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Hombre de la emergente ciudad tierra
Por: Guillal
Este hombre tierra no es un hombre del futuro, que liberará a los vencidos de sus cadenas y del ideal edénico del confort que da el dinero existente hasta ahora y asimismo de la esperanza que tuvo que nacer de ese ideal. No, porque el hombre tierra es inmanente y fluye en el río, en el aire, en la fragancia de las flores.
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No es detractor ni mensajero de la gran tribulación, de la gran nada, o que invita a columpiarse en las cuerdas del azar.
Hombre de espíritu terreno y entendimiento no ideálico; desiglesiado, plural comunero, hacha que derriba el árbol del bien y del mal.
Y a los ciudadanos convoca a que se tornen hombres tierra para que deleiten la embriaguez de vivir con las convulsiones y delicias de su éxtasis. A su cuerpo y a esta tierra.
En la emergente ciudad tierra somos árboles que nos movemos y en la quietud pacemos como vacas. No somos dueños de la fragancia del aire ni del aroma de las flores ni del silbo del viento y de los pájaros: somos aire, fragancia y silbo.
Somos hilillos de tierra y cada partecita de tierra es sagrada. La del camino y la del semental. Hay una espiritualidad terrena conectando todo el enjambre en resplandeciente suceder, cada cosa y cada partícula y cada persona con su secreto encanto bajo la piel. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros.
La guacamaya, el loro y el canario; la rana, el gato, la vaca y el caballo son nuestros hermanos. Y la majestuosa orquídea y las fragantes rosas, el jazmín y la azucena y los aromas de todas las flores.
El agua centelleante que corre por la acequia en el solar de la casa del barrio.
Cada resplandor en la tiniebla oscura o en la claridad del día, evoca la memoria de nuestros antepasados que en la ciudad esclava son lanzados al olvido y vueltos cifra funeraria.
El murmullo del agua en la piedra en la quebrada es el canto armonioso de la vida y la voz de la iguana que pasa veloz.
La manera de ser del hombre en la emergente ciudad tierra es diferente a la de la ciudad bulliciosa y veloz. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre civilizado, ni lugar donde escuchar el palpitar del corazón.
El aire es algo precioso para el hombre tierra porque el aire es vida, es agua, es suelo, es todas las cosas. Sin aire no habría habla y comunicación.
Escuchando el bullir de la vida en las pequeñas cosas.
Mirando de tú a tú al otro.
Individuos comuneros
Cada quien un hilillo de la trama
Y dejando quietos en sus soledades a los diosecillos con sus cultos, catecismos e iglesias
Construyendo colectivamente en la solemnidad del silencio
Sin tribunas y pedestales
Ni iluminadoras verdades
En la tiniebla oscura de la incertidumbre. Como ha sido el inmanente fluir.
Sin la afinada relojería de la tienda depredadoras de vida y naturaleza
Pero en silencio delirante afuera quedan sin vencer hombres tierra desdivinizados Invisibles para el estado perfecto gracias a sus abrazos comunes Hombres agua Hombres río Mortales pero no moribundos Desiglesiados Sin púlpitos Es hora del grito. ¿Habéis gritado ya? ¡No clamar al cielo tablas sino lanzar saetas con sus rayos lamiendo con su lengua la demencia de los puros!
Buenos y justos vencedores depredadores de la tierra a la que delinquís con arrogancia y cinismo
¡El hombre tierra es ese rayo, es esa demencia!
Y ese hombre tierra se hace no estado sino hombre pueblo y con él renacen los pueblos y las naciones.
La grandeza del hombre está en ser de espíritu terreno no un puente y no un camino, no hay camino, ni meta, aprender a vivir de otro modo que hundiéndose en su ocaso, porque no aplica búsqueda de más alláes, arraigados a la tierra sin pretensión de pasar “al otro lado”, sin puentes y columpios.
Sin volverse luciérnagas que buscan una razón detrás de las estrellas, sino aprender a ir a tientas en la incertidumbre, sin linternas, no sacrificados a la tierra sino hombres tierra y de la tierra. Hombres desiglesiados Despulpitados Que miran al otro con los ojos limpios Sin pretensiones Ni adelantamientos Sin prisa y sin afán Como ella sin dejar huella Abrazo de tierra Efímeros y perennes con el río...
Porque la emergente ciudad tierra en tramas de huertas agrarias barriales comuneras recuperando el bosque sepultado por la ciudad esclava y des industrializando la tierra y la vida Comunidades asamblearias despulpitadas, terrenales En contacto con nosotros, de tú a tú Con yosotros Porque no hay individuos sino comunmedad Comunmedad... En la solemnidad del silencio con sus gritos “maldigo del alto cielo” y “gracias a la vida’’ para la nueva aurora de la vida, tu re encantamiento del mundo siendo árboles que nos desplazamos en el fluir del río inmanente A desalambrar Cuál desarrollo... Palabreja La economía política es un gigante aparato mental que muestra los modelamientos de la naturaleza para industrializarla. Pero no todo está en anclaje. Parte de la naturaleza está fuera de ése enjaulamiento. Y crece y crece en silencio; son cada vez más quienes somos tierra y abrazamos el bosque Sin alardes ni catecismos, sin linternas. Sin púlpitos. Con la palabra en movimiento en la poetosis de la naturaleza Voz de la tierra personalizada en susurro y canto Acuarela del río te veo ir ráuda y briosa Por contribuir a reencantar el mundo Quién dijo que todo está perdido Acá vengo a entregar mi corazón No huir de nada