Asuntos de familia, de Leonardo Martínez

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ASUNTOS DE FAMILIA Y OTRAS IMPOSTURAS

. ASILOS

. POEMAS CON ÁRBOLES

EDICIONES ÚLTIMO REINO 1997


ENCANTAMIENTO I ANOCHECE Alguien canta con voz apagada En el cañaveral cercano las ranas plañen y sobre el árbol oscuro del traspatio un pájaro lastimero pía Las sombras se agolpan a esta hora Alguien canta a media voz Nosotros sabemos que en la casa el padre muerto enciende la lámpara mientras los perros lamen las puertas cerradas del invierno La luz convoca a los hermanos Uno trae el corazón equivocado otro los huesos divididos otro una mirada húmeda de bosque El padre después de rezar comparte la comida En la ventana del salón resplandeciente un gallo anunciaba el alba Amanece Alguien empieza un canto distinto II DUERMEN bajo los inviernos Desde ese lugar sueñan los deshielos el verdor las flores Los alimenta un hilo de oro triste que transcurre tenue y afilado de boca en boca entre los dientes terrosos Por los agujeros de la noche se filtra la luz de las estrellas así por las cavernas del día el dulce oboe de luz les llega doloroso como apagada felpa


III LA MADRE envuelta en chales desvaídos y el padre sin voz junto al vidrio de la noche Al filo de la madrugada los hijos corren por los campos hacia el gallo que anuncia otro día Persisten aún el olor de la cocina alguna luz el chirriar lerdo de la noche que se arrastra Música de tierra y canción quemada son el paraje de los muertos

IV CUANDO sueño una vieja mujer de piel cetrina envuelta en trapos negros la cabeza atada con un pañuelo también negro sentada en un sillón de humo en un estrado altísimo mira con dulzura a través de sus ojos enlutados Su corazón habla sin palabras y voy hacia ella por un camino crepuscular donde aves parduzcas saltarinas y voraces me enseñan la ruta a cambio de alimentarlas con pedazos de mi cuerpo Sólo mis sentidos por un milagro quedan intactos y olfateo el gran aire de la respiración de la mujer vestida de negro Me aspira y espira desde su sitial casi una serpiente pálida y materna Entonces la mujer deja caer sus vestiduras De sus senos mana un agua de penumbra Sus ojos son un mar donde bestias y ángeles copulan Su aliento silba entre dientes de leche de algarroba Y con voz de todos los colores la mujer dice Lluvias sequías abandonos De su carne viva nació el sueño


Esa mujer amanece con nosotros Los pies mendigos enfundados en sandalias de bronce el vientre solemne como madonna de la Alta Edad Media el gesto amargo como un abstracto reloj detenido Esa mujer ha vigilado el sueño y con el nuevo día trae oscuros presagios Pájaros de plumaje sucio sobrevuelan el patio de las adelfas Los perros adivinan aires extraños allende el mar Esa mujer de vestidura negra el pelo como cascada de ceniza y el rostro cetrino curtido por los vientos cierra los ojos para ver con claridad el gesto detrás del horizonte Y el gesto es como un lago intranquilo de mercurio lleno de bestias erráticas y de filosos nenúfares de coral melancólico Sentimos el olor de una música intensa y el cielo se desploma con sonido de azafrán sobre montes tiernísimos de vello crepuscular Hay una erección violenta con sudores de caballo en el ápice del mediodía Los adolescentes madre se balancean en mullida zarabanda a orilla gualda de un río agridulce Estamos dentro del ayer naciendo hoy Ritos de muerte nos aíslan de una eternidad de algodón Madre padre se desvanecen en torbellinos de óxido Estamos solos nadando en el gesto del dios Somos el hijo y su agonía transfigurada Siempre naciendo Siempre muriendo


MÁS QUE LA MUERTE I UNO aquí viendo parir mulas volar cerdos como faisanes preñados Más que muerte uno aquí mudo como los bueyes del camino (Sobre la testuz el yugo orejero el desamparo el ladero babeando la mañana)

II LOS MUERTOS eran celebrados con pompas y plañidos en salas resplandecientes de candelas y lámparas Pero las gasas negras opacaban el color de la fiesta Sollozos ahogados o altísimos lamentos desarticulaban las sordas letanías de mujeres envueltas en crespones que al pie del catafalco susurraban en conjuro Las flores cargaban de perfumes El aire quieto Afuera en la penumbra de las galerías encuentros fugaces risas un beso una caricia promesas para el alba próxima

III EN AQUELLOS años la Delicia la Esmeralda inventaron trajines


Las alcuzas del aceite y del vinagre saliéndoles por los ojos la azucarera de la desesperación acariciándoles los pechos la sal caliente de los mediodías saltándoles entre las piernas Qué harán cuando resuciten la Delicia la Esmeralda solitas sobre tanto escombro

IV EL COMINO el ají el cilantro la canela perfumaban las cocinas Innumerables carnicerías borboteaban en ollas negras Eran caldos con grandes charcos de grasa reluciente y en las parrillas las entrañas lloraban de gozo por el fuego La repostería necesitaba mucha lágrima desasosiego y tumba Y comíamos sobre extensos manteles viandas sobrenaturales El cielo y el infierno Eran masticados y tragados volviéndonos santos y apóstatas luego ángeles sacrílegos en lentas siestas incestuosas

V LA ABUELA es una calle perdida en los rastrojos donde la alfalfa tiene un vago aroma a siesta La abuela es un recuerdo de inviernos muy antiguos Ella se refugiaba en la intimidad del traspatio para fumar un lento cigarro y calentarse al sol A veces me habla en sueños Su aliento huele a tierra arada


LAS VIEJAS DIOSAS I TODAS ellas madres tías madrinas abuelas la multitud de primitas las hermanas que no tuve mis sobrinas del aire las novias de la fiebre la infinita servidumbre de mujeres todas ellas hilan y tejen y destejen trepan a trenes sin destino y se alojan al borde de la madrugada en casas ruinosas donde miran pasar los alborotos de la vida Cumplieron con los preceptos morales y también con los inmorales Vivieron de oraciones y novenas de comidas de llanto de alegrías moribundas matizadas de sexo mezquino y subrepticio Están quietas junto a una pared de sombra condenadas a no dejar pasar la vida a negarla ellas mis viejas diosas II LAS HERMANAS que no tuve me saludan a veces Caminan por el sueño leguas y leguas hasta un lugar que ellas solas saben Se detienen al costado de un altar ruinoso hacen gestos procaces y musitan palabras al revés salvo la menor muy niña y pudorosa que mete de vez en cuando una mano entre sus piernas y saca una perla depositándola en el sagrario polvoriento Mis hermanas no son buenas ni malas pero agonizan de mí y odian


III NOVIAS de la fiebre púberes doncellitas muchachitos multitud de primitas de primitos compañeros de juegos de dolor de falsas alegrías que terminaban en la soledad y el llanto Los años trizaron afectos Perduran el olor del nido la tibia luz que lo envolvía la táctil promiscuidad la fiebre

IV LAS MADRINAS como garrapatas comulgan sangre de niños indefensos Mueren reventadas por su glotonería Nadie las recuerda salvo sus víctimas pero sin misericordia tampoco con rencor

V ENCERRADAS con las gallinas viejas mis sobrinas madres de basiliscos ponen sus huevos a la hora de la siesta Colgadas de la zaranda caliente la estridencia de la luz las enfurece Entonces crepitan quiebran los huevos y con las uñas crecidas y los espolones desgarran el aire


VI LOS SOLLOZOS los imperceptibles quejidos de un sufrimiento real la sarna la empiojada muchedumbre de peones que hablan bajo allĂĄ en la remota edad feliz cuando la infinita servidumbre de mujeres encendĂ­a las madrugadas de bellas canciones y nosotros crueles inmortales inmersos en el oro de la eternidad bajo el amparo de las grandes madres escuchĂĄbamos indiferentes los sollozos los imperceptibles quejidos de un sufrimiento real


SEÑORA DE “EL YUYAL” A Julia García Mansilla LA SEÑORA de El Yuyal se muere Doña Gabriela se muere Se la consideraba eterna como ese peñasco que jalona el vado Su jadeo agita las raídas sobrecamas Un pabilo tembloroso ilumina el trance En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo Amén Creo en un solo Dios verdadero Uno y Trino Amén Sepan todos quantos leyeren esta mi última voluntad que soy cristiana hija y nieta de cristianos viejos de abolengo sin mácula de enemigos de la religión Juro no deber nada a nadie y si alguno me debiere algo lo perdono De mis bienes La Cañada de la Estrella para altar de Nuestro Señor El cerro de Las Piedras Blancas para su Santísima Madre La vertiente de El Monte Oscuro sea de los animales silvestres como ha sido siempre Los Mogotes de Casa Armada denlos como límites Más allá la intemperie Un tercio de mis posesiones para los necesitados y el resto para los que me sirvieron en mi larga vida y sus descendientes Nombro como mi albacea al lucero del alba Doña Gabriela con los ojos muy abiertos mira el pesado oro de un crucifijo El aceite de la Extremaunción brilla en su frente de cera El lucero centellea en la escarcha de la madrugada


UN INFIERNO MENOR A Libertad Demitrópulos MI TÍA Isidora se suicidó una noche de enero al comienzo de nuestras vacaciones Pudo haber sido en diciembre o marzo pero fue en enero cuando los largos paseos a las montañas nos hacían tan felices Tragó su vida y se incriminó en el desfile de muertos adheridos al olvido más pedestre Se fue diciendo soy la Señora de los escapularios quemados la doméstica del sagrario de las hostias marchitas ningún lugar me contiene desaparezco sola con mi angustia Y mi tía Isidora se pudre en su cama de tierra fuera del camposanto por suerte sin la compañía de muertos que la hubieran agobiado en vida Las gallinas escarban los hierbajos y algunos perros orinan sobre la tumba sin inscripción ni cruz Perteneció a varias cofradías a sociedades de bien público Demasiado hermosa sus carnes de leche rosada es seguro intoxicaron de gozo al amante secreto ¿Adulterio? ¿Un amor deshonroso? Ciudad de provincia de tribu pequeña Descendíamos señores y siervos del mismo genearca por lo tanto el incesto era el diario alimento y la muerte por mano propia el estrecho camino de un infierno menor


MITOLÓGICAS I MIS TÍOS fueron varones gloriosos dentro de su soltería Con el poder de los sueños vivieron al aire libre salvajes adanes adoradores de caballos Al final de la vida moros lobunos y ruanos los acompañaron bajo la tierra II COMO A LOS mellizos míticos me amamantó una loba En realidad fue una perra negra cuya leche sagrada llenó de furor religioso mi infancia No me hizo falta otra madre pues la leche de la perra negra dejó en mis labios el gusto agreste de la inmortalidad Fundé la ciudad donde sueño y tuve hijos prolongados en una descendencia innumerable criaturas transparentes que abarrotan pasada y porvenir

III DESDE EL HUMO de las cocinas negras diosas de largas cabelleras regían los destinos de la casa Caldos ardientes enjoyados guisos violentas frituras desfilaban por la mesa de silencios donde el niño comía los trasudados martirios mientras los pechos de la madre empollaban la muerte con dulzura de sagrario En los claustros divinos tocadores llenos de ungüentos


despedían ácidos olores y borrosos al tenue resplandor de las candelas cujas doseles reclinatorios Reino nocturnal pálido y sombrío Caliente rencor de los encierros Pero el día era un gigante amigo del sol Al alba los caballos como una promesa de eternidad estaban listos entonces montábamos hacia las cumbres y eran nuestros el horizonte y las distancias


ADOLESCENCIA HEMOS caminado al sol por los cercados de la cumbre Demasiado cielo Demasiada gloria Hace calor y fatigados buscamos el refugio de unos matorrales Sudorosos nos quitamos la ropa Las vacas miran curiosas como hembras inaccesibles de un olimpo ajeno mientras los dos desnudos en la hierba vemos caer el sol y avanzar la noche Dulce y fluvial el sueño sumerge los cuerpos en oscuros laberintos y la hermana muerte nos roza dejando un olor a siega de hierba tierna Antes de regresar fumamos un cigarrillo De la vertiente cercana bebemos agua fría y nos revolcamos sobre colchones de toronjil y menta YA EL VERANO LAS NOCHES sofocantes dan paso a frescas madrugadas Algunos pájaros de la ciudad alborotan la mañana con sus aleteos Viven precariamente en reducidos jardines interiores y se alimentan de desperdicios robados La gran ciudad es la villa miseria de los pájaros Sus cantos limpian el aire sucio son lucecitas que señalan la senda hacia un bosque dormido en la infancia muda Lástima la canción perdida jamás recobrada la caricia en esa piel de un día la herida en cicatriz el óbolo maligno del olvido Somos retazos en el gran patchwork de la eternidad Sin embargo florecemos es el destino común y aplicadamente decidimos morir pues el bosque dormido con pájaro del ensueño nos espera en la seda natural del goce ansiado La madre ogresa el padre caníbal la luz que una vez hirió de manera irreparable y toda la carroña de la tierra componen la trama del ahora del nunca de lo siempre móvil pero agazapados en un horizonte vigilante


como resumen lejanísimo de espejos o esplendor de plumas al filo de la luz Es de noche Blandamente caigo en el verano en el niño danzando con los faunos del bosque Por oriente se adivina una franja rojiza Los pájaros ensayan sus canciones ¿Será la muerte? REGRESO DE LA GRACIA I VIVIERON en un tiempo cuando éramos dichosos bajo el cielo todavía mentido de afectos y alegrías familiares Al cabo de los años miro los retratos las solemnes poses las sonrisas congeladas y son extranjeros escondidos tras el sepia cansado de las fotografías No están más Un aire de basura los barrió de mi corazón Sin embargo persiste un polvillo pegajoso y son los restos de los restos de los amores odiados de los odiados amores de los amodios Ese polvillo tiene el sabor de los años la textura de lo eterno la levedad de lo eterno Mi corazón es una caja fuerte la más inviolable y segura Adentro el polvillo descansa como anticipo de un final donde todo es estéril Atrás quedaron la casa y los alegres a veces pensativos a veces lastimados rostros Pequeños ratas de rosados hocicos se alimentan del barro de la memoria Las dejamos caminar por nuestro cuerpo y comer los folios de añorados besos


II EL MUNDO es la noche de un día muy largo y la soledad una helada forma de mirar sin ojos Todo lo acumulado es roído por los pequeños animales Todo lo vivido es un árbol de ramas de palabras que caen con sonido de felpa No existe posibilidad de fuga pues huir es comer también de la otra mano de dios El padre la madre y todos los que amamos nada agregan a esta hora Aguardan mudos más allá de la memoria Pero el viejo fuego de las miradas insiste en saludarnos y regresar su gracia como primavera soplada por los ecos de un oro anochecido

III SE HACE tarde Una sombra danza entre el corazón y la montaña Son luego incontables sombras de colores de sonidos bailando crepitando resplandeciendo Entonces el amante habla y su voz canta en sordina Es el recuerdo desde donde brota el nombre Es el frescor de la acequia en la siesta interminable


UN HUECO EN LA ALMOHADA A Graciela Aráoz I EN ESTOS días mi hermana me ha visitado como un recuerdo nítido (su risa de niño se desmorona en silencios y sus ojos de entresueño son espejitos caídos en la ceniza) Anteanoche sus puños golpearon el fondo más oscuro de mi infancia Resucitaron voces perdidas en la muerte pájaros colores y un sol hambriento y bello Había naranjas puro esplendor de la siesta y zorzales caídos en la trampa del invierno A lo lejos una canción de despedida se quemaba en el fuego del atardecer Mi hermano era un potro color noche salpicado de rocío ardiente Cabalgamos sobre un campo de afilados cuchillos Potro y jinete comulgábamos el viento azul y cansados dormíamos en la hojarasca de la arboleda Celebrábamos la muerte desde un corazón acelerado y musical de pájaro

II POR LA MAÑANA encuentro vestigios de las correrías nocturnas Toco un hueco en la almohada y a mi lado hay una forma imprecisa dibujada en las sábanas Toco lo que vive en mí Mi lengua es como un río Mis dedos árboles orillando el río Mi hermano un viento de agua con olor al lejano país de los caballos


donde la sangre del sueño gotea sin peso Algo encantado me trepa desde la tibieza de las sábanas Se evapora el día En la cama florece el verano III MI HERMANITO me visita a diario o yo voy hacia él Lo busco Busco su imaginación jugando con la mía Su mirada en mis ojos Mi hermanito no es recuerdo ni ceniza Está detrás de todas las montañas cercano al mar de aguas sin fin Y no es un dios Puede ser el resplandor de la hoguera o la hoguera sin leños donde arden los ángeles Puede ser Lo cierto es su peso pues cuando lo levanto tambaleo Entonces caigo en el sueño y vivo en su muerte como él en mi vida IV ME HA VENIDO la idea de que mi hermano quiere instalarse en mi vida Después de años encontró el camino de vuelta Y está muy a gusto Anda entre las cosas choca con ellas Respira un aire resuella un viento porque está vivo Como todo niño tiene enojos y caprichos también inexplicables alegrías Ahora duerme Siento en el pecho un nido de pájaros Una puerta se abre hacia el jardín de las delicias Los frutos brillan en la oscuridad como joyeles del alba


V ACABABA DE cumplir siete años cuando murió Manuel Alfonso A Foncho yo lo aventajaba un año Enfermamos en la primavera del ´45 Caímos juntos a la cama con vómitos y convulsiones Una tos seca nos pulverizaba el pecho Me acuerdo de unas ganas enormes de comer helado de duraznos Duraznos frescos dorados y jugosos de suave pelusa Las compresas frías en la cabeza y en el bajo vientre alivianaban los ardores del delirio Mientras jaculatorias rosarios y sufragios eran susurrados siseados bisbiseados por las mujerucas familiares Cuando finalmente salí de mis sopores estaba en otro cuarto Me pareció el de las visitas Pregunté por Foncho Silencio Pregunté de nuevo Alguien mi madre seguro dijo lo acabo de ver está jugando bajo el paraíso del último patio con los juguetes del Niñito Dios

ASUNTO DE FAMILIA I A LA DISTANCIA están los venerables María Díaz principal de la heredad agreste vestida con los trapos grises y ajados de la desventura Joseph Simeón echado junto a las ganaderías del cielo mientras cuenta lívidas monedad de escarcha Ramón Antonio adolescente en las Invasiones Inglesas joven en el Ejército del Norte


y después viejo en la doctrina de la Santa Madre Iglesia La Baldomero bisabuela morena tan señora que desde un banco de jardín romano la falda apenas levantada en un blancor de enagua apunta hacia el destino de un álbum de fotografías Juan Alfonso mi padre de ojos de mirar fugaz acaudalado en mi corazón tras la impostura de la muerte Tengo sus retratos grabados en un agua de memoria pizarra glacial colgada en el entrevero de los mundos II NADIE tuvo su muerte propia Siempre la muerte fue un asunto de familia Había sueños con madres vueltas a la vida y tíos de tos seca en alcobas sin aire Se hablaba de la Resurrección de la Carne en refulgente Valle donde el clan se reuniría amoroso y tibio acolchado en vida eterna Incontables abuelos esqueléticos florecerían en cuerpo virginal incorruptible Sin embargo la muerte se oía en los velorios como una hedionda sonata mal ejecutada Cumplido el entierro comenzaba el olvido y entre platos humeantes y disimuladas sonrisas en el comedor iluminado la avidez y el deseo tocaban su tambor de vida Después de sepultar a todos estoy a solas con mi muerte Ya no es asunto de familia A pesar de alguna aparición en sueños Padres y abuelos están bien muertos He logrado apaciguarlos Darles el descanso final El saludable olvido


ASILOS I AL CAER la última gota de luz nos aguarda Juan Sebastián en su noche empolvado de estrellas Los sentidos flores veneradas se abren ofreciendo el más gozoso néctar Morimos al roce de la música como dioses de un cielo vulnerado II ABSCHIED Hay un temblor de aguas vencidas cuando canta el gallo Es medianoche Llora la niebla y la familia parte en un coche de duelo La casa flota a la deriva La casa es la berlina en la senda del miedo Los caballos huyen por valles espesos de niebla A orillas del camino charcos de agua oscura y árboles raleados enardecidos por el viento Arriba un cielo de ominoso manto La berlina gime tragando leguas En el pescante el padre con ojos de brasa dueño del látigo y la distancia Adentro un tufillo cálido une a los hijos Sueñan despertar al lado de aguas claras y armoniosas con la madre que los espera sonriente Pero la oscuridad no terminará nunca el padre lo sabe y azuza los caballos para llegar al sueño Lejos ha quedado todo lo que amaron

III EL VIENTO sacude el follaje del árbol de oro Y las hojas suavemente doradas del oro de las emociones lastiman en dulce atropello La piel del sueño unce su fiebre al desencadenado vendaval y la Fantasía op. 17 y las Hojas del Álbum y todos los lieder escritos o por escribir y todos los vasos de alabastro y cálices de plata


conteniendo los sonidos del mundo los sonidos fastos y nefastos que golpean a la débil puerta del alma de Robert en bataholas o en puntillas en ejércitos solemnes o en visión o extasis están ahí derramados erguidos flatulentos como banquete en una zona deliciosa del cosmos desgranados collares de la auroras dolorosas y de las noches con fermentos del sexo más insoportable Robert niño adolescente padre amante busca la mandrágora de los bosques donde los sabat son flores de carne y fuego En otros años habría y un Bateau iure Navegando sobre el Orinoco o el Amazonas adornado de sonidos arrancados a Dioniso y de parfumes frais comme des chaire d´enfants tañido de Baudelaire en el aire de la tarde y que luego Rimbaud yDebussy graban en la estela fugaz del deleite tesoro tejido con la seda inmortal de capullos de mariposas de un continente perdido Pero Schumann desde la sabiduría de las emociones nos enseña a través de su música en un lugar de la tierra donde la siesta permite el desborde de los sentidos que la belleza es la mirada espejándose en el caudaloso mundo IV EL ARCO del viento se desliza abriendo ventanas y las teclas de un piano semejante a un corazón a la deriva golpean cuerpo adentro Por las ventanas despejadas la nieve del sueño pasa como un tren de hojas desfallecidas Alabados sean el canto del pájaro el árbol que el otoño dora la lumbre del invierno cuando la familia se acolcha en el sueño y canta el canto de la extinción


V a Edgar Bayley, in memoriam TREPAS por las paredes del aire y te encaramas poco a poco al balcón más alto del firmamento Al subir te despojas de los pesados cuadernos de estética para quedarte a solas con la poesía En tus labios una leve sonrisa nos hace adivinar que tu muerte no es la muerte sino el poema que soñaste escribir toda tu vida

VI A Enrique Molina, in memoriam EL POETA parece dormido y su corazón sueña un poema río de oro entre los mundos en sombra El poeta es un tornasol adolescente en las praderas de la noche Duerme y despierto seguirá soñando el sueño de lo real ¡El mar! ¡El mar! Como un animal echado el mar Su cuerpo es el espejo donde la noche guarda los perdidos paraísos ¿Hay algo bajo las cenizas? ¡El mar! ¡El mar! El poeta parece dormido en la nao que boga hacia una isla incierta donde se alzan las casas de los sueños y los verbos se confunden en infinitas lenguas y la tierra es la madre surgente del mar desnuda ciega púber y lúdica pluvial ¡El mar! ¡El mar! Cantan las estrellas en la noche Como sirenas cantan Y un aire de belleza infortunada sopla por los campos glaucos que se pierden en el mar


POEMAS CON ÁRBOLES I Cuando el Señor formó las criaturas fue sacando de la oscuridad fragmentos de una existencia anterior Compuso al rey de los oquedales con el falo de un cíclope y los tules ásperos de la Diosa Los antiguos colgaron ofrendas de sus ramas Primero el corazón de un adolescente Luego la cabeza del enemigo Después muñecos de pan y géneros labrados junto al hogar El espíritu del Árbol se complacía en los sacrificios y dones y las libaciones calmaron su sed Los obrajes del destino no han dañado las joyas escondidas en sus raíces de diluvio y los irisados cuarzos sobreviven entre la misericordia y el sueño salvaje A la hora de la siesta bajo el algarrobo un mancebo solar desangra su piedra de aceite en el cuenco lacio del príncipe de los diablos

II <La dicha que yo atesoro no podré alcanzarla nunca Está rodeada de espinas como la flor de la tusca> Un día seré como vos espinillo churqui en la loma apenas hueso de palo atesorando el invierno Y cuando sople la vida compañera de la muerte en las abras de los cerros florecemos fragantes amarillos delicados


III Es septiembre Las novias urden sus coronas de azahares y los novios destilan dulce jugo semejante al de la caña de azúcar Humea un incendio rosa en la falda de los cerros El deseo tiene el color del lapacho florido país rosado donde empieza la mañana IV Ha llegado octubre Cielo y tierra se acoplan en atronador celeste Toda la gracia carnal de los ángeles encadenada al tarco halo de cielo ráfaga de Dios que se aloja en el corazón del monte V ¡Mistoles! El gran abanico del sol calcinaba el plumaje del monte y la paloma salvaje alta melancólica discurría en los dominios silenciosos de la iguana ¡Mistoles! Entonces los días eran un soplo de fiesta un destino feliz y nuestras risas alegría en el umbral de los adioses ¡Mistoles! La siesta amarillea y se desgaja lánguida por el bosque de cielo verde juega con el cuerpo de dioses cautivos en osario de fragancias mientras lejanas voluptuosidades arden sobre un lecho de drupas coloradas


VI Un nombre para el verde oro Laurel Un nombre para el semen oro para el verde heráldico Para la esmeralda negra un nombre Laurel Un anciano real preside las jerarquías del bosque Laurel La lluvia tiene calor de ijares Laurel El trueno cincela una diadema sinople Laurel El agua sexual enquista las parásitas las comedoras de aire los gusanos de las putrefacciones en el torso verde oro del laurel

VII Del vientre de la tierra al vientre del árbol el agua Por venas oscuras a flor semilla luego a copo aventado Prendido a la ladera yuchán aguarda la lluvia Borracho de jugos tenebrosos al borde del abismo yuchán se tambalea VIII Estaba plantado en el lindero y su sombra era de todos los dominios Días afortunados cuando bajo el pacará escuchábamos los balidos del viento o la risa de los dioses Todavía su fronda lavada por las lluvias es la casa sin puertas donde el verano


como un caballo de brasa alzado en pelo nos guarda IX En lo hondo del sueño bajo la luz del mediodía los chañares resplandecen El olor antiguo de sus frutos maduros su dulzor de miel salvaje es la bellísima emboscada que la memoria nos tiende Ahí está el lugar de los dones Y toda nuestra genealogía los ayuntamientos olorosos de todos los abuelos son la danza de una caballada estelar a la puerta del ojo de la muerte Bodas Uniones ilegítimas pederastias inconfesadas zoofilias sodomización de los guerreros al fondo de los espejos de la fiebre como un gran poema bailando en el corazón verde del árbol de la miel X He dejado hace tiempo el país del quebracho Desde entonces trato de recuperarlo Con gesto religioso reúno los confines y asiento mis reales en el suelo pardo donde el paaj cosa alada cosa que vuela protege al príncipe altivo flechando al que busca turbar el sosiego del bosque En la copla del pueblo yo soy como el quebracho cuanto más viejo mejor La cáscara va cayendo va quedando el corazón


XI Recogen los azucarados frutos donde el dios atesora su fuego En vasijas de tierra cocida maceran las delicias del trueno Se enjuagan las bocas y beben el vino Entonces el molle exhala su alma Se instala en los labios de los malamados en los ojos tristes de la mujer subida a la muerte La embriaguez de los fermentos los desgarra con su zarpa de color feroz

XII Revienta en flor la savia del monte Mes de la vestidura gualda del perfume entre agrio y melado del país real Real de realeza en el orden de los cielos y de una tierra de mayorazgo de vientos Erguida en el secadal la brea se aproxima al deslumbramiento de las arenas cuando el sol brilla en su gloria chorreante ¡Alto clamor derretido! ¡Antorcha de oro! Desde el cenit hasta la randa de flores el amarillo imprime un incendio callado La corteza nupcial de la brea por donde circula la floración del lacre derrama un lloro caliente para sellar el malamor


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