. Un brote nomás. Aflora, potente y venenosa, como un miedo. 5. No hay jardines en las calles de Los Ángeles. Tampoco en Harlem, donde vivo con mi familia. Pero hay simulacros —hay jardineras. Nueva York, a diferencia de Los Ángeles, compensa sus carencias con relingos artificiales—. Las jardineras en Harlem son rectángulos de tierra robados al asfalto, de aproximadamente metro y medio por un metro de tamaño, con un arbolito raquítico al centro. Alrededor del árbol brotan cosas: a veces flores, casi siempre hierbas de algún tipo, algunas colillas de cigarro, basuritas, cositas, chingaderitas en general. Entre una jardinera y otra hay unos cuatro metros de separación, de manera que cuando camino con mi hija por la calle, cada cuatro metros hacemos una escala de cinco o seis minutos, para enumerar objetos que contienen las jardineras: pink flower, yellow flower, flor amarilla, leaf, hoja, otra hoja, cigarrette, pebbles, rocks, piedritas, a toy, another juguete, otra cosa, basura, mucha basura. Hace unas semanas, saliendo de la guardería, encontramos una rata muerta en una de esas jardineras. Ella supo enseguida que se trataba de algún tipo de roedor —esa clase de cosas se aprenden pronto en la escuela—. Aferrada con sus manitas rechonchas a la bardilla que delimitaba el desangelado relingucho, clavó la mirada en el cadáver de la rata. Muy seria susurró: Wake up, little mouse, wake up. Así, dos o tres veces. Después, indignada ante la indiferencia del animal, me tomó de la mano: He’s not waking up, Mommy, let’s go. Nos fuimos —en silencio y despacio.

6. De vuelta más tarde en la recepción del hotel —populoso purgatorio— me encuentro por fin con algunos amigos. Tumbados en los sillones del lobby, les hablo, un poco avergonzada, sobre el incidente en el vuelo. Todos, a su manera, me ofrecen soluciones. Sandra ofrece consuelo. Claudia receta un Tafil, que saca de su bolsa de mano. Diego propone la meditación Zen. Mario, siempre práctico, me promete un valium —máximum consilium— para mi vuelo de regreso. Me lo va a dejar en la recepción del hotel antes de mi partida. 7. Segundo ejercicio para el taller de traducción. Los primeros tres versos de un poema de Dickinson. Hay que

escogerles un verso final, primero en español, y luego pasar todo al inglés, un poco como en esos libros para niños de choose your own adventure. A long – long Sleep – A famous – Sleep – That makes no show for Dawn – 8. Alargamos la tarde en Hank’s, un bar de rocola adonde van llegando, poco a poco, otros amigos. Por primera vez en 24 horas, no tengo miedo. No hay miedo pero hay mucha muerte en las conversaciones: ahora los mexicanos hablamos sólo de eso. La muerte y los muertos. No hablamos: contamos. Contamos: 70 periodistas, 60,000 colaterales, 72 indocumentados en Tamaulipas, 50 descabezados y desmembrados más en Quimera 23


22-24 Luiselli ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:40 Página 24

Cadereyta. Contamos: mi vecino, mi amigo, mi tío, mi primo. Contamos: un año, dos años, tres años, cuatro, cinco, seis años, ¿cuántos años más? Contamos: Veracruz, Culiacán, Ciudad Juárez, Cuernavaca. Contamos: un dos tres por mí y por todos mis compañeros. De vuelta en el hotel, en el elevador, alguien recita, borracha y predeciblemente a Villaurrutia: Sonríen maliciosamente al subir en los ascensores de los hoteles donde aún se practica el vuelo lento y vertical. En mi cuarto, me desvisto y me desplomo en la cama. No sé si sueño o no. 9. La noche antes de volar a Los Ángeles leí con mi hija un libro que se llama Amos & Boris —un ratón y una ballena—. Amos es como un Ismael, que se hace al mar porque no tolera la civilización. Durante una noche plácida, se queda dormido a bordo de su barco y se cae al mar. Boris lo salva y se hacen amigos. Lleva a Amos hasta una playa desierta, donde el roedor decide instalarse. Pasa el tiempo, Amos se hace viejo y Boris también. Ambos se recuerdan con nostalgia. (Amos recuerda a Boris con un poco de culpa también porque nunca va a poder devolverle el favor tan grande que le hizo). Pero un día azota una tormenta tan grande que una ola expulsa a Boris del mar. La ballena cae en la isla desierta de Amos. El ratón, que sabe que no puede ayudarlo solo, consigue dos elefantes, y entre los tres devuelven a Boris al mar. La vida: una recompensa. La muerte, no un hecho consumado: una posibilidad. 10. Tercer ejercicio para el taller de traducción. Intervenir una traducción de Silvina Ocampo del poema de Emily Dickinson, “I felt a funeral in my Brain”. Para intervenirlo, hay que cambiar los sustantivos en mayúsculas por otros. Los primeros versos: 24 Quimera

lt a Funeral in my Brain And Mourners to and fro Kept treading - till it seamed That Sense was breaking through Sentí un funeral en mi cerebro, los deudos iban y venían arrastrándose – arrastrándose –hasta que pareció que el sentido se quebraba totalmente – No se sabe si el poema de Dickinson sea sobre la muerte, la pérdida de la paz mental, el dolor de cabeza, el dolor en general, el insomnio. No importa. Lo que importa —siempre— es lo que el poema hace, no lo que dice. Y lo que hace es romper por completo el espacio. Quebrarlo, mientras ella se quiebra. Mientras yo me quiebro. O tal vez sea todo lo contrario. Dickinson no rompe el espacio, sino que lo escribe como en realidad es: un “sofocante y continuo adentroafuera”, un ininterrumpido umbral — entre nosotros mismos y lo que suponemos exterior a nosotros—. Ese umbral quizá se termina de cruzar sólo en la muerte, cuando por fin nos separamos de modo definitivo del espacio exterior —y del interior—. Pero mientras tanto, ahí estamos, nomás en medio: asiento de en medio, fila de en medio, espacio intermedio, medio viviendo, mitad dormidos. n I hearhem lift a Box And creak across my Soul With those same Boots of Lead, again, Then Space - began to toll y luego los oí levantar el cajón y caminar a través de mi alma con los mismos botines de plomo, y de nuevo, el espacio -comenzó a repicar 11. No llega ningún estudiante al taller de traducción. Los ángeles son predecibles a su manera. Regreso a mi cuarto y me doy un largo baño.

12. Check-out, 9.00pm. Surcharge: $75. En la recepción del hotel me entregan, de parte de Mario, un Libro de Mormón — un posti-it pegado sobre la cubierta indica: Luiselli—. En “Alma 32: 28–39” hay un valium y un párrafo señalado: “But if ye neglect the tree, and take no thought for its nourishment, behold it will not get any root; and when the heat of the sun cometh and scorcheth it, because it hath no root it withers away, and ye pluck it up and cast it out”. 13. Tomo el nocturno de Los Ángeles a Nueva York. Vuelo 1292, 11.30 pm. Llevo conmigo dos tafiles y un valium. Pero llego tan cansada al avión que no tengo tiempo ni de tener miedo. No me tomo las pastillas, ni leo el extraño libro mormón, pero todo eso me sirve como talismán, como pararrayos. Me quedo dormida, como los ángeles de Villaurrutia: y, cuando duermen, sueñan no con los ángeles sino con los mortales. 14. Cuando vuelva a Nueva York, a la escuela de mi hija, el ratón de la jardinera va a segur ahí: un cadáver cada vez más etéreo. Un esqueleto nomás, y pronto ni eso. 15. Ahí sigue —su presencia nos brinda una paz extraña—. Cada vez que pasamos por la jardinera —todos los días de lunes a viernes— mi hija enumera, entre los demás objetos de esa jardinera a la rata muerta —sleep mouse, green leaf, yellow fower. La muerte, un adjetivo. Ya no trata de despertarla, así que algo debe de haber concluido ella sola, en su mundo de tan pocas palabras, tan ligero de gramática. Pero cuando cada mañana entra a nuestro cuarto a despertarnos —Wake up Mommy, wake up Daddy— abrimos los ojos de inmediato y le sonreímos. Ya estamos bien despiertos, le digo.


25-29 Licitra ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:41 Página 25

Beatriz sarlo

el ojo feroz Quién es y cómo piensa la crítica más implacable del matrimonio Kirchner. Un perfil de Josefina licitra

foto de aleJandra lópez Quimera 25


25-29 Licitra ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:41 Página 26

se olfateaba una batalla. todos estaban alerta. Beatriz sarlo —una de las intelectuales más prestigiosas de argentina y una de las voces que más duramente critican al gobierno kirchnerista— había sido invitada a participar en 678: un programa emitido por la televisión pública que, en los hechos, no es otra cosa que el brazo propagandístico del gobierno dentro del universo mediático. Que Beatriz sarlo fuera a 678 era un evento que solo encontraba parangón en el terreno deportivo: era un duelo. Un Bocariver. Una contienda en la que solo había dos espacios: el de vencedor y el de vencido.

panelistas que iban a enfrentarla en ese encuentro aparentemente desigual. tampoco los observó; evitó mirarlos. la razón era puramente deportiva: sarlo ve mucho tenis —juega cuatro veces por semana— y sabe que los partidos se juegan en varios terrenos, entre ellos el de la mirada.

marca en el zapato que se llama “calle”. Y la calle terminó de verse cuando orlando Barone (un panelista y periodista que construyó su carrera en varios medios —entre ellos Clarín y La Nación— y que hace algunos años descubrió que esos medios eran una basura golpista) avanzó con un discurso usual dentro del programa:

—en el tenis los jugadores no se miran: solo lo hacen cuando se saludan al comienzo y cuando termina el partido. por lo tanto, cuando querés discutir con alguien y sabés que la cosa viene a ganar o perder, no tenés que mirarlo. tenés que estar en lo tuyo.

—no tenía ese registro— dice ahora sarlo—, hasta que empecé a ver que en twitter decían “¿dónde es la previa a lo de sarlo en 678?”. Hablaban como si fuera un partido. ahí intuí que lo mío era más que una visita.

sarlo, entonces, hizo lo suyo. se acercó al piso de grabación con un andar sereno, casi de western. luego tomó asiento. empezó el envío. pasados los primeros minutos y las presentaciones de rigor, el programa —caracterizado por criticar el ejercicio periodístico ajeno— emitió un informe sobre el supuesto sesgo en la cobertura de los medios españoles de las movilizaciones que se estaban realizando desde el 15 de mayo de 2011 en puerta del sol. terminado el informe, invitaron a sarlo a opinar. Y ella dijo, en la cara de cada uno de los siete panelistas, lo siguiente:

—Uno se siente más aliviado cuando en el lugar donde trabaja no hay que ocultar crímenes de lesa humanidad —dijo Barone, en referencia al Grupo clarín de ernestina Herrera de noble, sospechada por la apropiación de menores durante la dictadura—. en este canal no hay que pactar con sospechados de crímenes de lesa humanidad. la pregunta es, ¿se puede trabajar en...? —conmigo no, Barone —lo interrumpió sarlo como si espantara una mosca—. conmigo, no. Barone vos trabajaste en Extra, trabajaste en La Nación, aguantaste hasta donde pudiste. llamá a alguien de Clarín, yo soy una columnista de La Nación y trabajo tres veces por semana en radio Mitre, no voy a responder por esos medios. punto.

sarlo había aceptado ir al programa por una única razón: acababa de publicar un libro, La audacia y el cálculo, que hacía un lúcido análisis del aparato cultural kirchnerista y que — entre otras cosas— la emprendía contra 678 diciendo cosas como esta: “es desagradable visualmente, con un panel integrado por bizarros o pedantes, sin obligaciones con el ritmo televisivo, sin beautiful people, producido en el canal público. es pura y dura propaganda ideológica”. —acepté ir por una cuestión, digamos, de ética del discurso —dice—. si escribo sobre ellos tengo que ir. pero no iba con ningún plan. cuando llegó vio que detrás de las cámaras había periodistas de medios nacionales e internacionales, y ahí terminó de entender la trascendencia del asunto. entonces decidió no hablar. se concentró. en los minutos previos a salir al aire, sarlo no quiso cruzar ni una palabra con los siete 26 Quimera

—este informe sobre la cobertura de prensa es lo que opino de los informes del programa de ustedes: son recortes en los cuales faltan las fuentes y se repiten siempre los mismos mensajes. es un picadillo de lo peor de los medios, tratan de hacer creer a la gente que lo que pasa en españa está siendo trasmitido así. les aseguro que leo todos los portales españoles de noticias y hay varias perspectivas sobre la puerta del sol. de ahí en más, el encuentro empezó a volverse incómodo. sarlo —contra todos los prejuicios— no era una intelectual de escritorio. tenía esa

la frase “conmigo, no” fue, desde ese momento, un vértice en la vida pública de Beatriz sarlo. si bien sarlo viene escribiendo y analizando el poder desde hace décadas, lo cierto es que —de la mano de esa intervención pasó de ser conocida a ser famosa. al día siguiente de ese cruce —en mayo de 2011— empezaron a aparecer remeras con la frase “conmigo no”. comenzaron a circular ringtones que reproducían esa línea en los teléfonos celulares. Y se terminó identificando a sarlo como uno de los rostros más combativos e intelectualmente sólidos del universo opositor. —creo que los de 678 no me conocían— dice ahora, sentada en su ofici-


25-29 Licitra ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:41 Página 27

na—. no calcularon que una intelectual de aspecto académico pudiera comportarse como alguien con cultura de calle y de noche. no les entró en la cabeza. daban por sentado que entraba al estudio una especie de aparato profesora de la Universidad de Buenos aires. ellos hablan de mí como una “señora de recoleta”, barrio carísimo en el que jamás he vivido. es interesante cómo la gente devora sus propios mitos. ellos fueron víctimas de su propio imaginario, el imaginario con el que constantemente me hostilizan. son zonzos. no saben observar. no saben ni son capaces de saber quién soy yo. la oficina de sarlo queda en el centro de la ciudad de Buenos aires. consiste en dos ambientes luminosos que reproducen el aura de las buhardillas parisinas: hay una vista en alturas, hay una belleza reflexiva y hay un piso y varios muebles de madera con esa porosidad que absorbe —y no expulsa— la luz. sarlo construyó este espacio varias décadas atrás, decidida a que el trabajo no entrara de un modo evidente en su mundo privado. a su casa, dice, las personas van a tomar whisky. Y a la oficina vienen a trabajar. en este departamento, desde 1978 y durante treinta años funcionó Punto de Vista: una revista cultural —dirigida por sarlo— que marcó una época y que estableció un canon antipático en el mundo literario. si un escritor no era citado por sarlo quedaba afuera de muchas cosas. Y eso, que a sarlo le generó varios rencores que todavía duran, era aceptado como una ley marcial pues sarlo era —es— una analista de formación irreductible. durante veinte años fue profesora de literatura argentina contemporánea en la Universidad de Buenos aires; escribió veinte libros; dictó cursos en columbia, Berkeley, Maryland y Minnesota; fue fellow del Wilson center de Washington y fue profeso-

ra especial en cambridge. —Y ahora me voy a Harvard. tres meses. Voy porque me pagan y porque quiero usarles la biblioteca. no sabés lo que es la biblioteca de Harvard. sarlo habla y fuma, con boquilla francesa, unos cigarrillos dunhill. los compra de a montones cada vez que viaja al exterior y luego los consume sin apuro. el modo de fumar de sarlo tiene algo que ver con su mirada. sarlo es metódica, pausada, analítica. se toma el tiempo para hacer lo que —dice— en 678 no hicieron con ella: observar. ese ojo entrenado es, desde hace mucho, uno de sus mayores capitales. además de los libros publicados, escribió durante cinco años una columna de crónicas porteñas breves en la revista Viva de Clarín, ahora escribe análisis políticos en La Nación y el año pasado —por pedido de pablo avelluto, director editorial de random House Mondadori— publicó La audacia y el cálculo, uno de los análisis más hondos de los modos de construcción propagandística de néstor y cristina Kirchner. avelluto conoció a sarlo en 1987. en ese entonces él estudiaba ciencias de la comunicación y encontraba en sarlo una mirada interesante sobre —enumera— la cultura, los libros, la política, el jazz, el cine, los Beatles y las vanguardias. la vio en persona cuando la invitó a un pequeño programa de radio. al que sarlo fue. “Me llamó la atención que a Beatriz le interesara lo que yo pensaba o leía, o los discos que escuchaba —dice avelluto—. luego encontré en ella una suerte de antena para descubrir, promover, discutir y pensar lo nuevo, lo diferente, lo que escapa a lo previsible. Y el humor, un humor elegante y sofisticado, alejado del melodrama del peronismo o la izquierda más tradicional. en cierto modo, Beatriz nos enseñaba un modo diferente de ser de izquierda”.

sarlo se formó en los claustros, pero también en la calle. creció en un hogar de clase media antiperonista —padre abogado, madre docente—, pero a los diecisiete años se anotó en la Universidad de Buenos aires y se fue del hogar. era —dice ella— la época: la única forma de construirse era romper con las normas éticas de la familia. Había que irse para ser joven en serio. en esos años sarlo se dedicó a dar clases de inglés y a trabajar en eu deba, la editorial Universitaria de Buenos aires. Vivía con poco: dormía en piezas y estudiaba en bibliotecas públicas. en 1970 se fue a vivir y a trabajar a trelew y fundó una filial de la Juventud peronista. casi todos los miembros de esa Juventud peronista entrarían luego en Montoneros –la organización guerrillera identificada con la izquierda peronista-, pero ella, al regresar a Buenos aires, se apartó y se afilió al partido comunista revolucionario, fuerza maoísta que tuvo algunas coincidencias con Juan domingo perón. la llegada de la dictadura impactó en sarlo tanto como en muchos otros intelectuales de izquierda. a la precariedad de la vivienda su sumó la falta de trabajo —nadie, salvo el centro editor de america latina, le dio un empleo en esos años— y la clandestinidad. empezó a vivir sin paradero fijo y sin teléfono, y armaba parte de su análisis y su estrategia leyendo los diarios en el pumper nic de suipacha y corrientes: un local —antecesor del Mc donald’s en argentina— donde sarlo había observado que no entraba la policía. llegada la democracia, en 1983, pasó a una vida abierta pero con los mismos aprietos económicos. alquilaba piezas, vivía con poco, iba a hacer ejercicio físico —siempre le gustó el deporte— al único lugar gratuito: el gimnasio del Hogar obrero. su situación económica recién empezó a mejorar a medida que se fortalecían Quimera 27


25-29 Licitra ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:41 Página 28

las instituciones democráticas y había menos miedo. “Beatriz forma parte de un grupo de pensadores que aprendió a respetar los funcionamientos democráticos”, dice Jorge fernández díaz, secretario de redacción de la nación y amigo y editor de sarlo. “por eso, cuando veinte años después el kirchnerismo vino a interpelarlos y a decirles que todas esas cosas que habían aprendido eran irrelevantes o lisa y llanamente expresiones de la derecha, es lógico que a sarlo le haya molestado”.

de la última dictadura (de 1976 a 1983) había una generación de pensadores. Beatriz sarlo, entonces, le advirtió que la comisión nacional sobre la desaparición de personas (conadep) denuncia diez mil muertos y desaparecidos, y siguió:

llegado el kirchnerismo, en el año 2003 hubo una escena que marcaría un antes y un después en la relación de sarlo con el gobierno. los Kirchner —principalmente néstor— habían llegado al poder hacía poco tiempo y querían escuchar la voz de algunos intelectuales no peronistas. Julio Bárbaro —entonces jefe del comité federal de radiodifusión— había propuesto a los Kirchner que invitaran a dos de los pensadores más prestigiosos del país: sarlo y el historiador tulio Halperín donghi. los Kirchner aceptaron. durante el encuentro, néstor Kirch ner entraba y salía del salón —como cuentan que hacía siempre— y decía frases como “las ideas son importantes”, mientras que cristina estaba en la mesa. acababa de llegar de un viaje a nueva York donde había conocido a Joseph stiglitz y paul Krugman y estaba —dice sarlo— “deslumbrada con el primer premio nobel que conocía en su vida y con la posibilidad de vincularse con los medios académicos”. sarlo y Halperín donghi miraban todo con escepticismo y curiosidad. Hasta que hacia la segunda hora del almuerzo, cuando se entró de lleno en el tópico “derechos humanos”, las cosas empezaron a irse de carril. cristina fernández dijo que la argentina carecía de intelectuales y que esa falta se debía a que entre los treinta mil muertos y desaparecidos

28 Quimera

—creo que el crimen es horrible, independientemente de que hayan sido diez mil o treinta mil —dijo sarlo—. pero no podemos asegurar que entre estos desaparecidos había grandes ideólogos. simplemente no lo sabemos.

tiempo después, sarlo supo —a través de amigos— que el disgusto había sido mutuo: los Kirchner le habían bajado el pulgar… desde ese comentario, el almuerzo no volvió a ser el mismo. “tulio, a este lugar no vengo más” le dijo sarlo a Halperín donghi, una vez afuera de casa de Gobierno. tiempo después, sarlo supo —mediante amigos— que el disgusto había sido mutuo: los Kirchner le habían bajado el pulgar, inaugurando formalmente un desagrado que se fue polarizando a lo largo del tiempo. —a los judíos les mataron 7 millones de personas y nunca dijeron que se habían perdido violinistas, físicos, escritores y filósofos judíos. no dijeron “acá hay un hueco” ni lo midieron en función de la pérdida de talentos, y eso que estamos hablando del asesi-

nato mayor que hizo la humanidad. entonces la idea de que los miles de desaparecidos argentinos, además de haber padecido un crimen contra la humanidad, establecen un hueco y que si no la política y la intelectualidad argentina serían mejores… es una idea, por lo menos, incomprobable. típicamente criolla. —Usted se refiere a esta idea que tenemos los argentinos de que “podríamos ser geniales, lástima que…”. —Y… ese argumento tiene un aire argentino bastante autóctono. por otro lado, hay algo que tienen los Kirchner y que es muy curioso: creen que el mundo empieza con su llegada. como ellos no se ocuparon de los derechos humanos en la década del 80, ni tampoco lo hicieron en los 90, creen que el momento en el que ellos se ocupan es el “momento cero”, el comienzo. —¿Es esa brecha entre la historia personal y el discurso político de los Kirchner lo que la llevó a dar esa respuesta en la Casa Rosada? —Qué sé yo… Quizá no fue la respuesta más inteligente de mi parte. admitámoslo. si alguien quiere seguir sentado en esa mesa no hace una provocación sobre un punto que a esas personas les parece central. pero bueno: no tenía demasiado interés en seguir sentada en esa mesa, tampoco. enciende un dunhill, da una única pitada y luego lo apaga: no fuma — dice— una sola pitada que no tenga ganas de fumar. la facilidad con que sarlo delimita su deseo es llamativa. Jorge fernández díaz cree que ésta es una de sus principales cualidades: “ella vive con muy poco, dice. “es frugal. conozco poca gente tan temeraria y tan tremendamente austera. no es vulnerable a los elogios y no necesita demasiado para vivir. ni plata ni premios. solo un disco de Bill evans y un buen libro. sarlo es insobornable”. ***


25-29 Licitra ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:41 Página 29

es la noche, es un taxi. sarlo fue invitada a un programa de debate político y le enviaron un coche. si no fuera por eso, sarlo viajaría en colectivo o en subte: siempre lo hace. aun cuando el uso libre que hace del espacio público la pone en lugares buenos (muchas mujeres muestran lo que sarlo intuye que es una “identificación de género”) pero también difíciles. —Hay algo que me provoca enorme sorpresa, y es el machismo ejercido por hombres y mujeres. porque las palabras “vieja”, “fea” y “de mierda” son permanentes —dijo sarlo días atrás, en su oficina—. Y no usan esas mismas palabras cuando tienen que atacar a hombres. lo que es notable. —Da la impresión, en relación a esto de “vieja”, que usted le da un peso ideológico a la idea de no hacerse cirugías estéticas. —¿ideológico? no. no es una cuestión de principios. Qué sé yo qué haría si viviera en Berlín o en ciudad de México… pero acá, en este clima de transformación botóxica que hay en argentina, no. en el taxi, sarlo lleva el cabello blanco acomodado en una raya al costado, maquillaje espeso —se prepara sola para la televisión— y perfume. Baja del coche con elegancia, pero sin los lugares comunes de la elegancia. camina. en el canal, en la sala de espera previa a los estudios de grabación, hay dos pantallas de televisor con un discurso en cadena nacional de cristina fernández. sarlo ni la escucha. no le dedica ni siquiera una mirada al paso. —¡sarlo!— alguien la reconoce. es un desconocido. el hombre se acerca y empieza a hablarle de burocracia sindical y de izquierda marxista, y después pasa al terreno más común: —Me acuerdo del día que estuvo en 678…

—por favor, ni lo mencione. —Yo hinchaba por usted, Beatriz. Mientras miraba tuve que dejar de comer. sarlo es cortés: sonríe. luego avanza hasta el piso de grabación y queda detrás de cámaras, mirando la escenografía. en un panel hay sentados tres invitados. —a esos gordos los conozco –dice sarlo-. el gordito ése es ultra kirchnerista. es del concejo empresario. el otro gordito no sé quién es. Y el tipo ese es un ruralista que está bastante podrido de los Kirchner. Minutos después se acerca el conductor, Maximiliano Montenegro, y la saluda. le explica que durante el primer bloque van a hablar los tres señores y que luego tendrán una entrevista a solas con ella. sarlo asiente, se sienta fuera de cuadro, cruza sus piernas finas y mira. Y escucha. en cuestión de minutos, en torno a una discusión sobre la formación de precios en argentina, los gordos empiezan a pelearse como si fueran vedettes en el prime time televisivo. la escena es entretenida, pero sarlo no mueve un músculo del rostro: mira. Y escucha. se la ve asistiendo a todo con sobrio deleite. Minutos después llega el corte, se van los gordos y entra sarlo. Montenegro la presenta como “la intelectual más crítica de cristina y la intelectual más lúcida también”. luego empiezan las preguntas, centradas –casi todas- en torno de la presión oficial para que haya una reforma constitucional que habilite a cristina fernández a un tercer mandato. —¿Hay kirchnerismo sin cristina candidata en el 2015? —pregunta Montenegro. —no tengo la menor idea. ellos se han quedado sin sucesor. amado Boudou (el vicepresidente, metido

en un escándalo de corrupción) se enredó en los cordones mal atados de sus propias zapatillas y la presidenta no tiene sucesión. ahora bien: el problema de que el kirchnerismo no tenga sucesión depende de los errores del kirchnerismo. no hay que entrar en un falso debate. no soporto el engaño discursivo. el kirchnerismo pretende que sea completamente estúpida y piense que quieren reformar la constitución para introducir nuevos derechos cuando quieren reformarla para que cristina Kirchner sea reelecta. —¿Y cristina tendrá resto para llegar al 2019? ¿Querrá? —pregunta Montenegro. —no sé. no hago hipótesis psicológicas ni personales: no lo hago con mis amigos, menos voy a hacerlo con una presidenta. Y además no me interesa. si ella quiere ser presidenta aguantará o no, qué se yo. Montenegro le da las gracias y se despide de sarlo, quien baja de la tarima con una liviandad que no parece tener solo que ver con su peso. luego atraviesa el salón, saluda a un senador que —rodeado de escoltas— da un paso al frente y la intercepta, y se va. —todos estos tipos nunca se mueven solos, viven con miedo —susurra segundos después, cuando pisa la calle. ahora cae una garúa fina sobre sarlo, pero ella no la registra. Bajo la llovizna espera que llegue el taxi que le pusieron en el canal. Vista ahora —mínima, a la intemperie— sarlo remite a una escena que ocurrió hace algunos años: en el 2006, la fotógrafa alejandra lópez la retrató bajo una lluvia mucho mas fuerte y de un modo inolvidable. en la imagen se la ve a sarlo de cabello corto y sin paraguas. Mirando al cielo como si buscara —sin metáforas— una respuesta concreta. Quimera 29


30-33 Roche ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:41 Página 30

martes ADELANTAMOS EL PrIMEr CAPíTuLO DE furores íntimos (ANAgrAMA, LA NuEvA NOvELA DE ChArLOTTE rOChE

2013),

FOTOgrAFíAS DE LISbETh SALAS

Como siempre antes del sexo, hemos encendido los dos calientacamas con media hora de antelación. Mi marido los compró de alta calidad y llegan por ambas partes desde la cabecera hasta los pies. Para mí, con estos artilugios toda inversión es poca. Tengo un miedo horroroso a que después de conciliar el sueño esos chismes se pongan al rojo vivo y me achicharren en cuerpo y alma o me asfixien con el humo. Nuestros calientacamas se apagan solos al cabo de una hora. Nos tumbamos en el lecho de cuarenta grados de temperatura y miramos al techo. El cuerpo se relaja con el calor. Comienzo a respirar hondo y sonrío 30 Quimera

para mí, excitada por el placer que me espera. Luego me doy la vuelta y le beso, mi mano se introduce en su pantalón de yoga tamaño XXL. No tiene cremallera ni nada por el estilo, donde el vello o el prepucio pudieran engancharse. Al principio no le toco la polla, sino que me deslizo, siempre dentro del pantalón, hacia los huevos. Los empuño como una bolsita de oro y los sopeso suavemente con la mano. A partir de ahí engaño a mi andrófoba madre, que trató de enseñarme que el sexo era algo malo. Se ve que en mí la lección no ha calado. Inspirar y espirar hondo. Es el único

momento del día en que respiro correctamente. Durante el resto del tiempo tengo la respiración plana y boqueante. Estoy siempre al acecho, siempre controlada, siempre preparada para lo peor. Cuando tengo sexo, cambio por completo de personalidad. Mi terapeuta, la señora Drescher, dice que inconscientemente me escindo porque mi madre me educaba para que fuera un ser asexual. Y que solo por no traicionarla tengo que convertirme en otra en la cama. Funciona de maravilla. Me libero totalmente. Nada me corta. Soy la cachondez con patas. En esos instantes no me siento persona, sino más bien animal. Olvido todos


30-33 Roche ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:41 Página 31

los deberes y problemas, soy solo cuerpo y dejo de ser mi mente agotadora. Poco a poco voy deslizando la cara hacia su entrepierna. Noto su olor a macho, que no me parece tan distinto al de hembra. Cuando no se ha duchado inmediatamente antes del sexo —y cuando llevas tanto tiempo juntos como llevamos nosotros ya no se hace— alguna que otra gota de orina ha empezado a fermentar entre el capullo y el prepucio. huele como en la cocina de mi abuela los días que había frito pescado en el horno de gas. A cerrar los ojos y tirarse a la piscina. Confieso que me da un poco de asco, pero al mismo tiempo ese asco me excita. Lo limpio con cuatro lametazos y ya no huele. hago como la vaca que limpia a la ternera con la lengua. hundo la cara olfateando en el blando escroto y rozo la mejilla a lo largo de la verga empalmada que ya se le había puesto dura mientras lo besaba en la boca. Mi marido, georg, es mucho mayor que yo, a ver cuánto tiempo le funciona todavía la erección. Le beso la ingle o como se llame, esa zona donde las piernas se unen al tronco. Es en ese momento, como muy tarde, cuando lo oigo gemir levemente y pedirme más. Por lo pronto solo se trata de atenderlo. Medito en detalle el ritmo que he de dar a cada movimiento para hacerlo enloquecer. Primero basta con la provocación. Detenerse en las ingles, seguir apresando firmemente los huevos con la mano. Pasar poco a poco de los besos al lameteo. hago fuertes chasquidos con la boca para que no solo sienta sino también oiga lo que estoy haciendo. bajo el escroto palpo la prolongación del tejido eréctil que llega hasta el perineo. Por cierto, ¿se llama perineo lo que tiene el hombre? Ahí se aprecia una línea parecida a unos labios de vulva pegados uno a otro..., pues sí, todo igual. En el fondo le

doy satisfacción como me gusta que me la den a mí, imaginándome que tiene vagina. Pero alargada y salida, ¡muy salida! Aprieto el escroto con más fuerza y le masajeo el tejido eréctil que hay debajo. Para no quedarme a dos velas froto mi vagina en su rodilla. Si enarco un poco la espalda, cuadra al milímetro. Mi lengua se pasea lentamente de las ingles a la verga. La lamo hasta dejarla completamente mojada y le echo la respiración encima para que sienta el fresco en las partes húmedas. Desde la verga voy apretando la lengua hacia abajo, en dirección a los huevos. Se los chupo con la boca y jugueteo con ellos. he aprendido a tener cuidado de no torcerle los cordones espermáticos, en una ocasión lo hice y le dolió mucho. Debajo del escroto masajeo con la lengua el perineo dejando un poco de saliva en el orificio anal. Para mi dedo. Pongo la lengua muy tensa y puntiaguda y recorro el perineo y la zona intertesticular hasta lo alto del capullo, al tiempo que le voy frotando, despacio, el esfínter con el índice. Previamente mojo los labios y el capullo con saliva. Cuando comienzo a chuparlo abro los labios muy poquito para que tenga una bonita sensación de estrechez. Y solo dejo entrar la punta del glande. Para dentro y para fuera. Para dentro y para fuera..., procurando que la saliva corra en todo momento. Así me lo enseñó un tío: que si se seca y se frota duele. Meto la polla cada vez más en la boca. Al bajarla, rodeo toda la verga con los labios ceñidos, mientras al subirla completo la acción chupando. Cuando llego arriba se produce un chasquido debido al efecto de hipopresión. Con los labios arrastro siempre el prepucio, por encima del capullo, y doy vueltas alrededor con la lengua. El glande me abomba la mejilla. En las películas porno las mujeres siempre mueven el prepucio bruscamente hacia

delante y hacia atrás. Sobre todo el moverlo hacia atrás sería inaceptable para mi marido. Le causa verdadero dolor. Ni idea de por qué promocionan eso en las porno. una vez, en un libro sobre sexo, leí también que la mujer, cuando se lo hace con la mano, debería tomar la zurda si es diestra. Porque así no aprieta demasiado y le pone más sensibilidad al asunto. Por desgracia, no me sé ese truco de las mujeres de los pornos que se la meten entera sin tocar la campanilla (a la de las vomitonas, me refiero). Más de una vez he estado a punto de echar las tripas cuando lo hacía, y lo he dejado rápidamente. ¡No hay que imitar todo lo que enseñan en las pelis porno! También he intentado tragar muchas veces, pero conmigo eso tampoco funciona. El sabor y la textura en la garganta, al deglutir, me parecen tan repugnantes que simplemente no me baja. Me produce una fuerte contracción de la faringe, acompañada de un sonido que no es precisamente agradable para el hombre. Tienes que ser una buenísima actriz para disimularlo, un esfuerzo que no merece la pena. Seguramente, en un one night stand me saldría bien, pero mi marido no se deja tomar el pelo de esa manera. Porque sabe que odio hacerlo, por eso tampoco quiere que lo haga. Lo único que puedo ofrecer es que se corra en mi boca, aunque saco el chorro de esperma con la lengua. A veces, la boca y la articulación maxilar necesitan una pausa, entonces cojo con la mano la polla, mojada a fuerza de chupar, y tiro el prepucio con cuidado hacia arriba, sobre el capullo. Es una práctica que nunca se me hubiera ocurrido, pero cuando mi marido y yo nos juntamos, en una ocasión le pedí que se masturbara. Cuando dos acaban de conocerse, todavía hacen cosas muy divertidas. Y tomé buena nota. Quimera 31


30-33 Roche ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:41 Página 32

Andando el tiempo constaté que cuanto más lo acercaba yo con manos y pies al clímax de la autosatisfacción, tanto más disfrutaba él. A una no le bastan sus propias ideas para enfrentarse a décadas de socialización sexual. Por tanto, mi reto consiste en acercarlo al máximo a la autosatisfacción, pero con más recursos, claro está. Él solo puede usar la mano; yo, la lengua, la boca y un largo etcétera. Mientras sigo con la mano, levanto el escroto hacia la polla y con la otra mano froto en dirección al capullo. Eso le da la sensación de que le ciño firmemente el paquete entero. Entonces, tendido de espaldas como un escarabajo, se me entrega completamente. Abierto de piernas, los brazos separados del cuerpo, los ojos torcidos, como hipnotizado. Tengo una gran sensación de poder cuando lo veo tirado así. Podría rajarle el cuello y ni si quiera se daría cuenta. De tanto en tan to me salgo del papel de servidora sexual y contemplo la escena como ajena a ella. Entonces no puedo menos que sonreír para mí porque todo lo que estamos ha ciendo parece muy gracioso. Pero borro rápidamente la impresión y continúo con la obligada seriedad. Lo habitual es que empecemos a atendernos mutuamente. Cuando lo hacemos en la posición del 69 constatamos una y otra vez que sí, vale, es bonito verse en detalle las partes, pero la atención al otro distrae 32 Quimera

tanto que uno no puede aceptar cabalmente el placer que recibe. O una cosa o la otra. No es que lo hayamos hablado abiertamente alguna vez, es algo que se da sin necesidad de palabras. Es nuestra comunicación sexual. Mientras yo lo atiendo, siempre procuro poder rozarme en alguna parte porque, si no, él se adelanta varias leguas, tan cachondo está, y yo tengo que echar los bofes para alcanzarlo. Mientras le concedo un descanso a mi articulación

maxilar y muevo con plena dedicación la piel disponible arriba y abajo, estoy sentada perniabierta en su muslo dejándolo todo pringado. Siempre entramos en un verdadero delirio, y me pone muy orgullosa ver lo que consigo hacer con mi marido. Además del calientacamas, necesito que se tome otra medida. Tengo un miedo atroz a que nuestros vecinos

me oigan durante el sexo. Por consiguiente, el preludio incluye el cierre de todas las puertas y ventanas. Muy pocas veces ha sucedido que, por fiarme de mi marido, él se haya dejado una ventana abierta. Si constato eso después de todo el escándalo que armamos, me muero de vergüenza. También para los vecinos es una molestia enorme. Mi marido no para de tomarme el pelo por esta actitud mía. Desde el punto de vista terapéutico lo tiene muy fácil para adoptar ese papel, porque puede estar seguro de que, de los dos, yo soy la reprimida. En la pareja cada uno toma el papel que ha quedado libre. Yo hago el de la angustiada, la compulsiva, la vergonzosa. Así, él pue de hacer de relajado y exhibicionista. Porque yo me encargo, por él, de que nadie lo oiga. Cierro ventanas, puertas y cortinas. En ocasiones salgo en bata a oscuras y le digo que se mueva en la cama con la luz encendida para comprobar si fuera se ve lo que ocurre en el interior. Es que a veces nuestras cortinas me parecen demasiado delgadas. Son de seda de corbata con estampado de cachemir marrón. En invierno hay días en que no basta con el calientacamas y traemos de nuestro sótano, como fuente de calor adicional, la lámpara de infrarrojos que mi marido utiliza para el dolor lumbar, un modelo aparatoso, ancho, caro. Y cuando el foco nos alumbra con


30-33 Roche ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:41 Página 33

su luz roja como si estuviéramos en un escaparate de Ámsterdam, me preocupa mucho que la cortina de seda pueda desvelar a los transeúntes dos cuerpos sudados, enredados el uno en el otro. Él sabe que estoy como una cabra, pero tengo que controlar por fuera si se nos puede ver con esa iluminación. Cuántas veces en la vida he constatado que al parecer las personas no piensan en las sombras que una bombilla de cien vatios proyecta en las ventanas. Y yo pienso: virgen Santa, que eso nunca me pase a mí. Tengo que prevenirlo como sea. Estoy, pues, satisfaciendo a mi marido. Puede ocurrir que esté tirado ahí durante minutos dejándose ha cer. Suele ten derse bo ca arriba porque sufre dolor de espalda desde hace muchos años, lo mismo que yo, porque mi capacidad de empatía con mi marido es tan grande que tam bién me duele la espalda. Odia aparecer débil ante mí. Solo estamos juntos porque imaginé que él era de una fortaleza bestial. Si le pregunto cada día “¿Có mo es tás?”, lo castro. Cuando solo quiero ser amable y mostrarle que me intereso por su estado... Es un problema que puede surgir cuando se está con una persona mayor. No se trata de mi comportamiento, sino del hecho de que le parezca muy grave tener dolor de espalda a mi lado. El que simplemente esté tirado a la bartola es, creo, algo nuevo para él. Antes siempre estaba con mujeres a las que tenía que atender hasta el

no va más, y entonces se quedaba a dos velas. ¡Pues muchas gracias, querido movimiento feminista! No era ese el plan. Que solo se corran las mujeres, y los hombres que se las apañen. Le encanta que yo sea su servidora sexual. repito todo lo que sé y acabo de describir, a ritmo ya rápido, ya lento. Lo hago todo espontáneamente, sin pensarlo, como drogada. Cuando estamos metidos en faena, me olvido del tiempo y el espacio.

Es el único momento del día en que puedo desconectar. realmente creo que se debe más a la respiración que al sexo propiamente dicho, o quizá a ambas cosas a la vez. Al contrario de lo que pretendía mi madre, en la terapia aprendí, a lo largo de los años, que también soy un ser sexual. Muy lentamente voy aprendiendo a percibir mi propio placer. Antes, o sea todos estos últimos años con mi marido, respondíamos

al tonto cliché de que la mujer nunca tiene ganas y el hombre quiere siempre y en cualquier lugar. Pero una vez que se habían tocado los botones precisos, pensaba para mí: ¿Por qué nunca se me ocurre la idea de hacerlo? ¿Por qué no lo seduzco, por qué tiene que ser siempre él quien me seduzca a mí? Para mi marido era bastante humillante llevarse calabazas constantemente y tener que ser siempre él el iniciador de nuestra actividad sexual. Discutíamos mucho. Yo mentiría si dijera que tenía ganas de sexo. Ni una sola vez las tuve. Solo colaboraba para hacerle un favor y porque sabía que, de lo contrario, nuestra relación se iría al garete. Todos lo sabemos: si en la cama la cosa ya no funciona, el que todo se vaya al garete solo es cuestión de tiempo. De eso estoy firmemente convencida. Pero en cuanto la parálisis inicial estaba superada, yo me ponía a cien. Y después siempre decía: “¿Por qué no me recuerdas cuánto me divierto? Si lo hicieras, no me haría tanto de rogar.” gracias a mi terapeuta, ahora soy cada vez más yo la que toma la iniciativa. Dos veces por semana digo: “¿Lo hacemos?” En el preludio solo puedo ser tan abnegada porque sé exactamente que después lo recupero todo con creces. Porque por mucho esfuerzo que ponga en satisfacerle lo más lascivamente posible, jamás llegaré a su destreza para lamer. Quimera 33


34-36 Ariana Harwicz ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:42 Página 34

34 Quimera


34-36 Ariana Harwicz ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:42 Página 35

Work in progress

notas sobre personaje por

AriAnA HArWicz

FotogrAFíA de pAolA de grenet

el primogénito de una familia numerosa en una casa de pueblo a varias leguas de otra casa de pueblo sale de viaje con sus padres a la montaña desde la que se ve un lago y en algunas horas, vuelve a tener cinco años. el hijo prodigio es un retrasado. leve, dicen, leve. Me sacaron con dos pinzas. tengo cinco años y mis padres me llevan mañana a euro disney a conocer a Mickey y Minnie Mouse. si tengo suerte le daré de comer al pato donald. para bien o por desgracia, dependiendo del grado aceptable de ironía, tengo cinco años. ¿Qué edad tenés?, pregunta agachada la vecina de las tetas triangulares. Y hago cinco con la mano, el dedo meñique encogido. Un poco lelo el nene. en toda familia hay uno. inseminación artificial, fertilización asistida, jeringas con semen, hipospadia, esterilidad, embriones de conejo, trompas lavadas, ovulación, ovocitos in vitro, daños espermales, hijos extrauterinos y bebés probeta. Yo soy producto de un daño espermal. no estoy enfermo, les repito y me miran diciendo, ajá. no estoy enfermo, les repito. Out pero todavía en pie y no a cuatro patas. Me hierve el estómago con insistencia, es todo. Me paso los putos días en los baños con tocador de las oficinas paternas y sus alrededores de bares con billar donde voy a apostar. Me paso las putas tardes en los consultorios lavándome las manos después de eyacular con ese jabón desinfectante y no sale nada. estoy nublado. Un hijo que no da hijos. pronto scanner, colonoscopia y un cáncer divino. Ya tengo turno. o nada, señor, usted

puede volver a su vida normal y ya estoy de vuelta en la tierra. nada es normal, hace tanto que ni siquiera paranormal. llego a casa todas las noches, estaciono el auto justo frente a la piscina después de irme del trabajo agotado por el exceso de simpleza humana y estrés. Me pregunto cómo convivo con los otros. cómo no dejo caer el auto de trompa a la piscina. Mi auto hecho pecera. Morir con un pez naranja temblando en mi boca. Me despierto cada mañana para ir a trabajar. Me duermo todas las noches con mi esposa. Me despierto cada mañana con mi esposa. Mi casa de campo me enferma. el médico se fue. Varicocele. Mi perra se aburre a muerte y gira en remolinos alrededor de la bacha sin terminar. Quiere deshacerse de nosotros y mi mujer le mandó a limar los colmillos. estoy frente a las llamas. Acabo de apagar la luz. Ya tragamos la comida, ya hicimos como que miramos una película, como que nos comprendíamos, como que había ternura. Ya jugamos la escena y salió súper bien. la luz roja se va deshaciendo. Y el rojo ido es una bofetada a los ojos. los primeros gritos de histeria son sanguinolentos y yo mentalmente en un motel del lejano oeste. esta posición es un cuadro de Hayez, sexo en mi nariz. dejar chorrear el mal en mí, pudrirme solo, sin molestar a nadie. ir pudriéndome de apoco. el efecto de un veneno en el estómago. sentir la hierba debajo de su culo. Ver las marcas de una alfombra rústica en sus rodillas. los gritos continúan, voy a

ir. subo las escaleras, estoy pesado, la panza tamaño 46, qué ironía. subo las escaleras, a cada paso soy un viejo en cuidados paliativos. la sensación de que el cuerpo se arranca o de que el cerebro empieza a arder. el corazón de mi pija erecta se vuela como un halcón. cuando llego a la habitación matrimonial mi entrepierna queda vacía. Me duermo en la cama para absorber su mierda. tengo impresiones dulces y violentas. Y luego dulces. ella dormita. el cielo estalla en chispazos. ¡Año nuevo en agosto!, le grito a mi querida. ella descarga su rabia de no ser madre mojando las sábanas. Antes de tener que levantarme para empezar el día muy temprano y terminarlo tardísimo. Antes de tener que volver a mi campo a cortar leña. Antes de tener que manejar ida y vuelta al trabajo, es ahí que veo mi nariz en el hueco de un cuello. le abro un poco más las piernas y el aire se vuelve más liviano, más brutal, más alucinante. ella es un rottweiler criado desde el nacimiento cerca de niños, nadie se lo espera por eso y en cualquier momento, pero no todavía, me salta al pecho y me muerde la cabeza. Mi querida rottweiler. el lago tiene la fuerza de un río, dos cisnes pasean juntos, sus cuellos de un lado al otro. deseo tanto que la corriente los separe. el lago brilla oscuro entre las copas de los árboles, mientras pasa un barco a motor, mientras nieva. en mi cama matrimonial hay ternura e incomprensión. Me pregunto cómo será amar entendiéndose. puedo matarme ahora. Ya mismo y cuando lo digo es pasado y morí. ¿cómo será Quimera 35


34-36 Ariana Harwicz ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:42 Página 36

haber nacido? Mientras pasa ese barco, aunque ya pasó. Mientras el cielo queda negro tras la gran nevada. puedo amanecer tirado en este baño de hotel veraniego. Y puedo no amanecer. se me para en cualquier momento. nada que ver con el deseo. en la misa. en la zona baja de la pileta donde el agua no llega a cubrirme. Mamá y papá me miran. nada que ver con nada. se me para. debajo del short o del traje. o en pelotas. Quieto en la montaña. Me masturbo escuchando una manada de ladridos. Unas bocas como tubos de oso hormiguero. Me masturbo con ideas de muerte que traspaso a mi pija. le dejo el fardo a ella. Me estaba masturbando como a los 13, las hojas de eucaliptus entrando por la ventana, cuando papá me llama para ir a desayunar al comedor. cambio el tono de voz para decirle que ya bajo y la última sacudida tiene gusto a niñez. es lo que me sale de adentro, veneno blanco. soy un escarabajo dado vuelta. las patas colgando. tengo aliento a perro. Mi mujer me llama tantas veces en la ruta, el auricular metido en la oreja. tengo la falsa impresión de estar yéndome a la banquina. Mi cuerpo torre de pizza, un efecto vi sual. Mi vida un experimento de gaudí. Mi cara una idea de la Bauhaus. tengo hinchadas las manos. Un principio de artritis degenerativo. llego y me envuelvo unos hielitos y me los pongo sobre los testículos. Me gustaría que lloviese. Mis testículos y sus varices helados. no matarme, ir a parar a una cama un tiempo. pulsiones fugaces de irme a lo blanco. pulsiones rápidas de irme a lo aséptico. A lo nada. el aire transpira a 110 km por hora. Mi razón se empasta y es peor que el strudel. por suerte no nací americano. si lo fuera, el bermellón sobre el sofá hasta la bañadera y ya. las siete de la mañana, salgo de mi esposa y me 36 Quimera

quedo en cuclillas en la callada sala de estar. Así la llaman. de estar qué. la semana comienza y será horrible. Mi noche fue horrible también, lo normal. el cotidiano negro. Antes de salir a la ruta y ver a los viejos soriásicos esperando para comprar el pan todavía crudo, eran las cuatro de la mañana y sonreía estúpidamente. Quisiera derrumbarme sobre la mesada de la cocina. Quedar desparramado sobre las manchas del mármol. Al mismo tiempo un apasionado beso mientras una mano me pajea. pero algo rítmico, demoníaco, no esas manos finitas que no saben de tempos fálicos. Manos sin huesos. pulso, métrica, simetría. para masturbar hay que escuchar a Bee thoven. escúchenlo, mierdas. Acabar en noche cerrada mientras me voy muriendo un poco más. Y no es metáfora. tengo mi propio jadeo cacofónico en el oído como un verso de infinita mediocridad. Acabar o pegar un tiro a mi cabeza. o en la boca, es más agradable estéticamente. o explotar contra un muro a lo Fatih Akin pero sin droga en sangre. no lo hice. todavía. Mi atrofia anda colgando como la campanilla de un ternero destetado. Justo antes de morir poder clavarla. estancarla. Hincarla. pero sin procrear. la noche titila. cuatro y veinte. cuatro y media. cuatro y diez. todo objeto indica la hora. A ver si alguna anomalía aparece en este siglo. las ondas expansivas mueven el cuerpo de mi mujer que ya se puso patas para arriba. Que ya sacó el termómetro, que ya mira el calendario. la sangre mensual corriendo por sus piernas, nuestra Hiroshima casera. Ayer en la cena familiar hablé con la boca llena de canelones y mil hojas en el momento en que mi madre lloraba por la infidelidad de mi padre, mensajito porno en mano. no hacía falta tanta información, papá. Ahora mamá grita que la otra es una puta que destrozó a la familia y lee el texto como

un mantra sádico. se me revientan los tímpanos de tanto cliché. el léxico sucio y exaltado de los que se desean. Menos mal que alguien se compadece. Mi mamá abrazada largamente por mis tres hermanas. todas de pelo lacio, raya al medio. parecían una, las cuatro. cómo las amo. Yo me quedo con los hombres, tío, abuelo, padrino, bebiendo en la sala comedor. los machos reclinados en los sillones de cuerina con los pantalones abiertos comprados por ellas. los Hush Puppies alineados sobre la alfombra beige. estambul oeste por el humo pasado por agua de las narguiles. Una tarde de invierno crudo en siria. Una cueva de estalactitas. tema de conversación en el antro: la metafísica de Aristóteles. sí, es broma. el fanatismo racista de mi abuelo y el valor en el mercado negro de los repuestos de ambulancias. Mi cerebro está cubierto de grasa. patina el disco, papá. Me chorrea la mente. estoy envejeciendo de a varios años por reunión familiar. ¿nos vamos, querido?, con un gesto de cabeza le digo a mi rottweiler que sí. Ayer tenía treinta y cinco y hoy cincuenta. Ya es la mañana y todavía dura el sabor del Pomerol y el Pessac Léognan. Mamá y papá están ansiosos. involuciono. es ridículo querer abrazarlos toda la tarde, arrugarnos juntos en el cloro. irnos de camping los tres. Que estén vivos me parece un recuerdo de cuando estaban vivos. Atardece en la acedia del monje. Antes de pegarme un tiro miro el lago. pero no lo veo. no alcanzo a ver ni siquiera una última vez su brillo. entonces sigo viviendo y vamos al río con mamá y papá pero hay barro. Vamos al barro pero hay río. Vamos a cazar pero ya están muertos. los cuchillos no tienen filo, los dejamos caer y son pétalos. Mamá descansa con las manos estiradas hacia arriba. papá cacique envejece. Mis padres son cubiertos de plumas grises y blancas.


37 Valeria Meiller ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:42 Página 37

corredores de larga distancia Un rELATO DE VALEriA MEiLLEr El día de su cumpleaños, los pasillos y las escaleras están oscuros. También el ascensor detenido, cuya electricidad coincide con la de los espacios comunes y depende de la fase número tres. La mujer cierra los ojos: un chico rubio corre y, sin detenerse, salta una alambrada, colina abajo, para seguir corriendo sobre el fondo de un prado inglés. Cuando los abre, se hubiera enamorado muchas veces de él, de hombres así, rubios con cara de reformatorio, que fuman mucho y contestan siempre mal. Sin embargo, el fin del verano no está lleno de semillas envueltas en papel madera ni esta es una tierra estrangulada por colinas. Pasa a toda velocidad entre las cucharas y las teteras y da vuelta la llave para salir a esperarlo en el cantero del tilo. Pero también para esperarlo antes: atrás, en el misterio de los aniversarios. El tilo está tan grande que entra en los balcones y sus ramas más blandas se doblan contra los vidrios. El corredor de larga distancia lleva la cabecera pero se detiene apenas unos metros antes de la recta final y deja que todos los demás corredores, que vienen detrás de él, se adelanten mientras se toma la cintura con las dos manos y su cuerpo forma un rombo en la sombra. La mujer espera pensando en el carretel insospechado del futuro, y en ese segundo del pasado en que las células del amor se dieron vuelta como un cáncer. Las raíces levantan las baldosas, acá y allá pequeñas erupciones de cemento que habrá que corregir cuando alguien se caiga. O cuando el árbol se tope con algún caño y lo rompa, y haya que levantar las raíces para buscarlo. Se pregunta cuántas raíces necesita un árbol para no morirse, una cuestión de proporción pura. Él llega agitado, y es la distancia de su propio silencio lo que recorre cuando la ve. Feliz cumpleaños, dice. La besa apenas en el aire y apoya su mano en el hombro

de ella, la gravedad de los gestos se pierde —no es una carrera, es toda la porcelana rajada que los separa en el futuro. Ella se para y lo abraza, apenas como una comprobación científica de su conocimiento de él. Al hacerlo, cierra los ojos: el prado está vacío. Los abre y por la calle pasa una señora con dos perros pequineses. Uno es blanco y el otro marrón, y esa señora, a la que ve casi todos los días, es una paseadora extranjera. El otro día la escuchó conversar con otras dos mujeres que también paseaban un pequinés. Y la señora, en la esquina de las avenidas, se había agachado y había besado a los perros en la boca. Después de invitarlo a pasar le cuenta que este verano, en el campo, en un remate con su abuelo compraron tazas inglesas, todavía están en una caja, envueltas en las noticias de hace algunas semanas. El papel de diario se vuelve un ideograma de los dos, la cifra exacta de todo lo que perdió vigencia. Enciende la llama y pone a hervir el agua, unos minutos en que el aire rechina y tuerce el tiempo. El corredor se detiene, el pecho se le infla como el fuelle de las gaitas —todos los corredores que son peores que él se le adelantan y todas las cosas que pueden saltar por el aire, saltan: los panqueques o las tostadas, y el saldo de un futuro doméstico y común cae con la mermelada hacía el suelo. Ahí está en la cocina, preparando el té, y cuando apaga la hornalla, ella también puede detenerse, de una vez por todas, total hoy es su cumpleaños. Frena, ella como el corredor rubio y su cumpleaños como un nacimiento, una muerte, una iniciación. El dice que las tazas son realmente muy lindas. Es algo que ella ya sabe y eso la enoja, eso y que es el primer año que él no trajo un regalo. Pero se siente como si la hubieran atrapado robando un banco y correr todavía no fuera un modo físico de escapar de su mente. Cierra los ojos para ver de nuevo el gesto desafiante del

corredor y la consuela saber que el corredor de larga distancia también está solo. Cada mañana, mientras el resto de los internos duerme, sale mostrando su tarjeta de autorización y atraviesa el perímetro del condominio con el estómago vacío. Al principio casi no puede sentir las piernas, pero sabe que la única manera de entrar en calor es empezar a correr. Lo sabe incluso cuando el frío es tanto que se acalambra y para. Se está entrenando para detenerse unos pocos metros antes de ganar la carrera y mirar el palco de las autoridades con el sol de frente, achicando el embudo de la luz en la pupila para saber qué cara ponen. Entonces toma la decisión, porque volvió la corriente eléctrica y un segundo después de apretar el interruptor se da vuelta y lo mira. Le pregunta cómo está y se pone las manos en la cintura para formar una pared de sentido que lo que él responda no pueda atravesar. Él está sentado, revuelve su taza. El azúcar se cristaliza, forma un iceberg en el fondo del té. El humo sube y desaparece, pero ellos no, están ahí, quemando el fuego del pasado como una enfermedad terminal. El tiempo vuelve atrás, el corredor salta una pared y rompe un vidrio, roba. Las palabras con las que él le cuenta a ella que volvió a enamorarse son una nube espesa de sonidos que habría que enterrar, no en el cantero, en un bosque, para que no las encontrara nadie. Desde ese momento, todo lo que él dice pica como la mostaza y ella no lo escucha, el corredor respira con dificultad. Viajan fúnebres hasta el final del té y en el fondo de la taza, ella también deja de correr. Se sorprende de la velocidad con la que uno puede acostumbrarse a una vida distinta y no se lamenta que en el día de su cumpleaños, él sea como las autoridades del reformatorio: obligándola a correr, tan temprano, cinco millas con el estómago vacío, alentándola como si hubiera apostado a un caballo ganador. Quimera 37


Foto: Paola de Grenet

38-41 Guadalupe Nettel ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:43 Página 38

38 Quimera


38-41 Guadalupe Nettel ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:43 Página 39

Work in ProGress

damas chinas (FraGmento de noveLa) Por GuadaLuPe netteL

Le droit de supprimer tous ceux qui nous agacent devrait figurer en premiere place dans la constitution de la Cité idéale. Emil Cioran, Le crépuscule des pensées

Comencé a odiar a la edad de cinco años, cuando la familia de Facundo martínez llegó al solar. Hasta entonces esa casa antigua de un solo piso y un patio interior había sido exclusivamente nuestra, es decir, de mis padres, mis hermanos, mis tíos y mis primos. nosotros vivíamos de un lado del patio y mis tíos del otro, de una manera armoniosa, equilibrada. todavía recuerdo la mañana en que el camión de mudanza se estacionó frente a la puerta de casa. un miliciano llegó con un papel y una sonrisa, informando que a la familia martínez le había sido asignada la mitad de la casa. solo en ese momento comprendí que mi casa, la casa donde nací y pasé los primeros años de mi vida, no era precisamente mía sino de la revolución y que la revolución podía meter ahí a quien le diera la gana. nosotros, es decir la familia de mi tíos y mis padres, todos juntos pasamos a ser una sola, los ruvalcaba, y por lo tanto nos correspondía la mitad del solar. Poco importaba que ellos fueran ocho y nosotros quince. en ese momento, la casa se convirtió en un tablero de damas chinas, ellos eran mulatos y nosotros blancos. todo eso lo vi a mis cinco años con la mirada atemporal de quien ve su mundo derrumbarse, pero nadie dijo nada. mi madre recibió al miliciano con el delantal puesto y la misma sonrisa

resignada que él le dirigía. saludó de buena gana a la madre de Facundo y la llevó a conocer el lugar, mientras mis hermanos y yo ayudábamos a mis primos a sacar sus cosas de la parte de enfrente y las poníamos en nuestro cuarto. Le mostró la cocina, el patio trasero donde ella y mi tía lavaban la ropa a mano, y desde entonces, en el tendedero no dejarían de ondular los calzoncillos de Facundo como una bandera defendiendo su territorio de manera simbólica. escondido detrás de una columna, observé sin pestañear la mudanza de los martínez, y también sin pestañear los vi ocupar los cuartos de mis tíos con sus muebles de colores brillantes y sus estatuas religiosas. desde ese mo mento, la virgen de la Caridad del Cobre y san Lázaro nos miraron con ojos amenazantes siempre que invadíamos jugando su lado del solar. Cuando terminaron de bajar las cajas y los sacos, dos pies apenas igual de largos que los míos, pero mucho más anchos, aparecieron junto a la columna donde me había refugiado. Levanté la vista y vi a un niño de cabello pajoso y crespo. no intercambiamos palabra, pero en esa larga mirada de reconocimiento quedó entendido que la columna estaba dentro de su territorio, es decir la parte del patio interior más cercana a sus dominios y que, al acercarme, me convertía de Quimera 39


38-41 Guadalupe Nettel ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:43 Página 40

inmediato en un intruso. Facundo me tendió la mano como habíamos visto a su padre saludar al mío y, con la misma humillación, se la acepté sabiendo que creceríamos juntos y también que habría de detestarlo el resto de mi vida. Pero fue una de esas certezas que después dejan de oírse, de la misma forma en que uno se acostumbra a los ruidos de la cuadra. Con el tiempo uno ya no escucha el camión de basura en la madrugada, ni el ruido de la bomba que acarrea el agua. Conviví con Facundo cada día de mi infancia. Lo vi llegar del colegio al mismo tiempo que yo y, en la noche, apagar la luz de su cuarto tantas veces que terminé por no pensar más en él ni en mi odio, como uno no piensa en el hígado aunque esté ahí trabajando, hasta que un día revienta, dejándonos paladear el inconfundible sabor de la bilis. Como dije antes, el tiempo pasa lento a esas edades y en unos cuantos meses olvidé que el otro lado de la casa había sido ocupado por el enemigo invasor. Los martínez dejaron de serme hostiles para convertirse simplemente en nuestros vecinos, es decir en un elemento más de la vida cotidiana. Facundo y yo teníamos la misma edad pero llevábamos una vida que al menos en ese entonces me parecía muy distinta. mientras que para mí, las calles del Cerro —en donde la casualidad quiso por un equívoco que yo naciera— constituían un territorio hostil, habitado por desconocidos con aspecto de delincuentes, para Facundo no eran otra cosa que una extensión del patio de recreo. mientras yo estudiaba la tarde entera para mantenerme en el Colegio Felipe Puey donde estaba matriculado gracias a un pariente lejano que trabajaba en el Comité Central, él salía al parque a jugar pelota con los vecinos de la cuadra. aún así ocurría que camináramos juntos o que aceptara merendar en el comedor de su casa, llena de santos y 40 Quimera

velas, el pan con guayaba que preparaba su madre y que tanto Facundo como sus hermanos devoraban como unos posesos dos veces a la semana. Los sábados en la mañana, su prima regla venía a ayudar en las labores domésticas. regla era una negrita de dieciséis años cuyo culo emulaba la dureza de los cocos. su piel suave y sus movimientos creaban una tensión eléctrica en esa casa habitada casi enteramente por varones. Facundo, quien no había cumplido entonces los trece años era el único que parecía inmune al hechizo de su prima. su edad, sin embargo, no le impedía notar la perturbación que la chica me causaba y se complacía en propiciarla cada vez que le era posible. encontraba cualquier pretexto para invitarme a su casa siempre que regla hacía la faena doméstica. mi corazón palpitaba con solo mirar a esa mulatica planchar la ropa o inclinarse en la cocina para sacar alguna cosa de la despensa. Facundo parecía disfrutar con mi deseo. al final de la tarde, cuando regla entraba en el baño para bañarse, Facundo me conducía por la parte trasera de la cocina hasta una rendija que él mismo había fabricado entre los tabiques de un muro y a través de la cual era posible observarla a cambio de un peso. —¿te la para?— me preguntaba con aires de quien está informado. Y la verdad es que —vestida o desnuda— regla me causaba una urgencia impostergable. en cuanto salía de la ducha envuelta en su toalla inmaculada, imposible de olvidar, yo corría a ese mismo baño para saciarla en el mismo mosaico que habían pisado sus pies descalzos. no sé qué habría sucedido si algún día, por alguna razón, hubiera carecido de un peso o si Facundo me hubiera negado el espectáculo de regla, probablemente nuestra historia sería diferente como lo habría sido mi

vida si su familia no hubiera transformado nunca nuestra casa en un solar más de aquel barrio lamentable. se puede decir que ese amigo de infancia jugó el papel de iniciador en los placeres del voyerismo, actividad vergonzosa de la cual me costó un buen tiempo desprenderme y que transmití, muy a mi pesar, a mi amigo mario. Hay desviaciones de la mente que se contagian con la misma facilidad que las enfermedades venéreas. mario, a quien frecuento cada vez menos en esta ciudad, apareció en esa época de formación y quizá por eso su figura siga siendo tan importante. aunque era un año mayor, él y Facundo se habían conocido en la escuela y a veces jugaba con no-sotros en el patio del solar. mario disfrutaba tanto como yo la compañía de los libros y, como en su casa no abundaban, los perseguía con argucias y artimañas por las diferentes bibliotecas de la ciudad a las que tenía acceso. Cuando descubrió que la parte de la casa que correspondía a mi familia estaba llena de novelas y volúmenes de poesía, comenzó a visitarnos asiduamente, sin molestarse en saludar a los de enfrente. Lo recuerdo muy bien, encaramado en una silla mientras inspeccionaba los libreros empolvados de mi casa. entablé con él la primera amistad intelectual de la que tengo memoria. Le gustaba el teatro de Lorca y el de ionesco pero leía con gusto a sófocles, si yo se lo recomendaba. agotamos juntos las páginas de Hesse y de Cortázar y cuando en mis estantes ya no hubo más libros de ellos que pudiéramos leer, se las arregló para conseguir otros ejemplares con una credencial falsa de la uneaC. mario era extrañamente rubio para vivir en el Cerro. sus ojos azules lo distinguían de los negros que poblaban nuestro barrio. a sus catorce años parecía mayor de edad. asistía como si nada a las fiestas de


38-41 Guadalupe Nettel ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:43 Página 41

escritores en departamentos de el vedado y frecuentaba a varios bitongos que asistían a mi colegio. mientras yo me conformaba con conservar mi lugar en la escuela, estudiando como un demente, él mantenía con mis compañeros una relación de intimidad con la que yo ni siquiera soñaba. varias veces, lo vi pasar en carro por la calle 23. vestía de blanco la gran mayoría del tiempo. sus camisas estaban siempre impolutas. no solo tenía éxito con las niñas de el vedado, sino que estas lo perseguían. en casa, a unas cuadras de la suya, mario se deshacía de la máscara; dejaba de ser el personaje público, bailador y ocurrente que la gente conocía y se entregaba a la vida simple y cotidiana de nuestra clase social. no creo que en toda su vida alguien lo haya conocido tan bien como yo. en vez de los trajes blancos, llegaba a mi casa con los pantalones grises que le heredaba su padre o con el uniforme de la escuela. Lo que nunca abandonaba era su elegancia y su limpieza. Como el desodorante era ya en ese entonces una especie en extinción, se bañaba al menos dos veces al día y, al hacerlo, dejaba el jabón impregnado a sus axilas. todo el tiempo tenía entre las muelas una ramita de perejil para prevenir el mal aliento y evitar la mala digestión. en un ambiente donde todo el mundo suda, donde la piel se vuelve pegajosa por la humedad, donde el tufo a sobaco convierte el aire en una plasta densa, asfixiante, yo agradecía a mario por recordarme que algunos seres humanos pueden ser agradables si se esmeran en ello. Para mi desgracia, mario se fue dos años a vivir a Cien Fuegos, dejándome en una soledad insondable. recuerdo que dos días antes apareció en la puerta de mi casa en un coche. debían ser las doce del día de un domingo. Llevaba puesto su característico traje blanco y cargaba en sus

manos una botella de Habana Club abierta. Frente al volante, venía un tipo de espejuelos negros y una camisa a cuadros de manga corta. —vine a brindar contigo. ¡súbete al carro— dijo mientras abría la puerta trasera. obedecí sin avisarle a nadie. no pregunté a dónde íbamos. el amigo de mario nos condujo al patio de la uneaC donde

—¿te la para?— me preguntaba con aires de quien está informado. Y la verdad es que —vestida o desnuda— regla me causaba una urgencia impostergable. alejandro robles presentaba un libro de cuentos. nos sentamos unos minutos en la mesa del jardín. alguien nos acercó unos mojitos. Cuando empezó el evento mario me pidió que lo acompañara a la biblioteca, la más grande que había visto en mi vida. La chica de los préstamos estaba afuera atendiendo a los discursos. mi amigo colocó su credencial sobre el escritorio y me la acercó. —es para tí. Guárdala bien. —¿estás seguro?— pregunté sorprendido.

—Claro que sí. tú vas a sacarle más jugo a esta mierda que yo en Cien Fuegos. Fíjate bien, dijo mientras se adentraba en los pasillos de la biblioteca, aquí están casi todos los libros permitidos de la isla —usaba ese tono didáctico que todavía le agarra de pronto—. —Cuando te los termines, empieza a buscar los proscritos, si es que ellos no te encuentran primero. seguí su consejo. a partir de aquella tarde frecuenté la sala de lectura de la uneaC como una segunda casa. ni siquiera me molestaba en sacar los libros de ahí, sino que los dejaba señalados y volvía la tarde siguiente para terminarlos. esos dos años fueron clave en mi formación de lector. Conforme más tiempo pasaba en la biblioteca, más aficionado me volvía también a las duchas de regla. de haber podido, habría pagado el dinero que fuera necesario con tal de verla varias veces a la semana. Pero ella solo iba el sábado. el resto del tiempo debía conformarme con su recuerdo. —¡no esperes a que salga del baño!, insistía Facundo. Hazlo cuando te dé la gana. nadie sabe que estamos aquí. entonces, movido por la urgencia que la muchachita me causaba, metía la mano al pantalón hasta dejarlo cubierto por el engrudo ácido de mi semen. al principio Facundo se mantuvo tan imperturbable como antes, pero la edad no perdona a nadie y también él acabó sumándose a la paja del sábado en la tarde, aunque de manera mucho menos pudorosa: en vez de introducir la mano por la bragueta, sacaba su miembro al aire libre, una verga ancha y pesada como sus manos y sus pies, como la nariz que respiraba con fuerza en el silencio de la incipiente noche, y eyaculaba en las baldosas del patio o en el muro a través del cuál yo miraba a regla desnudarse. Quimera 41


42-43 Schweblin ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:44 Página 42

el hombre sirena uN CuENTo DE SAMANTA SCHwEBLIN Ilustración: Miriam Vázquez Bello

Estoy sentada en el bar del puerto, esperando a Daniel, cuando veo al hombre sirena mirarme desde el muelle. Está sobre la primera columna de hormigón, donde el agua todavía no llega a la playa, a unos cincuenta metros. Tardo en reconocerlo, en entender qué es exactamente, tan hombre de la cintura para arriba, tan sirena de la cintura para abajo. Mira hacia un lado, después tranquilamente hacia el otro, y al fin vuelve a mirar hacia acá. Mi primer impulso es pararme. Pero sé que el tano, el dueño del bar, es amigo de Daniel, y me vigila desde la barra. Disimulo buscando entre las cosas de la mesa la cuenta del café, como si de un momento a otro hubiera optado por irme. El tano se acerca para ver que todo esté bien, insiste en que debo quedarme, que Daniel ya debe estar por llegar, que debo esperar. Le digo que se quede tranquilo, que enseguida vuelvo. Dejo cinco pesos sobre la mesa, tomo mi cartera y salgo. No tengo un plan para el hombre sirena, simplemente dejo el bar y camino en su dirección. Contra la idea que se tiene de las sirenas, hermosas y bronceadas, este no solo es del otro sexo sino que es bastante pálido. Pero macizo, musculoso. Cuando me ve se cruza de brazos —las manos bajo las axilas, los pulgares hacia arriba—, y sonríe. Me parece un gesto demasiado canchero para un hombre sirena y me arrepiento de estar caminando hacia él con tanta seguridad, con tantas ganas de hablarle, y me siento estúpida. Pero ya es tarde para volver. Él espera a que yo me acerque y entonces dice: —Hola. Me detengo. 42 Quimera

—¿Qué hace una morocha tan sola, en el muelle? —Pensé que quizá…, no sé que decir. Dejo caer la cartera, la sostengo con ambas manos, colgando frente a mis rodillas, como una nena—, pensé que quizá necesitaba algo, como usted… —Tuteame, preciosa, dice y me tiende la mano en un gesto que me invita a subir.

cuerpo, y llena de pequeñas aureolas de polvillo blanco, apenas visibles, quizá formadas por la sal del mar. Ve que lo miro y se las sacude un poco de los brazos. Tiene los abdominales marcados, nunca ví una panza así.

Miro sus piernas, o mejor dicho, su cola brillante que cuelga sobre el hormigón. Le paso la cartera. La toma, la deja junto a él. Trabo un pie contra el muelle y tomo la mano que vuelve a ofrecerme. Tiene la piel helada, como pescado de congelador. Pero el sol está alto y fuerte, y el cielo es de un azul intenso, y el aire huele a limpio, y para cuando me acomodo junto a él siento que la frescura de su cuerpo me llena de una felicidad vital. Me da vergüenza y me suelto. No sé que hacer con las manos. Sonrío. Él se arregla el pelo —tiene un jopo muy a lo americano— y pregunta si traigo cigarrillos. Digo que no fumo. Tiene la piel lisa, ni un solo pelo en todo el

Acerco una mano, él se adelanta, la aprisiona entre la suya y sus abdominales también helados. Me tiene así algunos segundos, y después dice:

—Podés tocarme, dice, acariciándose los abdominales, no hay así en el centro ¿o sí?

—Contame de vos, y me suelta con suavidad. ¿Cómo va todo? —Mamá está enferma, los médicos dicen que va a morirse pronto. Miramos juntos el mar. —Qué mal…, dice él. —Pero ese no es el problema, digo, el que me preocupa es Daniel. Daniel está mal y eso no ayuda. —¿Le cuesta asumir lo de su madre? Asiento. —¿Son dos hermanos? —Sí.


42-43 Schweblin ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:44 Página 43

FICCIóN

—Al menos pueden dividirse las cosas. Yo soy hijo único y mi madre es muy absorbente. —Somos dos pero lo hace todo él. Yo necesito estar descansada, no puedo permitirme emociones fuertes. Tengo un problema, acá, en el corazón; yo creo que es del corazón. Así que mantengo distancia. Por mi salud… —¿Y dónde está Daniel ahora? —Es impuntual. Está todo el día corriendo de acá para allá. Tiene un gran problema con la organización de sus tiempos. —¿De qué signo es? ¿Leo? —Tauro. —¡uff! Qué signo. —Tengo pastillas de menta, digo, ¿querés? Dice que sí y me pasa la cartera, que quedó de su lado. —Está todo el día pensando de donde va a sacar dinero para pagar esto, de donde para lo otro. Todo el tiempo queriendo saber qué estoy haciendo, donde voy a estar, con quién… —¿Vive con tu madre? —No. Mamá es como yo, somos mujeres independientes y necesitamos nuestro espacio. Él considera que es peligroso que yo viva sola. Así nomás me lo dice: Yo creo que es peligroso que una chica como vos viva sola. Quiere pagarle a una mujer para que esté todo el día detrás mío. Por supuesto que nunca acepté. Le paso una pastilla y tomo otra para mí. —¿Vivís por acá? —Me alquila una casita a unas cuadras: cree que este barrio es mucho más seguro. Y se hace amigos por acá, habla con los vecinos, con el tano, quiere saber todo, controlar todo, es realmente insoportable. —Mi padre era así. —Sí, pero él no es papá. Papá está muerto, ¿por qué tengo que soportar un papá-hermano si papá está muerto? —Bueno, quizá solo intenta cuidarte. Me río pero sarcásticamente, en realidad, el comentario casi arruina mi

humor, y creo que él alcanza a darse cuenta. —No, no. No se trata de cuidarme, es más complicado de lo que pensás. Se queda mirándome. Tiene ojos celestes, muy claros. —Contame. —Ah, no. Creéme, no vale la pena: es un día hermoso. —Por favor. une las palmas de las manos, y me ruega con una mueca graciosa, como un ángel a punto de llorar. A veces, cuando me habla, la aleta plateada se ondula un poco en las puntas y me roza los tobillos. Aunque son ásperas, las escamas no me lastiman, es una sensación agradable. Yo no digo nada, y las aletas se acercan cada vez más. —Contame… —Es que mamá… Ella no solo está enferma: la verdad es que la pobre está totalmente loca… Suspiro y miro el cielo. El cielo celeste, absoluto. Después nos miramos. Por primera vez reparo en sus labios. ¿Serán también helados? Me toma de las manos, las besa y dice: —¿Creés que podríamos salir? Vos y yo, un día de estos… Podríamos ir a cenar, o al cine, me encanta el cine. Le doy un beso y siento el frío de su boca despertar cada célula de mi cuerpo, como una bebida helada en pleno verano. No es solo una sensación, es una experiencia reveladora, porque siento que ya nada puede ser igual. Aunque no puedo decirle que lo amo: no todavía, debe pasar más tiempo, debemos hacer las cosas paso a paso. Primero él al cine, después yo al fondo del mar. Pero ya tomé una decisión, irrevocable, ya nada me separará de él. Yo, que toda la vida creí que se vive por un único amor, encontré al mío en el muelle, junto al mar, y me toma ahora francamente de la mano, y me mira con sus ojos transparentes, y me dice: —No sufras más, morocha, ya nadie va a hacerte daño. una bocina suena a lo lejos, desde la calle. La identifico enseguida: es el

auto de Daniel. Miro por sobre el hombro de mi hombre sirena. Daniel baja apurado y va directo hacia el bar. No parece haberme visto. —Ahora vuelvo, digo. Me abraza, vuelve a besarme, te espero, dice, y me presta su brazo como soga para que pueda bajar más cómoda. Corro hasta el bar. Daniel está hablando con el tano y me ve. Parece aliviarse. —¿Dónde estabas? Quedamos en tu casa, no en el bar. No es cierto, pero no le digo nada, eso no importa ahora. —Necesito hablarte, digo. —Vamos al auto, hablamos en el auto. Me toma del brazo, con delicadeza, pero con esa actitud paternal que tanto me enerva, y salimos. El auto está a unos metros, pero me detengo. —Soltame. Me suelta pero sigue hacia el auto y abre la puerta. —Vamos, es tarde. El médico va a matarnos. —No voy a ningún lado, Daniel. Daniel se detiene. —Voy a quedarme acá —digo—, con el hombre sirena. Se queda mirándome un momento. Me doy vuelta hacia el mar. Él, hermoso y plateado sobre el muelle, levanta su brazo para saludarnos. Daniel, como si al fin saliera de su estupor, entra al auto y abre la puerta de mi lado. Entonces no sé qué hacer, y cuando no sé qué hacer, el mundo me parece un lugar terrible para alguien como yo, y me siento muy triste. Por eso pienso: es solo un hombre sirena, es solo un hombre sirena, mientras subo al auto y trato de tranquilizarme. Puede estar ahí otra vez mañana, esperándome. Quimera 43


44-49 Colanzi ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:44 Página 44

la ola Un relato de liliana Colanzi FotograFía de Paola de grenet

44 Quimera


44-49 Colanzi ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:44 Página 45

FiCCión

la ola regresó durante uno de los inviernos más feroces de la Costa este. ese año se suicidaron siete estudiantes entre noviembre y abril: cuatro se arrojaron a los barrancos desde los puentes de ithaca, los otros recurrieron al sueño borroso de los fármacos. era mi segundo año en Cornell y me quedaban todavía otros tres o cuatro, o puede que cinco o seis. Pero daba igual. en ithaca todos los días se fundían en el mismo día. la ola llega siempre de la misma manera: sin anunciarse. las parejas se peleaban, los psicópatas esperaban en los callejones, los estudiantes más jóvenes se dejaban arrastrar por las voces que les susurraban espirales en los oídos. ¿Qué les dirían? “no estarás nunca a la altura de este lugar. Serás la vergüenza de tu familia.” ese tipo de cosas. la ciudad estaba poseída por una vibración extraña. Por las mañanas me ponía las botas de astronauta para salir a apalear la nieve, que crecía como un castillo encima de otro, de manera que el cartero llegara a mi puerta. desde el porche podía ver la ola abrazando a la ciudad con sus largos brazos pálidos. la blancura refractaba todas las visiones, amplificaba las voces de los muertos, las huellas de los ciervos migrando hacia la falsa seguridad de los bosques. el viejo Sueño había vuelto a visitarme varias noches, imágenes del infierno sobre las que no pienso decir una sola palabra más. lloraba todos los días. no podía leer, no podía escribir, apenas conseguía salir de la cama. Había llegado la ola y yo, que había pasado los últimos años de un país a otro huyendo de ella —como si alguien pudiera esconderse de su abrazo helado—, me detuve frente al espejo para recordar por última vez que la realidad es el reflejo del cristal y no lo otro, lo que se esconde detrás. “esto soy yo”, me dije, todavía de este lado de las cosas, afinando los sentidos, invadida por la sensación inminente de algo que ya había vivido muchas veces. Y me senté a esperar.

—¿Siente cosas fuera de lo normal?, preguntó el médico del seguro universitario, a quien le habían asignado la tarea de registrar la persistencia de la melancolía entre los estudiantes. —no sé de qué me está hablando—dije. esa mañana me había despertado la estridencia de miles de pájaros aterrados sobrevolando el techo de la casa. ¡Cómo chillaban! Cuando corrí a buscarlos, tiritando dentro de mis pantuflas húmedas, solo quedaban finas volutas de plumas cenicientas manchando la nieve. la ola se los había llevado también a ellos. Pero ¿cómo contarles a los demás sobre la ola? en Cornell nadie cree en nada. Se gastan muchas horas discutiendo ideas, teorizando sobre la ética y la estética, caminando deprisa para evitar el flash de las miradas, organizando simposios y coloquios, pero no pueden reconocer a un ángel cuando les sopla en la cara. así son. llega la ola al campus y arrastra de noche, de puntillas, a siete estudiantes, y lo único que se les ocurre es llenarte los bolsillos de trazodone o regalarte una lámpara de luz ultravioleta. Y pese a todo, creo sinceramente que debe haber un modo de mantenerla a raya a ella, a la ola. a veces, como chispazos, intuyo que me asomo a ese misterio, solo para perderlo de inmediato en la oscuridad. Una vez —solamente una— estuve a punto de rozarlo. el asunto tiene que ver con la antena y se los voy a contar tal como lo recuerdo. Sucedió durante los primeros días de la temporada de los suicidios. Me sentía sola y extrañaba mi casa, la casa de mi infancia. Me senté a escribir. Cuando llegué a ithaca, antes de enterarme de rancière y de lyotard y de las tribulaciones de la ética y estética, creía ingenuamente que los estudios literarios servían para mantener encendida la antena. así que alguna que otra noche, después de leer cien o doscientas páginas de un tema que no me interesaba, todavía me quedaban fuerzas para intentar escribir algo que

fuera mío. el cuento que quería escribir iba sobre el achachairú, que suena a nombre de monstruo pero se trata, en realidad, de la fruta más deliciosa del mundo: por fuera es de un anaranjado violento y por dentro es carnosa, blanca, dulce, ligeramente ácida, y por alguna razón incomprensible se da únicamente en Santa Cruz. deseaba poder decir algo sobre esta fruta, algo tan poderoso y definitivo que fuera capaz de devolverme a casa. en mi cuento había achachairuses, pero también un chico y una chica, y padres y hermanos y una infancia lejana en una casa de campo que ya no existía sino en mi historia, y había odio y dolor, y la agonía de la felicidad y el frío de la muerte misma. estuve sentada hasta muy tarde tratando de sintonizar con los conflictos imaginarios de estos personajes imaginarios que luchaban por llegar hasta mí. en un determinado momento sentí hambre y fui en busca de un vaso de leche. Me senté junto a la ventana mirando cómo la ligera nieve caía y se desintegraba antes de tocar la tierra congelada donde dormían escondidas las semillas y las larvas. de pronto tu ve una sensación muy peculiar: me vi viajando en dirección opuesta a la nie ve, hacia las nubes, contemplando en lo alto mi propia figura acodada a la ventana en esa noche de invierno. desde arriba, suspendida en la oscuridad y el silencio, podía entender los intentos de ese ser de abajo —yo misma— por alcanzar algo que me sobrepasaba, como una antena solitaria que se esfuerza por sintonizar una música lejana y desconocida. Mi antena estaba abierta, centelleante, llamando, y pude contemplar a los personajes de mis cuentos como lo que en verdad eran: seres que a su vez luchaban a ciegas por llegar hasta mí desde todas direcciones. los vi caminando, perdiéndonse, viviendo: entregados, en fin, a sus propios asuntos incluso cuando yo no estaba ahí para escribirlos. descendían por mi anten mientras yo, distraída con Quimera 45


44-49 Colanzi ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:44 Página 46

otros pensamientos, bebía el vaso frío de leche en esa noche también fría de noviembre o diciembre, cuando la ola todavía no hacía otra cosa que acariciarnos. de tanto en tanto algunas de las figuras —un hombre de bigote que leía el periódico, un adolescente fumando al borde de un edificio, una mujer vestida de rojo que empañaba el vidrio con su aliento alcohólico— intuían mi presencia y hacían un alto para percibirme con una mezcla de anhelo y estupor. tenían tanto miedo de mí como yo de la ola, y ese descubrimiento fue suficiente para traerme de regreso a la silla y al vaso de leche junto a la ventana, al cuerpo que respiraba y que pensaba y que otra vez era mío, y empecé a reír con el alivio de alguien a quien le ha sido entregada su vida entera y algo más. Quise hablar con las criaturas, decirles que no se preocuparan o algo por el estilo, pero sabía que no podían escucharme en medio del alboroto de sus propias vidas ficticias. Me fui a dormir arrastrada por el murmullo de las figuritas, dispuesta a darles toda mi atención luego de haber descansado. Pero al día siguiente las voces de las criaturas me evadían, sus contornos se esfumaban, las palabras se desbarrancaban en el momento en que las escribía: no había forma de encontrar a esos seres ni de averiguar quiénes eran. durante la noche mi antena les había perdido el rastro. Ya no me pertenecían. de chica, cuando la ola me encontraba por las noches, corría a meterme a la cama de mis padres. dormían en un colchón enorme con muchas almohadas y yo podía deslizarme en medio de ellos sin despertarlos. Me daba miedo quedarme dormida y ver lo que se escondía detrás de la oscuridad de los ojos. la ola también vivía ahí, en el límite del sueño, y tenía las caras de un caleidoscopio del horror. la estática de la televisión, que permanecía encendida hasta el amanecer, zumbaba y parpadeaba como un escudo diseñado para protegerme. Me quedaba 46 Quimera

inmóvil en la inmensa cama donde persistían, divididos, los olores tan distintos de papá y mamá. “Si viene la ola”, pensaba, “mis padres me van a agarrar fuerte”. Bastaba con que dijera algo para que uno de los dos abriera los ojos. “Y vos, ¿qué hacés aquí?”, me decían, aturdidos, y me pasaban la almohada pequeña, la mía. Mi padre dormía de espaldas, vestido solo con calzoncillos. la panza velluda subía y bajaba al ritmo de la cascada pacífica de sus ronquidos y esa cadencia, la de los ronquidos en el cuarto apenas sostenido por el resplandor nuclear de la pantalla, era la más dulce de la tierra. estaba segura de que él no experimentaba eso, la soledad infinita de un universo desquiciado y sin propósito. aunque todavía no pudiera darle un nombre, eso, lo otro, estaba reservado para los seres fallados como yo. Papá era diferente. Papá era un asesino. Había matado a un hombre años antes de conocer a mamá, cuando era joven y extranjero y trabajaba de fotógrafo en un pueblo de Brasilea. Fue un accidente estúpido. Una noche, mientras cerraba el estudio, fue a buscarlo su mejor amigo. era un conocido peleador y un mujeriego, un verdadero hombre de mundo, y papá lo reverenciaba. el tipo intentó venderle un revólver robado y papá, que no sabía nada de armas, apretó el gatillo sin querer: su amigo murió camino al hospital. después no sé muy bien lo que pasó. Me enteré de todo esto el día en que detuvieron a papá por ese asunto de la estafa. Me lo contó mamá mientras la pila de papeles ardía en una fogata improvisada en el patio; las virutas de papel quemado viajaban en remolinos que arrastraba el viento. Mamá juraba que la policía estaba a punto de allanar la casa en cualquier momento y quería deshacerse de cualquier vestigio de nuestra historia familiar. Su figura contra el fuego, abrazándose a sí misma y maldiciendo a dios, era tan hermosa que me hacía daño.

en resumen: la policía nunca allanó nuestra casa, el juicio por estafa no prosperó y mi padre regresó esa madrugada sin dar explicaciones. Mamá no volvió a mencionar el tema. Pero yo, milagrosamente, empecé a mejorar. Permanecía quieta en la oscuridad de mi cuarto, atenta a los latidos regulares de mi propio corazón. “Mi padre ha matado a alguien”, pensaba cada noche, golpeada por la enormidad de ese secreto. “Soy la hija de un asesino”, repetía, inmersa en un sentimiento nuevo que se aproximaba al consuelo o a la felicidad. Y me dormía de inmediato. años más tarde emprendí la huida. era la nochebuena y papá se quedó dormido después de la primera copa de vino. al principio parecía muy alegre. Mamá se había pasado la tarde en el salón de belleza. Papá, desde su silla, la seguía con ojos asombrados, como si la viera por primera vez. —¿Me queda bien?, preguntó mamá tocándose el pelo, consciente de que estaba gloriosa con los tacos altos y el peinado nuevo. —¿Y ella quién es?, me susurró papá. —es tu mujer, le dije. Mamá se quedó inmóvil. nos miramos iluminadas por los fuegos artificiales que rasgaban el cielo de esa noche buena. —¿Por qué está llorando?, me dijo papá al oído. —Papá, imploré. —es una bonita mujer, insistió papá. decile que no llore. Vamos a brindar. —Ya basta, dijo mamá, y se metió en la casa. en el patio el aire olía a pólvora y a lluvia. Cacé un mosquito con la mano: estalló la sangre. Papá contempló la mesa con el chancho, la ensalada de choclo y la bandeja con los dulces, y frunció la cara como un niño pequeño y contrariado.


44-49 Colanzi ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:44 Página 47

—esta es una fiesta, ¿no? ¿dónde está la música? ¿Por qué nadie baila? Me invadió un calor sofocante. —Salud por los que..., llegó a decir papá, con la copa en alto, y la cara se le derrumbó sobre el pecho en medio de la frase. nos costó muchísimo cargarlo hasta el cuarto, desvestirlo y acomodarlo sobre la cama. intentamos terminar la cena, pero no teníamos nada de qué hablar, o quizás evitábamos decir cosas que nos devolvieran a la nueva versión de papá. Juntas limpiamos la mesa, guardamos los restos del chancho y apagamos las luces del arbolito —un árbol grande y caro en una casa donde no existían niños ni regalos— y nos fuimos a acostar antes de la medianoche. Más tarde unos aullidos se colaron en mis sueños. Parecían los gemidos de un perro colgado por el cuello en sus momentos finales en este planeta. era un sonido obsceno, capaz de intoxicarte de pura soledad. dormida, creí que peleaba otra vez con el Viejo Sueño. Pero no. despierta, yo todavía era yo y el aullido también persistía, saliendo en estampida del cuarto contiguo. encontré a papá tirado en el piso, a medio camino entre la cama y el baño, peleando a ciegas en un charco de su propio pis. —teresa, teresa, amor mío, lloraba, y volvía a gritar y a retorcerse. Mamá ya estaba sobre él. —¿Vos conocés a alguna teresa?— me preguntó. no, le dije, y era verdad. la cara contorsionada de papá, entregada al terror sin dignidad alguna, revelaba todo el desconsuelo de nuestro paso por el mundo: él no podía contarnos lo que veía y mamá y yo no podíamos hacer nada para contrarres-

trar nuestro desamparo. recuerdo la rabia subiendo por el estómago, anegando mis pulmones, luchando por salir. Mi padre no era un asesino: era apenas un hombre, un cobarde y un traidor. Mientras yo trapeaba el pis mamá metió a papá bajo la ducha; él continuaba durmiendo y balbuceando. al día siguiente despertó tranquilo. estaba dócil y extrañado, tocado por la

“ nos costó muchísimo acomodarlo sobre la cama. intentamos terminar la cena, pero no teníamos nada de qué hablar, o quizás evitábamos decir cosas que nos devolvieran a la nueva versión de papá. gracia. no recordaba nada. Sin embargo, algo malo debió habérseme metido esa noche, porque desde entonces comencé a sentir que mi cuerpo no estaba bien plantado sobre la tierra. ¿Y si la ley de la gravedad se revertía y terminábamos disparados hacia el espacio? ¿Y si algún meteorito caía sobre el planeta? ¿Qué sentido tenía todo? no me interesaba acercarme a ningún misterio. Quería clavar los pies en este horrible mundo porque no podía soportar la idea de ningún otro. Poco después, temerosa de la ola y de mí misma, inicié la fuga.

la llamada llegó durante una tormenta tan espectacular que, por primera vez en muchos años, la universidad canceló las clases. llegabas a perder la conciencia de toda civilización, de toda frontera más allá de esa blancura cegadora. la tarde se mezclaba con la noche, los ángeles bajaban sollozando del cielo y yo esperaba la llegada de un mesías, pero lo único que llegó esa tarde fue la llamada de mamá. llevaba días esperando que sucediera algo, cualquier cosa. no puedo decir que me sorprendió. Casi me alegré de escuchar su voz cargada de rencor. —tu padre se ha vuelto a caer. Un golpe en la cabeza, me informó. —¿es grave? —Sigue vivo. —no hay necesidad de ponerse sarcástica, le dije, pero mamá ya había colgado. Compré el pasaje de inmediato. el agente de la aerolínea me advirtió que todos los vuelos estaban retrasados por causa de la tormenta. en el avión no pude dormir. no era la turbulencia lo que me mantenía despierta. era la certeza de que, si mi padre no llegaba a tener una muerte digna, entonces yo estaba condenada a vivir una vida miserable. no sé si esto tiene algún sentido. treinta y seis horas más tarde, y aún sin poder creerlo del todo, había aterrizado en Santa Cruz y un taxi me llevaba a la casa mis padres. acababa de llover y la humedad se desprendía como niebla caliente del asfalto. el conductor que me recogió esa madrugada manejaba un toyota reciclado, una especie de collage de varios autos que mostraba sus tripas de cobre y aluminio. el taxista era un tipo conversador. estaba al tanto de las noticias. Me habló del reciente tsunami en el Japón, del descongelamiento del illimani, de la boa que habían encontrado en el Beni con una pierna humana adentro. Quimera 47


44-49 Colanzi ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:44 Página 48

—grave nomás había sido el mundo, ¿no, señorita?, dijo, mirándome por el espejo retrovisor, un espejo chiquito y descolgado sobre el que se enroscaba un rosario. Mi padre había pedido morir en casa. Hacía años que había comprado un mausoleo en el Jardín de los recuerdos, un monumento funerario con lápidas de granito que llevaban nuestros nombres, las fechas de nuestros nacimientos contiguas a una raya que señalaba el momento incierto de nuestras muertes. —allá donde usted vive, ¿es igual?, preguntó el taxista. —¿Qué cosa?, dije, distraída. —la vida, pues, qué más. —Cuando aquí hace calor, allá hace frío, y cuando aquí hace frío, allá hace calor, le dije para sacármelo de encima. el taxista no se dio por vencido. —Yo no he salido nunca de Bolivia, dijo. Pero gracias al Sputnik conozco todo el país. —¿el Sputnik? —la flota para la que trabajaba. a los dieciséis años dejó embarazada a una chica de su pueblo. el padre de ella era chofer del Sputnik y lo ayudó a encontrar trabajo en la misma compañía. Él conducía casi siempre en el turno de la noche. de Santa Cruz a Cochabamba, de Cochabamba a la Paz, de la Paz a oruro, y así. en los pueblos conseguía mujeres; a veces las compartía con el otro chofer de turno. —Perdone que le cuente esto, me dijo el taxista, pero esa es la vida de carretera. Un día, mientras partía de Sorata a un pueblo cuyo nombre no recuerdo, una cholita suplicó que le permitieran viajar gratis. la chola se plantó frente a los pasajeros. la mayoría comía naranjas, dormía, se tiraba pedos o miraba una película de Jackie Chan. Se 48 Quimera

presentó. Se llamaba rosa damiana Cuajira. nadie le prestó atención aparte de un hombre mayor, un yatiri viejo que llevaba una bolsa de coca abierta sobre las rodillas. Su historia era sencilla y a la vez extraordinaria. era la hija de un minero. Su padre consiguió un permiso para trabajar en una mina de cobre en Chile, en atacama, pero ella tuvo que quedarse con su madre y sus hermanos en la frontera, en un lugar tan olvidado que no tenía nombre. Había sido pastora de llamas toda su vida. Un día su madre enfermó. de un momento a otro no pudo salir de la ca ma. rosa damiana fue en busca del curandero que vivía al otro lado de la montaña, pero cuando llegó la vieja mujer del curandero le contó que lo acababan de enterrar. Cuando la chica volvió su madre yacía en la litera, en la misma posición en la que la había dejado, respirando con la boca abierta. “Mamá”, la llamó, pero su madre ya no la escuchaba. Preparó el almuerzo para sus hermanos, encerró a las llamas en el establo y corrió a buscar a su padre al otro lado del desierto. Cruzó la frontera electrizada por el temor a que la encontraran los chilenos. Había escuchado todo tipo de historias sobre ellos. algunas eran ciertas. Por ejemplo, que habían escondido explosivos debajo de la tierra. Bastaba con pisar uno y tu cuerpo estallaba en un chorro de sangre y vísceras. ¿Qué más había en el desierto? rosa damiana no lo sabía. tenía doce años y la voluntad de encontrar a su padre antes de que la alcanzara la oscuridad. Caminó hasta que el sol de los andes le nubló la vista. Finalmente se sentó al pie de un cerro a descansar y a contemplar la soledad de dios. Sabía que era el fin. no podía caminar más, sus pies estaban congelados. las últimas luces ardían detrás de los contornos de las cosas. Un grupo de cactus crecía cerca del cerro con sus brazos de ocho puntas estirados

hacia el cielo. rosa damiana arrancó un pedazo de uno de ellos. Comió todo lo que pudo, ahogándose en su propio vómito, y pidió morir. Cuando abrió los ojos creyó que había resucitado en un lugar fulgurante. era todavía de noche —lo advertía por la presencia de la luna—, pero su vista captaba las líneas más remotas del horizonte con la precisión de un zorro. Su cuerpo resplandecía en millones de partículas de luz. al lado de su vómito, los cactus se habían transformado en pequeños hombres con sombreritos. rosa damiana conversó un largo rato con ellos. eran simpáticos y reían mucho, y rosa damiana se doblaba de risa con ellos. no comprendía por qué había estado tan triste antes. Ya no sentía frío, sino más bien un agradable calor que la llenaba de energía. Su cuerpo estaba liviano y sereno. rosa damiana miró al cielo líquido y conoció a los guardianes. algunas eran figuras amables, ancianos con largas barbas y ojos benévolos. Había también criaturas inquietantes, lagartijas de ojos múltiples que lanzaban lengüetazos hacia ella. la chica se tiró de espaldas en la tierra. “¿dónde estoy?”, pensó, perpleja. las formas de las estrellas danzaban ante sus ojos. rosa damiana no supo cuánto tiempo permaneció así. Poco a poco fue recordando quién era y qué la había traído hasta el desierto. Se levantó, les hizo una pequeña reverencia a los hombrecitos verdes, quienes a su vez inclinaron sus pequeños sombreros de ocho puntas, y prosiguió su camino. Fosforescía el desierto, las montañas, las rocas, su interior. dejó atrás un promontorio que acababa en una larga planicie de sal. recordó que mucho tiempo atrás todo ese territorio había sido una inmensa extensión de agua habitada por seres que ahora dormían, disecados, bajo el polvo. rosa damiana sintió en sus huesos el grito de todas esas criaturas olvidadas y supo, alcanzada por la revelación, que al amanecer encontraría a su padre y que su


44-49 Colanzi ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:44 Página 49

madre no iba a morir porque la tierra aún no la reclamaba. Conoció el día y la forma de su propia muerte, y también se le develó la fecha en la que el planeta y el universo y todas las cosas que existen dentro de él serían destruidas por una tremenda explosión que ahora mismo —mientras yo, con la antena encendida, imagino o convoco o recompongo la historia de un taxista, atenta a la presencia de la ola que de vez en cuando me cosquillea la nuca con sus largos dedos— sigue la trayectoria de miles de millones de años, hambrienta y desenfrenada hasta que todo sea oscuridad dentro de más oscuridad. era una visión sobrecogedora y hermosa, y rosa damiana se estremeció de lástima y júbilo. Poco después la flota llegó a Sorata y rosa damiana se bajó de inmediato entre la confusión de viajeros y comerciantes. el chofer, intuyendo que había sido testigo de algo importante que se le escapaba, la buscó con la vista. Preguntó al ayudante por el paradero del yatiri, pero el chico — “que era medio imbécil”, aclaró el taxista, o quizá lo pensé yo— estaba entretenido jugando con su celular y no había visto nada. —Pude haberlo agarrado a patadas ahí mismo, dijo. Pude haberlo matado si me daba la gana. Pero en vez de eso busqué la botella de singani y me emborraché. la historia de la cholita se le metió en la cabeza. no lo dejaba en paz. a veces dudaba. “¿Y si es verdad?”, se preguntaba una y otra vez. Había tantos charlatanes. —Yo soy un hombre práctico, señorita, dijo el taxista. Cuando se acaba el trabajo, me duermo al tiro. ni siquiera sueño. no soy de los que se quedan despiertos dándoles vueltas a las cosas. eso siempre me ha parecido algo de mujeres, sin ofenderla. Pero esa vez… esa vez fue distinto. Perdió el gusto

por los viajes. todavía continuaba persiguiendo a mujeres entre un pueblo y otro, pero ya no era lo mismo. todo le parecía sucio, ordinario, irreal. Se pasaba noches enteras mirando a su mujer y a sus hijos, que crecían con tanta rapidez –los cinco dormían en el mismo cuarto–, y a veces se preguntaba qué hacían esos desconocidos en su casa. no sentía nada especial por ellos. Podría reemplazarlos por otros y a él le daría lo mismo. empezó a buscar el rostro de rosa damiana en cada viajero que subía a su flota. Preguntaba por ella en los pueblos por los que pasaba. nadie parecía conocerla. llegó a pensar que todo había sido un sueño, o peor aun, que él era parte de alguno de los sueños que rosa damiana había abandonado en el desierto. empezó a beber más que de costumbre. Un día se durmió al volante mientras cruzaban el Chapare. el Sputnik rebotó cinco veces antes de quedar suspendido en un barranco. antes de desmayarse lo invadió una enorme claridad. lo último que vio fue al ayudante. Sus ojos lo atravesaron por completo hasta que ambos fueron uno solo. luego todo se apagó. en total murieron cinco pasajeros en el accidente, entre ellos dos niños. Pasó un tiempo en el hospital y otro en San Sebastián, pero el penal estaba tan atestado que lo dejaron salir antes de tiempo. entonces se compró su propio taxi, ese insecto en el que transitábamos ahora la semioscuridad del cuarto anillo de esa ciudad a la que me había prometido no volver. —así es, señorita, se acabó la época de los viajes para mí, me dijo con la tranquilidad de quien acaba de sacarse el cuerpo de encima. la humedad del trópico había dado paso a un amanecer transparente y frágil. los comerciantes se acercaban a la carretera con sus carretillas rebosantes

de mangas, sandías y naranjas. Pensé que lo primero que me gustaría hacer al llegar a casa –y me di cuenta de que la palabra “casa” había venido a mí sin ningún esfuerzo– era probar la acidez refrescante de un achachairú, aunque probablemente ya había pasado la temporada. el taxista encendió la radio. Contra todo pronóstico, funcionaba. “Yo quiero ser un triunfador de la vida y del amor”, cantaban los iracundos a esa extraña hora, y el taxista llevaba el ritmo silbando mientras el aire explotaba con la proximidad del día. —¿Y para qué quería encontrarla?— le pregunté. —¿a quién?—me dijo, distraído. —a rosa damiana. —ah. el hombre se encogió de hombros. “Con el saco sobre el hombro voy cruzando la ciudad, uno más de los que anhelan...”, gritaba la radio. rosa da miana se perdía a la distancia en una niebla metálica. o quizás era el océano. Mi padre navegaba más allá del bien y el mal, sumergido en el gran misterio. Su cuerpo todavía respiraba, pero él ya habría abandonado este mundo con todos sus secretos. el taxista se dio la vuelta para mirarme. —Quería saber si me había embrujado, me dijo con un poco de vergüenza. Se disculpó de inmediato: —no me haga caso. Solo los indios creen en esas cosas. a veces no me doy cuenta ni de lo que estoy hablando. Puede que el taxista haya añadido algo más, pero eso es algo que nunca sabré. ahí, bajo la luz dorada, estaba la casa de mi infancia. las nubes que se desgajaban en lágrimas. el largo viaje. el viejo Sueño. la ola suspendida en el horizonte, al principio y al final de todas las cosas, aguardando. Mi corazón gastado, estremecido, temblando de amor. Quimera 49


50-52 Apablaza ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:45 Página 50

GOØ Y EL AMOR por

Claudia apablaza

ilustraCión de tamara Villoslada

te sientes un conjunto vacío. lo que esperabas. Comenzar desde cero. Ya ni siquiera quieres follártelo. Ya no estás excitada. te acabas de masturbar. Ya no te sirve. irás por otro apenas te levantes. el que tú elijas. sientes asco. duermes en ese camino que esperas que te pille al final de todo. duermes en el silencio de esta oración en la que pides perdón por el pasado y te arrodillas. sientes que vas a morir. morirás. no es un sueño ni el último sueño. duermes porque ya no vives. renuncias. pides perdón. tomas consciencia de tu cuerpo. dios, dices. dios, repites. te levantas del suelo, dejas al príncipe abandonado y vuelves caminando por las calles de montevideo al hotel defraudada de todo. soriano 11, soriano 34, soriano 47. soriano, etc. no miras hacia atrás. subes. Hola, te dice el camarero. Hola. ¿Qué tal? no lo sé, le dices. iré a descansar. buenas noches. subes el ascensor. te acuestas. sientes que ya estás salvada. 50 Quimera

te recuestas en la cama. pones música. space odity. te duelen los ruidos de la ciudad. dejas la música. ¡Gladys!, gritan afuera del hotel. ¡Gladys! ¡Quiero que bajes! sientes que alguien baja corriendo por la escalera. no quieres que se repita la escena de los zapatos perdidos y luego recuperados. ¿será otra cenicienta?, te preguntas. ¿será su zapato rojo o medio negro? Cierras los ojos. sientes cómo Gladys baja. Gladys le dice al hombre que ya está. ¿por qué has chillado tanto?, le dice Gladys al hombre. solo han pasado unos minutos. estaba terminando de hacer un trabajo en una de las habitaciones. ok, pero no debiste tardar tanto. Fueron solo unos minutos. me parecieron años, amor. Cierras los ojos, no quieres escuchar los ruidos de Gladys, sus chillidos. tal vez esto aún no acaba del todo, piensas. tal vez aún no eres ese conjunto vacío al que aspiras. Quieres comenzar desde cero. eso es lo que esperas. dios, vuelves a decir en alto. te levantas. ellos siguen chillando. tendrás que seguir, tendrás que verlos. aún esto no acaba, piensas. aún no acaba la pesadilla. su chillar te parece horrible. te recuerda los turistas de benidorm. te recuerda cuando le chillabas por teléfono a td. los miras. sientes algo extraño. enciendes el último cigarrillo de la noche. ella se sube al automóvil de él. se besan y te da algo similar al asco y deseo. escuchas el motor que se apaga y se quedan conversando arriba del auto. Cierras las ventanas. apagas el quinto cigarrillo de la noche. te arrodillas. rezas. renuncias. rezas. lo dejas todo. pides perdón. agarras la manzana que tienes en tu mesa de noche, la mascas con fuerza. la escupes. pides perdón. rezas. te quitas los zapatos. muerdes el dedo en que te pinchaste y te sacas una gota de sangre. oras. rezas, pides perdón. no estás muerta aún.

eres el amor. eres el amor. no estás muerta. eres el amor. no estás muerta. aún no has llegado al cero. Vas a salir de la habitación. Caminas. eres el amor. Quieres una nueva vida. besaste demasiado ya. ¿sientes culpa? Camino, soy el amor. salgo de la habitación. me subo al ascensor. me bajo. soy el amor. salgo del hotel, camino por las calles de montevideo. Veo flores, estrellas. no siento el río de la plata. no veo películas extranjeras. no busco mujeres en los bares. soy el sentimiento trágico, romántico del que abusan todos como si fuese un pedazo de plástico. trato de cruzar la calle. soy el amor. el semáforo está en rojo para los peatones. nada me pasa siendo el amor. espero. alguien me toca el hombro, me habrá reconocido. miro hacia atrás y ya no está ese alguien. Camino. Cruzo. soy algo. no soy nada. soy algo. soy el amor. un auto me esquiva, un auto casi me atropella. no quiero morir, soy el amor. no moriré. me subo a un taxi. por favor, vamos afuera del hotel de soriano y póngase detrás de un auto azul. Hay una pareja en él y tenemos que seguirlos. se ponen tras el auto de la pareja y esperan a que partan. sígalos, le dices. Van por calles a mucha velocidad. eres el amor. llegan al cine y se bajan. Van a ver la película El hombre de al lado. no se baje, usted, los esperaremos acá hasta que salgan. los esperaremos acá. te fumas dos cigarrillos. le hablas al chofer. pasa una hora. dos. allí vienen. Ha terminado la película. sígalos. ¿Quién es usted? no haga preguntas. Vamos por las calles de montevideo. soriano, Carlos Quijano, 18 de Julio, ejido, avenida uruguay, asunción, lima, Colombia, general aguilar. me bajo del taxi, le pago y no espero el cambio. los sigo, no me ven. me escondo tras un árbol. los sigo. se meten a una casa. se besan en la puerta. abren, cierran la puerta.


50-52 Apablaza ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:45 Página 51

FiCCión

encienden una luz adentro. me acerco a la casa. me acerco a una ventana. miro hacia adentro. están besándose. se sacan la ropa. inspecciono todas las ventanas. busco alguna abierta. soy el amor. la de la cocina está abierta. es muy pequeña, no sé si quepo. tengo que entrar allí y meterme en ellos. Quiero saber bien si soy o no el amor. tengo que constatar esto. abro lentamente la ventana. meto una pierna, otra. Ya. estoy adentro. no meto mucho ruido. se me cae nuevamente un zapato al suelo. no voy a recogerlo. suena cuando cae. platos, unas copas en el lavaplatos. soy el amor. Ves la nevera, la cocina, las ollas. Hay algo en el suelo. un pedazo de papel. una servilleta sucia. Qué asco. Huele mal. Han dejado comida desde hace días. Huele a butifarra. Camino despacio. me acerco al dintel. miro desde aquí. los veo. se están desnudando. Voy por una copa de vino, dice él. Voy a la cocina, le dice. no vayas, dice ella. se quedan en el sofá. se desnudan. se besan. meten un ruido espantoso. Chillan. ¿por qué tardaste tanto?, le dice él. estaba ocupada. ¿estabas con otro? no vuelvas a decirme eso. siempre tardas en bajar, Gladys. no es así. dame un beso. Él está encima de ella. Quítate todo. ten cuidado, le dice ella. tranquila. déjate. debiste bajar antes, seguro tirabas con otro. no podía. siempre te tardas. no es así, le dice él. sí. siempre tardas en llegar. se besan. Ya no me hables. Veo sus piernas. tráeme agua, dice ella. después. deja que acabo. dame tu mano. me acerco. es el momento en que debo acercarme y meterme allí. soy el amor. no soy un conjunto vacío. los busco. estoy detrás de ellos. estoy con ellos. me meto en ellos. estoy en él. siento su cuerpo. nos agitamos sobre ella. nos agitamos sobre él. estoy en ella. nos agitamos, pero no sentimos nada. nos agitamos. me duele, dice ella. lo siento. me duele. espera. me agito. no te muevas mujer. no te corras. espera un poco. no puedo llegar. espera mujer. no te corras. Yo tampoco puedo. dale, no puedo, lo siento. no puedo, yo

tampoco. no me amas. tú tampoco. nunca llegas, tú tampoco. no vamos a tener un hijo jamás. es lo que quieres. no es lo que quiero. ¿Qué quieres? Qué sé yo. Quieres un hijo, lo sé, siempre has querido tener una niña. siempre quieres una hija y contarle esos cuentos de manzanas y zapatos que vuelan. no me vuelvas a preguntar más acerca de un hijo, no quiero saber más acerca de ese hijo. ok, vístete. me visto. me voy. ok, prefiero que te vayas ahora y no regreses. ella se va, se levanta, salgo con ella, abro la puerta antes que ella, voy delante de ella, miro hacia atrás y veo que toma un taxi, yo sigo caminando, la dejo ir, soy el amor. Camino por las calles de montevideo. Veo unos perros tirando en el suelo. se les pega la cola, el culo; me paseo por al lado de ellos, camino, corro, el tiempo no cabe en mi cuerpo, intento meterme en un bar en el que hay unos amantes, salen rápido del lugar, no me dejan entrar en ellos, sigo caminando, camino lento, veo un par de ancianos levantarse a comprar el pan, pasan rápido delante de mí, van sin zapatos; veo que vuelan, pasan muy rápido, no los alcanzo, no se detienen en mí, camino, no sé a qué sitio ir ahora, tal vez debería ir a buscar unos niños y jugar con ellos. paso por delante de todos, nadie se detiene en mi velocidad. busco un espacio donde detenerme, una tienda de libros, una panadería, otros perros pegados por la cola, una persona, otra persona, otra cola y perros pegados. todo está infectado, nadie lleva zapatos en esta ciudad; yo llevo solo un zapato; hay una peste en este lugar. todo está infectado: personas, ideas, personas, ideas, ruido. no veo nada, ya no veo dónde podría posarme. todo está infectado de un sentimiento trágico y derruido. siento asco. Quiero detenerme en algún sitio. no hay, solo un ruido. Van a matarme en esta ciudad. nadie vendrá a por mí. nadie va a rescatarme. siento un auto pasar junto a mí. una mujer me empuja, un hombre me intenta levantar del suelo. los niños me tiran encima su pelota. teléfonos suenan. busco el refu-

gio. ¿dónde estoy? palabras, ruido, palabras. distintos idiomas. basura. Chatarra. todos ellos van a una velocidad infinita. Yo quiero detenerme en un punto fijo de luz. Quiero detenerme en un punto fijo de luz. me detengo. me dura poco. Veo imágenes de infancia. sigo. no tengo posibilidades ahora. Ya vendrá el momento de detenerme en esas imágenes. sigo. no tengo posibilidades de reciclar nada. me paro, me caigo. no tengo dónde descansar. no soy ellos. no quiero ser ellos. no soy el zapato perdido, ni la manzana envenenada. no soy ellos. no soy la carroza. no soy el conjunto vacío. Camino hacia la iglesia. entro. soy el amor. me acuesto junto al altar. me escondo detrás del altar. dormiré acá. soy el amor. miro la figura de Cristo en la cruz. todos los santos con velas. alguien enciende una vela. la vela me agarra. me esfumo. Viajo por la habitación. soy el humo. me expando por la habitación. la lleno, la repleto, una mujer tose. otra. abren las ventanas, vuelo. salgo. me divido. me desintegro. me desintegro. Fantasmas. pedazos de personas. Vuelo. Camino desintegrada. pedazos de pedazos. marcas. Huellas. td, Co, Cm, benidorm, Chile, pessoa, sylvia plath. entro en otro bar. siento que todo está infectado. nadie intenta amar. nadie puede amar. todo va más rápido que yo. todos parecen un turista más. no llego. no alcanzo. no llego a esto. no alcanzo a detenerme. no puedo ser algo. no puedo entrar en nadie del bar. td, Co. Cm. madre, td. santiago. Chile. méxico. bolivia. sao paulo. salgo. Camino. la calle, más fantasmas. todos se mueven en múltiples posiciones. Caminan. Corren. trato de detenerlos. todos van solos, descalzos. es un asco, no saben llegar. Que alguien me diga la hora. el día. Qué día es. Qué día es hoy. por favor. díganmelo. alguien, deténgase. por favor. ¿dónde estamos ahora? alguien ponga fin a este deambular. llego de golpe a otra ciudad. me desQuimera 51


50-52 Apablaza ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:45 Página 52

plazo. soy un objeto. no reconozco las calles. no sé cómo se llaman los bares de esta ciudad. alguien puso en mí un deseo. me desintegro. me esfumo. ¿soy el amor? siento una bocina sobre mí. Casi me atropellan. Vienen las imágenes: Fui el espejo de portbou que se tragó a una persona. Fui la llamada telefónica que le hicieron a un hombre para decirle que su mujer murió. Fui la camilla de un hospital que acogía a Chile. Fui una olla de comida en el piso de una ecuatoriana. sigo. los fantasmas van más rápido en esta ciudad. no veo nada. dice que es la ciudad en ruinas o la vejez de un pueblo hacia la vejez de sí. entrar en los cuerpos es peligroso. Hay una resistencia. intento dejar de lado la idea de entrar. un perro me mea encima. no tengo ropa de muda. me desnudo. nadie me mira. intentaré volver al hotel. Camino. llego a la entrada del hotel. no hay nadie en la portería. subo por el ascensor. busco la 302. entro. Hay un hombre en mi cama fumando un habano. Hace círculos en el aire y sonríe. escucha una música horrible, una salsa de su pueblo. me acerco. está con el pecho desnudo. me dan deseos de matarlo. enterrarle un cuchillo, como un asesinato pasional. pero no. entro en él. Quiero reciclarme. dejar atrás las imágenes. dejar atrás todo. debo reciclarme. un hombre me servirá para esto. me meto en él. me cuelo por una rendija de su cuerpo. Creo que es por la boca, cuando hace las bocanadas. el hombre se perfuma, el hombre sale de la habitación. llama a una mujer. Vamos en un taxi. me quito el segundo zapato. Quedo descalza. nos subimos al ascensor de un hotel. entramos, le paga en efectivo 150 euros. tiran. ay, ay, ay. acaban juntos. en realidad creo que ella finge acabar. no se siente nada en mi cuerpo. Finge, como muchas. salimos del hotel. llegamos a su habitación. se duerme. se despierta, va a orinar, tira la cadena del wáter, siento el agua en mí, y 52 Quimera

me voy por el desagüe. Caigo por un tubo. Viajo. llego a un sitio oscuro. agua. orina. todo parece que es un río, una parte del mar. tal vez es uno de esos ojos en que todo se reúne. los ojos de agua. no veo nada. soy agua. me traslado. Cumpliremos el ciclo. me traslado por selvas, vegetaciones. traspaso límites sin problemas. ¿Fui el amor? perdón, ¿cómo es que te llamabas? Hay carteles que dicen que soy el ciclo de la vida y la defecación. llevo también su alma. siga por ahí. llevo también la calma. las plantas crecen. los animales se comen las plantas. Quiero reciclarme. los seres humanos se comen la carne del animal y las plantas. defecan. Qué asco. olvido el asco. olvido el asco. defecan y nuevamente voy al desagüe y me quedo allí, navegando, luego las plantas, los animales, el hombre, defecan, los sólidos, los desagües, los sólidos. nos trasladamos por ciudades. Vamos de un sitio a otro. de una punta del mapa a otro. agua. ríos. Vegetación. alcantarillas. regamos todo. regamos las plantas. las fertilizamos con los sólidos. las plantas crecen. se ven enormes en algunos sitios específicos. dios. los animales se comen las plantas. dios. los seres humanos se comen la carne del animal y las plantas. dios mío. defecan. Hacemos juntos el sistema. el desagüe. las plantas. los animales. el hombre. de un mar a otro. los ríos. me traslado. sigo la corriente de este río del sur de américa. el mapocho. el desagüe. los animales. las plantas. el hombre. seguimos la ruta del cono sur.

Chile, argentina, paraguay, brasil, cruzamos. el mar. el atlántico. Cruzaremos. la ruta es espantosa. europa, luces. Crisis, hambre, oscuridad en las avenidas. las rebajas. las plantas. los animales, el hombre. se la toman. se comen los animales. el desagüe. el estrecho de Gibraltar. el movimiento de todo esto. somos el sistema. el estrecho. marrakech. la vegetación. el río. dios. los animales, el hombre. los sólidos. las ciudades. la plaza repleta de turistas. las fronteras. alguien chilla: madre, ¿QuÉ es amar? seguimos. la vegetación, el estrecho, asia. los animales. ojos rasgados. el hombre, sólidos. alcantarillas. Calor. Fuego. mangueras. Calmamos el calor. Chillan. dios. un pájaro. Calor. aves al suelo. animales muertos. dios mío. Chillan. Calor, hambre. bulla. Hambre. Falta de agua. Contaminación. un camino que une dos ciudades. el toro en el potrero. el caballo hace su sonido. levanta las patas traseras. el mar a los lejos. me acerco. amor. dios. la arena. las olas. Quiero comenzar desde cero. la culpa. el agua me roza los pies. las olas golpean fuerte. Ya no hay nada. está todo blanco. Comenzaré desde cero. el mar arrastró los cochayuyos. silencio.


53-55 Jeftanovic ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:45 Página 53

Ficción

no aceptes caramelos de extraños Un relato de andrea JeFtanovic ilUstración de Paola de Grenet

¿de qué se ríen los vecinos?, ¿acaso no sienten el viento golpear el patio como un perro encadenado? Miro por la ventana después de escuchar, por horas, sus estúpidas carcajadas en medio de las zambullidas en su piscina. su risa me enfurece. ¿no vieron las noticias? ¿no se dieron cuenta del movimiento frenético que hubo en casa hace unas semanas? no creo que no hayan escuchado mis gritos o hayan olvidado el furgón de la policía con sus balizas disparando rayos en la calle. el tiempo se acomoda distinto entre ellos y yo, más allá de la pandereta de ladrillos. ellos se han sumergido en la normalidad, yo me he entregado a una búsqueda ininterrumpida para fijar de vez en cuando un rostro. le tomo el pulso a santiago en cada esquina, desde que la niña no está. la ciudad como un órgano atrofiado. Un corazón que late subterráneo. desde esa mañana me pregunto de espaldas al espejo: ¿a dónde se desplazó el epicentro de esta ciudad? saliste, cerrando la puerta, a diseñar una misteriosa trayectoria después de dejar una rendija de luz. llevo un cansancio mullido dentro de los ojos atravesados por continuos relámpagos. se escucha una segadora lejana. el colchón se abre, se parte en dos para dejarte caer en un lugar silencioso donde tu cuerpo flota sin peso. Un territorio que no distingo. camino en línea recta, adentrándome en el campo, durante cinco minutos, sigo hasta la zanja y me interno aún más, entre las ortigas y el fango. con la luna pálida en medio del

cielo negro y ninguna voz, ninguna respiración que me haga sentir que estás cerca. en santiago desaparecen muchos niños cada día, doblan la esquina y no se les ve más, caminan a la escuela y nunca regresan, cruzan a la casa del vecino y se pierden en el trayecto. debe existir un corredor de niños caminando en sentidos insospechados por la alameda, que corre paralela al río Mapocho, de oriente a poniente o de poniente a oriente. las voces se amontonan, el timbre, el latido del corazón, abran, auxilio, no me abandonen; cosas confusas que dice la gente en medio de los pasos de cebra, los autobuses, las esquinas. ¿Por qué milagro a algunas criaturas no les afligen las carcajadas lanzadas sobre sus atrevimientos, sobre sus tropiezos? en santiago buscan a los niños perdidos con fotos en las cajas de la leche, ponen imágenes, la edad, la fecha de extravío y la leyenda «¿los Has visto?». no me conformo con esperar llamados, las gestiones de la policía; yo salgo a buscar a mi niña. antonia no ha dejado huellas, ni una pista que hable de su último recorrido. ¿Fue entre la plaza y el mercado? ¿entre la biblioteca y la farmacia? ¿entre el paradero de buses y esa heladería que te gustaba tanto? desde que no estás, siento demasiado adentro la vibración del puente cuando cruzo el río. retomo tu pregunta y pienso que investigas el lugar geométrico desde donde emergen las pulsaciones del órgano vital de esta urbe.

Busco la ventana que devolverá tu imagen ciudadana. santiago es la ciudad espejo, la ciudad pantalla. a veces pienso que es una ciudad narcisa que necesita mirarse a sí misma, tal vez con excesiva complacencia. Por eso confío en que, entre tanta torre vidriada, veré tu carita de niña perdida. Pienso en las ventanas como mosaicos, en uno de ellos se ve reflejada la cordillera de los andes. en otro, un niño que cuenta monedas tras hacer su rutina de malabarista. en la siguiente, se ve una mujer que cruza la calle diagonal con los ojos desorbitados, soy yo. en una más allá, va y viene un columpio que se oxida al viento. Una urbe que multiplica a sus ciudadanos innecesariamente. es entonces cuando contemplo el río, me asomo en la baranda. no observo el río, sino el reflejo de este en el cristal, su incesante flujo que circula y nunca está quieto; es una vena que se abre paso entre la ciudad. te lo dije tantas veces: «no aceptes caramelos de extraños». lo primero es fijar del modo más exacto posible los itinerarios de las personas, para entenderlas mejor. voy pensando en tu ruta imaginaria, ráfagas de aire fresco cruzan por un lugar en el que llevas mucho tiempo asfixiándote. salir andando, por inseguridad y por vacío de la voluntad, como si la caminata fuera la última experiencia que puedo ofrendar al paisaje de ruinas por donde te mueves, sin fuerzas para montar mi ventana fuera del anonimato. Un hombre cabizbajo doblando en sitios en que los buses hacen una curva y gimen sus frenos. la noche está llena de agujeros. ¿de dónde me viene otra vez la fuerza del deseo de volver a comenzar? desdoblé el plano de la ciudad que siempre tengo a mi alcance. visto un chal de plegarias. a fuerza de buscar cosas en él, se ha roto en los bordes. seguía avanzando por el terraplén, cada vez más deprisa. Miro Quimera 53


53-55 Jeftanovic ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:45 Página 54

la plaza, los dos toboganes amarillos, los columpios de colores, el balancín de madera y la torre central pintado de color naranja. Habría podido andar con los ojos cerrados por este barrio pero se me había olvidado el cine de la esquina y sus afiches de letras romanas. la puerta acristalada del portero, los nombres de los inquilinos. en las noches llamo a la policía una vez más, con la voz de costumbre, la entonación de costumbre, todo igual, mis piernas cruzadas, el cigarrillo en la mano, solo que en vez de «hola», pregunto angustiada: «¿Ha tenido noticias?». tengo sueños mal anunciados. no sé qué vértigo me entró, qué ráfaga de amargura, pero le dije con tono agresivo: «no aceptes caramelos de extraños». Una niña con olor a animalito todavía, una mezcla de dulce y salado que agriaba la boca. Un olor selvático, mezclado con champú y jabones de lavanda. el ácido de los bigotes que dejaba la leche alrededor de los labios. ella ya tenía pelusas bajo las axilas y una línea larga y estrecha de pelos rubios que le descendía desde el ombligo al pubis. Una chica que leía historietas en la cama con las manos cruzadas detrás de la cabeza, la mirada fija en la línea azul del cielo. recortaba figuritas con tijeras de punta redonda y las pegaba en un cuaderno. Un abandono sonámbulo atravesado por el recorrido de los tranvías que gimen en la curva. sin que supieses discernir cuáles eran tus gritos y cuáles los gritos de los demás, yo que tanto te recomendé que no podías caer en la estupidez de aceptar caramelos de extraños. no soy creyente, pero rezo como si se tratara de un mantra que si uno repite y repite y repite, perfecto y límpido, ahuyenta el mal y los negros pensamientos. no he hecho otra cosa que intentar envolver una triste historia en un pañuelo de bolsillo. Una vez más, con la voz de costumbre, la ento54 Quimera

nación de costumbre, todo igual, sus piernas cruzadas, el cigarrillo: «¿Han tenido novedades?». la ventisca invernal acuchilla en esta vagancia nocturna en dirección oeste. no sé dónde recobrar el resuello, es como si yo ya no fuera conmigo, hablaba otra persona y me aliviaba ver que ella anotaba algunas cosas. Por ejemplo, cuando observo tu cara en las cajas de leche, tienes algo de desconocida, de rostro ajeno. ¿Quién eres tú? como si preguntar, ¿quién eres tú?, fuese igual a preguntar ¿quién soy yo? siendo tan sencillo saber quién eras, una niña de once años saliendo de su casa a la escuela con una naranja en la mano; tu voz que comenzaba bajito a cantar una melodía a medida que pelabas la cáscara y te echabas un gajo a la boca. el jugo se te deslizaba entre los dedos, por el mentón, y caía en la falda dejando aureolas pegajosas de diversos tamaños. te limpiabas los dedos en la chaqueta, restregándolos con fuerza y te reías. Una chica alta que tiene once años, pero parece de más edad, una niña cada vez más alta, once, doce y en el doce un perturbador silencio, no hay agua en los cristales, no hay rastros de tu paradero. no hay una celebración para tu cumpleaños número doce, porque quedas detenida en ese arco de meses. Ha pasado un año y cierran el expediente. Yo, una persona con las manos corroídas por la búsqueda en archivos, yo asomándome desde una portezuela lateral entre negativos de tu cara en afiches fotocopiados en postes de luz e imágenes virtuales en sitios de búsqueda. Mientras recojo la ropa de la cuerda, me demoro en la cocina comiendo y ningún olor a gas, ningún vértigo, estoy viva, lo que recuerdo de mi hija, aparte de su debilidad y su carraspera, es un pañuelo en la boca, me quedaba junto a la puerta durante las noches que sufría un ataque de tos convulsiva. Mi ropa envejeciendo; muñecas con vestuarios más caros que el mío tarta-

mudean frases en idiomas extranjeros. travesías incomprensibles en una maraña de esquinas, humareda de pájaros fritos, ascensores que no paran de subir. Hace cuánto tiempo nadie acercándose a mí. Usted, joven, ¿entiende?, no llore, de qué sirve llorar, quédese tranquilo que no hablo de usted, sino de mi hija, adiós, tal vez estas marcas de pulgares y huellas dactilares sirvan de algo, estas manchas en los carteles somos nosotras, ambas juntas en una antigua foto, queriendo decir «nosotras» y no podemos, yo intentando despedirme de mi hija e incapaz de abrazarla. Había noches en que me desesperaba imaginando recorridos y paraderos. ¿cómo nadie sabe una pista? antonia, ¿has escuchado la historia del hombre del saco?, es un viejo que lleva un costal en su hombro, vaga por las calles, cuando ya ha anochecido, en busca de niños extraviados para llevárselos a un lugar recóndito. no lo sigas, es un asustador de niños, shh, es de noche, alguien se acerca a la puerta, roza el pomo sigilosamente, una música amable tintinea en la oscuridad, una silueta se abre paso acompañada del chirriar de las bisagras, una sombra se extiende en las paredes. ¿Qué lleva en su bolsa? Mira a las niñas retorciéndose el labio con el índice y el pulgar, él fingía que se masajeaba el cuello. no te muestres nerviosa, no lo sigas. «¿aún estás ahí pequeña?». te lo advertí una y otra vez: «no aceptes caramelos de extraños.» He construido una hoja de navegación en las noches con el propósito de ayudarme entre los intervalos de la fiebre y el insomnio. lista para salir de nuevo, atenta a los trenes, empujada a las plataformas. viajaba para recoger aquello que tus ojos habían visto. espiando a los pasajeros, a sus equipajes, a los funcionarios de uniforme. Yo soy tu madre, no te abandoné, te he buscado en el callejón, en la estación


53-55 Jeftanovic ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:45 Página 55

de trenes y entre el equipaje, tú deberías estar conmigo, pero estoy empujando la puerta sola y estoy sentada frente a la máquina de coser callada, ni un fulgor de sopera ni del candelabro me devuelve tu compañía. el sillón en el lugar de costumbre, los marcos de fotos oblicuos. al principio se me antojó un vestido colgado de la barra de la cortina por un alambre de tendedero, ningún pedazo de cielo, solo un vestido al viento y sin dueña. el que era tu padre se cayó del todo, cayeron sus brazos, su espalda, una de las piernas sostenía el resto y ese resto se derrumbó, se fue, no supe más. Yo sigo en tu búsqueda como si hiciera los deberes. «no aceptes caramelos de extraños.» ¿te ocultas en la línea del horizonte? Un temblor deja una trizadura en los cristales, ¿siete años de mala suerte? los bulldozers de los permanentes proyectos inmobiliarios producen monótonas vibraciones. no me doy por vencida, antonia, tú debes estar reflejándote en algún punto de la ciudad, en algún fragmento de espejo. esa mañana después de colgar el teléfono, cuando me avisaron que cerraban el caso, me corté el pelo a tijeretazos. estuve casi una hora frente al cristal del baño, tomándome hebras que llegaban hasta la cintura y destellándolas con el resplandor de las tenazas a nivel de los hombros. Me detuve en tus zapatos junto a la cama; eran unos bototos azules y viejos, con los cordones abiertos, las suelas gastadas. Pese a los dos números menos, salí a la calle con ellos puestos. cuando miro en las vitrinas me doy cuenta en el gesto de mi rostro que los zapatos me quedan apretados, y de que llevo el pelo corto. sigo caminando por la acera a paso rápido. Me subo a buses, se cierran las puertas pido permiso y levanto los brazos para aferrarme a una barra, caigo despacio, resbalando, no hay donde caer. ¿Por dónde andarás?

«no aceptes caramelos de extraños.» tomo un vaso de leche mientras contemplo tu cara sonriendo en la caja. te recuerdo que para quienes vivimos en estas grandes urbes, pero encerrados en una habitación, lo importante es el derecho a la ventana. el derecho a ver más allá de quinientos metros una rama de árbol, un pedazo de cerro, aunque sea una estrella en el cielo. los días calendario avanzan y me hacen entender que caminas infinitamente con una madeja de lana enganchada al cinturón, que va desenredándose tras tus inquietas pisadas. dibujas laberintos con hilos de colores para que yo te siga en la búsqueda del corazón de la metrópoli. Me obligas a investigar en registros oficiales, testimonios de vecinos, datos ilegales. cruzo sitios eriazos, centros comerciales, plazas, siguiendo la caprichosa textura de tu bordado. sospecho que caminas en diagonal, odias como yo, la tiranía de la línea recta impuesta por los urbanistas. Por eso caes a las aguas, confundiendo calles y la lámina pulimentada. desde entonces, te sueño en un lugar donde desembocan todas las aguas, recorriendo un espeso bosque de manglar junto a un tigre de Bengala. antonia, cuando estabas conmigo observabas por la ventana, mientras yo, tu madre, semana tras semana, repetía los mismos gestos. Una niña entre la infancia y la adolescencia sale con una naranja, contando gajos, dejando un aroma cítrico como estela. ¿cómo nadie la vio? ¿cómo nadie sintió un radio de aire impregnado por el aroma del azahar? la cáscara más o menos gruesa y endurecida y su pulpa formada por once gajos llenos de jugo, vitamina c, flavonoides y aceites esenciales. se inquietaron las cigüeñas buscando cielo, quedó dormida la tarde del domingo, qué estrellas frías se cuelan por una trizadura de techo, despertando sola en la hora que temblamos de ternura. aquí está el detective ajustándose la corbata. Por amor,

fíjese en mí, busco a una hija que fue a la escuela con una naranja en la mano y no regresó más. deletrea la respuesta: «Hemos hecho todo lo posible y no hay pistas, nada». no me acuerdo de sus facciones, pero sí registro la manera de sacar los gajos de la naranja, de anunciar saliendo un «voy y regreso en la tarde vuelvo» y tomar una fruta para el camino. siempre avanzar en línea recta, siguiendo el perfil de la fábrica a lo lejos, al recinto bajo que divide el campo. tengo la esperanza de hallar una sandalia en el sendero. Por mientras, invento números telefónicos. Marco. cuelgo. voy enhebrado la tira de lana, ese hilo secreto. dibujas un laberinto con hilos de colores desde nuestra casa hasta la calle, ida y vuelta. antes de quedarme dormida dejo los zapatos a un costado de la cama. durante el día busco a un limpiabotas que lustre tu calzado para que el color azul no desaparezca. ¿Por qué todas las noches me duele tanto desamarrarme los zapatos? Yo en santiago de chile a salvo, no existo para mi hija, para mi marido que un día se marchó, ¿para quién existo? Unas pastillas blancas me empujan a un oscuro sueño. en la mañana descubro un cabello tuyo que quedó en la almohada y una carcajada estalla desde un lado de mi historia. desde ese día no hago más la cama, duermo entre cojines y frazadas en la tina del baño. cierro la puerta para que no se vaya tu olor, y un deseo se desliza por el vértice más metálico de la habitación. el dormitorio al final del pasillo queda clausurado. Yo musitando la vendimia postergada, mi oreja en dirección a tus labios y tus labios buscándome ciegos. ensayo infinitas carreras con tus bototos desde el baño hasta la entrada del cuarto. Por si vuelves. o por si alguna vez, abro la puerta y en realidad nunca te has ido. respiro hondo. Hay un sonido más allá del metal de las bisagras girando en la madera. Quimera 55


56-58 Bechdel ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:46 Página 56

Alison bechdel

“hAy que rehAbilitAr el nArcisismo” UNA ENTREvISTA DE CLAUDIA SALAzAR JIMéNEz FoTogRAFíA DE gREg MARTIN La autora de la celebrada novela gráfica Fun Home retoma la palabra con ¿Eres mi madre? (Mondadori), una exploración de los vínculos afectivos (y creativos) con su madre. —¿Para usted, cómo interactúan la escritura y los elementos visuales? ¿Cómo es su proceso de trabajo con los dibujos y los textos escritos? —Es difícil para mí pensar solo con palabras. Realmente necesito tener acceso tanto al lenguaje simbólico de las palabras como al lenguaje figurativo de las imágenes para transmitir mis ideas. No tengo una manera muy metódica de trabajar con esto, pero escribo en mi computadora usando el programa de dibujo Adobe Illustrator. En realidad no hago muchos dibujos a lápiz pero inicialmente tengo un esbozo de las imágenes que utilizaré en cuanto defina mis viñetas y escriba la narración y los diálogos. Cuando llego a la fase del lápiz y el bolígrafo, habitualmente la escritura cambia. Me doy cuenta de que puedo prescindir de cierta cantidad de textos ya que los dibujos transmiten la información necesaria. —Escribió Fun Home como una memoria de su infancia y de la relación que tuvo con su padre. ¿Eres mi madre? gira en torno a la figura de su madre, con quien conversa constantemente en el mismo libro, mientras lo va escribiendo. ¿Cuáles son las diferencias en la escritura de ambos libros? ¿Dirías que EMM es una secuela o es algo muy distinto? 56 Quimera

—No es una secuela. No tienes que haber leído Fun Home para leer ¿Eres mi madre? Supongo que la diferencia más llamativa entre ambos libros es que Fun Home es una narrativa más contenida, más discreta, sobre la relación con mi padre. ¿Eres mi madre? es un poco más extensa. No es solo

sobre la relación con mi madre, sino también sobre el yo y la naturaleza de la subjetividad. Creo que otra diferencia entre ambos libros tiene que ver con la diferencia entre padres y

madres. Donald Winnicott, el analista a cuyo trabajo sobre niños me refiero constantemente en EMM, escribió una vez que “el padre debe ser asesinado, pero la madre puede ser desmantelada”. Ese desmantelamiento ya es una historia más complicada. —El psicoanálisis está muy presente en EMM. Cada capítulo se inicia con un sueño suyo y además llevan títulos de los conceptos elaborados por Donald Winnicott. También hay múltiples referencias a Freud (especialmente a Interpretación de los sueños), al libro de Alice Miller El drama del niño dotado, y las sesiones con sus psicoanalistas ¿Por qué elegió esta aproximación para organizar la estructura del libro? —Me tomó mucho tiempo encontrar la estructura para este libro. Yo estaba contando una historia que tenía muchas capas: mi infancia, la vida de mi madre, la vida e ideas de Winni cott, las continuas conversaciones con mi madre, una relación amorosa cuando era una veinteañera, y algunas otras cosas. La historia que resultó no era cronológica —por decirlo muy suavemente—. Estaba intentando encontrar una manera de conseguir que estas cosas fueran coherentes, y descubrí una estructura que era cronológica. Tuve una serie de sueños muy impactantes mientras escri-


56-58 Bechdel ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:46 Página 57

ENTREvISTA

bía Fun Home, durante un lapso de varios meses. En retrospectiva, po dría decir que esos sueños describen, con un estilo de libro de texto, una transformación que se estaba dando dentro de mí, una batalla psíquica con mi madre sobre la expresión de la creatividad, sobre la expresión de mí misma. De esta manera, éste fue el marco en el cual colgué todo lo demás y usé el trabajo de Winnicott, Freud y Miller para dilucidar este proceso de transformación. —En EMM cita frecuentemente los Diarios de Virginia Woolf y su novela Al faro. Woolf dijo en un momento que la escritura de Al faro la liberó de su madre. ¿Siente algo similar? ¿Escribió EMM con esto en mente? ¿De qué manera ese proceso de internalización y expulsión de la voz crítica de la madre influye en su propio proceso creativo? —Yo estaba fascinada por ese pasaje de las memorias de Woolf sobre dejar de “estar obsesionada” con su madre. Entiendo a lo que ella se refería porque después de escribir Fun Home, sentí como que me había liberado de la voz crítica de mi padre. Entonces pensé, ¡fantástico! ¡Me voy a liberar también de mi madre escribiendo sobre ella! Lo cierto es que, hasta el momento, parece que no funciona de la misma manera. Yo diría que mi madre es menos amenazadora para mi psique estos días, pero ella aún está ahí, definitivamente. —Una característica muy importante de EMM es la simultaneidad de diversos tiempos, con una cronología problemática donde conviven diversos momentos de su vida y la vida de sus padres. También mezcla los puntos de vista de la Alison niña, adolescente y adulta. Esta simultaneidad es muy enriquecedora y tiene mucha relación con la manera en que recordamos y vivimos. ¿Fue muy complicado mantener esta simultaneidad narrativa a lo largo del libro?

—Se podría pensar que escribir sobre la propia vida es un asunto sencillo, pero para mí fue algo sumamente complicado. Para nuestro subconsciente, el tiempo realmente no transcurre. Todo lo que nos ha sucedido, todo lo que hemos pensado, está ahí mezclado y confuso. Yo quería representar esto, pero también necesitaba contar una historia que fuera coherente. Intenté trabajar haciendo asociaciones libres, como se hace en la terapia, como nos enseña Freud en Interpretación de los sueños. Pero eso no quiere decir que simplemente me sentase y escribiese cualquier cosa que se me viniera a la cabeza; mi proceso fue completamente deliberado. Encontrar e iluminar en el libro los vínculos emocionales entre las escenas y las ideas, ese era el trabajo que tenía que hacer. —Un crítico del New York Times mencionó que EMM “es como un edificio a medio hacer cuyo constructor

olvidó retirar los andamios”, pero personalmente pienso que se trata de una especie de “esqueleto” que funciona como una reflexión sobre el acto de escribir y que de eso se trata realmente el libro: una memoria sobre cómo escribir una memoria. Como dice su propia madre “es un meta libro”. ¿Qué piensa de esto? ¿De qué manera este tipo de construcción le permite escribir sobre si misma? —Pienso que Fun Home era un libro sobre la lectura. Mi padre fue un gran lector y fue a través de la lectura de algunos de sus libros favoritos como lo fui conociendo. EMM, por el contrario, es un libro sobre la escritura. Mi madre es una escritora frustrada y yo me convertí en escritora a pesar de ella y debido a ella. Por eso, el hecho de escribir un libro sobre ella es muy angustiante; desconfío mucho de mí misma y tengo que sobreponerme a eso, así como al temor de sufrir un ataque de ella por envidia. Y constantemente estoy cuestionando mis proQuimera 57


56-58 Bechdel ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:46 Página 58

pios motivos e intenciones. Mi madre está en lo cierto cuando dice que este es un metalibro, es un libro sobre su propia construcción. Yo diría que no se trata de que dejase el andamio puesto, sino de que dejé expuesta la infraestructura, ¡como el Centro Pompidou! —Dedicó varias viñetas a ciertas ideas sobre el narcicismo, incluso muestra la clasificación de los tipos de narcicismo derivados de la teoría psicoanalítica freudiana. ¿Qué hacer con el narcicismo? ¿Piensa que es un tipo de fuerza o instrumento creativo? —Pienso que el “narcicismo” tiene mala fama. Necesitamos rehabilitar esa palabra. Esencialmente lo igualamos con la vanidad y lo consideramos en términos morales, como un pecado mortal. Pero el narcicismo es un complejo proceso psicológico por el que todos transitamos durante la infancia. Algunos nos quedamos atascados en el camino y es difícil trabajar en ello cuando somos adultos. Creo que ese proceso de trabajar en ello puede ser muy poderoso en el aspecto creativo, si eres capaz de asumirlo. —EMM es un libro sobre la memoria y el proceso creativo, en el que se desviste y se expone de una manera muy personal. Desde este punto de vista, y considerando que estamos en una cultura de la exhibición, ¿qué significado tiene para usted la frase: “Lo personal es político”? —Llegué a la mayoría de edad a fines de los años setenta, cuando ese eslogan fue puesto en circulación por primera vez, y yo lo absorbí como si fuera agua de lluvia. ¡Quizá me lo tomé un poco demasiado en serio! Pero crecí en una familia dominada por los secretos, de varias maneras, y eso nos hizo muchísimo daño. Mi madre y yo hemos conversado sobre nuestras diferentes posiciones generacionales sobre este tema –ella pien58 Quimera

sa que lo ético es guardarte tu dolor para ti mismo, no exponerte a ti mismo o a los otros. Yo pienso que es más ético revelar las cosas, incluso si eso vulnera la privacidad de otros. Esa es la manera de conectar con los otros y lograr cambios. He contado historias muy íntimas sobre mis padres —pero para mí son también historias políticas, sobre las limitaciones que mis padres afrontaron al llegar a la mayoría de edad antes de que sucedieran los movimientos de liberación de la mujer y los movimientos gays—. —Algo que sobresale, tanto en Fun Home como en EMM es la presencia de libros y de la literatura en general. ¿Qué función les atribuye en sus memorias y en su vida? —En nuestra casa, los libros tenían el privilegio sobre la vida real. Eran un escape, eran una especie de realidad aumentada y también un medio para distanciarse de la realidad. Por eso, cuando escribo sobre mi familia parece que es siempre a través del lente de los libros, a través del tejido de lo que otras personas escriben sobre otras familias. Había una distancia estética en mi familia que era dolorosa. Pero ahora siento que puedo utilizarla, que puedo aprovechar todas esas referencias y alusiones literarias para reducir la distancia y poder acercarme a lo que realmente sucedía en mi propia familia. —EMM parece funcionar como un repositorio de su archivo personal: fotografías, notas de sesiones de terapia, recuerdos de relaciones románticas, notas de lecturas, dibujos hechos en su infancia, conversaciones con su madre. Aunque hay un archivo, deja también espacio para la interpretación de estos objetos, incluso para la elaboración posterior de aquello que no puede ser recordado directamente. ¿Cómo explora las relaciones entre memoria, imaginación y ficción?

—Algo que exploré en mi libro es el deseo de mi madre de que yo hubiese escrito Fun Home como ficción. Esto no solo porque ella siente que con la ficción no habría expuesto a mi familia de la manera en que las memorias lo hicieron, sino también porque ella privilegia la ficción sobre la no ficción. Así lo hace también el mundo literario. Como la mayoría de escritores de ficción, virginia Woolf sentía que se podía acercar más a la verdad cuando escribía ficción que cuando estaba constreñida por los hechos reales, como cuando escribía biografías. Pero yo prefiero el reto inverso de encontrar elementos de ficción en la materialidad de la vida real. La memoria y la imaginación son necesarios en la escritura, pero yo confío en mi memoria un poco más de lo que confío en mi imaginación. —“No se puede vivir y escribir al mismo tiempo”, dice en EMM. Pero poco después señala: “No pierdo de vista la ironía de estar escribiendo un libro sobre todo esto. Aun así, parece que no tengo elección”. ¿Qué significa para usted ser escritora hoy en día? ¿Cuáles son las conexiones entre la literatura y la vida? —Mi terapeuta siempre está intentando sacarme de la fantasía de que mi vida es una obra de arte, de que no hay separación entre mi vida y mi trabajo como escritora de memorias. Puedo ver cuál es su punto: que no puedes estar realmente presente en tu vida si estás ocupada escribiéndola. Pero yo me siento más viva cuando estoy escribiendo; y más comprometida con mi vida y la gente que es parte de ella cuando estoy intentando encontrar una historia. Esto es algo histriónico por mi parte, pero creo que parte del pacto que los escritores hacen con el mundo es que, en cierta medida, ellos abandonan sus vidas personales. No veo otra alternativa si tu trabajo es lo más importante para ti.


59 Lijtmaer ok.qxp:entr julia 19/02/13 14:46 Página 59

Cosas que en 2003 nunCa pensamos que pasarían y que diez años más tarde han pasado POR LUCíA LijTMAER 1. Que terminarían los grandes adelantos por libros. Que terminarían los adelantos de los libros y punto. Que la gente se autopublicaría, porque ya puestos, si te van a pagar cero por algo en lo que has trabajado durante años, ¿para qué hacerle la pelota a un editor? 2. Que existiría algo llamado “MEME”, que es una movida MUY FUERTE, de la que HABLAR TODO EL RATO o NO, rollo TODO LOCO y en mayúsculas. 3. Que las mujeres se harían algo llamado “anal bleaching”, un paso (o cinco) más allá de la depilación integral, ¿te acuerdas, tía, cuando solo nos depilábamos? Ahora se ve que hasta el ojo del culo tiene que parecer púber. 4. Que en las fiestas habría gente más jóven, más entusiasta, más joven, en definitiva. Y todos se harían fotos y las colgarían en internet, y para que tú comprobaras que beben y fuman y se drogan todos los días y al día siguiente pueden seguir bebiendo y drogándose y fumando todos los días y todavía ríen, oh sí, lo verías en las fotos. 5. Que la gente emigraría a Colombia y a Perú y a Ecuador. Por gente, entiéndase gente española. 6. Que existiría algo descrito como “timeline”, que se puede entender como una línea vertical digital de dimensiones infinitas donde la gente habla sola. 7. Que en el mismo timeline tendrías a quien habla de que no puede pagar la luz y quien explica como hacer

sushi casero. Que esa duplicidad sería una novela, la novela de alguien, algún día. Con varios chats. Con varias conversaciones a la vez. 8. Que habría un mundo circular llamado “facebook” donde el tiempo no existe. Que la productividad general de todo lo que nos rodea bajaría espectacularmente por eso. De los escritores, especialmente, preocupados por demostrar que ya no son los raritos del colegio, que ahora tienen vida social. 9. Que existirían micromundos que a veces se tocan, como membranas. Cada uno en el suyo. Cada uno en su sentimiento acuoso. Ese verdaderamente, se convertiría en el tema central de la nueva era. Las redes me dirían que lo más importante soy yo, así que no voy a salir de mí misma. 10. Que las cabinas de teléfonos serían solamente para los inmigrantes y que un domingo a la madrugada oiríamos suplicar a gritos a un chico ecuatoriano, arrodillado, moqueando. “Déjeme hablar con ella, se lo ruego por favor”. La escena más triste del mundo. La más triste. 11. Que la gente se drogaría con sonidos. Se acabó la ictericia provocada por la heroína. No más tabiques de platino para los pasotes de farlopa. Las ondas binaurales simulan los efectos de las drogas tradicionales, sin pasar por los destrozos físicos. Eso sí, del mono no te libras. 12. Que se popularizaría el folk agropecuario femenino. Y que sería la moda más espantosa, ridícula y sin sentido de la década. Tradicional

como un villancico. Sensual como agitar unas castañuelas. 13. Que las series serían el único motivo de conversación entre adultos, y sustituiría al fútbol y a “cómo te va en el trabajo si es que aún lo tienes” en casa de tus padres. ¿Has visto el último de Homeland? te salva de todo. 14. Que un gobierno elegido democráticamente indultaría a policías torturadores, que habría policías pegando a niños por ir a manifestaciones, que el tesorero del partido mayoritario mangaría 20 millones de euros y que no pasaría absolutamente nada. 15. Que un profesional de prensa de una editorial te vendería “una saga erótica romántica lesbiana de vampiras que va a ser un bombazo” con la cara seria. Y que te lo tuvieras que tomar en serio porque realmente lo iba a ser. 16. Que alguien reabriría el debate sobre la modificación de la ley del aborto con cierto éxito. Con cierto éxito para ese alguien. 17. Que en la calle oirías a una chica preguntarle a un chico qué tipo de música hace con su grupo y que él contestaría “Grunge de los setenta”, completamente en serio. 18. Que cada día irías a más fiestas de despedida de amigos que se van de tu ciudad y que cuando hablaras con ellos por Skype, cerveza en mano, os repetiríais, mintiendo: “¿Ves? ¡Es casi igual, no cambia nada!” Quimera 59


60 cupónsuscr copia 4:Maquetación 1 19/02/13 14:50 Página 60

c/ Juan de la Cierva, 6 (08339 Vilassar de Dalt – Barcelona)


61-64 Quiro?fano 352 ok.qxp:quirofano y escaparate 19/02/13 14:48 Página 61

EL qUIróFANo

Pornolectoras somos todos Las buenas chicas no Leen noveLas Francesca serra Península. Barcelona, 2013. 139 págs.

Cuando el personaje interpretado por Kate Winslet en la película Little Children (Todd Field, 2006) defiende que Madame Bovary es una novela feminista, lo hace apelando al “hambre por una alternativa” de la protagonista. Pero, a ojos de Francesca Serra, Emma Bovary “nace lectora, crece adúltera y muere consumidora”. Traicionada por esa voracidad con la que Flaubert decide encarnar a su ¿heroína?, se nos reta a observar obsesivamente ese cadáver, a retenerlo en la memoria durante la lectura de este “breve manual de autoconciencia”. Pues el objetivo de este artefacto despertador no es otro que el de dejar al descubierto a la Lectora como “figura edificante y meliflua”; un mito a desenmascarar dado que nos hemos acostumbrado a consumir “un relato heroico de emancipación en que el que creemos por comodidad”. Es por eso que Kate Winslet, arrellanada en el sofá de su club de lectura, justifica el deseo insaciable de la lectora-adúltera-consumidora Bovary. Serra prefiere reunir todo el valor del que una escritora hiperconsciente es capaz para decirlo bien alto: ese cadáver somos todas nosotras. Pero empecemos por el principio, el irrefrenable y feminizado deseo, representado por esa estratégica ficción que es la pornolectora. Definida por sus incontenibles deseos de leer, el “porno” de su nombre remite a lo obsceno y apela a aquello que el poder (patriarcal) no quiere que sea representado. En este caso, el sujeto mujer, eclipsado y convertido en objeto por obra y gracia del deseo. Entiende Serra lo pornográfico como “aquello que estimula los deseos masculinos y escenifica los femeninos”. En este contexto, la pornolectora no es otra cosa que una alegoría del consumo. Nace en el siglo XVIII, cuando el libro se convierte en mercancía, y toca de lleno el gran tabú de todas las épocas: la muerte. “Arte, sexo y muerte siempre tienen una cuenta pendiente con los hombres. Y estos se las ingenian, como pueden, para pagarla; por ejemplo, lanzando a la hoguera el cuerpo exánime y hermoso de una muchacha. El eterno maniquí, la muñeca hinchable”. La idea que vertebra el discurso de este ensayo es que “el terror del sexo masculino no es el deseo, sino el hecho de no poder satisfacerlo”. De ese miedo ancestral surgen las imágenes de las lectoras abandonadas a sus onanistas fantasías. Más potente que Madame Bovary ahogada en arsénico o Marilyn Monroe leyendo en bañador el Ulises de Joyce, es la idea de la Virgen María como pornolectora. Presuntamente refugiada en el código (la Biblia) —ese libro que no se devora, sino que se lee para aplacar el deseo— aparece en el regazo de la Virgen, de pequeño tamaño, como de bolsillo. En la Anunciación de Tintoretto (siglo XVII), el arcángel no pide permiso y el rostro de la Virgen tampoco parece indicar que la rotunda visión celestial le incomode. He ahí la representación de una escena casi arquetípica: el abandono, con un libro entre las manos, a la fantasía por la que María acabará deshonrada. La perfecta transformación del Lector en Lectora; y de la Lectora en una mujer perdida. La intensa lucha entre la virginidad y la excitación; entre la lectura como actividad intelectual y su sustitución por el deglutir extremo de Cincuenta sombras de Grey. Así, un Lector seducido se convierte, inmediatamente, en una Lectora. La pasividad es asignada femenina, aunque el retratado con un libro sea James Dean, pues todo aquello que toca lo femenino se ensucia, pierde su valor intelectual… es convertido en vicio. La Lectora, como instrumento crucial en la formación de la cultura moderna, cumple las dos funciones encomendadas: hacer dinero y potenciar la figura del intelectual varón, pues éste la necesita, ya sea para salvarla o para asesinarla “en el caso de que el demonio no la abandone”. La pornolectora Bovary, despedazada por Flaubert, nos recuerda que en este sistema, al que las mujeres hemos llegado tarde, no hay salida si jugamos con las reglas de los otros y nos refugiamos en la pasiva. Un equipaje pesado, pero necesario para despertar y dejar la ingenuidad a un lado. eLisa G. MccausLand Quimera 61


61-64 Quiro?fano 352 ok.qxp:quirofano y escaparate 19/02/13 14:48 Página 62

EL qUIróFANo

Literatura vanguardista de fin de siècle doctor GraesLer. Médico de baLneario arthur schnitzler Trad. de M. Esperanza romero Marbot. Barcelona, 2012. 152 págs.

Bienvenida sea la traducción al español de este relato —nunca publicado antes en España— de Arthur Schnitzler, un vienés vanguardista y rompedor de los moldes y tabúes de su tiempo. De Schnitzer se conoce en nuestro país la obra narrativa más destacada, aunque no su obra teatral —con excepción de La ronda (Der Reigen) y Anatol— que, sin embargo, no ha perdido actualidad. Nacido en Viena, en 1862, Schnitzler era médico y escritor. Interesado desde joven en la psicología, conoció y mantuvo correspondencia con Freud y supo reflejar este interés en su obra, lo cual habría de provocar escándalo y reportarle problemas con la censura, el estamento militar y la justicia (Liebelei, Professor Bernhardi, Der Reigen, Leutnant Gustl…). Su desenfadada presentación del deseo, la seducción, el poder o el adulterio chocaban con las convenciones morales de su tiempo que en buena parte siguen vigentes aún. recuérdese la película Eyes Wide Shut, de Stanley Kubrick, que hace pocos años dio a conocer al gran público la novela corta de Schnitzler Relato soñado. Su obra es valiente y rompedora no sólo en los temas sino también en lo formal —El teniente Gustl (1900) fue el primer relato en lengua alemana escrita en forma de monólogo interior, seguiría en este mismo registro La señorita Elsa (1924)—. La prohibición de representar sus obras teatrales estuvo vigente hasta 1982. Probablemente porque conocía mejor sus ambientes y su psicología, la mayoría de sus personajes tienen que ver con su propia vida; sus protagonistas son a menudo oficiales del ejército, médicos o artistas y éste es de nuevo el caso de Doctor Graesler. Médico de balneario. En consonancia con su interés por la ciencia freudiana, Schnitzler dedica muchas de sus narraciones a individuos —como el título anuncia— y al estudio de su idiosincrasia. El subtítulo, Médico de balneario, avanza un prototipo profesional de connotaciones negativas, que entra en conflicto con la convención social de fin de siglo: el supuesto refinamiento de los “pacientes” y de la atmósfera de los baños termales. Porque este médico soltero de cuarenta y ocho años, que ejerce su profesión a caballo entre balnearios de Tenerife y Berlín, se nos presenta como un individuo inseguro, egocéntrico y superficial que anda por la vida con el único objetivo inmediato de satisfacer su necesidad de compañía femenina, sin importarle nada más que la apariencia física y sin ser siquiera un Don Juan. Su debilidad de carácter y su egoísmo se manifiestan en todos los niveles: la ausencia de verdadera vocación médica en la reticencia que manifiesta de asistir a la única paciente realmente enferma que se le presenta, la nula relación que ha tenido con su hermana, con quien ha convivido muchos años antes del suicidio de ésta; la incapacidad de adquirir responsabilidad o compromiso también en lo personal, lo cual le lleva a cambiar constantemente de pareja sin pestañear ni sufrir la más mínima agitación emocional. La mediocridad esencial de Emil Graesler queda más subrayada aún por el carácter del personaje que el autor vienés le inventa como contrapunto: Sabine, una joven mujer resuelta, de notorio intelecto y segura de sí misma, que contrasta fuertemente con el “maduro” doctor. El relato ha sido llevado al cine en varias ocasiones; las más recientes A Confirmed Bachelor, por Herbert Wise, en 1973, en Gran Bretaña (BBC), con Sheila Brennan, rebecca Saire y robert Stephens, y en 1991, en Italia, Mio caro dottor Gräsler, por roberto Faenza, con Keith Carradine, Kristin Scott Thomas, Sarah-Jane Fenton y Miranda richardson. a nna rosseLL 62 Quimera


61-64 Quiro?fano 352 ok.qxp:quirofano y escaparate 19/02/13 14:48 Página 63

EL qUIróFANo

Un ente atávico y orgánico eL cuerpo abierto. representaciones extreMas de La Mujer en eL arte conteMporáneo irene ballester buigues Trea. Gijón, 2012. 516 págs. “No existe imagen del cuerpo sin imaginación de su apertura” dice el historiador del arte Georges Didi-Huberman en Venus rajada: desnudez, sueño, crueldad (Losada, 2005), traslación en papel de una serie de conferencias que ofreció en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, en 1998. resulta por lo menos llamativo que Irene Ballester Buigues ni tan siquiera mencione este librito en la bibliografía de El cuerpo abierto. Representaciones extremas de la mujer en el arte contemporáneo, trabajo de investigación con el que la autora se doctoró cum laude por la Universidad de Valencia. Llamativo, pues, dado que ese pequeño compendio de reflexiones en torno a la ambigua figura de la Venus boticelliana y a las siniestras esculturas anatómicas de cera realizadas en el siglo XVI por el florentino Clemente Susini ha de verse como un texto de referencia para aquel que pretenda adentrarse en las no demasiado agradables representaciones del interior humano. Ballester Buigues titula su trabajo con un sentenciador El cuerpo abierto, aunque pase por alto las muchas y grandes lecciones estéticas al respecto de Didi-Huberman en aquel libro previo. En realidad, El cuerpo abierto. Representaciones extremas de la mujer en el arte contemporáneo no es tanto un viaje por las profundidades de la plástica de las entrañas sino un volumen que reflexiona sobre las representaciones de lo femenino radical desde lo femenino en el arte contemporáneo y con especial énfasis en la escena latinoamericana. Hay que dejar este aspecto claro, pues quien confíe en ilustrarse en arte anatómico y en genios como Andrés Vesalio o Jacques Fabien Gautier D’Agoty, o en descubrir las aberraciones figurativas de malogrados surrealistas como Hans Bellmer, se topará con el libro equivocado. Sucede todo lo contrario: Ballester Buigues evita en lo posible mencionar toda tradición previa y masculina para centrarse en un abanico de artistas que tienen en Leonor Fini (Buenos Aires, 1907- París, 1996) y Frida Kahlo (Coyoacán, 6 de julio de 1907-ibídem, 13 de julio de 1954) su piedra de toque. De hecho, “L’Ange de l’Anatomie” (1949), en la que se puede ver un oscuro ángel cuya estructura interna queda a la vista, ilustra la cubierta. No es casual la elección, pues primero se trata de una de las obras más conocidas de Fini, realizada en oposición a la obra homónima de Gautier D’Agoty, segundo, resume a la perfección las pretensiones de Ballester Buigues. Si la pintura de Gautier D’Agoty mostraba la espalda abierta de una Venus, conjugando una mórbida sensualidad en un cuerpo herido y cosificado para el deleite del espectador masculino, la pintora argentina representa lo femenino no ya como un objeto, sino como una suerte de ave fénix mortuoria pero autónoma, de belleza frontal y desafiante. Tal es el denominador común de todas las artistas que aparecen en El cuerpo abierto. De este modo, el trabajo de Ballester Buigues funciona muy bien desde la perspectiva de género y sus intenciones no dejan lugar a errores. La autora busca incesante establecer un nuevo canon de artistas que trabajan con el cuerpo como un ente atávico y orgánico, lejos de la tradición de lo corpóreo como algo ajeno a nuestra subjetividad —Frida Kahlo, Iris Nava, Patty Chang, Marina Abramovic, Cindy Sherman, Annèe olofsson definen su identidad precisamente a través de la relación con el cuerpo—, y que hacen de sí mismas un sujeto político a través de la representaciones sin límites de su cuerpo. Pero, ¿debería ser la única postura desde la que acercarse a estas imágenes de cuerpos heridos, automaltratados, automutilados por y para la visibilidad de lo femenino? Sea como fuere, el viaje es apasionante. Sin embargo, y sumado a la ausencia del texto de DidiHuberman, hay que señalar el gran desacierto de la autora a la hora de seleccionar una filmografía para ilustrar esta constelación de cuerpos desollados y amenazantes. ¿Por qué la inane Las mujeres de verdad tienen curvas (2002), de Patricia Cardoso, y no la desgarradora Dans ma peau (2002), de Marina de Van? pauLa ruiz Quimera 63


61-64 Quiro?fano 352 ok.qxp:quirofano y escaparate 19/02/13 14:48 Página 64

EL qUIróFANo

El pasado impracticable tot aLLÒ Que una tarda MorÍ aMb Les bicicLetes LLucia ramis Columna. Barcelona, 2013. 224 págs.

La memoria es inestable hospedaje para los recuerdos; está constituida por retazos de realidad y pérdida. El olvido actúa como líquido corrosivo, como óxido que carcome cada acontecimiento difuminándolo hasta tornarlo presencia espectral. La evocación se revela infinitud y fugacidad al mismo tiempo. No en vano le da título a la obra de la tercera novela de Llucia ramis (Palma, 1977) un verso de Pere Gimferrer perteneciente al poema “Sistemes”. Como en sus dos anteriores libros, la autora se sirve de realidad y ficción para evocar pasajes hilados de un pasado inexacto, en mayor medida de su infancia y primera adolescencia, que se proyectan a su vez en el espejo del legado de la sangre. Con cada nueva vivencia, la tradición se reafirma y se fragmenta. La ficción es la brecha que se abre en la máquina imperfecta de la memoria. En este viaje de ida y vuelta en el que no existen la línea recta ni el camino más corto, la protagonista-narradora va soldando los puntos dispersos desde unas coordenadas convergentes, intentando trazar el bosquejo de su propia identidad, sin lograrlo jamás. Así, la memoria es mentirosa, es “el record d’una invenció” (pág. 182). Ese mecanismo convierte el pasado en anacronía, lo tritura en la túrmix de la percepción y lo almacena en la alacena de la mente para que mute, se pudra, se confunda. El resultado es el dios defectivo de uno mismo. A la inevitable imprecisión de las memorias se le suma la imposibilidad de comunicar, desde ese olimpo aislado, de transferir recuerdos: “El relat esdevé caricatura grotesca o resum amputat, monyó de cua de ca, o floritura cursi o informe belga” (pág. 193). La autora mallorquina introduce en su novela la reflexión sobre la insularidad y la traslada al ámbito del individuo. Así, sus personajes son territorios indómitos flanqueados por el océano sin fondo del recuerdo, del olvido. La escritura de Tot allò que una tarda morí amb les bicicletes revela la belleza y el caudal de la lengua catalana, su territorialidad y segmentación —introduce rasgos del dialecto mallorquín—. Enclava barbarismos como quien zurce banderas. quizá esta nueva novela, con respecto a las anteriores, muestre una mayor gravedad, una mayor seriedad, requiera una lectura más lenta. quizá la escritora haya canjeado la frescura por la demora y por el dilatado acto contemplativo. El lugar concedido a la pausa es mayor que en Coses que et passen a Barcelona quan tens trenta anys y Egosurfing. No obstante, continúa blandiendo el lenguaje al introducir frases como navajas afiladas, disparos certeros que le abren la carne al lector, le sacuden vehementemente, le dejan sin respiración y le expulsan de la tónica general de la narración. En esos momentos se revela el verdadero alcance de lo cotidiano. Se convierte este en uno de los puntos fuertes del libro y de la obra de ramis. Los personajes están dotados de cierta nostalgia y cierta oscuridad, contienen algo siniestro que dejan entrever incluso en sus procesos más lúcidos. En cierto momento, la narradora rememora un episodio de su infancia en el que lanzó una muñeca por la ventana para ver cómo la atropellaban. Lejos de pretender enderezar ese resquicio de tánatos, tal rasgo dota de profundidad, dejando constancia de la vertiente oscura presente en todo ser humano. Entre la novela y la autobiografía, Tot allò que una tarda morí amb les bicicletes se revela como una labor de honestidad y valentía en cuyo argumento convergen diversos planos que se reflejan los unos en los otros: presente y pasado, identidad y disparidad, ingenuidad y experiencia, miedo y aprendizaje, evolución y enfermedad. Porque la literatura y la supervivencia no son sino un juego de espejos. Marina p. de cabo 64 Quimera


65 Colaboradores 352 ok.qxp:colabo 19/02/13 14:48 Página 65

colaboran en este número Claudia Apablaza (rancagua, chile, 1978). es escritora chilena. el texto que publicamos en esta revista pertenece a la novela Goo y el amor (inédita en españa), con la que ha obtenido el Premio alba de novela 2012. Marina P. de Cabo (Palma de mallorca, 1979). librera en literanta llibres i cafè. Natalia Carrero (barcelona, 1970). es autora de soy una caja, traducida al inglés por amazoncrossing, y Una habitación impropia, ambas en caballo de troya. tiene una novela gráfica en vías de publicación. Liliana Colanzi (santa cruz, bolivia, 1981). es escritora. Vacaciones permanentes, su primer libro de relatos, apareció en tropo editores, el año pasado. Laura Díaz Herrera (lugo, 1973). es correctora editorial. Begoña Gómez Urzaiz (tarragona, 1980) se dedica al mercadeo de los caracteres con espacios y al abuso del neologismo en SModa, Marie Claire, el suplemento Cultura/s, Fotogramas y la revista Dazed&Confused. Belén Gopegui (madrid, 1963). escritora y guionista. Una de las más reconocidas de su generación. acceso no autorizado (mondadori, 2011) es su última novela. Paola de Grenet (milano, Italia, 1971). es fotógrafa e ilustradora. Ha colaborado con The Guardian, MarieClaire y Virginia Quarterly Review (e.e.U.U.), entre otros. obtuvo la beca FotoPres 07 (la caixa, barcelona) y el premio marco Pesaresi 2009 (Italia). www.paoladegrenet.com, www.3punts.com Ariana Harwicz (buenos aires, argentina, 1977). estudió guión cinematográfico, dramaturgia y un master en literatura comparada en la sorbona. matate, amor (lengua de trapo, 2012), es su primera novela. Josefina Licitra (la Plata, argentina, 1975). es periodista. en 2004 ganó el premio de la Fundación nuevo Periodismo Gabriel García márquez. Ha publicado en su país Los Impruden tes (tusquets) y Los otros: una historia del conurbano bonaerense (mondadori).

María Negroni (rosario, argentina, 1951). es una reconocida poeta, ensayista, novelista y traductora. en 2011 publicó Pequeño mundo ilustrado (eterna cadencia). Guadalupe Nettel (ciudad de méxico, 1973). es escritora. su libros de relatos Pétalos (2008), y sus novelas El huésped (2006) y El cuerpo en que nací (2011) han sido publicados por anagrama y han sido traducidos a diversos idiomas. Anna Rossell (mataró, barcelona, 1951). Ha publicado los poemarios La ferida en la paraula (2010) y Àlbum d’absències (2013), entre otros; así como las novelas Mondomwouwé (2011) y Aquellos años grises (2012). su último poemario, Us deixo el meu llegat per si algun dia (Oratori en XVII cants), se encuentra en vías de publicación. Paula Arantzazu Ruiz (barcelona, 1979). es periodista y critica de cine. Ha trabajado en La Razón o ADN y ha clausurado diarios como Factual. actualmente escribe en sensacine, el diario levante y el diario ara mientras prepara su tesis doctoral en estudios Fílmicos en la UPF. Lisbeth Salas (caracas, 1971). Ha centrado su trabajo en el retrato y la fotografía documental. es autora del libro Rostros y Decires sobre rafael cadenas, Infinitamente Serio sobre enrique Vila matas —editados por la cámara escrita— y El ojo en la letra (retratos de escritores venezolanos) por editorial alfa. Claudia Salazar Jiménez (lima, 1976). escritora, crítica literaria y gestora cultural. Un relato suyo de minificción ha aparecido recientemente en la antología ¡Basta! 100 mujeres contra la violencia de género (estruendomudo, 2012). Marta Sanz Pastor (madrid, 1967). es escritora. obtuvo el Premio ojo crítico de narrativa (2001) y el XI Premio Vargas llosa de relatos. su último libro es Un buen detective no se casa jamás. barcelona (anagrama, 2012). Samanta Schweblin (buenos aires, 1978). obtuvo el premio casa de las américas con su segundo libro, Pájaros en la boca (2009). Fue recientemente seleccionada por Granta como una de los “mejores jóvenes narradores en español” y acaba de obtener la última edición del premio Juan rulfo de Francia.

Lucia Lijtmaer (buenos aires, 1977). escritora y periodista cultural. es colaboradora habitual de www.sigueleyendo.es y escribe en prensa diaria y en la web www.lucialijtmaer.net

Tamara Villoslada (esquel , argentina, 1977). es ilustradora. Ha trabajado para revistas en españa, méxico o Ingalterra, y ha realizado exposiciones en buenos aires, córdoba, tokyo y barcelona.

Valeria Luiselli (ciudad de méxico, 1983). es escritora. su libro de ensayos Papeles falsos y su novela Los ingrávidos fueron publicados por sexto Piso y han sido traducidos a múltiples lenguas. Vive en nueva York con su familia.

Gabriela Wiener (lima, 1975). es escritora y periodista. Ha publicado los libros Sexografías (melusina, 2008) y Nueve Lunas (mondadori, 2009). trabaja como redactora jefa de la revista Marie Claire.

Valeria Meiller (azul, argentina, 1985). es editora en Dakota editora. Publicó los libros de poemas El recreo (2010) y Prueba de soledad en el paisaje (encoautoría, 2011). actualmente trabaja en la preparación de su próximo libro, El mes raro (2013).

Remedios Zafra (córdoba, 1973). es escritora y profesora de arte, Innovación y cultura Digital en la Universidad de sevilla y de Políticas de la mirada en la Universidad carlos III de madrid. Despacio (caballo de troya, 2012) es su última novela. Quimera 65


66 Polaroid.qxp:columnacerok 19/02/13 14:48 Página 66

polaroid

Traduttore, creatore Me han gustado siempre las traducciones que alcanzan la categoría literaria del disparate. Recuerdo todavía aquella que leí en Taschkent en 1965 sobre “la promoción de la mujer uzbeca bajo el socialismo” en la que el autor evocaba los tiempos de la abolida vestimenta islámica en unos términos que, para sorpresa del guía oficial, me provocaron una risa impropia de las circunstancias pero difícilmente contenible: “ellas andaban interceptadas por tupidos velamentos”. Por ello mismo, considero la versión, tan creativa como recreativa del cuento “Mister Campbell y su bastón”, integrado en la narrativa de Tres tristes tigres de Cabrera Infante, como uno de los mejores textos de cualquier antología seria del humor: el mal traductor es enhestado de golpe a la esfera del creador involuntariamente genial. Reproduzco ahora en la misma jerarquía estelar el menú del figón de un pueblo del Atlas, que me apresuré a fotocopiar como ejemplo de dar en el clavo sin poner la herradura. Al llegar a lo de Vistoso, a través del Panache o Panaché franceses, decidí otorgarle in situ el Premio de Oro de la mejor traducción. Juan Goytisolo

66 Quimera


01 PORTADA Y CONTRA 352.qxp:PORTADA 282 19/02/13 16:05 Página 4


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.