Grupo escolar «Carlos V», en La Línea de la Concepción (Cádiz) Arquitecto: Rodolfo García-Pablos El diseño de escuelas no era un tema desconocido para Rodolfo García-Pablos y González-Quijano (Madrid, 1913/2001). En el ambiente general de intensa actividad de construcciones escolares que se venía desarrollando desde el final de la guerra civil, García-Pablos intervino desde octubre de 1941 en la creación de infraestructuras para la educación como arquitecto escolar proyectista del Ministerio de Educación Nacional. Dentro de este proceso, fue autor de diversas publicaciones sobre arquitectura escolar, ponente y delegado oficial de España ante organismos internacionales que trataban estos temas, y receptor —junto al arquitecto Vicente Candela Rodríguez—, de dos premios nacionales para proyectos-tipo de escuelas rurales, convocados en 1955 por el Ministerio de Educación Nacional: el primer premio del «Concurso Nacional de Escuelas Rurales» de la zona de la costa andaluza y Canarias, y el segundo premio del mismo concurso para la zona de la meseta castellana y bajo Aragón. Ese mismo año se le encomendó la misión de llevar a cabo la construcción masiva de edificios escolares en el Campo de Gibraltar, bajo una detallada planificación previa. Su principal preocupación fue la provisión del número suficiente de unidades escolares en cantidad y calidad para acoger a la población en edad escolar. En una primera fase, denominada de urgencia, se instalaron escuelas prefabricadas en La Línea de la Concepción, San Roque, Los Barrios, Algeciras y Tarifa (Cádiz), interesantes en cuanto a su propuesta tipológica y por 1
el uso de sistemas prefabricados, en un contexto en el que no se habían producido importantes experiencias previas (fig. 1)1. Paralelamente, García-Pablos proyectó otros centros escolares, entre los que se encontraba el grupo escolar «Carlos V», ubicado en La Línea de la Concepción (Cádiz).
Fig. 1. Esquema de localización de las escuelas prefabricadas ideadas por Rodolfo García-Pablos
La observación que el arquitecto realizó en 1955 acerca de su «constante preocupación por lograr una obra que pueda presentar una realización actual, sencilla, abierta y bella» fue el inmejorable punto de partida desde el que acometió la labor de diseñar el grupo escolar «Carlos V». Es más, el emplazamiento de este edificio escolar, frente a la bahía de Algeciras y el Peñón de Gibraltar, le obligó a plantear esta obra como un «edificio representativo de la ciudad», en el que se recogiesen «los últimos avances que en materia de arquitectura escolar se ha producido en estos últimos tiempos»2. Debido a los precedentes anteriormente comentados, no resulta extraño que García-Pablos quisiese huir del diseño de «los clásicos grupos escolares ciclópeos y cerrados que en España, desgraciadamente, constituyen el tipo dominante para estas edificaciones que han de ubicarse en núcleos urbanos»3. Por el contrario, en el grupo escolar «Carlos V» se diferenciaron perfectamente cada una de las partes que constituían el programa común, destacándose con nitidez los distintos volúmenes de cada zona: el cuerpo central, desarrollado en dos plantas; el sector de 1
García-Pablos y González-Quijano, R, «Escuelas prefabricadas en el Campo de Gibraltar», Revista Nacional de Arquitectura, 180 (1956), pág. 7-12 2 Memoria descriptiva del proyecto. Archivo profesional del arquitecto, Madrid. 3 Conferencia pronunciada por Rodolfo García-Pablos en el «Congreso Internacional de Construcciones Escolares», celebrado en Londres en 1962. 2
párvulos, de planta única; el salón de actos; la zona de comedor escolar y las viviendas para dieciocho profesores, que fueron proyectadas en tres edificios situados sobre un jardín general (fig. 2).
Fig. 2. Plano en perspectiva del colegio y vista general
Los espacios libres formados por las zonas de recreo de los escolares, los destinados a jardín y las masas arboladas envolverían todas las edificaciones, con lo que el arquitecto trataba de conseguir una buena calidad estética del conjunto y unas condiciones sanitarias óptimas, así como una protección contra el caluroso clima de la ciudad. En la planta del emplazamiento puede advertirse lo que acabamos de describir y que constituyó una de las preocupaciones más destacadas de su autor. Así, García-Pablos decidió abrir en el proyecto los locales al norte, por constituir la orientación más favorable, y proteger al edificio del viento y de la lluvia del levante, intenso en la zona del Estrecho de Gibraltar. Estas dos condiciones, le llevaron a la ubicación del edificio en la forma en que quedó definida en la perspectiva del proyecto. Finalmente, el arquitecto estimó conveniente tomar en consideración el emplazamiento con respecto a la Avenida de España, que se situaba delante del edificio. Con gran amplitud y numeroso tráfico, la posición de esta vía obligó a García-Pablos a abrir en los 3
laterales unos accesos debidamente protegidos para la entrada de los escolares, disponiendo en la fachada principal —sobre la carretera— una «entrada de honor», solamente utilizable para actos oficiales de carácter extraordinario. De esta forma, se pretendía evitar el contacto de la masa escolar sobre esta vía de circulación rodada particularmente intensa. Unas calles de doce metros de anchura envolvían por aquel entonces el solar, permitiendo los accesos que fuesen necesarios, incluyendo los de las viviendas de los maestros. Este grupo escolar se proyectó, en un principio, con dieciocho aulas, doce de las cuales se situaban en planta baja y seis en planta superior. Estas aulas se distribuían de la siguiente forma: cuatro clases para párvulos, agrupadas en una zona independiente; seis para niñas, y una más destinada a labores; seis para niños, y otra destinada a Iniciación Profesional. Se preveían además seis aulas al aire libre, ampliables a doce, dispuestas sobre la zona de recreos, ya que el clima agradable de la zona las podía hacer muy útiles. Como dependencias auxiliares a las específicamente docentes se proyectaron locales para bibliotecas, despachos de profesores, administración, salas de visitas, aseos, etc. En la planta alta, y sobre el eje central, se proyectó una sala de juntas y dos salas de profesores (fig. 3).
Fig. 3. Fachada principal
La zona destinada a cantina escolar, estaba formada por un amplio comedor, cocina y piezas complementarias. En el proyecto inicial, un amplio porche unía esta zona con la edificación principal, de tal forma que se pudiese independizar el sector de niños y el de niñas. El otro volumen independiente lo constituía el salón de actos, comunicado con el volumen principal por otro porche cubierto. Estaba previsto que el salón de actos pudiese ser utilizado también como
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capilla, cine, teatro o sala de conferencias, con una capacidad para cuatrocientos escolares (fig. 4).
Fig. 4. El salón de actos
Finalmente, en tres edificaciones aisladas se disponían las dieciocho viviendas destinadas a los profesores de estas escuelas (fig. 5). Se trataba de edificios de tres plantas, en los que cada vivienda poseía las siguientes dependencias: vestíbulo, comedor, tres dormitorios, cocina y cuarto de baño.
Fig. 5. Viviendas para los maestros de la escuela
A diferencia de las escuelas de urgencia, que García-Pablos construyó en el plazo de tres meses en La Línea de la Concepción, San Roque, Los Barrios, Algeciras y Tarifa, aquí no se utilizó el sistema prefabricado, sino que la construcción se realizó con estructura completa de hormigón armado (entramados horizontales y verticales), 5
siendo de este mismo material los porches y sus voladizos (fig. 6). Por otro lado, los cerramientos se proyectaron de ladrillo macizo de medio pie de espesor; la tabiquería se realizó con ladrillo hueco sencillo; la carpintería interior, de madera; los paramentos exteriores fueron revocados a la cal; la carpintería exterior se proyectó metálica; los pavimentos interiores fueron ejecutados con baldosas y terrazo; mientras que en diferentes zonas del edificio se trataron los muros con sillarejo de piedra, tanto en los zócalos como en zonas completas de los alzados. Esta descripción general del proyecto, fechada el 29 de abril de 1955, pretendía dar una idea de conjunto de la obra, de ahí que durante su ejecución se produjesen algunas modificaciones. Tres años más tarde se terminaría la obra, quedando pendientes de realizar una ampliación del proyecto inicial que se correspondía con una zona deportiva, campo de fútbol, piscina, vestuarios y cerramiento, elementos que en diciembre de 1964 aún no se habían completado, tal y como hizo constar su autor en el archivo profesional.
Fig. 6. Proceso de construcción del grupo escolar 6
En todo caso, García-Pablos dejó claro en la memoria del proyecto su interés en incorporar «algunos elementos decorativos propios de estas edificaciones escolares». Para dicho cometido, el arquitecto contó con la cooperación del escultor José Luis Sánchez (Almansa, 1926), colaborador habitual de García-Pablos en muchas de sus obras. Este artista albaceteño creó para el grupo escolar «Carlos V» una pieza que llevaba por título: «Toros. El caballo, el picador y el toro». Actualmente desaparecida, esta pieza constaba de tres figuras realizadas a base de hormigón y recubiertas de mosaico que se situaron junto al volumen del salón de actos. Impulsado seguramente por las limitaciones económicas del encargo, José Luis Sánchez realizó su trabajo sobre materiales pobres: la aspereza del hormigón, la vibración de colores de los mosaicos, el figurativismo y cierto barroquismo son además características de sus primeras obras. Con una dilatada experiencia como escultor, que le ha llevado a exponer y tener presencia en los museos de mayor renombre de España y del extranjero, José Luis Sánchez dejó en La Línea huella de sus tanteos iniciales en el campo de la escultura (fig. 7).
Fig. 7. «Toros. El caballo, el picador y el toro», obra de José Luis Sánchez
Rodolfo García-Pablos integraba así el arte dentro de una arquitectura sumamente sencilla, en la que la composición de las fachadas pretendía reflejar la organización del interior del edificio, dando con ello gran variedad a los exteriores. Se alejaba, por lo tanto, de propuestas que a su juicio perseguían «estériles imitaciones de estilos históricos»: edificios compactos, de importante altura, situados en lugares destacados, sobre importantes vías de tráfico, en solares pequeños y con exiguos jardines, normalmente en sombra. Como razones del fracaso de este tipo de construcciones apuntaba las siguientes: ausencia de una doctrina urbanística clara, de planes escolares apropiados, de un programa pedagógico y espacial, y de la colaboración entre arquitectos, pedagogos, urbanistas y autoridades.
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Frente a todas estas habituales carencias, García-Pablos realizó un laborioso trabajo desde su cargo de Arquitecto Escolar del Campo de Gibraltar, que comprendió las siguientes actuaciones: el estudio detallado de la situación escolar en esta comarca; el análisis previo del planeamiento en las distintas localidades; la puesta en marcha de una fase de urgencia con la localización de escuelas en los lugares más convenientes y la elección de los sistemas de actuación para la construcción de las nuevas escuelas. En este sentido, el grupo escolar «Carlos V» pretendió ser, en su sencillez, reflejo de estos criterios y resultado de una trayectoria seria y constante.
Silvia Blanco Agüeira Arquitecta y autora de la Tesis Doctoral sobre R. García-Pablos
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