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Homosexualidad en la Revolución Mexicana, el caso Amelio, por Raymundo Hernández Alvarado

Homosexualidad en la Revolución Mexicana, el caso Amelio

Raymundo Hernández Alvarado

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Poco abordado en la historiografía de la Revolución Mexicana, la presencia del homosexualismo en el movimiento social se nutre precisamente del conflicto armado para poder disfrazarse, tratar de pasar desapercibido y salir definitivamente ‘del ropero’ para hacer frente a otra realidad más intensa que es la de matar o morir en la lucha por los ideales. Esta oportunidad es aprovechada por muchos soldados y oficiales que se suman voluntariamente o a fuerza en ‘la bola’, pero hubo quienes sí abrazan las políticas de su bando y ascienden en la jerarquía de mando, ya fueran norteños o sureños.

Mujeres y hombres con preferencias sexuales distintas a las del común también se hacen presentes. Casos como el de Amelia Robles Avila están bien documentados. Ella nace biológicamente como mujer, se hace zapatista hasta llegar a coronel y luego ser ‘reconocido’ por el propio secretario de la Defensa Nacional.

El caso de Amelia-Amelio es uno de los pocos conocidos; ella logra romper el morbo, la burla y el rechazo de iguales o superiores a base de esfuerzo personal y valor en el campo de batalla, en el combate contra el enemigo, ya fueran federales huertistas, carrancistas o delahuertistas.

La acusación de Flores Magón

Igualmente los hombres atraídos por otros hombres aportaron sus cuotas de lucha en la Revolución Mexicana. Si acaso la más conocida en el norte es la ‘acusación’ que Ricardo Flores Magón hace de su nuevo enemigo Antonio I. Villarreal (anterior aliado en la Junta Organizadora del Partido Liberal), al publicar en 1914 en su periódico Regeneración que había sostenido relaciones con otro hombre: un peluquero.

El motivo: Ricardo Flores Magón se pregunta acerca del ‘desatino’ de Venustiano Carranza al haber enviado a Antonio I. Villarreal a conferenciar con Emiliano Zapata, sentenciando:

“Carranza no tiene vergüenza. ¿Cómo se atreve a enviar para que trate con hombres a un infeliz pederasta como es Antonio I. Villarreal? ¿No sabe Carranza que Villarreal sostuvo relaciones amorosas con un barbero de Lampazos de Naranjo, estado de Nuevo León?”

Por supuesto que cabe preguntarse qué tenía que ver la vida privada y, sobre todo, las preferencias sexuales de Antonio I. Villarreal, con las diferencias ideológicas o tácticas que pudiese tener con Ricardo Flores Magón, preguntan los autores de la recopilación Chantal López y Omar Cortés en: www.antorcha.net/biblioteca.../presentacion.html

En el sur, menos prejuicios sobre el sexo

Fernando Zamora, autor del libro Por debajo del agua, (Plaza & Janés, México, 2002), obra novelada basada en datos reales escribe que la homosexualidad en las filas revolucionarias no se limitaba únicamente a los hombres sino que “… hubo una gran cantidad de lesbianas entre las soldaderas. Había muchas que se consideraban hombres y exigían que las trataran como tales. Se dio un fenómeno de transexuales femeninos muy curioso”, Añade que “…los ejércitos revolucionarios del sur aliados de Emiliano Zapata, fueron más tolerantes con las relaciones homosexuales que las fuerzas del norte comandadas por Pancho Villa”.

Por su parte, Gabriela Muñoz, en artículo publicado en la revista de Contracultura Oficio reseña que Zamora el autor, quiso acercarse a la revolución “…rompiendo esquemas, intentando hablar de alguien, y no sólo de un periodo histórico”.

Esta aproximación a la homosexualidad permitió a Zamora reconocer que los movimientos revolucionarios del sur, tanto los de Zapata, como los milicianos de Chiapas y Oaxaca “eran más liberales y tenían menos tabúes sobre el sexo” que los ejércitos del norte, añade Muñoz en su texto.

El caso Amelia-Amelio

El de Amelia-Amelio Robles es el caso documentado más conocido de mujeres lesbianas en la guerra civil mexicana. Ella nace el 3 de noviembre de 1889 en Xochipala, Guerrero y sus padres Casimiro Robles y Josefina Ávila –rancheros acomodados– le ponen por nombre Amelia.

Al morir su padre cuando la niña tiene tres años, su madre se vuelve a casar con Jesús Martínez, a quien la futura revolucionaria no aceptaría. Es formada en la Sociedad de Hijas de María de la Medalla Milagrosa, pero ella prefería actividades como montar y domar caballos, tiro al blanco, señala la biografía.

Es probable que ella ingrese a la Revolución Mexicana por problemas con su padrastro, pero otras versiones señalan que haya huído de la ley por raptar a una chica e ingresa a las filas revolucionarias. O también el supuesto de que su padrastro la quería casar con un desconocido.

Como fuera, ella ya no dejó la vestimenta varonil. “El cambio definitivo lo habría gracias a la Revolución y ya nunca se quitaría su traje ni andares de hombre, ni sus sentimientos como tal…”, escribe Isabel Valcárcel en su libro Mujeres de armas tomar (Edaf, Madrid, 2005, p.p.172- 176). Robles presumiría luego haber estado presente en 1914 en el histórico encuentro entre Zapata y Villa en México.

La carrera Militar de Amelio

El periodo militar de Amelio –como exigía le llamaran– en el zapatismo, se extendió de 1912 ó 1913 a 1918, ‘poco radical políticamente’, pues cambió en varias ocasiones de bando, del zapatismo al constitucionalismo y después al obregonismo en 1928, luchando contra el delahuertismo.

En su obra Luchadoras: historias de mujeres que hicieron historia, Bárbara Funes y Andrea D’atri (IPS, Bs, As, 2006), refieren que Amelia(o) era una mujer brava y valiente que puso emboscadas a las tropas federales en Tixtla, que participa en más de 70 encuentros por lo que asciende de grado hasta ser coronela.

Ella decía: “Vino la bola y me fui a la bola, al principio no dejó de ser una mera locura, pero después supe lo que defiende un revolucionario y aprendí el Plan de Ayala. Huerta mató a Madero y me fui contra Huerta; Carranza sólo era un mistificador de la revolución y me fui contra Carranza”. Las autoras escriben que en Guerrero estaría a las órdenes de los más altos jefes zapatistas Jesús Salgado, Heliodoro Castillo y Encarnación Díaz.

Amelia participa en 25 acciones armadas con Salgado, entre ellas la batalla de Tlacotepec, pueblo que es tomado al atacar a los federales refugiados en la iglesia “con armas químicas”, pues de acuerdo a los testimonios les arrojan costales de chiles ardiendo que les provocan asfixia, obligándolos a salir desesperados del templo.

Bajo las órdenes de Salgado también tuvo destacada participación en Tixtla y Chilpancingo, lo que le vale ser ascendida a mayor. Ya empezaba a ser conocida como “el güero Robles”, tras el valor demostrado en batalla y por robar, sola, el caballo del coronel federal Zenón Cerreto, el de mayor rango enemigo en el encuentro.

Dejaría las armas en 1918 para reingresar en 1924 como obregonista contra de la Huerta, participando en la batalla de Pozuelos, donde muere el general Marcial Cavazos y ella resulta herida. En 1939 apoya la candidatura de Almazán a la presidencia.

A punto de ser fusilada

Posteriormente, a las órdenes del general Castillo subiría al grado de coronel. A ese militar le profesó un gran respeto por considerar que “Castillo me enseñó a ser revolucionario”. Con una fama ganada por su arrojo, participa en el comando que rescata al ingeniero de confianza de Zapata, Angel Barrios, pero es detenida y condenada a morir fusilada.

Cuando le preguntaron qué había sentido al estar formada en el paredón y a punto de ser fusilada respondió: “Mire, amigo, con toda franqueza, no sentí nada”.

Ya con el nombre más generalizado de Amelio dirigió a más de 600 hombres, y veteranos zapatistas como Jesús Patiño, estuvieron a sus órdenes. También hizo planos topográficos para los revolucionarios en Morelos y Guerrero, añaden las autoras de la obra.

En campaña conocería a la que fuera su pareja por más de 10 años: Ángela Torres, que en esos inicios del siglo XX es de las pocas en elegir su vida sexual plena y públicamente. Las autoras citan lo expresado por la periodista Gertrude Duby, quien afirma: “Hasta en las montañas de Chiapas se oía hablar de ella”.

Mata a dos que quisieron comprobar su virilidad

Al término de la Revolución, un Amelio reconstituido se integra a la vida civil pero sin cambiar sus pantalones por la falda, aunque tuvo que soportar el asedio de la prensa que morbosamente le negaba identidad masculina, situación que la misma sociedad le toleró por sus méritos en campaña.

Pero ese respeto le costó mucho a la antigua dama de rancho. Un bravo Amelio asesina a dos hombres que cuestionaban su virilidad y querían descubrir su secreto, por lo que es detenido y sentenciado para purgar condena en la cárcel de Chilpancingo.

Envejece y lucha por obtener una pensión como veterano de la Revolución, misma que le otorgan, al igual que una condecoración impuesta por el secretario de la Defensa Nacional en 1970, como Legionario de Honor del Ejército Mexicano. En 1973 recibe la condecoración Mérito Revolucionario, refiere la Wikipedia.

Amelio muere el 4 de diciembre de 1984, a los 95 años de edad. En la actualidad una escuela de su pueblo natal Xochipala, lleva su nombre en género femenino. Su personalidad hizo que le compusieran varios corridos, unos versos que sobreviven: “Su nombre fue Amelia Robles,/ coronela consagrada,/ no olviden de su nombre,/ era orquídea perfumada,/ llévenle un ramo de flores/ a su tumba abandonada.”

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