Revista Lúdica 3a. edición

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Sobre Lúdica

Sobre Lúdica

Lúdica surge como un espacio para el intercambio de ideas y conocimientos psicoanalíticos estimulando propuestas novedosas que jueguen con las clásicas fundamentales del psicoanálisis. Reconociendo los alcances de los diversos enfoques psicoanalíticos, se abre este espacio para complementar las diversas perspectivas que componen este campo, brindando mayor riqueza al quehacer clínico al estimular nuevas inquietudes y nuevos senderos en la práctica clínica. En estas páginas fundamos un lugar de respeto y diálogo para las distintas teorías psicoanalíticas con el objetivo de inaugurar un nuevo espacio psíquico convergente para quien acuda a su lectura. Si deseas obtener más información, envía tus comentarios o sugerencias a info@revistaludica.com o ingresa a www.revistaludica.com Además puedes seguirnos en: Revista Lúdica RevistaLudica

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EDICIÓN Claudia Castro Claudia Melville Liza M. Zachrisson

AUTORES Andrea Gálvez Alejandra Rodríguez Carolina Rodríguez Paulina Zamora

DISEÑO Álvaro Marroquín EXPRESIONES Liza M. Zachrisson Ricardo Silva

IMÁGENES REDACCIÓN Coralia López-Selva Rafael Aycinena Daniel Gálvez T. Wassily Kandinski PORTADA Gustav Klimt Diseño Jean-François Millet Rafael Aycinena Amedeo Modigliani Imágen Gabriel Caballeros Sofía Novella Mónica Pincheira Contacto: Revista Lúdica 6a av. 6-63 zona 1 0, Edificio Sixtino 1 , oficina 301 Guatemala, Guatemala


Índice

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Sobre Lúdica

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La creatividad: un puente entre opuestos

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De la omnipotencia del analista, al trabajo interdisciplinario

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Las adolescencias de la hipermodernidad: un reto clínico

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Mi mente enferma mi cuerpo: cáncer de mamas

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Escritos

Andrea Gálvez

Carolina Rodríguez

Paulina Zamora de Otero

Alejandra Rodríguez Alvarado

Expresiones

El arte abstracto Ricardo Silva

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Conceptos

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En el taller

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Sobre autores

Intersubjetividad Jessica Benjamin

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Escritos Novedades

La creatividad: un puente entre opuestos Andrea Gálvez

La creatividad se encuentra en un territorio donde se juntan opuestos. Está entre el destruir y construir, el odio y el amor, el mundo interno y externo, y entre lo inconsciente y consciente. Es capaz de destruir construcciones anteriores, presentando al mundo una nueva manera de hacer, de solucionar y de pensar. Refresca, soluciona y converge polaridades, creando lo impensable, por lo que la creatividad precisa de un balance.

La capacidad de imaginación es la que nos dará la posibilidad de crear. Melanie Klein ilumina el tema del mundo imaginario como una manera de autoconservación en la etapa esquizoparanoide. En esta etapa, el yo es débil y primitivo, por lo que se encuentra en estado de desintegración. Escinde o fragmenta su realidad interna y externa en pulsiones amorosas (objetos buenos) y en pulsiones agresivas (objetos malos), sin percatarse que provienen de un mismo objeto. La fantasía es de suma importancia en esta etapa, porque cuando nuestros objetos internos buenos se ven en peligro, la imaginación presenta una realidad alterna en donde el infante se satisface y calma. Este mecanismo se mantiene hasta la adultez y nos permite ver aspectos que no son reales, a futuro, en el presente y del pasado. Esto puede impulsar al desarrollo si se mantiene, también, la capacidad de percibir el mundo externo como es, de lo contrario, caemos dentro de los delirios, juicios de realidad alterados y, en el peor de los casos, alucinaciones. La imaginación también funciona como 3

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medio para destruir objetos percibidos como amenazantes y persecutorios, siempre con el fin de calmar. Por la omnipotencia característica de esta etapa, el infante no conoce los límites de sus impulsos y fantasías omnipotentes y cree que ha dañado a la madre, que ha agredido al objeto que no sólo es amenazante, sino que es el mismo que le satisface y le brinda placer. La madre es la representante del mundo externo y, por su característica de constante, disminuye la necesidad de escindir los objetos en buenos y malos y de proyectar la agresividad al exterior. Al dejar a un lado la proyección, baja la persecución que siente el bebé y comienza a integrar los dos objetos opuestos, con una tendencia hacia lo bueno. Así se comienza a entrar gradualmente a la posición depresiva. En la posición depresiva se deja de escindir el mundo en amor y odio y se comienza a ver como una totalidad, uniendo las dualidades. Es ahora que se percata que el objeto que ha agredido con tanto odio es el mismo que ha amado y protegido. Esto


causa ansiedad, culpa y ansias de reparar el daño producido por sus fantasías agresivas. El infante cree que ha destruido no sólo a su objeto bueno interno sino también al externo y quiere reconstruirse a sí mismo y reparar el daño externo por medio de su amor y fuerzas creativas.

Es en el anhelo de reparación donde se encuentra la creatividad como la herramienta para conciliar los conflictos creados por la agresión. Cuando dejamos de ver el mundo de manera parcial podemos comenzar a crear de manera novedosa: convergen ideas y se hacen asociaciones tanto con lo bueno como con lo malo del mundo, con un mayor sentido de realidad. Es signo de salud, porque se diferencia la realidad interna de la externa y se toma responsabilidad por

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los propios impulsos agresivos y amorosos. Al caer la omnipotencia, se yergue la capacidad de preocuparse por otros.

En la terapia con niños se hace evidente que ellos incrementan sus impulsos agresivos como medio de protección ante el miedo y que se inhiben sus impulsos creativos, imposibilitándoles la expresión mediante el juego y las creaciones artísticas. Al disminuir el miedo, es probable que el niño surja y que los impulsos agresivos se minimicen, pero también surgen sentimientos de culpa y ansiedad al creer que agredieron a otros. Al reparar, se concilia con los que agredió y con la culpa, y logra expresar la ansiedad de maneras creativas y constructivas. Así, la creatividad florece como intento de conciliar la agresión y se convierte en un

"Ola Universal" de Daniel Gálvez Tabush

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"Confusión Triangular" de Daniel Gálvez Tabush

…siendo la creatividad un intento de conciliar la agresión y un puente hacia el amor…

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puente hacia el amor.

Winnicott está en desacuerdo con muchos de los postulados de Melanie Klein. Ambos profesionales entablaron numerosas discusiones acerca de la teoría de la constitución de la psique humana así como de la técnica de psicoanálisis con niños. Sin embargo, el primero coincide con Klein en que la creatividad surge gracias a que existe en el mundo exterior una constante que le brinda seguridad al niño y que le invita a explorar y jugar con los elementos de la realidad. Le da gran importancia al mundo que rodea al niño, debido a que aquél es necesario para llegar a ser y porque al volverse predecible crea un fundamento de confianza. Al experimentar ésta, la persona se siente relajada y puede ser creativa, desplegando procesos de pensamiento que no necesariamente harán sentido. Sin embargo, si no se crea esa certeza y la madre no logra introducir el mundo externo atenuando las fantasías, el niño deberá construir una base propia en qué sostenerse. Esto se traducirá en que el niño no sea espontáneo ni tenga un cimiento sobre el cual construir. El “espacio transicional” entre la madre y el niño se crea cuando la madre permite que su hijo se independice pero se mantiene cerca para brindar ayuda cuando él lo precise. Es un espacio que no está ni dentro del niño ni fuera de él, sino en los dos lugares al mismo tiempo, permitiendo que por medio de la imaginación y el juego el niño pueda crear el mundo a su manera. El Dr. Stuart Brown, psiquiatra, ha investigado a fondo lo que implica jugar y postula que es más que mero entretenimiento. Explica que es una capacidad necesaria que se funda en el momento de la primera sonrisa del bebé, cuando la madre espontáneamente se ríe y juega con él.

Escritos

Durante estos encuentros se activa el hemisferio derecho de ambos, desarrollando el del infante y estableciéndole la posibilidad de ser creativo. Esta idea apoya la noción de Winnicott, que el origen de la creatividad emerge de un espacio transicional que se encuentra en el punto medio entre dos opuestos distintos a los de Melanie Klein: el mundo interno y el mundo externo.

Winnicott no conceptualiza la creatividad como sólo las producciones externas que encontramos en las galerías de arte, bibliotecas y teatros, sino en el sentimiento de que sí vale la pena vivir. Es la manera en que la persona se acerca y percibe la realidad externa. Lo contrasta con la forma dependiente de ser, donde se somete a las exigencias externas para adaptarse y se vive en función de la creatividad de otros, viviendo con un falso “self” causando que la persona no logre ser espontánea ni que asocie libremente ni que tenga una motivación intrínseca, todas éstas condiciones necesarias para la creatividad. El otro extremo es el mundo interno como la manera subjetiva y omnipotente de percibir el mundo. Si se está inmerso en éste, la creatividad se puede ver truncada por ansiedad, la realidad se idealiza y parcializa y las ideas quedan dentro sin poder ser traducidas o comunicadas. Entonces, la actividad creativa, el jugar, se encuentra en un espacio que no puede ubicarse ni dentro ni fuera del individuo. No está solamente en su imaginación y fantasía, ni tampoco está afuera como una producción, sino entre estos dos mundos, como un enlace. Es por medio de este enlace entre mundo interno y externo que encontramos nuestro “sí mismo”, porque al no someternos a lo externo, podemos descubrir las particularidades dentro de LÚDICA

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Escritos Es cuando dejamos de ver el mundo de manera parcial que se puede

comenzar a crear de manera novedosa, porque se convergen ideas y se hacen asociaciones tanto con lo bueno del mundo como con lo malo, con un mayor sentido de realidad.

nosotros. La creatividad nos permite ser espontáneos y libres, no sólo del mundo que nos rodea, sino también de nuestras propias fantasías. Así llegamos al concepto de Winnicott sobre salud: encontrar el verdadero “self” que permite que hagamos del tiempo y espacio algo personal, siendo independientes e invirtiendo dicha independencia en ser responsables de nuestros actos. En la clínica se persigue llegar a crear un espacio entre lo interno del paciente y lo externo –el terapeuta– oscilando entre los procesos primario y secundario. En este encuentro, emergen construcciones, nuevas maneras de solucionar problemas, se abren horizontes y se encuentran nuevos caminos en la vida. El proceso secundario funciona por medio de la cognición y respondiendo 7

a los estímulos externos dependiendo de lo que hemos aprendido de la cultura. Es la manera lógica de pensar. Por otra parte, el proceso primario es la parte inconsciente que promueve el placer buscando satisfacer el deseo sin represión. Aunque la creatividad no solamente usa el procesamiento secundario, no puede abstraerse de ni oponerse a él. Una de las metas de la creatividad es poder contribuir al desarrollo humano, por lo que debe regirse por ciertas leyes: estéticas, como en el arte, o de entendimiento y utilidad, como las ciencias. Lo que Salvador Arieti llama el “proceso terciario” mezcla el pensamiento lógico, necesario para la comunicación, con lo primario para llegar a una creación innovadora. En vez de rechazar lo primitivo, que podría ser visto como arcaico u obsoleto, la

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persona creativa lo toma y lo reorganiza integrando procesos lógicos para llegar a nuevas combinaciones.

Freud postulaba que la creatividad es un impulso biológico necesario para resolver conflictos internos no resueltos y encontrar una solución. Arieti concuerda que la motivación para la actividad creativa viene de la frustración causada por conflictos. No solamente conflictos internos sino, también, los conflictos que resultan de la adaptación del Yo al mundo. Esta adaptación se opone a nuestros deseos, causando que se necesite de una resolución cuando las maneras antiguas y automáticas dejan de funcionar. En este sentido, existe una clara diferencia con la idea que indica que la creatividad surge del juego y se inclina por pensar que su fuente es la lucha interna.


Comúnmente se relaciona la creatividad con la locura porque varios “creativos” famosos mueren por sus propias manos o viven una vida ingobernable. Sin embargo, este prejuicio cae en la parcialización, porque no todos los creativos son locos, ni todos los locos, creativos. Se tiende a la locura cuando se cae en el extremo del proceso primario o mundo interno y el mundo externo viene como oposición, creando más presión y ansiedad. Es necesario el conflicto o cierta tensión porque sin él no existiría la necesidad de solucionar y de encontrar nuevas vías. Y la capacidad de encontrar estas vías se alza desde la base que deja el juego.

En conclusión, la creatividad surge del encuentro entre opuestos, puede ser el enlace entre dos mundos y una solución. Está presente en cada uno de nosotros; sólo es cuestión de encontrar balance y de dejar de lado tanto la omnipotencia como

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la sumisión. Es vivir la vida a nuestra manera, sin olvidar los límites que implica vivir en sociedad y así, ampliar la experiencia humana. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Arieti, S. (1980). New Psychological Approaches to Creativity . Contemporary Psychoanalisis , 287­306. Arieti, S. (1964). The Rise of Creativity: From Primary to Tertiary Process. . Contemporary Psychoanalisis , 51­68. Brown, S. (2008). Play is more than fun . Serious Play . Redmond . Hoffman, J., & Russ, S. (2011). Pretend Play, Creativity, and Emotion Regulation in Children. Psychology of Aesthetics, Creativity, and the Arts. Klein, M., & Riviere, J. (1964). Love, Hate and Reparation . New York : W. W, Norton & Company, Inc. Mijolla, A. d., & Mijolla­Mellor, S. d. (1996). Fundamentos del Psicoanálisis. Madrid : Editoriales Síntesis . Ripesi, D. (2003). Estructura Psiquica (los bebés no existen) . En En la clínica de adultos: Winnicott . Buenos Aires : Comunidad Virtual Russell . Seagal, H. (1979). Melanie Klein . Glasgow: Fontana, William Collins & Co., Ltd. Winnicott, D. W. (1971). Playing and Reality . New York : Routledge Classics .

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Escritos

De la omnipotencia del analista, al trabaj o interdisciplinario Carolina Rodríguez

Es posible que en el proceso de tratamiento con un paciente, el analista realice sus propias limitaciones en cuanto a su abordaje y se dé cuenta de la necesidad de incorporar “nuevos dispositivos”. Lo anterior implicará que, junto con otros profesionales de diversas disciplinas, el analista genere un espacio creativo, que le permita inaugurar un proceso de tratamiento único en función de la singularidad de cada paciente.

Cuando el analista inicia el trabajo con un paciente en clínica o en una institución, se da cuenta que, en el transcurrir de ese trabajo, es de gran importancia “dejarse llevar” por “lo nuevo” (desconocido para él y en ocasiones para el paciente mismo) lo cual va surgiendo en el “trabajo en equipo”, haciendo referencia en este sentido al equipo que forman en ese momento tanto el analista como el paciente. Sin embargo, este “dejarse llevar” se da con clara dependencia de la postura del analista, postura que en el mejor de los casos deberá incluir una actitud en función de este paciente que sufre y que le permita actuar sin intentar introducirlo a la fuerza en discursos, etiquetas o abordajes preestablecidos que poco tienen qué ver con lo que le pasa. De alguna manera, este trabajo “entre dos” implica que el analista “ponga” y a veces “se ponga” en cuanto a sus 9

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conocimientos y experiencia sin que estos conocimientos y “experiencia” lo lleven a perder de vista la subjetividad que tiene frente a él y su sufrimiento. De hecho, el conocimiento y la experiencia deberán permitirle acercarse lo más posible a su objetivo final, el cual será aliviar o minimizar este sufrimiento y lograr que el paciente encuentre su bienestar desde un deseo y una experiencia que sea propia.

Cuando este conocimiento del analista se torna en contra del bienestar del paciente, ya no hay movimientos hacia la salud y por tanto ya no hay trabajo que valga. Así, cuando su “bagaje” y postura hacen del analista un ser aparentemente omnipotente con respecto de su paciente, ya no hay cuestionamiento ni pensamiento que importe y este “dejarse llevar” se convierte en un “ir hacia” y este “hacer” se transforma en “ser”, “ser” que no le permite al paciente subjetivarse ante eso que consulta y mucho menos ante su propia vida.


Más allá de lo anterior, tiene terribles consecuencias cuando un analista se coloca en un lugar de omnipotencia en donde, no reconociendo los propios límites de su abordaje o bagaje de conocimientos intenta, de manera forzada y dejando el bienestar del paciente al lado (salvaguardando así su “omnipotencia”), “curar” a ese paciente ya sea “psicologizando” todo lo que le pasa a éste o maximizando y alargando un sufrimiento que podría ser claramente aliviado en conjunto por algún otro profesional desde un abordaje complementario, más apropiado y especializado acerca de lo que además le pasa al paciente. El analista deberá estar consciente que el padecimiento psíquico de quien consulta – más aún en la actualidad – podrá tener múltiples manifestaciones, desde aquellas que no son evidentes hasta otras que irán surgiendo en el camino y que se encontrarán en el límite de “ su campo” y el de algún otro profesional (pediatra, psiquiatra, pedagogo, trabajador social, entre otros).

Así, el analista deberá en ocasiones verse en la necesidad de ampliar el equipo que inició con él y el paciente (o que a lo mejor inició con el paciente y otro profesional que le consulta) y tener la capacidad de gestar y sostener otro equipo de trabajo

que le permita como analista “abarcar” sin “devorar”, posibilitando así el diálogo y las aperturas a otras disciplinas.

Debido a lo anterior, antes de iniciar cualquier trabajo con su paciente, es importante que el analista logre identificar su función y que reconozca los límites de su propio trabajo. Esto le permitirá especializarse cada vez más en su área y tener la capacidad de trabajar con otros profesionales en áreas que, si bien no son de “su campo”, sin duda pertenecen o pertenecerán al “campo del paciente” que tiene frente a él.

De acuerdo a Acevedo (2008) “es imprescindible la concurrencia de múltiples saberes para interrogar problemas complejos y (pese a la necesidad de sostener las diferencias necesarias) el encuentro con otros modelos ha proporcionado herramientas de valor al psicoanálisis”.

En este sentido el trabajo interdisciplinario permitirá que el analista reconozca los límites de su trabajo pero a la vez que, con su trabajo, le “haga bien” al paciente atendiendo las múltiples necesidades y circunstancias que pueden surgir en el transcurso del trabajo psicoanalítico.

Escritos

antes de iniciar

cualquier trabajo con su paciente, es importante

que el analista

logre identificar su función y

reconocer los límites de su

propio trabajo

Alicia Stolkiner (1999) argumenta que la interdisciplina es un movimiento epistemológico y

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El trabajo

interdisciplinario permite que el analista

incorpore en su propio método de trabajo,

aspectos de

otras disciplinas y por ende pueda de

alguna manera transformarlo

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enfatiza la importancia de la intersubjetividad para pensar la producción de la subjetividad en su relación a otros. El trabajo interdisciplinario puede ser, para el analista, una herramienta de trabajo en función del bienestar del paciente que le permitirá trabajar con un equipo de profesionales de diversas áreas y ejercer un “rol” o “función grupal” en un plano intersubjetivo.

el abordaje del paciente, abordaje que será igual que un proceso de análisis: dinámico (no permanente), sujeto a cuestionamiento por parte de las subjetividades implicadas y, por tanto, humano (no omnipotente) en cuanto a su complejidad, diversidad y naturaleza.

De acuerdo a de León (2005), “…es en esas zonas límite de cada disciplina (en el sentido de tope y frontera) donde se pueden producir nuevos fenómenos a partir de la interrelación e interpenetración de campos de experiencia y de conocimientos diferentes”. Es en esta “zona límite”, este “tope” y “frontera” en que se van generando “nuevas” maneras de pensar, nuevos conocimientos que a la vez tienen un impacto directo en

De esta manera, el equipo interdisciplinario representa un valor para el analista, enriqueciendo sus conocimientos a la vez que le permite cuestionarse acerca de su propio trabajo y abordaje.

Sin embargo, de acuerdo a Stolkiner, “la simple yuxtaposición de disciplinas o su encuentro casual no es interdisciplina”. Parte importante del abordaje interdisciplinario “supone un marco de representaciones común entre disciplinas y una cuidadosa delimitación de los distintos niveles de análisis del mismo y su interacción”.

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El trabajo interdisciplinario permite que el analista incorpore aspectos de otras disciplinas en su propio método de trabajo y que, por ende, pueda de alguna manera transformarlo: “La inserción de psicoanalistas en el equipo establece una fuerte impronta teórica y clínica, pero también se introducen otros modelos que suponen transformaciones respecto del modelo de trabajo de un psicoanalista que recibe al paciente en su consultorio” (Ponce De León, 2005).

El formar y pertenecer a un equipo interdisciplinario permitirá al analista:

• Experimentar un espacio de reflexión grupal, permitiéndole un entendimiento más


Escritos

entender y desafiar a las “fuerzas internas” (y en ocasiones externas) que no le permiten al paciente estar bien.

Para que lo anterior funcione de una manera adecuada, el equipo interdisciplinario no deberá generarse ni ser escogido “al azar”, sino que deberá gestarse sobre una base común, teniendo todos los profesionales que lo integran características convergentes básicas (ética, trato hacia paciente, manera de percibirlo a él y a su padecimiento y objetivo del tratamiento). Así, aún cuando cada profesional piense y ejecute desde un área de trabajo particular, el grupo poseerá características comunes que permitirán que se lleve a cabo un proceso coherente, consistente y finalmente saludable para el paciente.

de Mónica Pincheira

completo del paciente (mas nunca TODO el conocimiento), en cuanto a su historia, lo que le pasa e inclusive las transferencias que se presentan.

• La escucha de otras subjetividades y por tanto de otras perspectivas que a la vez le permita CREAR en conjunto, sin manuales ni “recetas previamente utilizas”, generando un PROCESO CREATIVO que se va construyendo a lo largo de ese “dejarse llevar” por el paciente y por el grupo. •Un espacio que le permita considerarse ente individual, ya que tiene un rol establecido y bien definido, pero que a la vez le permita considerarse parte de un colectivo, de un grupo de profesionales que, tal como él, tienen el objetivo de

El trabajo interdisciplinario exigirá que analista escuche no solamente el paciente, sino a profesionales de otras disciplinas, lo cual le permitirá ampliar y crear, creciendo desde un lugar propio pero a la vez generando y proponiendo junto con otras disciplinas. Freud (siendo él mismo neurólogo), al proponer las mismas bases del psicoanálisis, intuía y sabía que el psiquismo humano era lo suficientemente complejo como para exigir a los futuros analistas la inevitable reformulación de sus propias teorías y técnicas y que esto, en el mejor de los casos, les daría una mejor comprensión de esta subjetividad frente a ellos: “...La extraordinaria diversidad de las constelaciones psíquicas que intervienen, la plasticidad de todos los procesos anímicos y la riqueza de los factores determinantes se oponen, por cierto, a una mecanización de la técnica...”. Es de esta manera como el trabajo interdisciplinario “atraviesa” al analista, LÚDICA

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Escritos recordándole que, al igual que su paciente, es una subjetividad que debe cuestionarse, aprender y movilizarse hacia terrenos que aún no siendo “familiares” le permiten generar nuevas formas de pensar y, por tanto,nuevas formas de “hacer”.

en El Campo Psi. Disponible en http://www.campopsi.com.ar/lecturas/stolkiner

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Acevedo de Mendilaharsu, S. (1998) .La interdisciplina. Revista Uruguaya de Psicoanálisis (en línea). No. 88. Disponible en: http://www.apuruguay.org/apurevista/1990/1688 724719988812.pdfDisponible en: http://www.apuruguay.org/revista_pdf/rup100/10 0­ poncedeleon.pdf Finola y Cols (2003). De identidades y Fronteras. Docta, Revista de Psicoanálisis. (en línea). No. 0. Disponible en http://www.apcweb.com.ar/attachments/062_D octa00­A.pdf

el equipo interdisciplinario no deberá generarse ni ser

escogido “al azar”, sino que

deberá gestarse sobre una base común

Freud, S: “Consejos al médico en el tratamiento psicoanalítico” (1912), Obras completas, Tomo XII, Editorial Amorrortu. Ponce de León, E. (2005) El psicoanalista y la interdisciplina en la clínica de niños. Revista Uruguaya de Psicoanálisis (en línea). No. 100 Ponce de León, E. (2008). Equipo interdisciplinario y clínica psicoanalítica de niños. Abordajes interdisciplinarios y análisis de un caso clínico. Aperturas Psicoanalíticas. (en línea).No 28. Disponible en: http://www.aperturas.org/articulos.php?id=00003 95&a=Equipo­interdisciplinario­y­clinica­ psicoanalitica­de­ninos­Abordajes­ interdisciplinarios­y­analisis­de­un­caso­clinico#8 Stolkiner, A.(1999) .La Interdisciplina: entre la epistemología y las prácticas. Artículo Publicado

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de Wassily Kandinski


Escritos

Las adolescencias de la hipermodernidad: un reto clínico

Las características de la cultura hipermoderna han provocado que las modalidades de llegada de un niño al mundo y las respuestas ante los interrogantes con los que se topan los adolescentes se multipliquen y complejicen al mismo ritmo que las ofertas del mercado, la tecnología y la ciencia. Dichas transformaciones culturales, en las maneras de acoger una nueva vida, dejan muchas veces a los adolescentes a la deriva, angustiados, sirviéndose de objetos anónimos en lugar de vínculos, con una apatía hacia el uso de la palabra y una increencia en el mundo adulto. Sin embargo, y a pesar de ello, estos sujetos plenos de derecho crean respuestas – algunas de ellas auténticas invenciones, otras de ellas, síntomas muy dolorosos – en vez de pedir ayuda. LA HIPERMODERNIDAD

La subjetivación de los hechos sociales de nuestra época no sólo ha tenido repercusiones en las distintas maneras como cada individuo la asume, sino también se ha vinculado a los procesos de socialización y a la “envoltura formal” de los síntomas.

Esta segunda revolución moderna o hipermodernidad, nombre acuñado por Gilles Lipovetsky para describir la época actual, tiene como plataforma de base el cambio de una vida rural y tradicional, a la era de la industrialización, la técnica y el liberalismo económico, en el que lo que triunfa es el capitalismo (finales del siglo XIX

Paulina Zamora de Otero

y principios del siglo XX).

Hacia los años ‘50 y, especialmente en los ‘70, para el mundo occidental la meta por excelencia era el dominio de lo efímero y la exaltación de los signos de las diferencias personales. Había un empuje hacia expresar y celebrar culturalmente la identidad personal, el “sé tú mismo”. Para promoverlo se dejó de hacer uso de la disciplina como medio para que las conductas sociales tuvieran una forma normalizada y estandarizada, y se le dio el énfasis al poder de elección (Por ejemplo, por ley se dejó de prohibir fumar y en su lugar se escribe al pie de la cajetilla de cigarros una advertencia sobre los efectos en la salud, lo mismo con el alcohol). Sin LÚDICA

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Escritos embargo, este empuje que convertía a los individuos en menos coaccionados y más libres de elegir aumentando su responsabilidad personal, produjo a su vez mayor desenfreno. El panorama era éste: las grandes instituciones y estructuras sociales dedicadas al control social (Estado, Iglesia, Ejército, Familia, etc) se desestructuraron y perdieron autoridad. En resultado, el individuo se vio libre de elegir entre dominarse o desmandarse. De la mano de esta exaltación de las libertades individuales vino una campaña en pro de la realización individual, la autoestima y, por supuesto, la satisfacción inmediata de todo tipo de necesidades personales. Estamos hablando del momento en el que ocurre el aumento de la producción industrial (se genera la producción en masa), la difusión de los productos gracias a los progresos en los medios de transporte y comunicación y la aparición de todos los métodos comerciales para hacer circular los productos (marketing, almacenes en cadena, marcas registradas, publicidad en masa). Allí entra la moda a jugar un papel. Se trataba de estar volcado en el presente, sus novedades y una vida más parecida a un espectáculo, que a la satisfacción del deber cumplido. El resultado fueron sociedades colmadas de individuos “cool, adaptables, amantes del placer y de las libertades,…todo a la vez” (Lipovestky). Es este individuo cool el que le da la bienvenida a la época actual. Teñida de fluidez, flexibilidad, en la que los sistemas de creencias son intercambiables y sujetos al best­seller de moda, en la que estamos más receptivos a la crítica, más abiertos a la diferencia, a probar, a argumentar….somos 15

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amos y señores de nuestras vidas, sin ataduras profundas, con una gama variada e infinita de opiniones, puntos de vista e información con sólo el pulsar un botón, con autonomía de pensamiento y acción…..

Y, sin embargo, la hipermodernidad también ha sido la época en la que las grandes certezas ideológicas se han borrado y los individuos se sienten más inseguros de sí mismos, con un espíritu menos firme, poco original y poco creativo, con opiniones fluctuantes, limitándose al principio del autoservicio (búsqueda de emociones y placeres aquí y ahora), privados de un sentido de trascendencia y dotados de una superficialidad en los vínculos sociales, carentes en la capacidad de reflexionar para darle pie a las emociones, o interesados más en la utilidad práctica que en el concepto y la teoría. Sobre todo, la hipermodernidad es la época de las grandes contradicciones y excesos. Contradicciones como, por ejemplo, por un lado los grupos en defensa de la ecología y, por el otro, navieras que vierten desechos químicos salvajemente. O la defensa de la vida animal salvaje y una moda que busca poner sobre los cuerpos pieles de animales cada vez más exóticos. Los individuos bregan por ser eficaces, pero al precio de sufrir de enfermedades psicosomáticas, o ser buenos administradores al mismo tiempo que quedan atrapados en la espiral de las deudas. Y mientras en un lado del mundo alguien “hace su primer millón” con una canción, en el otro, la escasez es extrema, o un fenómeno natural arrasa con todo.

la hipermodernidad es la época de las grandes contradicciones y excesos


Escritos En cuanto a los excesos, la lista es larga. Deportes en los que el uso extremo de los cuerpos es la meta. Una búsqueda de intensidad y peligro a la que se le suma la exposición pública, y en donde lo que se busca es exaltar el acto de un solo individuo en relación al extremo al que lleva su cuerpo, y ya no en relación a un ideal patriótico o el ideal del honor. O un cuerpo esclavo de la moda o de la ciencia. Por moda, los cuerpos se agrandan, achican, se aclaran, se oscurecen, se tatúan, se perforan…… La ciencia nos define cada vez más por desbalances químicos u hormonales, por neuroimágenes y

estadísticas, por la microscopia o la genética molecular. Estos hechos inclinan, mas no determinan.

Ni qué hablar de la intimidad. Ahora se comparte socialmente. La intimidad ya no pertenece a la esfera de lo privado o para la escucha de unos pocos (padres, sacerdote, profesor, mejor amigo, psicólogo). Ahora lo íntimo, o se ofrece a la mirada de todos a través de programas de televisión (reality shows) o se le hace circular en las redes sociales (Facebook, Twitter) que permiten la desinhibición al dirigirse a todos pero a ninguno en particular.

de Wassily Kandinski

Estamos en la época de la globalización (todo se ve y sabe en el instante en el que ocurre sin importar la distancia en la que sucede), la sobrepoblación, la deforestación, la contaminación,…….etc., etc., etc. ¿Qué podemos concluir? Nuestro Narciso, que se regía por el “goza sin trabas”, es ahora un Narciso que “tiembla toda la vida”. Este “Narciso no está ya tanto enamorado de sí mismo como aterrorizado por la vida cotidiana, por su cuerpo y por su entorno social (…). Todo le inquieta y asusta” (Lipovetsky).

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Escritos

… y éste es el mundo adulto al que deben responder los adolescentes…..¡no es de extrañarse que si desean ser adultos, será lo menos parecido a aquellos que conocen! LO QUE ANGUSTIA A UN ADOLESCENTE

Se tiende a pensar que la pubertad es un momento de crisis. Para el psicoanálisis, hablar de crisis es señalar que las palabras, las rutinas, los ritos, las reglas – todo el aparato simbólico – se muestra impotente para resolver algo que se precipita para alguien. Eso que se precipita, que es aquello que uno no calculó que le iba a pasar (en uno mismo o en las circunstancias) puede ser considerado una crisis; el adolescente quizás no pueda ni sepa explicarlo. Será una crisis si las palabras no le alcanzan, en la medida en la que adolece de ellas para nombrar todo lo que le está pasando o lo que está viviendo (encuentros sexuales, cambios corporales, experiencias con sustancias químicas, situaciones sociales de vergüenza, etc.). Como onda expansiva, esa experiencia

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súbita que lo deja mudo, hace que el adolescente sienta inseguridad y desconfíe en el saber y el conocimiento que los otros (usualmente los adultos de su vida: padres, profesores, etc.) le puedan dar en este momento ya que nada de lo que le transmitieron en la infancia le es útil para entender y nombrar lo que le ocurre ahora. Lo que viene, en consecuencia, es la sensación de un vacío ante el cual se defiende con todos los comportamientos que conocemos como “típicos de los adolescentes” (aislamiento, hermetismo, fluctuaciones del humor, etc.). Lo interesante allí es descubrir la situación y el momento en el que la desconfianza, el aislamiento y el vacío empezaron para cada adolescente en particular.

Por lo general, ese momento inicia con un intenso sentimiento hacia la vida, que se manifiesta de manera activa. Cuestionan el mundo adulto hasta el punto en que lo definen como inconsistente y, por ende, ya no saben quiénes son (se convierten en extraños para sí mismos). La vida cotidiana empieza a vivirse menos cómoda y menos amparadora, cualidades que sí existían en la infancia. Y las preguntas qué fuiste,

graffiti, fotografía de Rafael Aycinena


quién eres, en qué te vas a convertir toman protagonismo, con la paradoja de que se topará con la decepción de que todo lo que aprendió en la infancia no alcanza para responderlas, y que en su búsqueda no hay una respuesta para todos o para siempre.

Es ahora que el tema de lo auténtico toma toda su relevancia. El adolescente no desea ser engañado por lo que las instituciones y los adultos que las representan les ofrecen como solución a sus interrogantes. No acoge esas soluciones dadas como auténticas, más bien siente que no se le reconoce y que el Otro sólo desea imponer y corregir. Es aquí donde el vínculo de amistad se torna trascendente. Se reúnen en grupos para etiquetar y estereotipar ciertas conductas (incluso nuevas formas de decir) como si fuesen modelos a seguir, modelos auténticos lejanos de los que representa al mundo adulto que los rodea. Simultáneo a estos cuestionamientos, los adolescentes se ven confrontados con sus cuerpos y con el despertar de la sexualidad. En sus cuerpos experimentarán la irrupción de signos somáticos (características sexuales secundarias), subjetivarán lo

que es tener un cuerpo más allá de su imagen (el cuerpo empieza a sufrir de efectos y éste es utilizado como argumento recurrente para comunicarse sin palabras: empezar a vomitar por las mañanas como forma de evitar ir al colegio). Experimentarán vivencias del cuerpo en presencia (aunque sea imaginada) de otro –encuentros sorpresivos y a veces traumáticos, ya que no saben a qué van. Y, por último, tendrán que reeditar su imagen corporal para que calce con lo que se percibe en la sociedad como masculino o femenino. Para ello, los adolescentes intentan dar a sí mismos una sensación de dominio sobre su cuerpo con actividades y objetos que los adornan, y que significan algo para alguien. Por ejemplo, la moda en la que pesan los objetos añadidos al cuerpo como los piercings y los tatuajes, o ciertos cortes de pelo, a veces incluso los cortes hechos en el cuerpo, o el culto al peso a través de dietas y todo tipo de actividades físicas a veces extremas para darle cierta forma y contorno al cuerpo –entrenamiento militar, spinning, fisicoculturismo, esculpido corporal, Pilates y todas sus variaciones, yoga, danza del vientre – y todo el menú que los salones o “spas” ofrecen ya no es exclusivo de las mujeres.

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las preguntas

qué fuiste, quién eres, en qué te vas a convertir toman

protagonismo,

con la paradoja

de que se topará con la

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que todo lo que aprendió en la infancia no

alcanza para responderlas

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Escritos El reto en relación al cuerpo es que, a la salida de la pubertad, el adolescente deberá adquirir una forma nueva y particular de presentarse antes los semejantes y ante los adultos. Será una forma a través de la cual obtendrá reconocimiento por algo más que su nombre propio (ante el cual algunos adolescentes sienten que no es algo elegido ni creado sino dado por los padres y el cual rechazan).

Por último, y no menos importante, tenemos la sexualidad. Una sexualidad que parece haber sido capturada por las leyes del mercado: a los chicos se les exige técnica y estrategia, desempeño, ser competentes y eficaces…el famoso “know­how” y a las chicas, ser capaces de todas las técnicas de seducción. En el otro extremo tenemos a los adolescentes con un desinterés absoluto, incluso un fuerte rechazo, hacia la sexualidad.

En cualquiera de estos extremos, e independientemente de que el adolescente asuma una vida sexual activa, parece que, grosso modo, a la sexualidad se le ha banalizado y se ha desacreditado el ideal amoroso. Ya no hay interés ni por la pasión ni por el encuentro verdadero: se aspira a hablar poco y sacar la menor consecuencia posible. Cualquier experiencia vivida se vuelve pública y aunque haya un acceso más fácil a las experiencias corporales, para los adolescentes sus primeras experiencias son indiferentes, a veces decepcionantes y hasta vacías (un ejemplo es lo que se ha denominado como sexting, que consiste enviar fotos y videos eróticos a través del celular, o hacerlo en vivo a través de salas de “chat”, como formas de seducción). 19

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Esta actitud hacia la sexualidad manifiesta un contraste muy fuerte con los excesos de sentimientos que despliegan los adolescentes cuando se trata del status y la aceptación social, o cuando se topan con un obstáculo a sus satisfacciones personales (mensajes de texto, teléfonos inteligentes, redes sociales, etc.). Pareciera como si el interés y las pasiones se hubiesen desplazado del campo de lo sexual al campo de las relaciones entre pares y los objetos tecnológicos, porque no se trata de la muerte de la afectividad, se trata de su desplazamiento a un terreno menos escabroso que el propio cuerpo y el cuerpo del otro. Desplazamiento a lazos de amistad para los que el adolescente sí encuentra palabras y gestos para establecerlos ­a diferencia de las palabras de amor que parecen haber desaparecido del léxico del mundo adulto incluso o que si el adolescente se atreve a inventarlas y proferirlas cae en el ridículo­ y desplazamiento al terreno de los objetos a los que no hay que decirles nada para que funcionen como uno quiere. En ocasiones ese desfase entre sexo y sentimiento, sumado a la extrañeza que sienten sobre sí mismos y su cuerpo y todo lo nuevo que les ocurre – la mayoría de las veces imposible de expresar en palabras – es el origen de intensas turbaciones y angustias y de una sensación de haber sido abandonados a su propia suerte ante todo este desconcierto. Es aún peor cuando son los mismos adultos quienes se muestran impotentes ante la angustia de su hijo o hija, porque ni siquiera ellos mismos saben qué significa hoy día criar a un hijo. Ante esa angustia provocada por una


Escritos la frase “así soy yo”, que significa que para el adolescente su síntoma se ha convertido en su identidad

travesía sin brújula ni norma establecida, cada adolescente, uno por uno, presentará síntomas particulares. CUANDO EL SINTOMA NO PIDE SER CURADO

Trabajar con adolescentes siempre ha sido un reto clínico, pero hoy día el reto es mayor. En los últimos años la ciencia ha hecho nuevos descubrimientos sobre los momentos evolutivos del ser humano. En el caso de los adolescentes, esto ha significado que el énfasis se ha puesto en el hecho universal de la pubertad, en lugar de todas las formas particulares en las que cada adolescente afronta y responde a ese hecho universal. Hablar de las adolescencias en plural es privilegiar el uno por uno de esas formas de pasar por la pubertad, en lugar de enumerar los fenómenos comunes a todas. Es una manera de poner el énfasis en el sujeto, en el adolescente que inventa y sintomatiza, y no en el momento evolutivo y sus fenómenos. Cada adolescencia se vincula con una experiencia subjetiva y una historia particular. Al atribuirle al momento evolutivo la razón de todo lo que le ocurre a un adolescente en ese momento de su vida (el famoso dicho “es un adolescente”) no sólo dejamos de reconocerles un sufrimiento legítimo sino que los homogeneizamos borrando toda forma particular de asumir dicha travesía

y, en especial, la manera de concluirla. Tenemos aquí ya una razón por la cual un síntoma en el adolescente no pide ser curado…..no es ni siquiera considerado como síntoma por los adultos que lo rodean. La interpretación usualmente es que cualquier malestar es signo de rebeldía o algo pasajero que no merece ponerle atención. Por ende, hay que esperar a que pase. La segunda razón por la que el síntoma no pide ser curado tiene que ver con las transformaciones que han producido las características de la cultura hipermoderna en el tipo de los malestares de los adolescentes. El denominador común es una desconexión con los demás (incluido el analista), aunque puede bifurcarse: los que llevan a una ruptura con el otro a través de pasajes al acto y los que producen una alteración de los lazos sociales. Al primer tipo de síntomas se le llama patologías del acto. Se trata de acciones que se ejercen como límite o frontera ante una situación que se vive como desbordante y en la que la acción misma no presenta posibilidad de retroceso. Se hacen sin pensar y, por ello, sin saber si se podrán asumir las consecuencias o no. A este rubro pertenecen las toxicomanías, adicciones, anorexias, bulimias, violencia, agresiones en las relaciones de pareja, familiares y de amistad, conductas delictivas, LÚDICA

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conductas de alto riesgo y autoagresiones, exclusión social (a través de maras o de pertenecer a agrupaciones que establecen normas para la forma en la que hay que lucir, la música que hay que escuchar, la relación que se tiene con el cuerpo, etc.), e incluso el suicidio o el homicidio. Al segundo tipo de síntomas se le denomina patologías del lazo social. Se trata de uso de objetos tecnológicos como único medio para relacionarse, ataques de pánico, ansiedad, depresión, fracaso escolar, inhibición, encierro, aislamiento, retrasos evolutivos, psicosis. Son síntomas que se caracterizan por la ausencia de

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acciones y/o palabras dirigidas a los demás, dando la sensación de vínculos apáticos y superficiales.

Finalmente, el tercer elemento es la frase “así soy yo”, que significa que para el adolescente su síntoma se ha convertido en su identidad (consideran ser eso y se nombran con su malestar). Para el psicoanálisis eso significa que el síntoma no cuestiona, no divide, al sujeto. Más bien el adolescente se instala en una especie de necedad por preservar la solución sintomática. Ni quiere saber qué le pasa ni le interesa buscar a otro para buscar una respuesta ya que buscar a otro es tener que hablarle, contarle de sí y de lo que le

"Dazed" de Sofía Novella


Escritos ocurre. Para los adolescentes el uso de la palabra es superfluo, incluso impotente (no sirve para nada). Y las pocas veces que emiten una palabra es para exigir, reclamar, insultar, gritar, etc. Podríamos decir que es el mismo uso que de la palabra hacen los adultos de su vida. Cuando los padres vienen a consultar por un adolescente exigen una solución por parte del profesional. Los padres no salen de la queja de que se trata de malestares que ponen a sus hijos en un límite, instalados en las satisfacciones inmediatas y en situaciones que los desbordan a ellos como padres. Exigen soluciones rápidas que no sean subjetivas y no se esfuerzan por entender su causa, más bien tienen prisa en deshacerse del malestar del hijo o hija. ¿Qué se hace, entonces, con ese adolescente que llevan a la consulta?

El primer paso, y todo un logro, es interesarlos en el uso de las palabras. Para que ese proceso se dé, a veces se hace necesario tener sesiones conjuntas (y también separadas) con el chico/a y sus padres. El objetivo es permitir que la dificultad del adolescente

sea dicha por él/ella para que pueda ser subjetivada y elaborada por los padres y por el adolescente mismo. Se trata de que los adultos tengan una participación decidida (importante, si no el adolescente ya no será llevado) y que se le dé un lugar a la palabra del hijo/a aunque esta palabra sea parca, arrogante, reivindicativa, titubeante, mentirosa….de igual manera, se trata de darle presencia en un espacio que cuenta con el analista –que no está allí para ser árbitro sino para posibilitar una conversación, incluso un diálogo cuando éste ya estaba roto o era imposible. El analista no sólo servirá como puente de enlace sino también, y principalmente, está para separar y distinguir lo que de la problemática corresponde a cada una de las subjetividades comprometidas. De esta manera, saca al adolescente y a sus padres de la prisa por resolver, para detenerse en un tiempo de ver y comprender el complicado lugar en el que se encuentra el hijo/a. Tiempo que deben darse padres e hijos porque es lo único que permite el bien decir (hablar para que tenga consecuencias), ya que la ignorancia es inútil y callar aísla.

Una vez que el adolescente logra vencer su dificultad en servirse de las palabras para dejar saber lo que le ocurre y muestra un deseo decidido por el espacio que se le concede en el consultorio, el psicoanalista preparará las condiciones para las entrevistas preliminares. Es un momento en el que tendrá que ser capaz de tres cosas: 1. Presentarse para el adolescente como radicalmente diferente a las personas de su historia, incluso de su entorno social. De ninguna manera esto quiere decir que el analista se convierta en amigo o cómplice del adolescente. Eso sería borrar la disimetría entre el mundo joven y el mundo adulto, e incluiría al analista en una serie (la de “los cuates”) que no le será útil como punto de referencia para ir elaborando las preguntas en relación a sí mismo y sus respuestas. Ubicarse como radicalmente diferente significa ser consistente y saber todo el tiempo por qué y para qué se interviene como se hace – esto evitará que el propio analista termine ubicado del lado de la impotencia o que el adolescente desconfíe de él/ella (lo primero que piensa cuando se le convoca a hablar es ¿cuando se dirige a mí para LÚDICA

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que le explique, realmente lo hace porque no sabe, o “hace como si” para engañarme y convencerme de algo?). Pedirle genuinamente que explique lo que le ocurre porque sólo él/ella lo sabe, puede incluso resultarle enigmático e invitarle a querer averiguar qué quiere el analista, posibilitando de nuevo el lazo hacia el mundo adulto.

Ser radicalmente diferente también significa no dar por sentado que todo en el síntoma de un adolescente es patológico. Hay que poder reconocer el punto de invención y ser capaz de acogerlo. Al final lo que le ofrecemos al adolescente es un espacio en el que se construirá un lazo vivible, que no se volverá insoportable por su excesiva presencia o por su excesiva ausencia, dando lugar a que pueda elaborar sobre lo que sabe de sí y lo que puede llegar a saber…porque “las buenas salidas, las salidas hacia el gran mundo y al goce de la vida se deciden en una ecuación personal, tejida con el hilo del azar y el destino” (Vilma Coccoz). 2. Que se dé la posibilidad de reconocimiento de la 23

insignia identificadora que porta su síntoma en su cara, llamémosla “patológica” (en lo que de sí no anda). No es la forma clásica en la que la queja viene articulada, que es cuando aparece una división subjetiva. Es, más bien, aceptar que a través del malestar ha respondido, parcialmente, a la pregunta sobre quién es. Sin embargo, es necesario mostrarle que el síntoma, además de ser una solución identificadora para sí mismo y una forma de presentarse ante los otros, le ha acarreado consecuencias dolorosas para consigo y en sus vínculos con los otros. Si el adolescente logra advertir eso, logrará pensar en su síntoma menos cómodamente y se le abrirá una nueva perspectiva para entenderlo. Esto posibilita que, de masa, pase a ser individuo.

3. Al lograr los primeros dos movimientos, la nueva forma que toma el síntoma queda “enganchada” en alguien más que el adolescente mismo. Queda enganchada en el analista. Es la presencia del analista la que convierte la indiferencia del adolescente hacia lo que

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padece en demanda de ayuda, ya que ha adquirido la sensación de que eso que le ocurre significa algo para alguien aparte de sí mismo. Es ese el momento en que el síntoma sale del anonimato y se instala la transferencia. Esto requerirá primero audacia y luego prudencia por parte del analista: audacia para poder trabajar con lo que el adolescente cree ser (su síntoma) pero a la vez permitiéndole elegir un uso que quede más cerca de la vida que de la muerte, aún si se trata del síntoma mismo que lo trajo a consulta, y prudencia, para no dejarlo sin nada que lo identifique. REFERENCIAS BIBLOGRÁFICAS Coccoz, Vilma (2009). La clínica de las adolescencias: entradas y salidas del túnel. Conferencia dictada en el ciclo Identitá in movimento, organizada por el Istituto del Campo Freudiano de Italia, en la ciudad de Padua. Lipovetsky, Gilles (2007). La felicidad paradójica: Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo. Barcelona: Editorial Anagrama.


Novedades Escritos

Mi mente enferma mi cuerpo: cáncer de mamas

La enfermedad psicosomática es una enfermedad diagnosticada médicamente y en cuyo origen el factor psicológico es fundamental, no sólo en el inicio de la enfermedad sino también en el desarrollo y mantenimiento de la misma (Nader, 2010). Muchos autores hoy día consideran al cáncer, especialmente el de mamas, como psicosomático. Estas mujeres estóicas, complacientes, amables que Morris y Greer (1980) describen en su perfil de la personalidad Tipo C, enferman paulatinamente su cuerpo, porque la energía de sus emociones que no ha podido desca­ garse adecuadamente, toma la vía subterránea de los órganos (Kreisler, 2009), específicamente en el órgano más vulnerable. Trabajar la alexitimia, que es un rasgo central en la personalidad del paciente psicosomático, es fundamental para prevenir el cáncer.

Nuestro mundo contemporáneo se mueve en la “era del vacío” como plantea Lipovetsky (2003), es decir, hay una impronta implícita en la que la cultura desacredita el mundo interior (de los afectos) a cambio de acreditar el mundo exterior, fundamentalmente el del hacer. Se privilegia el hacer por el sentir (Rodríguez, 2008); el actuar es más validado que el sentir, así hemos ido perdiendo la capacidad de identificar nuestros afectos, de verbalizarlos, no hablamos, actuamos y somatizamos; los síntomas somáticos como plantea Joyce McDougall (1991) son “expresiones actuadas”.

Alej andra Rodríguez Alvarado

Se sobrevalora lo intelectual, lo académico, lo cognitivo; en cambio los afectos son más bien negados y descartados, ya que denotan debilidad y vulnerabilidad. Pareciera que seguimos el legado nefasto del dualismo cartesiano en su frase célebre: “Cogito ergo sum”, en donde además de privilegiar el pensamiento, elevándolo a la categoría de la existencia, nos ha heredado la concepción errada de separar, dividir el cuerpo de la mente. Vivimos en un nuevo siglo que ha ido gestándose basado en la tendencia a enfatizar lo externo en desmedro de lo interno, lo material en desmedro de lo LÚDICA

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espiritual, lo superficial en desmedro de lo profundo, el día a día en desmedro de la historia. El mundo actual nos enfrenta con una concepción sincrónica, la del suceso, la de lo actual e inmediato. El modelo de las superficialidades, impacta más el espacio, el lugar o como dice Augé el “no lugar” (Augé, 1935 en Sanguinetti, 2007). Se dejó atrás el mundo de las profundidades por este mundo de las superficialidades. El modelo de las profundidades se piensa en términos de historia, de un proceso que implica la noción de tiempo (Rodríguez, 2008). Hoy, todo es para hoy y mejor dicho para ayer; rápido, apurado, sin detenerse corremos de la casa al trabajo, del trabajo a la casa. Las mujeres partícipes en esta vorágine de múltiples roles, múltiples exigencias, múltiples éxitos, queremos por un lado, hacerlo bien

como nuestras madres y abuelas, dedicadas a la casa, los hijos y el marido, por otro lado, no queremos hacerlo como ellas, queremos salir de esa cocina y conquistar el mundo, lidiar batallas intelectuales, económicas, políticas. En este andar desenfrenado, nos olvidamos de nosotras mismas. Las mujeres nos estamos enfermando, nuestras mentes enferman nuestros cuerpos.

Burde de Izaguirre (1997) psicoanalista argentina, se cuestiona el rol de la sociedad actual en la somatización, postulando que uno de los grandes temores y angustias en la actualidad gira en torno al hecho de perder la identidad, ya que la complejidad de los problemas de este mundo y la aceleración que los acompaña, desarticulan la noción que tenemos de nosotros mismos y nuestra

forma de actuar.

La autora plantea que nuestra identidad está imbricada en las matrices relacionales en las cuales estamos inmersos y en la realidad actual, fluida y contradictoria, estas matrices cambian aceleradamente, llevando al individuo a la escisión Yóica, ya que, paradojalmente, escindiríamos la personalidad en múltiples pertenencias, para poder tener identidad. Esto, sumado al “exitismo” y competencia actual, tendría como consecuencia la enfermedad psicosomática, ya que estaríamos inmersos en una sociedad que empuja a la sobreadaptación y, al repudio de las emociones, que “entorpecerían el progreso” (Burde de Izaguirre ,1997). Sobreadaptarnos de una manera “masoquista” por un ideal que tiraniza, que

"Pareciera que seguimos el legado nefasto del dualismo cartesiano en su frase célebre: 'Cogito ergo sum', en donde además de privilegiar el

pensamiento, elevándolo a la categoría de la existencia, nos ha heredado la concepción errada de separar, dividir el cuerpo de la mente"

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Escritos no nos permite vivir en función del placer sino que del “deber ser” (Liberman, 1978). Las mujeres en Chile y en algunos otros países de Latinoamérica hemos sido criadas bajo estrictas normas de urbanidad, donde ser mujer implica, “portarse bien”, suprimir los afectos, ser acotadas en nuestras expresiones, gestos y acciones. Este modelo internalizado de mujer­ reprimida­suprimida se ha ido quebrando con las nuevas generaciones, sin embargo, el “deber ser” se ha ido transmitiendo transgeneracionalmente como un modelo rígido de comportamiento. Un estándar que hay que cumplir a como dé lugar.

En Chile mueren tres mujeres diariamente por cáncer de mamas (MINSAL, Ministerio de Salud Chile, 2010), el cáncer es hoy día considerado por muchos profesionales y autores una enfermedad psicosomática, es decir, una enfermedad diagnosticada médicamente en donde el factor psicológico estaría a la base no sólo en el inicio, sino en el curso, desarrollo y pronóstico de la enfermedad (Nader y cols, 2010). Ya en la década de los sesenta, Marty (1963) de la Escuela Psicosomática de París, planteaba que el cáncer era una desorganización somática grave que venía como consecuencia de una desorganización mental. Es decir, existiría un conflicto emocional a la base que no podría ser tramitado en lo mental y se tramitaría (descarga) en el cuerpo, enfermando un órgano. De ahí el “misterioso salto de lo mental a lo corporal”, misterioso porque es aún difícil saber realmente la etiopatogenia de la

"Mujer desnuda" de Jean­François Millet

enfermedad.

Después la mente, recorre el camino andado, la huella, el sendero, lo facilitado una y otra vez de manera automática, inconsciente, frente a los eventos estresores que surgen. Y la respuesta somática se adelanta como un “intento de solución” del conflicto emocional, pero es un intento patológico, porque enferma un órgano.

Estas mujeres estóicas, complacientes, amables que Morris y Greer, (1980), describen en su perfil de la personalidad Tipo C, enferman paulatinamente su cuerpo, porque la energía de sus emociones que no ha podido descargarse adecuadamente, toma la vía subterránea de los órganos (Kreisler, 2009). No hablan LÚDICA

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de lo que sienten, suprimen (Dejours, 1992) las emociones y éstas se van a descargar a través del órgano más vulnerable. Evidentemente que suprimen fundamentalmente la rabia, ira, pero también suprimen otros estados o emociones, inclusive las placenteras.

Son alexitímicas, no pueden poner en palabras lo que sienten, pero sienten mucho, son hipersensibles y probablemente por lo mismo, bloquearon sus afectos como una defensa como lo planteó McDougall (1991).

La palabra “alexitimia” proviene del griego que significa: “a”; falta, “lexis”; palabra y ”thymos”; afecto, es decir, la “ausencia de verbalización de los afectos” (Sifneos, 1973 en Sivak, 1997, pág.17). Esta característica presente en ellas, constituye un rasgo central en la personalidad de todo paciente psicosomático. La personalidad es una variable subyacente e innegable en la enfermedad psicosomática (Deustch, 1949; Liberman, 1959; Alexander, 1968; McDougall, 1991; Winnicott, 1991).

este silencio llega a tener un costo altísimo en muchos casos: la muerte.

En la medida que hablamos, el lenguaje puede modificar estructuras biológicas afirma Maturana (1992), biólogo chileno, Premio Nacional de Ciencias. El “nombrar” no solo designa a la cosa sino que también cambia la cosa designada, enfatiza la postura nominalista. Cada persona genera y construye una teoría interior de su propio cuerpo, esa mirada podría modificar la realidad material (cuerpo). La imagen representacional del cuerpo también modifica ese cuerpo real a través de cambios en la economía libidinal (Nasio, 1996). La prevención debería estar puesta justamente en esta variable, en la personalidad que subyace a la enfermedad, ya que es imposible controlar los eventos estresores que la

Hablar de lo que sentimos parece tan sencillo, pero no lo es; supone la capacidad primera de identificar lo que siento, de poder discriminar, de tener la capacidad yóica para tolerar, evaluar e identificar, poniéndole nombre a lo que siento.

Sin embargo, es imperioso aprender a utilizar la vía verbal y no la vía somática para descargar las emociones. Aprender a decir y no a padecer. Aprender a hablar lo que siento y no a callar. Aprender a pedir y no solo a dar. Aprender a hablar ya que 27

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de Amedeo Modigliani


gatillan. La prevención psicológica debería apuntar a este aspecto, que cada mujer se dé cuenta que puede trabajar esta alexitimia. El punto radica en la posibilidad de modificar esta característica y así poder facilitar la expresión verbal de la emoción y evitar la descarga de la emoción por la vía somática.

En general, se plantea que los rasgos de personalidad se van rigidizando con el paso de los años, es decir, si una mujer a los 20 años es alexitímica, a los 40 lo será más, sin embargo, la motivación intrínseca de querer cambiar, puede lograr flexibilizar rasgos que claramente si uno no los trabaja serán cada vez más rígidos. Estamos llamados a cuidarnos no sólo desde lo médico sino que también desde lo psicológico, cuidarse no sólo desde lo estético, sino principalmente cuidar nuestro cuerpo que “no lo tenemos, sino que somos él” (Nancy, 2003 en Nader, 2010). Centrados en el presente, mirar el futuro y prevenir, evitar llegar a enfermarse, es la clave, anticiparse dándose cuenta que ciertas características de nuestra personalidad se constituyen en factores de riesgo para nosotros mismos.

Los riesgos no sólo están afuera, sino que habitan en nosotros, son a veces las propias características de nuestro ser que atentan contra él, sin saber, inconscientemente. Adoptemos la mirada de la posibilidad, más que la mirada del problema. Miremos hacia nosotras, detenidas observemos que somos capaces de generar cambios significativos con una visión realista, que podemos tomar un rol protagónico y no quedarnos quietas en un papel secundario en nuestra propia historia, victimizadas, esperando el padecer. Comencemos hoy.

Escritos "Este modelo internalizado de

mujer­reprimida­suprimida se ha ido quebrando con las nuevas generaciones, sin embargo, el

'deber ser' se ha ido transmitiendo transgeneracionalmente como un

modelo rígido de comportamiento" REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Burde de Izaguirre, L (1997). El café de Julian. Jornadas de Intercambio, Asociación Argentina de Rorschach, Buenos Aires (paper). De Cristóforis, O (2006). Cuerpo vinculo lenguaje: en el campo psicosomático. Bs. Aires: Lugar Editorial. Dejour, C (1992). Recherches psychanalytiques sur le corps : répression et subversion en psychosomatique. México: Siglo XXI. Kutter, P (2001). El conflicto básico de la psicosomatosis y sus implicaciones terapéuticas. Revista Portuguesa de Psicosomática, 3 (2), 117­133. Liberman, D (1959). La comunicación en terapéutica psicoanalítica: aplicaciones de la Teoría de la comunicación al proceso transferencial. Bs. Aires: Eudeba. Liberman, D (1978). Comunicación y Psicoanálisis. Bs. Aires: Alex Editor. Lipovetsky, G (2003). La era del vacío. Barcelona: Anagrama. Marty, P (2003). La psicosomática del adulto. Bs. Aires: Amorrortu. LÚDICA

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Escritos Expresiones Maturana, H (1982). Emociones y Lenguaje en Educación y Política. Santiago: Hachette­ Comunicación. McDougall, J (1991) Teatros del cuerpo. Madrid: Colección Continente/Contenido. Nader, A y cols. (2010). Repesando lo psicosomático: desde lo clínico a lo psicosocial. Ediciones de la sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía de Chile: Serie Roja.

Rodríguez, A (2008). Estilo comunicacional en la personalidad psicosomática. Recuperado el 29 de Junio del 2012, de http://www.psicodocumentosudd .cl. Sivak, R (1997) Alexitimia, la dificultad para verbalizar afectos, teoría y clínica. Bs. Aires: Paidós.

Nasio, J (1996). Los gritos del cuerpo. Bs. Aires: Paidós. Numhauser, J (1980). Sobre la percepción y comunicación en la relación analítica. Revista de Psicoanálisis, 2 (1), 55­59. Otero, J (1999). Alexitimia, una revisión. Revista de la Asociación Nacional de Neuropsiquiatría, 19, 587­596. Otero, J (2000). Hipótesis etiológicas acerca de la alexitimia. Aperturas Psicoanalíticas, Recuperado el 5 de mayo del 2007, de www.aperturas.org/4otero.html. Otero, J., Rodado, J (2004) El enfoque psicoanalítico de la patología psicosomática. Aperturas psicoanalíticas. Recuperado el 26 de noviembre del 2007, de www.aperturas.org/16oterorodad o.html.

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"Y la respuesta somática se adelanta como un

'intento de solución' del

conflicto emocional, pero es un intento patológico, porque enferma un órgano"


Expresiones

Expresiones Mi pintura obedece a estados de ánimo personales y a una propuesta de expresión material sobre el lienzo o soporte del mundo de lo abstracto, así como al intento de trasladar física y materialmente realidades auditivas, literarias, emocionales o metafísicas que son por naturaleza abstractas, al citado lienzo. Pretendo que el espectador se ubique dentro de la obra y la investigue, que la comente como participante en la misma y que el estado de ánimo que el trabajo realizado le provoque, sea parte integral del propósito de la misma.

Ricardo Silva

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El mundo de lo abstracto tiene una materialidad coherente, misma que es obligación del artista presentar y proponer al público. Los títulos de las obras son evocativos, pero, más importante que ellos, son las series a las que pertenecen cada uno de los trabajos. Son ellas las que a nivel de conjunto, escriben el libro abierto que se compone de las pinturas que las integran. El color, formará parte del mensaje, al igual que las texturas, sesgos y cortes de la pintura sobre el lienzo; ésa técnica es complemento para explicar el origen del propósito emprendido, la génesis filosófica que ha inspirado la serie y por ende, cada una de sus obras. Mi pintura no pretende ser decorativa, sino una manifestación plástica de un mensaje, de una historia, de un significado; claro está, si además de lo anterior, mi pintura contribuye a la estética del entorno, me sentiré doblemente halagado. Mis cuadros representan un fragmento de mi vida y experiencias; cada uno tiene una historia personal que contar dentro del entorno de la serie a la que pertenece, sin ser repetitivo. Creo que cada uno de ellos ratifica con su argumento propio, el contexto de la historia, mensaje o significado general de su serie. No es la mía una pintura de representaciones

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fotográficas; en el fondo siempre he creído que las realidades pueden perfectamente ser plasmadas en el lienzo a través del criterio y ojos del pintor y que es tarea del pintor, del artista de mérito, mostrar su mundo a través de sus ojos, no a través de los del público o espectadores que examinan o evalúan sus obras. El mundo abstracto es equivalente al “real” que tocamos y sensorialmente presenciamos; la diferencia de percepción radica en la fórmula de presentación que el artista haga del mismo. La pintura abstracta, en mi criterio, debe tener como uno de sus propósitos, educar al espectador en hacer uso de su ingenio, imaginación y creatividad al examinar las obras. Debe cumplir el propósito de hacerlo pensar, de ubicarse dentro de la obra, de examinarla como parte de la misma y de tratar de sentir cada trazo, corte, textura o sesgo; cada color y sus homologaciones, idealmente, deben provocar en el espectador un sentimiento armónico y de balance. En gran parte, debe tenerse presente que la integración de los colores es en sí, parte del mensaje y tiene como razón de ser el provocar

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en el espectador un sentimiento, hacerlo cómplice de la obra, parte de la misma. Puede decirse que mi obra forma parte de un expresionismo abstracto, renovado quizás, en cuanto que pretende integrar un espiritualismo y emocionalidad propias, derivados del diario vivir y de nuestra existencia en ciudades, donde el individuo se torna en un anónimo acompañado de otros. Su vida pasa a ser parte integral de la gran obra de teatro colectiva, sus pasos sobre las aceras serán su trayecto fortuito o predestinado sobre el gran escenario, sus penas y alegrías serán acompañadas, aplaudidas, lamentadas y coreografiadas por las sirenas, bocinas, ruidos, trepanaciones y voces de la gran ciudad. Toda esa universalidad abstracta deberá ser reflejada en lienzos, cartones, paredes y sobre cualquier soporte que aguante pintura; mi pintura es por ende un intento más en la efímera y a veces inútil o frustrada búsqueda de retratar materialmente las 33

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realidades abstractas que nos agobian. No lo digo con pesimismo ni fatalismo; lo afirmo con la convicción de que uno, como artista, es parte de la historia, un engranaje de la máquina, contribuyendo a plasmar los conceptos que nos rodean con los medios y en la medida de nuestras capacidades como humanos. Somos parte de la historia, somos parte del constante devenir, somos los artífices de pintar el reflejo del mundo ideal en la medida que lo conocemos; a veces somos tremendamente eficaces y logramos el cometido de proyectar con éxito lo pretendido. Otras veces, no somos tan afortunados y nuestro empeño se ve frustrado por factores inesperados, exógenos por lo general, que nos frustran y tornan en inútil el esfuerzo emprendido. Debemos, sin embargo, seguir adelante intentando dar forma y cuerpo a nuestros sentimientos y emociones; no debemos ni podemos rendirnos. Tenemos una responsabilidad para con nuestro entorno,

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medio ambiente y futuras generaciones, pero, ante todo, tenemos una responsabilidad para con nuestro país, para con nuestra forma de ser y nuestras convicciones e ideologías; para con Dios, si así puedan considerarlo algunos. Para mí, además de todo lo anterior, para hacer valer la verdad de la sabia frase de Ortega y Gasset:, “Yo soy yo y mi circunstancia, si no la salvo a ella, no me salvo yo”. En el momento de la verdad, como toreros en el ruedo, siempre seremos nosotros mismos los responsables de lo que nos pueda suceder. Debemos hacer siempre el esfuerzo para que el resultado sea el mejor, de acuerdo a nuestras posibilidades y habilidades; en

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Conceptos

algunas oportunidades, triunfaremos y nuestras obras serán criticadas favorablemente. En otras ocasiones, los resultados serán adversos. Sin embargo, siempre he considerado que lo verdaderamente importante es involucrar al público en nuestra obra. No me importa si tal involucramiento conlleve elogios, o por el contrario, el rechazo absoluto. Como artistas, debemos aprender a soportar el rechazo, a poder convivir con él; debemos enfrentar a la adversidad. El simple hecho de que el público destine segundos, minutos o un largo tiempo para contemplar y evaluar nuestro trabajo, nos concede un privilegio especial: el sujeto ha destinado una parte o fragmento de su vida para examinar lo nuestro. Por un lapso, sus emociones y atención nos pertenecen; no se puede pedir mucho más.

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Conceptos

Intersubj etividad

En una aproximación relacional, Benjamin considera que el psicoanálisis opera en el campo de dos personas y no de una persona, lo cual significa que dos subjetividades, cada una con su propio conjunto de relaciones internas, comienzan a crear un nuevo conjunto entre ellas. La intersubjetividad se basa en la capacidad de reconocimiento mutuo por lo cual Benjamin propone que, además de la capacidad de constancia de objeto (propuesta por Mahler), es fundamental la capacidad de reconocer la subjetividad de otra persona. Esta capacidad se basa en el estudio de la temprana reciprocidad e influencia mutua. Se propone entonces que a través de la intersubjetividad se pueda amar lo que está afuera, en la apreciación de la diferenciación y novelería. ­ Jessica Benjamin en "Outline of Intersubjectivity: The Development of Recognition" (1990) y "Sujetos iguales, objetos de amor" (2006).

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En el taller Te invitamos a participar en los siguientes eventos académicos:

"La depresión: desde una lectura clásica a una perspectiva actual" Conferencia presencial impartido por Mariana Diamand de Habie en DeMuseo Century Plaza, Guatemala, Guatemala lunes 28 de julio 5:00 pm. contacto: info@encuentropsicoanaliticogt.org "Sigmund Freud: Una revisión de sus obras principales" Seminario presencial impartido por Claudia Melville y Liza M. Zachrisson Guatemala, Guatemala jueves (frecuencia quincenal) desde marzo a septiembre 5:00 pm. a 7:00 pm. contacto: sempsicoanalisis@gmail.com "Clínica con Adultos" Seminario presencial impartido por Lila Isacovich, Daniel Braun, Graciela Kahanoff, Viviana Fanés, Silvia Cislaghi, Carmen Palmieri, Silvana Dal Maso y Julieta Médici en Fundación Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina miércoles de abril a diciembre 8:00 pm. a 9:30 pm. contacto: info@fundacionbsas.org.ar

"Clínica con Niños y Adolescentes" Seminario presencial impartido por Belén Ibalo, Daniel Ripesi, Marcos Bertorello, María Rizzi, Sonia Canullo, María Fernanda Sommer, Claudia Yasan, Silvia Hernández, y Cintia Izrael en Fundación Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina jueves de abril a diciembre 8:00 pm. a 9:30 pm. contacto: info@fundacionbsas.org.ar

www.revistaludica.com info@revistaludica.com Revista Lúdica

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Sobre autores Andrea Gálvez

Licenciada en Psicología Clínica de la Universidad Francisco Marroquín. Docente auxiliar de las cátedras Psicología del Desarrollo I y II y Psicopatología I y II en la Universidad Francisco Marroquín. Se desempeña en la práctica privada en la Ciudad de Guatemala. agalvezt@ufm.edu

Alej andra Rodríguez Alvarado

Directora fundadora del Centro de Psicosomática Chile (2009), primer centro en Chile de especialidad centrado en la prevención, atención, investigación y docencia sobre las enfermedades psicosomáticas. Magíster en Psicología Clínica (UDD), psicóloga de la Universidad Gabriela Mistral con 21 años de experiencia clínica en adolescentes y adultos, realizando psicodiagnósticos, psicoterapias focales, de apoyo e intervención en crisis. Diez años de experiencia en psicoterapias de pareja. Magíster en Docencia Universitaria (UDD) con 20 años de experiencia docente en diferentes universidades y carreras en Santiago de Chile y regiones impartiendo cátedras como Personalidad, Psicología General, Ciclo Evolutivo, Familia, Ética y Moral Profesional. arodrigueza@centropsicosomatica.cl

Carolina Rodríguez

Licenciada en psicología clínica de la Universidad Francisco Marroquín. Posgrado en Psicotrauma avalado por el Colegio de Psicólogos de Guatemala. Directora clínica del Hospital Psiquiátrico Mederi. Miembro Junta Directiva del Centro de Estudios Freudianos (CEF). Realiza trabajo en clínica particular atendiendo niños, adolescentes y adultos, trabajo hospitalario con grupos de pacientes con patología grave, adicciones y familiares de pacientes, evaluación de pacientes con patología grave e investigación en temas sociales, educativos y clínicos. Publicaciones en Revista Psicología y Vida y Prensa Libre. carolrj84@yahoo.com.ar

Paulina Zamora de Otero

Psicoanalista de orientación lacaniana, miembro de la NEL y la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Licenciada en Psicología Clínica por la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala, 1997) y Master en Psicoterapia Psicoanalítica por la Universidad Complutense de Madrid (España, 2000). Fue docente del Centro de Investigación y Docencia de la NEL­Guatemala, y catedrática en la Universidad del Valle de Guatemala y en la Universidad Francisco Marroquín. Promotora y directora del Centro Psicoanalítico de Consulta y Tratamiento­CPCT, centro clínico no lucrativo de la NEL­Guatemala. Coordinadora del Comité de 39

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Sobre autores Publicaciones de la NEL­Guatemala y editora de la revista METAPHORA. Ejerce en Guatemala la atención clínica privada y supervisión de casos desde diciembre de 2000. pzamora74@yahoo.com

Ricardo Silva

Lleva a cabo su creación artística en Guatemala, España (Barcelona) y Estados Unidos. Sus obras se encuentran en colecciones privadas de España, Francia, Suiza, Luxemburgo, Bélgica, Holanda, Alemania, Finlandia, Estados Unidos de América, México, Argentina, Colombia, Costa Rica, en el Museo de Arte Moderno de Guatemala, Museo de arte Moderno "Forma" de El Salvador, Museo Didrichsen de Arte Moderno de Helsinki, Finlandia, así como en exposición permanente en la sede de la Vicepresidencia de la República de Guatemala y en varias colecciones privadas y galerías de arte de dicho país. Sus trabajos han sido comentados en importantes publicaciones de arte de Guatemala así como en revistas y foros de dicho pais. Regularmente dicta conferencias sobre arte contemporáneo en sedes educativas y culturales de Guatemala y forma parte del grupo de abstractistas de vanguardia de dicho pais y de Centro América. Exhibe y dona sus obras para beneficencia a organizaciones serias y reconocidas de Guatemala, especialmente a las comprometidas con labores de salud infantil para necesitados, derechos humanos, conservadoras del medio ambiente y preventivas de maltrato animal. galeria.urbana@yahoo.com

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