Amar es tu decisión y ser libre para hacerlo es tu derecho
Dos almas, dos seres, dos hombres que se aman….y sienten que pueden en cada mañana ver su árbol, su parque, su sol, como tú y como yo. No somos Dios. No nos equivoquemos otra vez.. Pablo Milanés
Raúl Quintero Misas Documento: 98 621 763 Programa académico: Derecho
¿Cómo es uno de aquellos despertares en los que del fondo de nuestra almohada emerge impetuosa la pregunta que nos confronta con nuestra existencia en su forma más pura; cuando escrutados por una extraña voz nos vemos convocados a responder el por qué y el para qué de nuestros días en el mundo? Quizás para el común de las personas se trate de un momento fugaz de lucidez existencial, sin la preocupación de tener que guardar para sí un incontable número de secretos morales, afectivos y sexuales, de lo que no están exentos quienes a llevan cuestas una condición históricamente cuestionada desde todos los frentes sociales y que consiste en tener como objeto de deseo sexual a personas del mismo sexo. Con la polémica sobre el Matrimonio entre personas de esta condición podríamos estar asistiendo a la reivindicación de una minoría desde siempre excluida respecto a los derechos que atañen a la familia y a la pareja; además abrimos la posibilidad de aliviar carencias económicas y afectivas de muchos mediante la ampliación del dominio matrimonial y, desde luego, la extensión de aquellos derechos contemplados en esta institución que supone el matrimonio, incluyendo el de adopción. Sin embargo, es menester analizar en profundidad las consecuencias que a largo plazo podría traer una eventual redefinición de la palabra “matrimonio” como quiera que al agregarse adjetivos como “igualitario” pudiéramos incurrir en un nuevo error semántico que suscitaría nuevos debates de índole moral que en nada contribuirían a nuestro desarrollo social. En este ensayo iniciaré señalando algunas de las condiciones de vida que según nuestra visión han sido recurrentes para la población con alternativas sexuales no convencionales. Después justificaré desde un punto de vista psicológico, por qué no debe asumirse que una identidad sexual diferente se constituye en un problema de salud o moral si se quiere. Luego expondré de forma sencilla una posición frente a la adopción y sus ventajas más visibles. Finalmente haré una corta reflexión sobre la dificultad de adjetivar el contrato matrimonial con la palabra “igualitario”. Podría decirse que desde las épocas en que empezaron a consolidarse las sociedades y culturas colombianas cualquier persona debía tener claro que Dios hizo hombres y mujeres con el fin de que procrearan y llenaran el mundo de seres humanos y que, por lo tanto, cualquier asomo afectivo y sexual entre dos personas del mismo sexo es condenable desde todo punto de vista, sobretodo el moral; es de saber
que hasta 1980, cualquier práctica homosexual era considerada un delito. De ahí que se estableciera cierto tipo de patrones de conducta, en muchos casos machistas, orientados a formar la identidad de género en los individuos y dando por sentado que con ella queda predefinida la identidad sexual que por fuerza debe ser con personas del sexo opuesto. Cualquiera que transgrediera estos límites habría de soportar distintas formas de discriminación y padecería otras tantas formas de humillación por cuenta de una condición que jamás hubiera elegido para sí. De esta forma, un incontable número de personas han tenido que formar familias con parejas no deseadas o condenar a la inexpresión y a la clandestinidad sus verdaderos deseos y necesidades afectivas. El común de las personas tiende a asociar la identidad sexual con el género que éstas representan; En este sentido, el género ha estado tradicionalmente caracterizado por una diferenciación jerárquica, donde lo masculino es el modelo, lo dominante, mientras que lo femenino lo dominado (Sandoval, 1998), así pues, lo normal es que los hombres sientan atracción sexual por las mujeres y viceversa. Sin embargo, desde la teoría psicoanalítica, se entiende que solo los animales tienen biológicamente predefinido su objeto sexual; su instinto se activa con las feromonas o por otro tipo de estímulos. Con las persona no ocurre lo mismo, la sexualidad es el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y religiosos o espirituales (Lyra, 2006). Por ejemplo, Freud plantea que escenas de experiencia sexual prematura, tienen gran influencia en la configuración de la sexualidad posterior del individuo. Además otro elemento determinante del objeto erótico o amoroso del individuo es la resolución del “conflicto edípico”, que consiste una competencia simbólica por mantener una relación sexual con el padre del sexo opuesto y eliminar al progenitor del mismo sexo. Así, dependiendo de cómo haya sido resuelto este conflicto, el objeto de deseo será del sexo opuesto (heterosexual), del mismo sexo (homosexual) o de ambos sexos (bisexual), e incluso puede estar en otro tipo de objetos. De otra parte, así como por mandato constitucional somos iguales, no hay razón para que unas personas puedan manifestar su gusto sexual, sus afectos y sentimientos hacia su pareja mientras que otros tengan que hacerlo a escondidas o a riesgo de ser víctimas de la intolerancia. Las parejas del mismo sexo, al declararse sujetos políticos, se han permitido demostrar desde destacadas y sencillas posiciones que son un componente social que tiene mucho que ofrecer a los niños que por diferentes circunstancias no tienen una familia que les brinde afecto y protección; aunque. muchos podrían afirmar que no es sano para el desarrollo de un menor, en particular para su sexualidad, lo que conduce a mencionar la gran cantidad de incestos y abusos sexuales que se denuncian frecuentemente al interior de familias formadas por parejas heterosexuales. Además surge la pregunta ¿Si este riesgo existe en las familias con padres del mismo sexo, de dónde diablos salieron ellas, estando las demás excluidas de este riesgo?. Pero la lucha por una definición del Matrimonio que no excluya a los seres humanos capaces de formar y mantener una familia tampoco debe ir más allá de la inclusión justa de los mismos. Con la propuesta del nombre “Matrimonio Igualitario” so pretexto de dar un carácter general no excluyente al derecho de casarse, se podría traer consecuencias particularmente negativas en términos económicos e incluso morales
para nuestra sociedad; podría a posteriori darse el caso, por ejemplo de un triángulo amoroso o un grupo “swinger” que se declaren enamorados y con derecho a formalizar su relación con el nombre de “matrimonio”. De seguro surgiría una nueva polémica con nuevos defensores y detractores, mas el derecho a la igualdad seguiría jugando en contra de las costumbres y además de la capacidad del Estado para garantizar unos derechos económicos que se dilatan con cada nueva propuesta. Al respecto se puede citar el caso de las pensiones, que ya no finalizarían con la vida de dos personas y su descendencia sino que se extenderían significativamente dificultando su garantía. Finalmente, debemos entender que los tiempos cambian y las sociedades también, sin embargo, si queremos vivir en un medio que garantice nuestros derechos, es precisa una creación de los mismos con base en un sano debate centrado en el ser humano y en todas sus dimensiones, pero teniendo en cuenta los factores que forzosamente influyen en la calidad de vida de todos, especialmente los más vulnerables. Las parejas del mismo sexo deben gozar de las garantías que les han sido negadas sin una plena justificación y bajo una interpretación cultural sesgada de la naturaleza humana. El matrimonio y la familia son instituciones de las que todos provenimos y por tanto, todos podemos formar en la medida de nuestro deseo y condiciones frente al buen avance de nuestra sociedad.
BIBLIOGRAFIA:
Freud, S. (1905) Tres ensayos de Teoría Sexual. Vol VII. Editorial Amorrortu, Buenos Aires.
http://www.topia.com.ar/articulos/psicoan %C3%A1lisis-y-sexualidad-avatares-freudy-sus-huellas-queerpos-sexuados http://es.wikipedia.org/wiki/Complejo_de_ Edipo