Eduardo Mariño
A LA SALIDA DEL FASTUOSO RECITAL (Poesía 1995 – 2008)
Ad astra per aspera
Por si los dioses mueren
1ra Edici贸n: Biblioteca del C铆rculo de Escritores del Estado Cojedes, San Carlos, 1995
Absuelto de las mĂĄscaras que he sido serĂŠ en la muerte mi total olvido Jorge Luis Borges, Piedras y Chile
I 1. Estoy-tratando-de-atisbarte-una-vez-más. Esa, es la profunda caída en el lienzo rojo, encajada como la más dolorosa de las culpas: una palabra empeñada que tan sólo se cumple en el jamás, sin embargo, puedo y debo vivir con eso. 2. He pensado en caminar por muchos lugares; he pensado en sentarme bajo sus marcas y ahuyentar las voces que habitan en ellos, en procura del verdadero silencio y la auténtica soledad, la de los yermos parajes que otrora creí jardines. 3. Unos ojos ahogados en rosas, el primer sentido de las cordilleras anuncia un valle y unas canciones y un jardín y una casa deshabitada y los adioses colgados en la puerta y las solitarias ventanas por donde nunca podré mirarte llegar. 4. He visto caer la tarde entre fugaces penumbras, he visto tu asombro como en un vertiginoso descuadre, la luna rasga el cielo buscando un perdón ante su mutable romancero de agonías. 5. Unos ojos están cegados y la tarde ha muerto ante ellos. 6. He estado esperándote durante años, quizás no es amor y el crepúsculo baña las rosas. 7. Imagino las ventanas de la casa en el valle: Ni siquiera están abiertas.
II 1. Tu zapato se desgasta en la grieta que señalaste al partir; no se qué oscura intención me indica su vital importancia en este descenso de la gloria a la banalidad, del temor al irracional alarido en el bosque. 2. La mano se estira y frota su piel, empolvada de siglos y palabras que han resbalado de cada paso integrado a su sensible vibración. 3. Sigue la conversación en tomo a ti; gira siempre estructurada en base a algo que jamás ha dejado de estar marcado con el pálido signo de las profecías incumplidas. 4. Jamás sabré como terminan tus promesas. 5. Esperar que las grietas se llenen de calzados de dama, azules, quizás del número 36 es un delito, y asustarse, significa ser absuelto; heme aquí con las manos levantadas, aguardando otra frase coherente conectada al color de tus ojos. 6. Los de Afuera dicen que ésta vez es diferente, que no siempre encontramos el dolor al primer intento, y les creo. Ellos (los de Afuera) conocen los instantes previos al alba. 7. También me conocen, y saben de mis sufrimientos. 8. El conmutador celestial de dádivas y alucinaciones me guía al borde izquierdo de la grieta, mis huellas sucumben tras de mí y no puedo, realmente no puedo evitarlo; su fragancia y sentido son ajenos a este pedregal insensato que se arrastra por la grieta, llenando los zapatos de dama, azules y acaso del 37, de un inconforme sentido de vanguardia política. 9. Estoy haciendo demasiadas concesiones al tiempo; se cuela en mis palabras, aguijoneando con su habitual nostalgia, sus promesas, lo poco de piel que sobrevive a tus caricias de despedida. 10. Te llevaste sólo un zapato al risco; deteriorado y envilecido, hoy marca cruces en los caminos polvorientos al sur de las montañas, y hiere mis ojos, cual hierro danzante en el recuerdo. 11. ¡Venid ahora, deslumbrantes artilugios del miedo! 12. ¡Bajad de la innombrable cúpula, hieródulas del desastre!
13. Reíd ahora de mis huesos fofos y adormecidos en la espera, esencia del dolor reincidente, escenas de aniquilación en la palabra móvil e infiel. 14. There is nobody in the midnight nest: Nadie excepto posiblemente nadie. 15. Tu níveo pie bailará en esta grieta abierta en mi cara, buscando a tientas el infinito paso de este imposible zapato de tortuosa corriente; el río de tiempo que nos acecha, siempre puede convertirse en la peor de las promesas.
III 1. Es TABU en este altar contar las líneas en la COPA del caballo rampante. 2. Alemania fría y desenvuelta bajo el brazo, tú sabes: Dios reconoce nuestras mentiras entre las habituales promesas de coyuntura. 3. Tal vez sólo se trata de seis líneas. 4. Una, transcrita en su totalidad (acaso por ser la primera) en algún libro sagrado, sentencia que debo conocer tu nombre y el del Dios que te custodia aún estando vendado, conocer el color de los ojos del cielo, el destino del caballo de ORO en la noche de las luciérnagas de tu cabello. 5. Años después de haber ensuciado los ladrillos de tu jaula con alguna conferencia pagana, he encontrado un equilibrio, una oración que justifica tanta inexistencia o tan poca ironía: En las letras de Rosa está la Rosa y todo el Nilo en la palabra Nilo, su perfume y su torrente; yo, he agregado a mi castigo la tristeza de las lloviznas, mi actual miedo y otras disquisiciones de abril. 6. Un centauro y la avenida marchita: Realmente duelen esas cosas pues conozco al dueño de estas y otras espadas de a caballo, conozco al verdadero verdugo del solsticio. 7. Subo al techo, sonrío a las siluetas y estás buscándome; ya se esconderme, cualquier tercera línea me salvaría, incluso de la inquieta carta que me aguarda; lo sé, no la he leído, pero igual me horroriza el no poder ajusticiar sus frases cortas y necesariamente válidas. 8. Cuarta línea: Un TE AMO. 9. Soy la noche cuatripartita, y sus fragmentos, no podrás contarme entre los muertos ni entre los que matan. Existen números subterráneos en cada grito, plebiscito o valoración. 10. PEDIR, invariable. 11. SUFRIR, consecuencia de que la quinta línea no contenga una renuncia; luego, preguntar, asintiendo las concepciones de laguna, nunca hay un nombre poco común. 12. ¿He de llamarte viento?
13. Si hay tempestad se borrará mi llamado, la sexta línea será ilegible. 14. Aún así, este abrazo seguirá llamándose viernes 18 de febrero.
IV 1. Nos adentramos, paso a paso, en las tinieblas de la noche; traspasamos ese indefinible umbral, que insanamente algunos llaman crepúsculo. 2. Ellos nos siguen, siempre lo han hecho; Ellos miran todas las sendas y sin excepción las recorren en su totalidad; siempre vigilando, siempre a la espera. 3. Ellos siempre nos siguen. Sus palabras no están escritas, sus números son desconocidos; sus Formas, son todas las formas. 4. Todos, son como una mano desesperantemente aferrada al cuello, pero el cuello no los conoce. 5. Nos han dicho muchas cosas desde que van en pos de nuestras huellas. 6. Por mucho tiempo les hemos huido, pero aún puedo oír a mi padre: ¿Quién puede huir de la angustia de saberlos vivos? la angustia de su indescriptible presencia, su amorfa e ignominiosa presencia que tanto horror había desatado en las mentes de nuestros ancestros, sacerdotes y hacedores de la verdad. 7. Entrando en las profundas simas de las horas más selladas y más terribles, Ellos están a la zaga de nuestros sueños. 8. Ellos conocen todos los lugares, más ¿Quién les conoce, quién ha hollado jamás sus oscuros lugares? 9. Todo cuanto hacemos es inútil. 10. Reglamentos, guerras, religiones, cultos, intensas disquisiciones, eternas y sabias discusiones sobre sus formas, desconocidas, sombrías, ciencias siempre erradas, altas e inefables tecnologías y la angustia que ellos generan habita en nuestro pulso y respiración, en nuestras íntimas miradas de miedos atroces. 11. Ellos controlan las almas con el roce de sus uñas y rencores; su señal es el MAL. 12. Un MAL inmanente y etéreo. 13. Lo he oído alguna vez: SON EL DOLOR ABRASADOR QUE SE PEGA A LA ESPALDA DE LOS HOMBRES. 14. Siempre estaremos adentrándonos en los abismos de la noche, huyendo; y siempre seremos perseguidos; son nuestra angustia y no hay uno, ni dos, entre nosotros que escape a su vigilancia.
15. De nuestras almas ha sido desterrada la esperanza.
V 1. El mañana, el milésimo augurio, el temible recuerdo, el pesaroso afán del adiós, el moribundo sacramento, los terribles dioses miserablemente arrinconados en la punta del sueño; la infancia decreta un espectral silencio, a todo esto, el reto y el asombro me endilgan una promesa: 2. El jamás, las oraciones, las lunas colgantes, las manos que se ahogan en la niebla, la cera hirviéndote en los ojos, mintiendo, subyugando. Celaeno, adioses vespertinos, desigualdades en la última piel que consagran el menor de los derechos del hombre, del sueño iluminado que arrastra su nombre y su vergüenza; las paredes borran todo rastro de nombres y los sentidos secretos despiertan una irónica nostalgia de mares, soles que caen, héroes, viajes inconclusos, historias que giran y giran sin rostro, sin número, sin nombre, sin tiempo: 3. El ayer, una vela en el horizonte, otra en tu mesa, una cueva en la arena, una conquista vacía de sangre, abarrotada de intentos previos. La Palabra nombra los altares prohibidos y las asombrosas líneas del Fuego. Sé que la dura espiral de este inmenso crisol de ignominias me acecha con su nefasta, negra, abierta e inquieta cabellera, su diminuta sonrisa de tigre y el puñal al cinto, cruelmente afilado, eterno, inextinguible en mi costado, su hoja, las débiles ralladuras que ocasionan el infortunio de una única caricia: 4. La eternidad, de cuyas secretas canciones alguien ha dicho que revelan el lugar y la hora de un desquite. Con certeza se que corresponde a su infalible condición de testigo, el considerar esta herida un triunfo, una abrumadora derrota o simplemente un agradecido recordatorio al Dharma de estas horas bajo el Signo del Desierto de Fuego.
VI 1. Intuyo la fantasmal presencia de un ánfora rota y cansada de esperar por sangre, sacrificio irrevocable de estos tiempos en que seducidos por el viento, volamos sobre las sagradas colinas del poniente, donde reina la roja espuma, aguardando nuestra partida. 2. Destino seguro de las gotas de sangre, el ánfora, el semicircular espejo y su infinita espera siguen siendo sentencias, decisiones en el juego incomprensible de los antiguos símbolos y sus conciencias de barro, endurecidas en el miedo. 3. Con el temblor, llegan las canciones, con ellas, la fuga y el regreso a los acontecimientos de una tarde, a un remoto intento de subversión ya enrojecido y hastiado. 4. Anhelos. Un nombre comentado en voz baja se vuelve un Amén, oración y anatema que enciende los calendarios que has conocido y admirado por años bajo estas nubes, que jamás han revelado el Secreto, que enamoran a la Luna con sus matices de sol oblicuo, goteando sobre esta herida ánfora, sedienta de la vida que los arreboles nos arrebatan cada atardecer.
VII 1. El tiempo empezó en un temblor de labios, en la infamia del miedo de sus ojos mudos y enamorados del alba. 2. Recordando la década he vivido el infinito esqueleto de un roedor silenciado de asombros; el momentáneo quejido y los pasos contrariados de espaldas al destino, supuestamente implacable, me aguardaban al sonar de los ecos en el techo. 3. Era de nuevo la hora obscena e inconclusa, la quinta palestra y el golpear en la mesa, con que regularmente se han iniciado los peores combates. 4. Hubo un mutilado juramento y una posterior trasgresión, incalculablemente recordada; de llanto, de una tez clara y su llegada, envuelta en misteriosos azares. 5. Era de nuevo la inminente y lacerante decisión, los abismos en la mano erizados de malentendidos, convicción que solíamos comprobar asimilando la ternura del enojo, la sencilla seguridad de los encuentros, la inevitabilidad de los amaneceres en azul. 6. Esperaba el momento, como otras veces; no las circunstancias. 7. Imaginaba unas cuantas palabras, algún preámbulo, vueltas alrededor del bendito pozo, el pecho rasgado dando la oportunidad a una confesión o a una culpa que aceche en la rosa que cuelga del cielo. 8. Nada. 9. Los muertos de mi propia obediencia, mi fe en una posibilidad encajonada y ciega. 10. Nadie aguardaba a nadie; no hay negación en los ausentes ojos, no me recorre ya, la pálida caricia. 11. Aún así, noches y luciérnagas, símbolos primordiales, no me insinúan respuestas; se quizás nunca lo harían. 12. El tiempo de la espera, en ocasiones no deja de dibujamos sendas y tormentos, esperanzas, alusiones al incorpóreo sueño, monolitos desertores, lluvias en abril desmoronando las pocas ocasiones y los gestos consoladores. 13. No acudir al punto culminatorio, a la hora indicada, borrar los signos, las ceremonias y las razones; tener diez años temblando en unos labios, conmemorando un conjuro muerto, agujas tenues en la voz, temor al contacto, las palabras locas desviando al mar, aire poluto de inclemencia, tu inconstancia.
14. Los amaneceres, siempre los amaneceres. 15. Cada dĂa nos ha hecho mĂĄs respetuosos, las tradiciones, los mitos, las querellas, las entregas, no terminan en un sordo bramido ni en la guillotina de un adiĂłs. Hay otras palabras para nombrar esta tristeza. 16. Siempre serĂĄ necesario recordar.
VIII 1. Hace siglos que llegaron. 2. Traían infinitas Troyas en sus ojos y en su sombra estaban escritos los nombres de los reyes blancos de Zimbabwe. 3. Seguros de sí mismos, no miraban atrás al bajar de sus pedestales. 4. Y no sabían sonreír. 5. El filo de la daga y el iris irritado de su enmascarado símbolo de la guerra nos enseñaron a verlos con la cabeza gacha, la frente alicaída, los puños tensos e impotentes. 6. Raudales en las sienes y en el pecho atormentaban nuestras sacras horas, las búsquedas eran infructuosas. 7. Todo parecía indicar que se quedarían, desafiando toda lógica, asestando impunes ráfagas de oprobio y maldición en nuestros yermos paisajes, en las desoladas laderas de nuestras gélidas montañas. 8. Nos llamaban por nuestros nombres como viejos conocidos, con la calma irrebatible que sólo dan la oración y el contacto con la divinidad. 9. Nos hacían ofrendas y regalos, tratando de ganar acaso un mínimo de confianza de nuestra parte. 10. Por otro lado, encendían grandes piras funerarias en los lugares más sorprendentes; un agujero en un acantilado, un árbol extinto, un islote deshabitado en medio del río; lugares todos tan disímiles y por supuesto inapropiados. 11. Levantaron un gran monumento en las afueras del bosque, le rodearon de espinas, le rodearon de cruces encendidas y ofrecieron bailes y orgías durante varias lunas. 12. Nos mantuvimos siempre a la expectativa, claro que si; siempre estuvimos dispuestos a luchar, más, nos han vencido sus rituales, sus sacrificios; han ganado nuestro favor encendiendo braseros, saqueando Iliones, modernas Uruks de murallas aún más escarpadas. 13. Ahora somos sus Dioses, a ellos nos debemos: Lo mero contemplativo debe postrarse ante la guerra.
IX 1. Recojo las hogueras en un vistazo a lo innombrable; un pájaro que es una roca, un faro, que es todos y cada uno de los nombres que me inventaste en las calles de esta inconfesable Babel de bahareque. 2. Una a una las manos sacuden la ignominia, y detrás de ellas el movimiento, el rostro y tu lunar en la barbilla. 3. He presentido antes de hoy la huella que mis pecados dejan a lo largo de tu cuerpo. 4. Veleidosa. 5. Las Diosas hoy no son un recuerdo ni un saber olvidado. 6. Siento el crepitar de sus rencores, siento que ahogan gemidos y mentiras que no se corresponden con una teología coherente. 7. Este pájaro de fuego, ya no es un fénix, si no una especie de medalla, un honor secreto enjaulado en los ojos de un orate; un poema dormido en una botella medianamente escanciada tras los muros alfombrados de estrellas, libros, retazos de piel quemada, promesas, separaciones, arpegios, inútiles folios que el Miedo jamás me ha permitido rescatar de su incendio. 8. Viendo caer sus plumas, me asombro de permanecer con vida a pesar de su brillo, su fantasmal temblor, un frío inaudito que se descose de mi pecho en un tiritar que ignora fronteras espirituales y morales. 9. Sacrifico la presa de mi enemigo. 10. Inutilizo sus Órdenes, la víctima arropa mis fuerzas: Sonrisa de hielo, eternidad inclemente, alas del Miedo, no me arrastren a esos infiernos, a fin de cuentas ya estoy recogiendo las hogueras en mi piel, encuentro los Santos Trazos en un arrugado pellejo, vil de amor. 11. Hago acto de presencia. 12. Ahora somos dos las víctimas de la hecatombe.
X 1. Argumentos infrahumanos se acumulan con la tragedia de esta tarde, en los pañuelos del adiós definitivo. 2. Argentinas caricias vuelan, vienen y van desde y hasta ninguna lánguida mejilla desnuda en el asombro. 3. Esto no es ira ni mucho menos; estamos ansiando la resurrección de la carne antes del verano en la tundra, antes de la obscena y moribunda infancia. 4. Yggdrasil es la horca del infortunio a la vista del Dios alado e inconforme que habita nuestras entrañas malditas, mal enfocadas con su color y olor de cáliz deslizándose al mundo del sueño y los ágiles gatos de acero, gusanos en el borde de la cara, filosa cara que desprende las rosas del pecíolo desconocido, descontento tras la ventana al mar: Mar de soles, soledades, soliloquios soldados de mi ausente quimera de templario; años tras la ventana, tras el odio y la dicha de ver el muro sobre mi cabeza. 5. Huyo de la mezcla, del desorden y me fragmento bajo el cielo dibujado en tu piel, enojo al juez y caigo. 6. Fraguo un nuevo intento, grito y caigo. 7. Estas guerras me invaden por dentro y por el brocal caigo al pozo sangrando algunas letras de tu oráculo fresco y decidido. 8. Rumor de huesos dentro y fuera de mi cara, furias que revolotean sobre mi tumba, caídas inmensas en una tarde de ansiosos pañuelos; todos hemos caído alguna vez y sin embargo, amo el cielo de tu piel. 9. Al final del sanguinolento pozo, al final del juramento matutino, al jurar en la maligna mañana que nos acecha el humo y la vergüenza, entre las hostias y las caídas, caigo. 10. Mi epilepsia dormida brota de tu palpitar de nube, yo callo las místicas oraciones para negar la voz de quien jamás nos ha llamado a fabricar profecías; yo caigo y paso a la cámara de la balanza, con el espejo al hombro, caigo con el espejo profundo y soy pesado infinitamente en el pozo de la muerte secreta, en los laboratorios de la tristeza terrenal y barroca. 11. Tengo la venda en los labios y me lastimo con la tarde envuelta en pañuelos que nos está abogando mujer.
12. El cĂrculo de mi cabeza, arrancado de un firmamento verduzco, indecente, se desgaja en alfilerazos y premonitorios quejidos; un barco de espuma salvaje me roba la calma y los silenciosos muertos de la alborada. 13. Caigo mujer, en la trampa del papel y la letra amorfa, en la trampa del secreto sentido de unas pisadas borrosas en el desierto de la roja arena. 14. Ajeno a la Esfinge, a mi propio enigma, rindo tributo a este despeĂąadero de roncas voces donde muere mi canto, mi ser.
XI 1. En esta iglesia circular abundan el desgano, el mezquino interés, la vil traición. 2. Todos sabemos su nombre, origen e intuimos su finalidad; todos le hemos visto alguna vez, y todos, sin excepción, hemos sufrido el latigazo de su sombra cual mortaja. 3. Estábamos, al igual que ahora, esperando, afuera. 4. Adentro había muchas sombras deambulando de sala en sala, sin descanso. 5. Nos habían hablado de una mueca, una plegaria, una espera, mientras nos ocupábamos principalmente de danzar en tomo al fuego central de su nave, enamorados del crepitar, del vibrar de su efluente sustancia, de su intensa locura bajo la quinta luna de septiembre. 6. En los alrededores de esta iglesia circular existe ese sentimiento arcano que de una u otra forma, todos experimentamos en la cercanía de un funeral. 7. En esta iglesia circular los días son fríos y las esperas, intensas. 8. Una estampida de huellas en el techo le ha dado un aspecto sombrío y un enigmático sentido a sus chapiteles; las agujas rasgan cada amanecer, cada tormenta, cada eclipse, con la misma impasibilidad. 9. Aquí, cada año bautizamos nuevos quejidos, amargas y espesas acuarelas medievales, taciturnas alondras fundidas en los curiosos arabescos y temerosas (¿por qué no?) de sus ambiguas gárgolas. 10. Es cierto, hemos sido culpables, todos nosotros, de su incólume liderazgo, sus vertiginosos Te Deum y su grisácea presencia en los sueños de los apenas iniciados. 11. Estábamos, sin embargo, esperando afuera, sentados y en silencio, conscientes del Daño que significaba para el resto del mundo mantener sus puertas abiertas y sus campanas en continuo redoble. 12. No somos los sacerdotes, más estoy convencido que su existencia sería menos detestable si nuestras voces no cantaran bajo su cúpula ennegrecida.
XII 1. De nuevo soñaba con los negros lagartos, de ojos rojos y brillantes, mirada astuta y curiosa, de seguro confiados en que no podría defenderme, como siempre. 2. Saben que les temo. 3. Me escondía de alguien que jugaba a incendiar la casa, con claras intenciones inquisitorias; me acusaba de hechicero, alquimista, devorador de libros y carpintero. 4. Me gritaba párrafos enteros de los evangelios y otras sagradas escrituras, como tus poemas y cartas, testigos de la injusticia y la crueldad de su persecutoria venganza. 5. Los lagartos me veían y sonreían entre sí con marcada complicidad. 6. Ellos saben que no puedo verles bien el rostro y que les huyo, especialmente después del orto, cuando desaparecen las sombras chinescas de la pared de enfrente. 7. Me buscan con la mirada, con esos ojos mezcla de rabia y carcajada (supongo que todos los lagartos sienten rabia, pero alguna vez deben sonreír). 8. Mi perseguidor se acerca y los lagartos susurran; me agobia esa sensación de ser una víctima que desconoce la proximidad de su muerte, del desenlace de esta comedia cruel que arma con su espada y sus ardientes teas; flama y odio, venganza y remordimientos lejanamente acariciados. 9. Los lagartos siguen esperando, aguardan conmigo, mi ya dictada sentencia. 10. Aguardan por mis intentos, ya vanos, de evasión. 11. Conocen mi escondite. 12. Conocen mi indefensión. 13. El se acerca lentamente, los lagartos están a punto de gritar, enloquecidos quizás porque presienten el fuego y mis alaridos de angustia. 14. Ahora salta sobre mi cabeza, todo gira, estoy atado de pies y manos, debajo de mí, la inmensa hoguera. 15. Los lagartos, como viles salamandras se revuelcan gozosos en el fuego. 16. El sonríe; luego lanza una carcajada burlesca. 17. Atisba su triunfo. 18. Ahora, el fuego ha salido victorioso.
19. Bajo la luna, en el descampado, un numeroso grupo de lagartijas mira con asombro el primero de los rituales del nuevo ciclo.
XIII 1. En una común y mortecina ensoñación es posible dar cabida a figuradas batallas, ilusorias mortajas arrancadas de tu pelo, presto a configurar pálidas despedidas, inmundos rosales rodeados de principescas blasfemias de ladrillo y bronce. 2. Sacúdeme, por favor, con un imaginario relato de la discontinuidad de ciertos ríos y unas tardías flores jamás entregadas. 3. Estoy tendiendo a oscilar macilentamente ante tu rostro engrisecido, tumefacto, aterido de frío y malherido de sueños de algún pasado no muy cierto en numerosos días de este mes, incógnito aniversario de fortuitas metamorfosis y simbióticos silencios. 4. Octubre se trastoca con los eternos abriles que habitan entre tus dedos. 5. Avanzo sin dejar un rastro perceptible, rompiendo la calzada con frías y anticuadas miradas de nostálgica introversión. 6. Jamás he pretendido vivir y dejar vivir, pues la inquieta constelación de mis temores comienza a restituir parte de mis tristezas que extrañaba desde hace muchos años desde que un Octubre, un Abril similar, habían arrancado el océano de mis manos, los sueños de mi piel, los misterios de mis ojos ciegos de no ver más tu sombra; secos, de no dirigir oscuras motivaciones a esta nada insondable, al eterno mentir de las catedrales de tu infinito pueblo; tu resumen de silenciosas madrugadas, sórdido y románticamente lúgubre. Insondable catafalco de lluvia, calor y ahogos que jamás hemos visitado por completo. 7. Vamos a empezar una vez más el recorrido y vamos, una vez más a perder el sentido, lo sé. 8. De noche es fácil disimularse en la neblina del recuerdo, en la brisa, en quien sabe cuantas esperanzas rotas que caminan somnolientas buscando la ilusoria paz, que sólo he conseguido, por breves instantes, ante una fotografía que ya tiene varios Octubres atrapada en unas manos frías, muy frías.
XIV 1. No son pesadillas, la planicie se abre a mis ojos, los dados tiemblan en tus manos, el objeto del viaje aparece difuso, (¿subterráneos? ¿gritos?). 2. Sus cabezas están rapadas y vigilan la herida cornamenta de la atalaya, que a su vez es el faro y decididamente permanece como símbolo a pesar del número señalado por la mirada que se estremece al ritmo de los horadados cubos de madera. 3. Su mágica presencia me ha convertido en noctámbulo perseguidor de sacerdotes. 4. El deber es inevitable si el placer rasga las cofias y los breves tocados del dominio, debemos asegurarnos de mantener el Poder sin corrompemos, sin embargo, es necesario perder el rostro en el instante justo, girar suavemente, levantar la mano izquierda y la frente a un tiempo, el estruendo procediendo a la súbita iluminación, giro perfecto, la niebla se estremece herida, adivino el color del número y sé que no me pertenecen sus secretos. 5. De nuevo salgo a descampado, no hay estrellas para guiarme, pero adivino las formas del camino; parálisis, atomizados recuerdos, respuestas inconfesables, frío, laberintos matizados de angustia y yo que no conozco el número que sigue el primer paso. 6. Acaso los signos viajan en otra dirección. El cielo se refleja en sus cabezas, fragmentando la memoria en sus aspectos menos conformistas (¿muerte? ¿precipicios?). 7. No lo sé; la torre no esconde los números, sólo vigila sus encantos, los números, los redondeados hoyuelos en la planicie enrojecida del regalo que el penúltimo visitante le apuesta al ingenuo azar de tus manos. 8. Yo no he visto tu rostro, más sus números me revelan la senda. 9. Tú no sabes cuántas líneas, iglesias, muros enmohecidos, lunas de antigua ceniza, sueños angustiosos, rosas y vientos subliminalmente enfrascados en la lucha de los años me llevan a tu regazo. 10. Mientras no lo sepas, el mundo esperará por los azares de un par de dados.
XV 1. He visto desdibujarse los rasgos de mi rostro en la diáfana oscuridad de un espejo; presiento golpes de hacha, gruñidos, inconformes bestias que reptan sobre el techo, llenando mis horas de viejos olores. 2. Se rompe el mito, la historia suele ser implacable. 3. Los espejos -lo dijo El Profeta- son abominables porque multiplican al hombre, al universo, la idea. De hecho, al multiplicarme, este espejo me desgasta y aturde. 4. Veo razones para una queja, en la minuciosa orquestación de alguna Parábola: Te fijas, los muertos andan por las calles con la boca muy abierta y las manos extendidas. Eso es muy común; acostumbro pensar en ti a esta hora de la noche. Hay muchas cruces, ¿por qué? Aquí todos dormimos temprano y las calles están recién pintadas. ¿Si?, siempre creí que todo formaba parte de algún plan maestro, tu sabes, la redención y el acoso definitivo. Es bueno descubrir que aún hay gente que piense como tú. La vida se nos hace un juego de llaves totalmente inservible, te dije una vez ¿no es así? Es cierto, aún es cierto. 5. He estado dándole vueltas a conversaciones de este tipo, y en verdad disfruto morir con ellas cada noche, leyendo al mismo tiempo, los símbolos del techo, interpretando su incierta premura. 6. Es jueves en la noche, estoy cansado. 7. Tu recuerdo es un espejo vibrando dentro de mí y sólo pienso en regresar al Templo. 8. El zig-zag de este anochecer traiciona mi resistencia.
XVI 1. N’Kai, Kadath-en-el-gélido-desierto, tantos nombres, lugares, ciudades, rocas, rincones, rostros, palabras dudas, miradas, abandonos inmisericordes, revelaciones súbitas, Iluminaciones. 2. Afuera los truenos, las fugaces señales de alerta. 3. Alguien aguanta la tormenta en sus ojos sin llanto, resbalan en mi rostro los fragmentos de un roto cenit, adivino en ellos un misterio. 4. Sembraste una rosa, guarida de un hechizo ancestral incognoscible y profano. 5. Modificas la penumbra, desde tus manos la rabia es un intrigante karma, los destellos quiebran las miradas. 6. Calma, hay ciudades afuera. 7. Calma, no han muerto los poderes. 8. Calma, está lloviendo, renacen las cítaras dormidas, su fuego es arrasador; su templo, el universo entero. 9. Colgado del tobillo lo interpreto con un grito, moribundo en medio de la sinfonía de los arbustos. 10. Falsa decisión, falso coraje, huellas de fango en las espaldas, la aurora se mece de Ur a Nippur, cambian salvajemente los rostros del cielo; horizonte angustiado, dunas de mentiras se te amontonan. 11. El desierto se disuelve por entero, los trazos de luz invaden los secretos refugios. 12. Llueve en N’Kai, en Kadath-en-el-gélido-desierto; moscas, miseria dolor y ruinas se agolpan bajo el negro e impávido Dios sin acólitos; llueve en Uruk, en Kish, en las ruinas de mi alma, en la tuya, en las almas sin cuerpo. 13. Azotaste las paredes, solía llover así en Celaeno. 14. Voluptuosas ensoñaciones se levantan de la arena reseca.
XVII 1. Intentó ser el enemigo, a mediados de un septiembre relativamente ajeno, dislocado en la enfermiza memoria, en la utópica sinceridad de algún escarpado silencio. 2. El amanecer estaba nublado en sus cuatro puntos, la visión de un horizonte negruzco erizaba antiguos miedos y evocaba martirios innecesariamente hechos añicos, polvo, por las flamígeras cruces del aniversario. 3. Llegaban a su fin, aquel día, los diálogos y las alianzas que mantenían con vida, una incoherente armonía y precisión en el avance y retroceso de ciertas sombras y procesos. 4. No obstante la decisión tomada y su voluntad de ejecutarla, una cautelosa espera se dibujaba en sus gestos; su pronunciación de los psalmos no era defectuosa, al contrario, una profunda y metódica regularidad hacía de cada frase una verdadera sentencia acertada e irrevocable. 5. Con extremo cuidado pasaba las apergaminadas páginas de un viejo diario, una inverosímil bitácora de sus desvelados propósitos y ansiedades; calculaba en silencio su volumen e importancia, sin mucha prisa, como para no ahuyentar sus espíritus. 6. Un incorpóreo astro se esforzaba por elevarse tras la densa mortaja de nubes que entonces llevaba por techo: una estilizada, barroca y paranoide cúpula que enfriaba su alma, inflamada de odios y rencores. 7. Intentó ser el Enemigo, un septiembre cualquiera. 8. Más, se le hacía difícil terminar de amanecer y no tener aún armas en las manos; apretó con coraje los barrotes que le separaban del mundo, con fría indiferencia. 9. No tenía una daga, un libro, una palabra; no podía en absoluto hacer mella en el anagrama de sus anteriores semblanzas e ideologías. 10. Si, se encontraba totalmente indefenso. 11. Y de enemigo, quizás tendría que pasar de nuevo a ser víctima de sus propios miedos. 12. Pero no llegó a ver la luz del Sol.
XVIII 1. Los antepasados en la leyenda del murmullo andariego, mi sueño inconforme y móvil, están soplando tu nombre alrededor del círculo inestable de los días; señalan mis confesiones, relicario de asombros que bien he sabido guardar de las ceremonias. 2. La caída del cielo en tus ojos tristes me ha tatuado una culpa, un minuto de resguardo y un gran montón de frases muertas a nivel del común acontecer. 3. Cae la tarde, el impulso definitivo no será el llanto, ni los gritos, jadeos, alaridos de rabia; no es mover de un lado a otro esta pesada añoranza de las verdes palabras, el invierno que comenzó en el labio inferior, no fue en la mirada (ah, en la mirada) más que una inconfesable pregunta. 4. Voy a llevar un saco al fondo del patio. 5. Voy a medir una a una las horas. 6. Iré a cantar sobre el muro 7. Mentiré, robaré y ejecutaré otros doscientos catorce pecados, muchos de ellos aún sin nombre 8. Un vestido rojo, una vela, una guitarra, una antigua melodía, configuran mi rincón lleno de espíritus. 9. Un ídolo de roca me observa. 10. Mi reencarnación falla en tardes como esta, el hilo de Ariadna es una malintencionada utopía en todos sus términos: Esconde una atroz sencillez en su imperceptible temblor. 11. Mis antepasados quemaron incienso y se pintaron brazos y piernas con los colores de mi bandera, con los de una tarde cualquiera, acaso con ninguno.
XIX 1. La barranca se adormece bajo mi propio ensueño, la tarde arranca flameantes penachos a la tortuosa corriente que tarde o temprano, de un modo u otro, pronuncia suavemente tu nombre y como águila de fuego, irrumpes a mi jungla; la enramada tiembla y nuestras sombras son una máscara seductora y ambiguamente tierna. 2. Vienes a enseñarme la verdadera magia, la de los héroes que miran al interior de sus crepúsculos sin miedo a caer en eternos retornos a sabiendas que no todo está en ser sólo héroes (muchos de ellos mueren sin conocer el Orden que se esconde tras los majestuosos vuelos y las miradas entrecortadas que traes en los ríos, en tus níveos brazos, tus alas, fénix crepuscular, glorioso bennu, Ishtar amada...) 3. Siempre lo he sabido, la vida es como un río de fuego que nos hace repetirnos a cada instante.
XX 1. Este mar azota mis ganas, forzándome a sentir de nuevo los pesares indignos, innombrables, que llevo en la médula del rostro; segunda piel que amarga mis risas y agita mis lágrimas. 2. Este mar, cruel baño de ironías envolviéndome. 3. Recuerdo esta muerte como acaecida hace muchos años, mientras sucede frente a mis ojos: la tendida curva del acuático puñal, los gemidos y la angustia. 4. Son precisas, como uñas en los ojos, las voces del olvido casi descuidado, casi humano. 5. Me atrapa una voz suprema con su amorío, sus retorcidos cuernos de luna al oeste de la mirada, en el sostenido ayuno que conmemoro con esta cristalina sangre, llena de la canción del vidrio y el metal. 6. Hermandad rota; incipiente trasmigración que duele escuchar bajo estos mares. 7. Muere ante mí una palabra y su crispado rostro me lleva al primigenio abrazo. 8. He perdido mucho tiempo cazando soluciones desde la acera del frente; mas niego estar viviendo una farsa ¿acaso este mar-océano no es un retomo, una ascesis invertida? 9. Me han golpeado tus fallos y economías de enojo; también, el primer aguacero nocturno en abril, siempre a la espera de un mínimo rato de nostalgia que arrecie sus energías, salpicando las inmutables columnas del cielo con sus mugidos de océano en angulosa y fría cascada; constante señal de una presentida defunción, deja-vu de un alma errante, meditabunda entre mis escombros, esparcidos bajo este viento soez y angustiante. 10. Espejismo, estigma, maldición de un par de siglos, rostros en el barro, huellas en el agua que edifican una silenciosa carrera en medio de su incesante pálpito; gotas en los ojos, dentro de ellos, una fugitiva acechanza que saluda a los halos en las luciérnagas y alucina un aguacero al fondo de su desdicha. 11. En la vigésimo quinta noche después del solsticio, te estoy pensando, viniendo descalza bajo la lluvia, empapada de mis tristezas.
XXI 1. Aldebarán me vigila a través de la infinitesimal oquedad de un sueño premonitorio. 2. Me ha guiado al sobresalto y las penumbras, que no son ningún capricho del origen. 3. No puedo fiarme en este momento de quienes presionan el gatillo y atraviesan los aposentos con gran escándalo de humo y voces quemadas con la ira. 4. Como un cruel remedo de neón y sonrisa, me vigilan en mi propio nido, como si un tigre me inundara de lágrimas al rostro, como si al descubrir el cielo aprendiera el temor a las consteladas sospechas que pernoctan más allá de mi catre. 5. Siento unos curiosos terciopelos atrincherados en la invisible voz que envuelve tu misterio. 6. Oh, si al menos las angustias señalaran el camino de la amplitud. 7. El fuego se toma su aliado en el laberinto principal, y quienes han husmeado en pos de una señal de la divinidad presienten esta inmensa necesidad de un grito. 8. Aldebarán en su vigilia al sur del crepúsculo me enseña a decir las mentiras y callar los juramentos donde la burla llega a través de la cruel mordedura de esta fiera en mis manos, en mis ropas, mis libros, el surco en el cielo, las nieblas en los campanarios del confín de mi desierto poblado de espíritus, amaneciente ya, cansado de yerme esconder el rostro entre las sábanas, ligero de valor, atrapado por un débil y rojizo espectro que palpita con el oleaje del oscuro Lago de Hali, el encamado y furibundo ojo de alguna ingeniosa pesadilla de abril.
XXII 1. En pocas palabras, me proponía escribir la historia de la espuma, del rocío, sin pensar ni un instante en el desierto y sus arcaicos eriales de viento y desolación, que desvelan las constelaciones oscuras y los ojos de los chacales. 2. Me proponía el infinito y perfecto círculo, sin dar cabida a los quebrados ángulos de mis permanentes temores. 3. ¿Acaso los calendarios son las retractiles alas del sueño? 4. ¿He consumido el último vaso de mis fortuitas indecisiones? 5. No veo salida ante este extraño estigma en mis manos, palabras y filosofías; desconozco mi propia medida y complejidad, ignoro el lugar donde descansa dormido un anhelado perdón, escondido bajo un lecho sempiterno, inamovible. 6. Las rocas se tensan a mi paso, como llenas de una telepática y sublime agonía, solidarias a este desvarío en pos de un rayo que ilumine mi andar. 7. ¿Cuántas Noches caben en la palabra noche? 8. ¿Cuántos nombres he querido dar a ese ancestral Nombre? 9. Sé que hay una fosa esperando mi promesa llena de rostros y flores; sé que me aguarda, inmutable, el despertar de algunas místicas verdades, ya propuestas al camino y sus habitantes, en abril 2 de 1894, cuando apenas era un niño con las manos en los bolsillos y la mirada febril de quienes jamás olvidan un nombre. 10. Me atrevo, si, a retar una vez más a ese escapulario de intentos que llevo atado en la mirada y el discurso; mi incipiente conocimiento del orbe sigiloso que me acecha Afuera, me proporciona la clave y el argumente de esta intestina lucha, de insospechadas secuelas. 11. Me proponía hacer la historia de la espuma y del rocío. 12. La espuma, ya flota sobre mis sueños; el rocío aún aguarda un rostro lleno de promesas, con muchas flores en sus pupilas.
XXIII 1. Una tundra de cabellos enardecidos me prolifera bajo esta mutable envoltura. 2. Tripartito rencor, viejo y encanecido con la innombrable Espera. 3. ¿Estábamos acaso en el límite?. 4. Adivina los colores sacros: diez años con la palma de la mano en el filo hiriente del desarraigo y la traición. 5. Te dedico líneas, si; reparto rechazos con la bruma matutina, ya no me ves a menudo y sin embargo... 6. Entra la señal al cerrojo, esperando los sordos guiños, los macabros asentimientos de las falsas historias que invento, viles álgebras en los gráciles castigos de tu peinado. 7. Está bien, ya son las tres menos veinte, esta decisiva etapa se nos diluye de hastío página a página, semana a semana, llenando de inconstantes garabatos la sincrética fraseología de un réquiem. 8. Se nos diluye la escena con el vaivén del dedo en la sien derecha. 9. Muevo las agujas, tejiendo un cósmico abrazo bajo el piso. 10. No me acostumbro aún a este silencio diletante, subido de tono, amargo, molido en el dedo que gira, que gira; no, no podré. 11. Busco líneas anteriores al desastre, y todas han muerto con las letras amando quien sabe cuantas negaciones semejantes en la inaudita costumbre, que aún no llega, que jamás lo hará. 12. Libertad que roncas en los nocturnos alvéolos, trae a mis manos la llave; la cristalina puerta y yo aguardamos la voluntad de la lluvia. 13. Estudio cada movimiento, intentando separar los recuerdos de las necesidades prioritarias, con la ilusa finalidad de transferirme a otra ruta, de solicitar el favor de otros Dioses, sin ocultar el deseo de dormitar en tus labios; este rito aún no concluye y dispongo de todos los medios minutos que requiere esta espera. 14. La premura y el trinar de mojados pasos no están lo suficientemente cerca como para alegrarme; temo, sin embargo, a esa ineludible verdad que hasta tú has comprobado. 15. Abusar de los detalles es poco usual entre nosotros, por eso, nos parecen pasmosamente lentas esta reiteración y la invitación al arte.
16. El calmo y pausado movimiento tiende a ser la constante en mi vigilia, transmutada en alucinante espera.
XXIV 1. Estos años comienzan desde ya a morir con otros nombres, estallándome en el rostro con amarga ironía. 2. Vivo, mejor aún, sobrevivo una imposible espera cuyo comienzo desconozco y que al final tal vez sólo me arroje al abismo desesperado de seguir en ella. 3. La noche se me espesa en los ojos, como ya lo ha hecho antes, como ya lo ha hecho siempre. 4. Cautelosamente levanto la tapa: El libro es viejo, igualmente antigua es su sabiduría. 5. Dicen que una de sus palabras es el Nombre Secreto del Dios. 6. También que quienes jamás lo han leído, no pueden esperar Su misericordia. 7. Lo cierro con violencia, estoy seguro de merecer algo mejor. 8. Recorro lentamente su lomo, siento las frías letras reagrupándose en un nombre prohibido. 9. Un torbellino se agita entre sus amarillentas páginas y las vaporosas historias que esconden las inofensivas líneas y triviales liturgias. 10. Siento la mancha de vino, solitario recuerdo de una agradable discusión, una ilusoria madrugada, la pluma en la mano, la vela temblorosa, el pulso agitado, la palabra preciosa ahogando un gemido, un cálido aliento a mi lado, en la perenne sombra que me acompaña, sin ser verdadera. 11. ¿Quién conoce las formas de la Sombra? 12. ¿Quién reconoce su voz, su abrazo? 13. Yo la he esperado por años, y más de una vez, mis sentidos se han engañado; he abrazado el vacío inerme y la burlona sonrisa de un nuevo día; mas, no dejo de esperar su llegada, su mano fría, su mirada triste. 14. ¡Ah Sombra!, ¡Ah Muerte! 15. ¡Ah poesía incansable de la nostalgia! 16. Mis ojos alucinan página tras página, buscan con avidez una frase, una escueta plegaria. Palabra, palabra, palabra; dale un perdón a sus infinitos sueños: Capítulo Ciento Cuarenta y Cuatro; Verso XXL: He cubierto mi camino. Te conozco y sé tu nombre, y el del Dios que te guarda. Te llamas: Espada que corta al pronunciar su
nombre, Diosa de rostro vuelto atrรกs, desconocida, vencedora de quien se acerca a su llama [...] tienes la sentencia del que estรก vendado.
XXV 1. Afuera ruge la tormenta con gran obstinación, voluble y a la vez perfectamente clavada con sus destellos, en el temblor de tu mirada. 2. ¿Aún me oyes? ¿Sabes cuántas cuentas penden en la cola del relámpago? ¿Quién lo sabe? 3. El destino es una ráfaga de viento que nos salpica el rostro de lodo y lluvia fresca; el Destino es una vil artimaña de los Dioses para esconder su incompetencia. 4. Levanta la cara, el fogonazo. 5. Dime si sigues lloviendo. 6. Suspira lenta y sinceramente, como el respirar de las eras a través de la inerme piel del cielo; siente el rumor bajo tus pasos. 7. No, no vayas ahora, hace frío y mis manos están yertas de miedo. 8. ¿Has visto?, algo nos junta con enfermizo desgano o aparente desolación; comienzo a creer que jamás vinimos de donde vinimos y que nunca llegaremos a donde vamos; este es un duro retrato de los dolores de la tierra, sus entrañas molidas y mi pensamiento en tus ojos, tristes y consumidos casi, por los rayos y los truenos, y las horas, y mis acosos infantiles, y [...] bien, no comprendo algunas cosas. 9. Estos apuntes crecen día a día, y tengo la firme convicción de que los movimientos que adivino en tu pelo no se deben tan sólo a la tormenta, hay un rítmico presagio y ligeros vaivenes de reproche que prefiguran posteriores roturas del sacramento. 10. No, el techo no cederá aún, te lo prometo. 11. Deja que siga lloviendo, y si acaso cierro los ojos, Yaddith habrá dejado de brillar en ellos.
XXVI 1. Y luego sólo pensar. 2. No. 3. No pensar. 4. No creer, sin alumbramientos entre tantos años no creer. 5. Que tantos años. 6. Donde muere y surge. 7. Allí entonces volver a verte. 8. Retrocediendo por supuesto ¿Sino de qué otro modo?, ¿Cuántas veces? 9. Olvidándose uno cada uno cada uno de uno que de ningún proceso es dado estar a salvo. 10. Volvió, pero atrás estaba también, en la hora menor, y la apología del crimen reseñado de ambigüedad en trastorno no deja dudas del lugar a como en la cavidad del sueño. 11. Cavidad por supuesto indemne. 12. Ahora, es el señuelo ideal que se plasma en su retomo siendo propicia la llegada, doble vuelta en U, con la Universalidad y el amplio retardo que generan en sí las críticas correspondientes a los lugares, hechos y consecuencias. 13. Con justicia esperados, con justicia inusitados, con justicia, Evaristo, aniquilados con inútiles vueltas de muros y sangre, frágiles huellas donde muere y surge con o sin embargo alumbramientos. 14. Que nos aniquilan. 15. Y luego sólo pensar retomando con su muerte al hombro.
XXVII 1. Redondeadas arenas, monstruosas sentencias que apenas comienzo a inyectarme en los ojos. 2. El borde del cielo se recorta en la ventana; azul, azul y la infinita angustia de los nubarrones sobre el desierto ¿Te han visitado alguna vez? 3. No puedo saberlo desde estos eriales dormidos que esconden, seguramente, templos, ciudades, monumentales plazas, poetas, vagabundos y rocas, sobre todo rocas, inmensas extensiones pétreas, basamento digno de tanta ubicuidad. 4. Abro en su totalidad la ventana, y un agreste vapor me saluda; es él quien domina estas inquietas soledades, y sin embargo, no es ególatra ante semejante responsabilidad. 5. Abro los ojos y mi pueblo se me muestra neblinoso, difuso, con su habitual pesadez. 6. ¿Es este habitado-desierto paraje el culpable realmente? 7. No lo sé; este brasero viviente me va y viene bajo la piel, como una sangre vieja y eterna, inerte y fiel; presente y pasado son uno, a lo largo de sus ardientes callejones.
XXVIII 1. Hay tanta paradoja en las palabras; pozos oscuros y odios manifiestos que ensordecen la madrugada con su feroz aliento. 2. No busco encontrarme, al final del tiempo, en la asustadiza línea del medioamanecer; considero esa fuga la encamación del moho en el brocal, la túnica rota de los años, las secas y obcecadas palabras que interrogan un abismo absoluto. 3. Un encuentro consistiría, después de todo, en mantenerme de pie, atalaya y laberinto, la página no numerada y sin fecha adquiriendo otra dimensión y dejando de ser la llanura fría y aún en tinieblas que la sentencia de algún sueño haya anidado en un ínfimo abrazo. (Advertencia: No orar, sacrifique varios cameros durante una noche equinoccial, de año bisiesto, con la Luna a medio eclipse. Bese sus frentes antes de decir adiós. No olvide sacudirse el polvo sobre el negro mármol. Abstráigase, multiplíquese en cuanto sacerdote, posadero, poeta, mago y organillero ciego consiga en su marcha). 4. Si, ciego de vértigo y el círculo de rocas aguardando. El agua. El cielo navegando en el ojo de un inimaginable gato que tímidamente nos lleva a cuestas mientras trepa al brocal. Sabías mi nombre, dirección y potencial ruta de escape: La escalera - Granito y madera - Las manos frías. (Detente) 5. El minucioso musitar de escándalos y blasfemias en una carta sin leer, sin jugar, abatida, abierta en el pecho con una herrumbrosa estrella de plata ¿alucinación? ¿profano estigma? Te esperan muchas sorpresas, la menor de las cuales esconde un castillo tras una montaña y hay que conocer los siete nombres del Dios Hambriento, la carne tiembla al verlo y no se le debe mirar a la espalda. (Debe asegurarse, asimismo, de no haber ofendido a Wödan en la noche de su duermevela bajo el samán del patio izquierdo, en el templo de los Igigi. Pa-Bil-Sag es su símbolo y el sello de su progenitor; no mienta en la hora más oscura, susurre siempre y cuando salude a alguien que traiga dolorosos pero fieles recuerdos a sus instancias emocionales de los días martes, jueves y sábados. Descansará el domingo, gracias a la duodécima luna sobre la montaña). 6. Una palabra contiene la duda en las palabras y sus conjeturales adverbios.
7. La humedad es un vaho flotante que asciende hasta los perlados reflejos del pozo en tu rostro. 8. El pequeño vacío, el abrazo, te inmunizan y la piedra delimita un nuevo pero fugaz encierro. Conoces la palabra y -a pesar de ello- no basta con pronunciarla. (Mencione cosas como prendas en juego, ilusorias nuevas vidas y manuales de cocina medieval. Eso bastará -al menos por los siguientes lustros- para mitigar el fuego en las calmadas aguas del Lago de Hali, cuyo brocal es el mundo, y su fondo, una oscura premonición que estremece el alma) 9. Nunca debe uno despedirse por completo. 10. ¿Acaso el cielo no es el mismo sea cual sea la dirección del vuelo? No dejará de ser una ascética ascensión cuyo límite está en la promesa, en la promesa el abrazo, en el abrazo un laberinto de escenas, acaso una lágrima, en la lágrima el tembloroso reflejo del reflejo en el oscuro círculo en el ojo del gato; el cielo nos cubre por completo. 11. No hay golpe ni ahogo. 12. La carta es leída, la palabra conjura un atrevimiento sin precedentes. 13. La llanura no es más un desierto, en el horizonte se recorta un mohoso brocal, de cuando en cuando, una estrella de plata se refleja en el fondo del pozo.
La vida profana de Evaristo Jim茅nez
1ra Edici贸n: Fundaci贸n Centro de Estudios Latinoamericanos R贸mulo Gallegos, Caracas, 2002
Et, ivre de ma folie, je lui criai furieusement: “La vie en beau! La vie en beau! Charles Baudelaire, Le spleen de Paris
ANDREA
Saliendo del bar su historia es la de siempre. Mira hacia arriba y el humo de los labios tiende a arremolinarse entre las estrellas, como una bocanada de tiempo devolviéndose desde si misma hasta ningún espacio posible. Sonríe y en los espejeantes ojos no hay rastro de pena. Penumbra interior que no llovizna. Más allá de sus pasos trémulos, sólo la noche que la va devorando lento.
UNO DE NOSOTROS
Cuando muere, la luna le tiende el lecho. Unos pasan por encima y le creen otro durmiente de esquina a esquina. Los perros le husmean y la botella, en su mano, coquetea con cualquier casual-atroz labio que silbe su canci贸n de muerte. Un hilillo de sangre puede delatarle, pero nadie lo ve. La sangre es ya un recurso barato, es decir, su valor se ha ido depreciando conforme oscurece.
A PLENA LUZ DEL DĂ?A
Soy una simple pregunta y me rompen las tardes de sol. Miro en silencio una sacudida, una trĂŠmula cerveza, ardores de humo y humo de ausencia. Eres el cigarrillo necesario en la justicia, el Ăşltimo deseo estremecido. La piel que me arranco a mordidas, lleva por tatuaje tu absoluta respuesta.
PRIMERA COMUNIÓN DE EVARISTO JIMÉNEZ
Misa o festividad de ancianos, mendicante inquietud que va midiendo mi verbo con su meridiana luz de doce y treinta. Lerdo como un sueño soy sin tiniebla el perdón, cualquier perdón, residuo de tiempo prestado nunca devuelto. Alguien me espera, lo se, en cualquier esquina, pero el nombre se me agota leyendo tu carne en estos dedos sucios y delgados.
EVARISTO JIMร NEZ SE ASOMA A SU VELATORIO
Palabras y flores perdidas, horas de enormes ausencias que se cuentan con dedos ajenos, en pรกlidos, deliciosos labios. Largos pasos de muerte propia escuchan al tiempo arrastrando su rueda: Oxido y desnuda crueldad que va dejando muy atrรกs, la vida.
HOMÉRICO CATÁLOGO DE LAS NAVES SEGÚN EVARISTO JIMÉNEZ
Licores rojos, licores blancos, bebedizos infernales o elixires divinos, besos de ángel encerrados en vidrio o babas del demonio disfrazadas de azul. Botellas oscuras como el amor o transparentes como la pena, grandes o pequeñas, llenas o a medio vaciar. Botellas innumerables, como innumerable y sombrío el pesaroso destino.
IN DEN TRAUM
Como si de pronto un ĂĄrbol antiguo nos hablase, o el suelo bajo los pasos tristes nombrase una a una nuestras culpas o derrotas. De tal manera que el Dios que te observa no cejase en su empeĂąo de humillarte.
JE NE PEUX PAS T'OUBLIER
Espina, memoria de falsos juramentos, nunca el perdón. Horas de piel en la piel que se quedan atrás, historias que se entretejen y no cesan, burlando el sentido, atenazando el recuerdo. Algo escuece cuando nombro estas terribles muertes: Un pasado que se queda en los párpados caídos, en las buenas intenciones.
EVARISTO JIMÉNEZ SE HACE A UN LADO DE LA VIDA
Me basta poco para intuir la medida precisa de mi muerte: Apenas desnudar -una vez más- la sangre en los dedos, delicioso palpitar de incendio, ser el tiempo que nunca he sido. Apartarme con orgiástico placer, sin averiguar a quién pertenece cada hora antes de perderme en su marea. Inmovilizarme, sereno y uno, aniquilado y frío en la pereza del gesto.
INSOMNIO SIN PRISAS
Cada noche me duermo pensando en que no debo permitirme otra noche tan ingrata al día siguiente. Con cautela me acerco del modo menos perjudicial al límite de mi propio entresueño, duermevela peligrosa que al menos me asegura uno que otro amanecer agradecido.
ROUGEÂTRE LUNE DES LÈVRES
¿Dónde está el juego inocente? ¿Dónde la perversidad? No lo se. Sólo percibo un palabreo incesante que me devora y me deprime, me hunde y me devuelve como en un dudoso aquelarre de espaldas contra espaldas al viento, rocas mancilladas por los pasos devueltos, los pasos atrás, siempre, atrás. Salgo a descampado de este palabreo y soy presa fácil ¿pueden verlo así?: Pálido rubí de labios perdidos que somete la palabra a su tacto.
TERRAZA DESDE NINGUNA VOZ
Alguna mano buscará nerviosa la compañía nerviosa de otra mano en la penumbra, una silla se aproximará lentamente a otra y un silencio como de prohibida piel vendrá a mecerse tras la melodía. Suelto los ojos hacia la puerta, distante como todas las puertas, inquietante como mi propia salida, como ninguna salida; miro hacia afuera y sólo adivino el rumor de tus imposibles, descalzos pasos perturbándome en la noche.
EVARISTO JIMÉNEZ SE PIERDE EN LA MIRADA AZUL DE LOS GATOS
Como si no supiera lo que viene flotando hasta sus manos.
BOCANADA
Un rostro fijo en los a帽os, eterno. Una voz que me adivina la incertidumbre, sacando a relucir viejas cuitas de la mano que protege la mirada. Su veloz incendio es el desolador de toda ternura, de toda intenci贸n de beso. Amor que se queda, que no pasa; espiral voluta de humo que va quebrando el reflejo de toda sombra.
CONFESIONARIO GRIS
Hay días en que escribir es un acto simultáneo de hipocresía entre la gastada vida y las intactas palabras.
PER SPECULUM, IN ร NIGMA
Estรกn los rostros que he usado en anteriores sacrificios, injuriosos desmanes que nombro y aniquilo continuamente en mi espuria perspicacia de fiera, acaso esperando un ritual intuitivo y febril que se desarrollarรก en las manos que ya no toco.
DOPPELGĂ„NGER
Atroz como un lobo sediento de lunas, yo vengo desde siempre desandando mis pasos.
VATHEK (O CIERTAS TARDES DEL ’86)
Era fácil reconocerte: Dientecillos afilados, ojeras profundas y pasitos cortos; solías tomarnos de la mano y llevarnos a romper vidrios y espejos con la vívida euforia de los videntes.
CONTRAPUNTO
Crรกpulas de aire viciado y palabras enfermas de miedo, grandilocuencia de la noche plenilunar que intenta divinizar nuestras ausencias en sus falsas crucifixiones. Ya no creo en mis enemigos.
VITÆ
Pensar y recordar en términos exquisitamente tristes una delicada opresión en la cara, con el inefable sentimiento de que tu cuerpo está absolutamente vacío de ti.
OCTUBRE, 1983
La tarde se va entreteniendo en un rumor lejano, la mirada de un Dios desconocido recorre los charcos y los azotados pajonales, que se doblan muelles ante el soplo inevitable de la sombra ¿Cómo poner palabras de por medio entre su vaivén, y el mío? ¿Cómo cantarte vida, si siempre nos está lloviendo dentro?
DER ALCHEMIST
No ans铆o recompensa alguna. S贸lo vigilo y espero.
I KING (O “SU MIRADA EN LOS BATIENTES DE UNA PUERTA DE CRISTAL”)
Ocasión en voz perpetua que tolera todos los cambios. Mutación. Hexagrama de fuego en sus ojos. (Para los ojos, ópalo: Verbal epifanía de pasión)
LA MESURE DE TOIS MOTS
En plena conciencia, en distancias ajenas, sin buscada nombradĂa, la tan gastada Ăşltima vez.
DICEN EN EL PUEBLO (¿CUÁL PUEBLO, POR DIOS?)
Miro a Penélope, ya no banco de pino verde, liceo mejor. Vestida en absoluto azul e inocencia, sonriendo abriles que no ayer, es mil nueve ocho cuatro y en mí, el afán de justificar libros, palabras diciéndose solas, hasta hoy, por siempre.
LAS REBELIONES DE EVARISTO JIMÉNEZ
Fue y sigue siendo duro aceptar que las palabras ordenan a su antojo la realidad, sin autorizarnos más que a la burda desmitificación interpretativa, un ingenuo desciframiento de sonidos y sentidos, con la vanidad del desengaño frente al otro rostro.
DIÁLOGO DE ALMOHADAS
Una voz que se hace lenta en el ensayo de engañarse a sí misma con un llanto fingido.
CAFÉ PIZARNIK
Los eternos personajes giran incansables en torno a una mesa pobremente iluminada y de pronto, lo Ăşnico que es nuestro, es el intenso hedor de estrellas mojadas.
NEGROS, COMO EL LUTO
Sus ojos, siempre sus ojos, y en su negrura inverosĂmil la otra sombra, cuya textura de humo es la del desarraigo.
PODÉIS IR EN PAZ
Disfruto de la ubicuidad de cierta nada: Las cosas del día me absorben y escupen sin lástima ni brillo, sin oropeles o banderas flameantes. ¿Habíase visto tanta libertad en medio de la noche? Prepárense ahora, para decir la otra oración.
SIBONEY
Te disimula la luz, pero tu enfermiza estirpe tiene medida y corporeidad: Haz dolor, ahora, haz sangría de adentros. Mueve el alma al lado menos púdico y será de noche y estarás afuera, donde nadie te observa, bajo la luz, esta luz.
MOULIN ROUGE O TÉ PARA TRES
Amorfos mortecinos cuerpos difuminándose sin regocijo tras el humo y las inagotables soeces palabras, sombras de un día purulento de amargura, soledad entreverando pérdidas del sentido. Sólo queda escudarse en la mirada recelosa, el asco meridiano. Me diluyo en espuma de océano ciego o en el cielo tras las montañas.
TREINTA MONEDAS
Dádivas del destino que no alcanzo a medir: Un día el látigo, otro, la flor que no espina.
ELVIRA O LES DIEUX DE L’ABIME
Su beso puede ser la ambición, nunca la suerte o la hostia del sueño que esperas. En su profundo infierno de labios partidos, los gestos de la noche atisbando tu muerte.
DE PROFUNDIS
Hay quien dice que el poema es como la perla: Sudor de heridas, aspereza en la membrana. Deberían ser pescadores en los mares del Sur, evitarían tanto oscuro camino, tanto sórdido acecho.
SOLIDARIA MALDAD DE TUS ESPEJOS
Al fondo del llameante cuarto te sorprende la impasible luna que a medio cuerpo de un sue単o te desvela.
PEREGRINA FUTILIDAD DEL TIEMPO
En muchos de nosotros aún persiste la idea de estar vivos. Pero no es más que una ilusión: Hace años que la muerte nos devora. Íntimamente nuestra, nos corroe, incesante.
UNA TEOLOGÍA DE EVARISTO JIMÉNEZ
Es perfectamente factible aprender el trabajo de ciertos dioses menores. Lo difícil es enfrentarse luego a la temible burocracia de los altares, la densidad del miedo al ancestral sahumerio, la exagerada esperanza y tu miserable olvido.
INTERTEXTUALIDAD SEGÚN EVARISTO JIMÉNEZ
Cierto poema puede ser tan terrible que nadie te obliga. Eso si: no esperes que sea el lector quien asuma tanta culpa.
TAN LARGOS LOS MEDIODÍAS
Un mechón de cabello se asombra en el pálido tobillo ausente, oscilante juego de manos en el papel que la palabra intenta: Sueño repetido, gastada distancia. Algunas tardes te cansa el tiempo.
TESTAMENTO QUE PUDO HABER ESCRITO Y PERDIDO EVARISTO JIMÉNEZ HACIA 1984
Cada mañana se van tejiendo las formas que el destino me reserva: Sombras de la vida y de la muerte, esperanza y derrota amaneciéndome en falso. Amor que pierdo para siempre.
CACERÍA
Hablábamos de ciertas noches en que una cerveza puede cambiarle la ruta al destino: Te evade y se aleja para siempre o arremete contra ti como un caballo ciego de ira. Es la simple razón de los abandonos, macilento letargo que todo lo difumina hasta que de ti mismo, sólo una mancha borrosa doliendo menos en el espíritu.
EL LLAMADO DEL MUECÍN CONMUEVE A EVARISTO JIMÉNEZ
Secreta viciosa esperanza que aludes al sueño, arranca de mis ojos esta espesura y todo recuerdo. Pecador como muchos, he fatigado la milésima piel de la noche plenilunar y sólo arena tardía se desliza por mi espalda. El desierto me sabe y me contiene. Enceguecido de tu fe, soy esa antigua tormenta.
PROCELOSA DISTANCIA DE LOS PASOS
La espada y la cruz se besaban oscurecidas en los ojos culpables de Ynés. Era difícil entonces no creer en tanta infecta salmuera. Pero yo siempre viviría de paso en esa penumbra.
PINCELES
Una melancolía que no entiendes. Un sueño que se esfuma entre las dudas y flota, leve como el tiempo mordiendo las carnes. Es lo mismo cada mañana: Es como ponerle alas al tiempo y seguir buscando tras los colores del alba. ¿Cuándo acabará todo esto? Acaso la tierra húmeda, las letras doradas.
GELBE NOSTALGIE
Buscas en los escombros metáforas de inmortalidad: Polvo, polvo de años y páginas vacías.
SABATH
Piensas que el mal sueĂąo es aquello de lo que huyes cuando te hundes en el arrebol sin sombra. EstĂĄ en ti, como una mano apretando el cuello, pero el cuello es tu propia gana. Como un beso mordiĂŠndote en la insistencia y el asombro de ciertas tardes, pero tu eres el labio, la tarde perdida. Juras, y sigue contigo. Mientes, y es cuando crece su inquina, su fabulosa y abyecta lealtad.
CANCIÓN
Necesito de ti una injusticia para el camino que intento. Te necesito ardor de la piel por dentro, casa de mis huesos alucinando un atardecer. De ti la excusa y la sangría, el perverso retorno y el ruido de muerte. Palabras que conozco y que no diré. Paredes húmedas y lánguidas rosas. Desnudo y hambriento de ver, he de esperarte. Como en una interminable letanía de invierno.
FE
El inmenso y ofuscante armazĂłn de una mentira asomĂĄndose impunemente al horizonte, como la inocente tercera luna de abril o la sonrisa del hijo que nunca tendrĂŠ.
LOS GATOS Y SU INEFABLE SENTIDO DE LA HISTORIA
Su mayor virtud estriba en conocer nuestros pecados, por eso sus canciones son siempre festivas y hablan de glorias pasadas y héroes incorruptibles. El tiempo nos dará la razón.
LOS GATOS NO TEMEN A LA OSCURIDAD
Vivo calmadamente en la penumbra trémula de mi cuarto. Ahora que tengo ojos rasgados, me tienen sin cuidado la crítica y sus métodos forenses.
NO LLEVARÁS TRAS TUS PASOS TANTA SED
El amanecer es una tarde revertida hasta el hastío, disolución de un tiempo doble poblando de nervio el asombro. Cada día que pasa nos otorga el secreto de un ansia desconocida. El ineludible mañana nos pesa tanto como el ayer.
CIERTA NOCHE DE JUNIO, 1988
Suspicacia febril encanto (Aquí le pusimos lindero al sueño)
EVARISTO JIMÉNEZ SE NIEGA A ENTERRAR SU BARCO
Hasta la decrepitud del verbo no me supe portador de tan insólita agonía. Aún así, nunca terminaré de convencerme de la futilidad de tanto océano.
IRIS
Como disolverse lentamente, sin que el ojo deje de temblar en su ranura de muerte.
LA VIDA PROFANA DE EVARISTO JIMÉNEZ
Sólo la noche enamorada pudo lamer sus angustias.
REVLON 245
Hay una esperanza cenital en su actitud: Se han reunido a festejarse en un rinc贸n de la sala. Abajo el crujir de dientes titubea un brev铆simo instante y suspira.
EVARISTO JIMÉNEZ INTENTA JUSTIFICAR SUS MENTIRAS
Puede ser que la fe, como decía Gracián, no pase por lo que es sino por lo que parece. Ahí radica el misterio de la poesía: Hacer que la apariencia sea creíble hasta el martirio.
CARTA A LA INVEROSÍMIL AMANTE DE EVARISTO JIMÉNEZ
Tus tobillos siempre me dijeron la verdad.
LOS GATOS TOMAN PARTIDO
De este lado del infierno esperamos con humilde resignaci贸n la visita del ilustre dignatario.
YNÉS, 1993
Toda la casa estaba hecha de piedra. El café era áspero, los besos en la puerta dejaban los labios resecos, la mirada cansada como regresar de mil ciudades. Sólo tu nombre era sinónimo de asombros.
YNÉS SUEÑA SER LA REINA DE SABA
Al fin y al cabo los poetas esperan toda la vida.
HIPÓDROMOS
Un domingo cualquiera uno escoge la precisa cantidad de golpes, la exacta tristeza, la necesaria autocompasión.
A QUIEN REZA ANTE UN CALENDARIO
Que no te inquieten la vana brujería o el afán de un beso. Una vez al año las puertas de la noche se abrirán y disfrutarás para siempre de esa ausencia sucesiva. El azar sólo dictamina el número de ciclos: El ayer ha sido escrito para esperarte por siempre.
RUE DIDOT, 1999
AquĂ aprendĂ la distancia como quien aprende a devorar su propia carne.
Nocturno del espeso mediodía
Inédito (2008)
‌mucho me temo que palabras es todo lo que mis manos han visto alguna vez. Samuel R. Delany, Babel-17, II
Primera parte A LA SALIDA DEL FASTUOSO RECITAL
PEREGRINAJE
Sucede a veces duele el cuerpo y entre palabras te agotas buscando justicia o redención
Ese día vuelves temprano y la caricia ajena dice para siempre el tamaño de toda tu culpa.
CARRUSEL-CAMPAÑA ELECTORAL
Inquietantes imágenes medievales donde feos sátiros escoltan a un hombre santo y querubines de indecible bondad acompañan a ominosos individuos de mirada nada inocente.
REVELACIĂ“N EBRIA DEL CLOWN
Comprendes al fin que los payasos nunca tienen la llave del circo.
Es decir, este oficio nos hace prisioneros.
PLÁTICA DE EVARISTO Y EL CLOWN
E:
No es decoroso ciertas tardes entregarnos tan inertes a la ausencia.
C:
Somos frágiles como velas que se apagan y se hacen sombra, sólo sombra.
A LA SALIDA DEL FASTUOSO RECITAL
A veces amor siento pena por los poetas: Tanta lacerada intenci贸n tanto esforzado ego y sin embargo siempre est谩n tristes siempre son pocos.
HOMENAJE A LA BOTELLA VACร A
Eres el consabido y negado beso a la despedida, la mano leve que no secarรก mi frente en el olvido.
LOS ENEMIGOS
Al acecho infame de la esperanza frágil que me lleva de tu mano andan descalzos como el sueño.
Sigilosos quieren pintar todo de negro pero no son los Rolling Stones y todo se les tuerce inequívocamente porque una virgen misteriosa cuida mis pasos y mis camisas.
INQUISICIÓN DEL TIEMPO
Siempre es demasiado tarde cuando el corazón pide respiro y al silencio se van las palabras y las horas y las noches.
BLOGSPOT
Se busca un paraíso en cada sueño. Treinta y seis razones para la acendrada melancolía de tus domingos. Una palabra para el amanecer.
PARテ。OLA DEL POETA DISTRAテ好O
Tiendes al amor cuando la tarde se hace espesa y la malicia intenta.
Nunca comprendes la historia que se repite: La voluntad de los ausentes los besos desenvueltos que se pierden en el hastテュo.
ORACIÓN PARA MIRARSE AL ESPEJO
Vives de encaje y aceptación de regreso y profano verbo.
Eres el Dios misericordioso de los pésames la gana compartida al sueño que nunca recobra el despertar.
LA PALABRA, POR DENTRO
Lenta y sueĂąera y del alba al ocaso tu marca habita la intimidad de mi oficio.
Me vas doliendo en la piel cetrera y de viento hasta descoser mis huesos en el tiempo inĂştil de la cerveza.
CEREMONIA
Dibujas un cuerpo en el verbo y te metes en su vida como arrastrando los pasos.
Páginas más páginas menos descubrirás que ahí radica todo encanto.
A UNA FUNERARIA BOTELLA DE RON
En ti recobr茅 las palabras de un amigo muerto escritas y borradas al dorso de la etiqueta donde el indio atroz esboza la canci贸n, la noche que no se.
AMANECER
Enamorada la trampa va asimilando en los ojos todo el frĂo la venturosa pena.
AL FINAL DE LA RESACA DE CATORCE AÑOS Y VEINTICUATRO DÍAS
Con la imperfecta sudoración del tiempo en las manos voy que adquiero conciencia de la novedad precisa en mi rancio dolor de las mañanas.
UNA VERSIÓN DEL EPITAFIO
Vertiginoso el tiempo anudó aquí la cifra de mis días y mis carencias.
EN TORNO A LAS LICENCIAS POÉTICAS
Como la muerte –que también es la noche o las hondas vicisitudes y las efímeras alegrías de la piel no hay pluma que no caiga seducida y convierta al poema en un barco ebrio o una damisela vulgarizada navegando al arbitrio de mil noches de estupor y supina locura.
WHITE-PAGE BREAKFAST
Escribes una o dos líneas para borrar ciertas mañanas las apamates ojeras del insomnio.
FUTILIDAD DEL BOLERO
De tanta espera s贸lo va quedando un anhelo c贸mplice, tan banal e in煤til como las guitarras y los espejos de los sue帽os.
TESTIMONIO DE EVARISTO, FABULOSO POETA DE BARRA
Alguna vez quise como Homero y sus cóncavas–aqueas naves en el vinoso ponto ser un catálogo de las botellas amarradas a mis días simular que iban por mi memoria como las frágiles barquerolas del amor o las inocentes catedrales del despecho.
INTERTEXTUAL SE MUEVE EL INSOMNIO
La página no numerada y sin fecha adquiriendo otra dimensión, dejando de ser la llanura fría y aún en tinieblas que la sentencia de andar sin sueño me anida en su ínfimo abrazo.
A PROPÓSITO DE JOB 27, 9
Así como se esconden las hojas secas en lo profundo del bosque
¿Acaso esconderá la abrumadora ciudad a sus poetas solitarios?
ALCOHOLES
LEJANOS
Recuerdo con más miseria que nostalgia las formas del sueño y los milagros de la resaca las ebrias caminatas al aliento de una mujer en Ciudad Ojeda que no fue peor que el aliento de una mujer en Copenhague –adonde no he ido pero supongo llegan como barcos los domingos la soledad las tardes grises.
IN VINO VERITAS
Hay un misterio en cada botella que la soltura del ojo no alcanza a medir ni la azarosa baraja puede ofrecer como premio.
Segunda parte ORテ,ULOS VESTIGIALES
COMUNIĂ“N
Saber entrarle a esa noche en el instintivo subsuelo donde anidan gargantas ajenas.
Liberar la propia al deslizar amargo del sanguinolento humor en la verde botella.
ADVERSUS ANNIVERSARIUS
Como la muerte el nacimiento es un suceso tan irrelevante que a veces nos enamora perder la cuenta del intervalo.
CARPE DIEM
Una manera sabia y antigua de aprovechar la brevedad de los dĂas serĂa desconfiar siempre de las buenas personas que dan buenos consejos.
MAL DE DOMINGOS
Sentarse en el quicio de la puerta a esperar cartas arreboles siete lunas de plata –firmadas o sin firmar.
VERSร CULO DE UN MANUAL PARA REDENTORES
362:
Cierto domingo contemplarรกs tu ausencia. Mirarรกs la cรกscara de ti mismo sonriendo a la inquina, viviendo fuera del aire.
AL DEAMBULAR DE MIS DÍAS GRISES
Tan vasta la soledad pero también los caminos.
ÉTICA DE LA AUSENCIA
Uno siempre puede con algo que no sospecha: Basta que te digan –en fin cuándo se han ido y cuándo no volverán.
ORÁCULO VESTIGIAL
Todo abismo parte del cielo y esto es parte del enigma diario, como el número de días que faltan para el amor o los enteros sueños que no te contará una pálida voz.
VERSÍCULO APÓCRIFO
Desvívase de puras ganas y amárrese al juicio final de sus propios dientes.
Luego pase a preguntar por las razones las quejas.
Nada habrá que perdonar.
Sólo indolencia.
VIVIR DE REOJO
Alguna solución sería vivir llanamente la vida de reojo escondiéndose siempre nacer del reflejo sin la marchita esperanza y ausentarse a media mañana a renegar del mundo en manos suaves
Hacerse sombra uno de uno mismo hasta adentrarse y cerrar la ventana
Vivir desconfiado cada paso como si a la esquina nos acechase inminente el fracaso
HORÓSCOPO
Dispones de un único sórdido instante en el labio primigenio: Nunca te niegues al sueño.
CUERDAS
Solitario de violín al desgastado corazón: –Yes, I love you puede ser más que una excusa para los domingos si hasta ese día nos alcanzan el tercer movimiento y la ternura.
HEREDAD
Cuanto pedĂ al principio de mi sombra tanto me habrĂĄ empujado el destino.
ANALOGĂ?A
El desamor siempre tiene una excusa y la tristeza vive al acecho.
DOMINICAL
La vida detenida al paso de las blancas manos la piel que se queda sola y va mirando en la ventana el mismo atardecer que nunca comprende.
EL CORAZÓN NO SABE QUE LA ROTURA PRECEDE AL PERDÓN
Nunca nadie pudo enseñarle: Ni el indiferente azar ni la desapasionada suerte.
Al final debe entenderlo como se entiende la bendición de una reliquia, o la factura perdida del cielo
Una canción de amor.
DOS DE ABRIL
Del reposo al ĂŠxtasis difuminas el rostro en otra voz.
Entonces todo olvido es un acto de pureza.
GÉNESIS 2,24
Lentos como llovizna los cuerpos se desnudan tras la levedad de una persiana.
Un murmullo casi imperceptible delata el azar y la tristeza que apenas empiezan.
–ahora y aquĂ
Tercera parte LAS INOCENTES CATEDRALES DEL DESPECHO
GRANOS DE SAL SOBRE EL HOMBRO
¿Te contó el Diablo una mañana de ese ardor maravilloso del tiempo bajo los pies?
¿Acaso de la araña dormida y el juego de espejos que nos midieron el abrazo y la distancia?
ÁNGEL DE ROSTRO ENVUELTO, LEONORA
Fría, a la manera pálida de los ángeles te deslizas al sueño dividiendo el cuerpo y el deseo.
La línea de la vida oscilando a muerte y a nacarado olvido la mirada perdida suspirando espera el amor que palpita me delata no se calla.
AFUERA LA LUZ SE EXTINGUE VAPOROSA
¿Quién soy a esta hora?
¿Dónde habitan mi verdad y tu distancia?
¿Dónde la medida de mi tiempo, apenas fantasma o vestigio del tuyo?
DEFINICIÓN DE AQUELLA MUJER QUE EN SU REGAZO…
Así jugaba: Viento en tus manos.
DO YOU THINK TIME WOULD PASS ME BY?
Noviembre ya es menos y apenas mรกs que un azul y delicado aroma de espuma.
Un fervor que se evapora lento en la infausta y cristalina memoria.
ATAVISMO DE LOS DESPECHOS
Como casi todos los hombres poco o ningún recuerdo poseo del dilatado día en que nací.
Pero seguramente fui vulnerable llorando volver al cuerpo de la mujer que amaba.
LA SALVACIÓN POR EL HASTÍO
Ofreció repararte el silencio con sus besos anudar las mañanas a la seda y la nepenta de su piel.
Pero nunca supiste dónde se hallaba la trampa
El amor es necio y voluble el olvido terco afiló sus dientes en ti.
A TU CUERPO, VOLÁTIL COMO MATERIA DE ESCRITURA
Así de polvo y ausencia se hagan las calles.
Así crucen mi rostro los rasgos más tristes y fatiguen mi tiempo las horas más duras
Tu cuerpo será para siempre un vasto ejercicio de vanidad y de palabra.
A UNOS PASOS DEL BAR EL PEZ DORADO
Aprendí que el paraíso se anuda a la arena amarga de las clepsidras.
Ahora procuro la nombradía ancestral y perfecta que fui en tus manos frágiles e ilimitadas.
TALISMÁN
Contabas mis días con paciencia de fiera quietud de amanecer.
Acaso intuías que sólo en tu pecho podría encontrar la azarosa paz de los sesenta y cuatro oráculos chinos y la cuarta seña de la baraja.
SINGLADURA
DifĂcil navegar a olvido con una esperanza que vive de olores.
ABANDONANDO MALAS COSTUMBRES
EntendĂ sucesivamente que no preciso ir por esa calle ni trajinar las formas de tu cuerpo para olisquear las rejas que me separan del reino.
LEVEDAD
Si, tocas mis manos.
Debajo del misterio que oculta ese mínimo instante se asombrarán la belleza y la culpa del adiós.
ASÍ LOS BESOS EN LA MEMORIA
En un rincón taciturnos en el tiempo preciso de la mirada más escondida.
TRAS LOS ร RBOLES, BAJO EL OLVIDO
Amar por contrapeso se parece a los puentes que jamรกs cruzaste al รกrbol solitario que nos conociรณ suspiro aquellas tardes sin mes.
PERSISTENCIA DE LOS ANTECEDENTES
Hablas del tiempo mítico del sueño como sentada en un arco de viento donde la culpa no es más que un sentido misterio.
Hablas de ayer cuando aún palpitas en las sienes amargas.
SE QUE ES LARGA LA DISTANCIA HASTA SUS ALAS
Prodigiosa memoria haz alarde y recuerda hoy su sigilosa llegada la gastada esperanza.
Borra el hastío de vivir así.
AL NOMBRE QUE NO CESA
Hay una palabra que me vigila los huesos y me escupe al dĂa con la impiedad de su alucinada caricia.
Un nombre terrible como mi propio nombre en otra piel mi Ăntima sangre en otra herida.
PARAGUAS
Me descubro pertenencia leve de esta llovizna accesorio del dĂa que ya no somos.
Ausencia tuya me voy midiendo entre los charcos y las palabras.
MENGUANTE, ENERO 22
Diluida al fondo de la noche luna gibosa vas cantando profunda en los ojos abrasadora y perdida mariposa de mis domingos.
ALGUNA CANCIÓN DE LOS OCHENTA CONOCIÓ AQUEL BESO SIN DESTINO
No supe nunca tu nombre y a pesar de todo me vas doliendo al morder las uñas los dedos o cuando me pintan ajenos labios el vaso de ron.
DESNUDA VA EL ALMA EN LAS MANOS
Frรกgil estoy a intemperie apenas de tu caricia mรกs intensa y mรกs esquiva.
A LAS PUERTAS DE UNA CASA ALTA Y OSCURA
Nunca preví que la noche límpida me negara tu abrazo.
Quise un amor lento y frugal una esperanza leve y dorada como los atardeceres.
Pero aún la despedida suena a versos antiguos y muere latiendo despacio.
TALENTO PARTICULAR PARA EL DESPECHO
Impaciente coraz贸n conoces tu oficio
No es imposible vivir de heridas con una piel que se enamora tanto.
LA EVOCACIĂ“N POR EL CIGARRILLO
Humo sagital me alcanzas en el recuerdo.
Doscientos treinta y seis cigarros sin verte van dejando una mancha en el ojo un cierto temblor en la mano de escribir.
INCERTIDUMBRE
Con tus ojos tan distantes no es difĂcil creer en maldiciones.
ARITMÉTICA DE LOS DESPECHOS LARGOS
Catorce años y veinticuatro días se dicen tan limpia desopinadamente
Uno tiende a olvidar que perdimos tantas como ciento ochenta y tres lunas llenas claras, seculares y cursis de esas que acompañan a los amantes.
NOCTURNO DEL ESPESO MEDIODÍA
Hay una espesura que me despierta al mediodía cierta frágil angustia que no cabe comparar a una tristeza fatigada ni a la soledad de mi averno que te sabe tan irremisiblemente perdida como inútilmente atroz en la memoria.