Ramón Cuéllar Márquez
Poesía
Anotaciones sobre Odile
Cuadernos
de la Serpiente
D.R. ANOTACIONES SOBRE ODILE RAMÓN CUELLAR MARQUEZ Derechos Reservados por Ediciones Cascabel ISBN 978-970-94-5136-2 Diseño editorial: Raúl Cota Álvarez Costura: Taller de Blanca Alvarez Morales Se autoriza la reproducción parcial del contenido siempre y cuando se cite la fuente. Primera edición, La Paz, B.C.S. México. SEPTIEMBRE DEL 2017
Preámbulo Huracán próspero en la batalla, Odile, se refleja en los espejos del lenguaje y de la historia. Asume todos los nombres y adjetivos que sugiere su ventosa cabellera; es mito, leyenda y realidad devastadora. Une, espanta y “odiliza”. Ramón Cuéllar Márquez encarna literariamente al monstruo y su fantasma; a la embestida predecible, pero inevitable; al ser humano que se guarece del mal bajo una lámpara, y tiembla ante la sombra que se proyecta en el piso: escudo de luz que genera su propia incertidumbre. Las palabras de Ramón Cuéllar dan vida significante a la bestia que devora la noche, esa pesadilla que se prolonga en la vida diurna, pero que nadie quiere reconocer o entender: la pequeñez y la fragilidad humanas; con una crónica metafórica, ciclón de imágenes e historias entreveradas en un solo aliento claro y poderoso. El Odile, de Ramón, es una oruga o tortuga gigante; dios creador, maligno o cojo (patada de mula); corazón del cielo, agua corpulenta o aullido transparente: ser invisible que nos saca a empujones de nuestra zona de confort; es un pretexto para la burocracia que medra con su fantasmagórico paso. Por eso las sabias abuelas, nos dice la voz creada por Ramón: “tapan los espejos, temerosas de que la luz se repita a lo largo de sus vidas”. Porque al final todo vuelve, y como Odile, también se acaba. Fetos de agua, fetos de polvo, “tolvanera” transparente que todo lo golpea y aplasta. Odile nos “odiliza”: nadie construyó el “arca”, pero todos nos trepamos a ella “dando tumbos”. Es el barco que somos cada uno de nosotros, “barco imaginario” o “de papel sin propósitos, perdido”, dice Ramón; mientras “el agua muerde, el agua atraganta, el agua reconstruye”.
Todos “van de aquí para allá para refugiarse de tu gigantismo [Odile], pero no de sus latidos…” Todos están juntos y a solas con su miedo solidario. Sin embargo: “en sus casas hombres y mujeres no sabrán qué hacer con sus silencios”; pues “nada de lo que digan [Odile] evitará tu presencia”. Lo fatal de la fatalidad es que también pasa, se desvanece, se convierte en su contrario; en el canto de los pájaros que pueblan el paisaje barrido por el viento, en la gracia de su vuelo, en su dicha. Apunta la voz poética: “Y parecías grande, inacabable, que tus remolinos eran millones de manos que todo lo deseaban…” Desgraciadamente al huracán de viento y agua no siguió sólo la calma y el canto de las aves, siguió: “una turba hambrienta de tomar objetos y no comida”. Miento, Ramón Cuéllar Márquez no propone en su obra que Odile nos “odiliza”; su paso inexorable sólo nos desnuda, nos muestra hasta los huesos la contradictoria (perdurable y frágil, solidaria y envilecida) condición humana: “hasta que otra vez la energía eléctrica los devuelva a sus ordenadores portátiles, a sus teléfonos celulares, a sus televisores, a sus islas de información”. RUBÉN MANUEL RIVERA CALDERÓN
El huracán Odile fue el meteoro más intenso de que se tenga memoria y que tocó tierra sobre la península de Baja California, como se muestra en la actual era de las imágenes de satélite. Junto al huracán Olivia de 1967 y empatada con su predecesor, el huracán Marie, Odile tuvo una presión barométrica de 918 hPa. Barrido sobre la península en septiembre de 2014, Odile causó una gran estela de daños, particularmente en el estado mexicano de Baja California Sur; adicionalmente causó daños menores en el resto de la República mexicana y el suroeste de Estados Unidos. El precursor de Odile se formó en una depresión tropical al sur de México el 10 de septiembre y rápidamente alcanzó la fuerza de tormenta tropical. Luego de desplazarse erráticamente por varios días, Odile empezó a moverse al noroeste, incrementándose su potencia antes de alcanzar su pico de intensidad de huracán, categoría cuatro, el 14 de septiembre. WIKIPEDIA.ORG
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Categoría 1 Vendrá el aire dando vueltas con sus faldas para que el mar [se levante, bramido de espuma que se agita en mitad del mediodía, [que devora la noche, que lleva y trae los barcos a la mano de la playa [donde los granos de arena se han convertido en sistemas solares que nadie entiende, [que se elevan y regresan a la faz de la tierra como un manso [cordero, soles tristes que no evolucionan y explotan en su agua. Todas las noticias apuntarán hacia tu gran ojo negro, [hacia tus fauces de violencia genética, tus clamores de algodón [que recorrerán el tiempo, las pantallas de televisión y las líneas de periodistas [imprecisos, asustados de tus dientes, pero hambrientos [de que tu baba todo lo destruya. Avanzarás poco a poco, arrastrándote por el océano [como una oruga gigante,
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convertida en ciclos de vientos, en círculos de agua [tormentosa, para que la sal del mar se encarame junto contigo [hasta que tus alas blancas aleteen a la velocidad de la ráfaga, con vientos sostenidos arriba de doscientos quince [kilómetros por hora y rachas de doscientos sesenta que estiran todo [como una liga en las aguas. Como un dios olvidado tus pasos de veinticuatro kilómetros [por hora marcarán la pauta hacia la tierra que te espera tranquila, [necesaria como la luz que se unta a las plantas como un radiante grito [de vida. Como el dios maya Hurankén que esparció su aliento [en las insólitas aguas del origen, así tus alas de mariposa blanca recorrerán su camino [de caprichos, por aquí, por allá, adelante, izquierda, derecha. También en tu recorrido cargarás las significaciones [de tu nombre, habitadas por los signos de los arahuacos [y los quechuas,
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ese dios maligno que todo lo recoge y lo lanza [hacia los cielos. Lento, sonriente, satisfecho de la sangre de aire que te poseerá [como un demonio, invisible a la mirada, con la furia de ese dios cojo que nació [del corazón del cielo para gobernarnos todos los septiembres de todos los años [de todos los siglos, nos dejarás ahítos de lo breve y del instante que todo [lo consume. Sí, ese dios de una sola pierna, ese huracán, ese hun, uno, [ese akán, esa pierna solitaria que va dando sus tumbos a lo largo del océano [como patada de mula. En otras partes vas y vienes con otros nombres, [con otras alas, otras penínsulas, tal vez otros dioses hermanos o tú mismo siempre [como en un espejo, otra sangre transparente, otros mundos que vuelven [a nacer, siempre el regreso, el génesis, el ciclón de la India [y todo el golfo de Bengala, el baguio de Filipinas, el Willy-Willy de Australia
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el baguio de Filipinas, el Willy-Willy de Australia [y el tifón del oeste del Pacífico. Tu poderoso abismo, hoyo negro en la Tierra, nada escapará [a su horizonte, ni las lámparas de petróleo de mi abuela ni los cerillos [de la infancia, se mantendrá para siempre jamás en los linderos [del signo, dando giros como un trompo en la cutícula del mar, el piso [acuoso de tu memoria, como en el Popol Wuj donde naces y te reproduces [como maestro gigante, donde Uk’ u’ Kaj llamado Jun Raqan, corazón del cielo, [o hu rapah r’aqan, agua gigante, se solaza y se recrea en sí mismo para renovarlo todo. O te hallarás en las palabras del poeta Timo Sosa, que leerás [palmo a palmo para descubrir Hunrakan, ese sentido rápido, [vertiginoso y amarillo que habita en la casa de Hun-uno rax, [y abre sus puertas y ventanas con un aullido que desprende árboles [y ángeles desde sus raíces.
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Más delante de ti verás a los gobernantes sentarse a la mesa [para que tu cuerpo no arrase nuestra frágil inteligencia que se aferra [a los cauces del pasado y a los planes de un futuro que jamás ha existido, ahí donde Ulises navega en las aguas [de su incertidumbre. Como sacerdotes temerosos darán órdenes para recibirte [sin cabras desolladas, sin corazones abiertos para que no ocurras, [para que no llegues, para que todo lo humano quede al margen de las otras [vidas, para que no obstante arribes con todo el impulso [de las horas y en sus prédicas escritas en oficios número [tal y asunto tal su autoridad signifique el peso de una pluma que cae [después del zarpazo: “Estamos trabajando para ti, para tu sonrisa, [para tu confianza en la urna, para que no te equivoques al marcar la cruz después [de la tormenta.”
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Desde sus templos de burócratas arrastrarán el lápiz [haciendo planes y estrategias, contemplando los pros y los contras de tenerte encima [del arco iris, cabalgata en la atmósfera, jinete preciso, locura blanca, mirarán desde sus perplejidades los efectos de tu paso [de veinticuatro kilómetros por hora, cálculos que servirán para sus rituales de despensas [y láminas galvanizadas.
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Categoría 2 A pesar de tus hebras que circulan, a pesar de tu antiguo [espíritu que nace del estío, borraremos de las líneas de las manos las significaciones de tu gestación con un nombre [nuestro, un embrión que te aprisione una y otra vez [a los delirios del clima, que te una al todo que no concebimos, del que desertamos espantados por no creernos parte [del vaso de agua. A tu eterno retorno le pondremos nombres, figuras de paja [sin vórtices, círculos que avanzan y retroceden como Octavio Paz [en su poesía: vendrá Fausto, vendrá Catrina, vendrá Juliet, vendrá Lisa, [esa espantosa boca que en un lejano septiembre de mil novecientos [setenta y seis se comió la tierra y el cielo y las casas y los coches y las mujeres [y los hombres y los niños. Caminarán por las calles con el peso de la luz del sol [en sus manos,
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ese sudor que se expande en las paradas de camión [y en las casas, mar de gotas y actividades que suben y bajan para darle [sentido a la herrumbre acumulada en su historia. Atentos a la radio, atentos al aire, al remolino distante [que se eleva como un helado de coco en la cara de un niño. Y tú sólo te mueves como una tortuga gigante que se desplaza [igual que un fantasma, lanzarás tus zarpazos blancos, llamada de nubes y relámpagos, [descargas eléctricas tronando en los cielos mientras las abuelas tapan [los espejos, temerosas de que la luz se repita a lo largo [de sus vidas. En todas las ciudades y pueblos dudarán de tu arribo, [de tu aliento exacto, no te organizarán los rituales que mereces, eso de caerse [y levantarse, eso de cambiar la piel para que el horizonte tenga [un sentido. Le temerán no a tu vaho impregnado de incertidumbre, [sino a las mutaciones
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que sufren las hormigas y las mariposas, lo que le sucede al instante cada que muere en sí [mismo. Escucharás a través del espacio las declaraciones [de la comisión nacional del agua, sobre tu trayectoria, sobre tu violenta veracidad, la alerta máxima que culebrea como decreto a lo largo [de la costa, a través de los siglos que reposan todavía [en el desierto, en las llamaradas de más de cuarenta grados [centígrados; te han medido la boca, te han marcado la piel [con una distancia, con cuatro categorías que estremecen las venas [de los ciervos, desorienta a las aves de rapiña y a los pájaros que pican [los frutos de los cardos; te han dado nombre una y otra vez porque una y otra vez [vuelves con tus ciclos a montar el espanto y el inicio [del universo, te han metido en el prejuicio del nombre,
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te han metido [en Odile, para que nadie te olvide en los minutos en que abrazas [todo. Estarás cada vez más cerca y desde abajo te verán [los tentáculos invisibles, abrazos de Hunrakan, de Jun Raqan, esas palabritas [que sacuden los tímpanos haciéndolos vibrar para que el eco del océano siga [sonando en los caracoles. Con tu hélice de nubes comenzarás a besar la costa [de la península antigua, donde Hernán Cortés asentó sus costumbres y antes [de él otros tantos, barcos de quimeras en medio de la resolana, [de los rayos solares, hombres con ropas y sin ropas en un encuentro [insólito y en silencio. Te acercarás como la humedad que invade lo que toca, [con los pronósticos y los preámbulos bien establecidos en los temores [y en la duda. Tus vientos comenzarán a sentirse como una brisa, [luego como un abanico celeste,
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en seguida una tolvanera con fetos de agua que caen [de súbito, que se estampan como pedradas por todos lados. Aferrados a sus pechos, a sus plumas, a sus pelambres, [a sus raíces, a sus casas de cristal, las criaturas comenzarán a ocultarse de tu silbido [inmenso, huida precisa hacia ningún lado, cualquier sitio [que guarde la sangre, el arca no construida pero a la que se han subido [todos dando tumbos, para que sólo Odile ruja al sur suroeste del Finisterra.
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Categoría 3 Con el peso de tus fauces de agua te mezclarás en el tiempo, en los miedos más íntimos que se inflan como globos, te confundirás entre tu nombre y el espejo que te aguarda con los recuerdos de una presa que revienta y extiende su lengua húmeda entre los arroyos secos. En esa memoria de tu rostro blanco arrastrarás [lo que encuentras a tu paso y abajo te compararán desde sus temores antiguos con todas [las borrascas, con las gotas múltiples que se precipitaron [como escupitajos limpios. Los más jóvenes te recordarán como un lejano remolino [de su infancia, al que perseguían con sábanas y palos para remontarse [en un barco imaginario, un largo mar de polvo que se extendía entre sus risas. Los más viejos te traerán entre sus bolsillos, entre sus manos, [entre sus cantos, entre sus arrugas que llevan en sus líneas todos los muertos [y todos los septiembres.
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Dirán los ancianos, con sus palabras de fuego [y de sangre arena: “Liza fue un desastre que derrumbó nuestras [costumbres y los castillos de cristal y de barajas fueron absorbidos [poco a poco como un barco de papel sin propósitos, perdido [en lontananza.” Te aferrarás a tu nuevo nombre pero serás siempre el mismo, sin duda el que se repite hasta la saciedad [como una muñeca de madera sobre otra y sobre otra y sobre otra en todos los años [de antes y después. Nadie creerá que tu círculo de nubes viene comiéndose [poco a poco el instante, ese que se eleva sobre sí mismo y renace y muere [en su cúspide y en su fondo. Nadie advertirá, ni siquiera en las noticias repetidas [para asustar a los fantasmas, que giras como un trompo en la mano del mar, [en su agua que enfurece
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y se hechiza con tus labios, se levanta con sus crestas [paralelas, a la par de su éxtasis, embravecido por tu aliento. Y la vida cotidiana los sumirá en su letargo de siglos, [descreídos de los dioses, los que arrasan como un apocalipsis dejando [la devastación bajo sus pies. Nada de eso evitará que se suman en sus calles [y en sus laberintos de frases, en sus latidos, en sus sangres que circulan de aquí para allá [como un torrente, sin la noción de que el agua muerde, el agua atraganta, [el agua reconstruye. De tienda en tienda harán sus compras de pánico [para que el tiempo dure más, para que no exista el retroceso, para que los aires [sean sólo caricias en el cielo, que el regreso a la cotidianidad sea solamente [un mordisco de pan. Todos jugarán desde sus casas a que no pasa nada, [que no llegarás como otras veces, siguiendo el litoral, atorado en las costas por los iones, esa fantasía colectiva, de paranoia precisa,
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[de incredulidad incierta. Nada de eso hará que tu presencia sea real, avance blanco [montado en el jamelgo del día, caminarán por las avenidas y recorrerán [con sus coches las ciudades, incrédulos, los dioses ausentes, que otras veces [te has desviado y que el servicio meteorológico nacional siempre [se equivoca. En los pueblos y las ciudades te esperarán como a un familiar [que nunca cumple su palabra, transitarán de aquí para allá en sus labores cotidianas, ciertos de que las alas de la mariposa se prolongan [con los rayos del sol y que las luces de colores que se erigen como tatuajes [de las nubes jamás enseñarán el escondrijo del tesoro perdido. La familia se reunirá alrededor de la perplejidad sin embargo, cobijados por sus despensas momentáneas [y sus lámparas. Murmurarán sobre los datos y tu trayectoria, sobre Alicia [sobre Claudia sobre Salma, sobre los nombres reunidos en sus signos
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[y en sus casas, sobre los que buscarán un refugio temporal y sobre [los que tienen hambre, sobre las balaceras de los últimos días y sobre [los muertos que no son suyos, pero que duelen porque no conocían el miedo [ni la inseguridad. Van de aquí para allá en busca de asideros, lugares [donde pueda descansar la muerte, la que patrulla la ciudad desde hace unos meses, [desde hace una oscuridad. Van de aquí para allá para refugiarse de tu gigantismo, [pero no de sus latidos ni de sus temores, saciados de sus abismos [en las calles, de aceras amplias que abrigan a sus hijos con alas sin plumas, [porque el viento, uno más antiguo que tú, sin barbas de nubes, se las arrancó en un frenesí de pólvora, de plomo [estampado en las pieles de sangre reconstruida sobre el lienzo. Caerá la noche con su bestialidad silenciosa, jugando [con la incertidumbre 19
para que ninguno de los pasos del hombre y la mujer queden [dibujados en las avenidas con una voz de espanto. Todos habrán entendido para entonces, cuando tu aliento [fulminante se pasee por las sierras y los desiertos y los animales se oculten y los cactos resistan, que la espera [seguirá el curso de la angustia, pero también los latidos de la calma, esa necesaria mentira que se dice en momentos [del umbral. Y sumidos en esa noche, sentados al borde de la cama, [todos escucharán tus rugidos de animal salvaje que aplasta lo que hay a su paso [y lo eleva por los aires, sin que nadie pueda detenerte, sin que nadie te entienda [porque no hay nada que comprender, pues tú avanzas seguro de ti mismo, [de tus aires calientes, de que naciste para generarlo todo mientras vas [destruyendo. En sus casas las familias sólo hablarán unas cuantas cosas [mientras sus hijos duermen,
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“tengo miedo, papá”, “no te preocupes, no pasará [nada, duerme tranquilo, estás conmigo”, y tú sabes que son pequeñas palabras que no oyes porque vas [centrado en tus vientos, en tu poder nacido de las aguas del verano austral, [donde cruzas paralelos y gozas del trópico de Cáncer que te anima [a no estancarte. En sus casas hombres y mujeres no sabrán qué hacer [con sus silencios, dónde ponerlos para que nadie los vea de cerca [ni de lejos, se empinarán a tragos la soledad hasta que olviden [tus embestidas, para que una vez embriagados por las oscuridades, que sólo [hablan el lenguaje de las horas y la espera, nada sea traído a la luz [de las veladoras. Tienen un miedo cósmico que les devora su fragilidad y miran [cómo te llevas sus ansias a través de los cuartos sin que puedan salir, porque nada de lo que digan evitará tu presencia, los ruidos que haces al tocar con tus bordes techos,
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[paredes, calles, รกrboles. Todo eso lo oyen claramente mientras se miran unos a otros, [mientras las aguas corren e inundan, se meten por las rendijas y todo [lo empapas.
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Categoría 4 Poco a poco dejarás de arrebujar durante la madrugada, [donde la paciencia ha colmado los espacios y el sueño ha filtrado [el cansancio. Pero durante esas horas de espera, mientras tus aletas [de nubes se paseaban a lo largo y ancho del sur de la península, todos oían golpes, ruidos, cosas que se impactaban [contra las casas: eran las huellas que tus pisadas dejaban con el agua. Entonces llegará el amanecer, ese crepitar de luz que se asoma [como un canto de calma, un silencio grande expandido [hasta los huesos, donde reposan las pulsaciones y la incógnita. Al amanecer abrirán puertas y ventanas para comprobar [que te fuiste, que tu nombre fue sólo un instante, que tus aspas filosas [se desvanecieron con los primeros cantos de los pájaros que salían [a restablecer su zona en los montes y en las ciudades. 23
Con la claridad a cuestas, comenzarán a sacar los restos [de tu cuerpo alojados dentro de las casas, también los muebles, [los trastos, todo aquello que invadiste como si fueran ofrendas [a tu viaje. Y parecías grande, inacabable, que tus remolinos [eran millones de manos que todo lo deseaban, que cargarías con la fragilidad [del pensamiento, pero tu gigantismo desapareció con el chasquido del silencio, [que te alojó como a los otros, a los que crecieron y se esfumaron [en sus sábanas. Ahí estarás eternamente adherido a tu nombre, junto a Liza, [junto a Juliette, junto a Fausto, mientras dialogan entre luces [y sombras. Durante tu hálito de incertidumbre, los narcos dejarán [de ejecutar a mansalva en las calles, las bandas no cuidarán su territorio y las drogas [entrarán en la sangre para olvidarte, para no sentir tu aliento que pasa [por sus miedos.
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También la voracidad de la ganancia aguardará agazapada [a que tu paso sea rápido, para luego penetrar con sus máquinas y escarbar [las capas minerales, que la gente olvide sus protestas contra esa minería tóxica [que no mira, que no oye, que sólo construye sus becerros metálicos que terminarán [escondidos en una bóveda, donde vigilarán ejércitos y policías pagados [por los mismos que reniegan, por los mismos que observan su débil vínculo [con el medio ambiente. Comenzarán a recorrer las calles para ver los destrozos, para cerciorarse de tu existencia efímera, [de que tu aliento sólo fue un sueño. Recibirán noticias de que el silencio mostraba postes de luz [caídos, animales muertos y árboles desnudos, casas inundadas [y carros patas arriba a causa de los ríos momentáneos que se crecen al castigo de saberse breves. También con espanto se enterarán de que sus naturalezas
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[los conducen a la rapiña en los primeros días de estupor, “son gente de fuera”, [decían seguros de que ellos no podrían, de que ellos no eran, pero la luz del día [les cayó encima con las manos en la masa, con las manos abiertas [dispuestas a poseer: cargan todo lo que encuentran, entran a los supermercados como una turba hambrienta de tomar objetos [y no comida, amas de casa, hombres obesos, policías indiferentes, [funcionarios municipales dispuestos a proteger no vidas humanas [sino lo que han hurtado, lo esconden en sus casas igual que han sido encerrados [los becerros metálicos en las bóvedas de la ganancia que todo lo domina [y manipula. Te habrás desvanecido como el fuego que es apagado [con el agua, pero ya para entonces nadie te recordará porque andarán tras sus vidas cotidianas. No hay servicios públicos, no hay electricidad, no hay agua
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[potable, no hay nada que los regrese a la normalidad, a aquello [que los une al instante, al que no conocen, pero al que se aferran [como una cuerda en el abismo. Pasarán días de espera, días en que la sangre digital [ha desaparecido y las computadoras, las bibliotecas en línea, las redes [sociales no servirán para entender el ciclo del sol [ni cómo la luna se sostiene. Regresarán a los días simples, a comprender que la madrugada [canta en la taza del café, que por unos momentos volverán a escuchar [el silencio y se harán las pláticas en las calles y en los porches, [sentados en poltronas, en las tardes de recuerdos, junto a los niños [que juegan creativamente, liberados del X-Box y del Nintendo. Se habrán mutado por unos días y percibirán el paso [de las horas en la piel, en los ojos, en el olfato, en los tímpanos que resuenan [gracias al sonido del mar,
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hasta que otra vez la energía eléctrica los devuelva [a sus ordenadores portátiles, a sus teléfonos celulares, a sus televisores, a sus islas [de información.
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ANOTACIONES SOBRE ODILE se terminó de imprimir en septiembre del 2017 en la ciudad de La Paz, B.C.S. La edición estuvo al cuidado de Raúl Cota Álvarez y el autor. para publicar en Cuadernos de la Serpiente: revista_cascabel@hotmail.com visita: www.proyectocascabel.blogspot.com
17 Nació en La Paz, Baja California Sur, en 1966. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Actualmente se desempeña como productor y guionista en Radio UABCS, con el programa Letras Vivas, la voz de los escritores sudcalifornianos. Ha escrito poesía, ensayo, cuento y novela en periódicos, suplementos culturales y revistas nacionales. Fue becario del INBA para poesía en 1992-1993; de la UNAM en Lingüística aplicada de 1993-1995; y beneficiario del Programa de Estímulos a la Creación y el Desarrollo Artístico para novela en 2012 y 2016-2017. Obtuvo el Premio Estatal de Cuento CREA en 1986. También obtuvo el Premio Mensual de Poesía Breve en 1998, convocado por la Asociación de Escritores de México, A. C, así como el Premio Estatal de Poesía Néstor Agúndez Martínez, en 2005; el Premio Estatal de Novela Ciudad de La Paz, en 2007; el de Cuento, en 2008; el de Poesía, en 2010; el de Ensayo, en 2012; y los Juegos Florales del Carnaval La Paz 2010 “Alegría Bicentenaria”. Ha aparecido en las siguientes antologías de poesía: Lecturas de Baja California Sur (1990), Poetas de Tierra Adentro (1991), Baja California Sur, otro mar, otro desierto (1991), Poetas de Tierra Adentro III (1997), Creación Joven Poesía 19791999 (1999), Eco de voces. Generación poética de los sesentas (2004), Voz de la estirpe, Poemas y poetas sudcalifornianos del siglo XX (2007), Del silencio hacia la luz: Mapa poético de México, Poetas nacidos en el periodo 1960-1989 (2008), 19 poetas. Antología amorosa (2012) y Verdad y belleza. La poesía en Baja California Sur (2014). Tiene cuatro libros de poesía publicados: La prohibición del santo (1990), Los cadáveres siguen allí (1991 y 2006, en segunda edición), Observaciones y apuntes para desnudar la materia (2010), y Los poemas son para jugar (2015); tres novelas, Volverá el silencio (2003), Los cuerpos (2007) e Indagación a los cocodrilos (2008); uno de cuentos: Los círculos (2009); uno de entrevistas, en coautoría con Christopher Amador: Doce poéticas en Baja California Sur (2010), y uno de ensayos: De varia estirpe. Entre la estética del desierto y escritores y poetas del Noroeste de México 1991-2011 (2014). Fue vocal y miembro de la Asociación de Escritores de México, A. C.; asimismo, ha sido Presidente de la Asociación de Escritores Sudcalifornianos de 2006 a 2009 y reelecto en el periodo 2012-2013.