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MAESTRO INSPIRADOR

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DEPORTES

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POR ARTURO PADILLA

MARIO MESINO GONZÁLEZ:

“Cada vez que doy clases, sé que estoy en mi lugar”

Uno de los mayores logros para un individuo es responder a la pregunta “¿para qué soy bueno?”, encontrar su lugar en el mundo y, armado con este conocimiento, hacer el bien a sí mismo y a otros de manera humilde, talentosa y entregada. Así lo considera el Mtro. Mario Mesino González, profesor honorario de Cálculo Vectorial de la Universidad Autónoma de Guadalajara, quien por más de cuarenta años se ha dedicado a la enseñanza en secundaria, preparatoria, profesional y posgrado.

Nació en Atoyac, Guerrero, pero creció en Acapulco. Vivió desde su niñez en aquel estado hasta que vino a estudiar la preparatoria a Guadalajara en 1973, precisamente a la Preparatoria de la Universidad Autónoma. Después estudió Ingeniería Civil y relata que, durante el servicio social, conoció el que sería su campo de desarrollo profesional para el resto de su vida. También estudió la Maestría en Educación.

“MIS CLASES FAVORITAS SON LAS DE LÓGICA SIMBÓLICA, POR SU DIFICULTAD; ME RETÓ Y TUVIMOS RESULTADOS INTERESANTES. TAMBIÉN ESTÁN LA MECÁNICA Y DINÁMICA”.

Recuerda que en 1980 descubrió su vocación como maestro. Empezó su trabajo en la Escuela Preparatoria Nocturna de la UAG, donde dio clases a adultos, y desde entonces ha impartido asignaturas como Matemáticas, Física, Lógica Simbólica y otras a un sinnúmero de alumnos. “Mis clases favoritas son las de Lógica Simbólica, por su dificultad; me retó y tuvimos resultados interesantes. También están la Mecánica y Dinámica, en Física”, dice.

Para el Mtro. Mesino González, enseñar es la vivencia más gratificante. No tiene una anécdota en particular, pero sí toda una vida en la enseñanza, y disfruta cada momento del día que pasa en las aulas. Se alegra por los logros de sus alumnos, a quienes afirma apoyar no solo en lo bueno, sino también en los errores y fracasos. Para él, en los cuarenta años que ha dedicado a la enseñanza, entrar en un salón para impartir clases es como ser un pez en el agua. “Al impartir clases, desde el primer momento sentí que ese era mi lugar. Eso es la vocación. Es lo que te marca. Cuando la tienes, la quieres, te preocupas por enseñar. Siempre quieres dar lo máximo, vives para tu trabajo, piensas en él, es tu vida. Me apasionó la docencia desde que empecé y me involucré, y no la he dejado”, comenta.

CÁLCULO VECTORIAL Aunque le apasionan distintas materias, tanto de matemáticas como de lógica, el Cálculo Vectorial es la especialidad del Mtro. Mario Mesino González. El cálculo vectorial, análisis vectorial o cálculo multivariable es un campo de las matemáticas que, en palabras sencillas, estudia el cambio continuo y los sistemas sujetos a cambio continuo en dos o más dimensiones, combinando los métodos del álgebra lineal y el cálculo infinitesimal. Junto con herramientas como la geometría diferencial y la topología, el cálculo vectorial brinda un conjunto de fórmulas y técnicas para solucionar problemas muy útiles para la ingeniería y la física.

Por otro lado, comparte consejos para los jóvenes que desean elegir una carrera y no saben cuál, y también sobre cómo ser mejores estudiantes y trabajar para alcanzar el éxito. “Sé lo que tú quieres ser, y que sea algo bueno; si quieres ser algo, quiérelo. Deberás esforzarte y te costará, pero haz lo que quieres ser. No permitas que te digan qué estudiar, porque no lo harás bien, lo harías a fuerzas, enojado. Y si te equivocas y no sabes qué estudiar, déjalo e intenta de nuevo. Más vale equivocarse por un semestre, cuatrimestre o trimestre que equivocarse toda una vida”, aconseja a los jóvenes.

“También, sé critico contigo mismo, reflexiona sobre lo que haces y lo que conoces cada día, cada vez que terminas un proyecto, lo bueno y lo malo. Eso crea experiencia. Además, infórmate, edúcate, aprende. No dejes de aprender y aprende de tus errores, porque todos aprendemos de los errores y fracasos”, añade.

A sus 65 años, el Mtro. Mesino González es, además de un ameritado educador, un hombre dedicado a cuidar y amar a su familia. Pasa su tiempo con su esposa Lourdes Miranda Tovar y sus cinco hijos: Mario, Lourdes, Luis, Lucía y Sofía, quienes ya le han dado cinco nietos.

Le apasiona el conocimiento, la lectura de la historia, ciencia y religión, y en el hogar disfruta al convivir con sus nietos; asegura que se vuelve un niño cuando está cerca de ellos y participa en todos sus juegos. “Todos tenemos un fin, una meta, un significado. Ese fin es lo que debe marcar tus acciones, tu vida. A mí, Dios me puso aquí para salvarme; la manera de hacerlo es conocerlo, amarlo y servirle. Esto lo adapto a lo que hago y en mi labor como maestro, y da sentido a las cosas”, concluyó.

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