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AMAZONÍA: ENTRE LA EXPLOTACIÓN ECONÓMICA Y LA CONSERVACIÓN
El ahora nuestro
Amazonía: entre la explotacióneconómica y la conservación
Juan Carlos Fret-Alvira
La Amazonía, la más grande selva tropical del mundo, con la mayor biodiversidad y cantidad de especies de flora y fauna, donde se produce buena parte de la lluvia de la que se beneficia Suramérica y el agua que llena ríos que crean parte de la energía de plantas hidroeléctricas, cuya región ayuda a la retención del bióxido de carbono que, si no existiera la selva, se liberaría al ambiente y aumentaría sustancialmente el calentamiento global, arde desde hace años y ahora está en un número y daño preocupantes para la región y para el mundo entero. Esa zona cubre varios países del continente suramericano, pero su mayor parte está en territorio brasileño, por ello la inquietud nacional y global por los fuegos que la afligen.
Esta es época de sequía, pero las estadísticas muestran que se ha mantenido dentro de lo normal cuando se compara con años anteriores. La diferencia ha sido la presidencia de Jair Bolsonaro, quien desde la campaña política y durante su mandato de apenas ocho meses ha dicho
y repetido que favorece la explotación de la zona protegida para apoyar intereses económicos como los madereros, los mineros, la agricultura y la ganadería, y ha tomado medidas hacia ese fin. Entre ellas, ha liberado millones de hectáreas para esos propósitos, ha reducido la fiscalización, las multas han bajado un tercio para los que deforestan y queman, le redujo el presupuesto al IBAMA (Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables) y destituyó a 21 de 27 directores estatales de esa agencia, pasó el Servicio Forestal del Ministerio de Medio Ambiente al Ministerio de Agricultura, y planifica construir carreteras, puentes y una hidroeléctrica en el territorio. Además, ha manifestado que un terreno tan grande como la Amazonía no puede fiscalizarse y que los indígenas con sus áreas protegidas son un atraso para el progreso del país. Ante ese panorama, los intereses económicos antes mencionados han encontrado mano libre para usurpar sin consecuencias. Un ejemplo grave lo vimos los días 10 y 11
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de agosto, cuando varios hacendados del estado de Pará celebraron el “día del fuego”, quemando amplios terrenos para llevar el mensaje de que esa es la forma de conseguir trabajo en la región amazónica.
Cuando el director del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) denunció la grave deforestación, que aumentó 88% en junio y 278% en julio, al compararse con 2018, el presidente Bolsonaro dijo que mentía y lo destituyó de su puesto. Sin embargo, los datos son innegables y así lo han confirmado los científicos brasileños y extranjeros.
En cuanto a los fuegos, Bolsonaro dijo que siempre han existido, que es algo normal en el país. Pero, nuevamente, la evidencia lo desmiente. Los fuegos han aumentado este año de 90 a 200% en distintos estados
brasileños, con unos 39,000 en el estado de Amazonas e incluso más en el estado de Pará. Nubes de humo han alcanzado casi todo el país, oscureciendo los cielos durante el día, causando que se suspendan vuelos en aeropuertos y que caiga lluvia gris con olor a humo, como sucedió en São Paulo. Cabe decir que no es la primera vez que esto sucede, sino que la nación lleva décadas con estos fuegos y estos efectos. Ningún gobierno ha logrado detener la deforestación, pero en años recientes las cifras generales habían bajado, por lo que la cantidad actual es inaceptable. Cuando finalice el año, para lo cual faltan cuatro meses, las estadísticas mostrarán un aumento desproporcionado.
Noruega y Alemania, países que contribuían decenas de millones de dólares
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para la conservación de la zona amazónica, principalmente a través de donaciones al Fondo Amazonia, que apoya a diversas Organizaciones No Gubernamentales (ONG), han retirado su dinero. La razón ha sido que el gobierno de Bolsonaro no ha aprobado ningún proyecto para protección, ha querido cambiar los directivos del Fondo y el banco donde están los depósitos por entes privados, además de querer redirigir esos dineros hacia usos contradictorios con la preservación del área y llevarlos, por ejemplo, para hacendados que no pueden desmatar la selva para cultivos o ganado y que, según él, se perjudican de no poder sacar provecho de la deforestación. Además, hay acuerdos internacionales de Brasil con varios países, entre ellos con la Unión Europea, que pueden no concretarse si el gobierno brasileño no cambia sus políticas sobre la Amazonía. Irlanda y Francia han sido las naciones más insistentes en esto.
Ante el panorama de las últimas semanas, el presidente Bolsonaro, en lugar de proteger la zona y combatir los fuegos, se dedicó a lanzar acusaciones falsas e increíbles, sin prueba alguna, contra las ONG, las que dice son las mayores sospechosas porque, según él, como ya no tienen dinero del Fondo Amazonia ni del gobierno (Bolsonaro recortó esas inversiones), han creado estos incendios para tratar de hacerle daño a su gobierno. Esa hipótesis infundada es absurda porque esas ONG son las que luchan día a día para proteger la Amazonía, con el costo de decenas de vidas de sus miembros que son asesinados cada año por su defensa
de ese espacio y cuyas muertes suelen quedar impunes. En cuanto a las protestas mundiales de personas comunes, artistas y líderes políticos, el presidente ha recurrido al discurso de la supuesta protección nacional ante el extranjero, diciendo que los demás países hablan de la situación porque quieren ganar ventaja en una supuesta guerra económica de venta de alimentos (sobre todo de carne, vegetales y soya) o para desviar la atención de los problemas que tiene cada uno de esos países. Además, dijo que las naciones europeas que lo critican son de izquierda y que se refugian en la lucha ecológica porque ya no existe el bloque soviético. Con esas palabras, el presidente miente una vez más y muestra que desconoce lo que son los sistemas económico-políticos.
El llamado G7 (las siete economías más poderosas del mundo) ofreció 20 millones de dólares para los países amazónicos en ayuda para combatir los incendios y restaurar las áreas quemadas. Pero Bolsonaro ha rechazado aceptar dinero hasta que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, se disculpe por haberlo llamado mentiroso por haber prometido proteger el Amazonas y no hacerlo. Luego dijo que el dinero terminaría en manos de las ONG, lo que significa menor progreso económico porque habría protección de la selva y reservas indígenas. Sin embargo, los gobernadores de los estados de la Amazonía quieren que acepte el dinero porque hace falta y hay pocos recursos. Otros países suramericanos, Reino Unido e Israel también han ofrecido ayuda para esas tareas.
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Macron sugirió que en el futuro se podría establecer un estatuto internacional sobre la Amazonía y su protección por la comunidad internacional. Esa es una propuesta interesante, pero debe aplicarse no solo a la región amazónica, sino a todos los cuerpos de agua, terrenos y aire del planeta. Siendo ciudadanos del mundo podremos lograr espacios sustentables en siglos por venir.
Las tres principales televisoras brasileñas comenzaron a darle relevancia a este desastre la semana pasada. Record le ha dedicado varios minutos en sus noticiarios, aunque no como primera plana. Mientras, Globo sí le ha dado la importancia que merece el tema y no solo eso, sino que ha sido desde una perspectiva crítica de la inacción y comentarios irresponsables del gobierno actual. El contraste lo ha dado Band, que vergonzosamente se ha hecho eco de la propaganda y las falsedades de Bolsonaro.
Los fuegos actuales están en partes de toda la Amazonía, por lo que esta se afecta con sus efectos y con la fragmentación de su espacio. Esto no solo vulnerabiliza el presente, sino también el futuro porque cuando se empieza a quemar una zona, hace menos húmedas a las que quedan, más secas, por lo que cualquier incendio es un peligro para la Amazonía completa. Todo esto es un ciclo porque el fuego aumenta el bióxido de carbono, sube la temperatura y baja la producción de agua, lo que abona al calentamiento global y lleva a que, cuando hay incendios, estos sean más voraces, como se constata actualmente, en que el número y la intensidad aumentaron
exponencialmente. La destrucción a través de los años ya alcanza el 15%, cerca de una cuarta parte de la selva; si llegara al 20%, comenzarían cambios irreversibles al ecosistema amazónico.
Pero no es Brasil el único país afectado por las quemas de terrenos, sino que los fuegos también han afectado a Bolivia y Paraguay. La zona llamada pantanal, que comparten Brasil, Paraguay y Bolivia, tiene amplias áreas muy perjudicadas. En Bolivia, el presidente Evo Morales ha permitido con leyes y decretos el llamado chaqueo o quema de terrenos de manera controlada en los bosques, lo cual es irresponsable porque existen nuevas técnicas de agricultura que no hacen necesario ese proceso y por el peligro de propagación de los fuegos, como ha ocurrido ahora. Por su parte, Paraguay suma un grave problema en los bosques del Gran Chaco. El punto en común de los tres países son medidas gubernamentales que han permitido, en mayor o menor medida, la deforestación y la posterior quema de espacios naturales, que ya alcanza cientos de miles de hectáreas. Aunque las diferencias son notables porque los gobiernos paraguayo y boliviano no han promovido estas situaciones, como sí ha ocurrido en Brasil.
¿Qué hacer? Orar no es la solución. Los científicos del mundo no han realizado investigaciones por años, obteniendo pruebas, para que vengan algunos a creer que con supersticiones resolverán algo. Lo que hay que hacer es denunciar esta realidad con datos, con protestas en las calles y en las redes sociales, para así crear presión. Los gobiernos y las personas del
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mundo entero, incluyendo Puerto Rico, ya han comenzado esa presión. Los medios están reseñando esto y las protestas han aumentado frente a consulados brasileños y en las calles de distintas ciudades de Brasil. Los efectos ya se están viendo. Bolsonaro, que llevaba días diciendo que los fuegos son normales en esta época, echándole la culpa a otros, afirmando que no se puede hacer nada y luego diciendo que la situación está bajo control, envió tropas del ejército para ayudar a combatir los incendios. Otra acción que podemos tomar es votar por candidatos y partidos políticos que se comprometan a proteger
la naturaleza y que apoyen sistemas sustentables de producción. Por ejemplo, en Puerto Rico, la Junta de Planificación del gobierno actual está evaluando una propuesta para liberalizar la construcción en prácticamente cualquier lugar y cambiar las clasificaciones de las zonas residenciales para abrirlas a casi cualquier negocio. Sigamos informándonos y denunciando los atropellos, ocurran donde ocurran, porque sabemos bien que lo que sucede en alguna parte del planeta tiene efectos para todos nosotros.
Todas las ilustraciones de este artículo fueron obtenidas de https://www.780am.com.py/los-dibujos-masconmovedores-sobre-el-incendio-en-el-amazonas/
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