3 minute read
EDITORIAL
La borrosidad de los bordes
Guillal, El fin del afán, Santelena, diciembre 17 de 2020
Advertisement
Pandemias siempre ha habido y las recetas también. La higiene como modalidad de mejorar calidad de vida es un comportamiento muy antiguo, incluso en nuestros precursores ancestrales.
Pero ésta es única y peculiar.
Es global y se transmite en vivo y en directo.
Y es mediática.
En momento en que el cambio climático calienta el ambiente.
Es el grito de la tierra clamando habitación y uso amigable de sus territorios y recursos, clamando ambientalizar la vida en sintonía con la naturaleza.
Reconocernos que somos tierra pero no dueños de la tierra.
El árbol palpita con nosotros en comunmedad con el río que en su perenne fluir inmanente, va al mar donde nace el bosque y la montaña y regresa en eterno retorno al nacimiento.
El agua toda es una, cada gota es el mar …y la laguna donde croan las ranas y se zambullen las iguanas.
Y la colosal máquina globalizada, evidencia su fragilidad en sus fracturas y en sus no fronteras.
EDITORIAL
La pandemia es global para las recetas globales no funcionan, han tenido que ser caseras, glocales.
La pandemia desnuda la borrosidad del límite entre lo racional y lo empírico, entre la pagano y lo sacro, la ciencia parece esoterismo, y el límite entre lo sano y lo patológico parce también borrarse porque con el encerramiento toda la población es enjaulada en casa como enferma.
La cuarentena es el instrumento para formatear la nueva esclavitud invisible, para domesticar a la población al nuevo ordenamiento, consistente en la inconstitucionalidad del estado perfecto, el nuevo leviatán no es vigilado ni controlado por nadie, es el régimen de lo arbitrario, la des republica-ción de la sociedad en que la democracia es sustituida por la mayoricracia y lo público queda al garete de los gallos más furiosos entre los vencedores; a los vencidos y los débiles no les queda sino la opción de gritar y enfrentarse a ser acallados con la ferocidad violenta de ejércitos legales e ilegales apertrechados por los vencedores.
El temor y la ansiedad, el estrés y la incertidumbre, caracterizan la oscuridad e inseguridad del nuevo tinglado global, la sumisión como esclavitud voluntaria, son atributos del ciudadano panóptico global.
Época de cinismo, arbitrariedad y arrogancia de los vencedores que con sus estados devoran personas, pueblos y naciones. Se entroniza la biopolítica como bio liberalismo con el pánico y el miedo individualizados como estandarte, y los individuos se auto encierran acatando la prédica de la falange de la salud con sus sacerdotes de blanco
Entonces no es percibir con nitidez el susurro de las cristalinas aguas que se deslizan burbujeantes en la cascada con su canto natural. Y agua del río que fluye por mis venas que son manantiales de sangre de la tierra.
Todo es un enjambre. Lo que ocurre a la hormiga que transporta la inmensa hoja y se precipita al abismo en fatigosa caída, afecta a todo el enjambre. Todo está conectado. El machucón de un dedo afecta todo el cuerpo. No hay individuos sino comunidad.
Pero se quiebra esa comunmedad con la borrosidad de los bordes en un escenario de no lugares, donde para frenar el caos el autoritarismo entre en escena como piadoso despotismo con tierna crueldad, cimentando el estado perfecto lubricador de la depredación de la naturaleza y la vida.
El imperativo es atender el clamor de la tierra con este grito en pandemia, porque hagamos habitación y uso amigable de los territorios adoptando conductas y costumbres ambientales alternativas no acumulatorias, como humanos ambientales hermanos del árbol y la rosa, el gato y la iguana, el roble y el ciprés.
Inventar una nueva normalidad emancipatoria.