Cierta realidad aparente en Pedro Páramo de Juan Rulfo
Roberto Enrique Galindo Domínguez
“…está roto el tiempo y el espacio… …En realidad es una novela de fantasmas, fantasmas que de pronto cobran vida y la vuelven a perder… …Está estructurada de tal forma que llega aparentemente a no tener estructura…”1
A 62 años de publicada por vez primera la novela Pedro Páramo el tiempo y los cientos de miles o quizá millones de lectores de Juan Rulfo (1917-1986) han canonizado al escritor y a su obra, novela y cuentos, aunque de éstos él haya dicho que los escribió como un ejercicio para encontrar la voz y la atmósfera que necesitaba para su novela, ingredientes personales que encontró en la escritura de Luvina.2 Cuento en el que está el germen de las voces, los murmullos y los silencios de los muertos atrapados en el presente, atados a un pasado infinito.3 Ecos amplificados en la estructura fragmentaria de Pedro Páramo. Novela de la que se ha dicho quizá todo, y puede que se haya dicho poco, y que eso sea sólo una cierta realidad aparente de la obra cumbre de un escritor que poco escribió y tan bien lo hizo. En 1969 Carlos Fuentes escribió: “La obra de Juan Rulfo no es sólo la máxima expresión que ha logrado hasta ahora la novela mexicana: a través de Pedro Páramo, podemos encontrar el hilo que nos conduce a la nueva novela latinoamericana y a su relación con los problemas que plantea la llamada crisis internacional de la novela.” 4 Y aunque Fuentes no hizo referencia directa a lo fantástico en Pedro Páramo, sí señaló que de
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Juan Rulfo, Tomado de A Fondo. Entrevista de Joaquín Soler Serrano a Juan Rulfo, Radio y Televisión Española, Ministerio de Cultura, España, 17 de abril de 1977. (https//www.youtube.com/watch?v=V74yJztkx-c). 20/11/2016. 2 Ibid. 3 Juan Rulfo, “Luvina”, en Christopher Domínguez Michael, Antología de la Narrativa Mexicana del Siglo XX, Tomo I, Letras Mexicanas, Fondo de Cultura Económica, México, 1996. pp. 1179-1187. 4 Carlos Fuentes, La nueva novela hispanoamericana, Planeta DeAgostini, México, 1969. p. 21.
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su escritura “…cuelgan unos frutos de brillo sombrío: frutos duales, frutos gemelos que han de ser probados si se quiere vivir, a sabiendas de que contienen los jugos de la muerte.”5 Y sólo en el fantástico Comala, pueblo sin cielo, conviven la muerte y la vida en un mismo espacio infernal-temporal-terrenal. Fuentes enfatizó en la imaginación mítica universal renacida en Pedro Páramo a través del arriero como barquero de un río de polvo, de Juan Preciado como Telémaco, de la voz de la madre y amante Yocasta-Eurídice, de la pareja de hermanos que yacen juntos en el lodo de la creación, con las viejas virgilianas Eduviges, Damiana y la Cuarraca, y con Susana San Juan hecha una Electra al revés y Pedro Páramo siendo un Ulises de piedra y barro. Todos ellos son: “…fantasmas de fantasmas que contemplan sus propios fantasmas,…”. Personajes que proyectan la ambigüedad humana de un cacique, sus mujeres, sus pistoleros y sus víctimas. Señalando que mediante ellos Rulfo incorpora la temática del campo y la revolución mexicanos a un contexto universal.6 Es Pedro Páramo una novela de fantasmas que cae por la lividez y el trasiego espacial y temporal de éstos en el incierto terreno de lo fantástico, que en Comala es el más cierto. La leyenda sobre la leyenda de Rulfo y sus fantasmas ha crecido a tal grado que ha hecho a intelectuales de la talla de Juan Villoro ser víctimas del mismo efecto secundario que comentan sobre la literatura rulfiana al decir que: “Los fantasmas de la novela se han apoderado incluso de su contraportada. La edición del Fondo de Cultura Económica, en su Colección Popular, incluye una anónima sentencia entre comillas: «Un cuarto de siglo bastó para situar a Pedro Páramo como "la máxima expresión que ha logrado hasta ahora la novela mexicana” ». ¿Quién pronuncia el elogio? ¿De dónde viene la cita? Aunque se esté de acuerdo con ella, sorprende que caiga sin razón ni porqué. El mundo rulfiano ha producido un curioso efecto secundario. Avalado por un espectro, el autor recibe un trato de figura legendaria, cuyos méritos son indiscutibles y, por lo tanto, no necesariamente demostrables.”7
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Ibid; pp. 18-19. Ibid; pp. 18-19. 7 Juan Villoro, Lección de arena. <<Pedro Páramo>>, en http://www.cervantesvirtual.com/obravisor/leccion-de-arena-pedro-paramo--0/html/8e41d8c5-eb11-426c-b685-e38e132f46a7_2.html (20/11/2016). 6
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Sería acaso que el fantasma de Carlos Fuentes insertó la cita en esa contraportada, a sabiendas de que Villoro estaría de acuerdo al grado de retomarla y elogiarla sin buscar la pluma fuente. Pero moverse entre los páramos literarios de Rulfo es andar entre fantasmas y fantasías, es ir de la realidad tan increíble de nuestra cultura al terreno incierto de la transposición temporal y espacial de las almas en pena que se apropian del único ser vivo de la historia para constreñirlo sempiternamente al mundo de los muertos. Villoro detecta severamente el nodo fantástico en Pedro Páramo, obnubilado a otras mentes por su mitificación: “El mito del Rulfo de «mágica inspiración» pasa por alto que estamos ante el más arriesgado y riguroso renovador formal de la narrativa mexicana. El entorno le sirve, no para rendir testimonio, sino para construir un símbolo.” Y es en ese construir de símbolos que radica la literatura fantástica de Rulfo. Villoro nos anunció ya los porqués de la desubicación fantástica de la literatura rulfiana: “La mitificación de Rulfo, el énfasis en la obra lograda como de milagro, al margen de las arduas preocupaciones técnicas del novelista, ha impedido, entre otras cosas, que Pedro Páramo sea entendida como un caso de literatura fantástica. En esta oficiosa lectura, el autor es separado de sus invenciones, se difumina como subproducto de una tradición tan rica que no requiere de explicación. Comala y sus muertos se imponen como un triunfo telúrico, deciden ser escritos.”8
Rulfo dijo que en su novela está “roto el tiempo y el espacio”, rotos y entremezclados desde el principio y hasta el fin de una historia que nunca termina, porque los muertos quedaron atrapados en Comala, cuidando unos a los otros, y el último vivo que llegó fue Juan Preciado. Quien antes de llegar ya formaba parte de ese mundo de ensueño: “Pero no pensé cumplir mi promesa. Hasta que ahora pronto comencé a llenarme de sueños, a darle vuelo a las ilusiones. Y de este modo se me fue formando un mundo alrededor de la esperanza que era aquel señor llamado Pedro Páramo, el marido de mi madre. Por eso vine
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Ibid.
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a Comala.”9 Porque en Comala no hay nada más desesperanzador que Pedro Páramo, el origen de la ruina del pueblo: “La Media Luna estaba sola, en silencio. Se caminaba con los pies descalzos; se hablaba en voz baja. Enterraron a Susana San Juan y pocos en Comala se enteraron. Allá había feria. Se jugaba a los gallos, se oía la música; los gritos de los borrachos y de las loterías. Hasta acá llegaba la luz del pueblo, que parecía una aureola sobre el cielo gris. Porque fueron días grises, tristes para la Media Luna. Don Pedro no hablaba. No salía de su cuarto. Juró vengarse de Comala: –Me cruzaré de brazos y Comala se morirá de hambre. Y así lo hizo.”10 El tiempo y los espacios geográficos de la obra son fragmentarios, igual que la estructura de la novela (69 fragmentos). Pero desde el principio espacios y tiempos se entremezclan en un orden perfecto. Comala y sus caminos, plazas y calles y, aún casas y cuartos, por dónde vaga Juan Preciado hasta llegar a su tumba en el cementerio, son espacios orquestados por el escritor. Y nosotros lectores somos guiados y abrigados por ánimas de vivos de otros tiempos, igual que lo es Juan por Abundio el arriero sordo que se topó en Los Encuentros,11 por la señora envuelta en un rebozo que desapareció como si no existiera,12 por Eduviges Dayda la que pudo haber sido su madre13 y por otros fantasmas. La historia del supuesto presente, la de Juan Preciado narrando en primera voz su corto y eterno viaje y su búsqueda, es la más fantástica. Desde el primer fragmento un fantasma –Abundio– le dice que Pedro Páramo es: “–Un rencor vivo...”,14 que: “Aquí no vive nadie.” 15 –en Comala–, y que: “…aunque no estaría por demás que le echara una ojeada al pueblo, tal vez encuentre un vecino viviente.”16 Y encuentra a Eduviges: “Llegué a la casa del puente orientándome por el sonar del río. Toqué la puerta; pero en falso. Mi 9
Juan Rulfo, Pedro Páramo, Cátedra-Letras Hispánicas, 28ª edición, España, 2015. p. 73. Ibid; p. 179. 11 Ibid; p. 77. 12 Ibid; p. 78. 13 Ibid; p. 79. 14 Ibid; p. 76. 15 Ibid; p. 77. 16 Ibid; p. 79. 10
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mano se sacudió en el aire como si el aire la hubiera abierto. Una mujer estaba allí.”17 E inicia Juan Preciado un largo diálogo con ella, que lo acompañará hasta su muerte. Conversación que permite ver la detallada estructuración de la novela, pues abunda en interrupciones de un fragmento a otro y a otros. Diálogo difícil de reconocer entre los otros que tiene Juan con los demás personajes, porque todos son voces, murmullos y silencios. Dolores la madre de Juan habló con Eduviges, justo ahora que él llegaba, avisándole de su llegada. Y Juan no se sorprende de que su madre muerta haya recién hablado con ella y acepta tácitamente lo que le sugiere, y así lo hace con los otros fantasmas que se encuentra. Habla con ellos y obra en consecuencia. Se deja arrastrar por ese río de ánimas que fluye de Comala: “Yo creía que aquella mujer estaba loca. Luego ya no creí nada. Me sentí en un mundo lejano y me dejé arrastrar. Mi cuerpo, que parecía aflojarse, se doblaba ante todo, había soltado sus amarras y cualquiera podía jugar con él como si fuera un trapo.”18 Estamos en el fragmento cinco y Juan Preciado ya está integrado a ese mundo sombrío de Comala. La transposición del “mundo de los vivos” la empezó en la primera página con sus falsas ensoñaciones de esperanza, la continuó hablando con Abundio, con su visión de la mujer del rebozo que parece no existir, y con Eduviges que habla con su madre muerta. Y ¿quién habla con los muertos?, los muertos solamente y Juan habla con ellos. Una obra en la que los personajes son fantasmas y el único vivo se convierte en uno, es fantástica, casi independiente de la “realidad”. Todorov señala que el género fantástico: “Exige el cumplimiento de tres condiciones. En primer lugar, es necesario que el texto obligue al lector a considerar el mundo de los personajes como un mundo de personas reales, y a vacilar entre una explicación natural y una explicación sobrenatural de los acontecimientos evocados. Luego, esta vacilación puede ser también sentida por un personaje; de tal modo, el papel del lector está, por así decirlo, confiado a un personaje y, al mismo tiempo la vacilación está representada y se convierte en un tema de la obra; en el caso de una lectura ingenua, el lector real se identifica con el personaje. Finalmente es 17 18
Ibid; p. 79. Ibid; p. 81.
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importante que el lector adopte una determinada actitud frente al texto: deberá aceptar la interpretación “alegórica” como la interpretación “poética”.”19
La primer condición se cumple a medias en el caso de Pedro Páramo, pues aunque los personajes son muertos o fantasmas, como lectores los consideramos desde el inicio como “reales”. La sutil narrativa de Rulfo nos inicia en la interacción de Juan con los muertos mediante diálogos, sin que nosotros sepamos que están muertos, y nos lleva a través de su narrativa a aceptar tácitamente y apaciblemente esa otra realidad de los fantasmas que conviven como vivos incluso en sus tumbas. Justo como lo hace Juan Preciado. Y en cuanto sabemos que son muertos los que nos hablan no nos sorprendemos, no les tememos, no vacilamos entre una explicación natural o sobrenatural. Lo que nos sorprende es eso, es aceptar su mundo –el de los muertos– como el nuestro. Esto anula la segunda condición, pues la vacilación entre lo natural y lo sobrenatural no se presenta en el personaje Juan Preciado. Quien como nuestra guía y a quien nos confiamos en ese trasiego entre mundos y tiempos, nos deja igualmente sin esa vacilación. Pues aunque sabemos que Juan parte del mundo “real” hacia Comala, hemos muy pronto aceptado estar en el mundo de ellos –los muertos– consciente o inconscientemente. Como la tercera condición, la de la interpretación alegórica o poética del texto, de acuerdo a Todorov es opcional, no tiene importancia en la determinación fantástica o no de Pedro Páramo. Además de que mi interpretación de la obra no encaja en las dos primeras condiciones. Por lo tanto queda claro que la definición de Todorov de lo fantástico es insuficiente para abarcar Pedro Páramo. Entendiendo que Pedro Páramo es literatura fantástica, es necesario demostrarlo teóricamente, pues no debemos correr el riesgo de ser abordados por los fantasmas rulfianos y dejar cabos académicos sueltos. Me parece que siguiendo con el desarrollo de la
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Tzvetan Todorov, Introducción a la Literatura Fantástica, Ediciones Coyoacán, México, 1994. p. 30.
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teorización sobre lo fantástico, y por supuesto partiendo de Todorov, la teoría de Rosemary Jackson puede explicar mejor la obra de Juan Rulfo. De acuerdo a Rosemary lo fantástico: “…confunde elementos de lo maravilloso20 y de lo mimético21. Afirma que es real lo que está contando –para lo cual se apoya en todas las convenciones de la ficción realista– y entonces procede a romper ese supuesto realismo, al introducir lo que –en esos términos– es manifiestamente irreal. Arranca al lector de la aparente comodidad y seguridad del mundo conocido y cotidiano, para meterlo en algo más extraño, en un mundo cuyas improbabilidades están más cerca del ámbito normalmente asociado con lo maravilloso. El narrador no entiende lo que está pasando, ni su interpretación, más que el protagonista; constantemente se cuestiona la naturaleza de lo que ve y registra como “real” Esta inestabilidad narrativa constituye el centro de lo fantástico como modo.”22
De acuerdo a Jackson lo fantástico confunde elementos maravillosos –que en Pedro Páramo están en el autónomo mundo de los muertos de Comala– con lo mimético, que se tiene en dos niveles temporales y en dos planos espaciales. Lo mimético de la narración del primer fragmento, en el tiempo presente de Juan cuando narra las razones de su viaje a Comala, y dentro de su narración en las partes en las que interviene la voz de su madre –en cursivas– como un testimonio de un pasado “real”, voz que por cierto se confunde entre las otras muchas voces del mundo maravilloso. Y la parte más mimética de la novela, que es la que corresponde al pasado de Comala, a la historia de Pedro Páramo y Susana San Juan, y de todos aquellos que ya murieron, y de los cuales muchos interactúan en el presente de Juan como fantasmas. Esa historia “verdadera” es narrada en tercera persona, y es intercalada en la estructura fragmentaria con las partes narradas desde el presente por Juan. Esa parte más mimética es la que enfatizara Carlos Fuentes al referirse a la Historia dentro de la historia, es decir a los hechos históricos como la Revolución, la Guerra Cristera, y la realidad social del campo que de alguna manera retrató Rulfo en su novela.
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Entendiendo lo maravilloso como un mundo literario completamente autónomo en el que lo humano “real” queda fuera en el plano existencial, aunque las creaciones narrativas repliquen conductas de lo humano. 21 Lo mimético es referido en tanto narrativa que imita la realidad “real” en una representación ficcional que intenta ser “real”. 22 Rosemary Jackson, Fantasy: literatura y subversión, Catálogos Editora, Buenos Aires, 1986. pp. 31,32.
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Pero la definición de Jackson que contempla la confusión de rasgos maravillosos y miméticos, más adecuada que la de Todorov para la identificación de Pedro Páramo en la literatura fantástica, también se queda corta y se aleja de la génesis de la novela de Rulfo. Pues ni Juan Preciado ni otros personajes fantásticos afirman, como no lo afirman las voces sin nombre y sin rostro que también intervienen, que lo que se narra es “real”. Tampoco Rulfo instauró un supuesto “realismo” para después romperlo con la intromisión de lo “irreal”. Como tampoco nos saca a los lectores de la comodidad de nuestro mundo cotidiano para adentrarnos en un mundo extraño más cercano a lo maravilloso. Pues desde el inicio –como ya vimos–, Rulfo nos lleva de la mano de Juan Preciado en ocho páginas al mundo de los muertos, sin sobresaltos, sin temores, sin extrañamientos, simplemente nos instala ahí. Dice Jackson que narrador y protagonista no entienden ni son capaces de explicar lo que sucede, pero que el personaje se lo cuestiona todo el tiempo, y que esa inestabilidad narrativa es el nodo de lo fantástico. Y aquí es donde la definición de Jackson se aleja más de Pedro Páramo, pues Juan Preciado acaso cuestiona un par de veces si habla con muertos, pero no intenta entenderlo, ni explicarlo, como tampoco lo hace el lector sometido ya al comportamiento de Preciado. Me parece que el Ensayo de una tipología de la Literatura Fantástica (A propósito de la literatura hispanoamericana) de Ana María Barrenechea, es el tratado teórico que más puede explicar a Pedro Páramo en el género fantástico y, no por que tenga una categorización rigurosa de lo que se puede considerar fantástico en la literatura, pues como el título señala es un ensayo. Y lo que nos dice es una flexibilización de lo establecido por Todorov. Barrenechea determina la literatura fantástica por: “…la existencia implícita o explícita de hechos a-normales, a-naturales o irreales y sus contrarios; y además la problematización o no problematización de este contraste. Aclaro bien: la problematización 8
de su convivencia (in absentia o in praesentia) y no la duda acerca de su naturaleza, que era la base de Todorov.”23 Son dos los parámetros que usa para la determinación, que el texto contenga hechos que se consideren “irreales” –no naturales o fantásticos– o “anormales” – extraordinarios– y por sus contrarios; entiendo por estos últimos aquellos hechos naturales y lógicos presentes en el texto, identificados por Jackson como la parte mimética. Lo anterior lleva a Barrenechea a establecer tres subclases en la literatura 1.Fantástica, donde el contraste de lo “real” con lo a-normal genera un problema. (Y aquí se contradice, pues ya ha dicho que la problematización de ese contraste puede existir o no). 2.- Maravillosa, donde lo a-normal es lo normal –funciona completamente en un mundo autónomo– por lo que no hay contraste con lo “real” y por lo tanto no hay problema. 3.- Lo posible, que refiere a la literatura realista.24 Barrenechea establece que las obras fantásticas centran su interés en la violación del orden terreno, natural o lógico, y por ende en la confrontación del orden natural–real y el irreal–no natural.25 Aunque ya no menciona la problematización de este reconocimiento en la convivencia de los contrarios. Además, al reiterar la no consideración de la duda en el narrador o personaje en cuanto a lo que acontece y desechar la necesidad de una explicación,26 Barrenechea amplía considerablemente el espectro fantástico literario. Para Barrenechea lo fantástico también puede partir de la subversión del orden racional con un sentido problemático –aquí no se refiere al problema de la convivencia de lo “real” con lo “irreal”–. Y señala que las obras fantásticas se pueden desarrollar en tres órdenes: 1.- Todo lo narrado entra en el orden de lo natural. Aquí menciona, entre otros, el 23
Ana María Barrenechea, “Ensayo de una tipología de la Literatura Fantástica (A propósito de la literatura hispanoamericana)”, en Revista Iberoamericana, CICE, Instituto Di Tella, Buenos Aires, Julio-Septiembre, 1972. pp. 392,393. 24 Ibid; p. 393. 25 Ibid; p. 393. 26 Ibid; p. 396.
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cuento de Julio Cortázar “Instrucciones para subir una escalera”, el cual justifica como fantástico pues lo no-natural queda “agazapado y amenazante”, sugerido por la forma minuciosa de la narración. Lo que en mi opinión excluye al cuento de lo fantástico y elimina automáticamente esta categoría, pues ella antes ha establecido la presencia implícita o explícita de lo no-natural, y el cuento de Cortázar no tiene ni siquiera implícitamente este componente.27 Esta categoría puede ser tan distendida que podría ser marco de cualquier obra, cuyo crítico considerara a lo no-natural implícitamente “agazapado y amenazador” aunque sólo existiera en su imaginación; 2.- Todo lo narrado entra en el orden de lo no-natural –Pedro Páramo no puede ser explicado en éste orden pues Juan Preciado parte del “mundo de lo vivos”, y además, por la narración en tercera persona de la historia “real” de Pedro Páramo–; y 3.- Hay mezcla de ambos órdenes.28 Es el tercer orden el que me interesa para la determinación de Pedro Páramo como literatura fantástica. Pues Juan Preciado inicia su viaje en el “mundo de los vivos” para adentrarse y quedarse en el “mundo de los muertos”. Ahí está la confrontación de los dos órdenes –aunque breve y sin mayores repercusiones–, que de acuerdo a Barrenechea produce generalmente un fuerte contraste y presenta la ruptura del orden habitual como la preocupación primordial del relato.29 Pero en Pedro Páramo no se da un fuerte contraste, ni se siente esa ruptura de lo habitual. Al contrario, la transición de un orden a otro no la resiente Juan Preciado y apenas la siente el lector distraído. Y en el caso de un lector crítico que note la trasposición, ésta no lo alarma por el cambio de órdenes, sino por la gentil y sumisa manera en que es llevado. Claro que la parte “real” de la novela se mantiene hasta el
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Julio Cortázar, “Instrucciones para subir una escalera”, en “Historias de cronopios y de famas”. Cuentos Completos 2, Punto de Lectura, México, 2015. pp. 27,28. 28 Barrenechea, Op. cit; pp. 396,397. 29 Ibid; p. 397.
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final, es la historia del Pedro Páramo. Pero no funciona como contraposición de la que nos narra Juan Preciado, al contrario, se da una extensa e intrincada complementariedad entre ambas al pertenecer a dos tiempos diferentes, pero quedar vinculadas a través de los fantasmas con los que dialoga Preciado. Algo que lector y protagonista aceptaron como “real” desde los primeros fragmentos. Por lo anterior, aunque la definición de Barrenechea de lo fantástico, en mi opinión, demuestra más el entendimiento de Pedro Páramo como una obra literaria fantástica, no la puede explicar a este respecto, pues Barrenechea hace énfasis en la notoriedad de la confrontación de los órdenes natural y no-natural –aunque no sean un problema para el entendimiento del narrador y/o personaje y que éstos ni siquiera busquen una explicación de lo que les acontece– como no lo es para Juan Preciado, quien tampoco busca explicaciones–. Pero además en Pedro Páramo la confrontación de los órdenes natural y no-natural no es notoria. Y aunque está explícita no representa una amenaza para el lector, quien ha transgredido de un orden a otro de la mano de Juan Preciado, sin reticencias y amablemente, por los caminos, calles, plazas, cuartos y tumbas de Comala, desde que el arriero muerto los topó a Juan y a él –lector– en la encrucijada Los Encuentros, hasta que Abundio el vivo cierra el relato asesinando a Pedro Páramo, cuando ya Juan Preciado es un muerto más de Comala. Con lo que se cierra el círculo narrativo perfecto, y se desmiente esa cierta realidad aparente sobre el tiempo y el espacio rotos de que nos habló Juan Rulfo.
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Bibliografía
Barrenechea, Ana María “Ensayo de una tipología de la Literatura Fantástica (A propósito de la literatura hispanoamericana)”, en Revista Iberoamericana, CICE, Instituto Di Tella, Buenos Aires, Julio-Septiembre, 1972. pp. 391-403.
Cortázar, Julio, “Instrucciones para subir una escalera”, en “Historias de cronopios y de famas”. Cuentos Completos 2, Punto de Lectura, México, 2015. pp. 27,28.
Fuentes, Carlos, La nueva novela hispanoamericana, Planeta DeAgostini, México, 1969.
Jackson, Rosemary, Fantasy: literatura y subversión, Catálogos Editora, Buenos Aires, 1981.
Rulfo, Juan, Tomado de A Fondo. Entrevista de Joaquín Soler Serrano a Juan Rulfo, Radio y Televisión Española, Ministerio de Cultura, España, 17 de abril de 1977. (https://www.youtube.com/watch?v=V74yJztkx-c) 20/11/2016.
––––––––––, “Luvina”, en Christopher Domínguez Michael, Antología de la Narrativa Mexicana del Siglo XX, Tomo I, Letras Mexicanas, Fondo de Cultura Económica, México, 1996. pp. 1179-1187.
––––––––––, Pedro Páramo, Cátedra-Letras Hispánicas, 28ª edición, España, 2015. p. 73.
Todorov, Tzvetan, Introducción a la Literatura Fantástica, Ediciones Coyoacán, México, 1994.
Villoro,
Juan,
Lección
de
arena.
<<Pedro
Páramo>>,
(http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/leccion-de-arena-pedro-paramo-0/html/8e41d8c5-eb11-426c-b685-e38e132f46a7_2.html). (20/11/2016).
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