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EL MUNECO DE BREA: HABLANDO DEL SILENCIO EN LA COLONIA. CUARTA PARTE

LETRAS

El muñeco de brea: hablando del silencio en la colonia. Cuarta parte

Por: Julia Cristina Ortíz Lugo

“The control of knowledge through silence is the act of saying nothing to prevent knowledge from passing to any other person” (Victoria Ellen Smith, “Secrets of West African Slave Ancestry: Fante Strategies of Silence and the Didactic Narrative in Ghanaian Literature”).

Primera parte - 18 de enero de 2019Segunda parte - 10 de mayo de 2019Tercera parte - 26 de diciembre 2019

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“The control of knowledge through silence is the act of saying nothing to prevent knowledge from passing to any other person” (Victoria Ellen Smith, “Secrets of West African Slave Ancestry: Fante Strategies of Silence and the Didactic Narrative in Ghanaian

Literature”).

…si ha firmado esta carta [Aníbal Acevedo Vilá] y la envía a un Washington en el que nadie los escucha porque como he dicho tantas veces la tragedia del pueblo puertorriqueño por 122 años, vamos pa 123, es que cuando se manda una carta a Washington nadie la contesta, no hay un acuse de recibo, si se llama por teléfono, se deja mensaje y nadie hace nada con él y eso es para estadistas y para populares. Este pueblo no ha sabido a través de sus líderes poder tener poder nunca ha llegado a la interlocución con Washington, nunca. Eduardo Lalo 1 (transcripción literal).

Una vez más un cuento folclórico confirma que las narraciones comunican las visiones de mundo de la cultura (Cutanda 19) en la que se desarrollan y transmiten. Por eso ante un cuento que ha vivido tantas polémicas como es “El muñeco de brea” 2 y que hoy día podríamos querer dejarlo silenciado, me niego, precisamente por lo que su propio texto nos comunica. Hay múltiples maneras de enfrentarse al ninguneo, al ostracismo del silencio y al silencio que oprime. Sea la forma que se elija o aun si se opta por la resignación o la culpa, vale la pena tratar de entender el escándalo del silencio.

Como parte de nuestras colecciones de narraciones folclóricas tenemos la presencia de un cuento que es internacional 3 y antiguo. El llamado cuento del muñeco de brea ha provocado, a lo largo de la historia, muchas disquisiciones y polémicas por su origen y desarrollo. De igual manera, ha provocado el acercamiento por las sugerencias de sus significados. Hace tiempo debimos haber hablado sobre nuestras versiones. En Puerto Rico contamos con 12 versiones accesibles de este cuento. John Alden Mason incluyó en las colecciones que publicó en el Journal of American Folklore 10 versiones; y Aixa Pérez Sotomayor y yo grabamos dos de boca de Aurora Texidor, una narradora oral de Guayama.

La estructura de la anécdota que sobrevivió en nuestras versiones es: un hombre o animal tiene una huerta, que en ocasiones es una idea o proyecto común entre dos amigos. Uno solo de los amigos la trabaja y la cuida, mientras el otro, a escondidas se roba los productos. Para lograr encontrar al que hurta, el amigo que la trabaja construye una figura de algún material pegajoso y cuando el ladrón viene, intenta que el muñeco le hable, como el muñeco no le habla 4 se inicia la discusión o más bien el “monólogo dramático,” según lo denomina el investigador Aurelio M. Espinosa, que generalmente llega a los golpes, con el resultado de que el intruso se queda pegado por diferentes lados de su cuerpo según se va complicando la lucha. Se suele pegar desde por una parte hasta por 4 o 5, exactamente por sus extremidades. El final comprende una falsa súplica por parte del amigo que hurta y una escapatoria lograda por el engaño de la súplica o simplemente un golpe de agilidad o suerte que le permite escaparse. 5

A este cuento y sus versiones les he dedicado tres artículos anteriores. “El muñeco de brea. Versiones puertorriqueñas,” que mayormente se dedica a trazar la genealogía de las versiones puertorriqueñas usando los estudios que hay sobre ese cuento en la investigación internacional. “Negro, mudo e incomprensible. El muñeco de brea. Segunda parte,” en él abordo, a partir, de los planteamientos de Brian Wagner, los asuntos relacionados con el comportamiento del pícaro en su relación con el muñeco, las tretas, la presencia de la violencia, así como las manifestaciones culturales puertorriqueñas que se pueden significar. En el tercer artículo, “De brea, de dulce

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o de PAN. Lectura de un cuento folclórico en tiempos de la Junta,” me acerco a enfocar este cuento como una metáfora de la experiencia esclavizante y colonial. En la medida en que fui trabajando diversos aspectos de ese rico cuento, ayudándome mayormente del estudio de Brian Wagner, así como de las aportaciones que se han hecho sobre la novela de Toni Morrison Tar Baby y de apreciaciones de Henry Louis Gates y Maria Tatar, fueron abriéndose nuevas interrogantes y nuevas posibilidades. Fue lo que me llevó a fijarme particularmente en toda la significación que surge de la oposición silencio/discurso que se da entre ambos personajes porque es inevitable asumir la carga política que surge del silencio del muñeco y de la capacidad para gritar e increpar que se le adjudica a Araña/Conejo.

Es por eso que para terminar mi conversación con este increíble cuento me he planteado centrarme un rato breve en el episodio del silencio del muñeco. Parto de la premisa, que ya he trabajado antes, de que ese muñeco negro sirve de intermediario al que se proclama como “dueño” de la finca o de la siembra. Sabemos que en todas las versiones en que sale, ese muñeco cumple la función de vigilar, amedrentar y hasta exacerbar al supuesto “ladrón.” Claro, les invito a leer los artículos que ya he mencionado donde puede verse que la literatura sobre este cuento pone en duda que Araña o Conejo sean ladrones, sino que se les mira como quienes se enfrentan con un nuevo orden, el de la propiedad privada que les priva (redundancia necesaria) del acceso libre a la tierra, una tierra que antes era de todos y ahora es de quien se apropia de ella. Me permito citarme: Lejos de pensar en un comportamiento antisocial, a partir de Wagner tenemos la opción de ver el comportamiento de Araña y Conejo como el de alguien que no ve las bondades de las divisiones que trajo consigo el estricto régimen que alienó no solo la tierra, sino la convivencia común. Para una sociedad esclavizada, trabajar la tierra de otro no es garantía de nada porque “legally, the food belongs to the ‘master,’ but morally, the enslaved have a right to it, too. ‘The briar patch,’[el lugar a donde se escapa Conejo, en algunas versiones internacionales, luego de zafarse del muñeco de brea] says Wagner, “is a symbol of the commons, the unenclosed, unowned land that provides refuge and resources that sustain the life of the community.” (Martyris)(Ortiz-Lugo, “De brea…”10)

A partir de ese entendido, trabajemos algunas posibles lecturas de la dinámica del silencio en el cuento. Recordemos que en todas las instancias donde aparece el muñeco, menos en una, no habla ni a pesar de las increpaciones por parte de Araña o Conejo.

En primer lugar, recordemos que, como público o lector, sabemos desde siempre que el muñeco no habla por su condición de muñeco, pero que es la estrategia o arma que eligió aquel que quiere averiguar lo que está pasando con la siembra. De igual manera, pensemos en que el supuesto “ladrón” no sabe que es un muñeco y que lo entiende como un ser real. Usemos la imaginación (un relato oral parte de la imaginación como recurso fundacional y fenomenal) para explicarnos por qué se usa esa tecnología. Sin duda, la primera explicación es que se usa como cepo, como trampa. Su única finalidad es engañar y atrapar. Si el muñeco está embarrado de brea o de dulce, quien lo colocó sabe perfectamente que para que su estrategia funcione, el vigilado tiene que acercarse y establecer algún tipo de comunicación o contacto. Si a ese contacto o comunicación, la respuesta es el silencio no sería entonces irrazonable esbozar la hipótesis de que el silencio es un arma que se utilizó a propósito. Un muñeco que de antemano se sabe que no habla, se convierte en una herramienta. Un uso político de la retórica del silencio es que no es “just an absence of speech, but a rhetorical tool in its own right “(Anderson 2). En otras palabras, cuando nos acercamos al silencio en este cuento nos damos cuenta de que es una estrategia y que es precisamente cuando el personaje Araña/Conejo lo reconoce, que se desata toda la complicación de la trama. El “dueño” de la

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siembra entiende que su manera de solucionar el litigio es usando los servicios y la presencia de un muñeco negro y silencioso.

Para contextualizar lo que esta estrategia significa veamos lo que Kipling D. Williams señala sobre el acto de ostracizar 6 a alguien: “Few events in life are more painful than feelings that others, especially those whom we admire or care about, want nothing to do with us. There may be no better way to communicate this impression than for others to treat you as though you are invisible – like you don´t exist” (1).

Anderson (6) explica que el silencio estratégico nace cuando se genera una expectativa de comunicación y a cambio se otorga el silencio. Es ni más ni menos lo que ocurre cuando se usa un muñeco con apariencia de humano, cuya imagen se sabe que Araña/Conejo reconocerán como tal y que naturalmente genera la expectativa de que, si se le acercan, podría hablar. Pero no lo hace. Es entonces cuando se sabe que el silencio es más que la ausencia de palabras y es cuando la acción y la narración nos dicen tanto al personaje como al público que hay que encontrar un sentido a ese silencio. Porque el silencio así ejecutado es una demostración de poder. “Ostracism, because is characterized by silence is inextricably tied to the absence of explanations – strengthening its power over its targets” (23). A esto debe añadirse que, como agravante, el hecho de que Araña/Conejo no espere ni advierta de antemano que va a enfrentarse a ese comportamiento le impide imaginar a qué obedece el silencio del muñeco. Quienes se enfrentan a estas experiencias permanecen en desconcierto “wandering why it is happening to them” (Williams 21).

El personaje lo entiende como una ofensa que no cabe dentro de su imaginario cultural, recordemos que el talante del muñeco, Araña/Conejo lo interpretan, en ruta ascendente, pasando de incomprensible a desconsiderada y amenazante (Wagner 85). Repaso rápidamente: …resulta pertinente mencionar que Wagner, en su análisis, le da extremada importancia al hecho de que en el episodio/encuentro del protagonista con el muñeco de brea lo que provoca la reacción agresiva del protagonista es el hecho de que el muñeco no le habla, no lo saluda y no le responde su saludo. In most versions on record, however, the rabbit’s approach to the tar baby is unmotivated. Meeting the tar baby for the first time, the rabbit approaches the figure with all of the energy, generosity, and goodwill that he withheld from his neighbors during the story’s opening sequence […] Whatever differences may exist between them, the rabbit assumes that these differences can be bridged by staying true to the established norms that are supposed to govern relationships between individuals even under uncertain circumstances […] the violence between the rabbit and the tar baby is not an inevitable fact of existence but instead the result of a breakdown in an established etiquette that otherwise serves as a reliable basis for civil interaction. (81- 82) (Ortiz, “Negro, mudo…” 11).

Y recuerdo cómo se da la dinámica en las diferentes versiones puertorriqueñas: Suéltame […] y al no tener contestación, llega y saca la mano derecha y le da y se quedó pegado (1. “El conejo y el tigre,” p. 315).

―Buenas noches, señorita; señorita, buenas noches. Y le dijo ―Señorita, usted no me quiere hablar. Buenas noches, señora; pues ya que usted no me quiere hablar, deme un pedacito de queso. Como nadie le habló, le dio una bofetada… (2. “El conejo, el tigre y el perro,” p. 317).

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Y el negrito callado […] Y él callado, y le dijo- A que te doy una bofetada (3. “Cuento de un tigre y un conejo,” p. 319). … y viendo que no le conversaba, le dio coraje y le desafió a pelear y viendo que tampoco le hablaba, brincó y le dio una bofetada … (5. “El tigre y el conejo,” p. 322). ―Buenos días. Y la estatua no se los contestó, y le dijo: ―¡A que te doy una bofetada!” (13. “El conejo y el tigre,” p. 330). Entonces el conejito vino y vio al muñeco y se creía que era un hombre que estaba jugando solo. Entonces el conejito le dijo ―¡Oh!, amigo, ¿usted jugando solo? ¿quiere que yo juegue con usted? Amigo, deme para fumar de su cigarro ―pero el muñeco no le decía nada. Entonces el conejito le dio con una pata… (15. “La mujer y el conejo,” p. 332).

El muñeco no le contestó y el conejo le dijo […] El muñeco tampoco le contestó. - Compay, usted está medio serio conmigo, mire que yo doy unos puños que no hay quien los resista… (17. “El conejo,” p. 333).

Cuando Juan Bobo llegó a la hortaliza y vio aquel muñeco se le acercó y en vista de que no le contestaba, le dio una bofetada en la cara al muñeco… (21. “Cuentos picarescos.” The Journal of American Folklore, Vol. 34, No. 132 [Apr. - Jun., 1921 “El muñeco de brea” 165]).

Contamos con dos versiones en cuyo texto la relación con el muñeco presenta dos diferencias:

[El conejo] encontró un negro en la puerta y le dijo: - Quítate de ahí o te doy un bofetón. Y como no se quitaba, le dio el bofetón. (21. “El conejo y el tigre,” p. 336)

Y finalmente, la versión de Dña. Aurora Texidor: “Cuando tú no quieres hablar es porque tú quieres que yo coma dulces” (Ortiz 55).

La exasperación de Araña/ Conejo tiene su explicación en lo que Williams James describe: “If no one turned round when we entered, answered when we spoke, or minded what we did, but if every person ´cut us dead´ and acted as if we were unexisting things, a kind of rage and impotent despair would ere long well up in us” (citado en Williams 2). Más claro aún: “Gottman categorizes silence as withdrawal, notes its importance in triggering violence, and sees it as symptomatic of deteriorating relationships” (citado en Williams 15).

En contraste con la perplejidad del personaje, el público sí sabe que es parte de una trampa mortal que se le ha tendido al personaje para atraparlo en su propia red. Y también sabe que es, desde el principio, una reacción que conlleva desprecio, la hostilidad de quien tiene como objetivo atrapar un “delincuente.” “The existing research demonstrates that ostracism is an aversive interpersonal behavior to the targets of ostracism” (Williams 11).

De acuerdo con Anderson, existe otra posibilidad para utilizar el silencio en conflictos políticos y personales: quitarle legitimidad al asunto (Anderson 8). Esta dinámica se utiliza precisamente cuando el asunto es importante, pero desde el poder el distanciamiento es una herramienta. Es obvio que, para el perseguidor, en el cuento, es importante, esencial, atrapar al “causante” de sus “pérdidas.” Por eso, el silencio del muñeco se usa para sonar a no me importa lo que pienses, no me importa lo que sientas, aquí solo importo yo y mi “problema.” 7 También para

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sugerir que Araña solo tendrá un encuentro casual y sin consecuencias con el muñeco en la siembra. Naturalmente, sí hay consecuencias para Araña/Conejo y eventualmente para el supuesto dueño.

No hay que olvidar que según Anderson (27) el silencio, usado como estrategia, también construye una narrativa. En el caso del cuento, la narrativa que el silencio construye desde la posición de quien se ha erigido como dueño, en cierta medida podría verse como un espejo: Araña es un “otro,” que se apodera de los recursos que no son suyos, un “otro” que es violento. Pero… ¿acaso termina funcionando como una proyección? ¿Acaso una lectura resistente no puede hacernos entender que el supuesto dueño ejercita la violencia desde el silencio y según las lecturas de Brian Wagner, es también quien se ha apropiado de una tierra que antes era comunal?

“When crises occur, people demand answers [...] the space may be filled with speculation and misinformation and cause the crisis to escalate” (LE et al 2). Creada la crisis, el comportamiento resultante es de exasperación por parte de Araña/Conejo. Esto ocurre primero, porque trata de leerlo desde sus coordenadas culturales 8 en las que ese comportamiento de silencio y ninguneo es inaceptable y luego porque se da cuenta de que debe reaccionar. La reacción es violenta porque es la respuesta a un silencio que es un comportamiento violento por igual. Por otro lado, dentro de ese contexto de violencia ejercitada a través del silencio, los gritos de Araña son su espacio discursivo de poder. Cuando, como público, nos topamos con la reacción de Araña es cuando surge la necesidad de decidir con qué comportamiento nos adherimos. Exactamente igual que ante la violencia que ejerce el estado y sus instituciones o la Metrópoli, las huelgas, las manifestaciones y las reacciones de exasperación son el espacio discursivo de poder. Y exactamente igual, nos toca decidir con quién nos identificamos.

¿Aceptamos que Araña/Conejo es un pillo, un vago, un jaiba? ¿Aceptamos que Animalito es el “dueño,” que debe ser resarcido por sus pérdidas? ¿Aceptamos que Animalito está en su derecho de hacer lo que sea para encontrar al responsable? ¿Nos identificamos con Animalito o con Araña? ¿Vemos el comportamiento de Animalito como violencia? El problema surge cuando desencadenamos nuestra (de)formación colonizada. El silencio utilizado como estrategia de poder surge su efecto. Porque tal como explica una de las personas colaboradoras de Williams que han sufrido ostracismo: “It´s a powerful weapon. No one can ever accuse you of attack, violence of harassment. But the wounds are still inflicted” (24). La ambigüedad se usa a favor de quien utiliza el mecanismo, con lo cual sigue adquiriendo poder (Williams 48).

¿Y si traemos esa historia a nuestros días? Leer este cuento en estos tiempos me sugiere una actualización con mi entorno. En nuestros días las luchas no son por siembras de subsistencia, no son por calabazas o frutos menores. Sin embargo, nuestra realidad política se parece a esa historia. No es mi intención hacer un recuento de nuestras penas, pero como son tantas es bastante sencillo pensar en algunas rápidamente. Había una vez un país que nos invadió, se apoderó de nuestros territorios y riqueza. Según pasó el tiempo se nos construyó la narrativa en la que figuraban como benefactores y dueños. Se nos proveyó de un supuesto papel de “socios” de un “pacto” en el que había una parte que se apropiaba y beneficiaba mucho más del trabajo del otro. A lo largo de todos estos años ese personaje, como Animalito, se autoproclamó como dueño, y lejos de ser tratados como “socios” se nos ha vigilado, engañado, ninguneado, aplicándonos la estrategia del ostracismo, igual que a Araña/Conejo. En ese cuento se nos ha privado de nuestras tierras y nuestros recursos, se nos han aplicado leyes que van en contra de nuestra idiosincrasia y visiones de mundo, pero si alguien se exaspera y se rebela, se nos ha enseñado a elegir la versión del invasor, jamás la versión de los nuestros. Los nuestros son los terroristas, los violentos, los delincuentes. También somos los vagos y los pillos. La estrategia del silencio que deslegitima, que castiga, que

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borra, que nos echa en cara el poder, grandes sectores de nuestra población jamás la entienden o tipifican como violencia. Y es un cuento que se repite porque en la época de la Junta se sigue usando la estrategia del silencio, de la misma forma que el silencio ha construido la narrativa de lo mala pagas, embrollones y corruptos que somos. ¿Que la deuda es ilegal, odiosa, que hubo manos siniestras a quienes luego se les premió con puestos en la Junta? Eso es parte del silencio violento, es la narrativa que lo justifica. O si no, igual que en una de las versiones de Aurora Texidor, cuando el muñeco habla para confirmar que no va a soltar a Araña, en las poquísimas instancias en que estas instituciones hablan es para decir lo mismo: “No te voy a soltar na.”

Existe la posibilidad de que el silencio pueda entenderse como aceptación de una culpa. Sería eso que el dicho nos comunica “el que calla, otorga.” La realidad es que quien calla queda sujeto a toda clase de interpretaciones. Quien lo sufre puede especular todo el tiempo y tomar decisiones a partir de esas especulaciones. Es lo que ocurre en la relación de Araña con Animalito. Araña descifra el silencio a partir de sus coordenadas como falta de respeto, de civilidad. Y, ofendido, reacciona.

Si volvemos a nuestra realidad, esa que con la ayuda de “El muñeco de brea” podemos leer de otra manera, ¿cómo interpretamos ese silencio de la Junta, de Estados Unidos? ¿Lo leemos como el silencio del culpable, del que otorga? ¿Por el contrario, nos vemos nosotros como los culpables, nos resignamos? ¿Logramos captar la dimensión de elitismo que comunica ese mutismo?

Una crisis que se soluciona con el silencio por parte de quien tiene el poder cosifica a quien lo sufre y lo mutila. Resulta significativo que el cuento le dé tanta importancia al proceso mediante el cual Araña pierde su movimiento al quedar pegado al muñeco de brea. 9 La brea o el dulce buscan inmovilizarlo a la par que lo marca como el “ladrón.” Esta metáfora es súper sugerente para aplicársela a toda la “dinámica” ―palabra absolutamente inútil para describir lo que es precisamente el empantanamiento e inmovilidad― del problema del estatus colonial en Puerto Rico. Puerto Rico, como ente colonial se ha quedado “pegado” en sus partes al muñeco silencioso, embreado y pegajoso que nos ha sentado Estados Unidos a la vera del camino de nuestras “relaciones.” Si bien este cuento durante la época de la esclavitud pudo apelar a “the wake of expropriation” (Warren, 124) -y como señalé en “De brea, de dulce o de PAN. Lectura de un cuento folclórico en tiempos de la Junta”, “Para la sociedad esclavizada y para la colonizada, la vida siempre es una expropiación,” -no me queda duda de que este cuento nos habla hoy, cuando en el siglo XXI sufrimos el mismo tratamiento por parte de la Junta de Control Fiscal, de Estados Unidos y de los gobiernos de turno. Tenemos en el medio de nuestro camino un muñeco silencioso que nos exaspera, que trabaja y responde a ese “amo” o “dueño” que no tiene absolutamente ningún interés en hablar, que fomenta la narrativa de que somos buenos para nada y que queremos vivir del cuento, que calla adrede porque es culpable, pero a la misma vez porque con su silencio nos dice que no le merecemos respeto y al ningunearnos nos mutila y cosifica. Jamás ha estado dispuesto a contestar nuestras preguntas, esas preguntas que tenemos todxs lxs puertorriqueñxs. Por eso nunca una consulta de estatus tiene aval del Congreso (La brega, Se acabaron las promesas, minuto 23). Mientras termino este trabajo, en Puerto Rico y sobre todo, lxs mayagüeznxs, buscamos respuestas al escándalo de corrupción que ha quedado al descubierto en la administración de José Guillermo Rodríguez. Ante todas las preguntas, el alcalde se da el lujo de no aparecer, de no contestar, de despachar el asunto con comunicados de prensa y decisiones que nadie entiende. Lxs periodistas corren de aquí para allá buscando a quién entrevistar, entonces el presidente del Partido Popular, José Luis Dalmau, acorralado, ha expresado con toda la flema de que es capaz que la información que se maneja ha sido “manipulada políticamente” y “que no ha identificado un solo señalamiento que deba llevar a José Guillermo Rodríguez a renunciar como alcalde de

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Mayagüez” (elnuevodia.com, martes 30 de marzo de 2021,). Igualmente, los viequenses y los culebrenses han vuelto a tirarse al mar para enfrentar, esta vez, la burocracia, la dejadez y la indiferencia criminal del gobierno frente a los perennes problemas de transportación que sufren. El gobierno no ofrece respuestas, y cuando responde, igual que Dalmau, igual que Guillito, igual que el Congreso, igual que la Junta, el muñeco nos responde: “No te voy a soltar na.”

A nosotros, Arañas y Conejos puertorriqueñxs nos queda exasperarnos, tratar de despegarnos y usar todo lo que está a nuestro alcance para lograr nuestro espacio de libertad. Algunas de las personas colaboradoras de Williams que han sufrido ostracismo entienden que la única forma de sobrevivir a esa violencia: “is to leave and rebuild their lives” (33). Lo que también me trae a la mente la explicación de Arcadio Díaz Quiñones sobre los diferentes significados y contextos de la palabra bregar en Puerto Rico. Puedo claramente utilizar las palabras de Díaz Quiñones para recordar cuántas manifestaciones vivimos, en nuestras vidas cotidianas, de este abusivo pegoste en nuestras relaciones políticas. Frente al silencio, a las estrategias para ignorarnos y para deslegitimar nuestras necesidades y reclamos, Díaz Quiñones nos recuerda que el ser de a pie “no tiene el poder, tiene la brega en sus manos” (Casanova-Burgess 11:44-11:48). Esa herramienta tan nuestra que supone atender, en palabras de Ana Pagán “lo que me está tirando la vida porque no hay otro remedio […] aunque no la estés pasando bien, estás haciendo lo que tienes que hacer para sobrevivir…” (Casanova-Burgess 7:37-7:51).

Pero, ¿qué duda cabe?, estas reflexiones creo que demuestran que también nos queda seguir leyendo nuestros cuentos para seguir ampliando la conversación ininterrumpida sobre los conflictos que se repiten a lo largo de la vida de todas las generaciones de puertorriqueñxs que hemos sufrido la explotación en sus múltiples maneras y fuentes.

NOTAS 1 Palabra Libre. Episodio 27, De fantasías y futuro entre P.R. y E.U. 6 de marzo de 2021 (mins 24:00 -24:55) 2 Polémicas que se refieren tanto a sus orígenes, como a sus representaciones y significados. 3 Según asevera Brian Wagner existen cientos de versiones a través de los siglos en, al menos 5 continentes (p. xi). 4 En una de las versiones de Aurora Texidor, la que titulé “Compay Araña y la tala de calabazas,” el muñeco de brea, le habla y le dice al Compay Araña que le pide que lo suelte, que no lo va a soltar. 5 Este recuento concuerda con el patrón básico que resume Ruth I. Cline en su artículo “The Tar-Baby Story.” Ella explica que en la India los ladrones atrapados suelen ser un mono, un hombre o un chacal. En África y América, el conejo (73). 6 En su libro, Williams trata el poder del silencio como arma preferencial para ostracizar. En cuanto al uso de la palabra ostracizar que no aparece en la RAE, me amparo en la necesidad de su uso. La misma RAE ha señalado: “la palabra ostracizar cuenta con alguna documentación en Google y su formación sería válida, incluso su origen griego (ostrakizo) permite justificar su uso en algunas lenguas modernas …” 7 Resulta fascinante que, en las versiones del cuento, en otros lugares, donde el Conejo logra su libertad precisamente pidiendo que no lo manden al zarzal (“briar patch”) (estrategia para lograr que sí, que precisamente lo manden) con lo cual le quita legitimidad e importancia a la solución que más le interesa. Es decir, el Conejo le aplica la misma medicina. 8 Para ampliar este asunto lea mi artículo “Negro, mudo e incomprensible. El muñeco de brea. Segunda parte.” 9 Repaso las formas en las que se ve en nuestras versiones: “The multiple-attack and stick-fast episode,” es el cuarto. Según Ruth I. Cline, el motivo del stick fast es el elemento más importante del cuento del muñeco de brea (“The Tar- Baby Story,” 73). Espinosa incluye veintisiete opciones. En las versiones puertorriqueñas se pueden consignar: el animal da el primer golpe porque el muñeco no contesta sus saludos o preguntas (D); el animal da el primer golpe porque el muñeco no quiere jugar cartas o topos (D3); el animal se pega cuando va a comer (D5); el animal empieza a atacar y se pega tan pronto ve al muñeco (D6). Incluido en este elemento se da el monólogo de F en el que le pide al muñeco que lo suelte. De igual forma se incluye a G que es una pormenorización de las partes en las que el muñeco se pega. En las versiones puertorriqueñas se dan: atrapado rápidamente en 6 puntos – pies, brazos, cabeza y barriga- (G1); atrapado rápidamente en cinco puntos -si se cuentan brazo y pie por dos, más cabeza- (G2), si no, atrapado rápidamente en dos o tres puntos (G4). (Ortiz Lugo “El muñeco de brea…” 37).

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Obras citadas

Anderson, Timothy J. “The Use of Silence as a Political Rhetorical Strategy.” 2003. Eastern Illinois University. <https://thekeep.eiu.edu/theses/1434>.

Casanova-Burgess, Alana. “¿Qué es la brega?” La Brega. Nueva York: WNYC Studios and Futuro Studios, 24 febrero 2021. Podcast.

Cutanda, Grian. The Earth Stories Collection: Cómo hacer otro mundo posible con mitos, leyendas y relatos tradicionales. Sevilla: The Earth Stories collection y The Avalon Project, 2019.

Lalo, Eduardo. “De fantasías y futuro entre P.R. y E.U.” Palabra libre. San Juan, 6 marzo 2021. Podcast.

Martyris, Nina. “Tar Baby: A Folk Tale About Foof Rights, Rooted in the Inequalities of Slavery.” 11 May 2017. The Salt, What’s on Your Plate. Digital. 24 febrero 2021.

Ortiz Lugo, Julia Cristina. “De brea, de dulce o de PAN. Lectura de un cuento folclórico en tiempos de la Junta.” Revista Cruce (2019): 5-20. Digital.

—. “Negro, mudo e incomprensible. El muñecod e brea. Segunda parte.” Revista Cruce (2019): 16-27. Digital.

―. “El muñeco de brea. Versiones puertorriqueñas.” Revista Cruce (2019): 34-42. Digital. Phuong D. LE, Hui Xun TEO,Augustine PANG,Yuling LI,Cai-Qin GOH. “When silence is gold en: The use of strategic silence in crisis.” 2018. Institutional Knowledge at Singapore Manage ment University. <https://ink.library.smu.edu.sg/lkcsb_research>.

Wagner, Brian. Tar Baby: A Global History. Princeton University Press, 2017.Williams, Kipling D. Ostracism. The Power of Silence. New York, London: The Guilford Press, 2001.

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