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Zizek, el amor y la distancia // Nicelia Butten

Cada vez parece más remota la vida antes de la COVID-19. Nos referimos a ella como una memoria grata, lejana, cálida, pero sobre todo, pasada. La declaración de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dibujó una línea que separa la vida antes y después de la pandemia, de tal manera que la propagación del virus altera el mundo, nuestra cotidianidad y la dinámica que establecemos unos con otros.

Pasamos de una rutina geométrica de traslados hacia el trabajo, las escuelas, el supermercado, las reuniones con amigos a colocarnos detrás de una computadora, con niños a los que hay que educar en casa y supliendo las tareas que antes llevaban un contacto humano por entregas a domicilio, muchas veces, sin contacto. Es cierto que la pandemia no nos hace más sabios, pero nos obliga a mirar bajo una óptica diferente.

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Recientemente, Zizek publicó ¡Pandemia!: El COVID-19 sacude al mundo; en este hace una crítica al modelo económico, las políticas y dinámicas tan asimiladas que hemos dejado de percibirlas y las asumimos como “lo normal” y que, sin embargo, en plena pandemia, nos están pasando una factura. El filósofo propone como solución el comunismo, pero la ideología se aleja de los paradigmas que le dieron origen décadas atrás y se reinventa con el concepto de “solidaridad” como fundamento.

"Una cosa es segura: el aislamiento por sí solo, la construcción de nuevos muros y más cuarentenas, no hará el trabajo. Se necesita una solidaridad total e incondicional y una respuesta coordinada a nivel mundial, una nueva forma de lo que una vez se llamó comunismo. Si no orientamos nuestros esfuerzos en esta dirección, entonces Wuhan hoy puede ser la típica ciudad de nuestro futuro". [1]

Lo curioso es que, mientras entre las naciones el comunismo se expresa mediante una consciencia de la interdependencia entre los países, más allá del efecto de la globalización y asumidos como una responsabilidad entre las acciones de unos y otros, entre las personas la dinámica se replica con un elemento como diferencia clave: la distancia. Cuando el otro me importa, me alejo de este. Cuando amo al otro evito tocarlo. Cuando quiero que el grupo prevalezca, me aíslo. La manera de expresar afecto, cuidado y atención es estar plenamente consciente de que nuestra presencia puede tener un impacto negativo en la vida —y la salud— del otro, por tanto, separarse es la manera de demostrar cuidado.

Octavio Paz afirmaba en La llama doble que el amor busca la fusión con el ser amado [2], pero ahora, conviene cancelar ese impulso, cortarlo en seco, y sublimarlo por el de la separación. Como dos imanes cuyas fuerzas los jalan hacia el centro, ahora se repelen, no por odio, indiferencia o animadversión, sino por amor.

Al final de la cuarentena, o “cuando todo esto pase”, como se escucha en tantas videollamadas volveremos a estar cerca, a disfrutar el calor tibio del cuerpo de quienes amamos, pero hoy hay que seguir resistiendo la soledad, el trabajo detrás de una computadora en casa, los días que se sienten uno igual a otro y la distancia. Porque hoy eso es responsabilidad, solidaridad y amor.

Notas

1. Zizek, Slavoj (2020) ¡Pandemia!: El COVID-19 sacude al mundo. So on in spanish.

2. Paz, Octavio (1993) La llama doble. Amor y erotismo. Seix Barral.

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