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INTERCAMBIO EN ARGENTINA

Por Mariel Serrano

Alejandra Becerra Gómez, estudiante del octavo cuatrimestre de la carrera de Ciencias de la Comunicación y Medios Digitales de la UAG, vivió una gran experiencia académica al hacer un curso de intercambio en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), en la ciudad de Buenos Aires. Durante su estancia en aquel país tuvo la oportunidad de estudiar, convivir con nuevas personas, viajar y conocer de primera mano la cultura argentina.

Llevó las materias de Publicidad, Medios Audiovisuales y Organización de Espectáculos. La institución le gustó mucho por su modernidad. Los estudiantes se preparan con un enfoque empresarial y desarrollan competencias con trabajos reales.

Comenta que vivió “un choque cultural”, porque Argentina es un país “más neutro”, la comida es diferente y la gente es más reservada —pero muy educada—, mientras que “México es más colorido y la comida es más picante”. De sus múltiples experiencias, dice: “Comí asado, tomé mate y me enamoré de las medialunas. Argentina tiene gran riqueza cultural, diversidad de pensamiento, pasiones y es un país con muchas cosas que descubrir. Una de las cosas que más me gustaron fue vivir su pasión por el futbol, ver a este país ser campeón mundial y levantar su tercera copa, tan importante para ellos, desde bebés hasta adultos mayores”.

El viaje también le dio tiempo para hacer turismo. Visitó lugares como Mar del Plata y las cataratas de Iguazú. Conoció los rinco- nes de Buenos Aires, fue a teatros donde disfrutó de espectáculos de ópera y tango, cantó música argentina y presenció movimientos sociales que le permitieron entender un poco de la historia, la problemática y las ideologías del país. Recomienda a sus compañeros autónomos que, si pueden tener una experiencia así, no duden en hacerlo y aprovechar las oportunidades de intercambio que la UAG les brinda.

Por Martha Ivette Flores Ávalos Psicóloga de Asistencia Social UAG

La Adolescencia Y La Relaci N Con Los Padres

La adolescencia es una fase donde algo se transforma para dar paso a lo nuevo. Como todo cambio, puede ser difícil, doloroso, incómodo. El tiempo que dure la adolescencia dependerá de la guía que reciban los jóvenes y de los límites que se les impongan. Suele comenzar a los 11 años y puede durar hasta los 20… o no terminar. Para algunos es una etapa de crisis.

Durante la adolescencia, los padres dejan de ser valores de referencia para sus hijos. Ya no son esos superhéroes que admiraban, y los pares, artistas, influencers u (con suerte) otros adultos, como sus maestros, toman mayor importancia.

Los padres también pasan sus propias crisis mientras crían a sus hijos. La adolescencia de los hijos despierta recuerdos en los padres, y sienten nostalgia al ver que ya no son esos niños que se dejaban abrazar y obedecían; ahora perecen tan malvados que no quieren ni verlos.

Pero los adolescentes enfrentan sus propios problemas. Su cuerpo cambia tanto que casi ni lo reconocen, también sus ideales y las cosas que solían gustarles; ahora se cuestionan todo y pareciera que todo se destruye para volver a construirse.

Las palabras tienen un papel fundamental en la constitución psíquica. Desde que es un niño escucha lo que le dicen, lo que opinan sobre él, las cosas que los otros dicen que hace bien y los pronósticos que hacen sobre su vida. Así sucede con el adolescente, aunque parezca no hacer caso, escucha cuando le dicen que se comporta como un chiquillo, cuando le llaman flojo, cuando le recuerdan cómo ha cambiado y lo lindo que era cuando niño.

La adolescencia es un momento muy vulnerable; a ratos se siente que no se es nada, porque eres muy grande para ser un niño y muy pequeño para ser un adulto; porque esos lugares donde solían jugar ahora les quedan chiquitos y los hacen sentir inadecuados, y los lugares que comienzan a llamar la atención parecen quedar grandes y lejanos. Por eso es importante que haya un adulto cerca, que sirva de referencia, que soporte la “agresión” del adolescente y pueda ayudarle a dirigirla, que lo aliente y le dé la bienvenida al mundo adulto, que le haga saber que no tiene que entrar de lleno ahora, que puede ir probando de a poco, que puede avanzar y también retroceder.

La adolescencia envuelve fuertes emociones y momentos de confusión y decisión. El encuentro entre generaciones, los cambios y separaciones hacen que esta etapa se vuelva complicada de comprender y sobrellevar, pero es posible buscar puntos de encuentro entre padres y adolescentes, con amor y respeto por lo que el otro siente, aceptando que es válido, aunque no lo pueda comprender. No tienen que ser iguales ni pensar lo mismo; los conflictos serán parte de este encuentro y son importantes para ir aceptando la diferencia y crecer.

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