De sicarios y juglares

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DE SICARIOS Y JUGLARES, REFLEXIONES SOBRE EL NARCOCORRIDO EN MÉXICO Luis Gabino Alzati Ruiz

Primera edición, 2017 D.R. © 2017, Luis Gabino Alzati Diseño y formación: Meghan Rosalba Guadarrama Tapia Cuidado de la edición: Mara Rahab Bautista López ISBN: En tramite Impreso y hecho en México Todos los derechos reservados


Ă­ndice 1

de los aedas a los juglares de la violencia

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poetas y relatores de la guerra

3

la narrativa oficial y la corridĂ­stica durante la guerra contra el crimen organizado

4

los medios: autocensura y maquillaje de la realidad

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del corrido al movimiento alterado

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narcocultura y narcoplaticantes

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sicario, la mano de obra barata del capitalismo

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bibliografĂ­a



agradecimientos A Gaby, por compartir el vuelo. A mi familia, por creer y alentarme siempre. A los ranflas, por las interminables horas de viaje escuchando y conversando de corridos. Un abrazo grande. Un libro es resultado de la colaboración de muchas personas. Agradezco profundamente a quienes contribuyeron con información, música y tiempo de investigación, corrección y edición. Gracias a Mara y Karla por estar presentes y pendientes del proceso; a Mario Chávez por apresurarme en terminarlo y creer en el proyecto; a Melisa y Manuel por sus comentarios sobre el género; a los investigadores y periodistas cuyos trabajos fueron fuente invaluable de inspiración, información y documentación. A los cientos de miles de muertos y los miles de desaparecidos en esta “guerra” absurda, con la esperanza de que este libro aporte a combatir el olvido. A las familias de las víctimas, que son también víctimas, con el deseo de que encuentren la paz. A los periodistas y los músicos asesinados en el ejercicio de su profesión. A México, que a pesar de todo es lindo y querido y por muchas razones seguimos aquí.



presentación La representación de la violencia a través de manifestaciones y producciones culturales como son la música, el cine, la televisión o la literatura en donde se hace mención, apología, difusión o crítica de las acciones del crimen organizado sin distinción de cárteles ni territorios ha tenido un aumento significativo en la última década en México. Narcocorridos, películas, novelas, series de televisión han popularizado un estilo de vida y una cultura. Roberto Pliego en Las novelas que el narco ha dejado publicado en Nexos a principios de enero de 2017 hace un análisis sobre la manera en que, más allá de lo que considera “la epidemia actual” el tema es de interés para las letras mexicanas.1 Este ejercicio parte de analizar principalmente la música y en particular el subgénero del narcocorrido mediante paralelismos con el canto épico en Grecia en el que se rendía homenaje a los héroes para inmortalizar sus hazañas, para entender la transformación del corrido -como un medio para transmitir sucesos y eventos más inmediatos a la realidad popular- en narcocorrido, producto musical que sirve de propaganda a los criminales y que ha sido parte de un próspero negocio en México y Estados Unidos principalmente, al ser comercializado como parte de ese estilo de vida que surge de la violencia y lleva las experiencias de vida al límite. Actualmente no solo el subgénero del narcocorrido se usa como medio propagandístico de la violencia, de manera reciente también se ha desarrollado una vertiente en 1

Disponible en https://www.nexos.com.mx/?p=30830

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géneros y subgéneros como el rap y el hip-hop. Si bien la lírica de los subgéneros mencionados es similar a la que emplean los autores de narcocorridos, los ritmos varían, se han adaptado a los gustos y preferencias de una nueva generación. Asimismo, también existen canciones que exaltan las acciones de las Fuerzas Armadas en su combate a los cárteles como lo hace Mr. Tyson y su rap militar, quizá un caso excepcional dentro de este universo de violencia musical. El periodista Nathaniel Janowitz retoma en su artículo Narco Rap: Keeping up with the cartel2 cómo esta música es una manera diferente de relatar la guerra contra las drogas y cómo es que los grupos delincuenciales usan la música para promover sus actividades delictivas y enviarse mensajes: “Aunque muchos raperos ven el dinero y la fama que proviene de su música como un escape a las dificultades de sus vidas, el narco rap es una excepción. La característica principal de este subgénero de hip-hop en español es que los miembros de un cártel de la droga le pagan a los raperos para que hagan canciones sobre sus vidas, llamadas “Dedicaciones”, lo que en realidad termina provocándoles dificultades. Big Los, uno de los pioneros del narco rap, admite que recibe amenazas de muerte todo el tiempo a través de redes sociales por parte de personas que dicen ser contrarios (miembros de cárteles enemigos)”.

Otra vertiente es el movimiento alterado, derivado del narcocorrido, que surgió en la década pasada en México 2 Disponible en https://www.buzzfeed.com/nathanieljanowitz/narcorap-hip-hops-most-dangerous-game?utm_term=.scg8glQRb#.ieNy3lB5q

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y se distingue por la manera explícita con que se narran y describen con detalle los actos de guerra como decapitaciones, desapariciones forzadas, torturas, mutilaciones y asesinatos. Su lenguaje es menos complejo, más directo y no apela a que la audiencia entienda una historia, sino a enfatizar la violencia de los crímenes y la frialdad de quienes los cometen. Este subgénero en especial es descrito ampliamente más adelante. A lo largo de este trabajo se considera que, además de ser un medio para promover la narcocultura, el narcorrido también es reflejo de una realidad derivada del resquebrajamiento de una base de valores en los que se cimentaba la convivencia social. Este rompimiento de lo comunitario se observa en la misma letra de las canciones: antes los corridos cantaban sobre las hazañas de los “héroes” y valoraban el bien que le hacían a sus comunidades, esos beneficios a sus pueblos eran la razón por la que se enaltecía su imagen como protector y benefactor. Ahora, con el narcocorrido las hazañas que se ensalzan no tienen nada que ver con beneficiar a otros, sino con el gozo y el poder personal. Asimismo, el texto analiza el rol del sicario como un elemento que adquiere interés en la guerra de cárteles y, en México, alcanza mayor relevancia con la declaratoria de la guerra contra el narcotráfico por parte del Gobierno Federal en 2006, aunque el fenómeno del sicario se identifica más con el auge de los cárteles colombianos. El sicario es analizado como un obrero de la industria criminal global que es el crimen organizado, hijo de la posmodernidad, una pieza reemplazable y mano de obra barata en un entorno donde la juventud no encuentra alternativas de desarrollo y busca en el mundo del crimen los medios para subsistir.

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Finalmente, el libro trata el tema de la violencia en la música como una respuesta a las necesidades de un mercado específico, el de los cárteles y es un próspero negocio para las disqueras que promueven la violencia como un espectáculo. La música, como el periodismo, es una forma de comunicación e interacción, es medio y mensaje. La música está presente en prácticamente todas las celebraciones de nuestras vidas, pocas actividades están exentas de ella. Inclusive, las ceremonias luctuosas son acompañadas de música para hacer más llevadera la pena por la pérdida de un ser querido. La música es fuerza y emoción. Con música bailamos, cantamos, caminamos, nos ejercitamos, trabajamos, nos transportamos en el camión, la combi o el metro; los audífonos se han convertido en parte de nuestro ajuar cotidiano. Conducimos nuestros autos escuchando música e incluso en los aviones podemos elegirla sobre las películas o la lectura. La música es terapia, y estilo de vida. No hay duda del impacto de la música en el ánimo. Por eso no es extraño que los sicarios “navegan en sus trocas” con la música a todo volumen, escuchando sus corridos favoritos, recordando las hazañas de los grandes capos, recordando alguna balacera épica o inspirados con el tono beligerante y violento de alguna canción listos para “toparse” con algún intruso en su territorio. La música es su canto de guerra, es el llamado a la batalla, su himno.

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de los aedas a los juglares de la violencia



El narcocorrido es una variante del corrido mexicano que tiene su origen entre México y Texas, considerada una especie de “periódico musical”,3 a falta de medios de difusión. En el libro Narcocultura, Berenice Lara Laursen y Frank Elnegaard Knudsen (2009:24) definen el narcocorrido como: “Una versión moderna del tradicional corrido mexicano. Los corridos son canciones que cuentan una historia. Los narcocorridos cuentan historias sobre personas y eventos relacionados con el narcotráfico”. Juan Carlos Ramírez-Pimienta, investigador de San Diego State University-Imperial Valley que ha realizado una investigación extensa sobre el tema, afirma que los corridos con temática relacionada con el narcotráfico tienen por lo menos 80 años de existencia (el más antiguo que ha podido documentar data de 1931) y se caracterizan por narrar elocuentemente las andanzas de los traficantes así como la vida de fiestas y placeres que conlleva la adquisición de riqueza derivada de su actividad criminal. El narcocorrido es una extensión de esa imagen que busca proyectar éxito, poder y derroche, pero también, contrastantemente, describe la efímera fatalidad de quien lo obtiene. El narcocorrido nos presenta a un hombre hecho a imagen y semejanza de un ideal.

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Wald, Elijah (2001). Narcocorrido: Un viaje al mundo de la música de las drogas,
 armas y guerrilleros. Rayo. Disponible en Wikipedia

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El Jefe de jefes interpretado por Los Tigres del Norte es quizá el ejemplo más claro de esta tendencia: A mi me gustan los corridos porque son los hechos reales de nuestro pueblo Si a mi también me gustan por que en ellos se canta la pura verdad Pos ponlos pues Orale ahí van. Soy el jefe de jefes señores me respetan a todos niveles y mi nombre y mi fotografía nunca van a mirar en papeles por que a mi el periodista me quiere y si no mi amistad se la pierde. Muchos pollos que apenas nacieron ya se quieren pelear con el gallo si pudieran estar a mi altura pues tendrían que pasar muchos años y no pienso dejarles el puesto donde yo me la paso ordenando. Uno de los personajes que encarna el ideal de hombre que se sobrepone a su destino es Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” de quien se han escrito infinidad de corridos, no solo de su trayectoria para convertirse en el líder de una poderosa organización criminal, sino también de sus fugas de los penales de Puente Grande, en Jalisco, y del Altiplano en el Estado de México.

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De particular interés es el corrido El señor de la montaña, de Los canelos de Durango, en el que, mediante un juego de palabras con el primer apellido del capo sinaloense, elaboran un retrato de su personalidad: Joaquín Loera
 lo es y será
 prófugo de la justicia
 el señor de la montaña también jefe en la ciudad amigo del buen amigo
 enemigo de enemigos 
alegre y enamorado 
así es Loera 
lo es y será.
 Por eso el azul del cielo
 desde lejos lo protege
 aunque haga frío o calor
 Culiacán es caluroso
 Mayo es el más peligroso
 hay protección y atención... En los narcocorridos se glorifica a figuras específicas, como El Chapo, El Señor de los Cielos, Osiel Cárdenas, El Chayo, La Barbie, entre otros, y también se componen letras en las que, sin referirse a ninguna persona en lo individual, se enaltece el grupo delictivo al que pertenecen y se justifican sus acciones como medidas de protección a la población civil, aun cuando el objetivo último de la organización no

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estén relacionados con el bienestar general. Un ejemplo es La gran Familia Michoacana, de Carlos El Centenario: Son hombres que topan recio por eso cuidan a Uruapan tienen bastante valor como te portas te tratan protegen la gente humilde y a todo el bravo lo matan. Ya saben que esto es muy cierto
 por todo lo que se ha visto 
que en su terreno ellos mandan 
y hay que pedirles permiso 
si no visitan seguido al que se pasa de listo. Para enfrentarse al que sea tan puestos y decididos porque a la familia unida no los espantan los ruidos y si ellos hacen acciones es que los han ofendido... En este caso, el narcocorrido se canta para decirle a los foráneos quiénes son los hombres que “cuidan a Uruapan”, a manera de delimitación, autorreconocimiento y canto identitario. El discurso se ha transformado y se refleja en estas canciones, donde se habla de hombres que se abren camino en la vida con astucia, plomo y fuego, arrebatando lo que desean sin esperar que una autoridad o institución les brinde bienestar social.

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En el narcocorrido se enaltecen valores como el honor o la lealtad a un grupo (aunque sea criminal), así como la violencia por sí misma, matar dejó de ser un mensaje y se transformó en una práctica cotidiana entre las organizaciones delictivas. Se habla de fuerza y valentía, que no necesariamente están relacionadas con los fines de una actividad ilícita lucrativa sino con la normalización del acto de dañar. Con esto en mente, es importante distinguir que el código moral de los traficantes no es el mismo que el de los sicarios, puesto que los segundos están más relacionados con la violencia y no tanto con el trasiego o comercialización de estupefacientes. Baste la comparación entre Contrabando y traición, que tiene en el vínculo sentimental de sus personajes el eje de su narrativa, en contraste con Sanguinarios del M1, una de las canciones más conocidas del movimiento alterado. En el contexto de la normalización de la muerte también se ha modificado la significación de la misma. Es decir, si bien los mexicanos somos reconocidos en el mundo porque celebramos la muerte en sus diversas variantes y expresiones, el narcocorrido y de manera específica los corridos sanguinarios del movimiento alterado, alaban a la muerte violenta, no la reconocen como un acto de trascendencia espiritual sino como un castigo que se inflige al enemigo

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Así como hay corridos que celebran la unidad y lealtad al cártel, hay narcocorridos que hablan de traiciones dentro del mismo grupo. Cuando esto sucede, el odio trasciende la letra y la música como una maldición proferida, como balazos ensalivados que buscan desesperadamente su blanco. No matarás a los de tu clan, a los de tu grupo, hay que mantener a salvo a la manada. Si hay una traición, no habrá piedad, perdón ni olvido. Ese rencor se transfiere a las canciones, como se puede observar en el siguiente ejemplos: El sicario, del grupo Los hijos de Barrón. ...Con la sangre hirviendo a más de 100 grados pero sin pensarlo me los he chingado
 a varios traidores que se la aventaron 
la envidia es cabrona ya está comprobado... De pocas palabras y de muchos hechos mi oficio es prohibido para el gobierno el rancho mi origen Culiacán mi casa me llaman sicario y soy una amenaza... Por su parte, La traición (del Chango) difundida en 2013 narra la fragmentación de La Familia Michoacana atribuida a la ruptura de José Jesús Méndez Vargas “El Chango” y apunta al surgimiento de la nueva agrupación delictiva hegemónica en Michoacán conocida como Los Caballeros Templarios. 4 4

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Véase el videoclip La traición (del Chango) en https://www.youtube.com/ watch?v=z7dDkj3-PzE


La narrativa contemporánea del canto maldito, corrido, narcocorrido o narco rap, ya no enaltece la victimización de los protagonistas, sino su astucia y tenacidad. Justifica la pobreza como un reto que hay que superar y luchar para salir adelante en la vida sin importar cuáles sean los medios para lograrlo, como en el caso de Joaquín Guzmín o de Osiel Cárdenas; Amado Carrillo es otro ejemplo claro del personaje que se sobrepone a la condena social que es la pobreza y se convierte en el todopoderoso capo que define los destinos de sus soldados, de un país. Por su parte, las canciones que narran las andanzas de los sicarios destacan su fiereza y valentía en combate, dejan claro que morirán en la raya causando el mayor número de bajas en el frente contrario y usan la lealtad al clan o grupo como elemento de cohesión interna, siguiendo la máxima de que hombre que pierde la lealtad, pierde la vida.

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poetas y relatores de la guerra



Héctor, cuando despojabas el cadáver de Patroclo, sin duda te creíste salvado y no me temiste a mí porque me hallaba ausente. ¡Necio! Quedaba yo como vengador, mucho más fuerte que él, en las cóncavas naves, y te he quebrado las rodillas. A ti los perros y las aves te despedazarán ignominiosamente, y a Patroclo los aqueos le harán honras fúnebres. La Ilíada (1999:240).

En su Historia social de la literatura y el arte, Arnold Hauser (1998:78) sostiene que A los cantores de fórmulas mágicas y de oráculos, a los autores de lamentaciones mortuorias y canciones guerreras les era ajena toda diferenciación individual; su poesía era anónima y destinada a toda la comunidad, expresaba ideas y sentimientos que eran comunes a todos”.

Sin embargo, en la Edad heroica (que data aproximadamente entre los siglos XII y VIII A.C.) esta situación cambia y el poeta “sale del anonimato”, como consecuencia la poesía pierde su carácter ritual y colectivo. La poesía deja de hablar de la comunidad y comienza a referirse a las hazañas de los “saqueadores de ciudades” como sería el caso de Ulises u Odiseo, sus canciones, afirma Hauser, son “profanas e impías” y tienen una visión limitada e individualista del mundo como “consecuencia de su perenne ocupación guerrera”, por lo tanto, sostiene que “la leyenda troyana -la cumbre de su gloria- no es otra cosa que la glorificación poética de sus correrías de ladrones y piratas” (1998:79). La visión de la Edad heroica es plasmada en los cantos que enaltecen a los hombres que destacan por su valor, ingenio y astucia en un mundo “donde todo se consigue con la fuerza corporal” y todo se convierte en “objeto de aventura personal”.

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El individualismo del héroe atiende, sin embargo, a un código de honor de un clan de “piratas y ladrones”, que no representa un conflicto moral sino que tiene en la lealtad a su pueblo, a su raza, a sus dioses, según Hauser, el eje de la Ilíada. Y si es así, podemos establecer una conexión entre ese espíritu heroico y el sentimiento clanesco que caracteriza a los grupos de la delincuencia organizada, que exalta, al mismo tiempo, la lealtad al grupo y el individualismo exacerbado de sus integrantes expresado en los corridos del narco. Al igual que los bardos, el cantante de narcocorridos presenta una visión artística y emocionante de las hazañas de los líderes, sicarios y grupos criminales, estos cantores profesionales, en muchos casos son también vasallos del capo o del grupo criminal que los contrata para realizar las composiciones. En este nexo entre el compositor de narcocorridos y el delincuente es interesante revisar que la relación, además de comercial, es de sumisión, aunque sin que se haya llegado a comprobar algún tipo de contubernio o complicidad manifiesta de los compositores en las actividades delictivas de los personajes que inmortalizan en sus canciones. Tampoco hay evidencia de que los músicos utilicen sus composiciones para obtener alguna ventaja chantajeando al sujeto o al cártel que los contrata, sin embargo, de lo que sí hay registro es de las advertencias de organizaciones delincuenciales para que no se presenten ciertos grupos o cantantes en determinadas plazas ni se toque algún repertorio que enaltezca a un grupo contrario.

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En el prólogo que Ricardo Ravelo escribió para el libro Que me entierren con narcocorridos de Edmundo Pérez, afirma que la fama de los compositores e intérpretes del subgénero no ha sido suficiente para protegerlos de los posibles ataques de grupos criminales. Así pues, la notoriedad “no ha constituido un dique que los mantenga a salvo de esa brutal saña, pues muchos han muerto a tiros, otros descuartizados, y otros más perdieron la vida después de ser torturados”. Los periodos en los que se registró mayor incidencia de violencia fatal contra gruperos y norteños ocurrió en los años 2006, 2007, 2011 y 2012, precisamente el periodo de la “guerra” contra el crimen organizado emprendida por Felipe Calderón. La declaratoria se hizo extensiva a todo lo que tuviera relación con el crimen organizado, ningún bando ofreció una tregua a los músicos, quienes debido a la proliferación de las actividades delictivas tuvieron más trabajo y estuvieron más expuestos a las amenazas y ataques debido a su actividad profesional. No obstante, los crímenes contra cantantes y corrideros se remontan a algunos años atrás. Rosalino Sánchez Félix “Chalino” fue el primer caso emblemático de cantantes y compositores de narcocorridos asesinados. De acuerdo con versiones de amigos y familiares, sobre el llamado “Rey del corrido” pesaban amenazas de muerte que se concretaron ese día. Meses antes Chalino había sufrido un atentado en plena presentación en el estado de California, Estados Unidos, del que salió con dos heridas de bala que lo tuvieron al borde de la muerte. No queda claro el móvil del asesinato de Chalino, no obstante, se conoce que el compositor e intérprete tenía cuentas pendientes en su natal Sinaloa. Su asesinato ocurrió el 16 de mayo de 1992

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al terminar una presentación en el salón Bugambilias de Culiacán, se dice que un grupo de falsos policías le cerraron el paso al vehículo en el que se transportaba y lo levantaron. Horas después apareció muerto con dos tiros en la nuca. Hace once años,Valentín Elizalde fue asesinado al finalizar una presentación la madrugada del 25 de noviembre de 2006 en Reynosa, Tamaulipas. De acuerdo con información difundida por la Procuraduría General de la República en 2008, la muerte de “El Gallo de Oro” fue atribuida a Raúl Hernández Barrón alias “El Flander I”, un ex miembro del Ejército Mexicano que formaba parte del brazo armado del Cártel del Golfo, los Zetas, al servicio del narcotraficante Osiel Cárdenas Guillén. De acuerdo con una nota de Univisión, el asesinato del llamado “Gallo de Oro” se debió justamente a la pugna entre el Cártel de Sinaloa y los Zetas, presentes en esa entidad del Golfo de México: “La policía presume que el músico fue asesinado debido a que entonó una canción llamada A mis enemigos, la cual es considerada como un mensaje de Joaquín “El Chapo” Guzmán, para los Zetas”.5 Entre 1992 y 2014 murieron en México por lo menos 44 cantantes, músicos e intérpretes. Con excepción de los 17 integrantes de Kombo Kolombia, levantados y ejecutados en Nuevo León, y el joven Gibrán Martiz, privado de su libertad y asesinado en Veracruz, se trata de intérpretes de música norteña y narcocorridos. Sinaloa es la entidad con 5

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Univisión noticias (21/06/2016), “Los cárteles detrás de la muerte de Valentín Elizalde y su círculo cercano”. Disponible en http://www.univision.com/noticias/asesinatos/los- carteles-detras-de-la-muerte-de-valentin-elizalde-y-su-circulo-cercano


mayor número de crímenes contra músicos, con siete casos registrados hasta junio de 2017, Michoacán cuenta con tres casos, Tamaulipas y Chihuahua con dos cada uno, mientras que los estados de Jalisco, Sonora, Veracruz, Durango y Nuevo León contabilizan un asesinato cada uno. El caso de Nuevo León se trata del homicidio múltiple contra los 17 integrantes de Kombo Kolombia quienes, presuntamente, fueron asesinados por instrucciones de José Isidro Cruz Villarreal “El Pichilo”, líder Zeta en el norte de esa entidad. Se dice que consideraron que la agrupación los estaba traicionando, porque supuestamente la impulsaron en sus inicios y, en el momento de su asesinato, colaboraban con presentaciones para el Cártel del Golfo, enemigo de los Zetas. En lo que respecta a uno de los dos casos de Chihuahua, se trata del asesinato de cinco integrantes de la Quinta Banda en el bar Far West en 2012, conocidos en el ámbito por El corrido de la línea. En dicho ataque murieron otras cuatro personas identificadas como parte del público que acudió a escuchar a la agrupación. Un caso que sugiere la injerencia del crimen organizado en la industria musical y la impunidad con la que gobiernan los territorios, es el de Sergio Gómez cantante de K-Paz de la Sierra. Diversas versiones concuerdan en que recibió amenazas para disuadirlo de no presentarse en Morelia el 1 de diciembre de 2007. Supuestamente, por ignorar la advertencia fue levantado por un grupo armado cuando la agrupación ya se retiraba de la ciudad y su cadáver, con huellas de tortura, se encontró al día siguiente en la zona

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rural de la capital. Según SDPnoticias.com, la declaración de dos sicarios del extinto cártel de La Familia Michoacana que cooperaron con la Procuraduría General de la República, fue Nazario Moreno “El Chayo” quien supuestamente ordenó a Arnoldo Rueda “La Minsa” la ejecución de Sergio Gómez y se debió a un móvil pasional, más que a un asunto relacionado con su actividad profesional.6 La lista de músicos, compositores e intérpretes víctimas de la violencia del crimen organizado es la siguiente: Rosalino Sánchez, Culiacán, Sinaloa, Mayo 1992. Javier Morales, Huetamo, Michoacán, diciembre 2006. Valentín Elizalde, Reynosa, Tamaulipas, diciembre 2006. Tecno Banda Fugaz, Turicato, Michoacán, febrero 2007. Padrinos de la sierra, Tamazula, Durango, junio 2007. Sayda Peña Arjona, Matamoros, Tamaulipas, diciembre 2007.
 Sergio Gómez, Morelia, Michoacán, diciembre 2007. Jorge Antonio Sepúlveda, Guasave, Sinaloa, enero 2008. Carlos Vicente Ocaranza Rodríguez, Guadalajara, Jalisco, agosto 2009.
 Sergio Vega “El Shaka”, Los Mochis, Sinaloa, junio 2010. Fabián Ortega, La Junta-Tomochi, Chihuahua, diciembre 2010.
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SDPnoticias.com (26/06/2011), “El Chayo ordenó tortura y asesinato de líder de K-Paz de la Sierra”. Disponible en https://www.sdpnoticias.com/ nacional/2011/06/26/el-chayo- ordeno-tortura-y-asesinato-de-lider-dek-paz-de-la-sierra


Alberto Lizárraga, Mazatlán, Sinaloa, marzo 2011.
 Diego Rivas, Culiacán, Sinaloa, noviembre 2011.
 La quinta banda, Chihuahua, Chihuahua, febrero 2012. José Baldonegro, Aguaruto, Sinaloa, marzo 2012.
 Jesús Quintero Salas, Culiacán, Sinaloa, junio 2012. Kombo Kolombia, Monterrey, Nuevo León, enero 2013. Gibrán Martiz, Xalapa, Veracruz, enero 2014.
 Tomás Tovar “Tito Torbellino”, Ciudad Obregón, Sonora, mayo 2014.

Tras este recuento, vale hacer las siguientes preguntas: ¿a qué se debe que el cantante se convierte en blanco de un cártel o líder criminal?, ¿es posible que los delincuentes se sientan intimidados ante una creación musical que promueve a sus rivales? Edgar Valdez Villarreal “La Barbie”, en declaraciones difun7 didas por el Gobierno Federal tras su captura en 2010, confesó que los grupos criminales contratan a los cantantes y agrupaciones musicales para amenizar sus fiestas e, incluso, llegan a entablar amistad con ellos aunque no se dediquen al tráfico de drogas. No obstante, el ex sicario del cártel de Los Beltrán Leyva dijo que los asesinatos de los artistas son ordenados porque colaboran con algún grupo delincuencial con el que rivaliza quien da la orden de matarlos. Dicha información fue recopilada por la periodista Miroslava Breach Velducea tras el asesinato de Fabián Ortega “El Halcón de la Sierra”, en Chihuahua. 7

Véase entrevista publicada el 11 de septiembre del 2010. Disponible en https://youtu.be/ykk-Yz4VmMQ

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En su nota, la corresponsal de La Jornada hace un recuento de los cantantes de narcocorridos que habían sido asesinados a octubre de ese año, retomo su investigación por su valor documental y por la trágica coincidencia que los vincula: Miroslava Breach Velducea fue asesinada el 23 de marzo de 2017 en la ciudad de Chihuahua; ya había sido amenazada por publicar información sobre la violencia en contra de indígenas y organizaciones civiles por parte de grupos del crimen organizado. Los responsables de su asesinato no han sido capturados. Sin pretender justificar que trabajen a la orden de algún grupo delincuencial y sepan el origen del dinero que cobran por sus canciones, el cantante se convierte en víctima, aunque promueve la violencia a través de su música, pero no mata a nadie. Otros casos emblemáticos de cómo la industria del narco y del crimen organizado están presentes en diversos ámbitos de la sociedad, específicamente en el deporte y el espectáculo, son los que involucran al interprete Julión Álvarez y al futbolista Rafael Márquez, quienes fueron denunciados por incurrir en presuntos actos ilegales como “lavado de dinero por Raúl Flores Hernández a quien se le atribuyen delitos como el tráfico de cocaína en Estados Unidos. El linchamiento fue atroz, a pesar de que el mismo criminal declaró también que ninguno tenía conocimiento de que se hacía mal uso de sus sociedades mercantiles. Julión y Márquez son figuras públicas cuya trayectoria se ha visto afectada por este escándalo en el que no prevaleció el principio de presunción de inocencia y, por el contrario,

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sin contar con elementos suficientes para determinar su culpabilidad, las autoridades de México y Estados Unidos les congelaron cuentas y bienes. En el caso del intérprete de “Terrenal” también le fueron canceladas fechas de conciertos en ambos países y perdió su trabajo en un programa musical de Televisa. En lo que respecta al capitán del seleccionado nacional y multicampéon con el Barcelona lo separaron de su actual equipo, el Atlas de Guadalajara, y le fueron cancelados contratos con diversas marcas. Además, ambos perdieron sus respectivos visados para ingresar a Estados Unidos. La relación entre crimen, el espectáculo y el deporte no es reciente. Las dos últimas actividades son fuentes de enormes recursos y una oportunidad para que los delincuentes operen cómodamente bajo la sombra de figuras públicas que no conocen a fondo la manera en que se manejan e invierten sus ganancias. Recientemente y a raíz del escándalo que envolvió a Julión y a Márquez, la leyenda del boxeo Julio César Chávez declaró que llegó a entablar amistad con algunos narcotraficantes. Celebridades y capos se atraen mutuamente. Kate del Castillo y Sean Penn son otro ejemplo de la fascinación que figuras del crimen han generado entre integrantes de la farándula.

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la narrativa oficial y la corridĂ­stica durante la guerra contra el crimen organizado



Si bien la crisis humanitaria que padece México causada por la violencia no tuvo su origen en el sexenio del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa fue en este periodo cuando se agudizó. De diciembre de 2006 a diciembre de 2012 se registraron en México 121 mil 683 muertes violentas, enmarcadas en la denominada guerra contra el narcotráfico. El mes más violento del sexenio de Felipe Calderón fue mayo de 2011 con 2 mil 38 casos, la mayor cifra desde 1997 y de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), Coahuila, Colima, Guerrero, Jalisco, Estado de México, Morelos, Puebla, Querétaro, Tamaulipas y Zacatecas registraron un incremento constante en la actividad delictiva. En lo que respecta a las desapariciones forzadas, el informe Los Desaparecidos de México: El persistente costo de una crisis ignorada8 de Human Right Watch documenta casi 250 desapariciones ocurridas durante el gobierno del expresidente Felipe Calderón y en 149 de esos casos, presentó pruebas contundentes de desapariciones forzadas, en las cuales tuvieron participación agentes estatales. No obstante, aunque la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) reportó un aumento de 4 casos en 2006 a 77 en 2010, el grupo de trabajo sobre desapariciones forzadas o involuntarias de Naciones Unidas manejó cifras reportadas por organizaciones de la sociedad civil que dimensionan el problema entre 3 mil y 10 mil casos. Es coincidente la proliferación de narcocorridos que aluden a desapariciones de personas por parte de los diversos cárteles de la droga, como se expondrá más adelante con mayor claridad. 8

Véase informe en <https://www.hrw.org/es/news/2013/02/20/mexico-crisis-de-desapariciones>

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“¿Qué hacer cuando las palabras de narcos y supuestos policías caen como piedras filosas y se entierran en los corazones? ¿A quién pedirle auxilio para que nos ayude a encontrar a nuestros hermanos, hijos, esposas o padres? ¿En qué momento se jodió la vida, bajo qué rifle o maldición? ¿Cuánto dolor acompañará a las víctimas y a sus familiares hasta el día de su muerte, de esa muerte que se vive intensamente desde el momento en que ocurrió el levantón?”

escribió Javier Valdez en el prólogo de su libro Levantones. 9 Historias reales de desaparecidos y víctimas del narco, material bibliográfico esencial para adentrarse y dimensionar lo que ha ocurrido en México. Las palabras de impotencia y angustia de Javier Valdez no han encontrado respuesta, sin embargo, el periodista encontró la muerte a manos de sicarios en Culiacán, Sinaloa, el 15 de mayo de 2017. Su crimen, al igual que el de Mirosvala Breach y el resto de los periodistas asesinados en México en los últimos años sigue impune. Para impedir que los grupos delincuenciales y cárteles impusieran su “agenda” en los medios de comunicación se impulsó El Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia en México: un intento de autoregulación para controlar la información que se publicaba con respecto a las acciones violentas llenando páginas y portales con partes oficiales, aunque ese no haya sido el objetivo. 9

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El Economista (19/11/2012), “Calderón la tragedia en derechos humanos”. Disponible en http://eleconomista.com.mx/sociedad/2012/11/19/ calderon-tragedia-derechos-humanos


El corazón de dicho documento consigna que México vivió una situación de violencia sin precedentes que ha rebasado al Estado y por lo tanto los medios de comunicación deben asumir un papel central en la regulación de los contenidos informativos para evitar hacer proselitismo de hechos violentos del crimen organizado: “Los medios tenemos la responsabilidad de actuar con profesionalismo y de preguntarnos sobre las implicaciones potenciales que tiene el manejo de la información. Por ello, como en todas las noticias, las que involucran a las organizaciones criminales deben apegarse fielmente a los hechos, al tiempo que provean elementos contextuales suficientes para su adecuada comprensión. Tratándose de estas noticias, los periodistas y sus casas editoriales debemos estar conscientes de que los hechos pueden tener como fin primordial convertirnos en instrumentos involuntarios de 10 la propaganda del crimen organizado”.

Conformado por 10 criterios editoriales, el acuerdo fue promovido por casas editoriales y en su anuncio no estuvieron presentes representantes de los gobiernos estatales ni del federal. Durante este periodo el gobierno hizo esfuerzos por impedir que la narrativa imperante fuera la suya, sin embargo, los narcocorridos se convirtieron en una especie de contra campaña, en medios populares para transmitir la 10

Lozano Rendón, José Carlos, El Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia en México: un intento fallido de autoregulación, artículo de la Revista Comunicación y Sociedad, Universidad de Guadalajara, núm. 26, mayo-agosto 2016. Págs. 18 y 19. Disponible en http://www.redalyc.org/pdf/346/34645274002.pdf

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otra versión, la narrativa narca del conflicto. La autoridad trató de encauzar su agenda centrándose en las acciones de captura o abatimiento de los principales objetivos (líderes criminales), no en ocultar el hecho de que México vivía un derramamiento de sangre. En la Etnografía de medios: la retórica de la guerra contra el crimen organizado en la prensa nacional, El Universal, La Jornada y Reforma de 2008 a 2012, escrita por María Alejandra Dorado Vinay y coordinada por Fernando Escalante de El Colegio de México, se expone la manera en que el combate a los grupos delincuenciales se convirtió en el tema principal de la agenda pública. La respuesta de los medios de comunicación a la barbarie fue pobre y limitada, puesto que como señala Dorado: “la prensa mexicana construye la realidad social en una condición histórica de falta de iniciativa para generar sus propias estrategias informativas y, sobre todo, sus propias narrati11 vas” , lo cual resultó decisivo para la forma en que se construyó la narrativa de la Guerra contra el Crimen Organizado durante el sexenio pasado. Esta “falta de iniciativa” fue aprovechada por el gobierno federal para delinear su propia narrativa del combate a los criminales, en los medios hegemónicos y principalmente en los asentados en la capital del país prevaleció la versión oficial. 11

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Dorado Vinay, María Alejandra, Etnografía de medios: la retórica de la guerra contra el crimen organizado en la prensa nacional, El Universal, La Jornada y Reforma de 2008 a 2012, Octubre 2013. Pág. 8. Disponible en https://colmex.alma.exlibrisgroup.com/view/delivery/52COLMEX_ INST/1265028510002716


Los medios de comunicación estatales y de manera específica los regionales no escaparon a la influencia del crimen organizado, como en el caso del desplegado en el que se dio a conocer el surgimiento de La Familia Michoacana publicado en noviembre de 2006 en dos periódicos de Morelia. Y aunque el caso es emblemático, no es el único. La intimidación, censura y control de los grupos criminales a los medios de comunicación prevalece en amplias zonas del país. Testimonios de periodistas, editores y directores de los mismos dan cuenta de ello. En otro intento infructuoso por frenar la apoteosis de la violencia, durante el calderonismo también se promovió el veto de los narcocorridos en las estaciones de radio comerciales, educativas y culturales, en bares y restaurantes, eventos masivos y hasta en cementerios, por considerar que son un medio para promover la violencia y la narcocultura. En mayo de 2011, el gobierno de Sinaloa, encabezado por Mario López Valdez, ordenó un veto de estas características, el cual fue revertido en 2013 por la Suprema Corte de Justicia de la Nación al considerar que el Ejecutivo estatal se excedió en sus funciones y atentaba contra la libertad de expresión. Aún existen estados del país que prohíben la reproducción de narcocorridos o que agrupaciones musicales interpreten corridos, imponiendo sanciones como multas a quienes incumplan con tales disposiciones, como le sucedió a Los Tucanes de Tijuana en mayo de 2014 y a Los Tigres del Norte en mayo de 2017, ambos casos en Chihuahua, entidad que prohíbe desde 2011 dichas manifestaciones musicales.

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Al respecto, el académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y autor del libro La maña, Edgar Morín, declaró en entrevista con Emir Olivares Alonso de La Jornada que detrás de un narcocorrido existen otras motivaciones más allá de la apología del delito: “Hay letras implícitas y otras totalmente explícitas; tienen un componente literario, el compositor describe los hechos, los condena o los califica al grado de llegar a la apología; dan cuenta de una realidad que muchas veces no se cuenta y que el gobierno trata de ocultar, y muchos otros son escritos por encargo, a fin de resaltar una figura. Encasillarlo sólo como apología de la violencia es reducir este 12 fenómeno social”.

Juan Carlos Ramírez-Pimienta, quien como expuse anteriormente es uno de los académicos con mayor conocimiento del tema, señala en su ensayo De torturaciones, balas y explosiones: Narcocultura, Movimiento Alterado e hiperrealismo en el sexenio de Felipe Calderón que: “Una de las consecuencias más visibles para el narcocorrido en el contexto de la guerra contra el narco en el sexenio de Felipe Calderón es que se tornó más violento, es decir ya no se concentra en lo festivo como fue, por ejemplo, el caso en la última década del siglo pasado cuando el género se enfocó mayormente en mostrar la vida placentera y las fiestas de traficantes reales o ficticios” (2013:305). 12

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La Jornada en línea (17/10/2016), “El narcocorrido se extiende, pese a la prohibición oficial. Disponible en http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/10/17/el- 2018narcocorrido2019-se-extiende-pese-a-la-prohibicion-oficial


Lo que revela el trabajo de Ramírez-Pimienta es justamente el paralelismo que hay entre el recrudecimiento de las manifestaciones violentas en las acciones de los cárteles y su lucha contra el gobierno y lo plasmado en los narcocorridos. La violencia producida por los cárteles y grupos delincuenciales era patente en México antes del calderonismo, sin embargo, no tenía el nivel de saña ni los corridos la describían con tanto detalle como con la irrupción de los corridos pesados y el movimiento alterado. Ninguna autoridad ni los medios de comunicación pudieron anticipar el giro que tendría la narrativa de violencia radical en los corridos alterados, la censura y el control de la información fueron paliativos para contener el creciente interés por el consumo de esta música, que al final era también una manera de informar sobre la guerra.

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del corrido al movimiento alterado



“Si al cielo avientas la daga, va en busca de los traidores”. Fragmento del corrido de Chito Cano. En la Mitología del narcotraficante en México Luis Astorga destaca la función social del corrido como una forma de mitificación del traficante -que no narco ni sicario-, como sublimación y estilo de vida (narcocultura), e identifica lo que denomina “bestiario del tráfico de drogas (en el que) desfilan gallos, gallos finos, leones, leones de la sierra, tigres, fieras y hasta peces (gordos, principales y desnutridos), cuyas características metafóricas remiten a cualidades como valentía, astucia, fiereza, bravura, hombría, justicia, fama, sinceridad y respeto; dicha combinación de hombre-animal remite, en su versión masculina, a la esfinge que asolaba a la antigua Tebas en Egipto, una criatura alada con rostro humano, garras cuerpo de león y cuerpo de perro que en algunas representaciones tiene cola de dragón. Luis A. Astorga (2004:92) cita a estudiosos del corrido para situar el origen de éste en el norte o en el interior del país, pero no en Sinaloa; entre ellos a Jacobo Delavuelta quien dice que el corrido “entrega la nota informativa popular, es un estupendo noticiero, que cuenta con la colaboración de un ejército de poetas anónimos que llevan, versificados, los relatos de los asuntos públicos”. 11 Para el periodista José Reveles, quien se ha dedicado a estudiar y seguir de cerca las acciones de los grupos del crimen organizado en México, el narcocorrido es la manera

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que los delincuentes tienen de “plantarse”, es su medio de propaganda y un himno de batalla, pero también es una manera de “contar la historia”. En una conversación que sostuve con el periodista explicó lo siguiente: “es inútil prohibirlo porque están arraigados en la cultura popular, lo que tratan de hacer los personajes que ahí se mencionan es volverse famosos a través de dichas historias. Es también una manera de reafirmación, en los narcocorridos se pintan como quieren ser mirados de afuera, es un retrato hablado de sí mismos”, comenta Reveles. Como señalé anteriormente, el corrido ha funcionado como noticia, a falta de medios tradicionales; los grupos delincuenciales lo utilizan para comunicarse entre ellos, para retar a las autoridades y para ganar espacios en la opinión pública antes reservados al Estado y a otros grupos de poder fáctico. Actualmente, el narcocorrido dejó de contar una historia de astucia y valor para convertirse en una crónica delirante de la violencia cotidiana, es lo que conocemos como movimiento alterado. Corridos descabezados Demonios empecherados la nueva mafia presente vienen muy bien entrenados bien enfermos de la mente van y ejecutan a varios sacan el jale en caliente destrozando los contrarios Ajustando los pendientes.

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El movimiento alterado es una variante del narcocorrido que emergió con mayor fuerza y se popularizó en la década pasada adquiriendo mayor relevancia tras la declaratoria de la guerra contra el narcotráfico del gobierno de Felipe Calderón a finales de 2006. La diferencia entre los narcocorridos y las canciones del movimiento alterado estriba en que éste último es una manifestación explícita de la violencia, hiperrealista, en cierto modo, que describe el modus operandi de los sicarios y cárteles, un desmembramiento de cuerpos, pero también del corrido en términos de composición musical que adquiere valor comercial para los grupos musicales y los delincuenciales. En el ensayo citado anteriormente, De torturaciones, balas y explosiones: Narcocultura, Movimiento Alterado e hiperrealismo en el sexenio de Felipe Calderón, RamírezPimienta (2013:306), define el movimiento alterado de la siguiente manera: La etiqueta de Movimiento Alterado en los corridos es de la autoría de los gemelos Omar y Adolfo Valenzuela, los cuates Valenzuela, jóvenes productores musicales de origen sinaloense radicados desde hace dos décadas en Los Ángeles, California. El mismo Adolfo ha admitido en entrevista que ellos no crearon el movimiento pero sí supieron reconocer que una revolución narcocorridística estaba ocurriendo en internet y decidieron, a un tiempo, bautizarla y comercializarla. El Movimiento Alterado no es específicamente una compañía discográfica sino un concepto empresarial que concentra aproximadamente a una docena de grupos y solistas.

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Una de las piezas que ejemplifican mejor las características del movimiento alterado es Sanguinarios del M1, en una versión interpretada por la pléyade de cantantes de esta corriente musical como son Buknas de Culiacán, El Komander, Los Buitres, Los Buchones, Los dos primos, Erick Estrada, Noel Torres, Los nuevos elegantes y Óscar García: Con cuerno de chivo y bazooka en la nuca Volando cabezas a quien se atravieza Somos sanguinarios, locos bien ondeados Nos gusta matar. Pa’ dar levantones, somos los mejores Siempre en caravana, toda mi plebada Bien empecherados, blindados y listos Para ejecutar…

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narcocultura y narcoplaticantes



La manera más explícita de entender la influencia profunda que el narcotráfico y el crimen organizado tienen en la sociedad es patente a través de los elementos que caracterizan y distinguen a la narcocultura. Vivimos en una sociedad hiperviolenta. Estamos habituados a la violencia: películas, canciones, series, noticias, son diversos los medios en los que hacemos consumo de la violencia. Actualmente, la violencia determina nuestras relaciones. En esta línea, Sayak Valencia, en su ensayo Género (s) y narcocultura (2016:239) sostiene que: “La narcocultura es una forma de vida y socialización cotidiana […] la cual cuenta con elementos de distribución de sentido y pertenencia basados en una indumentaria abigarrada y costosa, un género musical popular (narcocorrido), un subgénero cinematográfico (videohome), unas prácticas de hiperconsumo ostentoso y un estatus social característicos”.

No se tiene que participar de las ganancias o de las prácticas de la narcocultura para ser parte de ella, estamos expuestos a la narcocultura de maneras variadas, sutiles o explícitas. Los narcoplaticantes son una expresión fehaciente de esta influencia: son aquellos individuos que celebran las acciones culturales emanadas de la narcocultura, que se sienten narcos y sicarios pero no lo son, que escuchan sus canciones pero no han empuñado ni disparado un arma; que se visten como los buchones13 pero no cuentan con el poder adquisitivo que se obtiene en el negocio prohibido. La violencia es para ellos un 13

Persona que se dedica a la venta de droga. drog. Diccionario de americanismos 2010 Asociación de Academias de la Lengua Española en http:// lema.rae.es/damer/?key=buch%C3%B3n

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espectáculo, una forma más de entretenimiento, de diversión que ha ido construyendo una identidad. Para Patricio Chávez, consultor en temas de desarrollo comunitario quien ha colaborado con la ONU y otras organizaciones en diversos países del continente americano, hay una brecha entre la capacidad y la expectativa de consumo de los jóvenes. “Por eso hay dos grandes situaciones y una de ellas es el narcotráfico porque eleva la capacidad de consumo y se vincula a dicha expectativa de consumo, como se resume en la famosa frase prefiero un año de rey que toda una vida de wey. El narcotráfico es una condición cultural que implica expectativas de consumo que son potenciadas a la N, porque los jóvenes saben que vendiendo drogas o participando en alguna de sus actividades podrán ganar más dinero en un día o en una semana que lo que no ganarían en todo un año en cualquier otro empleo. Lo primero que se tiene que admitir es que el hecho del narcotráfico existe no porque haya narcocorridos, sino por otras causas y múltiples factores. “Por otro lado hay altos índices de violencia en comunidades con poder adquisitivo elevado. Las expectativas de consumo no se limitan a los estratos sociales desfavorecidos”, sostiene en entrevista. Y continúa: “No vamos a ganar nada prohibiendo los narcocorridos, metiendo a la cárcel a los cantautores o intérpretes del movimiento alterado. El narcocorrido existe porque existe el narcotráfico, no es al revés, no es el narcocorrido el que genera las condiciones del narcotráfico, subraya, sino un hecho concreto que es el narcotráfico que

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genera una capacidad adquisitiva rápida. Podemos pedir a los jóvenes que no escuchen narcocorridos ni vean narcoseries, aunque haya quienes afirman que se está haciendo apología del narco. Lo que podemos hacer no es prohibir, sino educar, brindar a los jóvenes capacidad de crítica para que identifiquen y reflexionen sobre los mensajes que reciben”. Una muestra del delito aspiracional expresado en el corrido se manifiesta mediante los símbolos de poder que aparecen como amuletos o extensiones del personaje referido, las camionetas y autos de lujo, joyas, armas chapadas en oro y de diferentes calibres, caballos, mansiones, aviones y referencias a la “vida loca” con fiestas, alcohol, música y mujeres. Entre más tienes y más ostentas, mayor es el poder y jerarquía dentro de la organización. La afirmación de Patricio Chávez parece tener un sustento sólido, difícil de contra argumentar: el narcocorrido existe porque el narco está ahí, forma parte del entorno. Pero, ¿qué es la narcocultura? María Socorro Tabuenca Córdoba y Juan Carlos Ramírez-Pimienta ofrecen una descripción precisa y sencilla en la introducción del libro Camelia la texana y otras mujeres de la narcocultura, editado por la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). “La narcocultura es, sin duda, uno de los fenómenos más importantes del siglo pasado y lo que va del presente, quizá el más destacado por sus alcances políticos, económicos, jurídicos, médicos, artísticos, sociales, etc; además, impacta prácticamente todos los sistemas informativos y de vida del México actual”.14 14

Ramírez-Pimienta, Juan Carlos y Tabuenca Córdoba, María Socorro (coords.): Camelia La Texana y otras mujeres de la narcocultura, México, UAS, 2016.

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Por ello, satanizar y censurar las narco coplas y las “rimas malandras” es un intento infructuoso de detener su influencia social porque no se atacan las causas profundas que las han arraigado; desde hace años existe una narrativa oficial que puso a la “guerra contra el narcotráfico” en el centro de la agenda informativa nacional, prohibiendo la pauta o programación de narcocorridos en las estaciones de radio y televisión y un pacto de medios que busca limitar la información sobre violencia. La estrategia oficial de inundar de comunicados oficiales las páginas y portales que solo cuentan una versión de los hechos topa con pared puesto que no logra articular ideas y acciones precisas, asertivas y contundentes para comprender la narcocultura y sus causas y orígenes. Su torpe accionar busca el efecto mediático e inmediato, sesgando la libertad de expresión con la justificación de que se trata de sacrificar éste por otros derechos y en aras de la seguridad. El combate al narco crimen se llevó de las calles y las terracerías a las frecuencias de la radio, haciendo crecer las ganancias de la piratería sin tocar el corazón del crimen organizado ni sus cuentas bancarias. “La narcocultura es, en síntesis, la influencia que el narcotráfico ejerce en la sociedad y en la producción cultural mexicana es una realidad innegable”, refieren Tabuenca y Ramírez-Pimienta.

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sicario, la mano de obra barata del capitalismo



El uso del término sicario es relativamente nuevo en México y se asocia con un asesino a sueldo que trabaja al servicio de algún cártel del crimen organizado, es quien ejecuta a los rivales por órdenes del jefe de plaza o capo o se enfrenta a sicarios de otros grupos rivales por la tenencia o control del territorio. En México, el sicario alcanza mayor relevancia con la declaratoria de la guerra contra el narcotráfico. Su figura se ha popularizado principalmente por su presencia en los medios de comunicación y en los corridos, aunque en esta manifestación no se alude de manera explícita a la palabra como sí al concepto: un soldado del cártel. El sicario actúa por dinero, forma parte de la industria criminal global que es el crimen organizado; hijo de la posmodernidad, un peón que puede ser reemplazado por otro con la misma aspiración de obtener dinero haciendo lo que sea necesario; el sicario es mano de obra barata en un entorno donde la juventud no encuentra alternativas de desarrollo y busca en el mundo del crimen los medios para subsistir. El sicario aspira, quiere trascender, busca la inmortalidad. Sin embargo, forma parte de los estratos más bajos de la pirámide criminal. Está lejos de ser el “Jefe de jefes”, el “Padrino” o gran mandamás que controla territorios y dirige un ejército de personas que deben seguir sus instrucciones sin cuestionar. Tampoco tiene un poder de mando medio, no es jefe de plaza o lugarteniente de estos grandes capos. Por el contrario, el sicario forma parte de las legiones desechables de soldados del crimen organizado, totalmente reemplazable y cuya individualidad es intrascendente. Lo interesante de estas

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letras es que la épica de los sicarios es anónima. No se sabe de dónde son ni sus nombres, solo lo que hacen. Algunos fragmentos de corridos que tratan de configurar el perfil del sicario son los siguientes: Los sicarios, Grupo Comando Que somos sicarios que somos malvados comenta la prensa cuando hay escenarios de terror y muerte cuerpos degollados sin brazos, sin piernas sangre por todos lados. Que somos gente mala que somos veneno hombres que salimos del mismito infierno somos sanguinarios tal vez eso es cierto solo trabajamos entiendan bien eso…

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Los sicarios, Banda San José de Mesillas Los apodan los sicarios por el trabajo que hacen nativos no sé de donde es todo lo que se sabe si se meten con la lumbre no se sabe lo que pase. R-s y cuernos de chivo son las armas que utilizan muy buenos pa disparar ellos no se desaniman si hay que levantar a alguien con gusto entregan la vida. Los busca la policía federales y soldados donde quiera que los miran no se animan a pararlos dan un efecto muy grande y nadie quiere llenarlos…

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El Sicario de Los Herrantes de Chihuahua, es otra variante de cómo se proyecta esta actividad. Se asume también como un trabajador a la orden de quien pague sus servicios, no solo como parte de una organización criminal, un prestador de servicios mortales que cobra las cuentas de quien está dispuesto a pagar el precio: Soy un sicario señores de esos que matan por paga aquí traigo juguetitos también un lanza granadas si alguien se me pone el brinco se lo carga la tiznada. Pa los coyotes, los perros nomás aviéntenme un hueso a los cantantes soplones les voy a cortar el pescuezo nomás digan donde y cuando yo les hago el presupuesto… La investigadora de El Colegio de la Frontera Norte, Sayak Valencia (2016:240), ha desarrollado el concepto del capitalismo gore, una línea de trabajo que bien puede aplicarse para tratar de comprender más sobre la violencia que hay en la narrativa del movimiento alterado y cómo funciona a manera de estímulo para los sicarios. De acuerdo con ella, esta versión del capitalismo se define de la siguiente manera:

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“El derramamiento de sangre explícito e injustificado (como precio a pagar por el tercer mundo que se aferra a seguir las lógicas del capitalismo, cada vez más exigentes), al altísimo porcentaje de vísceras y desmembramientos, frecuentemente mezclados con el crimen organizado, la división binaria del género y los usos predatorios de los cuerpos, todo esto por medio de la violencia más explícita como herramienta de necroempoderamiento”.

Esta irrupción de violencia sin freno también ha impactado en el lenguaje de manera profunda y trascendental como se puede constatar con palabras derivadas de la actividad criminal que han sido analizadas, discutidas, aceptadas e incluidas en los últimos años en publicaciones especializadas en estudios de la lengua como es el Diccionario de Americanismos, donde palabras como “levantón”, “plomear” o “ejecutar”, han sido incorporadas en este diccionario de la Asociación de Academias de la lengua Española. Vemos como esta publicación es la primera en México que asimila los vocablos que describen diversas actividades y destaca puesto que, por primera en nuestro país, un diccionario asimila los vocablos que describen diversas actividades derivadas del crimen organizado. El léxico del español en México se transforma conforme el entorno cambia y sus elementos culturales interactúan entre sí. Para Gloria María Cervantes, maestra en Ciencias del Lenguaje y coordinadora del grupo de investigación Discursos Sociales y Comunicación, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), no se trata solo de términos, sino de un nuevo discurso que emerge del imaginario de la gente y que se ha ido modificando

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a partir de las experiencias derivadas de la violencia vinculada al crimen organizado; pero también es adecuado complementar esta idea señalando que dicha construcción se ha enriquecido con las explicaciones que el gobierno dio al tema del crimen y de las investigaciones sociales que se han ocupado de este asunto. Puede haber casos en que se trata de una deformación del lenguaje, pero no es necesariamente la regla, puesto que en otros los conceptos quieren expresar nuevas realidades. En ese sentido, hay casos en que sí se están utilizando términos de manera inadecuada, pero en otros, son un neologismo para nombrar una nueva situación que se justifica porque refiere a un asunto particular relacionado con la violencia. El crimen organizado se ha convertido en una opción de ascenso social rápido y remunerable que no demanda títulos ni años de estudio sino de sangre fría y lealtad hacia una organización para cometer una serie de actividades descritas en los neologismos de los que habla Cervantes: halconeo, cobro de piso o extorsión, levantón, ejecución, trasiego de droga, entre otros. En este entorno, el corrido es un producto que busca, entre otras funciones, explicar las razones por las cuales un joven se enlista en las filas del crimen organizado, acusando a la sociedad de indiferencia y falta de oportunidades para superarse por el camino de la legalidad:

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Producto de sociedad, de Juan Rivera Crecí sin zapatos sin futuro cada día era más duro y del hambre me cansé. El gobierno no me dio esperanza del vandalismo me integré al cartel, pues con ellos tuve mi familia le perdí miedo a la muerte la pechera me colgué. Soy producto de la sociedad no nací con la maldad aunque no lo quieran creer me cansé de ver el llanto de mi madre varias noches en la calle me dormí crecí duro, sin ayuda, sin escuela. Eso me hizo el alma negra y a temprana edad maté Quizá ya no tenga el perdón de Dios pero fue de vida o muerte para mí no había otra opción pues las calles no perdonan el aire no quita el hambre soy producto de la misma sociedad crecí frío como el hielo con el corazón de hierro un soldado entrenado para matar con mucho vil con maldad Producto de Sociedad…

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El corrido del 20 es otro ejemplo de cómo se busca subrayar que la pobreza y carencias económicas orillan a los niños y jóvenes a delinquir insertándose en la cadena criminal desde tareas básicas hasta convertirse en temidos sicarios o lugartenientes peligrosos que deciden la vida de otros, incluso de regiones enteras, aunque algunas canciones evidencian matices en la manera en que los personajes referidos en los corridos buscan ser reflejados, no siempre se observa a un sujeto violento y hostil sediento de sangre, resentido que cobra venganza de su destino, sino de personas que simplemente se encontraron un camino que les allanó ganarse la vida a costa de la de otros, una visión en la que no se hace distinción entre el bien y el mal, sino se limita a describir una circunstancia particular: El corrido del 20, Los plebes del rancho El viento se escucha triste en el rancho de San Javier No relinchan los caballos pues ya nada es como ayer Cuando aquel llegaba al rancho todo era tan diferente ésta es la historia del 20 aquí se las contaré. Ese arroyo cascajoso hasta descalzo caminaba de mi amá escuchaba el grito

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cuando a casa no llegaba mi viejo allá en el portal secándose con un paño recalando de la sierra, estaba larga la jornada. Ya cuando estaba más grande a la ciudad me bajaba a buscar mejor futuro esa esperanza llevaba empecé a vender tortillas todo el día yo le buscaba por cierto en un bocho verde mucha lata que me daba. Me dio unas vueltas la vida y me metí en la jugada cuando agarraba pá el Norte mis centavos me ganaba siempre fui una gente seria jamás me gustó algún vicio ni ocupaba andar tomando pá darme mis enfiestadas. Con el líquido hice feria que jamás imaginaba esa la convirtió en polvo

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desde abajo lo arrimaba lo mandaba pal gabacho uno no y otro llegaba hice buenas amistades y compadres en la mafia. Se le cambió el tono al canto la cosa se puso brava ya no podía andar hereje también traiba gente armada fui gente del chaparrito y si moría en la raya junto con el cholo vago la rosca yo la cuidaba… El narcocorrido ha ganado presencia a pesar de los intentos por detener su difusión. Ante las acciones de censura en estaciones de radio, el género encontró en internet una veta de oro para su popularización. Los videos se volvieron productos virales y han dado a los grupos y disqueras que los producen la posibilidad de ser más versátiles e incluir mensajes y guiños a sus promotores en los cárteles, aunque también esta comunicación se hace en muchos casos de manera explícita. Y si bien otros subgéneros como el rap se están convirtiendo en una moda que parece enraizará en el gusto popular debido a que la idiosincracia de la juventud en la región noreste del país es más afín a sus elementos culturales, el narcocorrido aún goza de buena salud y tiene mucho camino por delante

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antes de que decaiga su producción y consumo, vinculada esta bonanza, irremediablemente con la existencia de grupos de delincuencia organizada, el tráfico de sustancias prohibidas y otras actividades delictivas. Las investigaciones y esfuerzos que desde la academia, organizaciones civiles y medios de comunicación se han implementado para su estudio, análisis y comprensión son muy valiosas, necesarias fundamentales para entender la dinámica que ha regido al narcocorrido desde su origen así como para dar seguimiento a sus transformaciones y sobre todo, para conocer el impacto que tiene en las diversas sociedades que conforman nuestro país. Son trabajos de enorme rigor metodológico y académico que no se limitan ante los riesgos que implica analizar el tema; a su vez, nos orientan respecto a los alcances propios de la violencia en México y sus tristes consecuencias. Y aunque la investigación en torno al narcocorrido es relativamente joven, el tema sigue siendo atractivo y novedoso y aún tiene mucho por ofrecer, al ser una fuente de información viva que se transforma y actualiza permanentemente, porque aunque lo parezcan, los corridos de antaño son muy diferentes a los actuales narcocorridos y canciones del movimiento alterado. Esta involución en el género ha sido paulatina y lenta, permitiendo que las cualidades que distinguen al corrido, narcocorrido y al movimiento alterado parezcan sutiles en su forma aunque en el contenido y en su impacto social no lo sean.

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La investigación sobre el narcocorrido ha permitido que como país reconozcamos las dinámicas de convivencia social que tienen su origen en la violencia desmedida y desproporcionada de los grupos de la delincuencia organizada, cada vez más descontrolados y sin límite aparente en su actividad criminal. El narcocorrido es una suerte de espejo que refleja el hecho innegable de que la cultura del narco se instaló cómodamente en nuestra casa, que está metida hasta la cocina, coloquialmente hablando y que duerme en nuestra habitación sin que nada le espante el sueño. El narcocorrido es reflejo y retrato. Promueve la narcocultura pero no la ha originado, contribuye a su normalización y materialización en hechos que se reflejan tanto a nivel lingüístico (el más evidente rasgo cultural, quizá) como de comportamiento y aspiración. Por ello es esencial que continúe la investigación sobre el narcocorrido y subgéneros que han surgido de la cultura de la violencia y de la criminalidad. Falta indagar con nuevos elementos en esos rasgos que el periodismo revela pero carece de las herramientas metedológicas de la investigación social, lingüística y cultural para adentrarse en las entrañas de la narcocultura. México vive un momento funesto en el que no se atina a encontrar una solución integral de alcance nacional que contribuya a revertirla a pesar de que hay esfuerzos

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coordinados incluso entre sociedad civil y autoridades para hacerlo. Se requiere reconocer que los esquemas de desarrollo actuales están agotados y son ineficientes para promover otros que se sustenten en la cohesión y organización social para recuperar valores y espacios perdidos y abandonados ante el avasallamiento del consumismo voraz, del individualismo a costa de todo, de la indiferencia ante las necesidades de los demás, arrastrados por la inercia de creer que una figura o un partido político serán capaces de frenar el deterioro del país sin entender siquiera cuáles han sido las causas que provocaron esta situación. Las comunidades están rotas, se prioriza el individualismo sobre el sentido de lo común, lo mío sobre lo nuestros, el yo sobre el nosotros; esta pérdida de sentido grupal, familiar, de pertenencia a un barrio es aprovechada por los clanes delictivos que atrapan a jóvenes con necesidad de pertenencia, de reafirmar su identidad personal a través de la colectividad. Podemos decir que las causas de este resquebrajamiento social es porque los niños y jóvenes de por lo menos dos generaciones crecieron sin el debido cuidado de sus padres ocupados en trabajar para proveer alimento y bienestar a su familia, que es una consecuencia del sistema capitalista que ha pauperizado la vida, que hoy se trabaja más y se gana menos, que los medios de comunicación fomentan y promueven la narcocultura como el modelo de éxito y desarrollo, que hay un adelgazamiento de la formación

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educativa y pérdida de valores que cimentaban la convivencia familiar y social, entre muchos otros factores. Sin embargo, también es necesario poner atención a los procesos que las asociaciones civiles y organismos gubernamentales y no gubernamentales y universidades, por mencionar solo algunos están implementando para trabajar con niños, jóvenes y población vulnerable en polígonos de pobreza y violencia. Los narcocorridos son reflejo de una tragedia que aún puede contrarrestarse con educación y cultura. El trabajo debe enfocarse en el fortalecimiento de acciones comunitarias. Es en las colonias y barrios donde hay que fortalecer la cruzada; acompañar a organizaciones sociales y activistas, atender a las víctimas de la violencia y prevenirla. El camino es largo, pero urge emprenderlo. Para concluir cito nuevamente a Ramírez-Pimienta: “el sueño de la razón neoliberal ciertamente produce monstruos. La corridística lo tiene bien claro…”.

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Los sicarios, interpretado por Grupo Comando. Disponible en <https://www.youtube.com/watch?v=WpXqP9JTCZ0> [24/11/2017] Los sicarios, interpretado por Banda San José de Mesillas. Disponible en <https://www.youtube.com/watch?v=EqL-iCABUgY> [24/11/2017] El Sicario, interpretado por Los Herrantes de Chihuahua. Disponible en <https://www.youtube.com/watch?v=aDA7Hkt5iKM> [24/11/2017] Producto de sociedad, interpretado por Juan Rivera. Disponible en <https://www.youtube.com/watch?v=9qJPNSoIOTc> [24/11/2017] El corrido del 20, interpretado por Los plebes del rancho. Disponible en <https://www.youtube.com/watch?v=OWTB0-c1ogQ> [24/11/2017]

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De sicarios y juglares, reflexiones sobre el narcocorrido en MĂŠxico se terminĂł de imprimir en noviembre 2017 en la Editorial Iztapalapa El tiraje fue de 1000 ejemplares impresos en papel Cultural de 90 gramos mediante la tĂŠcnica de Offset.




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