Revista Ciudad Edi 2

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Ciudad, Revista de Asuntos Urbanos'. es una publicación trimestral que revela. en palabras e imágenes. el devenir de las ciudades colombianas y que se propone articular discusiones sobre la vida urbana con el interés de hacerla humana y digna. Siendo una publicación pluralista e interdisciplinaria, las opiniones expresadas en ella son las de los autores y no reflejan necesariamente las de la Revista. quien aprovechará para ello la sección editorial.

Portada: Revista Ciudad- Pintura de Carlos Sánchez:

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rantas mad,.urda.5 <35(afkdas:

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9ue afenas me aso¡n(JJ j ottOs ,?ve 7u'-u/ vendrrfn.

EnQuanfad~ ~

Bogotá:

Rogelio Salmona y Antonio Muntaña Silvia Arango de J.

Cali: Gustavo Vivas R. - Jorge Mazo m:Jn(Jsg

Ade~~zan .sedcJc1orornente

Barranquilla: Germán Vargas.

H¡.M

eL t'er¡./to.io de La f'eL v'-/""rn) , encLav(jn 0f'dc.OS rnondcu/o5) erK/ausfrando J~s !OI-(JS • De a,"i*'. dcondtcton-ado

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CORRESPONSALES

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la J<mjan1a..

Cartagena:

María Josefina Yancés, Germán Buslumante y Grupo Urbano Miranda.

Manizalez: Alvaro Gutiérrez, Colectivo del Mar/m; - Mani~ale1 Neiva: W. F. Torres Silva.

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qe::.de elaiaiye demis manos me movtLt't-dn enc.a/e1aeb entre La f//ei ,Lenfámen7é (Jos de.shac.erno5 !Jalando el heH11<1rJO soL L:L ve/--dt.J:j0 I!¡nota ~ lo Ffld¡.(J7)Q5 de.fknte. eSC:lléJdrór¡ de.

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Internacionales: Barcelona, España: Alvaro GÓmcz. Bélgica: Francisco Sanín. París, Francia: Sonia Hoyos. Road Island, EE. UU.: Pedro Cano A.

ediciones ciudad Itda. apartado aéreo 51502 medellín colombia


REVISTA DE ASUNTDS· URBANOS

Ciudad, revista de asuntos urbanos. Licencia en Trámite. Sede: Ed. Maitamá of. 406 - FIGEA Carrera 52 No. 53-59 A. A. 51502 Tel: 231 0421 Medellín - Colombia

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Director: Guillermo Alvarez A. Consejo Editorial: Darío Ruiz Gómez - Presidente Fernando Viviescas, Mario Edo. Vélez S., Gustavo Vivas, Andrés Velásquez Jefe de Redacción: John Jairo Hoyos O. Diseño y diagramación: Revista Ciudad Juan Guillermo López Guillermo Alvarez A. Colaboradores: Fernando Cruz Kronf1y, Jaques April, Hernán Toro, Emilio Latorre, Edgar Vásquez, Germán Colmenares, Anlbal Patiño, Estanislao Zuleta, Alberto Saldarria· ga, Verónica Perfetti, Humberto Molina, Benjamín Barney, Hugo García, María Cecilia Castro, Osear Mendoza, Jeannette Fain· boin, Jorge Mazo, Fabiola Agui· rre, Germán Areiniegas, Antonio Montaña, Roge.Jio Salmona, Saúl Sánchez, Hernando Arango, Fabio Betancur, Mario Giraldo, Mauricio Rico, Beatriz Gómez Giraldo, Alberto Aguirre, Juan Camilo Ruiz, Juan Guillermo Gómez, Aura López, Manuel Mej ía Vallejo, Patricia Gómez, EIsa Ruiz, Oscar Castro, María Josefina Yances, Alvaro Gutiérrez, Carlos Uribe, Alberto Suárez, Sergio Trujillo. Fotografía: Juan Guillermo López Gerente General: J. Jairo Hoyos O. Publicidad y Ventas: Corarti . Jorge Sáenz - Héctor Quintana Tel. 251 9814 Contabilidad: Raúl Arturo González Editor: Editorial Etcétera-Medellín Impresión: Editorial Cadena

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Editorial Director

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Soñar su ciudad Fréderic Gaussen - Trd. Beatriz Gómez S.

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Geología urbana en Colombia fJlichel Hermel ín

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Cartí!lera J. Jairo Hoyos O. . Uso de la Guadua Colectivo del Martes - Jorge H. Arcila L. La ciudad del encuentro y la aventura Entrevista con Estanislao Zuleta Sin Título Juan Guillermo López La ciudad autoritaria Alfredo Rodríguez Reseñas Guillermo AI'varez - Darío Ru iz G. La ciudad como ideal' Gustavo Vivas R. Corazonadas Mico

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Conjugar en una composición que armonice la comprensión general del espacio y las connotaciones específicas de un lugar, debe ser tarea precisa de los arquitectos. No circunscribirse al espacio dado como hecho físico sino emprender una labor t;ansformadora que confiera identidad y sentido de pertenencia, que atienda al valor significativo de los elementos y dote de carácter y espíritu a la obra, que asuma las circunstancias históricoculturales de la comunidad que ha de usufructuaria, aunque se trate de una obra de propiedad particular, respetando el patrilJlonio cultural y favoreciendo la mémoria colectiva. Una arquitectura que sea capaz de renovarse perennemente, manteniendo actualidad. No es exactamente aquella perspectiva ni aquellos criterios los plasmados en las obras de muchos de nuestros arquitectos quienes endiosados en fatuos esteticismos o en poses creadoras asumen actitudes desdeñosas y con pragmáticos criterios cohonestan con prácticas y exi-

gencias que segregan y compartimentalizan haciendo lúgubre la vida urbana e imponiendo a la ciudad una arquitectura sin alma y una estética sin sentimientos. De esa manera se abre paso a todo tipo de acciones destructoras que cercenan la ciudad y. usurpan el espacio público destruyendo el patrimonio cultural, que acaban con el legado de generaciones pasadas haciendo del entorno urbano un páisaje ilegible en el cual las solitarias edificaciones con algo de tradición quedan enmudecidas y sin ·sentido, como si se quisiera dejar un testimonio. En modo alguno estas construcciones aisladas y solitarias, compondrían la rica unidad de la ciudad en la que la historia, la cultura, la naturaleza y el paisaje, las múltiples funciones de la actividad humana y las diversas relaciones entre los habitantes se conjugan con el lugar y la circunstancia geogr4fica. Por ello relievar que el sentido de lugar es elemento decisivo en arquitectura jamás será una exageración ya que el espacio no pue-

de ser visto en .su sentido geometrí-

co ni aritmético de metros cuadrados si se quiere hacerúna arquitectura con carácter: tiene que ser comprendido en sus referentes históricos, culturales, como ya indicábamos, lo que significaría entonces que la tarea de la arquitecrura consiste en la organiZación del espacio, siendo el arquitecto un organizador de espacios o creador de lugares. y esta tarea no puede ser realizable sino a partir de un rico criterio colee tivo en el que se conjuguen armónicamente intereses por una amable convivencia comunitaria, en que la unidad de la ciudad sea producto del devenir cultural de sus habitantes y su rica praxis. Pero esa unidad de la ciudad es liquidada, sus funciones son permanentemente reordenadas, la distribución de centros cambiada y suplantados sus usos. Se aboga por la preservación estética y por la defensa contra la inseguridad, a veces con insistencia perniciosa, y muy elevado es el precio para la colectividad por. estas iniciativas


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pues la expresión social, la heterogénea actividad humana citadina y el manantial de sentimiento no encuentran espacio de manifestación, no fluye la vida, el encanto, el gusto y la gracia porque la ciudad que se obtiene es deteriorada y su entorno envilecido, sin armonúz con aquellas expresiones concretas, simples y elementales de la vida diaria; la estética que se defiende no tiene ingrediente humano y la seguridad por la que se aboga es violenta, incrementando cercos en urbanizaciones y mallas en edificaciones privadas y públicas, convirtiendo las calles en deprimentes callejones de penoso tránsito, desolando ta ciudad y clausurando espacios públicos en los que efectivamente acontece la vida social ciudadana. A cambio de ofrecer formas de identificación al ciudadano para que se sienta habitante' y encuentre en el escenario de la ciudad su casa estableciendo con ella un sentido de lugar, una enraizada relación de territorialidad y perte-

nencia, se le ofrece el desarraigo, el marginamiento, la despersonalización, el ex trav{o. Se torna la ciudad tierra de nadie y en su desolación deambulan solitarios el extranjero, el atorrante, el bárbaro (ver arto Soñar su ciudad) asediados por doquier y por doquier asediando. La desolación es más intensa donde mayor vigor tiene el deterioro y el desarraigo: en el centro y en el centro del centro; alU donde aún hay relaciones de vecindaje y todavía existen espacios abiertos, donde la calle aún puede ser usada para el juego y la fiesta y se conserva como espacio de encuentro y reunión, donde la casa se inscribe en el lugar guardando armonía con el contesto sociocultural y ritmo con la calle y el paisaje, esa desolación no es tan atroz y alimenta una esperanza porque aún existe un espl'ritu de convivencia ese desarraigo no cunde deprimentemente porque subsiste un sentido de pertenencia, un sentido de lu~ar: en el barrio. No se crea

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en una alternativa aL resaltar la ricura de la vida barrial: es indispensable una referencia al conjunto de la ciudad, esa perspectiva global no se puede descuidar; como apunta el arquitecto Rogelio Salmo na , hay que reconocer en el espadu urbano capacidad de fomentar la dinámica social, de estimular la vida comunitaria y la pbrticipación cívica y cultural, si para ello han de concurrir muy diversas acciones es necesario asumir que "a nuestra ciudad epiléptica no le basta que se "ordene a la manera de", Hay que inventar, precisar, crear y ordenar espaciahnente empleando una gramática propia a partir de elementos dispersos que constituyen las referencias de nuestra cultura social. Todo esto, ayudado por las formas -que se deben descubrir en el terreno mismo de la práctica arquitectónica para la formación de espacios significativos". La toma de conciencia frente a nuestra realidad urbana no puede consistir en disposiciones ideoló-


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gicas abstractas sino que tiene que traducirse en actitudes sociales y comportamientos prácticos. Como, de manera ejemplar por demás, lo han hecho en distintas ciudades diversos sectores de la ciudadanza reivindicando espacios para la colectividad. La amplia participación de eiudadanos en Medellín individualmente y en agremiaciones cívicas y culturales, manifestando su interés en ganar los terrenos que ocupa el aeropuerto Olaya Herrera para que integrados efectivamente al espacio público del cual son parte, pueda crearse en ellos un parque recreativo, es contundente e ilustrativa; contrariando amañados argumentos mostró razones de expresión solidaria e intereses de bienestar social, develó cómo con los mismos intereses que se defendió ayer la erradicación del aeropuerto sed.efiende hoy mantenerlo como aeroparque. Es la misma demencia de las "puentemanías" y "parquefobias" que denunciaban recientemente en Cali. Para mayor perple"

jidad bastaría contrastar el fervor y encanto, la virtuosidad y gusto que los arquitectos tratan de plasmar en sus casas de habitación particular o en las de algunos de sus clientes, con el desdén y frialdad, barbaridad y mal gusto que confieren a edificaciones de oficinas, urbanizaciones, construcciones públicas o adecuaciones del espacio urbano: cuando se trata de lo personal evocan un sentimiento o tratan de evocarlo, cuando de lo social y lo público asumen una actitud hostil y desdeñosa!! Pecar de insensatez o necedad sería insistir en disquisiciones ideológicas abstractas: el hilo de la crítica lo da la práctica social en su devenir de pensamiento y acción, de corrección y creación y en cuya "praxis" transformadora se conjuga la acción individual. Es este el sentido de la positividad crz'tica de la Revista Ciu~ . dad que en esta segunda versión pública varios artículos sobre el desarraigo y la despersonalización de la vida en la ciudad moderna. Esperamos que el lector enriquez-

ca su análisis y que ello se traduzca en una disposición social favorable a la convivencia comunitaria.

No han sido pocas las dificultades en esta empresa de divulgación. Puntualizar en los muy di versus escollos sonana a exageración. No queremos redundar en algo que es entendible por quienes comprendun la naturaleza y dimensiones de este proyecto. Una empresa cuya factura cultural y espíritu colecrivQ evidente, aspira a que sus resultados, de difícil cifra y balance, sean para bien de la ciudadanía en su conjunto, ya que es ésta la afectiva actora y "propietaria" del patrimonio sociocultural. Su concurso como lector, suscriptor, colaborador o anunciante es decisivo para la continuidad de este medio; nuestro mayor deseo asegurar y regularizar las entregas, amplíar y enriquecer los análisis, apelamos por ello a su particular contribución, ya que es usted el destinatario de esta revistae


Obra de Lu 15 Fernando peláez

SDNAR LA CIUDAD Frederic

Gaussen

Traduccion: Beatriz Gomez 5a lazar Desde que Francia decidió poner de pie las ruinas de la guerra y edificar los innumerables conjuntos urbanos destinados a acoger a los emigrantes del campo y del Tercer Mundo, parecía que una raza nueva de demiurgos había nacido: o sea, la raza de los arqui· tectos y urbanistas. De su cerebro iban a surgir los diseños y perspectivas conteniendo todos los gestos de nuestra vida: íntima y doméstica, cívica y espiritual, social y profesional ... Sus inter· venciones no dejaban nada al azar: desde el color del timbre de la puerta hasta la orientación de las iglesias, desde la ubicación de las pocetas hasta la concepción de alcaldías, centros culturales, etc., ellos ponían el ojo a todo, dejando su sello en los menores detalles de nuestro alrededor, previendo la manera como iríamos a cocinar, circular, pasear, encontramos, jugar y trabajar. Nuestra confianza en su misión era más grande que los mismos beneficios de que ellos hablaban. La arquitectura concentrada y vertical permitía darle a una muchedumbre, viviendo hasta el momento en condiciones sórdidas, ventajas en las cuales no osaban ni soñar: agua corriente, aire, calefacción, la proximidad de los servicios y el comercio. El confort, la salud, es decir, la felicidad. Pero luego que transcurrió el tiempo, una duda llegó a instaurarse, la certidumbre de que todas esas promesas tan mara· villosas no llegaron a cumplirse. :;.:'

Se ha hablado de los males de los grandes conjuntos urbanos y de las ciudades nuevas, del peligro de la promiscuidad y de la acumulación de desconfianza, de la soledad, de la inseguridad, del enojo de los jóvenes y del pavor de los viejos. Cierto, estas críti· cas pueden refutarse: ¿Los inconvenientes denunciados no provienen primeramente de la falta de organización de los servicios públicos, de la rapacidad de los promotores del desempleo o de la crisis de la escuela? Por pertinentes que sean, estas respuestas no eran enteramente satisfactorias; parecen demasiado simples y lógicas. Hay además una cosa más inaprehensible que tomar a la naturaleza -profundamente irracional- como nexo entre el individuo y su medio ambiente? Es difícil saber por qué uno se encuentra bien -o no- allí donde habita. Por supuesto hay criterios evidentes que se pueden leer en el mercado inmobiliario. Ciertos inmuebles, ciertos barrios son más apreciados porque son más confortables y mejor situados. Pero esto no explica todo. ¿Po r qué por ejemplo dos barrios aparentemente idénticos por su construcción o su ¡Joblación no tienen la misma reputación? O aún mejor, ¿por qué los habitanCIUDAD -

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tes de un mismo barrio tienen apreciacíones divergentes a las de las gentes que no viven en él? Ciertos sociólogos han comenzado a interesarse en este fenómeno y buscan analizar estas curiosas relaciones entre el hombre y su ciudad -en particular los centros de sociología urbana de la universidad de Ciencias Sociales de Grenoble, dirigida por Pierre Sansot. Un estudio .recientemente realizado por dos miembros de este equipo -Ives Chalas y Henry Torgue- entre los habitantes de la banlieu de Grenoble en Echirolles, nos muestran hasta qué punto una realidad urbana,. aparentemente muy simple, llega a ser vivida de manera diversa y contradictoria (1). A pensar cómo, según los interlocutores, no se está hablando del mismo lugar. Estos dos investigadores llegaron a la convicción de que la tesis según la cual la vida de las gentes estaba condicionada por su medio ambiente, era una idea de urbanistas que en nada correspondía a la realidad, ya que las relaciones entre el individuo y la ciudad son mucho más subjetivas. Estas relaciones proceden de su imaginario. Esto es lo que explica en particular el hecho de que los ciudadanos tengan tan pocas cosas para decir a partir del momento en que se les interrqga sobre lo que desearían para su ciudad o su barrio. A excepción de las comodidades elementales, ellos se burlan del resto. Que los urbanistas se limiten a su trabajo, los ciudadanos se encar-

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Obra de Luis Fernando Peliez

garán de vivir a su manera, en el medio que han escogido libremente. En todo caso sería un problema a convenir con ellos mismos. Cualquiera que sea la disposición de las calles, y de los inmuebles, las distancias y las perspectivas, es a los ciudadanos a quienes corresponde finalmente lograr que ésto sea glorioso o mortal. Nadie estará triste o feliz en su lugar. Hay muchas maneras de mirar por la ventana, de hacer compras, de tomar el bus, de llevar los niños a la escuela, de pasearse los domingos. La idea de que hay unos barrios para el drama y otros para el romance, es buena para los cineastas o los turistas, porque se puede amar en los H. L. M.* Y asesinar en los barrios elegantes. Los viajeros obreros interrogados por el sociólogo J ean Peneff evocan con nostalgia los barrios antiguos populares: a la noche uno se sentaba delante de la puerta y se conversaba mientras los niños jugaban en la calle. Era pobre e insalubre, se estaba fatigado, pero había amistad (2) Se hace una ciudad como hace uno su vida, cada cual con sus propios medios y sus propios fantasmas. En su libro "VIDes Imaginaires"* Alain Pessin y Henry Torgue distinguen seis modelos de habitantes (3).

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EL EXTRANJERO: Para él, que está a la vez dentro y afuera, la ciudad permanece eternamente indescifrable. El no la comprende y ella no le habla. El no llegará jamás a penetrarla.

sigue siempre circuitos previstos. El no construye la ciudad sino que se contenta con seguir la corriente. EL ACTOR: Este quiere a toda prisa hacer, organizar, interve nir. Sueña con transformar, adaptar y dejar su sello. Está con vencido que se tiene necesidad de él. El hombre político, el mili tante de base, el animador y evidentemente el urbanista y s doble vergonzoso, el promotor, son actores tipos. EL SOUTARIO: No tiene necesidad de nadie para arreglar sus cosas, ha tomado el partido de desaparecer en la ciudad, de fun· dirse en ella. Ha seleccionado algunos lugares que le convienen y se contenta con identificarse con ellos.

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LOS QUE LA ASEDIAN: Fascinados por la ciudad, ellos desearían invertirla, hacerla a su antojo, plegarla a sus fantasías pero de manera puramente simbólica. El artista que hará de la ciudad la figuración de su imaginario personal, el gangster y el policía y quienes sueñan 'con planificarla hasta controlar los menores rincones, son todos ellos personajes que asedian. EL ERRANTE: El ve la ciudad como un vasto vacío donde todo está sin cesar para volver a mirar. Para él la ciudad es siempre algo inacabado, ella tiene siempre un secreto a revelar; pero como él va sin rumbo es juguete de las manipulaciones: se cree libre, pero

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En Francia, vivienda de interés social. N. dé. T.

** Ciudades imaginarias.-

El no pide otra cosa a la ciudad ni espera nada. No tiene proyec· tos, desea solamente incrustarse en el lugar qile ha escogido ya. EL BARBARO: El sueña marcarla, destruirla, quemarla; ve. en la ciudad la imagen de su propia maldición y no cesará de castigar. la. No firmando sus maldades -graffitis, rotura de vitrinas, dete· rioro de los objetos públicos, agresiones sin motivo ...- él se venga doblemente porque satisface su agresividad y vuelve la ciu· dad invivible. La furia, el monstruo que por sus crímenes i1)'lpunes hace de la ciudad un infierno, estos son los bárbaros. Se podría sin duda, concebir otros modelos ya que son diversas las fuentes de las cuales se alimenta el imaginario del hombre de las ciudades. Tanto que se llega a la conclusión: la ciudad no ~ sino apenas una parte de la vida, un espacio vacío. Por la c1arida de la dominación que ella ejerce sobre nosotros, uno busca enton-


Es la historia quien da a la ciudad su sentido; pues una ciudad no está hecha solamente de piedras sino de hombres. Ella es el resultado de una lenta acumulación de gestos y miradas, hábitos y usos. Esto ningún arquitecto puede edificarlo. Son los habitantes quienes construyen las ciudades.

ces huirle tanto física como mentalmente. La escapada los fmes de semana, las gentes que van de vacaciones y los jubilados-, muestran que muchas de las personas de la ciudad no tienen sino un deseo: dejarla. Lo urbano viene a ser un individuo en tránsito viviendo mental y materialmente en un espacio fluído y no sabiendo muy bien 10 que -salvo las necesidades de la vida profesional- 10 retiene allí donde está. Esta ambivalencia, este sentimiento provisional, explican en parte las decepciones de los militantes de la vida local o asociativa que se quejan de la indiferencia de sus vecinos. Es que de hecho ellos están allí sin estarlo. Su espíritu está en otra parte. Los proyectos de los otros, de las gentes organizadas no son los suyos. Ellos tienen desde ya dificultad de vivir cada,día de reconocerse, en 10 bueno y lo malo de la vida moderna, a desenvolverse con sus propios deseos sin ocuparse más de los problemas de la ciudad. Si la Francia rural se ha vuelto en 30 años un país urbano,los franceses no han cambiado sin embargo. Por su espíritu ellos están aún en camino, ni verdaderamente allá, ni del todo aquí. Hace falta tiempo para volverse un verdadero ciudadano; muchas generaciones quizá... Los urbanistas y los arquitectos le han dado a Francia el agua corriente, el gas en todos los pisos, pero no le han dado, con la llave del bloque F4, el modo de vivir la ciudad. El imaginario urbano fluye menos rápido que el concreto. Es porque en estas ciudades nuevas, los extranjeros, los errantes

y los bárbaros son más numerosos que los actores. Violentos o pasivos, muchos quieren que la ciudad sea para ellos enigma. No es tanto su poco confort o su poca belleza lo que e o enuncian como sus aspectos incomprensibles.

(1) Ives Chalas y Henry Torgue. La vil/e latente. Espaces et practiques imaginaires d'Echirolles. Equipo de Sociología urbana. Universidad de Ciencias Sociales. Palais de l'universi· té de Place de Verdun 38000 Grenoble. (2) lean Peneff. Autobiographies de militants. C. G. T. U. C. G. T. Les Cahiers du Lersco. Universidad de Nantes. No. 1, Diciembre, 1979.

(3) Alain Pessin et Henry Torgue. Villes Imaginaires, 1980 Editions du champ Urbain. 74 rue de la Fédération, 75 015 París. Obra de Luis Fernando peláez


GEOLOGIA URBANA EN COLOMBIA Mlchel Hermelln

Fotos: M. Hermelín

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1. A manera de introducción Colombia es un país de ciudades de crecimiento tan anárquico como acelerado. En la mayoría de los casos, los lugares que escogieron los fundadores eran relativamente aptos para la ubicación de poblaciones de tipo mediano; me sigue pareciendo obvio que si Gonzalo Jiménez de Quezada o Miguel de Aguinaga hubieran vislumbrado; siquiera el tipo de monstruos en que degenerarían los simpáticos villorios que fundaron, hubieran preferido dedicarse a componer sonetos. Sin embargo, el hecho real es que nuestra zona andina y nuestra costa norte están erizadas de hirsutas poblaciones de gran tamaño cuyos habitantes aún no han logrado entender la enorme ventaja que significa el haber nacido durante la segunda mitad del siglo veinte.

Hay dos maneras de mirar I,a situación desde el estrecho balcón de la Geología: por comodidad pueden llamarse las hipótesis natural y utópica respectivamente. La primera es por definición mucho más realista. Es además profundamente humanista, ya que no considera necesaria la destrucción de los núcleos urbanos del país -o aún del planeta, ya que es de aplicación prácticamente universal- por medio de sofisticados cohetes provistos de armas termonucleares. En términos escuetos, consiste simplemente en asignarles a los habitantes de nuestras ciudades una cuota de paciencia. La solución puede llegar en diversas formas, de las cuales vale la pena mencionar algunos ejemplos: - A raíz de un sismo nocturno, cuentan .cronlstas fidedignos, los sedimentos sobre los que estaba edificada la antigua ciudad

griega de Hélice se licuaro-n: inmediatamente casas, templos, ágoras, calles y habitantes iniciaron un movimiento sostenido que los condujo hasta el fondo del reino de Neptuno . - Las autoridades municipales de Herculanum y de Pompeya, convencidos de la necesidad de mostrarles a los habitantes del siglo XX que sus centros como Miami O Cancún son pálidas falsificaciones de una forma de vivir tan refinada como la del imperio romano, resolvieron inmortalizar sus ciudades con la colaboración del dios vúlcano: desde el Vesubio éste realizó en pocas horas una labor de conservación de obras de arte que difícilmente ha podido ser igualada. - Algunos entendidos han afirmado que la total destrucción de Lisboa en 1755 por un sismo seguido por un maremoto fue provocada por la visita de Cándido, CIUDAD - 2·1. Ole./1I3


irreverente hijo natural de Voltaire. La lista de soluciones naturales a los problemas urbanos podría alargarse indefi· nidamente: Caracas, 1809; Saint Pierre, Martinica, 1902; San Francisco, 1905; Yungay, Perú, 1970; Al Asnam, Argelia, 1980;Popayán, 1983. Si los sismos, las erupciones volcánicas o los fenómenos rápidosen general le parecen al lector demasiado bruscas, puede pensar en soluciones más lentas pero igualmente eficaces: al derretirse los casquetes de hielo polar por cualquier alteración climática, el nivel de los mares subirá unos 200 metros. O si prefiere fenómenos menos extensos, recordar que muchas ciudades "muertas" del Medio Oriente están literalmente sepultadas por millones de metros cúbicos de arena, o que fue un simple descenso del nivel freático el que acabó con la civilización Maya. La hipótesis utópica es menos sencilla y por ende .menos atractiva que la Natural. Los lectores que tengan algún interés en ella la encontrarán expuesta a lo largo de este corto artículo. 2. Las ciudades colombianas y su entorno

El tercer punto es el más desconocido y aparentemente el más inocuo. ¿A quien le importa que los Andes nuestros hayan surgido hace 5 millones o 10 millones de años? Resulta que esta "juventud" relativa (se cree que el último levanta· miento andino ocurrió hace unos 3 a 4.5 millones de años) tiene mucho que ver con nuestro entorno: - Montañas jóvenes son montañas altas, que muchas veces conservan en su cima restos de las planicies que existían al nivel del mar antes de ocurrir el levantamiento. - Esas montañas, interpuestas en el paso de las corrientes de aire originadas en ambos océanos, van a ser las reguladoras de nuestros climas: Por su altura, tendremos una gama de temperaturas, desde hielos permanentes hasta climas realmen· te ecuatoriales; pero simultáneamente, las barreras naturales son un eficaz regulador de la circulación del aire húmedo y por ende de la precipitación. - Finalmente, a estas montañas jóvenes están asociadas dos fenómenos !le gran trascendencia para la población urbana del país:

SisDÚcidad y volcanismo - Sobre la primera sobran comentarios en un país donde la "Historia Natural" es una ver· dadera sucesión de terremotos; por otra parte nuestros volcanes, pese a numerosas manifestaciones históricas (Ruiz, Puracé, Doña Juana, Galeras) nunca han adquirido fama de peligrosos. Sin embargo, ciudades importantes del país están localizadas a distancias relativamente cortas de estos cráteres: Manizales, Pereria, Armenia, Ibagué, Popayán y Pasto. ¿Hará falta alguna catástrofe para que se emprendan estudios de riesgos volcánicos? Lo más probable, aún ~i esto ocurre, es que no pase nada. ¿Acaso la destrucción de Popayán ha generado un afán de mejorar nuestros conocimientos del riesgo sísmico del país? En conclusión, muchas de nuestras ciudades están localizadas en áreas cuya ocupación genera ciertas restricciones de origen natural. Su crecimü,nto sin control ha empeorado las condiciones ambientales, poniendo mucha.s veces en peligro físico a sus moradores. Después de analizar algunos de los riesgos más comunes que caracterizan nuestros cen-

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Nuestra región andina presenta características bien particulares cuya importancia solemos despreciar olímpicamente, cosa normal por parte nuestra ya que se trata de peculiaridades absolutamente autóctonas. En primer lugar nuestro país está situado sobre el ecuador, en segundo lugar tenemos costas sobre dos océanos y en tercer lugar nuestras montañas son geológicamente jóvenes. Las primeras dos características las conocemos desde los bancos de la ,escuela, donde poco se enseña acerca de las consecuencias de esta situación, si se exceptúan los discursos sobre las riquezas inagotables y la fertilidad ubérrima del trópico.

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tros urbanos, se presentarán algunas recomendaciones que por utópicas que puedan ser, podrán ofrecer alternativas positivas en el alivio de la situación. Nuestra aculturación eminentemente antropocentrista nos ha impedido valorar el espacio físico como un recurso a menudo no renovable, particularmente en el caso de las ciudades. La planeación desempeña allí un tenue oficio de control, generalmente incapaz de frenar el uso indebido del terreno, supeditada muchas veces a indeseables influencias politiqueras. Por lo tanto sigue siendo mucho más lógico pensar que el futuro urbano del país sea regido por la hipótesis natural que por la utópica. 3. Urbanización y recursos naturales

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Se considerará en primer lugar el concepto de espacio físico como un recurso natural generalmente no renovable. ¿Qué puede esperar el hombre de su entorno'? En forma simplificada, el hombre ha utilizado el espacio de la siguiente manera: Areas para cultivos Areas para construcción Zonas de recursos minerales Areas de reserva y no aprovechables

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En el caso concreto de las ciudades, se ha sacrificado a la urbanización áreas cuya vocación era meramente agrícola. Esto es un error que los antiguos del Perú, por ejemplo, no cometían: Las ruinas preincaicas de las cercanías de Lima muestran vestigios de poblaciones establecidas en las laderas empinadas y áridas mientras que las áreas aluviales planas y fértiles, se reservaban para agricultura. El pueblo que existe ahora en una de esas vegas fue fundado por los españoles. La expansión de Medellín hasta los años cincuenta se hizo a expensas de áreas agrí-

colas. Bogotá y Cali siguen sepultando suelos de primera clase bajó concreto y asfalto.

dar contaminadas por infiltración de alcantarillas o de depósitos de basura mal localizados.

El considerar los suelos como un recurso renovable es un error: fenómenos como la erosión dáñalos irremediablemente. Pero ninguno es un destructor tan completo como la explosión urbana.

La ocupación de áreas llamadas de reser· va, que deberían utilizarse para parques o zonas verdes, es un drama demasiado común en Colombia para comentarlo una vez más. Lo que si no sobra analizar una vez más son los riesgos de origen geológico que representa la ocupación de áreas técnicamente no aprovechables y sin embargo utilizadas.

¿Si la agricultura y la urbe son enemigos irreconciliables, existirá por lo menos posibilidad de conjugar decentemente el avance de la ciudad con el suministro de materias primas de origen mineral? Medellín nos da otra vez un ejemplo nega· tivo: Se planificó en los años 40 una industria siderúrgica cuya fuente de mineral de hierro eran las lateritas derivadas de serpentinitas que cubren la zona media y baja de la ladera oriental del valle de Aburrá. Pero el progreso rápido de la urbanización impidió su utilización. Si se hubiese planificado la construcción de Santa Rosa de Osos, se hubiera hecho posible la explotación de los aluviones auríferos sobre los que está edificada esta población. Paradójicamente, el crecimiento de la ciudad puede privarla de recursos que necesita en forma apremiante: - Materiales de construcción: gravas, arcillas, materiales de cantera. - Aguas subterráneas, que pueden que-

4. Riesgo geológico en áreas urbanas El estudio puntual de las propiedades mecánicas de los suelos ha sido tradicionalmente considerado suficiente por los constructores y urbanistas. Este rechazo inconsciente a utilizar una metodolo· gía más completa, consistente en colocar el terreno para aprovechar en un mar· co natural más amplio, ha sido la causa de sorpresas desagradables; deslizamientos de grandes proporciones, inundaciones, erosión incontrolable, etc. ¿Cuáles son estos riesgos? ¿Pueden prevenirse o mitigarse? La siguiente lista no es exhaustiva, pero si da una idea aproximada de los problemas y de la manera de enfrentarlos: a. Riesgo sísmico Su evaluación se ha vuelto rutinaria para la construcción de grandes presas. Consis·


te básicamente en el estudio detallado de las fallas geológicas (no en el sentido en el que la mayoría de los ingenieros utilizan este término: se trata en este caso de las fracturas de la corteza terrestre a lo largo de las cuales ha ocurrido desplaZamiento), de la evidencia de su movimiento en épocas recientes, de los sismos históricos que se han producido y de la mkrosismicidad. Una vez .obtenida esta información se puede inferir la posibilidad estadística de ocurrencia de un sismo de una magnitud dada. El nivel de conocimiento que se tiene en el país respecto a este tema es completamente insuficiente. Para las zonas urbanas, el estudio regional debe complementarse por medio de una zonificación basada en las propiedades físicas de las diferentes unidades geológicas. b. Riesgo volcánico Su análisi~ se hace por medio de l~ evaluación histórica del volcán y la determinación de las áreas adyacentes expuestas a su influencia en caso de erupción: caída de cenizas volcánicas, derrames de lava, flujos de escombros, inundaciones, etc. c. Inundaciones El estudio de este fenómeno debe ser realizado conjuntamente por hidrólogos y geólogos, analizando tanto: las condiciones locales como las de la cuenca entera. Las pendientes fuertes y la deforestación de muchas cuencas colombianas las hace particularmente propicias para generar crecientes de gran magñitud. d. Estabilidad de Vertientes Muchas ciudades colombianas se caracterizan por la ocupación acelerada de áreas con pendientes excesivas. Los resultados suelen ser catastróficos: deslizamiento y derrumbes que causan víctimas

y pérdidas materiales. e. Erosión aceleraua La destrucción de la vegetación y del suelo provocan un aumento en la tasa de escorrentía y en la erosión, que suele aumentar drásticamente durante el proceso de urbanización. Adicionado a este problema está el de la sedimentación correspondiente, que causa daños al acumularse en vías de comunicación, desagues, viviendas, etc.

f. Presencia de arcillas expansivas Al hidratarse ponen en peligro cualquier obra civil construída en su vecindario. Basta con estos ejemplos para ilustrar los riesgos de origen geológico. En todos los casos, estudios previos permiten localizar con precisión adecuada la influencia de cada uno y definir áreas que no deben urbanizarse o deben cumplir normas indispensables de diseño y precauciones que obviamente suelen aumentar los costos. 5. ¿Qué hacer? Si nuestras éiudades estuvieran por construirse, el problema se resolvería realizando los estudios geológicos necesarios. Pero ya existen, y muchas de ellas están plagadas de problemas de gran magnitud. ¿Cuáles pueden ser las medidas que deben tomarse para aliviar la situación a falta de soluciones completas? En orden de prioridad deberían ser las siguientes: - Reconocimiento geológico que permita establecer dentro de cada ciudad las áreas que presenten peligro geológico inmediato. Aún si no se puede ofrecer a los habitantes de estas zonas soluciones a su problema de vivienda, es importante enterarlo~ del peligro que corren. - Establecimiento para cada ciudad de un mapa de zonificación de riesgo geoló-

gico, inicialmente a escala 1:25.000; sin este mapa, cualquier planeación digna de este nombre del desarrollo futuro de una ciudad es en buena parte una actividad burocrática sin nexos con la realidad. - Iniciación en cada ciudad de un banco de datos geológicos y geotécnicos, que deberá recibir toda la información obtenida en obras públicas, edificaciones, evaluaciones de canteras, eventos catastróficos, etc. - Nombramiento en cada ciudad de más de 100.000 habitantes de un geólogo residente, adscrito a la oficina de planeación o a la Secretaría de Obras Públicas cuya función será la de mantener al día la información mencionada y asesorar al municipio en la toma de decisiones que impliquen la utilización de terrenos, explotación de materiales de construcción, construcción de obras civiles, etc. - Para poblaciones con un menor número de habitantes, las' gobernaciones deben encargarse de las funciones anteriores a través de uno o varios profe. sionales de la geología adscritos a su Secretaría de Obras Públicas u Oficina de Planeación.

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Las propuestas anteriores no son una panacea. Tampoco son demasiado costosas. Que sigan siendo utópicas depende de las autoridades correspondientes.

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omUOGRAFIA MINIMA COATES, D. R., 1981, Environmental Geology; New York; J. Wiley & Sonso 701 p. GOGUEL, J .• 1980, Géologie de I'environment; Paris: Masson, 193 p. HERMELlN, M. 1975, La Geología ambiental: Una necesidad para Colombia. 1I congreso Ibero-Americano del Medio Ambiente. Bogotá, 16p. HERMELlN, M., 1981, Geología ambiental del área de Bucaramanga: Informe a la Corporación por la Defensa de la Meseta de Bucaramanga. Manuscrito. LEGGET, R. F.• 1973. Cities and Geology. New York: McGraw-Hill, 624p.

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Si en el escenario urbano de la ciudad de Medellín hay un nombre que viene con· quistando especial resonancia, es debido a que en este escenario quien insiste en nombrar, en entregar con denuedo sus pasiones y energías a la búsqueda de la identidad cultural, alcanza nombre mayúsculo porque ha aprendido a apreciar la ricura humana y a invocarla en sus más elementales y simples componentes. Este es el caso de FIGEA -Frente de Investigaciones para América Latina-, Institución que entiende necesario defender y consolidar opciones distintas a las cohercitivas y que ubica como gran territorio para tal empresa a la cultura en las distintas acepciones que a este término se dan. Centro Cultural de acción permanente que comprende que el habitante citadino es como un viajero en busca de alegría por lo cual hay que brindar· le ocasión de reir, momentos para el goce, medios de sustraerse al desarraigo mediante la identificación con su cultura. Empresa ésta cuyo ún ica lucro eS aquél que Se revierta en beneficio colectivo para la comunidad ciudadana; por ello las iniciativas que respalda y los productos que difunde, en ocasiones como ingrata dádiva, aunque son intangibles constituyen ingrediente y masa indispensable para dignificar y humanizar la vida.

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Para los días 28, 29 y 30 de noviembre y del 10. al 4 de diciembre está programada la realización de Bazarte. Programa organizado por la Biblioteca Pública Pilo· to, el Museo de Arte Moderno, la Cine· mateca El Subterráneo, Universidad Nacional y Suramericana dI! Seguros. En él se reúnen exposiciones de pintura, escultura, fotografía y demás expresiones plásticas, presentación de grupos de teatro, títeres, danzas, ca ros, conjuntos musicales, solistas, recitales poéticos, series cinematográficas y demás manifes· taciones culturales. Los dos últimos días esta muestra estará acompañada del bazar en las zonas verdes de SLiramericana.

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El 19 de julio fUI! lanzada la revista CIUDAD en el Auditorio del Museo de Arte Moderno de Medell ín. Al acto con· currieron los amigos nuestros y los de la ciudad. Profesionales, estudiantes y gen· tes de la calle, representantes de los ceno tros culturales de Medell ín y escritores, arquitectos y periodistas. Todos posiblemente con el mismo sueño que tenemos: que no fuera otro primer número, que exista siempre un muro de papel para decir las cosas que se viven en las ciudades, en las calles, en los corrillos. Ciudad también fue presentada en el Centro Colombo Americano de Manizales y en la Cámara de Comercio de Cali. Todos los periÓdicos del país han registrado con gran complacencia la aparición de la primera revista de asuntos urbanos en Latinoamérica. Gracias a ellos y claro a ustedes, amigos lectoreS. CIUDAD - 2·1. Dlc.¡83


EL MUSEO DE ... MEDELLlN

Cada día el Museo de Arte Moderno de Medellín tiene mayores lazos que lo unen con la ciudad. Ahora el Museo se hará cargo de la transformación del Cerro Nutibara y gracias a la iniciativa del presidente de la república y del alcalde de Medellín, lo convertirán en 'un gran centro cultural, dotado de salas de exhibición y conferencias dentro de él, un parque de esculturas con obras de importantes artistas latinoamericanos como Jesús Rafael Soto, Carlos Cruz Oíez, Sergio Camar90, Julio LePare, Manuel Ferguerez, Carlos Fonseca, Edgar Negret, Carlos Rojas y Fernando Botero. El 20 de noviembre se dará comienzo a los trabajos en el parque de esculturas del Cerro Nutibara. f/'

MUSlO DE ARTE MOOERNO DE MEDELLN

MI PRIMER CUENTO

Lo que no se dice es como si no existiera, como si no hubiera ocurrido. ¿Cómo pues dejar pasar que en Ca 10m bia un día se hizo un concurso de cuento para niños? Hay unos ganadores y enton-' ces los otros, los perdedores ¿son perdedores? ¿Tendrán que esperar a que se planee un nuevo concurso? En eso, se va a convertir la educación colombiana, en escribir para concursar, de similar manera como los periodistas escriben informes, para ganarse un premio nacional de periodismo.

NUEVO PARQUE PARA mVIGADO

El Municipio de Envigado tendrá muy pronto una nueva cara. Su parque principal será remodelado totalmente dentro de pocos meses. Ya fueron adquiridos los 30 millones de pesos necesarios para financiar esta obra que pretende recuperar el parque para la bohemia, según el criterio del arquitecto Juan Manuel Hoyos R. de la firma CONCEBIR, quien tuvo a su cargo la realización del proyecto. La remodelación del parque General Marceliano Vélez estará a cargo de la secretaría de Obras Públicas del Municipi o, con empréstitos del IDEA. Oemorará cerca de tres meses y en él se reservará una amplia área para concentraciones populares, religiosas, políticas o cívicas. Con esta transformación del 'parque se pretende re-crear nuevamente la idea de que Envigado vuelva a ser un sitio turístico, como lo fue hasta hace pocos años y en donde muchos grupos de amigos o familiares pasaban un rato agradable ca n la compañ ía de los serenateros. Se retirarán las flotas de taxis del lugar que hoy ocupan y se colocarán amplias banquetas, para que sus habitantes vuelvan ~lUeva­ mente a la costumbre de descansar en su plaza mayor. El proyecto desea conservar al máximo la vegetación actual, resanar los grandes árboles descuidados y se serT!brarán otros árboles propios de la región, como guayacanes de diferentes colores, casco de vaca y palmas.

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Si para reclamar un derecho de vivir hay que marchar... entonces a marchar. Y la ciudad en pleno marchó, ,un día de octubre. El día que la ciudad ensordeció de un callado lamento, la exigencia, el deseo total de todos los ciudadanos de MedelIín, por tener un aire distinto para respirar. Fueron las horas más calladas de Medellín, desde que las ciudades y los caminos, solo eran gritos. Nunca se había visto una manifestación espontánea tan grande y de tanta significación como esta marcha por el derecho a la vida y aunque todo siga su camino, ha quedado la huella y una fuerza latente en cada hombre, en cada mujer, en cada eslabón de esa fuerza.

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USO

DE LA GUADUA Colectivo del Martes/Manlzales'

Fotos: J. Humberto ArcilaL

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Siguiendo trazados que armonizan con su destino y enraizados con su origen sociocultural, es factible hacer una arquitectura doméstica rica para la convivencia comunitaria y dotada de gracia y encanto. Usando en la construcción materiales apropiados para la topografía del lugar. en Manizales han asumido la experiencia del uso de la guadua con excelentes resultados. He acá la ingeniosrdad y la inventiva pues· ta en práctica por familias campesinas en asentamientos urbanos de invasión. (Pro· grama de autoconstrucción de vivienda del 1. C. T. en Manizales). CIUDAD -

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Entrevista con Estanlslao Zuleta Entrevist_conversaci6n entre Fernando Viviescas M., profesor de la Universidad Nacional, Antonio Restrepo, profesor de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional y Estanlslao Zuleta profesor actual de la Facultad de Artes de la Universidad del Valle y vice-rector de la Universidad Santiago de Call.

FV: Partamos de la consideración general de la ciudad, en lo fundamental, es un hecho espacial. En ese contexto y en relación con tu inquietud sobre si existe un problema con el espacio expresado por el hecho, más o menos constatado, de que cuando la gente se agrupa en las ciudades, cuando está más apiñada, es cuando más se separa y que las relaciones de vecindad son mucho más fuertes en el campo donde las casas están más separadas, hemos de decir que remite directamente a las connotaciones espaciales que plantean los centros urbanos. Pero no deja de ser un esquema, pues no es lo mismo una ciudad norteamericana que una europea o una latinoamericana ya que existen factores históricos, económicos y políticos que necesariamente las diferencian. Incluso, dentro de una misma ciudad se presentan tendencias diferentes en las formas de comportamiento interpersonal que están determinadas por la procedencia social de las diversas clases. Por ejemplo, en los barrios populares las relaciones entre las personas son diferentes a las que se establecen en zonas residenciales de los sectores altos y medios. EZ: Hay más vida de barrio, por ejemplo, ... FV: Recordemos el libro de Mario Arrubla, "La infancia legendaria de Ramiro 'Cruz", una extraordinaria radiografía de lo que fue el proceso de formación de CIUDAD -

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ciudades en Colombia en jos sectores barriales y de cómo se fueron configurando las interrelaciones personales en aquellos entornos. Su trama está localizada en Medellín, pero bien puede ser en Cali o en cualquiera de las otras grandes ciudades del país. EZ: A propósito de ese libro, ya que lo mencionas, quisiera hacer un comentario. Una vez esdcribí un artículo sobre él, pero muy unilateral pues era un ensa· yo exclusivamente freudiano y en reali· dad el libro da para mUQh_o más. Yo pensé que otros harían el resto, pero finalmente esto no se ha hecho. Hablemos, pues, un poco del resto que es lo que yo digo en ese escrito.

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Me parece que en el libro dc Anubla hay una serie de fenómenos, que yo no expresé, y que están constatados allí. Entre ellos hay uno que, creo, es muy importante: La evolución de un criterio campesino, de un criterio de familia patriarcal hacia un criterio lumpen. El autor radica su libro en un barrio de Medellín, vecino al Cementerio por lo demás, que se volvió lumpen y cuenta la historia de una familia que es muy representativa. Al narrar la manera como allí se hablaba, se pensaba, se decía, en el libro se trasluce que hubo un gran cambio: el cambio de un tipo de moral, que posee la familia patriarcal, a otro tipo de moral. Yana se peleaba en la forma como se peleaba

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antes, a ver quién ganaba entre dos individuos que tenían algo de caballeresco en una gesta, sino a ver cómo se destruía -ll otro; ya no se creía en valores. Prácticamente, yo podría decir que hay una :nuerte del padre en ese libro muy interesante de estudiar, que yo lo vi por el lado freudiano y que, ahora, si la consideramos desde un punto de vista un poc6 más marxista, paradójicamente, resultaría más visible. Es que ya no hay testigo, ya no hay ante quién ganar: lo único que importa es ganar; ya no hay ante quién quedar bien; ya no hay ante quién ser alguien que valga la pena: lo único que importa es sobrevivir y ganar algo. Esa me parece que es la parte del libro que no traté pero que tiene mucho que ver con la formación; de las condiciones de las ciudades colombianas. FV: Personalmente, yo no lo he visto desde el pun to de vista sicoanalítico, pero desde otra perspectiva puede sustentarse en él una reflexión muy clara sobre la formación de una nueva agresividad o, mejor. de la inevitabilidad de una forma agresiva de ganarse un espacio en la urbe en ciernes, también debido a las condiciones históricas del país en esos momentos. En relación con la violencia de aquel movimiento, en otra parte, he hablado de

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la ciudad colombiana como la ciudad del Estado de Sitio, pero lo que se expone en el libro va mucho más allá de las connotaciones del toque de queda y de medidas similares. Está más articulado a la forma que tomó el proceso de ocupación espacial, a esa relocalización poblacional, en términos de lo que significan las migra· ciones, el alejamiento del campo y del desarraigo implícito en el abandono de aquella forma de vida, puntos que están muy ligados al problema de la conforma· ción de una nueva espacialidad en términos de la relación de la población con ese espacio. ¿Hasta qué pun to piensas tú, ya saliéndonos del libro, que todos estos condicionamientos podrían haber sido evitables?

EZ: Bueno, hay un asunto y es que nosotros, ahora, tenemos que pensar la ciudad en términos un poco diferentes de los que se podía pensar en siglos anteriores. Pensamos en la ciudad como una forma de vida inevitable, no tenemos alternativa; ciudad o no ciudad, no es el

términos de alternativa. Hegel, por ejem- ~~t' P1o, cuando fue a París, le escribe unas ~ cartas a la esposa en las cuales se muestra aterrado de cómo es París, y le expresa la impresión de impersonalidad que le da la multitud; se siente mal de estar en medio de una gente que está ~aminando para todos los lados y que el no sabe quién es nadie. Claro, el venía de ciuda· des alemanas, muy pequeflas. Engels, también, en su Estudio sobre la clase obrera en Inglaterra, describe a Londres aterrado de cómo puede estar juma tanta gente que no se conoce. La ciudad ::.;~ parece tener para los pensadores del siglo XIX un algo de abismo, de perdición. Baudelaire fue, probablemente, el que trató eso más bellamente, porque él ya no le da salida sino que lo trata como un problema de la condición humana. Ahora, yo lo que digo es esto: nosotros ya no podemos ver la ciudad como ellos... Por mucho que estimemos a los pensadores del siglo XIX sobre la ciudad ya no les podemos acompañar en la idea de que podría haber una vida no ciudadana... FV: Hay una situación bastante paradójica. Por un lado, casi nadie está dispuesto a discutir que el espacio por excelencia del capital es la ciudad. Por otro lado, nosotros sabemos que la cultura griega fue eminentemente urbana, no sólo porque la cuestión política era esencial allí y todos los elementos que permitían una utilización del espacio en términos políticos eran fundamentales sino porque existía algo que ahora ha sido bastante mencionado: lo que llamamos la identidad ciudadana. Uno de los grandes problemas que tienen las ciudades contemporáneas es que todo el mundo está de acuerdo en que no se puede identificar con ellas: ni con la ciudad, ni con el


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no es una entidad. Podemos hacer, en banderolas, defensa de Medellín pero nadie tIene a Medellín como una referen. cia de identidad; no se puede. Como no se puede tener a Bogotá C0l110 una referencia de identidad porque uno vive. en reali. dad, en el Chicó o en un a cueva en el sur de Bogotá yeso no es en ningún caso una referencia identificatoria. espacio, ni con los demás ciudadanos. Es la dispersión totaJ. En Grecia. en cambio, se hablaba de la ciudad griega, y sigue siendo por eso el modelo de ciudad. ¿Dónde está" el problema de la identi. ¡cación como el elemento que permite abiar de una ciudad como la ciudad de a determinada sociedad') EZ: Bueno, quería decir esto: en el mundo griego la ciudad es una entidad ¿rica, es necesario apoyar la ciudad. La .' dad es algo que pertenece al individuo ! el individuo pertenece a la ciudad. Para o:.otros la ciudad no es una entidad es n refugio, es una situación, es un hecho.

Por eso no se puede concebir en el munmoderno un drama como Antígona, ::<' Sófocles. Hegel dijo de una manera - y brillante que drama,no había sino ::. ndo dos corrientes, ambas válidas, se ~;:~ían incompatibles. En Antígona, por <~ lplo, hay esto: los derechos de la ciu;:;3-. los defiende Creonte, se enfrentan a erechos de la familia, los del amor '-" rnal, que los defiende Antígona. Eso se 'uelve un drama porque la ciudad es ::. ntidad que para ella (Antígona) mis~'"" e- \-álida. Pero para nosotros la ciudad

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Para los griegos, la ciudad sí era una referencia de identidad, se decía: "Yo soy espartano", "Yo soy ateniense" en sentido identificatorio. Para nosotros no exis. te esa relación: hemos ido hacia ciudades, nos hemos aculllulado en ellas pero no nos reconocemos ahí. En ese sentido la ciudad es una pérdida de identidad, es una disolución en la masa, en la circulación de las gentes, en los barrios y en los edificios de apartamentos. AlI í uno olvi. da quién es, pierde lo que era antes y, excatamente al contrario de los griegos, uno no es de allí. Ahora bien, quiero introducir una observación que me parece interesante en toro no a cómo se plasma esa diferenciación en la literatura: la gran literatura moderna es la novela, la novela urbana. los griegos, por su parte, hicieron una literatura inmensa, claro, la epopeya, tuvieron a Hesíodo y a Homero, hicieron un drama extraordinario, pero no escribieron novelas ("Dafnis y Cloe" no es una excépción sino que no es una novela)_

Los modernos hacen novelas porque la novela es la aventura. Pero no en el sentido de que hay alguien a quien no se sabe

qué le va a ocurrir o que lo van a coger para meterlo a la cárcel o que se va a fugar de elJa. __ no, no es esa aventura. Se trata de una aventura fundar~ental: es alguien que al estar en donde vive no sabe quién es ni quién va a llegar a ser pues todo puede depender de un encuentro. Usted abre a Dostoievski (que es, a mi juicio, la novela absoluta), y lee en "El ldiota" que dos tipos se encucntran en un vagón de tercera de un ferrocarril y ve que ese encuentro va a cambiar sus vidas_. En el campo todo el mundo se conoce: el terrateniente, el peón, el campesino. en la ciudad moderna nadie sabe quién es. Raskolnikov puede llegar a ser un magnate o un presidiario pero ... no se sabe: hay que escribir la obra para ver qué se desarrolla. En este sentido nadie está definido por sus orígenes y'la ~iudad moderna es eso; en la ciudad mgderna, como en la literatura contemporánea, todo está en cuestión y en la ciudad antigua eso no era así.

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Ahora bien, la literatura moderna es una literatura de ciudad. Usted lee por ejemplo "Los Entremeses" y "Las novelas ejemplares" de Cervantes (que es muy moderno) y encuentra que lo que a Cero vantes lo tiene en cuestión, realmente en cuestión, es Sevilla. A Sevi lla ha llegado todo el oro americano y el oro ha cambiado las relaciones entre todo: hay nuevos condes que antes eran presidiarios (pues fueron a América y trajeron oro); hay una serie de señoras que eran prosti· tutas hace nada y se enamoraron de un bandido, enriquecido en América y cambió su destino. Así, la ciudad se inaugura en la lengua castellana como la desidentificación. La ciudad es donde todo puede ocurrir. También eso es la ciudad de Balzac, el París de Balzac es "un balde lleno de arañas que se están destrozan· do entre sí": todo el-mundo puede resul.

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tar en el punto más alto o en el más bajo y, mientras tanto, todos se temen unos a otros. Esta ciudad ya no puede ser un criterio de identidad. Pero hablábamos de Cervantes (que es nuestro novelista padre) y decíamos que tiene en mente a Sevilla. El es un tipo muy internacional, muy raro y muy despatriado. Pues bien, el mundo moderno es el mundo de la apatridad. Lukács, en uno de los buenos libros que tiene, dijo una cosa que me gusta mucho citar: el hombre de la novela es el asesino, es el loco, es el criminal. Ese es el hombre de la novela, ese es el héroe de la novela porque el criminal y el loco son carencias: al loco le falta una patria para pensar en el orden de las relaciones humanas; al criminal le falta una patria para actuar en el orden de las relaciones humanas; al perverso le falta una patria para "desear en el orden de las relaciones humanas. y la novela es la representación de la carencia fundamental de patria, de que no tenemos patria, de que la ciudad moderna no es una patria como si lo era Atenas. AR: ¿En ese sentido, entonces debemos mirar el Ulises, la novela de Dublin, como los dos personajes buscando durante toda la narración una identidad?

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El: Exacto. Usted ve ahí a Esteban Dedalus y a Buck Mulligan. Esteban Dedalus está, en un lado, guiado por un fantasma fundamental: la oposición a su madre y la búsqueda trascendente por recu'perar esa falta de madre. Hay un momento en que, con mucha belleza, el libro describe cuando la madre de Esteban está agonizando y le dice: "hijo, arrodíllate y reza" y éste se levanta y le dice: "no, madre, déjame ser. .. déjame vivir". Esteban Dedalus es trascendente en este sentido. Buck Mulligan, por el

contrario, es como publicista, como periodista, aparece como intrascendente. La novela empieza con que está el Mar de Dublin, entonces Buck Mulligan llama a Esteban Dedalus y le dice: acércate jesuí· ta miedoso, mira: el mar, un nuevo color para los poetas irlandeses (burlándose de él que es poeta y no periodista) el verde moco, el trapo de nariz del bardo tiene su verde que es un nuevo color para poetas irlandeses. El otro, se pone a ver el mar y se acuerda de la bilis verde que vomitaba su madre antes de morir. El uno piensa en Ulises y el otro en los Jesuítas. El arte de Joyce, consiste en que nos personifica a 'los personajes no sólo por la manera de describirlos, ni de ponerlos a hablar sino por la manera diferente como asocia con todos. Cada uno de los personajes asocia distinto. Eso es bellísimo, eso es una ciudad, es decir, un caos moderno. O, repitámoslo en el sen· tido que le dio Lukacs. . . en realidad la ciudad es la no patria. AR: Entonces, ¿qué buscan Bloom, el VieJO, y el joven Dedalus a través de Dublin? El: El uno está buscando sus antecedentes en una historia imposible: Esteban Dedalus. El otro está buscando su disfrute en una dispersión imposible. Así, el unoasocia con la muchacha que vio en la playa, cómo estaban sus piernas de bonitas, mientras que el otro está asociando con su mamá y cómo le fue de mal con los Jesuítas. Y todo se cruza porque son

asociaciones diversas yeso lo reproduce la prosa... AR: Se cree que lo urbano es el esce· nario de la aventura de los héroes. Pero en Balzac, en Proust, en Joyce, en Dostoievs· ki, la ciudad es personaje, es decir, el poI· vo de San Petersburgo, los ruidos de Dublin, son integrados no como fondo sino como personajes de la novela. El: Sí, son personajes pero en un sentido muy preciso: en el sentido de que la ciudad es despersonalizadora, la ciudad le quita a la gente la identidad, en las ciu· dades hay que arrebatarse una identidad y uno se la puede arrebatar de cualquier manera: sumándose a una cosa o a otra, en un oficio o identificándose con una imagen social. Uno de los libros más grandes sobre la ciudad, que recomiendo como tema es "Las Flores del Mal".

FV: Hace poco decías que la novela está ubicada fundamentamente en la ciudad, aún cuando no sea su tema... El: Pero está visto desde la experiencia de la ciudad. Decía que la ciudad de Balzac (París) es tan terrible que allí nadie es extranjero porque todo el mundo es extranjero. Ahora bien, ese es el Nueva York de hoy, esa es la ciudad. La


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el asun to es: Vamos a ver dónde nos acomodamos. En Medellín, en cambio, se imaginan que todavía son compatriotas, que son antioqueños. Eso hace de Mede: llín una de las ciudades más grandes del mundo que es una aldea.

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definición de la ciudad es ser extranjero. Lo que tiene de particular Medellín, hablando de Colombia, es que es una ciudad muy curiosa: es una ciudad homogénea. En ella todo el mundo habla y come igual. No es como en Bogotá donde la mayoría oe sus habitantes vienen de fuera, como en Cali o Barranquilla. Al contrario, es una ciudad que se ha recogido porque el antioqueño es un animal que emigra, pero aquí no viene nadie. Y el que viene se vuelve antioqueño ahí mismo. Es muy fuerte la homogeneidad cultural de Medellín yeso hace de ella una ciudad rara y le crea a los antioqueños la ilusión de que pueden hacer una cosa (una ciudad) por fuera de las normas del capitalismo. y sus habitantes dicen: "Vamos a hacer de Medellín una ciudad nunca hecha" , "vamos a hacer de Medellín una ciudad en tal forma", "vamos a ser antioqueños" y se acogen a eso porque tienen un grado de homogeneidad que no ha existido en otras ciudades. A nadie se le ocurre decir: "Vamos a hacer de Bogotá tal cosa". Bogotá se está haciendo porque llegan allí noventa buses al día llenos de gente que se quedan en esa ciudad; entonces, ¿qué vamos a hacer de Bogotá en esas condiciones? No, allí

FV: Sí, ese fenómeno de la configuración poblacional de Medellín es muy homogenizante. Allí se mantiene una fijación muy grande en lo que es el pueblo... EZ: Los mismos barrios son muy pueblerinos y la gente también lo es. Y hay un tipo de homogeneidad muy curiosa: uno va a casas de ricos y a casas de pobres, y en todas le ofrecen frisoles con arepa y chicharrón... FV: Bueno, hace un rato hablabas de la ciudad capitalista como la ciudad de la pérdida de la esperanza. Pero mirando hacia el futuro, ¿cómo podría plantearse el problema de la configuración de la ciudad? Acuérdate de ese gran movimiento poblacional que hubo en China, cuando la revolución cul tural, que de cierta manera fue una reacción contra la ciudad: la relocalización del conjunto de la población de los grandes centros urbanos de nuevo en el campo. Cuba también, apenas hizo la revolución y se estabilizó un tanto, empezó una política de reubicación de la población tendiente a que a la Habana no llegara más nadie. Parece que hay en esas prefiguraciones socialistas un cierto rechazo a la ciudad.

EZ: Changai ha disminu í do la población en varios millones. Me parece que Moscú está disminuyendo y que la polí· tica soviética es crear ciudades de 500.000 habitantes, máximo y disminuir hasta cierto punto el tamaño de las grandes ciudades. Parece que quieren hacer de Moscú una ciudad de tránsito, donde nadie viva sino que vaya. El hecho de que los socialistas... bueno, lo que llamamos socialistas, hayan decidido algo contra la ciudad es, para nosotros, un interrogante inquietante. Cuál es el futuro de la ciudad, me pregun tas tú; si lo vemos por los novelistas nuestros la ciudad es una cuestión terrible: al mismo tiempo es promotora de vidas y de lo desconocido y de aventura; es el mundo de lo improbable. Al mismo tiempo es el mundo de la falta d~ seguridad y de identidad. Esa es la novela moderna, toda, desde el Quijote hasta UIises y Tomas Mann y Kafka; toda la novela moderna es eso. La ciudad le da a uno una cantidad de posibilidades laberínticas y una falta de identidad. Ahora, ¿qué se puede hacer? ¿qué se puede pensar? Para responderte, hasta donde yo puedo, creo que en el futuro lo verdaderamente importante es que haya una democracia de sitio. No de ciudades porque ya no se podrá como en Grecia entre los no esclavos, pero una democracia de sitios: de talleres, de barrios, una democracia participante. Una gente que pueda tener por 10 menos algún nivel de decisión, no completa porque no es posible, no nos hagamos más ilusiones, sino algún nivel de decisión sobre lo que quieren hacer, cómo quieren hacerlo, para qué quieren hacerlo y sobre el con· torno en el que van a vivir. Ese nivel de decisión será siempre anticapitalista. El capitalismo es (esa me parece una de las tesis más, brillantes de Marx) concentra·

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Dibujo Carlos Sánchez E.

cionista. Fíjese, por ejemplo, ¿quién diseñó a Nueva York? El capital, no un arquitecto! Si la tierra en el sector comercial se pone tan cara que ya un metro vale un millón de dólares, entonces hay que hacer un edificio de cien metros de altura para multiplicarlo. Así, en el centro, todos los edificios van para arriba. Si en las afueras la tierra es menos, cara, entonces se pueden hacer edificios menos altos.

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Y finalmente en la lejanía se pueden hacer casas. Pero, ¿quién diseña esto? el capttal ha diseñado todas nuestras ciudades, no los arquitectos, ni los jefes de obras públicas, ni gentes así. El que sabe que al lado de la plaza de mercado se puede poner un almacén y no una vivienda para ricos porque ésta se debe ubicar en el barrio tal, lejos de la galería, es el capital.

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Bueno, si nosotros vamos a pensar en un mundo en el cual el capital ya no sea el diseñador de las ciudades, asumiendo que ahora lo es, entonces deberíamos pensar que habrá una nueva democracia urbana, una gente que decidirá si lo que quiere tener es un parque o más espacio para vivir, y lo decida ella .mis: ma. Eso no sería- ya una ciudad griega, sería una ciudad democrática en un sentido nuevo. Probablemente, una ciudad que no esté regida por las leyes del capital, por un tiempo muy largo cogerá una manía ecologista y se pondrá a seinbrar árboles y a hacer bosques y a salir fuera de la

ciudad, pero, .finalmente, tendrá que vivir en ella. Vivirá una cultura urbana porque de todas maneras la ciudad es el ámbito donde se puede hacer un teatro, hacer cine, una universidad. La ciudad, en todo caso, atraerá a la gente pero ya, a lo mejor, tratará de hacerlo en contra de las leyes del capital. FV: En una ciudad, como las nuestras, diseñada por y para el capital, sustentándose en una supuesta racionalización de los recursos, ¿qué posibilidades cabrían con respecto a la participación de los sectores sometidos en la destinación de sus elementos? EZ: Yo creo que si tú consideras que la racionalidad es algo que tiene que ver' con lo programado, con lo decidido según costos y beneficios, probablemente la ciudad nunca será racional; pero si piensas que la mejor racionalidad es la que da todo juego a las diferencias, que no trata de reducir a una igual· dad: diferencias de barrios, de costumbres, de fiestas, de personalidades, entonces la ciudad tiene futuro como una racionalidad que le da juego a la diferencia. Una racionalidad que liquide la diferencia no podrá hacer de la ciudad nada más que un infierno y por lo tanto, lo ..:¡ue se opone a la ilógica absurda de la ciudad capitalista es una ciudad diferenciada, llena de barrios, de costumbres distintas, de fiestas distintas, de iniciativas distintas y no una ciudad programada. Eso es lo que yo creo. Medellín, septiembre de 1983



CIUDAD AUTORITARIA Alfredo Rodrrguez Ponencia presentada al Semi nario "Por un reencuentro de la arquitectura, la ciudad y sus habitantes en abril de 1982. Centro Cultural Mapocho-Chile.

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"Fil perdad, el único medio seguro de donúnar lino ciudad acostumbrada a pivir libre es destruirla. Quien se haga dueñu de una ciudad así v no la aplaste. espere aplastado por dUo. Sus rebeliones ten""J"ron por baluarte el nombre de la libertad v sus antiguos esta tutus, cuyu hábito nun~'a podrá perder el tiempo ni los bClleficíos. Por mucho que se haga y se prel'ea. si los habitantes no se separan ni se dispersan, nadie se oh'ida de aquel 11O~llbre ni de,aquellos estatutos, )I¡aallos IIll/lediatamente recurren en cualquier contingencia". Nicolás Maquiavelo. t:l Príncipe.

El Magnífico Lorenzo de Médicis estaba bien informado de cómo se gobierna una ciudad. Una "larga experiencia de terribles aconteceres" de su época hab ía permitido á Nicolás Maquiavelo conocer que la forma de gobernar -dispensar favores y castigos- dependía de la manera como El Príncipe había alcanzado la soberanía. Que era distinta la forma de gobernar en el caso que se contaba con el apoyo del pueblo a cuando estaba respaldado por los señores".

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Conocía que no era una empresa difícil conquistar, ocupar y gobernar una ciudad cuyos habitantes estaban acostumbrados a vivir bajo el dominio de algún príncipe. Los habiiantes de estas ciudades estaban acostumbrados a obedecer y el nuevo príncipe podría "fácilmente vencerlos y ganarse su voluntad". Pero conquistar, ocupar y gobernar una ciudad cuyos habitan tes hab ían estado acostumbrados a vivir en libertad, a dictarse sus propias leyes. era una empresa difíc.il en la cual no cabía concesiones: o se la destruía, o a la postre la ciudad -sus habitantesaplastaba al Príncipe. La única forma de conquistar este tipo

de ciudades era destruyéndolas. Destruyendn sus estatutos, su organ ización. Pero esto no era condición suficiente. Era necesario también dispersar, separar a sus habitantes de tal manera que no pudieran reconstruir su pasado, ni el recuerdo de su antigua libertad'y estatutos. La forma de gobernar comprend ía upa doble tarea: por una parte. hacer tabla rasa del pasado y. por otra. establecer los mecanismos que impidieran la rearticulación de los habitantes; sólo de esa manera era posible establecer un nuevo orden. La política urbana que Maquiavelo presenta al Príncipe tiene una actualidad y vigencia que sorprende. ¿No son acaso esas recomendaciones muy similares a lo que ha ocurrido en nuestras ciudades') La ciudad del pasado ha sido destruída. El escenario urbano que conociéramos, la organización social existente antes del Golpe de Estado, han desaparecido. Su recuerdo es constantemente acosado para evitar que resurjan las antiguas costumbres de los habitantes. Al parecer, antes de la palabra 'Orden', sólo existían las tinieblas y el caos.

La población ha sido dispersada, separada, al haber sido socialmente atomizada en sus poblaciones y en sus lugares de trahajo. La ciudad, el escenario urbano, se ha convertido en el espacio de la disciplina. Represión y mercado, simultánea y complementariamente, disgregan y segregan a la población. La disciplina y el mercado disuelven a la, población en individuos controlables, moldeables, uhicables y ubicados. 1. La ciudad de la disciplina

La autoridad, el gobIerno, el dlSCLlfSO oficial, nos entrega constantemente una lectura de lo que era el escenario urbano en la época anterior al Golpe Militar; una imagen del pasado equivalente a la irracionalidad, el desorden, la anarquía y la violencia: caos. Referencias como 'En Orden y Paz, Chile Avanza', con la queávisos lumino· sos refutan indirectamente el pasado a los vehículos que avanzan por las calles de Santiago rümbo al barrió-alto; fotografías que cada cierto tiempo reaparecen y se utilizan para contraponer la imagen de un período caótico con una del presente de orden y disciplina; discurso surrealista que impone el orden a través del terror de la imagen desprovista de contexto; Ilipnotizante autoritarismo del discurso sin interlocutor y, por lo tanto, sin respuestas; terrorismo de las palabras que, ocultando la explicación histórica, reducen la realidad a dos polos: Ayer, manifestaciones estudiantiles/ Hoy, estudiantes secundarios pulcra· mente uniformados; la Universidad con lienzos/ La Universidad recién pintada; Vitrinas vacías y colas para el abastecimiento/Vitrinas repletas de mercancías; Tomas de terrenos, campamentos/Entrega oficial de viviendas de material sólido, etc., etc. El caos es definido en oposición a una CIUDAD -

2-1. Dic./83


autoritarios de vincujacién con la población. De esta manera, el universo confuso y difuso tras el cual estaba el enemi· go, se ordenaba y hacía posible ubicar, detectar, separar y dispersar.

representación del orden que no se explicita y que corresponde a la única ubicación y relación de las clases sociales que la autoridad considera natural. Se habla de una época de caos en referencia a un período durante el cual los sectores populares comenzaron a ejercer roles y acciones en la ciudad que, de acuerdo a una determinada concepción del orden, no les correspondía: ocupación de terrenos en la ciudad y el campo; participación popular en las fábricas, en los organismos de salud, educación; participación estudiantil, etc.

El orden disciplinario se impone en la ciudad a través de operaciones simultáneas y complementarias: desarticulando, reordenando y castigando. Estableciendo un orden que crea canales autoritarios de relación entre el gobierno y la población y enseñando conductas a través del castigo, lo que va creando condiciones de aceptación y sumisión. Desarticulando:

Para el discurso autoritario la respuesta a lo que él define como caos es la disciplina. Una disciplina que sea impuesta con tal fuerza, en forma tan drástica, que no sólo suprima el caos, sirio que por su imposición establezca tanto las bases de un orden distinto como la aceptación y el sometimiento a ese mismo orden, y su continuidad.

El pa ís fue declarado en estado de guerra. Guerra contra un enemigo interno que estaba disperso en todo el territorio nacional, concentrado en las ciudades. La primera etapa consistió en un período de detectación, de ubicación del enemigo, de circunscribirlo espacialmente. (No hay que olvidar que el espacio no es sólo un concepto que utilizan los arquitectos, los urbanistas, los geógrafos; es la noción básica de la profesión militar: el teatro de la guerra).

Disciplina en un primer momento impuesta y a la larga aceptada, porque la posibilidad de la represión y del castigo están siempre presentes como formas de socializar permanentemente a los distintos sectores dominados de la ciudad (y diferentes generaciones al interior de éstos).

El territorio, las ciudades, fueron divididas en zonas militares con una coordinación a nivel de los municipios. Al interior de cada sector se establecieron unidades menores; para esto se utilizaron las unidades vecinales como universo, y en cada una de éstas se establecieron canales

La supresión y desarticulación de las organizaciones en los barrios populares se realizó a través de la represión inicial, de la cancelación del espacio polHico tradicional y del temor. Al desarticularse los partidos políticos, al cambiar el carácter del Estado y al reprimirse a los dirigentes poblacionales y militantes, las organizaciones poblacionales se extinguieron. Desaparecieron los Comités de Vivienda, de Salud, de Recreación, las Juntas de Abastecimiento y Control de Precios (JAPS), los Comandos Comunales, los Comités de Autodefensa, etc. Sin embargo, se mantuvieron algunas organizaciones poblacionales del pasado: Juntas de Vecinos, Centros' de Madres, Clubes Juveniles y Clubes' Deportivos. Las J untas de Vecinos fueron depuradas, se eliminó de sus directivas a todas las personas de las cuales se conocía (asunto que a nivel vecinal era fácil) o se sospeohaba que hubieran tenido simpatías o vinculación con el gobierno de la Unidad Popular. Por otra parte, como resultado del temor que había generado la represión, por el rechazo a participar con el nuevo régimen, o como rechazo a ser identificados como colaboradores, los mismos militantes de izquierda se automarginaron de las organizaciones reconocidas. En cada una de las instituciones reconocidas, se enfatizó su carácter apol ítico, su alcance restringido a aspectos exclusivamente relacionados con el barrio o el vecindario, y su función de servir como nexo entre la autoridad y el ciudadano. Su funcionamiento quedó sometido a estrecha vigilancia. A nivel de la administración urbana, los

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Municipios fueron intervenidos nombrándose Alcaldes delegados, en su mayor parte miembros de las Fuerzas Armadas. La verticalidad de la autoridad militar se instauró en toda la administración. Las municipalidades pasaron a formar parte del Gobierno Interior y las facultades y funciones municipales fueron centralizadas en la persona del Alcalde, quien adquirió atribuciones para designar a sus colaboradores e íncluso a los 'representantes de la comunidad' o, mejor dicho, a sus representantes en la comunidad. Reordenando

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Durante el transcurso del gobierno militar el accionar de los municipios ha sido dependiente de las necesidades políticas del régimen. Durante los primeros años se sumaron a la tarea de ocupación del territorio mediante el control de las organizaciones poblacionales (designación de dirigentes, disolución, intervención) y las erradicaciones de poblaciones y campa-mentas contradición organizativa. Con estas acciones se buscaba reducir, sustan· cialmente, las demandas y reivindicaciones del sector poblacional (atomizado, desorganizado y atemorizado) contribuyendo de esta forma a facilitar posteriormente la implantación del modelo político económico, especialmente empobrecedor y excluyente .

Desde 1975 en adelante, se han ampliada las atribucio'nes de las municipalidades. Comienza a perfilarse la imagen del municipio como el nivel en el cual el gobierno entra en contacto con el pueblo, y a fortalecerse la figura política de los Alcaldes, q'uienes a nivel menor (reducido a escala comunal) son una réplica: autoritaria de la autoridad central. Los alcaldes fueron reemplazados por civiles (señalando el término de la fase de ocupación del territorio) y se dictaron leyes que han dado autonomía financiera a los municipios.

Sobre estas bases se formulan, en la actua· Iidad, las grandes líneas de la política uro bana comunal: el traspaso a los munici· pios de los servicios y equipamientos básicos; la centralización en los munici· pios de los recursos para los programas de tratamiento de la extrema pobreza; la segmentación a nivel comunal de sus problemas urbanos; la integración de la población en una relación vertical autoritaria. La forma de abordar el control del espacio social en las ciudades (administración local y relación autoridad':"'población) ha estado muy vinculada a un enfoque geopolítico de la reorganización del espacio nacional. Tanto la regionalización del territorio nacional como la política municipal, se ubican en esta perspectiva. El espíritu de ambas puede aparecer a primera vista como una descentralización del poder. Sin embargo, las medidas tomadas tienden a fortalecer el poder central, ya que se opera en términos de una mayor eficiencia en cuanto a seguridad interna y se hacen más eficientes los

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del conjunto de medidliSquehandelineado un nuevo escenario urbano, un nuevo orden de la ciudad, los sectores populares han ido creandodistigtos tipos y niveles de organizaciórt. t'·~" "ir:

En un primer momento, en el período de mayor represión,' y '.,' ~eflujo,<ap~recieron organizaciones en tomo a losptoblemas inmediatos de la subsistencia: comedores mecanismos de poder y administración populares, talleres de cesantes,,,,etc. 'Poslocal, debido al sistema vertical de' •• teriormente, en una etil:pa~er~a.é~~VáCió del movimiento 'popular; s'ofo, en 1 autoridad imperante. En contraposición poblacional sino que también en lo sindia la gran fluidez de la relación de autorical y universitario, se crean organizaciodad, a la vez administrativa y de mando nes en torno al problema de la vivienda militar (Jefe de Estado, Intendente de defensa de los derechos del poblador Provincial, Gobernador, Alcalde), la de la cultura, etc. población queda dispersa y segmentada en regiones y en comunas. La experiencia muestra que mientras eso rebrotes de organización se han manteni Castigando do en el ámbito local, dispersos y atomi Se ha suprimido el espacio político que zados, las posibilidades de control se ma permitía la mediación entre los sectores tienen y la reacción por parte de la auto populares organizados y el Estado; se ha ridad es mínima. Pero, a medida que e instaurado un nuevo modelo de acumulabrote comienza a propagarse y a articula se a otros grupos y sectores, las medid ción capitalista; se ha realizado una institucionalización del régimen; pero a pesar de sanción son inmediatas.

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tacionales; que si presenta una demanda colectiva no habrá interlocutor (en el mejor de los casos) o corre el riesgu de ser encarcelado. c10n individual, privada de los bienes urbanos (la ciudad del mercado). Un nue· YO espacio (social y administrativo) urba:!io quetelirnine los sobresaltos;que revierta e'l pasado ce.rc.ano de comienzos de los años 70. La imposición de la disciplina ha requerido que quienes eran vistos como los ¿'.actores· del caos, los sectores populares ujbanos organizados, fueran previamente desarticulados, disgregados, suprimidos, y que lo, sigan siendo permanentemente. Al eneniigo desarticulado se le circunscnó?~ 'en'~n ~spacio 'que lb somete a las nue~Vas cOl}dicion"eseconómicas; que relega al olvido sus antiguas costumbres urbanas; que le hace sentir, día a día, 'u subordll1J' ción; que le impone un nuevo l··ng"~i'. La ciudad se convierte entonces en el espacio de la disciplina: - Un espacio ordenado que normaliza ·la vida social en términos de costo-bene. ficia. Que restringe las acciones y que :'~$eñálaeI costo que se paga en términos . iíidividltales si se intenta superar el mar ca establecido. Hoy, el trabajador sabe que la amenaza del despido y la cesantía es permanente; que el Plan Laboral ha restringido los niveles de asociación limitándolos al de la unidad de producción; que en caso de huelga será despedido; que es posible que sus compañeros pacten individualmente con el patrón.

El espacio de la disciplina Reordenando el espacio 'social de la ciudad, estableciendo un orden vertical y , por otra parte, dispersando a la población se ha intentado establecer un nuevo orden público que permita la apropia-

El poblador sabe que si no cancela las cuotas de la vivienda será desalojado; que si no cuenta con un ahorro previo considerable no podrá postular a una vivienda mínima; que si no tiene un terreno propio nQ alcanzará el subsidio habitacional; que si participa en una toma quedará fuera en las posibles soluciones habi-

- Un espacio ordenado que relega al olvido las antiguas conquistas y movilizaciones de los pobladores organizados, transformando el significado de aquellas luchas y eliminando todo vestigio de" los que fueron los avances logrados anteriormente, sobre todo aquellos sectores que significaron ejercicio efectivo de poder de base. -- Un espacio ordenado en el cual se han borrndo los nombres de las calles, de las plazas, de los campamentos y poblaciones en un claro intento de eliminar el sentido de identidad con el proceso de cambios que habrían ocurrido en el país, y de la conciencia política que se había generado en los sectores urbanos. - Un espacio, un orden urbano, que les I';ga senta día a día su subordinación, recordándoles el lugar que ocupan en la estructura social. A los de extrema pobreza e indigente se les ha intentado dar (en el caso de la salud) un carnet que los identifique como tales. A la población escolar básica se le transmite el mensaje de acepo tación, de que no deben fOljarse falsas expectativas. A la población, en general, se le recuerda que se está viviendo en un estado de emergencia que, aún después de 8 años, prohibe las reuniones no autorizadas y restringe el desplazamiento nocturno vehicular.

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- Un orden que impone un nuevo lenguaje destinado a un receptor pasivo al cual se le prohibe generar respuestas: lenguaje que utiliza palabras que se identifican con sus opuestos: 'Totalitario' es el gobierno anterior que había sido elegido democráticamente; el país vive hoy una "nueva democracia"; los chilenos tienen "libertad de elegir"; la nueva Constitución (que canceló muchos de los derechos tradicionales) es la "Constitución de la Libertad". etc.


- Un espacio ordenado y segregado, en el cual no existe ningún lugar que no pueda ser inspeccionado, revisado en cualquier momento.

12. La ciudad del mercado La disciplina ha permitido que el mercado haya vuelto a imponerse en el funcionamiento de la ciudad. Ha vuelto bajo un discurso que lo presenta como la fonna 'natural' de crecimiento de toda la sociedad y, por supuesto, de la ciudad. Todo argumento que discuta esta lógica es descalificado presentándolo como resultado de comportamientos insensatos o demagógicos, como pretensiones de intentar revivir experiencias superadas que sólo dieron por resultado el desorden y la anarquía.

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Así como la disciplina ha reordenado el espacio social de la ciudad, el mercado ha redistribuído el espacio urbano, ha relocalizado a las diferentes clases sociales. l~ll11ercado segrega y disgrega a la población urbana. Por una parte presenta como un hecho 'natural' la apropiación desigual de los bienes urbanos: la segregación espacial resulta ser la forma 'natural' de las preferencias de localización. Cada cual se ubica en el lugar que le corresponde de acuerdo a sus aspiraciones, limitadas por sus recursos. Por otra parte, el mercado disgrega a la población urbana incorporándola individualmente como propietarios, consumidores o productores. La supresión del espacio político de la reivindicación El elemento central de la política de traspaso de activ-idades al sector privado, no es en sí mismo el- traspaso (que como veíamos no ha existido en el caso de la construcción de viviendas de bajo costo) sino la cancelación del papel político del Ministerio de la Vivienda, que era éste el interlocutor a quien se dirigían las reivin-. dicaciones por dotaciones de servicios, equipamiento, y donde se originaba y

apoyaba la organización de los pobladores. El papel del interlocutor político se traspasó a los Municipios, y la organización de los pobladores al Ministerio del Interior. En esta perspectiva, la política urbana ha consistido "por una parte en la mercantilización del espacio urbano y, por otra, en la supresión de un espacio político de reivindicación y en el establecimiento de canales de control. Y al considerar esta doble perspectiva, el discurso oficial del mercado como la fonna "natural" revela su sentido político: el de suprimir el espacio político, las reivindicaciones, los derechos (lo artificial) y suplantarlo por el mercado y la represión (lo natural). Los programas de regularización de la propiedad, entrega de títulos de dominio, erradicaciones, radicaciones y subsidios realizados por el Ministerio de Vivienda tienen un carácter educativo con respecto a la propiedad privada, el individualismo y el mercado. Se ha regularizado la propiedad de la tierra de los campamentos que correspondían a terrenos invadidos con anterioridad al 11 de septiembre de 1973. Estos terrenos fueron expropiados con la finalidad, tal como lo señaló el Ministerio, de "indemnizar a los propietarios usurpados" y en ningún caso "se pretendió consolidar con dicha legislación, un derecho de los ocupantes ilegales sobre tales terrenos". Los terrenos regularizados quedan incorporados al mercado del suelo

urbano. El valor que los pobladores deben pagar es el del mercado, lo cual significa en muchos casos su traslado a otras zonas de la ciudad. Y como es 'natural' que si usted no puede pagar se tenga que ir, a través de las erradicaciones se van despeo jando zonas de la periferia de la ciudad y concentrando pobladores en' ciertas comunas del nororiente. Erradicación-radicación es la alternativa que pende sobre los pobladores de los campamentos reglJlarizados e incluso sobre aquellos que tienen título de dominio y residen en pQj;llaciones. Es posible que continúen residiendo allí, es posible que todos sean trasladados, es posible que unos queden y otros sean asignados a otras zonas. La inseguridad es un elemento amedrentador ya que, como advierte el Ministerio, si no se siguen los canales establecidos: "arriesgan sus posi· bilidades de ayuda estatal". A las familias que residían en "operaciones sitio" y campamentos que tenían regularizada la propiedad se les ha asignado títulos de dominio. En 1979, en reunión efectuada en el Estadio Nacional, se firmaron escrituras correspondientes a títulos. La asignación de título corresponde a un contrato de compraventa entre el poblador y el Ministerio. La asignación de título incorpora a los pobladores al mercado del suelo a través de la propiedad individual, a través del pago mensual de cuotas, a través del eventual desalojo por mora en los


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pagos. Efectos importantes pero, sin duda, menores que el cambio de percepción del papel del Ministerio: éste, de ser una instancia de reivindicación se transforma en el vendedor a plazos: en el acreedor implacable. En el subsidio habitacional el carácter conductista es aún más transparente: el Ministerio de Vivienda premia el ahorro individual y la capacidad de pago. y aún cuando se declara que para postular al subsidio básico "no es requisito tener ahorro previo", los folletos del Ministerio aclaran que "una forma de obtener mayor puntaje consiste en solicitar una menor cantidad de subsidio y usted requerirá menos subsidio sólo si puede cancelar una mayor parte del valor de la vivienda que compre con sus propios recursos" .

Foto Juan Guillermo López Lejos están los días cuando se definía la política habitacional en términos de que "la vivienda es un derecho de todas las familias chilenas, indepéndientemente de su nivel de ingresos, posición política o religiosa, siendo prioritario en función la de necesidad habitacional. La vivienda deja de ser una merca~cía para convertirse en un derecho de cada trabajador y su familia". Hoy, las políticas de vivienda ya no están dirigidas al total de la población, sino sólo a aquel sector que tiene acceso al mercado: "las políticas apuntan -dice el Ministerio- a lograr que un mayor número de chilenos pueda, mediante un esfuerzo razonable, adquirir una vivien-

da" .

El espacio del mercado El resultado de la implantación de la lógica del mercado, es decir, la mercantilización de la tierra urbana, de la vivienda, de la educación, de la salud, de los servicios urbanos, es una creciente segregación espacial y una creciente diferenciación de los niveles de la calidad de la vida. Las posibilidades de establecer un balance a nivel del conjunto de la ciudad son ahora escasos. El control del desarrollo urbano ya no depende ni de los Ministerios de las Municipalidades, sino de las empresas inmobiliarias que han dirigido su actividad hacia los sectores que les ofrecen las mejores tasas de ganancia. El desarrollo de la ciudad y, en general, la expansión del área urbana, ha tomado lugar en aquellas localizaciones O zonas en donde se concentra la demanda. Esto no es algo nuevo; en Santiago siempre ha existido un patrón de asentamiento muy bien definido según niveles de ingresos. Pero, en el pasado, el carácter redistributivo que tenía la inversión pública hacía que estas tendencias fueran menos evidentes. Además, la existencia de políticas urbanas que tendían a favorecer a los sectores populares, y proyectos políticos del propio sector popular hacían que estas diferencias tuvieran otro sentido. Las diferencias se inscribían en un discurso de progreso colectivo, de mejoramiento; o en la seguridad de que en un día, que se aproximaba, terminarían. la tendencia actual de la ciudad es la configuración de zonas muy definidas; por una. parte las empresas inmobiliarias concentran su demanda por niveles de ingresos y, por otra, los sectores de bajos ingresos se ven también obligados a con-

centrarse para subsistir. Concentrarse en determinadas zonas de la ciudad y hacinarse en las viviendas obtenidas o autoconstruidas durante los períodos de gobiernos anteriores. los "allegados", personas o familias que no tienen otro recurso sino el de alquilar una pieza o un pedazo de terreno, o compartir una vivienda, son un problema grave que enfrentan hoy los sectores populares. Problema que aqueja prioritariamente a los jóvenes que ven limitadas sus perspec· tivas, no sólo con respecto a las posibilidades de trabajo, educación, salud, sino que también a las posibilidades de tener un hogar.

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Foto Juan Guillermo López El espacio urbano conformado por las leyes de un mercado excluyente limita incluso el desplazamiento de las personas. La ciudad se va conformando como un conjunto de áreas separadas en las que los distintos sectores sociales conviven sin mezclarse. Una ciudad segregada. Los movimientos inciertos tienden a desaparecer: de la casa al trabajo, del trabajo a la casa; el cesante en su barrio. Zonas casi estancadas con equipamientos diferenciados, con productos de diferente calidad: aquí, el Parque Comercial Arauco; allá, el Mercado Persa. Una ciudad en donde tienden a desaparecer los espacios indefi· nidos, los espacios de lo público. Una ciu-

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Foto Luz Elena Castro

dad en donde 10 colectivo, 10 masivo, es sólo permitido en espacios adaptados para tales funciones: hoy el acto de masas es el partido de fútbol. El mercado propicia un sentido de belleza que cohibe, que distancia: parques, edificios para mirar pero no para usar. Una ciudad con límites, con barreras, con zonas: se prohibe pasar. El mercado, mediante mecanismos económicos, refuerza y duplica lo que el espacio de la disciplina impone: un orden claro en donde todas las personas son ubicables y en donde a su vez la ubicación espacial les señala su ubicación en la estructura social. ,

3. Eso ya casi 10 habíamos olvidado

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Las políticas urbanas de los años sesenta eran distintas de las actuales. En esa década, cuando los conflictos urbanos comenzaban a incorporarse a la lucha política, las políticas urbanas traslucían una actitud de temor por parte de las clases dominantes con respecto a los nuevos actores sociales que emergían en el escenario urbano. Consistían en un conjunto de concesiones que; trataban, por una parte, de aminorar las diferencias y, a su vez, intentaban incorporar estos nuevos sectores urbanos en los sistemas políticos vigentes en la época. El discurso de las políticas m:banas estaba enmarcado den· tro de un espíritu de progreso, de pro~ mesa, de mejoramiento paulatino de las condiciones de vida, de la calidad de la vida. Hoy, al mlCIO de la década del ochenta, observamos que en los años recientes

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han ocurrido cambios que señalan una tendencia radicalmente diferente. Las políticas urbanas ya no expresan esa sensación de temor frente a los poblado. res; por el contrario, son el discurso del poder. Ya no existen las políticas de con· cesiones: es el discurso del orden, de la disciplina, de la erradicación. El tono, incluso, ha cambiado; hoy día, es el de un pragmatismo que acepta el deterioro de las condiciones de vida de un amplio sector de la población' urbana cOmo la situación estable y normal (el costo social del progreso) frente a lo cual sólo caben respuestas que permitan mantener la vida en condiciones mínimas. ¿Qué ha ocurrido que explique un cambio tan abrupto? La existencia de un período durante el cual la población comenzó a desafiar las bases de la dominación capitalista, un período durante el cual la sociedad, y consecuentemente la ciudad, comenzó a percibir en los hechos otras posibilidades diferentes de organización. Un período que, por esas razones, fue percibido como de caos por parte de las clases dominantes. Las nuevas políticas urbanas corresponden a un proyecto de refundación del capitalismo en Chile, a "un intento de reorganización global de la sociedad con

el uso de la fuerza del Estado, de crea· ción de un nuevo orden político y tam' bién de una forma de representarse 1 sociedad, su historia y su destino". La vida cotidiana de la ciudad de la disciplina y del mercado, de la ciudad de orden, expresa las formas de domina· ción a través de las cuales se reprime y se integra a los sectores de la población que son considerados como grupos peligrosos. Generalmente se asocia el problema del control de la población a hechos meramente policiales. Sin embargo, 10 que frena las reivindicacione~ urbanas, 10 que entraba la articulación de las orga· nizaciones, 10 que debilita la movilización popular, no son solamente las formas de control físico, sino que en mayor grado todas aquellas formas que afectan la conciencia de los pobladores. Las nuevas políticas urbanas van crean do una ciudad que segrega a la población que la separa. Sin embargo, un orde~ urbano que sólo segrega es inestable, y, que a la vez concentra, une, reune indi viduos con problemas similares. Un: ciudad segregada no basta para mante ner el orden: se requiere que sus habitan tes estén atomizados, dispersos, indivi dualizados. La disciplina y el mercad!


Dibujo de Francisco A. Zea

segregan y disgregan a la población .. ~ se presenta bajo un discurso que califIca como 'natural' este ordenamiento de la ciudad. Lo 'natural' es la disciplina, la represión, el mercado; lo artificial es el espacio político, los derechos, "la libertad y los antiguos estatutos"

dad, la violencia institucional, son lo habitual, lo normal, la naturaleza misma. Para quienes tienen un recuerdo, éste se esfuma; para quienes no lo tienen, no hay otro presente imaginable. La disciplina y el mercado no permiten que nadie olvide, día a día, su lugar en la ciudad.

Así, en los hechos, en la vida cotidiana de la ciudad, el pasado reciente se disuelve,se esfuma; los derechos desaparecen, el mercado se impone. El relato de un poblador decía: "Nos tratan como animales, nos llevan de un potrero a otro ... eso ya casi lo habíamos olvidado". Lo que fue un atisbo, lo que permitió que se percibieran otras alternativas de. vida, desaparece en la vida diaria de la CIUdad. La opresión, la represión, la arbitrarie-

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Una realidad urbana que oprime y quc a la vez abre nuevos caminos. En los hechos, diariamente, se van presentando formas diferentes de organización, de relaciones sociales: lo solidario; y la búsqueda de una totalidad diferente, alternativa, posible. Lo cotidiano y lo utópico, dos dimensiones simultáneas, frente a las cuales se contrasta la mostruosidad del presente, haciéndola así visible y superable.

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--"Entre Juegos y Cenizas", libro editado por el Papagayo de Cristal, reproduce en el lector esa sensación clásica del mito sem ítico: nos expulsa del para íso, de la ingenuidad.

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Su rigor analítico al cuestionar las categorías que siempre han manejado los histo· riadores y que hemos iriterorizado desde la más tierna edad, nos suspenden en el vacío que suscita. la pérdida de la ingenuidad paradisíaca. Pero la revelación no ofrece, como debería esperarse, un cami· no de redención. Parece orientada a generar en el lector, con predisposición maligna, la perplejidad: ¿Por qué hemos sido tan torpes? ¿Por qué hemos creído y asimilado cuanto se nos ha dicho? La auto-inculpación excluye esos fáciles discursos de buenos y malos. No hay Evas culpables en este nuevo desierto. Los interrogantes' abiertos a esas simetrías realizadas por determinadas categorías, que semejan la historia de los actuales Estados Nacionales Latinoamericanos -en particular el colombiano- al orden sin tiempo de Dios y el rigor analítico con que el autor destruye tal mito, precipita al lector al vacío de presente y al desolado paisaje de la sociedad plástica. En ese vacío, el lector se encuentra con el escritor, quien también quizás se· pregunte: ¿cuándo emergerá lo nuevo? Guillermo Alvarez A:

El Centro Cultural Gaitán, viene impul· sando una serie de publicaciones sobre historia social colombiana con el pro· pósito de contribuir a la divulgación de estudios que coadyuven a la identifica· ción de nuestro patrimonio cultural. Entre su rico catálogo se cuenta "EL IMPACTO DEL NUEVE DE ABRIL SOBRE EL CENTRO DE BOGOTA" del arquitecto Jaques A¡Jril G. En este ensayo el autor establece una vinculación directa entre los aconteceres del nueve de abril y la especulación inmobiliaria suscitada a raíz de la alta valori· zación del suelo urbano. Contraponiendo al concepto de "espacios históricos" el de "formaciones espaciales", traza un esbozo que hila los convulsionados acontecimientos como momento oportuno de rupturas en la configuración espacial arquitectónica de la ciudad de Bogotá. La acelerada densificación urbana requería adecuación a nuevas necesidades y adaptación a exigencias urbanísticas del manejo político e institucional de factura estadinense. Hallará el lector confirmada la apreciación de que el Nueve de Abril parte en dos la Historia de Colombia y una llamativa analogía de semejanza con La Comuna de París de 1871' especialmente entre la ofensiva recons: tructora Post-9 y la Operación Háuss· mann de reconstrucción del París devas· tado. Según el autor este abarcó hasta la década 1920/30 y aquél aún está en ciernes alimentando con pleno vigor una ideología urbanística y arquitectónica de cambio y renovación que invade todo el escenario urbano colombiano que en su carrera modernista sepultó una insurrección popular cuyas anotaciones de "revolución inconclusa" aún está por verificare

Este libro de Jencks ha hecho entre nosotros y en poco tiempo una verdadera carrera académica. Acogido como la últi· ma novedad ha servido para remo~er el tedio estudiantil, para sacudir el. monót?no ejercicio del diseño repetido en sus f?~mulas ,hasta la total falta de imaginaclon: uOldad residencial escuela club . " socla,l.. Los misi~os trazos, los mismos ~scuahdos arbohtos, el mismo amobla· Je: ahora en cambio llegaban las palmeras como los espectros de un Meditemineo de celofán. Se pasaba entonces de ·Ios plúmbeos "ambientes" de nuestro racio· nalismo criollo, tan i¡npersonales como sus autores y se recurría a los ocres pálidos, los arcos de medio punto los interiores llenos de finuras, pasarel~s, balaus· tradas. Ni más ni menos todo aquello que hasta entonces se creía superado por la idolatría hacía una idea de progreso median· te la cual habían sido cortadas en la ciu· dad las verdaderas palmeras, el sentido de decoración y el color de las fachadas por considerarlas provincianas, muestras de ese pasado del cual quisimos alejarnos como de un mal sueño. Pero claro no hay que olvidar que para cierta gente la músi· ca de carrilera solamente es soportable en i~glés y por eso la llama "country". Un aire de plazas de la memoria, de corre· dores melancólicos, fue apareciendo en esta nueva escenografía. Lo que en Kryer o Ventury era de algún modo una elección estética, un irreverente saqueo de la Historia de la Arquitectura, aquí fue la explosión de tímpanos, óculos, columnas dóricas, jónicas colocadas por quie-

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nes aún siguen sin saber qué es eso de la Historia -se llegó al colmo de proponer que desapareciera del pénsum por inútil"- o en qué consiste, por supuesto, una elección estética. Toda moda nace, recordémoslo, de la ignorancia disfrazada de actualidad. ¿Cómo pues volver a la Historia sin cono· cerla? El pecado de la Arquitectura Moderna volvamos a tenerlo en cuenta, fue segú~ Venturi y Portoghesi el haberse olvidado de la Historia, el haber hecho tabula rasa de la tradición: ¿dónde hallarla en una caja de cristal, en una autopista? Jencks sinembargo tuvo la habilidad suficiente para convertir una simple información en "investigación histórica": ¿auién había leído hasta entonces "Diversidad y complejidad" o quién había leído los textos de Portoghesi y Rossi? El "historiador" como Jencks en cambio de esos ladrillos teóricos suministra nombres, describe obras, es decir las fetichiza para venderlas a un consumidor ávido de novedades. No hay pues ni asomo de una posición crítica respecto a lo que se esconde detrás ~e este fenómeno y de esta manera el termino "Posmodernismo" -no olvidemos que ya tiene otra "clasificación": el "Tardomodemismo"- se convierte en algo deliberadamente equ ívoco: ¿un conservador reaganiano como Graves al lado de Rossi? ¿Un escenógrafo como Moore al lado de Portoghesi? ¿Un neonazi como Philip Johnson aliado de Leo Kryer?

Lo que Jencks elude es pues aquello que tanto Rossi como Portothesi poneo en claro: su repudio no a la verdadera cul· tura moderna -¿quién podría abjurar de Rimbaud, Duchamp, Joyce?- sino a todo aquello que el tecnologismo capitalista llegó a degradar en lo que respec· ta a la vida social, sectorización de la ciudad, rascacielismo gratuito y todo aquello que se esconde en el vacío sim· bólico creado por la agresión de las multinacionales. Aquí la nostalgia implica la recuperación de una imagen supuestamente ya sobrepasada por ese "progreso": el valor de las culturas populares, la imagen de la casa secular, los mate· riales tradicionales, los espacios de la memoria, etc. Lo cual supone una abierta actitud crítica Que no puede en modo alguno asimilarse a los "esteticismos" de un Gra· ves a los revivals de un Charles Moore, al 'escenarismo de esa momia rediviva Que es Philips Johnson. En todos estos no existe crítica alguna y por el contra· rio ilustran hasta la saciedad lo que de abiertamente reaccionario hay hoy en la sociedad norteamericana.

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Hecho realmente fatal en un medio don· de no existen las conditiones necesarias para cambiar el enfoque con que se. nos da esta "Historia", con que las revistas especializadas ;nanipulan abie~tame~te. a un público carente de cualqUIer cnten.o propio. De este modo y ante la ausencl~ de una estructura pedagógica que perinl' ta tener criterios personales mediante un bagaje teórico sobre lo que supone la His· toria de la Arquitectura -raíz, tradición del diseño quiérase o no- debemos esperar que una moda siga a la otra, q~e _el esfuerzo creativo Que supone el diseno -tradición universal y realidad propiase reduzca a una simple imitación de modelos que son aquellos que general· mente imponen los profesores "más informados". Con lo cual la cadena de ¡nani· pulación termina por cumplir, de esta ,nanera sutil, disfrazada de "buen gusto", incluso aquello Que los ideólogos del neoconservadurismo, se habían propuesto como revancha del imperio. llamar pues lo que Jencks nos da como un inocente paquete de caramelos? La crítica supone el paso a la madurez, el diálogo, la posibilidad de ir más allá de lo gratuito, de lo irracional, y es este el paso que es necesario dar ya que .no existe otra alternativa para enfrentar con lucidez lo que un presente atormentado trae a nosotros. Darío Ruiz G6mez

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Gustavo Vivas R. Admite, de entrada, que la ciudad te produjo y sigue produciéndote pensamientos y sentimientos contradictorios y a veces antagónicos. Desde la vivencia placentera, solitaria o compartida de un patio, un parque o un paseo; hasta la nostalgia, la rabia o el dolor de un paraje perdido o un recinto hostil y desolado. Desde el disfrute azaroso, en el más literal de los sentidos, de una calle atestada, de una plaza colmada de banderas, "olés" o imprecaciones; hasta la compulsión de la huída a la soledad de un risco perfumado, distante de la multitud y del tumulto. Desde la fascinación de tomarla como objeto de disección y análisis, lo que te permite acceder al artículo de "la" ciudad; hasta el tedio de las cifras, los colores básicos compartimentando imposibles y zonificando la vida en los papeles, o la mecánica implacable de las estadísticas, como una cadena sin fin de contundencias sin mayores implicaciones en la transformación de la realidad.

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En las primeras reflexiones sistemáticas sobre tu relación con la ciudad, sobre tu propia mirada, el núcleo de unas tentativas conclusiones es detectar un amplio y difuso margen entre la objetividad y la subjetividad, entre la ciencia y la ideología, entre lo personal y lo social que alguna vez habías supuesto, siguiendo a tus maestros del método, no sólo diferentes sino definitivamente excluyentes entre sí. Te confrontas violentamente con aquel esquema dualista tan occidental y tan tuyo, del bien y él mal, lo verdadero y lo falso, lo blanco y lo negro, retomado incluso, bajo fórmulas muy elaboradas, por los epígonos de las expresiones más avanzadas y críticas del pensamiento contemporáñeo. Descubres asombrado extensas áreas de yuxtaposición con dudosas líneas de demarcación señaladas por sucesivos mojones de empirismo, especulación, cientificidad y poesía. Entiendes la lucidez en el aforismo de Goethe de que "la teoría es gris pero verde y dorado es el árbol de la vida",

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pero accedes a la riqueza de las tonalidades y los grises, de la complejidad de una realidad policroma que si oscila a gris no es en el sentido común de mediocridad y estatismo, sino de tensión, de contradicción dinámica y multipolar. Vislumbras de pronto a Carlos Marx en un diálogo impensable con Robert Venturi, paseando atentamente a lo largo del Strip de Las Vegas. Aceptas el maravilloso eclecticismo que se teje entre la más pura de las abstracciones matemáticas y la más tosca concreción del hormigón armado. Pretendes aproximarte a la sabiduría oriental de "El Tao engendró al Uno; el Uno engendró al Dos; los Dos engendraron a los Tres, y los Tres engendraron a los Diez Mil seres". Presientes identificaciones con el poeta Whitman, "Sí soy contradictorio, contengo multitudes" y, finalmente, admites que tus "llanuras prosaicas" y tus "montañas mágicas" han sido vividas indistintamente a pesar de y precisamente por. .. tu cédula de ciudadanía. Entonces, ingenuo y feliz, escribes tu carta contando que has descubierto la "Trialéctica", cuando no es otra cosa que la antigua dialéctica que combina, sin prejuicios vergonzantes, razones del corazón, hipótesis del alma y palpitaciones de incertidumbre y escepticismo en la más nítida de las síntesis mentales. Pero no se crea que todo va a ser un discurso metafórico. Lo anterior sólo tiene la intención de disponer la mirada del lector para la apreciación de las ilustraciones que presentamos seguidamente.

de Rob. Kr¡.. r

Imágenes de la ciudad Estanislao Zuleta, en un reciente ensayo motivación directa de estas notas, dice que "sin duda la idealización hace parte del proceso de pensamiento y del trabajo propio de la poesía y no hay en realidad ninguna relación ecuánime de objeto; esto no por algún defecto o imperfección esencial, sino porque la relación de objeto como tal, trátese de objetos externoS o internos, es siempre idealizadora-perseo cutoria, precisamente en lo que tiene de relación y no es nunca una simple constatación. Por lo demás, éste fue nuestro origen y toda relación posterior conserva en alguna medida la huella de ese modelo original" . "No tenemos por lo tanto, la menor posibilidad de elegir entre idealización y no idealización; pero podemos establecer una tipología de la idealización, de sus diversos grados de fijación, de sus combinaciones con el desengaño y de los mecanismos de su funcionamiento en el amor. en el pensamiento y en la acción". CIUDAD -

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Obra de Rob. Krler

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piedad en unas pocas manos". "La clase obrent no tiene que perder más que sus cadenas", sería la antítesis del proverbio anterior. "La ciudad es una jaula" es la gráfica representación de Bertold Brecht.

La ciudad como imagen de LIBERTAD se remonta al Burgo medieval (posterior a la "polis" y la "civitas"), articulado en torno a un mercado y una incipiente actividad productiva, en el cual los siervos obtenían la libertad (de los señoríos feudales) después de un tiempo de permanencia en él. "El aire de la ciudad nos hace libres" es el antiguo proverbio que sintetizaría tal apreciación. Al respecto, el sociólogo Max Weber concluye oblicuamente -que "la ciudadanía usurpaba así la facultad de ruptura del derecho señorial, y ésta fue una gran innovación sustancialmente revolucionaria de la ciudad occidental de la Edad Media. . . Las diferencias de clase desaparecían por tanto en la ciudad, al menos en cuanto comportaban una diferencia entre libertad y no libertad normal".

La ciudad como PRISION aparece en las aglomeraciones urbanas preindustriales, en las barriadas obreras de Manchester y Liverpool en Inglaterra. Más que desaparecer, las diferencias de clase se transformaban de un régimen' feudal a uno capitalista. De señores y siervos se pasaba a burgueses y proletarios. La teorización de tales vivencias y relaciones alcanza con Marx y Engels su máxima expresión. En el Manifiesto del Partido Comunista (1848) proclaman que "la burguesía ha sometido el campo a la dominación de la ciudad. Ha creado ciudades enormes, ha incrementado en alto grado el número de la población urbana con relación a la rural, sustrayendo así una considerable parte de la población al idiotismo de la vida rural. Ha hecho depender a los países bárbaros y semibárbaros de los civilizados, a los pueblos campesinos de los pueblos burgueses, al Oriente del Occidente. La burguesía va superando cada vez más la fragmentación de los medios de produccióri, de la propiedad y de la poblaciÓn. Ha centralizado los medios de producción y ha concentrado la pro-

Pocos podrán negar que la cadena asociativa Occidente, Civilización, Desarrollo de fuerzas productivas y Urbanización (con una fuerte dosis de europocentrismo y prevención ante lo Oriental) pertenece a la más clara extirpe del pensamiento occidental en el que estaba inscrito el propio Marx con una diferencia crucial: introdujo el eslabón de la ruptura, de la posibilidad de la revolución y el socialismo. El capitalismo aportaría no sólo sus propios "enterradores" (la clase obrera) sino su "cementerio"; la düdad como fundamental escenario en el enfrentamiento de las clases protagonistas.

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Pero la ciudad moderna no resiste dualismos; siendo burguesa es un producto acumulado de la humanidad. Su especialidad no es reductible a la fábrica ni por su historia, su significación o sus funciones. En ella concurren los espacios privados y públicos y son éstos los que dan sentido a lo CIUDADANO, franja mucho más amplia que lo burgués y proletario. Además genera sus propios "idiotismos" ligados a la dominación de clase y expresados ya no sólo en los tiempos laborables sino en los libres, en los del descanso y la RECREACION, cada vez más una repetición estéril, consumista y teledirigida. Con todas sus determinaciones, la ciudad es un recinto múltiple, interclasista y contradictorio. Es pues en este campo de fuerzas entre

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la ciudad como libertad y como escbvitud donde se localiza nuestro juego de imágenes. Allí, se ubicaron y siguen haciéndolo las más bellas y terribles realidades y utopías. Desde la igualitaria y justiciera "Ciudad de Dios" de Tomás Moro o los F alansterios (originales "comunas" autosuficientes) de los "socialistas utópicos" con Proudhom a la cabeza, hasta "La Ville radieuse" de Le Corbusier, en pleno siglo XX, como paradigma de convivencia urbana moderna y sustituto de la revolución social, a través de la arquitectura, el higienismo, la funcionalidad y la luz.

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carácter sociológico, enunciada por un gran arquitecto 'las grandes ciudades son, en realidad, puestos de mando' (centros de poder), Le Corbusier; y otra, de carácter estético, escrita por un importante sociólogo 'la ciudad favorece el arte, constituye en sí misma una creación artística', Lewis Mumford". En ambas versiones, factibles y demostrables, la ciudad no deja de ser la más elaborada y compleja '"acumulación de fatigas" en la his· toria de la humanidad. como enfatiza Aldo Rossi.

y de nuestras ciudades, subdesarrolladas desde tantos puntos de vista, podémos decir que no lo son (seguramente por lo mismo) en su tremenda capacidad de altos contrastes: miseria y ostentación, egoísmo y solidaridad, planificación y espontaneidad, "modernidad" y "atraso".

Las ciudades del control y vigilancia coloniales (la retícula) han cedido el mano do a las "ciudades del Esta~o de Sitio" como señala Fernando Vivicscas, de la segregación y privatizadón de la vida

De poblar con diversos matices este universo de "idealizaciones" se han eneal'g~do la literatura y la imaginería popular. Todos los rechazos y atracciones, todos los od ios y amores, las pulsiones constructivas y destructivas (filourbanas o antiurbanas), podrían hacerse gravitar sobre esta tensión básica inherente a la ciudad contemporánea. La ciudad bruja o hada, la ciudad virgen o la ciudad prostituída y demás significativas asociaciones de la CIUDAD-MUJER pertenecen al ámbito del inconsciente colectivo! individual, discemible aisladamente pero imbricado con la 'anterior. Una clave de su desciframiento quizás nos la ofrezca la bella versión que Gonzalo Arango hiciera del poema clásico: "la ciudad que más amamos es -aquella que conocemos de la mano de una mujer". Para el significado abstracto de las ciudades. bástenos las "dos consideraciones, difícilmente integrables, en apariencia, dentro dc un mismo discurso" que toma Carla Aymonino comO punto de partida en su análisis de la cuestión: "una de

Foto Hernán Darío Córdoba


civil, del deterioro o eliminación implacables de los espacios públicos no destinados al tráfico vehicular, del temor en las calles, de la cédula de ciudadanía que, olvidados los derechos que otorga, se porta sólo como documento a mostrar en las requisas policiales, las ventanillas de los bancos o las urnas de votación. En nuestras ciudades se vive con particular intensidad la tensión libertad-opresión, libertad-prisión, creatividad-dominación, sin que la vocación democrática de la mayoría de sus habitantes ni las conquistas parciales de sus luchas hayan podido romper el desequilibrio de la ecuación que actualmente sigue favoreciendo ampliamente a los segundos términos. En esta tensión nos ubicamos, en torno a ella hemos construído nuestra mirada, sobre ella hemos edificado nuestra IDEALIZAClON: buscarle espacios a la vida en medio del caos; abrirle territorios a la poesía 'en medio de la desolación; reconocér enlos fenómenos urbanos, nor· males o patógenos, procesos integrantes de una misma realidad: la de un sistema en cuyas múltiples fisuras se expanden sueños revolucionarios y empeños de liberación; alentar' con el pensamiento, la palabra y la acción, la esperanza colectiva de una ciudad mejor: justa, amable y solidaria.

Foto Luz Elena Castro

Allí podemos radicar nuestras propias ideas y sensaciones encontradas, nues· tras propias "conjunciones y disyunciones" con la ciudad. De todas maneras en este intento no olvidamos el riesgo de "la proyección espacial del fetichismo general de la mercancía" que ocul ta cómo las relaciones entre espacios expresan relaciones entre hombres, ni que el ''reconocer que nunca se podrá escapar del todo a las peripecias de la idealización es ya una manera de evitar la tentación trágica de tratar de encarnarla en la realidad". Pero es que somos un poco idealistas y un poco realistas, un poco trágicos y un poco cómicos, como que nos debatimos entre la aspiración a un futuro mejor (en una sociedad que será urbana en todo caso), y un presente que pareciera negar ese destino.

Gustavo Vivas

BIBLIOGRAFIA G. Vivas. "Para mirar la ciudad". Cuaderno de fotocopias, Valencia (España), 1981. R. Venturi, Izenour. "Aprendiendo de Las Vegas". Ed. G. Gilí, 1976. E. Zuleta, "Sobre la idealización en la vida personal y colectiva". En rev. Universidad Nacional, Nos. 13 y 14, Medellin, diciembre de 1982. Ibidem, pág. 19. M. Weber, "Economía y Sociedad", citado por Gianfranco Bettin en "Los Sociólogos de la ciudad", Ed. G. Gili, Barcelona, 1982, p.30. C. Marx y F. Engels. "El Manifiesto del Partido Comunista", citado por G. Bettin en "Los Sociólogos de la ciudad", p. 51C. Aymonino. "El significado de las ciudades". Ed. H. Blume, Madrid, 1981, p. 23. A. Rossi, "La arquitectura de la ciudad". Ed. G. Gili, Barcelona, 1971F. Viviescas, "Aproximación histórica (, . .l: la perspectiva lúdica", art. en "Ls problemática urbana hoy en Colombia", Cinep, 1982. H. Molina, "Colombia: vivienda y subdesarrollo urbano", Ed. C. P. U. Finispro, Bogotá, 1979, p. 380. E. Zuleta, op. cit., p. 26.

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