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Los símbolos patrios // Nicolás Duarte Ortega

La nación mexicana como producto de su historia ha establecido tres símbolos patrios que son: el escudo, la bandera y el himno nacional. Estos símbolos están definidos en el artículo 1 de la Ley sobre las características del Escudo, la Bandera y el Himno Nacional Mexicanos, publicado en el Diario Oficial el sábado 17 de agosto de 1968. De acuerdo con el artículo 2 de dicha ley:

"El escudo nacional está constituido por un águila mexicana, con el perfil izquierdo expuesto, la parte superior de las alas a nivel más alto que el penacho y ligeramente desplegadas en actitud de combate, con el plumaje de sustentación hacia abajo tocando la cola y las plumas de éstas en abanico natural. Posada en su mano izquierda sobre un nopal florecido que nace en una peña que emerge de un lago, sujeta con la derecha y con el pico, en actitud de devorar una serpiente, curvada de modo que armonice con el conjunto. Varias pencas de nopal se ramifican a los lados. Dos ramas, una de encino al frente del águila y otra de laurel al lado opuesto, forman entre ambas un semicírculo inferior y se unen por medio de un listón dividido en tres franjas que, cuando se representa el escudo nacional en colores naturales, corresponden a los de la bandera nacional".

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Por supuesto que en la vida real nunca se efectuó la escena que se describe en el párrafo anterior, sino que más bien se trata de una alegoría mediante la cual se sintetizan diversos elementos históricos de nuestro pasado indígena, colonial y decimonónico.

El águila puede ser una advocación del sol ya que los antiguos lo representaban durante el día con un águila real y durante la noche con un jaguar. La serpiente puede significar una representación de Quetzalcóatl, ya que precisamente con una serpiente de cascabel se representaba frecuentemente a este dios. El nopal nos recuerda la presencia nacional de esta importante planta, donde se sitúan los tres colores: verde, en las pencas, blanco en las espinas y rojo en las tunas. El águila es una especie que Linneo llamó científicamente águila chrysaetos, llamada cuauhtli por los aztecas, águila real por denominación común, águila dorada por algunas naturalistas, y que a principios de siglo todavía era ubicada en Guanajuato, Durango y Chihuahua. La presencia del águila es abundante en los códices mexicanos y como ejemplos podemos citar el Códice Telleriano donde aparece solamente el tunal (nopal); el Códice Ramírez donde ya aparece el nopal, y el águila tiene en su garra derecha una ave (pájaro); el Códice Durán donde el águila destroza un pájaro; el Códice Aubin donde el águila sostiene con su pico una serpiente ya muerta que cuelga indefensa, y el Códice Mendocino donde el águila, el nopal, el islote y el lago están bellamente pintados, pero no aparece la serpiente.

Al llegar la Independencia de México las ideas sobre estos códices ya eran bastantes conocidas entre los amantes de la cultura histórica, pero ahora se mezclaban también con las ideas europeas que ya se habían arraigado en la nación mexicana, así que al escudo se le añadió una rama de encino, que era un símbolo que usaban los republicanos, pues este árbol tiene como cualidades poseer una madera muy dura y resistente, así como permanecer verde todo el año. La rama de laurel que tiene el escudo recuerda las formas antiguas en que en Grecia y Roma a los guerreros victoriosos se les premiaba con una corona de laurel o de oliva.

Bandera de México, símbolo patrio

Es muy importante entender que no existen interpretaciones únicas del escudo nacional, sino que, de acuerdo a los principales elementos históricos, el lector se aproxima más o menos a su comprensión. Por ejemplo, el distinguido antropólogo mexicano Manuel Gamio a principios de siglo, en su célebre libro Forjando Patria (1916) decía que el águila representa el poder noble y justiciero, “el Bien, el águila, en su eterna pugna con el Mal, la serpiente”. Esta interpretación era inexacta porque confundía elementos cristianos en los que el mal lo representa una serpiente, según la versión bíblica, pero los indios mexicanos antes de Cortés carecían de ideas sobre el cristianismo.

Más bien diríamos que se trata de un conjunto de caracteres culturales identificatorios en los aztecas y otros pueblos anteriores para los cuales la serpiente era asociada con el bien, puesto que el agua tomando la forma ondulante al correr, fertilizaba los campos que daban cosechas. El águila es el sol, que con su energía da la vida.

La bandera nacional parece tomar el nopal del Códice Mendocino y los tres colores que la forman, aunque la bandera realmente se crea hasta la consumación de la independencia. Es bastante conocida la historia de las banderas (basta leer una estampa escolar), pero sus tres colores fueron acomodados a la significación que la lucha en esos momentos requería. El rojo representó la unión entre criollos y peninsulares, que se asociaban para construir una nación. El blanco la fuerza del clero, que participaba activamente en la política mexicana y el verde la independencia a la que aspiraban todos.

En el artículo 8 de la ley citada anteriormente se expone: "La bandera nacional se caracteriza por un rectángulo dividido entre franjas verticales de medidas idénticas, con los colores en el siguiente orden a partir de la asta: verde, blanco y rojo. En la franja blanca y al centro tiene el escudo nacional, con un diámetro de tres cuartas partes el ancho de dicha franja, la proporción entre anchura y longitud de la bandera, es de cuatro a siete. Podrá llevar un lazo o corbata de los mismos colores, al pie de la moharra. El modelo de la bandera nacional, que corresponde a la anterior descripción, será autentificado, con su firma, por el presidente de la república y por los presidentes de cada una de las cámaras del Congreso de la Unión y de la Suprema Corte de Justicia y se depositará en el Archivo General de la Nación".

El himno nacional es el tercer símbolo de nuestra patria. Desde la consumación de la independencia se hicieron intentos por crear un himno nacional que cohesionara el fervor patriótico, pero las diversas composiciones que se hicieron, aunque algunas muy buenas, no podían afianzarse en un pueblo que estaba en constantes guerras nacionales y extranjeras.

Fue hasta la última época del dictador Antonio López de Santa Anna cuando se convocó de manera oficial y nacional a los poetas a un concurso para escoger un himno para México. Al concurso se presentaron más de treinta composiciones, encontrando el jurado que la de Francisco González Bocanegra era la mejor. El poeta había participado forzado por la insistencia de su novia, que se convertiría luego en su esposa. El poema premiado requería música por lo que se organizó otro concurso entre músicos, ganando el de Jaime Nunó, un hombre originario de España.

Francisco González Bocanegra y Jaime Nunó

Una vez armonizada la música con la letra se fijó el 15 de septiembre de 1854 como la fecha para la ceremonia de inauguración, donde en presencia de su Alteza Serenísima se cantaría el himno a dos voces, pero Santa Anna no se presentó por lo que se tuvo que cantar en su ausencia. Al día siguiente se efectuó otra ceremonia a la que sí se presentó el dictador. González Bocanegra murió algunos años después, relativamente joven, mientras que Jaime Nunó emigró a los Estados Unidos. Descubierto casualmente a principios del siglo veinte, fue invitado por el gobierno de Porfirio Díaz, rindiéndole una serie de homenajes, inclusive en Monterrey.

El poema compuesto por González Bocanegra constaba del coro y diez estrofas, de las cuales el autor retiró la cuatro y la siete, porque caído Santa Anna los liberales no aceptaban que en ellas se alabara al hombre que fue once veces presidente de México y al primer emperador Iturbide.

Por decreto del presidente Manuel Ávila Camacho, de fecha 20 de octubre de 1942, el himno se volvió oficial, reglamentándose las formas y ocasiones en que se cante. Antes el himno había sido ya adoptado por el pueblo, sobre todo luego de la Revolución mexicana, pero fue hasta 1942 en que por ley se volvió oficialmente respetable.

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