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REPORTAJE

REPORTAJE

El legado de doña Maruca Cesar de Gómez y Agustín Lama, gran empresario dominicano

Por Roberto J. Argüello

Estimados lectores:

Nos da un enorme placer que nuestro articulo de portada está dedicado a un extraordinario empresario, quien preside Grupo Magna, un exitoso conglomerado empresarial dominicano con operaciones en nueve mercados de América Latina y el Caribe. Estamos hablando de Agustín Lama, CEO del Grupo Magna, quien de acuerdo al prestigioso banquero Carlos Julio Camilo, gerente general del Banco Promerica en República Dominicana, es uno de los mejores empresarios de su país y una persona que inspira respeto y admiración. Le agradecemos a Luis Diego Quirós, nuestro director editorial por su entrevista.

Residiendo en la Florida, el epicentro de otra gran escalada de coronavirus en Estados Unidos, veo con gran preocupación que esta pandemia, lejos de acabarse, continúa causando estragos por el todo el mundo. Debemos cuidarnos muchísimo y protegernos, aunque ya estemos vacunados, usando siempre mascarillas y lavándonos las manos constantemente. Esta pandemia ha causado enorme dolor en nuestros países ya que todos hemos perdido algún ser querido por el COVID-19.

También la pandemia ha causado enormes retrasos en el combate contra la pobreza, ya que las economías de nuestros países han sufrido enormemente y como resultado millones de personas han perdido sus ahorros.

Honor a quien lo merece

Recientemente subió al cielo doña Maruca Cesar de Gómez, una extraordinaria, bella y admirada persona, madre de Isolda (q.e.d.p) Alejandro, Joaquín y Miguel Gómez.

Doña Maruca Cesar de Gómez, nació en Granada, Nicaragua en 1923, habiendo dedicado su vida a hacer el bien. Era una artista plástica con más de 50 años de dedicación a las artes. Estudió pintura y dibujo en la Escuela de Bellas Artes de Managua, en ese entonces dirigida por el gran pintor Rodrigo Peñalba. Cuando enviudó, comenzó a pasar largas temporadas en Nueva York y descubrió la escultura en The National Academy of Arts, que se volvió su segunda casa. El ambiente de la Academia la estimulaba y fue entonces cuando empezó a moldear con barro y a sentir que podía recrear volúmenes que veía o se imaginaba. Esculpir personajes en posiciones naturales, cabezas de personas en bronce, así como figuras humanas y sus retratos, son algunas de sus creaciones. Además de incursionar con formas experimentales, geométricas y abstractas, experimentó también con diversidad de materiales como el bronce, yeso, concreto, metal, y materiales reciclados. Algunas de sus obras forman parte del patrimonio cultural del Centro de Arte de la Fundación Ortiz Guardián; asimismo, algunas de sus figuras escultóricas como Santo Domingo, San Francisco y el lobo, y una máscara de Rubén Darío se exponen en sitios públicos de Managua, León y Granada.

Su partida se siente aunque su legado siempre estará presente en nuestro planeta. Le damos nuestro más sentido pésame a nuestros amigos Alejandro, Joaquín, Miguel y demás familiares. A ellos nuestro cariño.

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