Revista de Asuntos Urbanos • Edición 27 • ISSN: 0123-238X
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¡Brilla con tu sonrisa! EDITORIAL.......................................................................................................................................................4 Guillal, El fin del afán, Santelena, diciembre 5 de 2018
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PATRIMONIO ARBOREO DEL BARRIO PRADO......................................................................6 Rehabilitación Oral
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FELINOS EN LOS BORDES DE MEDELLÍN ..................................................................................9 444-3066 Por: Carlos Alberto Botero Chica - Economista, Ph. D.*
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EL JAGUAR DE LA CASA DE ELENA ...........................................................................................15 Por Orlando de J. Flórez Rodríguez. En homenaje a Elena Vargas Tisnés
LOS PARQUES..............................................................................................................................................20 Por: Jaime Ovidio Giraldo Gómez.
La poética del instante en los poemas de Anabel Torres........................................................ 25 Por: Omar Castillo incluir autor
LA RENOVADA FABULA DEL RENCOR .................................................................................29 Por: Elsa Ruíz
EL CAMBIO CLIMÁTICO SOLO ES EL SÍNTOMA..................................................................31 Por: Jorge Riechmann
«ROBÉ EL PAN A LAS PALOMAS« (FRAGMENTO)............................................................34 Por: Mauro Álvarez (1938-2019)
HISTORIA DEL DÍA MUNDIAL DE LA TIERRA.................................................................... 36 CANCIONERO ANIMAL.......................................................................................................................38
CIUDAD, revista de asuntos urbanos Edición No. 27 - Abril - 2019 Licencia 0013 de mayo de 1984 ISSN 0123-238X Sede: Carrera 39 #47-53 apt 601 - Cel: 315 830 6731 CORPORACIÓN CIUDAD, Centro de estudios urbanos Medellín, Colombia E-mail: corporacionciudad@une.net.co, lguillermoalvarez@gmail.com - revistaciudadcolombia@gmail.com Revista virtual http://issuu.com/revistaciudadcolombia Director Guillermo Álvarez Á. Asistente de dirección Olgalucia Echeverryg Jefe de redacción Alvaro Restrepo G. Consejo Editorial Darlo Ruíz Gómez, Mario Vélez S, Olga Lucia Echeverri Gómez, Gustavo Vivas R, Osvaldo León Gómez C, Federico Giraldo V. Diseño y Diagramación IMAGO FOTODISEÑO Cel: 319 731 7060 Calle 98C # 84-25 apt 201 info@imagofotodiseno.com www.imagofotodiseno.com Contabilidad Fabio Cardona Vargas Suscripciones y Ventas Carrera 39 N° 47 - 53 Int 601 Tel: 297 39 61 Cel: 315 830 67 31 Corresponsales Gustavo Vivas R. España; Elsa Ruiz, Francia Gloria Havautis, EE-UU María Clara Mejía B. EE.UU Amantina Osorio R. Canadá Diana Madrigal, Alemania Fundadores John Jairo Hoyos Ochoa Luis Guillermo Álvarez Álvarez
Esta edición 27 de Ciudad, revista de asuntos urbanos ha sido patrocinada por las siguientes entidades y personas: Confiar, Imago Fotodiseño, Carlos Alberto Botero Chica, Orlando de Jesús Flores Rodriguez, Juan Guillermo Betancur Jiménez
Cofundadores Estanislao Zuleta (+), Fernado Cruz Kronfiy, Fabián Rendón(+), Carlos Granada, Dario Ruíz Gómez, MarioVélez S. Andrés Velásquez R, Fernando Viviescas M, Gustavo Vivas R, Osvaldo León Gómez, Federico Giraldo Valencia, José Luís Rodríguez Solis, Hubert Ariza, Jaques April, Emilio Latorre, Edgar Váquez B, German Colmenares, Anibal Patiño, Alberto Saldarriaga R, Verónica Perfetti, Benjamín Barney, Jorge Mazo, Samuel Jaramillo, Antonio Montañas, Rogelio Salmona(+), Silvia Arango, Armando Silva, Pedro Santana, Gloria Gaitán, Saúl Sánchez, María Clara Mejía, Amantina Osorio R, Juan Camilo Ruiz, Fabio Betancur, Carlos Estaban Arrubla P, Jaime Jaramillo Panesso, Carlos Julio Calle (+), Juan Luis Mejía, Fernando Arbeláez, Alberto Aguire (+), Manuel Mejia Vallejo(+), Luis Guillermo Pardo, Juan Fernando Álvarez (+), Omar Castillo, Aura López, Juan Guillermo Betancur, Hernán Henao Delgado(+), Margarita Gómez, José Martínez S, Elsa Ruiz, Beatriz Gómez, Gloria Lucía George, María Eugenia Beltrán, Gloria Burgos, Victor Gaviria, Rubén Darío Lotero, Ramiro Tejada, Fernando Baena, Alberto Baena, Pedro Cano(+), Raúl González, Ligia Pimienta(+), Luz Ruiz de Baena(+), Jorge Rodas, Edwin Diez, Alvaro Pardo C.(+), Hernán Darío Villegas, María Eugenia Arango, Antonio Restrepo(+), Juan Guillermo López(+). CIUDAD, Revista de Asuntos Urbanos, es una publicación que revela, en palabras, e imágenes, el devenir de las ciudades colombianas y que se propone articular discusiones sobre la vida urbana, con el fin de hacer de la ciudad una humana y alegre residencia y morada para el ciudadano. Siendo de carácter pluralista e interdisciplinaria las opiniones expresadas son de los autores, reservando la sección editorial para manifestar los puntos de vista o criterios de la revista. «La Ciudad para los ciudadanos» Resume nuestro criterio urbanístico sobre la ciudad LAS OPINIONES FIRMADAS SON RESPONSABILIDAD ÚNICA DE SUS AUTORES
EDITORIAL HABITAR Y USAR AMIGABLEMENTE LA TIERRA Hay que hacer habitación y uso amigable de la tierra y sus territorios, para que la conexión entre la ciudad y el bosque formen un entramado vivo en un ecosistema vital para el flujo de productos y servicios ambientales agua, aire, alimentos, medicinas, etcétera. Esto es, la emergente ciudad tierra de hombr@s terrenales desdivinazados, todos en el suelo de la vida; hombr@s comuneros laborando solidariamente, sin pedestales y empulpitamientos de ideas exteriores y extrañas a las cosas, hombr@s comunes de ideas arraigadas a la tierra y de espíritu terreno, construyendo sociedad ambiental emancipatoria del bosque sepultado por la sociedad esclava del capital de hábitat violento. Cooperativizando para el bien vivir en comunidad. Texto tomado de Agenda de la tierra
SOY TIERRA, SOMOS TIERRA Guillal, El fin del afán, Santelena, diciembre 5 de 2018
S
oy tierra, soy agua, soy aire. Somos tierra. Y también incendio, hoguera, llama, fuego, fuego, fuego y llamarada.
Ahí el sol. Y en mi quietud serena veo crecer la yerba y escucho el crujir de las nubes. Con mis oídos sordos escucho el batir de alas de la mosca que zumba al pasar y percibo la solemnidad del silencio. Silencio que hace músicas y me permite curiosear los secretos encantos que hay debajo de la piel de las cosas y de las personas. Mis palabras están adheridas a las cosas y son palabras en movimiento, son inmutables estrellas donde habitan nuestros ancestros. Con nitidez percibo el susurro de las cristalinas aguas que se deslizan burbujeantes en la cascada con su canto natural. El agua del río también fluye por mis venas que son manantiales de sangre de la tierra. Y escucho en agonía los pálpitos en el socavón donde araña la tierra el minero de oro, hulla, carbón… 4
Todo es un enjambre. Lo que ocurre a la hormiga que transporta la inmensa hoja y se precipita al abismo en fatigosa caída, afecta a todo el enjambre. Todo está conectado. El machucón de un dedo afecta todo el cuerpo. No hay individuos sino comunidad. Somos tierra. No hijos de la tierra o dueños de la tierra, sino parte de la tierra. Somos tierra y su fluir y su calor... En la solemnidad de la noche oscura escucho la conversación de los grillos en el yerbal y el poco melódico canto de las ranas en la laguna. La neblina en la tarde gris es como un velo sagrado del paisaje anunciando la oscura y lluviosa noche. Un velo con resplandores y truenos. Percibo el centelleo del agua en la quebrada y del agua que por la acequia corre hacia la cabaña para calmar mi sed y la del perro, las gallinas, el cerdo y demás animalillos que me hacen compañía y me dan sustento. Me maravillo al ver la laboriosa polinización de las abejas en el rosal y se me hace almíbar la lengua con sabor a miel. Somos árboles que nos movemos y en la quietud pacemos como vacas No somos dueños de la fragancia del aire ni del aroma de
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las flores ni del silbo del viento: somos aire, fragancia y silbo.
trama de la vida en una babel de ideas desconectadas de las cosas.
Somos hilillos de tierra y cada partecita de tierra es sagrada. La del camino y la del semental. Hay una espiritualidad terrena conectando todo el enjambre en resplandeciente suceder, cada cosa y cada partícula y cada persona con su secreto encanto bajo la piel.
El hombre tierra está en contacto con las sepulturas de sus padres y de los padres de sus padres, sin permitir que se despoje de la tierra a sus hijos.
Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. La guacamaya, el loro y el canario; la rana, el gato, la vaca y el caballo son nuestros hermanos. Y la majestuosa orquídea y las fragantes rosas, el jazmín y la azucena y los aromas de todas las flores. El agua centelleante que corre por la acequia en el solar de la casa del barrio. Cada resplandor en la tiniebla oscura o en la claridad del día, evoca la memoria de nuestros antepasados que en la ciudad esclava son lanzados al olvido y vueltos cifra funeraria. El murmullo del agua en la piedra en la quebrada es el canto armonioso de la vida y la voz de la iguana que pasa veloz. Al hombre civilizado le da lo mismo un pedazo de tierra que el otro porque él es un extraño desarraigado de la tierra, quien llega en la noche a sacar lo que necesita y sigue su camino. Envanecido en ideas exteriores a la tierra, divinizado, empulpitado. La tierra no es su hábitat sino su tienda, su fábrica de acumular y consumir. No la habita sino la usurpa. Cuando la ha industrializado sigue su camino pero desarraigado fuera de la
Mientras que el insaciable apetito del hombre de la ciudad esclava del capital, civilizado y desarraigado, persiste en devorar la tierra y en dejarla sin vida, porque habla palabras muertas en copretérito estado, fuera del inmanente fluir el río de la vida naturaleza. La manera de ser del hombre en la emergente ciudad tierra es diferente a la de la ciudad bulliciosa y veloz. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre civilizado, ni lugar donde escuchar el palpitar del corazón. El aire es algo precioso para el hombre tierra porque el aire es vida, es agua, es suelo es todas las cosas. Sin aire no habría habla y comunicación. El hombre esclavo de las cosas supervive en podredumbre y parece no sentir el aire que respira, como un perenne agonizante, se ha vuelto insensible a su hedor. El aire es precioso para la vida y comparte su espíritu con toda la naturaleza Aprendimos a tratar a los animales de la tierra como hermanos. ¿Qué de superior tiene el hombre con los animales? ¿Ser esclavo del trabajo, acaso? Todas las cosas hacen parte de la trama de la vida y están relacionadas entre sí.
brica de desperdicios, de basura y podredumbre. Esclavizados por consumismos hemos contaminado la tierra en la ciudad esclava del capital que sepultó el bosque. Hemos contaminado y fracturado la trama de la vida. Ésas playas arenosas ahora invadidas por plásticos exterminadores, matando miles y miles de peces como veloz locomotora erosionando y devastando la tierra La pretensión de industrializarlo todo a nombre de un tal progreso es sin duda un des propósito demencial. Domesticar la naturaleza ha significado detener el flujo del río de la vida, sustituir los ríos vivos por ríos muertos. Solo lo muerto es acumulable. ¿Se puede acumular un suspiro? La vida es inmanente, un transcurrir, un perenne renacer. No hay destino, se hace camino al andar sin dejar huella, sino estelas en la mar. Hay que aprender a ver en la tiniebla oscura y ver con el oído sordo el brillo de los ojos de quien nos habla y percibir con la mirada el aleteo de la mariposa. Y desde la crasa incertidumbre pensar qué ocurrirá cuando hayan sido exterminados los últimos hilillos de vida en la tierra, y qué cuando la emergente ciudad tierra de hombr@s laborando en común unidad emancipen el bosque sepultado en la ciudad esclava del capital y liberen a los hombr@s que han sido domados por el consumismo, sepultados en podredumbre y basuras hasta los más recónditos rincones de los territorios. Por las basuras los reconoceréis.
Ah, pero hemos convertido la tierra en una fábrica. En una fá-
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PATRIMONIO ARBOREO DEL BARRIO PRADO
E
Por Luisa Fernanada Vergara Oviedo
ntre fastuosas casas republicanas perviven los seres más silenciosos y nobles, testigos del acontecer histórico de Prado, el cual ahora define su imagen gracias a la combinación de una exquisita arquitectura, con el verde, el amarillo y rosa de sus árboles. Pero antes de llegar a esa definición estética, tuvimos que recorrer el barrio dispuestos a ver más allá de lo construido y artificial, más allá de las cornisas, torreones, amplios atrios y ornamentadas fachadas, que es lo que primero sorprende y llama la atención, para descubrir el otro paisaje que ofrece Prado: sus árboles. Parece exagerado decir que descubríamos algo que siempre ha estado allí, que es abundante, al menos en este valle, y, por lo tanto, a lo que estamos acostumbrados, pero al dirigir nuestra atención solo a ellos, y levantando la mirada, sintiendo los hilos de luz entre las hojas, el peso de las copas, las formas y colores, logramos vislumbrar la condición especial de un panorama hasta ahora común o poco relevante. Para muchos de los que participamos en este recorrido, el primer acercamiento a dicho 6
entorno se hace desde lo contemplativo, donde el solo ejercicio de mirar detenidamente un árbol ya es motivo para conmovernos, reacción que viene de considerarlos hermosos por ser la máxima expresión de la naturaleza en la ciudad. Para otros, este paisaje cobraría más sentido en el transcurso del camino; al escuchar, por ejemplo, la curiosa historia que guardan algunos ejemplares, o los datos que desde la botánica dejan en evidencia su compleja dinámica natural, o por traer un recuerdo de infancia, casi siempre relacionado con los lugares que en el campo visitábamos. Todas estas son formas valiosas de acercarnos a los árboles, unas más románticas y personales, estéticas y paisajísticas, y otras construidas a partir de la razón científica para comprobar con hechos su valor ambiental. Cada árbol tiene uno o varios de estos valores y, en el caso de Prado, también uno histórico gracias a la condición patrimonial del barrio. Definir estos niveles de valoración permite que el ejercicio de la declaratoria tenga argumentos más contundentes, pues ahora la caracterización de los arboles se hace a partir de diversas variables, lo cual resulta en más razones para demostrar su importancia y
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la necesidad de protegerlos. Casi siempre sucede que son los arboles más vistosos y grandes los que se vuelven objeto de estudio o, sencillamente, la imagen natural más potente en la memoria colectiva de un barrio o una ciudad, como sucede en este caso con los guayacanes; sin embargo, durante el recorrido logramos entender el valor de árboles que pasaban desapercibidos, pero que ahora podemos recordar gracias al momento en que nos detuvimos frente a ellos para escuchar la historia que los sacaría del anonimato. El sangregado (Pterocarpus acapulcensis) fue esa primera sorpresa; un árbol sin cualidades destacables a nivel visual, el cual hasta el día de hoy ignorábamos y que, menos aún, habíamos escuchado nombrar, pero, en definitiva, uno de esos ejemplares reconocidos por valores que van más allá de lo estético. Además de ser una especie nativa, cumple un importante papel ambiental como todos los árboles; no obstante, este en particular, y por ser una leguminosa, realiza un interesante proceso de captación del nitrógeno atmosférico, que a través de bacterias simbióticas en sus raíces, transforma y lleva hasta el suelo para enriquecerlo. Considerar este proceso es entender la importancia del suelo, que contrario a lo que se plantea desde el modelo de agricultura y manejo de la tierra convencional e industrial, ahora se reconoce como un organismo vivo, que también respira, se alimenta y se reproduce mientras aloja todos los micronutrientes y sustancias orgánicas necesarias para el crecimiento sano de una planta; es decir, de la vida vegetal
en el planeta. Arboles como el sangregado y, en general, los que pertenecen a la familia de las leguminosas, actúan como restauradores ecológicos del suelo, aportando algunas de las sustancias necesarias para la permanencia de este, y, sobre todo, en la ciudad son de las especies más valiosas, ahora que se sigue sacrificando más de este gran organismo para dar paso a las superficies de concreto. Siguiendo en la línea de las leguminosas, encontramos durante el recorrido un árbol un poco más común, y que a diferencia del sangregado, del cual solo hay siete ejemplares en la ciudad, si tiene una gran presencia, domina con su floración amarilla los separadores de muchas de las vías principales, se le ve con regularidad en antejardines, y hasta es la consentida de icónicos lugares del centro; se trata de la acacia, y más específicamente de la acacia amarilla (Caesalpinia pluviosa). Definitivamente no es un árbol especial por su exclusividad, pero algunos de los que veíamos más detenidamente este árbol pudimos evidenciar una escena muy poderosa que permitiría entender el importante rol que tiene dentro de la compleja trama de relaciones bióticas que posibilitan la permanencia de otras especies. Atraídos por los vistosos conos de flores que le sobresalen por encima de la copa, pudimos percatarnos de cómo varias abejas se acercaban a las flores, las rodeaban por un momento, se posaban en ellas y luego retomaban su vuelo. Escena sencilla y de unos cuantos segundos, pero que deja en evidencia las interacciones de un micro mundo que casi nunca percibimos,
y que poderlo ver ahora es casi un milagro después de conocer la profunda crisis que viven los polinizadores más importantes del planeta. Las flores de la acacia son una de las fuentes de alimento favoritas para muchos insectos, entre esos, las abejas, que toman de ellas el néctar y el polen para producir la miel. Pero además, a ellas les debemos el proceso de polinización a través del cual nuevas plantas pueden crecer, y en el caso de la agricultura, al menos tres cuartas partes de las cosechas mundiales aún dependen de su labor. Increíble el lugar que ocupa la flor de un simple árbol en la trama de la vida. Otros árboles sorprenden más por su historia de supervivencia, y es que varias zonas de Prado han sufrido grandes transformaciones. No solo la arquitectura o lo que queda de ella da cuenta de dichas mutaciones, casi todas absurdas, y que van en contravía con la esencial del barrio. Estos seres inmóviles también son testigos y hasta victimas de las nuevas imposiciones urbanísticas. En la esquina de Barranquilla con Palacé, nos encontramos con un paisaje desolado de casas abandonadas o más bien, de fachadas derruidas que es lo único que queda en pie, hacia el interior un vacío compartido pues ya ninguna casa cuenta con los muros que las dividían, y en ese vacío, la mal llamada maleza, la naturaleza que emerge sin control y ahoga las ultimas estructuras que aún se mantienen. Desde la calle, pues toda la manzana está cercada, vemos entonces a la protagonista de este punto del recorrido: una gran caoba (Swietenia macrophylla). Además de ser todo un evento el solo hecho de verla, pues es una especie escasa debi-
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do a la gran explotación que sufrió; esta es especial por haber sobrevivido a la constante destrucción, primero de la casa en la que creció, y después del resto de la manzana. Ella sigue ahí, donde era el solar de esa casa que se tumbó para poder dar paso al Metroplús. Y sigue ahí donde casi es cortada por miedo a que su altura la hiciera caer, pero aún sigue ahí donde casi se construye un espacio público que no la contemplaba. En esa manzana vacía se tiene proyectado el primer gran parque de Prado, y gracias a quienes lideran este proyecto, entre esos, Mauricio Jaramillo, asesor y guía de este recorrido, el parque será un verdadero lugar de esparcimiento que se diseñe a partir de las preexistencias naturales y arquitectónicas, donde las ruinas republicanas serán el umbral de bienvenida y el soporte de la vegetación, serán juntas la mejor expresión estética del reciclaje a nivel urbano. Y en el centro seguirá la caoba, ahora acompañada por otra más joven, por un yarumo que apenas crece, algunos pequeños mangos y toda la naturaleza que traerá el nuevo diseño. Antes de reparar en cada árbol y escuchar su historia, las fechas y datos relacionados a él, Mauricio nos introduce con el nombre de este; el ordinario, que puede variar dependiendo del lugar, y el científico, que nos costaba pronunciar y luego repetir, pero sin importar lo enredado que fuera, siempre había un intento colectivo por decirlo correctamente, tal vez no en un esfuerzo para grabar8
do Olano, quien los consideraba como el elemento más importante para el embellecimiento y como signo de ostentación que potenciaría aún más el carácter del barrio. Ya demostraba él una conciencia sobre la importancia de tener como criterio de diseño urbano a la naturaleza, en ese momento, más por sus valores paisajísticos y ornamentales. Él mismo sembraría algunos de los guayacanes que ya van por los 90 años, y que hasta el día de hoy nos siguen sorprendiendo con su hermosa floración.
lo en nuestra memoria, más bien y en ese primer momento por la satisfacción de pronunciar una bella combinación de palabras en latín para nombrar sofisticadamente un árbol. Y así como lo recordaría Wade Davis en su libro “El Río” también lo sentiríamos nosotros: “Al contrario de todos los botánicos que había conocido, no estaba obsesionado por la clasificación. Para él los nombres en latín eran como poemas japoneses o versos. Los recordaba sin hacer esfuerzo, encantado particularmente por su origen. -Cuando uno pronuncia los nombres de las plantas, pronuncia los nombres de los dioses” La presencia de estos árboles no es arbitraria; muchos de ellos se pensaron en el marco del proyecto urbanístico soñado por Ricar-
Guayacanes amarillos y rosados, urapanes, cadmios, cascos de vaca, ceibas, tachuelos, caobas, yarumos, mangos, sangregados, curazaos, grosellas, chumbimbos, carboneros, son ahora sujeto de estudio, gracias a la intención de formalizar el proyecto de declaratoria patrimonial de árboles de Medellín. Por fin se vuelve la mirada a estos seres, a veces sacrificados en pro del “desarrollo” y victimas del vandalismo popular e institucional. Es esta una gran oportunidad para evaluar su estado, necesidades y definir el conjunto de valores (histórico, ecológico, paisajístico o simbólico) que den más razones para su protección. Tal vez esta iniciativa de reconocer los árboles y naturaleza de Prado, sea otro motivo para intervenir en la regeneración urbana del barrio. Proceso que se iniciará con la construcción de un parque en la esquina de Barranquilla con Palacé, y donde será la naturaleza, ya existente, la protagonista.
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FELINOS EN LOS BORDES DE MEDELLÍN
Epígrafe: “La naturaleza debe experimentarse a través del sentimiento», escribió Humboldt a Goethe, y subrayó que los que querían describir el mundo con la mera clasificación de plantas, animales y rocas «nunca lograrán acercarse.» Tomado de: La invención de la naturaleza, Andrea Wulf
POR: Carlos Alberto Botero Chica - Economista, Ph. D.*
Palabras claves: Como palabras clave se utilizaron: Felinos en Antioquia, Muertes en la vía por automotores , Fototrampas, Aplicación Tayra y Silape. * Economista de la Universidad de Medellín, Doctor en Ciencias Pedagógicas de la Universidad Pinar del Río, Cuba y se desempeña como docente en algunas universidades de Medellín.
PRESENTACIÓN
E
ste artículo está dirigido a describir: los felinos que habitan en las montañas que circundan a Medellín, el territorio biodiverso donde se crían, la problemática a que se encuentran sometidos, y la importancia de
trazar correctivos para mitigar las amenazas que ayuden a la preservación natural de estos hábitats. A tan solo, 20 kilómetros de distancia de Medellín se ha evidenciado, la existencia de felinos como el puma, razón por la cual es necesario adelantar procesos que ayuden a conservar el hábitat de esta especie. Medellín es una ciudad estratégica en Suramérica, su valle circundado por montañas con variados relieves y vertientes por donde discurren fuentes de agua, han originado diferentes ecosistemas LOS dotados de abundante biodiversidad de fauna y flora habitados por varias especies de felinos. El Departamento de Antioquia posee una extensión de 63.612 km2 y la mayor parte de su territorio pertenece al sistema montañoso,
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Andino. La ciudad de Medellín su capital, está asentada en un BORDES valle a una altitud de 1.479 metros y posee una población de 2.870.000 habitantes. E De las seis (6) especies de felinos que existen en Colombia, Antioquia las alberga a todas, y a escasos 20 kilómetros de la ciudad de Medellín, en algunas montañas boscosas que la rodean habitan cinco (5) de estas especies, en medio de una exótica biodiversidad en fauna y flora, la cual es necesario preservar.
EXISTENCIA DE FELINOS EN MONTAÑAS CERCANAS A MEDELLÍN En las montañas que hacen parte de los municipios del área metropolitana del Valle de Aburrá, al cual pertenece Medellín, hay evidencias de la existencia de cinco, de las seis especies de felinos que habitan en Colombia. 10
Medellín es el segundo conglomerado urbano más grande del país, y la existencia de felinos en sus montañas es el reflejo de la biodiversidad del departamento de Antioquia. En las serranías que circundan la ciudad, habitan cinco especies de felinos: 1) Jaguarandi o Puma (Herpailurus Yagouaroundi), 2) Margay (Leopardus wiedii), 3) Ocelote o Tigrillo (Leopardus pardalis), 4) Oncilla, (Leopardus tigrinus), y 5) Puma (Puma concolor). Según esta descripción, el jaguar es la única especie de felinos, de las seis que hacen parte de la fauna colombiana, que no habita cerca a Medellín. 1) JAGUARUNDI (Herpailurus Yagouaroundi): También conocido como Gato Moro, o Zorro-Gato, habita desde el sur del Canadá hasta Argentina, en Colombia ha sido visto en varios lugares del país. A diferencia de otros felinos crepusculares, se trata de una especie diurna que se alimenta de
aves y pequeños roedores. Es semejante a un tigrillo, ha sido visto en Envigado según consta, en un atropellamiento por automotor que experimento un Jaguarundi en la vía de El Escobero en marzo de 2012, registrado por la aplicación Tayra Transporte, Animales y Registro de Atropellamientos), según estudios adelantados por investigadores de universidades y entes departamentales (1) (Obando, Juan Manuel, 2017). (2) (Arias
Alzate, Andrés y Delgado, Carlos A, Ortega, Juan Camilo, Sebastián Botero Cañola, Sebastián, y Juan D. Sánchez-Londoño, 2013).
2) MARGAY (Leopardus Wiedii): También se conoce como macaraya, cocoromalo, tigre de gallinero y manigordo, pertenece a la familia Felidae, es carnívoro, su pelaje de fondo amarillo en el dorso y costados, blanco en el vientre y pecho, recubierto por puntos, rosetas o anillos alargados negros. El Margay es parecido al
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Ocelete pero su cola en más larga, habita en áreas boscosas, acostumbra subir a los árboles, pero se desplaza en tierra, es crepuscular, tiene ojos grandes bulbosos y pesa 8 kilos. Su evidencia se confirma en Caldas en el alto de San Miguel, según lo expuesto por investigadores de U de La Salle en Caldas, en (3) (Quintana Diosa, Lizeth
en Antioquia, habita en Envigado en el Escobero, el Alto de las Palmas y el Alto del Romeral por medio de fototrampeo y se tieN° ESPECIES DE FELINOS
1
Elena, Carmona Acevedo, Marcela, 2014)
2
3) OCELOTE O TIGRILLO (Leopardus Pardalis): Su nombre deriva del vocablo azteca ocelot, es el tercer felino más grande del país tras el jaguar y el puma, llega a pesar hasta 12 kilos. Habita en bosques del alto del Escobero en Envigado y se introdujo en el Alto de San Miguel en Caldas. Ejemplar detectado por fototrampas en en agosto de 2012 (cámaras para realizar fotos y videos, al frente del lente se colocan sebos o carnadas, toman fotos nocturnas), colocadas por investigadores de Aburra Natural donde se aprecia el lomo y la cola, según explican, los investigadores Sánchez, Juan David y Botero Sebastián, “Sabemos que es un ocelote porque su tamaño es tres veces más que, el de un gato doméstico, sus manchas son rosetas y no puntos como las del tigrillo lanudo, además difieren el largo de la cola, el tamaño de los excrementos y las huellas”. (4) (Sánchez, Juan David y Botero, Se-
3
bastián, 2013).
4) ONCILLA (Leopardus Tigrinus): Conocido como Tigrillo gallinero, tigrillo peludo o lanudo, y en lenguas indígenas: Puinave: watyáo, wayo o guatya; Ocaima: ibaabuuku, dsaammonntmma o jubiyorinko; Ocaima: yukpa. Es el felino más pequeño que existe
4 5
Jaguarundi (Herpailurus Yagouaroundi) Margay (Leopardus Wiedii) Ocelote (Leopardus Pardalis) Oncilla (Leopardus Tigrinus) Puma (Puma Concolor)
TABLA N° 1 ESPECIES DE FELINOS QUE HABITAN CERCA A MEDELLÍN
MUNICIPIOS CERCANOS TIPO A MEDELLÍN DONDE DE REGISTROS HAN AVISTADO.
Envigado
Tayra
Caldas (Alto S. Miguel)
Fototrampa
Envigado y Caldas
Fototrampa
Envigado y el Alto de las Palmas Sabaneta
Fototrampa y Tayra Fototrampa
nen registros de atropellamiento en la vía del Escobero por lo que, se encuentra en la categoría de especies vulnerables. (5) Según el trabajo de investigación de ( Rodríguez-Mahecha, Jorgenson, Durán-Ramírez, Bedoya-Gaitán y González Hernández, 2006), (Navarro, Hincapie y Silva. 2016) 5) EL PUMA (Puma Concolor): Habita en varias regiones de Colombia es adaptable a diferentes climas y se considera una especie amenazada. Ha sido visto en La Romera, parque ecológico ubicado a cinco kilómetros de la zona urbana del municipio de Sabaneta, con cámaras fototrampa. Según, el investigador José Fernando Navarro adscrito a Rastreo Colombia, vieron imágenes de una hembra con dos crías y luego aparecieron dos machos en el año 2014. (6) Según (Londoño Arcadio 2016), funcionario adscrito a Secretaría del Medio Ambiente, en Sabaneta. En la Tabla N°1, se describen los felinos que habitan en las montañas cercanas a Medellín.
Fuente: Elaboración propia, basada en registros Tayra (Transporte, Animales yRegistro de Atropellamientos), fotos y video tomados por fototrampas instaladas por investigadores adscritos a universidades o entes públicos reseñados en la bibliografía.
EL TERRITORIO DONDE HABITAN LOS FELINOS TIENE FORMA DE HERRADURA. Cadenas montañosas que circundan a Medellín poseen corredores que en forma imaginaria tienen forma de herradura e interconectan el paso de los felinos de oriente a occidente y viceversa. Existe un primer corredor que permite el cruce de felinos entre occidente y oriente conformado por: el Alto del Romeral ubicado en San Antonio de Prado, que conecta con el alto del Padre Amaya, con la serranías, Las Baldías en San Félix y se comunican con el orien-
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te antioqueño por el Alto de San Miguel, lugar donde nace el río Medellín pasando por el municipio de El Retiro, y a lugares como la Castellana, Perico, Rionegro y el Parque Arvi. Según, funcionarios de Corantioquia, (7) (Restrepo Llanos, Juan Camilo, 2016) “Hay un corredor claro entre San Antonio de Prado, La Estrella, Caldas, Sabaneta, Envigado y un poco a Arví, luego a Copacabana y Girardota”. La Romera ubicada a 5 kilómetros del municipio de Sabaneta, se constituye en una de las áreas naturales del Valle de Aburrá que sobresalen por la diversidad de especies que allí habitan. Según cifras aproximadas dan cuenta de 28 especies de mamíferos, 168 de aves, 8 de anfibios y reptiles y 5 de peces, además de 228 de plantas presentes en esta zona de apenas unas 200 hectáreas. (8) Según (Londoño Arcadio 2016), funcionario adscrito a Secretaría del Medio Ambiente, en Sabaneta habitan: el tigrillo lanudo, guaguas de montaña, tairas, zorros y ratones. 12
Caldas está ubicado en el Valle de Aburrá, limita por el norte con los municipios de La Estrella, Sabaneta y Envigado, por el este con el municipio de El Retiro, por el sur con los municipios de Santa Bárbara y Fredonia y por el oeste con los municipios de Amagá y Angelópolis. El alto de San Miguel podría considerarse como uno de los puntos de unión de la herradura que sirve de punto de cruce de los felinos entre oriente a occidente y visceversa. Este alto boscoso fuente de manantiales, está ubicado en la microcuenca conformada por la quebrada la Clara, donde nace río Medellín, y conecta la parte nororiental de áreas que pertenecen a las Reservas Ecológicas de San Sebastián y -La Castellana, en jurisdicción limítrofe con el municipio, El Retiro. Inventarios realizados por entes gubernamentales en lugares como: La Romera en Sabaneta, Envigado, y la zona alta de El Retiro (San Sebastián-La Castellana) y hasta el Parque Arví, se evidencian la biodiversidad, en estos hábitats pertenecientes al Valle de Aburrá, (9) según explica un
funcionario adscrito a, la Subdirección Ambiental del Área Metropolitana (Vélez Bedoya, Víctor Manuel, 2015) “en estos lugares los felinos encuentran una alimentación variada de especies como: ratones, comadrejas y algunas aves como, pavos y guacharacas, allí habitan 100 de las 479 especies de mamíferos que hay en Colombia, 316 de las casi 1.900 de aves y 43 especies de anfibios y reptiles de 1.334 del país”. Vale anotar que el Valle de Aburrá representa en extensión el 1.8% del territorio departamental. Existe un segundo corredor que hace parte de la herradura imaginaria que permite el cruce de felinos entre oriente y occidente. Los felinos provienen de municipios de Antioquia como: Puerto Berrio, Amalfi, Saragoza, Anori, San Andrés de Cuerquia, Barbosa, Girardota y Copacabana, los cuales cruzan por uno de los puntos de unión, el Alto de San Miguel a través de las serranías que comunican con Rionegro, El Retiro, Caldas, Envigado, Sabaneta y la Estrella.
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LAS AMENAZAS Y ESPECIES EN VÍAS DE EXTINCIÓN
LAS SOLUCIONES
Según, lo explican funcionarios de la Organización Panthera en Colombia, (10) (Esteban Payán, Esteban) “Los grandes felinos son los primeros en extinguirse ya que requieren grandes áreas bien conservadas, tienen características reproductivas lentas (gestación y crianza prolongada y camadas pequeñas) y están sujetos a grandes amenazas por parte de las comunidades humanas”. Los felinos que habitan en las montañas cerca a Medellín, se encuentran amenazadas por: la tala indiscriminada de bosques, la disminución del área rural causada por el aumento de proyectos urbanos, la caza ilegal, el atropellamiento vial, la comercialización de especies exóticas y el aumento de muertes por atropellamiento de automotores: la muerte de tigrillos lanudos ha venido en aumento, 11 registros en 8 años, para lo cual es necesario trazar correctivos. En las 3.299 hectáreas de áreas protegidas en poblaciones del sur del Valle de Aburrá, investigadores de universidades y entes públicos han instalado 33 cámaras, que han sido rotadas en 50 sitios en donde se ha evidenciado la presencia o paso de fauna silvestre. (11) Según (Obando, Juan Manuel, 2017), encargado de Tayra, “Queda después de haber evidenciado, con fotos y videos, la presencia de nueve especies (además de felinos) en vía de extinción”, amenazadas en ecosistemas cercanos al Valle de Aburrá.
Frente a la tala indiscriminada es necesario ampliar las áreas protegidas, y legislar con penas más severas a quienes atentan contra la fauna y la flora. Se deben unir zonas de la Romera en Sabaneta el Alto de San Miguel en Caldas y algunas otras en Envigado y El Retiro para declararlas como áreas protegidas, se debe trazar una meta de 400 hectáreas, conformando una especie de área regional protegida. Según la bióloga (12) ( Restrepo, Zorayda, 2018), entidades como Corantioquia, la Alcaldía de Envigado, y el Jardín Botánico de Medellín, vienen avanzando en un Sistema Local de Áreas Protegidas denominado (Silape), desde noviembre de 2013. Evitar el aumento de la frontera urbana en áreas donde habitan los felinos, y controlar las parcelaciones y urbanizaciones deberá ser preocupación de los Planes de Ordenamiento Territorial, para evitar disminuir la calidad de vida de los hábitats de estos animales. Disminuir la caza furtiva de felinos es un imperativo, el hombre ha sido un enemigo de la especies de felinos que habitan en Colombia, en algunas comunidades de campesinos en donde los de felinos atacan el ganado y las aves de corral, los cazan sin control. Se recomiendan talleres de capacitación para educar a estas comunidades de tal forma que utilicen otros medios como: pitos, sirenas, luces de bengala o cercas electrizadas que persuadan a los felinos de atacar el ganado y las ves de corral, evitar que el ganado permanezca al aire libre en las noches, colocar camisetas con
sudor humano para que el felino sienta la presencia del hombre e incluso utilizar búfalos los cuales defienden al ganado de los felinos, se trata de educar y proponer una coexistencia pacífica entre hombre y felinos. Combatir la comercialización de las especies silvestres de felinos para lo cual es necesario: continuar avanzando con la legislación de protección al medio ambiente, actualmente existen Leyes como: la 1333 de 2009, 1453 de 2011 y 1774 de 2016, en donde existen penas de hasta 12 años de prisión y multas que van hasta los 50.000 salarios mínimos mensuales legales vigente. Además se deben aumentar los puestos de control, los que deben ser más rutinarios. Reducir la muerte por atropellamiento automotor: Señalizar mejor las carreteras, advirtiendo a los conductores sobre la fauna que habita en los alrededores y la precaución de no atropellarlos. Las señalizaciones deben aparecer una vez se ingresa a los hábitats y en la curvas de la vía. Como mecanismos de defensa. En la vía a El Escobero fueron instalados puentes o conectores de madera de 40 y 50 centímetros de ancho que se levantan 30 metros del suelo y cruzan de un lado a otro de la vía para dar paso a la fauna silvestre que se encuentra en las zonas boscosas del valle de Aburrá. Se requiere hacer más estudios de investigación sobre los felinos para conocer más, la forma como logran reproducirse y alimentarse con el fin de trazar programas de conservación porque su protección dependen otros animales del mismo ecosistema.
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CONCLUSIONES Las montañas que circundan a Medellín son un santuario natural que invita a su conservación, es necesario proteger sus bosques, evitar la tala indiscriminada y ampliar las áreas protegidas, los felinos han hallado allí un refugio y un hábitat que evidencia la biodiversidad que nos rodea. Existen unos corredores imaginarios en forma de herradura que conectan los bosques orientales y occidentales del departamento de Antioquia que han permitido el desplazamiento de los felinos en ambos sentidos. Esas conexiones se constituyen en corredores biológicos que han garantizado la supervivencia de éstas especies. Los Planes de POT de municipios como: Caldas, El Retiro, Envigado, Sabaneta, La Estrella, Copacabana, Girardota y la Estrella deberán evitar el aumento de las áreas urbanas, parcelaciones o construcciones en lugares en donde habitan los felinos, para tratar de aumentar la calidad del hábitat de éstas especies.
RESEÑAS BIBLIOGRAFICAS 1. Obando, Juan Manuel. “La vida silvestre que arrolla el crecimiento urbano”, basado en Juan Manuel Obando, administrador del sistema Tayra (Transporte, Animales y Registro de Atropellamientos). Investigador de Aburra Naturala. Tomado del sitio http:// esferaviva.com/atropellamiento-de-fauna/. Agosto 30 de 2017. 2. Arias-Alzate, Andrés y Carlos A. Delgado , Juan Camilo Ortega, Sebastián Botero Cañola, Juan D. Sánchez-Londoño. “Presencia 14
de Puma Yagouaroundi Carnivora Felidae en_el valle de Aburra, Antioquia, Colombia”. Unam de México, Universidad de Antioquia, Universidad CES y Universidad de Wollongon de Australia. Publicado en Brenesia 79:83-84. ISSN-0304-3711. Marzo de 2013. 4. Periódico El Colombiano. Valencia Gil, Juan Carlos . “El ocelote vive en bosques del Aburrá”. Basado en las investigaciones de Sánchez, Juan David y Botero Sebastián, adscritos a Aburra Natural. Medellín, Febrero 9 de 2013. 5. Rodríguez-Mahecha, Jorgenson, Durán-Ramírez, Bedoya Gaitán , González Hernández, Navarro Hincapie y Silva.) “Muerte de mamíferos por vehículos en la vía del Escobero, Envigado (Antioquia)” 2014 tomado de JP, Durán-Ramírez. Documentado por Delgado Carlos A. Tomado en el año 2016 de: https:// revistas.eia.edu.co/index.php/ Reveiaenglish/article/.../854 6. Domínguez, Santiago. “La Romera último pulmón de Sabaneta”. Basado en Declaraciones de Londoño, Arcadio, funcionario de Municipio de Sabaneta. Tomado de https://medium.com/@Delaurbe/ la-romera-%C3%BAltimo-pulm%C3%B3n-de-sabaneta-5af699bb1f87
junio 2016
7. Periódico El Colombiano. Martínez Arango, Rodrigo. “En Envigado se han visto 9 especies amenazadas. 22 de noviembre de 2017. Según investigaciones del ingeniero forestal Juan Manuel Obando. Tomado de:https://www.elcolombiano. com/antioquia/especies-ame-
nazadas-en-envigado-antioquia-MX7743952 8. Periódico El Colombiano. Velásquez Gómez, Ramiro. “Fauna del Aburrá: entre la vida y la muerte (crónica)”. Basado en investigaciones del funcionario Juan Camilo Restrepo Llanos, adscrito a Ecosistemas en Corantioquia, “Hay un corredor claro entre San Antonio de Prado, La Estrella, Caldas, Sabaneta, Envigado y un poco a Arví, luego a Copacabana y Girardota”. Diciembre 3 de 2016. Tomado de: www.elcolombiano. com/blogs/cienciaaldia/tag/aves 9. ídem, Domínguez, Santiago. 10. Periódico El Colombiano. Velásquez Gómez, Ramiro. “Fauna Diversa y amenazada”. Según el investigador Víctor Manuel Vélez Bedoya, biólogo de la Subdirección Ambiental del Área Metropolitana cuenta que en el Aburrá, 2 de diciembre de 2015. Tomado de https://www.elcolombiano.com/tendencias/las-lomas-un-zoologico-abierto-para-todos-DB3210137 11. Rico, Guillermo. Colombia: las comunidades rurales y su papel clave para la conservación del Puma. Publicado en Mongabay Latam. 14 de febrero de 2017. Tomado de: https:// es.mongabay.com/.../colombia-las-comunidades-rurales-papel-clave-la-conserv... 12. Restrepo, Zorayda. “Envigado trabaja por un sistema local de áreas protegidas”. 21 de julio de 2018. Tomado de https://www. botanicomedellin.org/novedades/noticias/ultimas-noticias/ envigado-trabaja-por-un-sistema-local-de-areas-protegidas.
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EL JAGUAR DE LA CASA DE ELENA 1 1 Fotografía tomada del Museo Antropológico de Lima, Perú.
Por Orlando de J. Flórez Rodríguez. En homenaje a Elena Vargas Tisnés
El jaguar nunca camina solo. Camina, haciendo parte sólo de su soledad.
E
l jaguar cuando se le ve en la casa de Elena, nunca se le ve más de dos segundos. Viaja de objeto en objeto, de pared en pared, y de techo en techo: Unas veces, confundido con los objetos y las imágenes pintadas o instaladas en las paredes; y otras, colgando de los techos, empecinado en mirar siempre al piso, y a las figuras de las baldosas, esperando que aparezca algún miembro del género reptil, para saltar y deslizarse por entre las paredes, o entre sus aristas. Camina, también a veces, por el afuera del papel que sirve de superficie a este escrito: Por el afuera de la materialidad de la escritura, por la superficie de la palabra hablada. Por momentos, salta sobre mi lapicero que sostengo en el aire, y susurra palabras que nunca están en la superficie deletreada; el
lapicero se mueve en el aire, como cazando palabras por las laderas de un abismo, desde la boca, hasta la garganta de un volcán. Los fonemas se precipitan atraídos y desplazados por el viento de mi respiración, esperando formar nubes de palabras y estelas de frases, oraciones y proposiciones fáunicas, enunciados cíclopes, en alguna dirección, con la brizna de algún significado. Entonces, trazo en el aire de la palabra espuma, algún olor de azufre o algún calor de lava que transita contra la resistencia del viento; o escribo alguna serie de palabras libres, ingrávidas, sin sentido, ni sentimientos de nada, sin conductismos del alma. Desde el sótano de mi voz, y en forma siempre imprevista, un relámpago encandila la articulación de las palabras. Silencios…miedos…tartamudeos y suspensos; escuálidas, amorfas y espontáneas imágenes, van apareciendo ante mis ojos, como arañas o pájaros, como el resplandor de unos ojos o el trueno de unos pechos.
La primera vez que se le vio al jaguar. El primer día que alguien vio al jaguar en la casa de Elena, lo vio raudo, solo, entre la
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noche, como un fantasma más de toda esta historia. En medio del cielo azul, silente, tranquilo, iba entre los céudos, acompañados por su rey, comandados por la virgen de los cristianos y protegidos por el ángel de la guerra y la libertad.
El jaguar husmea y humea Busca el humo y el humus, para no perder jamás el olor y el sabor que le dan el humo y el humus juntos. Libre, al fin, y en medio de aquella nave de la muerte y de la libertad, cuida el sueño de un cuerpo muerto. Sabe que va por alta mar. Por eso levanta su rostro, husmea, humea, y se echa a andar sobre las aguas, hacia Jesús crucificado. Allá está él, flotando entre las nubes del gran mar del norte, en medio del azul del cielo, las garzas y las tijeretas que siempre le acompañan, desesperadas, ansiosas y hambrientas, del instante de su muerte. Sabe que está 16
entre Castilla y la Nueva Granada, por la multitud de rostros de piratas y corsarios que encuentra en su camino, y que lo espera un lunapark de indígenas y fieras. Sabe, después de su primer viaje, que luego de sortear toda clase de guerreros con arcos, escudos, lanzas y espadas, lo espera el infierno: esas escaleras de fuego que calientan el rostro de todos los familiares, amigos, vecinos y extraños que han entrado a la casa de Elena, y que, aún, permanecen vivos. Sabe, que ese fuego no quema, ¡que arde!, que todo es fuego en su interior, de todo aquel que lo intenta pasar. Sabe, que todos esos rostros lo mirarán con el anhelo de volver al tiempo de la vida. Es tan triste ser y no ser: saber que sólo soy la imagen de un cuerpo, que no es, o que no sé dónde está; si está o no está, como los parientes indígenas del Vaupés, los Callacachis, o los parientes de nuestros amigos y familiares,
los desaparecidos... Lo que más le encantó al jaguar de pasar por el infierno, fue el momento del diablo desnudo, únicamente vestido con su cuerno azul, flotando en un mismo punto en el aire y cantando, mientras interpreta su instrumento de cuerdas, metido entre sus senos.
Esperó que regresara Elena, y se adueñó de sus pies, debajo del escritorio. Esperó hasta contemplarla entera, completa; mirándola, sonámbulo y tierno, desde sus pies hasta sus ojos. Para verla mejor, saltó sobre el libro de la inquisición que navega con la carabela de Jesús, la camándula y la cruz, a todo el frente del infierno, en dirección contraria a la nave que comanda el rey y la virgen de los céudos; pero prefirió acomodarse en la Nave del amor, que cuelga también un
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poco más allá, al lado de la ventana, para contemplar, al mismo tiempo, el corredor de las serpientes que se aman y se muerden por la cola. Y se quedó dormido en el interior del nido de pétalos rojos, en medio de los amantes que viajan allí escondidos sin comida ni armas ni atuendos. Entre el fuego de la chimenea y el fuego de la nave del amor, entre el juego de los espejos de los rostros sin alma y de las almas sin rostro, así, prefirió el jaguar, entre dormido y despierto, contemplar el sueño de Elena, suspirando y quejándose suavemente, hasta que lo despertó el frio del alba que le entró por la ventana. Saltó, sólo pensando en ella, en el saludo acariciador de su voz y de sus manos y en el calor tierno de sus pies, pero no la encontró; ya había salido a cumplir en la Universidad Nacional su dura jornada, y le había dejado, a un lado de su cama, concentrado de pollo y verduras, caldo y agua. Aceptó quedarse solo, tranquilo, mirando las barranqueras, las mirlas, las ardillas, los colibríes y las gallinas; oyendo el diálogo del gallo con un parcero vecino, o el ladrar de algún perro que anuncia el paso de una cabalgata, acompañada con música mexicana; hasta gruñir con rabia y querer saltar la maya de alambres y ramas.
Hasta el canto del gallo se instala en la penumbra. En medio del sonido del viento y del dulce y melódico rasgar de cuerdas de una guitarra que proviene de algún cuarto, su canto lo inunda todo, hasta los más profundos sentires del mundo
interior que habita la casa de Elena. El imaginar de los cuerpos se desploma y duerme por un rato. El jaguar sueña, parpadea. Por instantes se despierta, se levanta y atiza el fuego de la chimenea; se calienta, y enternecido, vuelve y se desploma. Sale a deambular por todos los lugares. Vuelve, se arrulla con el fuego de la chimenea, y sueña que recorre la ruta del segundo viaje de Colón; lucha contra un remolino de vientos; se precipita al fondo del mar, conjuntamente con las cajas llenas de tesoros y joyas que iban con destino a la reina Isabel, y regresa a dormir enternecido por el fuego de la chimenea. Sale de nuevo, se encuentra con los movimientos y graznidos de una barranquera que busca alimento en medio de la niebla. Torpe, y ya sin fuerzas, el jaguar regresa al sofá de los sueños (que también duerme al frente de la boca del infierno), y ronca como un viejo, entre las muñecas de trapo y lana, cobijadas con un dulce abrigo de Elena, que trajo la ultima vez de Puno, Quito, Otavalo, Lima, Tumbes, Silvia o Trujillo, después de haber tejido por más de dos meses amistades, contactos, proyectos, posibles alianzas y programas conjuntos con centros académicos, directores y directoras de organizaciones culturales, artesanales y artísticas. Después de sumergirse en la danza de las llamas de la chimenea, despierta, se des-espereza, se mira en el espejo de las aguas del mar, o en el espejo de las nubes del cielo; vuelve a quedar semidormido entre las muñecas, y sueña: Me convertiré en laguna azul, en espejo vivo de las almas de esos rostros que flo-
tan en las escalas del infierno de la casa de Elena; venimos siendo por mucho tiempo lo mismo, seres de cristal, pero, ahora, pasamos a ser vapores, nubes, ríos, gotas de lluvia, abismos del lenguaje en el agua.
Sorpresivamente, apareció una libélula, revoleteando como una mariposa, saltando y chocando contra el viñedo que trepa por las paredes y cuelga del cuarto verde de la casa de Elena. Cayó. Dejó de revolotear. Sólo se oyen los crujidos de los objetos que manipula Fátima en el cuarto de la cocina. Se ha quedado estática; reposando sobre tinajas; entre un paisaje de bosques, selvas, serpientes y guacamayas. Ya sabemos a qué vino: A dormir plácida y tranquila entre las uvas, los olores de las flores y el color de las ramas del bosque, mientras su cuerpo agoniza a la espera de los últimos segundos que le quedan de la corta programación de su cuerpo natural, oyendo el roncar del Jaguar, que se ha quedado acostado debajo de la mesa del comedor. Y se quedó dormida, mirando hacia los espejos, contemplándose los ojos, sin tristeza ni rabia, consciente de su destino y su rastro, sintiendo el tibio calor de la alacena, los olores que vienen de la cocina, y la mirada de la hermosa negra chocoana, que lleva, sobre su cabeza, serpientes, recipientes de oro y bananas.
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Sabe que debajo de la mesa del comedor está el Jaguar, despierto y olfateando la presencia de su cuerpo, con sus orejas paradas, atentas, esperando sigiloso que se mueva, para saltar con sus fauces abiertas, llenas de un camino de colmillos y dientes. Sabe que tampoco puede moverse, por su programada falta de fuerzas, que no le queda más que dormir, esperando el asalto del Jaguar, o la partida final del viaje hacia las estrellas. Inesperadamente, y sin saber, hizo un ultimo esfuerzo y saltó; voló hacia la nave de los sueños, al encuentro de los amantes que duermen, o mueren abrazados, sobre un nido de pétalos rojos, muy cerca de la nave de los céudos. Al día siguiente, cuando Elena se levantó en busca de su computador para seguir trabajando, la vio dormitando, rígida, sin alma como los rostros del infierno, pero sonriente y tierna, entre los pétalos.
Al fin y al cabo, la vida es lo que pasa mientras los perros Cipión y Berganza se abrazan, se muerden la cola, comen, duermen, rastrean y sueñan. La vida es lo que pasa por las vidas de Cipión y Berganza, mientras los reinos animal y vegetal conviven con los llamados humanos, lejos y cerca de los espejos; lejos y cerca de los mismos consejos que les dieron a estos sus abuelos; con las mismas cadenas, colgando de sus cuellos, cuando los cristiani-
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zaron. Encerrados en los espejos, en sus recuerdos, y en un territorio habitado por una marejada inconciliable de tiempos, por el que una vez por año transcursa una voz susurrante, que nos recuerda la discreta invitación al presente, camuflada en el detalle, en la flor que no habíamos visto, en el colibrí que a diario volvemos a ver. Ellos bien que lo saben: Cipión y Berganza viven; no se esfuerzan; ven pasar el mundo, sin ayer ni mañana, pero razonando, a veces, como un pequeño florecimiento, en constante destellar, desde que transcursaron a esta casa, provenientes del Hospital de la Resurrección, de la ciudad de Valladolid, en un libro que el autor del Quijote publicara en 1613, tres años antes de su muerte.
Estoy ladrando. Hace meses que Elena no vuelve. Se fue a resucitar a los muertos de Mocoa, donde por suerte aún viven sus amigos del alma, y a liderar un ejército de hormigas que revivan el trabajo de las raíces, para que nazcan de nuevo los musgos, los líquenes, los protozoos, los árboles, los bosques, la fauna y los pájaros. Angustiado por tantos meses de espera, me he transformado en un Fauno: Mi cabeza de jaguar se ha transformado en la de un humano. No se cómo explicármelo. Por los jardines de La casa de Elena, oí
decir a sus amigos filosos, que ya no creen más en las prácticas de representación, que se inventaron los humanos, desde la segunda mitad del siglo XVII; ni mucho menos, en sus ciencias humanas. Algo tiene que ver esto, con la súbita transformación que, también, ha sufrido mí inventada naturaleza de jaguar, por las manos de Elena. Los perros, después de verme cazando y comiendo un puercoespín, que entró al jardín, por uno de los agujeros que dan al bosque, horrorizados, me han dejado solo. Por el mismo agujero, han corrido hacia el bosque, a buscar rastros, olores de ratas, chuchas y de otros cuerpos que se mueven. Van muchas horas, muchos días y no han vuelto. Me he quedado sólo, ladrando. Mis llamados fáunicos, llamándolos para que vuelvan, se han vuelto ladridos y silbidos. De un momento a otro, sin avisar, ha caído un torrencial aguacero. Luego, la humedad se ha tornado muy alta, y el cielo se ha puesto absolutamente blanco. Me he escondido debajo de un Drago. Un gran relámpago, seguido de un aterrador trueno, me permite ver la plenitud de mi cuerpo. Ya no siento, sino que veo, cómo de fauno, ahora paso a otra trasformación extraña. Repentinamente, siento un cosquilleo en los párpados. Mi cara se ha descompuesto. Siento un taco en la garganta, y ya no me salen ladridos, ni gruñidos, ni nada. Mis ojos y mi nariz, se inclinan con obsesión hacia el piso, la tierra, las hojas y los árboles, aspirando toda clase de olores y polvos, y buscando, ya no pecaríes, chigüiros o reptiles, sino al-
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gún tamal de maíz, o una porción de morcilla. Doy vueltas y vueltas en un mismo sitio, sin definir por fin en dónde echarme. Empiezo a sentir cómo mi cuello se encorva, y a ver el resto de mi cuerpo anclado, sobre el suelo, en cuatro patas. Aterrorizado, contemplé cómo se transformaba, completamente, mi cuerpo, y esperé, que de mi cara salieran barbas, de mis encías, colmillos, y de mi boca, una lengua larga. Me desesperé. Sin saber cómo ni porqué, salí corriendo velozmente, saltando por encima de las Orquídeas y las Bromelias, las bateas de piedra que almacenan el agua para los perros, los pájaros y demás animales del bosque, sin percatarme cómo destruía, a mi paso, un cultivo de besos gigantes. Indeciso, paraba súbitamente en la raíz de algún árbol, de un Marra
bollo, un Sietecueros, un Chirlobirlo o un Yurumo Blanco, e intentaba subirme por sus troncos y ramas, mirando, buscando en sus copos, alguna Barranquera o Mirla o Tángara o Tucaneta o Cacique candela, o alguna ardilla, chucha o rata, o cualesquier otro ser que se mueva. Pero fue imposible; ni el cuerpo, ni las manos, ni las patas de perro, me sirvieron para ascender por el árbol. Me dirigí hacia las cercas de Chusque, de Helechos de agua, de Platanillos y Mora, que separan el bosque de la quebrada y sirven de encierro a los perros en un área delimitada, muy cerca al gallinero, y a la huerta del brevo. Con desespero y ladrando, apoyé las manos sobre el alambre, y traté de saltar hacia el agua cristalina que baja por la quebrada. Sentí un dolor en la almohadilla de mis dedos. Me volví a parar en cuatro, y miré el chorro de sangre que manaba de mi mano izquierda. Lamí, con
avidez, la herida, y bebí el líquido como si fuera agua, pero noté un suave sabor a hierro, sal y carne. Chupé y chupé, tragué y tragué, hasta que paró la corriente de sangre. Sentí un gran descanso, y pasé mi larga lengua saboreando mis labios. En ese momento, sentí, escuché, unas voces y un ruido en la puerta de la casa. Corrí; otra vez salté; sin percatarme, ni cuidarme, de la destrucción de Besitos, Anturios, Hortensias y Pensamientos que dejaba a mi paso. Con ansiedad y curiosidad, llegué, ahora sí, ladrando, y vi cómo los dos perros, Cipión y Berganza, entraban completamente transformados en dos seres humanos; con vestuarios de varios colores y gafas; cada uno, con una bolsa del mercado en sus manos, y en sus pechos, una medalla de oro, que contiene el escudo de una universidad de Colombia.
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Los parques
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Por: Jaime Ovidio Giraldo Gómez.
os parques, donde abunda la pobreza, se han convertido en verdaderas ferias donde la fiesta improvisada revienta por todas las puntas, es el desachante de quienes tienen los bolsillos rotos, los parques se llenan como una panza todos los domingos, multitud de rostros mortecinos comidos por el hambre, estiran sus miradas buscando una moneda, los lunáticos perifoneando compulsivamente discursos religiosos a puñados de orejas que los oyen distraídamente sin escucharlos. El sol golpea sobre las cabezas, como plomo derretido a las dos de la tarde, las paletas se chorrean entre los dedos de unas encallecidas manos aún sucias por el cemento, es un obrero a quien no le alcanzó el dinero para ir al cine, y le resultó más barato quedarse en una banca contemplando el desfile multicolor y deshilachado de quienes van a cualquier parte, sin llegar a ninguna. Un mimo, mal pintado el rostro, distrae a una cantidad significativa de hombres y mujeres que le escuchan sus chistes prosaicos, arrancando alborotadas carcajadas a la
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masa multicolor que le aplaude sus charras groserías. Pasa un pelafustán con un frasco oscuro pegado a su boca, sus ojos parecen parches negros adheridos a su rostro famélico, que se estalla contra la incertidumbre. Pasa velozmente una rata y se adentra sin ser perturbada a la alcantarilla, una pareja de campesinos con tiples destemplados gritan una ranchera para una audiencia que no pagó boleto, en un escenario donde no hay entradas ni salidas. Las bancas están repletas y el humo de extraños cigarros marea a cincuenta metros a la redonda, las niñas estridentemente pintoreteadas caminan coquetas entre posibles clientes que pasan, unos distraídamente y otros, disimulando la intención. Un embaucador con un rostro salpicado de cicatrices por una lejana viruela, tiene armado un corrillo que le escucha con atención las ofertas para recuperar amores perdidos; su voz truena, cuando anuncia un jarabe amazónico para los impotentes, recoge entre los incautos asistentes, Unas monedas que magnetizará en el hotel, levanta sus monicongos
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y menjurjes del piso y se va entre los carros, seguido por una fila de crédulos, que desaparecen detrás de una vetusta puerta. La vida del parque continúa, al fondo vigila una mole de ladrillos, con forma de catedral, sus puertas herméticamente cerradas impiden el paso para el encuentro con Dios, adentro abunda el necesario silencio y encerrados yacen allí, como en una caja de salchichas, las figuras de yeso que representan la santidad.
En medio de un atronador bullicio, las meretrices ofrecen sus desperdicios, lo que les quedó después de la primera y continuada infamia, siguen agotando las reservas y escaseando los clientes, no seducen ya sus menguados encantos. Un lustrabotas putea a un colega porque le raponió a un posible cliente, el ilustre es lustrado por un deslustrado lustrabotas que recibe el vómito de su colega, con cierto desprecio estoico.
Dos hombres de piel lampiña se encuentran y se besan, como en una rápida despedida, llora un niño en brazos de una adolescente que en cuclillas lo arrulla como si fuera una bellota de plátanos. El lotero babeando sus propias desdichas ofrece a unos y otros, el número ganador para resolver multimillonariamente y de una vez por todas, tanta miseria acumulada en un solo sitio, el parque
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LA POÉTICA DEL INSTANTE EN LOS POEMAS DE ANABEL TORRES
¿Y la alegría? es el título de un libro publicado hace poco por la escritora colombiana Anabel Torres. Hay muchos motivos para leerla.
E
Por: Omar Castillo incluir autor
n la poesía escrita en Colombia, los poemas de Anabel Torres muestran una de sus líneas características, como es la del automatismo instantáneo, práctica que busca para el poema aprehender el instante cotidiano como representación de la realidad. Quienes practican tal escritura acuden a un decir con el cual encabalgar las palabras en imágenes familiares para el lector, en secuencias donde el lector encuentra representado el consumo de su imaginario, el aliento de sus rutinas. Empero, lo particular en los poemas de Anabel Torres, se da cuando consiguen que en la instantaneidad de su dibujo se presente también la extrañeza que rodea la realidad que representan, haciendo que algunos de sus versos rebasen lo anecdótico adentrándose en la otredad de lo coloquial, entonces la llaneza conseguida deja pensar en los inicios de la escritura poética castellana, cuando esta se deslizaba por los filos de la realidad explorada, buscando las formas y las maneras de una dicción para poder nombrarla, aprehenderla en lo instantáneo
de su suceder, en lo variable de su carácter, en lo incógnito de su misterio. En Colombia, algunos de los poetas más visibles de este automatismo instantáneo son: Rogelio Echavarría (Santa Rosa de Osos, Antioquia, Bogotá, 2009), con su libro Poemas urbanos (1963) y María Mercedes Carranza (Bogotá, 1945-2003), con su libro Vainas y otros poemas (1972). Automatismo instantáneo que se hace evidente en toda la producción de estos tres poetas. En noviembre de 2018 la colección Poesía letra a letra, publicó de Anabel Torres (Bogotá, 1948), el poemario ¿Y la alegría?, donde la poeta recoge una muestra de poemas de sus libros: Casi poesía (1975) , La mujer del esquimal (1981), Las bocas del amor (1982), Poemas (1987), Medias nonas (1992), Poemas de la guerra (2000), En un abrir y cerrar de hojas (2001), Wounded water / Agua herida (2004) y Human wrongs (2010). El poemario incluye dos textos de presentación, uno es de transiciones entre lo vivo efímero y lo permanente inquietante”. El otro es de Lauren Mendinueta. Con esta an-
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tolo gía Anabel Torres celebra sus 70 años de vida y los 43desde la salida de su primer libro Casi poesía. Los poemas de Anabel Torres se solventan en lo cotidiano coloquial de la vida, en lo cotidiano coloquial causado por lo enrarecido de la muerte y entre estas márgenes, ella tensa el arco que impulsa su escritura hacia los signos de la viva memoria donde asume los recuerdos que la acechan hacia las sombras que cunden en sus sueños y en su despertar, a las voces destiladas por estas: “Soy /canto en la garganta poderosa de la vida / canto / a pesar de mí / por todos los rincones de este oficio / de ser hombre/ o mejor aún / mujer // abierta a la muerte / porque de la muerte / parió / la vida”. Así, saboreando el saber de la memoria, la poeta busca digerir los recuerdos que penetran su noción de la vida, el suceder de sus rutinas. En “Si quieres conocer un poema”, nos da noticias de su poética, de cómo se entrega al automatismo instantáneo que le permite tomar lo cotidiano, tal como quien encuentra en una veta la materia para la elaboración de sus versos: “Si quieres conocer un poema camina por el parque después de la lluvia mirando los huequitos en las aceras llenos de agua que brilla mira el atrio de la iglesia ensartado de rodillas el ven dedor de flores en cuclillas taciturno vendiendo pedazos de su parcela escuc ha la música de Mozart y la música toda toca la tierra floja detente a mirar los tenis que venden en las vitrinas recorre los pasillos de las clínicas donde todos se miran entre sí con ojos muertos”. Este poema, tomado de su primer libro Casi poesía, esun aliento permanente en toda la producción de Anabel Torres, podría decirse que es un “santo y seña” para ingresar a su ambiente poético, a ese coloquio donde lo común y lo extraño se encuentran cotidianamente. En el poema que da título a la antología, nos encontramos con una alegría interrogante ante los momentos que la vida ofrece, ya sea para abrirlos o cerrarlos en la nitidez o en lo abrupto de los dones que traen, o para arrojarlos a las ascuas donde significan: “Los peores momentos una siempre logra, / con honda finura / o aunque sea a los trancazos, superar-
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los...”. Para terminar insistiendo: “yo lo he logrado / virtualmente / todo.// Pero ¿y la risa? / ¿Y el cuerpo? / ¿Y este poder pensar? // ¿Y la alegría?”. Así, la voz de la poeta nos detiene en un instante de sus dudas ante el perplejo espejo de su piel hecho de amores y desamores, de su cuerpo vuelto sobre la mesa de disección de la realidad memoriosa. En otro poema, “Las bocas del amor”, encontramos estos versos: “He visto mujeres y hombres colgando de ganchos en las blancas paredes de refrigeradores metálicos, listos para la autopsia. No he podido olvidar el tinte amarillo naranja de sus pieles. Jamás por mi propia mano me colgará el corazón de una percha”. Y en “Agua de amor” nos encontramos con un poema lustral, con el pedido de quien sabe que el amor es su fuente y para mantenerse en su camino, está dispuesta a atravesar un tramo solitario de su vida. Este es un poema escrito como quien elabora la punta de una flecha que ha de impactar en su propia integridad: “Agua de amor, palabra, multiplícame. No importa si yo lloro, si atravieso la fiesta solitaria. Agua de amor, no te me seques. No me deje tu asedio. ¡No me dejes!” Esta antología de Anabel Torres nos aproxima por los claroscuros de su hacer poético, por los instantáneos dibujos de sus poemas vueltos espejos de la cotidianidad voceada por lo coloquial, ya en sus rutinas y extrañezas, ya en el abrir y en el cerrarse de sus instantes, y en ellos la piel palpitante de los murmullos memoriosos de la realidad, el suceder de una sociedad que consume y es consumida, que se reconoce al mismo tiempo que se desfigura, mientras se guarda en los escaques de su tiempo vuelto intemperie.
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LA RENOVADA FABULA DEL RENCOR
« ¡No compitas! ¡La competencia es siempre dañina para la especie, y tienes muchos recursos para evitarla!»
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Por: Elsa Ruíz
s ésa la tendencia de la naturaleza, no siempre realizada a plenitud, pero siempre presente. Es ésa la consigna que nos llega desde el matorral, desde la selva, desde el río, desde el océano. « ¡Por eso, asóciate, practica la ayuda mutua! Es ése el medio más seguro para brindarle a cada quien y a todos la mayor de las seguridades, la mejor garantía para la existencia y el progreso corporal, intelectual y moral». Eso es lo que la naturaleza nos enseña; y eso es lo que han hecho todos los animales que han alcanzado la más alta posición en sus respectivas clases. También es lo que ha estado haciendo el hombre, el más primitivo de los hombres. Y por eso ha alcanzado la posición en la que hoy estamos. En múltiples escenarios de la guerra en Colombia los entramados de rencor y crueldad durante décadas, han sido horrorosos. Cómo explicarnos el absurdo nivel de degradación conque la clase política ha tratado a los de abajo, especialmente a la gente de las regiones, pisoteando su dignidad e ignorando sus derechos, ya no a través de la sociedad disciplinaria y sociedad de control en la que las técnicas específicas del poder se ejercen sobre los cuerpos individuales y las poblacio-
nes en las que la biopolítica es la que cuenta, es decir, lo biológico, lo somático, lo corporal, que actúa a través de instituciones que ejercen su control y poder social a través del aprendizaje e internalización de determinadas pautas de comportamiento. El concepto de sociedad de control en la posmodernidad conduce a un nuevo orden económico en donde se produce el desmantelamiento del Estado de Bienestar, se celebra el individualismo y la competitividad, lo que remite al resquebrajamiento de las subjetividades. La psicopolítica neoliberal se apodera de la emoción para influir en las acciones a un nivel pre reflexivo. Las sociedades de control modulan los cerebros y constituyen hábitos principalmente en la memoria espiritual. El consumo moderno desafecta los vínculos, socava la confianza en el otro y profundiza los sentimientos de miedo e inseguridad. ¿Qué ciudadanía se está construyendo? Con todo y el progreso que ha representado para el hombre haberse encumbrado al “mundo de las ideas”, desarraigándose de la tierra y dejando de ser hombres tierra convertidos en hombres divinizados, emergie-
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ron los individuos y hombres diosecitos ya no en común unidad, sino con ímpetus de adelantar uno a otro y unos a otros, dando lugar a sustituir la natural ayuda mutua en cooperación, por la competencia hobbesiana* y el utilitarismo. De este panorama se deduce qué tan imperativo es emancipar las costumbres cotidianas, transformándolas cada instante, no a un retorno al hombre primitivo arraigado a la tierra en tiempo de las cavernas sino al reencuentro cultura y ecosistemas, sin desdeñar los imperativos categóricos. El hombre tierra moderno que
entiende que el bosque también está en la ciudad pero sepultado, y que hay que emanciparlo de la esclavitud del capital, cooperativizando para el bienvivir. Acciones que hay que asumir para construir la ciudad de la confianza. Jóvenes y viejos ya no como topos horadando la tierra para emancipar el bosque sepultado por la ciudad esclava del capital de hábitat violento, sino como envolventes serpientes haciendo cimbrar este despotismo financierista inmobiliario global. Leer en la grandeza de las pequeñas cosas. Avivar el brillo de la mirada. Aprender a mirar al otro a los ojos. No una idílica ciudad tierra de hombres desdivinizados laborando en común cooperación la tierra, sin conflictos y en idealizada armonía, pero sí el intercambio e interacción, en dialogo de saberes, construyendo pensamiento ambiental complejo, hacia una civilización ambiental, todos en el suelo de la vida. Los imperativos categóricos altruistas de servicio, cortesía, solidaridad, confianza, transparencia, respeto, complementariedad, trabajo en equipo, libre competencia leal, en la sociedad biopolítica han sido sustituidos por los de utilitarismo impersonal, rivalidad, desconfianza, cinismo y arrogancia. Pero todo ese ámbito es superable mediante la acción de cooperar. Y para esta acción un elemento fundamental
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que incide de manera definitiva es la confianza. Mediante la confianza es posible derrotar la impotencia y superar la vulnerabilidad de individuos, asumiéndose en la mutualidad, en la común unidad de cada cual creer en el otro, y crecer con el otros. La confianza incrementa la certidumbre de hacer parte de un proyecto común de oportunidades compartidas para aminorar vulnerabilidades individuales. Da sentido grupal de pertenencia. Es el motorcito que da fuerza y pone en movimiento el engranaje de la cooperación con su particular potencial transformador de vida en emprendimientos individuales-colectivos, porque el individuo separado individual solo existe como abstracción o pieza de estudio de laboratorio; en la realidad social hacemos parte de la trama de la vida en el laboratorio del cuerpo como seres humanos. Confianza, palabra en movimiento, de acción retro alimentadora en interacciones, bifurcaciones, yuxtaposiciones en devenir rizoma. En mutualidad solidaria que hace converger y ligar las relaciones sociales. Esos son los valores especiales de la cooperación y la confianza en la ayuda mutua para el bienvivir en común unidad Y que permite emanciparnos de la fábula del rencor, basada en el utilitarismo competitivo. Construyendo una racionalidad comprensiva ambiental de anclaje ecosistemas cultura, naturaleza sociedad. Quién dijo que todo está perdido: ¡la ciudad tierra de hombres tierra está emergiendo ya!.
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El cambio climático solo es el síntoma Por: Jorge Riechmann Profesor de Filosofía moral en la Universidad Autónoma de Madrid, traductor, poeta, ensayista y miembro de Ecologistas en Acción,
En su libro Autoconstrucción Jorge Riechmann, desgrana un buen puñado de reflexiones incómodas sobre un modelo de vida que dirige a la humanidad hacia el despeñadero.
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ataloga el siglo XXI como “la era de la gran prueba” porque, según dice, “somos la primera generación que entiende perfectamente lo que está pasando con el clima y posiblemente seremos la última que pueda evitar la catástrofe hacia la que nos dirigimos”. Lo suelta a bocajarro, como un puñetazo entre los ojos. Consciente de que el pesimismo en estos tiempos de oscuridad tiene cada vez menos adeptos, Riechmann censura sin ambages la mercadotecnia del “buenismo” de la que hace gala el sistema convocando grandes cumbres climáticas en las que a muchos se les llena la boca con
compromisos medioambientales y “energías verdes” pero luego estigmatizan a los movimientos ecologistas como ingenuos apestados. La realidad que dibuja es desoladora. Todo está en contra del planeta pero, frente a eso, no cabe la resignación. “Aún podemos actuar contra este modelo de producción salvaje porque no está sujeto a ninguna ley física, como lo está la naturaleza, que impida cambiarlo”. Es el mínimo espacio que este investigador apasionado deja abierto a la esperanza. ¿Tiene solución el planeta? Pienso que sí. Lo que no tiene sentido es intentar salvarlo interviniendo sobre el consumo y dejando intacta la voraz cultura productiva. Ambas variables caminan de la mano aunque no valga sólo con esto. Por nuestro comportamiento depredador con los recursos naturales y la biosfera habría que hablar también del extractivismo y, a mi modo de ver, también del exterminismo, una noción acuñada por el historiador británico E. P. Thompson para explicar la estructura del mundo a finales del siglo pasado, cuando las dos superpotencias nucleares enfrentadas
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amenazaban con aniquilar cualquier rastro de vida en el planeta. La medida referencial del éxito de un sistema es el PIB. Si crece significa que las cosas van bien y hay esperanza de una vida mejor. Es la locura típica de una cultura denegadora como la nuestra. Digo denegar porque va más allá de ignorar lo que pasa y es no ver lo que tenemos delante de los ojos. Significa que no nos hacemos cargo de las consecuencias de seguir chocando contra los límites biofísicos de manera violenta. Nos hacen creer que vivimos en una especie de Tierra plana en la que podemos avanzar de manera infinita porque los recursos naturales son inagotables y la capacidad de absorción de la contaminación es ilimitada. Esto es una fantasía porque las leyes de la naturaleza, de la física, de la dinámica de los seres vivos nunca podremos cambiarlas, por grandes que sean nuestras ilusiones al respecto. EL CALENTAMIENTO GLOBAL, SIENDO UNA REALIDAD DEVASTADORA, ES SÓLO LA MANIFESTACIÓN DE OTRAS DINÁMICAS QUE DEBERÍAMOS ATAJAR SI QUEREMOS EVITAR EL APOCALIPSIS CLIMÁTICO HACIA EL QUE NOS DIRIGIMOS Pero las grandes cumbres climáticas aseguran haber empezado medidas drásticas para evitar el apocalipsis. ¿Qué credibilidad concede a sus decisiones? El calentamiento global, siendo una realidad devastadora, es sólo la manifestación de otras dinámicas que deberíamos atajar si 30
queremos evitar el apocalipsis climático hacia el que nos dirigimos. Nuestro principal problema ambiental es la extralimitación ecológica, el choque de las sociedades industriales contra los límites biofísicos de la Tierra. Si utilizamos la herramienta de la huella ecológica como indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana podemos observar que, en la actualidad, consumimos los recursos inexistentes de 1,5 planetas Tierra. Y eso a pesar de las carencias y desigualdades que asolan a buena parte de la humanidad. Dicho de una forma más didáctica: si quisiéramos generalizar al resto del mundo el modo de vida de los españoles necesitaríamos tener 3 planetas como la Tierra a nuestra entera disposición. Y si quisiéramos generalizar el de EEUU, que muchas veces ponemos como ejemplo de éxito, necesitaríamos 6. Es una locura que emana de esa construcción económica de tierra plana de la que hablaba antes. Entonces, ¿qué empuja al mundo a seguir enalteciendo el crecimiento económico pese a saber que conduce a la destrucción? El capitalismo, cuya dinámica es autoexpansiva y deniega cualquier salida alternativa. Para hacer frente al cambio climático deberíamos cuestionarnos antes los resortes básicos del capitalismo, algo que parece prohibido. Por eso digo que las cumbres mundiales sobre el calentamiento global no son realmente efectivas sino más bien ejercicios de diplomacia teatral. ¿No sirven para nada? Confunden a la opinión pública. La prueba es que los grandes
expertos en el cambio climático como James Hansen, a quien podríamos considerar el climatólogo jefe del planeta, calificó de farsa la cumbre celebrada en París. Se intenta poner un límite a las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero pero los límites son absolutamente incompatibles con el sistema productivista actual. Aunque el síntoma sea el calentamiento climático, la enfermedad se llama capitalismo. ¿Por qué el movimiento ecologista, cuya expresión política llegó a gobernar en países como Alemania, es descalificado hoy por muchos gobiernos? Ojalá fuéramos descalificados un poco más porque así seríamos mucho más fuertes y activos. La realidad es que las descalificaciones son un indicio de una situación paradójica: aunque la percepción generalizada es que el mundo se ha comprometido en la lucha contra el cambio climático, eso no es así. Sabemos que desde los años 60 y 70 había evidencias sobre cuál era la dinámica del sistema y los límites del crecimiento pero los mismos a los que hoy se les llena la boca con la lucha contra el cambio climático decidieron poner en marcha toda una campaña global para impedir que se tomaran las decisiones correctas. Bastaría con leer un libro de Sicco Mansholt, un socialdemócrata holandés que era presidente de la CEE cuando en los años 1972 y 1973 se produjo el primer choque petrolero mundial, en el que aboga por un cambio radical en las estructuras de producción y consumo que hoy serían catalogadas como radicales y peligrosas.
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LOS GRANDES EXPERTOS EN EL CAMBIO CLIMÁTICO COMO JAMES HANSEN, A QUIEN PODRÍAMOS CONSIDERAR EL CLIMATÓLOGO JEFE DEL PLANETA, CALIFICÓ DE FARSA LA CUMBRE CELEBRADA EN PARÍS ¿Cuándo se quiebra ese proceso de sensibilización medioambiental? En los años 80, con la fase neoliberal del capitalismo. Desde entonces, el retroceso ha sido constante pese al aumento de lo que algún experto denomina sosteni-blabla, es decir, mucho discurso, mucha cháchara, mucha propaganda y mucha estrategia de comunicación sobre energía verde. Pero la realidad vuelve a ser demoledora: la acción brilla por su ausencia y los planteamientos de fondo, incluso aquellos realizados por gente del establishment como Sicco Mansholt, son estigmatizados por rechazar el dogma del crecimiento infinito. ¿Estamos a tiempo de frenar el cambio climático? Hemos llegado a un punto tal que lo que hace 30 años hubieran sido
estrategias de cambio gradual ahora ya no están a nuestro alcance. Para hacer frente al calentamiento global necesitamos salir a toda prisa del capitalismo salvaje en el que hoy nos movemos. ¿Cree que el mundo está dispuesto a renunciar a esos principios económicos pese a conocer los riesgos? Los cálculos teóricos realizados por investigadores canadienses sobre las opciones que resultarían de respetar los límites biofísicos de la Tierra indican que, por ejemplo, el parque móvil de un país como España, que tiene 15 millones de coches, debería ser de unos 180.000 vehículos con motor de combustión. Pero claro, eso es inaceptable en términos industriales. El caso es que, si no se acepta esta realidad, no hay lucha alguna contra el cambio climático. ¿Quiere decir que la humanidad está condenada si no renuncia al modo de vida capitalista? Ya decía antes que las leyes de la naturaleza existen y son las que son. No podemos cambiarlas pese a la ilusión que albergamos de que una especie de tecnociencia om-
nipotente conseguirá derrotarlas. Donde podemos actuar, en cambio, es contra la organización de nuestro modelo de vida que no está sujeto a ninguna ley física. ¿Qué impide cambiarlo? Que no nos creemos lo que sabemos. Si fuéramos capaces de hacerlo, tomaríamos decisiones racionales para cambiar un modelo que nos lleva a la destrucción. Para que esto se produzca nos haría falta un enorme ejercicio de reforma intelectual y moral. El problema es que nuestras sociedades están organizadas contra eso. Fatídicamente, el neoliberalismo se impuso con sus ideas aberrantes de que todo depende de los gustos y preferencias individuales, y que igualdad y libertad son dos principios contrapuestos, cuando una mínima reflexión indica que es una falacia. Necesitamos bienestar humano pero necesitamos que sea compatible con los límites biofísicos del planeta. Somos la primera generación de la historia que entiende perfectamente lo que está pasando y posiblemente seremos la última que pueda evitar la catástrofe hacia la que nos dirigimos.
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«ROBÉ EL PAN A LAS PALOMAS« (FRAGMENTO) Por: Mauro Álvarez (1938-2019)
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a segregación racial continúa, y los perros son los únicos que no la padecen; creámelo, lo más bello y estimado en este país, son los perros, los homtmandogs: perros calientes hombres perros; en efecto, el perro es un elemento que pende del cuello como el crucifijo de los sacerdotes… ¿O.K.? El hombre por primera vez es celoso del perro y de la perra y la mujer del perro o de la perra en relación con su marido perro-perra o viceversa para ambos: para el hombre y la mujer y para el perro y perra (“primera aparición de los hombres-mujeres, descendientes de los habitantes de Sodoma que fueron perdonados por el fuego del cielo”), lo mismo que una mujer celosa de su marido homosexual, que es también considerado por ella como un perro, porque sólo lo tiene para darle palmaditas de cariño antes de dormir (y a ella la tiene por una perrita doméstica), o para solucionarle el problema de la subsistencia, trabajando como un hombre-esclavo, pero no como un perro, ¿me comprende?, y éste, entonces, no es celoso porque se acueste con su amante homosexual o con la perra 32
o el perro: la mujer es lo suficientemente inteligente para comprender y sólo le importa la satisfacción y el bienestar, y así, se va confabulando el género humano alrededor de la perra y el perro, cuando se trata de denigrar el carácter humano; se bautiza a los caninos con nombres de políticos: Trotski, Hitler: “me acosté con Trotski o me limpie el culo con Hitler”; permiten que sus calles estén atestadas de mierda, que en el invierno luzcan las deposiciones secas como tortas horneadas para Santa Claus; el excremento se hace popular y el “gringo” dice, que las heces del ser humano son más fétidas y por lo tanto, pueden permitir que los animales lo sigan haciendo en público… El psiquiatra de los perros le dice a usted (el perro tiene una alma que cultivan los doctores de la psiquis, y el hombre con su espíritu obediente se adhiere a ella para no contradecirla), qué clase de perro o perra le conviene en relación a su vagina o viceversa (¿es la comodidad de vivir en un país moderno!) o, que perro o perra se ajusta a las aptitudes instintivas de su marido homosexual o no; si la o lo requiere con cierta experiencia, no es motivo de preocupación (hay perros o perras que la satisfacen sin el problema de los celos); tenemos
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institutos que le proporcionan sin compromiso alguno, el animal que le satisface el más refinado de los instintos (nos respalda una experiencia de más de cien años de labor continua en pro de la humanidad); para cada necesidad hay un perro y para cada perro hay una necesidad: ¡la naturaleza es muy sabia y no se equivoca!; usted puede saber de los caprichos sexuales de su compañero o compañera, si observa bien el animalito que acostumbra conducir por las calles: ¡la idiosincrasia de este pueblo se conoce si se detiene usted a mirar sus perros!, la señora del presidente de la unión para la paz mundial, tiene un perro de tal y cual manera, entonces, ella es así y asá: sobra toda clase de documentos: “entre al mundo de los perros y hágase el mejor amigo del hombre”; ¿no se ha puesto usted a pensar –y con este tema puede divertirse mientras está en el subway-, cómo es –es una pregunta del test reglamentario para entrar a operar las bases atómicasun proxeneta canino? ¡mil dólares por la respuesta más acertada, y cómprese un televisor Westinghouse! ¿No cree, que los perros cometen crímenes pasionales?, su
mujer o su marido, pueden amanecer despedazados por uno de estos animales: y usted también, puede matar a su sexo-perro de un disparo –como se acostumbra asesinar por error en las cacerías de las novelas románticas al culpable de los triángulos amorosos- en la cabeza, sin el temor de que lo castiguen; está bien que a un perro lo manden a la luna pero no se concibe que lo introduzcan en la cámara de gas o lo degüellen, inculpándolo de asesinato sentimental (aunque, en el Estado de Virginia, condenaron a un perro a muerte, causante de sangrientos daños en su rebaño); estamos en el mundo de las fantasías, en donde es fácil ir acumulando recuerdos gratos con perros de diferentes especies: (“si colecciona mariposas puede compilar corazones de perros”); hasta el día en que un perro lo muerda a usted por un mal dictamen psiquiatra-perro; en fin, llegará el momento en que los perros se conviertan en sátiros y los hombres aullarán como perras rabiosas dentro del vientre: ¡caperucita y el lobo! (la importancia de los animales en la literatura), pero no hay que temer por la vida de los perros en la era atómica; está bien
que un hombre muera de hambre, pero, pero, ¿un perro?, eso sería inconcebible; está bien que a usted le pague el Estado por defecar, pero si lo hace como los perros al aire libre (la posición que efectuamos en el retrete produce hemorroides), lo meten a la cárcel, sindicado de escándalo público; comprenda señor, que la libertad es para los perros y que Hitler, producía cobijas con el cabello de las judías, a igual que los “gringos”, le fabrican salchichas con la carne podrida de los perros; el lema, entonces, es trabajar como esclavo para alimentar a su perro en la bóveda-apartamento-celda, así no tiene el temor de que se le suicide su compañera abriendo la llave de la estufa de gas, y usted continúa renegando de la condición humana, en tanto, lo esperan los crematorios para que revuelvan allí sus cenizas… las palomas no se atreven a dejar el parque porque los alrededores están envenenados con sustancias tóxicas. (…)
Robe el pan a las palomas. Medellín. Litorama impresores. 1977. Págs. 132-136
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HISTORIA DEL DÍA MUNDIAL DE LA TIERRA
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esde el año de 1962, el Senador y activista Gaylord Nelson venía preparando el espacio para que el tema ambiental hiciera parte de la agenda gubernamental en los Estados Unidos, En ese tiempo, los activistas y grupos ecológicos eran considerados excluidos y no se les daba ninguna importancia. En 1969 finalmente pudo convocar una gran cantidad de personas con el fin de pedir la inclusión del tema ambiental en la agenda del Congreso de los Estados Unidos. Después de casi diez años de lucha ante el gobierno, el Senador Gaylord Nelson logró que se estableciera el 22 de abril como Día Mundial de la Tierra en el año de 1970. En esta fecha ocurrió la primera celebración la cual tuvo un impacto tan grande que se congregaron dos mil universidades, mil escuelas (primarias y secundarias), más de veinte millones de personas y centenares de comunidades en diferentes marchas. La presión social tuvo sus logros y el gobierno de los Estados Unidos creó la “Agencia de Protección Ambiental” con una serie de
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leyes destinadas a la protección del medio ambiente, relacionadas con el aire limpio, el agua limpia y la conservación de especies en vía de extinción. A partir de entonces, cada año en esta fecha, el mundo entero reflexiona y se moviliza por una tierra mejor. En 1972 se celebró la primera conferencia internacional sobre el medio ambiente. La Cumbre de la Tierra de Estocolmo (celebrada en Estocolmo Suecia), entre el 5 y 16 de junio del mismo año, fue la primera gran conferencia de la ONU sobre discusiones ambientales Internacionales que marcó un punto de cambio en el desarrollo de la política del medio ambiente y poder sensibilizar a los líderes mundiales sobre la magnitud de los problemas ambientales. Hasta este siglo pocos pensaron que los seres humanos viviendo en una extensión de tierra sin límites (aparentemente) y con grandes extensiones de agua abundante, podrían causar daños irreparables al medio ambiente. Sin embargo, hoy los gobiernos y la gente en general en todo el mundo buscan estrategias y luchan evitando los derrames de petróleo, la contaminación del agua potable,
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¢¢ Contaminación sónica, afectando a millones de personas, causando hipertensión arterial, ulceras, sordera, gastritis y hasta impotencia sexual.
la deforestación, la lluvia ácida y la posibilidad de rápidos cambios climáticos, los cuales causarían dificultades futuras. En 1975 un grupo internacional de estudio se reunió en Belgrado, Yugoslavia, propuso un marco de referencia mundial para la educación ambiental, que se llamó la “Carta de Belgrado”, la cual afirma que la meta es hacer que la población mundial se concientice y preocupe por el medio ambiente capacitándose para buscar soluciones a los problemas actuales y prevenir problemas nuevos. En 1991 varias organizaciones se reunieron a la conmemoración de este día, con el fin de impulsar estrategias que permitieran el cuidado del planeta tierra. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), EL Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), establecieron una estrategia global que llevó por nombre: “Cuidando el Planeta Tierra”. En la celebración del 2014, el día de la tierra se centró en la defensa de las ciudades verdes, con el objetivo de movilizar a millones de personas para lograr un medio ambiente saludable y sostenible. En la actualidad, más de la mitad de la población mundial vive en las ciudades, por eso la campaña de las ciudades verdes pretende generar un movimiento a nivel
¢¢ Contaminación atmosférica, millones de vehículos aportan cada día toneladas de gases que deterioran la calidad del aire. mundial durante los próximos dos años para resolver el problema del cambio climático. El 22 de abril de 2015, afirmó la ONU: “Llego el momento de asumir el liderazgo”, el lema elegido para la celebración en ese año: El Día Mundial de la Madre Tierra, (el 45 aniversario) un momento decisivo para la causa medioambiental. El 22 de abril de 2016, en su celebración reportan que desde su creación “El día de la Tierra” se extendió a casi 200 países. Millones de personas lo celebran en los cinco continentes. ALGUNOS DE LOS PRINCIPALES MALES DE LA TIERRA ¢¢ Reducción de la Capa de Ozono, causado por contaminantes que son arrojados en la atmósfera, particularmente gases refrigerantes CFC. ¢¢ Lluvia ácida, causada por el dióxido de azufre de las industrias, afectando la composición del suelo y las aguas y la vida sobre el planeta. ¢¢ Basura, acumulándose en todos los espacios del planeta.
¢¢ Contaminación de los suelos por los plaguicidas, residuos tóxicos, desechos petroleros y mineros. ¢¢ La explosión demográfica. Cada día nacen alrededor de doscientos cincuenta mil niños en el mundo aumentando cada aumentando la población. ¢¢ La deforestación, cerca de 170 mil kilómetros cuadrados de bosques desaparecen anualmente ¢¢ Contaminación de aguas, por el manejo inadecuado de los desechos. ¢¢ La extinción de las especies. “LA TIERRA ES NUESTRO REFUGIO; AYUDEMOS A PROTEGERLA Y CUIDARLA YA QUE DE ELLO DEPENDE EL FUTURO DE MUCHAS GENERACIONES”. POR ESO, “LA MEJO HERENCIA QUE PODEMOS DEJARLE A NUESTROS HIJOS ES: AMOR, CONOCIMIENTO Y UN PLANETA EN EL QUE PUEDAN VIVIR”
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CANCIONERO ANIMAL Roldanillo, mayo 14 de 2015
Poeta OLGA LUCÍA ECHEVERRI Medellín
Querida Olga Lucía Echeverri:
Discúlpanos por la demora en comunicarte oficialmente la buena noticia, tenemos la alegría de informarle que, después de varios meses de deliberaciones, el jurado del Concurso Ediciones Embalaje del XXX Encuentro de Poetas Colombianas del Museo Rayo, integrado por Marga López Díaz y Águeda Pizarro-Rayo, decidió otorgarle a su libro Cancionero Animal, una Mención de Honor. La premiación se hará en el marco del XXXI Encuentro y es uno de los actos más importantes y conmovedores. Usted leerá su obra y las mujeres asistentes la escucharemos profundizando en su poesía a través de su voz viva, leyéndola con nuestro oído e interiorizándola para siempre. Cancionero animal tiene una doble intención. Una se cifra en los epígrafes de León de Greiff, su espíritu tutelar. (“Quiero palabras: (palabras…! - es pequeña la ambición, siendo grande y zahareña -) Más que una
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exploración lingüística su preocupación es la de encontrar palabras que expresen una inquietud filosófica ontológica de hallar nuestra esencia animal, de desentrañarla encontrando en su conexión con ella, el meollo de la poesía: “Tiene la estruendosa palabra/ un silencio tan silencioso/ que casi no lo oímos/ y equivocadamente ansiamos voces y palabras/ cuando lo esencial sería/ lamernos y olernos como un animal” Quisiéramos ser árbol, pero nuestras madres nos arman en un momento de misterio con huesos y carne, haciendo que pertenezcamos al mundo animal. La palabra, esencia del poema, necesaria e implacable nos aleja y nos acerca a la vez, en estas reflexiones que tienen ritmo y rima greiffianos a esa verdad esencial de nuestra evolución. La felicitamos por embarcarse en una aventura tan filosófica como verbal con tanto brío. Con esta Mención de Honor, damos continuidad a una de las tradiciones centrales del Encuentro de poetas colombianas, con la esperanza de que le sirva a usted de inspiración y de estímulo para su obra futura. En espera de nuestro reencuentro en Roldanillo, Valle, entre el 15 y el 20 de julio, le envío un abrazo de hermandad en la poesía.
ÁGUEDA PIZARRO-RAYO Directora Encuentro de Poetas Colombianas.
Ciudad, revista de asuntos urbanos • Edición 27 • ISSN: 0123-238X
Reseña del escritor colombiano GUSTAVO ARANGO sobre el libro Cancionero animaL –poemas de Olgalucía Echeverrig. Salió publicado en El Colombiano el lunes 10 de diciembre de 2018. ¿Alguna vez se han preguntado por qué cerramos los ojos al besar? ¿Han pensado –de veras han pensado- en el extraño vínculo que nos une a la mujer que con su cuerpo hizo posible nuestros huesos y nuestros hermanos?
apoya en los epígrafes de León de Greiff, su espíritu tutelar, para explorar a través de las palabras “nuestra esencia animal” y en esa búsqueda hallar “el meollo de la poesía”. Parece una contradicción que los primeros poemas estén dedicados al reino vegetal (“estas palabras son como mis raíces…) o que la voz lírica se sienta tierra fértil (¿Seré yo tierra anegada para el humilde arroz o tórrida latitud para la refinada canela?), pero la búsqueda diluye las fronteras de los reinos y se ocupa de la vida, esa luz del entendimiento que se crea (se recrea) a sí misma en la poesía.
Y, para abordar del todo las preguntas esenciales, después de abandonar la vigilia de la infancia, han vuelto a preguntarse qué somos, ¿de qué lugar remoto y olvidado hemos venido? ¿Recordaremos algún día “nuestra deleznable impronta de perdidos centauros”? La vida, bien visto, es una cosa muy rara. “Tan raro todo”, se dice y nos dice Olgalucía Echeverrig, “tan extraño que haya bocas y ojos y narices y manos y montañas y rocas y piedras y piedras y agua y fuego y hablar y callar y amor y desamor y vida y muerte”. Sabe y nos recuerda que una de las funciones de la poesía es conducirnos a la extrañeza. Pero otra de sus funciones es consolarnos. Por eso el poema concluye diciendo: “Tan natural todo. Tan natural que haya bocas y ojos…”. Ese viaje de ida y vuelta representa con justeza a Cancionero animal (2018), el poemario que Olgalucía Echeverrig acaba de publicar y presentar en la librería El Acontista. Como lo expresa Águeda Pizarro-Rayo en la presentación del libro. Cancionero animal se
El poemario todo es como un viaje al borde del abismo, un vértigo a las puertas de ese “último nacimiento” que las palabras hacen menos tenebroso. Las palabras se aventuran sin arrogancia, conscientes de que solo hay preguntas, se organizan como “signos de un tesoro que no existe”. Olgalucía Echeverrig es ella misma un animal en extinción. Estudió Filosofía y Letras (los programas de literatura han venido reemplazando esa ambiciosa profesión), es periodista cultural (su programa Los trabajos y los días…por la emisora de la Universidad Nacional rescata el diálogo sabroso sobre el arte), dirige talleres de creación en barrios de Medellín y está convencida de que no siempre es literatura lo que la publicidad y los medios masivos proclaman como tal.
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“La buena literatura” dice, “hay que buscarla a veces debajo de las piedras”. Tiene otros libros inéditos, pero se decidió a publicar primero este poemario que recibió mención de honor en un concurso de poesía en Roldanillo, Valle, y que ya empezaba a llenarse de polvo en un cajón. Cancionero animal, no está en librerías ni en listas de best-sellers. Quizá ahora mismo está esperando a sus lectores debajo de una piedra, pero no dudo que, en estos tiempos interconectados, si alguien se lo propone le será fácil dar con el libro. Por mucho que sea el esfuerzo, habrá valido la pena.
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Gustavo Arango es profesor de literatura hispanoamericana en la Universidad del Estado de Nueva York (Oneonta). Autor, entre otras, de las novelas El origen del mundo, ganadora del Premio Bicentenario de Novela 2010, en México (Ediciones B México, 2010) y La risa del muerto, ganadora del Premio Marcio Veloz Maggiolo (Nueva York, 2002) a la mejor novela escrita en español en los Estados Unidos. Es además autor de las biografías literarias Un ramo de no me olvides: García Márquez en El Universal (1995) y Un tal Cortázar (1987). Y muchas obras más.
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