5 minute read

José Isidro Salas Sánchez ................................. Pag

Y parece que fue ayer

an pasado ya más de veinticin-

Advertisement

Hco años, desde que se creó mi querido paso del Encuentro, y quisiera hacer un recuerdo en este artículo, de todos estos años. Todo empezó, el día después de mi querida procesión del Amparo, de mi Amparo, de los azules, y digo de mi Amparo, porque así la siento, soy azul por los cuatro costados.

Era Sábado de Pasión, y salíamos a ver la procesión de la Caridad, cerca de San Pedro, y mi cuñado Antonio me instigaba a ya, en breve, iba a terminar con mi periplo como regidor mayor de la cofradía, (10 años), que creara una nueva hermandad, algo especial para la cofradía y para mí. Y así fue como fui dándole vueltas a una idea que ya estaba en mi cabeza, pero que no llegaba a cristalizarse. Como regidor mayor que era, tenía contacto con varios mayordomos de la cofradía, a los que me unía una buena amistad, y así, fui comentándolo y logrando el apoyo de varios para empezar el proyecto, y así empezó todo. En breve haría la primera reunión con los ya primeros estantes futuros del trono, que en principio iba a ser un Cristo en el momento de darle el soldado agua de beber en la cruz, pero que después se cambiaría por el conocido Encuentro.

Enseguida se presentó a la Cofradía, con el apoyo de mi hermano Emilio, que en aquellos momentos era el presidente fundador de la misma, y el incondicional apoyo de Ángel Galiano que era el vicepresidentedecano. Me puse a trabajar y surgió la idea de comprar una Verónica, ya realizada por D. Gregorio Fernández Henarejos, para un intento de proyecto, que había habido dentro del seno de la Cofradía, pero creí en el momento, que me parecía más aconsejable, la incorporación de un grupo, en vez de una sola figura. Fui acompañado de los que me ayudaron desde el principio, mis cuñados Cesar y Antonio, y de otro de mis ayudantes, Paco Lázaro, y nos ilusionó todo lo que vimos en el taller del citado escultor.

Cómo no recordar en este momento, a

Ángel Galiano, que me acompañaba casi todas las semanas a seguir el proyecto y a sugerir a nuestro ya amigo, D. Gregorio, alguna que otra cosa para las imágenes. Y después de meses, el proyecto quedó para su bendición en la Cuaresma del 1996. ¡Qué ilusión teníamos todo el grupo, y que compromiso de todos y cada uno de mis estantes! Compramos para que la Cofradía lo tuviera todo, estandarte, banquillos de trono, tenebrarios, punteras del trono, en fin, lo que hubiera hecho falta, ya que la ilusión y 109

las ganas de salir eran muchas y así fue, el Viernes de Dolores de ese año salía a la calle por primera vez el Encuentro en el Camino del Calvario. Los elogios al Trono, a nuestro andar, a la dificultad de la entrada y la salida de San Nicolás, al arreglo floral, fueron multitudinarios y nos llenaron a todos de la alegría que da el trabajo bien hecho.

Esto era el principio, de un trono, que no solo aportaría a mi vida, el orgullo de la belleza, sino que me hizo participar de un grupo que ha ido creciendo humanamente a lo largo de los años. Recuerdo como mi hijo mayor, Emilio, el primer año de nuestra salida procesional, con 8 añicos, se pasó todo el camino, intentándose aprender los nombres de todos los estantes, y preguntándoles, por si necesitaban algo, o que los cambiaran. El Viernes de Dolores, se convertía para mí en un día, ya no solo especial, sino único en responsabilidad y amor hacia mi Cofradía, de hecho cuando cada noche se termina la procesión, la satisfacción de cómo había salido todo, era casi igual que lo acontecido en ese día, y madre mía que día, todo era especial y es especial ese día. Mis hijos pequeños, casi cuando terminábamos de comer, ya querían empezar a ponerse las túnicas, Emilio y Marta vestidos de cabos de andas, Josito, de mayordomo, mi mujer en la hermandad de regidora y después de presidenta de hermandad, y todos para San Nicolás, para que todo fuera lo mejor.

Y después, la satisfacción de recibir en la iglesia a mis estantes, y de saludarlos personalmente uno a uno, y de ver el paso precioso como cada año de flor, la mejor, que María Teresa Sabater, había elegido con esmero, o de verla en Santo Domingo e ir corriendo al trono, para que se le girara, como camarera nuestra que era, y compartir la procesión con mi familia, y mi familia de mis hermanos anderos, que así me gusta llamarlos, aunque la denominación correcta sea la de estantes, y llegar a la iglesia, cansados, pero madre mía qué contentos, después de la difícil maniobra de la entrada.

En fin, muchos, muchos buenos recuerdos que no habría papel para plasmar, y que a lo largo de los años han hecho que dentro de mi trono, ya no tenga estantes, sino amigos, y que haya podido dejar ese legado a mi hijo Emilio, y a su hermano Moisés que lo ayuda, y teniendo como presidenta de esta hermandad, a mi hija Marta, y mis hijos Josito y Cristóbal, tocando la burla muchas veces detrás del trono, creando una gran familia dentro de nuestro trono y hermandad.

Cómo no recordar el abrazo final, que después de cada procesión del Amparo, venía a buscarme mi querido Ángel Galiano, o ese primer toque y parada en la puerta de San Nicolás, después de la difícil y emocionante salida, y por supuesto a los que no están con nosotros, a mis amigos, Antonio Cárceles, Francisco Prudencio Andreo, Esparcía, y Prieto, que sin duda con su apoyo y compromiso, ayudaron a que El Encuentro, sea hoy la realidad que es. Y cada Viernes de Dolores, este que ya empieza a ser nazareno viejo, esté donde esté, en su corazón se abrirá la puerta de San Nicolás, y mi paso, el paso del Encuentro, saldrá a decirle a Murcia, a decirte a ti y a mí, que Cristo sale cada día a encontrarse contigo en tu historia, en tus dificultades, en tus temores, en tus tristezas, en tu vivir, y que sin Él, no hay vida, porque Él, es el camino, la verdad y la vida.

José Isidro Salas Sánchez

Fundador Nº 3 de la Cofradía y Cabo de Andas Fundador del Encuentro

This article is from: