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Ante el golpe de realidad en 2020. Lógicas y miradas // Lídice Ramos Ruiz

Aunque la ventana sea la misma, no todos los que se asoman ven las mismas cosas; la vista depende de la mirada.

Alda Merini, poeta italiana (1931-2009)

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Desde hace algunas décadas dentro de la academia hemos insistido que la frase de la poetisa que sirve de epígrafe a este ensayo coincide con la idea popular de que “vemos todo lo que miramos pero no miramos todo lo que vemos”, estas enseñanzas son cruciales en el ámbito educativo a la hora de observar, estudiar, reflexionar y hablar sobre asuntos de la vida humana o en general de la vida. El punto nodal es ¿consideramos lo general y homogéneo de la visión clásica de ver y mirar las ciencias, o tomamos lo diverso y lo plural para permitirnos mirar viejos temas humanos y naturales con una visión renovada? ¿Trabajamos en los tres planos del análisis, macro, messo y micro de manera articulada o estamos solo viendo una parte del fenómeno?

En momentos de contingencia sanitaria y de confinamiento, o de tránsito a “nueva normalidad” me resulta mejor mirar o dirigir la atención a lo plural y lo diverso dentro del día a día. Así como tratan las epistemologías feministas que buscan explicaciones del tiempo, del espacio y las miradas cuya predisposición a indagar la realidad se centra en los detalles y las características básicas de ser humanas, ser mujeres. Así mismo seguir la metodología cuyo marco de referencia está en el Sur entendido a la manera del sociólogo Boaventura de Sousa como Epistemologías del Sur: un espacio-tiempo político, social y cultural. Ambos apoyos, me permiten agrupar mis saberes cognitivos y emotivos de una manera más clara.

Advierto entonces desde esta particular manera de mirar, algunas lógicas.

Primera: la lógica personal

Se nos pide, ¡quédate en casa! En las ciudades, las ventanas de la casa, nos permiten tener luz del día y ver el cielo, las estrellas o las nubes, pero ahora muchas personas estamos mirando desde las ventanas planas de la computadora, de la televisión o del celular que precisan electricidad y condiciones de conectividad que solo un 20 por ciento de la población mexicana las tenemos. Si tenemos estas condiciones, nos asomamos a las mismas ventanas, pero no vemos las mismas cosas. La vista depende de las miradas. Unas personas alegres y esperanzadoras aplican el sentido de la vista para darse cuenta que el confinamiento genera una atención acrecentada de las cosas. Entendemos que lo común se vuelve entretenido y que la mayoría no venía gozando de sus habitaciones o de su casa o del sujeto cercano a sus afectos. Que la manera de medir el tiempo, pasado, presente y futuro se hace ahora más lenta o mucho más reflexiva donde un fenómeno ajeno a nuestra voluntad insiste en que nos pongamos los anteojos de la introspección para darnos cuenta de lo necesario y lo superfluo. Entender que las crisis son algo temporal y excepcional dentro de un continuo que pueden constituirse en una oportunidad de renovarse.

Pero también existen otras personas que toman la crisis como una situación que al parar el tiempo y los ritmos de aceleración de los acontecimientos, están viendo cómo se empina un estilo de economía y vida acelerada en medio de la amenaza de salud y bienestar económico, su vida privada, laboral y de amistades se da de topes en cada esquina y buscan culpables de cualquier tipo antes de cuestionarse a sí mismos.

Segunda: la lógica sanitaria

Sus ritmos golpean en espacios geográficos de distinta manera, volteamos a ver el campo, espacios libres de contaminación, la pureza de un río, el cielo despejado, desechos orgánicos y no plásticos. En fin, el campo se extiende ahora por encima de lo que el sentido común veía como subdesarrollado, sucio, atrasado. Todos los aspectos, cualidades y defectos de los habitantes de las sierras, de los desiertos y valles de nuestro país se miran con una nueva intencionalidad e intensidad. La lógica sanitaria en las grandes ciudades enfatiza por necesidad y concentración poblacional, los hospitales, la sanitación de los espacios públicos, el asunto del transporte y el ritmo de posibles contagios. Me pregunto, ¿se acabó el desprecio por la economía solidaria, por el cultivo, el agua y las manos gruesas por el contacto con la tierra?

Mi sorpresa mayor cuando viví en Mozambique y estudié su economía fue darme cuenta de la carga social que llevaban las mujeres en la economía basada en el arroz. Desde entonces entendí y reflexiono más a detalle por qué del cuidado del agua de las mujeres en la India, de las campañas de forestación de las tierras africana hechas por las mujeres y de su empeño por la alimentación de acuerdo a las estaciones del año y también de cómo intensificar el uso adecuado del suelo para una economía de la vida y no de la ganancia. Todas medidas con una lógica sanitaria de cuidado de la vida que como están unidas a una economía solidaria, no las considero trabajo sino “labores” de mujeres.

Por tanto, tendríamos que estudiar porque la mayoría de los países del Sur tienen a las mujeres como las encargadas del campo y como muchas de sus propuestas son sanitarias dentro del corto y mediano plazo. Pero ellas casi no forman parte de las débiles estructuras democráticas de sus localidades, la capacidad política femenina se ha estado abriendo espacio en un mundo patriarcal cuya dimensión ciudadana se ha trabajado como una conquista social democrática y la mayoría de las veces, sus voces no son entendidas o escuchadas.

Caminamos por la mesa de los cuestionamientos destacando la lógica sanitaria y su relación con el medio ambiente. La deforestación, la sobrecarga de la cacería y pesca, están acabando con alimentos indispensables para una correcta dieta humana, la sobreexplotación de las tierras y de la ganadería han desajustado las relaciones y el ritmo de estos sectores. Detalles que la sostenibilidad de la vida, pasaba desapercibida para la mayor parte de las personas, sobre todo citadinas, en estos momentos desearíamos se consideraran.

Pero la pandemia y el cumplimiento sanitario es lo apremiante en la coyuntura. El 11 de marzo a nivel internacional la Organización Mundial de la Salud (OMS) anuncia que la situación es de pandemia global. El ciclo de contagio, niveles de afectación, grado de salud de las personas se vienen informando en México por epidemiólogos y matemáticos de la salud, al menos de manera diaria desde mediados del mes de marzo de 2020. El sector salud mexicano ha informado que lo veía venir desde enero del presente año.

Lo que conocemos hasta el momento de redactar estas líneas, es que el 22 de marzo se dio la primera muerte en el país registrada como coronavirus. Parte la primera fase de la campaña de “Sana Distancia” desde ese momento hasta el 10 de abril, destacando que son casos importados por los viajes de las personas. Es más, se pensaba que era un asunto citadino y de personas de clases altas o trabajadores de negocios. La segunda fase, se expresa el 10 de abril cuando se habla de contagio comunitario o trasmisión comunitaria. La tercera fase parte en corto para la lógica sanitaria, se anuncia el 21 de abril por el acceso rápido de contagios y el temor de saturar los espacios hospitalarios. Desde entonces y hasta el 13 de mayo la ruta de ascenso de contagios y muertes ha sido alarmante aunque sin saturar hospitales pero si, agotando al personal de ellos y teniendo que recurrir a explicaciones emocionales y apoyo especial para trabajadores y trabajadoras del sector. En un porcentaje muy alto el personal de enfermería y de intendencia son mujeres, madres y de zonas periféricas a sus centros de trabajo. Las médicas, pareciera estar mejor situadas, pero no hay datos públicos todavía.

En las sociedades en alto riesgo, la actitud frente a la adversidad tiene dos componentes: o te sobrepones o te sometes.

Tercero: la lógica política

Desde cualquier arista en la que nos situemos para observar el tiempo, los espacios y las miradas de la situación actual, la política salta y llama. En nuestro país, al igual que en muchos gobiernos, se ha dado un apoyo fuerte a la ciencia para que informe y lleve la conducción de los datos médicos en esos dos meses pasados. Ello ha permitido fomentar una inteligencia colectiva que conlleva a nuevas prácticas sociales y entornos de protección, que han logrado minimizar el miedo y pánico frente al golpe de realidad.

Esto es relevante porque como explica el estudioso francés, Boris Cyrulnik sobreviviente del holocausto de la Segunda Guerra Mundial en las sociedades en alto riesgo, la actitud frente a la adversidad tiene dos componentes: o te sobrepones o te sometes. Al optar por la primera, tienes que conocer los obstáculos, medir los retos a que te enfrentas, hablar y escuchar entendiendo a los y las otras, estar en comunicación y con canales autorizados. Estas ideas de personas que han vivido situaciones de incertidumbre y miedos, son un ejemplo de mentes que nos dan mensajes sobre que una desgracia no determina tu destino.

Desde el aspecto político, más allá de los enfrentamientos por el Nuevo Orden Económico-Político Mundial post-primera contingencia, entre China, Estados Unidos, Rusia y países petroleros donde están los sectores estratégicos de las economías globales de este momento. En México, los grupos de partidos políticos divergentes al Gobierno federal, descalifican propuestas, pero con golpeteos desde abajo, existen aun así, acuerdos para sobreponerse, en el aspecto médico y de salud. Entrando al espacio económico-político donde los políticos excavan con mayor soltura, las diferencias afloran con mayor claridad. Giran en torno a deuda, sectores que se apoyan desde el sostén de la demanda agregada y gastos de gobierno, flexibilidad, claridad de demandas, manejo de recursos y tareas de toma de decisiones. Como que no se ha querido entender que desde que asumió este Gobierno federal la conducción del país, quiere resolver las causas que afectan la desigualdad por el lado de aumentar la demanda agregada y que sean los dueños del capital los que se encarguen de la oferta agregada.

A pesar de que los medios de comunicación buscaron generar miedo en ciertos momentos al descalificar lógicas políticas del Gobierno federal, no han creado pánicos masivos que puedan quebrantar el sentido de la inteligencia comunitaria. El confinamiento no ha sido una medida fácil, la alerta nos condujo a verle como necesidad de vida o mayor cantidad de muertes porque no existe un medicamento adecuado o una vacuna de solución masiva. Eso sí, como ha advertido desde hace años Chomsky la manipulación mediática presenta al pueblo mexicano como infantil, emocional, idiota, creando problemas con fiestas y generalizando a todas las capas de la población.

Lo que se desmorona, sin lugar a dudas, es la idea política dominante que solo el neoliberalismo era la salida económica, social, cultural y personal de los pueblos. Desde las epistemologías del Sur, se han estudiado soluciones democráticas del vecindario, de lo local donde hay una situación de comunidad y educación ciudadana orientada a la cooperación no solo familiar sino más amplia. Sin embargo, las soluciones políticas siempre son discriminatorias y excluyentes no importa el modelo político que se conforme en la sociedad particular.

Miremos, si la inteligencia colectiva que se ha podido construir en este poco tiempo entiende que el oxígeno financiero que mueve las ganancias tiene y puede convivir con las experiencias comunitarias innovadoras exitosas que intercambia, producen y satisfacen necesidades esenciales y cuidan la naturaleza, en espacios geográficos libres de contagios masivos. En fin, tejer y avanzar a una diferente lógica política.

Cuarto: la lógica pedagógica

Un ámbito social conocido por mi experiencia profesional donde sabemos que el modelo neoliberal ha trabajado un esquema de enseñanza de distribución, reconocimiento y participación de las personas que facilita la conformación de personalidades, ahora se dice identidades, egoístas, egocéntricas, conservadoras, colonialistas y sexistas, en aras de una calidad.

Hace tres años visitó la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) el pedagogo español Jurjo Torres Santomé, un defensor de la escuela pública y del currículo integrado a la realidad del momento histórico. Hablamos de varios temas y categorías de estudio, sin embargo, el concepto de “censura informativa” ha rondado mis reflexiones como académica que tiene el compromiso con la universidad pero más con el estudiantado.

Coincido con este pensador cuando reflexiona y argumenta que hemos caído en una lógica pedagógica que deforma, silencia y manipula las explicaciones de los temas emergentes conformados a partir de las políticas neoliberales. Hay un sentido del lenguaje, construcción del sentido común y del sentido científico acerca del racismo, del sexismo, de las clases sociales, del neocolonialismo, del mundo laboral, que se acota en las instituciones escolares. Ellas en lugar de ser ese espacio privilegiado para construir nuestras interpretaciones de la realidad, de abrir imaginarios o posibilidades de construir conocimientos, habilidades y compromisos políticos, en la juventud, desvía la atención a un éxito egocéntrico.

Un currículo que no se dirige a la vida cotidiana, que entienda el origen y necesidades del estudiantado, no ayuda a verse, reconocerse, analizarse o comprenderse en cuanto persona éticamente comprometida y colaborativa. Así, más allá de dar aprendizajes del desarrollo de las ciencias y sus características en las áreas del conocimiento, se forjan personalidades adiestradas con una instrumentación curricular.

La situación humanitaria que tenemos nos coloca hoy día, en escenarios parecidos a las que se vivieron en el periodo entre guerras mundiales del siglo XX. Albert Einstein proponía un proyecto político-educativo cuando decía: “la formación de los individuos debe ser para que piensen y actúen de manera independiente, pero que vean en el servicio a la comunidad su principal preocupación vital”.

¿Cómo lograremos modelar nuevas subjetividades para voltear a ver el servicio a la comunidad como la preocupación vital? Si se ha venido forjando un homo consumeris en una sociedad reduccionista y fragmentada que promueve la atomización social dentro de un patrón de salud como forma de verse físicamente. Personas autorreguladas con relojes y cronómetros, dietas, y que con demasiada facilidad llegan a comportamientos hipocondríacos. Como nos explica Byung-Chul Han en su excelente trabajo de La sociedad del cansancio: “El ser humano es visto, en su conjunto, su cuerpo y sus capacidades, como una máquina de rendimiento, cuyo objetivo consiste en el funcionamiento sin alteraciones y en la maximización del rendimiento”. (2012:72)

Para las y los docentes, este autor Byung-Chul Han destaca “el hombre depresivo es aquel ‘animal laborans’ que se explota a sí mismo, a saber, voluntariamente, sin coacción externa. Él es, al mismo tiempo, verdugo y víctima”. (2012:30)

Por consiguiente, ¿cuáles serán los proyectos pedagógicos con estos sujetos del acto educativo? Sin considerar por supuesto a las personas de la gestión y administración escolar. Seguiremos las y los docentes en la ruta de entrenadores (coachers) de estudiantes, empecinados en resolver pruebas de preguntas cuantitativas, no a pensar, pero si tener trucos estandarizados para alcanzar metas y rankings. Preocupa que se acabe el 2020, construyendo un falso universalismo, una falso sentido de cooperación y solidaridad cuyo sentido común y mentalidad sean políticas educativas impositivas y de dominio cultural donde ante el golpe de realidad, las lógicas y las miradas, no incluyan nuevas formas de vida, de estilos de articulación políticos y civilizatorios con una postura más humilde hacia la naturaleza.

Existen desde hace no menos de 30 años muchas mentes que imaginamos el planeta como nuestro hogar común y a la naturaleza como nuestra madre. Las acciones y el lema “otro mundo es posible” otorgan salidas.

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