temprano en el aire
Laura Forchetti
y acaso, alguna vez, yo, la que anduve vagando por afuera de la vida
alfonsina storni
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1-
he visto pasar dos mujeres del brazo a las tres de la tarde bajo el silencio que se enciende como una lámpara
y en la siesta suspendida del violeta dulce de los paraísos viene aquel verso van pasando mujeres a mi lado
hemos sido una vez mi abuela y mi madre y yo con el niño dormido que obligaba a los secretos en la serenidad del aburrimiento
nuestras voces atraviesan los años todavía
algo nos contábamos
ahora el calor devuelve los paraísos
voy por la misma calle por donde la vida se desperdiciaba sobre el tedio sin dolor cobijada en los nombres repetidos
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las lĂneas femeninas sucediĂŠndose
hablamos con mi madre hace unos dĂas la abuela ya no estĂĄ y los chicos llenan el aire
el tiempo tiene una intensidad insoportable
y la vida que va como si no importara
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2-
las flores cereza de los ĂĄrboles sobre las calles lentas revelan algĂşn secreto de los vecinos algo que ignoro en sus nombres
entonces pienso en amarlos
tan lejos tan aburrida
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3-
el olor a la deriva de las manzanillas
un caballo puede devorarlas de seis a siete a.m.
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4-
siempre la muerte es un gesto ridículo
pienso en delmira agustini la imagen del cuerpo atravesado
sobre el corazón la herida
tendida ahora en la cama del marido
de la mano de él muertos los dos
la desnudez expuesta como nunca
encendida por la pasión a los veintitantos años
una fotografía clausura la palabra las metáforas el cuerpo perdido en ese gesto
ya no se leen los poemas 7
dispuestos para los cirujanos
la carne que no florece mĂĄs de sol tras las ventanas
queda el escĂĄndalo:
seis de julio de 1914 dĂa fatal de la nena
anota el padre en una libreta
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5-
querida amiga:
todavía está oscuro igual he abierto la ventana frente a la acacia
le quedan flores del verano se irán perdiendo de a una sacudidas por el viento de mayo el aire frío
todos duermen puedo pensar en mí como antes
escribir cartas para hablar de estas cosas de lo que tarda en llegar el día
los sentidos puestos sobre el papel blanco bellísimo y el movimiento liviano de las palabras
pienso en la imagen a través de la ventana cuando llegamos a tu casa:
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las nenas y el bebé en brazos dormido
miraste alguna vez la luz cómo cae sobre los árboles avanza hace círculos
dibuja
para qué escribimos
esta paciencia que espera el silencio que se detenga el día
flores de la acacia
ahora en las habitaciones la mañana entra lenta habilidades de la lluvia
leo otra vez la carta antes de cerrarla
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6-
hacer que una cosa no pueda verse por dentro
hacer que lo que estaba abierto deje de estarlo
echar la llave
juntar las partes que se hallan separadas los pรกrpados los labios las hojas de un libro las tijeras
cercar vallar acordonar
plegar una cosa que estaba extendida la mano un abanico un paraguas
cicatrizar las heridas
llegar la noche
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a su plenitud
cargarse de nubes el cielo
juntarse unos con otros los pĂŠtalos de una flor
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7-
sobre el vestido negro en la fotografía la flor del hibiscus reúne toda la luz en su naranja intenso
enorme abierta como un ojo en la sombra húmeda
la mujer corta la flor para mí -no puedo detenerla-
sólo quería mirarla sobre el follaje oscuro en la pared de ladrillos
soñar que ilumina la noche en el silencio de tres siglos de la casa
encendida en el patio de tierra
su nombre de flor sobre mi memoria
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la abuela lo decía casi en secreto como si no quisiera develar su presencia:
rosa china en el jardín de entonces
las palabras encontradas en la infancia densas como objetos que pesan en las manos que huelen
era lo exótico: plumas de pavo real porcelanas seda roja sobre seda negra
cinco pétalos naranja como una palma
en la fotografía la flor que cortó la mujer sin darme tiempo para decirle que no es nada
una imagen
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atraves贸 los a帽os como fuego
la rosa china ilumina el patio irreal de la abuela que sale a cubrirla con delicadeza contra la helada en el invierno que vuelve
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8-
los niños duermen
anoto silvia plath en el margen superior de la hoja
una lámpara encendida en la habitación los pies helados en la casa helada bajo las copas húmedas de los árboles
él ha dejado una lista de poemas para que escriba una lista de supermercado que llevo en el bolsillo
pero yo escucho la respiración de la niña y el niño
ese silencio que rodea las ventanas -una aparienciaabajo la tierra prepara sus nacimientos
y la muerte se alimenta de movimientos involuntarios
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en la mesa los papeles reclaman alguna intervenci贸n
escribo con el desorden de la urgencia
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9-
los escucho trabajar sobre mi cuerpo en la luz calar flores rojas delicadamente
no se puede traer papel y lápiz aquí sólo el corazón en la pantalla
no se puede ellos con los guantes sucios que yo escriba mientras trabajan con pequeñas tijeras metales precisos
no puede atada con las agujas la mano mía
o sostener la cabecita del niño
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cuando me huele desnuda a su boca
que no se arranque los delgados tubos que han puesto los bordadores
no pida lรกpiz y papel
mientras trabajan con hilos sobre mi cuerpo
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10-
duele sobre la mesa el aire lleno de jazmines
así el dibujo: el jazmín intenso y dos rosas demasiado abiertas en una taza blanca
traje el jazmín del patio -el primero este diciembreahora no puedo dejar de mirarlo la casa se ha vuelto agua de perfume
el contraste denso entre el jazmín recién de blanco y las dos rosas abiertas cediendo a la muerte
paso la noche velando 20
esta imagen y no hay forma de retenerla
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11-
un error pequeño sucede a veces en los colores de la naturaleza
como esta mañana -san martín casi esquina fuertesun duraznero de jardín sin hojas lleno de flores blancas
y una rosa fucsia intenso ajena
a veces tengo ojos sólo para eso
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12-
el calor de la siesta la sombra de los ĂĄrboles sobre mi cuaderno la piel bajo los dedos el agua de la luna por la tarde la luz el viento en mi cabeza madrugadas hĂşmedas de la plaza los olores
nada poema vacĂo canto de los gallos
y sin embargo:
la mesa
la silla
todo se sostiene en lo liviano
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13-
mendiga en budapest o en bahía blanca hablando sola en los estacionamientos
busca restos de cigarrillos suerte que hoy no hace frío se puede estar sentada al sol los empleados se ocupan de lo suyo
la encontré esta mañana en una estación de servicio
una misma y otra doble de lo que no hemos sido
no sé si decirle a mi marido que ella está ahí
mirala se me parece pero las zapatillas
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los bordes cuidar los nenes
yo bajaría es lunes diez de la mañana no tiene trabajo parece que no me ha visto
puedo hablarle que me reconozca hermana en la voz
no me atrevo
la miro cuando pasamos junto a ella nada sucede que me delate
se mantiene ajena perdida de mí
saber en el límite de la mirada que a una le pasan otras cosas en sitios donde nunca ha estado en otras lenguas
volvemos a casa
los silos que dibujan el silencio
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las bicicletas la manzanilla que te regalan
el resto es de ella
los nenes estรกn pidiendo comida
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14-
armamos un rompecabezas
su pequeña mano busca las piezas naranjas diminutas de la pata del zorro
el hocico oscuro
más arriba la foto empañada con la respiración
y el frío que se ve en el color del cielo y de la arena
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15-
tierra quemada de los girasoles azucenas de lengua de tigre el patio lleno de amapolas malvones para pintarnos las u単as los tulipanes que trajiste de esquel violetas mojadas calas y hortensias para el cementerio las camelias de los libros y una magnolia que me llenaba la mano
el hambre de las flores las mudas
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16-
temprano en el aire junto jazmines como si bordara o escribiera
uno a uno en un vaso de barro
hay que dejarlos secar para hacer té cosecharlos antes de que caigan a la tierra
perfumo mi mano que va entre las hojas amante
el día se detiene en este acto dispuesto para vos pero no ves
demoro el trabajo del amarillo y el mío
la gata huele alrededor la mañana que no conoce 29
espirales que hilvanan los jazmines mientras caen
y todo contiene la respiración para que no se apague la minúscula luz la agitación blanca del viento
todo contiene la respiración menos mi mano que borda o escribe entre las hojas
deja que el tiempo haga su parte
como si cada cosa fuera sólo perfume -y qué más hace falta-
digo el ritmo de las sílabas de idea co-mo-un-jaz-mín-li-via-no
pétalos de mi voz apenas sostenida antes de deshacerse que-cae-cae-cae
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17-
acaso preparar alcauciles requiera cerrar los ojos
que guíe la flor el trabajo en círculos sobre los pétalos
-aunque entonces no vería el corazón violeta-
pero el alcaucil pide la desnuda paciencia de la mano
que después lastima y oscurece
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18-
podrías haber sido vos la mujer morena con ojos rápidos ojos de encontrar bayas
vos sabés la atención en lo vegetal buscar hongos bajo los pinos después del verano
esa mujer digo que le vendió las frutillas a katherine mansfield y a su amiga anne
hay un mar en el poema
podría ser el mar que vemos desde el patio de tu casa donde crecen las frutillas como la tarde que comimos frutillas
tenías los dedos manchados de rojo vivo 32
entre botes de madera y cina-cinas
las cuidé todo el invierno dijiste tu mano las lavaba una por una en el agua de la manguera
hablabas de las que crecían en el campo cuando eras niña
tu ojo preciso descubría con dedos de siesta las maduras
como katherine mansfield y a su amiga anne tuvimos alas frutilla en el aire
y fuimos ellas dos de espaldas a la pequeña vida jugando a enamorar mariposas
sírvanse unas frutillas dijimos
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19-
las tunas alumbran el viaje con sus flores naranjas hieren las manos hasta sangrar
de dulzura arde la boca
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20-
una cigĂźeĂąa nos da la hora en blanco y negro
el entrevero de sus plumas o casi
las aves son necesarias al regreso seĂąalan los puntos donde detener la mirada:
patos
garzas
flamencos
bandurrias
las nombramos con el dedo izquierda y derecha siguiendo una lĂnea en el mapa
vamos perdidas tras el aroma de la lluvia alertas a un aleteo:
se levanta entre los pastos altos los juncos un instante un redoble y de nuevo
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los alambres en fila el horizonte
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21-
señalo alguna cosa salimos del camino para verlo
justo antes de la noche en la orden de reunirse garzas blancas sobre las ramas de un árbol oscuro a orilla del río veinte o treinta dispuestas como magnolias
por momentos algo las agita se desordenan un barullo después mansas a esperar la oscuridad
de este lado del río la luna se dobla un pétalo un perfume
pablo y las nenas de marta hacen silencio se les enfrían las caritas con el aire último de la tarde
mañana vamos a dibujarlo
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el árbol de las garzas en mitad del otoño
las ramas vacías se encienden como lámparas preparando el sueño
observamos desde la otra orilla
el agua se torna más brillante cuando baja el sol hace espejo
nunca vimos tantas
en cuclillas la frente lastimada entre las plantas bajas un escondite
no volver a casa mirarlas para siempre encender un fuego sobre la tierra las rodillas mojadas
contarnos secretos como las garzas
que ahora empiezan a hablar mueven lento las cabezas se hamacan
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con la vista buscan la luna
que ha quedado a medio camino casi transparente sobre el agua
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22-
echo la cabeza hacia atrás para verla
aquella pequeña historia que me contaste
veinte de julio del 69 en el campo tu mamá señalaba el cielo las formas -hay unos hombres allí esta noche-
en la luz de la escarcha la tierra parecía desnuda sólo
el movimiento de los animales las horas lentísimas y la mirada
con la cabeza hacia atrás las lágrimas bajan por las orejas la línea del cuello el pelo
queman los ojos de mirarla
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como si de ese gesto dependiera la eternidad
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23-
todavía no llovió cruzo mi pueblo bajo el silencio domingo medianoche
envuelta en un chal que he tejido yo misma
y en el gesto de doblarlo sobre mis brazos ha venido a mi boca un poema de dickinson
como si lo más mínimo fuera infinito –para mí-
tan lejana yo de su lengua de los detalles de su casa de sus libros religiosos
pero sin embargo aquí doblando un chal sobre mis hombros mientras camino por la noche vuelvo a ser ella mi hermana vestida de blanco
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una conversación abierta como un río que avanza en desorden llevando la sombra de la luna casi nada
la suave intimidad de dos mujeres que hablan en voz baja
reunidas en el azar de un gesto
ese rostro que se acerca tiene mis ojos tengo tanto que hacer
los versos en la oscuridad donde me conozco:
la piel erizada de frío los juegos con las estrellas el acto inútil de poner flores en un vaso
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24-
aquí no es la calle lequerica los paraísos bajo la lluvia
es la tristeza mínima y abstracta sin detalles para enumerar
sentarse afuera con el cuaderno sobre las rodillas
que no sea júpiter donde señala mi dedo como si ayudara saber los nombres de las estrellas o de las plantas que huelo desde aquí al otro lado de la manzana
pienso en esos árboles
si caminara una cuadra apenas me cobijara del agua 44
bajo las flores
caerían en mi pelo enredadas las traería a la cama
que me pase la mano por la cabeza la almohada llena de pétalos violetas se los lleve a la boca oler a esas flores
pero está demasiado triste y yo no me muevo del sillón el cuaderno sobre las rodillas en la puerta de casa
sin pensar en las flores de los paraísos desparramadas de mi pelo a las sábanas como palabras de amor
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25-
bahía blanca el baño está pintado de rosa
cuando veo mi rostro en el espejo pienso en la música de marguerite duras que leíamos ayer junto al mar
sabemos que cierto final es inevitable
en algún momento del encuentro en el hall del hotel ella podría ir al baño mirarse al espejo
entonces vería los rasgos como los vi
la pequeña brasa con su luciérnaga
sobre todo la mirada me parece
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una lĂnea de noche descorre la banalidad de lo que se dice
despuĂŠs del amor y del infierno las cosas suceden en la corriente del agua
la intermitencia de abrir y cerrar los ojos
el relato requiere una primera mentira
afuera son actos ordinarios cruces del azar
deseo la alegrĂa y el miedo
manos lengua que no se conocen
el filo de volver a desnudarse temblando
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¿me pide que le cuente la felicidad?
vuelvo a la mesa las cabezas inclinadas sobre los platos las suaves sonrisas el diálogo hecho de palabras materiales
quisiera preguntarle si me ha sido infiel alguna vez
al sentarme veo a la mujer en el delicado gesto de cerrar persianas antes de dejar la casa
sus ojos a través de ese movimiento una vez más ahí después ya no
soy la única que te está prohibida
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sobre el final del verano que duerme adormece
los días tendidos a nuestros pies
densidad de la luz que no agita la sed
pero si viene la lluvia la esperanza suave del agua
hunde piedras descubre raíces
vuelve la vida húmeda los dolores abiertos el frío en las astillas del aire
¿cuánto dura el otoño?
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¿cuánto tarda en disolver el rojo?
una espina delgadísima en el párpado
el mundo recupera sus detalles cenizas
quiero escribir eso
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27-
me desvisto frente al espejo
este acto simple algunas noches recorta imágenes fragmentos como si mi cuerpo viniera de lejos
hoy por ejemplo me saco las medias miro mis pies cruzados de líneas azules tibios
algo destacado en la serie automática de desvestirme
muevo mi mano sobre las venas la escritura que cruza los huesos finos del empeine
el cuerpo devuelve los años
el aire que ha respirado
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me acuesto desnuda en esta piel que ya no brilla
el blanco y el azul son los colores de mi cuerpo y los pequeños lunares las pecas
la luz de la lámpara acentúa detalles mínimos vuelvo la atención a ellos como si aceptara el regalo de un ramo de flores
frente al espejo detenida en las marcas leves
el deseo intacto el perfume que viene de dónde lenta un poco cansada al final del día los pies con sus venas el blanco excesivo
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de la piel
mi cuerpo empieza a envejecer
pero tiembla
como si no supiera nada
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28-
no espero que el tiempo empiece otra vez mientras duermo
ni que el mundo ordene los pequeños trazos que mi alma habita
por qué dios habría de ocuparse de mí
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epílogo
Me dicen: duele mucho. Lo sé. Por otra parte, después de que sufrí el incendio cuanta gente encontré que se había incendiado. Parece que es un hábito. Clarice Lispector
la mano que escribe se pierde en el fuego arde con los papeles herida
no vuela en el aire después mientras alisa el cabello o se perfuma
hay que esconderla
escribir se vuelve un acto secreto
ya no acaricia en el dolor de las cicatrices
perdida en el gesto desesperado de salvar
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algunas notas
la mano que escribe -esto no debo decirlola que muere
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Notas a los poemas
he visto pasar…pág. 3: sobre el poema “Van pasando mujeres” de Alfonsina Storni, del libro Alfonsina Storni Obras, tomo I. Editorial Losada. temprano en el aire…pág. 29: sobre el poema “Como un jazmín”, de Idea Villariño, del libro En lo más implacable de la noche. Editorial Colihue. podrías haber sido vos…pág. 32: sobre el poema “Frutillas y el barco a vela” de Katherine Mansfield; del libro Té de manzanilla. Editorial Bajo la luna. todavía no ha llovido…pág. 42: sobre el poema J443 de Emily Dickinson, traducción aún inédita de Delfina Muschietti. bahía blanca…pág.46: sobre el libro La música, de Marguerite Duras. Editorial Bajo la luna.
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