Pantallas
PANTALLAS Miércoles, 8 de mayo 2013 Cultura|s La Vanguardia 24
Cine de apropiación El artista Gustav Deustch ofrece una recreación en clave de ficción de las imágenes del pintor americano, intentando reconstruir el monólogo interior de sus personajes solitarios
Todos quieren ser Hopper FERRAN MATEO
Edward Hopper escribió poco y habló aún menos. Algunas veces era su mujer la que contestaba por él. O bien el pintor citaba palabras de otros. En una entrevista del año 1961, sacó de su cartera un papelito que siempre llevaba consigo y leyó unas palabras de Goethe: “El propósito y la finalidad de toda actividad literaria consiste en reproducir el mundo que me rodea como si fuera el reflejo de mi mundo interior”. Añadió que aplicaba el mismo principio a la pintura. Todo lo que tenía que decir lo encontramos en los silencios y en las sombras encapsuladas en sus cuadros que, en su conjunto, parecen el storyboard de la historia estadounidense. Pero la reducción de su obra a una serie de escenas nacionales no explica la influencia que el artista americano todavía ejerce en las artes visuales y en nuestra condición de espectadores. Porque Hopper pinta los espacios desvelando de qué manera los sentimientos modifican la realidad. El resultado son unas puestas en escena de-
mínimo atrezo, solo luz y color. No se limita a enmarcar a unos personajes anónimos sino que también se interroga sobre el mismo acto de mirar en la época de la reproductibilidad, marcada por una angustiosa sensación de extrañamiento. Hopper, transformándonos en voyeurs de lo ajeno, apela a lo poco sublime de la realidad que capta el ojo y lo solapa a la mirada de la cámara, que registra una naturaleza diferente. Así, con las soluciones técnicas y narrativas del cine, al Shirley. Visions of reality Escrita y dirigida por el director autriaco Gustav Deutsch. Con Stephanie Cumming, Christoph Bach, Florentín Groll, Elfriede Irrall y Tom Hanslmaier, entre otros. www.gustavdeutsch .net
Imagen del filme ‘Shirley. Visions of reality’. La diseñadora y artista Hanna Schimek ha sido la encargada de la reproducción de los 15 cuadrosescenas de Edward Hopper
que acudía cuando le abandonaba la inspiración, convierte el edulcorado bienestar del sueño americano en un altavoz de la angustia vital. Para la mirada de alguien nacido en el puritano Nyack, quintaesencia del ideal estadounidense, la gran ciudad o el vasto paisaje son escenarios en potencia bien de un momento epifánico, bien de una caída al abismo. Completar la historia es parte de la experiencia de ver un cuadro hopperiano. En el cine negro Hopper encontró su talismán. Al presentar una sociedad cínica y corrupta, el género funcionaba como reverso de la imagen amable de la publicidad, un mundo que Hopper conocía bien por su trabajo alimenticio como ilustrador comercial. En películas como El tercer hombre se desenmascara una verdad turbia, y Hopper, al trasladar ese blanco y negro extremo al lienzo, obtiene una serie de fotogramas en color con un aura de inquietantes expectativas, pues casi siempre representan un momento suspendido en el que un personaje parece tomar conciencia de que las cosas no son como pare-
cen. Si Munch nos muestra un rostro desfigurado en un grito liberador, Hopper centra su atención en el instante previo, cuando el grito parece estar gestándose en el interior, detrás de una mirada extraviada. El poeta Mark Strand, en su libro Hopper, escoge 32 lienzos del artista cuyos enigmas trata de descifrar ensayando sobre ellos libremente. “Hay dos imperativos en liza ante sus obras que provocan tensión”, explica el autor de Tormenta de uno, “el que nos obliga a quedarnos en ese instante congelado y el que nos empuja a arrancar de él una historia y su secreto”. Muchos quieren ser Hopper, la nómina de directores es larga. Se le homenajea… se le copia. Cada cual tiene su propia lista de “escenas Hopper”: en Hitchcock, Lynch, Wenders o Malick. En algunos títulos se cuela un lienzo en la dirección artística. En otros, se reproduce la misma atmósfera. Pero Gustav Deutsch va mucho más allá. El arquitecto y artista ha firmado Shirley. Visions of reality, ficción narrativa en la que desarrolla, a la manera de Dos Passos, un re-