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Primer Museo de Arte Latinoamericano de Uruguay
from Dossier 57
ENTREVISTA CON PABLO ATCHUGARRY Primer Museo de Arte Latinoamericano de Uruguay
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Por María Noel Álvarez
Este año cumple 40 años como artista plástico y fue la excusa perfecta para dar a conocer lo que sin dudas será su mayor obra: la construcción del primer Museo de Arte Latinoamericano de Uruguay. Las obras comenzarán en abril en el predio de la Fundación Atchugarry, y se prevé que esté listo para la temporada 2020- 2021. Enmarcado en un entorno natural único y diseñado por Carlos Ott, tendrá tres mil metros cuadrados de extensión, tres salas, un cine y un increíble mirador. Pablo Atchugarry dialogó con Dossier y aseguró que con este proyecto apunta a la excelencia; sueña con que se convierta en un faro cultural, además de ser un lugar atractivo para fomentar la educación en niños y en quienes no están involucrados con el arte. Contó que soñar permanentemente su próximo proyecto lo mantiene vivo y que, sin dudas, será el mayor legado que pueda dejarle a su país.
Arq. Carlos Ott y Pablo Atchugarry.
Este año se cumplen cuarenta años de su primera escultura en mármol…
Sí, esa primera escultura se llamó Lumière. Yo quería trabajar el mármol y necesitaba alguien que me encargara la obra. Hice un proyecto en París, lo envié por correo a una persona en Italia, con quien nos hicimos muy amigos, don Marino Colombo, un cura de dos pueblitos en el lago de Como. Le gustó y me fui a Carrara a hacer la obra sin saber prácticamente nada de mármol. El dueño del taller me dijo: “Aquí un escultor es considerado joven a los sesenta años”, y yo tenía 25, así que me faltaban muchos años aún para ser joven [risas]. El camino nunca es fácil, pero en estos cuarenta años he esculpido cientos de toneladas.
Alguna vez usted dijo que el arte mejora la autoestima y ayuda a vivir mejor.
Creo que cuando descubrimos eso tan íntimo que es la creatividad, el arte, que nosotros mismos podemos hacer o descubrir realizado por otras personas en una exposición o un museo, es fantástico. Cuando el ser humano se descubre artista y se pone en esa especie de círculo o imán que lo atrae, deja lo mejor de sí mismo.
Hace once años cumplió el sueño de tener su fundación, con el Parque de Esculturas, la participación de artistas consagrados y emergentes además de la realización de espectáculos de música y danza de primer nivel. Ahora cumplirá otro sueño: un Museo de Arte Latinoamericano.
La idea empezó a madurar con un amigo holandés y una amiga colombiana que tienen una colección de arte latinoamericano, pensando en qué destino darle y cómo darles destino a obras de ciertos creadores como,
por ejemplo, Wifredo Díaz Valdéz, Enrique Broglia, entre otros, de quienes hemos coleccionado obras durante años. Que Uruguay tenga un museo de arte latinoamericano puede ser un granito de arena más para enmarcar el arte uruguayo en un contexto más vasto, de relacionamiento. Pensar y estudiar lo que hacían José Pedro Costigliolo, María Freire, Miguel Ángel Pareja, Joaquín Torres García, cuando era clave saber lo que estaba pasando en otros países en esos años. Estoy convencido de que la cultura tiene que ser integradora.
¿El arte latinoamericano está en auge?
Creo que hay grandes artistas latinoamericanos que empiezan a sobresalir a nivel mundial –Gego, Carlos Cruz Diez, Rafael Soto, entre tantos otros–, y pienso que la idea de unión y relacionamiento es clave porque la unión hace la fuerza, y eso permitirá que se conozcan más y, por ende, se aprecien más. Las casas de subasta como Sotheby’s y Christie’s están integrando los remates latinoamericanos y colocando a los artistas latinoamericanos en subastas internacionales. Ese nicho de mucha calidad seguramente se expanda.
¿Por qué cuando pensó en el museo, enseguida consideró a Carlos Ott?
Porque es un genio y tiene una profesionalidad y un entusiasmo increíbles. Cuando le mostré el lugar, sacó una libretita y empezó a dibujar; es un dibujante extraordinario. De hecho, me gustaría hacer un libro del museo con los bocetos, lo que pasa detrás del escenario, las ideas. Carlos documenta
cada cosa con un dibujo y explica un problema técnico con un dibujo de una belleza extraordinaria. Me pareció que era la persona indicada para darle alas a este sueño.
¿Usted sugirió algo sobre el diseño?
No, el diseño es todo responsabilidad de Carlos, pero tiene ese carácter extraordinario y la fuerza de los grandes de compartir generosamente sus ideas, su proyecto; en definitiva, de dialogar. Todo el tiempo me hacen encargos de esculturas desde todas partes del mundo, y cuando estoy completamente libre hago lo que quiero. Hacer lo que uno quiere es hacer lo mejor para un proyecto. Carlos tomó en consideración el terreno, su gran desnivel, para crear un mirador extraordinario hacia el cerro Urquiza. Hoy hablé con él y le comenté que me gustaba la idea de incluir un cine pequeño, para ochenta o cien personas, donde se exhibirán películas del mundo del arte y se harán ciclos sobre biografías de autores. Uno puede volar con la imaginación. Estoy muy entusiasmado con el proyecto; conozco las dificultades, pero creo que en todos los ámbitos ha gustado mucho la idea. Pienso en las muestras que se pueden generar, curadas por uruguayos, enviarlas a otros lados y recibir otras muestras curadas por extranjeros. Se crea así un porvenir muy vasto, así que: ¡vamos arriba con los sueños!
¿Qué significa para Uruguay tener un Museo de Arte Latinoamericano?
Para Uruguay es otro punto de interés y también es importante a nivel educativo. Ya la fundación es visitada por estudiantes de primaria y secundaria de todo el país
que vienen a hacer trabajos. Es lindo que los jóvenes sepan apreciar no solo nuestros autores sino también los de nuestros países hermanos. Creo que habrá apertura hacia un mundo que de pronto no conocemos, y eso nos enriquecerá a todos. En especial a quienes no pueden viajar a un país lejano y podrán ver muestras acá como, por ejemplo, la de Picasso que viene al Museo de Artes Visuales. Esa muestra vuelve a colocar a Uruguay en el centro de la atención mundial y local; por eso hay que apoyar todas esas iniciativas. La idea es que el Museo Latinoamericano también haga ese tipo de aportes.
¿Cuál será el distintivo de este museo?
La diferencia está en la energía al estar en un entorno natural único. No es lo mismo un museo en medio de una ciudad que en este lugar, donde la naturaleza es realmente protagonista. En este momento escuchamos los pájaros, hay carpinchos… Este lugar nos obliga a venir expresamente, y todo se integra de forma muy armoniosa al paisaje.
Hace unos años entrevisté a un gestor cultural francés quien me habló sobre la importancia de tener íconos arquitectónicos que se asocien con un país: en Francia, la Torre Eiffel, por ejemplo. ¿El Museo puede ser un ícono que se asocie con Uruguay, generando mayor visibilidad del país?
Claro que sí. De hecho, acabamos de recibir una excursión de gente de Lituania, que están pasando unos días en Uruguay y vienen a la Fundación. Y no es casual. Cuando hay un contenido cultural interesante, la gente se mueve y, cuando está en la región, aprovecha para visitarlo y conocerlo. Con el museo aspiro –incluso por la belleza del edificio en sí mismo– a que se convierta en un faro cultural que se transforme en un elemento icónico.
La empresa de construcción que realizará el proyecto es la de su hermano Alejandro, en la que trabajan sus sobrinos, es decir, que el proyecto tiene un componente emocional importante, en el que sin dudas estará presente la energía familiar. [Emocionado]. Totalmente. Estos edificios de la fundación los había realizado Alejandro con su empresa de construcción, que fundó mi padre. Para ellos, que son jóvenes, formar parte de este proyecto tan importante es un gran desafío y, a la vez, significa una unión de recuerdos y de integración de generaciones. Pienso todo esto como un legado al país y me encanta que ellos participen.
¿Hará alguna obra especial para el museo?
En principio, no. Mi mayor obra será que se pueda construir. A lo largo de mi vida he ido coleccionando obras de artistas nacionales y extranjeros, y creo que es una linda sede para que tengan presencia permanente.
En el Museo del Prado, el Louvre u otros se ve una infraestructura para atraer no solo a los adultos sino también a los niños, desechando la idea de que la cultura es aburrida. ¿Pensó cómo atraer a los más pequeños y a quienes no están interesados en el arte?
Es fascinante lo que decís. Recuerdo que en el museo Matisse, en Niza, a la salida había niños dibujando lo que
habían visto. Aquí, en el Parque de Esculturas, he visto niños de cuatro años corriendo de escultura en escultura como jugando a la mancha. Es importante que se integren al arte de forma lúdica. Muchas familias me cuentan que vienen con sus hijos, ellos juegan al aire libre y van mamando el arte. Imaginemos que desde el mirador del museo verán todo el parque natural, y habrá obras como las de Julio Le Parc, que tiene más de tres mil cuadrados de acrílicos que se mueven con el viento y son atractivas naturalmente para los niños. Todo es con entrada libre y gratuita; además, es un proyecto integrador, en el sentido de que acá se puede disfrutar de un espectáculo, de la presentación de un libro u otras actividades. El museo seguirá con la misma onda de la Fundación de motivar y descubrir cosas. Los niños tienen la curiosidad a flor de piel, y espero que sean ellos los que vengan, arrastren y motiven luego a los mayores a visitarlo.
¿La inversión es cien por ciento privada?
Sí. Quiero apuntar a la excelencia y si bien aún no está terminado el presupuesto de lo que será la obra, todo lo que se pueda hacer por la excelencia tiene un retorno cultural importantísimo.
Además de artista, ¿se considera un gestor cultural?
Sí, porque esto es una gestión cultural. Este año trajimos una esfera naranja que Le Parc creó especialmente para el lugar y para el museo. Es la primera obra creada específicamente para el museo. Esto significa una gestión cultural; es un hombre muy reconocido, un joven de 90 años que vino especialmente de París y fue una visita hermosa. Nos habíamos encontrado en Miami, en una muestra suya en el museo Pamm, tuvimos feeling, también con su hijo Yamil, que lo sigue con gran devoción. Empezamos a hablar sobre esta posibilidad, y como Yamil
es además cantante de tango, el día de la inauguración de la obra hicimos un concierto, vinieron diecinueve músicos de Buenos Aires y fue una noche extraordinaria. Así como esto recuerdo tantos otros momentos que pasaron en estos once años de la fundación…
Después de la fundación, siguió el sueño del museo. ¿Estar permanentemente soñando el próximo proyecto lo mantiene vivo?
Sí, yo no paro. Pienso mucho más en el futuro que en el pasado. No me interesa mirarme al espejo y decir: “he hecho esto o lo otro”. Uno no sabe cuánto vivirá y hay que usar el tiempo de la mejor forma posible. Siempre estoy proyectado a nuevas cosas. Entrego todo el tiempo de mi vida a cumplir mis proyectos.
Tengo entendido que en Garzón su hijo Piero tiene su galería y de a poco están creando otro polo cultural interesante.
Ese proyecto empezó hace cinco o seis años, tiene 159 hectáreas y está a ocho kilómetros del pueblo, en plena campaña. Allí plantamos 15.500 plantas autóctonas como señal de que si bien el hombre está deforestando el planeta, también se puede forestar. Eso impacta muy positivamente en la fauna. Hay ciervos, nutrias, carpinchos, chajás, ñandúes y cantidad de pájaros porque muchas plantas les dan fruto y cobijo. Allí está la galería de Piero; él recorre ferias por México, Dubái, San Pablo, Miami, entre otras, siempre con el nombre de Galería Piero Atchugarry Garzón. También hay una reserva ecológica a la que le puse el nombre de mi madre, María Cristina Bonomi, y un parque de esculturas que incluye obras de artistas nacionales e internacionales. Lo último que se está haciendo es residencia para artistas, es decir, invitamos artistas de grandes ciudades para que se encuentren con la realidad de nuestro campo, escuchen otros sonidos; y el artista, que capta las problemáticas del mundo, capte también que estos oasis pueden fortalecer y que el ser humano se vuelva a amigar con la naturaleza.
Viviendo la mitad del año en Italia, es destacable que todos sus proyectos los haga en Uruguay. ¿Siempre tiene puesta la camiseta del país?
Siempre, cien por ciento. Desde seguir a la celeste cuando puedo hasta estos proyectos. Uno se siente en cierta manera representante y embajador de todos los uruguayos, y siempre que puedo trato de pasar tiempo en Uruguay. Este año será difícil porque tengo por delante tres exposiciones en Italia, pero esté donde esté, siempre estoy pensando en Uruguay. D
María Noel Álvarez. Licenciada en Comunicación. Conductora y productora de radio y televisión. Fue corresponsal de BBC Mundo.