¿Qué es la Religión?

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LA RELIGIÓN

LECCIÓN 1ª

LA RE LIG IÓ

N

¿QUÉ ES LA RELIGIÓN? La religión es un hecho específicamente humano y original, consistente en la búsqueda del sentido último y en el reconocimiento de una realidad suprema que trasciende al ser humano, dándole un sentido pleno y absoluto a su existencia.

Es difícil conocer cómo fue la religión en sus orígenes, ya que los pueblos antiguos más conocidos presentan una religión bastante organizada, como Mesopotamia o Egipto. En todas ellas destaca el culto a los muertos, a los animales y a las fuerzas de la naturaleza (astros, tormentas, volcanes, montañas, árboles).

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En todas las culturas antiguas hay numerosos vestigios y huellas religiosas: utensilios de culto como altares y amuletos, restos de tipo funerario, animales pintados en las cuevas, etc. Estas huellas indican que los seres humanos primitivos practicaron una religión.


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EL SÍMBOLO

EXPERIENCIA RELIGIOSA Cualquiera que sea la forma más antigua de religión, detrás de ella habrá siempre una experiencia religiosa, que capacita al ser humano para dar un sentido a su existencia. Hay algo eterno en la religión. Es la experiencia de lo sagrado. Esta fuerza sagrada es conocida con distintos nombres: mana (Oceanía), ka (Egipto), atman (la India), tao (China), etc. Detrás de todas estas expresiones se esconde la experiencia de un poder misterioso, que trasciende a la persona, impactándola y transformándola; es decir, la experiencia de lo sagrado.

¿Qué hay detrás de lo sagrado? ¿De dónde procede esa fuerza misteriosa? El primer dato de la religión es que existe una realidad suprema, superior e inabarcable por el ser humano, a la que se nombra con el genérico “Dios”. Todas las religiones hablan de una realidad suprema a la que denominamos Dios, Brahman, Alá, Yavé, Santo, Altísimo, etc. A la que nadie ha podido ver. Por eso, en cada cultura se la suele imaginar de diferentes formas. Esta realidad inaccesible se manifiesta a través de realidades accesibles al ser humano. Dios se manifiesta en la naturaleza (astros, lluvia montañas, ríos, paisajes,etc.) En la historia (acontecimientos, personajes, etc.), y en la vida de las personas (nacimiento, enfermedad, muerte, esperanza, amor, etc.). La distancia entre el ser supremo manifestado en lo sagrado y la persona que quiere relacionarse con él queda en cierto modo salvada a través de las mediaciones: la persona se acerca a Dios. Estas realidades humanas adquieren un carácter simbólico: significan más de lo que son en sí mismas. El Sol no es sólo una estrella, sino un símbolo de Dios que alumbra al existencia.

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El cielo no es sólo la atmósfera que rodea la tierra, sino un símbolo del paraíso o estado de felicidad al que todos aspiramos.

LA RELIGIÓN UNA REALIDAD BUENA

Pero no hay que confundir los símbolos o manifestaciones de la divinidad con la divinidad misma, adorándolos como si fueran dioses; eso sería idolatría.

La religión está en el origen mismo del ser humano; este no es religioso en su pura naturalidad animal, sino en cuanto trasciende su animalidad y se convierte en persona.

Los símbolos pueden referirse a acciones (ritos), relatos (mitos), espacios (templos), objetos (iconos, vestimentas), tiempos (fiestas) y personas (sacerdotes, brahamanes, imanes, chamanes).

“La verdadera esencia de la religión es el ser mismo del ser humano, en cuanto se pone en juego el sentido de su vida y de su existencia en general” (P. Tillich).

Estas representaciones simbólicas tienen una función de mediación entre lo humano y lo divino, que sólo puede captarse desde el interior de la experiencia religiosa, es decir, desde la fe.

LA FUERZA DE LO SAGRADO En todas las religiones encontramos diversidad de elementos sagrados: estatuas, agua, montañas, árboles, animales, personas, santuarios, etc. La fuerza de lo sagrado está en lo que representa, que está más allá de lo que se puede ver o tocar, está en el misterio. Por esta fuerza misteriosa, una estatuta se convierte en sagrada sin dejar de ser de barro o de piedra.

La religión es en sí misma un hecho bueno, que ayuda al ser humano a encontrar el sentido de la vida. ¿Ha cumplido siempre la religión esta función? A veces se ha falsificado su verdadero sentido, se la ha utilizado como opio para evadirse de la realidad. Es difícil conocer cómo fue la religión en sus orígenes, ya que los pueblos antiguos más conocidos presentan una religión bastante organizada, como Mesopotamia o Egipto. Pero en todas ellas destaca el culto a los muertos, a los animales y a las fuerzas de la naturaleza (astros, tormentas, volcanes, montañas, árboles). Cualquiera que sea la forma más antigua de religión, detrás de ella habrá siempre una experiencia religiosa, que capacita al ser humano para dar un sentido a su existencia.

El poder de lo sagrado no proviene de la cosa material y visible, sino de la fuerza misteriosa que representa. Lección 1ª

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CUESTIONES: 1.

¿Cuándo ha surgido la religión? ¿Cómo ha surgido? ¿Dónde?

2.

¿Es la religión algo que los mayores imponen a los pequeños?

3.

¿Qué es lo esencial de la religión? ¿De dónde brota? ¿Es un sentimiento de temor? ¿Un sentimiento de infinito? ¿Un deseo de inmortalidad? ¿Necesidad de un consuelo que compense de una vida amenazada por la muerte?

OTRAS CUESTIONES/PREGUNTAS 1. 2. 3.

¿Qué significa la religión para la gente que conozco? ¿Qué significa la religión en mi vida? ¿Es evasión o liberación? ¿Me ayuda a superar las situaciones vitales o me evade de ellas? ¿Es fuente de inquietud o de resignación, de angustia o de esperanza? ¿Me ayuda a vivir la vida de una manera más humana y más libre o me hace menos humano y menos libre? ¿Me une más a los otros o me separa de ellos? ¿Me ayuda a realizarme, a ser yo, a ser más comunicativo, más comprensivo y tolerante? ¿O es motivo de represión, infantilismo, fanatismo, intolerancia?

4. 5.

6. 7.

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DIOS LAS CAMPANAS DEL TEMPLO (A.Mello “El canto del pájaro” o.c. T.I pg.161162; CP-17) El templo había estado sobre una isla, dos millas mar adentro. Tenía un millar de campanas. Grandes y pequeñas campanas, labradas por los mejores artesanos del mundo. Cuando soplaba el viento o arreciaba la tormenta, todas las campanas del templo repicaban al unísono, produciendo una sinfonía que arrebataba a cuantos lo escuchaban. Pero, al cabo de los siglos, la isla se había hundido en el mar, y con ella el templo y sus campanas. Una antigua tradición afirmaba que las campanas seguían repicando sin cesar y que cualquiera que escuchara atentamente podría oírlas. Movido por esta tradición, un joven recorrió miles de millas, decidido a escuchar aquellas campañas. Estuvo sentado durante días en la orilla, frente al lugar en el que en otro tiempo se había alzado el templo, y escuchó, y escuchó con toda atención. Pero lo único que oía era el ruido de las olas al romper contra la orilla. Hizo todos los esfuerzos posibles por alejar de sí el ruido de las olas, al objeto de poder oír las campanas. Pero todo fue en vano; el ruido del mar parecía inundar el universo. Persistió en su empeño durante semanas. Cuando le invadió el desaliento, tuvo ocasión de escuchar a los sabios de la aldea, que hablaban con unción de la leyenda de las campanas del templo y de quienes las habían oído y certificaban lo fundado de la leyenda. Su corazón ardía al escuchar aquellas palabras... para retornar al desLección 1ª

aliento cuando, tras nuevas semanas de esfuerzo, no obtuvo ningún resultado. Por fin decidió desistir de su intento. Tal vez él no estaba destinado a ser uno de aquellos seres afortunados a quienes les era dado oír las campanas. O tal vez no fuera cierta la leyenda. Regresaría a su casa y reconocería su fracaso. Era su último día en el lugar, y decidió acudir una última vez a su observatorio para decir adiós al mar, al cielo, al viento y a los cocoteros. Se tendió en la arena, contemplando el cielo y escuchando el sonido del mar. Aquel día no opuso resistencia a dicho sonido, sino que, por el contrario, se entregó a él; y descubrió que el bramido de las olas era un sonido realmente dulce y agradable. Pronto quedó tan absorto en aquel sonido que apenas era consciente de sí mismo: tan profundo era el silencio que producía en su corazón... Y en medio de aquel silencio... ¡lo oyó! El tañido de una campanilla, seguido por el de otra, y otra, y otra... Y en seguida todas y cada una de las mil campanas del templo repicaban en una gloriosa armonía, y su corazón se vio transportado de asombro y de alegría. Si deseas escuchar las campanas del templo, escucha el sonido del mar.

Si deseas ver a Dios, mira atentamente la creación. No la rechaces; no reflexiones sobre ella. Simplemente mírala.

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EL EXPLORADOR (A.Mello “El canto del pájaro” o.c. T.I pg.166-167; CP-24)

El explorador había regresado junto a los suyos, que estaban ansiosos por saberlo todo acerca del Amazonas. Pero ¿cómo podía él expresar con palabras la sensación que había inundado su corazón cuando contempló aquellas flores de sobrecogedora belleza y escuchó los sonidos nocturnos cuando se dio cuenta del peligro de las fieras o cuando conducía su canoa por las inciertas aguas del río? Y les dijo: “Id y descubridlo vosotros mismos. Nada puede sustituir al riesgo y a la experiencia personales”. Pero, para orientarles, les hizo un mapa del Amazonas.

Ellos tomaron el mapa y lo colocaron en el Ayuntamiento. E hicieron una copia para cada uno. Y todo el que tenía una copia se consideraba un experto en el Amazonas, pues ¿no conocía acaso cada vuelta y cada recodo del río, y cuán ancho y profundo era, y dónde había rápidos y dónde se hallaban las cascadas? El explorador se lamentó toda su vida de haber hecho aquel mapa. Habría sido preferible no haberlo hecho. Cuentan que Buda se negaba resueltamente a hablar de Dios. Probablemente conocía los peligros de hacer mapas para expertos en potencia.

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LO SAGRADO

VOCABULARIO:

Lo sagrado es una noción que permite a un grupo o una sociedad humana crear una separación binaria (lo opuesto a Profano) espiritual o moral entre diferentes elementos que la componen, la definen o la representan (objetos, actos, ideas, valores...).

Hierofanía: del griego hieros (=sagrado) y fanos (=manifestación). La historia de las religiones es una enorme acumulación de hierofanías: desde las más elementales (por ejemplo la manifestación de lo sagrado en un objeto cualquiera, una piedra o un árbol) hasta la hierofanía suprema (que es, para un cristiano, la encarnación de Dios en Jesucristo) no existe solución de continuidad. Teofanía: del griego theos (=Dios) y fanos (=manifestación). Idolatría: Divinizar lo que no es Dios y darle culto. Magia: Conjunto de actos que se realizan con el objeto de `dominaŕlas fuerzas ocultas y así orientarlas en beneficio del que realiza la práctica mágica. Superstición: Temor obsesivo e irracional a que ocurran cosas por ciertas acciones. La persona supersticiosa cree que existe algo por encima de los seres humanos, una especie de fuerza oculta que puede no favorecerle, o incluso castigarle, si realiza ciertos actos que, por tanto, hay que evitar.

En la mayoría de las religiones lo Sagrado designa todo lo que atañe a Dios, a sus manifestaciones en la tierra y al clero que organiza su culto. Los elementos de lo Sagrado se consideran generalmente como intocables: su manipulación, incluso con el pensamiento, debe obedecer unos rituales bien definidos. No respetar estas reglas, incluso actuar contra las mismas, se considera generalmente como un pecado o crimen real o simbólico: es lo que llamamos sacrilegio. El peor de los sacrilegios es la profanación, que se define como la introducción de elementos profanos en un recinto sagrado (real o simbólico). “Las cosas sagradas son las que las prohibiciones protegen y aíslan, y las cosas profanas son a las que se aplican estas prohibiciones y que deben permanecer apartadas de aquéllas. La relación (o la oposición, la ambivalencia) entre los Sagrado y lo Profano es la esencia del hecho religioso.” (Durkheim)

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SUPERSTICIÓN Superstición es la creencia poco fundamentada, o asentada de forma irracional en el hombre, de que ciertas acciones voluntarias (como rezos, ensalmos, conjuros, hechizos, maldiciones u otros rituales), o involuntarias (como la caída de sal al suelo o la llegada de un martes 13), pueden alterar el destino o la suerte de una persona. Se incluyen entre las supersticiones la adivinación y sus distintas disciplinas (astrología, quiromancia, cartomancia o tarot, geomancia o feng-shui, espiritismo etc.) y el curanderismo.

Supersticiones que generarían “mala suerte” Mencionar o formular verbalmente cualquier cosa no deseable o desgraciada. Romper un espejo. Pasar debajo de una escalera apoyada contra una pared. Cruzarse con un gato negro. Derramar sal. Escuchar el nombre de un jetattore (aojador, gafe, cenizo o persona que transmite “mala suerte”). Ser víctima de un “trabajo” de vudú o magia negra. Rezar con las piernas cruzadas. Usar ciertas “cábalas” para eximirse en un examen académico, ganar una competencia o ayudar a ganar al equipo deportivo favorito. Por ejemplo usar la misma ropa (como la ropa interior o Lección 1ª

una camisa, etc.) o realizar la misma actividad (como repetir la posición relativa de varios amigos sentados en un sillón viendo un partido de fútbol en la televisión) que cuando en el pasado se obtuvo un resultado favorable. Pisar en primer lugar con el pie izquierdo al levantarse. Casarse o embarcarse un martes 13. Bautizar a un barco el mismo nombre que tiene otro barco. Sentarse a comer 13 personas a la mesa (por La Última Cena de Jesús con sus discípulos). Estornudar (sólo durante la Edad Media). Abrir un paraguas bajo techo, dentro de una casa. Que se caigan las tijeras con el pico abierto. Hacer girar un objeto. Mirar fijamente a una persona (mal de ojo o aojamiento), que desde entonces sufre mala salud periódicamente o muere. Se documenta desde la época romana.

Supersticiones que evitarían la “mala suerte” Determinadas acciones son tradicionalmente consideradas como conjuros o actos apotropaicos contra la mala suerte y se realizan para desviarla, evitarla o rechazarla: Poseer amuletos u objetos que protegen de la mala suerte. Echar sal detrás del hombro. Tener en el hogar un altar con estampitas de santos y vírgenes. Encender una ◊ 8


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vela a un santo (en una iglesia católica o en el hogar). Hacer una “limpieza” mediante magia blanca con una bruja o curandera. “Tirar el cuerito” (tipo de masaje shamánico relacionado con la piel de la cintura o el abdomen). Decir “¡Jesús!” cuando se estornuda, ya que se consideraba antaño signo de mal agüero o augurio. Santiguarse al oír algo que proporciona mala suerte. Hacer el conjuro de la taza de agua y las gotas de aceite para evitar el mal de ojo o aojamiento.

Supersticiones que incitarían la buena suerte Tener la posesión de una herradura. Tener la pata,frotarse y acariciarse con la pata de un conejo. Tocar la chepa a un jorobado con un billete de lotería, para que sea agraciado con el premio. Tener amuletos (como una pata de conejo, estampitas de santos, alguna piedra especial o semipreciosa, etc.) Tener la bendición de los padres al casarse. Recibir el ramo de la novia cuando esta lo tira por encima de su hombro (se cree que la mujer que lo reciba será la siguiente en casarse). Encender una vela en casa o en una iglesia por alguien que se está examinando o que está pasando por una prueba. El feng shui (geomancia china), que analiza qué lugares y fechas son las mejores para construir un edificio o iniciar una empresa o negocio. Posee conceptos parecidos y equivalentes al vastu (la arquitectura hindú).

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FUNCIONES DE LA RELIGIÓN

• Función mística. Consiste en denunciar situaciones inhumanas, injusticias, abusos, opresión... y anunciar la salvación: esperanza, justicia, paz, verdad, libertad. • Función profética. Consiste en orientar al ser humano hacia el misterio: lo desconocido, lo infinito, lo eterno, lo inmortal, lo esencial, lo divino, lo trascendente. • Función asistencial. Consiste en impulsar al ser humano a hacer el bien, iluminando normas y orientando su conducta. • Función moral. Consiste en atender a los abandonados, desahuciados y desvalidos, sufriendo con ellos y asistiéndolos en sus necesidades, es decir, mostrándoles el amor y la misericordia de Dios. • Función social. Consiste en dar a la sociedad un sentido de fraternidad, promoviendo valores sociales como la justicia, la solidaridad, la paz, la fiesta, etc.

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