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Evanescencias poéticas
Por: Orlando de Jesús Flórez Rodríguez
La primera vez que el Afuera apareció ante Runo Rímac, fue aquella noche misteriosa, fantasmática, en la que llegó en forma de mujer-serpiente, mujer-medusa, y se enroscó alrededor de mis pechos hasta quedar cara a cara para criticarme dignamente. Al despertar a la mañana siguiente, traté de reconocerme, las piernas, las manos y el resto del cuerpo, y no vi más que una multitud de fragmentos, una multitud de fantasmas desfigurándose, permanentemente, pero sentí y comprendí que ya no soy un cuerpo, que estoy en todas partes, en cada una de ellas, y a la vez, aunque no logre sentir y distinguir qué cosa soy en cada una y en todas a la vez. Sólo al concentrarme en una parte, en cualquiera de esos fantasmas desfigurándose, puedo intuir y sentir esa realidad que ahora soy...simples evanescencias poéticas...en unos espacios muy delimitados y en unos instantes del tiempo muy especiales y variados.
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Rumian, rumian, rumian... las palabras... Rumian, rumian, rubias e insurrectas. Hasta ahora, nos ha gobernado la más voraz semántica. Es ya la hora de la más voraz contemporánea; fulminante incendio nacerá de las lucernas de tu boca: aparecerá bailando muy adentro de tus cuerdas, para animar la música que llevan tus palabras, y enternecer los fríos pechos que te escuchan más allá de las montañas.
Rumian las palabras de la más voraz Conquista; especímenes de la nórdica palabra, alumbramientos del más ávido incesto, del más voraz lenguaje, en forma de letras, fonemas, corajes y sentidos; semánticas cervices, servidoras de Colón, de los Bastidas, los Heredia, los Quesada y los Pizarro, gorrones de amor y desamor, ambición, dolor y exterminio de indígenas. Vendrán en su lugar semánticas arrulladas por otros cantos de sirenas, adiestradas para la solidaridad y el bien, sin mirar a quién; solidarias, soleadas, solas y solaz...seas; unidas en una misma canción: La del amor, la sangre, la naturaleza, la integración, la justicia y la libertad.
CANCIÓN PARA UN DÍA SIN TIEMPO
A veces es difícil decir lo que se piensa: y es por no poder desprendernos de esta inexplicable pasión por escribir lo que se siente.
Inmerso entre las aguas y la carga que lleva su fuerza, en chorro emergen las ilusiones y los fantasmas que deambulan por dentro.
Pienso que puedo sumergirme en el fondo de la espantosa atracción del Afuera: Un profundo río se mezcla con la superficie del cuerpo, para hacerme sentir la tentadora tibieza del calor del desierto.
Exploro entre los rumores, los runrunes violentos de las lluvias y el agua, y suspiro de nuevo los embriagados versos de León de Greif, que también vienen del río, la arena, las raíces y las piedras blancas. Me acuesto a dormir sobre las piedras más grandes y a soñar con las cúspides blancas y el paso libertario de mis ancestros indígenas bajando por sus espaldas.
Sueño, y en su película veo, que camino sobre la nieve, el agua, y luego, sobre la arena blanca, acompañado de un cortejo de pescadores de mantarrayas y aguamalas, con las que iluminan mi andar, en medio de un cielo lleno de estrellas, mientras me alejo de los humanos, siguiendo el camino que la marea deja entre la tierra y el agua.
ATAR… DE… SER…
Ramiro Tejada, en su nueva encrucijada. Una resistencia ante la muerte y el olvido.
Proveniente de cualquier rincón del tiempo, a pocos meses de otra vuelta del sol hacia la tierra, nos encontramos con una particular experiencia del “olvido”, con otra alegórica sucesión de lo vivido, otra infausta maniobra de la muerte, otra transformación del verbo en adjetivo.
Exactamente, en este instante, corro, excéntrico, hacia lo mismo, a la carroza que me lleva a mi destino, al adiós que desprecia lo sabido y se queda regocijado con la experiencia irracional de la muerte intermitente.
Me desvío, me alejo del espacio infra humano, para correr libre y liviano, por la tumultuosa red o la indescifrable urdimbre del olvido.
Oigo, por última vez, vuestras voces, vuestros afectuosos saludos entre sí, vuestras rutinarias conversaciones de la vida en el trabajo, en la familia, en las tiendas, en las cafeterías, en los bares y cantinas, mientras me acuesto a descansar un rato, antes de zarpar al viaje del olvido. Los escucho hablar de mí, de los momentos más extraordinarios que viví, que me elevaron a su dios.
Ha llegado la hora de partir; sólo los amores más extraños y entrañables me acompañan; los veo llorar sin saber por qué, rezar sin saber a quién, meditar sin saber en qué, y mirar sin saber a qué.
Confundido entre el humo de los carros, el hollín de las calderas de las fábricas, y la neblina que viene de las montañas más cercanas, los veo alejarse más y más de mí, hasta verlos convertidos en hormigas, y finalmente, en un espejo gris, en la pintura de una niña triste, llamado… “Atar… de… ser”.
POESÍA CANCIÓN
Hay poemas en verso o en prosa... embriagadores...ensoñadores...y quien se atreva a negar que son canciones... debe ser considerado un simple inepto...dijo Altazor en pleno lanzamiento al vacío sin paracaídas abierto.
Al entonarlos, siguiendo su música, el ritmo cardíaco se relaja y la energía del cuerpo se quebranta, pero una racionalidad subsiste con el sentido que viene en la distancia y con los recuerdos que acaban de partir.
El entendimiento y la intuición se besan labio a labio, lengua a lengua. Respiro y suspiro a la vez. Palabra con palabra van dando a entender, van dando a enternecer. Delgada y delicada pluma que canta desde un terciopelo de papel.
Dejarse llevar por el ritmo, dejarse llevar por la voz, por el susurro de su dicción con toda su indagación; y abrazar el alma sin modelos de retórica, sin partituras de canción. Como las nubes, como el amor.
VUELVO A ENREDARTE EN CRISTALES Vuelvo a esa parte de mí: De mi eventualidad dada.
Vuelvo a saber de ti: Para enredarte en cristales. Vuelvo a ser parte de ti, anclado, visceral, triste como tú. Encorvado sobre la nada, la vida y la muerte. Sin más decisión que la de mi acto natural. Porque hace parte de mí oírte en el relámpago en la transparencia del verbo en la incertidumbre del sustantivo y en la volatilidad del adjetivo. Mi visión se posa tierna y sonámbula sobre tu piel y desde la distancia mi boca te recorre poro a poro. Degusto tu piel de durazno, de arequipe y de miel.
VIAJANTE NOCTURNA
Tu boca negra y carnosa: Un puré de remolachas blandas.
Tus ojos negros y tus cejas anchas y largas: Un diamantino bosque de luciérnagas. Tu pelo negro indio: Una red de sueños limpios. Tus pechos asomados entre tu camisa blanca: Un ternero durmiendo entre un cultivo de algodón. Tus caderas y el resto de tu cuerpo hasta tus zapatos zuecos: Un cancionero de música africana, salsa y cantos románticos. Y tu silencio… tu sueño… tu dormir plácido: Un tierno beso en mis labios.
BESO y abrazo
Me has pedido un beso ensordecido, con lengua montarás amotinada en mi garganta, ávida de abismos y profundidades, aromatizado con néctares y perfumes naturales. Me has pedido un abrazo apasionado, apretado con cabuyas o fibras vegetales; plácido, empapado, henchido de oraciones de ángeles reales.
ENJAULADA EN MI BAÑERA1
Espero enjaulada en mi bañera, suspensa y subterránea en mi sufrir.
Sin poder contener este animal que me desborda, al recordar tus besos en medio de la oscuridad de la noche en el balcón, espero con ansias que te atrevas, que abras la puerta que he dejado insinuada y secreta, sin importar mi desnudez; incierta, sofocada e intimidada, por causa de las reglas que gobiernan los deseo, y sin importar tampoco, las cabezas de los dos rodando por el suelo. Pero me he quedado rígida, tímida, con los brazos abiertos y las manos relajadas en el suelo.
Es tan profundo este amor que siento, que me ahogo esperando, maquillada y doncelmente peinada, la entrada de tu cuerpo en mi bañera. Sabré esperar, sintiendo la tibia sensación del agua en mi bañera, entrando amable entre mis piernas.
Sabré esperar, enjaulada en mi bañera.
EN LA PIEL DE JULIETA2
Esquiva, mi dolor calcinó los túneles de rabia y venganza que heredé de las entrañas humanas.
1. Exploración a partir de una escena de la película “La reina infiel”, del director Nocolaj Arcel 2. Exploración a partir del film- de nombre Julieta –de Pedro Almodóvar
Sin comprender, me convertí en otra Julieta para hacerte sentir todo mi desprecio. Y tú, sin saber qué hacer, escapaste al mar para liberar la culpa de tu afrenta.
A partir de ahí, otra tempestad de azares vuelve a tejer esta aventura. El dolor mancilló mi amor, y ya con mis alas enfangadas, tuvieron que sacarme de la tina, tiesa y fría. La aparente solidez de mi hija ante la muerte de su padre, sucumbió a la subsunción real de su imaginación, y me olvidó. Mi madre se fue evaporando y su corazón disecando, al verse y sentirse desplazada por otro amor.
Y ahora, me alieno, me aferro, me sumerjo, en los cuentos, besos y abrazos de otro hombre que dice ser mi amor, llamarse Lorenzo Gentile, ser escritor de “Adiós Volcán”, verse y sentirse como los personajes de Patricia Jhismith.
Pero el “destino” es superior y parece dirigir mi vida al ritmo y letra de las canciones de Chabela Vargas. Por ella, heme aquí llorando, viendo y sintiendo rodar mis lágrimas; esperando que termine su canción, mientras pasan los créditos del Film de Almodóvar, que ha poetizado y estetizado mi vida, tu vida y la de los demás.
LA ANTIMIRADA DE ULISES
Esa mirada, ese lenguaje de sus ojos y su boca.
Esa amable y tierna sonrisa ante la aparición intempestiva de mi sombra: Súbita canción de amor y de amistad.
Esas cejas negras, orondas; ese pelo largo, negro, liso, sobre sus hombros; ese beso inclinado sobre mis ojos subyugados; esa ternura clavada sobre mis ¡‘buenas noches’!: Puro susurro de labios... canto letal de sirenas... al compás del bus... amenizado por las curvas, las luces de los otros carros y las voces de los demás viajeros.
Cuando se bajó del bus, todavía atolondrado por aquel poder encantador, como Ulises, me amarré a la silla y le vi atravesar el puente, flotando su pelo, cadenciando su cuerpo, y mirándome, con sus relucientes ojos negros.
AMOR…FOS3
Amorfas verdades, circulares saberes sobre lo mismo.
Sudar, sabor, amor, encanto. Ser… No ser… Cono… Ser. Confusas enredaderas del tiempo que escalan por la piel. Rocosos hongos y musgos que resisten. Duro sismo que revuelca piedras, nervios, sangre, libidos y gemidos. Volcán de lodo, magma, hierro, azufre y agua. Trueno… suave luz nocturna que atraviesa mar y playa, viviendas, patios, pastos y cercas.
Las dos, desnudas: Sudando, ahogadas de amor, en una profunda confusión, cuando él las sorprendió. El camino de la subjetivación, sin esperarlo, ya había empezado su bifurcación: El creyó que las velas seguirían erguidas en la mar; ella, que su mástil, perdería su vigor más allá de su temor; las dos, que navegaría por siempre el adiós.
Pero pudo más el sol, ardiendo en sus espaldas; solas, las dos, sin cartas, ni amarras de navegación, volvieron al puerto, y reafirmadas en un tierno abrazo, miraron hacia la inmensidad del mar que viene y va, en medio de un cielo blanco y de una circularidad gris que bordea el infinito.
EL LADO BUENO DE LAS COSAS4
Las brumas han vuelto a sacudirse en mi interior. Oscuras, vinieron a llenar todos mis rincones.
Estallidos, relámpagos, amargas descargas, conflictos de mil sabores, se juntaron para angustiarme. Hasta la música de Metálica me hacía enfurecer… y explotar. En cualquier esquina, siempre me encontraba en el lado malo de las cosas.
Mas, el lado bueno de las cosas siempre estaba ahí, desde que llegaste tú. Asida a mí, sin darme cuenta, me fuiste transformando en otro. Me enseñaste poco a poco a subir a la superficie, a la capa de oxígeno.
3. Exploración a partir del film de nombre Bajo su boca, del director Abril Mullen, 2016. 4. Exploración a partir del film - del mismo nombre- de David A. Russell.
En medio de la locura que todos llevamos, me hiciste sentir eso que llaman amor…y fui pájaro, águila, bailarín y triunfador. Vencí el terror a la música de Metálica y aprendí a contener mis violencias, a contemplar la rosa tatuada en tu espalda, la geometría de tu cintura y el jardín de tu armario.
Y ahora, heme aquí, sentado, contigo encima de mis rodillas, apretada entre mis brazos y sonriendo con dulzura muy cerquita de mis ojos. En medio de esta especie de locos, sin saber, sin conciencia, deambulo, descifrando esta oportunidad que me dan las invisibles cosas buenas de la vida.
VIEJO COCODRILO
¿Qué esperas, luciérnaga, cocodrilo de la luz que vives en charcos y letrinas para golpear de nuevo a las puertas del océano?
¿Vas a esperar que vuelva la ola para que te lleve te suba de nuevo hacia la orilla?
¿O vas a zambullirse entre el pantano entre tu propio estiércol para nadar y estar más cerca de la vida en el verano?
¡El tiempo que viene no será mejor que las lluvias y las tempestades que sufriste en el invierno!
Haz perdido el vuelo viejo cocodrilo por estar viviendo en el pantano. Haz dejado las escamas en el nido de tu propio estiércol.
¿Has visto cómo sube la marea mientras el sol se sacude sin alas en la playa?
NI UN PASO ATRÁS
Ni un paso atrás. Aguantarás en tu espalda, el canto alado que contendrá la sal en las montañas.
Ni un paso atrás. Tendrás en el afuera, la fuerza sobrenatural de tus ancestros quechuas muiscas o Quimbayas, para enfrentar toda clase de fantasmas.
Ni un paso atrás. Tendrás en tu interior, la pulpa, la savia, la sangre, que te hará levantar de tus entrañas.
Ni un paso atrás. Aunque te vuelvas a encontrar en el naufragio, zambullirás tu corazón en la mar, para nadar hasta la playa, y caminar por la tierra, desnuda y erguida, mirando alegremente las estrellas.
ESA…
Esa que te amó esa noche en la biblioteca del jardín, bajo un cielo iluminado de luciérnagas, en medio de un plano cinematográfico general oscuro.
Esa que te encontró, también, otra noche, en la Taberna de Irene, en un plano medio al cuerpo y claro oscuro, escribiendo exorcismos contra la acumulación capitalista y el terrorismo urbano, mientras te espiaba bailando al frente del mostrador, vestida con una máscara indígena y sosteniendo en el aire un par de maracas.
Esa que te visitó una noche en forma de serpiente y medusa, esa que tú buscas desde que te sirvió una encantada copa de besos, que te reta a actuar, a transcursar en múltiples formas, esa es la que te espera en los hipogeos de Tierradentro del río Cauca, donde otro día llegaste a visitarme sin que te dieras cuenta, y donde te puse a prueba, antes de devolver, al río Rímac, el polvo de tus cenizas.
Sabrás encontrarme, en medio de los huesos y de las piedras de jade, de los líderes guerreros que dieron su vida con miles de compañeros, en la guerra contra los Bastidas, los Heredia, los Jiménez de Quesada, los Belalcázar, Aguirre, los Pizarro, y los demás asesinos invasores de Granada y Castilla.
Te estaré mirando, desde Machupichu cuando vuelvas, desde el reloj de piedra que guarda en secreto todas las horas de nuestra historia.
VIENDO LAS HORAS CORRER
¿Sabe la hora, doctora?
Antojado de ver correr las horas, se asomó a la ventana y alcanzó a ver una, con el pelo suelto, largo y desarreglado, avanzando por un callejón verde, cer-
cado por ambos lados de besos gigantes, siete cueros y Chirlobirlos florecidos, y pudo ver, también, cómo, al llegar al final de este laberinto lunario, dobló la esquina, no sin antes mirar hacia atrás, para ver si alguien o algo la seguía.
De pie, desobedeciendo la orden del médico, de no levantarse sin el acompañamiento de una enfermera, siguió mirando por la ventana, ansioso de ver alguna otra hora, pelirroja o calva o canosa, joven o vieja. Sonrió, cuando distinguió, en el callejón contrario a la hora anterior, un anciano, ya muy flaco y lerdo, que caminaba cabizbajo, mirando con gran vivacidad distintos puntos del suelo. Se asombró, al detallar plenamente el vestuario de aquel sublime personaje: Impecable, limpio, puro, elegantemente vestía con cachaco negro, camisa blanca de cuello duro, muy estirado, y mangas finamente dobladas, zapatos negros, corbata verde con rayas amarillas y un sombrero gardeliano de color vino tinto. Lo vio alejarse con una sonrisa en sus labios y un cigarrillo en su mano izquierda, subida hasta su pecho, para sentir y oler su genuina fragancia de mariguana. No le perdió la vista, hasta que lo vio voltear la esquina, no sin antes observar para atrás, para saber si alguien o algo lo miraba; y pudo comprobar cómo alguien desde una ventana lo observaba, vestido con una levantadora o bata de hospital, con la cabeza llena de cables, igual que una medusa, y lo saludó con su mano derecha, mientras aplastaba el cigarrillo con su pierna izquierda.
Desde allí, a una prudente distancia, suficiente para poderlo oír, escuchó, cuando con una voz amable, le habló: “Voy camino a la gloria, al arrebato supremo de mis sentidos, a la elevación sublime de mis ideas, a la purificación científica de mis células, nervios, líbido, neuronas y sueños, y al más lejano afuera del más cercano adentro”. Le sonrió, por última vez, y volteó la esquina, con la cabeza en alto.
Feliz, con una vitalidad, que le sacudía el cuerpo, hasta el punto de no percatarse de la medusa que descendía por su cuello, corrió a la cama, se acostó, saludó a la enfermera que en ese memento entraba, y le preguntó: ¿Sabe la hora, doctora?
ELEGÍA PARA UN GALLO
Ha muerto el gallo que me acompañaba en la mañana, en la noche, en la madruga y al alba.
Inmediatamente me dieron la noticia, no pude aguantar el llanto; me sobran lágrimas, razones amargas o sublimes del alma; el azufre, la sal y el agua.
Cuando entré al gallinero, y en un matero lo enterré, no lo pude ver; perdí la luz que entra por los ojos, el movimiento regular de los párpados, el deseo de mirar de la córnea, y apagué la cámara de mi cerebro, que guarda y activa el recuerdo de mis imágenes.
No puedo recordarlo; me faltan la memoria, la piel, los nervios; los registros históricos de su existencia, y el amor… entre el pensamiento y la estructura… de mi cerebro.
No puedo continuar su cantar; me hacen falta el aire, el demonio entre mis cuerdas vocales, el movimiento en espiral de mis glándulas, y el movimiento sutil de algunos de mis fantasmas, subiendo y bajando por la escalera sonámbula, de la irracionalidad de mi garganta.
Ya no puedo escribir más… me tiemblan los dedos… las palabras ya no obedecen; las letras vuelan como moscas a mi alrededor; el ser y el tiempo ya no los tengo presentes; y el camino de la esperanza de volverlo a oír cantar, se me ha escurrido entre el lapicero y la tinta… entre las teclas del computador…y las sí…la…bas.
EL ATAUD Y LA SOMBRA
Canción pa’ Stéphane Mallarme.
En mi ensueño de lázaro sendero, de caminar resucitado, un ataúd encierra... al amanecer... un grito humano... en las fauces de un animal reprogramado.
Lóbrego y seguro, el ataúd bordea senderos, mares, precipicios... y cruzando... por el pasto seco de un próximo desierto... ve arder una sombra que... semidormida... le lanza un sonámbulo saludo.
CONJURO AL PRESENTE
Fantasmagóricos verbos de mar.… mol y cielo. Estrujadme, haced de mí, volcán, verbo y sustantivo.
En el mostrador de vuestros ojos, veo: invasiones, desplazamientos, desalojos, homicidios y estadísticas; abismos, egoísmos, odios, ríos de sangre y venganzas; rabias, indiferencia y miedos. Y de la escalera de vuestro pelo largo, negro y necio, cuelgan: selvas de dinero, corrupción, montañas biodiversas y cultivos de ilusión.
Después de transcursar, desde la vorágine comandada por Lope de Aguirre, durante la conquista castellana, a un nuevo tempo replegado en bandas criminales, redes de narcotráfico, tráfico humano, asociaciones legales e ilegales para conspirar, a favor o en contra, de las estructuras de gobierno más importantes de una nueva forma de ordenar y controlar la explotación del trabajo y de los recursos naturales llamada República, puedo ya concluir que las llamadas guerras de independencia, contra la monarquía española, fueron la forma de organizar, definitivamente, un contrapoder, comandado y administrado por hacendados, esclavistas, comerciantes y banqueros coloniales, para asegurarse, en cada territorio o región, el apoderamiento de las tierras, los tesoros, los impuestos y tributos, los aranceles y peajes, los préstamos en dinero y la emisión de monedas; objetivos con los que el tirano Lope de Aguirre y los hermanos de Francisco Pizarro soñaron, también, en sus conspiraciones contra el gobierno central de la dinastía castellana. La vida se me aparece de nuevo esparcida entre basuras, escombros, desplazamientos violentos y líderes asesinados de comunidades indígenas, negras, campesinas, obreras y académicas. Con nuevas máscaras, la historia se repliega en sus esquirlas, y en una nueva sujeción y adhesión de los creadores de riqueza.
Exploro en los desbarrancaderos, la venida de un nuevo temblor que roturará los sueños, abonará los raciocinios, desmalezará los odios, fumigará venganzas, fructificará nuevas convivencias, y cosechará conciencias solidarias. Aconteceres. Nuevas florescencias libertarias.
¡POETAS DEL MUNDO, UNIOS!
No tengamos miedo de subir a la montaña de piedra.
Allí cantan almas afligidas, alegóricas y amorfas de una comunidad de poetas y poetisas, pero no tengamos miedo de que, intempestivamente, les dé por saltar la cerca y trasgredir el horror al vacío, el amor al olvido y al candor de la música de sus palabras.
Sus palabras truenan, sus significados relampaguean,
Fotografía de Imago Fotodiseño ©
y sus gramáticas rayan el cielo azul y blanco del anhelado sol naciente. A nuestros oídos llegan, para escalar nuestros miedos, e invitarnos a subir, a elevar, nuestros pusilánimes… valores…culturales.
Acercaos, no temas, la lluvia alimentará la seguridad de nuestras piernas, y el sol iluminará los peldaños del camino. No mirar abajo, a las ruinas lúgubres de nuestro pasado; mirar siempre arriba, a las transformaciones de este presente de piedra y venganza, mientras marchamos, seguros, sin perder el equilibrio, y con las manos muy atentas, solidarias, aferradas, a las rocas, como garras.
El Garrr… de la voz del jaguar, nos espera arriba, acompañado de una multitud de pájaros. Para calmar nuestra sed, de respeto y solidaridad con la selva, los boques y el mar, brindaremos con totumas, agua, lluvia, miel y café. Entre todos, cuidaremos de no excedernos en las tentaciones del vino, ni en las aberraciones del abismo. En comunión con todos los sentidos, la música de nuestra voz, la pintura de nuestra imaginación, y los mensajes de corazón, cantaremos a la unión.
Abrazaos, alegraos, y anunciemos que ya vienen… buenos tiempos; no nos contentamos con expresar, de forma artística, nuestros más eróticos deseos. Cantaremos, por una forma de gobierno, que sea la más acorde a nuestros vuelos, a nuestras necesidades vitales, individuales, sociales, ambientales y culturales.