Primer semestre 2004
CIS CENTRO DE INVESTIGACIÓN SOCIAL
Pobreza en Chile: Creando las bases para una sociedad integradora Cátedra Alberto Hurtado 2003 Movilidad Habitacional: un cambio de uso Entrevista a Sergio Almarza y Carlos Montes ¿Qué se mueve detrás de la Movilidad Habitacional? Por Fernando Colchero El lugar de la Pobreza: características, cambios y escalas
Año 3 número 4
Por Manuel Tironi Informalidad y Pobreza Urbana en una economía de crecimiento: el caso de Chile en la década de los noventa Por José Joaquín Prieto La Responsabilidad Social de las Empresas para el Tercer Sector Por Francesca Faverio Nueva Pobreza, Patrimonio y Sociedad de Consumo Por Tomás Ariztía Extracto libro “Historias de Campamentos” CIS-2004 Vivienda Productiva: una solución habitacional Por Carolina Parada, Javiera Cortina, Victoria Paz Tertulia
Revista semestral
Voto voluntario
Publicación
CENTRO INVESTIGACIÓN SOCIAL UN TECHO PARA CHILE E INFOCAP
INDICE
Editorial
1
Cátedra
2
Pobreza en Chile: Creando las bases para una sociedad integradora
Entrevista
9
Movilidad habitacional: Un cambio de uso
Opinión 1
18
Que se mueve detrás de la movilidad habitacional Fernando Colchero
Opinión 2 Directora del CIS Isabel Brain
Editora Victoria Paz
22
El lugar de la pobreza. Características, cambios y escalas Manuel Tironi
Opinión 3
30
Informalidad y pobreza urbana en una economía en crecimiento: el caso de Chile en la década de los noventa José Joaquín Prieto
Opinión 4
40
La responsabilidad social de las empresas para el tercer sector Francesca Faverio
Equipo Publicación Carolina Parada Javiera Cortina
Opinión 5
46
Nueva pobreza, patrimonio y sociedad de consumo Tomás Ariztía
Investigación Colaboradores Soledad Águila Juan José Covarrubias
56
Extracto libro “Historias de Campamentos” CIS-2004
Reportaje
68
Vivienda productiva, una solución habitacional Carolina Parada, Javiera Cortina, Victoria Paz
Tertulia Diseño
73
Voto voluntario Conversación con el ministro del interior José Miguel Insulza
Macarena Cortés
cis@untechoparachile.cl
www.untechoparachile.cl/cis
¿Participar? - ¿No participar? - ¿Interesarse? - ¿No interesarse? - ¿Votar?- ¿No votar? El discurso del 21 de mayo del Presidente Ricardo Lagos, instaló nuevamente a nivel de país la discusión sobre el voto voluntario. Se reanudaron los argumentos a favor y en contra de esta opción, evaluándose el beneficio social y el valor estratégico de incluir a los jóvenes en el registro electoral y que participen de las decisiones políticas. Se discute, por un lado sobre la indiferencia de los jóvenes respecto a la política, que deriva de un diagnóstico sobre el estado actual de baja participación electoral, y por otro lado, se debate sobre la responsabilidad que le cabe a cada chileno respecto al país, buscando recomponer la figura del ciudadano como alguien que no sólo tiene derechos sino obligaciones. Respecto al primer punto, es posible encontrar que en este tipo de discusiones frecuentemente está presente de forma explícita o implícita la idea de que los jóvenes no tienen interés por la política y por los temas públicos, se dice que se automarginan de su rol de ciudadanos, y por lo tanto de los deberes y derechos que ello implica. Existe preocupación por la displicencia que se observa en los jóvenes respecto al país y los ‘grandes temas’, lo que redunda en la pregunta por ‘¿cómo hacemos para motivar a los jóvenes con la política y los temas públicos?’.
EDITORIAL
EDITORIAL
Estas afirmaciones son verdaderas, pero solo en parte; es cierto que si a los jóvenes se les pregunta sobre su interés por la política y los partidos políticos, la respuesta probablemente estará cercana a la indiferencia y falta de interés. Sin embargo estas observaciones tienen un límite, porque si a los jóvenes se les pide su opinión sobre la educación, la salud, la delincuencia, la televisión, la guerra, el smog, los tratados de libre comercio, el sida, el consumo, la justicia, etc., sí tienen una opinión, y es posible encontrar reflexión e interés por aportar en ellos. En otras palabras, sí existe interés en los jóvenes por los temas públicos, no así por el sistema político, partidista, y electoral que rige hoy en Chile. La política ha tendido a instrumentalizar los temas según tengan o no rentabilidad electoral, así mismo convierte a las personas, más que en ciudadanos, en consumidores de votos por candidatos con más o menos rating, con discurso mejor o peor elaborados, pero donde la visión de país, democracia, participación, desarrollo, diversidad, cultura quedan abandonados. Esta dinámica termina debilitando el interés por adoptar un compromiso político por la vía tradicional; léase inscripción electoral, apoyo de candidatos y campañas, militancia en partidos. Sin embargo, las inquietudes no se pierden ni anulan sino que se re-encausan en canales de participación y acción distintos: voluntariado, ecología, tecnología, investigación. Ciertamente es importante que los jóvenes no abandonen los temas públicos y la política que tanto se cuestiona, en tanto es el medio que por esencia construye sociedad. Pero también es importante reconocer que la generación joven actual, no se ha quedado empantanada, sino que ha ideado formas diferentes de participación pública, constituyendo espacios no-tradicionales de acción que se destacan por el dinamismo, energía y creatividad (la experiencia obtenida en el voluntariado juvenil así lo confirma). Son estas formas distintas de participación y opinión acerca de los temas públicos, las que hemos querido destacar en este número de la revista; hemos apostado por incluir, tesis, ensayos, artículos de profesionales jóvenes que se han comprometido con el trabajo en terreno1, pero que a la vez han ido desarrollando trabajos y reflexiones respecto a los grandes temas del país: pobreza, consumo, vivienda, trabajo, empresa y tercer sector. Ciertamente no son temas ni preguntas nuevas, pero sí hay una redefinición de éstas desde un Chile que es distinto al de los `80s y `90s, y que es más bien, el resultado de estos dos períodos. Esto se traduce en el plano de la investigación en un acercamiento a los temas marcado por la plasticidad, por la capacidad de romper, redefinir argumentos pasados para cambiar, cuestionar o replantear la mirada de tal forma que se logre el objetivo primero: comprender los fenómenos sociales del Chile de hoy. 1
Todos ellos fueron voluntarios y/o trabajaron en Un techo para Chile
CÁTEDRA
CÁTEDRA DE LIDERAZGO SOCIAL ALBERTO HURTADO
Pobreza en Chile: creando las bases para una sociedad integradora En la VI versión de la Cátedra Alberto Hurtado de Liderazgo Social, organizada por el CIS de Un Techo para Chile y la Universidad Alberto Hurtado, el tema que sentó las bases para las diferentes exposiciones fue: ¿cómo construir un país socialmente integrado?. Desde septiembre hasta octubre del año pasado se expusieron diversos ámbitos en los que es posible construir mayor integración social. La realidad social en nuestro país está teñida de pobreza, la que ha sido por mucho tiempo una constante. Si bien es cierto que los números nos demuestran que se ha avanzado en el tema, aún es mucho lo que hay que hacer para eliminar la marginalidad y la exclusión de las familias más vulnerables. Cada exposición tuvo como fin poder demostrar, a través de números y hechos concretos, cómo es posible ir construyendo una sociedad que nos incluya a todos, donde las personas de escasos recursos formen parte de los vínculos sociales que les permita ejercer los derechos y deberes que todos tenemos. Para poder abarcar de mejor manera el tema y así ahondar más en cada una de sus “caras”, siete fueron las exposiciones que conformaron la ya habitual cátedra: 1. Pobreza y riqueza en Latinoamérica: Una mirada desde la cultura. Rodrigo Márquez. 2. Pobreza y políticas sociales: Tres décadas de cambio. Francisca Márquez y Rolando Franco. 3. Las políticas para la superación de la pobreza: Prioridades y proyecciones. Andrés Palma y Leonardo Moreno. 4. Pobreza como fuente de exclusión social: El caso de la segregación espacial. Mario Navarro y Francisco Sabatini. 5. Pobreza como fuente de exclusión social: El caso del acceso a la educación superior. Alicia Leiva y Francisco Javier Gil.
6. Un aporte de la sociedad civil a la superación de la pobreza: El voluntariado universitario. Yael Korol y Sebastián Zulueta. 7. Cambio cultural y pobreza en el contexto de un mundo globalizado: Fernando de Laire y Pedro Güell. En la edición anterior de esta publicación, se abordó el tema de la calidad de la educación básica y media en Chile. Sin embargo, la discusión no termina ahí, puesto que la educación superior es una constante preocupación en nuestro país. Muchas son las variables que influyen en el hecho de llegar o no a la universidad y muchas son las diferencias tanto culturales como salariales entre quienes cursan una carrera superior y los que no. A continuación destacamos los extractos medulares de las exposiciones de Alicia Leiva y Francisco Javier Gil.
Ilustración: Soledad Águila
ALICIA LEIVA; Asesora de la subsecretaría de educación Extracto Seminario CIS 2003
Pobreza como fuente de exclusión social: Acceso al sistema de Educación Superior como fuente de equidad “La educación superior es en la actualidad uno de los elementos más importantes en el acceso de las personas a puestos de trabajo bien remunerados. Los datos nos muestran que fuera de la educación superior se perpetúa la pobreza y se reducen las posibilidades de crecimiento de los ingresos de las personas. En efecto, un estudio de Osvaldo Larrañaga, de la Universidad de Chile, nos muestra cómo aumentan los ingresos a medida que aumentan los años de estudio (que van desde 0 a 17). 1.000.000 800.000 600.000 400.000 200.000 0
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17
La variable que se mide son los ingresos laborales según año de escolaridad, y se llega a resultados muy interesantes: 1.- Las personas que completaron doce años de estudio (término de la secundaria), estaban ganando al momento
de la encuesta CASEN 2000, alrededor de $ 200.000 mensuales. 2.- Si llegaron a completar 15 años de estudio, lo que nos indica que cursó estudios en un Instituto Profesional o un Centro de Formación Técnica, este ingreso percibido aumenta a alrededor de $400.000 mensuales. 3.- Y, por último, si la persona concluyó sus estudios de educación media y a eso sumó 5 años de educación universitaria se constata que su ingreso promedio mensual llega aproximadamente a los $800.000 mensuales. Es decir, realizar estudios de educación superior reporta a la persona, un ingreso 4 veces superior que al que se quedó sólo con los estudios secundarios. ¿Quiénes son los jóvenes, entre los 18 y los 24 años, que hoy se incorporan a estudios superiores? Es interesante caracterizarlos pues serán ellos los que podrán verse beneficiados con este efecto del aumento de ingresos por años de estudio. Si analizamos la cobertura en educación superior respecto a los diferentes quintiles de ingreso, vemos que en una década (entre 1990 y el 2000) el acceso a la educación superior de todos los quintiles ha aumentado. El año ´90, la participación de jóvenes del primer quintil era de un 4,4%, es decir, sólo 4 de cada 100 jóvenes cursaban estudios superiores. Mientras que 10 años después este porcentaje aumenta al 9,4%. En el segundo quintil este
CÁTEDRA
salto va del 7,8% en el ´90, al 16,2% en el 2000. Y así sucesivamente hasta llegar al quinto quintil, quienes el ´90 eran un 40% de los participantes en la educación superior y, llegado el 2000, este porcentaje aumenta al 65%. En términos prácticos, y no dividiendo a la población por quintiles de ingreso, sino que sacando un promedio simple, nos encontramos con que el año ´90 sólo un 12% de los jóvenes en edad de estudiar lo estaba haciendo, mientras que para el 2000 lo hacía un 30%. En promedio, la participación de los jóvenes de todos los niveles socioeconómicos se ha más que duplicado en los últimos diez años. A pesar que la incorporación de los jóvenes a la educación superior abarca todos los estratos socio-económicos, los que tienen mayor participación siempre son los del quinto quintil de ingreso. Con datos del Ministerio de Educación se sabe que aproximadamente, los jóvenes del quinto quintil de ingresos representan un 56% del total de jóvenes que en este momento estudian alguna carrera. El 44% restante se divide entre los quintiles 1 al 4. Sin embargo, esta participación difiere respecto al tipo de institución al que nos refiramos; es en las universidades del Consejo de Rectores (estatales y privadas con aporte estatal) donde existe una mayor participación de adolescentes de escasos recursos. Esto radica en
Quintiles 1 ingreso p/c 133-399.5
2 400-457.5
que es justamente en este sector donde existe mayor apoyo estatal; hay becas y créditos que en otro sector no existen. ELEMENTOS DE EXCLUSIÓN Existen 5 factores que influyen en este tema: la calidad de la educación previa, el rendimiento académico de la enseñanza media de cada joven, los costos directos de la educación superior (tales como el valor del arancel, de matrícula, de textos, etc), los costos de oportunidad, que se refieren a lo que el joven deja de ganar por entrar a la universidad (en el caso de que consiguiera un trabajo), y por último, factores de tipo familiares culturales y sociales. Los estudios1 en relación a la distribución de los potenciales postulantes a la educación superior, según situación económico y mérito académico, nos muestra que existe una fuerte desigualdad en los puntajes (de la Prueba de Aptitud Académica) obtenidos por jóvenes del quintil 1 de ingreso en relación a los obtenidos en el quinto quintil. Es así como tenemos el resultado que, dentro de los jóvenes que sacaron menos de 400 puntos, un 6,4% pertenecía al primer quintil, mientras que sólo un 1,2% correspondía al quinto quintil.
Quintiles de puntaje PAA 3 4 5 458-522 522.5-605.5 606-818.5
1
6.41
4.94
3.88
2.95 1.54 19.71
2
4.82
4.77
4.34
3.67
2.40
20.00
3
3.88
4.36
4.44
4.21
3.14
20.04
4
2.73
3.66
4.10
4.65
4.96
20.12
5 1.22
2.07
3.15
4.83
8.87
20.14
Total 19.07 19.80 19.91
20.32
Estos resultados nos indican que los integrantes de las familias de más bajos ingresos llegan con menores posibilidades de acceder a la educación superior (en relación con mérito académico). Esto es causa de problemas en la educación previa, problemas de recursos, problemas de educación de la familia, etc. Uno de los factores que más influye a la hora de decidir si se estudia o no, es “el cuánto cuesta estudiar”. En Chile tenemos costos bastante elevados y, a pesar de que cada año el Gobierno invierte más dinero en Educación los costos de matrículas y aranceles siguen subiendo. Sin duda es un tema que debe preocuparnos, ya que, como se ve en el gráfico existen valores totalmente prohibitivos para algunas familias.
20.91 100.00
Para este estudio se tomaron los valores de las carreras que fueron informados al Ministerio de Educación y por ello no abarca el 100% de las carreras, por lo que podría haber algunos sesgos por la exclusión de algunas. Lo que se hizo fue dividir a las familias ya no en quintiles, sino que en deciles de ingreso y sacar la proporción que representa el arancel mensual de sus ingresos mensuales; en rojo se puede ver todos aquellos que están prácticamente excluidos de poder pagar un arancel, en relación con el ingreso ahí declarado. Es decir, aquí se demuestra que, una familia que pertenece al primer quintil de ingreso y quiere mandar a su hijo a la universidad, simplemente no puede, ya que esto representaría un 141% de su ingreso mensual. En negro se dispusieron
1Fuente: Osvaldo Larrañaga en base a datos PAA 1999 y Encuesta Casen 2000
Total
Alicia Leiva Acceso al sistema de Educación Superior como fuente de equidad Deciles de ingreso autonomo
Ingreso Universidades autonomo Estatales promedio
del hogar
nacional
$ 85,842
Universidades Universidades Institutos privadas Privadas Profesionales con aporte sin aporte $ 103,208
$ 60,761 141% 170%
$ 131,324
Centros de Formación Técnica
$ 72,901
$ 53,876
216% 120%
89%
I
II
$ 139,834
61%
74%
94%
52%
39%
III
$ 195,431
44%
53%
67%
37%
28%
IV
$ 238,042
36%
43%
55%
31%
23%
V
$ 302,214
28%
34%
43%
24% 18%
VI
$ 351,158
24%
29%
37%
21% 15%
VII
$ 420,219
20%
25%
31% 17% 13%
VIII
$ 562,243 15% 18%
23% 13% 10%
IX
X
TOTAL
$ 810,533 11% 13% 16% $ 2,256,333 $ 533,647
4%
5%
6%
9%
7%
3%
2%
aquellas cuotas que representaban menos del 25% del ingreso familiar”. AYUDA ESTATAL Los elementos anteriores señalan la necesidad de una preocupación explícita de parte del Estado por el acceso a la educación superior. Ella es palpable en las políticas y recursos destinados al área. En efecto, el Estado aporta de cuatro maneras distinguibles al sistema de educación superior: 1.- Aportes fiscales directos e indirectos 2.- Programas de Fortalecimiento Institucionales 3.- Becas 4.- Crédito Los dos primeros representan una ayuda que va directamente a la oferta, es decir, a las instituciones de educación superior. Mientras que las becas y el crédito constituyen una ayuda que va directamente a los jóvenes. El aporte total del Estado destinado a la educación superior ha tenido una evolución muy positiva. Hace 10 años el aporte total fue de $100.000 millones (1990), hoy esta cifra se ha más que duplicado, llegando alrededor de los $243.000 millones (2.4 veces más) Respecto al número de beneficiarios de becas y créditos también se aprecia un aumento; el año ´91 se contaban 9.200 beneficiarios de becas y 70.600 beneficiarios de crédito de las universidades del Consejo de Rectores. Estas cifras, para el año 2003 se han incrementado llegando a ser de 61.000 becarios y 113.000 jóvenes con crédito de la educación superior. Es decir, existe una evolución positiva en ambas políticas. Los aporte estatales destinados a becas son de varios tipos: existen becas de Fomento del Desarrollo de
disciplinas de interés nacional o regional (pedagogías, estudios técnicos, etc); las de Estímulo, orientadas a los jóvenes de escasos recursos que han mostrado un buen rendimiento escolar, y las de Apoyo, que se preocupan de cubrir los gastos de las necesidades esenciales, tales como alimentación y movilización. Respecto a los créditos, actualmente existen 2 tipos; por un lado están los créditos de los Fondos Solidarios, destinados a las universidades del Consejo de Rectores, y los créditos CORFO, que tienen garantías y recursos estatales, pero se tramitan a través de bancos privados, por lo que la limitante es la existencia de un aval. Este tipo de crédito es para estudiantes de cualquier tipo de educación superior. Existirá un tercer tipo de crédito que está actualmente en tramitación en el Congreso, que es para el resto de los jóvenes que no están en alguna universidad del Consejo de Rectores o que no puede proveer de un aval. Será un crédito sin aval para las instituciones privadas. Para terminar, me gustaría decir que dada la naturaleza de la educación superior, el crédito es una muy buena herramienta para que jóvenes de escasos recursos puedan acceder a la universidad y, así no ver mermados sus ingresos a futuro. Como vimos al principio, los estudios superiores reportan beneficios directos a quienes los cursan, y ello se traduce directamente en el acceso a mayores remuneraciones. El crédito es un instrumento que liga el presente con el futuro: un presente sin ingresos suficientes para costear una carrera, con el futuro de un joven profesional, capaz de generar ingresos para reembolsar un préstamo que financió sus estudios. Los datos del mercado del trabajo apuntan a concluir que fuera de la educación superior se perpetúa la pobreza y es por ello necesario garantizar el acceso a la educación superior”.
Ilustración: Soledad Águila
CÁTEDRA Extracto Cátedra 2004
Francisco Javier Gil; Académico Departamento de Ciencias del Ambiente, Universidad de Santiago Pobreza como fuente de exclusión social:
El caso del acceso a la Educación Superior “En el transcurso de esta exposición mostraré que el sistema de selección que hoy día tenemos en Chile esconde una forma de exclusión social. Deseo, sin embargo, antes de ello mostrar que Chile tiene algunos indicadores educacionales particularmente buenos. Por ejemplo nuestro país tiene una tasa de analfabetismo del 3,9%, cifra muy inferior a la de nuestros países vecinos. Otro buen indicador es el crecimiento de la cobertura en la educación media que en los años ´70 era del 50% mientras que hoy alcanza el 95% aproximadamente. Por ello, no es en la cobertura donde el produce el problema, sino cuando el alumno sale de la educación media. ¿Qué es lo que pasa cuando el alumno sale del colegio?. Lo primero que hay que conocer es que de los 217.583
alumnos que egresaron de la educación media el año 2002, sólo un 51% rindió la Prueba de Aptitud Académica, es decir, unos 111.389. De este 51%, postulan, porque pueden postular, sólo un 16%, ya que el resto obtuvo menos de 450 puntos. En suma, de los 217.583 alumnos que salieron del colegio el 2002, sólo 20.638 ingresaron a la universidad (del consejo de Rectores) lo que equivale un 9,5%. Ahora bien, las vacantes del Consejo de Rectores no fueron 20.638, sino que 42.279, pero éstas no son utilizadas sólo por estudiantes recién egresados, ya que más de la mitad son ocupadas por alumnos de promociones anteriores. Este es un dato muy importante, ya que muchas veces se dice, en el Ministerio de Educación y en el Consejo de Rectores, que por cada alumno egresado existe una
vacante o media vacante (entendiéndose que se refiere sólo a los que rinden la P.A.A), pero éstas no las ocupan los estudiantes recién egresados, sino que más de la mitad son utilizadas por alumnos de promociones anteriores. FORMA DE SELECCIÓN Y DIFERENCIAS EDUCACIONALES El cómo seleccionar a esta minoría que ingresa a la universidad es un tema que nos preocupa a todos; preocupa a Europa, a Estados Unidos, etc. Es un tema difícil porque acá en Chile, las notas de la enseñanza media (NEM) no se valoran como deberían, aún cuando el promedio de las NEM representa lo que el alumno hizo durante los cuatro años de la educación media en la que rindió alrededor de 500 pruebas. Si comparamos a los alumnos de un mismo colegio (por ejemplo colegio A), observamos que en general los que sacan los más bajos puntajes en la P.A.A, también han tenido las NEM mas bajas; han sido los peor evaluados del colegio. Sin embargo, lo que se observa también es que los alumnos mejor evaluados de otro establecimiento (por ejemplo B) pueden tener más bajos puntajes en la PAA que los alumnos peor evaluados del establecimiento
A. Cada vez que se toma alguna prueba externa a los colegios, como el Simce o la Prueba de Aptitud Académica, los alumnos del colegio A sacan mejores puntajes que los que asisten al B. Al comparar las modas estadísticas se observa que los alumnos de colegios municipales o subvencionados sacan alrededor de 400 puntos en la P.A.A, mientras que entre los estudiantes de los colegios particulares pagados, la moda es de 650 puntos aproximadamente. O sea, estamos hablando de 250 puntos de diferencia. Entonces, cuando se habla de la P.A.A y se la relaciona con el “mérito académico” sin considerar otro antecedente es complicado, porque lo que hay detrás del puntaje en la PAA no es sólo mérito académico, sino que también otras variables, como las socio-económicas. Al ver este gráfico y separar los resultados del SIMCE en sectores económicos; bajo, medio bajo, medio, medio alto y alto, se ve algo muy interesante y es que los resultados que obtengan los estudiantes, más allá del colegio al que asistan, dependen del grupo socio-económico al que pertenezcan. Por ejemplo, en el gráfico se observa cómo alumnos del grupo medio alto, a pesar de ir a diferentes colegios, obtienen puntajes similares. Algo equivalente ocurre con la PAA.
Los valores promedio del SIMCE 8º básico según tipo de dependencia y grupo socioeconómico (2003), indican que las pruebas externas dependen más del nivel socioeconómico, que de otros factores
GRUPO SOCIOECONÓMICO
LENGUAJE Y COMUNICACIÓN
Munic. Bajo
229
Part. sub.
EDUCACIÓN MATEMÁTICA
Part. Munic. pag.
216
223
Part. sub.
COMPRENSIÓN DEL MEDIO
Part. Munic. pag.
210
229
Part. sub.
Part. pag.
218
Medio Bajo
232
230
229
227
232
231
Medio
249
258
246
253
248
258
Medio Alto
276
281
281
270
275
277
275
280
280
303
302
299
301
300
300
Alto
Si estudiamos lo que ocurre en otros países, vemos que, por ejemplo, en Estados Unidos, Alemania, Francia, Europa, etc, el factor preponderante son los resultados de la secundaria, y es a través de este factor que los alumnos se seleccionan, y no a través de una prueba externa, como la P.A.A. De hecho, España es el país que menos pondera la trayectoria escolar y lo hace con un 60%. La realidad chilena hoy, es que existen universidades que bonifican a los alumnos que terminan la educación media con NEM dentro del 15% superior de cada colegio. Por ejemplo, desde el año 1992 la Universidad de Santiago,
bonifica el puntaje ponderado de postulación a este 15% con un 5% de puntaje adicional. La Universidad Alberto Hurtado también bonifica a los alumnos mejor evaluados de cada colegio. En el Estado de Texas, EEUU, desde el año 1996 todas las universidades públicas eximen de las pruebas de ingresos a este 10% superior; es decir estos alumnos ingresan directamente. Además existen becas, como la beca Padre Hurtado y Monseñor Carlos Casanueva de la Universidad católica y la de Merito Académico de la Universidad Raúl Silva Henríquez que exigen tener notas en el 10%-15% superior de cada colegio.
CÁTEDRA
Francisco Javier Gil El caso del acceso a la Educación Superior
TRAYECTORIA ESCOLAR Todas estas experiencias usan como grupo de referencia al alumnado de cada colegio, por 2 motivos; 1. Porque cada colegio es un modelo ideal de igualdad de oportunidades, ya que todos los alumnos tienen los mismos profesores, bibliotecas, número de laboratorios, etc. Además que tienen capitales culturales similares (pertenecen a familias y medio socio-económico y culturales del mismo orden). 2. Porque las notas de diferentes colegios no son enteramente comparables. Con este último punto, me refiero a que no es lo mismo tener un 6,0 en un colegio que en otro, ya que cada establecimiento tiene distinta política educacional. Hay colegios mucho más exigentes para calificar a sus alumnos, y aquellos alumnos que asisten a ellos, simplemente no pueden obtener tan buenas notas, porque la política del colegio es no poner tan buenas notas. No obstante, en Chile la nota mínima y máxima de egreso de la educación media es 4.0 y 7.0 respectivamente, por lo que el promedio es 5.5, que es muy próximo al valor real de 5.6. No obstante lo anterior, hay colegios con NEM promedio de 6,2 o 6,3. Considerando que obviamente las universidades no debemos intervenir sobre la política que tenga cada colegio para calificar a sus estudiantes, lo que debemos hacer para los efectos de la selección universitaria es normalizar las notas de los distintos colegios de forma de hacerlas plenamente comparables; por ejemplo favorecer al 10-15% superior La experiencias antes mostradas se fundamentan en que está irrefutablemente demostrado que el antecedente que mejor predice el rendimiento universitario es el promedio de las notas de la enseñanza media. Los datos de la USACh muestran que la tasa de aprobación del primer año de los alumnos que estaban en el 15% (y que fueron bonificados) y que habían obtenido entre 500 y 600 puntos, fue de 52,5%. Y los mismos, pero que no pertenecían al rango superior de su establecimiento, aprobaron un 40%. O sea, lo que se demuestra es que el tener una trayectoria
escolar destacada da mayor seguridad, tanto a los alumnos como a la universidad, ya que el porcentaje de titulación también es mayor. En la USACh la tasa de titulación en la última década ha subido casi en un 400%. Esto nos demuestra que es preferible prestarle 100% de crédito a una persona que tenga una excelente trayectoria escolar que prestarle un 33% a tres personas que no se van a titular nunca (que es lo que pasa generalmente en las Universidades del Consejo de Rectores). Los rasgos que explican porqué a los alumnos mejor evaluados de cada colegio les va mejor en la universidad son varios. En una investigación solicitada por la Fundación Andes en el año 1997 demostramos que el 37% de estos alumnos tiene un “muy alto/alto” gusto por el estudio, frente a un 10% entre los alumnos regulares; y tienen una facilidad para estudiar 4 veces mayor que el resto. Otro resultado muy destacable de esa investigación fue que si bien se detecta el conocido efecto positivo de la educación de los padres en el rendimiento escolar, también entre los jóvenes mejor calificados de la enseñanza media hay hijos de personas que no tienen educación básica completa. ¿Porqué a pesar de toda esta evidencia nacional e internacional las universidades chilenas ponderan las notas en un porcentaje de alrededor 23% y la P.A.A con un 70%.? Porque el estado chileno mediante el Aporte Fiscal Indirecto le paga a las universidades para que no usen las NEM; les paga para que no usen el mejor antecedente académico. Las NEM son el único antecedente académico que pueden exhibir los alumnos mejor evaluados en la educación municipal y subvencionada, donde se educan los estudiantes más pobres. Por todo lo anterior el sistema de selección chileno es escandalosamente excluyente. Después de 12 años de estudiar este asunto, mi conclusión es que el estado chileno tiene el deber de fomentar entre las universidades chilenas una mayor valoración de la trayectoria escolar, como lo hacen las mejores y más exigentes universidades del mundo. Paralelamente, las universidades debieran exigir que los puntajes estándar asignados a las NEM sean calculados usando procedimientos que los haga plenamente comparables”.
ENTREVISTA
El sistema de movilidad habitacional permite que las familias beneficiadas con vivienda social puedan cambiar de casa conforme van variando sus necesidades. Si bien existe cierto consenso en la necesidad de dar impulso a la movilidad habitacional a través de un mercado secundario de vivienda que trabaje con el stock de vivienda social que hoy existe, no existe tal acuerdo en cuanto al impacto que se le asigna en la disminución del déficit habitacional. A continuación presentamos las entrevistas a Carlos Montes y Sergio Almarza, quienes analizan los beneficios y límites de desarrollar un mercado secundario de vivienda que refuerce y dinamice la actual política de habitacional.
MOVILIDAD HABITACIONAL: UN CAMBIO DE USO
ENTREVISTA
Carlos Montes Economista. Diputado por la comuna de la Florida Actualmente es miembro de la Comisión Permanente de Vivienda y Desarrollo Urbano
por Victoria Paz
“Lo más importante es establecer un subsidio para mejorar la vivienda social. Al mejorar lo que ya existe la movilidad sería menor” Hoy existe movilidad habitacional naturalmente en el ámbito inmobiliario, especialmente atribuible a los sectores medios y a las personas mayores. En ambas se da que por cambios en los ingresos o en la composición familiar los propietarios se trasladan a lugares que se adaptan mejor a sus necesidades. Lo que se requiere es tratar de estimular esto en sectores de bajos ingresos con vivienda Serviu. Hasta ahora el tema de la movilidad habitacional se ha orientado a simplificar administrativamente los trámites. Si la primera casa Serviu está hipotecada porque tuvo subsidio y tuvo un crédito, la idea es dar a esa persona la mayor cantidad de facilidades para que pueda vender esa casa a pesar de la hipoteca y a pesar del subsidio. Así, esta casa quedaría disponible para que otra persona la compre.
El plan de movilidad habitacional no contempla ningún nuevo subsidio ni crédito por parte del estado para la compra de la nueva casa. ¿Es esta medida coherente con la política habitacional que se intenta impulsar? No creo que corresponda dar un subsidio adicional. Si existiesen recursos suficientes para programas adicionales, éstos deberían destinarse a las personas de menores ingresos para que accedieran a un mayor subsidio. El campo de la movilidad habitacional no es en el que debería invertirse más dinero, ya que lo más importante para impulsar esto son trámites más fluidos y fáciles. Esto es un problema del Serviu y no un problema de mercado.
Pero la morosidad del sistema Serviu está alrededor del 60%, ¿en qué sentido esto representa un freno al plan de movilidad habitacional? Es un freno desde dos ángulos. Por una parte ya que para
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alzar la prohibición de los cinco años en la vivienda Serviu es necesario estar al día en los pagos. Pero el aspecto más importante es que la morosidad representa una incapacidad de pago. Esto implica que el nivel de ingreso de las personas no es suficiente para acceder a una vivienda claramente superior a la propia y por lo tanto estar en condiciones de vender esta última y tender a la movilidad habitacional.
La “inmovilidad” se utilizaba para resguardar ciertos aspectos de la propiedad de la vivienda. ¿Cómo es posible seguir resguardando esta inversión social al tender hacia una mayor movilidad? La medida de resguardo principal consistía en la imposibilidad de vender la casa dentro de los 5 primeros años. Esta medida es muy rígida y las cosas en la práctica no respetan a la norma. Por distintas razones las personas no se quedaban en su vivienda: se desarmaba el grupo familiar o la persona se cambiaba de trabajo a otra localidad y estas razones de fuerza mayor llevan a una trasgresión de la ley que se manifiesta en arrendamientos o abandonos de la propiedad. Una medida de resguardo tiene que ir más allá de una prohibición. Especialmente porque en el caso de la vivienda social hay personas que acceden a subsidios y enfrentadas a un desempleo prolongado es posible que vendan su casa. Más que normar restrictivamente, falta protección hacia las familias que viven esta situación ya que pueden pasar por momentos en que es probable que se deshagan de un patrimonio que la sociedad ha considerado importante que tengan. Con mayor flexibilidad, cosa que requiere la movilidad habitacional, los sectores de bajos ingresos van a estar en mayor riesgo de pasar por situaciones inestables que puedan llevar a un abandono de su propiedad.
¿Según esta perspectiva, el tema del resguardo es un tema de política o de plazos? Lo que se necesita es un resguardo mayor para los sectores de menores ingresos cuando estamos en momentos de crisis y son más propensos a vender este
Carlos Montes Mobilidad Habitacioal
activo. Pero en vez de contrarrestar esto con medidas inflexibles respecto de los plazos, se debe optar por otros métodos. Una buena opción es que estos proyectos sean municipales y que sean los municipios en conjunto con las personas los que accedan a él. Esto es mejor que estar en manos del Ministerio, ya que éste, al representar a un ente muy separado de las personas, aumenta la rigidez. No creo que haya otra forma de evitar estas situaciones que descentralizar la decisión. Esto permitiría que los proyectos y las excepciones surjan de las familias organizadas en conjunto con los municipios o algún ente público o privado. Un municipio puede tener un sistema de venta de casas condicionado a las situaciones en que se justifique. Esto no quita que siempre van a existir formas de eludir las reglas pero da un mayor control de la situación.
Por el alza del precio del suelo, los terrenos más susceptibles de compra para vivienda social son aquellos ubicados en la periferia. ¿La movilidad habitacional podría contribuir a disminuir el problema de la segregación espacial de la vivienda social? Hay un enfoque que dice que esto va a ocurrir. Este enfoque asegura que existe un stock de viviendas Serviu y que si las personas que ocupan aquellas propiedades tienen la posibilidad de pasar a mejores casas, va a quedar un stock libre al cual van a poder acceder aquellos que hasta el momento no lo habían logrado. La verdad es que yo creo que eso no es real y que se magnifica el potencial que tiene la movilidad habitacional. Porque si bien la vivienda Serviu tiene un estándar bajo, las personas aprecian mucho el entorno: ahí fueron al colegio, conocen a los vecinos y ese es un patrimonio de hábitat que las personas tienen. Además, para que un cambio de casa se concrete, tiene que significar un vuelco realmente significativo, ir a algo claramente superior. Y la gente que tiene la posibilidad de tener este tipo de cambios es poca, ya que a su vez implica un ascenso importante en el nivel de ingresos. Por otra parte, la segregación espacial tiene como principal causa la falta de una política de suelos por parte del
estado. Cuando se deja el suelo solamente al arbitrio del mercado se va generando un fenómeno de especulación que no guarda relación con el valor intrínseco sino que con las expectativas de venta. El suelo alrededor de las ciudades está en manos de inmobiliarias o de personas que están especulando y esto habría que desestimularlo. La segregación se da principalmente por dos factores: El precio del suelo y la evaluación de la política social pública. Si la evaluación social de los proyectos se realizara contemplando el conjunto de los costos sociales que implica trasladar a la gente fuera de las ciudades, habría que tomar en cuenta el costo de la construcción del colegio, el consultorio, la policía, las vías y todo lo necesario. Pero estos proyectos sólo toman en cuenta la construcción del conjunto en sí mismo sin considerar los costos de las otras necesidades. Estos factores adicionales hacen difícil que la movilidad habitacional sea el factor mágico que resuelva los problemas de segregación o de pobreza.
Entonces tampoco comparte la visión que asegura que no será necesario seguir construyendo casas de menor standard porque ese stock quedará cubierto a través de la movilidad habitacional. La cámara de la construcción dice que no hay que seguir construyendo viviendas del más bajo estándar porque estás viviendas ya están y el stock existe. Esta es una lectura que reduce todo a la importancia de la casa pero no le da relevancia al entorno, al ambiente donde las personas han construido su vida. La lógica es que si la gente que está en ciertas propiedades se mueve hacia arriba a casas de 500 o 600 UF, las personas que no hayan accedido al beneficio van a poder ocupar las de menor standard y de éstas ya va a existir un stock suficiente. Como decía anteriormente creo que no es tan fácil que las familias pasen de una casa a otra en la movilidad habitacional y por supuesto esto implica que será más difícil contar con el stock suficiente que permita disminuir la construcción de casas.
También se ha planteado que Chile se está quedando sin terrenos para la vivienda social. ¿Cree que esto también es un problema de política?
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ENTREVISTA
Carlos Montes Mobilidad Habitacioal
Yo creo que hay terreno suficiente en Chile. El problema no se refiere a esto sino que a la calidad de la ciudad y las políticas aplicadas. Nosotros no tenemos una política de suelo y por lo tanto la forma en que crecen las ciudades es una forma de parcelas de agrado. Alrededor de Santiago se ubican parcelas de agrado que la gente compra para ir los fines de semana Cuando la ciudad va llegando a éstas, las venden a un precio espectacular y se genera una cadena que no tiene impuestos, por lo tanto es el mejor negocio que existe en Chile. En Malasia, por ejemplo, tienen una forma de crecer que establece que por cada 5 casas construidas es obligatorio que el 30% sea para sectores de bajos ingresos. Con esto establecen una integración forzada. Lo hacen porque hay diferentes nacionalidades, pero lo positivo de esto es que van generando barrios integrados. Lo que nosotros hemos hecho es construir una ciudad totalmente segmentada, segregada, separados unos de otros. Entonces cuando a mi me dicen que falta terreno para vivienda social, yo creo que lo que falta es una forma de crecer de la ciudad más consistente, más coherente, más solidaria, más pensando en la ciudad y no en cada uno en particular.
Si la movilidad habitacional no resuelve los problemas de los conjuntos de vivienda, ¿qué otros planes podría proponer para éstos? Lo que yo pondría es un subsidio para mejorar las casas de vivienda social. Los que llegaron a departamentos de 39 metros deberían tener la posibilidad de crecer diez o doce metros más. Si esto pasa, las personas probablemente no van a tener tanto interés en cambiar de casa porque ya tienen una vivienda que les permite estar mucho mejor. Esto no le conviene a la cámara de la construcción y no quiere estimularlo, ya que una política de este tipo lleva a que los fondos se utilicen para mejorar lo que ya existe en vez de construir casas superiores y por lo tanto se cierran nuevos mercados. Al mejorar lo que ya existe, la movilidad sería menor porque las personas optarían en un mayor número por permanecer en sus casas. Por lo tanto si existen recursos adicionales y se usan para mejorar el stock de viviendas existente, lo que la cámara asegura que tendría un
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impacto de 100 respecto de la movilidad, yo creo que tendría un impacto de 20. La movilidad puede generar menos segregación y esto existe pero en una medida mucho menor a lo que piensa la cámara chilena de la construcción. Hay que estimular este tipo de políticas pero sabiendo qué pueden dar, y por lo tanto pensar también otras formas de mejorar la situación de los conjuntos de viviendas. Junto con la existencia de un programa de mejoramiento de la vivienda social existente, debe existir una preocupación por la mantención de estos conjuntos. Los conjuntos Serviu están botados. Es necesario tener administradores para ellos, porque la comunidad no tiene capacidad para organizarse y esto determina que no existan agrupaciones fuertes. Se necesita un servicio país para trabajar en los conjuntos de vivienda, que ayude a organizar una integración de los bienes comunes y de la vida comunitaria. O sea, si existiesen mayores fondos, hay que analizar varias cosas que son prioridad frente a hacer más rápida una movilidad que va a permitir que exista más disponibilidad de viviendas.
¿Qué tan fuerte es la importancia de la opinión pública en la determinación de una política de movilidad social v/s construcción de viviendas? Obviamente tiene más impacto sumar y sumar casas, y por esto muchas veces los ministros prefieren hacer esto. Pero esta misma inclinación se demuestra en que el ministerio nunca destina plata para el parque habitacional existente, ya sea por la vía de que haya gente que administre los conjuntos de viviendas o por fondos que permitan mejorar las condiciones de ésta. Lo que más visibilidad da es hacer más casas. La movilidad en este sentido no tiene un atractivo muy claro para la opinión pública. A esto se suma que la gente que se mueve, que cambia de casa, es gente a la que le está yendo bien, que está yendo para arriba. Esa gente no requiere tanta política pública salvo que se le simplifiquen los trámites. Además en general son casos individuales que hay que estudiar y por lo tanto, son menos valorados como política.
Sergio Almarza Ingeniero Civil Industrial, Universidad de Chile Consultor especializado en el sector inmobiliario y su financiamiento Ha sido Asesor de varios Ministros de la Vivienda y Urbanismo y Gerente de PROFIV
por Isabel Brain
“Es necesario entender que la demanda es por vivienda y no por vivienda nueva” Cuáles son los factores que inciden en la movilidad habitacional La demanda por vivienda depende básicamente de dos cosas. La primera es el ingreso permanente, es decir, lo que la familia percibe a mediano plazo. Que a una persona le vaya mal un mes, o tenga ingresos variables, no significa que esté pensando en cambiarse de casa al mes siguiente. Si ve que la baja o aumento es permanente sí se ajusta. La segunda, es la riqueza o patrimonio que la gente tiene. Estos dos conceptos y sobre todo el de riqueza va cambiando a través del tiempo, porque si una persona tiene una deuda por una vivienda, por el solo hecho de pagarla mes a mes va pagando la propiedad y va aumentando su riqueza, y por eso cuando ya tiene pagado casi el 80% de la propiedad ya se siente en condiciones de pasar a otra, aunque tenga el mismo ingreso que antes. ¿Cuál es la demanda real de viviendas usadas?, ¿cuál es la fuerza de este mercado por vivienda social? La demanda es por vivienda no por viviendas nuevas o usadas y depende de la cantidad de subsidios que el Estado año a año está dispuesto a dar. La demanda potencial son todas las familias que tienen una vivienda poco adecuada. Los que califican como indigentes, van a poder tener acceso a los subsidios que entrega el Estado año a año y el resto son las familias que pueden pagar algo. En los segmentos más pobres la demanda real es de 50 mil viviendas al año, cuántos de esos se podrían ir a viviendas nuevas y usadas si estuvieran en igualdad de condiciones, no lo sé, eso es algo que tiene que ajustarse
por el mercado. Lo único que digo es que la vivienda usada debiera competir de igual a igual. En el caso de Santiago, yo diría que el 90% se iría a la vivienda usada, porque la gente realmente no tiene opción de acceder a viviendas nuevas al interior de la ciudad. Encontrar una vivienda de 500 a 600 UF dentro de la ciudad es casi imposible, no hay oferta. ¿Qué familias son las que venden una vivienda usada para cambiarse a otra?, ¿Quién es el que vende una vivienda social, por qué toma esa opción? Las familias que venden son las que habitan en la ex vivienda básica con 10 a 12 años de antigüedad. Hay familias que las tienen casi pagadas, otras completamente, y otros que obviamente están morosos, pero todas se pueden transar. El que tiene su interacción dentro de la ciudad o que trabaja en el barrio o qué se yo, claramente prefiere estar en Renca y en La Pintana que en Buin o Colina. ¿Cómo opera el sistema de compra y venta dentro de este mercado secundario de vivienda social? Lo que se hace es pedir un crédito, y lo que debe hacer el Estado es facilitar el desarrollo de los mercados de vivienda. No es el Estado quien debe entregar el crédito, no debe otorgar nuevos dineros, porque una persona que necesita comprarse una segunda vivienda, ya tiene una historia de pago de la primera, y además cuenta con un patrimonio, que incluso puede vender para pagar su crédito. Una persona que quiere obtener una segunda vivienda y cuenta con 40% de pie que es lo que acumula en la primera, puede transformarse fácilmente en sujeto de crédito. ¿Cuáles son las familias que están dispuestas a comprar una vivienda usada? Son familias que están postulando al subsidio y se les forzó a una vivienda nueva. No es que a la gente le moleste lo nuevo o lo usado, sino que detrás de la vivienda hay una localización. En el mercado inmobiliario siempre se dice que la localización es vital y se aplica a la vida familiar, las escuelas de los niños, redes de trabajo.
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ENTREVISTA
Por lo menos en Santiago que es el caso que he estudiado más en profundidad, es imposible hacer que este mercado emerja con más fuerza sin crear el sistema financiero que lo permita, las compañías existen, las leyes están, y la forma de impulsarlo es haciendo una banca de segundo piso, es decir un fondo que financie estos créditos, haga los empaquetamientos y los asegure. En teoría este mercado podría existir y desarrollarse, pero en la práctica ¿cuántas familias conformarían la demanda por vivienda de este tipo y en este formato? En un estudio que hicimos en la región metropolitana en tres poblaciones, cerca del 10 a 15 por ciento quería vender. Además el ‘95 en el Ministerio de Vivienda se hizo un estudio donde se estimó que la demanda promedio sería de miles de viviendas pagadas, entonces en el fondo el potencial de cambio era muy grande La demanda por vivienda está en función del ingreso y del patrimonio, por lo que éstos determinan cualquier estimación en términos económicos, y desde esta perspectiva nos encontramos con que había un sobre stock de viviendas sociales en Santiago que es casi equivalente al déficit habitacional. La gente debiera poder elegir, porque hay gente que quiere vivir en una casa usada privilegiando una ubicación más central y otras prefieren casas más alejadas pero nuevas. ¿Cómo es posible generar movilidad habitacional en los sectores de más escasos recursos? Personalmente creo que se logra desarrollando un mercado secundario de vivienda social. No puede haber movilidad sin un mercado secundario. Es imposible que la gente se mueva entre puras casas nuevas. El flujo de viviendas nuevas de un año a otro es del orden del 2% del stock, por lo que si pensamos que lo que se comercializa son sólo las viviendas nuevas, estamos hablando de un mercado totalmente marginal. El mercado está en lo que ya existe, donde la relación es de 50 a 1. Todo parte por entender plenamente que la demanda es por vivienda y no por vivienda nueva; por un lugar dónde vivir y tener los servicios habitacionales. La mayoría de los bienes que se demandan, se consumen y luego se pierden, en cambio la vivienda es un bien durable
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y la oferta es el stock. Siempre se genera confusión en este punto, porque prima el mercado de la construcción y no se ha analizado verdaderamente el tema en términos rigurosos desde el punto de vista económico. Creo que lo lógico es que la política apoye el ciclo natural de las familias y no que fomente la distorsión. Lo normal es que la gente que compró con deuda, después de 8 o 10 años haya pagado el 60 o 70% de la deuda, y estén dispuestos a dar el salto. ¿Por qué cree que la política de vivienda no ha generado mecanismos que permitan desarrollar el mercado secundario de vivienda? Me sorprende que a pesar que estos temas y conceptos se han venido asimilando hace tiempo en la discusión, no se han incorporado. Todavía suena como una propuesta sofisticada, se piensa que es una sofisticación de la política y aparece como la sexta derivada, pero no es eso, sino que es una cuestión absolutamente básica y esencial. La idea de darle libertad a las familias, que tengan un patrimonio que puedan vender y moverse, está partiendo, pero aún hay muchas trabas operacionales. Está hecha la gran política, las autoridades y el ministro lo avalan. Pero yo diría que hay algunas razones ideológicas dentro de los organismos públicos que se oponen a la vivienda usada, a que participen operadores privados, y a que el mercado se separe un poco del Estado y opere por sí mismo. En otras palabras, existe temor a la profundización de esta política que viene desde los años noventa en adelante. Es lógico que la gente tenga un derecho a ajustarse. Hay que mirar el problema dinámicamente y a largo plazo. Porque si tenemos una economía que va en buen camino, y estamos convencidos de que podemos crecer mucho más e ir abandonando la pobreza y el umbral del subdesarrollo, no podemos seguir haciendo las mismas viviendas, porque en la proyección, eso significa que el país se va a ver enfrentado a demoler las viviendas, que es algo que nadie quiere y que es muy complicado políticamente. Pero también hay un tema de expectativas, ya que desde hace ya muchos años los subsidios que se otorgan son para vivienda nueva y es lo que las familias de escasos recursos esperan.
Sergio Almarza Mobilidad Habitacioal
No necesariamente, trabajando con el tema de la vivienda usada, nos hemos encontrado con bastante pobladores allegados y gente de los fondos concursables, es decir, gente a la que prácticamente le están regalando la vivienda, y aún así han rechazado las soluciones porque ha sido en Colina o Buin. La gente comprende que tiene una vivienda mejor, pero pasa a desconectarse de su red de vida diaria y eso al final tiene un costo enorme. Trabajando en Quinta Normal, nos pasó que muchas familias que fueron sacadas de campamentos y trasladadas a Puente Alto, después de tres años volvieron a Quinta Normal. ¿Qué es lo que debiera hacerse para terminar con los límites y/o trabas que existen hoy para desarrollar el mercado secundario de vivienda? Lo que debiera hacerse son ciertos arreglos que den certeza jurídica a este negocio. Por ejemplo en los fondos concursables se ha hecho competir a la vivienda usada con la nueva, donde se evalúan elementos subjetivos de calificación de los proyectos y generalmente la resolución de los jurados ha sido en contra de la vivienda usada. Incluso hay gente que como jurado ha declarado que la vivienda usada no debiera entrar en estos programas. Es por esta razón que se ha pedido entregar una cuota mayor o que se separen aguas y se diga: tal porcentaje va para vivienda nueva, y tal porcentaje para vivienda usada, porque como son distintos los proyectos, no se pueden calificar juntos. No se está pidiendo ventajas para la vivienda usada, pero sí que se los haga competir separadamente y de esta manera el mercado reciba señales concretas. Entonces, desarrollar el mercado secundario de vivienda, ¿es un problema político o económico? El Ministro ha dicho que no tiene recursos financieros porque si entrega un subsidio hoy, este será gasto en dos años más, que es el tiempo que demora desde que se llama a concurso, la familia obtiene el subsidio, la empresa construye, y luego se cobran los subsidios. Entonces, considerando que el Estado es quien históricamente ha aparecido como la institución que garantiza el derecho a la vivienda, no es políticamente
viable plantear una reducción del número de viviendas que entrega, pero sí es posible trabajar con los mercados de capitales jugando con bonos en el tiempo tales como son los subsidios en el leasing, y de esta manera en menos de 10 años terminar con el déficit habitacional absoluto, y al mismo tiempo solucionar el problema de los 200 mil indigentes que no tienen una vivienda, a los mismos valores que se trabajan hoy. Los dineros están, lo que pasa es que no puedes ir aumentando fuertemente si pagas al contado, pero sí puedes si juegas con deudas al Estado y pagas después. La población chilena crece muy poco, los nuevos hogares que se forman al año son del orden de 80 mil y de ésas los de bajos ingresos serán de 40 a 50 mil, por lo que en el fondo si das subsidio ahora, significa que no hay demanda mañana y por lo tanto con el mismo flujo tu puedes pagar la deuda. Conceptualmente este tema es súper trivial, lo que hay que asumir es que en este sector es distinto adelantar los gastos, porque si das hoy, mañana desaparece. ¿Qué posibilidades concretas existen de obtener financiamiento de otras fuentes? Hay que reconocer que esto no va a resolverse por los bancos. Las familias más pobres no son clientes atractivos para la banca privada, por lo que el crédito hipotecario no es visto como un negocio. Este tema en los países que se ha resuelto bien, se ha hecho con prestamistas especializados y con el desarrollo de una banca de segundo piso. A mediados de los ’90 en Chile se desarrollaron mutuales de crédito hipotecario en calidad de entidades no bancarias y además se hicieron compañías de leasing habitacional, a las cuales no se les exigió gran capital y se les facilitó la misión de otorgar créditos a los más pobres, para lo cual se desarrolló una legislación que permitiera la securitización. Esta es una ley dentro del mercado de valores, que permite tomar un grupo de activos pequeños, en este caso de créditos hipotecarios o contrato de leasing habitacional, luego las sociedad securitizadoras toman estos créditos y crean paquetes que se llaman patrimonios separados, suman el flujo y contra eso emiten un bono, que se clasifica de tal modo que el riesgo sea el adecuado para que lo compren las distintas instituciones como son las AFP.
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CONCURSO DE FOTOGRAFÍAS Y DOCUMENTALES DE UN TECHO PARA CHILE El objetivo de este concurso fue incorporar a las personas que, desde el ámbito de las comunicaciones, están interesadas en colaborar con la superación de la extrema pobreza del país. El llamado se hizo a través de dos categorías: fotografía y audiovisual (documental), y se logró una amplia y diversa acogida desde todo el país. Esta iniciativa fue desarrollada en conjunto con la agencia de publicidad Lowe Porta, durante el primer semestre de este año. Se logró motivar a más de 150 participantes quienes desde su perspectiva quisieron ilustrar el aporte de la institución ligada al trabajo en los campamentos.
El ganador de la categoría fotografía: Marco Antonio Fredes
Mención honrosa: María Paz Long
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Jurado: - Cristián Leigthon, documentalista - Sergio Pineda, director de cine publicitario - Gabriel Schkolnick, fotógrafo publicitario y gestor de la revista Blank - Henry Northcote, presidente de Achap - Raúl Menjíbar, presidente de la agencia de Publicidad Lowe Porta - Felipe Berríos s.j. Capellán de Un Techo Para Chile Patrocinadores: - Achap - Anatel – Archi - Anda Auspiciadores: - Radio Duna - Canal 13 - El Mercurio - Banco Santander Santiago - Sony – Nikon - Matucana 100
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OPINIÓN 1
Fernando Colchero Ducci Ingeniero Civil de Industrias con mención en Transporte, 1998 Licenciado en Arquitectura, 2003, PUC Coordinador de Vivienda para el Programa de Políticas Públicas PUC (2002) Actualmente trabaja en su titulación como arquitecto y realiza trabajos de asesoría a proyectos de transporte
¿QUÉ SE MUEVE DETRÁS DE LA MOVILIDAD HABITACIONAL? La familia chilena está cambiando constantemente; crece o se reduce, pero no permanece estática en el tiempo. ¿Qué pasa cuando la vivienda social a la que se accedió ya no responde a las necesidades de sus habitantes? ¿Cuál es la solución para las familias que no pueden seguir viviendo donde lo han hecho por gran parte de su vida? Este punto justifica un análisis sobre la necesidad de promover la Movilidad Habitacional. Villa Cardenal Raúl Silva Henríquez, Quilicura. Martes, 4:00p.m. — Oiga, Señora María, ¿y qué es de su sobrina Jenny, la que se casó con el Pedro y que vivían con su hermana? — Ahí siguen esos, ya van pa’l tercer cabro. — ¡Pa’l tercero ya! chuta cómo pasa el tiempo, oiga. — Ya ve, pues, si la casa se les está haciendo harto chica ya, y lo malo está en que no tienen pa’ cuándo irse a una casa propia. — Bueno, vecina, tendrán que esperar pa’ cuando se pueda, ¿no? — No, vecina, no crea, si les ha ido harto bien a esos dos. Al principio les costó, no le voy a decir que no, pero se han movido harto y ya juntaron como pa’ postular. — ¿Y en qué topan, entonces? Porque a nadie le gusta vivir apiñado, pues vecina. — Por supuesto, pues vecina, lo que pasa es que les salen puras casas que en Paine, que en Buin, que en Lampa. Imagínese, el Pedro demoraría como dos horas a la pega y la Jenny ni pensar en trabajar porque ¿con quien va dejar a los cabros chicos? Así que están esperando que les salga algo más cerca de acá, pero no se ve pa’ cuándo, pues vecina. — Pucha la lesera, oiga, porque la señora Raquel, la del otro pasaje, del mes pasado que está vendiendo su casa. Harto bien que le vendría esa casa a la Jenny ¿no cree? — Harto buena estaría, pues vecina, pero ¿de dónde van a sacar pa’ comprarse una casa entera? Yo le dije que les había ido bien, pero no tanto, pues vecina. — Qué lesera, oiga, porque la casa ya tiene sus años, pero está harto bien tenida y no tendrían ni que cambiarse del
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barrio. — Na’ que hacerle, vecina, si tienen que esperar no más y rezar pa’ que les salga algo no tan lejos de acá. La plata pa’ una casa usada no se las va a poner nadie y, además, harto lesos serían si dejan botado el subsidio, ¿no cree? — Oiga y parece que yo escuché la otra vez que decían que ahora hay unos programas nuevos y que ahora hay subsidio pa’ las casas usadas… ¿no les vale la pena ir a preguntar? — Sí, si ya les habían dicho de esos programas, pero parece que no es na’ tan fácil y vaya a saber una cómo resultan esas cosas nuevas, pues vecina. Imagínese que después tengan problema porque la casa no era nueva, habiendo tanta gente que tiene su casa del subsidio de hace cuántos años. Lo que yo les digo es que pa’ cuando esos programas nuevos funcionen los cabros chicos ya van a ser grandes, pues vecina… Aunque este es un diálogo ficticio, situaciones similares han venido ocurriendo con frecuencia en Chile durante las últimas décadas. Este tipo de dilemas se relacionan con un tema que surge cada vez con mayor fuerza en el debate sobre vivienda y en los programas ministeriales, pero no por ello se conoce y se entiende: la movilidad habitacional. ¿Qué significa movilidad habitacional? ¿Qué factores gatillan la discusión respecto al tema? ¿Cómo se manifiestan sus efectos tanto en la vida de las personas como en la construcción de los barrios de nuestras ciudades? Es sorprendente que incluso hoy día, tomando en cuenta que el tema se ha estudiado y trabajado extensamente, aún sea difícil encontrar respuestas claras a las preguntas asociadas a la movilidad habitacional.
El Subsidio Nuestro de Cada Día
Entre las restricciones que existían cuando los programas de subsidio comenzaron a implementarse, hay dos que vale la pena mencionar: una especificaba que el subsidio a la vivienda era aplicable solamente a la compra de casas nuevas, que no tuviesen uso previo, y la otra prohibía la venta del inmueble hasta cinco años después de su ocupación inicial. Puede inferirse que algunas de las motivaciones detrás de estas restricciones eran impedir que una familia beneficiada vendiera su vivienda al poco tiempo de uso y evitar que otra familia recibiese un subsidio para comprar tal vez la misma casa. Sin embargo, estas restricciones han generado diversos problemas, los cuales van desde distorsiones al mercado de la vivienda hasta desincentivos para el progreso económico y obstáculos para el mejoramiento de la calidad de vida de las personas. Con el correr del tiempo, aunque estas restricciones han sufrido modificaciones, los efectos negativos que ellas provocaron se han hecho cada vez más evidentes y han
Fuente: SERVIU.
Para acceder al beneficio del subsidio a la vivienda, los programas del MINVU establecen una serie de normativas y restricciones que regulan el proceso de postulación, la asignación de la vivienda y los usos futuros que la familia puede darle. En términos bien simples, la idea central es que un grupo familiar puede ir ahorrando para adquirir una vivienda en una libreta manejada por el Ministerio. Una vez que se alcanza un cierto nivel de ahorro, la familia puede postular a un subsidio del Estado para completar el monto total del valor de una casa. El espíritu general de las restricciones que se imponen a las familias beneficiarias es asegurar que ellas den un buen uso a las viviendas y que los recursos que el Estado asignó a vivienda se mantengan en esa área.
Fuente: SERVIU.
Para intentar bosquejar un panorama de lo que significa movilidad habitacional, retomemos el diálogo del inicio. El hecho de que conversaciones como ésta ocurran hoy día en Chile tiene aspectos positivos. En otros países en vías de desarrollo, el problema de la vivienda entre los más pobres aún supera la capacidad de gestión de los gobiernos, lo que se refleja en la existencia de campamentos en cantidades y extensiones mucho mayores que las que se observan en nuestro país. Los programas de subsidio a la demanda que desde el año 1978 ha implementado el MINVU han sido capaces de generar las llamadas “soluciones habitacionales” a un ritmo tal que el déficit de vivienda se ha mantenido en rangos relativamente bajos. Hoy en día estos programas están tan incorporados a la cultura del país que la gente considera el subsidio a la vivienda casi como un derecho de cualquier chileno.
sido ampliamente estudiados y criticados. El término movilidad habitacional surgió para denominar el conjunto de propuestas cuyo objetivo es lograr contrarrestar los problemas surgidos a partir de la “inmovilidad” que las restricciones del subsidio imponían tanto a las familias como al mercado de viviendas sociales. Si bien los temas de movilidad habitacional comenzaron a debatirse desde hace más de diez años, y si bien es cierto que el MINVU ha modificado las restricciones para el acceso al subsidio y ha implementado nuevos programas que favorecen la movilidad habitacional, también lo es el hecho de que los efectos nocivos de la inmovilidad habitacional están aún muy presentes en el mercado de la vivienda social.
Inmovilidad que Conmueve… y que Distorsiona En una primera mirada al tema de la asignación de subsidios a la vivienda, es posible encontrar una justificación detrás de las restricciones que se impusieron en un inicio. Sin embargo, a la luz de la experiencia acumulada, vale la pena preguntarse cuántos y cuáles han sido sus impactos negativos, de manera de poder estimar cuántas, cuáles y qué tan profundas deben ser las medidas destinadas a contrarrestarlos. En términos generales, estos impactos pueden separarse en dos grandes grupos: uno al que
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Fuente: SERVIU.
OPINIÓN 1
de casas usadas con ayuda del subsidio a personas que conforman un mercado natural para ese tipo de casa.1 El surgimiento de cambios en la composición familiar (nacimiento, fallecimiento, matrimonio, separación, etc.) o situaciones imprevistas que requieren de un cambio de vivienda son otros casos que evidencian los perjuicios de la inmovilidad.
llamaremos impactos sobre la calidad de vida y otro que se denominará impactos económicos-urbanos. Interesa describir los rasgos que caracterizan cada uno de estos grupos con la intención de comprender cómo los efectos de la inmovilidad se manifiestan en la práctica. Además de todos los factores que cualquier persona toma en cuenta al elegir su vivienda, los miembros del segmento más pobre de la sociedad son los únicos que han debido regir sus decisiones en este tema por normativas estatales. Decisiones usualmente consideradas personales, tales como características de diseño y la localización de la vivienda propia, tradicionalmente han sido resueltas por funcionarios ministeriales. Este hecho no sólo ha atentado en contra de la libertad de las personas para elegir una vivienda y disponer de la propiedad de ésta, sino que también las ha obligado a elegir únicamente viviendas nuevas, ha fijado un plazo y un techo (tanto en sentido literal como en sentido figurado) para las aspiraciones de la familia beneficiada, y ha entrabado la capacidad de respuesta del grupo familiar ante situaciones futuras inesperadas. Es así como en numerosos casos una “solución habitacional” se ha convertido rápidamente en un “lastre habitacional”. Por ejemplo, el caso descrito en el diálogo entre la Señora María y su vecina, al inicio de este artículo: cuando se impide a una familia acceder a una vivienda que responde mejor a sus necesidades que cualquiera de las que es posible acceder mediante el subsidio. También se ha complicado a los propietarios que deciden vender su vivienda, puesto que el Estado ha impedido la compra
Por un lado, la inmovilidad afecta negativamente la calidad de vida de una familia porque constituye un desincentivo a su progreso económico y social. Por otra parte, y como ocurre en cualquier familia, constantemente existe una probabilidad de que la vivienda actual no sea la mejor alternativa a la que se puede acceder ante condiciones cambiantes e inesperadas. Los obstáculos para disponer de la propiedad de la vivienda y para acceder a la mejor alternativa factible deterioran la manera en que una familia se proyecta a futuro. Mirando este asunto desde el punto de vista económico, la vivienda es un bien durable, cuya vida útil es relativamente larga. A diferencia del mercado de los bienes de consumo inmediato, el mercado de los bienes durables no debe analizarse por su flujo, es decir, la cantidad de unidades que en él se transan (toneladas de fruta, cantidad de acciones, etc.). Para bienes cuya vida útil es prolongada es más relevante analizar las condiciones en que se encuentra el stock de unidades existentes en el mercado. Aplicando este hecho al caso de la vivienda, esto implica que es mucho más relevante analizar y actuar sobre la cantidad de viviendas ya construidas, su ubicación, sus características y el estado en que se encuentran, antes que concentrarse en la cantidad de viviendas que se construye o se transa en un período determinado de tiempo. Estas consideraciones de tipo económico en la práctica se reflejan en hechos; por ejemplo, a nadie le parecería extraño pensar que una misma vivienda pueda responder a las necesidades de varias familias distintas en distintos períodos de tiempo, dependiendo de sus características y su estado de conservación. Al eliminar la posibilidad de vender o comprar cierto tipo de viviendas se introdujo una importante distorsión, pues se obligó al mercado a actuar como si el stock acumulado, vale decir el principal parámetro para analizar el mercado de la vivienda, no incluyera una cantidad de unidades que físicamente existían. Esta medida creó artificialmente
1 Si bien es cierto que un porcentaje significativo de las familias propietarias han resuelto este tipo de situación mediante el arriendo, esta decisión no libera el capital invertido en la casa para adquirir otra vivienda. A esto se suma el hecho de que el mercado de arriendo de viviendas sociales es riesgoso en vista de la ley de arriendo vigente. Ello genera una injusticia adicional para los sectores más pobres, puesto que el riesgo asociado al arriendo de viviendas sociales eleva los precios del arriendo a montos que están en torno al 15% del valor de la vivienda, en condiciones que los montos de arriendo en sectores medio-altos representan en torno al 5% del valor de la casa. Es decir, el arriendo de viviendas sociales es proporcionalmente 3 veces más caro que el arriendo de otro tipo de vivienda.
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Es así como, tomando en cuenta consideraciones netamente económicas, es posible encontrar una razón detrás de la proliferación de extensas superficies de vivienda de baja calidad en nuestras ciudades. Dado que el mercado de dichas viviendas fue distorsionado durante más de veinte años a través de la normativa del subsidio, la construcción de más viviendas del mismo tipo fue una necesidad constante, la cual se fue materializando en terrenos cada vez más alejados de los centros de servicios urbanos. A pesar de las modificaciones introducidas a la política en los últimos años, este hecho ocurre incluso hoy en día y ha sido determinante en la forma en que parte importante de nuestras ciudades se ha construido en las últimas dos décadas.
Moviéndose con la Movilidad Los efectos nocivos de la inmovilidad habitacional han sido identificados y estudiados por un gran número de personas pertenecientes a los mundos académico, público, privado y no-gubernamental. Como se mencionaba en el párrafo anterior, las conclusiones generadas a partir de dichos estudios han provocado modificaciones a la política durante los últimos años. Dichas modificaciones tienden a reducir las distorsiones existentes en el mercado por viviendas sociales y consideran la posibilidad de entregar subsidios a familias que adquieren una vivienda de segunda mano. Desde 1996, el MINVU cuenta con un programa llamado “Movilidad Habitacional”, el cual permite eliminar la prohibición de venta por cinco años, con la condición de que el fruto de dicha venta se utilice para la compra de otra vivienda. Más allá del nombre de este programa del Ministerio, el tema que usualmente se denomina “movilidad habitacional” se refiere a corregir puntos de la política que han distorsionado el mercado de la vivienda social en Chile por más de veinte años. Intentando resumir su espíritu, la movilidad habitacional postula que hoy día es más necesario perfeccionar un sistema para gestionar eficientemente el stock de vivienda social ya construida que concentrarse en la construcción de nuevas viviendas.
Se afirma también que es necesario tomar en cuenta que el mercado de la vivienda social en Chile estuvo sujeto a importantes distorsiones por un largo período de tiempo, lo que significa que las medidas que hoy día se enfocan a corregir los efectos provocados por dichas distorsiones debieran ser especialmente asertivas y contundentes, como para contrarrestar una inercia acumulada por más de dos décadas. Siguiendo la lógica de la movilidad habitacional, es posible pensar que tal vez ya no se requiere construir más unidades de vivienda social en Chile, al menos desde un punto de vista teórico. Si bien este tipo de afirmaciones pueden parecer muy radicales en nuestro contexto actual, existen ejemplos de políticas habitacionales en otras partes del mundo que asumen sin dificultad este tipo de hechos, puesto que se fundan en un enfoque del mercado de la vivienda desde el punto de vista de la gestión del stock habitacional y no de la cantidad de viviendas construidas en cada período de tiempo. Sin duda que una política habitacional responderá mejor a las necesidades de la gente y asignará mejor los recursos del Estado en la medida en que sus programas incorporen las características económicas particulares del mercado de la vivienda. Las propuestas de movilidad habitacional pueden conducir a cambios radicales a la política de vivienda en Chile, en la medida en que existan gobiernos dispuestos a enfrentar los costos asociados. Las modificaciones introducidas a la política durante los últimos años son una muestra clara de que se ha comenzado a generar un consenso en relación a la necesidad de tomar en cuenta nociones de movilidad habitacional en los programas de subsidio a la vivienda. Si bien aún están por verse los efectos de los cambios ya introducidos, así como está por verse la profundidad de los cambios que vendrán en el futuro, ya es posible darse cuenta de que, en lo que a política habitacional se refiere, de aquí en adelante conviene moverse con la movilidad habitacional, moverse a fondo y moverse luego.
Fuente: SERVIU.
una necesidad de construir más unidades de vivienda nueva, puesto que era sólo este tipo de vivienda al que se podía acceder mediante los programas de subsidio. El carácter “artificial” de esta situación se basa en que en la realidad ya existían viviendas construidas capaces de satisfacer la demanda en un momento determinado, pero que no fue posible acceder a ellas debido a normativas legales que las dejaban fuera del mercado. En resumen, bajo las condiciones que el subsidio impuso al mercado de la vivienda, la oferta y demanda por casas se volvió independiente de cuántas casas físicamente construidas existían.
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OPINIÓN 2
EL LUGAR DE LA POBREZA CARACTERÍSTICAS, CAMBIOS Y ESCALAS Manuel Tironi Sociólogo, Magíster en Desarrollo Urbano Actualmente estudia un master en City and Regional Planning, Cornell University. U.S.A Mayo 2004
Introducción Place matters—el lugar importa—es la tesis central de un ya clásico libro sobre pobreza urbana en Estados Unidos1. Para analizar el caso chileno el presente artículo hace suya esta tesis y le añade otra: el lugar cambia. El ‘lugar’ importa porque la geografía de las oportunidades—laborales, educacionales, recreacionales, etc.–no es homogénea, así como tampoco están uniformemente distribuidos los medios para salir en su ‘búsqueda’ cuando éstas no se encuentran accesibles en el entorno inmediato. Por muchos años el supuesto fue que condición pobre = lugar pobre, que los pobres habitaban precisamente aquellos lugares más desabastecidos y deteriorados de la ciudad. Esta es la ‘teoría del espejo’ según la cual espacio y condición socioeconómica sólo serían distintas caras de la misma moneda, cada cual operando como determinante estructural de la otra (Sabatini, Cáceres y Cerda, 2001). Pero los ‘lugares’ cambian, así como quienes los habitan. La sociedad chilena ha experimentado cambios profundos en los últimos quince años. Sólo en el ámbito social, entre 1987 y 2000 la población bajo la línea de pobreza disminuyó de 37 al 17 por ciento, la desnutrición infantil cayó del 15 al 6 por ciento y el ingreso de la población prácticamente se dobló en el período–logro que a Estados Unidos, por ejemplo, le llevó más de cuatro décadas alcanzar (Casen, 2000; Taylor & Tilford, 2000). Nuestras ciudades también han vivido cambios vertiginosos vis-à-vis con las transformaciones acusadas por el país. Por ejemplo, Santiago se ha expandido en más de 25 mil hectáreas (39%) en los últimos diez años (Vergara, 2002) y la falta de suelo urbano ha obligado a familias de ingresos altos y medios a optar por comunas poco tradicionales para su localización residencial–llevándose con-
sigo toda una gama de servicios y actividades de absoluta novedad para sus áreas de destino. Resultaría poco sensato suponer que estos cambios sociales, económicos y urbanos no han transformado el espacio de la pobreza urbana en nuestro país. Puesto de otro modo, la gran pregunta es si la equivalencia condición pobre = lugar pobre sigue siendo válida hoy en Chile, o si lo que entendíamos por lugar pobre se condice con lo que hoy efectivamente son estos lugares en la ciudad. Este artículo describirá precisamente cuales han sido los cambios experimentados por el ‘lugar de los pobres’ durante la última década en Chile. Específicamente, defenderá que a) el espacio de los menos privilegiados no se deja encasillar en los tradicionales patrones de ‘pobreza’ y que b) el nivel crítico es hoy en día el intermedio/barrial, lugar al que deben enfocarse las políticas publicas-urbanas. Lo que se presentará a continuación es un zoom in al hábitat de la pobreza urbana chilena, desde el nivel comunal, pasando por el barrio hasta llegar a la vivienda y el hogar. Estas secuencias tomarán a la pobreza chilena en general, aunque muchas veces remitirán al caso específico de Santiago. Asimismo, en muchos casos retratarán únicamente la pobreza actual, mientras que en otros ésta será comparada con la de antes. Por actual se entiende indistintamente desde 1998 hasta 2002 y por antes un periodo amplio entre mediados de los ‘80s y principios de los ‘90s, dependiendo de los datos disponibles. Este artículo, como ya se ha dicho, parte de la convicción que los ‘90s transformaron para siempre la condición de la pobreza y del país en su totalidad. Estudiar los cambios experimentados por el ‘lugar de los pobres’ durante la década pasada, entonces, permite no sólo analizar las oscilaciones de un grupo social específico sino también registrar este momentum de la historia chilena reciente.
1 Dreier, Mollenkopf y Swanstrom, Place Matters. Metropolitics for the Twenty-first Century, Lawrence, KA: University Press of Kansas, 2001.
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FIGURA 1. COMUNA CON MENOR INGRESO PROMEDIO COMUNAL: 10 PRIMERAS MAYORÍAS LO BARNECHEA
QUILICURA
PUDAHUEL
HUECHURABA
VITACURA CONCHALÍ RECOLETA RENCA INDEPENDENCIA LAS CONDES QUINTA NORMAL PROVIDENCIA LA REINA LO RADO SANTIAGO ÑUÑOA ESTACION CENTRAL PEÑALOLÉN SAN MIGUEL MACUL CERRILLOS MAIPÚ LO ESPEJO
LA FLORIDA
LA GRANJA
N
EL BOSQUE LA PINTANA PUENTE ALTO SAN BERNARDO
Fuente: elaboración propia, Casen 2000. La Comuna de los Pobres Es altamente probable que una familia santiaguina, de ser pobre, viva en La Pintana, Lo Espejo, Cerro Navia, La Granja, El Bosque, San Ramón, Pedro Aguirre Cerda, Renca, Lo Prado o San Bernardo, las 10 comunas con menor ingreso promedio por hogar (388 mil pesos mensuales o menos). Estas comunas están a todas vistas entre las más deficitarias de la ciudad. Por ejemplo, si bien en estas comunas vive más del 31 por ciento de los habitantes del Gran Santiago, sólo concentran el 15% del total de metros cuadrados edificados en Santiago entre 1990-98 (Rodríguez, 2001). En otro plano, todas estas comunas, con la excepción de Lo Espejo, poseen una dotación deficitaria de efectivos de carabineros por habitante–sobresaltando La Pintana y San Ramón con -143 y -140 efectivos menos, respectivamente2. Lo mismo puede decirse en el plano educacional. De hecho, 6 de estas comunas se encuentran entre las 10 con mayor déficit en su cantidad de matriculas para enseñanza básica (Minvu, 2003). Aún más, mientras el habitante promedio de Santiago ha cursado 11 años escolares, aquel de las ‘comunas pobres’ sólo ha cursado 9 (Casen, 2000).
La cantidad e intensidad de las carencias en estas comunas es tan evidente que muchas ya se han convertido en verdaderas marca-pobreza. ‘La Pintana’ o ‘Cerro Navia’ son para el imaginario nacional sinónimos inmediatos de pobreza y últimamente–con la seguridad como nuevo issue nacional–de delincuencia, pasta base y pandillerismo. En otras palabras, el habitante de Lo Prado o Renca no sólo debe convivir con profundas insuficiencias materiales, sociales y económicas, sino que debe a su vez cargar con el estigma del paria. Con todo, la geografía comunal no es la de antes, y ya son notorias algunas señales de hibridación. Por ejemplo, bajos ingresos y pobreza han comenzado a ‘desencajarce’ a nivel comunal. El caso paradigmático es Huechuraba, que si bien posee una de las mayores concentraciones de población bajo la línea de la pobreza, la llegada de hogares de ingresos medio-altos y altos–vía condominios cerrados–ha incrementado el ingreso promedio de esta comuna (641 mil pesos) muy por sobre los promedios observados en otros sectores con altos porcentajes de pobreza (Casen, 2000). Las comunas pobres de Santiago también se van visto ‘atrapadas’ en un boom inmobiliario que si bien les ha sido exógeno, no ha dejado de impactarles positivamente. La escasez de suelo urbano en Santiago y la fuerte inversión en infraestructura vial3 gatilló la migración residencial de
2 Según cálculos oficiales un efectivo sirve a una población de 1.400 habitantes (Saldías, 2003) 3 Entre 1995 y 2000 el sector Transporte ha acumulado el 44% de la inversión pública (Mideplan, 2001)
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OPINIÓN 2
FIGURA 2. COMUNAS CON MENOR INGRESO PROMEDIO COMUNAL Y SUB-CENTROS URBANOS RM LO BARNECHEA
QUILICURA
HUECHURABA
CONCHALÍ
Sub-centros Malls Sub-centros + Malls
PUDAHUEL
VITACURA
RECOLETA INDEPENDENCIA LAS CONDES QUINTA NORMAL PROVIDENCIA LA REINA LO RADO SANTIAGO ÑUÑOA ESTACION CENTRAL PEÑALOLÉN SAN MIGUEL MACUL CERRILLOS MAIPÚ RENCA
LO ESPEJO LA FLORIDA LA GRANJA EL BOSQUE LA PINTANA
N
PUENTE ALTO SAN BERNARDO
Fuente: elaboración propia, Casen 2000; Cáceres y Farías, 1999; Seremi-Minvu, 2000. sectores medios y altos hacia áreas no tradicionales para estos grupos (Sabatini, 2000). Y a la demanda le siguió la oferta. Buscando nuevos áreas de negocios y haciendo eco de esta nueva configuración residencial, aparecieron malls en sectores impensados hace diez años; y a pesar de cualquier crítica ideológica, estos centros comerciales se convirtieron en importantes fuentes de empleo, recreación y actividad cívica en general para las comunas receptoras (PNUD, 2000). Al mismo tiempo, y aprovechando la mejorada conectividad de la ciudad, aparecen los parques industriales, muchas veces siguiendo la ruta de–o abriendo la ruta para–la migración residencial y su estela de servicios y actividades. Siguiendo esta pista, es interesante notar que comunas tradicionalmente pobres como Pudahuel o Puente Ato–agitadas por malls, condominios y parques industriales–han salido del extremo inferior en términos de ingreso promedio, mientras que otras, íconos de la clase media urbana como Pedro Aguirre Cerda, han ingresado por su estancamiento inmobiliario y social. En definitiva, el paisaje comunal parece ser más complejo de lo esperado. Como lo muestra la Figura 2, el acceso a ‘la ciudad’–léase a las actividades, servicios y bienes que ésta ofrece–se ha incrementado para las comunas pobres, hoy rodeadas, o derechamente parte, de los nuevos centros urbanos que han emergido en Santiago en los últi-
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mos quince años. Y el mercado de suelo ha reaccionado acordemente, tal como lo muestra la Figura 3: cinco de las quince comunas con mayor variación en sus valores de suelo entre 1990 y 2002 se encuentran entre las 10 comunas más pobres de Santiago–, San Bernardo, Renca, La Pintana, El Bosque y La Granja. Asimismo, es interesante notar que si bien el crecimiento demográfico de estas comunas ha sido mayor al del resto–27 contra 22 por ciento entre 1985 y 2000–la caracterización de estas áreas como de ‘alto crecimiento’ no es evidente. De hecho, entre estas comunas están aquellas que más velozmente han incrementado su población entre 1985 y 2000–especialmente La Pintana y San Bernardo con un crecimiento del 173 y 71 por ciento respectivamente–pero también las que mayor población han perdido en el período–como Lo Espejo (-12%) y San Ramón (-10%) (Casen, 2000). Concluyendo, las comunas ‘pobres’ de la ciudad siguen siendo tales, siguen mostrando los más bajos estándares económicos, sociales e infraestructurales, y siguen siendo objeto de una perversa estigmatización social. No obstante, la antigua imagen de estas áreas como ‘no-lugares’ hiperpoblados, fuera de todo circuito urbano y en los extramuros de la ciudad hoy no es tan clara. Las comunas pobres de la ciudad se han integrado–al menos morfológicamente–a los centros de actividad de la ciudad; la
llegada de nuevos y más acaudalados vecinos a permitido disminuir la escala de la segregación (Sabatini, 2000); y hoy, tensionada por dinámicas urbanas cada vez menos fieles a patrones estructurales tradicionales, la equivalencia pobreza = periferia parece al menos difusa.
El Barrio de los Pobres Lo que sin lugar a duda ha cambiado en la última década es el barrio de los más pobres, y la causa principal debe buscarse en la política habitacional chilena, aquella iniciada en la década de los ’80 y consolidada en la de los ’90. A grandes rasgos, los pobres pasaron de vivir en poblaciones a hacerlo en villas. Con 173 mil viviendas sociales construidas entre 1980 y 2000 (SUR-PNUD, 2002), las villas se convirtieron en el barrio de los menos privilegiados en Santiago, desplazando a las poblaciones–que hoy ocupan aproximadamente el 30% del stock habitacional para el I y II quintil–y prácticamente eliminando a los campamentos que hoy representan sólo el 4%–asentamientos
que a nivel nacional cayeron del 21 a 6 por ciento entre 1987 y 2000 (Tironi, 2003; Casen, 2000). El debate en torno a los costos/beneficios de este traspaso ha sido largo y provechoso–como bien lo demostró el caso ‘Toma Peñalolén’. Sin lugar a dudas la transición ha sido exitosa desde una perspectiva estrictamente habitacional, dimensión que se abordará más adelante. Más oblicuas son las evaluaciones si se adopta una perspectiva urbano-espacial. Las posiciones más extremas sostienen que las villas sencillamente no conforman barrios, o los que conforman son de una calidad deplorable. Y aunque a la villa se le culpe de muchos más crímenes de los que verdaderamente ha cometido, a nivel arquitectónicourbano la diferencia entre ambos asentamientos no deja de ser asombrante–a favor de las poblaciones. La villa en tanto barrio no puede ser comprendida si no es bajo la luz de la población, forma urbana de la pobreza vicaria, a su vez, del formato tradicional hacia el que ha tendido el ‘barrio’ en el Chile urbano. A este formato le llamaremos ciudad-jardín.
FIGURA 3. COMUNAS CON MENOR INGRESO PROMEDIO COMUNAL Y MAYOR INCREMENTO PRECIO SUELO
15 Comunas mayor variación de precio suelo 10 Comunas menor ingreso
LO BARNECHEA
QUILICURA
PUDAHUEL
HUECHURABA
VITACURA CONCHALÍ RECOLETA INDEPENDENCIA LAS CONDES QUINTA NORMAL PROVIDENCIA LA REINA LO RADO SANTIAGO ÑUÑOA ESTACION CENTRAL PEÑALOLÉN SAN MIGUEL MACUL CERRILLOS MAIPÚ RENCA
LO ESPEJO
LA FLORIDA
LA GRANJA
N
EL BOSQUE LA PINTANA PUENTE ALTO SAN BERNARDO
Fuente: elaboración propia, Casen 2000 y Trivelli, 2000.
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OPINIÓN 2
Por ciudad-jardín entenderemos quitectónica, diseñados a una escala FIGURA 4. aquel modelo urbano basado en ad-hoc, conformados por lotes rePOBLACION NORTE, PUDAHUEL viviendas unifamiliares en extenlativamente grandes–generalmente de 9x18–y con una fuerte cohesión sión con antejardín. Más allá de la precisión de esta definición4, lo que social. Visitar poblaciones como La interesa resaltar es la pulsión chileBandera o La Faena es adentrarse na por la ‘casa’ y la baja densidad, en barrios (hoy día) pericentrales, a por la casa con huerto y con acequia escala humana, con árboles añosos, (Palmer, 1998). Hoy en día el 73% plazas interiores y viviendas pareade los santiaguinos vive en una das en lotes individuales. La ciudad‘casa’ (Censo, 2002), y aunque los jardín de los pobres. departamentos han aumentado sigLa imagen de la villas–o al menos nificativamente su peso relativo en la de un buen grupo de ellas–es el mercado inmobiliario, aún son un precisamente la contraria. ¿Por fenómeno aislado a ciertos sectores Fuente: Manuel Tironi, 2003. qué? Básicamente porque la política de la ciudad5. habitacional a partir de los ‘90s no FIGURA 4.1 La ciudad-jardín fue introducida en fue lo suficientemente sensible con VILLA LOS ANDES, PUENTE ALTO Chile no sin poca transformación. respecto al modelo barrial tradicioEn primer lugar, las ciudades chilenal de la ciudad y especialmente de nas mantuvieron la cuadrícula colola población. Esta ‘insensibilidad’ nial–en vez de la grilla oscilante y puede desagregarse en dos efectos naturalista del modelo original. Adeindependientes pero (negativamenmás, con un clima mediterráneo con te) complementarios. ocho meses secos y con una vegetaEl primer quiebre es con respecto a ción basada en arbustos y matorrala densidad. A partir de mediados de les, la noción de parque–pieza clave los ’90 el block se transforma en el en el modelo europeo–fue adaptada modelo residencial preferencial en bajo la forma del oasis mediterrálas políticas habitacionales (Tironi, neo, que para el caso de Santiago se 2003). Adicionalmente, los conjunconcretiza en los antejardines y en Fuente: SUR-PNUD, 2002. tos habitacionales construidos por la sombra producida por el follaje el Estado han tendido a disminuir en de los árboles ubicados a lo largo de las calles. cantidad, pero acrecentando la cantidad de unidades por Lo fundamental es el barrio resultante y que se transfor- conjunto (Tironi, 2003). El resultado son grandes comma en el modelo barrial de Santiago: una vivienda unifa- plejos de edificios-departamentos, esto es, densidades miliar de uno o dos pisos por lote, antejardines a modo de poco habituales en el escenario chileno y derechamente fachadas, manzanas cuadriculadas, árboles alineados a lo nocivas en contextos de pobreza como lo ha demostrado largo e las calzadas. La baja densidad transforma a estos la experiencia norteamericana. barrios en lugares de poca actividad, prominentemente A este primer quiebre hay que agregarle un segundo: la residenciales y de una fuerte inclinación familiar. Ñuñoa, maximización del terreno como fórmula para la disminuSan Miguel, Providencia son algunos de los sectores para- ción de costos. En efecto, ¿cómo construir a una tasa de 10.000 viviendas por año a un costo de 500 UFs por vidigmáticos de esta configuración. La población no se escapa de esta matriz. Es más, la vienda? Edificando en los suelos más baratos en una estrapoblación le introduce al modelo una fuerte dosis de tegia, y construyendo la mayor cantidad de unidades por participación y asociatividad, elemento de alguna forma paño es la otra. Como se ha señalado en otros estudios ausente en la ciudad-jardín y su búsqueda anti-urbana6. (SUR-PNUD, 2002), las falencias arquitectónicas-urbanas Efectivamente, las poblaciones son antiguas tomas que de las villas como consecuencia de está maximización fruto del esfuerzo colectivo de sus habitantes lograron su son varias: cierres ciegos, quiebres en relación al patrón radicación y la consecuente urbanización de los terrenos a barrial circundante, espacios residuales inutilizados, frenmediados de la década del ’60. El resultado urbano de las tes discontinuos, dameros desarticulados con respecto al poblaciones es, entonces, el de barrios de alta calidad ar- trazado vial pre-existente, etc. 4 Para una definición técnica remitirse a Ward, Stephen V. The Garden City: Past, Present and Future (Studies in History, Planning and the Environment, No 15), London : Routledge, 1992. 5 La Encuesta Origen-Destino muestra que los departamentos están fuertemente concentrados en las comunas de Santiago, Providencia y Ñuñoa (Sectra, 2002). 6 La ciudad-jardín es ante todo una respuesta naturalista al declive de la ciudad industrial del siglo XIX (Fishman, 2003).
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FIGURA 5. ESQUEMA VIVIENDA POBLACIONAL
y con tristes rankings de delincuencia y otros problemas sociales. El pobre de hoy vive, para concluir, en un barrio muy distinto al que vivían sus padres y probablemente muy diferente al que aspiran.
La Vivienda de los Pobres
Fuente: Taller Norte.
FIGURA 6. PLANIMETRÍA VILLA VALLE DE LA LUNA, QUILICURA
Pero no todo es negativo. Con la llegada de la villa desaparecieron las poblaciones, pero también los campamentos—o la mayoría de ellos. En otras palabras, la vivienda social eliminó la riqueza urbana de las primeras, pero también la carencia material de los segundos. Las mediaguas y las viviendas de material ligero cayeron del 21 al 6 por ciento entre 1987 y 2000. Aún más, en este período las viviendas del I y II quintil con saneamiento menos que regular o deficiente cayeron de 23 a 14 por ciento; aquellas con fosa séptica, pozo negro o sin sistema de alcantarilla se redujeron de 48 a 36 por ciento; y las viviendas sin conexión a la red pública de agua potable o con conexión por acarreo lo hicieron del 25 al 17 por ciento. La política habitacional del período juega un rol preponderante en esta mejora material. ¿Cuáles son las características de esta vivienda social, de la nueva ‘vivienda del pobre’? La unidad habitacional promedio, al menos para Santiago, tiene 38 m (SUR-PNUD, 2002) y posee un living-comedor, una cocina, un baño y dos dormitorios. Tomando en cuenta que las familias del I y II quintil tienen en promedio 4.4 miembros, se trata de unidades en el límite del hacinamiento–o derechamente hacinadas si se asume una familia mono-parental. Pero tal vez la característica más importante de estas viviendas es que son propias. Este es el punto fundamental: la política habitacional de los ‘90s transformó a los sin casa en propietarios, inaugurando con esto una nueva etapa en la vida de miles de familias. Esto tanto en términos económicos como culturales y simbólicos. Efectivamente, la casa propia incluyó a las familias pobres en el mercado inmobiliario–hecho no menor para un grupo tradicionalmente marginado de todo mercado. Mucho
FIGURA 7. PLANIMETRÍA VIVIENDA SOCIAL Fuente: Rodríguez, 2002.
En definitiva, el pobre de Santiago vive hoy en día en extensos, densos y homogéneos complejos habitacionales, barrios de especialidad improbable, con espacios comunes inhabitados y desconectados de su contexto barrial. Además, se trata de complejos ante los cuales sus habitantes sienten poco–si es que algún–sentimiento de apropiación y orgullo, convirtiendo a muchas villas en verdaderos baldíos espaciales y sociales. Efectiva y lamentablemente, este es el barrio que transita cada día una familia pobre para desplazarse al trabajo, a la escuela o al almacén de la esquina. Ya no es la antigua población– ni campamento–sino villas como Los Andes, Cordillera (IIV), Miraflores, Chiloé o Valle de la Luna; villas sin historia
Fuente: Rodríguez, 2002.
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OPINIÓN 2
se ha discutido sobre el efectivo valor de este bien, y muchos argumentan que estas viviendas están fuera del mercado por su (mala) localización y calidad Pero es indiscutible que la vivienda se convierte en el asset de mayor valor–rondando los 5 millones de pesos (SUR-PNUD, 2002)–para una familia que posee un ingreso promedio de 191 mil pesos (ajustado a 2000, CChC, 1998). Sumada a esta integración económica-inmobiliaria, la vivienda social, con todos sus defectos, le permitía a miles de familia cumplir con el sueño del “hogar”. Es importante recordar el fuerte aumento en la capacidad adquisitiva que los sectores menos privilegiados han experimentado durante el período en estudio–aumentando en 83 y 89 por ciento entre 1987 y 2000 para el I y II quintil, respectivamente. De pronto bienes y servicios antes exclusivos de los grupos más pudientes comenzaron a poblar el paisaje cotidiano del hogar pobre. Entre 1990 y 2000, y concentrándonos sólo en el 20 por ciento más pobre de los hogares, la tenencia de refrigeradores aumentó del 19 al 52 por ciento, la de video-grabadores lo hizo del 2 al 8 por ciento y los automóviles se incrementaron del 3 al 8 por ciento. Lo mismo, se puede hipotetizar, ha sucedido con los televisores ya que hoy el segmento D se posiciona como el grupo que mayor cantidad de tiempo consume frente a la pantalla chica–con un promedio diario de 3 horas y 19 minutos (Time-Ibope, 2002). En definitiva, la micro-geografía del hogar pobre cambió vertiginosamente. La familia pobre de vivir en una situación de precariedad material aguda a poseer, a grandes
FIGURA 8. INTERIOR HOGAR POBRE
Fuente: Cristóbal Karich y Nicole Fabre.
rasgos, todos los elementos de un ‘hogar’. De hecho, hoy los marcos normativos de la Vivienda Social Dinámica sin deuda, dedicada para aquellas familias bajo la línea de pobreza y sin capacidad de ahorro, incluye elementos como “mesa de TV”, “Artefacto cocina” y “Refrigerador” dentro de su cálculo espacial (Navarro, 2002). Hoy pueden parecer artículos de primera necesidad dentro de cualquier ‘hogar’, pero para muchas familias poseer una vivienda confeccionada para tales objetos significó ingresar, para decirlo de algún modo, a la modernidad: para una familia proveniente de un campamento es muy probable que la nueva vivienda social cumpla a la perfección con la representación del ‘hogar’ tal como se ha construido en el imaginario occidental (Despres, 1991). En este nuevo hábitat la familia puede ejecutar su performance hogareña tal como siempre se lo ha imaginado. Y así lo ha hecho. A pesar de la cesantía o de la incapacidad de muchas familias para mantener una vivienda7, microondas, televisores, refrigeradores, videograbadores, equipos musicales y toda una arquitectura interior apareció en un segmento que parecía destinado a vivir en la miseria. En suma, la vivienda/hogar de los más pobres ha experimentado importantes transformaciones. Hoy en día lo pobres viven una experiencia hogareña más moderna, si es que se puede usar esta terminología. No se quiere insinuar que la tenencia de microondas mitigue la falta de educación o de empleo, pero sin lugar a dudas ayuda a quienes nunca han tenido nada a sentirse, al menos en el universo de los objetos y del consumo, incluidos (Holt, 2000).
Conclusiones Este artículo levanta al menos dos conclusiones de importancia. Primero, la ‘teoría del espejo’ parece cada vez menos efectiva a la hora de analizar el hábitat de los pobres. El ‘lugar’ de la pobreza urbana ha cambiado y lo ha hecho de forma poco ortodoxa según el patrón tradicional. Hoy se mezclan en el mismo territorio malls con masivos conjuntos de vivienda social, condominios cerrados y déficit educacional, parques industriales de última generación y pobreza. ¿Cómo entender está situación? Lo que aparece es una ciudad construida por una lógica de redes y no estructuras–o por una lógica de sistemas cerrados desde la teoría de sistemas. La localización de viviendas ABC1, tensionada por la falta de suelo, ya no puede darse el lujo de aglomerarse en el tradicional cluster de altos ingresos. Lo mismo es valido para
7 Por ejemplo, la morosidad en los pagos del subsidio supera el 50 por ciento (Minvu, 2003)
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la vivienda C2 o los malls o los parques industriales. El resultado son redes de vivienda ABC1, redes de vivienda C2, o redes comerciales que dejan de respetar los antiguos cánones territoriales para operar maximizando su costo/beneficio. La geografía de la pobreza se complejiza y con ella la propia pobreza que deja su condición homogénea para llenarse de matices, híbridos y contrastes. Y bienvenido sea: lo que se comienza a construir es una ciudad que otorga–al menos incipientemente–posibilidades de mixtura, de dinamismo y de integración, elementos fundamentales para mejorar la calidad de vida de los más necesitados. La segunda conclusión de peso es la fundamental importancia de la escala. Efectivamente, el lugar de los pobres ha experimentado diferentes transformaciones dependiendo de la escala geográfica que se utilice. El ‘lugar’ es muchas veces interpretado como un único y difuso territorio. Bajo esta mirada es probable que efectos negativos a un nivel–pero no en otro–se proyecten y extiendan
como efectos generales del ‘lugar’. Lo fundamental es comprender que la situación crítica al hablar del ‘lugar de la pobreza’ se focaliza en el meso-nivel: es en el barrio de los pobres donde se encuentran las mayores deficiencias y problemas. Por lo demás, se trata de un nivel primordial. Mientras la comuna ejerce inputs que pueden no ser percibidos por el vecino, y mientras la vivienda puede siempre ser concebida como el ‘refugio’ frente a lo que sucede ‘afuera’, el barrio es la expresión urbana por excelencia. Es en el barrio donde se despliega la vida comunitaria y es en el barrio donde la experiencia cotidiana se desenvuelve concretamente: el almacén, la escuela, el paradero, la plaza, los vecinos. Las políticas públicas-urbanas deben ir dirigidas a este ámbito si se busca mejorar la calidad de vida de los más necesitados. Y con el déficit habitacional controlado y con francas expectativas de superación, las condiciones para retomar el barrio como foco de intervención están dadas. Sólo falta innovación para aprovecharlas.
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OPINIÓN 3
José Joaquín Prieto Ingeniero Civil Industrial Eléctrico, Magíster en Economía Ambiental Candidato Magíster en Sociología de la PUC Subdirector de Un Techo para Chile (2002-2003) Actualmente trabaja en la Universidad Alberto Hurtado y en Televisión Nacional de Chile
INFORMALIDAD Y POBREZA URBANA EN UNA ECONOMÍA EN CRECIMIENTO: EL CASO DE CHILE EN LA DÉCADA DE LOS NOVENTA El presente artículo tiene un doble objetivo. Por un lado, pretende señalar, brevemente la evolución de las vertientes de análisis del sector informal. Ello para ilustrar las distintas interpretaciones teóricas frente a un mismo fenómeno que se ha ido complejizando tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados en los últimos veinte años. Por otro lado, pretende aportar información a la discusión sobre la asociación entre informalidad y pobreza en un país de Latinoamérica que ha tenido la particularidad de tener altas tasas de crecimiento durante la década de los noventa. Se prestará especial atención a los microemprendimientos y microempresas de las personas y hogares pobres, con el fin de describir su evolución, y dar cuenta si aún la pobreza en Chile se vincula solamente al sector informal en este tipo de iniciativas económicas. Santiago de Chile, mayo 2004 PERSPECTIVAS DE ANÁLISIS DEL SECTOR INFORMAL El concepto de sector informal, surge hace más de treinta años para designar principalmente las actividades de subsistencia de quienes trabajan en los segmentos marginales o periféricos de la economía (Hart, 1970; OIT, 1972; PREALC, 1974)1. Este concepto buscaba dar cuenta de un sector de la sociedad que iba creciendo junto al sector moderno, empleando la fuerza de trabajo que no es absorbida por este último. El aporte consistió en llamar la atención hacia el hecho de que en países en desarrollo, el problema de empleo se concentra no tanto en el desempleo sino, principalmente, en aquellos que estando ocupados reciben un ingreso insuficiente2. Estas personas denominadas trabajadores pobres desarrollan actividades de baja productividad, pero que resultan
funcionales al resto de la economía. La visibilidad de estas actividades y su concentración en las zonas urbanas permitió identificarlas, pero su conceptualización se efectuó como categoría residual al sector formal o como exclusión de los mercados y de los recursos productivos. Es decir, no se propuso una teoría sino principalmente una descripción acertada de la realidad, la que además pudo ser medida, porque de esas observaciones se determinaron las características del sector informal (Tokman, 2000)3. A partir de entonces ha proliferado en América Latina una serie de contribuciones que tienden a visualizar la informalidad desde una doble perspectiva. La primera conceptualiza el sector informal desde la producción
1 Al antropólogo económico Keith Hart se le atribuye haber acuñado el término sector informal urbano a partir de investigaciones sobre los mercados laborales urbanos en África, que popularizó la OIT a partir de su informe sobre Kenia (OIT, 1972) y que PREALC introdujo en la América Latina en el estudio sobre Paraguay (PREALC, 1974). 2 Un reciente estudio demuestra que existe una mayor probabilidad de conseguir un primer empleo en Chile que en países como Inglaterra, Francia y Alemania Occidental, independiente del nivel educacional (Maldonado, 2004). 3 Las características se refieren a la pequeña escala de producción (tanto en volumen de ventas como en número de trabajadores) con amplia presencia de actividades unipersonales, a las reducidas o nulas barreras de entrada en términos de calificación, destreza, capital y organización, ser unidades productivas de tipo familiar con participación directa del propietario, con uso de técnicas intensivas en mano de obra con capital obsoleto o simple y que operan en mercados competitivos o no regulados con precario acceso a los mecanismos de apoyo del Estado (Tokman, 1996).
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y trata de colocarlo en el contexto histórico de LatinoAmérica (PREALC, 1981). La segunda analiza la informalidad en cuanto a su funcionamiento fuera del mecanismo de regulación o de protección del Estado y principalmente como resultado de la nueva división del trabajo derivada de las transformaciones de la economía internacional (Portes, Castells y Benton, 1989)4. Profundicemos brevemente en ambas perspectivas. La reinterpretación del sector informal por PREALC en la década del ochenta continúa trabajando con la unidad de producción. Se desarrolla en la lógica de la sobrevivencia, donde el sector informal es el resultado de la presión del excedente de mano de obra por empleo, cuando los buenos empleos, generalmente en los sectores modernos, son insuficientes. Esta ha sido la historia en Latinoamérica y, en general, en los países en desarrollo. Una población que crece rápido, una fuerza de trabajo que presiona por encontrar empleo, particularmente en las ciudades, y buenos trabajos en los sectores modernos, pero que crecen a ritmos insuficientes. En países donde los seguros de desempleo no abundan, o los que hay resultan insuficientes, la gente busca sus propias soluciones produciendo o vendiendo algo que le permita obtener algún ingreso para sobrevivir (Tokman, 2001)5. De esta forma, la informalidad sigue siendo un fenómeno fundamentalmente urbano y asociado a la situación de pobreza en la que se desenvuelven muchos de los trabajadores y hogares que se ocupan en este tipo de actividades. Aunque la unidad de análisis serían las actividades productivas, la operacionalización del concepto a través de las encuestas de hogares y censos poblacionales llevó, en un primer momento a centrarse en la categoría ocupacional, asimilando al sector informal con el trabajo por cuenta propia (excluidos los profesionales y técnicos) y el familiar no remunerado. Más adelante se agregan los trabajadores de las microempresas (que varían su límite de trabajadores entre 5 y 10, dependiendo de la
medición) y se agrega al servicio doméstico como una categoría informal pero independiente (OIT, 1999). La segunda aproximación al sector informal, se refiere a la descentralización productiva derivada de los cambios que ocurren en la división internacional del trabajo en un contexto de globalización (Portes, Castells y Benton, 1989). Se argumenta a favor de la necesidad de rescatar el concepto de informalidad de su asociación con las situaciones de pobreza6. Para esta perspectiva, el fenómeno de la informalidad no es exclusivo de los países menos desarrollados y no constituye una expresión de la incapacidad del sistema para integrar a la población económicamente excedente, sino que representa una forma de vinculación entre el capital y el trabajo que es consecuencia de la organización a escala global de la reestructuración del sistema capitalista (Carpio y Novacovsky, 2000). A diferencia de la mirada de la OIT, para estos autores la informalidad no se supera con la modernización de la economía7. Lo característico de la informalidad en este enfoque es la ausencia de regulación del Estado. El sector informal es definido como el conjunto de actividades generadoras de ingreso que no son reguladas por el Estado en un ambiente social donde actividades similares si lo son8. Estas actividades no reguladas persiguen la reducción de los costos por la vía de la exclusión de los derechos y beneficios incorporados en la legislación y las regulaciones administrativas en torno a derechos de propiedad, licencias comerciales, contratos laborales, sistemas de seguridad social9. La descentralización productiva como generadora de actividades informales se explica por el proceso de adaptación que experimentan las empresas modernas para enfrentar una demanda más inestable y, por ende, en la introducción de sistemas de producción que resulten a la vez más flexibles y eficientes. Esto permite reducir los costos de producción, principalmente los laborales y
4 Otro conocido enfoque también analiza la actividad informal a partir de su operación fuera del sistema regulatorio (De Soto, 1986). Aunque su desarrollo teórico y conceptual es débil, al estudiar las actividades económicas en torno a la vivienda, el comercio y los transportes en Lima (Perú), demuestra que el número de trámites para formalizar una actividad y el tiempo involucrado en cumplirlos son tan altos, que es preferible continuar en la informalidad. En otras palabras, el origen del sector informal no se encuentra en la dinámica del mercado de trabajo ni en la evolución de la estructura productiva sino en la excesiva regulación del Estado. 5 En otras palabras, los informales suelen ser pobres no por pertenecer a cierto grupo de desfavorecidos sino que los desfavorecidos se ven obligados por falta de recursos (especialmente capital) a insertarse en el sector informal (Mezzera, 1987). 6 Esto no significa no reconocer una mayor vulnerabilidad de las actividades informales, pero sí implica notar que no toda la informalidad es pobreza, y que puede haber posibilidad de acumulación y crecimiento en parte de ella. 7 La OIT, a través de PREALC (1981), planteaba que si el sector informal es generado por la presión del excedente de mano de obra por empleo, la tendencia es que las actividades informales logren acumulación para después insertarse en los sectores modernos de la economía a través de la formalización. El tiempo ha mostrado que eso no ha sucedido, muy por el contrario, la informalidad ha aumentado en la mayoría de los países de Latinoamérica (Tokman, 2001) 8 Portes, ilustra al sector informal con ejemplos de su país como los autobuses de transporte no autorizados en Miami, la remodelación de viviendas en Nueva York por albañiles sin permiso legal, el empleo de trabajadores domésticos sin contrato en la industria de la ropa de confección en Los Angeles. Se excluyen de la informalidad las actividades ilegales (droga, prostitución o juego), en tanto la informalidad no se dedica a la elaboración de productos finales ilícitos, sino que elabora productos lícitos, pero a través de un modo de producción o de intercambio que se mantiene al margen de la ley. 9 La informalidad, desde esta mirada, no se considera un fenómeno sólo urbano, sino que abarca al conjunto de la población.
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OPINIÓN 3
facilita trasladar las fluctuaciones de la demanda hacia el exterior de la empresa. La descentralización, entonces, se asocia a la subcontratación de productos y de mano de obra, promovida recientemente por reformas laborales en algunos países, o producida de manera espontánea porque genera mayores posibilidades de evasión de las obligaciones laborales (Portes, 2000). En suma, la informalidad, desde esta perspectiva, aparece como un fenómeno heterogéneo, donde Portes distingue tres niveles. El de sobrevivencia del individuo o su familia, por medio de la producción y venta de bienes o servicios en el mercado. La explotación dependiente, que busca mayor flexibilidad en los procesos productivos y menores costos en las empresas del sector formal, por medio de contrataciones no registradas y de subcontrataciones de emprendimientos informales. La informalidad de crecimiento (donde no necesariamente va acompañado de pobreza) cuyo objetivo es lograr acumulación de capital en empresas pequeñas, gracias a la movilización de redes solidarias, mayor flexibilidad laboral y costos más bajos. Se desprende entonces que en Portes, la forma de delimitar operativamente al sector informal no es el tamaño de la empresa o la calificación en el trabajo, sino la regulación de las actividades. Entre los posibles indicadores de regulación, el más adecuado sería la proporción de fuerza laboral excluida de la cobertura relativa al empleo (Wormald y Salinas, 2003). Los énfasis de las interpretaciones de la OIT, como la de Portes, se han modificado con el paso del tiempo. Pero aún la lógica de la supervivencia ha sido y continúa siendo un factor determinante en el desarrollo de la actividad informal. Aunque, también se advierte una creciente introducción de actividades informales derivadas de la lógica de descentralización, particularmente en un
escenario de apertura económica acelerada como el que predomina en la actualidad en países como Chile (Wormald y Salinas, 2003). En síntesis, comienzan a tener relevancia analítica las áreas grises. Donde ni el sector informal opera absolutamente en negro, ni su opuesto, el sector moderno, lo hace con irrestricto apego a la legalidad. Esta heterogeneidad del mundo informal hace que la relación con la pobreza sea compleja. Es decir, se reconoce que no todos los informales son pobres, ni todos los pobres informales. El interés de este artículo se inclina por la segunda distinción realizando una observación general de los niveles de formalidad en los trabajadores pobres de Chile en la década del noventa. Pero antes de entrar en la discusión, se contextualizará brevemente el fenómeno de la informalidad en América Latina. INFORMALIDAD EN LATINOAMÉRICA DE LOS NOVENTA Mirada general de las dos perspectivas Desde la óptica de la OIT, es evidente la importancia del sector informal en términos de creación de empleos en América Latina. Hacia 1999, el 46.4% de la fuerza de trabajo urbano está en actividades informales, proporción que se eleva al 50% en las mujeres y es de casi 44% entre los hombres. Además, su participación ha experimentado un crecimiento constante. En promedio, seis de cada diez nuevos puestos de trabajo generados desde 1990 en la región han sido informales; con ello, el porcentaje de ocupados informales en relación con la ocupación no agrícola se elevó del 42.8 % al 46.4% mencionado. La importancia de la informalidad es variable entre países; en algunos como Bolivia, Honduras y Paraguay supera el 60%, pero es inferior al 50% en otros
TABLA 1. DIMENSIONES DE LAS PRINCIPALES PERSPECTIVAS SOBRE EL SECTOR INFORMAL Dimensiones
PREALC (OIT)
Concepto
Excedente estructural de mano de obra.
Características
Pequeña escala de producción, principalmente Actividaes excluidad de la legislación en torno a actividades unipersonales y de propiedad familiar, derecho de propiedad, licencias comerciales, sin barreras de entrada, y reducida acumulación. contratos laborales, y sistemas de seguridad.
Composición interna
Heterogeneidad en una lógica de sobrevivencia (microempresas, cuenta propia, familiares no remunerados y servicio doméstico).
Mercado de trabajo no regulado.
Heterogeneidad no necesariamente acompañada de pobreza (informalidad de supervivencia, de explotación dependiente y de crecimiento).
Causas Modernización capitalista y dinámica poblacional.
Descentralización productiva por la reestructuración del sistema capitalista a escala global.
Articulación con la economía
Articulación sistémica con economía nacional o funcionales a las grandes empresas.
Parte de estructura productiva heterogénea de los países en desarrollo.
Unidad de análisis Actividades productivas en zonas urbanas (proxi: categoría ocupacional). Formas de medición
Actividades no reguladas generadoras de ingresos en toda la población (proxi: fuerza laboral excluida de cobertura relativa al empleo).
Encuesta de hogares con información de categoría Encuesta de hogares con información de cobertura ocupacional. relativa al empleo.
Fuente: Elaboración propia
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Portes et al.
como Argentina, Brasil, Costa Rica, Colombia, México, Uruguay y Venezuela; sólo en Chile y Panamá se encuentra bajo el 40%. En todos ellos, sin embargo, quizás con la excepción de Chile, la participación de los informales se incrementa en los años noventa (Tokman, 2001). Desde la perspectiva de Portes, ¿cuál es el grado de informalidad en Latinoamérica? En los últimos años algunos estudios han levantado información sobre trabajadores asalariados sin contrato, o con contratos con duración determinada y bajo grado de protección laboral y social10. Por ejemplo, los contratos no registrados en las empresas privadas de Argentina, es el 32% del total de asalariados, el 38% en Brasil, el 68% en Paraguay, y 24% en Uruguay (Galín, 1997). Otro trabajo (Martínez y Tokman, 1999) muestra que el porcentaje de trabajadores asalariados sin contrato en 1996 supera el 40% en Perú, se ubica alrededor del 32% en Argentina y Colombia, y en Chile alcanza al 16%. Incluso, un porcentaje no marginal de dichos trabajadores, que asciende a más de la mitad en Argentina y Colombia, un cuarto en Perú y uno de cada tres en Chile, se encuentra en empresas de mayor tamaño. Por efecto de las reformas laborales, se han ampliado las posibilidades de contratar trabajadores bajo regímenes contractuales atípicos, generalmente de duración determinada y sujetos a un mayor grado de precariedad, sea por la inestabilidad ocupacional que involucran o por la reducción legal o de hecho, del grado de protección laboral y social. Más del 55% de los contratos laborales en Perú son de estas características; en Chile superan el 20% y en Colombia alcanzan el 10%, y en Argentina en 1997 esa cifra fue de un 85% (Tokman, 2001). GRÁFICO1. EVOLUCIÓN DEL EMPLEO INFORMAL URBANO EN CHILE DURANTE LA DÉCADA DEL NOVENTA
% Urbano
40
35
30
1990 1994 1996 1998
2000
Vemos así que en el concierto regional la informalidad en Chile es un fenómeno que presenta diferencias con el resto de los países por su dirección al decrecimiento desde la perspectiva de la OIT, y menor proporción de trabajadores asalariados sin contrato o contratos atípicos en relación a los otros países. Pero, ¿cuál es la evolución desde la perspectiva de Portes?. Al observar el Gráfico 1, efectivamente el sector informal en Chile (OIT) ha disminuido desde un 39% hasta un 35.6%. Una tendencia opuesta se observa al operacionalizar al sector informal como trabajadores urbanos que no cotizan. En ambos enfoques la informalidad no resulta muy sensible a los ciclos económicos11, sino más bien parece tener un carácter estructural. El hecho que las tendencias sean opuestas según uno y otro enfoque, sumado al carácter estructural de la informalidad en ambos, hace pensar que lo que se está midiendo son fenómenos diferentes. Por eso, cabe recordar la lectura de estos resultados. En la óptica de la no cotización se estaría dando cuenta en Chile de una precarización del empleo y una situación de desprotección de los trabajadores, mientras que en la perspectiva de la OIT se describe una contracción de un grupo de ocupaciones de menor calificación y productividad, que generan bajos ingresos, lo que redunda en menores posibilidades de integración social. Es importante señalar que el proceso de informalización en América Latina además incluye una transformación en su interior, ya que en el decenio de los ochenta son las microempresas (unidades productivas menores de cinco ocupados) las que muestran un crecimiento mayor, que pese a aminorar en la década de los noventa, sigue siendo relevante. En esta última, alrededor de tres de cada seis nuevos ocupados informales se desempeñan por cuenta propia, dos están en microempresas y uno en el servicio doméstico (OIT, 1999). Este crecimiento acelerado de las microempresas en los últimos veinte años las ha puesto en el foco de atención tanto de los académicos como de las organizaciones gubernamentales (Tokman, 2000). En suma, estas empresas pasan a transformarse en opciones válidas de creación de empleo en relación con el ingreso12, aunque distan todavía de presentar condiciones aceptables de estabilidad y protección laboral y social. Entre el 65 y el 95% de los trabajadores de microempresas carece de contrato escrito y entre el 65 y el 80% no están afiliados ni a sistemas de salud ni de pensiones por vejez (Tokman, 2001).
Fuente: Elaboración propia a partir de CASEN. 10 Lamentablemente no se encontró un estudio con información de la proporción de trabajadores que no cotizan en los países latinoamericanos durante los noventa. 11 Considerando que la encuesta CASEN permite observar en Chile el peak del crecimiento económico en el periodo 94-96, y el periodo de contracción económica en el 98-2000. 12 La calidad de los empleos en microempresas es mejor que la de otras ocupaciones informales, ya que permiten alcanzar ingresos que son sólo entre el 10 y el 20% inferiores a los que se obtendrían en los sectores modernos (Tokman, 2001).
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OPINIÓN 3
POBREZA URBANA E INFORMALIDAD EN EL CHILE DE LOS NOVENTA A continuación se busca profundizar sobre la asociación entre informalidad y pobreza en Chile. En ese sentido, en primer lugar se presenta una mirada general de cómo la pobreza ha evolucionado en un contexto de crecimiento económico. Posteriormente se muestran los resultados del análisis de los trabajadores de hogares pobres a la luz de la hipótesis que no todos los pobres son informales. Este análisis se realiza a partir de las encuestas CASEN de los años 90, 92, 94, 96, 98 y 2000. Pobreza urbana y crecimiento económico Uno de los logros significativos del nuevo modelo de desarrollo ha sido la reducción de los niveles de pobreza existentes en el país13. En general, existe un relativo consenso que adjudica la contracción de la pobreza al significativo proceso de crecimiento económico ocurrido a lo largo de estos años (Valdés, 1999). En efecto, como se desprende en el Gráfico 2, existe una importante correlación entre los cambios que experimentan el producto per cápita y el comportamiento de los niveles de pobreza14. GRÁFICO2. RELACIÓN ENTRE LA EVOLUCIÓN DEL PRODUCTO PER CÁPITA Y LOS NIVELES DE POBREZA EN LAS ZONAS URBANAS DEL PAÍS DURANTE LOS AÑOS NOVENTA 80 70 60
%
50 40 30 20 10 0
1990 1992 1994 1996 1998
PBI/per cápita
2000
Total pobres en las zonas urbanas
Fuente: CASEN y Panorama Social de América Latina, CEPAL (2000).
Los datos también ponen en relieve que en períodos de desaceleración del crecimiento – como en 1998-2000 – se hace más difícil reducir la pobreza. Naturalmente, esto tiene una fuerte relación con el hecho que son los sectores de menores recursos los más afectados por la pérdida del empleo o rebaja de sus ingresos (OIT, 1998). Ahora bien, la reducción de los niveles de pobreza – especialmente durante el periodo de crecimiento – no sólo se explica por el aumento de las oportunidades de empleo sino también por un aumento generalizado de las remuneraciones que percibían las personas por su trabajo. Adicionalmente, a lo largo de toda la década se produjo un alza en el valor del salario mínimo muy superior a la media del alza de las remuneraciones en promedio (MIDEPLAN, 2001). Este fenómeno permitió mejorar la situación de ingreso de los más pobres y contribuyó a reducir los niveles de pobreza, especialmente durante el periodo de crecimiento en que el aumento del monto del salario mínimo fue acompañado de una significativa expansión de oportunidades de empleo15. Cabe mencionar que si bien la sociedad se ha hecho más rica, los beneficios de ese crecimiento se han distribuido desigualmente dejando prácticamente inalterable la estructura de distribución de ingreso que existía a comienzos de la década (MIDEPLAN, 1999). Pobreza urbana e informalidad Es un hecho, que los niveles de pobreza urbana en Chile han disminuido de 4.021.674 personas (38,4% de la población país) en 1990 a 2.504.605 (20,1%) en el 2000. Lo interesante es observar que la proporción de trabajadores pertenecientes a hogares pobres de zonas urbanas del sector informal según el enfoque de la OIT ha variado sólo en un punto porcentual a lo largo de la década y presenta en el año 2000 al 57,4% de los trabajadores pobres en el sector formal (empleador y principalmente asalariados en empresas de más de cinco personas). En otras palabras, durante los noventa, 6 de cada 10 ocupados de hogares pobres pertenecían al denominado sector moderno de la economía. Este resultado desestima la alta correlación entre pobreza
13 El modelo de desarrollo centrado en el mercado se inició entre 1974 y 1984 en el marco de un proceso de ajuste estructural que llevó al rápido abandono del modelo de sustitución de importaciones y al reemplazo por otro orientado hacia la liberalización de los mercados y la diversificación de las exportaciones. La aplicación de un severo programa de estabilización orientado a mantener los equilibrios macroeconómicos y controlar la inflación, significó un alto costo económico y social. Fue sólo a partir de 1985 que se consolidó el nuevo modelo de desarrollo exportador, iniciándose un período de progresiva reducción inflacionaria, de recuperación y crecimiento sostenido del producto y de la expansión del mercado de empleo, que se extendiera sin mayores sobresaltos hasta 1997 (Wormald, 2002). 14 Se entiende por pobreza la situación de aquellas familias que se ubican por debajo de la línea de pobreza según la definición convencional utilizada por MIDEPLAN sobre la base de cálculos de la CEPAL (familias cuyo ingreso familiar per cápita es inferior al valor de 2 canastas de alimentación básicas. La línea de pobreza en las zonas urbanas variaron a lo largo de la década en los siguientes montos (en pesos de noviembre de cada año):
Años Línea de pobreza
1990 18.594
1992 28.750
1994 30.100
1996 34.272
1998 37.889
2000 40.562
15 Entre 1991 y 1996 la fuerza de trabajo del país aumentó anualmente a un promedio de 130.580 personas y el empleo lo hizo a un promedio de 144.000. Entre 1996 y 2001 la fuerza de trabajo aumentó solamente 82.490 personas por año y el empleo lo hizo sólo en 45.130 (Datos tomados de FIT Research, octubre 2001).
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y sector informal en Chile, confirmando que desde la perspectiva de la OIT no necesariamente los trabajadores de familias pobres pertenecen al sector informal, muy por el contrario, ser empleado de una pequeña, mediana o gran empresa, no es condición suficiente para no estar bajo la línea de la pobreza.
En la proporción de trabajadores pobres que no cotizan, si se presenta un aumento significativo (de un 43.4% a un 54.1%). Esta tendencia da cuenta de una creciente desprotección de las personas de hogares pobres que trabajan. Surge la pregunta, ¿qué trabajadores pobres urbanos poseen los niveles de empleo más precario?
TABLA 2. NÚMERO PERSONAS QUE TRABAJAN COMO INFORMALES EN HOGARES POBRES URBANOS EN LA DÉCADA DEL NOVENTA Nº de personas
1990
1992
1994
1996
1998
2000
Informalidad OIT
406.852 (43,8)
347.616 (39,8)
313.985 (41,0)
235171 (39,4)
218930 (42,1)
230.688 (42,6)
Informalidad no cotiza
402.873 (43,4)
383.765 (43,9)
334.558 (43,7)
271.369 (45,5)
252.674 (48,6)
292.368 (54,1)
Total trabajadores pobres
929,055
874,170
766,152
596,736
520,137
540,898
4,021,674
3,526,712
3,183,298
2,587,581
2,572,649
2,504,605
Bajo línea de la pobreza en zonas urbanas
Nota: Entre paréntesis porcentaje sobre el total de trabajadores pobres Fuente: Elaboración propia a partir de CASEN.
En la Tabla 3, se aprecia que en el año 2000, 9 de cada 10 trabajadores por cuenta propia no cotizaban. La proporción de asalariados que no cotizan está en relación al tamaño de la empresa, donde las empresas con 2 a 5 trabajadores presentan un 63.7%, las con 6 a 49 un 35,2% y las empresas con más de 50 personas tienen un 23.1%.
Con respecto a la evolución de los trabajadores pobres urbanos que no cotizan, se observa a lo largo de la década un aumento en las cuatro categorías ocupacionales. Eso sí, la intensidad es distinta, siendo los ocupados en microempresas (entre 2 y 5) los que presentan una mayor precarización laboral (de un 46,2% a un 63,7%). Lo siguen
TABLA 3. CATEGORÍA OCUPACIONAL SEGÚN TRABAJADORES INFORMALES EN HOGARES POBRES URBANOS EN EL AÑO 1990 Y 2000
Categoría ocupacional según tipo de informalidad (1)
Sector Informal OIT
Trabajadores pobres que no cotizan (3) 1990 2000
Trabajador por cuenta propia
183.125 (82,2)
93.699 (93,4)
Empleado u Obrero (entre 2 y 5 ocupados)
131.367 (46,2)
79.146 (63,7)
Sector Moderno OIT
Empleado u Obrero (entre 6 y 49 ocupados)
246.747 (28,0)
130.180 (35,2)
Empleado u Obrero (más de 50 ocupados)
219.257 (16,0)
126.023 (23,1)
Total (2)
780496 (40,4)
429.048 (49,6)
Notas: (1) Con el objetivo de acotar el análisis se excluyen las categorías patrón o empleador, familiar no remunerado y servicio doméstico que representan el 0,47%, el 0,7%, y el 10,1%, respectivamente, de los 540.898 trabajadores de hogares pobres urbanos en el año 2000. (2) En 1990, 52.012 casos no sabían su categoría ocupacional, en el 2000 esa cifra fue de 40.320. (3) Porcentajes entre paréntesis.
Fuente: Elaboración propia a partir de CASEN.
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OPINIÓN 3
los trabajadores por cuenta propia con un aumento de un 11.2%, y los asalariados del sector formal con un 7,2% (empresas entre 6 y 49 ocupados) y un 7,1% (empresas con más de 50 ocupados). No deja de llamar la atención la situación en las empresas de mayor tamaño, donde los trabajadores además de tener ingresos que no permiten a su hogar estar fuera de la línea de la pobreza, se advierte una clara tendencia a la desprotección laboral. Por otro lado, a nivel analítico, muestra evidencia de un área gris en la distinción formal e informal cuando se usa, como lo hace la OIT, el tamaño de las empresas como variables relevante de separación entre ambas realidades. Es interesante observar que frente al peak del crecimiento económico en el periodo 94-96, y la contracción económica en el 98-00 las actividades económicas que reacciona en forma rápida y significativa, son los trabajadores por cuenta propia y la microempresa.
Entre 1998 y 2000 aparecen 27.356 trabajadores por cuenta propia, siendo que en toda la década habían ido descendiendo constantemente. Las microempresas por el contrario, en el mismo período, disminuyen en 15.890 el número de ocupados pertenecientes a hogares pobres urbanos, agudizando el descenso observado durante los noventa en esa categoría. Es plausible que una buena proporción de estos trabajadores hayan optado por ser cuenta propia. Con respecto al sector formal analizado (OIT), en el periodo de crisis económica se estancó la reducción de trabajadores pobres ocupados en empresas con más de 5 personas. Es en estas categorías ocupacionales donde se visualiza la mayor reducción de trabajadores pobres en los noventa resultado comprensible ya que la pobreza urbana en ese período se mantuvo cercana al 20% de la población total, sin presentar variaciones16.
GRÁFICO 3. NÚMERO DE TRABAJADORES EN HOGARES POBRES SEGÚN CATEGORÍA OCUPACIONAL EN LA DÉCADA DEL NOVENTA
Nº de Trabajadores Pobres
300.000
Trabajador por cuenta propia
250.000 Empleado u Obrero (entre 2 y 5 ocupados)
200.000 150.000
Empleado u Obrero (entre 6 y 49 ocupados)
100.000 50.000
1990 1992 1994 1996 1998
En suma, los trabajadores pobres más desprotegidos (informalidad no cotizan) son los cuenta propia y microempresarios (informalidad OIT), llegando a conformar a finales de la década un núcleo de casi cien mil personas. ¿Qué características presentan este tipo de trabajadores y sus iniciativas económicas? En la Tabla 4 se aprecia que las actividades de comercio son las más recurridas por los trabajadores pobres que no cotizan (30,8%). Después vienen servicio, construcción, y manufactura con 20,2%, 17,1%, y 11, 8%, respectivamente. En los trabajadores por cuenta propia se observa mayor presencia de mujeres, y una edad mayor. Tanto en el comercio, como en servicio y manufacturas, 5 de 10 ocupados eran mujeres con
2000
Empleado u Obrero (más de 50 ocupados)
una edad promedio entre 40 y 42 años. Como era de esperar, en la construcción no existe presencia femenina y son los más jóvenes entre los trabajadores pobres desprotegidos. Lamentablemente la CASEN no entrega información sobre la lógica de estas iniciativas, su grado de heterogeneidad, y viabilidad en el tiempo. Lo dinámico de estos microemprendimientos junto a la dificultad de obtener información de la evolución de las ventas y los costos de las iniciativas económicas cuando el universo de estudio comprende bajísimos niveles educacionales17 y casi nulos manejos de conceptos económicos, explican el por qué las recientes investigaciones de microempresa en Chile no han profundizado en esa realidad (FOCUS,
16 En el sector formal los trabajadores pobres urbanos disminuyeron en 191.796 entre 1990 y 1998, y en 6.065 entre 1998 y el 2000 (CASEN). 17 En el 2000 el 16,9% de los cuenta propia de hogares pobres que no cotizan tenía educación Media completa y un 20,9% los que trabajan en una microempresa.
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TABLA 4. TIPO DE ACTIVIDAD Y CARACTERÍSTICA DE TRABAJADORES POBRES URBANOS CUENTA PROPIA O ASALARIADOS DE MICROEMPRESA DESPROTEGIDOS LABORALMENTE EN EL AÑO 2000.
Tipo de actividad y característica del trabajador (1)
TRABAJADORES POBRES URBANOS QUE NO COTIZAN Trabajador por cuenta propia
Empleado u Obrero (entre 2 y 5 ocupados)
Total
Comercio
33,3% (53,6% - 41)
28,4% (44,9% - 35)
30,8% (49,6% - 38)
Servicios
23,4% (47,1% - 42 )
17,0% (34,4% - 36)
20,2% (41,8% - 39)
Construcción
18,2% (0,2% - 40)
16,1% (0,1% - 38)
17,1% (0,1% - 39)
Manufactura
11,7% (52,6% - 42)
12% (34,6% -33)
11,8% (43,6% - 37)
Otros
13,5% (11,4% - 43)
26,6% (7,2% - 39)
20,0% (9,3% - 41)
Total
70,451
69,590
140,041
Nota: Entre paréntesis va el porcentaje de mujeres que trabajan en esa actividad y la edad promedio de todos los trabajadores de esa actividad. Fuente: Elaboración propia a partir de CASEN. 2001; Valenzuela y Venegas, 2001; I&G, 2003; Herrera 2003). En un reciente artículo (Prieto, 2004), se analiza la información cuantitativa y cualitativa obtenida del seguimiento a microemprendimientos económicos en hogares pobres de zonas urbanas durante un año18. La gran mayoría eran mujeres (70%), que trabajaban principalmente como cuenta propia, formando parte de los trabajadores pobres urbanos informales que no cotizan, como se ha denominado en el presente texto a los trabajadores más desprotegidos laboralmente (Portes) y desintegrados de la economía moderna
(OIT). Se extraen dos conclusiones relevantes de dicha investigación. En primer lugar, estos tipos de microemprendimientos no son iniciativas económicas, más o menos originales, ni muy variadas. Todas las ideas pueden clasificarse en seis lógicas de negocios19. En general se originan como extensiones del trabajo doméstico (cocinar, coser, y hacer las compras para la casa), o por imitación a familiares o vecinos del barrio. Este resultado concuerda con un estudio que busca derribar mitos en torno a la microempresa (Valenzuela y Venegas, 2001). Uno de ellos es la alusión al sector microempresarial en las personas y hogares pobres
18 Esta información corresponde a un estudio realizado por el Instituto de Sociología de la Universidad Católica de Chile a microemprendimientos en hogares pobres de Concepción y Temuco (Ariztía y Prieto, 2003). En una primera etapa se encuestaron a 290 microempresarios (julio 2002). En una segunda etapa (enero 2003) se entrevistó a 62 de los encuestados anteriormente. En la tercera, y última etapa se volvió a entrevistar a 59 de los 62 microempresarios (julio, 2003). 19 Compra y venta en un punto fijo (comercian en kioscos, interior de la casa y ferias) y ambulante (vende ropas y otros productos); manufactura doméstica en cocina (hacen pan, empanadas o pasteles) y en coser-tejer (que trabajan con polar, telas o lana); y en los oficios de manufactura (artesanos, zapateros o mueblistas) y de servicios (jardineros o peluqueros). Un análisis detallado de estas 6 lógicas de negocios se puede encontrar en Ariztia y Prieto (2003). 20 Esto no quiere decir que el sector informal no pobre (el otro lado de la distinción no analizada en este artículo), no tenga como principal característica su heterogeneidad. En el 2000, 981.199 personas que pertenecían a hogares urbanos no pobres trabajaba como cuenta propia (excluidos los profesionales y técnicos) o en una microempresa (20,8% de la población ocupada del país). Este gran volumen junto a la ausencia de investigaciones transforma a estos trabajadores y sus actividades económicas en una suerte de caja negra, donde se intuye altos niveles de heterogeneidad (Herrera, 2003). Comprender esa realidad se hace necesario frente a la hipótesis que el desarrollo de actividades microempresariales sería un elemento clave para que las familias vinculadas a ellas puedan mantenerse por sobre la línea de pobreza.
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OPINIÓN 3
como un sector heterogéneo20. La segunda conclusión aborda la interrogante por la viabilidad en el tiempo de estas iniciativas. Tradicionalmente las iniciativas económicas originadas en los hogares de escasos recursos se denominan microempresas de subsistencias. En la investigación se identificaron dos niveles en su interior: de autoconsumo y de sobrevivencia. En el primero, los negocios (nombre usado por los dueños de esas iniciativas) se acaban en menos de seis meses, siendo la compra y venta, particularmente las que se desarrollan al interior de las casas y la ambulante, las que presentan una mayor probabilidad de desaparecer en ese tiempo 21. La mayoría de los negocios que se mantienen más de seis meses pueden ser caracterizados como negocios de sobrevivencia, por cuanto se trata de negocios que no escalan a la
acumulación en el tiempo22. A pesar de las limitaciones para crecer, conseguir este nivel es muy importante para el sector, dado los obstáculos que deben enfrentar en el desarrollo de sus actividades. Algunas de las características de estos negocios que aumentan la probabilidad de mantenerse en el tiempo son: que el propietario tenga educación media incompleta o completa, que no sea el jefe de hogar, poseer infraestructura evaluada en más de $100.000 (por ejemplo, un congelador o un horno semi-industrial), tener clientes definidos, contar con el apoyo de otros ingresos en el hogar, y que las ventas sean relevantes en la economía familiar. Cabe mencionar que en este nivel, aún existe riesgo que el negocio muera por problemas externos como crisis familiares, problemas en salud y una mejor oferta laboral.
CONCLUSIONES El presente texto entregó antecedentes de la dificultad de utilizar el concepto del sector informal para reflejar estos aspectos dinámicos, heterogéneos y complejos de la pobreza en un contexto de flexibilización e informalización de la producción y de las relaciones laborales. A la luz de los resultados las principales conclusiones son dos. En primer lugar, no existe una correlación entre pobreza y sector informal en el Chile de los noventa, confirmando que desde la perspectiva de la OIT no necesariamente los trabajadores de familias pobres pertenecen al sector informal, muy por el contrario, ser empleado de una pequeña, mediana o gran empresa, no es condición suficiente para no estar bajo la línea de la pobreza. La segunda conclusión, desde la perspectiva de Portes, es la confirmación de una creciente desprotección laboral de los ocupados de hogares pobres, donde los trabajadores por cuenta propia y los asalariados en microempresa son los niveles más precarios de empleo. Incluso en los trabajadores de hogares pobres de empresas de mayor tamaño se percibe el mismo fenómeno. Esta realidad, recobra la importancia de focalizar los esfuerzos tanto de la sociedad (el caso paradigmático está en el voluntariado profesional que ha desarrollado Un Techo para Chile para trabajar con las familias de los campamentos en todo el país) como del Estado en estos cien mil trabajadores de hogares pobres urbanos desintegrados de la economía moderna y desprotegidos laboralmente. Estas personas junto a sus familias constituyen las situaciones de pobreza de más difícil superación en el mediano y largo plazo.
21 El afán de conseguir ingresos, conduce a los dueños de estas iniciativas a ofertar su producción a precios que, para competir en el mercado, apenas cubren la inversión en materias primas e insumos, más una pequeñísima diferencia destinada a pagar los gastos de operación. Generalmente, estos costos no son cubiertos en forma total y el déficit es absorbido por el microempresario. Además, no existen registros contables mínimos, cuya consecuencia es la confusión de capital de trabajo y los ingresos. El propietario suele usar indistintamente el dinero y hasta la mercadería como recursos de consumo doméstico. 22 Este punto es relevante porque una visión optimista de los microemprendimientos en situación de pobreza es la probabilidad de lograr cierto nivel de acumulación y viabilidad que les permita hacer crecer la iniciativa económica contratando a otras personas e incluso llegando a la formalización. Los resultados del estudio niegan esa posibilidad, y los casos de formalidad de los negocios (pago del IVA) se da principalmente por presión de los proveedores (principalmente kioscos), y temor a la fiscalización; dándose casos de actividades formales en situaciones de indigencia o extrema pobreza.
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OPINIÓN 4
Francesca Faverio Socióloga, Candidata a Magíster en Sociología PUC
LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS EMPRESAS PARA EL TERCER SECTOR La discusión sobre las responsabilidades sociales privadas es un tema transversal que involucra no sólo al mundo empresarial, sino también al resto de la sociedad al plantear la necesidad de redefinir los roles de los principales actores sociales y volver a asignar sus responsabilidades. En primer lugar, intento definir qué es lo que se entiende por responsabilidad social de las empresas destacando cuáles son las claves del concepto y cómo llega a Chile. En segundo lugar, propongo diferenciar entre el concepto de responsabilidad social y el de filantropía clásica mayormente conocido hasta ahora. Finalmente, abro la discusión respecto a la relación que se establece entre las responsabilidades sociales de la empresa y el Tercer Sector, destacando el rol central que a este último le compete en tanto experto en las necesidades y problemas de las personas, privilegiando una relación basada en la cooperación capaz de maximizar beneficios para ambas instituciones y para la sociedad en general. Ciudadanos Responsables La discusión sobre la responsabilidad social empresarial es un tema de largo desarrollo, que encuentra sus antecedentes en el origen mismo del capitalismo, cuando los desequilibrios sociales generados por la irrupción del mercado autorregulado exigieron que la sociedad implementara contramedidas para protegerse de las devastadoras fuerzas de mercado (Polanyi, 1947). En las sociedades contemporáneas, el ámbito económico adquiere centralidad, especialmente por la relevancia de las empresas entendidas como el motor de la economía y, por lo tanto, uno de los principales generadores de bienestar. Las empresas son un actor social fundamental, desempeñando funciones que van más allá del mero intercambio económico, y capaces de injerir en temas como el crecimiento del país, la resolución de los problemas sociales, y la capacidad de integración de los individuos a la sociedad. En este sentido, existe un creciente énfasis por fortalecer la capacidad de las empresas para entregar valor a la sociedad en la que están insertas, no un valor en términos económicos –como su función básica le exige– sino un valor en términos culturales, éticos y de sentido1.
Tras la idea de la RSE existe un re-perfilamiento del rol que le compete a las empresas y que se traduce en una nueva demanda hacia ellas como instituciones sociales, es decir, en tanto ciudadanos corporativos, responsables de sus acciones y de las consecuencias que afectan al entorno en el cual están situados. Bajo esta mirada, se supera el paradigma de la empresa reducida solamente a una unidad económica, y se entienden como instituciones insertas en el sistema social, portadores de derechos y también de deberes hacia otros. Esta atribución de rasgos de ciudadanía a las empresas surge a partir de un modelo de ciudadanía política que establece una relación en dos direcciones; desde la comunidad hacia el ciudadano y, desde el ciudadano hacia la comunidad. En esta última dirección, el ciudadano –en nuestro caso, ciudadano corporativo– contrae deberes respecto a la comunidad y, en consecuencia, debería asumir activamente sus responsabilidades en ella. Con la RSE se plantea que las actividades económicas también necesitan situarse en este plano, puesto que requieren de legitimación social, en consecuencia, pese a que el
1 Para el sociólogo Gilles Lipovetsky (1994) nos encontramos en una época que es testigo de un inesperado resurgimiento de los valores y de la ética. El renacer de temas valóricos en distintos ámbitos se observa desde el nivel individual hasta a nivel de las organizaciones, como las empresas. En esta tendencia se enmarcan las nuevas propuestas de responsabilidad social empresarial, que buscan valores, alma, comportamientos y negocios éticos. Con la ética de los negocios, la figura de la empresa privada cambia de un modelo moderno a uno postmoderno, mientras la empresa moderna era anónima, disciplinaria, teconcrática y mecanisista, la empresa postmoderna quiere ser portadora de sentido y de valor.
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concepto de ciudadano surge en el plano político se ha ido expandiendo a otras esferas sociales, como la económica, aplicando la idea de la participación de cada sujeto en la toma de decisiones que le afectan, sea éste un individuo o una organización. Por otro lado, también se advierte que esta ciudadanía no puede ser pasiva, es decir, fundada en el derecho a tener derechos, sino que, por el contrario, debe desarrollarse una ciudadanía activa capaz de asumir responsabilidades. Esto conduce a un tránsito desde una época basada en los derechos, a un nuevo tiempo que pone su énfasis en las responsabilidades; tránsito que también implica el cambio desde una ciudadanía acostumbrada a exigir a una ciudadanía acostumbrada a participar en proyectos comunes. En este contexto, la RSE se entiende como todas aquellas iniciativas de la empresa privada dirigidas a la construcción del tejido social, tanto hacia su interior como hacia el mundo que la rodea. Todos coinciden en que las empresas son organismos vivos que deben velar por mantener la unidad interna –concitando a grupos diversos pero esenciales para su función como sus trabajadores, proveedores, clientes o accionistas–. Pero a la vez, deben cumplir con responsabilidades en el sistema mayor en el que están insertas, constituyéndose en un actor social que construye –en conjunto con otros– el sistema del cual es parte. Esta tendencia busca establecer principios universales que garanticen el cumplimento de ciertos mínimos éticos, con lo cual se aspira a conformar una comunidad a nivel internacional que promueva el despliegue de una economía social de mercado, basándose en el respeto a individuos y al medio ambiente, y haciendo posible la construcción de comunidades sanas y fuertes. La RSE apela a las responsabilidades de las empresas hacia los demás, bajo esta lógica, la empresa conforma una comunidad con sus públicos o grupos de interés, establecida por el compromiso hacia los otros. En este contexto, el concepto de responsabilidad se desarrolla en espacios de la vida en comunidad bajo una lógica de donación y aproximación voluntaria a otros sujetos, estableciendo relaciones de reciprocidad en ámbitos públicos. Si bien esta reciprocidad puede tener un interés determinado para cada una de las partes de la relación, no existe una retribución establecida, directa ni predeterminada, con lo cual escapa a la lógica del intercambio económico. Lo más relevante en este sentido, es que este conjunto de relaciones de reciprocidad constituyen un tejido social determinado, que sentará las bases para el crecimiento, progreso y desarrollo de la sociedad. Así, los promotores de la responsabilidad privada ven en ella la clave para acceder a mejores niveles de desarrollo, en forma análoga
a lo que Fukuyama (1996) entendía por la confianza como elemento diferenciador y factor de éxito económico. Los orígenes del debate actual El moderno concepto de RSE aparece en el escenario mundial durante la década de los sesenta en un clima de contestación y desagrado frente al sistema, pero es recién a fines de los ´90 y en los inicios del nuevo siglo, cuando el fenómeno adquiere relevancia política y se comienzan a observar iniciativas de distintos actores que buscan dar cuenta del problema. Es el caso de iniciativas como el “Libro Verde de la Comisión de las Comunidades Europeas”, que persigue fomentar un marco europeo para la responsabilidad social empresarial (2001), el Pacto Mundial establecido por las Naciones Unidas (2000), o la declaración tripartita de la OIT (1977/2000). Estos hitos mundiales responden a la creciente demanda social por establecer parámetros conjuntos, aunar valores y principios respecto de las responsabilidades sociales que les competen a entidades privadas respecto a sus acciones y omisiones en la vida diaria de una sociedad. Estas declaraciones se constituyen en nuevos códigos valóricos, y pese a que tienen un carácter esencialmente voluntario, desde la década de los ´90, se multiplican y generalizan a la par de la globalización de las economías. Si bien existe consenso en la falta de profundidad y desarrollo de las definiciones conceptuales de la RSE, ya es posible afirmar que se ha planteado el tema como un amplio debate internacional. En nuestro país, la llegada de la RSE y su asimilación por parte de los actores involucrados ha sido lenta y confusa, especialmente porque no existe claridad respecto a qué significa y cuáles son sus implicancias. No obstante, en los últimos años es posible observar un creciente aumento del interés público hacia la RSE: se crean fundaciones y organizaciones especialmente dedicadas al tema; se generan instancias dedicadas a iluminar un concepto ambiguo; la gran mayoría de las grandes empresas realizan y promocionan acciones en nombre de la RSE y crean nuevos departamentos dedicados a su desarrollo, por su parte, los medios reflejan estas inquietudes posicionando el tema en la opinión pública. En este escenario, uno de los mayores incentivos para promover el desarrollo de la RSE a nivel nacional, fueron los tratados de libre comercio suscritos durante el 2003, ya que con estos se establece la necesidad de situar al mundo empresarial a la altura de las nuevas exigencias. Así, los acuerdos comerciales plantean a la clase empresarial, la urgencia por desarrollar habilidades y competencias necesarias para acceder a los nuevos mercados y para poder competir en ellos bajo sus reglas. Una de estas nuevas exigencias es el “sello” de la RSE, es decir, asegurar que las empresas chilenas produzcan
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OPINIÓN 4
bajo ciertos estándares mínimos de preocupación social y medioambiental, convirtiéndose en buenos ciudadanos corporativos. La emergencia de la RSE en Chile se ve acompañada de un generalizado sentimiento de ansiedad en la clase empresarial por definir, mensurar y acotar un tema que plantea grandes amenazas para el modelo neoliberal pero, a su vez, promete importantes retribuciones y oportunidades para su actor principal2. Sin embargo, no sólo los empresarios se preguntan sobre el tema, es posible observar un creciente interés por parte de distintos sectores de la sociedad por definir y aprehender el concepto. Si bien, en Chile el concepto se encuentra “en pañales”, es posible observar que rápidamente nos hemos insertado en la corriente internacional, lo que se ha convertido en una búsqueda desordenada por definir y cumplir con las exigencias del mundo desarrollado. Más allá de la filantropía tradicional La RSE replantea un viejo tema para la sociología: la relación entre economía y sociedad, es decir, el equilibro entre el sistema productor de riquezas y bienestar, y el sistema social que lo sustenta. Pese a que la RSE comparte muchas cualidades y principios con las acciones filantrópicas tradicionales y es posible comprenderla como una forma modernizada de ésta –es decir, como una sistematización y racionalización de la filantropía tradicional– el concepto de RSE aparece como un concepto nuevo y diferente. En primer lugar, el concepto de RSE plantea para la empresa una preocupación constante en el tiempo que aspira a la participación de ella en la resolución de los problemas sociales. En este sentido, la idea de responsabilidad apela a la preocupación, interés y participación constante, es decir, pone el énfasis en la idea del compromiso. Ésta es la clave de las diferencias con el concepto tradicional de filantropía, el cual apelaba únicamente a la donación esporádica de recursos, sean económicos, personales o de conocimiento. En este sentido, la filantropía es unidimensional y se reduce sólo a la donación, mientras que la RSE involucra en el vínculo, todas las dimensiones de ambas partes, es decir, la RSE no sólo toma en consideración la dimensión económica de la empresa,
sino que también involucra otras dimensiones como los valores de la institución, los objetivos estratégicos a largo plazo, las relaciones personales, las ideologías, los afectos personales, etc. En segundo lugar, pese a que tanto la RSE como la filantropía tradicional se basan en la voluntariedad de la acción social, la moderna RSE es entendida como un deber de los ciudadanos corporativos hacia los demás ciudadanos, es decir, como la otra cara de los derechos que dispone la empresa. En este sentido, la filantropía no representa un deber en términos ciudadanos, sino que apela a una obligación moral, espiritual y muchas veces religiosa. Además, mientras la clásica idea de filantropía se basa en la donación desinteresada, sin esperar nada a cambio más que la tranquilidad de la conciencia, la RSE es una acción social que espera una retribución, y pese a que ésta no está predeterminada en términos económicos, sí se constituye en una especie de devolución –tangible o intangible– a la acción social de la empresa. Esta retribución puede variar mucho y es indeterminada, puede constituirse en un aumento de legitimidad social, en la consolidación de una imagen pública positiva, la fidelización de clientes generando un aumento de las ventas, la preferencia de los inversionistas o en la atracción de trabajadores más calificados. En consecuencia, podemos afirmar que existen importantes diferencias conceptuales entre ambos términos, no obstante, sus límites en la práctica tienden a ser ambiguos y muchas veces se confunden. La relación entre ambos conceptos puede interpretarse como un tránsito en la forma de interacción entre la empresa y la sociedad, es decir, existiría una evolución histórica desde el tradicional concepto de filantropía ligado a la caridad hacia una forma modernizada de acción social como la actual RSE ligada al compromiso y a la idea del deber ciudadano. Al respecto, Bernardo Kliksberg señala que: “Hubo una primera etapa en la que los ideólogos de la ortodoxia económica decían que la empresa sólo existía para producir beneficios a sus accionistas. Virtualmente descartada en los países desarrollados por prominentes líderes empresariales, se pasó a otra, la de la filantropía empresarial, con donaciones y fundaciones. En la tercera etapa, la de la ciudadanía corporativa, se pide a la empresa que sea como un ciudadano ejemplar. Entre sus responsabilidades
2 Para los más conservadores las nuevas responsabilidades son una amenaza al modelo neoliberal y a la libertad del mercado, ya que son acciones que desencadenarían un creciente aumento de los costos y una disminución de la eficiencia, además del peligro de aumentar las normas y obligaciones legales. En cambio, para otros, las nuevas responsabilidades son una oportunidad de mayor protagonismo y poder para la empresa privada al interior de la sociedad, a través de la cual es posible legitimar el modelo económico.
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La responsabilidad social de las empresas para el tercer sector se hallan: juego limpio con los consumidores, buen trato a su personal, preservación del medio ambiente, buenas prácticas en los países en desarrollo e integración a las grandes acciones sociales y a lo local”3. El desafío del Tercer Sector La discusión sobre RSE es todavía incipiente en nuestro país, y en la gran mayoría de los casos, los compromisos de la comunidad empresarial con la sociedad se expresan mediante políticas sociales tradicionales, con lo que se confunden las nuevas exigencias sociales de responsabilidad con filantropía corporativa, mecenazgo o caridad. No obstante, es cada día más compartido que las nuevas demandas sociales a las empresas exigen una nueva visión de los negocios que supere la “ética de frontera” (Perdiguero, 2003) propia de la filantropía y que se integre y comprometa íntegramente con su entorno. Uno de los mayores desafíos que se enfrentan en la actual discusión sobre las responsabilidades privadas apunta a que se requiere superar la condición de moda empresarial e intelectual, y dar paso a algo concreto, institucionalizar las intenciones de ayuda social y establecer caminos claros que permitan a las empresas ser responsables. En este aspecto, aparece como fundamental el papel que le compete a las organizaciones del Tercer Sector, y se plantea una oportunidad interesante para institucionalizar las relaciones de cooperación entre el mundo privado y las organizaciones sociales. Desde esta perspectiva, la RSE es un tema que le concierne directamente a la sociedad civil y que promete amplias posibilidades de acción. A partir de la discusión por las responsabilidades privadas, se puede afirmar que la forma de relacionarse del mundo empresarial hacia la sociedad está cambiando, deja atrás las nociones de filantropía y se adecua a una forma modernizada –racional e instrumental– de ejecutar las inquietudes sociales. Así como surge un nuevo tipo de voluntariado, también se observa una nueva forma de hacer caridad. Vivimos en una época en la cual las responsabilidades sociales están poco claras. A nivel mundial, la crisis del Estado de Bienestar deja atrás la idea de un Estado
central, sobre-protector y paternalista, que se hacía cargo de la amplia variedad de necesidades de sus ciudadanos. La figura estatal disminuye al máximo sus ámbitos de acción y es necesario reasignar los deberes de cada actor social para enfrentar las necesidades y problemas de la sociedad. En los términos de Rosanvallon (1995) urge reestablecer el contrato social que une a las sociedades y que distribuye los deberes. Volviendo a lo ya mencionado, es necesario superar la búsqueda individualista de derechos y volver a poner el énfasis en los deberes hacia el resto de la sociedad, donde la responsabilidad se entiende como una “renta” que cada individuo debe pagar por el privilegio de pertenecer a una comunidad y vivir en una sociedad civilizada (Oaks, 1998). Por lo tanto, las miradas se dirigen ahora hacia otros sectores capaces de dar cuenta de las necesidades sociales como son las empresas privadas y el Tercer Sector, ambos actores pasan a estar en primer plano y urge que se establezca una relación de cooperación entre ellos4. Si bien, no podemos ignorar que esta relación de cooperación ha existido siempre, hasta ahora dependía de la buena voluntad del empresario para conseguir los aportes de la empresa a la labor social. La actual RSE es una oportunidad para generalizar esos aportes superando las particularidades de las creencias personales, es decir, se convierte en una tendencia que impone a todos los empresarios un comportamiento responsable sin importar sus valores. La acción social deja de estar remitida a las creencias y comienza a hablarse en el mismo lenguaje del mundo económico, ya que se convierte en un factor más para alcanzar el éxito empresarial. En este sentido, la RSE le habla a los empresarios en su mismo idioma, acercando al sector privado y la sociedad civil en cuanto a metas, objetivos y acciones, lo que permite mayores puntos de encuentro. Entonces, es interesante evaluar la RSE como una oportunidad que promete superar una relación basada en sentimientos altruistas y códigos filantrópicos para pasar a una relación de co-responsabilidad acorde con los tiempos que corren. Esto es especialmente importante en contextos donde las necesidades y los conflictos sociales superan con creces las capacidades de los Estados, como el caso Latinoamericano, por lo que se necesita de progresos urgentes en este tema, entendido por muchos como una dimensión crucial para el desarrollo. “Un continente con
3 “Hacia una nueva ética empresarial”, Bernardo Kliksberg, http://idbyouth.biglist.com/unsub.php/ 4 Al respecto, James Austin afirma que “El siglo XXI será la edad de las alianzas. En esta era, la colaboración entre organizaciones sin fines de lucro y las corporaciones privadas aumentará en frecuencia y en importancia estratégica. Las relaciones de colaboración migrarán cada vez más desde la filantropía tradicional, caracterizada por un donante benévolo y un receptor agradecido, hacia alianzas estatégicas más profundas (...) Estas alianzas van mucho más allá de la mera emisión de cheques. Refuerzan las competencias de ambos socios, y crean valor en el intercambio”. (Austin, 2000: 19).
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OPINIÓN 4
tanto potencial económico, y al mismo tiempo, con niveles récords de pobreza y desigualdad, requiere altas dosis de responsabilidad social empresarial para hacer frente a estos flagelos. Progresar rápidamente en este camino (de RSE) en el que América Latina está claramente atrasada es fundamental para mejorar la integración social, la equidad y la competitividad. Es hora de aplicar el mensaje de la RSE a este continente, en el que hay una creciente y legítima demanda social de comportamientos éticos”5. No hay duda de que el Tercer Sector, por ser un sector emergente, despierta una gran cantidad de expectativas, y se entiende que las necesidades que puede venir a satisfacer son precisamente aquellas que dejan sin cubrir otros sectores. Esto es especialmente importante en un contexto en el que a las clásicas instituciones generadoras de bienestar, como la Familia, el Estado y el Mercado, se les cuestiona su capacidad de garantizar la satisfacción de algunas de las necesidades básicas de las personas (Esping Andersen, 1999). A partir de esto, algunos intelectuales aconsejan a los ciudadanos cuidar de sí mismos, potenciando el nivel comunitario y creando un colchón que amortigüe los golpes recibidos en virtud de la tercera revolución industrial (Cortina, 1999).
permitir una actitud de irresponsabilidad en otros planos, por lo cual su misión debe incluir también la labor de motivar a los demás a actuar en consonancia.
Dada la complejidad de las cuestiones, la discusión sobre quién debe hacerse cargo de las tareas sociales está lejos de ser resuelta. Para algunos es el Tercer Sector el que puede asumir estas responsabilidades, exonerando a las empresas de toda participación. En este sentido, Peter Drucker afirma que la pretensión de que las empresas asuman una responsabilidad social es querer regresar al pluralismo de la época feudal, querer que “manos privadas asuman el poder público” (Cortina, 1999:129), por lo cual, las empresas deberían quedar libres de tales responsabilidades las que deberían ser asumidas por la sociedad civil. Sin embargo, ésta es una solución inaceptable porque libera al mundo empresarial de toda responsabilidad social y, como veíamos, una empresa que se abstrae del mundo es una empresa obsoleta. En segundo lugar, el Estado tampoco puede aislarse de las responsabilidades, a pesar que disminuya su acción, sigue siendo el encargado de velar por la protección del acceso universal a bienes básicos. En este sentido, el Tercer Sector puede satisfacer muchas de las necesidades que dejan sin cubrir otros sectores, no obstante, no debe convertirse en un receptor de los desechos de otros, ni
En este contexto, es el sector más idóneo para apropiarse de la RSE y sacarla de los círculos netamente empresariales en los que se cuestiona su neutralidad y su finalidad autorregulativa6. Es el actor capaz de canalizar las intenciones de solidaridad de las empresas privadas, sin importar si estas intenciones responden a una moda superficial o a intenciones profundas; a intereses económicos o afanes altruistas. Por su posición en la sociedad es el mejor actor para hacerlo. Este llamado a canalizar las responsabilidades privadas apunta a inventar creativamente fórmulas que encaucen las inquietudes de las empresas hacia las necesidades más importantes de la gente. Convertirse en ‘expertos’, ejecutores de dichas intenciones para aprovechar al máximo los recursos que la empresa está dispuesta a invertir y de asegurar que estos no se mal usen, no se pierdan en los afanes de tribuna política, burocracias o preferencias personales que los alejen de quienes más los necesitan.
El Tercer Sector, por su estrecho vínculo con la sociedad y porque conoce directamente los problemas sociales, es el ‘experto’ en materias de necesidades de las personas. Mientras el Estado es ciego a éstas por la burocracia y el sector privado es sordo por funcionar en base a una lógica diferente –la lógica de mercado carente de solidaridad– el Tercer Sector es el que está más cerca de los problemas sociales, es independiente y moviliza una fuerza voluntaria, que de por sí tiene cualidades y energías diferentes. Además, si lo miramos desde otro punto de vista, para las organizaciones sociales la RSE es una buena oportunidad de superar las dificultades de conseguir financiamiento, especialmente frente a la tendencia global de reducción estatal, en la cual las ONGs ya no están al amparo de los gobiernos tanto para las definiciones de sus proyectos y acciones como para obtener recursos, por lo cual la reducción de los presupuestos hacia las organizaciones sociales las compele a buscar otros aliados.
Como el tema ha quedado hasta ahora en el discurso de su sujeto principal –empresas privadas– y no ha alcanzado un diálogo permanente con sus objetos –sociedad civil– ni
5 “Hacia una nueva ética empresarial”, Bernardo Kliksberg, http://idbyouth.biglist.com/unsub.php/ 6 El fenómeno de la RSE adquiere una dimensión autorregulativa, ya sea en forma coordinada a través de agrupaciones empresariales o fruto de la imitación y de la elevación de estándares producto de los resultados. Esto lleva a preguntarse sobre la legitimidad de una autoridad asociativa que busca hacer cumplir normas voluntariamente adoptadas y que, idealmente, persigue sobreponerse a la autoridad central o estatal.
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La responsabilidad social de las empresas para el tercer sector con sus posibles aliados –Estado–, es necesario incorporar a otros interlocutores a la discusión. Esto se refleja en que en su mayoría las acciones de RSE son decisiones tomadas a nivel gerencial, buscando maximizar los recursos invertidos en resultados de comunicación y publicidad, lo cual no debiese ser negativo, pero es necesario incorporar en esas decisiones a los representantes de la sociedad civil. Esto es especialmente relevante en nuestro país, donde la RSE se ha desarrollado especialmente a partir de las mismas empresas, ya sea en iniciativas particulares y aisladas o a través de asociaciones empresariales. Hasta ahora han sido las empresas las que la han promovido, buscando adecuar una tendencia mundial al contexto nacional, lo que ha generado que las acciones de RSE se desarrollen en un plano que de por sí no es el más experto en los temas sociales y además pone en tela de juicio ante la opinión pública las intenciones que las motivan. Un aspecto central de la RSE es que es un tema transversal, es decir, que involucra a distintos sectores, que demanda
una acción conjunta de ellos y los interpela desde otras perspectivas, en otras palabras, es un tema que se juega en la relación entre sectores: entre el mundo privado, lo público y la sociedad civil. Dicha transversalidad demanda precisar el papel que a cada uno le concierne, superar la acción individual en la que cada actor se mantiene en su parcela y generalizar la acción conjunta y permanente. Pese a que hay importantes excepciones en las que el sector privado y la sociedad civil aúnan esfuerzos y establecen vínculos de cooperación constante7; estos siguen siendo casos esporádicos y aislados. Esto marca el camino que aún nos falta recorrer en Chile, urge que la sociedad civil haga suyo este desafío de colaboración y que se entablen relaciones sólidas que compartan objetivos a mediano y largo plazo, que generen un mayor valor social. Entonces, a través de la discusión de las responsabilidades empresariales se abre la puerta a un tema mucho mayor que propone al Tercer Sector una nueva forma de alianzas con los privados, que serán la clave para enfrentar los nuevos tiempos.
Bibliografía • Francis Fukuyama, Confianza: Las virtudes sociales y la capacidad de generar prosperidad, Atlántida, Buenos Aires, 1996. • Tomás Perdiguero, La Responsabilidad Social de las empresas en un mundo global, Anagrama, Barcelona, 2003. • Gilles Lipovetsky, El crepúsculo del deber: la ética indolora de los nuevos tiempos democráticos, Anagrama, Barcelona, 1994. • James E. Austin, El desafío de la colaboración, Granica, Argentina, 2000. • Adela Cortina, Ciudadanos del Mundo: hacia una teoría de la ciudadanía, Alianza Editorial, Madrid 1999. • Pierre Rosanvallon, La Crisis del Estado Providencia, Civitas, Madrid, España, 1995. • Gosta Esping-Andersen, Social Foundations of PostIndustrial Economies, Oxford University Press, New York, 1999. • Karl Polanyi, La gran transformación. La gran Transformación: Los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo. Editorial Claridad, Buenos Aires, 1947. • Dallin H. Oaks, “The essential communitarian reader”, Amitai Etzoni Editor, Rowman & Littlefield Publishers Inc., U.S.A. 1998.
7 En las cuales, organizaciones como UTPCH demuestran ejemplos exitosos –como la construcción de mediaguas por empresas– que pueden iluminar la dirección del desarrollo.
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OPINIÓN 5
NUEVA POBREZA, PATRIMONIO Y SOCIEDAD DE CONSUMO Tomás Ariztía Sociólogo, Magíster en Sociología PUC
Chile ha cambiado y lo ha hecho de una forma vertiginosa. Consecuentemente, nuestra pobreza también ha cambiado de diversas maneras. Aunque la principal transformación es una disminución importante, durante los últimos años también se observa una creciente complejidad y variedad de formas de pobreza, donde se mezclan –a veces dramáticamenterealidades que hasta hace poco parecían pertenecer a mundos diferentes.
Margarita vive en una mediagua junto a su marido y sus tres hijos. Trabaja haciendo empanadas y su marido trabaja haciendo carteles de publicidad. Dado que los dos trabajos son muy inestables, entre los dos no siempre llegan a cubrir los gastos del mes. Como las 32.3711 familias que todavía viven en campamentos, Margarita añora su vivienda propia. Sueña con salir del piso de tierra para entrar de una vez por todas a su casa definitiva. Sin embargo, esta situación no ha impedido que Margarita logre juntar sus cositas. De hecho, mientras espera su vivienda parece haber concentrado todos sus esfuerzos en equipar su casa. Hecho que se hace visible apenas se entra en ella. En su pequeña habitación hay un refrigerador de dos puertas y, en una esquina, -empotrada en un mueble de madera- se asoma un televisor a color de 21 pulgadas. En la habitación contigua hay una cocina semi-industrial que ocupa para sus empanadas, a la cual se suman una radio y otros objetos electrodomésticos. Aunque en su casa es posible encontrar prácticamente todo el set de bienes durables que podrían encontrarse en una vivienda moderna, Margarita y su familia no han superado su condición de pobreza. Los ingresos no son suficientes, y lograr un empleo estable es muy difícil. A esto se suma la batalla diaria para que sus niños sigan asistiendo al colegio. Por otra parte, más allá de las promesas, su situación habitacional sigue siendo muy precaria. Casos como los de Margarita son cada día menos extraños. En nuestro país, cada día es más fácil ver coexistir -sin aparentes contradicciones- situaciones de radical pobreza
1 Catastro Nacional Campamentos, CIS 2003, Un techo para Chile.
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y carencia de oportunidades con una creciente disponibilidad de bienes de consumo. Las dos caras opuestas de nuestro Chile moderno: en una misma mediagua alternan los peores síntomas de la exclusión social y la pobreza, con novísimos equipos de música o electrodomésticos. Lo mejor y lo peor de la sociedad de mercado. Chile ha cambiado y lo ha hecho de una forma vertiginosa. Consecuentemente, nuestra pobreza también ha cambiado de diversas maneras. Aunque la principal transformación es una disminución importante durante los últimos años, también se observa una creciente complejidad y variedad de formas de pobreza, donde se mezclan –a veces dramáticamenterealidades que hasta hace poco parecían pertenecer a mundos diferentes. Dentro de estas transformaciones, una de las más llamativas tiene que ver con el incremento patrimonial y la mejora de los estándares materiales de los hogares en situación de pobreza; cosa que algunos autores han llamado “la integración a los estándares de consumo moderno” (Raczynski y Serrano, 2001). Lamentablemente, estos cambios no se dan en el horizonte de una mejora sostenida en todas las dimensiones de la pobreza, sino que se dan en consonancia con evidentes deficiencias en otros ámbitos de integración social y la emergencia de nuevas problemáticas de exclusión en el trabajo, la educación, y la segregación espacial. Mejora en los estándares materiales en contextos de severa pobreza; aumento en el patrimonio y carencia de oportunidades. Tensiones de este tipo abren numerosas preguntas y nos obliga a reflexionar sobre las
características y la racionalidad que está detrás de estas transformaciones. En adelante pretendo profundizar en el tema de los cambios en la pobreza desde el punto de vista de su patrimonio y cultura material. Para esto, primeramente voy a reseñar los principales cambios que han experimentado las familias en situación de pobreza, haciendo especial énfasis en el ámbito material. En segundo lugar -y basado en los resultados de un panel de seguimiento a 60 hogares en extrema pobreza- discuto algunas hipótesis en torno a los mecanismos de acceso a los bienes de consumo y el papel que le cabe a los créditos, dentro de las estrategias de adquisición de patrimonio en las familias en situación de pobreza. Terminaré reflexionando sobre la “racionalidad” o el significado que pueden tener estas mejoras en el consumo, constatando las tensiones que se generan en un escenario de evidente desigualdad y exclusión en ámbitos como el trabajo o la educación. FAMILIAS EN SITUACIÓN DE POBREZA Y BIENES DE CONSUMO La década de oro Si hay un consenso claro entre los estudiosos del Chile actual, es que durante los años ´90 la sociedad chilena sufrió una excepcional mejora en sus condiciones materiales de vida2. Subidos al tren del crecimiento económico y con el resorte de la disminución de los precios relativos de los bienes y la masificación de los crédito de consumo; la mayoría de los hogares chilenos vieron aumentar importantemente su patrimonio y sus estándares de consumo en forma antes desconocida3. Los cambios a nivel material, en la línea de un proceso incipiente de modernización son evidentes: si en 1992 el 53% de los hogares chilenos tenían televisor a color o refrigerador, para el 2002 esta proporción llegaba cerca del 90%. Aumentos similares se ven en otros bienes paradigmáticos como la lavadora (el 2002 en el 80% de los hogares) y el refrigerador (82%). En resumen, si construimos un indicador con un set de productos que podrían ser denominados el “kit básico de la familia moderna” –televisor, lavadora, refrigeradormás del 80% de los hogares tenía acceso a todos estos bienes para 2002. Con todo, lo impresionante no es sólo constatar la masificación y expansión de ciertos estándares de
consumo antes considerados inalcanzables, sino también reconocer la emergencia de una cierta cultura o ethos del consumo. Marca visible de esto son la expansión revolucionaria del mall y de las tarjetas créditos durante el período4, relacionada a una preferencia creciente de la población por estos mecanismos. Tal como señaló acertadamente el PNUD (2002) en su momento, una incipiente cultura del consumo pareció hacer su entrada en escena en la, antes frugal, sociedad chilena. Pobreza: magnitud versus calidad Ahora bien, en este nuevo escenario, ¿qué pasó con los hogares en situación de pobreza? A grosso modo, podemos agrupar las principales transformaciones en dos vectores diferentes. Por una parte, se observa una fuerte y sostenida disminución de la pobreza en términos de magnitud. Todo esto con mejoras importantes en los estándares básicos de bienestar material (Tironi, 2003) (Raczynski y Serrano, 2001). Desde este eje, las transformaciones en la pobreza parecen ir a la par con el proceso de crecimiento y los cambios en la sociedad que reseñamos anteriormente. Por otra parte, sin embargo, también se observan otros cambios vinculados a la manutención o acentuación de los procesos de exclusión desde el punto de vista laboral, educativo y residencial (Katzman, 2001). La situación aquí no parece ser muy optimista. En efecto, según Wormald (2002) durante la década de los ´90 estos sectores vieron acentuar su vulnerabilidad en términos de inserción laboral y de los mínimos educativos necesarios para integrarse a la sociedad a través de un buen trabajo. De esta forma, siguiendo a Dagmar Raczynski y Claudia Serrano, (2001) lo que hay es un escenario en el cual se han abierto y cerrado posibilidades. Lo que emerge parece ser una pobreza crecientemente más compleja y heterogénea en contextos de persistente desigualdad y con avances parcelados, pero significativos en distintos ámbitos (Raczynski, y Serrano 2001). Es en este escenario, altamente cambiante y paradojal, donde hay que leer los cambios en el patrimonio. Cambios en el Patrimonio: la primera oleada. Como ya hemos insinuado, sin duda una de las principales –y más paradojales- transformaciones en los hogares en situación de pobreza tiene que ver con el creciente acceso que estos sectores están teniendo a ciertos bienes durables. Aunque, ciertamente no se trata
2 Estos cambios se relacionan con otras transformaciones vinculadas, grosso modo, a un proceso incipiente de modernización: mejora en estándares mínimos de educación, urbanización, diversificación social y mayores estándares de integración. Para mayores Antecedentes Ver Tironi 2003 en INE. 3 Hasta el punto que generaron voces de alarma por parte de algunos intelectuales. Ver El consumo me consume (Moulian, 1997) 4 Basta considerar la expansión impresionante de las tarjetas de crédito (aumentaron en 6 veces) y los centros comerciales (que triplicaron su tamaño y volumen de visitas)durante los ´90, tanto a nivel de la oferta como de la preferencia de los usuarios (Coloma, 1999)( PNUD, 2002) (Ariztía, 2002).
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OPINIÓN 5
de acceso a bienes particularmente costosos, ni menos con alguna naturaleza estatutaria, aun así las cercanías con el promedio nacional no son menores. TABLA 1. DISPONIBILIDAD DE BIENES DURABLES (% HOGARES CON BIENES)
Campamentos
CENSO 2002
Refrigerador
65.4
82.1
Lavadora
59.8
78.8
Televisión
92.2
83
Cocina a gas
91.9
87
Fuente: Censo 2002 y CIS 2003 Si bien no hay mucha evidencia a nivel de encuestas, para graficar este fenómeno vamos a tomar algunos datos de la Encuesta a Hogares que habitan en campamentos de la región metropolitana (CIS, 2003), la cual nos puede ofrecer una buena fotografía. Mirado desde aquí los datos impresionan. En la tabla 1 se muestran la disponibilidad patrimonial de los hogares más pobres y se constata el importante aumento del consumo de algunos bienes. Como se puede ver asombra la cercanía que muestra con respecto al promedio nacional que arrojan los resultados del CENSO 2002. GRÁFICO 1. DISPONIBILIDAD DE BIENES DURABLES EN FAMILIAS QUE VIVEN EN CAMPAMENTOS. RM
Los bienes que mayor penetración muestran son aquellos relacionados con lo que podríamos denominar el stock mínimo de la familia moderna: refrigerador, lavadora, televisor y cocina. En cuanto a otros bienes se observa una penetración significativamente menor a la que presentan estos durables (ver gráfico 1). En comparación con los estándares de la década de los ´80 la diferencia es significativa. Si comparamos con los hogares de menores ingresos de 1987, solo un 33% del primer quintil de ingresos en 1987 tenía refrigerador y sólo un 20% lavadora o refrigerador, aunque estos bienes hace tiempo forman parte del repertorio patrimonial de los hogares de clase media. La disponibilidad que muestran los hogares que viven en campamentos no deja de ser importante. Si construimos un índice que aglutina estos cuatro durables, se observa que prácticamente el 74% de los hogares en campamentos, tienen 3 o más de estos durables5. En 1987 sólo el 7% de los hogares del primer quintil de ingresos tenía 3 de estos bienes. Con todo, los cambios en el patrimonio no permiten hacer una lectura muy consistente en torno a los estándares de bienestar. Aunque, por una parte, efectivamente pareciera haber una mejora importante en los estándares patrimoniales de los hogares de escasos recursos; el contexto de esta adquisición patrimonial es, a lo menos, paradojal. Basta con mencionar dos elementos adicionales. GRÁFICO 2. DISPONIBILIDAD BIENES DURABLES SEGÚN DECIL DE INGRESO AUTÓNOMO 100 90
10.3
Automóvil
80
Microondas
15.3
70
Teléfono
15.9
60
Video
15.0
50 40 42.2
Estufa
30 20
59.8
Lavadora
10
65.4
Refrigerador
0 Cocina a gas
91.9
Televisión
92.2
1
2
3
4
5
6
7
8
9 10
Decil de ingreso autónomo Disponibilidad de computador
0
Fuente: CIS, 2003
20
40
60
80 100
Disponibilidad de refrigerador
Fuente: Elaboración propia en base a CASEN 2000, RM.
5 Si vamos más allá de los campamentos -sector que carece del bien durable por antonomasia: la vivienda- el aumento de propietarios también es asombrosa hasta el punto que ha movido la discusión desde la cantidad hacia la calidad de las soluciones habitacionales que se están entregando para los sectores de menores recursos.
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En primer lugar, hay que constatar que evidentemente, así como las distancias se acortan en torno a algunos bienes, se hacen enormes respecto de otros. En otras palabras, habida cuenta que las demandas y el bienestar material son cambiantes, lo que estos sectores hoy día poseen sigue estando muy lejos del nivel patrimonial de los hogares no pobres. Estamos hablando de bienes durables que ya no marcan diferencias socioeconómicas y dependen cada vez menos del ingreso. Esto se observa al contrastar con la situación de otros bienes que hoy día sí tienen grandes diferencias de acceso. A modo de ejemplo; si tomamos la encuesta CASEN se observa que de estos mismos hogares que muestran una gran penetración de bienes domésticos “básicos”, sólo el 2% tiene computador. Desde aquí, podríamos decir que estamos hablando sólo de una “primera oleada” de implementación del hogar, la cual dista mucho de los estándares materiales que hoy día quitan el sueño a las familias de clase media o alta.
Sin embargo, lo relevante no es sólo esta esperable desigualdad relativa. Si nos concentramos al interior de estos mismos sectores se observa que esta mejora material incluso en contextos de alta precariedad en otros ámbitos. Si tomamos como referencia nuestro set de bienes “básicos” de equipamiento de la vivienda, se observa que los mismos hogares que tienen un acceso relativamente alto a estos bienes (70%), pero carecen también de otros servicios mínimos. El 67% de ellos está privado, a su vez, de ducha o baño dentro de su vivienda. Sumado a lo anterior, el hecho que habiten en campamentos habla por si solo de la precariedad de su situación habitacional. La tabla 2 muestra la situación de los hogares mejor equipados desde el punto de vista de su situación educacional y laboral. Como se ve, sólo el 15% de los jefes de hogar tiene enseñanza media o superior y sólo el 40% trabajo permanente. Indicadores que hablan por si mismos de la situación de exclusión de estos sectores.
TABLA 2. ACCESO A SERVICIOS BÁSICOS SEGÚN DISPONIBILIDAD DE PATRIMONIO.
Familias que habitan campamentos en RM con equipamiento completo (1)
Promedio Región Hogares R M
% Jefes de Hogar con Media completa o más 15%
47.4%
% Jefes de Hogar con trabajo Permanente
82.6%
40%
(1) Cocina a Gas, refrigerador, Televisor y Lavadora. Fuente: CIS, 2002; CASEN RM 2000.
En suma, se observa que esta mejora en los estándares de consumo se da en un contexto, a lo menos, paradojal; en el cual coinciden mejoras patrimoniales con pésimos indicadores en términos de acceso a servicios u oportunidades de integración. La Nueva pobreza Ciertamente datos como los que presentamos anteriormente refuerzan la hipótesis que la pobreza de hoy es muy diferente a la que vivíamos hace 15 años. Parte de esta diferencia parece estar en el desarrollo de nuevos estándares de acceso al patrimonio en el contexto de las viejas y nuevas formas de exclusión. La segregación en términos sociales y espaciales contrasta con este acceso relativo a los nuevos estándares de consumo. Para dar cuenta de este fenómeno, Manuel Tironi (2003) ocupa el concepto de “nueva pobreza urbana”, concepto que caracteriza una pobreza que ya no se ancla en la esfera de las necesidades materiales de primer orden, sino que tiene su eje en las deficiencias y segregación social -necesidades de segundo nivel. Se trata de una nueva
pobreza fuera de los estándares de necesidad absoluta y con ciertos estándares de disponibilidad material, pero que sufre -muchas veces en forma acentuada- de otras formas de exclusión en el plano educacional laboral o urbanos. Con estos antecedentes, el aumento patrimonial sólo viene a complejizar una situación de por si llena de contrastes. Cualquier fotografía describe el dramatismo de esta nueva situación; cada vez son más los televisores de 22 pulgadas en mediaguas, cada vez más los refrigeradores en hogares sin empleo; pocas posibilidades educativas y segregación espacial con niveles relativamente aceptables de bienestar material. En este contexto, me gustaría reflexionar sobre dos preguntas que tienen que ver con la relación entre pobreza y patrimonio. En primer lugar está la pregunta por el acceso. Es decir, de qué forma y con cuáles mecanismos, están accediendo estos sectores a los bienes durables. En segundo lugar, también es relevante ver el sentido y el impacto que tiene este acceso en los hogares en situación de pobreza. En otras palabras, explorar la racionalidad que subyace a éstas.
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EL SUEÑO DE LA TELE PROPIA: BIENES DURABLES Y CRÉDITOS DE CONSUMO ¿Como constituyen los hogares de escasos recursos este incipiente patrimonio? Una primera explicación proviene desde la oferta. En efecto, gran parte de estos objetos tienen un precio relativo muchísimas veces menor que el tenían hace una o dos décadas6, por lo que armar un equipamiento básico para el hogar, tiene hoy un costo relativo menor que antes. Sin embargo, una explicación de este tipo no justifica por sí sola el aumento del consumo de estos bienes, sobre todo para el caso de estos sectores que viven apremiados por la escasez de ingresos. Cuál es, entonces, la llave que abre este acceso. La clave parece estar en otras estrategias de movilización que no siempre requieren de altos ingresos: los créditos de consumo. Mucho se ha hablado acerca de la expansión de los créditos de consumo y el riesgo que esto podría tener para las clases medias, conforme aumenta su sobreendeudamiento. Sin embargo, cuando la pregunta se vuelca hacia los sectores de menores recursos y los créditos de consumo, los estudios macro parecen desaparecer y sólo quedan un puñado de estudios cualitativos7. Durante los años 2002 y 2003 tuve la experiencia de participar en un seguimiento a familias de microempresarios en situación de pobreza8. El estudio consistió en hacer un seguimiento a 60 familias con iniciativas de micro-emprendimiento durante un año y medio. Aunque el estudio se concentró originalmente en las microempresas y su impacto sobre los ingresos y la situación del hogar, el volumen enorme de información generada nos permitió llegar a otros ámbitos; al cabo de un año nos fuimos quedando en un contexto más amplio: las estrategias de supervivencia de los hogares. A partir de las entrevistas, y tomando como marco referencial las teorías de la vulnerabilidad social, pudimos observar nítidamente al menos cuatro estrategias utilizadas por los hogares para gestionar su vida económica: el empleo, el micro-emprendimiento, las redes familiares y el crédito. Evidentemente, todos los hogares presentan estrategias de micro-emprendimiento y de empleo, las cuales explican mayoritariamente los ingresos y la situación de pobreza de los hogares. De hecho, según Raczynski Serrano, (2001) estas actividades aportan más del 80% de los ingresos del hogar. Como estábamos trabajando
con microempresas los micro-emprendimientos también surgieron en forma relevante. Sin embargo, las estrategias de sobrevivencia no se quedaban sólo en la generación de ingresos. La reciprocidad y el apoyo de la familia saltó a la luz como otra estrategia que permite a los hogares amortiguar con éxito las crisis y los shocks en el ingreso, confirmando la evidencia de otros estudios (Wormald et al, 2002), que recalcan la importancia de la situación familiar. Además de las tres estrategias anteriormente mencionadas también fue posible reconocer una cuarta dimensión menos explorada. En efecto, cuando pensamos que todo se quedaba en las lógicas de generación de ingreso y de apoyo familiar, pudimos reconocer una cuarta estrategia utilizada prácticamente por todos los hogares: los créditos de consumo. A diferencia de las otras tres estrategias de subsistencia -que se vinculan a asegurar los ingresos- los créditos de consumo se relacionaban directamente con la adquisición de bienes durables y ropa. Es decir, estaba en la base del acceso a bienes durables del cual hemos dado cuenta con anterioridad. En lo que sigue vamos a profundizar en la naturaleza de estos créditos. Para que sirven los créditos De 54 entrevistados 40 afirmaron tener créditos de consumo en casas comerciales. Un número no menor, considerando que prácticamente todos estos hogares están bajo la línea de pobreza9. Del total de créditos, el 90% fueron ocupados en comprar bienes durables o ropa. Con datos de este tipo, la relación entre los créditos y el acceso a durables parece ser evidente. ¿Cuál es la lógica de estos créditos? A riesgo de simplificar demasiado la discusión, y basados en este estudio, podemos reconocer a lo menos 4 características en los créditos de consumo de estos hogares de extrema pobreza. En primer lugar, y lo que parece particularmente interesante, el crédito de consumo, tiene relación con la adquisición de bienes durables y secundariamente con las crisis de shock en el ingreso. De todos los entrevistados con créditos, sólo 3 recurrieron al crédito como fórmula para solucionar crisis10. Los otros entrevistados los utilizaron para acceder a bienes de mayor valor a los
6 Por lo mismo, muchos de estos productos también han perdido todo potencial de distinción para diferenciar niveles socioeconómicos, hecho que ha significado que sean crecientemente excluidos de las encuestas. 7 En parte esto se explica porque los hogares en situación de pobreza no son “sujetos de crédito”, y consecuentemente de investigación de su comportamiento financiero. Sin duda otra forma de exclusión. 8 Ver estudio de micro créditos. Ariztía y Prieto, 2003. 9 Los cuestionamientos éticos a las casas comerciales están a la vista. 10 Algunos hogares se endeudaron con cadenas de farmacias mientras otros pidieron crédito para comprar comida en supermercados.
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cuales hubiese sido imposible acceder. Ejemplos en este sentido sobran, Margarita por ejemplo accedió a un refrigerador vía crédito de consumo el cual logró pagar luego de numerosas cuotas, para volver a ocupar su tarjeta. También se observaron créditos por televisores, muebles para la casa y ropa para la familia. En segundo lugar, en cuanto al acceso al crédito, muchos hogares han desarrollado mecanismos que permiten esquivar y flexibilizar las barreras que impone el sistema financiero. Con respecto a esto se destaca el mecanismo de circulación e intercambio de tarjetas. Lo que observamos es que los créditos de consumo no se articulan en torno a personas, sino en torno a redes de parentesco o incluso vecinales. Una tarjeta de crédito puede ser ocupada por otro miembro de la familia o amigos, dependiendo del cupo. Aunque este mecanismo logra flexibilizar altamente las barreras de acceso, tiene fuertes implicancias en el pago de los créditos. De todos nuestros entrevistados hay más de 10 familias que presentan alguna variante de estos intercambios. Las tarjetas y los cupos se intercambian generando verdaderas redes de solidaridad entre la familia o los vecinos. Un buen ejemplo es el caso de Jessica que tiene deudas en varias casas comerciales y que muchas veces para pedir crédito ocupa la tarjeta de una vecina que tiene más cupo que ella. Por otra parte ella también presta su tarjeta a una hermana. (Notas de campo, 2002) En tercer lugar, se observa que el costo de pagar los créditos es relativamente bajo y esto tiene que ver con los sistemas de pago. Aunque no contamos con datos concluyentes al respecto, gran parte de estos créditos de consumo están morosos11 y no se ven muchas opciones futuras de pago. Dado que el costo de no pagar es la exclusión de un sistema del cual están excluidos en principio, muchas veces la morosidad es una alternativa válida; aunque exista la intención de pagar. Generalmente esta morosidad se refuerza en la práctica por la enorme situación de precariedad y necesidad que justifica éticamente la incapacidad de pagar y el sistema de intercambio de tarjetas. Tal es el caso de Claudia de Temuco: “saqué cuenta en todo y preste las cuentas, por ahí por el 2000 yo saqué cuenta en todas partes. Empecé a comprar y a prestar las cuentas y al final dije “basta no pago más”, porque estaba pagando las cuentas de otro”. “Al final quedé como harto endeudada”. Hasta el momento, Claudia no ha podido arreglar el problema con las deudas. “Si yo quisiera arreglar eso tendría que gastar toda la plata que tengo para trabajar” (Notas de campo, 2001) Esta evidente dificultad de pago, deja abierta la pregunta de si el acceso de estos sectores fue una apertura circunstancial del sistema financiero -una flexibilización
de requerimientos que después se rigidizó- hacia los más pobres o sigue siendo parte de una política por parte de estas instituciones de ampliar la cartera de clientes a todos los hogares posibles, bajando las barreras de ingreso a niveles que no garantizan la posibilidad de devolución. En síntesis, pareciera ser que con la adaptación de los mecanismos de uso y de acceso al crédito, muchas familias en situación de pobreza han encontrado un mecanismo que les permite acceder a bienes de consumo durables. Aunque la alianza inversión en patrimonio y los créditos de consumo es historia conocida para los sectores medios- de hecho, es prácticamente la única forma de poder acceder a ciertos bienes- lo novedoso en esta historia parece ser el hecho que los sectores de menores recursos también han logrado habilitar ciertas puertas de acceso. PATRIMONIO Y BIENESTAR MATERIAL: ¿INVERSIÓN EN ACTIVOS O INTEGRACIÓN VICARIA? Hemos visto que existe un destacable aumento de la disponibilidad de ciertos bienes durables, la cual se da paradojalmente en un contexto de precariedad y exclusión social. Esta dinámica se encuentra directamente ligada a los créditos de consumo de las grandes casas comerciales –y una forma muy particular y flexible de uso-, los cuales parecen ser el resorte para la adquisición de un “set de durables”. En este contexto, queremos discutir algunas hipótesis en torno al impacto y a la racionalidad que puede estar detrás de este consumo. Lamentablemente, las relaciones entre pobreza, patrimonio y cultura material han sido insuficientemente exploradas en nuestro país, hecho por el cual queda prácticamente todo por hacer. Con todo, existen ciertas claves para entender la función y el sentido que mantiene esta incipiente inversión en durables en las familias de escasos recursos. En lo que sigue vamos a presentar brevemente dos claves de interpretación de estos datos y que apelan a dos racionalices diferentes. En primer lugar reseñaremos el enfoque de los activos que descansa en un análisis económico y de capital físico de los bienes. Seguidamente, se presenta una segunda clave –proveniente de la sociología y la antropología de la cultura material- que pone énfasis en la dimensión cultural y social de estos bienes de consumo. El enfoque de los activos Una primera línea de respuesta pasa por el enfoque de los activos. ¿Qué papel cumple esta inversión en patrimonio? Desde esta perspectiva, además del evidente valor de uso de los objetos, la inversión en patrimonio puede ser
11 Contrasta con la situación de los créditos de microempresas –sin colaterales- que en general tienen buena tasa de pago, de no mediar algún problema importante.
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OPINIÓN 5
explicada como una inversión en capital físico12. Es decir, los objetos son susceptibles de transformarse en dinero y hacer frente al shock económico del hogar. Dentro de esta línea, se puede encontrar la teoría de la vulnerabilidad social que considera dentro de los activos que puede movilizar el hogar los bienes materiales13. En la medida en que los hogares acumulan bienes, realizan una actividad que puede ser considerada un equivalente funcional al ahorro. Por esto mismo, muchas veces estas adquisiciones son perfectamente racionales desde un punto de vista económico14. Una aproximación de este tipo permite responder adecuadamente algunas preguntas sobre la racionalidad de esta acumulación material en hogares con alta precariedad. Antes que un lujo puede ser mirado como una inversión material. Sin embargo, el sentido de estas formas de consumo no sólo se puede explicar desde aquí. En la práctica, quedan algunas preguntas sin responder por cuanto en muchas ocasiones estos bienes de consumo no tienen mucho valor económico ni permiten hacer frente a las situaciones de vulnerabilidad. Basta considerar que en el estudio sobre vulnerabilidad de Wormald (2002) no encontraron ningún uso económico relevante -en términos de activos movilizables- de este tipo de bienes de consumo. ¿Qué otra racionalidad puede tener entonces este tipo de consumo? Para responder a ésta, es necesario entrar de lleno en el ámbito de la cultura material y los significados del consumo. Consumo e integración social Acercarse al consumo desde los estudios de cultura material significa poner entre paréntesis por un momento el valor económico de los objetos para concentrarse en su dimensión social15. Tal como afirma Don Slater (1997) los bienes, y particularmente los bienes de consumo, no satisfacen necesidades, sino que también permiten hacernos parte del mundo social; tienen un valor y un sentido que trasciende lo puramente económico. En otras palabras, los bienes de consumo y sobre todo ciertos bienes materiales permiten un principio de integración social (Douglas 1979, Slater, 1997). ¿Qué nos aporta esta aproximación para entender los
cambios en el patrimonio de las familias pobres? Más allá de la utilidad y valor económico de sus bienes, lo que también estaría en juego es la posibilidad de pertenecer y ser parte de ciertos estándares de consumo y de confort definidos por la sociedad en su conjunto. En otras palabras, este acceso al patrimonio podría ser visto también como una forma de integración social. En una sociedad donde la retórica del consumo y del confort se ha convertido hace años en el discurso dominante, no es irrelevante contar con un mínimo acceso a ciertos estándares materiales. De hecho, si lo miramos dos veces, resulta ser una forma relativamente económica y sencilla de generar pertenencia. Aunque no hay muchos estudios en esta línea en Chile, en otros países esta relación ha sido más explorada, poniendo en evidencia el link entre ciertos aspectos de la vida material y su potencial integrativo16 (Douglas 1979, Slater 1997, Hadden, 2000). El punto, sin embargo, es que estas nuevas formas de integración no garantizan en ningún caso el acceso a canales verdaderos de movilidad social y bienestar, como pueden ser el trabajo o la educación. En síntesis, mirar estos cambios en el consumo desde una perspectiva cultural abre nuevas respuestas. En efecto, en familias que son excluidas por los canales tradicionales de integración como el trabajo y la educación; este acceso primario a bienes de consumo les permitiría “colarse por la ventana” de nuestro proceso de modernización. En otras palabras, es una puerta pequeña para participar de los valores y significados de una sociedad que se define cada día mas en términos de una comunidad de consumidores (Bauman, 2000). Seducidos y Abandonados: pobreza y sociedad de consumo “Seducidos y Abandonados”, éste es el dramático título de un artículo escrito por Rubén Katzman (2000) para dar cuenta de la situación de los pobres en América Latina. Si miramos con atención la situación en Chile no se ve muy diferente. Aunque han mejorado los estándares materiales, la exclusión y diferencias sociales en ámbitos como acceso al trabajo y la educación no parecen aflojar.
12 En términos estrictos el capital físico considera el capital financiero y el físico. “El financiero se refiere a recursos como los ahorros monetarios, rentas y accesos a créditos. El capital físico propiamente tal se refiere a bienes materiales como la vivienda, animales, maquinarias y medios de transporte” (Flores et al, 2003) 13 Hay que hacer la salvedad que los principales activos para la teoría de la vulnerabilidad no son los durables del hogar sino la vivienda y el terreno (Wormald et al, 2002). De hecho, en este sobre estructura de oportunidades y vulnerabilidad de los sectores pobres no se encontraron diferencias importantes atribuibles a los bienes durables del hogar. 14 Una mirada más amplia a este enfoque es la que presenta Gallegos (2001) cuando revista los gastos de los hogares y estudia la racionalidad económica del consumo en durables. 15 Esto es lo que algunos autores denominan una racionalidad económica ampliada (Bourdieu, 2000), que sitúa las prácticas y decisiones económicas en el contexto más amplio de las prácticas y decisiones sociales y culturales. 16 Sin duda algunos de estos bienes tienen una naturaleza social más evidente que otros. Al respecto uno de los ámbitos de investigación más desarrollados tiene que ver con la exclusión social de las tecnologías de la comunicación y su potencial de generar pertenencia. Con respecto a esto ver Haddon (2000).
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De hecho, las diferencias siguen siendo abismantes y cada vez más difíciles de remontar.17 Sin embargo, en este escenario, los sectores pobres han logrado y están logrando establecer mínimos y en algunos casos no tan mínimos niveles de bienestar material, equipamiento y consumo a través de mecanismos como la adaptación del sistema de créditos de consumo. Aunque este aumento no parece conectarse con la superación de su situación de pobreza, si parece tener un sentido y una racionalidad. ¿Mediaguas con televisores enormes y refrigeradores de última generación? De alguna forma, estos bienes no sólo son una forma de capital físico, sino también un mecanismo vicario de integración en un escenario donde las verdaderas puertas de acceso parecen estar cerradas.
Seducidos por nuestra modernización, pero abandonados en la esperanza de encontrar verdaderas puertas de inclusión; las familias pobres parecen estar utilizando este acceso a un stock mínimo de bienes de consumo como una forma alternativa de pertenencia a una sociedad que corre sin detenerse por la carretera de la abundancia material. Pero este camino secundario tiene sus riesgos. Evidentemente, los estándares materiales y las pautas de integración cambian velozmente generando siempre nuevos excluidos. La sociedad de consumo no se detiene. Hay que tomarse en serio la advertencia el sociólogo Zigmund Bauman (2000), quien alguna vez dijo que la pobreza de una sociedad de consumo puede ser mucho más dramática, incluso, que la de una sociedad de la escasez.
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17 Si bien en términos absolutos hay mejoras, también hay numerosa evidencia que muestran el alejamiento relativo de los sectores de menores recursos. Esto en términos de Wormald (2002) y Prieto (2003), significa que los sectores de menores ingresos están cada vez más lejos de cumplir los estándares educacionales mínimos de acceso a un buen trabajo, a la vez que están accediendo a trabajos cada vez de peor calidad.
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¿CÓMO SE MATERIALIZA UNA IDEA? COMUNIDAD COORDINADORA DE CAMPAMENTOS Y COMITÉS PARA LA VIVIENDA “CONSTRUYENDO NUESTRO FUTURO” Nombre campamento Villa Esperanza Juan Alsina
Lo Boza
Mapumahuida
Nº Familia beneficiadas 170 Año Formación 1995 1995 1988 Peligros y riesgos
inundación
cercanos
inundación, inundación, pendiente
2003 inundación
pendiente
pronunciada pronunciada
Electricidad
no
no
no
no
Agua Potable
no
no
si
si
Alcantarillado
no
no
no
no
PROYECTO Una Ecuación Difícil: •diseñar barrios de calidad • bien localizados en la ciudad • viviendas flexibles para crecer • viviendas estructuralmente seguras = todo x UF 300 por familia Ganador: Teodoro Fernández Larrañaga, Arquitecto, de la P. Universidad Católica de Chile. Desde 1997 es socio de Fernández-Courard Arq, dedicada a la elaboración de proyectos de arquitectura, paisajismo e interiorismo.
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Planimetría
Render
EL CASO DE ELEMENTAL-RENCA En marzo de este año se premió a los 7 proyectos ganadores del Concurso Mundial de Arquitectura ELEMENTAL, donde se convocó a las mejores oficinas de distintos países a diseñar y construir viviendas de Bajo Costo en Chile. Estos proyectos fueron seleccionados entre más de 500 participantes y en estos días, las ideas están tomando contacto con la realidad, con los terrenos de 7 ciudades de Chile, con presupuestos mínimos, con climas y culturas variadas, y por sobre todo esto, con sus futuros habitantes, quienes mediante distintas metodologías, han participado en el diseño de sus viviendas y en la planificación de su barrio. El proyecto aborda la problemática de la vivienda de Bajo Costo en Chile y propone innovar en tres áreas: 1. Diseño urbano y arquitectura de viviendas. 2. Tecnología, materiales y seguridad sísmica. 3. Habilitación social y trabajo participativo.
Ubicación nuevo terreno
Estas imágenes representan uno de los proyectos ganadores, el cual se encuentra en etapa de desarrollo, logrando que tras años de trabajo y esperanzas, y conjugándose la voluntad de profesionales, dirigentes, voluntarios, empresarios, políticos, familias y de muchas otras personas, sea posible materializar, mediante estas viviendas, un hogar digno para las familias de 4 campamentos ubicados en Renca, comuna de Santiago. Estas viviendas se construirán durante el año 2005.
Celebración de la compra del terreno PARTICIPACIÓN El proyecto incluye como elemento central la participación de las familias en el diseño de sus viviendas y futuro barrio. Para potenciar los beneficios que conlleva el acceso a esta nueva vivienda, en paralelo al diseño y los aspectos técnicos del proyecto, Un techo para Chile, desarrolla los distintos proyectos de habilitación social, implementando planes de educación, ahorro, fomento productivo, trabajo comunitario, prevención en salud, asesoría jurídica, capacitaciones técnicas en autoconstrucción, entre otros, los cuales continuarán una vez que las familias sean trasladadas a fin de acompañar el proceso de cambio y orientar a las familias en la ampliación de sus viviendas.
Instituciones que participan: Pontificia Universidad Católica de Chile (Arquitectura, Ingeniería y Políticas Públicas UC) - Ministerio de Vivienda, Urbanismo y Bienes Nacionales - Un Techo para Chile - Colegio de Arquitectos - Fundación Rodelillo - Cámara Chilena de la Construcción
TERRENO Las familias, valorando sus redes sociales y económicas, desarrolladas durante años de vivir en la comuna de Renca, se han esforzado en buscar terrenos aptos para el desarrollo de sus viviendas definitivas dentro de su comuna, lo cual no sólo evita el traslado a barrios periféricos y mal equipados, si no que también potencia los beneficios de pertenecer a una comunidad territorialmente identificada. Con este fin, y tras años de negociaciones, la “Coordinadora” de Campamentos logró adquirir un terreno propiedad de Inmobiliaria PY, quien entendiendo el espíritu del proyecto aportaron un importante descuento sobre el precio de mercado.
ELEMENTAL es un proyecto de la Pontificia Universidad Católica de Chile financiado por FONDEF de CONICYT (Gobierno de Chile) en asociación a UTPCH.
Material gráfico aportado por Taller Chile
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CAMPAMENTOS EN LA REGIÓN DE TARAPACÁ Sica - Sica Pasaje Sofía Lechera del Río San José Las Machas La Pampa La Negra El Boro Laguna Verde Los Areneros
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EL PROYECTO DE HISTORIA ORAL “HISTORIAS DE CAMPAMENTOS DE CHILE” Este proyecto dirigido por el Centro de Investigación Social de Un techo para Chile desde octubre de 2002, consistió en la recolección de historias personales y comunitarias en 30 asentamientos precarios del país ubicados en regiones de la I a la X. La metodología utilizada para recolectar estas historias fue de corte cualitativo y los encargados de hacer las entrevistas particulares y colectivas fueron voluntarios de Un techo para Chile de todo el país, quienes fueron capacitados con este propósito. El resultado de este proyecto es la formación del primer archivo de historia oral de personas de campamentos de Chile. Razones que motivaron este proyecto: - Dar un paso y otorgar herramientas para que se considere e incluya a los chilenos que viven en la extrema pobreza en los recuentos oficiales de la historia del país, dando a conocer la realidad de las familias de los campamentos al resto de la sociedad, y de esta forma contribuir a engrosar nuestro imaginario colectivo e identidad nacional. Para los pobladores, un proyecto de esta naturaleza implica el reconocimiento y validación de sus recorridos e historias, y una invitación a sentirse parte de la historia oficial de su país. Consideramos que la ausencia de los habitantes de campamentos en el ideario colectivo de los chilenos (ausencia en medios de comunicación, en los estudios de identidad nacional, y en las versiones oficiales de lo que ha sido la Historia de nuestro país), contribuye a perpetuar el círculo de la pobreza en nuestro país empobreciendo a toda la sociedad y atacando agresivamente la autoestima de los pobladores y sus posibilidades de salir adelante. Asimismo, el proyecto Historias de Campamentos busca constituirse en un aporte para la historia y la historiografía nacional relativa a los sectores populares de la sociedad, en tanto este archivo provee de un significativo número de fuentes primarias, permitiendo explorar el campo de la historia oral en sectores populares. - Generar al interior de cada campamento un proceso de animación comunitaria a través de las entrevistas colectivas e individuales, con el fin de promover en cada comunidad un sentido de grupo con una identidad e historia común.
I REGIÓN
LA PAMPA LA NEGRA EL BORO
Por medio de las entrevistas grupales e individuales los pobladores recordaron y tomaron conciencia de sus logros y equivocaciones a la vez que reconocían el valor de sus memorias y experiencias. Del mismo modo, fueron explicitando los paradigmas bajo los cuales estructuran sus historias. De manera que el proceso de recolección de información tuvo un rol activo en el desarrollo de las comunidades investigadas. - Asumiendo que la realidad de los campamentos es de carácter transitorio, se intentó registrar la historia y vida de estos asentamientos precarios antes de que éstos sean er/radicados, a fin de no olvidar que forman parte de la historia de nuestro país. Es así como las entrevistas colectivas e individuales permiten entrever el espacio físico y social del campamento tal como es percibido por sus habitantes, es decir, como un lugar vivido, cuajado de hitos e historias, organizaciones, mitos e ideologías, ritos y fiestas, recuerdos buenos y malos. Las entrevistas transmiten también el “ambiente” que posee cada campamento, que rodea los acontecimientos ahí ocurridos, y que muchas veces mueve la vida de sus habitantes. De esta manera, se intentó incorporar el aspecto subjetivo de la vida de los campamentos, es decir la experiencia vivida por las personas que habitan estos asentamientos. MATERIAL RECOPILADO • 44 entrevistas colectivas • 100 entrevistas individuales • 2.376 fotografías
Parte del material recopilado a través de este proyecto se editó y dio forma al libro Historias de Campamentos de Chile que será lanzado el día 16 de agosto de 2004.
A continuación se presenta la primera de las 30 historias de campamentos que contiene el libro “Historias de Campamentos”
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I REGIÓN
A las mujeres de La Pampa: “Dieron la lucha, marcaron terrenos, sufrieron junto a sus chiquillos los fríos de la noche del desierto y el calor agobiante del día; la burocracia y el abuso de dirigentes vecinales. Pero estaban ahí, firmes y con la mirada fija en el horizonte. Nunca dudaron que esta sería la población por la que tanto han luchado”. (Abelardo Lobos, alias “Don Nadie”, dirigente del Campamento)
LOCALIZACIÓN Región
SANEAMIENTO
Comuna
Alto Hospicio
Dirección precisa Entre auto construcción
Municipalidad (N), Planador (0) DATOS GENERALES
N° familias N° familias allegadas
2388 0 2388
Año de formación
1999
Sí
Alcantarillado
ENTORNO (Peligros y riesgos cercanos)
Sí Pendiente fuerte
SERVICIOS BÁSICOS (ubicación) Posta o Servicio Médico Establecimientos
Total de viviendas
HISTORIAS DE CA MPA M ENTOS
Sí Estatal
Iquique Agua potable
Sector/hitos
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PROPIEDAD LEGAL DEL TERRENO
1 Luz eléctrica
ORGANIZACIONES
Más de 3 km
Instituciones que
Hogar de Cristo
Hasta 3 km
trabajan de forma
Un Techo para Chile
educacionales
permanente
Comisaría (o equivalentes) Más de 3 km
SERVIU Otros
LA PAMPA
Una ciudad en el desierto En las puertas de Iquique -ciudad que aspira a ser la “Miami de Latinoamérica”- se encuentra el campamento La Pampa. Este asentamiento, junto con La Negra, se ubica específicamente en el sector Alto Molle que está separado del sector Alto Hospicio por la carretera Panamericana. Pese a esta separación ambos sectores son conocidos como “Alto Hospicio”. La Pampa es una verdadera ciudad en los bordes de otra. Una ciudad en la mitad del desierto habitada por 2388 personas. Construida con mediaguas y cartones, pero también con el esfuerzo y, sobre todo, la “lucha” de sus habitantes - palabra que de tanto repetirse y vivirse ha llegado a ser el himno de los pobladores de este lugar. Espacialmente, La Pampa representa con fuerza sobrecogedora la exclusión. El Campamento está lejos de todo, en medio del desierto. Por esto, los pobladores no sólo desean conseguir la vivienda definitiva, sino que también buscan
ser parte de Iquique. Por sobre todas las cosas la consigna es “pertenecer”, o como dice uno de sus dirigentes, “tener calles con nombres como toda la gente”. Como toda la gente, las personas de este campamento han luchado por tener una vivienda, por servicios básicos y por tener una ciudad que los acoja. Esta lucha por tener las cosas “que tiene toda la gente”, es quizás la verdadera historia de La Pampa. Al escuchar este relato se observa cómo detrás del frío y las temperaturas extremas del desierto, detrás de la escasez de agua y la distancia, ha terminado por vencer prodigiosa la fortaleza y determinación humana. El desierto siempre ha sido uno de los escenarios favoritos para representar este tipo de cosas. Como tantos otros ejemplos, la historia de La Pampa es la historia de la lucha entre el desierto y el hombre. Afortunadamente, aquí en La Pampa, este mano a mano lo ha ganado el hombre. 59
QUIÉNES SOMOS, DE DÓNDE VENIMOS Don Nadie es el dirigente del Campamento. Un hombre de 50 años con una vida que transpira determinación y esfuerzo. Aunque se llama Abelardo Lobos, se hace llamar Don Nadie como una forma de protesta. “Mientras no tengamos vivienda y servicios como toda la gente, en realidad no somos nadie”. Don Nadie llegó a Iquique buscando a su esposa. No la encontró, pero sí encontró su destino. Primero la vida lo arrojó a la calle, pero luego su propio esfuerzo y sus ganas lo levantaron y lo transformaron en dirigente. Ahora es el corazón de este campamento.
“Don Nadie”, Abelardo Lobos en su casa junto a Norma Valle. Ambos son responsables de la creación del comedor y el centro cultural “Bases sólidas para un hermano”.
Erica Cuevas llegó a La Pampa hace cuatro años. Venía del sur, de donde escapó de un río que se llevó su casa con todas sus cosas. Con lo único que llegó fue con sus hijos.
Alisson Véliz con sus hijos.
Yolanda, apodada Pascuala porque su marido se llama Pascual. 60 HISTORIAS DE CA MPA M ENTOS
Norma Valle también es de Iquique, trabajaba en el puerto vendiendo salchi-papas hasta que un día su marido se quedó sin trabajo. El cambio fue muy doloroso; significó dejar una buena casa y empezar todo de nuevo en una carpa. Alisson Véliz es madre soltera y viajó desde Mendoza con sus cinco hijos. Es difícil imaginar lo duro que puede haber sido ese viaje. Empezó durmiendo en carpas: “se me hizo muy difícil cuando empecé durmiendo con mis hijos en el suelo. Empecé en la toma con puras bolsas de harina”.
El año 2002 un grupo de pobladores que trabajan en El Comedor postularon a un proyecto de una universidad de Iquique y se ganaron un curso de teatro. Iba una profesora y les hacía clases a los niños y a los papás. Montaron dos obras de teatro que después presentaron en el auditorio de la misma universidad.
Yolanda Cuello también se escapó del sur; se escapó de la falta de trabajo y de un futuro en Copiapó. Un día juntó a todos sus hijos y partió. Primero arrendó una casa en Iquique pero no tenía dinero para solventar los altísimos costos. Cuando supo de La Pampa, no lo pensó dos veces y se vino con toda su familia. Víctor siempre ha vivido en Iquique. Trabaja de manera esporádica en la construcción y, gracias a Dios, hasta ahora ha podido mantener a su familia. Se vino a La Pampa porque su situación en Iquique no daba para más: “Estábamos arrendando; estábamos mal con el arriendo y aprovechamos la oportunidad y nos vinimos para arriba (al Campamento). Teníamos un par de piezas de cholguán y material que después, con el cambio, se rompió, así que había que venirse a como diera lugar”.
Rosa Bolívar con su marido, Cruz Lorca, y sus dos hijos. 61
LOS INICIOS La capilla de La Pampa fue hecha por los pobladores con ayuda del Hogar de Cristo. Está construída en base a paneles conseguidos de las cajas que traen los barcos desde el extranjero. Los pobladores recuerdan con orgullo cómo desde esta iglesia, el padre Felipe Berríos bendijo durante los trabajos de invierno de agosto de 2000, la construcción de las 500 mediaguas que se levantaron en La Pampa. “A principios del mes de agosto del año 1998 corrían fuertes rumores que el alcalde, Jorge Soria, apoyaría una toma de terrenos al costado de la autoconstrucción1(...) Así nos reunimos un grupo de pobladores que hasta ese momento vivíamos en El Boro -otro campamento de la zona de Alto Hospicio-. Un día, a las cuatro de la madrugada, iniciamos a paso decidido el camino para luchar y adquirir un pedazo de terreno definitivo. Se fue uniendo gente de muchas partes, incluso de Iquique. Fueron momentos muy tensos e inseguros donde cada familia marcaba sus terrenos con lo que tuviera: madera, cordeles, piedras o una simple ralladura con yeso que dijera que eso era suyo y que estaba dispuesto a dar la lucha por ese cuadrado. El primer día, pasados los encontrones con la policía, procedimos a armar lo que serían nuestras primeras techumbres que nos cobijarían de las heladas noches nortinas. Las armábamos de cartón, de nylon, de sacos y de lo que encontráramos”. (Don Nadie) “Yo empecé con puras bolsas de harina, me hice una pieza de puras bolsas, después me dieron fonola y
cholguán. Empecé con la mitad de mi pieza, el resto era nylon no más...”. (Alisson Véliz) “Cuando recién llegamos vivíamos allá atrás, como a una cuadra y media para arriba, en lo que iba a ser la calle, porque esos sitios no estaban asignados, así que estuvimos varios meses viviendo allá hasta que nos asignaron estos sitios; estos sitios no existían, era un hoyo lleno de tierra y aquí vivimos desde ese entonces”. (Victor) “Llegué a La Pampa con ocho meses de embarazo y con mi marido tuvimos que desarmar la pieza y después volverla a armar, y con mi tremenda guatita, me salió una hernia umbilical. El día que llegamos, no alcanzamos a armar la pieza y tuvimos que dormir a la intemperie, nos pusimos en el medio de todas nuestras cosas y nos tapamos con una red, así dormimos. Esa noche pasamos mucho frío y al otro día teníamos la cara y los labios partidos con el sol”. (Rosa Bolívar)
Capilla de La Pampa, hecha por los mismos vecinos del Campamento.
1 Proyecto municipal fuertemente criticado que se vería potenciado con esta toma. 62 HISTORIAS DE CA MPA M ENTOS
EL COMEDOR FRATERNO DE NUESTROS NIÑOS A poco llegar, los habitantes del Campamento se comenzaron a organizar. Una mano ayuda a la otra, y así la gente de La Pampa fue formando una comunidad. Los primeros beneficiados fueron los niños: “Y entonces, don Nadie se puso al habla con una gran pobladora, la señora Norma Valle, que a pesar de sus carencias estaba dispuesta a trabajar codo a codo por los niños de la población, y ahí fue que obtuvimos los recursos para celebrarles la Navidad a nuestros niños. Fue tan hermoso ver cómo nuestro buen padre Dios siempre ha estado con nosotros. No nos faltó nada. Tiempo después se formó el comedor fraterno padre Alberto Hurtado”. (Don Nadie) Más de 200 niños comen los fines de semana y festivos en el comedor fraterno. Las mujeres del Campamento se turnan para mantenerlo funcionando. Al conversar con ellas pareciera que el comedor, más que un trabajo, es una fuente de satisfacciones. “Es muy bonito poder ayudar a esos niños que lo necesitan los fines de semana y los festivos, porque en la semana almuerzan en el colegio, pero los fines de semana no. Nosotros colaboramos aquí para
ayudar a los niños, lo hacemos voluntariamente. Yo estoy orgullosa de venir a trabajar aquí y de alguna manera ayudar”. (Erika Cuevas) “Trabajar en el comedor ha significado dar y enseñar a niños y estoy orgullosa de que un niño se me acerque y me cuente sus problemas. Con las personas adultas es difícil lograr un acercamiento, ya que algunos no comprenden muchas veces que hay que dar de corazón a los demás antes que a uno mismo”. (Norma Valle)
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LA BATALLA FINAL Sin embargo, no bastaba sólo con tener un terreno donde poder vivir. Para los pobladores de La Pampa la meta final era integrarse por completo a Iquique; ser reconocidos y validados como una comunidad que es parte importante de esta ciudad. Querían dejar atrás la marginación y empezar a vivir “como la gente”. “Fueron días muy hermosos, pero como para los pobres las cosas hermosas son siempre pasajeras, pronto las autoridades se dieron cuenta que al estar a un costado de la carretera éramos muy visibles y les echábamos abajo su publicitado slogan que Iquique era la Miami de Sudamérica. Decidieron que teníamos que cambiarnos al fondo donde nos iban a dar los papeles. Cansados de tanta burla y burocracia, fue así como nos tomamos la carretera que une Alto Hospicio con Iquique. Algo curioso y digno de un milagro ocurrió, ya que las 500 familias que éramos nos multiplicamos como peces en el río hasta llegar a hacer la toma más grande de Chile, con 2700 familias. Pasaron los días, los
meses e incluso un año y seguimos escondidos, sin un compromiso real de las autoridades por solucionar cosas tan básicas y humanas como el agua y la luz. Fue así como nos contactaron con los periodistas de Megavisión y su programa Aquí en Vivo. Fueron días cruciales para el futuro desarrollo de nuestra población y estuvimos en la mente y el corazón de muchos chilenos. Fue tanto el impacto que a la semana siguiente vimos poner los primeros postes y clausurar el vertedero que tanto mal le hacía a nuestros niños”. (Don Nadie) Como consecuencia de las denuncias de don Nadie y de las numerosas cartas que le escribió a las autoridades, en el año 2000 el Presidente de la República visitó en persona el campamento La Pampa. Por esa época el presidente Lagos había abierto las puertas de La Moneda, y don Nadie respondió a este gesto por televisión diciéndole al Primer Mandatario que así como él había abierto las
Calle de La Pampa. A la derecha puede verse el lugar donde se ubica la feria agropecuaria, que se realiza a diario autos por lo baratos que estos son en la Zona Franca de Iquique 64 HISTORIAS DE CA MPA M ENTOS
Esta es la Avenida Las Américas, calle principal de La Pampa. La gente del Campamento decidió nombrar esta avenida así, en honor de la niña de La Pampa asesinada por el psicópata de Alto Hospicio.
puertas de La Moneda, él quería abrirle las puertas del campamento La Pampa e invitarlo a visitar el asentamiento para que viera las condiciones en que vivían sus pobladores. El Presidente respondió con su presencia. Esta visita fue la señal definitiva: estaban comenzando a ser reconocidos.
“Entonces llegó la alegría después de tanto luchar, pelear, llorar. Un día de enero nos dijeron ’Ya, ganaron; se van al sector La Pampa con sus terrenos trazados’; con un motor que también nos había costado peleas y en mi caso con un embarazo de siete meses que me dio una hermosa niñita, la mayor felicidad. Luego vino el Presidente, junto al Plan Integral y la urbanización. El comedor que nos apoyó siempre también surgió, gracias a nosotros y a la ayuda del Hogar de Cristo. Las mediaguas solucionaron el problema de muchas familias que sufrían y por último, la comercialización de los que pronto serán nuestros hogares, pobres pero dignos y hechos con nuestro esfuerzo. Gracias a la ayuda de nuestros compañeros de la cooperativa construiremos nuestras casas sólidas”. (Rosa Bolívar)
y donde se venden frutas, verduras y ropa usada. En los campamentos de Alto Hospicio es común ver muchos 65
Avenida principal de La Pampa. Este campamento comenzó a urbanizarse a principios del año 2002.
LA RADICACIÓN O EL NACIMIENTO DE LA “POBLACIÓN LA PAMPA” A mediados del año 2000, el gobierno decidió radicar definitivamente el campamento La Pampa y crear el municipio de Alto Hospicio. En la práctica, esto significaba que el Campamento tenía existencia reconocida dentro de la ciudad de Iquique. Como añoraba don Nadie, las calles del Campamento pasarían a tener nombre y pavimento. A punta de trabajo, los vecinos habían logrado el reconocimiento de las autoridades y la opinión pública. Por fin don Nadie podía volver a tener un nombre propio. Aunque el proceso de radicación todavía está inconcluso -al visitar el Campamento, se observa que aún falta mucho por hacer para que este asentamiento sea parte de Iquique. Para los vecinos que dieron la lucha es un orgullo saber que lograron su objetivo: sacar su campamento del desierto y meterlo en la ciudad. La radicación ya empezó, llegó la luz, se pavimentaron las calles y se hicieron las instalaciones del alcantarillado. También se está construyendo un estadio techado y se planea construir un hospital. Habla don Nadie: “Entonces, el gobierno toma cartas y crea el Plan Integral para solucionar y ordenar los campamentos existentes en Iquique, poniendo electricidad, alcantarillado y asfaltando sus calles principales”. Por fin La Pampa podrá ser una población. Para los vecinos estas conquistas tienen una importancia muy particular ya que son el resultado de enormes sacrificios. 66 HISTORIAS DE CA MPA M ENTOS
Carmen Bugueño 40 años, cuatro años en La Pampa “Para mí tiene mucho significado porque acá puedo tener lo mío, mi casa propia junto a mi esposo e hija, porque cuando llegué acá a Iquique, estuve
Hasta el año 2003 los pobladores de La Pampa dependían del camión aljibe para tener agua. La frecuencia con que llegaba este camión era bastante relativa, a veces dos veces por semana otras veces una vez cada dos semanas, sin aviso.
Cynthia Beroíza con dos de sus hijos, su hermana pequeña y su madre, Carmen Bugueño.
de allegada donde mi hermana, y no es lo mismo que tener lo de uno, porque todo le molestaba y se enojaba. En cambio acá es mío y he luchado por esto, he pasado penas y alegrías, me ha costado, pero ahora voy a construir mi casa. Yo llevo cuatro años acá, me tocó pasar frío en la noche y el sol y la tierra, pasar la noche en carpa y pelear con los choferes de los camiones del agua que no me echaban agua. Así pasaron los días y meses, hasta que tuve que hacer los trámites y los papeles y firmar con SERVIU para que me entreguen el título de dominio que la casa y el terreno son míos”.
Norma Valle 43 años, cuatro años en el Campamento “Hoy me siento feliz, ya que las tomas de a poco han ido cambiando. Las calles ya no son de pura tierra. Es hermoso ver cómo tenemos una vereda; que ya no lucharemos con el polvo que levantaban los vehículos. Tendremos luz y pronto tendremos agua. Qué más podemos pedir. Sólo tenemos que seguir luchando para lograr que la toma sea parte de un pasado lleno de sacrificio y esfuerzo; y pensar que en un futuro cada día podremos seguir superándonos”.
Norma Valle en las puertas de la casa de Erika Cuevas, conocida como “la abuelita”. 67
REPORTAJE
VIVIENDA PRODUCTIVA: UNA SOLUCIÓN HABITACIONAL Una vivienda que conjugue habitabilidad y productividad. Esa es la base de las llamadas “viviendas productivas”, una nueva iniciativa arquitectónica y una posible política habitacional en la búsqueda de la superación de la extrema pobreza en Chile. La vivienda productiva pretende lograr la integración del trabajo a la casa, para que quienes no pueden acceder a las redes de trabajo del mercado, tengan la posibilidad de generar ingresos que les permita auto-sustentarse. Este nuevo concepto se ha desarrollado en Chile principalmente a través de experiencias aisladas en distintos lugares del país: Renca, Iquique y últimamente en la población el Castillo de la Pintana bajo la dirección de una iniciativa privada llamada fundación Misión de Cristo. Por Carolina Parada, Javiera Cortina, Victoria Paz
Cómo surge la vivienda productiva La realización de este tipo de proyectos no se ha dado sólo en nuestro país. Hay experiencias de este tipo en países como Perú, Colombia y, las más exitosas han sido llevadas a cabo en Venezuela, donde a partir del año 2003 se han destinado 4,4 millones de dólares para construir 150.000 viviendas sociales bajo este esquema. La base teórica de este proyecto se basa en reconocer aquellos hechos que se dan de facto y darles una adecuada solución que permita que se desarrollen en forma adecuada y explotando sus potencialidades. Para Ricardo Tapia, director del Instituto de Vivienda (INVI) de la Universidad de Chile, es importante reafirmar lo que desde hace tiempo se da en Chile, ya que “al día siguiente de inaugurar un conjunto habitacional la gente ya está instalando negocios en sus hogares, por lo que este tipo de proyectos viene a constatar una necesidad y una realidad que existe en los sectores populares, los que se dedican, principalmente, al comercio minorista”. La masividad de esta práctica se manifiesta en una ley creada en 2003 especialmente para las microempresas familiares: la ley 19749. Ésta tiene como requisito que
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la actividad económica se ejerza en la casa habitación familiar, que en ella no laboren más de cinco personas extrañas a la familia, y que sus activos productivos, sin considerar el valor del inmueble, no excedan las 1000 UF. A un año de su entrada en vigencia existen 2.200 empresas inscritas, de las cuales el 60% pertenece a mujeres. Según datos del Sernam las principales actividades se relacionan con extensiones del trabajo doméstico, como comercio de alimentos, confecciones y algunos servicios. Se espera que de esta manera 400 mil negocios más puedan regularizar su situación, lo cual demuestra que la productividad del hogar es fundamental para muchas familias y representa una modalidad muy extendida. Francis Pfenniger, gerente general del colegio de arquitectos, asegura que una iniciativa de vivienda productiva es beneficiosa en este sentido, ya que es necesario reconocer las situaciones y darles una solución arquitectónica que responda a sus necesidades. Agrega que gran parte de los pobladores que utilizan
Vivienda productiva una solución habitacional
áreas de sus casas para la venta o reventa de artículos no cuentan con los espacios idóneos para ello, o mezclan los ambientes sin posibilidad de separar aquello que pertenece al descanso, al ocio y a la actividad laboral. Cómo lograr el éxito en la vivienda productiva Ricardo Tapia establece ciertos factores que deben estar presentes para que estas iniciativas sean exitosas: En primer lugar asegura que se debe realizar un diagnóstico para saber cuánta gente, dentro del conjunto habitacional, cuenta con trabajo estable. A partir de eso se decide cuántas viviendas productivas han de realizarse. En segundo lugar se debe conocer y evaluar qué ámbitos laborales son posibles de llevar a cabo bajo este esquema. En esto destaca que no todas las labores serán exitosas, considerando que probablemente algunas no tendrán beneficios si ya existen otras viviendas dedicadas a lo mismo. En tercer lugar establece que es fundamental saber buscar fórmulas creativas para relacionar lo que es vivienda como descanso y como unidad productiva. La solución habitacional debe tener un diseño flexible, ya que las familias van cambiando, crecen o se tornan más pequeñas, por lo que dentro del diseño arquitectónico se debe contemplar la posibilidad de reutilizar el espacio que se destina a la actividad productiva. Debe existir un reciclaje de los espacios habitacionales. Joan MacDonald Directora Ejecutiva del Diplomado Nacional de la Corporación de Promoción Universitaria (CPU), agrega que una iniciativa de este tipo es positiva, ya que en los sectores populares el empleo es muy inestable y las condiciones de trabajo son generalmente informales, por lo que el hecho de que las personas puedan trabajar en sus hogares es una buena alternativa. La posibilidad de auto sustentarse es una forma de que las personas se sientan con las herramientas para superar la condición de pobreza. Como requisito, la arquitecta establece que para hacer más efectivas estas iniciativas deben existir estudios previos que aseguren que las actividades que se instalan
en las casas productivas corresponderán a una demanda adecuada de tal servicio. Asimismo, los planes deben considerar no sólo a las familias que reciben la ayuda, sino al conjunto habitacional en su totalidad, ya que de lo contrario “es muy fácil que a esas familias las absorba la pobreza de las orillas”. Por esto el espacio público debe ser de primera importancia para la ejecución de este tipo de planes, ya que para una ayuda efectiva el conjunto habitacional debe levantarse por completo. Tanto Ricardo Tapia como Joan MacDonald coinciden en la necesidad de crear una red de contactos para poder sustentar iniciativas y proyectos como el de la vivienda productiva. Esto se refiere a que la actividad desarrollada pueda extenderse más allá del barrio, para que un mercado más amplio y donde exista una mayor demanda pueda acceder a los diferentes servicios que se pretende entregar. Tal como dice la arquitecta “los pobres no tienen el dinero suficiente para enriquecer a otros pobres y si no se establece un contacto externo la actividad comercial sólo produce que el mismo dinero de más vueltas”. Vivienda productiva: ¿una forma de superación de la pobreza? En la superación de la extrema pobreza existen distintos ejes que pueden complementarse con la iniciativa de vivienda productiva y así lograr resultados exitosos que traspasen a los casos aislados. Para la arquitecta Joan Mac Donald, deben existir cuatro ejes de acción sobre los que se debe trabajar. Lo primero es el acceso al suelo. Lo importante es que el espacio de la construcción de una vivienda sea propio y en caso de que no lo sea, ayudar a las familias a obtenerlo. Sin esto los esfuerzos disminuyen su eficacia ya que en la propiedad se va creando el sentimiento de riqueza y se fundamenta el esfuerzo social. A esto se añade la necesidad de contar con los servicios básicos, ya que estos en definitiva generarán mejores condiciones de vida para las familias y para
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REPORTAJE
la comunidad. Esto implica que los programas deben contemplar un aspecto que va más allá de la mera entrega de la vivienda productiva y que abarca el trabajo cotidiano y la transmisión de la importancia de mantener estos servicios. Esto debe contribuir a evitar aquellas situaciones en los cuales los servicios están presentes pero en forma discontinua debido a la morosidad en los pagos. También destaca el tema de los espacios públicos. En estos las personas pueden constituir grupos, organizarse dentro de las comunidades, y de esta forma mantener el capital social indispensable para la superación de la pobreza. Como cuarto punto se refiere a la productividad en la propiedad. Para la arquitecta es necesario que exista la posibilidad de habilitar un espacio dentro de la vivienda, donde las personas puedan desarrollar labores comerciales, ya que la vivienda siempre se ha considerado como un bien productor . Para Ricardo Tapia, la intervención de privados en el tema de la superación de la pobreza es muy útil. Como una manera de asegurar su efectividad cree que “los proyectos impulsados por ellos deben mantener ciertos índices de replicabilidad, es decir, que en caso de que ellos no siguieran con la ayuda, los costos pudiesen ser asumidos por las municipalidades”. En la creación de una vivienda productiva existen distintas formas de adecuar el hogar a una actividad económica. Para este reportaje analizaremos la utilizada por “Misión de Cristo”, una fundación que ha concentrado su ayuda en la población El Castillo de la Pintana bajo esta modalidad de trabajo. Una iniciativa de vivienda productiva: “Misión de Cristo” La fundación comenzó con la entrega de mediaguas a 3 familias, y ha evolucionado hasta la construcción y habilitación de dos casas de cemento con servicios básicos para dos beneficiadas: Doris Pizarro y Carola Barahona. Esta iniciativa fue gestada por el arquitecto David Rodríguez, quien luego de la primera ayuda quedó muy desilusionado desde el punto de vista técnico. “Lo que hicimos nosotros fue una solución de emergencia y así estuvo bien, pero como solución definitiva no era suficiente”. A raíz de esta inquietud nace el concepto de la casa como unidad productiva. En un análisis del ambiente de las viviendas, el arquitecto detectó problemas de negación del espacio externo, la
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Análisis del ambiente de las viviendas. cual se manifiesta en sellado de ventanas y enrejados caseros, y soluciones “parche” contra la lluvia, las cuales llevan a problemas de humedad, iluminación, y acumulación de objetos en espacios reducidos. Para el proyecto se decidió conservar la unidad básica que ya existía en las casas y que consistía en muros de albañilería, contenedores de la cocina, baño y living comedor. Asimismo se delimitó el terreno con un muro separador ya que sólo existía un armado inestable de tablas entre un terreno y otro. Las habitaciones productivas de la casa se construyeron en la planta baja sin segundo piso debido a dos razones. En primer lugar porque en los casos concretos existían familiares en silla de ruedas y en segundo lugar porque esta modalidad deja abierta posibilidades de ampliación y no limita el espacio destinado al patio, el cual ilumina y asolea los recintos combatiendo así la humedad.
Plano casa Doris Pizarro.
Vivienda productiva una solución habitacional
Patio actual casa Doris Pizarro.
Plano casa Carola Barahona.
La relación interior / exterior se consideró desde un inicio como arquitectónicamente muy importante, ya que la vivienda se organiza con un patio continuo que da a todos los dormitorios. De esta manera la familia duerme en un gran espacio sub-dividido que se abre a un ventanal. Esto genera una unidad y un nuevo tamaño espacial, ya que la trasparencia de estos ventanales hace que los dormitorios participen de todo el ancho del terreno. Con esto se pretendía que los habitantes cambiaran de un entorno apretado, con espacios muertos y oscuros, a uno holgado y con gran iluminación. La conjugación entre habitabilidad y productividad se logró por una adecuada organización progresiva de los recintos. Estos pasan de lo más público a lo más privado, desde lo más cercano a la calle donde se ubican las habitaciones productivas hasta el interior donde están los espacios familiares y de descanso. Las actividades fueron acogidas en los niveles de privacidad posibles, ya que no se contaba con el suficiente espacio para dar respuesta individual a cada una de ellas.
La culminación de este proyecto fue un modelo de vivienda que tuvo un costo total de 5,65 millones de pesos para la fundación, costo que involucra la construcción de la misma, su implementación (cocina, refrigerador, etc) y una ayuda mensual otorgada a cada familia. En las tablas se muestran las estadísticas de medidas de construcción de las casas piloto ya entregadas y los costos.
Casa Doris Casa Carola Subtotal
M2 Remodelacion M2
Ampliacion
M2
Terraza
M2
Lavadero
27
27
54
31.4
52.75
84
8 10.5 18.5 2.8
2.6
5.4
Total 161.9 m2 M2 Remodelacion
54*0.4= 21.6
M2
Ampliacion
M2
Terraza 18.5*0.2= 3.7
84*1= 84
M2 Lavadero TOTAL 114.7
5.4*1= 5.4 m2
Ponderados
Total m2 ponderados 114.7 Total Costo Valor
m2
Productiva
529.4 UF 4.6uf/m2
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REPORTAJE
Las dos primeras casas La primera, corresponde a la señora Doris Pizarro, quien tiene cuatro hijos y hacía pan para sobrevivir. La fundación aprovechó esa habilidad y la potenció, ampliando la cocina inicial hacia un taller de trabajo. Además de la construcción de la casa, Doris recibió una capacitación
que le permitió desarrollar sus conocimientos. El segundo caso es el de Carola Barahona, también con cuatro hijos, quien ya tenía cursos de peluquería a su favor, por lo que en su casa se implementó un área de peluquería.
Área productiva
Área productiva
MISIÓN DE CRISTO Veinticuatro años después de terminar sus estudios, un grupo de amigos del colegio San Ignacio motivados por la precaria situación que se vivía en la población El Castillo de la Pintana, decidió formar un grupo de ayuda. La iniciativa fue gestada por el empresario Mario Varela Balbontín, actual Vicepresidente de la Fundación Misión de Cristo, quien tras una visita al lugar, después del violento temporal del 2002, decidió ponerse en contacto con algunos amigos para solicitarles una ayuda. Una vez que surgió el concepto de vivienda productiva dentro de la fundación, la selección de las familias se llevó a cabo guiada por Benito Baranda, director social del Hogar de Cristo y Cristóbal Arteaga, encargado del área niños de la institución. Ésta se basa en dos criterios principales que la propia fundación estableció como objetivo: que la jefatura de hogar esté en manos de mujeres solas y que el terreno a construir sea propio. Hasta el momento, el financiamiento de las casas ha sido mediante donaciones. El directorio aporta una cuota mensual y paralelamente se acercan a empresas en busca de cooperación. Hasta ahora han funcionado como una “red de amigos”, sin embargo, en dos años han juntado aproximadamente 25 millones de pesos. Al ser una fundación católica, una de sus prioridades es lograr una formación cristiana para la gente del sector, por lo que desarrollan, paralelamente a la construcción de la casa, un programa de evangelización y educación.
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El Ministro José Miguel Insulza cree en el voto voluntario y está dispuesto a enfrentar los temores y los cambios que podría acarrear. Pero también sabe que junto a esta iniciativa existen otras aristas del sistema institucional que deben modificarse para lograr un sistema sano y participativo. De todo esto habló en la segunda Tertulia de 2004 organizada por el Centro de Investigación Social de Un techo para Chile.
“Yo no conozco a nadie que haya sido sancionado por no ir a votar” aseguró el Ministro del Interior José Miguel Insulza al grupo de voluntarios de Un Techo para Chile e Infocap reunidos el pasado 9 de julio en la tertulia organizada por el Centro de Investigación Social. “En realidad existe una multa por no acudir a votar. La cobran las municipalidades pero éstas descubrieron hace un tiempo que era más caro el sistema utilizado para cobrarlas que el dinero recaudado, por lo tanto ninguna municipalidad inicia una acción contra el que no votó.” Debido a esto el Ministro cree que el tema central es que “Si bien la Constitución de 1980 asegura que son ciudadanos todos los mayores de 18 años que no están condenados por un delito que merece pena aflictiva, una ley orgánica constitucional de registros electorales estableció un tercer requisito de ciudadanía: estar inscrito en los registros. A nuestro juicio esto no es necesario y por lo tanto lo medular de la iniciativa presidencial es eliminar la inscripción electoral, entendiendo por ciudadanos a aquellas personas mayores de 18 años, con carné de identidad y sin condenas por pena aflictiva.”
TERTULIA
VOTO VOLUNTARIO
En qué consiste el sistema Lo que se pretende es crear un registro electoral en el cual la gente esté inscrita por el sólo hecho de cumplir los requisitos de la ciudadanía. “Estas personas serían ordenadas por orden alfabético y se les asignará como lugar de votación la comuna a la que pertenece su carné de identidad. Si posteriormente desea cambiarse de lugar podrá hacerlo con sólo avisar en el registro. A los 10.400.000 chilenos ya inscritos en los registros no se les cambiará el sistema sino que sólo serán ordenados por orden alfabético, hombres y mujeres juntos, en las comunas en que están actualmente inscritos. Aquellos que no estén inscritos serán incluidos a medida que el registro civil envíe las listas de ciudadanos al registro electoral. Esto no tiene ningún problema técnico para el sistema de votación”, explica el Ministro. Para José Miguel Insulza es importante el hecho de que “hay 2.400.000 chilenos que podrían votar pero no están inscritos. Creemos que alguien que no se ha inscrito nunca es tan ciudadano como el que sí está inscrito y por
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TERTULIA 74
lo tanto hay que garantizarle los mismos derechos. Este sistema no es una inscripción forzosa, sino que se elimina la inscripción electoral como requisito de ciudadanía y al mismo tiempo se plantea el tema de la voluntariedad. Siempre se dice que hay jóvenes que no quieren votar y nosotros aceptamos que no voten y además para evitar cualquier mal entendido proponemos que se elimine la sanción definitivamente.”
La discusión Para el Ministro la mayor discusión ha sido respecto del tema de que la ciudadanía acarrea derechos y deberes. “Hay quienes opinan que se debería establecer el deber y la obligación de votar. Pero esa obligación hoy día no se cumple, y por lo tanto es sólo teórica. No nos parece razonable establecer sanciones porque hoy en día estamos viviendo una ética de la convicción más que de los deberes. A los jóvenes no se los pretende obligar a votar, pero si la noche antes de la elección se juntan con sus amigos y por algún motivo deciden que quieren ir a votar, van a poder hacerlo porque van a estar inscritos. Algunas objeciones que ponen los políticos, es que la abstención va a aumentar y que votará el 60% de los ciudadanos. Esto puede ocurrir pero también hay que considerar que de los 10.400.000 inscritos hay 1.500.000 que no concurre a votar y que cada vez más gente vota blanco o nulo.” Por otra parte José Miguel Insulza cree que hacer un registro electoral donde estén todos inscritos es un buen estimulo para que los políticos salgan a buscar sus votos, ofreciendo cosas que son más novedosas e interesantes. “El peso de los jóvenes entre 18 y 24 años dentro de la masa electoral se ha achicado 5 veces desde el plebiscito del 88.
Esto representa un desafío. Los parlamentarios están llenos de ideas respecto de qué hacer para mejorar las condiciones de la tercera edad, pero respecto a la juventud hay pocas ideas porque casi no votan. Esto se demuestra también en que el Instituto Nacional de la Juventud es la única institución publica cuyo presupuesto ha disminuido en la ultima década. Todas las demás instituciones públicas tienen un presupuesto mayor, y eso refleja que los jóvenes no se consideran dentro de la política. El problema de fondo está en la oferta que existe. En este país no hay propuestas que entusiasmen a la juventud, porque no hay nada que signifique cambio verdadero de aquello que no les gusta o afirmación real de lo que sí les gusta. Tenemos una oferta política pobre, una discusión que no abarca los grandes temas de la sociedad o lo hace de modo muy general de manera que el ciudadano no entiende que su voto significa algo. El sólo hecho de que exista un registro que incluya a todos los ciudadanos no va a cambiar las cosas. Pero la democracia es contagiosa en la medida que uno le muestra a los ciudadanos un sistema más amplio, más serio y más receptivo. Si uno abre la ventana entra aire fresco y crea mejores condiciones. Cuando las cosas sean relevantes la gente va a votar. Cuando vea que su voto va a servir de algo y que es un sistema transparente e igual para todos”. Frente a la pregunta ¿sabemos cómo van a votar los jóvenes?, el Ministro asegura que no. “Actualmente uno de cada diez jóvenes de entre 18 y 24 años está inscrito, por lo tanto no sabemos qué va a pasar con ese 90% restante. Es una apuesta y a lo mejor no pasa nada y votan en las mismas proporciones que el resto de la gente. Pero de todas formas es algo interesante y novedoso que puede mover a la gente, a las conciencias y a los políticos.” Hay temores también en relación a qué pasará en períodos
Voto Voluntario de crisis. José Miguel Insulza asegura que “muchos esgrimen el tema de España y la derrota de Aznar, para demostrar que de repente va a pasar algo y la gente va a votar de determinada forma y en mayor número impulsada por esa crisis. Eso es parte de la democracia y funciona para que los ciudadanos puedan expresar si creen que las cosas se hicieron bien o mal. En periodos de crisis la gente tiende a votar más. Muchos de los jóvenes fueron a votar el ‘88 porque creyeron que su voto iba a decir algo importante respecto de la sociedad. Las elecciones presidenciales convocan más que una parlamentaria. Una encuesta realizada a los no inscritos buscó saber si la persona votaría en caso de que existiese un registro electoral automático. El 60% dijo que votaría en una elección presidencial, el 45% que lo haría en una elección de alcalde, y el 32% para elegir diputados. Esto tiene que ver con la relevancia que se le asigna a cada una y con la importancia que la gente le confiere al voto en cada ocasión.”
El sistema político El Ministro José Miguel Insulza asegura que también existen aspectos del sistema general que influyen en la disposición de las personas a votar. “El poder del dinero en la política es una cosa muy fuerte y disuade a muchos posibles votantes. Porque si quieres cambiar el mundo te vas a tener que afiliar a algún partido o sino nadie va a saber que eres candidato. Por lo tanto hay que buscar otros sistemas electorales que sean más democráticos, que permitan que más gente pueda participar. Todas esas cosas están pendientes.” Otro ámbito pendiente para el Ministro es el sistema constitucional, del cual opina que “es muy cerrado e inmodificable. Los altos quórum hacen muy difícil cambiar las cosas. Yo creo que el actual sistema va a entrar en
crisis en la próxima década. Esto principalmente porque los mecanismo se van a ir anquilosando cada vez más. Si se mira la última elección de senadores, en siete circunscripciones uno de los bloques llevó un solo candidato. El otro no existía o era sólo un acompañante sin ninguna campaña. En la quinta región por ejemplo el almirante Arancibia iba solo y en la novena región Jorge Lavandero también. La tentación de llegar a estos acuerdos por el temor a que un aliado le pueda ganar a otro es fuerte pero se corre el riesgo de terminar en un sistema en que las coaliciones designen a sus senadores y la gente vote cada vez menos.”
¿Cuál sería el mejor sistema para José Miguel Insulza? “Yo creo que si vas a tener 2 cámaras hay que hacerlas lo más distintas posibles. Lo ideal sería una cámara de ciudadanos y un senado de regiones. Los diputados serían elegidos uninominalmente y los senadores en forma proporcional por cada región. Este método tendría como consecuencia una campaña más cercana con la gente a lo que se suma que si se designa un diputado por distrito ese candidato no va a poder hacer mucha propaganda. En Inglaterra por ejemplo lo que se gasta en campaña es mucho menor porque el candidato sabe que el distrito es tan chico que su principal tarea es salir a la calle a conversar con sus vecinos y recorrer las casas de todos. La proximidad entre el ciudadano elector, y el ciudadano representante es algo que hemos cultivado poco. En períodos no electorales si le preguntas a la gente cuál es el diputado de su distrito la mitad no sabe quiénes son. El problema de la política como un trabajo colectivo se ha perdido en este país casi totalmente y es algo que debemos recuperar.”
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TRENES O AUTOPISTAS
¿TRENES O AUTOPISTAS? Una casa de acogida, una hospedería, un hogar de ancianos o un hogar de niños son soluciones a un tipo de problema, al problema que se produce cuando una persona no tiene dónde vivir. Pero, ¿qué pasa cuando no es sólo una persona sino una familia entera la que no tiene dónde vivir? ¿Qué pasa cuando una familia que vive en extrema pobreza es expulsada del lugar donde vivía? Durante la recopilación de historias para el libro “Historias de Campamentos” que publicará el CIS en Agosto de este año, me tocó conocer la historia del campamento Padre Hurtado. El campamento Padre Hurtado se formó el 4 de agosto del año 2000, cuando setenta familias que vivían de allegadas en la comuna de Pudahuel, se organizaron para tomarse un terreno. Cada una de esas setenta familias tenía una historia distinta, una situación y una realidad diferente, pero en el momento en que llegaron al mismo terreno de la esquina de San Pablo y Con Cón sus destinos se unieron para siempre. La familia de Marta venía del Sur de Chile. Ellos se vinieron en busca de mejores oportunidades laborales. Llegaron a la casa de algún pariente lejano quien les prestó una pieza en la casa para que pudieran dormir “unos días” mientras buscaban trabajo y un lugar para arrendar. El trabajo nunca llego y terminaron por vivir en una ruca que armaron en el patio trasero de la casa del pariente. Yessenia tenía solo 14 años y estaba embarazada. El padre de su hija tenía 16. Ella nunca se atrevió a decirle a su papá que estaba embarazada por miedo a que él le pegara a ella o a su pareja. Juntos decidieron entonces comenzar una nueva familia e irse a vivir a un campamento que se formaría esa semana en la esquina de la calle San Pablo y Con Cón. Carlos Leiva venía de otro campamento. Su antiguo campamento había sido erradicado. Carlos era separado de una mujer que ya había recibido una casa del Serviu, por lo que no pudo recibir otro subsidio y se tuvo que ir a la calle con su nueva pareja y sus dos hijas. Antes de llegar al campamento, Carlos, Yessenia y Marta no se conocían. Lo único que tenían en común era que ninguno de ellos tenía dónde vivir y que los tres estaban dispuestos a arriesgarlo todo por conseguir una casa. Desde ese 4 de agosto en adelante ellos han sido miembros del mismo ejército y han luchado por el mismo objetivo. Todos ellos sueñan todos los días con el mismo sueño: la casa propia. En el año y medio que vivieron juntos, Carlos fue el padrino de la segunda hija de Yessenia y luego padre de la tercera. El marido de Marta se fue del campamento con una prima de Carlos y éste terminó por irse a vivir a la casa de Marta. Así, las historias de estas personas se trenzaron de una manera espontánea e inseparable. Es por ello que cualquier intento por erradicar este campamento debe suponer un trabajo con todas sus familias al mismo tiempo. El campamento Padre Hurtado fue uno de los últimos campamentos que se formó en la Región Metropolitana. Desde ese día en adelante, prácticamente todo campamento nuevo que se forma es desalojado de manera instantánea. El gobierno ha tenido la mano muy dura con quienes intentan formar un campamento. Las antiguas tomas de terreno de los años 60, 70,80 y 90 ya no existen. El campamento El Peñoncito está en la comuna de Puente Alto. El campamento ha sido
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“erradicado” tres veces, en los años 1999, 2001 y 2003. Sin embargo, éste aún sigue ahí. Cada vez que lo han “vaciado” se vuelve a llenar en cosa de meses. En la última erradicación, sólo 70 de las 130 familias que lo habitaban recibieron un subsidio del Serviu. Las 60 que quedaron recibieron a otras 70 familias más, y en menos de dos meses el lugar estaba tan lleno como antes. Hoy en día ya no es posible mirar un campamento como una sola unidad de personas. En muchos casos las familias que lo habitan no comparten la misma historia y no llevan el mismo tiempo habitándolo. En campamentos como el Peñoncito, el pasado de sus habitantes no está unido y ellos tampoco sienten que el futuro lo deba estar. Así mismo se produce un fenómeno de jerarquización de prioridades, es decir, los pobladores entienden que quienes llegaron primero, llevan más tiempo luchando y por lo tanto deben salir antes. Debido a que el gobierno no permite la formación de nuevas tomas de terreno, los campamentos existentes se han convertido en unas especies de “salas de espera” para la casa propia. De esta forma las familias entran y salen de ellos tal como lo hace un paciente de un hospital. No es de extrañarse entonces que el promedio de antigüedad de las tomas de terreno en la RM sea de 19 años, mientras que el tiempo medio de antigüedad de las familias en la toma sea de sólo ocho. Vale decir, en promedio dos familias han habitado el mismo sitio antes de que la toma sea desalojada. Los campamentos del siglo XXI funcionan como un amortiguador entre la oferta y la demanda por la casa propia. Los campamentos ya no son un tren de personas que lleva a todos sus pasajeros desde y hacia el mismo lugar, sino más bien una autopista que le permite a cada familia circular en un automóvil independiente y a velocidades y destinos diferentes. Bajo el enfoque de “sala de espera”, no nos debiéramos preocupar tanto por reducir el número de campamentos (salas de espera), sino por reducir el número de familias que los habitan (pacientes esperando). En este supuesto, reducir el número de familias en la sala de espera significa aumentar la velocidad de la atención y reducir el número de “enfermos” que llegan. Significa no preocuparnos por la desaparición de las salas sino de los enfermos. Bajo el enfoque de “automóviles independientes”, que supone que el campamento es un estado transitorio e individual para cada familia por separado, no habría que preocuparse por dar soluciones de paquetes sino mas bien mejorar la calidad de vida en el transitorio y reducir el tiempo medio de espera. Quizás en alguna parte del camino se nos olvido que los campamentos son el síntoma de una enfermedad y no la enfermedad misma. Los campamentos son la manifestación latente de que hay gente que no tiene donde vivir y que la sociedad no les ha dado ninguna solución. Los campamentos son la solución que los mismos afectados idearon para poder desarrollar sus familias. Los campamentos no son el problema sino más bien parte de la solución. Acabar con los campamentos debe significar acabar con la gente que esté dispuesta a vivir en pésimas condiciones durante ocho años para recibir una casa propia. Debe significar ser capaces de anticipar la oferta a las familias que llegan al borde de la desesperación para evitar que éstas tengan que pasar por el infierno que es vivir en un campamento. Quizás sea mejor olvidarnos de los trenes y subir la “velocidad máxima” de la autopistas. por Francisco Irarrázaval Ingeniero Civil Voluntario UTPCH
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