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Biblioteca de Sombras

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La verdadera historia de la conquista de la Nueva España (Primera parte)

Ernesto LUMBRERAS *

GUADALAJARA, JAL.- El título de la obra clásica de Bernal Díaz del Castillo encierra equívocos y polémicas. Para empezar, el término “historia” prevalecía a comienzos del siglo XVI como el ámbito de la ciencia dedicada al estudio de acontecimientos pasados a partir de la recolección de fuentes y testimonios diversos. El canon de Herodoto y Tácito estaba vigente para los historiadores del Renacimiento europeo. En el caso del presente libro hay lo primero —asuntos relevantes— pero no lo segundo. En tanto, el soporte científico del contenido brilla por su ausencia. ¿Qué raro espécimen libresco sostiene entonces nuestras manos que nos seduce con hilos tan sutiles como los cuentos de las noches arábigas y con imanes tan poderosos como los que yacen en los capítulos del Amadís de Gaula o de La canción del Roldán? En efecto, en La historia verdadera de la conquista de la Nueva España hay modelos literarios que sirven de andamiaje para montar su vigoroso y ondulante flujo narrativo: el de los cantares de gesta, el de la novelas de caballería, el de las adaptaciones de poemas épicos de la antigüedad grecolatina...

Pero también hay instinto y gozadera del habla popular, insumisión y aventura para decir con palabras viejas realidades prístinas y vírgenes.

En este caso supremo lo que encontramos en la narración de Bernal es “una historia muy personal” en torno de un complejo y vasto inventario de sucesos epopéyicos, pero también grupales e íntimos, recapitulado 40 años después de ocurridos. Una crónica de la memoria de un veterano de las expediciones y batallas que desembocaron en la conquista y sumisión de los pueblos originarios del México antiguo. Un vaciamiento subjetivo, inmediato y sanguíneo de hechos vividos en las mocedades de un soldado que fue actor secundario y testigo primerísimo de acontecimientos mayúsculos que cambiaron el curso de la historia en Europa y en el nuevo continente.

La segunda palabra problemática es el sustantivo “verdadera” que en su enunciación delata una impostura y una patraña, anteriores por supuesto a su versión compendiada en este libro fechado en Guatemala en 1567. Esa tensión y esa denuncia se manifiestan en los primeros renglones del libro, estímulo e inspiración ciertamente para que el viejo conquistador se decidiera a tomar la pluma o a dictar su historial de aventuras guerreras. Los falsarios tienen nombre: López de Gómara, Illescas y Jovio; especialmente el primero será desmentido una y otra vez por Bernal del Castillo en el devenir de su saga. El antiguo capellán de Cortés, hombre culto y versado en latines, publicó con éxito y relevancia en 1552 su Historia de las Indias, libro que reúne en su segunda parte La conquista de México, una verdadera hagiografía del capitán extremeño. El soldado Bernal Díaz le enmienda la plana en 70 ocasiones según la contabilidad de Christian Duverger, echando en cara que ese cronista “cuenta de oídas” según confesiones de malos informantes. Aunque está al tanto de la relación Cortés-de Gómara, el anciano soldado no salpica la autoridad del legendario capitán, no mancha su honor con el embuste de cambiar los

sucesos sean estos relevantes como el acuerdo del hundimiento de los navíos o baladíes, tipo el salto de garrocha —técnicamente inverosímil— de Pedro de Alvarado en el canal de la laguna en la llamada noche triste del 30 de junio de 1520.

*Ernesto Lumbreras (Jalisco, 1966) Su libro más reciente es Santo remedio (Petra Ediciones, 2017). Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

lumbrerasba@yahoo.es

Apuntes en un café

(antes del fin)

Edgar SAVEDRA*

I

Aun los amaneceres sombríos son amaneceres. Y cuando pasa lo peor de la tormenta un café nunca se desdeña, lo que, es más, las agujas del Reloj del Juicio Final nos regalan todavía un poco menos de dos minutos para otro shot de cafeína. Tenemos tiempo para celebrar y seguir echando a perder algunas cosas más. Es el antropoceno en su máxima expresión. II

El ser humano siempre ha tenido fascinación por su propia destrucción. Ha creado magníficas fabulas cinematográficas para exhibir su más frívolo o grotesco victimismo. Claro, de vez en cuando la realidad lo supera. Entonces sufre como gato en un costal. En este escenario tragicómico encaja bien la frase de Goethe en el prefacio de un libro de poesía que escribí en 2018 y lo titulé, con todo el glamour fatalista, Acedia. Dice el alemán: «La fantasía, en atrevido vuelo, corre esperanzada hacia la eternidad, pero al caer vencida en la mundanal lucha, pronto se conforma con reducido espacio. La preocupación anida en las profundidades de nuestro corazón y engendra ahí secretos dolores, y se inquieta y aniquila el placer y la tranquilidad. Cada día se nos ofrece con una máscara distinta, en forma de casa o

de palacio, de mujer o de niño, con la apariencia de fuego, de agua, de puñal o veneno. El hombre tiembla ante lo que no tiene y llora siempre por lo que nunca perdió».

III

El imaginario colectivo supera a la literatura fantástica. Leía una revista donde mencionaba que “historietas, programas de televisión, películas y libros, por centenares y millares, tejen historias en torno a un apocalipsis inminente… es como si hubiera un ejército inagotable de fuerzas listas para abalanzarse sobre la humanidad y asolarla: robots asesinos, monstruos de todo tipo, extraterrestres, zombis, fantasmas, dragones, simios, aves, ratas mutantes y avispas gigantescas”, sin faltar, desde luego, virus pandémicos que arrasan con todo alma viviente salvo algunas sabandijas que sobreviven para contar ninguna historia. Esta clase de especímenes somos, creadores convulsos de toda fauna apocalíptica, la que de pronto sufre en sus ensayos pequeños o grandes sobresaltos de su propio fin.

IV

La cosa es seria, sin embargo. El Reloj del Juicio Final existe. No fue creado por ningún escritor surrealista sino por la junta directiva del Bulletin of the Atomic Scientists (Boletín de Científicos Atómicos) de la Universidad de Chicago, Estados Unidos, en 1947. Desde entonces andan los demonios como jugando a la pelota con el alma, dijera Santa Teresa de Jesús. Por ejemplo, a partir de enero 2017 la comunidad científica “afirmó que se ha acercado la hora de la peor catástrofe de la historia mundial”. Dicho esto tuvieron la amabilidad de adelantar treinta segundos antes de la media noche el minutero del simbólico reloj. Es decir que tan solo faltaban dos minutos del desastre global. Hoy hemos avanzando. Poco después de haber iniciado el 2020 los trompeteros del fin han dicho que solo quedan cien segundos para el fin del mundo.

¿A qué estamos decididos antes del primer bombazo?

V A tomar café, sin duda. Según PROFECO el consumo en México por persona es de mil 600 kilogramos al año. Los hombres ingieren 3 tazas frente a dos que toman las mujeres, aunque un estudio de la plataforma Kantar Worldpanel menciona que en nuestro país las mujeres consumen más café que los hombres. Como quiera que sea la media China es de cuatro tazas por persona al año; en Estados Unidos, 250. Y con Italia nos quitamos el sombrero, pues ahí consumen 700 tazas al año.

*Periodista cultural. edgarsaavedra@outlook.com

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