5 minute read

SALUD

Next Article
PREPARATORIA

PREPARATORIA

BUENA NUTRICIÓN

para prevenir la osteoporosis

POR SONIA OROZCO ÁLVAREZ Y DELIA ESTRADA PALAFOX

PROFESORAS DE LA CARRERA DE NUTRICIÓN

La osteoporosis es una enfermedad generalizada del sistema esquelético, caracterizada por una baja masa ósea y el deterioro del tejido de los huesos, aumentando la fragilidad de estos y la susceptibilidad a las fracturas.

El cuerpo humano está compuesto por 206 huesos, formados por tejido vivo, que componen el esqueleto junto con el tejido cartilaginoso. Los huesos brindan forma y soporte al cuerpo, protegen a los órganos internos frente a traumatismos, facilitan la locomoción y almacenan minerales, especialmente calcio y fósforo.

La disminución o el desgaste de los huesos puede ocasionar fracturas, que están entre las consecuencias más graves del padecimiento. Pueden producirse después de realizar un esfuerzo pequeño o nulo, o luego de una caída menor.

Cualquier persona puede desarrollar osteoporosis. En México, una de cada tres mujeres y uno de cada cinco hombres mayores de 50 años padecen osteoporosis, y solo 20 por ciento lo saben. Una población-riesgo son las mujeres en la menopausia, porque en esta etapa disminuye la producción de estrógenos y el recambio óseo se acelera, y con éste, el ritmo de pérdida de hueso.

En su etapa inicial, la osteoporosis no produce síntomas, pero conforme la enfermedad avanza podrían aparecer señales como lumbalgia, dolor, fracturas vertebrales, microfracturas y aplastamiento de vértebras. Las fracturas más comunes en esta enfermedad son las de cadera, muñeca y columna vertebral.

El diagnóstico se realiza con una densitometría ósea, que consiste en la utilización de dosis bajas de rayos X para observar un área del cuerpo, como la cadera, la mano o el pie, en búsqueda de señales de pérdida de minerales o debilitamiento óseo.

¿CÓMO PREVENIRLA? Para prevenir esta enfermedad, es importante hacer modificaciones en el estilo de vida, como las siguientes:

● Para mantener la masa ósea y prevenir el riesgo de fracturas, se recomienda realizar de 150 a 300 minutos de actividad física a la semana, combinando ejercicios aeróbicos (favorecen la circulación y el control de frecuencia cardiaca), anaeróbicos (mantener la densidad ósea) y de flexibilidad (mantener la estabilidad y movilidad articular).

● Aumentar el consumo de alimentos ricos en calcio, como lácteos bajos en grasa, frutos secos, semillas, cereales integrales, verduras de hoja verde y sardinas, con el fin de conservar la densidad mineral de los huesos y reducir el riesgo de la enfermedad.

● Asegurar la absorción del calcio en los huesos; debe combinarse con alimentos que contengan vitamina D, como hígado, salmón, lácteos bajos en grasa y huevo, sin olvidar la exposición a la luz solar para sintetizar esta vitamina.

● Se recomienda llevar una dieta saludable, disminuir el consumo de productos industrializados y altos en sodio, además de reducir el consumo de café a no más de un litro al día, evitar el alcohol y el tabaquismo, ya que favorecen la pérdida de masa ósea.

ALMA MATER 34

Por Elvira Zorrero Lara Doctora en Educación

JÓVENES INCOMPLETOS

Para muchos jóvenes y sus familias, el ingreso a la universidad es un momento con significado profundo, mientras que para otros es una decisión fácil. Para algunos, es el resultado de una gran reflexión y de una serie de cuestionamientos. Sin embargo, una vez que se elige la carrera, esta refleja el camino que tomará la vida, y es una de las primeras decisiones importantes que el estudiante dará rumbo a su futuro.

Ante el objetivo de estudiar una carrera universitaria, los estudiantes, al igual que sus padres, se plantean un futuro promisorio, embargados por un sentimiento de seguridad e ilusión, aunque al acercarse el fin de la formación universitaria hay temor, miedo, nostalgia e inseguridad.

Esto ocurre porque, por un lado, el mundo vive una serie de hechos que generan inestabilidad económica y, por otro, porque la vida de las personas atraviesa etapas diferentes, y cada una de ellas incluye una serie de retos.

Sin lugar a duda, el paso de estudiante a profesional es un cambio en la vida que conlleva alegrías y satisfacciones, así como una lista de desafíos. Siendo conscientes de esto, las universidades buscan preparar a sus alumnos con planes y programas certeros, apegados a la realidad, con prácticas que fortalezcan su formación, con metodologías adecuadas y teniendo al mejor equipo docente.

No cabe duda de que es necesario que los futuros profesionales desarrollen habilidades cognitivas, que les permitan afinar sus estrategias para enamorarse del aprendizaje y hacer de este un aliado y pieza clave en su desarrollo profesional.

Pero sabiendo que los futuros egresados mostrarán diversas emociones, es deber de quienes contribuimos a la formación profesional de los jóvenes dotarlos con el mayor número de herramientas, académicas y de valores, que les permitan discernir entre lo bueno y lo malo, entre lo que debe ser y lo que se debe evitar, entre las acciones que contribuyan a su trascendencia y las que los desvíen de su fin último, así como discriminar la ciencia de la ignorancia.

Asimismo, debemos dotarlos de capacidades emocionales como la resiliencia, que les ayuden a superar las circunstancias que la vida les ponga; la capacidad de disfrutar los momentos y logros que obtengan; saber agradecer y aprovechar cada una de las oportunidades que la vida les dé; perseverancia, que les permita ser constantes en las acciones que emprendan, así como la empatía, que les deje asumir la responsabilidad y la conciencia de que todos los seres humanos debemos actuar en bien del prójimo.

Los docentes debemos contribuir a la formación integral de los estudiantes, porque las aulas no pueden verse como un espacio en el que hay jóvenes escuchando al profesor, sino como el lugar en el que el futuro de nuestro país y el mundo está consolidando sus habilidades y valores.

Si limitamos el paso por las aulas a un aprendizaje exclusivamente académico, los jóvenes estarán incompletos, y el mundo de hoy demanda profesionales y ciudadanos enteros, con equilibrio en sus acciones y pensamientos, con valores y habilidades que les permitan cumplir sus metas, a la vez que contribuyen de manera activa al desarrollo de una sociedad mejor. e.zorrero@edu.uag.mx

This article is from: