Revista Cuaresma 2015

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CUARESMA

de Sevilla

A単o 2015

Revista



Editorial

Cuaresma 2015

Una década poniendo en la calle esta cruz de guía de papel que tienen ustedes entre las manos. Parece increíble que ya hayan pasado 10 años desde que nos asomamos a estos tiempos de vísperas, con la ingenuidad de quien llega sin saber casi ni por dónde, ni sospecha cuán largo será el camino que le espera para no faltar puntual a la cita, cuaresma tras cuaresma, con quienes, poco a poco, han ido conformando el muchísimo público que nos quiere, nos apoya y hasta podríamos decir que nos reclama. Resulta abrumador el cariño y los elogios recibidos desde entonces. Y no menos abrumador el respaldo de nuestros anunciantes, quienes, en realidad, consiguen que esta cofradía de papel que con tanto esmero e ilusión armamos año tras año para todos ustedes, haya llegado a convertirse en un verdadero referente para muchos sevillanos e incluso para aquellos que nos visitan en estas fechas y ante los que adquirimos la responsabilidad de mostrarles una ciudad y una forma de entender la religiosidad popular que heredamos de generaciones anteriores, al mismo tiempo que contraemos la obligación de legarle a las venideras tan valiosa herencia en el mejor estado posible. ¿Y cómo estamos ahora? ¿En qué hemos mejorado y qué hemos perdido desde aquella primera “Cuaresma”? Resulta evidente afirmar que nada es igual aunque superficial o formalmente pueda parecerlo. Y aunque las personas -o personajes- que integran el particular reparto con el que Sevilla se escenifica a sí misma en estos días de pasión vayan, se queden, o vengan, la sociedad en la que vivimos ha virado en busca de nuevos rumbos, azotada por una crisis económica e incluso de valores, hacia un futuro que se nos presenta más incierto de lo que, hace apenas 10 años, hubiésemos podido imaginar. Sabemos que no pocas veces a lo largo de los siglos que conforman la historia de las hermandades de esta ciudad se

habrá atravesado por ignotos caminos que bien pudieron llevarnos al precipicio. Pero créannos si nos ratificamos en que pasamos por unos tiempos en los que los cofrades, y los ciudadanos, nos jugamos mucho de lo que habrá por venir. Y para que ese futuro esté en consonancia con lo que merece el peso de nuestra tradición y el ingente capital humano que hay tras ella, acumulado por el paso de los siglos, estamos en la obligación ineludible de hacer un duro ejercicio de autocrítica para saber también en qué nos hemos y estamos equivocando los cofrades y cómo debemos reaccionar para que dentro de muchos años, siga habiendo “locos” dispuestos a continuar con esta cuaresma de papel y público a la espera de su trabajo... porque será la mejor señal de que nuestra semana santa sigue viva, bien viva. No queremos despedir este primer tramo de nuestro trabajo sin agradecer a las muchísimas personas que han colaborado durante esta década con las páginas, pasadas y presentes, que han tenido o tiene ahora en sus manos. Jamás podremos devolver tan alto cariño ni tanta generosidad por quienes, a cambio de nada, siempre han estado dispuestos a soportar cada cruz con la que le hemos cargado en pos de una publicación a la altura de lo que ustedes merecen y hacen bien en demandar. Como en todas las ocasiones anteriores, nos despedimos deseando encuentren en las siguientes páginas un digno fruto de la espera. Pasen y hagan pasar una buena semana santa a quienes le rodeen y no olviden que el año que viene, si Dios y su Madre así lo quieren, volveremos a encontrarnos en este mismo lugar, tan sevillano, como es esta esquina de las vísperas.

REVISTA CUARESMA DE SEVILLA 2015 Director: Juan Salas. Dirección Creativa y Comercial: Fernando Salazar. Dirección Artística: Ángel Bajuelo. Fotografías: Salazar - Bajuelo y distintos autores. Diseño y maquetación: Belén Briones (Sulime Diseño de Soluciones). Imprime: Imprenta Rojo. Depósito Legal: SE-1595-06 (Queda prohíbida la reproducción total o parcial de esta obra, salvo expresa autorización de los propietarios de sus derechos)

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Tiempo de vísperas El instante eterno por Carlos Colón

SI me remitiera a nombres que el tiempo ha convertido en referentes podría decir que Salazar y Bajuelo son más de la escuela de Arenas que de la de Serrano. Arenas ignoraba el tiempo. Sus fotos de Semana Santa están datadas por las fisonomías, los paisajes urbanos y los propios pasos. Pero el uso magistral de la luz y la minuciosa búsqueda de la eternidad en el instante las sustrae del tiempo. Por eso cuando nació este periódico unimos sus fotografías a las prosas de Joaquín Romero Murube en el coleccionable de Cuaresma Palabra de luz (que aún pueden y deberían: es pedagogía de la mejor Semana Santa- comprar en nuestra sede de Rioja). Serrano, por el contrario, fue el fotógrafo del tiempo que pasa, del movimiento fugitivo, del instante que nace y se consume ante una cámara capaz de captar su fugaz dinamismo. Nada más opuesto, tratando de lo mismo, que la fotografía de Arenas de la Cruz de Guía y el primer tramo de nazarenos de una cofradía de ruán caminando hacia la eternidad por una calle Laraña

bañada por la larga luz poniente que alarga las sombras de los grandes adoquines y de los severos nazarenos, densificando el humo del incienso hasta convertirlo en una idealizadora veladura; y la fotografía de Serrano de la Cruz de Guía de la Macarena yendo desde Don Fadrique, tras salir de los callejones, hacia el Arco. Serrano, como Arenas, también se situó tras la Cruz de Guía, pero -cosa rara entoncesfotografió el instante fugaz de los nazarenos andando, del vuelo de las capas, del volverse hacia la cámara sin dejar de andar de dos hermanos con los antifaces levantados: el tiempo y el movimiento, la duración. La serena y hermosa fotografía de Salazar y Bajuelo que este año sirve de portada a su revista Cuaresma, como tantas de las suyas, capta esa Semana Santa salvaguardada del tiempo que persiguió Arenas. Un suelo de adoquines y un tramo de calle no profanado. Dos nazarenos de ruán con la cola al brazo en los que, como escribió Montesinos, los siglos se ven hasta en la forma de sujetarse el antifaz al rostro. El cordón del que pende la llave del Sagrario por fuera del antifaz. Los ocho ciriales bajados y enfrentados formando una calle tras que asoman los incensarios que envuelven el palio de la Concepción en una bruma veneciana... ¿Qué año es? ¡Y qué más da! Es eso cada vez más raro de verse y de sentirse a lo que algunos llamamos la Semana Santa de Sevilla.


Tiempo de vísperas El primer lunes de cuaresma Fotografía: Salazar - Bajuelo

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1. Las andas con el Señor de la Humildad y Paciencia, a la salida del templo de Los Terceros. 2. El cortejo, ante el Altar Mayor de la Catedral y en presencia de las cruces de guía del resto de hermandades que conforman la nómina del Domingo de Ramos. 3. Inusual imagen del Señor en la puerta del compás de la iglesia, momentos antes de finalizar el Vía Crucis.

2 Fotografía: Salazar-Bajuelo


Que viene Sevilla Los avisos llegan de todas partes. Un pintor que enjabelga la plaza de los toros. Una madre que le echa el dobladillo de la túnica a su hijo, que ha dado un estirón con la gripe. El alcorque de Santa Clara, donde siempre da la sombra, hecho un mosaico de piedras preciosas blancas a punto de marchitarse. La yerbabuena oliendo en los arriates de los alféizares. La cera fundiéndose en la fragua de los besamanos, que son familia de los caganchos. El ejército de Quidiello desfilando por la Avenida para ponerle tronos de enea a todos los sanedritas de la ciudad. Los tubos de la Plaza haciendo cruces. Los charcos santiguándonos los pies con el agua bendita en la que las palomas se beben las nubes.

Fotografía: Eugenio E. Alés

Las abejas buscando el néctar de las caléndulas del Alcázar para hacer torrijas mojadas en el vino de los aljibes. Las veletas señalando para Jerusalén, cuya entrada cae por el Salvador, donde andan poniendo unos tablones en los que bailará la muerte. Las coronas de flores del cementerio rotulando en sus cintas el nombre de uno que vive en San Lorenzo, agoniza en el Patrocinio, se retuerce en el Museo y se muere en San Vicente, en Anchalaferia, en Santa Cruz, en la fábrica de tabacos, en el Cerro, en San Bernardo, en el Arenal, en San Pedro, en la ronda, en la Magdalena, en todas partes, por todas las esquinas, en los callejones, en las plazas, en los balcones, donde menos te lo esperes se te muere.


por Alberto García Reyes Los avisos llegan de todas partes. Un labio partido a las tantas bajo un puente que sortea un río de cornetas y tambores. Un dolor de riñones en la memoria de la madrugada, que oscurece tus ansias por cogerle la cintura al zanco y usar la luna como punto de mira que te encañona a bocajarro. Un cabildo de mostrador para decidir el itinerario de tu llanto, que puede coger por el atajo de la mejilla o dar un rodeo para que no tenga parones en los párpados la cofradía de la nostalgia. Un limosnero dándote la venia en la puerta de tu hermandad. Una papeleta de sitio que lleva escrita por detrás la cuenta de la vieja. Un tramo de naranjos cargando en penitencia sus últimos gajos de amargura. La sombra del al-

minar enclavándose en el salón del arzobispo. La cruz del Juramento sobre el hombro del Archivo, que guarda las escrituras del oro de las cruces de San Isidoro, San Nicolás, la Anunciación, San Antonio Abad, los jardines del Valle, la calle Castilla y la tuya, porque Sevilla es una cruz que te encorva de amor. Los avisos llegan de todas partes. Los quinarios, el bacalao, los limpiaplata, las vigas, los sacos, los candeleros como caninas por las calles, las funciones principales, las exaltaciones de los carteles, los carteles de las exaltaciones, las bullas sin gente, los silencios multitudinarios, los capirotes de galleta con tutti fruti, los cucuruchos de cartón con antifaces y los sahumerios anunciando el final del cónclave de la espera porque ya hemos llegado a la Esperanza. Los avisos llegan de todas partes como pregones de este inmenso atril que no tiene teatro. Son señales como coágulos. Golpes de llamador en las entretelas. Sevilla viene como un tren enfurecido por los raíles de su Historia. Escúchala que no veas cómo huele. Quítate el reloj, que ya es tu hora. Que han puesto ahí arriba un techo de palio inmenso y ahora tienes que bordarlo, sevillano, con el hilo con el que tu madre te hilvanó el dobladillo de tu primera túnica. Lo vas a bordar, ya verás, aunque todos los pespuntes los des al aire. ¿O no ves que los avisos te llegan por todas partes? ¿No ves el manto de la Soledad cuando la osa menor se borda sobre las aguas del río? ¿No ves el llanto de las hojas del parque sobre los faldones encalados de La Paz ante los ojos negros de los cañones de la Capitanía? ¿No ves el hueco

que Murillo le ha pintado en sus jardines a la Candelaria? ¿No ves a Cristo arriado ante la tablilla del Matadero? ¿No ves a los ladrones de Montserrat y la Carretería pidiendo la condicional para poder procesionar? Si ves todo esto es que estás loco. Loco por esta locura que te está dando todos los avisos de la Resurrección. Sevilla es un delirio. El que avisa no es traidor, que, por cierto, sale de la calle Santiago. Sevilla es una majadería en la que sólo está cuerdo Dios, ¿no lo ves?, que es de cedro y ya viene andando hacia ti racheándote cada célula de tus huesos por las tabernas con serrín y “arvellanas” del infinito. Ya viene. Y como te descuides, ya se ha ido.



Domingo de Ramos por Carlos Herrera Crusset

ยกA la Gloria, sevillanos, a la Gloria! Con un sol entre las manos Y a lomos de un borriquillo Por el Domingo de Ramos Viene Dios hecho un chiquillo



Sagrada Cena - Domingo de Ramos



Apuntes

DOMINGO deRAMOS

Cuando amanece un Domingo de Ramos, Sevilla sabe que comienza una nueva vida. Y quienes visitan la ciudad, aunque sea por primera vez, no tienen que hacer grandes esfuerzos para percibir que la ciudad se prepara para algo realmente extraordinario. Nada de lo que está por ocurrir podrá dejarle indiferente. Es una función mil veces representada por la urbe y sus habitantes, pero nada ni nadie podrá predecir si será tan parecida, si será tan distinta.... Las primeras horas de la jornada llenan las calles de la ciudad de gente con sus mejores galas y de los primeros nazarenos que se acercan a sus respectivos templos. Cronológicamente, todo empieza en el Porvenir, donde la hermandad de La Paz se pone en la calle poco después del mediodía. Con el recuerdo de la reciente salida extraordinaria con ocasión del LXXV aniversario fundacional, el parque vuelve a ser un poderoso imán que nos cita cuando la luz del sol esté en todo lo alto, aunque, si ha de dejarlo para después, esperar al cortejo en la Plaza de la Contratación no sería mala opción. Otro foco de la jornada está, lógicamente, en el Salvador cuando La Borriquita baja la “rampla” con sus interminables filas de niños nazarenos. Allí todo serán apreturas, tanto a la salida como a la entrada, por lo que si no es un valiente, habrá de buscar otros escenarios, bien en la Plaza del Duque o es las inmediaciones de la catedral, ubicaciones igual de recomendables para los pasos del Amor, aunque no descarte apostar por los últimos metros de su recorrido. La tarde es también para Jesús Despojado, con su preciosa salida desde la Plaza de Molviedro. Y si quiere un emplazamiento más cómodo, espérela en San Pablo o la Magda-

lena un rato después; la noche, por las calles del Arenal, debería ser otra opción a tener en cuenta. Hablamos de la Hiniesta, y les llevamos al Pumarejo, porque las calles adyacentes a la salida tienen puesto el “no hay billetes”. Si no puede, espérela en la zona de la Alameda, y si quiere presenciar algo que le dejará marcado, reserve para la noche el poder acompañar a la cofradía desde San Marcos hasta su templo. La Cena, por la hora de su salida, presenta también muchos problemas si quiere verla con comodidad. Increíble el gentío que la augurada bajo las Setas de la Encarnación, así que apueste por la noche, Plaza Cristo de Burgos, en espera de una mejor ubicación. San Roque vuelve a su casa después del forzoso exilio del pasado año. Su salida es muy emotiva, pero más aún cuando, de regreso, pasa por San Ildefonso y Caballerizas para luego buscar Imperial. Calles estrechas, sí, pero merecerán la pena, casi a la medida de esta cofradía. Y para la noche más profunda dejamos la cita con La Estrella -antes se antoja casi imposible encontrar cómo disfrutarla entre tanto gentío- cuando pasa por el Postigo y se va por el Arenal, Adriano arriba, hasta el Paseo de Colón, aunque el puente, es mucho puente. Con La Amargura viene a suceder algo parecido, y es que en su itinerario de ida, apenas en la Alameda podría encontrar cierto espacio donde apostarse sin las enormes apreturas de Feria o Conde de Torrejón. Apueste por la noche bien avanzada, y acompáñela desde los metros previos a su entrada, Alcázares o Santa Ángela -a pesar de las vallas- hasta que se cierren las puertas de San Juan de la Palma.


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Cuando todo comienza por Práxedes

Sánchez Vicente

como un eco que recorre toda la ciudad, ¡ya está la primera en la calle! Un escalofrío recorre tu cuerpo y te repites ya está la primera en la calle, ya está la primera en la calle… El principio ha comenzado, ya no hay marcha atrás.

Se acabó la espera. Los rayos de sol que entran por la ventana anuncian que un nuevo día está comenzando. Pero, ¡qué día! Hoy es el día en que comienza todo, ya llegó a su fin la espera, los preparativos, organizar la ropa, esa que con tanto esmero has buscado para engrandecer aún más este día. Recoger los programas para poder planificar qué veremos, dónde lo veremos… Ya todo llega a su fin. Hoy es el día en que te levantas con ilusión, con la misma que tiene un niño el día de Reyes, esperando un luminosos día, de cielo azul y, si acaso, alguna nube para refrescar el ambiente. Te asomas a la ventana y se observa a la gente nerviosa, acelerada, moviéndose con prisas como si fueran a perder el tren. Y es que no es para menos, hoy es el día en que comienza todo, hoy es el día más esperado, hoy es el día más deseado. Hoy es Domingo de Ramos. El día comienza siempre con expectación, con ganas de salir a la calle. Y lo primero, es lo primero, la Misa de Palmas. A partir de ahí la visita a las distintas Hermandades que hacen estación de penitencia, desde las más cercanas hasta las más lejanas. Pero hay algo común en todas ellas, las caras de las personas que forman las largas colas, reflejan todas la misma ansiedad, la misma expectación, la misma alegría, porque todo está por comenzar. Y de pronto se escucha, como un susurro,

Todo empieza a funcionar como si de la mejor maquinaria se tratase, sin que nadie diga nada, sin que nadie ordene nada, cada cual toma posición en la ciudad. Con un maravilloso y caótico orden, el Domingo de Ramos echa a andar. En este orden caótico hasta lo más pequeño tiene su función, el pueblo, ataviado con sus mejores galas, toma posesión de las calles buscando el mejor lugar, el rincón más entrañable, la esquina más oculta para poder admirar y disfrutar del paso de su cofradía. Los nazarenos forman largas colas de espera, de esperanza para acompañar a sus titulares por todos los caminos. Las bandas de música inundan de sones cada pequeño rincón de la ciudad. Y en el aire flotando, invadiéndolo todo, el incienso. Ese olor a incienso, siempre igual, siempre diferente. Ese olor que te transporta desde ese instante y ese lugar hasta los recuerdos más hermosos de tu infancia, hasta los recuerdos de todos los Domingos de Ramos. Y por encima de todo ello las Hermandades, cada cual más hermosa, cada cual más singular. Cada una con su estilo, cada una con su presencia, desde las que te arrancan un aplauso hasta las que te sobrecogen y te provocan un profundo silencio. Todas, cada una en su momento marcan en tu memoria una vivencia, un sentimiento, que se grabará y volverá cada año cuando llegue el Domingo de Ramos.

El artículo

Domingo de Ramos





María Santísima del Rocío - Lunes Santo



Apuntes LUNES SANTO

Es lunes, y aunque algunos no lo puedan creer, día laborable en Sevilla. Aún así, la ciudad sabe darse su margen para que, en determinados lugares, el día aparezca teñido del rojo de las grandes festividades. Habrá más gente a medida que se vayan echando las horas, así que, agudizando el ingenio, se nos presentan muchas y variopintas oportunidades de disfrutar del escenario y sus cofradías en una jornada que ofrece variados puntos de vista. Hay un enclave indispensable por la confluencia de hasta tres hermandades, apenas separadas por unos pocos centenares de metros. En la feligresía de San Vicente, este lunes es mucho lunes. Sale Veracruz, y nos llama poderosamente la atención su estética, macerada por el paso de los siglos de la historia que atesora. Vaya a la Plaza del Duque o reserve los metros previos a su entrada, acierto seguro. De igual modo, y casi en la calle de al lado, se recogerá Las Penas en la parroquia del barrio, poco después de la medianoche, pero si prefiere verla antes, búsquela por la plaza del Salvador. Y luego está El Museo, un cortejo que casi merece la pena no perder detalle desde la Cruz de guía hasta la banda que acompaña a su portentoso paso de palio. La salida, pueden imaginarlo, es multitudinaria, así que déjenla para lo más tarde que su cansancio les permita porque si recomendable es aguardarla en el andén del ayuntamiento, no menos resulta apostar por la madrugada -aunque ya no tan tarde como antaño- para esperar su entrada en la capilla. Hablábamos de barrios y a los barrios nos vamos: cerca ya de una década de la incorporación de la cada vez más pujante cofradía del Polígono de San Pablo, tan amiga de las grandes avenidas cercanas a su sede como de las lejanas calles y plazas del caso antiguo, donde se integra como si llevase ya toda una vida. Anote el Salvador, bien a la ida,

bien al regreso, como un buen lugar para deleitarse con sus imágenes. Y el Tiro de Línea, Santa Genoveva... allí debe estar si quiere vivir una salida donde el ambiente queda a la altura de lo que supone el día más señalado, aunque si aplaza el encuentro hasta la tarde, las inmediaciones del Postigo o la plaza de la Contratación son escenarios que no debería pasar por alto. Y seguimos, rumbo al Tardón, donde San Gonzalo demuestra a las claras cómo se pasa de ser una joven cofradía a tener el peso que conlleva ser la más numerosa de la jornada. Allí, entre los naranjos de sus calles, la emotividad de su salida -imposible prácticamente la tarde en el puente o el entorno de la Magdalena- o bien, ya de vuelta, por las arterias del Arenal antes de volver a cruzar la orilla, conseguirá guardar en su memoria imágenes y sensaciones imborrables. Volvemos al centro para hablar de otra joven corporación cuyo crecimiento ha sido meteórico en las últimas décadas. La hermandad de la Redención obliga a buscarla en el ensanche de San Pedro o la Encarnación para disfrutarla con cierta holgura, aunque si prefiere un plato fuerte, la Alfalfa o San Leandro, ya de regreso, son dos jugadas ganadoras que requerirán cierta antelación. Antes, si ha querido ver Santa Marta en algún espacio de su corto y presto recorrido, habrá tenido que invertir mucho de su tiempo; merece la pena, por supuesto, porque ese paso de misterio no deja indiferente a nadie. Acaso en la Plaza del Salvador, quizás antes de recogerse en San Andrés... Y dejamos para el final a Las Aguas, que, aliada con las luces de la tarde, nos deja imágenes bellísimas en los primeros tramos de su itinerario, aunque hay muchos que tienen claro que la mejor manera de disfrutar con la cofradía es esperarla a la salida de la catedral y no dejarla hasta que, apenas, doscientos metros después, quede recogida en su capilla.


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Furgonetas, chistes e imágenes de Whatsapp por Julio

Interior de la furgoneta de un grupo de rock sevillano. Vuelven de un concierto. En la radio, el informativo cuenta un escándalo eclesiástico. Uno de los músicos le dice a otro “Anda que si no fuera por la Semana Santa, íbamos a ser católicos enseguida...”. Me gusta el Lunes Santo porque es cuando uno empieza a fajarse. Tengo relacionado el Domingo de Ramos con el principio de todo, quizá por el recuerdo de ir con mi abuelo Pepe a ver a la Borriquita. Es el día donde todo se hace evidente, el principio ansiado, pero el Lunes, para mí, ya es de ponerse serios. La vida se entiende muchas veces mejor con un chiste. Ahí va uno: Una abadía. Resulta que los religiosos querían pedirle al abad que les dejara fumar dentro porque eran un poco viciosetes. Entra el primero y le pregunta al superior: “¿Puedo fumar mientras rezo?” A lo que el abad responde sin dudarlo que no. Entra un segundo religioso y vuelve a preguntar “Señor Abad, tengo una duda: ¿Puedo fumar mientras rezo?” a lo que el abad vuelve a negarse. Los dos monjes se quedan fastidiados fuera mientras entra el siguiente y al poco lo ven salir fumándose un Ducados. Sorprendidos, se van para él y le preguntan, “Hermano, perdona que te molestemos, pero te vemos con ese pedazo de Ducados y te queremos preguntar: ¿cómo has conseguido que te deje fumar el abad?”, a lo que el monje fumador responde: “Muy fácil, vosotros le habéis preguntado al abad si podíais fumar mientras rezabais, ¿verdad?” a lo que los dos monjes asienten, “Pues yo le he preguntado si, mientras fumo, puedo aprovechar para rezar otro poco”.

Muñoz Gijón @rancio

Estamos a lunes, es buen momento para reivindicar nuestra Semana Santa de otra manera porque queda mucho por delante. La conversación de la furgoneta no es una excepción. La Semana Santa en Sevilla es tan grande que involucra hasta al que menos cerca parece estar, y esa es su inmensa fuerza. Uno lo puede interpretar de esta manera: “Hay que ver las pintas con las que viene el gachón este a ver a Santa Marta”. Pero también de esta otra: “Qué grande debe ser San Gonzalo que hasta el hippie este viene a verlo y lo siente”. Mi opinión es que la diferencia enriquece, no debilita. Alguien de fuera que venga a estrenarse en la Semana Santa en Sevilla, o que sea sevillano y decida por primera vez no irse a la playa, seguramente no cumpla con el patrón al que estamos acostumbrados, pero fortalece nuestra fiesta. Aprovechemos este lunes para abrirla, integremos, expliquemos y no seamos estirados, que eso no es sevillano. Cuentan a nuestro favor las mantillas del jueves y el viernes, el olor a azahar, la luminosidad metálica de las cornetas, la vibración que deja el bombo en el alma, sentir más allá del límite de una garganta en una saeta, la bola de cera, el misterio de guante blanco que esconde un caramelo, la estampita regalada, Sevilla mirándote de frente y a los ojos. Con todo ese arsenal, no parece tener mucho sentido cerrar la semana y hacerla excluyente. Cada grupo de amigos con botines que se para a ver pasar a Las Aguas o cada guiri al que se le explica qué es una chicotá hace más grande a nuestra Semana Santa y evidencia algo que muchas veces se olvida, su transversalidad. Interior de la furgoneta. Los músicos siguen hablando. Uno de ellos tiene el pelo largo, dos hijos -sin estar casado- y durante todo el año tiene una foto de La Macarena como imagen en el whatsapp. En la radio ha acabado el informativo y dice al resto “¿Qué pongo?”. Tiene en las manos dos cassettes que enseña “¿Los Rolling o el Maestro Tejera?”.

El artículo

Lunes SANTO





Nuestra Se単ora de los Dolores (Santa Cruz) - Martes Santo



Apuntes

MARTES SANTO

Después de un infortunio casi sin parangón que nos tuvo sin tres martes santo entre 2011 y 2014, por fin el año pasado pudimos disfrutar de una jornada esplendorosa y no solo en lo climatológico. Ojalá el próximo martes santo se parezca todo lo posible al último del que hemos podido vivir. Y que las nubes se alejen de la vertical de la ciudad tolo lo posible y más. Como es habitual en esta página, arrancamos llevándole al Cerro para vivir un ambiente lejos de los cánones más clásicos -en cuanto a entornos- de los días de nuestra semana santa. Además puede convertirse en una salida muy peculiar por cuanto podría ser la última en la que la joven pero consolidada hermandad lo hace con dos pasos, ya que para 2016 está prevista la incorporación del tercero. Pero hasta entonces, quedémonos con los escenarios antes mencionados en el entorno de su populoso barrio o la comodidad de verla pasar por la Plaza Nueva, poco tiempo después de que en la calle Feria hayan salido Los Javieres, también muy recomendable ver, de regreso, por San Juan de la Palma. Pero si hay una salida que merece la pena la espera, las apreturas, y todas las incomodidades que imaginarse puedan es la de San Esteban: por la casi imposible puerta ojival su paso de palio obra el milagro de cada semana santa. Si no está para semejante envite, quizás verla en la Plaza de la Pescadería pueda ser una buena, aunque no sencilla, opción. La tarde sigue ofreciéndonos citas que se convierten en ineludibles, como por ejem-

plo, el tránsito de la cofradía de Los Estudiantes por el Postigo y las calles del barrio del Arenal, aunque resulta más cómodo verla -de nuevo- cruzando la Plaza Nueva. De todos modos, hagan cuento puedan para estar en el entorno del Alcázar cuando la noche empieza a echársele encima al cortejo. San Benito obliga a fijar varios puntos porque sería imperdonable no deleitarse con sus tres pasos a lo largo de este martes. La amplitud de la calle Luis Montoto a la salida se convierte en relativa por el multitudinario acompañamiento, así que aguarde a la noche para esperarla casi en el mismo punto, cuando deja atrás la vieja ciudad a través de la Puerta de Carmona Y si la noche es buena aliada para casi cualquier cofradía, aun más si se trata de La Candelaria y “sus” Jardines de Murillo, aunque antes, bien bajando por la Alfalfa, bien en la Plaza de la Contratación tras abandonar la catedral, podrá encontrar escenarios propicios para extasiarse con su paso de palio. Santa Cruz, por fin, recuperó su itinerario antiguo, dejándonos bellísimas imágenes a su paso por el Salvador o a la vuelta, ya bien entrada la noche, cuando cruza la maravillosa Plaza de la Alianza. Y más tarde aún, San Lorenzo recibe de vuelta a la cofradía del Dulce Nombre, cuya entrada -tardía, sí- les recomendamos encarecidamente si las fuerzas se lo permiten, aunque debe ser dicho que un par de horas antes y por delante del Ayuntamiento, pueden verla con relativa comodidad, cosa casi imposible en las angostas calles que conforman su trayecto de ida hacia la carrera oficial. .


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Ruán de Martes Santo por Antonio

Burgos

to que le hervía la sangre a los hombres del muelle con aquel soniquete monótono y malage.

Este ruán que ahora llega lo conozco de siempre, lo he visto tantas veces en este Martes Santo... Yo veo cada año al mismo nazareno, que quizá no haya muerto porque aún no ha nacido. Este ruán lo conozco y conozco el esparto, Conozco al nazareno, su cera de tinieblas, sus sandalias, su mano desprovista de anillos, tan azules sus venas, tan blanca sobre el negro, apoyada en el pecho. Años lo llevo viendo en este Martes Santo, en este mismo sitio, bajo este naranjo, música de capilla del canario que canta al balcón solitario en jaula de geranios. Tenía calzón corto y un tranvía de lata, un gato en la azotea y un lunes con colegio, cuando este nazareno pasaba con su cirio. El mismo nazareno que luego contemplara estrenando la sangre, una novia a mi brazo, la vida por delante y el mundo por montera. El que luego una tarde le enseñé ya a mi hijo cuando apenas sabía pedirle un caramelo. El que ya sin mi madre planchándome la túnica y sin mi padre oyendo saetas por la radio sigo viendo este Martes. Es el mismo de siempre. Cambia todo en Sevilla, el ruán permanece. Permanece el esparto, la sandalia, la cera, el negro capirote, el escudo bordado, la mirada de siempre del mismo nazareno. Las sedas de aquel manto de primeras puntadas y fotos en la sala de cabildos de entonces, las pasaron cien veces a terciopelo nuevo. Los dorados cuarteles de aquel viejo estandarte cambiaron por el nuevo, custodia y ostensorio, sacramental ahora por esa plata vieja, el retablo de ánimas y aquel farol de mano. El palio ya es distinto, distinta la manera de tocar esa banda, ahora tanta alegría donde antes sólo iba un triste tamborci-

Aunque todo ha cambiado, aunque aquellos corrales ya no tengan pestiños ni copas de aguardiente aguardando centurias de Roma y mariquillas; aunque no quede uno de aquellos que en la foto celebran el quinario con un arroz de venta y un fraile dominico con un pico de oro, que predica cantando, pues dicen que es gitano y la gente lo sigue desde Radio Sevilla; aunque aquel viejo párroco ya no vaya de preste con cirio y con breviario detrás del nuevo manto; aunque aquella Sevilla tan sepia y tan cercana ya no exista ni exista la casa de tus padres, las cajas con las fotos del frente y de la boda, el batón del bautizo, la peina en el altillo, mantones enrollados en papeles de seda, la túnica que un día servirá de mortaja, te la encuentras ahora, como siempre, infalible. Tú conoces de sobra a esos nazarenos, ruán que permanece y al que ahora te aferras lo mismo que esa mano el antifaz atrapa. No marcó ni un minuto el reloj de la Plaza desde entonces: lo sabes al ver al nazareno. Pregona su victoria porque al tiempo ha vencido, Giraldillo triunfante que lleva en vez de palma un cirio en su cadera, que da la luz de siempre. Es mentira, no han muerto aquellos nazarenos que le dieron grandeza a este rito de siglos. Te lo ha dicho esta tarde, porque es Martes Santo, ese alto, soberbio, de andares señoriales, que has visto tantas veces, de ruán y de esparto. No mueren en Sevilla los viejos nazarenos. Se reencarnan en estos que ves el Martes Santo. Aunque nada es lo mismo en ellos permanecen memorias remansadas del tiempo detenido. Venga, vamos, que tienes otra vez siete años y tu tía te lleva a ver los nazarenos. Venga, coge esa cera, pon la mano, Antoñito, cuidado, no te quemes, qué grande está la bola. Caramelos no pidas, que éstos son de silencio. Todo es de silencio aunque sea de capa, que de capa te abres ante el toro del tiempo cuando pasa esta tarde ese ruán tan antiguo de tramos y más tramos de nazarenos muertos que visten este Martes de nuevo sus mortajas.

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Martes SANTO





SantĂ­simo Cristo de las Siete Palabras - MiĂŠrcoles Santo



Apuntes

MIÉRCOLES SANTO

Se van consumiendo las horas y la velocidad de vértigo nos lleva casi sin solución de continuidad a encarar el ecuador de la semana santa. Las experiencias acumuladas en las jornadas previas, aun a sabiendas de la cantidad y calidad de las mismas, no tendrán nada que envidiar con lo que le deparará una de las jornadas con más “personalidad” de todas las que componen la forma en la que esta ciudad entienda la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. San Bernardo se convierte en el epicentro de las grandes sensaciones, y es que una vez al año el barrio vuelve a ser, por unas horas, un poderoso imán para todas aquellas familias cuyos orígenes e historia se forjaron entre sus calles. Evidentemente la salida y todo el recorrido hasta que sube el puente -no hace falta decir qué puente...- es un hervidero de gentes, pero merece la pena, al igual que su recorrido por el barrio de Santa Cruz una vez que abandona la Catedral. La mañana es para La Sed y otro barrio aún más lejano pero que con el paso de las décadas conforma ya una parte esencial de lo que se entiende por un miércoles santo según la Sevilla extramuros. Si no encaja con su planificación, anote la tarde en la Cuesta del Rosario o la Alfalfa. El Buen Fin pasa por la siempre cómoda plaza de San Antonio escasos minutos después de su salida. Allí, o poco más tarde por San Lorenzo, podrá deleitarse con una cofradía imprescindible en la jornada de hoy. E igual de recomendable debería ser estar en los primeros metros de la hermandad del Cristo de Burgos, a las puertas de la parroquia de San Pedro, aunque la noche y el camino desde la

Alfafa hasta que apenas una hora el paso de Madre de Dios de la Palma se despida después son escenarios de solemne recogimiento. Con el paso de los años, se va consolidando la joven hermandad del Carmen Doloroso: su cortejo va siendo cada vez más numeroso y se nota el buen hacer de quienes, en apenas una década, han logrado que esta cofradía tenga ya su status en la jornada. Siempre es cómodo verla por la Alameda, nos repetimos año tras año, y también, a la vuelta, cuando deja atrás la Alfalfa. Y por la misma Alameda les aconsejamos vean los pasos de La Lanzada, aunque si no tienen tiempo hasta más tarde, merece muy mucho la pena el tiempo que inviertan en la plaza de San Martín para verla entrar. Con Los Panaderos se hace más complicado invitarles a que estén esperándola a las puertas de su angosta capilla, ya que la entrada es muy concurrida a pesar de la hora. Mejor aprovechen para verla por el Salvador un poco antes, o incluso a la salida de la catedral, donde, por la hora, no debieran pasar por muchas apreturas. Las Siete Palabras repite el itinerario de ida por el barrio tras el éxito de 2014. Quizás en la Puerta Real o en la Plaza del Museo a la ida, o bien en las puertas de la parroquia de San Vicente en las primeras horas de la madrugada, pero no puede perderse los tres hermosos pasos de esta muy antigua corporación. Y el Baratillo... ¿dónde? La respuesta es fácil: donde pueda. Y es que si gente hay en la calle Adriano cuando sale, no menos a la vuelta por el Postigo. Así que por San Pablo a la ida o saliendo de la catedral, por la Plaza del Triunfo, pueda contemplarla con algo de amplitud.


RESOLANA

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SIETE PALABRAS LOS PANADEROS

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Disfrutando de Sevilla por Raquel

Desde siempre he vivido muy intensamente la semana santa de Sevilla. Y si bien el día importante para toda mi familia era, y es, la madrugá, tengo magníficos recuerdos del miércoles santo, una jornada muy bonita, muy sevillana, y un tanto especial porque es la antesala del día (con su noche) más particular de todo nuestro calendario. Mis primeros recuerdos del miércoles santo son viendo San Bernardo, que por entonces era la primera en pasar ya que la Sed aún salía solo por su barrio el viernes de Dolores, en las sillas que tenían mis padres en la Avenida. Allí nos reuníamos un montón de chiquillos -primos, amigos- y pidiendo cera y caramelos empezábamos a aprender, a darnos cuenta del gran espectáculo que teníamos ante nuestros ojos; aunque, para ser sincera, creo que la personalidad cofrade de cada sevillano se forja durante una época preciosa de nuestra vida: la adolescencia. Y es que con esa edad, ya saliendo en pandilla con los compañeros de colegio, es cuando yo empecé a exprimir cada miércoles santo, aprovechando desde las primeras horas de la tarde y quedándome siempre hasta que la última se recogía, que era La Lanzada, aunque luego ocupó ese puesto Los Panaderos. Y en esos años, y esos días, aprende uno a conocer la ciudad, a moverse por sus calles... ¡y es que la semana santa nos forma también como habitantes de esta ciudad!

Revuelta

Durante los muchos años que viví en la calle Baños le cogí cariño a las hermandades del barrio de San Vicente: si el lunes me entregaba especialmente con Vera Cruz y el Museo, recuerdo que cuando llegaba el miércoles sentía mucho a Las Siete Palabras, que me pillaba tan cerquita de casa. Y aunque me gusta especialmente ver las cofradías desde la calle, también tengo la fortuna de contar con no pocos amigos que me invitan a sus balcones y me hacen pasar unos ratos maravillosos. En casa de mi querido Paco Cerrato, en la calle Francos, disfruto cada año de grandes momentos, como por ejemplo cuando pasa el Cristo de Burgos, con toda la solemnidad de las luces de la noche. Y también me sirve como refugio cuando me toca hacer de cicerone, atendiendo a los amigos que nos visitan estos días y a los que cuesta trabajo mover por las bullas que se forman en nuestras calles: benditos balcones cuando se tiene que hacer de embajadora, porque de imaginarme con alguno metido en la vorágine del Salvador a determinadas horas, o en el Arenal cuando sale o vuelve el Baratillo... Y otra cosa que me fascina de estas fechas es la gastronomía propia de nuestras costumbres, esas recetas tradicionales con el bacalao o las espinacas, esas torrijas y pestiños... Por razones de trabajo siempre he tenido que cuidarme mucho, pero gracias a Dios la genética me ha permitido sucumbir a la tentación que es la cocina de cuaresma, tan sevillana. Me encanta mantener y cultivar las tradiciones de mis mayores y esta faceta también es muy importante para la personalidad de nuestra ciudad y su forma de entender la semana santa. Y Dios quiera que el trabajo no me lleve fuera de Sevilla en algunos de estos días tan maravillosos e inigualables, porque hay que ver lo que pega la morriña cuando sabes cómo se está viviendo aquí y tú te ves obligada a estar alejada...¡Eso sí que es una buena penitencia!

El artículo

Miércoles SANTO



Nuestro Padre Jes煤s de la Pasi贸n - Jueves Santo



Apuntes JUEVES SANTO

Hoy es la mañana de templos abarrotados, grandes colas para ver las hermandades de la jornada y las que habrán de procesionar en la inminente madrugá, señoras vestidas de mantilla como mandan los cánones y trajes azules junto a toda la gama cromática en las corbatas que lucen los sevillanos que, más que nunca, hacen del día de hoy el verdadero epicentro de las sensaciones que están por venir. Los Negritos estrena, o retoma, recorrido en su camino hacia la carrera oficial, así que no estaría mal verla en la plaza del Salvador a la ida, incluso en la calle Tetuán, o bien dejar para la noche entornos más clásicos en la historia de la corporación, como la muy concurrida Plaza de Pilatos. También a mediodía se ponen en la calle los dos pasos de Las Cigarerras, en el lejano y feriante de Los Remedios. Allí es muy cómoda verla, también horas más tarde en el puente o en la plaza de Cuba, pero ese paso de palio merece mejor “escenografía”, como cuando cruza el Arenal en las primeras horas de la tarde. La Exaltación ve más cerca que nunca su retorno a la que ha sido su casa, aunque la ansiada salida desde San Catalina habrá de esperar todavía. Por la hora en la que se pone en la calle y su localización, en Los Terceros, resulta muy complicado encontrar un hueco donde poder disfrutarla. Tampoco es que sea muy fácil horas más tarde, pero sí que a la vuelta, en el dédalo de calles que la traen de regreso una vez queda atrás la Alfalfa. Y con Montesión, pasa lo mismo, resulta más

sencillo disfrutar el cortejo con la caída de la noche - preciosa por San Juan de la Palma-, porque con excepción de la amplia Alameda, o en su nuevo discurrir por la Plaza del Pan o la Encarnación, habrá mucha gente por la tarde que pretenda lo mismo que usted. El Valle adelanta su salida y amplía su recorrido ligeramente para descomprimir la jornada, así que espérela en la Plaza de San Andrés o metros más tarde en Amor de Dios-San Miguel si es que el regreso por Tetuán, Rioja y Cerrajería, mucho más íntimo, le resulta incompatible con otros planes. Ver la salida de la Quinta Angustia requiere de un ejercicio de paciencia, por cuanto hay que estar allí con mucha antelación ante el gentío que se acumula en las puertas de la parroquia de la Magdalena, así que espérela mejor a la salida de la Catedral, o por las calle Castelar o Zaragoza. Aunque el magnífico paso de misterio “puede con todo”, con la noche gana aún más. Y Pasión. No habría manera de explicar cómo vivir un jueves santo en Sevilla sin ver la portentosa talla de Martínez Montañés sobre el no menos descomunal paso de plata del gran orfebre Cayetano González. Su itinerario no ofrece amplios espacios, así que juegue con la inercia de la inminente madrugá para aprovechas las últimas horas del jueves santo sin dejar de lado, cómo no, el paso de la Virgen de la Merced, con una elegante acompañamiento musical que, hasta hace apenas unos años, fue objeto de un debate hoy sabiamente cerrado.


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Sevilla tiene un color (más) especial por César

Cadaval

dad de la Esperanza de Triana en nombre del Gran Poder. Así que, respetuosamente y con el tácito y cariñoso permiso, me fui andandito de inmediato para la calle Pureza y, con los galones otorgados, pedí también la venia. Un momento muy íntimo y que me llenó de una profunda satisfacción.

Hoy es jueves santo y estamos, sin duda, ante la jornada más completa de la semana santa según esta ciudad. Es el día que colma todas las aspiraciones del sevillano, el que conmueve a todo aquel que nos visite, el que satisface a quien quiere quedarse sólo con un pellizquito o a aquel que esté dispuesto a juntar cantidad y calidad, porque de ambas vamos hoy sobraos. Hoy es el día de los trajes azules, de la gente bien vestía y de las señoras ataviadas según la tradición que esta ciudad marca en el código eterno de su etiqueta. Como dice la canción que popularizaron “Los del Río” y de la que servidor es coautor de la letra, hoy es más rotundo que nunca aquello de que “Sevilla tiene un color especial...”, a lo que también añadiría, al hilo de lo mencionado anteriormente, “...y a la mujer de mantilla, me gusta verla pasar”. Y es que esta mañana de jueves - qué bonita, qué sevillana- con las visitas a los templos, con las colas de gente dispuestas a pasar horas y horas para ver unos segundos a la imagen de su devoción... Precisamente un día como el de hoy cumplí hace años uno de mis grandes sueños: hacerme hermano del Gran Poder. Aquel día, una vez prestado el debido juramento, le pedí al hermano mayor que me autorizase para, ejerciendo de trianero y dado que es tradicional que desde San Lorenzo cinco nazarenos le pidan la venia a la Macarena, hacer yo lo mismo de un modo cariñoso a mi herman-

Pero volviendo al relato de hoy, jueves, es imposible sentirse ajeno al bullicio que se forma en la salida de los Negritos; a la emoción -cuánto me gusta verlo allí- del paso de la Exaltación al doblar la esquina del Rinconcillo para enfilar Gerona; a la categoría y elegancia del Señor de Pasión cuando viene por calle Sierpes y entra en la Plaza, en los palcos; al señorío del impresionante misterio de la Quinta Angustia, al que he tenido la fortuna de poder verlo salir desde la parroquia de la Magdalena...¿es que hay alguien que no se quede prendado de ese paso? Y los palios, ¡qué palios tan bonitos se pueden ver hoy! Porque si es maravilloso el paso de la Virgen del Rosario, con su manto recogido a la cintura, qué decir del de las Lágrimas, después de su reciente y magnífica restauración, o el de la Virgen de la Victoria, que para mí es un punto y aparte, y es que no se puede andar mejor, con más clase, con más categoría. También, aunque en un estilo radicalmente distinto a los cánones clásicos, me encanta ese paso tan peculiar de la Virgen de los Ángeles y, por supuesto, el de la Merced de Pasión, una demostración palmaria de la serenidad y el equilibrio entre la belleza de una imagen y el arte de sus bordados o su orfebrería. Y parafraseando a Machado con su popular último verso “...y Sevilla”, yo me despido de ustedes hoy con esta tres palabras que reflejan una de mis grandes devociones marianas, junto a mi Virgen de la Estrella: ...y el Valle.

El artículo

Jueves SANTO


MARÍA GALIANA “SEVILLA Y SU SEMANA SANTA NECESITAN RECUPERAR EL SENTIDO DE LA MEDIDA” por Juan Salas Rubio

Fotografía: Salazar-Bajuelo y archivo ABC

La cuaresma de María Galiana Medina no conoce tregua. Así lo fue durante su vida “civil”, como profesora de Historia e Historia del Arte en varios institutos de Sevilla, y aún lo es más desde que en 2000, ya jubilada, se incorporó plenamente al mundo de la actuación, donde ganó un Goya por Solas y formó parte del elenco de la oscarizada Belle Époque. Reconocida actriz, entrañable figura para varias generaciones de españoles gracias al papel de doña Herminia en Cuéntame, lleva casi 15 cuaresmas en la más absoluta de las vorágines. Nos atiende en su casa de Madrid -”mi piso, porque mi casa de verdad es y está en Sevilla”- y a pesar de que la jornada de rodaje en la serie la obliga a madrugar, nada consigue frenar su discurso. Un torrente de serena sabiduría sobre Sevilla, los sevillanos, y la Semana Santa. A punto de cumplir los 80, impresiona cómo esta mujer relata pormenorizadamente nombres, fechas, lugares. No deja atrás un detalle. Un placer, un lujo, una clase práctica sobre la vida y nuestra ciudad en boca de una maestra en todas las acepciones. María, denos sus coordenadas cofrades para empezar... Nací en Triana, en la calle Constancia. Mi familia materna, los Medina, eran -y siguen siendo todos- de la Estrella. Mi tío Blas fue el hermano mayor en 1932, cuando la conflictiva salida... Es la cofradía “de la casa”, aunque nunca he sido hermana, no me veía en ese papel porque mi devoción no necesita de esas adscripciones. Y luego, con los años, sí me hice hermana de la Carretería, de la que siempre me sentí muy cercana por los años que pasé viviendo en el Arenal, donde también vivió mi abuela. La verdad es que conozco desde hace bastante a la hermandad y a muchos de sus hermanos, hemos

crecido juntos. Aquí he tenido numerosos y buenos amigos. Y se presentó un día, en 2004, Jose María Sainz, entonces hermano mayor, y no supe ni quise decirle que no. Pero usted, de quien aprendió a conocer y vivir la semana santa, fue de la mano de su padre. Pues sí, como casi todos, ¿no? Yo tuve la gran fortuna de compartir muchas experiencias con mi padre, que era del Calvario, donde salía quizás atraído por su condición de hermandad humilde y modesta, las alpargatas... Yo era hija única y la figura de un padre, ya se sabe. Y mi madre, que por promesa salió un año detrás del Cristo, aunque no metida entre los nazarenos sino de una manera más lejana, sin estorbar, pero igual de efectiva, aunque ella era devota del Gran Poder, de las que no perdonaba un viernes sin visitarlo en la plaza. Re-


cuerdo uno que se le hizo tarde y cuando cayó en la cuenta, se fue andandito -vivíamos en Don Remondo, en aquellos años sí que era una distancia para una mujer, sola y de noche- a verlo, a sabiendas de que la Parroquia estaría ya cerrada. “Mamá, ¿dónde vas? Ya no vas a poder entrar”, le dijimos. Y ella, rotunda, nos respondió con una frase que creo que retrataba a la perfección el grado de su devoción: “Me da igual, si no puedo verlo, le rezaré al azulejo de la plaza”. Sabemos ya de dónde viene, pero no me negará que todo buen sevillano tiene, también, devociones ocultas. Soy muy selectiva desde el punto de vista artístico... [duda]. A lo mejor Pasión, por aquello que me contaba mi padre, recreando la salida del Señor delante del mismísimo Martínez Montañés como espectador... Me gusta, porque a pesar de ser una cofradía grande, no es muy popular en el sentido que ahora se entiende. Ya le he dicho que la Estrella, una talla increíble y mi “Penitas”, eso no es nada oculto. Otra que me tira mucho es San Benito, qué composición tiene ese paso de misterio; y esa Virgen de la Encarnación, una talla espléndida del XVII... ¿Y de entre las hermandades más nuevas? Varias, sí. Como San Gonzalo, que la vi salir por primera vez en casa de unas amigas mías junto al mercado de entradores. Y, por cierto, no me gusta esta moda de las imágenes de Cristo, ahora todos mirando hacia adelante, hacia el pueblo. Ya no podemos hablar de “ante” Herodes, Caifás... Menos mal que en el Dulce Nombre sí podemos decir que va ante Anás. Y también Santa Genoveva, el Cautivo del Tiro de Línea, que es una gran cofradía, muy seria pero con mucho entusiasmo, muy bien llevada por los Villanueva. Recuerdo a mi padre cuando me decía, sorprendido, claro, en aquellos tiempos, “Mariquita, ¿de dónde te crees que van a traer una cofradía? ¡Desde más allá de las vías del tren!”. Anda que si mi

padre levantase la cabeza y viese lo del Polígono o el Cerro... Allí, por cierto, disfruté mucho de la mano de Charo Padilla, con eso del himno de Andalucía, el barrio, su gente, es una semana santa distinta pero que merece mucho la pena ver y conocer. Vamos entonces de aquellas semanas santas de su niñez a las de ahora... Se ha perdido y se ha ganado, aunque el balance no es del todo satisfactorio. Yo he conocido semanas santas donde todo era muy escaso, y no sólo patrimonialmente. Aquellos años donde los pobres costaleros -que llevaban saliendo 6 días ya, seguidos, y sin relevos, ojo- del paso de la Mortaja no podían con él en Doña María Coronel y había que buscar ayuda en cofradías de la zona que ya se hubiesen recogido. Y la pobreza más absoluta, en las flores, en las túnicas descoloridas, en el poco cuidado que se le podía ofrecer a los bordados de un manto, a una candelería. Recuerdo ver a la Virgen de la Victoria antes y la veo ahora, o la Estrella con lo que la Macarena le prestaba... Pero de eso hemos pasado a un esplendor, a una abundancia desmedida. Nada más hay que ver cómo llevan ahora los pasos, cuántos costaleros haciendo tantas cosas sin sentido de la medida, en algunos casos dando un espectáculo casi circense... Entonces, ¿es usted crítica con estos tiempos donde se habla de la edad de oro de la semana santa? Pues sí, le pongo un ejemplo: desde el balcón de la casa de mi hija, en la calle Odreros, he visto irse un paso y detrás, mirando yo a izquierda y derecha, hasta la esquina con la Cuesta del Rosario ¡sólo se veían músicos! Una de las cosas más características de Sevilla es el sentido de la medida; la medida lo es todo, y sin ella, no hay momentos, no puede ser. Fíjate en el desmesurado crecimiento, como lo que está ocurriendo con algunas de las vísperas, que le han cambiado la cara a la Semana Santa. No es que yo defienda una posición casi “arqueológica”, pero por favor, que no me la desbaraten.



Algo habrá que le hayan regalado los nuevos tiempos Hay situaciones que sí me sorprenden, y para bien. He tenido grandes “descubrimientos” como ver a la Virgen de Consolación bajar por la calle Jesús de las Tres Caídas camino de Águilas al los sones de “Rocío”. O lo bonito que es cuando pasan por la estrechez de Placentines, donde está mi casa, Vera Cruz y Las Penas. Y otra cosa, la Virgen de las Aguas a los sones de Nuestro Padre Jesús en Alemanes esquina con Hernando Colón, uno de mis hallazgos más recientes... aunque como la gente se ha orientado, cada vez van más y en lugar de una vez, da tiempo a que le toquen la marcha dos o tres veces, y eso no debería ser. Aunque no quiero ser del todo negativa, recuerden: la medida, la medida... Eso es en su balance particular, pero, ¿y en el general? Lo mejor que le ha pasado a la Semana Santa actual es el auge de la juventud, la fuerza que están tomando, lo mucho que se entrega la gente joven. Que estén tantos y tantos por la labor de las cofradías... antes estaba todo en manos de una generación muy veterana y esto ha cambiado. Aunque tengo que pedirle a esa juventud que exija a sus mayores que les transmitan esos “valores fundamentales” de la Semana Santa, así, con mayúsculas, que no se pierdan en detalles vacuos, tan de moda ahora por ejemplo con lo que ocurre con algunos vestidores, que pueden hacer que una hermandad pierda su personalidad. Recuerdo al pobre Antonio de la Banda y Vargas quejarse de que algunos pasos de virgen -no me gusta nada eso de llamarlos palios- parecen carretas del Rocío. Otros tienen pinta de estar patrocinados por Interflora, como si fuesen la Virgen de los Reyes, con las flores saliendo por las esquinas. Le pido a los jóvenes que sigan empujando a la vez que hagan por saber contenerse. Nuestra semana santa no entiende de desmadres y excesos, y eso lo deben aprender cuanto antes, mejor. Otro gran cambio: el papel de la mujer en toda esta representación, ¿verdad? Y tanto, no solo por el auge de las nazarenas, fíjate que hasta hay una mujer, Maruja Vilches, como Hermana Mayor en Los Javieres, y ya en casi todas las juntas de gobierno. La verdad es que yo no me hubiera podido imaginar hace cincuenta, cuarenta años, lo mucho

y bueno que nos depararía el futuro a las mujeres que amamos las cofradías. Mira, en mi hermandad de la Carretería, mi amiga Pilar Alberich, arquitecta, era la responsable de la obra de rehabilitación de la casahermandad junto a su marido, Jaime López de Aisian, y tuvo que exponer su proyecto en el cabildo y luego irse... ¡porque entonces una mujer no podía estar allí con voz y voto! Con lo mucho que domina usted la materia, lo bien que habla y se desenvuelve, ¿nunca le han ofrecido dar un pregón? Varias veces, sí, pero no tengo ni la más mínima gana. No me gustan en general los pregones, creo que se confunden mucho con determinados tostones teológicos, cuando el pregón tiene que ser algo alegre, vivo, emotivo, una llamada para convencer y acercar incluso al de fuera, porque el de aquí ya está en el canasto... Me acuerdo, y para bien, del de Joaquín Caro Romero, tan macareno él, con sus guiños a Triana; o el brillantísimo de Carlos Herrera; y aquel arranque de Antonio Burgos, “¿estáis

puestos?”. No, no me gusta el Pregón, ni su escenografía, ni el excesivo politiqueo que hay entre las gentes de las hermandades ese día, que a veces confunden el cargo, creyéndose con derecho a tal fila, tal puesto, como si fueran ministros... Nuevo salto al presente: ¿qué le sorprende cuando ve una cofradía a pie de calle? Hoy en día, ver una cofradía en la calle, con tantísimo nazareno se ha convertido casi en un suplicio. Y no es que sea malo que haya


tanta gente vistiendo la túnica, no, pero sí que ha acabado con el público que se veía una cofradía de la cruz de guía hasta el último músico, que íbamos a admirar no solo las tallas, sino las insignias, la propia disposición del cortejo. Ahora ya no hay quien pueda, y es que la mayoría tardan casi una hora en pasar, algunas veces con los nazarenos apelotonados, con lo cual dime tú quién va a poder reparar en la belleza de un simpecado, de un bacalao o de un juego de bocinas... Y no es culpa tanto de la cantidad, sino del ritmo que muchas veces impone el excesivo lucimiento de los costaleros, ojo. La gente ya no ve cofradías, solo pasos. De todos modos, y por mucho que sé de amigos que me invitan a sus casas, a sus balcones, no me prodigo demasiado porque me aburro o porque no me llega, sobre todo en los palcos: ves pasar tantos nazarenos que hay un momento en que, aunque no lo pretendas, ya no te fijas en nada. Y es que es muy difícil hacer hoy en día un des-fi-le pro-ce-sional en condiciones. No hay más que ver cómo ha cambiado los cortejos en la Plaza de San Francisco o en la Avenida, hoy todo es más estrecho, más palcos, más sillas. Ahora no se ve ná, todos encima unos de otros, no hay espacio para disfrutar con la perspectiva...

Y más presente todavía: ¿sabe que en estas previas de la Semana Santa no se hablado de otra cosa que de los cambios y horarios de la Madrugá? Sí, y resulta que se llegó a plantear como solución algo que se había hecho ya hace medio siglo por lo menos, ¡que yo lo he visto! Mira, recuerdo perfectamente al Silencio volviendo por San Andrés, con Salvador Dorado El Penitente mandando, que le dio un porrazo tremendo a la crestería de “Doña Concha” con el letrero de una pensión. Tiempos donde ya iban alguno costaleros que sí eran hermanos - Juan Carlos Pardo, David Fernández Troncoso, a quien vi de niño vestido de paje...- y es que parece que hasta el 73 todo era cosa de profesionales, pero no: había pocos, eran minoría, pero ya en los 60 estaba esa semilla bien plantada. Ahora leo que han vuelto a llevar el paso en un ensayo por la misma estrechez, a ver si cabe...


Pero no solo parece que afectarán los cambios al Silencio... Bueno, ya sé, lo del Gran Poder... al que también he visto regresar por Cuna, que era algo maravilloso, pero ojo, que lo de Castelar y Molviedro, aunque más largo, también es muy bonito. Con lo que no estoy nada de acuerdo es con lo de que la Macarena vaya por Puente y Pellón. Allí ya dejó claro la Amargura hace años que no, que eso no funcionaba. Es una calle que no sirve, una pena que se pueda plantear un cambio a peor, a mucho peor. Este año parece que será el último sin cofradías desde Santa Catalina... Qué alegría lo que está pasando ahora, menos mal... Allí estuve yo en una actitud casi beligerante, dispuesta a decirle las verdades del barquero a quien fuese, porque aquello era una vergüenza intolerable, comparable a lo que han hecho ahora los del Estado Islámico en el museo de Mosul. Cuando yo llevaba a mis

o Carmen Castilla, a ver los Sagrarios, los Oficios... Íbamos andando a todas partes, e incluso también nos vestíamos el viernes santo, pero siempre con el sentido de la medida. Y es que eso de ver mujeres delante de los pasos, por las calles, a las diez de la noche todavía ataviadas como si fueran las doce de la mañana... Afortunadamente, y después de una época en desuso, parece que ha vuelto con fuerza. Y eso es gracias a que hay muchas posibilidades. Antes solo podías vestirte si había en casa una mantilla de tu madre. La mía, sin embargo, era de mi abuela y recuerdo haberme comprado mi primera peina en la calle Don Pedro Niño. Y el cariño con el que me hacía el traje para el jueves santo la madre de mi querido Manolo Rodriguez, María Ruíz, en la calle Teodosio. Hoy en día la oferta es abundante, lo cual abarata los precios y lo pone al alcance de muchas más mujeres. Para una buena semana santa, ¿además del buen tiempo?

alumnos en una de mis clases, que la hacía andando con ellos por Sevilla, casco-ensancheperiferia, los obligaba a pasar por Santa Catalina para que viesen el único ábside visigodo que quedaba en Sevilla. ¡Cómo lo han podido descuidar durante tantos años! Aquello es una conjunción maravillosa entre el mudéjar, lo musulmán, barroco, gótico por la puerta que da a El Tremendo... Y te voy a decir una cosa: si no es porque dentro hay una hermandad, y una hermandad puntera como es La Exaltación, en lugar de 8 aquello está 18 años cerrado. Dejemos la rigurosa actualidad. Es usted una mujer cofrade nada convencional, pero sí que le gustan algunas tradiciones como vestir de mantilla Yo me he vestido mucho de mantilla, de jovencita con mi padre y de novia de mi marido. Salía también con mis amigas, como por ejemplo la archivera Antonia Heredia Herrera

¡Unos zapatos tan buenos como cómodos! Yo tenía lo más elegantes posibles, con su tacón, pero no esos que se ven ahora, que parece que algunas van subidas a una escalera. Y he llegado a tener zapatos solo para semana santa, como los que vendían en la calle Regina, que de lejos parecían zapatitos con borlones pero que en realidad eran unas cómodas zapatillas. Cuando yo era muy chica, con 5 años, íbamos andando a ver la entrada del Cachorro y volvíamos por el antiguo puente de tablas de Chapina, cogíamos por Alfonso XII y llegábamos a ver Santa Marina, que era como se conocía antes a La Mortaja. Fíjate lo que sabré yo de andar en Semana Santa... Aunque hasta hace relativamente poco se podía ir en coche a callejear y ver cofradías. Yo me he ido, ya con mi padre muy mayor, en mi 127 (para los más jóvenes, un pequeño utilitario fabricado por SEAT, muy popular en los 70) por San Lorenzo, casi llegar a la plaza y ver salir a la Bofetá. O el jueves santo, montarlo rumbo a Los Remedios -eso era más fácil, lo sé- para que el pobre viese Las Cigarreras. Algo ya imposible y casi increíble para las nuevas generaciones.



Pero a pesar de las masas y de las distancias, hay que saber moverse, andando por las calles o entre la bulla, ¿verdad? Ese arte lo tienen bien aprendido los sevillanos. Yo, por ejemplo, tengo por costumbre meterme poquito a poco el domingo de ramos entre las muchísimas personas que están en la plaza del Triunfo para ver salir a la Estrella de la catedral, porque allí busco a mi sobrino Blas Medina, que lleva la manigueta trasera derecha de la Virgen, y a un primo hermano mío, también llamado Blas Medina, que va de última pareja, y consigo llegar hasta ellos y echar un ratito de charla, y hay años que sólo nos vemos en ese rato, nada más. Y después están esas calles, que parecen hechas nada más que para callejear y rodear el paso de las cofradías en semana santa: Divina Pastora, Palacios Malaver, Espíritu Santo... La verdad es que estos días sirven para que los jóvenes aprendan a conocer mejor nuestra ciudad.

sin el programa y saber por dónde debe andar la cofradía que busco o a cuál me puedo encontrar si tiro por determinada calle. Aunque me gusta porque dan muchísima información, como quiénes son los capataces o la banda, a las que, por cierto, les pido marchas clásicas, porque hay algunas que mejor... ¡mejor ni hablar del tema! María, vamos terminando, la dejamos disfrutar de estos días... Pues sí que lo hago, a pesar del trabajo que tengo grabando Cuéntame. Pero es verdad que en estas fechas se activan ciertos resortes: qué me apetece un bacalao con tomate, un buen arroz con leche cuando uno llega a casa tarde de ver cofradías o unas torrijitas, esas ruedas de calentitos de la mañana del viernes

¿Le gusta ejercer como anfitriona? No me importa ni me molesta recibir visitas de amigos, pero en su justa medida. Pienso que para un sevillano, la semana santa necesita hasta de ratos de soledad. Yo no soy de moverme en pandilla, y menos si hay gente de fuera, que no entienden los códigos de la calle y de la bulla en estos días. Aunque sí sé de algunos que llegan y rápidamente quedan prendados, como Borja Sitjà o Patrice Chéreau, el gran director francés que llegó a tener casa en Sevilla y que se enamoró de la ciudad y de nuestra semana santa. De todos modos, si me dan a elegir, les recomiendo que

santo... Es como el ramadán de los musulmanes, nosotros también tenemos nuestros ritos y nuestros alimentos. Y la luz, cómo es la luz que te anuncia que está llegando la semana santa... La veremos por nuestras calles, lógicamente... Ni lo dude. Si cuando era joven y vivía en Madrid era capaz de venirme sola, en un vagón de 3ª y embarazada, a disfrutar de la semana santa, cómo no lo voy a hacer ahora, teniendo las comodidades que tenemos y una casita que está donde está la mía. Desde luego que mientras Dios me dé salud, por ganas no va a quedar. Y no puedo faltar a mi cita con mis vírgenes, la Estrella y la del Mayor Dolor.

vengan en otra fecha a verme. Como mucho, voy con algunas de mis hijas y mis nietas. Pero mientras menos seamos... Y eso que tengo muy buenas pandillas de amigos que son de fuera pero que han aprendido a ver y disfrutar la semana santa, pero yo quiero y necesito mi espacio. Soy capaz de salir a la calle

Buena Semana Santa, María Que sea para todos, que haya buen tiempo y que sepamos conservar y respetar las formas y fondos de nuestra ciudad. ¡Y que los lectores de Cuaresma se hayan entretenido con las cosas de esta señora tan mayor, je, je!



SantĂ­simo Cristo del Calvario - MadrugĂĄ



Apuntes

MADRUGÁ

Estamos ante la gran noche -junto a la mañana que la continúa- de una ciudad que vive y siente durante las 364 restantes con la esperanza puesta en que todo salga como tantos y tantos anhelan. Y si es difícil hacer una selección de enclaves para que nada se quede fuera de su alcance, aún lo será más en esta edición de 2015, por los cambios registrados -aunque no tan significativos como pudo parecer hasta hace solo unos días al programarse más pruebas para 2016- en algunos de los itinerarios de las hermandades así como por la cantidad de problemas surgidos en torno a los distintos acuerdos a adoptar por las seis corporaciones que integran la jornada.

que ver qué tal resulta la experiencia de pasar por la plaza del Pan, Puente y Pellón y el lateral de la Anunciación, pero antes, en la calle Feria o por la Alameda, o después, en las inmediaciones de San Juan de la Palma o cuando se zambulle en lo más profundo -y abarrotado- del barrio (Relator, Parras, Escoberos...) podrá contemplar cómo vibra Sevilla con los dos pasos de hermandad de San Gil.

Ya nada permite pensar más que en lo que habrá que hacer en las próximas horas. Y para ello, qué mejor que encaminarse a la siempre multitudinaria salida del Silencio. Si quiere esperar algo más tarde para ver a la mater et magistra por algún espacio más abierto, puede apostarse en la relativa tranquilidad del Salvador (veremos a ver si es tal sabiendo que detrás viene el Señor de Sevilla...), o incluso, en las novedosas y estrechas Amor de Dios o San Miguel.

En Triana se recupera el eje MurilloO´Donnell, por lo que puede esperar a ver cómo anda la cofradía por allí tras su paso por la Magdalena, o antes en la bulla del Altozano y el puente. Con las primeras horas de la mañana, en Almirantazgo, Postigo o Arfe, disfrutará de un poco más de holgura y, por tanto de perspectiva, porque una vez la Esperanza cruce el río al reencuentro con los suyos, todo volverá a ser multitudinario. Y tampoco parece que el Calvario -al menos en este 2015- se aleje en demasía de sus escenarios habituales, por lo que anoten en su hoja de ruta la opción de verla en Rioja-Velázquez o esperarla a la salida de la catedral, acompañarla por el Postigo, Arfe, Castelar o Molviedro.

Con el cambio del recorrido del Gran Poder, se ganan algunos enclaves donde se podrá ver sin apreturas, -a la ida, por la Gavidia o la Concordia- o tras dejar la catedral, sí que podría intenta ser uno más en la multitud que lo esperará en el Salvador: y es que antes, por Argote de Molina o Francos, o después por Cuna, Amor de Dios o Delgado, a ver quién es el valiente... Otra de las novedades de este 2015 será para la Macarena. Habrá

Y Los Gitanos, que aun probando nuevas fórmulas en su camino de ida a la carrera oficial, seguirán pasando por preciosos enclaves como son las calles Doña María Coronel o Dueñas, por primera vez sin la Duquesa de Alba, ilustre benefactora recientemente fallecida, y luego, de regreso, por la siempre concurrida Cuesta del Rosario o la más amplia plaza del Cristo de Burgos. Aunque si quiere disfrutar, vaya a verla entrar, vaya...


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LOS GITANOS

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Atrapado para siempre por Pepe

Cuesta trabajo hablar de la fecha más significativa del calendario de la ciudad. La noche de este viernes que en nada se puede parecer a ningún otro, y las primeras horas de la mañana, son, para muchos sevillanos, y para quienes no lo somos pero sí hemos querido hacer de esta ciudad también la nuestra, ejes vertebradores de la vida de muchas familias. Aunque llegué a Sevilla hace ya más de 25 años, mis primeras experiencias intensas acerca de la semana santa las viví ya después de dejar mi profesión como futbolista. Ahí empecé a darme cuenta que la ciudad que me había acogido durante cuatro años presentaba matices que apenas había podido percibir. Y es que, por encima de las creencias, de tu procedencia o incluso del entorno afectivo o profesional en el que te desenvuelvas, la Madrugá te atrapa desde el primer momento que la vives. Y no sólo a mí, porque aunque me he pasado muchos años fuera de Sevilla en estas fechas, mi mujer sí ha venido a vivir en primera persona todo aquello que empezamos a descubrir hace unas décadas y que ahora, ya instalados aquí, vamos a tener tan a nuestro alcance. Y es que me cuesta trabajo hacer abstracción en una sola jornada de lo que para mí suponen estos días de la pasión según Sevilla. Aunque es verdad que la noche entre las noches es tan distinta a las demás jornadas de la semana mayor, hay ciertos aspectos que me deslumbraron desde aquel momento en el que

Mel

me acerqué por vez primera a la religiosidad popular de esta urbe: me sigue asombrando cómo la gente sabe vestirse para esos días, cómo en cada familia se transmiten de generación en generación ciertos valores que emanan de la pertenencia a determinada cofradía, y cómo los sevillanos pueden convertir durante esta jornada sus calles en una especie de museos abierto a los ojos de todos. Cuánto arte, cuántos siglos de historia se nos ponen al alcance de todos con solo apostarnos en una esquina a ver pasar la hermandad más antigua de todas, el Silencio, con casi siete siglos ya de existencia. Y cómo, con un estilo tan distinto y opuesto, conviven unas y otras, cómo se pasa del Calvario a Los Gitanos en apenas unos metros. Y es que la madrugá me trae recuerdos de mi primera vez en San Lorenzo para ver salir al Señor; de aquella otra noche de mediados de los 90 en los que, entre una ingente multitud, me acerqué a ver la salida de la Macarena; o las mañanas en Triana para ver a la Esperanza, mejor en el puente, y si no, luego por sus calles, con sus gentes, con esa luz tan especial que tiene el amanecer de un día tan importante para el pulso de la ciudad. Les decía que no nací sevillano, pero sí que he elegido a Sevilla para establecer mi casa. Y soy consciente que, más allá de la manifestación artística que supone el patrimonio de las cofradías de la semana santa, es una de las mejores maneras de que la ciudad te agarre para siempre al mismo tiempo que tú lo haces con ella. Porque, por mucho que el entorno acompañe, nada de lo que les cuento sería posible si no fuera porque los sevillanos conocen a la perfección el papel que cada uno debe interpretar para que este tesoro que tienen, que tenemos, se perpetúe a lo largo de los siglos. Así sea, y que ustedes lo disfruten tanto como yo lo hago.

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MADRUGÁ



Sagrada Mortaja - Viernes Santo



Apuntes

VIERNES SANTO

Como parece lógico por las intensas horas vividas en la jornada anterior, el ritmo del viernes santo según Sevilla crece a medida que la tarde va dando paso a la noche. Pero no por ello debemos pensar que la ciudad hiberna hasta entonces, puesto que, con el reloj en la mano, desde que entra el último paso de la madrugá hasta que al final de la calle Castilla asoman cuatro bocinas, apenas han pasado -y como mucho- un par de horas. La salida del Cachorro congrega a una multitud, con la Triana del ayer en el recuerdo. Y es que la calle Castilla, habida cuenta que La O pone su cruz de guía tras la el palio de la Virgen del Patrocinio, se convierte en un hervidero de gentes de todas las procedencias, porque no sólo los trianeros hacen suya la vía grande del barrio, sino que desde todas las latitudes de la ciudad se acude a la convocatoria del día grande del antiguo arrabal. También con las primeras luces de la tarde se viven momentos álgidos en otro viejo, muy viejo barrio de la otra orilla. Por el Arenal -donde también pueden esperar el regreso de las dos cofradías anteriormente citadas- se repite el anual “milagro” que supone ver cómo puede salir de su capilla el “barco” carretero, ese impresionante paso de misterio que no le dejará indiferente. Pero si las circunstancias o el cansancio acumulado no le permiten acudir a la llamada, no olvide esperar a La Carretería a su regreso, por las calles Santander, Temprado o Dos de Mayo, estampas clásicas del día de hoy y de la Semana Santa de siempre.

La noche también es un buen acompañamiento para la Soledad de San Buenaventura. Aunque seguro que les resulta más cómodo verla en los primeros compases de su itinerario de ida, apostarse en las inmediaciones del Postigo o luego, en la plaza de Molviedro, serán dos opciones que guardará para siempre en su memoria. Y allí mismo, horas más tarde, podrá deleitarse con los dos pasos de Montserrat y, especialmente, con el paso de virgen y su excepcional acompañamiento musical cuando llega por Castelar camino de la plaza. Podría, no obstante, contemplarla antes, por García de Vinuesa, pero si puede esperar a la opción anterior... En el corazón de la Sevilla intramuros nos daremos con dos cofradías que parecen hechas a la medida de una jornada como la de hoy. San Isidoro es un punto y aparte. Aunque a la hora de la tarde en la que se pone en las calles que la habrán de llevar hasta el Salvador el público es numerosísimo, merece la pena invertir el tiempo es esperarla. Luego, cuando sale de la catedral, el ritmo es tan rápido que sólo en la Cuesta del Rosario podrá disfrutarla con cierta perspectiva. La Mortaja cierra la jornada, con un itinerario que ofrece tantas opciones para deleitarse con su único paso -y el cortejo-, que parece que no hacer falta más recomendación que dejarse llevar por el instinto: si bonito es verla bajar por Dueñas, pasar por San Juan de la Palma o San Martín, buscar la campana por Cervantes o San Andrés, no menos hermoso -y cómodo- resulta esperarla en la Cuesta del Rosario, plaza del Cristo de Burgos o enfilar Doña María Coronel en busca del siguiente viernes santo.


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Viernes Santo en Sevilla por Rafa

Dios se muere en Sevilla. Y Sevilla muere con él. Cubriéndose bajo un manto de gozo y esperanza. En la Gloria de la Resurrección. Porque sólo tú, Sevilla, eres capaz de llorar y reír sin que tu sonrisa empañe tu pena. Es la sonrisa de la Fe cuando la muerte es puerta de la vida, cuando la noche se hace día y el silencio es pentagrama de una triste melodía. Dios ha muerto, pero la cruz sigue erguida sobre el mundo, sigue en pie como signo de salvación y esperanza. El Viernes Santo es el día de la cruz y de la soledad de María, Madre de Jesús y Madre Nuestra. Sevilla, después de haber vivido durante los días previos la Pasión, después de haberla sentido junto a Él y para Él, se somete al recogimiento, se entrega de manera sencilla, como solo ella sabe hacerlo, a su poder infinito de la salvación.

González Serna

Sevilla acompaña a María en su inmenso dolor, entre olores de azahar y brisas de primavera, mientras se compadece de Ella esperando ansiosa el momento de la resurrección. Sin lamentos, sin preguntas, sin rencor, solo con la oración profunda de quien espera, callado, la eternidad de su presencia. Y aunque Él está en la calle, en realidad no está... Y durante tres días, caminaremos solos, vagando sin rumbo. Tan solo el amor de su Madre puede darnos esperanza. En Ella confiamos y a Ella nos debemos: Maternidad del corazón que se ensancha con la espalda del dolor que fecunda. Hoy la cruz es el símbolo que veneramos, la que porta el Nazareno de la O en la otra orilla por las calles de Triana y la misma que lo hace caer tres veces en la Costanilla. Esa en la que el Cachorro se pone en manos del Padre encomendando su espíritu, la misma en la que perdona a Dimas en Montserrat: “en verdad te digo que estarás conmigo en el Paraíso” La cruz que en La Mortaja enmarcará el dolor de una madre con su hijo muerto en los brazos, momentos después de que le saquen los clavos subidos a una escalera y lo recojan en una sábana carretera, para después quedarse sola, sola con su inmenso dolor en San Buenaventura. La cruz, la soledad y el dolor de María. Viernes Santo, triste día, preludio del Sábado Santo de nuestra alegría.

Hoy la saeta es más sentida, como puñal que se clava hondo en su corazón. Hoy la oración es más profunda, solo cabe humildad y resignación.

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Viernes SANTO





María Santísima en su soledad - Sábado Santo



Apuntes

SÁBADO SANTO y

DOMINGO de RESURRECCIÓN

Es difícil, cuando llega el sábado, hacer abstracción de la nostalgia que empieza a apoderarse de quien ha vivido con la intensidad que sus fuerzas, disponibilidad y la meteorología le hayan permitido, la semana santa que ya se nos va. De todos modos, aún quedan muchas sensaciones que merecerán la pena quedar archivadas en el disco duro de memoria, así que dispongámonos a vivir otra jornada que nos sirva para abrochar, esperemos, un capítulo inolvidable en nuestras experiencias cofrades. A pesar de que tan sólo son cinco las cofradías que procesionarán el sábado, a mediodía hay ya hasta tres en las calles. En las inmediaciones de la Ronda, la comunidad trinitaria -hermanos, vecinos, antiguos alumnos- convierte la salida de la hermandad en un hervidero de gentes. Pueden ver sus tres pasos horas más tarde, en la amplitud de San Pedro o la calle Imagen, o luego en un escenario recuperado después de 24 años, por San Leandro. Aunque tampoco es mala opción esperar a La Trinidad cuando busca Sol por las callejuelas de la Puerta Osario... Un poco antes se habrán recogido Los Servitas. No nos cansamos, año tras año, en aconsejarle que la esperen en la preciosa e intimista plaza de Santa Isabel, junto a su capilla: es uno de los más bellos enclaves no sólo de la jornada de hoy, sino que casi nos atreveríamos a decirles que de toda la semana santa. Y no menos recomendable resulta invitarles a que, a la ida, la esperen por Doña María Coronel o Dueñas. Y si pueden, de cruz de guía hasta el último músico del paso de palio.

La joven hermandad de El Sol, por aquello de su lejanía, ofrece multitud de cómodos enclaves donde contemplarla sin ninguna apretura, aunque seguro que les encajará mejor en escenarios más propios para las cofradías que las amplias avenidas por las que accede y vuelve del centro, como las calles del Arenal en el camino de ida o el entorno de la Plaza de la Contratación a su regreso. Y dejamos, también como para casi siempre, la despedida oficiosa a nuestra semana mayor, hasta el lejano Domingo de Ramos de 2016, esperando a que se cierren las puertas de San Lorenzo cuando la Soledad, vuelta hacia el gentío, nos desgarre el alma dejándonos presos de la añoranza más absoluta. De todos modos, pueden verla mucho antes y con cierto espacio en la Plaza Nueva, a su regreso, de igual modo que resultaría una buena elección de cara a poder presenciar los pasos del Santo Entierro, ya que sale a escasos metros de La Campana y sólo en un pequeño tramo de la abarrotada Alfonso XII podría optar por ver el variopinto cortejo de autoridades, representaciones de casi todas las hermandades y una amplia muestra de la sociedad civil que desfila tras el paso de la urna, Aunque, como todos sabemos, hay algo más, una última oportunidad de prolongar la semana santa que se nos escapa ya de un modo irremisible: si no le pesa la madrugada, acérquese a las puertas de Santa Marina para presenciar la cada vez más bulliciosa salida de la cofradía de la Resurrección. Con la luz de la mañana también es muy numeroso el público que la espera a la salida de la catedral, y si se incorporan en las últimas calles de su recorrido, ya con el sol en todo lo alto, hasta le resultará complicado encontrar hueco para verla pasar con cierta comodidad.


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Sábado Santo de luz y esperanza por José

La luz del Sol ilumina el escenario de un Sábado Santo sevillano en el que representamos la esencia de la Pasión: Dolores, Muerte, Soledad y Esperanza. Un día clave que culminará con la Resurrección de Cristo, con el triunfo de la Vida. Para mi es un día muy especial que comienza, desde 2008, en el Plantinar. Ese año comenzamos a fundir cirios dedicados a los Donantes de Órganos en los pasos de nuestra Semana Santa y entre las cuatro Hermandades pioneras estuvieron dos del Sábado Santo: el Sol y la Soledad de San Lorenzo; las otras fueron la Amargura y Dulce Nombre de Bellavista. Desde entonces, ya en su octavo año, repiten con esta singular forma de luchar por la vida el Sol y Dulce Nombre. DAR PARA RECIBIR. La Hermandad del Sol, entonces en vísperas, entendió que el amor al prójimo era la clave para salvar la vida a enfermos terminales que esperan lograr una “prórroga” en la vida, mediante el trasplante de un órgano. Desde los costaleros y capataces hasta a los músicos, desde el Hermano Mayor al Director Espiritual se volcaron con las donaciones de órganos, llenando de un contenido cristiano y lleno de vida su estación de penitencia. Y es que el cirio que ilumina a la Virgen del Sol lleva escrita en su alma la leyenda “Dar para Recibir”, una gran frase que define a la caridad. Ante Ella aprendimos que debían fundir esos cirios los auténticos protagonistas de los trasplantes: los donantes y las personas trasplantadas. Allí gestamos unos actos llenos de emociones y agradecimientos, de lágrimas y de vida, que se han ido repitiendo en casi la totalidad de nuestras Hermandades de Penitencia y de Gloria. Esta Hermandad ha demostrado que la humildad forma parte de los valores cristianos y que la pobreza no está reñida con la innovación y el arte. De hecho, este año la Virgen del Sol nos mostrará una genial Inmaculada franciscana en el techo de su palio, una valiente ventana a la Gloria.

Pérez Bernal

SOLEDAD Y AMOR. Cuando un hijo muere, la sensación de vacío y Soledad invade el alma de una Madre. Tuvo que ser terrible para ella vivir cada momento de la Pasión de Cristo y, además, presenciar su muerte. A pesar de todo, el Amor siempre estuvo presente. Fue, recuerdo, hace años, cuando hice estas reflexiones ante los costaleros y capataces de la Virgen, en los momentos previos a un ensayo. Me acompañaba una mujer joven que tuvo la valentía de querer ser madre después de dos trasplantes de hígado. Ella recordó a la madre de su donante, a la profunda soledad que seguiría teniendo, y afirmó que gracias a ella no solo seguía viva, sino que pudo engendrar a su hijo. Dijo que su hijo donante seguía vivo en ella y en varias personas más a los que había salvado. Con su presencia los costaleros comprendieron que el Amor al Prójimo llega a ser una fuente de vida y que la generosidad puede ser un bálsamo que alivia la Soledad. SERVITAS 2015: LA META DE PEPE ASIÁN. El destino me ha llevado a atender como médico a Pepe Asián. Gracias a esta circunstancia he tenido el privilegio de conocer a un personaje clásico y entrañable de la Semana Santa de Sevilla y la grandeza de una Hermandad que se ha comportado como una gran familia. Todos han llevado en volandas al vestidor de la Virgen, al artista, al hombre querido, hasta lograr su recuperación. La meta ha estado, desde hace meses, en superar una dura convalecencia para llegar y disfrutar de este Sábado Santo. Y, gracias a Dios, se ha conseguido: Pepe Asián ha podido regresar a su capilla, para dar gracias a su Virgen por poder disfrutar de esta Semana Santa, olvidando ya todo el sufrimiento pasado y mirando al futuro con ilusión. Él sabe que la Virgen llevará en su palio un cirio dedicado a los Donantes de Órganos y que el Hermano Mayor ha entregado una carta a todos los nazarenos pidiéndoles que se hagan donantes, para que se conviertan en la semilla del amor al prójimo en una sociedad aun reacia a hablar de estos temas. MUERTE, ESPERANZA Y VIDA. Hoy Sábado, con el Santo Entierro del Señor, también tenemos a la Esperanza. Muerte y Esperanza unidas son conceptos difíciles de entender para los que no son cristianos. La muerte es algo físico y la Esperanza es un estado de ánimo en el que llegamos a sentir como posible todo lo que deseamos. La grandeza de la Pasión de Cristo, de la Semana Santa, es que culmina con la Resurrección, con la Esperanza, con el triunfo del Amor y de la Vida después de la Vida.

El artículo

Sábado SANTO y Domingo

de Resurrección


SÁBADO DE PASIÓN. 28 DE MARZO

Hermandad del Divino Perdón Cruce de Avda. de Chiva con calle Ildefonso Marañón Lavín, a las 17.30 h. Hermandad de Ntra. Sra. de los Dolores (Torreblanca) Calle Abedul, junto al Convento de las Hermanas de la Cruz, a las 17.30 h., y al principio de calle Torregrosa, confluencia con la calle Torrelaguna, a las 21.00 h. Hermandad de San José Obrero Parroquia de San José Obrero y San Francisco de Paula, calle Arroyo, a las 22.30 h.

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DOMINGO DE RAMOS. 29 DE MARZO

Hermandad de la Hiniesta Alameda de Hércules, a las 17.30 h., y Plaza de la Encarnación, a las 20.00 h.

LUNES SANTO. 30 DE MARZO

Hermandad del Polígono de San Pablo Entre Luis Montoto (Acueducto) y Puerta de Carmona, a las 14.30 h. Hermandad deSanta Genoveva Avda. de Felipe II (confluencia con Almirante Topete y Diego de la Barrera). Entre 13.30 y 14.30 h.

MIÉRCOLES SANTO. 1 DE ABRIL

Hermandad de San Bernardo Final de la calle San Bernardo, a la subida del Puente, a las 14.00 h.

VIERNES SANTO. 3 DE ABRIL

Hermandad de la O Avda. Reyes Católicos, a las 19.30 h.

SÁBADO SANTO. 4 DE ABRIL

Hermandad de Ntra. Sra. del Sol En la Avda. de la Constitución, esquina a calle Adolfo Rodríguez Jurado, a las 14.45 h.

DOMINGO DE RESURRECCIÓN. 20 DE ABRIL Hermandad De La Resurrección Plaza de San Pedro, a las 10.30 h.

Fuente: Fuente: Consejo Consejo General General dede Hermandades Hermandades y Cofradía y Cofradía dede Sevilla. Sevilla. Estas Estas localizaciones localizaciones pueden pueden sufrir sufrir modificaciones modificaciones porpor necesidades necesidades dede laslas Hermandades. Hermandades. Consultar Consultar información información y horarios y horarios enenwww.emasesa.com www.emasesa.com


Información de servicio

“MI EMASESA” UNA APP A DISPOSICIÓN DE LOS USUARIOS Esta aplicación gratuita permite a los clientes de la empresa realizar gestiones tales como la consulta y el abono de las facturas, la domiciliación o la lectura de los contadores. EMASESA ha creado “Mi EMASESA”, la primera aplicación para móviles promovida por la empresa cuyo objetivo es facilitar la realización de gestiones por parte de los clientes y usuarios. “Mi EMASESA” es una APP de carácter gratuito, a través de la cual los usuarios tienen la posibilidad de realizar gestiones relacionadas con su contrato con la empresa, tales como la actualización de datos de contacto, la consulta y el abono de las facturas, la gestión de la domiciliación o aportar la lectura del contador particular. Asimismo, a través de esta aplicación para smartphones y dispositivos móviles, se puede gestionar la solicitud de cita previa, así como consultar los diversos canales de atención a disposición del usuario, con acceso al servicio de localización de oficinas, entre otros. La APP permite tener acceso a las incidencias que hay en cada zona relacionadas con EMASESA, tales como obras o cortes programados. Como curiosidad, además, la

herramienta permite conocer el volumen de agua almacenado en los embalses que nos abastecen. Cinco son los objetivos que EMASESA persigue con la puesta en servicio de su nueva aplicación para móviles: primero, permitir que el cliente pueda realizar desde cualquier lugar (deslocalización) operaciones básicas con la empresa; segundo, facilitar el pago a los clientes; tercero, permitir la actualización de los datos fundamentales de los usuarios; cuarto, mantener un nuevo canal de información con clientes y usarios; y quinto, promover las suscripciones a la efactura y la domiciliación. La herramienta está ordenada en cinco grandes apartados: Mi Oficina Móvil, Cómo está mi zona, Atención y Cita previa; Situación embalses; y Redes sociales. La herramienta puede encontrarse en las principales plataformas de compra y descarga de APPs para smartphones y dispositivos móviles, Apple Store y Play Store. Más información en www.emasesa.com


...y Sevilla tocó el cielo con las manos

CINCUENTA años tuvo que esperar el gran regalo regionalista de Aníbal González a su ciudad. Cincuenta años llevaba la Plaza de España esperando a la Macarena y hay que ver cómo la disfrutó en este último y luminoso sábado de mayo de 2014. Cincuenta años después de que la lluvia abortase aquel proyecto de escenificar la Coronación Canónica de la Madre de Dios según la Sevilla de siempre allí, pero en esta vida todo tiene remedio menos la muerte, así que nos estallaba en la cara la acogida jubilosa de la Plaza de España a la Macarena. Hacía cincuenta años y una cifra tan redonda en la vida, en cualquier vida, hay que celebrarla como lo que es, una efeméride. Antañazo, cuando se programó la Coronación de la Esperanza, que así es como gustan llamar los macarenos viejos a su amor más auténtico, en España se conmemoraban los XXV Años de Paz. De esa forma publicitó el Régimen nacional-católico el cuarto de siglo franquista. En aquel entonces, como era lo que mandaba el guión, Franco entró bajo palio en la Catedral y bajo su mirada inexpresiva coronó a la Macarena el cardenal Bueno Monreal. Fue

en la Catedral y no en la Plaza de España porque pasó como tantas y tantas veces pasa al cielo raso, que la lluvia se interpuso para que la realidad pudiese y le ganase el pulso al deseo. No había lluvia en este sábado de medio siglo después y cuando la Macarena abandonaba la Catedral bajo un repique de campanas con el que la Giralda, en su alborozo, home-

najeaba a la Reina de Sevilla aún se encogían los adentros de los partidarios paladeando la mágica homilía que le había dedicado Juan del Río, el arzobispo castrense. A partir de ahí, un paseíllo hacia el gozo que se haría antología de sensaciones bajo la verde fronda del jardín de los Montpensier. Pero antes, mucho antes,


por Luis Carlos Peris Fotografía: Archivo Salazar-Bajuelo el gozo se multiplicaba hasta el paroxismo cuando bajando por San Gregorio a la Puerta de Jerez sonaron imarcesibles, limpias, mayestáticas, señoriales las inconfundibles e inigualables notas de Macarena de Cebrián. Y la misa estacional en el más bello templo al aire libre que imaginarse pueda, en una Plaza de España abarrotada de macarenismo. Cante y canto en honor de esa Reina consensuada ante la que no caben opiniones divididas, loor de multitud en un templo con aromas de Domingo de Ramos, pero con la Macarena ocupando su altar bajo un dosel con forma incomparable de palio juanmanuelino. Nada menos que con la Macarena, esa de la que

todo el mundo sabe que de frente y de perfil más bella moza no cabe. Pero la mañana se había desbocado, las sensaciones iban agolpándose y a ese sábado de cincuenta años después le quedaba mucha tela por cortar. Reinas habrá, pero como tú, ninguna abundaba Antonio Rodríguez Buzón en aquel pregón de pregones que puso bocabajo el San Fernando. Y cuando esa Reina se reflejó en la ría de la más bella plaza del mundo, España suspiró con sus suspiros, los Suspiros de

España. Fue como el pase de pecho directamente a la hombrera contraria tras una tanda colosal y en una loseta, como un paseíllo lleno de solemnidad y de compás mientras el tintineo de los varales hacía de acompañamiento sobrenaturalmente insólito a la magna composición del maestro Álvarez Alonso. Y de allí, de esa plaza que llevaba medio siglo esperándola, la apoteosis fue caminando con lentitud, con temple, muy despacio y sin perder el compás ni por equivocación rumbo a otro cielo. Fue a reencontrarse con ese Hijo que cincuenta años atrás la había recibido en la Anunciación y que ahora vive en la Universidad. Y cómo se gustó la Macarena en ese pa-

seo que se dio tras ver a su Hijo hasta llegar al sesteo en el Rectorado. Y cómo disfrutaron los privilegiados que pudieron compartir la intimidad de la siesta hasta el momento de emprender el definitivo camino de vuelta a casa.



Y como en casa no esperaba Marta ni nadie que le afeara la tardanza, el tiempo comenzó a pararse como se para cuando Sevilla ordena que no avancen las manecillas del reloj. Por un camino inédito en su historia de siglos, la Macarena se empapó de Sevilla y Sevilla se preñó de Macarena. Simbiosis apoteósica por la Ronda, sobre la alfombra de sal de los Negritos o pisando la de romero, cómo no, de los del bronce en su casa del Valle. Se asomó a los dominios de Don Bosco, rindió visita a la casa natal de Santa Ángela de la Cruz, pasó por la

puerta de San Julián y siguió camino culebreando por Sevilla la Roja hasta reaparecer en la que fuera su casa durante tantos años, San Gil, a los sones briosos de la Centuria. Y cuando, ya

bien talludito el domingo, entró dándole la cara al Arco y a Sevilla, Sevilla llegó a la conclusión de que había tocado el Cielo con sus manos.


Septiembre de blanco y plata…

…Y voló. Voló hasta el Jardín de la Infanta María Luisa… voló hasta la Plaza de América, la de la foto en sepia de nuestra infancia, y se posó en la catedral mudéjar del Parque. Y allí, con el sol ya perdido por las lomas del Aljarafe, soñó un Porvenir sencillo, de naranjos y cales, de luz blanca de farolas, de río, de plata y de espuma…en un septiembre de ramos y palmas. Todo fue para Ella, en la efeméride dichosa de la Cofradía de la Victoria, esa que da nombre al Hijo de tez oscura que no llega a sostener la cruz. Todo para Ella, en el sueño único de una tarde de verano; todo para Ella, sabedora de su condición de dueña del vergel de Sevilla, en cuyo estanque se refleja su perfil… y su tersura. Todo para Ella, Paloma de Paz perpetua, Virgen blanca del Porvenir. Y ahí la esperó, no sus hijos ni su barrio; tampoco su Hermandad ni sus devotos; no sus fieles y vecinos. La esperó… la ciudad entera, ¡ahí estaba Sevilla!, toda a su encuentro bajo la luz -sólo- de un cuarto de luna, de luna de estío, postrada en duermevela en la esquina de calle Brasil.

Y así la noche, rebasó la frontera del barrio dejando atrás las frondosidades. Los destellos de su paso fueron luminarias de vida para los hermanos del cielo, vecinos y devotos que fueron y se marcharon para siempre sellando antes a fuego un compromiso de amor para sus hijos y nietos… un compromiso de Victoria y de Paz. De nuevo la dicha. De nuevo la universalidad de su devoción para todos aquellos que crecieron en la fe de los naranjos de la calle San Salvador, en la del rosal blanco que brota espontáneo cada Domingo de Ramos, año tras año, desde la misma puerta de la Iglesia, que es Parroquia del Santo mártir y la Virgen con niño de la Pera.


por Marcos Cañadas Bores Fotografía: Salazar-Bajuelo

El rayo de luz avanza penetrando en las entrañas de la madrugada. En la calle de su mismo nombre se para el reloj del tiempo bajo la nieve, nieve de fervor con flores color marfil para su desdicha, antes de encarar la calle final de la Plata, la del Río que desemboca en el azulejo y en el cancel. Ya solo queda soñar con la próxima primavera, también con el otoño anunciado, un otoño que vendrá, no tan lejos en el tiempo, con la corona final de fervores. Y vendrá y se irá como lo hizo este verano, por un Porvenir de estrechuras que huele a lavanda y dama de noche. Y jugando a soñar… ¿Soñaron quizás aquellos jóvenes fundadores, tras el estertor de la guerra, con su cara?; ¿Dibujaron acaso para ella un barrio universal con ermita blanca?; ¿Perfilaron en las calles del barrio buganvillas y rosales?; ¿Y el perfil de la torre que llora clarines en la noche? ¿Concibieron su vuelo a Sevilla, cada primavera?... Hoy, 75 años después, desconocemos a ciencia cierta lo que soñaron desde su inocencia -y desde su dicha- quienes soltaron al

aire, abriendo sus manos en alto, lo que hoy es una realidad insoslayable para Sevilla… la Hermandad de la Paz, el Barrio del Porvenir y la Reina y Madre de ambos… y dueña también de nuestros corazones, los de quiénes tenemos el orgullo de ser sus hijos (¡y sus legionarios!)… La Virgen de la Paz, la que voló, ya para siempre, en un septiembre de blanco y plata.



PLAN ESPECIAL DE LIMPIEZA PARA LA SEMANA SANTA Lipasam incorpora nuevos equipos para la retirada de cera LIPASAM, la Empresa de Limpieza Pública del Ayuntamiento de Sevilla, en su esfuerzo continuo para prestar servicios de calidad, ha diseñado un Plan Especial de Limpieza y Recogida de Residuos, para la Semana Santa 2015. El objetivo principal es abordar la recogida de la gran cantidad de residuos que se generan, la limpieza de todas las calles afectadas mediante tratamientos intensivos manuales y mecánicos, y la retirada de la cera, tanto en la Carrera Oficial como en el Casco Antiguo, así como en el área de influencia de los recorridos de las distintas Hermandades. En este último sentido, dado el gran número de nazarenos que participan en la Semana Santa, se produce una gran concentración de cera vertida a lo largo de los recorridos por los que discurren las distintas procesiones, produciéndose situaciones de peligro para viandantes y vehículos, dependiendo de la concentración o paso de hermandades por una misma vía. Al igual que otros años, y dentro del Plan Especial desarrollado por LIPASAM, para mantener un nivel de limpieza óptimo especialmente en la zona del Casco Histórico, y su área de influencia, se realiza un servicio de retirada de cera durante la Semana Santa y otro posterior a la misma. El primero de los servicios contará con tres equipos, dos de ellos compuestos por un camión lavadora, que da servicio a un equipo desincrustador, y tres operarios, y un tercer equipo desincrustador autónomo, que permitirá realizar trabajos en viales más estrechos. El tratamiento, que debe llevarse a cabo en el menor tiempo posible, dado el nivel de peligrosidad que supone para la seguridad vial, consiste en la aplicación de agua fría a muy alta presión, superior a los 350 Kg./cm2, y se efectúa con equipos compuestos por un camión impulsor con bomba y depósito incorporado, el cual va conectado a un carro con toberas giratorias que proyecta el agua a presión sobre el pavimento, logrando el desincrustado de la cera. Durante la Semana Santa se atenderán diariamente aquellas zonas en las que la cera depositada genera un mayor riesgo de accidentes, como puentes, los cruces entre grandes avenidas, zonas de adoquín y zonas con tráfico rodado con curvas pronunciadas. Una vez finalizada la Semana Santa, continuará la retirada de la cera, con la participación de los equipos anteriormente citados, en todas aquellas zonas en que por la cantidad de cera depositada, sea necesario emplear medios mecánicos para poder desprenderla del pavimento. Por otra parte, el Plan Especial de Limpieza que LIPASAM pone en marcha con motivo de la Semana Santa, contempla una variada gama de actividades, con un alto nivel de mecanización, y con los refuerzos y aumentos de frecuencia necesarios. Con ello se propicia una mayor eficacia y calidad del servicio con el objetivo de que todos, sevillanos y visitantes, disfruten de la Semana de Pasión con la plenitud que se merecen.


La Semana Santa de los Años Treinta en el archivo del Conde de Colombí Tras haber dedicado el año pasado nuestra primera colaboración en Cuaresma a rescatar fotografías de la Semana Santa de los años veinte, una de las épocas de mayor florecimiento en todos los aspectos de las cofradías de Sevilla, volvemos a compartir una pequeña muestra de nuestro archivo con sus lectores. Fijamos nuestra atención en esta ocasión en la época inmediatamente posterior, los primeros treinta, un periodo crítico para Sevilla y para su Semana Santa.

El final de la monarquía de Alfonso XIII llevó aparejado en nuestra ciudad a la crisis económica y social que sufrió España y todo el mundo, la frustración y las deudas generadas por el proyecto megalomaníaco de la Exposición de 1929. A su preparación dedicaron los sevillanos ilusiones y esfuerzos durante las dos décadas precedentes y tardarían todavía muchos años en amortizar lo invertido. Si a la depresión económica aunamos las tensiones sociales agravadas por la inmigración y el desempleo generado tras la clausura de la Exposición entenderemos que el ambiente no era favorable para continuar el crecimiento experimentado por nuestras cofradías en la década anterior. De hecho, frente a la proliferación de nuevas cofradías, pasos y enseres de los años veinte, durante los treinta no asistiremos hasta su final a la fundación de nuevas hermandades. Los estrenos de enseres, en general carecerán de la suntuosidad y valía artística de los de la década previa. En ocasiones se dará la paradoja de sustituir obras maestras de la artesanía cofradiera por productos mucho más modestos. Ejemplo paradigmático de ello es el estreno en 1931 por la Hermandad de la O de un palio de recorte tras enajenar el suntuoso anterior de las hermanas Antúnez a juego con el manto.

Montaje con enseres del paso de palio de la Virgen de Regla en la capilla de San Andrés el Miércoles Santo de 1933.

Los pasos de la cofradía de la Exaltación


Texto y fotografías: por Víctor José González Ramallo

También influyó, sin duda en este declive en la calidad, la desaparición del principal creador de los bordados cofradieros, Juan Manuel Rodríguez Ojeda, que fallecería en 1930. Entre sus últimas obras destaca el palio para la Virgen de la Encarnación completado póstumamente en 1931.

Antiguo paso y antigua talla del Señor de la Salud de la Hermandad de los Gitanos en 1933.

Pese a este panorama poco alentador, algunas cofradías continuaron la tendencia experimentada desde finales del siglo XIX de incorporar un paso de palio en su cortejo. En esta línea estaría el nuevo palio de la Hermandad de la Lanzada, estrenado en 1931 y para el que Illanes ejecutaría su primera versión de la Virgen de Guía. De 1936 a 1939 la cofradía intercambiaría sus imágenes marianas, procesionando la imagen astorguiana del Buen Fin bajo palio pasando la nueva talla al misterio tras modificarse de forma poco afortunada la posición de su cabeza para que mirase al crucificado. Un proceso análogo experimentó la Hermandad del Baratillo que había creado un paso de palio en 1926 que primero cobijó a la Virgen de la Piedad procedente del misterio hasta que Fernández Andes tallase la Virgen de la Caridad en su Soledad en 1931. En la primera Semana Santa tras la proclamación de la República sólo La Estrella se aventuró a hacer estación de penitencia a la catedral, retrasándola al Jueves Santo y estando envuelta en varios altercados a lo largo de la misma. El resto de hermandades instalaron diversos altares especiales en sus templos y participaron en unos turnos de vela en la catedral ante el Monumento. La Semana Santa de 1933, en la que se cumplían diecinueve siglos de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, fue la única del siglo XX en la que no se vieron pasos en la calle. Para paliar la nostalgia, algunas hermandades montaron sus pasos en el interior de sus templos como si fuesen a realizar la estación de penitencia.

en la iglesia de Santa Catalina en 1933.



El de misterio mostraba la disposición antigua de las figuras secundarias con el característico trompetero en la delantera. Bajo palio, la hermandad recuperaba a su antigua Virgen de las Lágrimas que había sido sustituida por otra talla entre 1914 y 1931. Esperamos poder ver pronto esta escena cuando finalicen las obras de restauración de este templo, clausurado desde hace más de diez años y declarado monumento nacional en 1912.

Primera salida de la Virgen de la Caridad de Fernández Andes en 1931.

Ejemplo de ello, vemos -en las páginas anteriores- a los pies de la nave central de la iglesia de Santa Catalina los dos pasos de la cofradía de la Exaltación.

El paso de palio de la Virgen de la Encarnación en 1931 estrenando la finalización del palio de Juan Manuel Rodríguez Ojeda y los respiraderos de Angelina y Moya.

Algunas hermandades fueron algo más allá en esta escenificación de su ansiado culto externo durante los días pasionistas vistiendo algunos hermanos la túnica nazarena para dar escolta a sus imágenes. Así podemos ver como en el presbiterio de la capilla de San Andrés cuatro nazarenos de la Hermandad del Prendimiento montan guardia con sus cirios encendidos ante un simulacro de su paso de palio bajo el que la Virgen de Regla estaba acompañada de la antigua talla de San Juan. En realidad no se trataba de un paso propiamente dicho ya que carecía de trabajaderas y sólo contaba con seis varales que parecían estar fijados al suelo. En 1934 fueron trece las cofradías que salieron a la calle, cambiando varias de ellas de día de salida. La Madrugada estuvo pasada por agua propiciando el encuentro en la Catedral de las dos Esperanzas y el retorno bajo la lluvia de la Hermandad de Los Gitanos. Al año siguiente salieron todas las cofradías excepto Santa Cruz, volviendo a hacerlo la

de Los Negritos que se hallaba suspendida desde 1930 por su enfrentamiento con el Cardenal Illundain. La última Semana Santa de la República, la de 1936, hubiese sido plena de no haber sido por la lluvia que impidió la salida de ocho cofradías el Martes y Viernes Santo, haciendo también acto de presencia el Domingo de Ramos y Miércoles Santo.


El Señor en su dimensión

Se cumple medio siglo de la basílica del Gran Poder, un templo nuevo ideado para albergar la devoción al Señor de Sevilla y la vida que gira a su alrededor El Templo albergaba el Arca de la Alianza. Desde los tiempos posteriores al Éxodo, el pueblo de Israel, sus jueces y sus reyes se empeñaron en que el Templo fuera lo más grande y suntuoso posible para que las tablas del Decálogo, los ángeles de alas doradas y la Menorah tuvieran una casa a la altura inalcanzable del Eterno. El tabernáculo dio paso al primer Templo, el de Salomón, y éste –tras la destrucción de los babilonios- fue sustituido por el segundo Templo, más modesto. El segundo Templo fue arrasado por las tropas de Tito en el año 70 dC, quedando sólo en pie las trece hileras de piedra del Kotel, el muro de las lamentaciones. Pensando en la sombra del Kotel rezan cada año los judíos de todo el mun-

do por Pascua. “El año que viene en Jerusalén. El año que viene en Jerusalén”. Hacer una Casa digna para un Dios ha sido una aspiración constante del hombre, desde el tabernáculo al templo de Olimpia o a la Plaza de San Lorenzo. El Señor residió en el convento de Santa María del Valle, brevemente en la iglesia de San Acasio –en la actual sede del Labradores- y en 1703 llega para quedarse a la parroquia de San Lorenzo. La capilla propia de la vieja cofradía del Traspaso en San Lorenzo marcó para siempre la geografía de la devoción universal del Gran Poder. La plaza y sus calles más cercanas se convierten en el corazón de la ciudad. La evolución urbana y social de Sevilla va pareja a la de su Semana Santa, en unos años en los que la Verdad del Gran Poder y de la Esperanza Macarena alcanza la dimensión popular que llega a nuestros días.


por Julio Jiménez Heras Fotografía: Salazar-Bajuelo y archivo Hdad. Gran Poder

Y hasta la parroquia de San Lorenzo se quedó pequeña. El altar de culto de la novena, los traslados desde la capilla o el paso con los guardabrisas llenan las fotografías antiguas del Señor. Cuando un mar de mascotas custodiaba la entrada por la mañana bajo el dintel de la parrilla del santo. El Gran Poder necesitaba una casa propia, siendo uno de los motivos principales de la mudanza tener el máximo de horas abiertas para que el Señor estuviera expuesto al culto. A ese empeño se dedicaron el Vizconde de Dos Fuentes y el resto de hermanos de la cofradía. La antigua sede de la Jefatura de Obras Públicas –y anterior taller de Castillo Lastrucci- era el edificio ideal para el cambio, sin moverse más que unos metros en la plaza que dio sentido a la devoción. Se descartaba así la opción también propuesta de traslado al entorno del Duque. El proyecto de Antonio Delgado Roig y Alberto Balbontín de Orta se envía al Arzobispado para su aprobación en 1959. El motivo de inspiración para los arquitectos también es de arte mayor, el Panteón de

Agripa. La basílica dedicada a todos los dioses de Roma, con su cúpula abierta y la tumba de Rafael Sanzio, sirve de base para la erección de un templo de formas severas con la imagen del Señor como único centro. Todo el orden, las líneas y el escaso ornato se ponen al servicio del portentoso Dios de Juan de Mesa.

El 27 de mayo de 1965 se produce el traslado matutino “en sus pasos de cofradía” del Señor y de la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso desde la parroquia a la Catedral, donde se celebraría una misa solemne. Entrada ya la tarde comenzaba


el regreso por la Avenida de los pasos, acompañados de un millar de hermanos y más de dos mil devotas que fueron autorizados expresamente por la autoridad eclesiástica. Sería el segundo culto externo extraordinario del año tras la Misiones, cuando el Gran Poder atravesó media Sevilla para ir a la barriada de Santa Teresa. El

Señor llegaría ya de madrugada a su nuevo templo para quedarse allí para siempre. La casa propia permitiría a la Hermandad ampliar el culto al Señor, dar un mayor realce a sus actividades y una nueva dimensión a su bolsa de caridad, nacida en 1953. La Macarena ya había marcado el camino del gran templo propio, que se convertiría en un lugar excepcional de culto e incluso de atracción turística. La fuerza de la nómina de hermanos del Gran Poder y las donaciones recibidas permiti-

rían a la cofradía tener casas en la calle Hernán Cortés, Pescadores y en la Plaza, donde ahora se han adquirido nuevos inmuebles para conservar mejor su inigualable patrimonio y que la mano izquierda de la bolsa no sepa que hace la derecha en mitad de la calle. Cuando más falta hace. El cincuentenario del nuevo templo –basílica con tintinábulo desde 1992- será celebrado con la sobriedad propia de la corporación y un interesante programa cultural sobre las sedes del Gran Poder. El mejor homenaje a la historia es el diario de los miles de devotos. Entrada por el atrio para encontrarse de frente al Señor. Subir por la escalera del camarín para que el tiempo se pare en el Talón de todas las Esperanzas. Bajarlas noqueado por el encuentro con lo trascendente. Dejar a la izquierda el columbario que espera la cuenta de los días. Salir a la luz de la plaza para ver como la vida y el tiempo conti-

núan en el quiosco, en el Sardinero si no es miércoles, en los balonazos en la puerta de la parroquia. El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Gran Poder de nuestros padres y de los padres de nuestros padres merecía un tabernáculo a su altura. De eso han pasado ya cincuenta años. Una aspiración casi tan vieja en el hombre como los polvorientos tiempos del Éxodo.


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