3 minute read

Rumbo al Sur

Se vuelve a hablar de la supuesta preferencia del Sur Global por Rusia frente a Occidente. Pero un ejercicio de auténtico realismo deja en nada esa hipótesis.

Victor Vasilescu

Advertisement

Una de las críticas constantes a la coalición anti-Kremlin es su carácter "occidental". Sin pretender que la abrumadora mayoría de sus miembros no lo sean, creo que peca de una lectura muy simplista de lo que supone estar a favor, en contra o neutral con todos sus posibles matices.

Si en 1939 alguien hubiese preguntado a las posesiones coloniales y protectorados europeos en el mundo su posición sobre la guerra en Europa y/o Asia quizás habrían contestado que se trata de un asunto para que lo resuelvan los propios europeos o los que, sin serlo, quieren ser como ellos, por ejemplo los hijos del sol naciente y del imperio de los diez mil años. Y tampoco hay que hacer política ficción para darse cuenta. Los Estados Unidos, horrorizados por el precio que pagaron en la Gran Guerra y por las consecuencias de la crisis de 1929 representaba el polo extremo del aislacionismo, pero prácticamente ningún Estado latinoamericano, único rincón descolonizado del mundo en ese momento, se habría mostrado dispuesto a entrar en dicho conflicto.

Caso distinto eran los dominions británicos, unidos por un inquebrantable vínculo a su Graciosa Majestad, que desde el primer día participaron en el conflicto. Si visita un lugar tan curioso como Niagara Falls, en su lado canadiense, encontrará pocos lugares familiares entre casinos y barracas de feria, quitando el monumento a los caídos.

Pero lo interesante es que, en mayor o menor medida, América Latina acabó ayudando a la causa aliada y lo hizo en dos niveles de implicación, por un lado, los plenamente implicados, Brasil y México y por el otro aquellos que aportaron materias primas a la causa aliada, por ejemplo, Colombia, Venezuela, y Cuba. Por supuesto que hubo Estados cuya simpatía, por algún u otro motivo se inclinó hacia el Eje, como Argentina, que veía en el fascismo un modelo de construcción de Estado o Bolivia cuyo resentimiento por su reciente derrota y pérdidas territoriales avivaron el fuego del Movimiento Social Revolucionario, pero la clave es que ninguno de estos Estados sacrificó en lo más mínimo su bienestar o sus recursos para apoyar a la causa del Eje. In extremis, Argentina, Bolivia y paradójicamente pero en menor medida, Brasil ayudaron a escapar a notables criminales nazis en base a sus capacidades técnicas como, por ejemplo funcionarios, soldados o ingenieros. Todo ello para el beneficio de su proyecto de construcción, a menudo en el sentido técnico, de Estado, curiosamente en otras coordenadas, Nasser recurría a científicos alemanes para construir su programa de misiles balísticos, cosa que nunca molestó a la URSS.

Quienes decidieron unir sus destinos a la causa aliada, Brasil y México, lo hicieron porque tuvieron buenos motivos y una buena oportunidad. Alemania e Italia gastaron una ingente cantidad de dinero en implantar sus empresas en el continente y en diseminar a sus espías y agentes provocadores, pero al final, la Política de Buen Vecino de EEUU, a pesar de agravios históricos, logró persuadir a ambos de donde podía estar su mayor ganancia. Con la promesa de inversiones estadounidenses, mejora de las relaciones con su vecino y de modernización de su ejército, México aportó un escuadrón de combate, el 201, llamado “Águilas Aztecas” a frenar al imperio de los diez mil años. Brasil por otro lado, ya estaba bastante convencido cuando la guerra submarina total alemana comenzó a hacer estragos en su flota mercantil. Con ello, el FEB (La Fuerza Expedicionaria Brasileña) partió hacia Europa para escribir sus propias páginas en la liberación de Italia.

¿Cuál es la lección a extraer en nuestro caso? Que no conviene forzar a nadie a tomar decisiones si no es con el alma de la diplomacia, el trueque, y que en ocasiones un silencio no esconde necesariamente un apoyo, sino un deseo de no verse involucrado en una situación en la cual aún no se tiene conciencia de parte.

La torpeza alemana tardó tres años en meter a Brasil en la guerra en su contra, el mismo tiempo que tardó Washington en convencer a México de que sus conflictos eran cosa del pasado. Quien suele cometer los errores es quien se encuentra arrinconado y salvo casos patológicos de propagandistas pro-Kremlin creo que entre la pretendida superpotencia con el PIB de Italia y la mayor alianza militar de la historia con los Estados más poderosos del mundo sabemos quién está arrinconado.

Puede tardar un año, dos o tres más, pero el Sur Global llegará a la única conclusión lógica: que el proyecto ruso no tiene nada que ofrecerle y sí todo que quitarle. Y esa conclusión será más atronadora que los mil aplausos y vivas a Occidente o a la OTAN que nadie espera.

This article is from: