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Reynaldo J. González Figueroa
Una breve genealogía de la negritud caribeña
La caribeñidad es el producto de una mezcla amplia de culturas que, como consecuencia del porvenir histórico, se encontraron y se situaron en la región geográfica que hoy llamamos el Caribe. Para entender su origen, primeramente, habría que comprender el valor histórico de esta región, y luego analizar la construcción de la identidad caribeña, cuya base posee un peso racial innegable, a pesar de su constante negación. Una vez establecido el origen y desarrollo de la identidad caribeña, es posible adentrarse en sus complejidades y observar los matices que le acompañan, y lograr obtener una visión amplia sobre su actualidad y sus diversas manifestaciones en las diferentes sociedades caribeñas. Sin embargo, a pesar de sus complejidades y multiculturalidad, la identidad caribeña posee una piel compartida sobre la cual la cicatriz de la esclavitud permanece imborrable. Esa piel es la piel negra, que raptada y obligada a situarse en territorio desconocido, fue víctima de la pureza del horror humano. Sin embargo, a pesar de los grandes esfuerzos de los vencedores de la historia por ocultar con máscaras blancas el rostro negro, esa negritud tomó el color de la resistencia, y en el pulseo entre lo blanco y lo negro, la caribeñidad se gestó dentro de la confusión de poseer piel negra, pero consciencia blanca. Estas consideraciones las tomo desde una mirada simplista, ya que el colorismo caribeño no es reducible al binarismo blanco-negro; sin embargo, es necesario hacer ese contraste para colocar sobre la mesa el problema racial de nuestra cultura caribeña en los diversos países que componen el mosaico del Caribe. Esta discusión es comprensible mediante el establecimiento de una genealogía de la negritud caribeña que establezca los orígenes de la cultura negra en nuestra región. Esta genealogía está necesariamente enlazada al proceso de conquista de las Américas como resultado de la sed imperialista de
Europa, que comenzó con un erróneo descubrimiento (el encuentro de dos mundos), seguido por el genocidio indígena y la posterior sustitución de la mano de obra nativa por la mano de obra africana. Este proceso entre los siglos XVI y XVII supuso la construcción de un sistema colonial sostenido por una base económica esclavista y mercantilista en su dimensión material, y cohesionado culturalmente por unos valores hegemónicos racistas, imperialistas y patriarcales que mantuvieron en función un sistema de negación y explotación del humano negro que se mantuvo hasta finales del siglo XIX, seguido por una segregación que hoy día perdura por medio de una cultura que visualiza la negritud como parte de un relato marginado que cuenta la historia de una ancestralidad negra unida por la resistencia. La historia del Caribe vista como la historia de la esclavitud posee una serie de facetas proporcionales a los cambios históricos que se han dado a través del tiempo. Es por eso por lo que no podemos hablar de la negritud caribeña como un asunto homogéneo o como un fenómeno social que se desarrolló de la misma forma en todas partes del Caribe insular y continental. Por tanto, la genealogía de la negritud supone un abanico amplio de manifestaciones racistas sustentadas por los valores hegemónicos blancos y occidentales que cada sociedad en el Caribe adoptó. La literatura ha logrado compilar esta amplitud y ha retratado de maneras infinitas las formas en la cuales el racismo se ha manifestado, así como ha hecho posible retratar de forma directa la cultura negra desde el interior y desde el punto de vista exterior de quienes no han experimentado el racismo desde la posición de víctima. De modo particular, la poesía ha sido capaz de transmitir la condena y el horror, pero también la pureza de la negritud como identidad forjada desde el sufrimiento, pero sostenida por la resistencia, capaz de irradiar esperanza y una belleza inigualable. La ancestralidad africana, dependiendo de la localización en el tiempo, tiene varios significados. En tiempos contemporáneos, la ancestralidad africana puede ser discutida como referente al esclavo traído de las costas africanas, a las generaciones nacidas en el Caribe y a las generaciones posabolición, la cuales sufrieron la condena del racismo por medio de la segregación. Sin embargo, la poesía es capaz de remontar la consciencia del lector a tiempos pasados, al pleno hierro caliente del carimbo esclavizador. Y desde allí que es posible reconstruir un imaginario pasado en el cual la ancestralidad africana no solo haga referencia a las poblaciones raptadas e instaladas en el sistema colonial, sino a las sociedades africanas libres previas al comercio triangular de la esclavitud. La poesía negrista cubana tiene una particular conexión con este imaginario debido al material religioso que contiene. Tres palomas sobre mil hojas pobladas /de rocío ` para ofrendar la libertad
A leyó Kiní bá wó
Eleggua cuida la puerta en camisa de /zarza blanca para que el diablo no se meta La misa ha terminado… los cuervos ya /no tienen derecho a las estrellas Este fragmento de “Ebbo para los esclavos” del cubano Miguel Barnet, trata de la ceremonia de purificación de los esclavos mediante el cual rinden tributo a sus dioses, siendo esta una conexión pura con los dioses de sus ancestros, aquellos que vivieron en su tierra original. Este tributo pudiera hacer referencia a ese primer eslabón de la genealogía negrista: su lugar de origen. El rapto de las poblaciones africanas y su puesta en venta por medio de un comercio esclavista que conectó a África con las Américas, fue el camino mediante el cual la negritud africana se asentó por
Miguel Barnet y Amelia Agostini del Río
siempre en la geografía caribeña, en su historia y en su cultura, no como elemento secundario, sino como zapata sobre la cual la colonización se construyó. Este camino desde las costas africanas a las costas caribeñas por medio del océano Atlántico, culminaba con la entrada del humano negro a su mayor condena: la esclavitud. En la isla ha entrado el ritmo, la cadencia de una África lejana, Son de ébano los cuerpos; Espigas de azucenas son sus almas
Al sol, el viejo dios, en la ardiente sabana el negro esclavo sin tregua trabaja.
Porque se ha de salvar al indio ¡se olvidan que el negro tiene alma! La llegada del negro africano al Caribe está representada en este fragmento del poema “Los negros” de la puertorriqueña Amelia Agostini del Río,
en el cual se describe un encuentro entre el Caribe y África, y con este encuentro, la fusión de dos mundos en uno solo, y unidos por el yugo del mercantilismo colonial. Se trató de la llegada del esclavo, que relevando al indígena de su secuestro mortal en suelo propio, fue sentenciado al segundo eslabón de la genealogía: el rapto y su condena. Las poblaciones nativas de África, asentadas de forma abrupta en el Caribe como consecuencia del porvenir histórico marcado por el imperialismo, hicieron de esta geografía como una suya, pero no por decisión, sino por imposición. De este modo, tras la llegada del humano negro, generaciones de origen africano nacieron en suelo caribeño. Esto supuso el nacimiento de la negritud caribeña, que, por cuatro siglos de colonización europea, fue la productora principal en la economía extractivista colonial, por medio de una mano de obra esclava que operó desde la negación del negro como identidad humana. El siguiente fragmento del poema “Paisaje con un merengue al fondo” del dominicano Franklin Mieses Burgos, relata la germinación de una negritud caribeña consciente de su historia, de su origen y secuestro, así como de su herida, la esclavitud. Del mismo modo, se siente una actitud rebelde representada por el merengue como música de reafirmación y rebeldía negra. Este eslabón representa el nacimiento de la negritud caribeña. Por dentro de tu noche solitaria de un llanto de cuatrocientos /años; por dentro de tu noche caída entre /estas islas como un cielo terrible sembrado de /huracanes; entre la caña amarga y el negro que no /siembra porque no son tan largos los cabellos
Franklin Mieses Burgos
/del agua; inmediato a la sombra caoba de tu /carne: tamarindo crecido entre limones /agrios; casi junto a tu risa de corazón de coco; frente a la vieja herida violeta de tus /labios por donde gota a gota como un oscuro /río desangran tus palabras, lo mismo que dos tensos bejucos /enroscados bailemos un merengue: un furioso merengue que nunca más se /acabe.
La identidad de la negritud caribeña, unida por su piel, por el sufrimiento y por la negación sistémica de su identidad, es la identidad de la resistencia. Representa la resistencia de los ancestros negros, del esclavo y de los hijos de los liberados. Se trata de una resistencia al sometimiento del cuerpo negro. El siguiente fragmento de “Majestad Negra” de Luis Palés Matos relata la corporalidad negra, desde una perspectiva sexual y con una clara tendencia al exotismo, mientras que el trabajo esclavo ambienta el escenario en el cual el cuerpo negro se manifiesta y que funda sobre su piel una hermandad caribeña que comparte la negritud como identidad fundacional. Culipandeando la Reina avanza y de su inmensa grupa resbalan meneos cachondos que el gongo cuaja en ríos de azúcar y de melaza. Prieto trapiche de sensual zafra, el caderamen, masa con masa, exprime ritmos, suda que sangra, y la molienda culmina en danza. Por la encendida calle antillana va Tembandumba de la Quimbamba. Flor de Tortola, rosa de Uganda, por ti crepitan bombas y bámbulas, por ti en calendas desenfrenadas quema la Antilla su sangre ñáñiga. Haití te ofrece sus calabazas; fogosos rones te da Jamaica; Cuba te dice: ¡dale, mulata! Y Puerto Rico: ¡melao, melamba! Este poema de Palés podría representar el cuerpo negro como escenario de la fuerza física, de la sexualidad, y de una cultura negra caribeña conectada por la fogosidad de la rebeldía como producto de la resistencia contra la condena de la esclavitud y el racismo. Estas etapas que aquí describo, que incluyen el lugar de origen, la llegada, la esclavitud y el nacimiento de una cultura y una identidad afrocaribeña, son referentes que facilitan el entendimiento del racismo a través de los años y en la contemporaneidad de la cultura negra. En la actualidad vivimos en sociedades que han borrado de la historia la esclavitud, pero peor aún, han adoptado la negritud como elemento cultural lejano, alterno y alterado por los valores hegemónicos, que hoy en día han sido encaminados hacia una aceptación del cuerpo negro, pero desde un acercamiento superficial que no ataca la ontología del racismo. Esta brevísima genealogía puede servir como retrato de un pasado que se refleja en nuestro presente. Se trata de un presente que replica los valores racistas de la cultura occidentalizada y que continúa teniendo como figura ideal al cuerpo blanco. Esta noción está apoyada por ideologías que reproducen la explotación del humano y la negación de identidades, entre ellas la negra. Esto es producto del valor hegemónico racista, por lo que podríamos concluir que la historia de la negritud caribeña, en tanto sigue siendo víctima de un racismo que sentó sus bases en la esclavitud, sigue siendo la historia de la resistencia. Resistencia al blanco, resistencia a la negación, resistencia al sistema.
Colón Zayas, E. (1997). Literatura del Caribe Antología siglos XIX y XX. Puerto Rico, Cuba y República Dominicana. San Juan, PR: Plaza Mayor. Gutiérrez, F. (1998). Antología histórica de la poesía dominicana del siglo XX, 1912-1995. La Editorial, UPR.
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