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Enferma de mí PROTAGONISMO ELEVADO A NIVELES PATOLÓGICOS

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EVA LONGORIA

EVA LONGORIA

por FRANCISCO JAVIER QUINTANAR POLANCO

SIGNE (Kristine Kujath Thorp) y Thomas (Eirik Sæther) son pareja y viven juntos en Oslo. Ella se gana la vida como barista en una cafetería, mientras que él es un artista conceptual cuyo sello es diseñar obras a partir de muebles y otras cosas hurtadas de diversas tiendas, acciones las cuales lleva a cabo no porque no tenga el dinero para pagarlas, sino porque es parte de su “sello autoral”.

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Al ser una especie de celebridad en su entorno, Thomas siempre es el centro de atención entre su círculo de amistades y conocidos. Lo cual comienza a provocar molestia en Signe -quien percibe su propia vida como vacua y aburrida-, y ello no tardará en derivar en celos y en una apremiante necesidad de ser notada, haciendo que su relación se vuelva conflictiva, y se transforme en una competencia constante entre ambos por ser el foco de atención.

Cuando un espeluznante accidente sucede en la cafetería donde trabaja, dicho evento detona algo en ella, y de formas bizarras urde diversos planes para buscar ser ella el centro de las miradas: busca que un perro la ataque, finge reacciones alérgicas, etcétera. Esa imperiosa necesidad la conduce al descubrimiento de un medicamento ruso, el cual está produciendo terribles efectos secundarios en quienes lo consumen, siendo el más notorio de ellos una agresiva enfermedad en la piel.

Así, Signe se las ingenia para conseguir varias cajas de dicho fármaco, y a consumirlas de forma sistemática, y no tarda en aparecer en ella un repulsivo sarpullido el cual prácticamente le deforma el rostro, por lo que tiene que estar vendada. Y ese será el principio de una espiral descendente en donde la protagonista, adicta ya de las atenciones que se le procuran por su inusual condi - ción, continúa por ese camino buscando mantenerse como el centro de atención de propios y extraños, cueste lo que cueste.

En Tik Tok y otras redes sociales, diariamente se suben videos en los donde vemos a diferentes individuos grabarse haciendo variadas acciones para llamar la atención y de esa forma conseguir likes y/o seguidores. En ocasiones, algunas de esas acciones son riesgosas y pueden comprometer su integridad física, aunque ello pareciera no importarles, con tal de obtener lo que desean. Tal comportamiento parece ser la inspiración para Enferma de mí ( Syk pike , Noruega-Suecia, 2022) segundo largometraje del noruego Kristoffer Borgli, quien desarrolla en él una metáfora a veces cómica, a veces aterradora, pero siempre inquietante, sobre esa urgente necesidad de protagonismo padecida por muchos miembros de la sociedad actual manifiestan, y la cual en ocasiones alcanza niveles patológicos.

La producción ostenta una estética de lo grotesco que coquetea con el body horror , con una protagonista cuyas enfermizas obsesiones dialogan con la de personajes propios de una película de David Cronenberg o David Fincher, pero cuya trama, en contraste, no tiene lugar en universos sombríos y/o retorcidos, sino en espacios cotidianos que incluso resultan acogedores y llenos de luz, retratados de forma pulcra y elegante por el cinefotógrafo canadiense Benjamin Loeb.

Con estos elementos, Borgli concibe un filme provocador e incómodo, donde su protagonista, en pos de alimentar su descontrolada obsesión decide, por así decirlo; exteriorizar su propia deformidad interna y abrazarla con fuerza, llevándola hasta sus últimas consecuencias.

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