Resumen del texto: LENGUAJE, DERECHO Y REALIDAD. Raúl Quintero Misas.
A pesar de que existen distintas formas para expresarnos, la más importante de todas es el lenguaje, ya que en la vida diaria como distintas disciplinas, éste es, por excelencia, el elemento que ha permitido al hombre el registro inteligible de sus experiencias y la manifestación más sencilla de sus sentimientos y pensamientos. Una de las disciplinas que más basa su aplicación en el lenguaje es sin duda el Derecho. Es por tanto que cuando nos adentramos en el estudio de lo jurídico nos damos cuenta de la gran complejidad de sus fundamentos y de las necesidades que se tienen respecto al lenguaje; la comprensión y la expresión de la realidad se constituyen en uno de nuestros más grandes desafíos, ya que con la construcción del idioma la estamos sustituyendo por un elemento abstracto susceptible de ser interpretado, pero lejos de ser equivalente a esa realidad que evocan por medio de palabras o frases que a su vez se convierten en objetos de análisis desde el punto de vista de la ley, la cual solo describe hechos hipotéticos asociados a la regulación de la conducta y que obedecen a la interpretación de un interés general traducido en el derecho legislado. La naturaleza abstracta del lenguaje es aplicada en el derecho para generalizar las situaciones o conductas, mediante herramientas como la analogía, que permiten reducir las realidades a una regla reguladora, a partir la semejanza manifiesta con otras realidades. Todo jurista debe tener claro que de su acertado uso del lenguaje depende la justicia con que se aplique la ley en los casos en que éste intervenga. Es preciso tener un dominio del lenguaje hablado debidamente articulado con el lenguaje escrito. La realidad solo tiene una única circunstancia a la que apenas nos podemos aproximar desde el lenguaje y sobre la cual hemos de obtener conclusiones y edificar fenómenos jurídicos que se puedan comparados con otros y que permitan establecer la norma. El hecho de que el idioma esté dotado de una amplitud tal que pueda utilizar términos que admiten distintos significados, nos obliga a extender al máximo nuestra comprensión del lenguaje y la búsqueda de lo esencial dentro de los contextos en los que se dan los fenómenos jurídicos. De allí la importancia de dominar tanto la lectura como la escritura, teniendo en cuenta de quiénes provienen y a quién se dirigen los contenidos que leemos y escribimos. El lenguaje, entonces, debe ser entendido en función de la realidad que describe y conservando elementos de ella, los cuales se manifiestan en las circunstancias en que se da dicha realidad. El jurista funge como un agente crítico que, con base en su dominio del lenguaje, interpreta las expresiones de los actores que intervienen en los fenómenos jurídicos y busca las conexiones entre lo evidente y lo abstracto, con el fin de apoyar al Derecho.