SERMÓN DE LAS 7 PALABRAS Cúcuta vista desde diversos ángulos, a la luz de lo dicho por Jesús en la cruz.
PRESENTACIÓN Jesús, en la cruz y a punto de expirar, envió los últimos mensajes a la humanidad. Hoy, por lo que vive el mundo encerrado por la pandemia, cobran actualidad esas palabras y resuenan en cada momento. **
A pesar del dolor físico que lo ahogaba, Jesús tuvo tiempo para pedir perdón por quienes lo hacían sufrir. Ese clamor va dirigido a quienes cargan con los bienes públicos y no cumplen con los trabajos en favor de los menesterosos y desprotegidos. PRIMERA PALABRA. "Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen..." (Lc.23,34). A cargo del padre FABIÁN STAPER, párroco de Cristo Resucitado, en la urbanización Niza.
En el evangelio del médico Lucas, el evangelio de la misericordia, Jesús empieza con la palabra Padre y todos sabemos que en la cruz está orando, en contacto con el Padre, que lo fortalece, que lo anima, pero también le permite experimentar lo que asumió, la humanidad. Por eso, en la cruz, contemplamos lo humano y lo divino de Jesús, el Dios con nosotros, el Emanuel, que siente el abandono, que siente la soledad. Pero hoy muestra la dignidad de Dios, el Dios que es Padre misericordioso. En esta primera palabra quiero definir a Jesús como la parábola de la misericordia del Padre. Los evangelios nos muestran parábolas de la misericordia. La palabra del padre misericordioso, mal llamada parábola del hijo pródigo, la parábola de la oveja perdida, la parábola de la dracma perdida, Pedro que le pregunta a Jesús. ‘Maestro, ¿cuántas veces tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?’ Y Jesús le responde, ‘no te digo hasta 7 veces, Pedro, sino hasta 77 veces 7’. Es decir, perdonar siempre.
Digo que Jesús en la Cruz es parábola de la misericordia y del perdón, porque lo que enseñó por medio de parábolas, palabras y signos, hoy se encarna en Él para que lo encarnemos nosotros. “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. No sabemos lo que hacemos, porque el eclipse del pecado original ha embotado nuestra mente y nuestro corazón y nos cuesta comprender la lógica de Dios. Nos cuesta contemplar el misterio. Y dentro de la lógica de Dios, hay algo ilógico, perdonar hasta a los enemigos. Perdonar a los que nos ofenden, bendecir a los que nos injurian y nos calumnian. Eso es ilógico. Eso no cabe en la razón. Eso se lee y se comprende solo a la luz de la fe con la sabiduría que nos viene de Dios, como don del Espíritu Santo. La ley del talión del judaísmo, sigue viva en nuestra mente y en nuestro corazón, ‘ojo por ojo, diente por diente’. Me la hace me la paga, dentro de la lógica humana.
Jesucristo, parábola de la misericordia, hoy en la cruz nos enseña que en los momentos más difíciles de la vida debemos perdonar. En los momentos de la tribulación, como nos muestra hoy desde el árbol de la vida, el árbol de la cruz. En lo más profundo de su agonía, aflora el perdón que Él encarna. Jesucristo encarna la misericordia del Padre, por eso, hoy Viernes Santo, contemplando al crucificado, contemplando su corazón abierto, dejémonos seducir por su gracia y dejémonos llenar por su amor y su misericordia, para ser capaces de perdonarnos a nosotros mismos. Cuántas heridas, cuántos resentimientos, cuántas recriminaciones, para nosotros en el corazón cuando no alcanzamos las metas, los objetivos, los logros, los ideales. Perdonemos al otro. Cuánto resentimiento guardado en nuestro corazón, conservando una amargura del pasado, dejando pasar el presente e impidiendo que actúe la gracia en nosotros, y preocupados por la incertidumbre del futuro, especialmente en este tiempo del coronavirus.
Este obstáculo para la familia, como lo es la pandemia, nos ha dado potencialidades, volvernos a reunir como familia, volvernos a encontrar, volvernos a escuchar, volvernos a mirar a los ojos, mirarnos a la cara y compartir juntos. Que el perdón sea la experiencia que nos ayude a crecer y a renovarnos en familia. ‘Padre, perdónalos porque o saben lo que hacen’. No pecamos por malos. Pecamos por ignorantes, porque como humanos hacemos el mal que no queremos. Dejamos de hacer el bien que sí queremos. La parábola de la misericordia y de la cruz, que es Jesucristo, nos enseña que donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia. Reconciliarnos y perdonarnos, claro que se puede.
El ladrón bueno escuchó la promesa soñada. Así, las escuelas y los colegios públicos sueñan con ver solventados los problemas que acusan por diversas razones, que van desde lo económico hasta lo profesional. SEGUNDA PALABRA “Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc.23,43). A cargo del magíster en investigación LUIS JESÚS BOTELLO, docente en el colegio Misael Pastrana Borrero, de Cúcuta.
"Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido». Hoy, los padres de familia y los estudiantes de escuelas y colegios oficiales en Colombia se encuentran en una incertidumbre al pensar ¿qué pasara con el año escolar? Como bien es conocido, el gasto en educación se ha canalizado especialmente en el rubro de funcionamiento; es decir, en el pago de docentes y personal administrativo, Desplazando recursos a favor de la calidad, entre otros, la inversión en textos, laboratorios, bibliotecas, computadores e internet (buena conectividad), para solucionar el problema en el que se encuentran inmersos los estudiantes de Colombia, en su mayoría, por la pandemia que nos agobia, y que volvió a mostrar las inmensas inequidades de nuestro país. En este caso, en acceso a la virtualidad y conectividad. Lo que debería ser un derecho, en Colombia, sigue siendo un privilegio.
También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!» ¿Cuántos de los estudiantes se podrán salvar de esta situación que vive la educación oficial en Colombia? Según datos estadísticos propios, solo el 30.4 % de los hogares cuenta con al menos un computador que tiene herramientas básicas como Word, Excel y Power Point o similares, y cuenta con servicios de internet o datos de manera continua y parcial, para estudiar en las plataformas de los colegios y del Ministerio de Educación. Y si habláramos de las zonas rurales, tan solo el 9 % de los jóvenes dispone de un computador. En Cambio, el 83.9 % de estudiantes tiene teléfono móvil de tipo inteligente y cuenta con servicios de internet o datos de manera continua o parcial, lo que podría facilitar el trabajo por Whatsapp o Facebook.
Había encima de Él una inscripción: «Este es el Rey de los judíos.» Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!» Seguramente, nos vamos a salvar todos. Primero, con la gracia de Dios que todo lo puede, y luego, se aplicarán estrategias de tipo académico, se utilizarán recursos metodológicos, pedagógicos y tecnológicos para que los estudiantes desarrollen las actividades programadas virtualmente que ayudarán a repensar la educación, y, de esta manera, los estudiantes no tengan dificultad al finalizar el año escolar, y todos pueden ser promovidos. Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.» Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.»
No debemos tener miedo, ni sobresaltos, ante esta situación de pandemia con respecto a la educación, solo debemos “estar en casa”. Y, seguro, con la solidaridad de los que tienen que ver con el proceso enseñanza aprendizaje, Ministerio, Secretarías de educación, instituciones educativas, profesores, padres de familia y estudiantes van a tener tranquilidad. En épocas de incertidumbre, miedos y encierro, la prioridad es la salud mental, empezando por los niños. Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.»" Después de esta pandemia, la crisis en educación, salud, servicios de saneamiento básico, trabajo, seguridad, entre otros, cambiará en Colombia. Específicamente, la desigualdad social, los presupuestos destinados para la educación, los bajos salarios y los requisitos para los maestros y la desfocalización de los recursos serán tareas que los gobernantes del orden nacional, departamental y municipal deben ajustar para dar solución a la problemática social en Colombia y sus regiones.
María, en representación de las mujeres del mundo, recibió al hijo para que lo cuidara, lo educara y lo condujera por el camino recto. Hoy, muchos niños permanecen en la calle, abandonados a su suerte, por decisión del padre o de la madre que los dejan vivir a sus anchas. TERCERA PALABRA “Mujer, ahí tienes a tu Hijo… Ahí tienes a tu madre” (Jn. 19, 26). A cargo de CLAUDIA FORERO, administradora de empresas.
Jesús confía al discípulo Juan que cuide con particular amor a María; también se la confía, para que la reconozca como su madre con las palabras: "Mujer, he ahí a tu hijo". Desde lo alto de la cruz se dirige al discípulo amado, diciéndole: "He ahí a tu madre". Con esta expresión, revela a María no solo como la madre del Salvador, sino de los redimidos. Ojalá, entendamos las palabras de Jesús, “He ahí a tu madre” y respondamos como verdaderos hijos a su amor materno. Es por ello que los católicos comprendemos el sentido del culto mariano en la comunidad eclesial. Nosotros, discípulos de Cristo, entendemos el mensaje de Jesús y tomamos una actitud de amor y confianza en María, y la reconocemos como nuestra madre. Juan acogió a María y con su ejemplo nos invita a que la tomemos también como nuestra madre y sigamos su modelo de mujer valiente, piadosa, serena, pura, responsable. Ella es el camino a Jesús, a nuestra salvación y es ella como nuestra madre quien intercede por nosotros ante el Padre.
El discípulo acoge a María y desde entonces comienza la maternidad espiritual de María y la primera manifestación del nuevo vínculo entre ella y los discípulos del Señor. Sigamos el ejemplo de María y acojamos a los niños que en nuestros pueblos y ciudades están en la calle, sea porque perdieron a sus padres, o porque estos los abandonaron en medio de la violencia que se vive en sus hogares, o porque se dejaron convencer por un mal amigo, o un jíbaro y cayeron sin que puedan salir de las redes macabras de las drogas, o porque su padre o su madre no entienden que no debería estar trabajando largas jornadas para ayudar a la casa pidiendo limosna, sino que, por el contrario, debería estar en la escuela recibiendo educación para salir adelante en lo personal y ayudar a salir de la mala racha en la que está la familia. ¿Cómo podemos ser esas madres o padres que estos niños necesitan? Estamos llamados a dar muestras de caridad con estos pequeños, somos indolentes y poco o nada estamos haciendo.
La reflexión de estos días debe movernos a ser solidarios y los niños abandonados no son la excepción. Todo lo contrario, deben ser una prioridad para los cristianos. Todos los santuarios marianos en el mundo dan cuenta de las maravillas que hace la gracia por intercesión suya, pues ella es la madre nuestra. Y como madre le duele nuestro dolor y la angustian nuestras penas. Pidamos, hoy, por esos padres que se olvidaron de ser buenos o nunca lo fueron, para que su corazón cambie y entiendan la gran misión que tienen por delante de educar con amor a sus hijos, cuidarlos y respetarlos. Pidamos por esos niños que se dejaron llevar por las drogas y que perdieron el camino. María, intercede por esos hijos que están perdidos y acércalos a ti y guíalos en el camino a la salvación. Confiemos que todo cristiano, a ejemplo del discípulo amado, "acoja a María en su casa" y le deje espacio en la vida diaria, reconociendo su misión providencial en el camino de la salvación.
Los deportistas, en especial los aficionados, afrontan situaciones calamitosas para prepararse con miras a alcanzar la victoria. En el camino dejan lágrimas propias y esfuerzos familiares, mientras lo que deberían ayudarlos se reparten el botín para beneficio propio. CUARTA PALABRA “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?” (Mc. 15, 34). A cargo del periodista deportivo OMAR ROMERO, redactor del tabloide cucuteño Q’hubo.
Este uno de los momentos más difíciles que tuvo Jesús, y esperaba que el Padre no lo dejara solo cuando más lo necesitaba. Cuántas veces hemos sentido el abandono de Dios. ¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora? ¿Qué he hecho? Y más en la situación que se vive el mundo. Este tiempo de zozobra y de miedo que ha generado la pandemia, también ha llevado a la angustia económica, social y, sobre todo, espiritual, pidiendo y abogando a Dios para que todo se solucione y retomemos nuestras actividades normales. El deporte y los atletas, en las diversas disciplinas, no han sido ajenos de pasar de momentos de alegría en sus carreras y logros, a vivir una situación tensa y preocupante por lo que puede ser el futuro a raíz del COVID-19. Todos los certámenes deportivos han sido aplazados o cancelados. Los deportistas profesionales tienen ventajas; sin embargo, también sufren. Pero el atleta aficionado depende de lo que puedan brindarle su familia y en contados un patrocinio o apoyo adicional del Estado o privado.
En el entorno local, deportistas y entrenadores viven momentos de abandono por parte de los institutos departamental y municipal del deporte, Alcaldía y Gobernación. Piden a gritos que los ayuden. Gran parte del trabajo que cumplían de cara a las competencias se fue a pique. En todos genera tristeza, que se refleja en la cruz del dolor, por la impotencia de un padre llamado Estado que los ha olvidado. Se sienten solos más allá de la situación generada por la naturaleza y no cuentan con esa voz que les dé una luz de esperanza. Esta Cuarta Palabra, pronunciada por Jesús crucificado, representa para los deportistas el mensaje de regaño al Estado, que por más peticiones y ruegos no han sido escuchados y se sienten abandonados. Son seres que han dedicado la vida a darles alegrías al país, al departamento y a la ciudad. Su pecado, tal vez, ha sido ese, dar una alegría después de tanto sacrificio, esfuerzo y trabajo, para alcanzar la gloria de la eternidad deportiva. “¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué los has abandonado?”.
La sed es de las necesidades físicas que más desesperan al ser humano. No tener agua para calmarla es hasta enloquecedor. Así, viven algunas comunidades cucuteñas, mientras los ríos se contaminan por acción del hombre. QUINTA PALABRA “Tengo sed” (Jn. 19,28). A cargo de MARIO CAICEDO, reportero gráfico del rotativo cucuteño Q’hubo.
Todos sabemos de la fuerza que tiene la sed como necesidad profunda del organismo. Es de las sensaciones que desesperan, de las sensaciones que abruman por completo a los demás sentidos y hasta a la conciencia. Quizá, con esa sed viven los habitantes del asentamiento La Fortaleza, que llevan 10 años pidiendo la legalización del sector donde viven. La misma sed con la que la Fundación V&C (Vergel y Castellanos) cobra recibos a millares de cucuteños que aún comparten pila pública, como en el siglo antepasado... Mientras posan de fundación caritativa y filántropa. Tener sed es de las sensaciones más agobiantes que puede vivir un ser humano. Tener sed es tan desesperante que obliga a los dadivosos a crear bonos de agua, como lo hizo Alberto Carrasquilla, en 2003 y 2007, cuando era ministro de Hacienda del excelentísimo y eterno presidente Álvaro Uribe Vélez. La cifra ascendió a la nada depreciable suma de $ 440.000 millones, de los cuales nueve municipios de Norte de Santander se vieron afectados.
Ocaña, Los Patios, Ábrego, Cácota, Chitagá, Convención, La Playa, Teorama y Villa del Rosario se endeudaron entre los $ 2000 millones y los 7000 millones, siendo este el caso de Ocaña. Municipios que hoy siguen con sed y sin alcantarillado, situación complicada que los deja en un panorama desolador y sin saneamiento básico, por lo menos para un futuro inmediato. (Ni que decir de La Guajira) Santa Teresa de Calcuta tuvo una experiencia mística profunda con esta palabra. Fue tal el impacto en su corazón al oír a Cristo decir: “tengo sed”, que se propuso que todas sus misioneras llevaran por el mundo este mensaje, enseñando que la sed de Cristo es recordar cuál era esa meta que lo movía, recordar la sed Cristo es recordar toda su misión en la tierra, recordar la sed Cristo es recordar la dirección fundamental de su corazón, que tiende a la gloria del Padre. Palabra e intensión que olvida a diario nuestra clase política, a quienes los nueve solo la avaricia, el ansia de poder y el enriquecimiento ilícito, sin importar que miles de cucuteños tienen sed.
Sin medir las consecuencias de financiar sus campañas y sus bolsillos con el dinero de “apenas” los estudios del Embalse del Cínera y del Acueducto Metropolitano. Mientras tanto, niños de primaria en la vereda El Tabiro, en Ricaurte, en Filo Gringo, en San Pablo, en Las Acacias estudian con sed. Podríamos responder tan solo con darnos cuenta que las necesidades de la ciudad son múltiples, pero nuestra clase política se empeña en ocultar las más profundas y mostrarnos las más superficiales y, aun así, no tienen voluntad de solucionarlas. Para ellos es más fácil posar de filántropos, es más fácil mostrar que a los necesitados se les lleva una caridad cuando más les urge, una frazada, agua potable y unos alimentos en una situación difícil, como la que vivimos y que lo vea el mundo. Pero les cuesta entender que la sociedad necesita descubrirse como personas, tener educación de calidad, tener un sistema de salud que no esté lleno de trámites.
A la sociedad debe dársele la posibilidad de descubrir su dignidad como persona mediante la educación y la igualdad, y no viendo cómo los poderosos se posan sobre sus necesidades y crean dependencia de la migaja que les pagan. Esas son necesidades ocultas y burladas, como burlaron la sed de Cristo en la cruz. Ese es el problema de olvidar la sed de lo profundo, que solo vivimos con la sed de lo superfluo. Es abril, y necesitamos el agua como todos los días. La semana pasada clamamos por lluvias para menguar el humo que tanto nos preocupó. Necesitamos las lluvias para que el agonizante río Pamplonita respire y para que de los cultivos broten frutos. Necesitamos las lluvias como Cristo necesitó agua en el calvario. Es abril y aun no tenemos lluvias mil.
Los momentos de angustia generados por la enfermedad que cubre a la humanidad y acaba con la vida de los seres humanos, agobian a diario y han mermado la tranquilidad en los países. Aunque pareciera que todo está consumado por la pandemia, quedan luces de esperanza. SEXTA PALABRA “Todo está consumado, todo está cumplido” (Jn. 19, 30). A cargo de JORGE OMAR PABÓN, médico nuclear.
El fin de las horas de Jesús lo llevan a exclamar esa frase con la que le rinde cuentas al Padre. La misión está concluida en la tierra. La participación en el plan de salvación llegó hasta el final, cumpliendo con las profecías. La culminación de su vida terrena está cerca. Jesús en su hora última nos recuerda que no en vano sufrió y padeció para que encontráramos en su sacrifico la salvación de nuestra alma. El padecimiento ha superado los límites humanos y el dolor lo vence. Sabe que el final pronto llegará, por lo que no deja de orar, de comunicarse con el Padre para rendirle cuentas y dar su parte, el haber hecho la voluntad del Creador. Pasamos momentos de angustia, estamos con temores, una enfermedad ha cubierto la tierra y en algunos lugares arrasa con la vida de muchos de nuestros hermanos, especialmente ancianos, los sabios y los expertos en la familia, en el barrio, en la comunidad. Las noticias cada día nos agobian con las estadísticas y dan cuenta del avance a nuevos territorios.
Expresan en números los infectados y fallecidos a causa del mismo mal para el cual no tenemos remedio. Nos hemos quedado en la casa para protegernos, para evitar el contagio, para huir a la muerte, para cuidarnos entre nosotros, para ser solidarios con los demás. No estamos cercanos al fin, si permanecemos unidos y con fe oramos para que este mal pronto pase, que la curación definitiva llegue, que podamos volver al trabajo, a la vida normal de familia y como miembros de una colectividad. Hoy, de manera diferente a otros años, las manifestaciones masivas de fe en los templos y las procesiones no pueden darse y la Iglesia, fiel a su responsabilidad social, mantiene cerrada la casa de Dios, lo cual nos mueve a reservar momentos de oración y comunicarnos con Dios para pedirle por nuestras familias, parroquias, ciudades y país. Por el mundo entero que vive momentos de tribulación y más que nunca se aferra a la fe salvadora del plan trazado por Jesús y ejecutado en su vida y pasión.
Nuestras oraciones en el hogar y en familia van dirigidas a Jesús para que nos proteja. No es el fin. Es el momento del reencuentro desde la fe con todos los que amamos verdaderamente. Es, también, el tiempo de pedir que esa fe nos sea acrecentada; también, la confianza en el Salvador y pedirle por los que pasan momentos de dificultades, bien sea por esta enfermedad o por las consecuencias que se derivan de la falta de empleo, de ingresos, la soledad de algunos y las carencias de otros. Hagamos una reflexión para encontrar el consuelo que necesitamos urgidos hoy en tiempos de pandemia: Jesús, en la salud alaba, en la desgracia purifica, en la enfermedad redime y en la muerte dolorosa salva. Es el Cristo presente en el hombre de hoy que experimenta el dolor, el sufrimiento y la muerte para resucitar y para nunca más morir. Con la fe que no se quiebra pasaremos esta situación, porque Jesús antes de su muerte nos bendice y nos salva.
La ciudad y el departamento han afrontado en los últimos meses el ataque de la pandemia y el sofoco del humo que menoscabó el aire que respiramos. La mirada pasiva de las autoridades civiles para atacar estos problemas ha aumentado el desespero de los habitantes, que reclaman mayor atención oficial. SÉPTIMA PALABRA “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc.23,46). A cargo de JOSÉ FERNANDO BAUTISTA, exalcalde Cúcuta.
Cuando uno mira la historia de Cúcuta encuentra una época floreciente que nos convirtió en una ciudad que lideraba la innovación y la modernidad de Colombia. Fuimos pioneros en la aviación, en el ferrocarril, en las artes, los primeros en tener electricidad, cine, una ciudad cosmopolita con americanos, europeos, árabes, venezolanos y, por supuesto, todas unas generaciones de nortesantandereanos activos, trabajadores y capaces de convertirla en el motor que empujaba el vanguardismo nacional. Cómo pasamos de eso a lo que hoy tenemos, porque destruimos todo y no hemos podido construir nada importante después de que el país empezó a construirse a finales de los años 50, luego de resolver el eterno conflicto interno entre conservadores y liberales, con el acuerdo del Pacto Nacional, y definir los centros de producción y los poderes regionales, como hoy los conocemos. El aporte de la región al PIB Nacional habla por si solo del fracaso productivo que nos ensombrece.
Detrás de esa famélica capacidad de generar riqueza vienen la pobreza, los conflictos sociales y la violencia, inevitablemente. De ser una potencia exportadora de café y cacao, pasamos a ser inexistentes en la exportación de estos frutos que son nuestra identidad agrícola de exportación. Seguramente, hay muchas razones, pero la única que encuentro central en este desastre es la clase dirigente. Pasamos de tener líderes capaces de apalancar la construcción de un ferrocarril binacional, de casi 170 kilómetros, de impulsar la exploración y la explotación del petróleo, de fundar el Instituto de Bellas Artes cuando la mayoría de ciudades de Colombia no soñaban ni siquiera con algo parecido, de tener la Terminal de Transportes más moderna del país. Pasamos de ser una urbe, donde los habitantes veían los logros y los avances de la que era la más moderna ciudad del eje binacional, a una ciudad con una enorme población donde cada día hay más problemas.
Otra razón para entender el atraso, creo que está en que abandonamos hace mucho tiempo a El Catatumbo, en lugar de haberlo entendido como el motor de la economía regional con enormes posibilidades en turismo, minería, agricultura e hidrocarburos. Hay que resaltar que cuando no hay dirigentes fuertes y reconocidos, la ilegalidad avanza y solo podemos contar la historia de la violencia generada por la guerrilla y luego por el paramilitarismo, generando el desplazamiento continuo durante 40 años de miles de pobladores. Hoy, recogida esta tragedia en una nueva forma por medio de las Bacrim y cárteles que se apoderaron de El Catatumbo y que solo aportan violencia, corrupción y muertos. La ciudad (entendida como Área Metropolitana de Cúcuta) hoy tiene el más alto índice de personas sin trabajo e informalidad laboral de todas las grandes urbes colombianas, con la resultante inseguridad. Todo esto potenciado por el coronavirus-económico, lo que debe estar llevando el desempleo del 18 % al menos al 23 %, lo cual es una calamidad pública.
¿Qué hacer entonces? Propongo unas acciones que creo son las adecuadas para invertir la coyuntura reseñada: 1. Hoy debemos concentrarnos en resolver la pandemia por la alta exposición que tenemos y que nos puede agravar la situación, debido a la porosidad de la frontera y la baja capacidad de atención en salud que tenemos. Tenemos una capacidad en este sector como el de una colonia respecto a Bogotá y Bucaramanga. 2. Imponer el pico y placa para el trasporte publico, carros, motos y de personas por genero en pares e impares. Las mujeres y vehículos que terminen en numero par no salen ese día y los impares en su día. 3. Nadie puede salir a la calle sin tapabocas. 4. Implementar la capacidad de aumentar las pruebas de Covid 19 en Cúcuta para Norte de Santander. 5. Aumentar el numero de UCI y respiradores en el departamento para solventar el pico que creo en Colombia se dará a finales de mayo. Mantener la recomendación de que mientras no sea necesario no salgamos a la calle.
6. Después de que el gobierno nacional levante la cuarentena, permitir en los primeros 15 días a la gente ir a las empresas industriales en primer término y luego hacerlo en los 15 días siguientes para los demás negocios, manteniendo el pico y placa de pares e impares para vehículos y personas por género. 7. Luego, tenemos que concentrarnos en ayudar a los cucuteños. Llegó el momento de revisar de verdad los costos de los servicios públicos que son altos e implementar la modernización de la infraestructura regional, dándoles prioridad a la vía a Tibú y a la repavimentación de la vía Pamplona – Chitagá, y de manera conjunta con Santander pavimentar los kilómetros faltantes de la carretera central. 8. Rebajar los impuestos predial e industria y comercio, y los demás tributos municipales y departamentales por el primer semestre del 2020. Todos ponemos, pero solo para los que paguen cumplidamente a partir de junio 30. 9. Lograr que las ayudas para las pymes y pequeñas empresas, los créditos y ayudas de salarios lleguen efectivamente a la región.
10. Crear y darle facultades y presupuesto a una Consejería en la estén el sector privado, la Gobernación y la Alcaldía de Cúcuta para el Catatumbo. Hay mucho más, pero estas son las inmediatas y urgentes para solventar y disminuir el efecto del coronavirus en la salud y la economía regional. Nada va a cambiar para mejorar si la mayoría de nortesantandereanos sigue votando por las razones equivocadas como lo son el dinero, el cemento, los mercados, las promesas reiteradamente incumplidas de puestos en entidades públicas. Escojamos buenas personas, honestas, preparadas, con logros y visión amplia que les permitan ayudar a invertir la tendencia autodestructiva de la región. Sin buenos líderes no tendremos buenos gobiernos, y sin ellos, solo repetiremos los últimos 20 años nefastos.
PRODUCCIÓN PERIODÍSTICA
Abril de 2020