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El otro lado de la p谩gina
Luis Ernesto G贸mez
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Las soldaduras del alma Contacto con la poesía de Luis Ernesto Gómez
La poesía de Luis Ernesto Gómez es búsqueda de lo cardinal, en ella se nos muestran las finas huellas de un hacer. En esta poética hay una necesidad de certeza. Las cosas se han extasiado en el tiempo y siguen allí en su permanencia, sin embargo la conciencia, su atisbar, su vislumbrar nos muestran a un mundo que se desvanece. El todo se disgrega, vivimos en un río, en un tiempo inmemorial que nunca ha reculado. El mundo es un encanto, la sorpresa se muestra en las palabras. Luis Ernesto nombra cosas que no serán de otra manera. Las sensaciones nos hablan de un tiempo que será igual secularmente, pues es la palabra del hombre la que descubre la maraña indescifrable de la vida. El hombre es un sujeto que vive en su claustro indescifrable, se angustia ante el espejo, los presentimientos están en su sangre. El poeta es un viajero que invoca la emoción que se sabe en el poder de sus palabras. Luis Ernesto es él y el otro, se sabe imprescindible en un saber que conserva la fuerza de lo fundamental. Estamos perennemente abriendo una puerta. El golpe es la revelación, el céfiro de un ciclo incesante e insistente donde evocamos la sacudida. Estamos en la fragua de las emociones, desde los remotos tiempos añoramos el espasmo y el despertar. El poeta espera la señal, la presiente entre las sombras. Los caminos se dan en su necesidad, allí está la carcajada lejana. Las mejillas de mujeres deseadas lo turban hasta la exacerbación. Los ventanales del poeta están consagrados a la noche, la oscuridad es una revelación, sin ella nada tendría sentido. Las tinieblas son fuente de enseñanzas, se va hacia ellas, la huida es inevitable, está en todos lados acechándonos. Nos vamos volviendo hombres en las laceraciones; en la frugalidad de un tiempo irrecuperado. El poeta sabe de la espera del afuera inescrutable, el caos es constante en el reciclar de la existencia. La vida aparece ladeada consumiéndose en su propia bocanada. Afuera tropezamos el desorden cobran fuerza las pasiones, encontramos rodajas de seres totalmente prescindidos. Lanzados en las aceras tropezamos el detritus, el espanto. Los desechos nos muestran sus estados. En un alcance máximo de subjetividad se nota un paisaje de gavetas ebrias en el suelo, el poeta nos reencuentra con lo cotidiano, todo se va evaporando, el humo es la explicación del incendio, del sufragar de un mundo que se va a tropezar con su disolución, sin embargo seguimos engarzados en el amor. La
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mujer se muestra como el lenitivo que salva, en ella se da la fragua. El amor nos salva a raudales del mal. La identidad amorosa es un gran refugio donde curamos las heridas y se libra con fuerza la batalla póstuma. La poética de El otro lado de la página otea el misterio milenario de lo que somos. Nos preservamos en esa voz férrea donde permanecemos asidos ante la pericia de una presencia eterna que se hace presente en la ebriedad, en la parquedad, en el todo, en las voces de tinieblas que nos dan sus mensajes, en el existir. Son los vigilantes de nuestra orfandad los que se manifiestan, inoculan nuestros sueños. Desde ese vértigo las sombras nos nutren como ha sucedido siempre desde los remotos tiempos del habla de los Dioses. Los poetas navegan en esos fangos sin tiempo que estrujan la presencia de los seres con lamidos infinitos de ciénagas que hablan; que cantan, que vuelven la noche presurosa. Por eso el canto es improverbial, ladea sus misterios. Los seres nos presentimos en nuestra menesterosa finitud, somos conducidos por lo desconocido, navegamos en un mar que nos desplaza de nuestras propias rutas. El tiempo tritura, el polvo de los tiempos nos arrastra hasta el infinito. Estamos a la escucha de la señal que nos devuelva el camino, este es sinuoso, vertiginoso. El poeta presiente el extravío, de un lado la brújula se horada, se pulveriza, de otra parte se muestra la presencia del devenir que desnombra el ser. El polvo es la constante de una vida que no se sostiene en la permanencia. Luis Ernesto Gómez encarna al mundo con sus poemas, sabe que todo se refunda, no hay privilegio más hondo que la vida. La mirada es esplendor, refundación, es papel en blanco que espera las palabras. La vida está inventándose refundándose a cada instante, las arenas recomienzan a cada momento sus ciclos. El poema es un desafío al tiempo. Luis Ernesto ha sabido refundar, retener la errancia, el episodio. El poeta escribe las páginas del tiempo ordinario, como creador sabe que está en un espacio de aislamiento. Los clavos son el presentir de la muerte, del final. Los huesos del hombre llevaran el horror de ese presagio. El mar, el oleaje, la defenestración y el polvo silencioso son medidas que nunca hemos querido enfrentar. Este ciclo abrasador duele / y su peso nos mira. Luis Ernesto es testigo también de un tiempo histórico estelar. La violencia, las balas litigan en su permanencia, ellas sostienen o desbaratan una época. Las muchedumbres acechan el rumbo. Las conciencias están allí en una historia que no tendrá fin. La justicia aparece como una oscuridad, incapaz de la interpelación esencial; Los hombres usufructúan, disparan, piensan desde el sitio que les ha
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correspondido. La voz se interpela, refunfuña ante la impasividad asumida. Son los tiempos de barricadas, de decisiones, de palabras que incitan a la acción. Nadie puede estar tranquilo, pues hay conciencias que juzgan: Sentenciante sombra que me juzgas. La conciencia moral repudia al hombre que nos muestra la fenomenología del acaecer. El poeta se sabe urgido de un tiempo sin reconciliación, momento de muerte y de vidas que desde lo infinito reclaman la luz y el grito que se yergue ante la tempestad. Esta poesía de Luis Ernesto Gómez se presenta como un desafío a lo vivido, el poeta captura la significación del silencio y lo tatúa en su alma. No hay inocencia, los seres son pasiones. La carne expresa el silencio. En el sujeto se fragua el dolor, lo desvaído, somos prisioneros del artilugio de las palabras, vivimos en las cosas, somos seres del decir, nunca terminamos de callar. Para la piel no es posible el disimulo, somos fragores de tempestad, decires inconclusos. Luis Ernesto Gómez ausculta con su poética su interior, se debe terminar la página en blanco. Cada silencio es una lucha, un esfuerzo que se hace por callar, por prescindirse. El hombre es un ser irreconciliado, permanecemos ante el espejo y no terminamos de conocer quien somos, somos tasados por los otros, normas que otros escriben. Este libro es un vaticinar, los pliegues ocultos del hombre se nos muestran en el darse cuenta. Somos seres inconclusos, herederos de una tradición milenaria desde donde infinitamente nos hemos preguntado quiénes somos, qué es el tiempo. El sueño es una disipación, un desparpajo de libertad, pero un día caerá en su ilusión y estaremos ante nuestras propias cicatrices, no seguirá existiendo el refugio desconocido, tendremos que enfrentarnos a nuestra propia oquedad, para eso momento la oscuridad será un paso más. Sin embargo este poemario concibe la cura. Anhelante, el hombre espera la redención, se entusiasma con la esperanza, con los ríos, con los caminos. Son importantes estas imágenes puesto que señalan el pasaje de lo límpido. El arte de olvidar se convierte en insinuación, en necesidad. Los hombres somos la catarsis, fundadores del mundo. No es posible olvidar sin los laudos del lenguaje. Somos el entusiasmo, borramos las viejas rencillas, somos alfareros de mundos extraordinarios, seres sin respuestas definitivas. Estos poemas son una requisitoria a la conciencia, al hombre de una época. La sociedad mercantil impuso sus valores, sus creencias. Época ceñida por un mundo práctico donde todo se puede comprar y vender. Un poeta puede comprender las falsas fórmulas con las cuales es concebido, siente que habita en la incomprensión, nadie se detiene a
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interpretar. Los hombres se han despojado de sus posibilidades de sentir y desenmarañar la complejidad que habitan. Somos seres profundos, de grandes artilugios. Una vida que no se piense, que no se sienta, que no se interrogue por El Otro lado de la página es un momento perdido, estaría hundida en el despropósito de la vacuidad. El poeta retoma la metáfora del viaje, los silencios son intersticiales. La mirada es reveladora encamina al nombrar, haciéndolo a plenitud, con convicción. Este escrito escruta la conciencia del hombre, sus valores, sus pertinencias, su inexactitud, actuamos como condenados, los grandes mitos siguen atenazados a nuestras espaldas y todo va repitiéndose con la rutina de los tiempos. El hombre carga encima su cultura, sus tradiciones, todo se impone inexorablemente. Somos seres de la interpelación, esperanzados en el subsanar. Somos tolerantes no por convicción, sino por compromiso, vivimos en el vacio de la cotidianidad. Los poetas son seres próvidos, taumaturgos de palabras que se inventan ellas mismas, como las balas anuncian un nuevo mundo y son el despertar de una época .Esas balas son palabras, escopetazos, desconfianzas de un tiempo pesado que tiene temor a revelar su rumbo: El tiempo de este poeta esta regocijado en la verdad y en la fecundidad. Luis Ernesto Gómez precipita al lector un verbo iluminado, nos arrebata del destino, del desconcierto. Este poeta sabe que hay un mundo por refundar, retorna a la expresión, borra los designios, las palabras toman la avidez de los caminos. Las hogueras son un chorro de luz con respecto a un mundo defenestrado, se encienden para perdurar, para darnos los espejos, la refracción; estos nos permiten el tono especular de un mundo que se forja en la inmediatez. Luis Ernesto se nutre de Borges, de Sábato y de nuestro gran Julio Garmendia, este joven poeta y músico entiende que nuestros tiranos están en nuestro interior. El poeta se sabe subsidiario de su propia libertad, nos dice: nunca serás espectador abatido, ojo aquiescente. Los poetas son intérpretes de la naturaleza torrencial, de las sagradas aguas del Delta y de los ríos, los retratan en la inmensidad de la naturaleza. La palabra acopia los vértigos, las fuerzas que sanan las heridas. El hombre sonríe ante lo displicente. El sabor del mar, las aperturas de la infinitud lo convocan al subterfugio. Las metáforas de El otro lado de la página, son sentencias que dan cuenta de las bofetadas de las piedras. Este libro retoma la palabra de los dioses, quienes actúan como hombres guardan la discreción, diferencia con el mundo griego donde los dioses eran tomados de sus
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pasiones. Las metáforas de este escrito son destinatarias. La historia es un rancio estruendo de pasiones; de insolencias. Hay mares que son del poeta, estos se fraguan en el dolor de la pincelada, de la apertura. La intuición juega un papel sustancial en las metáforas de una poesía como la de Luis Ernesto que busca horadarse en su propia argamasa, pues es una contienda. Se crea a partir de la fragilidad y desde allí se burila un mundo en el que debe hacer permanecer lo sustantivo de la intuición. El espejismo es un mundo fundacional para los hombres, el es la ensoñación, la tentación, la seducción. El oficio del verbo es la permanencia y esta poeisis no busca otra cosa que enaltecer al trovador resaltando su oficio como capacidad de captar lo oculto. De la mano del poeta obtendremos lo que no está fijado a la inmediatez. Luis Ernesto Gómez nos va trazando las diferentes facetas del hombre. Somos demonios reblandecidos por la hojarasca de las costumbres. Los encuentros nos enaltecen en nuestra dignidad, yacemos mancillados en nuestras disipaciones, en los desencuentros nos manifestamos, somos arrastrados por el viento de los pájaros. Nada es definitivamente sólido en la vida del hombre, vivimos diseminados de nosotros mismos, posiblemente sabiendo, sospechando, o presintiendo que no hay sino una sola puerta que pueda ofrecernos la redención dentro de un imaginario donde la poesía sería temple y fuerza que retoma la inquietud como lenitivo de los dolores del hombre. Nelson Guzmán Caracas, noviembre 2011
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Vuelta a los meandros de la página
Estos textos poéticos fueron publicados en 2005, bajo este mismo título, en la colección Cada Día un libro del Consejo Nacional de la Cultura, ahora Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Dicha publicación fue resultado del Certamen Mayor de las Artes y las Letras convocado por esta institución en 2004, donde esta obra fue seleccionada (entre otras) como ganadora de la publicación. La mayoría de los textos fueron trazados en los recodos que dictaba el taller de Poesía de William Osuna, como parte de las actividades de formación en expresión literaria de Monte Ávila Editores Latinoamericana en 2003. De esa publicación destaca el texto ensayístico que escribió Alberto Hernández, publicado en Crónicas del Olvido, suplemento literario de El Periodiquito de Maracay, del cual destaca este fragmento: “La iteración teje la constante de este primer poemario de Gómez. La fuerza de su discurso está en descifrar el paisaje humano, tan dispar, tan dado a construirse en la sombra para tratar de hallarse. ¿Cuántas veces será necesario pasar la página para entender que no somos o estamos ausentes? ¿quién nos encuentra en la próxima hoja, en el atolladero de voces que nos esperan a la vuelta de la esquina? Esas voces hacen de El otro lado de la página una insistente preocupación por los asuntos humanos del ser, tan despistado, tan puerta cerrada cuando franca es la existencia de quién no está interesado en verse desde una ventana, desde un espejo sin protagonista… ¿Qué contiene este libro? Extravíos, dudas, afirmaciones fundadas en la poesía como síntoma, en la correspondencia perdida en el tiempo, en la señal del poema como laberinto” Sin embargo, como autor siempre tuve la sensación de, si bien muchos de estos textos comportan resultados del que me siento identificado, otros lo consideré que aún estaban en proceso. De allí brotó mi empeño casi obsesivo de continuar, cincel y martillo en mano, la revisión o recreación, trascendiendo la coyuntura específica de la primera publicación. Seis primaveras después, veo nuevamente algunos de mis primeros textos como formas embrionarias a las cuales les llegó el momento de
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reincidir en el mundo. La creación de esta colección de textos, titulada El otro lado de la página, no la consideré como cerrada con aquella publicación, siendo obra abierta, mostrando ahora su nuevo delineamiento, regresando de un viaje del que estos textos como formas del decir, parecen haber vuelto de tal travesía con otros rostros más definidos. Aquí reincidimos en una poética que contiene las mismas señales de luz y oscuridad, vestigios de amor entre anzuelos de la existencia, en el recelo que produce la hoja que falta de un libro -la hoja prohibida, la palabra oculta-, la sorpresa que guarda la vuelta de la página, que podemos apreciar en la primera sección del libro, Detrás de las líneas. Así como también percibimos la ironía de las máscaras, los extremos, los espejismos, la velocidad entre el amor y el olvido en la sección intermedia, titulada Tropiezos de labios. El libro cierra en el ejercicio de veinte sonetos disidentes -libres de métrica-, pero que se ciñen a la longitud de los catorce versos en su afán de ser sonetos, en Cuarteto ante la bala. Para mí, siguen siendo los mismos textos en espíritu, señales del poema como laberinto.
Luis Ernesto Gómez Caracas, 01 de Agosto de 2011
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El otro lado de la pรกgina
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“Doblo la página del día, escribo lo que me dicta el movimiento de tus pestañas.” Octavio Paz
“en el líquido amniótico de la página en blanco” Hernán Bravo Varela
“No des vuelta a la página. No todavía. El final de esta historia ya está escrito. El camino hacia él está por hacerse.” Janeth Posada Franco
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Detrás de las líneas
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Busco una señal entre las sombras vislumbre en las huellas en las marginadas ausencias Voy al encuentro de lo cardinal en la acción acostumbrada Giro el picaporte y entro en la misma sala la idéntica escena gélida de lo cotidiano Indago el atisbo servido en los trazos algo de exilio sobre las velocidades figurado en las ventanas del mundo disgregado en tu forma de río algo que sabe a hierba a sombra suspendida en el espejo oscura, indagatoria algo en deuda de existencia inocuo, perenne que se preserva en nuestra sangre que goza de habitar en lo inefable Abro la puerta Entro de golpe al ciclo insistente al vértigo de hallar en este cuarto algo que nos sacuda y despierte
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“todo ese afán de cerrar párpados, de echar oscuridad o sueño, de soplar un olvido sobre las frentes cargadas” Vicente Aleixandre
La larga oscuridad de abrir los ojos la gran sombra nos aturde Con voz primordial, inefable recorro a gatas los caminos Esa oscuridad difusa nos muestra una herida en las rodillas que cobran sentido en el acto de doblarse Ya no somos tan ciegos La larga oscuridad se cierra con los ojos la visión de otro mundo el velo que nos cubre el beso de la noche la traición inquiere lamer tu mejilla en cada toque cada sonoridad Tierra inesperada quiere cubrir nuestro rostro Aprendimos a escuchar Abrir nuestras puertas a la gran oscuridad Distinguir cuando ellas abren cierran Revela su herida arrodillada que cobra sentido en el acto mismo de inclinarse Duele en la vigilia Esa infinita oscuridad del suspiro cuando comienzas el periplo de ser hombre
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No damos pausa al amor pero la contienda afuera continúa salvaje y decadente En el barullo se ven pedazos de relojes cortes viejos de telas regados por la calle saltan ollas, sartenes, pócimas derramadas se nota un paisaje de gavetas ebrias en el suelo sonidos de platos y vidrios quebrándose bajo la trastienda de esta feria Las cosas resultaron así Se siente aún el fino aroma a humo se ven las tenues cenizas subiendo por el aire No damos receso al amor Ejercemos el cuerpo con la fresca insinuación que resguardan las puertas cerradas Tu elixir me guía entre el verbo apagado me salva de los traidores Te estrecho y no escapo del mundo Él está ahí afuera batallando Lo llevo puesto contigo Te estrecho y rompemos al vuelo y hay tanto por hacer las cosas se contradicen se demuestran así con su delgado hilo amparando el equilibrio No damos pausa al amor tras el crujido de la puerta y salimos hacia el vértigo La palabra nos pide que seamos más que dos y rompamos la soledad de nuestra residencia
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Hay alguien predicando en mi espalda Parece voz de conciencia milenaria Alguien sin sombra que no duerme porta un mensaje sin rostro Un perímetro de vigilia feroz hundido en el instinto Un propósito velado inoculando los sueños Pierdo el hilo onírico que sacude las orillas de mi voluntad Alguien habla en idiomas cotidianos digiere mis ganas de fundar Tiene el hábito de citar que no eres nadie Habla sin pausas, sin retardos aturde su ligereza maneja las autopistas de tus ficciones genio flotante, te ofrece tres deseos La voz a tus espaldas ha decidido por ti Muerdes el anzuelo
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Las roturas han tomado el recinto El silbido súbito, sagaz derriba nombres habituales La aguja del tiempo se diluye entre tus dedos como si fuera polvo tachadura y blanca cuenta Se oyen voces fijas, lacerantes desnombrando señales equívocas borrando máculas mortales Se empeñan tejiendo claves remotas de nuevo cultivan en lo limpio El color manso rehace los caminos Balas acarician lo buscado nuestro tramo sin nombre Hojas en blanco deshechas pugnan en doble filo apuntado de miradas Tus dedos súbitos, sagaces se disuelven en el tiempo se sienten como dardos levantan inusitada residencia sobre la arena El legado vuelve a fundarse tachadura y mesa limpia
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“en el punto medio de los brazos en cruz de la misma coincidencia de contrarios” Joseph Campbell
Cada cruz es una coincidencia y los contrarios se duplican Una sombra se cruza aferrando los mismos albores la misma sangre Se enciende con clara voz nocturna Vuelve como eco sin desaparecer en la barbarie de no abrir los ojos Carga los pecados del mundo clavos y huesos penetran el peso del tiempo Siete palabras deliran sobre el vacío exquisito sobre la luz estirada en la lluvia Por qué me has abandonado La última sangre hierve de regreso se alimenta en el barro del parto deja huellas milenarias Este ciclo abrasador duele y su peso nos mira Este hombre, despojo suspendido conciencia de contrarios sujeto o símbolo que se enfrenta al desierto aferra los mismos albores la misma sangre que con clara voz se enciende nocturna Vuelve como eco sin desaparecer en la barbarie cotidiana porque no sabían lo que hacían allí y aún no se percatan del canto vivo que les rodea
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Esta justicia nos sentencia ciegamente Su virtud estremecida blanco ataviado es inmensa Esta justicia sin mirada empuña su revólver cargado señalando Las balas viajan al azar entre la muchedumbre Apunta sin sentido corre veloz sobre sus límites como especie olímpica dibuja a placer sus fronteras mortales Sólo la sentencia apuntada la decisión nombra más allá del espejo nuestro rostro Su visión limpia, cómoda no asume riesgos Sueñan que miran sus ojos heredados imaginan ver por encima de sus atavíos Sentenciante sombra que me juzgas rodeada de seres que pecan entre delitos y perdones bulles en tu danza de cuerpos olvidados Esta justicia no tiene la fortaleza de mostrar sus ojos asomar el color de su rostro y ejercer el poder de su palabra La única en que somos inocentes y culpables
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Adentro, escondida Firme te encuentras detrás de las líneas Pareces voz inerme fusión musical estigma esclarecido Irrumpen tus designios símbolos tallados en la actitud de quien me lee en el fuego de quien me escribe Perenne dibujas el azar del encuentro Me hago sujeto ágil y exangüe a la vez veloz y detenido Tomo partituras tachadas manifiestas de blanco Gritas antiguos vacíos que fluyen y despiertan la enorme señal del movimiento Vertida hacia ti Concibes sin público tu voz me asume fértil tu teatro que es palabra Eres agua de parto derrame de fuentes hendidas huella ritmada inefable la más grande espera
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“¿Quién me andará siguiendo en silencio, ocultándose si me vuelvo a mirar?” Rabindranath Tagore
Transitando sin tregua me llevo tu silencio que no puede ser disfrazado de inocencia El silencio que siempre ha sido cómplice El arte de callar y no destacarse de callarse y desaparecer como la gran mecánica quiere Combato esa letra en la pausa rigor de no decir cuando me escuchas Callan las palabras pugnan detenidas en fuga deshechas en la espalda revelada El arte de borrar la boca, el gesto la carne quemada en los silbidos como único lenguaje Siempre una palabra se escabulle me anda siguiendo Su falta de respuesta la evidencia Lo que no está dicho hierve por decirse Aturde el silencio colosal de la página que falta
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En el lado oscuro de mis ojos hay fugas de conciencia sombras de ideas trazos de eclipse marcas exquisitas del espejo Sobre el territorio cerrado de mis ojos figuran gestos dormidos disonancias normas que otro escribe Mis pupilas sólo ven hacia afuera Están un poco ciegas hacia adentro sólo ven el sol encendido praderas amarillas pero nunca el lado oscuro de mis ojos Allí convivo con fuerzas invisibles que deciden por mí y me pasan la cuenta Algo tendré qué hacer con esos seres transparentes cuando caiga el telón insalvable del sueño y me habitúe a la inmensa oscuridad adentro
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Hay una palabra entre comillas no es expresión calibrada es arco que apunta y se bifurca flecha vacuna mortal La cambio, la desvío no tiene suficiente veneno digno fuego sanador No es lo que mira el mundo traiciona levemente ese espacio incontenible No es justa con él ni precisa así no puede ser saeta no tiene orden ni presencia ni utopía tendida al vuelo ni ojos abriendo en madrugada Hay un arco que apunta no es real pero hunde su filo no mata sino que concibe la cura no existe y contagia su esperanza su pacto irónico con los caminos su limpia música de río Cambio esa palabra todo toma un nuevo aire ella es flecha enviciada que echa a volar con su antídoto No es justa con el mundo mucho menos él con ella saben compartir sus crueldades Ahora, entre comillas viven nuestras palabras
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Hacia el blanco impenetrable Hacia el franco muro aferrado a nuestro cuerpo cuando nos calla el trayecto y destella el rostro enmudecido Por el limpio arte del olvidar y la calidez de tu pรกrpado involuntario cayendo por la ausencia Por quienes nos borran con tanta exquisitez de la pรกgina No nos queda mรกs que ser impenetrables que cada ladrillo de nuestro cuerpo-muro cumpla su papel y sea acentuado golpe de silencio siembra inhรณspita ardida huella Reclamar los tres enigmas a quienes conciban cruzar el laberinto y devorarnos a quienes no tengan respuestas
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Este oficio de comprar y venderse a quien dé más me está cansando No me acostumbro a este vicio de defender migajas en el suelo de adquirirse a un módico precio para luego liquidarse como cotizado objeto de lujo Están comenzando a asquearme las mil formas de acaparar el silencio -justo cuando más se necesitaLas siete letras con que me despojo de mis vestiduras Si supieran que estoy al rojo vivo no buscaran en mis patas de gato otro color del arcoíris Tantas ocasiones de venderse al mejor postor hacen mella Hoy sólo pienso en ser feliz en comprarme a mí mismo de nuevo a plazo fijo y en cómodas cuotas
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Todo depende del ojo con que se vea Cuando se tiene todo hay que arrojar lo imaginable lanzar muy alto y viajar profundo De lo contrario no habría nada qué ofrecer -ni siquiera para ti mismono se poseyera ni la mitad del mundo Sólo podría ofrendar mi ojo derecho que no ha visto ni un ápice de nada y se hace el inocente Me quedó con mi visión zurda que sabe de saltar de noche en paracaídas y siempre escapa a la condena
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Mis pasos se alegran de caminar acompañados cargan un mundo inminente giran como rayo sobre la cuerda floja suben la gran roca a mis espaldas que en el vértice más alto repite su caída y salen imperiosos a sostenerla de nuevo una espada cuelga sobre mi cabeza y la muchedumbre a mi lado no lo ve un libro me habla y otro me escribe cartas con tinta imborrable, traslúcida nadie los ve mi sangre se contenta de componer a cuatro manos no admite resignarse a la inercia y no deja para mañana y confabula para tomar por asalto no la engañan ni la compran y la justicia me ve y me sentencia abre sus ojos me dicen inocente culpable de cada acto del mundo es larga su lista de agravios mi espalda se siente próvida de levantar la casa y en los giros finales que cada uno invente su parte Soy, habito un mundo levantado por manos exquisitas refugiado por los mismos pies que lo destruyen a mano alzada a puro lomo
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Si el oficio no fuera posible cerraríamos los ojos para recibir otro golpe en la mejilla lo imaginado no alzara vuelo estaríamos con los pies firmes en la tierra no habría trance hacia el misterio A algunos les incomoda cantar el tañido sonoro y la hermosura intacto el gemido Si no fueran permitidos los poetas estuvieran encubiertos tendrían siete vidas como los gatos y leerían narraciones clandestinas a los huéspedes que deseen amar luego del vacío mortal y cotidiano
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Hay páginas que preferirían quedarse en blanco cuando la bala de la idea penetra lo vivo y presagia la materia Hay fuegos que desearían no quemar pero la idea de la bala se hunde para dar las doce con sus cuentos del asombro Hay durmientes que escogerían despertar les sería más cómodo alzarse, proseguir pero el peligro de la letra la oración justa les sabe amarga y apuestan a que no se consume el vuelo Hay metáforas que no tienen miedo de decir ellas nos cubren del fuego cruzado y desnudan la idea con la suavidad de las cosas exquisitas que podrían irse y no volver al menor ruido
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Los yermos eligieron el fin de la historia los agotados sintieron la incomodidad del movimiento los estériles se asombraron de no llegar a un territorio sin tropiezos los desérticos no creen el prodigio de los sueños imposibles los baldíos comen de esas muertes los deshabitados tienen miedo de ser nombrados los estériles se disfrazan y rompen en fuga no tienen respuestas apuestan a que alguien se cae temen la palabra la verdad les acusa tras sus líneas
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Mi letra la leen ojos sin escuela llueve tendida en la tinta se ríe de la rutina y los convencionalismos le fastidian los malos chistes y el delirio efímero la obran manos que dibujan con grafito de esperanza cuerpos que expresan y bailan la danza colectiva del lenguaje Mi letra sube montañas con casas de lata serpentea por veredas delgadas sube por escaleras interminables que reposan en el cerro como sierpe dormida Transitando por senderos aéreos ha visto techos de papel hombres con brazos ágiles para fundar con la fuerza de raptarle un retazo a las flores del destino Se aviva en las realidades efímeras se asombra vadeando la mano que dicta nuestras lluvias interiores se viste de gala y romería para ser escrita se descalza y nos abraza desnuda para ser leída Mi letra hace movimientos espaciales Hasta que alguien la invoca Le pide velocidad sobre un libro abierto y sale vertical por el relámpago a hacerse viva en la imagen
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El otro lado, invisible e inequívoco lo ajeno que apuntan las palabras la retaguardia de mi cuerpo infranqueable a mí mismo esbozada en metáfora interrumpida Desde una visión imposible desde la sombra refractante en los espejos se encienden las hogueras del misterio que se balancea sobre tus hombros El otro espejo de la palabra la otra refracción posible, oculta, infinita que se agita en tu oficio Ya no puedes habitar sin dar vuelta al otro lado de la página
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Tropiezos de labios
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“Y en estos versos de angustia ronca Así de los labios la vida corre, Dejando un acre sabor en la boca” Manuel Bandeira
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Todo el mundo se exhibe como si no hubiera qué perder como si los atavíos pesaran Formas se congregan se funden volviendo acción a la prisa moderna como si carne no hubiera e idea de los espejismos revelándose tan gemelos de las simetrías sembrando pánicos por las velocidades clamando voces orgánicas repletas de sed atroz y displicente El mundo se exhibe desnudo tan descalzo y transparente que el tallo de los tiempos se ha vuelto literatura de máscaras
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Que escapen las diatribas Los orgasmos de la historia son destello fugaz de la más exquisita filosofía humana La sagacidad ejerce su ser acierta con sus rugidos primordiales y la inquisición se nos escurre adentro nos lacera lo prohibido Atrás quedan tus senos y los cristales siento tu geografía de cuerpo callado que no cambiaría ni por el tesoro de las fábulas Repleta del tiempo más allá de la eternidad Fugaz retrato en esta infinitud Delante sólo subsiste la imagen recurrente emanada en el ángel del orgasmo todo por lo que no existe diatriba
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Llegarás puntual a los extremos nunca serás espectador abatido, ojo aquiescente tus paisajes circulares se acelerarán hasta llegar a la cumbre se avivarán hasta tomar el desfiladero bañarán tu cuerpo hasta llegar al alma con agua sagrada en el delta donde se es joven mar y viejo río al mismo tiempo Apreciarás el vértigo del descanso calmarás la angustia de las huellas que te culpan tu erosión de sexos que alguna vez fueron serán sólo fantasmas leves magnetismo inverso de tu geometría limpiarán tu alma hasta llegar al cuerpo y volverás con tu humedad al borde y serás joven mar y viejo río al mismo tiempo
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Este modo de morir esta ausencia infalible, rematada con tinta exigente fuga, condenada parecen formas cotidianas de la vida Reincidimos por grafías circulares, elípticas geometrías de la página entre hábito y asombro rito y extrañeza esta forma de bailar al son esta táctica improvisada de efectos insólitos tercera o cuarta vez de la muerte con la vida insistiendo sabe a noche cerrada a mar abierto Ya no importa el modo ni el grado de ausencia sólo nuestra acción elegida a mano alzada frente a lo que viene a la vuelta de esta página
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Mis mares interiores encaran las contiendas que no evaden sus prácticas de lo irrealizable fusionan danzas temerarias sobre la paz azul de su cielo No parecen mares bravíos en plena beligerancia sobre mesa desconocida enfrentan con decisión las bofetadas de las piedras resisten los embates del amor robado en los espejos te caminan pasos de silencio sobre leñas encendidas para que nadie predique bajo la guía de falsos cartabones Los hijos de todo este cuento sonoro inermes de culpa, perfilan la humareda bendita en los ríos de mi mano Sobre el líquido derramado en el destino que transita montaña abajo se revelan las formas de los dioses que estaban invisibles para disimular hacían silencio para parecer discretos Mis mares trascienden la sal volátil, desvanecida la última crepitación que talla soles en mi mano y que duele como nunca en el oficio real de la contienda
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Ciego que ves lo que deseas ya basta vuelve sin pestañas retuerce el hierro con tu piel de ocaso sigue los ruidos de adentro convoca la venida sin ensayo y catamiento porque percibes lo que nos sigue en la calzada invisible en el arrecife en que nos conducimos sin las manías de invidente de dibujar todo con la forma del deseo peregrinas tras el velo turbio regresas al padre en el túnel de los explotados con el asunto que nos articula ya basta vuelve a las raíces sin nada por dentro donde las tierras baldías esperan
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Nadie se digna a invocar estas palabras Ya esta rotura preparada e improvisado lenguaje Siempre de última hora en su segundo terminal reclama romperse en unidades Este sujeto sostenido perseguido por árboles que pacta más allá de cualquier orilla reservado cáustico de las entrañas del vino no tiene lugar dónde caer ni muerto Nadie puede brindarle descanso a estas prosas Relegan tumultos de letras cayendo sacudidas de tus besos golpeando la sed Nadie, dentro de la farsa escapado inquieto puede resistirse al momento más lúcido del espejismo
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Puedo añorar un momento de nocturnidad una oscurana entrecortada, disonante donde escucho los sonidos con que mi cuerpo se extiende donde siento los silencios con que mi espíritu se aligera Recorro en mi bajel el idioma líquido de mi cuerpo con sus pausas y verbos literales Lanzo al suelo las taras sobrantes para cerrar la órbita viciada de Sísifo en la montaña para darle descanso a las espaldas que llevan los fardos del mundo que vuelven a la blandura cálida del útero y en medio de la noche, comenzar de nuevo
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Qué incendio destrozado se me escapa dentro de las comarcas celestiales Qué dolor me sufre en el cuerpo de otro que no soy Qué deidad dentro de mí me impulsa a ser demonio devorado Furia inhóspita de los encuentros Rotura que se esparce por el viento de los pájaros Qué eclosión de templo me hace beber la cicuta Antiguo antídoto con se alivia la morbidez de la única puerta
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Con terribles incensarios nos han dicho la sombra Nos han clamado prisa y respuesta inĂştil Nosotros que escapamos Disueltos, involucrados Recogemos los fragmentos Con tanta sombra quĂŠ decir
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Los espejos se miran entre sí descubren cierta rivalidad remota cierta ocasión infame desplegada en el semblante cierta solvencia de incendio en la palabra a golpes de simetría indeleble inmensidad del huracán entrechocado de los vientos sismos que intercambian bagajes de tierra imaginaria y colosal apostándose en el odio inmenso de duplicar infinitamente al hombre sentado, insensible ante el reflejo
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Contemplo tu cuerpo inmóvil inquietud reposante Esgrimido en tu ausencia me rehago He venido trovando por la historia universal He quedado bebiendo lágrimas que son flores Agua que es una fuerza telúrica de adentro Vislumbro la orfandad divina en que transito Puntos de la geografía cansada de olas que mueren y vuelven Sólo queda esperar que el mundo se vaya Confiar que se me escape el mundo Porque él vive y muere conmigo
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Forma parte del enigma saber de dónde vuelves si te obligaste o te colmaron en la urgencia de respirar si te abismaron en las formas radicales de la prisa en los laberintos del escape una especie breve de acertijo hermético resulta conocer de buena tinta si vas a esfumarte en la ausencia o evaporar tu alejamiento de alma en pena frente a un espejo que se ve a sí mismo refractado en el vacío que más duele derramado en los círculos viciosos que nos traspasan si te hallaste en el medio de la invasión si el canto del delirio te sedujo a desaparecer en el arco remoto de tu mirada en la ojeada curva del horizonte en la plástica impoluta que dejan las tramas invisibles un logro magnánimo resulta figurar el recinto donde robas la líquida llenura del vaso que tomas con tu mano donde el vacío aéreo de tu sed sigue en movimiento
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Escucho tropiezos de labios atriles juntando respuestas concatenando el llamado aproximando el sortilegio Rehuidos sobre los cortafuegos Serenados en escenas de tactos incontables Fundidas en el infierno virgen Aquellos, tropezantes Los que casi llegan llegaron a carne Tus venas me visten arropan el cristal acuĂĄtico inflamable
y ser
ĂŠl, cristal ventisca en los ritos embalsamado en el barro
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El espejo se encuentra repetido Su brillo crea una suerte de galaxias donde se avivan las miradas Seco, el silbido, atorrante mezcla develada MĂşsica para tu impublicable palabra Ser inquieto y demoledor Olvidado en su destello, incoloro se hace repetir Ante la luz que vive de mirarte de abreviarte como los ecos de alejarte imprecisa humareda en que reposas Tus ojos proyectan perspectivas se alienan al moverse ruedan entrecortados Se aprecian insondables e inertes ya de encarnar en tu cuerpo la mĂĄs rotunda oscuridad
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Con el sonido de una puerta se abren mis pestañas descubro que sigo estando protegido por el cáñamo del presente un día más de sobre-edad proyectado me estimo como sombra que fui, luz de lo que soy sombra de lo que seré, soy sujeto atardecido por heridas tengo a la mano cicatrices que lo prueban algunas tienen forma de ave, otras parecen arañas y peces toda una fauna fósil que afirma el tiempo retratan episodios volátiles que marcaron mi piel con paisajes al óleo, como fábulas de la rasgadura tatuajes que me advierten los resquicios efímeros que sobre las cumbres de este juego ya no hay trechos para carnavales –quizá nunca los hubo– hay un estigma ecuatorial en mi cuerpo una llave que franquea la puerta del presente y su crujido reinante en tus ojos que se abren
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La eternidad nos esboza con tal agilidad que soy cuerpo asombrado la inexistencia rebota en las paredes con tales ganas que sólo alcanzo a pronunciar vocablos de tormentas y escenas delirantes agitaciones sobre el mar que acaban en naufragios Despierto en un borde neutro en las arenas Soy materia viva desconcertada tanto nos esboza su ágil pincelada galvánica que agrieta el concreto de la carne más firme Soy libre de ser hombre, cárcel de huesos irrupción de fronteras que hienden a ritmos de trueno crepitaciones que enmudecen urdiendo el amor prohibido y todo queda reposando en el tiempo atmosférico agitado por huellas angélicas en la residencia La eternidad nos traza y desdibuja a placer con tal velocidad que no hay pretexto para no soltar una respuesta con la misma soltura con que has llegado
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El sueño me reposa Caigo taimado en la soledad la que sabe a multitud y a herida sonora la que no le falta a nadie y comulga en el ritual más concurrido la que se nombra en el pecado original la que a todos les llega y les lacera agudamente con plurales formas de embestida la que no tiene la culpa y acumulamos deuda con ella la soledad llena vacía recursiva adentro y afuera de este juego que en cada uno cruza por sus venas como rayo la que cree que otro sueña y vigila y reposa más allá del movimiento me hundo artero sigiloso en la soledad recóndita y manifiesta donde están todos la que reposa en mi sueño en el descanso virginal de la energía
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Cuando el amor nos halla casi nos secuestra se vuelve canto de sirena trastocada librada de golpe por la velocidad actuante en el proscenio cotidiano Cuando cada percusión de tu cuerpo duele en el inmenso teatro fallecido Cada alusión se vuelve metáfora que penetra en tu sangre Sostengo retazos de piel por lo latente y aquí, en este retrato percibo la fragancia aniquiladora de mil resabios Muerdo de nuevo el fruto proscrito con gusto feroz En un ángulo desatinado, ciego Comulgo en el sexo del parto
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Retrospectiva de líneas habitadas suenan en la comarca de los astros engullen el canto y aparecen vestidas con la tensa desnudez de tu espasmo oculta bajo el color seco de las hojas Cumples tu misión fabulosa llegar a las alturas y encontrarte a ti mismo merodeando brotar en los últimos círculos del infierno y ver las mismas llamas de siempre alejarte por la línea horizontal y volver de nuevo en una dimensión recursiva escapando en lo fractal salvarte de la geometría primaria y reincidir siempre con lisura recorrer la curva inquieta de la condenación y ver las mismas llamas con inédita familiaridad y en esas alturas de este juego encontrarte contigo mismo sin espejos de por medio rondando en la rígida y elástica desnudez de ser Diagramas el relieve de tus destinos galácticos Reptas mirando la retrospectiva de quienes pueblan las letras habitantes cautivos que pocos aprecian en su existencia inminente bajo el tono sediento de las hojas
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Cuarteto ante la bala
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“¡Tiembla mi gracia ante la bala! clamó antes de expirar” Rolando Revagliatti
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Si me aplican la receta y tomo la cicuta si te aplican el paso al vacĂo y caes si te llevo a lo libre en tu nombre no serĂĄ para matar la marea en que suspiras Si te asombran en espejos y pasillos si me inyectan la sombra del latido si me sientas y clamas por mi muerte no esperes que te venda no me compres el fin ni mi brazo sembrado en el concreto ni mi voz en la sed del oro negro No me olvides MĂrame a los ojos y dispara en mi cuerpo a la humanidad
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Nos toca agitar el equilibrio sacudir la conveniencia de esta falsa armonía no permitir que el metal nos sustituya ni quedar fuera en la diaria permutación batir el miedo escrito con plurales eufemismos invocado bajo el apellido de las grandes artes rechazar los símbolos que niegan tu parte en el juego la lógica demente que te sella como cero a la izquierda nos toca soltar las tribus sacras que nos aprisionan mirar con la taza vacía hacia adentro, llenarla celar de nuestra holgura, creer en nuestros dilemas sobre la materia del grito finamente fabricada sentir la realidad de la flor y su violencia el agrio esplendor para crearnos nuevamente
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Qué sienten las palabras cuando son escritas cuando salen a esa luz que las llama ofrecen su paso en los espacios infinitos nos recuerdan lo ya visto el primer día el ciclo sumergido en el olvido Qué siente la melodía de tu canto saliendo de mi boca que te implora diciendo algo más que cuerpo a tu cuerpo palabras en fuga apostadas al vacío se despiertan y juegan cuando son escritas alguien recoge las sombras de sus muertes se reaniman y despiertan cuando alguien las dice Qué piensan cuando deciden tocar la puerta y se mueve el picaporte
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Cuando tu línea se abre soterrada comienza a desplegarse el esbozo a tomar color, breves escenas de lo inmenso a incitar acción, blancos estruendos en la página Retomamos el movimiento para regresar con honda necesidad a la memoria única afluencia posible entre las ráfagas El agua cae y su sonido nos transporta combate a dedo herido sobre la idea en exquisito albor refractario En este lugar de la sombra que recién ilumina el enigma se abre una idea en cada puerta un lirio en los paisajes del sueño que renueva a los que vuelven en el gesto
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Lo que llevas en el punto decidido dictado entre tus pliegues profundos Dime cómo es tu carga y te diré porqué cuándo cuál tu disparo de vida para otro dime dónde está tu preciso golpe de sueño de copa exquisita y valiente condenada a revelar nuestra llama cardinal Lo que lleves dímelo con certeza con lo apreciado a cuestas con lo a cuestas revelado Dime tu condena de ver en los infiernos Ya sin párpados vigilas invocando el sueño inminente que el destino no ha podido resolver
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“El tiempo no tiene orillas” Marc Chagall
Existen pretextos que trascienden su causa y abren en la primera piel el choque que nos funda precipita en las arenas movedizas el tiempo que pisamos No conozco que pretendes al mirarme, qué razón qué motivos se mueven sobre nuestro desierto Un canto de truenos diminutos te convoca pero estás lejos y ya no hay cartas para guardar frases vacías ni causa ni efecto entre el día que no llega sobre la urgencia porque en el tiempo no hay orilla ninguna para sostenerse porque en la poesía no hay excusas, sólo móviles y así, no hay garantía de comodidad -quizá en ningún sitio la huboPor eso resido en ella, es un oasis en nuestro desierto, una fuga agónica que nos inaugura y nos fortalece en el centro del incendio de tu mirada
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Cuando hundas el lápiz para la vacilación y se juzgue con fuego artero, y se quiebre el castillo de naipes en la jugada del día y tropieces distraído con nubes extraviadas Cuando caiga la primera luz sobre lo incógnito y la palabra parezca hacernos perder la ocasión Cuando se retarde el oyente que coincide el acuerdo que mira el estruendo de la jornada y se vuelva al fino gozo del signo y se asombren los ahorcados en su peregrinación y se abisme la bala voluntaria en su trayecto Cuando abras la boca sólo para titubear un silbido súbito entrará tan al hueso que tu dolor te regresará al silencio y al decir
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“Eppur si muove” G. Galilei, In memoriam
Hay que ser valiente para agitar el paradigma una forma disuelta nos mueve, aunque a nadie le guste nuestra coyuntura gira sobre su eje a fuerza de músculos nos sacudimos con sentido elíptico, aunque nadie lo note un caleidoscopio invisible nos traspasa con el ímpetu que vulnera las leyes de la inercia niega la caída libre de los cuerpos Hay que apostar duro para agrietar el resquicio del mundo como es la costumbre el malestar angustió a muchos y hubo que negarlo para salvarse de la hoguera Nada más que una pincelada nos sostiene pendemos de cuerda y cataclismo por destino y sin embargo se mueve, aunque a nadie le guste y alguien lo controla, aunque nadie lo note
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Irrumpir frente al autismo corriente de seres diluidos, casi líquidos Penetrar la verdad impuesta en lo habitual en los ecos del vértigo colectivo y las inquietas llamas sembradas como mala hierba Traspasar aquellas sombras incesantes que se repliegan y derraman el néctar que devuelve la vida cuando el cuerpo no responde en pleno centro del tamborileo de máscaras Recorrer ese arte plástico a mano insomne hablando dormido a boca cumplida inquietud en que se disfraza de nuevo el confort inmenso de sólo ser nombre y número
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A costilla de las uvas puede el destino cambiar su fanĂĄtico juicio A precio de frutos vedados podrĂamos redimir la testarudez del plan inicial agostando en el barro las flores marchitas Permutando factores escapamos hacia otros lados de la faena Eva vuelve como fĂŠnix a tumbarnos de la hamaca madre pecadora pero madre al fin descalza en la eternidad, tibia en la ternura nos brinda la savia, el sudor de lo que vale la vida y nos hizo el flaco favor, impagable de darle estreno a esta historia
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Veo una señal de mundo en tu torso desnudo tu cuerpo entre comillas con su intención meridiana, infinita que se imbrica invisible sobre el signo horizontal que va directo al grano sobre el punto y retoma sin escape lo que le ha pertenecido Aprecio las sutilezas de tu geografía puedo navegar los ríos de tu sudor por el gusto puro y simple de escapar volviendo En tu rostro una constelación dibuja una alborada en el regreso un tránsito de abrir y cerrar puertas Veo en el abrigo de tu torso olímpico que tu alma yace amanecida
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“soy mi propia ausencia frente a un espejo roto” Enrique Lihn
Nada ha muerto por ver al espejo nada, pero puedo morir en el intento nada al hundirme en mis obsesiones esa suerte de fuegos movedizos esa lluvia que levanta semillas esos gajos de misterio que vienen a gotas para sembrar y descartarme sin que el pulso tiemble para liberar el rostro que ondea en la humedad y no ser tragado por la trampa de las aguas para intentar hacernos lluvia en cada hombre y convocar la multitud para los grandes fuegos Nadie ha apagado así la sed resonante nada puede vivir sólo de tan pobre fascinación Nada ha muerto, pero puedes morir en el intento
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Costumbre y ceniza Angosta antelación de lo posible la casi ninguna verticalidad que te pertenece sin justificarse mis besos al seco No quiero tomar ni el más mínimo sentido porque no hay ángeles mis infartos pueden aceptar nubes cardiacas mi menstruación divina se mezcla con la erosión de tus caricias la voz pornográfica de los ropajes El amante de golpes cautivos que me muere como si se entumiera en la arena felina y se alumbren de una vez las entrañas de tu cuerpo
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Se me viene encima todo lo escrito tiene estilo de avalancha, aires de alud giro vertiginoso entre pregunta y pregunta Se me viene todo lo escrito por el hombre la melodía publicada, las resonancias de la historia El afán refractario de estas líneas inocentes de cualquier pecado, tiran la primera piedra Me dicen que el fin es mañana, a las doce campanadas que ya no hay porvenir, que no hay nada qué hacer que todo está hecho, empaquetado, enlatado Me levanto nuevamente lleno de nieve la sacudo, camino haciéndome el ingenuo con mi porte de oleada marina disparo la siguiente piedra porque ante todo lo hecho, ahora es que falta por hacer
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Quizá el mundo sea una línea simple una enredadera abrazada a sí misma en la que tú y yo nos encontramos una especie trepadora sobre el muro Un largo viaje de rectas paralelas coinciden en tus manos que se mueven y dibujan sobre el aire, se esfuman como nubes como música jamás escrita Este oleaje en que te tengo tiene signos en la sal del desconcierto Se me hace que me admites con voluntad de flecha, vigorosa y doliente que al menos ya te acercas que quizá te quieras quedar
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Lo trágico de estar dormido es el acto mismo de saberlo porque quizá el sol no llegue a tu lado no precisamente estar en sueño Lo más sentido por dentro de hacerse no es el cabal disimulo del descanso es la voz justa de inventarse adentro en los ecos de mar que escucho bajo tu página La preciosa antelación de los deseos brilla bajo los párpados blandos de la utopía paga el limpio precio de traernos vivos Lo más trágico es el hecho mismo que el sol quizá no venga no precisamente estar en sueño
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Si no hubiera silencio en el reino del decir olvidáramos el poder de la palabra en la cadencia de la pausa en las olas que traducen el código musical entre silencio y voz, audiencia y contenido Si no hubiera actos adeudados en la moneda que guarda su doble cara su doble sello Si no hubiera mácula y cuenta nueva, en el peso de la gran velocidad el cristal se cansaría de devolver su alquilado reflejo Si no apostaras cada día tu preciado cuello no habría que luchar a carne cruzada por el rostro de cada moneda que suena en tu bolsillo furia de lobos en el país del silencio música para tus oídos a la hora de caminar genio en la lámpara de los deseos ángel en el breve minuto del descanso
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Necesito darle forma a los límites conocer el justo abismo que nos libera Requiero abrir los brazos al vacío y percibir cuándo la brisa trae una respuesta Escribo con la tinta del laberinto sobre el atolladero rítmico que nos acecha en pleno giro de la curva en el gran teatro de las cosas de este mundo en el gesto visual de las fundaciones esenciales Abro límites sobre las fronteras de la vastedad Resisto cual cómplice cuando conservo todo al margen y cada cosa a raya Estos tragos de sonetos implacables que me sirvo
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“Abajo cadenas que el yugo lanzó…”
Sigue, sigue con ese tono implacable oyendo el color de tu cuerpo que respira sigue con tu sueño de seres que viven mientras respiras conmigo sigue, sigue con ese tono materno de la libertad al quererte te hicimos madre unánime por decreto te cantamos una hermosa y tremenda canción de cuna a los bravos que arrancaron el velo en el último segundo hace doscientos años, como si fuera ayer la cruzada persiste rompiendo cadenas, liberando manos Somos la nueva ciudad coreando un manifiesto su tono implacable me hace respirar y a ti respirar conmigo
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Qué hacer con la palabra repleta cuando se hace agudo el gesto urgente con el ojo que ve justo al blanco, certero cuando se olvida la acción fundamental Qué puedes buscar en la propaganda perversa en la atroz laguna que se lleva tus ideas a su paso Qué urgencia presurosa puede confabularse y qué punto esencial en tu respuesta Qué cuarteto ante la bala puede escribirse Qué forma desplegarse cortando en seco la luz que no duerme Qué asombro hará no confiarte lo obvio quizá no sabes demasiado Apunta al blanco y hunde el proyectil
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EL OTRO LADO DE LA PÁGINA
Las soldaduras del alma. Contacto con la poesía de Luis Ernesto Gómez
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Vuelta a los meandros de la página
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DETRÁS DE LAS LÍNEAS
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Busco una señal entre las sombras La larga oscuridad de abrir los ojos No damos pausa al amor Hay alguien predicando en mi espalda Las roturas han tomado el recinto Cada cruz es una coincidencia Esta justicia nos sentencia ciegamente Adentro, escondida Transitando sin tregua En el lado oscuro de mis ojos Hay una palabra entre comillas Hacia el blanco impenetrable Este oficio de comprar Todo depende del ojo con que se vea Mis pasos se alegran de caminar Si el oficio no fuera posible Hay páginas que preferirían quedarse en blanco Los yermos Mi letra la leen ojos sin escuela El otro lado, invisible e inequívoco
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TROPIEZOS DE LABIOS
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Todo el mundo se exhibe Que escapen las diatribas Llegarás puntual a los extremos Este modo de morir Mis mares interiores encaran contiendas
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Ciego que ves lo que deseas Nadie se digna a invocar estas palabras Puedo añorar un momento de nocturnidad Qué incendio destrozado se me escapa Con terribles incensarios Los espejos se miran entre sí Contemplo tu cuerpo inmóvil Forma parte del enigma saber de dónde vuelves Escucho tropiezos de labios El espejo se encuentra repetido Con el sonido de una puerta se abren mis pestañas La eternidad nos esboza con tal agilidad El sueño me reposa Cuando el amor nos halla casi nos secuestra Retrospectiva de líneas habitadas
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CUARTETO ANTE LA BALA
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Si me aplican la receta y tomo la cicuta Nos toca agitar el equilibrio Qué sienten las palabras cuando son escritas Cuando tu línea se abre soterrada Lo que llevas en el punto decidido Existen pretextos que trascienden su causa Cuando hundas el lápiz para la vacilación Hay que ser valiente para agitar el paradigma Irrumpir frente al autismo corriente A costilla de las uvas Veo una señal de mundo en tu torso desnudo Nada ha muerto por ver al espejo Costumbre y ceniza Se me viene encima todo lo escrito Quizá el mundo sea una línea simple Lo trágico de estar dormido Si no hubiera silencio en el reino del decir Necesito darle forma a los límites Sigue, sigue con ese tono implacable Qué hacer con la palabra repleta
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LUIS ERNESTO GÓMEZ (Maracay, Venezuela, 1977) Compositor y escritor venezolano. Magister en Música de la Universidad Simón Bolívar (2011). Licenciado en Música Mención Composición del Instituto Universitario de Estudios Musicales (2006). Licenciado en Computación de la Universidad de Carabobo (1999). En Poesía, ha publicado El Otro Lado de la Página (Consejo Nacional de la Cultura, Edición Cada Día Un Libro, 2005) y Cuerpo de Piélago (Taller Editorial El Pez Soluble, 2006). Una selección de sus poemas aparece en los libros Desde el Patio del Limonero (Taller Editorial El Pez Soluble, 2006), Amanecieron de Bala (Editorial El Perro y la Rana, 2007), Revista Poesía, No. 153. Joven Poesía venezolana (Universidad de Carabobo, 2011) y Memorias del IX Festival Internacional de Poesía de El Salvador (Fundación Poetas de El Salvador, 2010). Ha realizado Talleres de Poesía bajo la dirección de los poetas William Osuna, Edda Armas, Belén Ojeda, Armando Rojas Guardia y Zulema Moret. Ha participado en II, IV y VI Festival Mundial de Poesía de Caracas 2005, 2007, 2009 y IV Feria Internacional del Libro, Caracas, 2008 y fue invitado a la IX Festival Internacional de Poesía El Salvador 2010. Ha publicado artículos en las revistas Amazonía (Parlamento Amazónico), Zona Tórrida (Universidad de Carabobo) Arte de leer, Poder vivir y A Plena Voz (Ministerio del Poder Popular para la Cultura). Colaboró en la elaboración de los textos poéticos junto a Fanny Arjona y Marie Claude Mattei- para la obra sinfónica Amazonía del compositor Juan Carlos Núñez. Coordinador editorial del libro Víctor Valera Mora: Patrimonio Cultural de Venezuela (Asamblea Nacional, 2006), compilador junto a Luis Alberto Angulo- de 70 Poetas venezolanos en solidaridad con Palestina, Iraq y Líbano (Ministerio de Comunicación e Información, 2006 y Editorial El Perro y la Rana, en imprenta) y El Corazón de Venezuela: Patria y Poesía (PDVSA, 2008 y Ediciones Presidencia de la República, 2009) y -junto a Luis Delgado Arria- de 27F: Poesía, Memoria y Revolución (Consulado de Venezuela en Sao Paulo, Brasil, Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores, 2010 y Fundarte, Alcaldía de Caracas, 2011). Su obra sinfónica Dialéctica de lo Incierto se hizo merecedora del Premio Municipal de Música 2003 en su mención Obra Sinfónica Breve, así como su Cuarteto de Cuerdas no. 2 que fue a su vez galardonado en el II Salón de Jóvenes Compositores 2005. Su Concierto para Orquesta obtuvo el 1er Lugar-Premio Antonio Estévez en el I Concurso Nacional de Composición Musical 2010 de la Orquesta Sinfónica de Venezuela. En 2012, escribió por encargo de la Fundación de Investigaciones Sismológicas de Venezuela, la obra sinfónica El terremoto del Jueves Santo, 1812, creada para ser marco sonoro de la exposición “El terremoto de Caracas de 1812, dos siglos después” de la Galería de Arte Nacional.