Cascabel #37

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Cascabel Literaturas

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Muestra del Taller Iniciación a la Narrativa

Escriben:

Diana Lucía Mariño Puentes (El laboratorio de Lucía)

Gabriela Jimenez Acosta Andrea Gaume América Velázquez Lizárraga Carina Castillo Miranda Ángel Eduardo Sánchez Gil Oscar Rafael Mazón Rueda Mike Olvera Gabriel Vázquez G.

La Paz, B.C.S. octubre del 2017


Revista Cascabel

No. 37

La Paz, B.C.S. octubre 2017

Director:

Raúl Cota Álvarez

Consejo editorial: Julio César Félix Lerma Raúl Antonio Cota Ecatl López Daniel Olimón

En este número: Diana Lucía Mariño Puentes (El laboratorio de Lucía) Gabriela Jimenez Acosta Andrea Gaume América Velázquez Lizárraga Carina Castillo Miranda Ángel Eduardo Sánchez Gil Oscar Rafael Mazón Rueda Mike Olvera Gabriel Vázquez

Revista Cascabel es una publicación independiente circula trimestralmente en la ciudad de La Paz, B.C.S. y diversos puntos del país. se autoriza el uso del material siempre y cuando se cite la fuente


Pórtico

El trabajo del taller literario es una semilla de rápido crecimiento y frutos visibles, no se debe abandonar lo aprendido y sí hay que buscar el pulimento de las herramientas obtenidas, sin que esto signifique dejar de buscar nuevas y mejores, en solitario o en conjunto. Si bien el taller literario se desarrolla en un espacio específico, siempre es recomendable llevar fuera del aula una muestra de lo atendido dentro de las sesiones, otorgar al lector la oportunidad de abordar el trabajo realizado y dialogar con los autores en torno a sus propuestas, sólo así logramos que el proceso de trabajo y nutrimento sea integral. En este número hay nueve propuestas de abordaje literario, nueve impulsos que convivieron en torno a la literatura y respondieron al reto de la inspiración contra reloj, mostrando oficio, pasión y compromiso. Queda en manos del lector la experiencia del taller Iniciación a la narrativa, esperamos que esta sea tan grata para quien se sumerja en las páginas de esta revista, como lo fue para quien esto escribe. Bienvenidos.



Gabriel Vázquez G.

Provecho Otra vez uno de eso platos “exóticos”. Está mal decirlo pero mi esposa cocina con las patas, cuando no le queda salado, le queda desabrido. Otras veces usa ingredientes inadecuados o pasados. Así está este potaje, este… brebaje, por llamarlo de alguna manera. Debo contener la arcada. Me está mirando, sonrío, sonrío como si esto que degluto fuera un manjar y yo estuviera contento, dichoso de tener la fortuna de saborearlo. Siento cómo el asco se va apoderando de mí y me marea. Puta madre, mi mamá nos odia, se nota en todo lo que nos cocina. Yo puedo entender que odie a mi papá, yo también lo odio. Aunque yo no tengo la culpa de nada. Yo soy su hijo. Mierda, desde que llegué de la escuela el olor me golpeó la nariz como McGregor, fue un madrazo asqueroso. Durante un rato me refugié en mi habitación, esperando encontrar un pretexto para largarme por una hamburguesa al McDonalds y evitar esto. Pero aquí está, el plato más grotesco que he visto en mi vida. No quiero comerlo, no quiero comerlo, noquierocomerlo, noquierocomerlo. Míralos, desgraciados, malagradecidos. Siempre haciendo caras, muecas a la hora de comer, como si fuera un suplicio. Como si mi trabajo y mi esfuerzo no valieran la pena… Hoy se joden. Hace falta muy poco para acabar con todo. Por eso los observo, con insistencia. Mi esposo se esfuerza, sonríe con esa sonrisa de lamebotas que usa en la oficina. Y mi vástago, ese adolescente infumable, del que durante años sólo he recibido caras y muecas. Siempre buscando escaparse en su teléfono.

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Pobre de mi hijo, me mira esperando ayuda. Sé que está igual que yo. Es el peor plato que ella nos ha preparado, parece una revancha contra todas mis quejas. Es tan malo que siento el vértigo subir, poco a poco, atormentar mi garganta, asfixiarme. Debo contenerme. Sonreír, sonreír. Respiro, no pasa nada, nopasanada. Otra cucharada, ya falta poco, digo. Pero me engaño. El plato está rebosando, distingo patas de cerdo, tentáculos, piel de gallina. Es un asco, no puedo más, diré que tengo que hacer una llamada. Sí, escapar. Mi madre me mira con esa cara de vaca abnegada, siempre ilusionada con cada uno de sus bolos alimenticios. Mi padre lo está intentando, por esto tengo que darle un bocado. Al menos uno. Luego saldré corriendo pretextando tarea. Aguanto la respiración, muevo el caldo y aparece una pata de pollo, ¡Qué mierda!. Con la cuchara separo algunas verduras. Abro la boca y contengo la respiración, apenas la sustancia viscosa hace contacto con mis papilas gustativas y mi cuerpo se revuelve. Mi madre me mira expectante, hago un esfuerzo por sonreír y asentir con la cabeza. Debo largarme de aquí. Voy a hablarle a Julieta, para que me salve de esto. Le daré una cucharada más y me escaparé. Concéntrate concéntrate, tú puedes, lo lograré… es un asco. Mi padre dice algo, pero no alcanzo a entenderlo. Mi cuerpo se cierra, me hace falta aire. No puedo ni hablar. Volteo a ver a mamá. -tengo que hacer una lla… -Me…

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Hoy no tienen escapatoria. Primero cae mi esposo, intenta decir algo, se queda a medias. Luego mi hijo, solo una sílaba. Ambos se desvanecen. Dejo los platos, los dejo a ambos y cierro con llave. Por fin soy libre. Vaya desastre. Nunca había visto una escena del crimen así. Es asquerosa, los dos cuerpos hinchados, la comida convertida en moho, las moscas revoloteando. El departamento es una cloaca. Ahora falta saber de qué murieron estos dos. Al parecer son padre e hijo. Están tan deformes que es imposible reconocerlos en este momento. Y habrá que encontrar a la mujer de las fotos familiares porque si no, las respuestas tardarán en llegar. Fin.

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Ángel Eduardo Sánchez Gil

Pavor Por fin tuve la posibilidad de regresar, tenía años queriéndolo hacer y por alguna circunstancia posponía tan importante viaje. Si bien yo no nací ahí, le tengo un gran aprecio por tratarse del lugar de origen de mi madre, donde por años pasamos la temporada de vacaciones escolares. Fueron los únicos días en que conviví con el abuelo, que a pesar de tener otra parentela nos recibía con un enorme gusto sin hacer distinciones sobre las ramas de su prole de la cual él era tronco. Por comunicación esporádica estaba informado de como la familia iba mermando, por muerte, enfermedad, accidentes o migración a no sé dónde, de tal manera que al percatarme que era el único miembro adulto vivo de ese clan, el viaje tenía como finalidad regularizar algunas propiedades y rescatarlas del abandono. Llegué a la capital por vía aérea, abordé el autobús que en unas cuatro horas y media, por la serranía siempre húmeda y lluviosa me dejó a la entrada del pueblo en donde me esperaba Javier, amigo de aquellas añoradas épocas, ahora empleado del ayuntamiento, cargo que le había conseguido mi primo que por cuatro años fue el Presidente Municipal hasta que un día de pronto desapareció sin una explicación aparente. Se hablaba del crimen organizado.

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En el camino, entre la neblina característica del lugar, me fue platicando que Taltepec se había convertido en un pueblo donde cada noche algunas personas han ido desapareciendo y que es aterrador cuando se trata de una sola persona, pero mucho más si la desaparición es masiva, como ha sido el caso de familias enteras y hasta comunidades que se han esfumado de un día para otro sin dejar rastro alguno. Como si se los hubiera tragado la tierra. No se ha encontrado ni un solo cuerpo. En las comunidades apartadas hasta las fosas del cementerio se han encontrado vacías. La gente vive con angustia. Se habla de avistamiento de luces en el cielo previo a las desapariciones, atribuyéndoselo al fenómeno OVNI. Se llegó a pensar en un asesino serial, pero no hay un patrón definido en las desapariciones, lo mismo son mujeres que hombres, niños, y en algunos casos la familia completa con todo y sus animales. El último caso es de una finca cafetalera donde todos los trabajadores desaparecieron incluyendo la siembra, que ya estaba lista para cortar. Abundan las historias de duendes y fantasmas como las causas probables. En fin, creo que solo sabremos la verdad cuando alguien de los que han desaparecido vuelva y nos lo revele. Se estacionó frente a la soberbia casona del abuelo, techo de teja ennegrecida, amplios aleros, elegante portón y balcones forjados.

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Me dice: --piénsalo, te tengo reservado un cuarto en el hotel central. –No, quiero quedarme esta noche en la casa familiar, mañana ya veremos. Nos despedimos y comprobé que había hecho los preparativos acordados para mi estancia: cabos de vela, linterna de velador, un radio de baterías agua y algo de comida. Después de forcejear con las cerraduras logré abrir la puerta del estudio de mi abuelo, libros empolvados, olor a humedad, la puertita que lleva al sótano, su poltrona, periódicos viejos apilados con algunos encabezados que decían: “excursionistas de la sierra desaparecidos misteriosamente”, “la hierba se fue también”, “desaparece participante de carrera pedestre”. Así, hurgando entre sus cosas y escuchando el radio, me ganó el sueño, sentado en su sillón favorito. Ahí amanecí, entumido, sin hambre, con una inexplicable sensación que se convirtió en sorpresa al escuchar mi nombre en el noticiero de la radio ¡Un desaparecido más!

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América Velázquez Lizárraga Santa María

Esta funesta historia comienza dibujarse un día, Santa María, que difícil geografía, pues ubicada en el mapa no está. Después de los acontecimientos de los últimos meses, bajo los ojos del mundo se ha posado ya. Una anomalía persistía, cada noche lúgubre ocurría como una horrible pesadilla. ¡Santa María, que impresión la mía! Hermoso pueblo de fantasía; con sus caminos empedrados y su olor boscoso, sientes que puedes tocar las nubes, debido a su gran altura. El sol se pierde temprano y la noche con su negrura nos acecha poco más de un rato, si llevas falda desaparecerás de inmediato. Vaya usted a saber cómo el universo fue alterado, a tal grado que no dejaba de pasar algo tan singular, cada noche por lo general, los pobladores de Santa María ya no hallan a que santo poner de cabeza, o a que deidad rezar, para hacer cesar tan grande adversidad. A la bruja Macaria se encomendaron para salvarse de aquel mal. Pero yo más bien pienso que la autoridad tendrá que investigar, que asechanza ronda por las noches, porque ya ni en coche uno puede andar. Todo aquel infortunio no dejaba de pasar, pues resulta que cuando la noche llega, como por arte de magia ante usted está, la desaparición de una persona pero de seña en particular; ser mujer tenías que ser, para desaparecer y la gente que pensaba que ellas al diablo tentaban.

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Nomás hay que imaginar que el camino que labraban era de igualdad, salir de día o de noche el pan ganar querían, o salir a pasear ¿Qué pecado habría?, que por ser dama uno no pueda disfrutar las bondades de la vida ¡me parece una tontería no poder salir ya, porque en un segundo te esfumas y ni olor a regaliz habrá! Yo me asomé a ver lo que pasaba, porque con tanta desaparición el pueblo sin chicas se quedaba. Vaya mi impresión, el mal que asolaba era el de un patriarcado que nos asesinaba. Y el pueblo que pensaba que el demonio del inframundo nos visitaba. No hay sentencia más idiota que digas que porque mi falda es corta, ese paradigma hay que quebrantar, porque no hay peor calamidad para toda chica en especial, sembrar en nuestros niños tan caduca atrocidad. Cubrir con velo a mi hermana con el eco de sororidad, en un mundo donde lo que prevalezca sea la humanidad.

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Andrea Gaume

La rebelión de los despedidos y los regulares El sonido de Clannnn, Clannn, anunciaba la hora del recreo en un soleado martes de primavera, en segundos, el solitario el patio se pobló de niños y niñas que agitados y bulliciosos corrían por aquí y por allá, tratando de disfrutar al máximo cada segundo de esa media hora de receso. Cómo todos los días Bastián se formó en la fila para jugar futbol y como casi siempre nadie lo escogió. Todos sus compañeros de grupo, niños y niñas amaban el futbol y cada receso organizaban dos equipos: “Los buenos”, que eran escogidos Andrés el capitán y “Los regulares” que eran escogidos, después de que Andrés hiciera su selección, por cualquier otro niño, regularmente el primero que dijera ¡Yo!. Cuando digo “casi siempre” nadie lo escogía es porque Bastián una vez fue elegido: ese día durante un recreo Andrés le vio potencial y lo seleccionó como portero de su equipo considerando su gran estatura y fuerza, pero Bastián se emocionó tanto en el juego, que pateó muy duro la pelota y fue a dar a la portería del equipo contrario, resultando en autogol, ese fue el único partido perdido en toda la historia de Andrés en la escuela, quién se enojó tanto que lo echó del juego y desde entonces lo molesta todo el tiempo. Bastián es un poco inquieto, a veces la emoción le gana, le es difícil concentrarse, le gusta más el patio que el salón de clases y eso que siempre está solo. Algunos días siente que no entiende a las personas ni ellos a él. La mayoría del tiempo y las veces que mete la pata lo hace sin intención.

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Quiere hacer amigos pero, para él no es sencillo, Bastián se pone nervioso y a veces le gana el impulso que no es más que un montón de ganas acumuladas de jugar y hacer amigos, acaba aplastando a alguien o rompiendo algo. Eso lo sabe Nina, ha sido su compañera desde preescolar y ha intentado ser su amiga, pero es difícil, a ella le gusta jugar futbol, es defensa del equipo de los “regulares” y aunque se le estruja el corazón cuando Bastián se vuelve a quedar fuera, teme perder su lugar en el equipo si juega con él, hasta trató de convencer a todos de integrarlo, pero Andrés dijo que era un caso perdido y los demás lo apoyaron. Andrés es un líder mandón y poco flexible, pero es el primero en la clase y el mejor en el Futbol, así que todos le hacen caso. Ese martes soleado, sucedió algo diferente: llegó a la escuela Clío, una hermosa niña con un par de trenzas anaranjadas y hoyuelos en las mejillas, tenía una sonrisa verdaderamente feliz y unas enormes pestañas que se le rizaban en la esquina de sus ojos haciéndola ver todavía más risueña. A todos en el grupo les cayó muy bien y se encontraron muy emocionados de tener una nueva compañera, Andrés no quitó la vista de ella durante la clase, inmediatamente la invitó a jugar futbol en el recreo, hasta le ofreció escoger su posición, Clío le dio las gracias y le explicó que no le gusta el Futbol. Todos salieron al patio de juegos y mientras se integraban los equipos, ella cruzó la cancha y se sentó junto a Bastián, - ¿Por qué estás solo?, le preguntó. – No estoy solo, estoy con ”migo” le respondió Bastián, - ¿conmigo? le respondió Clío, - sí con “migo”. - ¿Y Puedo jugar contigo?, preguntó Clío. - Mira “Migo” dijo Bastián, hablando solo: - Clío quiere jugar con “tigo” y con nosotros! 12


Por un momento Clío se sintió desconcertada, pero inmediatamente comprendió que se trataba y le pareció muy divertido: Clío: dice “Migo” que tu y “tigo” son bienvenidos. ¡Gracias “Migo”! ¡Gracias Bastián!, “tigo” pregunta ¿a qué vamos a jugar?. Y así, Clío con “tigo” y Bastián con “migo” jugaron a los perros con pulgas, los cuatro se revolcaron de la risa por un rato pasándose las pulgas y rascándose como locos. Los demás solo podían ver dos niños en el suelo atacados de la risa. A Nina le llegaron las carcajadas y pensó: - que divertido!, la risa de Clío era tan contagiosa que solo de escucharla daban ganas de reír, no era una risa de payaso con su JuJuJú, o de bromista con el JiJiJi, ni de niño burlón con su aJajajá, era una risa combinada de Jejejes con jijijis y jujujús que sonaba a pura diversión, tenía mucho que no escuchaba a alguien reír tan feliz. Al día siguiente Nina se armó de valor y llevó otra pelota a la escuela, no era para jugar con los equipos de “Los buenos” y “Los regulares”, era para jugar con Clío y Bastián, cuando el timbre sonó y los niños corrieron al jardín, Nina se fue directo al árbol donde Bastián solía sentarse solo -¿Puedo jugar con ustedes dos?, les preguntó. Clío y Bastián se voltearon a ver y soltaron la carcajada, debes saber que no somos dos: sino cuatro, yo tengo a migo, que es mi amigo y Clío llegó con “tigo”, - ¿tú a quién traes?, Nina los miró con asombro… Esto era increíble… ¡de lo más genial!: ¡Ella siempre dejaba a Mónica en casa! , (Creía que nadie comprendería que tenía una amiga imaginaria), ese día jugaron todos juntos y Nina prometió que al día siguiente traería a Mónica, quién era un poco tímida pero sabía que podría convencerla.

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Y así, el solitario Bastián, que no estaba solo, estaba con “migo” pasó a tener un montón de amigos reales, los amigos imaginarios se encontraron y se perdieron por ahí jugando juntos, todos libres por el patio, inventaron naves piratas, castillos con dragones, compartían el lonche jugando a ser tragonautas: devorando asteroides de queso, planetas de tortas de jamón y lluvias interestelares de jugo de durazno, ¡que días!, Clío no se quedó mucho tiempo en la escuela, era una alumna temporal, pero después de ella nada fue igual. Al poco tiempo, los compañeros de equipo de Nina se cansaron de ser “Los regulares” como Andrés los llamaba, Sí, ¡se revelaron! y buscaron nuevas aventuras, hacer lo mismo todo el tiempo bajo el dominio de un capitán mandón dejó de ser divertido. Andrés tuvo que ingeniárselas reclutando jugadores de primer grado que lloraban al menor regaño y tiraban la pelota para todos lados, al poco tiempo había despedido a toda la primaria incluyendo a “los buenos” y se quedó solo. Entonces el ejército de niños despedidos y regulares ¡fue libre de escoger a que jugar! organizaron una liga de autogoles y de futbol al revés donde Bastián fue un gran entrenador, otros se unieron a la legión de tragonautas devoradores del universo y otros más formaron la liga de piratas chimuelos que no pueden comer manzanas, el club de animales pulgosos, el de tú las traes y un montón de ocurrencias más, la primaria nunca fue más divertida, Andrés no tuvo más remedio que integrarse y como esa semana se le cayó un diente se sumó a los piratas chimuelos, Joaquín el capitán tres dientes lo aceptó con la condición de que fuera parte de la tripulación y que dejará de ser tan mandón.

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Gabriela Jiménez Acosta Eugenia no habla química I Desde que la escuché hablar sobre desigualdad social quedé enganchada, esa voz entre gangosa y aguda que es tan ingenua y ese acento pueblerino con aspiraciones de metrópolis tuvo inesperados efectos en mi sistema límbico. Era férrea y decidida en sus ideas, pero en su trato era líquida y maleable, esa combinación me enloquecía, era un tanto como yo: Rebelde y tierna. La noche que la conocí la vi esconder unas papitas en su mochila, el cine al aire libre era gratis pero las palomitas no, era una chica frugal, punto a su favor. Tímidamente llegó y pidió una cerveza indio con voz baja, creo que intuía al igual que yo, que el control al que estamos sometidos es en gran parte financiado por las cerveceras. Tomar cerveza industrializada no es nada revolucionario. Sin embargo, ese toque de mundanidad fue lo que me dio la esperanza de que ella, tan etérea, tan pura, se fijara en mí. Verla me hace enmudecer y me moja - no que me desarme, pero si desafía mi neocórtex prefrontal. Me dio un abrazo y se largó a no sé dónde por meses a trabajar a una no sé qué carajos ONG. Prometió regresar y mis expectativas se esfumaron, pero almacené su cara, su voz y su energía en el hipocampo.

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II El verano ya nos tenía cansados en el bar. Eugenia llegó de sorpresa cuando yo me estaba dando un baño de media tarde para barrer el polvo, el sudor y bajar mi temperatura unas décimas, tenía el sopor del estío en cada célula y había que tomar nuevas fuerzas para estar otra vez en la barra. -¿Hola, cómo estás?- Dijo Eugenia con ese brillo en sus ojos de niña y el calor parecía no incomodarla, vestía una falda de microflores, botas y camiseta negra con sombrero de gamuza. Había cambiado sus lentes de armazón por unos que acentuaban aún más su aire hipster e intelectual. -Si, fue solo un "cómo estás", small talk, chicken shit, ella es así: Simplona, y yo no comprendo por qué me gusta tanto, quizás es su piel pálida y transparente que me obliga a imaginar adivinando el color de sus pezones. Yo estaba enrollada en una toalla y secándome el cabello con otra. Así, sin peinarme me presenté ante ella, después de meses de no verla. -Vine a visitarte y te traje un pequeño detalle de mi viaje a Puebla, es muy sencillo pero con mucho cariño- Si, ella es toda frases hechas. Puso una paloma de cerámica en mi mano y yo solo pude decirle: Gracias Habló un poco de la pieza de artesanía pero la verdad no puse atención, estaba viéndola a ella en cámara lenta y su voz era solo como un zumbido en segundo plano.

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Le dije - Date una vuelta por la noche y te invito una chela - Haremos fiesta y promete estar rico, tendremos una noche de erotismo visual y un DJ en vivo a tocar. -Aquí estaré- dijo Eugenia con ese tono nerviosón mientras se alejaba con sus rizos color caoba. Tuve un rush de dopamina. Es como si me regresara el alma al cuerpo después de meses de sequía emocional. III Me preparé para ver a Eugenia, vestí de negro con un short y blusa suelta y también botines, para empatizar más con ella, ella era una chica de botas, no de tacones, no de huaraches. Cuando llegó pedí permiso en la barra y salí a abordarla. Ella ya se había adelantado y pedido su cerveza indio que ya necesitaba porque le cuesta trabajo socializar y era evidente. Le di $25 pesos en la mano. - Te dije que yo te invitaba.La vi directo a sus ojos color miel y bajó la mirada de la pena. La inyección de adrenalina al olerla hizo que se me prendieran los folículos pilosos, y así con la carne de gallina y los pezones erizados involuntariamente yo no podía esperar para besarla o iniciar alguna provocación. El sistema límbico está por apoderarse de mí, pero lo freno. Estuvimos hablando por una hora completa. Fue interesante pero aburrido, ella y yo no estamos para hablar, estamos para comernos la una a la otra.

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Estamos para tocar la punta de nuestras lenguas mientras rozamos nuestros labios intercambiando alientos. Solas, lamiéndonos la cara, mordiéndonos los cachetes, jugueteando con nuestros clítoris, quitándonos espinillas, contemplando nuestros vellos contra el sol, sobando nuestros cueros cabelludos y oliendo nuestros pliegues, pasando nuestras manos por todos nuestros cuencos y valles, lengüeteando a placer, poseyendo la una el cuerpo de la otra. No estamos en el mundo para estar tomando cerveza y menos rodeadas de gente, y menos conmigo trabajando detrás de una barra. Yo solo quiero tener con quien escuchar This twilight garden de The Cure entre luces azules con la resaca de una noche de truequear el sueño por el placer. Tocar a su puerta más secreta y ser recibida con un río de humedad con aroma a musgo. Así me trae esta Eugenia. IV Ayer que le solté toda la sopa y después que me dijera que era heterosexual, pero abierta a experimentar con alguna mujer, no se si pinte bien, no sé que esperar. Yo ya estoy desesperada, no quiero ser invasiva pero ya tengo demasiado tiempo sin sexo, para mi record, ya va para un mes. Mi experiencia previa con este tipo de chica es que pasa mucho tiempo en que se decida, clavarte con una persona bi-curious es arriegar el pellejo. Alguien lo arriesgó conmigo y la hice sufrir.

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Le hablé claramente, pero no está madura, no sabe volar aún, y yo no tengo la energía para enseñarle. Ahora entiendo porqué se puede llegar a violar a una mujer, porque la deseas y ella no está ni receptiva ni lista, ni dispuesta para tí. Porque su cuerpo es suyo y solo lo va a compartir con quien ella quiera y cuando quiera, si es que quiere. Yo la respeto, así como exijo que se me respete. Lentamente le dejo de nuevo el control a mi neocortex prefrontal, esto va para largo, soy un ser civilizado y no le voy a brincar encima como primate en brama. Mientras tanto, tengo material para desahogarme y derretirme como cera de las ganas, hasta que quede solo el pabilo vertebral de mi animalidad, como un débil resplandor. Siempre tengo el recurso de hacerme justicia por mi propia mano, para lo que me encuero a escondidas con urgencia, abriéndome las piernas y buscando en mis jugos las respuestas y el gozo de la lujuria colectiva para culminar en un orgasmo que explota bañando el sistema nervioso en una fiesta química El gozo de fundirme en el universo con cada contracción del útero me perfora con colores fluorecentes y me cura cada célula. Los gemidos se van aquietando hasta desaparecer. Ay Eugenia Si tú supieras de lo que te pierdes.

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Mike Olvera

Vapor y un vitral

Apenas logro divisarte al otro lado de este vidrio, tanto infernal como angelical. Canto dantesco debido a la poca claridad de su propia esencia; ceguera para los ojos perfectos. Coro de querubines, pues tú danzas en semejante neblina. Dejas caer el mismo tenue torrente sobre tu piel desnuda, carente de los crueles impedimentos del ropaje. Poco me importa incrustar mis ojos bajo el vulgo de los vidrios, tentar las nubes para posarse permanentemente sobre esta mirada, que tanto ansía impregnarse con tu olor a miel y jazmín, fragancia cuyo simple roce, obliga a estas manos a sujetarse en tu cintura y espalda con tal de conocer el nombre de tu labios. La realidad se torna difusa. No hay orden ni regla. Sólo un frenesí por adentrarme en el laberinto que representas.

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Interno mi mano en tu cabello, me torno una gota más sobre tu cuello, beso la nieve del oasis de tu duna, froto mi ser contra el tuyo hasta darnos cuenta que ya somos uno. Nuestras palpitaciones danzan y se mezclan en otras, formando un mar de gemidos y remolinos. No obstante, pronto surge la amada y odiada sensación en la grieta de la vorágine. Pronto emerge el amado y odiado orgasmo, incapaz de compararse con tu presencia, pues una vez transcurridos los segundos de carnosa felicidad, me doy cuenta que ya vuelves a envolverte en el ropaje, y una vez más te alejas entre los de tu mismo género. Tú sin saber de mi existencia, y yo sin saber cuál es tu rostro.

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Carina Castillo Miranda

El Final

He planeado esto desde que nació, lo he hecho con cada individuo una y otra vez, sin embargo, no es algo que resulte menos importante o rutinario. La conciencia, la vida, la manía de cada uno apela la forma en que voy construyendo este hecho. Hoy sólo pienso en que ya lo decidí, ya sé cómo será y en qué momento. He observado su entorno, he convivido con su gente, apapaché un poco el proceso y ahora es tiempo. Había tenido una charla antes, él lo espera serenamente, no lo desea, pero sabe que es parte del buen vivir. Mientras platicábamos podía observar en su mirada cansada pero aun con fuerza y vivacidad cada momento de su vida; su primer amor, los viajes con su amigos en la playa, el ruido del motor de su camión compañero de viajes, navidades infinitas con la familia, el nacimiento de cada uno de sus hijos, las peleas y discusiones absurdas con sus hermanos, el cuidado y cariño de sus padres, el amor incondicional de su esposa e hijos, el nacimiento de su nieta y la añoranza de ese último café con leche una noche en el sillón de su casa, cada uno de esos instantes guardándolos y cobijándolos con gran coraje y felicidad.

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Le pregunte que si tenía miedo y con su vista perdida a la nada me respondió que sí. – Tengo confianza en lo que sembré en cada persona importante para mí, tengo fe en el crecimiento, fuerza y amor de todos ellos. Pero ¿Dime tú, a quien no le causa ruido la incertidumbre propia de la vida, el dolor de mis seres amados ante este hecho y la duda de saber si encontraran la forma de sentirme ante algo invisible? La vida para mí no es un pesar, es un cúmulo de experiencias y charlas una tarde de lluvia con buena compañía, llorar, reír, ganar y perder me han hecho feliz, y como dice la canción no hay por qué hablar, ni que decir, ni que llorar, ni que fingir, puedo seguir hasta el final a mi manera. Esa tarde tomaría esa balada para despedirse de lo que más amaba. Los días pasaron y todo fue sucediendo, la lucha fue tomando forma y desvaneciéndose en proezas de agonía para su alrededor. Las risas, las palabras y los abrazos ya estaban contados. El día llegó, el momento justo con la persona indicada y la compañía deseada. Me acerque a él, lo mire fijamente y con una señal entendió lo que pasaba, se sentó en la cama, dirigió la mirada a la pequeña que tenía enfrente y levanto los brazos agradeciendo cada instante, al tocarlo se desplomo en mis brazos, algo en mí se conmovió, el amor de las personas que lo rodeaban era inmenso, y me pregunté ¿eso es morir?, no volver a ver a quienes amas, no volver a ver a quien te ama. Si tiene algún sentido, se me escapa por completo. Pero no me detuvo yo lo mate y no había vuelta atrás.

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Diana Mariño

La sombra de la mujer ausencia Te dije de mil maneras que no me mataras. Te lo canté varias noches embebida en el alcohol. Esas noches de cantos a la luna, que terminaron siendo solo aullidos mudos junto a una botella de cualquier porquería, le rogaba al universo que los recuerdos se ahogaran en el embriagador elixir, ¡pero no!, eso no pasaba. Estaba tan ebria, que el hipo que me daba, parecía el eco de la voz de una conciencia que insistía en recordarme que todo es temporal. Tu presencia imponente amenazaba con asesinar todo, menos mis recuerdos. Te supliqué de mil maneras, que no me mataras, pero tú, terco como siempre, y bastante decidido, emprendiste ese camino asesino. ¿Por qué me mataste? ¿Fue por viajera solitaria? ¿Por creer en el camino que se hace andando? ¿Por estar enamorada del amor? ¿Por intentar de-construir el miedo? ¿Por creer? ¿Por pensar que la vida es intensa? ¿Por creer que la libertad es utopía? ¿Por qué me mataste? ¿Por ausente?, mataste a la mujer ausencia, ¿para volverla presencia?, presencia de ¿qué? ¿Para quién? ¡¿Por qué?!. Te rogué que no, que yo no quería morir, que la ausencia y el bajo perfil eran lo mío, que no me importaba vivir en el anonimato, porque ese espacio para mi, era más que real, que ser ausencia para mi, era sentirme viva, que no estar presente también era una forma de hacer presencia, que la ausencia de memoria, de recuerdos, de respiración e incluso de canciones, para mi, era una forma de forjar una nueva memoria, una en la que cuando alguien me quisiera olvidar, no necesitara al Dr. Mierzwiak de aquella película, sino solo cerrar lo ojos. Yo amaba ser la mujer ausencia. Pero tú, asesino despiadado, con esa luz que me dotaba de una visibilidad bastante incómoda, me dijiste, que esa sería mi última noche de ausencia, porque a partir del día siguiente, me convertiría en presencia. ¡Que difícil!, nunca supe si estaba lista para existir.

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Mataste a la mujer ausencia, aún cuando mis fantasmas te suplicaban que no lo hicieras, pero me mataste, porque decías que no podías enamorarte de esa mujer, necesitabas sacarme del hoyo, ese que yo misma había cavado y en el que me sentía tan cómoda, ese en el que entre tanta oscuridad, yo ya ni sombra tenía. Mataste a la mujer ausencia, para enseñarle a respirar, para que volviera a creer, en la felicidad, en los cuentos de hadas, en la vida y en la libertad, creerlas y crearlas como actos políticos. Al igual que mi ausencia, tu presencia también pensaba que ¡la vida es intensa!. También por eso me mataste, l e n t a m e n t e, cantando y con tus propias manos. Mataste a la mujer ausencia para volverla presencia, en todos esos tiempos en que lo intenso le opacó lo Luz-ía, sí, esa, Lucía, la de la luz, la que da luz. La que se escondía detrás de la mujer sin sombra. Lucía, la que su luz, que arde inclemente, unas veces quema, otras ilumina y otras asusta. Cuando mis rodillas ya estaban casi sangrando de tanto suplicarte a ti y al universo que no me mataras, té, directo y terco, ¡me mataste!, y de ser la mujer ausencia pasé, en un abrir y cerrar de ojos, a ser luz ¿luz para qué?. Mientras descuartizabas con un canto desgarrador, cada una de las partes de mi cuerpo y de mis fantasmas, la tonada decía: “serás luz, serás luz, para creer

en los animales, en las piedras, en el fuego, en la otredad, en la música, en las utopías, en las otras vías, los abrazos... serás luz, serás luz…” Al final, me convertiste en luz, para iluminar el camino que te ayudó a encontrarme tras la sombra de los que dicen que morir, es vivir un poco.

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Rafael Mazón Rueda

¿Culpable?

Oye compa, ¿te fijaste en el hilito de sangre que va dejando la Jaqueline? No, no me fijé Abundio; hace rato esta muchachita, la hija de la Josefa y entenada de Simón el borracho, agarró pal monte, yo creo que fue a cagar. Eso es algo que no sé por qué lo siguen haciendo, a pesar de que los patrones de este rancho pusieron letrinas alrededor compa, muchos insisten y jalan pal monte a hacer sus necesidades. Pues ella es la que te digo que va dejando rastro de sangre, pasó hace poco de regreso. Qué te parece si seguimos el rastro para ver dónde empieza. Me va a castigar Diosito, me siento re mal por lo que acabo de hacer, pero ni modo, lo hecho ya no se puede remediar, ojalá y me dejen de tratar mal mi mamá y sobre todo ese cabrón de mi padrastro. Ya no lo aguanto pero no los puedo dejar, no puedo dejar a mi mamá sola con ese desgraciado. ¡Josefa! ¿Dónde anda la chingada mocosa? No sé Simón, dijo que iba a cagar, no debe de tardar. Debes de ser más enérgica con ella, siempre te convence y le das lo que te pide, exígele que esté aquí temprano, aunque tú no hayas llegado, pero ponte dura que como están las cosas los chamacos se rebelan fácilmente y se te va a ir el día menos pensado. (Cabrón, ¿qué cree que no sé todo lo que hace con ella?) Que estás rezongando hija de la chingada, recuerda que nomás me haces una tarugada y te dejo, a ver qué haces sin mí palo pendeja. No Simón, no, solo estaba rezando por la Jaqueline para que no le pase nada malo.

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Chin, que voy a hacer, sigo sangrando, ni modo de que vaya a ver al doctor del rancho, me regañaría y no sé qué más haría porque aunque es buena gente, no es nada pendejo y …..Mejor ni lo pienso. Mira, mira Abundio, allá donde empieza el rastro de sangre hay un montoncito de tierra, ¡vamos a ver! Carajo, no se para esta sangradera, ¿ora qué voy a hacer? La Paz está re lejos. Oye Josefa, ¿Nos obedecería Jaqueline? ¡Compadre, compadre, algo se mueve en ese montón de tierra! ¡Ay, ay, ay, ya no aguanto el dolor ni la sangradera! Simón, ¿y si la Jaqueline se huyó? Abundio, Bendito Dios, ¡es un bebé! Y ESTÁ VIVO.

Señor policía, desgraciadamente este bebé llegó moribundo con las vías respiratorias llenas de tierra y falleció en pocos minutos, ahora lo que les corresponde hacer es ir a apresar a esa chamaca asesina. Mira Jaqueline, así te llamas ¿Verdad? Tienes 13 años. Vale más que nos digas quien es el papá de esa criatura y porqué mataste a tu hijo, ya estás en la cárcel y de esta no te escapas, pero tú no eres la única culpable, así que dinos ¿Quién es el papá? No te sirve de nada seguir guardando silencio.

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Señor policía, soy la mamá de Jaqueline y vengo a denunciar a ese hijo de la chingada del Simón pa que se pudra en la cárcel. Si ya no va a ser mío, no será de otra. Verá usted, ese pendejo de Simón se juntó conmigo, nos la pasábamos a toda madre y todo iba bien hasta que esta chamaca empezó a crecer, se empezó a poner rebuena y el desgraciado de Simón se la empezó a coger, siempre que yo protestaba él me amenazaba con dejarme y como no podría vivir sin él, aceptaba todo con tal de no perderlo. De repente salió esta pendeja conque estaba panzona del Simón, entonces él nos ordenó tirarlo, Jaqueline no quería, pero si no lo hacía, Simón nos dejaba, así que yo me puse de su lado y la amenacé que si lo tenía, lo iba a matar, por lo que mejor se decidió hacer lo que hizo.

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