Revista cuaresma 2018

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Editorial

Cuaresma 2018 Dejemos las supersticiones a un lado para celebrar junto a ustedes la décimotercera entrega de nuestra particular “Cuaresma” de papel. Motivo de una enorme satisfacción para quienes hacemos estas páginas el hecho de volver a estar de nuevo ante sus ojos después de un año sumamente complejo, donde los rescoldos de los lamentables acontecimientos vividos en la pasada madrugá así como la corriente en pos de la seguridad que lleva desde hace ya algunos lustros instaurada en todos los preparativos de la semana mayor nos va a condicionar, y mucho, en cuanto habremos de vivir durante las jornadas que separan los dos domingos más señalados en los calendarios de la ciudad. Tiempos difíciles y de cambios, muchos cambios, para que no se nos vaya de las manos el mayor tesoro de cuantos posee esta vieja urbe, y que no es otro que la particular interpretación de la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo que lleva repitiendo desde la noche de los tiempos, siempre adecuándose a la sociedad en la que se desarrolla y, por tanto, sabiendo sobrevivir a los muchos obstáculos -no crean que cuatro carreritas y una panda de irrespetuosos y desalmados son los primeros a quienes se les ocurre torpedear el asunto- que

a lo largo de todo este tiempo han supuesto desafíos a la altura de los que ahora se nos presenta, y cuya solución debe estar en manos de las autoridades competentes, sin dejar de lado a la ciudadanía, que no merece una celebración “secuestrada” tras alejadas vallas y aforamientos desmesurados, ni separada de sus más firmes costumbres y creencias. Deberá ser ahí, en ese difícil equilibrio, donde encontrar la pócima mágica que nos devuelva el esplendor que tanto merecen, merecemos, quienes soñamos casi noche tras la noche con la amanecida de un nuevo Domingo de Ramos. Vayan pues nuestros mejores deseos para todos nuestros amigos, seguidores y lectores, así como el profundo, merecido y casi reverencial agradecimiento a quienes desde su apoyo -colaboradores, anunciantes- hacen posible que este pequeño milagro de papel vuelva a producirse cuando las tardes de la ciudad y las flores de sus naranjos anuncian que todo está a punto de consumarse...una vez más. En estas páginas encontrarán lo que viene buscando quienes nos conocen desde el principio de nuestro camino. Contamos con su ayuda para mejorar lo mucho que podemos mejorar para que sean bastantes más los años en los que nos citemos en las vísperas más sevillanas de todas las que pudieran ser.

REVISTA CUARESMA DE SEVILLA 2018 Director: Juan Salas. Dirección Creativa y Comercial: Fernando Salazar. Dirección Artística: Ángel Bajuelo. Fotografías: Salazar - Bajuelo y distintos autores. Impresión y maquetación: Rojo Artes Gráficas. Depósito Legal: SE-1595-06 (Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, salvo expresa autorización de los propietarios de sus derechos)

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Cristo de los Desamparados: más de un siglo después La calurosísima tarde-noche del 10 de junio del pasado 2017 la Sevilla cofrade vivió una jornada histórica y particularmente singular. El Cristo de los Desamparados del Santo Ángel, obra de Juan Martínez Montañés, volvió a procesionar por las calles de Sevilla más de un siglo después de que dejara de hacerlo, pues fue titular de La Lanzada desde 1852 hasta 1915. Una de las tallas más destacadas del barroco volvía a salir sobre un paso -concretamente el del Señor de la Salud, cedido para la ocasión por la hermandad de San Bernardo- dejándonos, durante las cuatro horas de recorrido por las calles de la ciudad, unas imágenes ciertamente irrepetibles, especialmente cuando el cortejo pasó delante del monumento erigido en la plaza del Salvador a quien tallase tan soberbia imagen. El mando de los hermanos Villanueva junto al acompañamiento musical de la banda de la Oliva de Salteras convirtieron la cita en una delicia para todos los sentidos. Tallado en 1617, es considerado por los expertos en la obra del maestro Martínez Montañés como uno de sus mejores crucificados. En el pasado mes de marzo formó parte de una excelsa exposición, con motivo del 400 aniversario de su hechura, acompañado por el Santo Cristo del Seminario Mayor de Granada, de Pablo de Rojas -maestro de Montañés- y el Cristo de la Agonía de Vergara (foto inferior derecha), obra de Juan de Mesa, su discípulo, imagen que pasaría poco después por las instalaciones del IAPH para proceder a una profunda y necesaria restauración, abandonando Sevilla rumbo a su sede canónica, San Pedro de Ariznoa (Bergara, Guipúzcoa), en los primeros días de febrero de este 2018.

Fotografías: Salazar - Bajuelo


Y la Salud fue coronada Como un suspiro. Así pasó todo. Meses de ilusiones, de sueños, de espera, de trabajo, de esfuerzo… Y cuando llegó, pasó, queriéndosele dar hacia atrás al reloj para que sus manecillas no fuesen con tanta rapidez y poder paladear mejor cada momento, pues ninguno volvería a repetirse ni se podrá vivir de la misma manera que entonces. Y cuando el corazón quiso darse cuenta, ya estaba la Salud de nuevo en su casa, entre los suyos, en su barrio, y ya coronada, esa coronación que íntimamente latía en el corazón de tantos aunque pareciese una locura que aquello pudiese ocurrir algún día, hasta que un 24 de septiembre de 2015 llegó el casi inesperado

Y se vivieron dos Semanas Santas en las que sólo había ganas de que pasasen para que llegase el momento de verla coronada. Y tuvo lugar un vía crucis extraordinario con el Señor en Su Soberano Poder el 24 de marzo del año pasado, y en sus mismos ojos había un leve resplandor cristalino que, como en los nuestros, ansiaba que llegase el momento de verla coronada. Y salió Dios sacramentado por las calles del barrio, celebrándose a la par los setentaicinco años de parroquia y de hermandad, y siempre el mismo sentimiento era el que discretamente latía en nuestro ser para que llegase el momento de verla coronada. Y comenzaron a decorarse los balcones del Barrio León,

anuncio, haciéndose público al día siguiente. Han sido dos años intensos en los que en San Gonzalo no se han dejado de ir descontando los meses, las semanas, los días, las horas… Otoño de 2017. Ese era el destino, más sin conocerse aún el puerto en el que debía arribar la espera, y el 14 de febrero de 2016, tras realizarse la protestación de fe como cada primer domingo de Cuaresma, el propio arzobispo hispalense, monseñor Juan José Asenjo, anunció la anhelada fecha: 14 de octubre de 2017. Y parece que todo, ¡todo!, fuese ayer mismo, y sin embargo ha pasado ya tanto…

y de toda la feligresía, y de Triana entera, y hasta de Sevilla, con aquellas colgaduras en las que aparecía sobreimpresionada la corona de la Señora con el lema “María es la fuente de Salud inagotable”, y todo ello generaba en nuestras almas una impaciencia mayor para que llegase el momento de verla coronada… Pasó el verano, aquel que en esta ocasión no supo a sinónimo de vacaciones, y todo estaba a punto: los adornos y banderolas que los jóvenes habían creado para Ella, la labor perfectamente coordinada de un equipo de priostía que durante varios días no sabría lo


por Juan Manuel Labrador Jiménez Fotografías: Salazar-Bajuelo Domingo Pozo Salvador López (JRP Producciones) que era dormir pero sí soñar despiertos mejor que nadie; ensayos de unas cuadrillas que la pasearían por la ciudad en una ocasión tan memorable, especialmente para aquellos que son los pies del Hijo cada Lunes Santo y que ahora habrían de marcar sus pasos un poquito más con la cintura para llevar a la Madre a la seo hispalense… Y llegó el 7 de octubre, se abrieron las puertas del templo, y la hermandad volvió a hacerse cofradía, pero en esta ocasión sin antifaces ni túnicas nazarenas, sino con el rostro al descubierto, para no contener la alegría ante tanto gozo como el que venía a rebasar nuestra felicidad. Y salió la Virgen tan hermosa como siempre, bajo palio, pero sin corona ni nada que nimbase sus sie-

nes, porque iba presurosa a la catedral para ser coronada, realizando un recorrido de ensueño por el propio Barrio León, por Triana, cruzando el puente de noche hacia Sevilla, por el Arenal hasta alcanzar, desde el Baratillo, la capilla de las Aguas pasando también por la de la Carretería… Y en el Postigo, la Pura y Limpia dio la venia para alcanzar el mayor templo metropolitano, ¡y qué semana más inolvidable! Tres días de besamano en la parroquia del Sagrario sin que jamás cesasen las colas para

llegar hasta Ella… Tres días de triduo ante el altar de plata de Juan Laureano de Pina en el que a diario hubo de sacarse más sillas para que nadie estuviese de pie en ninguno de los rincones del crucero catedralicio, como si de la novena de la patrona se tratase… Y amaneció el 14 de octubre, y todo, ¡todo!, pasó… como un suspiro. Aún permanece indeleble en nuestras retinas, y así será durante el resto de nuestra existencia, el instante crucial en el que monseñor Asenjo coronaba canónicamente a nuestra Madre de la Salud, más Reina que nunca, más hermosa,

más radiante… Y hasta se nos hizo un nudo en la garganta y en las arterias del corazón cuando el hermano mayor, el bueno de Pepe Fernández, se hizo voz de sus hermanos para agradecer tanta dicha a través de los recuerdos. Y llegó la hora de regresar a casa, y como aquello también fue un sueño hecho realidad, permítanme evocar los versos con los que tuve el honor de anunciar, en una exaltación compartida con mis queridos Manuel Vizcaya, Alberto García Reyes y Rafael González-Serna, que se aproximaban los días de la gran gloria, y ustedes mismos puedan constatar cómo estos endecasílabos describieron a la perfección lo que días más tarde ocurriría…


Memoria grรกfica de una Coronaciรณn


La plaza de la Virgen de los Reyes es un lugar con sombras que se alargan a la vez que las horas van pasando por la voz puntual de la Giralda, pero esa tarde todo es diferente en el limpio tañer de las campanas, pues espera Sevilla a la Salud para poder rezarle coronada mientras bajan los ángeles del cielo enviados por Dios para ensalzarla, cesando hasta el susurro de esa fuente donde la luz se funde con el agua, porque vuelve la Reina a San Gonzalo y es sólo el corazón el que le habla. Busca por Alemanes la Señora salir a esa avenida que se ensancha desde que deja atrás la Catedral, tornándose el clamor en alabanza cuando va caminando bajo palio en medio de un gentío que la aclama sin dejar de seguirla por la senda en la que va marcando sus pisadas, esas mismas que indican un trayecto que converge en la dicha renovada de una historia que sigue siendo escrita al calor virginal de esa mirada que cautiva, sin duda, a quien la quiere, y entre todos la llevan en volandas hasta el ayuntamiento de esta urbe, en donde el pueblo entona esa plegaria que a la Salud dedica como canto por ser esa radiante estela blanca sobre la que caen pétalos que llueven al paso de esta Madre Soberana. Pasea por Tetuán y por Rioja esta bendita flor tan delicada, y el astro rey se mira en su presea para alumbrar su rostro como un ascua, expirando las horas vespertinas frente aquel Santo Ángel de la Guarda que custodia a lo largo de los siglos la egregia venustez carmelitana de ese noble convento centenario que, con fervor, se rinde ante las plantas de esta Virgen que vuelve hacia su barrio mecida por el aire de las ramas del compás extinguido de San Pablo, pues por la Magdalena también pasa esta dulce Enfermera celestial ante cinco estandartes que la aguardan

–Quinta Angustia, Calvario, Montserrat, Sacramental y Amparo–, esa casa que San Gonzalo siente como suya por tantas atenciones demostradas. La Salud, con presteza, se encamina hasta aquel paraíso que se enmarca entre un río y un cielo que definen ese entorno dispar donde la gracia emerge en el ambiente de unas calles que al fin se extasiarán con esa cara que nunca deja a nadie indiferente, pues tras cruzar el puente echa su ancla allá donde Pureza es marinera, arribando en un puerto de Esperanza anegado de amor y sentimiento junto a dos devociones que se abrazan, no teniendo sentido nuestra vida si uno de sus nombres nos faltara, y luego se dirige con sosiego a la Real Parroquia de Santa Ana, en cuya pétrea ojiva se concentra la gloria de esta tierra mariana resumida en el Carmen y el Rosario, y en aquella Pastora de las Almas que en su día cedió su parihuela para que la Salud fuese llevada hasta esa catedral tan singular hace ya cuatro décadas lejanas. Parece que la noche se acelera cuando la Virgen vuelve iluminada por el suave fulgor de unos luceros que van anticipando la mañana, pues por Pagés del Corro se presiente la sutil hermosura nacarada que cubre los perfiles de una Estrella que rasga con su luz la madrugada, y al irse consumando lentamente este sueño que Dios adelantaba una tarde otoñal entre azahares con los dos años previos que aún restaban, despiertan en silencio los naranjos de ese Barrio León donde se exaltan las grandes maravillas de esta Madre, cuyo manto se extiende cual cascada que brota de esa fuente que se muestra sobre el cielo impoluto de sus andas, y al proclamar su nombre sacrosanto como un grito que asciende a las gargantas, la Reina habrá llegado a San Gonzalo con la Salud que implora su Triana.



Tiempo deTiempo vísperasde vísperas Fotografías: Salazar - Bajuelo y ABC de Sevilla

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1. El precioso trabajo de Isabel Sola que ha sido elegido para la portada de “El Llamador”, de Canal Sur Radio, en este 2018.

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2. Pepillo Gutiérrez Aragón ante la pintura del Señor de Pasión y el Cristo de la Buena Muerte elegida por el Consejo de Cofradías como cartel de la Semana Santa 2018. El tradicional Vía Crucis del primer lunes de Cuaresma, celebrado el pasado 19 de febrero, tuvo como protagonista al Señor Cautivo de la hermandad de Torreblanca. En éstas imágenes, en la puerta de la Capilla del Rosario (3), ante el Altar Mayor de la Catedral de Sevilla (4), a su entrada en la Iglesia de Santa Marina (5) y un bello contraluz durante el camino de ida en las puertas de la Anunciación.(6)

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Premio “Martín Cartaya” para Salazar y Bajuelo El pasado martes 27 de Enero fue un día muy importante para quienes hacemos esta páginas. En la sede de Caixabank, en calle Sierpes, tuvo lugar el acto de entrega de la segunda edición del premio de fotografía ‘Jesús Martín Cartaya’ que otorga el Consejo General de Hermandades y Cofradías y que en esta ocasión han recaído en la dupla que conforman desde hace más cuatro décadas Fernando Salazar y Ángel Bajuelo, responsables de los contenidos gráficos de esta publicación, por la imagen de la Soledad de San Lorenzo saliendo de su templo con la que se ilustró en 2017 la portada de la revista Cuaresma. Fernando y Ángel son amigos desde la infancia. Comenzaron por separado sus respectivas trayectorias en el mundo de la fotografía allá por los años 70 y es 1985 cuando firman su primer trabajo conjunto con motivo de la V Expo Sierpes. A partir de ese momento deciden tomar el mismo camino y desde sus primeros pasos como SALAZAR-BAJUELO se especializan en el tema de las fiestas primaverales y sobre todo su Semana Santa, con múltiples aportaciones fotográficas en este ámbito. Han publicado más de un centenar de carteles anunciadores de Semana Santa, Corpus Christi, Día de la Virgen, Congresos, etc. Sus imágenes han ilustrado todo tipo de obras editadas por entidades oficiales, empresas, bancos, centros de enseñanza, tertulias cofrades y hermandades. Destacamos el cartel publicado en el año 1999, con ocasión del I Congreso Internacional de Hermandades y Religiosidad Popular, por su original composición de un contraluz de la Giralda y como fondo una candelería de un palio gastada. También, en 2004, el del Corpus Cristi editado por el Excelentísimo Ayuntamiento, en el que se usa por primera vez un archivo digital. Y no hace falta recordar a los más fervientes seguidores de esta revista cómo han sido algunos de los carteles con las imágenes de portada de ediciones anteriores... La gala, donde también se hizo entrega a Félix Machuca del premio periodístico ‘Fernando Carrasco’ por un artículo publicado en Pasión en Sevilla con el título Un sueño que se aleja, además sirvió para inaugurar la exposición fotográfica relacionada con nuestra semana mayor a cargo de los conocidos fotógrafos como J.M Serrano, Mariano Ruesga Osuna, Francisco J. Comas, Antonio Pizarro, Francisco Javier Montiel, Juan Alberto García Acevedo o Manuel Gómez, y que el año pasado protagonizaron en exclusiva el dúo de fotógrafos premiados en este 2018. No quisieron perderse la cita Joaquín Sáinz de la Maza, presidente del Consejo de Cofradías; Ricardo Gil Toresano, subdelegado del Gobierno en Andalucía; Carlos García Lara, director del Área de Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Sevilla y Marcelino Manzano, delegado diocesano para Hermandades y Cofradías, además de muchísimos amigos de los premiados así como todo tipo de personalidades del ámbito cofrade.


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Hoy empieza la nostalgia Sevillanos: ungido por las palabras del pregonero, me atrevo hoy a poner el recuadro en una blanca pared recién blanqueada en una calle de barrio por la que van a pasar las cofradías; me atrevo a fijarlo en esa blanca pared con el engrudo táctil de las palabras y a escribir diciendo: apresuraos, vivid cada instante, oíd cada flor, oled cada sonido, que hoy empieza la nostalgia; hoy empieza esa historia, que siempre es igual, pero que nunca es igual, que nunca es distinta y que siempre nos parece otra. Ahora, sevillanos, sé lo que significan los largos capirotes que enfilan el cielo desde los balcones de la Alcaicería. La Alcaicería es la rampa de lanzamiento de la primavera de Sevilla, el Cabo Kennedy que nos colocara en la órbita universal de la cita con la historia. Si vais esta mañana a la Alcaicería, sobre un fondo de balcones abiertos que tienen radios con marchas de Semana Santa, oiréis la cuenta atrás de Sevilla. Los últimos segundos de la cuenta atrás. Porque hoy empezamos a tener nostalgia de lo soñado, melancolía de lo vivido... Nunca más, hasta el año que viene, un Señor del barrio de la Magdalena será llevado, como esta noche, entre el silencio de los trajes oscuros. Nunca más, hasta el año que viene, una Virgen será llevada a un Valle de cera y terciopelo antiguo. Empieza, ay, a contar el tiempo. ¿Todo pasa y todo llega? ¿O todo llega porque nunca pasa en nuestra memoria, que tenemos a la ciudad detenida en los supremos instantes del gozo? Id mañana por la noche a saborear la nostalgia en la Catedral. Tomad la entrada del Miserere. Pero no os coloquéis en las filas del crucero. Despreciad las sillas y el concurso de las gentes. Sentaos en el Trascoro, en el umbral de una desierta y oscura capilla. Contemplad el gozo. Id oyendo los versículos de Eslava entre aquel bosque de columnas. Nunca podréis ver más bella la Catedral, en la soledad sonora del Trascoro, ya colgado de terciopelos y tafetanes, de plata y bizarrones. Porque si queréis apresar el agua de Sevilla que se va de entre las manos, tenéis que saborear estas últimas horas sin nostalgia. El Domingo, en cuanto sintáis el

por Antonio Burgos

gozo de ver el primer nazareno, al instante experimentaréis la tristeza de ya no poder ver más nunca, hasta el año que viene, el primer nazareno... El domingo en cuanto el blanco palio de la Paz esté ya por la glorieta de Covadonga, sentiréis la inmensa tristeza no de que la Semana Santa empiece, sino de que comienza a terminar... Todo será como un largo fin. Todo será como un reencuentro con el tiempo, Dios también creó el tiempo para que los sevillanos nos debatamos entre el dolor de lo que se va y el gozo de lo que viene. Y lo que vosotros sentís, sevillanos, y no lo decís, lo dirá en voz alta una vieja. Estará el mismo domingo, por el Pumarejo, viendo a la Virgen de la Hiniesta. Apenas tendremos unas horas de pasos en la calle, cuando pase una Sonrisa entre azules, y esa vieja de la sillita baja, del moño y de los zarcillos negros, se santiguará y le dirá a la Virgen, como quien le habla a una vecina: --Ea, hija, hasta el año que viene si me das salud para venir a verte. Por eso, sevillanos, os insto con este bando de la nostalgia a que saboreéis la intensidad de estas horas de la víspera, que el camino de azahares es siempre mejor que la posada del cansancio del alma que tendremos el Viernes por la tarde, cuando el Cachorro camine otra vez sobre las aguas. Agotad el gozo de las vísperas, que siempre será mejor que la fiesta. Porque no sé vosotros, pero yo, que me ha ungido el pregonero de la nostalgia de toda una generación, comienzo a sentir una inmensa tristeza en cuantito que el domingo veo el primer nazareno. Alegre tristeza de los días de la nostalgia...


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Y yo cofrade, sueño en anhelos. Y despierto. Despierto precisamente un domingo. Y ese domingo es nada menos que Domingo de Ramos. Habrá que buscar en la gloria y en el triunfo mismo de la Entrada de Jesús en Jerusalén aquel primer Domingo de Ramos de la humanidad, la causa de esta gloria y triunfo del Domingo de Ramos sevillano. “Perfil, trazos de la Semana Santa Sevillana”. Antonio Rodríguez Buzón, 1946



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Apuntes DOMINGO de RAMOS Es difícil trazar la hoja de ruta de la primera y más concurrida de cuantas jornadas conforman la semana santa. Desde primera hora de la mañana las colas para acceder a los templos de las corporaciones que luego efectuarán estación de penitencia (y las que lo harán en jornadas posteriores) invitan a pensar que será ciertamente complicado disfrutar sin apreturas de algún rincón, por lo menos hasta que la noche empiece a adueñarse de la jornada. Cronológicamente, el día empieza en el barrio del Porvenir con la salida de La Paz. Es un clásico para muchos verla en las concurridas inmediaciones de la Plaza de España, aunque si la espera ya más cerca del Postigo o a la salida de la Catedral siempre que haya dejado atrás la Puerta de Jerez podrá quitarse de ciertas aglomeraciones. En el centro, la primera puerta que se abre es la de Jesús Despojado. Preciosa y concurrida salida desde Molviedro, así que apuesten por la plaza de la Magdalena, o la plaza del Triunfo y calle Santo Tomás en el cénit de la tarde. La Borriquita es un paso que cuesta trabajo ver si no está dispuesto a soportar el bullicio. La salida o entrada desde el Salvador o la subida de la Argote de Molina quedan entre nuestros consejos, que son casi los mismos escenarios que les recomendamos para ver al Amor, aunque lo tardío de su recogida hace más viable buscar un sitio cerca de la popular rampla.

La hermandad de La Cena, dada su localización y horario, nos invita descartar las primeras calles de su itinerario. Mucho más cómodo es verla de vuelta una vez deja atrás la Alfalfa: Cristo de Burgos o San Leandro, la elección es suya. Cerca, muy cerca y casi al mismo tiempo puede buscar los dos pasos de La Hiniesta cuando transcurren por la Encarnación, aunque no nos cansaremos de recomendarles el itinerario desde San Marcos hasta la entrada en San Julián: calles estrechas donde la noche ya ha hecho una selección natural para que el público sea el justo… Y para San Roque, el tránsito desde San Ildefonso hasta la entrada en la parroquia, si es que no ha optado por verla en los momentos posteriores a su salida, con calles anchas y espacios más abiertos. El larguísimo cortejo de La Estrella, así como la devoción de su barrio, abarrotan el camino que va desde San Jacinto hasta que llega a la carrera oficial. Verla cruzar el puente es un clásico de la tarde, pero quizás sea más cómodo esperar a la noche en las inmediaciones del Archivo de Indias o en la calle Adriano. Lo mismo pensamos a la hora de elegir dónde ver La Amargura. Su salida es un imposible a menos que emplee varias horas de su tiempo en ganar sitio. Así que subraye la medianoche en el Salvador o en las (esperemos) desaforadas Alcázares-Santa Ángela.


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Para muchos, el Domingo de Ramos comienzan cuando ven la primera cofradía en la calle; otros, sin embargo, consideran que la jornada arranca cuando, por la mañana, se cruzan con el primer nazareno que camina rumbo al templo del que saldrá su cofradía horas más tarde. Pero para mí, todo en este domingo se estrena unas horas antes, cuando cronológicamente es, todavía, noche de vísperas. Antes y también ahora, es ahí cuando levanto mi particular telón, ese que me indica que la Semana Santa, otra más, va a comenzar. Mis memorias de domingo se enraízan en las previas, cuando de joven, muy joven, íbamos a mi hermandad de la Universidad a formalizar las papeletas de sitio. Sí, queda claro que eran otros tiempos, otras formas menos rígidas, donde todo era más tácito y mucho menos trascendente y protocolario. Noche para pasar por la vieja secretaría de la hermandad y posterior visita a las iglesias donde amigos y conocidos se esmeraban en los arreglos florales: Amargura, San Roque y luego, a la Estrella. Recuerdos del primer traje de estreno, con 15 años, un “príncipe de gales”. Paso de la infancia a la adolescencia, primeras salidas en pandilla, compañeros de colegio con los que patear la calles que, apenas unos años antes habíamos aprendido de la mano paterna. Y niñas, y es que muchos de nosotros, los de mi generación, comenzamos a integrarnos con las amigas con la excusa de salir en bloque en los días de Semana Santa... Tiempos donde la rutina y la autoridad del cabeza de familia sufría un breve lapso de siete días. Las costumbres y reglas de la casa quedaban derogadas por la fuerza de toda una semana santa. Podíamos

Las manos de la Estrella por José Moya Sanabria

volver más tarde porque había que ver cofradías en la calle. Podíamos alejarnos de casa, incluso del barrio, porque había que buscar otras cofradías en otras latitudes. Descubríamos, aunque fuese por unas horas, un mundo que creíamos de adultos cuando apenas habíamos comenzado a dejar de ser niños. Bendita ilusión la que uno experimentaba viendo a la Amargura al filo de la media noche, o a la Estrella alejándose de la Catedral, o al Amor cruzando la carrera oficial. Han pasado muchos años y mi Domingo de Ramos está lleno de tópicos, como casi el de cada sevillano. Resulta algo complicado ser original, innovar en una jornada como la de hoy, donde todo parece estar tan bien definido y reglamentado por una fuerza gravitatoria tan extraña como sevillana, que no nos permite alejarnos de lo que debe y suele ser el curso del domingo entre los domingos. El tiempo pasa y queda como testigo una pequeña y ajada foto de las manos de la Estrella, que le regalaron a mi padre -salía todavía la cofradía de la Iglesia de los dominicos en San Jacintouna semana después de que diera su pregón en 1963: “las manos de la Estrella hablan”, dijo sobre el atril del viejo teatro San Fernando quien aquel Domingo de Ramos recogía de la mano del televisivo Jesús Álvarez ese cuadrito que, día tras día, colgado en la pared de mi despacho, me recuerda el niño que fui, el cofrade que fui, el hijo que nunca he dejado de ser.

El artículo

Domingo de RAMOS


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Apuntes LUNES SANTO La jornada empieza muy temprano, incluso antes del filo del mediodía. Hay varias cofradías que salen desde templos muy lejanos y eso obliga a que el telón se levante en horarios poco habituales, máxime si tenemos en cuenta de que hablamos de un día laborable para (casi) toda la ciudad. La hermandad del Polígono de San Pablo va haciéndose mayor, año tras año. Evidentemente, tanto la entrada o salida, por la anchura de sus calles, resulta un escenario cómodo, pero muy alejado del epicentro de la jornada. ¿Por qué no esperarla por la Plaza del Salvador en su camino de ida o de regreso de la Catedral? De lejos también viene Santa Genoveva, así que si tiene ocasión, vaya a su encuentro al parque de María Luisa, o más tarde por las calles del Arenal, o por la noche a su vuelta por el Porvenir. Y no podremos decir que el recorrido de San Gonzalo es cualquier cosa. El barrio León disfruta de su cofradía, que estará no menos de 12 horas en la calle. La salida, el paso por San Jacinto, el puente de Triana, San Pablo... merecen la pena si no pueden aguardar a la noche para citarse con ella por la ancha calle Adriano. La tarde es especial por San Vicente. Tres cofradías separadas por apenas 300 metros. Vera Cruz merece ver pasar

su cortejo al completo. Cómodamente en la Gavidia, de regreso, o en las calles previas a su desembocadura en la Campana. Las entradas de Las Penas y El Museo son compatibles tanto en horario como escenario, ya que cuando la primera está llegando con el paso de palio a la parroquia, la Cruz de Guía de la segunda asoma ya por la vecina plaza. Otras opciones pueden ser SagastaJovellanos para la cofradía de negro rúan o el camino entre García de Vinuesa y Molviedro para la decana de la jornada. Seguimos convencidos de que ver a Santa Marta necesita una fuerte apuesta de su tiempo. Lo breve de su recorrido y el alto ritmo del cortejo complican mucho el envite, a lo que unimos que las apenas cuatro horas que está en la calle corresponden al prime time de la jornada. Llegando al Duque o pasando por la plaza del Salvador... porque lo demás será casi un imposible. La salida y entrada del Beso de Judas son dos opciones interesantísimas de la jornada, aunque el plato fuerte bien podría ser verla en la subida de la Cuesta del Rosario o su llegada a San Leandro. Y nos queda Las Aguas, para la que les señalamos tres ubicaciones a la ida (Molviedro-San Pablo-Magdalena) o la Plaza del Triunfo en la medianoche.



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Ángela, ¿qué es para ti el Lunes Santo? - ¿El Lunes Santo? Santa Marta. - Pero el Lunes Santo salen más cofradías. - Pero es el día de Santa Marta. Ángela no recuerda las mañanas en el Polígono de San Pablo para ver la hermandad de sus primos José Mari y Denisse. No recuerda las torretas engalanadas con colgaduras en cada terraza, ni la fiesta que se forma en el barrio, ni unos y otros vestidos de nazarenos dispuestos a recorrer junto a sus titulares el trecho infinito entre el barrio y la Catedral. No recuerda cómo llega el Cautivo del Tiro de Línea al Arco del Postigo, ni las mujeres de promesa detrás formando el tramo más compacto, porque con el Cautivo también va el barrio entero, sea en las calles del Arenal o en las avenidas despobladas. No recuerda, por más que Charo le cuente, a su Virgen de las Mercedes. De La Redención apenas ha fijado en su memoria que pasa por Lasso de la Vega cuando ella llega a San Andrés y, de lejos, ve ese olivo ante el que Judas traiciona al Señor con un beso, y quizás le suene que la Virgen del Rocío el año pasado estrenó un manto pero se ha perdido la calle Santiago repleta de público arrebatado con ese palio mientras llueven pétalos y suena la marcha que acerca las marismas. Ha olvidado las prisas por llegar al Barrio León y ver en la esquina a Lucas -a María sólo la ha visto en fotos- vistiendo por primera vez la túnica de San Gonzalo. Quizás se recuerde jugando con un cirio rojo sin fijarse en que por delante pasaba un misterio con el otro Cristo de Ortega Bru, su “Cristo para Sevilla”; ni a la Virgen de la Salud, que este Lunes regresará a la Catedral henchida del amor recibido en octubre. Quizás le suene ese pequeño Crucificado al que cantan saetas en la Gavidia, que se

El Lunes de Ángela por Carmen Prieto

vuelve a encarnar para que los ciegos vean tocándole antes de subir al paso, y esa Virgen de las Tristezas, serenidad y elegancia. Y sabe que Las Penas es la hermandad de Lourdes, y se ha metido bajo el palio de la Virgen de los Dolores en San Vicente… pero aún no ha vivido -si alguna vez se recuperasu paso por Aponte y la Concordia con los sones de La Madrugá. No recuerda al Señor caído en la calle con la cruz de carey y plata que, llegada desde Écija hace 50 años, carga cada Lunes Santo. Apenas le suena que Las Aguas sea también del Lunes Santo. No sabe de los sones de Tres Caídas tras el misterio ni ha visto a la Virgen de Guadalupe bajo su palio, por más que haya participado en su besapiés y besamanos, en su cruz de mayo o visto a la Virgen del Rosario. Si acaso, recuerda al Cristo de la Expiración retorciendo su cuerpo en la última exhalación y a la Virgen de las Aguas con su tocado de pliegues infinitos pasando por la casa de los abuelos… pero a esa hora ya es Martes Santo. Y su Lunes ha terminado. Porque para Ángela, desde que cumplió seis años, el Lunes es el día de Santa Marta. Es revestirse de monaguilla mientras su padre se cubre de negro e ir de la mano de Marta y Jaime hasta San Andrés, la Catedral y regresar. Es ese duelo que lleva a su Cristo que, en un apremio por ser Caridad, entrega hasta su última gota de sangre. Es esa otras Penas del día con rostro de María y diadema, consolada por Marta sobre un campo de lirios, en absoluto silencio sólo roto por el tañer de las campanas.

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Lunes SANTO


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Apuntes MARTES SANTO Pocas cosas de las que estábamos acostumbrados a hacer en la jornada de hoy tendrán vigencia en este 2018. El revolucionario cambio de sentido aprobado por las cofradías del martes nos va a deparar escenarios insólitos e imágenes realmente inéditas incluso para quienes atesoran un buen número de trienios cofrades... Así que empecemos por lo que no varía, aunque no seamos escrupulosos en el relato cronográfico: Santa Cruz y la Alcazaba son un sí o sí, así como su retorno por el Arenal, un clásico hasta hace unos años en su itinerario de ida a la carrera oficial. Del mismo modo, insistimos en la apuesta por la salida o entrada de San Esteban, de las que poco queda ya por contarse y menos por recomendar. Merecerá la pena si es que logra colocarse lo más cerca posible de la ojiva por la que se produce el milagro de todos los martes santos. Seguimos con la comodidad de ver El Cerro subir por San Gregorio, Contratación o Miguel de Mañara, aunque ahora sí para entrar a la catedral y no como antes, pasar de largo. Y también las calles cercanas al Postigo, que fueron siempre camino de ida y que ahora han de convertirse en regreso a casa. Y ahora, demos paso a las variaciones. Quizás la más novedosa sea ver pasar a La Candelaria por sus jardines de Murillo, con el sol de la tarde llenando de luz la estampa. De igual modo,

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se nos hará muy curiosa la vuelta por la Plaza del Salvador o la Cuesta de Rosario, ya pasada la medianoche. Algo similar ocurrirá cuando Los Javieres vayan desde Santa Ángela hasta la Plaza del Pan en la hora del crepúsculo o Correduría arriba, madrugada, convirtiendo en últimos metros lo que hasta hace nada eran los primeros rayos de sol de su itinerario. Nada compensará dejar de ver a Los Estudiantes por la Plaza del Triunfo, Miguel de Mañara y Contratación a la vuelta. Veremos a ver si la ida por esos mismos escenarios nos deja sensaciones a la altura. Curioso resultará ver cruzar el cortejo bajo el Postigo dejando atrás el Arenal y tomando por Tomás de Ibarra y los últimos metros de la Avenida hasta llegar a la Puerta de Jerez. San Benito nos privará de la subida de la Cuesta del Rosario, que ahora se convierte en camino de bajada en las primeras horas de la tarde. Habremos de buscarla en la Encarnación ya de noche, donde seguro que se apostarán las miles de personas que antes la esperaban, o pasando por el Muro de los Navarros en su itinerario habitual de regreso a La Calzada. Y nos queda ver a qué hora será la entrada del Dulce Nombre en San Lorenzo, aunque podrá aprovechar con algo de antelación para esperarla en la Gavidia o incluso en la ida, en San Andrés cuando las luces de la tarde empiecen a despedirse por el Aljarafe.

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El Martes Santo, desde la realeza de su linaje, se llena de Ilustres miradas, y lo hace desde el mismo epicentro del sentimiento de hermandad. El cual se expresa en fervorosas secuencias de historia, tan antiguas como cargadas del rancio abolengo que atesoran. En la nomenclatura de religiosidad popular, la ciudad cuenta con un sello de identidad propio que se hace entender, representar y rememorar de manera personalísima: la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. El Martes Santo trae consigo la luz prendida de los labios, y el color lo toma prestado de unos jardines que parecen pintados por Murillo con la tierra de Sevilla. Es en el lienzo de la ciudad, donde la Candelaria de todas las madres, la trae el aire mecida en la espesura de la noche, entre bambalinas de gloria. Delante, no sólo una candelería encendida le ilumina el rostro, sino que, bajo palio, sigue los pasos de su bendito hijo. El Nazareno nos bendice en la Salud de su pesado madero, quedándole prendida en los pliegues de su túnica tallada, donde se reflejan los naranjos en flor que le hablan del Subterráneo de Nuestra Señora, donde San Nicolás de Bari siempre la espera en su Parroquia. En el Martes Santo, Cristo no sufre Desamparo ni Abandono, y si no, que miren en la Humildad de su barrio, donde la blancura de la Señora del Cerro del Águila emerge como Reina del Sacramental valor de sus Dolores. El Martes Santo lleva puesto el traje hecho a la medida de un puente que siempre nos está esperando, que nos llama como lo hace el capataz con el llamador, golpeando en la memoria de la tarde. A las cuatro en punto de la tarde. Justo cuando Pilatos, en la Calzá, nos presenta al Ecce Homo que, maniatado, es preso en la

Martes Santo en la mirada por Jesús Méndez Lastrucci

mansedumbre de su bendita entrega. Dios derrama su Santísima Sangre, aguardando la Encarnación del amor en todos los hombres. El Martes Santo es también ojiva de burla, donde Cristo, sedente de vidriosa mirada, nos conduce a través de su Buen Viaje, a donde Nuestra Madre es la Salud de todos los Desamparados. El Martes Santo es noche de fervoroso pontificado, de antigua hermandad, donde Jesús es abofeteado delante de Anás. Cristo en su Mayor Dolor, soportó las injurias humanas, viniéndole al encuentro su Santísima Madre. Ella, con su Dulce Nombre, limpiará junto con San Lorenzo el divino rostro de su Hijo. El Martes Santo se hace Universidad de Cristo, manifestado en el perfil de un Crucificado que parece tallado por la dulzura del patriarcal legado de su Buena Muerte y guiado por la Angustia del corazón entregado de su Madre. El Martes Santo es el día en que la Santa Cruz se hace mirada de eterna paz. Paz para todas las Misericordias y donde todos los Dolores de María se hacen río de fe, cuando Cristo por Mateos Gago entrega su alma. El Martes Santo llega cuando las Almas encuentran la Gracia en Cristo, y lo hacen bajo el Amparo de San Francisco Javier, que espera a las puertas de Omnium Sanctorum.

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Martes SANTO





Siete Palabras

por Alberto García Reyes

Extracto del pregón de la Semana Santa de Sevilla, pronunciado por Alberto García Reyes, en el Teatro de la Maestranza el 2 de abril de 2017.

Tengo dentro dos asedios, Cristo de toda certeza que asiente con la Cabeza y siempre ofrece Remedios. Te dejo lo que más quiero, comprende a este humilde siervo, por siete vale tu verbo y el mío vale por cero. Qué enorme vocabulario para el óbito silente que anuncias en San Vicente detrás de un escapulario. Aquí va mi testamento y Tú has de ser el notario detrás del confesionario de mi último momento. Cuando la muerte me encuadre, ante Ti me desvalijo: Señor, te doy a mis hijos, no conozco mejor padre La vida infinita labras al hablarles mientras mueres, para exclamar que los quieres te bastan Siete Palabras.

Foto: Salazar-Bajuelo



María Santísima del Refugio (San Bernardo) - Miércoles Santo



Apuntes MIÉRCOLES SANTO El día de hoy podría ser definido como la jornada de los barrios. Algunos lejanos, otros incardinados en la ciudad intramuros. Populosos y apenas habitados. Modernas construcciones y casas erigidas en los siglos pasados... Comencemos por el muy taurino de San Bernardo, donde siguen pareciéndonos indispensables las calles de salida y su paso por el puente o con posterioridad, el bellísmo tránsito por la Alcazaba o la estrechez de Fabiola y Federico Rubio; en el Arenal, más que vinculado también a la fiesta de los toros, se pone en la calle el más numeroso de los cortejos, el de El Baratillo, en las primeras horas de la tarde. Allí será complicado hacerse hueco a la entrada o la salida, así que no quedan muchas opciones si lo que busca es cierta amplitud que esperarla en la Magdalena o la Plaza del Triunfo. Desde Nervión sale la cofradía de La Sed, la primera de la jornada. Las calles de su barrio o el transcurrir por la Alfalfa o la Plaza de Pilatos, ya de regreso, son enclaves cómodos y ciertamente recomendables. El Carmen Doloroso ya no es una recién nacida. Apunte para verla la Alameda a comienzos de la tarde o San Juan de la Palma y calle Feria en el retorno. Otro clásico entre nuestras anuales recomendaciones es ver pasar el Buen Fin por San Lorenzo,

bien a la ida o a la vuelta, porque la salida o entradas en San Antonio son un hervidero. Justo después puede partir en busca de La Lanzada, que regresa a San Martín donde a duras penas podrá hacerse un hueco pero le merecerá la pena. Para verla con luz del día, nada mejor que Conde de Torrejón y un poco de paciencia. Aunque también se nos ocurre una solución para hacer un “2x1” con las dos cofradías anteriores: esperarlas en la Plaza del Salvador en las primeras horas de la noche. Nos sigue gustando, y mucho, el regreso del Cristo de Burgos: Plaza del Pan, Alfalfa, Sales y Ferré... acierto seguro. ¿Antes? Quizás por la Plaza de la Encarnación y la bajada de Laraña. Las Siete Palabras consolida el itinerario de camino a la Campana: desde San Vicente a la Puerta Real, por las calles Baños y Goles, o incluso su transitar por la plaza del Museo. Por la noche también ofrece bellos escenarios, como la calle Hernando Colón o su preciosa entrada junto a los naranjos de San Vicente. Aunque para entradas, la de Los Panaderos, si es que no teme a las apreturas y a lo avanzado de la madrugada. Si es tarde para usted, váyase a la subida de Argote de Molina porque la salida y las calles que la llevarán hasta entrar en la cercana carrera oficial suelen colgar el cartel de `completo´.



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Contraste, ecuador, víspera...podría acudir a todos estos tópicos del día, pero prefiero unas pinceladas sueltas de ese hilo que nos une a más de quinientos años de la historia de Sevilla e, imbricados con ellos, memoria y recuerdos familiares. Cuando nacía mi bisabuelo Joaquín, Mendizábal con su desamortización llevó a la ruina a los conventos y a las hermandades con ellos vinculadas. La nefasta obra la completarían los “progres” del 68 cuando Joaquín luchaba en la Tercera Guerra Carlista. Así pasó con la Lanzada establecida en Pasión(los restos de la Iglesia de este convento se conservan en el antiguo restaurante La Reja); las Siete Palabras en el Convento del Carmen o la del Prendimiento, que de Santa Lucía, donde se fundó por el gremio de los panaderos, pasó a otra capilla gremial: la de los alarifes, en la calle Quebrantahuesos -espantable nombre-, hoy Orfila. El siglo XIX fue un desastre para las hermandades. Además de las desamortizaciones, la fiebre amarilla de 1800, la afrancesada -que algunos vividores de entonces y otros modernitos de hoy aún defienden- y el anticlericalismo influido por la masonería. Todo unido puso en peligro la existencia, entre otras, de dos hermandades que habían nacido en el XVIII al calor de la torería popular: el Baratillo, fundada por Pepe Hillo en el Arenal y San Bernardo, surgida de una Cruz de Mayo, como esas que los niños en los años 50 y 60 del pasado siglo aun paseábamos con nuestros tambores de hojalata. Ese siglo XX, con el impulso que dio León XIII al catolicismo popular y la obra de los Montpensier, cambió la tendencia. La nómina del Miércoles, que en algún momento solo contó con las Siete Palabras, se amplía con la franciscana del Buen Fin -que guarda una copia de la Sábana Santa regalada por el príncipe italiano Filibertoy el resurgir de la Negaciones de San Pedro. Ambas se disputaron la advocación de la Palma, mientras la heredera de los Estudiantes sacaba al Cristo documentado más antiguo de Sevilla, el

Historias del Miércoles Santo por Joaquín Egea

de Burgos, obra de Juan Bautista Vázquez. Con Él, tres advocaciones foráneas a la ciudad se unen en este día: la Virgen de Regla de Chipiona, la de la Cabeza de Andújar y el milagroso Cristo que preside la catedral burgalesa. La música procesional conoce en este tiempo una bellísima composición del maestro de Soria 9, Farfán, para el Señor de las Siete Palabras: “Pasan los Campanilleros”. Falla, Stravinski, Sorolla, Juan Ramón Jiménez dirán por aquellos años que en nuestra Semana Santa se oye lo que se ve. Y llega el 36, cuando la tatarabuela de mi nieta Isabel, la que le da el nombre, fallece mientras ardía San Bernardo. Los bárbaros la emprendían contra el Cristo de la Salud, obra de Pedro Roldán, y la Virgen del Refugio. El Buen Fin salvó sus imágenes enterrándolas en una sepultura. Tras la guerra, un nuevo resurgir que llega hasta hoy: Castillo Lastrucci, Illanes, Fernández Andés... Algunos cambios incomprensibles: las imágenes que acompañaban al Cristo del Buen Fin o el palio de la Cabeza. Y nuevas hermandades: la del Carmen y la Sed. Y el urbanismo salvaje. ¿Qué verá mi nieta Isabel cuando sea consciente que sus ojos se iluminan con la luz de los cirios, la hermosa luna del Jueves Santo y el sol de la calles de Sevilla?¿Se habrá destruido aun más la ciudad?¿Seguirá la fusión singular que para José Andrés Vázquez era la unión entre paso y paisaje urbano, hasta llegar a la Giralda que es la calle en pie por la que los sevillanos quisieran seguir hasta el cielo?¿Podrá mi nieta vivir la eternidad de un bello momento, pedir, como pedía Díaz Crespo, “Dios mío, que no pase este instante”?

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Miércoles SANTO



Santísimo Cristo de la Exaltación - Jueves Santo



Apuntes JUEVES SANTO Caerá en un leso error de sevillanía quien crea que la jornada de hoy no comienza hasta que se ponga el primer paso en la calle. Resulta complicado poder explicar a quien no conoce cómo vive Sevilla este jueves principalísimo en su calendario que, si importante es lo que habrá de suceder en sus calles desde que a las tres de la tarde se abran las puertas en Recaredo o Los Remedios, no lo son menos los particulares ritos de la mañana, esos que llevan a soportar enormes colas para cumplir con la visita en los templos de las cofradías de la jornada y las de la inminente Madrugá. Para ello, es casi indispensable sacar lo mejor del armario y deleitarse con la clásica estampa de las muchas señoras ataviadas con mantilla. La salida de Los Negritos permite gozar del cortejo con relativa sencillez. Pero no menos cómodo y bonito es verla cuando baja hacia la plaza del Salvador o, de regreso, bien por la Alfalfa o en la noche de la Plaza de Pilatos. Repetimos año tras año que Las Cigarreras tiene todo el encanto posible cuando cruza el río y se adentra en el barrio del Arenal. Delante de la Torre del Oro o por las cercanías del Hospital de la Caridad -Núñez de Balboa, Temprado-, aunque la noche desde que sale de la Catedral hasta que pasa por la plaza de la Contratación tampoco será una mala elección. La inmensidad de San Pablo permite acomodarse, no sin algún que otro esfuerzo, para la salida de la Quinta Angustia, una de las cofradías que merece verse desde la

velada Cruz de Guía hasta las maniguetas traseras del paso. Puede también esperarla por Molviedro cerca de la medianoche si es que a esa hora no ha optado por encontrarse con Montesión en las inmediaciones de Santa Ángela o San Juan de la Palma. Antes, Correduría podría resultar un buen lugar para verla o echarle valor a la salida desde la capilla del Rosario en la antigua plaza de los Carros. Puede ser que La Exaltación haga su última salida desde San Román si a lo largo de este curso cofrade se terminan las obras de su casa en Santa Catalina. Los primeros metros de su recorrido suelen estar atestados de gente, por algo será. Quizás la esquina entre Laraña-Orfila resulte una interesante elección, así como por la noche, verla subir enmarcada por los naranjos de Doña María Coronel. El cruce antes mencionado en las confluencias de Laraña, Cuna y Orfila, la actual plaza de Villasís, es oro puro si uno quiere solventar de una tacada la inexcusable obligación de ver los tres pasos de la hermandad de El Valle y a continuación, el cortejo completo de Pasión. Y es que meterse en el Salvador para la salida es harto complicado... Otra opción, ya casi pisando los primeros nazarenos de la Madrugá, es aguardar a la cofradía de La Anunciación por la Plaza Nueva o por la singular calle Cerrajería, mientras que para la que cierra la jornada, nada mejor que aprovechar los huecos que ofrezca en la calle Alemanes o la subida por Argote de Molina.

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Pocas fechas me hacen sentirme más orgullosa de mi ciudad que la de un Jueves Santo. Y aunque por muy repetido que me acabe saliendo el guión, no me canso de disfrutar de las mismas sensaciones, ritos, costumbres y casi compañías. ¡Qué bonita está la ciudad en este jueves donde todo parece empezar a acabarse...y anda que no quedan cosas por vivir! Mañana de obligada visita a los templos, no sólo de la que salen por la tarde, sino de las de la Madrugá: la Anunciación, San Antonio Abad, la Magdalena, la basílica del Señor, cruzar el puente si no se me ha hecho tarde para sumergirme en la bulla del mediodía en la calle Pureza para ver a la Esperanza. Las colas que se forman asustan, sí , pero no deben ser ni excusa ni impedimento. Y siempre en la compañía de amigos de fuera, nacionales e internacionales, a quien me gusta mostrar nuestra semana mayor, a mirarla a través de sus ojos y enseñarles, aunque solo sea mínimamente, a que la miren como lo hacemos nosotros. Y es que ¿hay algún sevillano a quien no le guste presumir de embajador ante los que vienen de visita? Me sigue resultando curioso la fascinación que produce nuestra forma de conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo a todos los que llegan de fuera. Sean más o menos religiosos, todos, absolutamente todos quedan prendados de los que ven: familias reunidas, tradiciones pulcramente custodiadas, obras de arte que se echan a la calle en forma de escultura u orfebrería, sonidos, olores y silencios. Ven que no solo somos capaces de vivir una fiesta, de exponerla frente al público, sino de algo que nos hace distintos: sentirla.

Devoción por Sevilla por Teresa Baca

Trajes azules, impecables camisas, mantillas negras y encajes primorosamente colocados. Un día donde los sevillanos sacamos lo mejor del armario, sin duda alguna, donde todos parecemos conocer unos códigos éticos e incluso estéticos a lo que aferrarnos para conservar la intangibilidad maravillosa de uno de los grandes tesoros de nuestro calendario. Y esto, me repito, ese savoir faire que llevamos en el ADN es otro de los factores que encandilan a quienes se dejan caer por Sevilla por vez primera en una tarde de Jueves Santo. Tarde para ver los Negritos por la Encarnación o el prodigioso palio de la Virgen de la Victoria por las calles del Arenal. Tarde para sacar abono en la calle Laraña cuando se viene el barco de Santa Catalina y no faltar un par de horas después con ocasión de la salida de la hermandad del Valle. Tarde que se convierte en noche para agradecer a ese amigo que me permite extasiarme con el Señor de Pasión cuando viene por la calle Cuna, de donde luego salgo a la búsqueda de Montesión, quizás ya por la antigua Plaza del Pan. Noche cerrada cuando busco a la Quinta Angustia en las proximidades de su entrada y ya todos vamos pensando en que no se acaba el jueves sino que continúa en la inclasificable quietud de la salida del Silencio. Una felicísima sesión continua como solo una ciudad como la nuestra sabe hacer. Y una asignatura pendiente que no logro saldar: estrenarme vestida de mantilla. A ver si para 2019...

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JOAQUÍN:

“ La semana santa de Sevilla llega hasta a quien la desconoce” por Juan Salas Rubio Fotografía: Salazar-Bajuelo

Han pasado ¿todas? las lluvias. La primavera parece querer llegar a empujones cuando un mediodía de esta cuaresma que apunto está de terminarse, o realmente se ha terminado ya, nos espera Joaquín Sánchez Rodríguez para hablar, casi por primera vez en público, de sus pasiones, devociones y conocimiento de la Semana Santa sevillana. Una conversación donde el balón no aparece ni interesa, donde no hay más orillas que las que separa el viejo río Betis, donde no hay colores ni sentimientos que no respondan a la fe de Jesucristo. Una amena charla donde el portuense no viene a contar ningún chiste, ninguna anécdota jocosa, ni nada que tenga que ver con su profesión, esa que lleva desempeñando desde hace 18 años y que ha conseguido convertirlo en un personaje querido y admirado no solo en todas las latitudes del planeta fútbol, sino en los corazones de quien ven en él a una persona espontánea, de verdad, de las que mira fijamente con sus ojos azules cuando lo que va a contar no quiere que caiga en saco roto. Joaquín, el artista, el futbolista que quiso ser torero y a quien, por qué no, dentro de unos años podremos encontrarlo saliendo o entrando bajo un paso para cumplir uno de los sueños que aún atesora. Le conocemos, dado su exposición mediática, casi todas sus facetas y aficiones, pero la cofrade... Es cierto que siempre me ha gustado abrirme al público, contar y mostrar cómo soy, pero no ha sido habitual que alguien me llame para hablar de la Semana Santa y sus cosas, y mira que me han hecho entrevistas a lo largo de mi vida. Me considero una persona muy extrovertida, aunque ello no signifique que haya determinadas cuestiones que me guste guardar en el ámbito de mi vida privada. Pero desde luego que estoy encantado de poder hacerlo, porque me apasiona hasta límites que en algunas circunstancias, y no exagero ni lo más mínimo, hasta me han sorprendido a mí...

¿Es Joaquín hermano de alguna corporación? No... de momento, pero va a ser por poco tiempo. En El Puerto, mi pueblo, siempre seguí con mucha atención las cosas que pasaban en Semana Santa. ¿Qué niño no ha jugado con los amigos de la calle a meterse debajo de una mesa, echarle un mantel por lo alto y formar una cofradía? Después, cuando ya de jovencito me vine a vivir a Sevilla me fui empapando, poco a poco, de la importancia que tenía para esta ciudad celebrar esta festividad religiosa. Y es que yo tenía claro casi desde cuando llegué, hace ya veinte años, que esta ciudad me iba a atrapar para siempre, y que en reciprocidad, yo estaba obligado a conocerla. Y me he hecho muy capillita, mucho.


Ha respondido que no, pero por poco tiempo...

Entonces, ¿teñimos de morado su camiseta verdiblanca?

Eso he dicho. No sé dentro de cuándo, pero tengo muy claro que quiero ser hermano de la Esperanza de Triana, y lo voy a ser. La verdad es que es una cofradía enormemente conocida, no se puede decir que las ves por primera vez y surge el flechazo... pero a mí me dio un algo muy dentro, un pellizco importante cuando hace unos años, invitados por unos amigos en la calle Pureza, me encontré con el paso del Señor de las Tres Caídas apenas a unos metros de donde nos asomábamos. Recuerdo aquel instante a la perfección y no creo que se me vaya jamás de la memoria. Lo había visto en otras semanas santas, en fotografías, había escuchado historias sobre la devoción que se le tiene en Triana...y fuera de Triana. Pero desde aquella noche yo supe que me esperaba, y espero pronto poder ser uno más en la nómina.

No, no. Tengo un sueño, uno de los pocos que me quedan por cumplir y eso que la vida ha sido muy generosa conmigo. Me he visto realizado como profesional, tengo el reconocimiento y cariño de muchísimos aficionados al fútbol más allá de los seguidores de mi equipo; mi familia es mi gran tesoro, no me falta salud... pero quiero ser un día costalero de ese paso. ¿Lo lograré? No lo sé, es difícil porque son muchos los hermanos que esperan desde hace años su oportunidad de meterse bajo

Pero salir en la Madrugá... De momento tendré que dejar pasar un poco de tiempo. Voy cumpliendo años pero las cosas me siguen saliendo en mi profesión, me encuentro bien, mi club me quiere y yo a él y está claro que el desgaste de una estación de penitencia, 14 horas en la calle, no es compatible con la de un profesional que el Sábado Santo o el Domingo de Resurrección tiene que darlo todo sobre la hierba. Habrá que esperar, quién sabe, a retirarme del fútbol, porque ahora mismo lo veo incompatible.

las trabajaderas, pero yo no pierdo la ilusión porque en mi vida me han pasado tantas cosas maravillosas que, lo mismo, hasta cabe una más. Al Joaquín famoso le costará muchísimo poder disfrutar de la Semana Santa en Sevilla... Sí, gracias a Dios, porque es una buena señal. Aquí se me quiere e incluso los aficionados rivales me respetan y tratan con cariño. Pero es verdad que en esos días, en las calles,


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hay mucha gente, bullas por todos lados y yo soy alguien conocido... Recuerdo la entrevista que en estas páginas hicisteis el año pasado a Curro Romero y me identifico plenamente con lo que él dijo al respecto. No queda más que convivir con el carisma de tu personaje, y yo, a pesar de que hay algún que otro momento incómodo -no sé cuántas fotos me hacen al día vaya donde vaya, sea o no Semana Santa- no me quedo en mi casa pudiéndome echar a la calle cualquier tarde en esa semana. A lo mejor, vestido de nazareno le resulta más fácil pasar desapercibido ¡Por supuesto! La verdad es que debe ser una sensación muy grata eso de estar entre miles de personas que no saben quién eres gracias a ese antifaz que te tapa la cara. Disfrutar del anonimato es algo que no me sucede en esta ciudad, pero lo mismo algún año me da también por probar. Y después de algún partido desastroso no estaría mal poder salir con una túnica y un capirote para casa, je, je, je. ¿Se vive en el vestuario lo que va pasando en la ciudad en estas fechas de vísperas? Claro que sí. Incluso en verano, cuando sale el calendario de Liga, hay muchos que miran cuándo se juega este o aquel partido...y si el Domingo de Ramos nos ha tocado jugar en casa o como visitantes. Aunque es verdad que la mayoría de los compañeros son de fuera, incluso extranjeros, el ambiente es otro por estas fechas. Somos muchos andaluces, casi todos los empleados del club que nos rodean en el día a día son y salen en alguna cofradía. Tienen niños a los que visten de nazarenos o son ellos mismos los que forman parte de los cortejos. Nadie puede decir que la semana santa no le toca por mucho que la desconozca. E incluso los foráneos, esos que aún no han vivido nada de nuestra semana mayor, se dan cuenta con la llegada de la primavera que la ciudad está en ebullición. Yo no he acertado a explicárselo con palabras, pero estoy convencido de la fascinación que va a provocarles lo que van a conocer de Sevilla en estas fechas tan señaladas. Hablaba usted de los niños, de los hijos de los demás... Claro, son el siguiente eslabón. Yo también procuro enseñarles a mis hijas lo poco o

mucho que sé de las cofradías de esta ciudad. Es fundamental inculcarles esos valores, ese respeto y reconocimiento a siglos de historia y tradición. No se entendería la ciudad de hace 300 años sin sus cofradías del mismo modo que nos sentiríamos ahogados ahora mismo si el Domingo de Ramos no pudiésemos poner en la calle un paso. Ellas lo van notando y, a pesar de que no es fácil echarse a la calle con su padre, hacemos lo que podemos. De hecho, aún recuerdo la rabia que nos dio no poder llevarlas el año pasado a la entrada del Gran Poder en San Lorenzo. Esa espinita nos la tendremos que quitar pronto, a ver si en este 2018... Pero a lo niños de hoy, que tienen tantas alternativas para el ocio, ¿les puede seducir lo que ven tras una simple procesión? Hay que saber mirar y enseñar. Para 6 o 7 horas, o más incluso, que puede pasar un cofradía en la calle hay un largo año de trabajo en la hermandad. Y ahí hay sitio para todos, incluso para los niños, que pueden echar una mano limpiando y conservando los enseres, ayudando a los mayores, aprendiendo de lo que dicen... En todos los aspectos de la vida, por supuesto también en el fútbol, es primordial que los más jóvenes sean capaces de entender lo importante que es hacer caso a quienes tienen años de experiencia. Es, salvando las distancias, lo que me ha tocado hacer a mí de un tiempo a esta parte con los jóvenes que se van uniendo al equipo. En el fútbol y las cofradías funciona la escuela de la vida. Y hay otra cosa importante: la música. Hay un montón de chavales a los que la música cofrade les ha quitado de los muchos peligros que acechan a la juventud. Da gusto ponerse a contar detrás de cada paso la cantidad de músicos que forman, lo bien que tocan, y la cantidad de bandas que hay casi en cada pueblo de Andalucía. ¡Aunque yo no he cogido una corneta en mi vida, Hulio!



Niños como futuro del fútbol y de las cofradías... Ese es el punto en común que yo veo entre la afición al fútbol y la devoción por la semana santa, salvando las lógicas distancias. Aunque hay casos puntuales en los que uno se hace de un equipo sin saber por qué o acaba perteneciendo a una hermandad sin un argumento que lo justifique, sí que es verdad que en los dos ámbitos pesa muchísimo la tradición familiar, y es hasta bonito ver cómo en una cofradía se pueden juntar abuelos, padres y nietos del mismo modo que cada fin de semana pueden ir junto al estadio. La verdad es que te paras a pensarlo y te das cuenta de que ese recuerdo de los mayores, esas tradiciones heredadas son un argumento de peso que quizás explica la buena salud que se ve en las gradas de los estadios y en las filas de nazarenos.

que nada a favor de unas ni en demérito de otras. Quizás por cómo soy, las hermandades de los barrios van más con mi forma de entender esto. Me acuerdo del recibimiento que nos dieron en las últimas ofrendas florales que hacemos cada comienzo de temporada... En el Cerro, en el Tiro de Línea, en la Macarena o este año en Triana, uno ve que la cofradía es la médula espinal del barrio, es lo que le da el carácter a sus gentes y les brinda sólidos argumentos de pertenencia a algo que valoran y cotizan.

Hablábamos antes de cómo la ciudad avisa de lo que está por llegar. Rotundamente. Las tardes son cada vez más largas, las luces y los colores son otros. Incluso el carácter o el ánimo de la gente parece distinto. Esta ciudad es hermosa, y más que nunca, en estas cuatro o cinco semanas que nos separan del calor del verano. Y además, no quiero dejar pasar por alto el dinero que supone para muchos sectores cada celebración de la Semana Santa. Esos hoteles a rebosar, esos bares que sacan en estos días el dinero que tan bien viene a todos los que lo trabajan. Y la industria que se mueve en torno a estos siete días. Un montón de oficios que se mantienen gracias a la forma que tiene esta tierra de conmemorar la pasión: bordadores, orfebres, carpinteros, tallistas, floristas, cererías... que no parezca que esto genera solo riqueza para el turismo. Casi toda la ciudad recibe -poco, algo, mucho- de lo que entre todos se siembra de cuaresma a cuaresma. La Semana Santa es para Sevilla un tesoro en todos los sentidos Volvamos al plano más personal... Bueno, ya le he dicho que mi corazón está en Triana. Pero son muchas las cofradías que me gustan, casi podría decirles que todas, que de todas hay cosas que me encandilan y quede claro que esto no es ojana. Generalmente me decanto por las capa frente al rigor del esparto y el ruán, aunque esto no impli-

¿Costumbres cuaresmales que le guste cumplir? A pesar de que la dieta de un deportista de élite exige muchos sacrificios y cuidados, a mí en estos días se me vienen a la mente los olores de la cocina de mi madre, los tradicionales platos de cuchara tan característicos... En Sevilla, el bacalao con tomate, las espinacas con garbanzos; en El Puerto éramos más de una especie de berza que me volvía loco. Y, por supuesto, las torrijas y los pestiños. Que no falten aunque yo los pueda probar casi con cuentagotas. ¿Algún temor propio de estas fechas? Temores... no, pero sí que me asusta cuando las predicciones meteorológicas amenazan a las procesiones. Hay mucho esfuerzo, muchas horas de trabajo y un saco de ilusiones de tanta gente detrás de una cruz de guía que a veces uno no alcanza a comprender por qué El de Arriba nos manda en esos días el agua que tanta falta hizo a lo largo del año. Y otra cosa que sí me preocupa, tanto como cofrade como padre, es el ambiente que se está generando de un tiempo a esta parte. Creo que las famosas carreritas no son más que un ejemplo de la sociedad que nos está



tocando vivir y a la que habrá que buscarle soluciones del mismo modo que se hace con los violentos en el ámbito del fútbol. Sé que poner tantas cosas bajo control no parece la mejor de las salidas, pero cuando hay vidas en juego -como por ejemplo ocurrió en San Mamés hace apenas unas semanas- obliga a no dejar pasar por alto ni la más mínima. Llevamos unos años en Sevilla ya sintiendo la amenaza de los desórdenes y esto no puede seguir así.

Habrá que ir terminando... ¿cómo valora el estado de salud actual de la semana santa sevillana? Creo que lo que explica por qué esto se mantiene desde hace tantos siglos es porque se amolda a la perfección a la época en la que se vive. Ahí puede estar el secreto de cómo pasan los siglos y las fuerza de las cofradías es cada vez mayor: se adaptan a la ciudad, al mundo en el que le ha tocado vivir y aunque a ojos del extraño puedan parecer instituciones de otros tiempos, si uno se fija bien, ve más afinidad por la vanguardia que en otros ámbitos... ¡Cuando yo era niño las mujeres no podían salir de nazarenas y mira hoy! Y casi antes que nadie, las hermandades abrazaron las nuevas tecnologías, la comunicación por internet y el uso de las redes sociales. Hablábamos al comienzo de su pasión trianera pero ¿con qué hermandad se queda de la otra orilla?

Bueno, dejemos a las autoridades hacer su trabajo.

Fácil. Los Gitanos, el Señor de la Salud. Ese paso tiene tanta personalidad como el que más, y la gente que lo lleva, ni le cuento. Desde luego que quien venga a Sevilla en la Madrugá y se les escape, no debe tener perdón alguno.

Eso espero y deseo. Como sevillano que me siento, como andaluz y como padre. Y que han sido muchos los años de morriña que he pasado como para ahora no poder disfrutar plenamente de la semana santa en esta época de mi vida tan esplendorosa... Los años que viví en Valencia procuraba escaparme, y me escapaba, aunque apenas tuviera un día de descanso. La época en Málaga me permitió disfrutar de otras maneras y modos, y además, estaba a un par de horas de aquí. Pero cuando me tocó vivirla desde Florencia... no sabe nadie lo que agradecimos a las nuevas tecnologías el poder acercarnos a través de la radio, la tele o internet lo que estaba pasando en las calles de Sevilla.

Y, volviendo a cruzar a la otra orilla, el Cachorro, donde mi familia política tiene puesta mucha de su devoción. Es un crucificado maravilloso, no creo que haga falta que cuente lo que es obvio.

Usted es buena aficionado al flamenco, ¿le gustan las saetas? ¡Y a quién no! Hay que tener mucho valor y mucho arte para arrancarte a cantar en un espacio abierto, sin ningún instrumento, y con una multitud mirándote...Además, tengo la suerte de que mi cuñada, la hermana de mi mujer, las canta de maravilla. Todavía me acuerdo una que le cantó al Gran Poder en La Campana que me puso los pelos de punta.

¿Un deseo tangible para la próxima Semana Santa? Que no se repitan los problemas de los que hemos hablado con anterioridad. Que la gente que se lo ha currado obtenga su recompensa. Que Sevilla se muestre con el potencial turístico que tanto bien nos está trayendo, que, por supuesto haga buen tiempo...y que el partido ante el Getafe se juegue en un horario que nos permita rematar el Sábado Santo en condiciones y el Domingo de Resurrección...¡en la plaza de toros!



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Apuntes MADRUGÁ La organización de la Madrugá sigue siendo objeto de debate casi los 365 días del año. Si a ello unimos los lamentables incidentes de los últimos tiempos y la indeterminación a la hora de localizar y erradicar el origen de los mismos, empezamos a comprender que haya sevillanos que opten por esperar a las primeras luces de la mañana para ponerse en las calles. Una verdadera lástima que la gran joya de la Semana Santa de Sevilla, otrora la noche por antonomasia de la ciudad, se vea envuelta por tantas circunstancias que la enturbian hasta no sabemos qué límite. Seguirán las reuniones y debates hasta lograr la imposible cuadratura del círculo. Esa que, para este 2018, va a llevar al Calvario por un recorrido casi anti natura por Gravina y Pedro del Toro. Así que aproveche y espérela en la plaza del Museo si quiere una visión singular de la cofradía o ya de amanecida, por la calle Castelar y la plaza de Molviedro. Al Silencio también le toca seguir con los experimentos, y es que en esta ocasión volverá a su templo ampliando el rodeo por San Andrés hasta llegar a la Concordia. La entrada, cada vez más tardía, o el paso por la Plaza del Salvador son dos cómodas opciones para ver el impresionante cortejo de la Mater et Magistra de las corporaciones sevillanas. Triana vive otra jornada de fiesta. Si ve la foto de portada de esta revista y quieEsta Semana Santa viste tus calcetines

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Cuentan que en el principio fue el oro, el incienso y la mirra. Quizás fue antes, cuando aceptó que todo se cumpliera. No por Ella, sino en Ella. No por un anuncio, sino por una realidad siempre incomprensible. Porque se irán unas vidas y llegarán otras, pero, en noches como ésta, Ella siempre se queda. Cuentan que un día aceptó la profecía del viejo de Simeón: Mira niña, a ti una espada te atravesará el corazón. Y no debe ser fácil llevar un Dios en las entrañas. Nació la Pasión delante de aquellos reyes. Dicen que el oro se perdió en un lejano viaje y acabó hecho monedas en manos de un traidor. Ella sabe que no es así, que se fundió para el trono del que despreció a su hijo. Cuentan que el incienso se usó en la presentación en el templo. Otra leyenda falsa. Sólo Ella sabe que se mantuvo en viejas navetas con forma de concha marina. Un mal día empleó la mirra, un perfume para muertos arrancado de su alma para sostener la entraña de sus entrañas. Hay quien cuenta que perdió el oro en trampas hipotecarias que acabaron en manos de los judas de su tiempo, que el incienso desapareció entre miserias humanas. Pero Ella, en noches como ésta, siempre se queda. Esta noche se cuenta que a los pies de la cruz perdió la confianza en el sí que un día pronunció. Tanto sufrir para eso. Ella que proclamó la grandeza del Señor. Ella que comprendió cómo la muerte empieza en el nacimiento. Ella, que sólo supo decir sí, y que escuchó el silencio de Dios. Cuentan que el suyo es un desconsuelo revestido de miles de nombres. No digáis nombres que los nombres se olvidan. Pero el dolor no. La ausencia tampoco. Por eso buscó por todos los rincones la vuelta a la vida del que había muerto. Removió sepulcros imposibles. Contempló apariciones increíbles. Y transitó por mil y un rincones buscando la presencia de aquella palabra que se había encarnado… Dicen que, por un milagro, encontró el lugar. El sitio elegido. El rincón castigado con el tantálico suplicio de

Ella por Manuel Jesús Roldán

ver al hijo encarnado en viejas maderas, en un preludio constante de la resurrección. Un ciclo eterno que volvió a aceptar. Como aceptó colocarse lágrimas de cristal que surgían de su corazón. Como aceptó vagar sin rumbo por las calles de la memoria, eternamente herida por el camino más corto. Como aceptó ser vestida, entronizada y aclamada como reina. Ella sabe que al dolor sigue la muerte, pero después llega el regreso. Y así es la vida. Una y otra vez. Una eternidad en el dolor, como el de tantas mujeres anónimas torturadas por vencimientos bancarios, por soledades, por violencias visibles e invisibles, tantas mujeres, anónimas. Pero ella es la que queda. Junto al Arco. Junto al cardo romano. Junto a sus hortelanos. Junto a los puestos del mercao. En esta noche en la que solo promete amanecer. De frente y de perfil. En la Macarena y en San Gil. Protegida por Roma en el boato, que Sevilla es Roma con Poncio Pilato. Cuentan que un día, en un muro del viejo barrio de la muralla, leyó la sentencia que da sentido a su existencia “En tiempos de crisis, lo más revolucionario es conservar la alegría”. En noches como ésta, el ancla tira con fuerza. Un punto al que aferrarse. Unas mariquillas que son estrellas. Revolución en la Sevilla Roja. Junto a sus lágrimas de cristal se insinúa la sonrisa eterna. Del llanto a la risa. Del dolor a la alegría. Si la divinidad era simpatía, ella es la carcajada del alma consolada. Así es ella. La que esperó y la que nos espera. La que quedó y la que siempre queda. La luz de un amanecer después de cualquier madrugada oscura del alma. No hace falta decir su nombre, pero sí grabarlo en un corazón sin espadas. Ella es el día que llega tras esta noche. Ella es la Esperanza.

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SantĂ­simo Cristo de la ConversiĂłn (Montserrat) - Viernes Santo



Apuntes VIERNES SANTO Si usted lleva siguiendo nuestras recomendaciones en las jornadas anteriores, comprenderá por qué el día de hoy comienza con otra cadencia, fruto del cansancio acumulado y de todo lo vivido en las últimas horas. Si, por el contrario, acaba de llegar a la ciudad, podrá comprobar cómo el viernes santo es un in crescendo que le va a permitir disfrutar de las primeras horas de la tarde antes de que la Sevilla cofrade vuelva a recuperar el pulso y la velocidad de crucero. Uno de los principales tesoros que nos llega casi a la hora de la sobremesa viene de las añejas calles del Arenal, con la señorial cofradía de La Carretería. Si quiere vivir emociones indescriptibles, busque un hueco en las inmediaciones de la capilla... Pero si decide incorporarse más adelante, cualquier parte del camino de regreso es sumamente aconsejable, sobre todo las últimas calles del recorrido, especialmente desde que deja atrás el Hospital de la Caridad. Antes que en ningún otro sitio se han de abrir las puertas de la Basílica del Patrocinio. El Cachorro y Triana, su calle Castilla, su llegada al Altozano y cruzar el puente... a ver quién es capaz de perdérselo. ¿Más tarde? Noche en las inmediaciones del Postigo o en Adriano, donde a continuación, tras dejar atrás casi las mismas calles por las que ha regresado el cortejo que abrió el día, puede contemplar cómo la hermandad de La O sigue la estela rumbo al viejo arrabal. Cosas de Sevilla eso

de ver a dos cofradías salir de la misma calle, el mismo día y justo una detrás de la otra. Soledad en San Buenaventura, tarde de viernes. Mucha gente en la amplísima Plaza Nueva, y no menos cuando sale de la Catedral y busca el viejo Postigo del Aceite para convertir al barrio del Arenal en el kilómetro cero de la jornada. Y no ha terminado la cosa por allí, qué va. Mucho más tarde, ya pasada la medianoche, Montserrat habrá de cruzar sus esquinas para regresar a su capilla. García de Vinuesa - Castelar - Molviedro es cada año un hervidero de público, del mismo modo que lo fue la salida, unas horas antes, y casi cualquier punto del camino que la condujo hasta la carrera oficial. No debe permitir de ningún modo que se le escape San Isidoro con la luz de la tarde. Probablemente estar frente a la parroquia cuando salga será complicado, pero la Alfalfa, la angosta calle Cerrajería y la desembocadura en la antigua Plaza del Pan satisfarán cualquiera de sus expectativas. Para la Sagrada Mortaja nos haría falta todo el espacio para señalarles emplazamientos únicos. ¿En San Martín mejor en San Juan de la Palma? ¿Acaso no es hermoso el cortejo cuando sube por Argote de Molina o por la Cuesta del Rosario? ¿De verdad que no quiere andar con el paso por Doña María Coronel de recogida? Demasiadas preguntas que necesitarán varios viernes santos para ser respondidas...



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Ya llora la cera derretida en los guardabrisas de la Esperanza a la penumbra de la leve luz que por un ventanal se cuela a la basílica. Mientras, por las bóvedas aún retumban los compases de Roma en su última guardia. Allá en Triana el río no lleva más agua que la cascada de lágrimas derramadas por los ojos en Pureza ante el tintineo refulgente de unas caídas de palio en el jubilar paso de su otra Esperanza. El silencio es más silencio en San Antonio Abad, la Magdalena o San Lorenzo, y sólo es comparable al de los Sagrarios. Los varales aún sienten el cimbreo de la mecida a golpes de fragua que sirvieron de compas a las hirientes saetas que le cantaron a la Gitana más hermosa de Sevilla. Casi a la misma hora, al otro lado del río, otro Gitano en un eterno aliento espera a que se abran las puertas del Patrocinio para encontrarse con el cielo que le espera, porque, como dijo el cantor de la Calzá Pascual González, “El Cachorro nunca ha visto ni Sevilla ni Triana sólo ha visto los balcones y las tejas de la Cava”. La luz del Viernes Santo en Sevilla tiene un especial contraste de reflejos y sombras. Es luz caprichosa, que se filtra entre nubes tremulantes haciendo más trágico el dolor y más misteriosa la escena o bien es luz intensa, que busca rasante los resaltes de los adoquines y las túnicas de terciopelo que por el Arenal la Carretería va dejando estampas de conjunción sin igual ,como aquellas que el maestro Luis Arenas plasmó como nadie, haciendo de cualquier disparo una tesis doctoral del uso del enfoque, velocidad y diafragma. La tarde se resiste a tornarse en noche por que quiere seguir poniendo color al Carey

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de la Cruz del Nazareno que vuelve otro año más a cruzar el rio junto a su Madre de la O. Nubes de incienso que esconderá por completo el rostro afligido de la Soledad que desde San Buenaventura viene marcando al compás franciscano de una marcha la cadente chicotá a los pies de la Cruz vacía vestida de sudario. Cornetas de Triana volverán a oírse en Sevilla, repertorio de antaño, sones clásicos de cofradía a la salida de la Conversión del Señor con el Buen Ladrón en el Calvario de la Magdalena y tras Él, una crestería de plata, palio azul y mirada penetrante en los ojos de la Virgen de Montserrat, que al llegar a la puerta de Palos, cada año se encuentra con su propio sufrimiento. Mira a Placentines y ve caer a su hijo que camina hacia San Isidoro con la Cruz al hombro y tras ella la cadencia fúnebre del muñidor que pondrá la luz de dieciocho ciriales para guiarnos hacia el convento de la Paz y dejar en el sepulcro del claustro el cuerpo de Dios. Mientras tanto, en el viejo barrio sigue resistiéndose a morir el Cachorro sobre las aguas del rio, por que como ya dijera José María Rubio “la muerte nunca pasa ni de Triana a Sevilla ni de Sevilla a Triana”. Su silueta recortada por la claridad que deja la luna para el pulso de la noche y en el río navegan los destellos de su cera ardiente que hasta Bonanza irá gritando a las orillas la oración de Aquilino “Otra vez Cachorro Tú sobre el puente, Tú sobre el río… así mueren los hombres”

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Apuntes SÁBADO SANTO y DOMINGO de RESURRECCIÓN Es complicado vivir la jornada de hoy sin el peso de la nostalgia. Vuelve a parecernos la semana santa un instante fugaz, un destello, agua que se nos ha ido entre unas manos incapaces de retenerlas. Mirar adelante, a lo que el día de hoy nos depara, es la mejor forma de no caer en el pozo de la melancolía. Hay seis cofradías aún con las que llenar hasta los topes el depósito de combustible que nos ayudará a sobrellevar la espera del próximo y lejano 14 de abril de 2019. Apenas han pasado unos minutos de las tres de la tarde cuando ya contamos con un trío de cofradías en la calle. Es verdad que a la hermandad del Sol le está costando hacerse mayor, pero el reto del camino debe ser una motivación para quienes emprendieron el complicado propósito de integrarse en la nómina de la semana santa hace menos de una década. Es por todos conocido que su hábitat natural dista bastante del centro de la ciudad. Pasar por San Bernardo a la ida es todo un acierto, así como andar con los pasos cuando bajen por la Cuesta del Rosario o se despidan de la ciudad intramuros recorriendo las murallas del Alcázar y la plaza de la Contratación. De Los Servitas no nos cansaremos de pedirles que busquen dónde ver el cortejo desde la cruz de Guía hasta el último músico de la banda que acompaña al paso de palio. Cada año va ganando afluencia los últimos metros del recorrido, cuando rodea la parroquia de San Marcos por Vergara y

la maravillosa plaza de Santa Isabel. Pero la incipiente tarde, bajando por Doña María Coronel y Dueñas hasta llegar a Santa Ángela es otro lujo para los sentidos. Cada año nos gusta más ver a La Trinidad por las inmediaciones de San Ildefonso y San Leandro. Y en la calle Sol... Hay dos formas de querer ver el Santo Entierro. Si solo le interesan los tres pasos, cualquier lugar en el camino de regreso desde la Catedral le servirá para cumplir con sus deseos. Pero si lo que pretende es no perder ocasión de repasar la Sevilla clásica que acompaña la procesión o contar cuántas hermandades han (o no) mandado a su representación, tendrá casi que atrincherarse en los escasos metros de la calle Alfonso XII que lo separan del palquillo de La Campana. Cabe trabajo pensar que haya quien tenga algo mejor que hacer que estar en San Lorenzo esperando la recogida de La Soledad en los albores de la media noche. Aún así, si busca otras alternativas, un poco antes podría aguardarla en la plaza del Salvador, o incluso, a la tarde, en la calle Jesús del Gran Poder. Y para despedirnos, ratificar como gran acierto el cambio de horario que realizó la hermandad de La Resurrección el pasado año. Mucho más público casi en cualquier tramo del recorrido, que sigue mostrado momentos sublimes como la subida de la Cuesta del Rosario o el paso por Santa Ángela de la Cruz en el ya mediodía del domingo en el que todo acaba...o empieza a comenzar de nuevo.



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Y al tercer día resucitó… Después de la muerte en la cruz, quedó un vacío espiritual, una tristeza irreprimible, una esperanza diluida entre el realismo de haber contemplado su martirio. Los discípulos no entendieron de inmediato el significado de aquel sacrificio. Algunos necesitaron verlo y tocarlo para creerlo. En el camino de Emaús ni siquiera lo reconocieron. El desasosiego fue el primer sentimiento que los invadió en esas horas confusas. Ese tránsito entre la vida y la muerte de Cristo (que nos lo devuelve convertido en el triunfo de la Vida sobre la muerte) es lo que se representa el Sábado Santo. La última cofradía en incorporarse fue la de Nuestra Señora del Sol. Llegan desde El Plantinar con nazarenos de ruán, en una estética diferente a la de otras cofradías de barrios situados más allá de la ronda histórica. Por el contrario, nos presentan con rigor al Cristo que es Varón de Dolores, anunciado en las antiguas profecías. La Virgen del Sol brilla en la tarde del Sábado Santo y emprende un largo recorrido hacia la Catedral, para luego regresar a su barrio y renovar un sueño que parecía imposible. Por San Marcos, a primeras horas de la tarde, oiremos un redoble fúnebre. La Virgen de los Dolores, con el Cristo de la Providencia en su regazo. La Virgen de la Soledad bajo palio. En Los Servitas todo está medido para que los Dolores de María nos traspasen el corazón, para que los siete puñales se claven en nuestras conciencias, para que admiremos la entrega de Cristo como testimonio de su infinita misericordia. La Santísima Trinidad va dejando su alegoría prendida entre las rendijas de la tarde, cuando vienen desde la

El vacío de la muerte por José Joaquín León

basílica de María Auxiliadora. El Cristo de las Cinco Llagas nos recuerda, una vez más, que esta tarde es la del dolor por su muerte. Hay que mirar su rostro sereno, dulcemente ausente, para captar ese presagio de eternidad. En el fondo, detrás de ese vacío que nos dejó su muerte, sólo nos queda la última Esperanza de la Virgen trinitaria. Esperanza que alcanzará sus horas mágicas en la Madrugada, cuando duermen las campanas de Sevilla, tras pregonar que Cristo ha resucitado. Pero antes hay que recordar los últimos misterios. En pleno centro de la ciudad, la Vida triunfa, la Cruz derrota a la muerte en el paso de la Canina. Esa alegoría es la consecuencia de la muerte del Cristo yacente. Es el reflejo del Duelo que preside la Virgen de Villaviciosa. Esa muerte encontró la derrota en su propia muerte, cuando la Buena Muerte superó a la muerte pecadora. Y, en el último momento, siempre nos quedará la Soledad más sola. Ha salido de San Lorenzo para recorrer, silenciosa y fugaz, las calles de Sevilla. Soledad que nos llama desde lo más hondo del alma. Soledad al pie de la cruz. Soledad de las lágrimas espesas que resbalan por el rostro de una Madre atribulada. Soledad para acoger nuestras soledades, que sólo en Ella encuentran la más tierna compañía. La Soledad siempre nos dice que a su lado nunca estaremos solos. Porque el vacío de la cruz se llena con la gloria de la Vida resucitada.

El artículo

Sábado SANTO y Domingo de Resurrección


Al Gólgota por la Costanilla Estamos ante lo que bien podría ser considerado como especie de Tourmalet para la gran celebración, para la más brillante y acompasada ópera urbana jamás soñada. La Cuesta del Rosario, que abarca desde que acaba Villegas en la confluencia con Francos hasta San Isidoro, tiene la particularidad de compaginar su singularidad topográfica con la de ser una vía de las más transitadas por las cofradías de Sevilla, como una carrera semioficial que une la dificultad con la brillantez, la dura penitencia con el gozo de ver cómo misterios, crucificados y palios van coronando la cima ya de vuelta a casa o llegar al Gólgota por su cara más empinada. La Cuesta del Rosario ha sido profusamente nombrada así que de ella se tienen las primeras noticias. Nuevas que datan del siglo XV y que nos llegan como Callejas de la Costanilla, lo que debió ser un dédalo intrincado donde se aposentaban comerciantes de todo tipo de ramos. Desde ese siglo XV hasta mediados del XIX en que recibió su nombre actual, se llamó calle de los Zapateros de nuevo y de viejo, para derivar a Remendones y Remendadores, y en el plano de Olavide de 1771 se le da a la parte más aledaña a Pescadería el nombre de Horno de los Bizcochos. En 1755 atiende por Bodegones, sin tener necesidad de explicar por qué ese nombre. Y es que en aquel laberinto de callejas y recovecos, la abundancia de tabernas debía ser considerable. Coincidamos en que se trata del corazón de una ciudad que, aun con las limitaciones lógicas de aquel tiempo, nunca había dejado de ser altamente populosa y su cercanía con otro enclave mercantil como la Plaza del Pan ayudaba a que la nómina de

comercios fuese la mayor seña de identidad de esta zona. De Bodegones pasa a llamarse Callejón de San Pedro, Cruz de San Pedro, Costanilla... hasta que en 1868 toma su nombre actual, pero no será de forma definitiva. Los pendulazos políticos derivan en la Primera República y el Ayuntamiento decide en 1868 despojarla de nombre tan religioso para bautizarla como Porvenir. Ya por ese tiempo va incubándose la idea de los ensanches y esta costanilla está destinada a ser entrada al centro, Plaza Nueva, desde el este de la ciudad, una arteria que ayude la conexión que llega desde Oriente por Águilas a la Alfalfa. Y el ensanche lo proyecta el arquitecto Antonio Arévalo en 1901 para que cristalice en el decenio que abarca desde 1910 a 1920. Un ensanche que acaba con aquel intrincado dédalo de corrales, callejas y barreduelas y del que las calles Herbolario y Huelva pueden servir de pista para una idea de cómo era la actual Cuesta del Rosario. Detalle anecdótico es que, como existe en ciudades de toponimia acentuada, hubo un tiempo en que la actual rampa tenía traza escalonada. Con el nuevo trazado y el derribo de casitas de una planta llegaron las construcciones nobles. De ello se encargarían los más renombrados arquitectos de la época. Aníbal González, Vicente Traver y José Espiau fueron los artífices de un remozamiento obligado y del que se conservan muchos ejemplos. Casas de cuatro o cinco plantas que volvieron la zona como se vuelve un calcetín; los pequeños comercios dieron paso a tiendas de fuste y nuca perdió su importancia en la urdimbre comercial de Sevilla. Pero lo que interesa en esta entrega cuaresmal es la incidencia de esta vía en la


por Luis Carlos Peris Fotografía: Archivo Salazar-Bajuelo

Jerusalén efímera, en esta ciudad surcada por los nazarenos y las bellas imágenes de nuestra fiesta mayor. Y puede decirse a boca llena que la Cuesta del Rosario no falta ni un solo día en el programa. Desde Ramos a Resurrección, alguna cofradía superará la costanilla en el regreso. Alguna o varias, pues, por ejemplo, el martes eran tres los cortejos que desembocaban de Francos para emprender la dura aventura de llegar a la Plaza de la Pescadería. Primero era el grave y austero de los Javieres para que seguidamente surgiese el comienzo de sendas apoteosis que tienen su meta en San Esteban y en la Calzada. Eso era antes, pues ya no es Martes Santo sin Santo Martes en el que las subidas se convirtieron en bajadas y tiro porque me toca. Si la primera que sube dicha cuesta es la hermandad de la Cena para el milagro de subir a una cota aparentemente inaccesible, la penúltima (porque el cierre lo pone Jesús Resucitado) será esa hermosa Piedad de los Servitas cuando la noche del sábado ande en la penosa tarea de paliar el duro sentimiento de la nostalgia. Pero estamos en martes y en este día es, posiblemente, cuando toda el área de influencia de la Cuesta del Rosario se desmesure para que de Pescadería a la

Alfalfa surja un flujo humano que convierta en sorprendente cómo tantas personas pueden coincidir en tan poco espacio, cómo la convivencia se hace casi milagrosa e incomprensible a los ojos del recién llegado. Este año, la Cuesta del Rosario tiene un premio muy especial. La prueba de que Dios escribe derecho con renglones torcidos nos llega con el cambio de itinerario que tendrá la Macarena en su camino de vuelta. En esta amanecida de viernes, el sol joven y fuerte que

asoma por la Pescadería le dará a la Madre de Dios en la cara según sale de Francos. Con esta innovación, esa rampa empinada hacia el Gólgota cobra una importancia inusitada siendo hollada por Cristo ya sentenciado seguido de la Esperanza, que tras la sentencia siempre cabe la esperanza. Hubo, sin embargo, una vez en que la apoteosis parecía irreal, sorprendente, tan inédita como insólita. El Hijo de Dios verdadero hecho imagen sobrecogedora por obra y arte de Juan de Mesa superaba la Costanilla a zancada limpia, como si no fuera su primera vez. Como clausura al Año Jubilar de la Misericordia, el Señor de Sevilla volvía

de la Catedral a casa no por el camino más corto, sino por donde podía enfilar esa Casa de Dios que es el convento de Santa Ángela y en aquel primer domingo de noviembre de 2016, también bajo lo insólito de un sol rutilante, el Gran Poder coronaba la Costanilla y embobaba a Sevilla. Únicamente la cuesta que tomó el nombre de cierta tienda de ultramarinos con especial dedicación al bacalao tiene cierta comparación con la del Rosario, pero sólo hasta cierto punto. La que hoy toma el protagonismo es la prueba más dura de toda la fiesta por más empinada y larga, como si fuese plataforma de lanzamiento para que la vuelta a casa de tantas cofradías como por ella discurren fuese desde ahí un paseo. La dureza del presente suele dulcificar el futuro y ahí juega un papel fundamental la Cuesta del Rosario.


Cuatro siglos de una cofradía única Las cofradías actuales son el resultado de mucho tiempo, muchos nombres y no pocas vicisitudes históricas. Lo que hoy nos parece una hermandad con unos usos y unos ritos clásicos, en los que cada mínima novedad es motivo de debate no es más que uno más de los muchos estados por los que ha ido evolucionando. Una de las hermandades que mejor explica la transformación de nuestra Semana Santa y de la propia ciudad es la Archicofradía del Cristo del Amor. Hoy vemos una cofradía especial, que abre su cortejo a primera hora de la tarde con el paso de la Borriquita y lo cierra por la noche con el portentoso crucificado del Amor y el palio de la Virgen del Socorro. Dos cofradías en una. Hasta hace dos días no era

en el mismo templo la cofradía de la Sagrada Entrada, fundada por medidores de la Alhóndiga, y la del Amor de Cristo, originaria de la iglesia de Santiago y dedicada a socorrer a los presos. Y las dos salían de los Terceros el Miércoles Santo. El problema no sólo era de organización en la iglesia, sino que a los propios frailes les suponía un inconveniente no poder cumplir en los cortejos como ambas corporaciones requerían, así que fray Francisco de Arjona propuso la fusión de las dos cofradías para dar lugar a una de las grandes maravillas de nuestra Semana Santa. La parroquia de San Miguel o San Pedro fueron algunos de los templos por los que pasó la Archicofradía antes de recalar en el Salvador en 1922.

así y salían los tres pasos juntos a la caída de la tarde, como ocurre ahora cuando la lluvia se lleva por delante sólo las primeras horas. Esta curiosa mezcla del blanco de los niños con el negro del ruán, de la trompetería tras la palmera y el silencio de las cruces tras el Amor cumple este año cuatro siglos, desde los viejos muros de los Terceros a las altas alturas del Salvador. La del Amor es una de las más curiosas causas de fusión entre cofradías. Radicaban

El Amor es una de las grandes devociones del corazón de la ciudad. Lo es en sí el Cristo, muerto, rotundo, apolíneo y absoluto. Y es perfecta su cofradía, que se nutrió históricamente de los vecinos del centro más céntrico y de los comerciantes de Francos, de Sierpes, de Puente y Pellón. El Amor presente en los mostradores de las tiendas y en los azulejos de las casas. La calidad de sus imágenes lleva la firma de los grandes de la gubia -Juan de Mesa, Roldán, Astorga…- ya sea en la origi-


por Julio Jiménez Heras Fotografías: Archivo Salazar-Bajuelo

nalidad de su talla, en la nebulosa de las atribuciones o en las restauraciones documentadas. Y es el contrapunto de negro que cierra la jornada luminosa del Domingo de Palmas. E s t o s cuatro siglos de la fusión han sido objeto de un programa de actos muy completo por parte de la corporación. El Cristo ha presidido los cultos desde el altar del paso, con el pelícano del Amor a sus pies. Quizá el acto más destacado de la efeméride haya sido la exposición celebrada el pasado mes de febrero en el Ayuntamiento. Una muestra muy cuidada que ocupó toda la planta baja de la casa consistorial. El contenido abarcaba tanto fondos documentales -incluidas el acta de fusión y el contrato de la hechura de las imágenes con Juan de Mesa- como una exposición de la evolución de las túnicas de la cofradía. La recuperación de los antiguos palios y respiraderos del Socorro repartidos por media Andalucía era otro de los atractivos. Impresionante también la cercanía con las imágenes que componen el misterio de la Borriquita y los diferentes candelabros y exornos del paso del Cristo del Amor a lo largo de la historia, siguiendo los grabados y las fotografías. Una exposición -de las más atractivas de los últimos años- que tuvo una espectacular afluencia de visitantes. El programa de actos ha descartado una salida extraordinaria y -además de un libro y

una películacelebra un besapiés extraordinario al Señor de la Sagrada Entrada con la participación de los niños de los colegios de la ciudad. Y de todo esto son responsables sus hermanos. Los actuales y todos los que durante cuatro siglos han sostenido a una cofradía única en su templo y en la calle. Los que compartían estrecheces y día de salida en los Terceros, los que se asentaron en el Salvador al lado de la Virgen de las Aguas y los que hoy celebran estos cuatro siglos con un sello único en Sevilla bajo la mirada cerrada del Amor de Cristo.


La Semana Santa en Seis Pasos (y un Trono) Amargura José Luis, compañero del colegio, logra que la pandilla fiche por La Amargura; Paco, José María, ... y yo. Doce años todos. José Luis será Hermano Mayor al correr de los años. Hasta los trece, sin papeleta de sitio. Otros tiempos. Semana Santa de la indepen-

De vez en cuando vuelvo a verla, y me maravillo de su permanencia. Yo sí he cambiado. Cuarenta años de aquello. José María, Director del Instituto de mi hijo Antonio. Ahora es él el Hermano Mayor. Busca mi ficha: fue un 7 de abril de 1977, número 1506, donativo 25 pesetas, que pagó Don Ernesto, un amigo de mi padre. Gran Poder Calle Padre Marchena, esquina Doña Guiomar. En el despacho de Don Adolfo, ‘aranzadis’ y legajos. Desde sus balcones, jóvenes animosos, mirábamos cara a cara, de cerca, al Nazareno que revira Castelar, andando sobre un altar que huele a flores de muerte, a oro y a plata. ¿Él también nos mira? Sobrecoge la fuerza y la devoción que llenan la noche. Que se apremian porque no quieren ver el día. Cruces y cirios. ¿Hay nazarenos? ¿Hay formas en la oscuridad? Silencio y rigor de los ‘hermanos por favor’, compostura y escolta en las ‘parejas nombradas’. Mujeres de promesa. Si hay algo cierto y seguro es que este es el Señor de Sevilla.

dencia paterna. Con los amigos por la calle. Fascinado por la estación de penitencia de los nazarenos del silencio blanco. El encuentro de la cofradía con las admiradas y silenciosas Hermanas de la Cruz. La más bella música, su marcha, tras un palio rotundo de empaque y elegancia. La Amargura coronada. Salimos con cirios en el Corpus. El Real Betis gana la primera Copa del Rey. Tardes de otoño y de invierno en la casa de hermandad después del colegio. Se anuncia una nueva Cuaresma. Ahora, sí; papeleta de sitio. Veo montar los pasos. Ayudo con el barco del Desprecio. A él subido, cara a cara con la mueca torcida del odioso Herodes. Penumbras en San Juan de la Palma. Nazarenos que ensayan con un simpecado imponente. Salida procesional. Dura seriedad para un niño. Y así, varios años. Luego, otros caminos, otra pandilla... la universidad.


por Antonio Ramírez de Arellano López Fotografía: Archivo Salazar-Bajuelo

Buena Muerte Vicerrector de la Universidad. Trasladan al Cristo. Despacio los hermanos, a hombros, hasta el interior de la Fábrica de Tabacos. Besapiés. ‘¡Pararse! Va a entrar el vicerrector’. Me ceden un lugar. Su mano derecha casi toca mi cara. Muerte tallada y perfecta. La muerte buena. ¿Cómo lo logró Juan de Mesa?

Luego, Rector. Más de 30 años desde mi última papeleta de sitio. Pruebas de la túnica, el antifaz, el capirote... esas sandalias. El blanco silencio es ahora negro ruán. Vara de oro delante del paso. Este Cristo, que fue de los soldados de Jesús, es hoy universidad. Son de verdad universidad los hermanos que se organizan por los patios del tabaco. La salida, la entrada son experiencias irreales, torrentes de sensaciones y silencios. Macarena De Cuna a Laraña vira el palio, cansado ya de lo nocturno, en el preciso instante en que el Sol decide dar los buenos días por encima de la Iglesia de San Pedro. La plata de los va-

rales y los respiraderos, el frontal del palio y la candelería, todo el exorno, se enciende en brillos y contrastes, arrancando la sorpresa de las personas que allí esperan. Madelyn a mi lado. Su primera Semana Santa. Silencio necesario sigue, para recomponer los sentimientos y las emociones. Y se va. Simplemente perfecta, a los sones de ‘Pasa la Macarena’. Saluda al pasar a la Hermandad del Valle en las puertas de La Anunciación, que fue su casa unos años. Y en su casa, en la casa nueva de la Universidad, la recibí cuando su Corona Canónica cumplió medio siglo. En la Capilla, luego dentro del Rectorado, la Macarena fue universitaria unas cuantas horas. Y le dimos nuestra Fama. Y muchos lloraron. Y es difícil saber qué mezcla de recuerdos y vivas emociones llevan las lágrimas a los ojos. La devolvimos a su gente por la cancela de la calle San Fernando. Fue en loor de multitudes. Devoción popular que se hace poderosa por una belleza aquilatada que todo inunda. ‘Hasta pronto, Macarena’. Si hay algo cierto y seguro es que eres la Señora de Sevilla. Volviste, sí. Cometo la osadía de hablarte. Al fin y al cabo, si algo representas es a mi propia madre. Te bajaron de tu camarín y me miraste a los ojos al pie de las escaleras. No sabía que fueses más alta que yo. Lo que creí perfección en la distancia, es sublime cuando alargando la mano hubiera podido tocarte. ¿Tocarte? Imposible ¿Cómo logras que la gente quede muda y aturdida? Esos ojos... Esa congoja.


Tu mayordomo te vistió. Mi hija Rosa estaba dentro. A los varones nos invitaron a pasar a verte cuando ya estabas lista. Alberto escondió furtivamente su Pregón bajo tu manto. Yo le vi. Le di un abrazo. Al día siguiente nos dio una inolvidable lección del cómo, del cuándo y del por qué. Fue en un teatro. Alfonso, eres cirio verde. Eso queda fuera de mis mortales posibilidades... ¡Ah! Y gracias, Don Manuel García.

que ya ‘se hunde en la noche de los tiempos’, de encontrarnos con nuestras familias allí, cada Jueves Santo. Fotos, saludos, estampita del año. Siempre está Doña Pilar. De debajo de los pasos sacamos a los niños, maravillados con las trabajaderas. Cie-

Salud en las Tres Necesidades ‘Es imposible’ que dos pasos quepan en esa capilla, que aún otorga indulgencias. ‘Es imposible’ que un barco, con tres cruces, pueda pasar por el Real de la Carretería. ‘No puede revirar’ en la salida. Y sin embargo, puede. Y sin embargo, pasa la canastilla de hojarasca en caoba, bien ceñida por cordón dorado, con el Cristo de la Salud, y con el primer hombre que fue al cielo, crucificado a su derecha. La Hermandad de los Toneleros. La de Adolfo y de Miguel. Inventamos la tradición,

C/ Álvarez Quintero 10, 41004 Sevilla Tlf: 955 517 172 | reservas@loscorales.es

rran las puertas y quedan listos para la estación de penitencia, al día siguiente. Comemos juntos y nos preparamos para uno de los días del año que en Sevilla ‘brillan más que el Sol’. Cerraron el Bar Regio. Lástima.


Soledad de San Lorenzo

Cristo de Los Estudiantes (Málaga)

Viene en su soledad por Cardenal Spínola. Primitiva imagen. Clasicismo bien armado. Cangrejeros cierran el ciclo agotados, en una plaza abarrotada de oscuridad. La asaetean voces desde los balcones y desde el suelo de

Una manera distinta de ver las cosas, prendida de una religiosidad que desborda, más que mide. Enormes tronos que flotan ¿andan? - sobre los hombros de centenares de devotos. Universitarios de Málaga forman con multicolores togas ante el paso de un Cristo cautivo y sedente. Acompaño a Adelaida, ambos vestidos con el traje talar de negra muceta, presidiendo el trono. Varas doradas, que no son báculos. Alameda Principal. Calle Larios.

San Lorenzo. Una de ellas es de un ciego. ¿Hace falta ver? Cierra El Sacri. El paso se vuelve, y un rachear definitivo la despide. No hay mejor música para el momento. La plaza se despeja. Encienden las luces. Los amigos nos sentamos en El Sardinero a comentar la semana. Llega Salvador Távora.

‘Gaudeamus Igitur’ suena en la banda. La cofradía se desorganiza y los tronos llegan solitarios a los pies de la Catedral inacabada, que allí llaman Manquita. Los nazarenos llenan ahora las escalinatas. Visten túnicas completas de terciopelo. Moradas, el Cristo. Verdes, la Virgen, que es Esperanza. La plaza se abarrota. ‘No cabrán los tronos’. Pero caben, en emocionante encuentro. El Obispo de Málaga dirige una oración. Se canta el himno universitario. La cofradía se reorganiza, y continua para su templo, de inmensas puertas. —Sentimientos religiosos en clave popular. Jeroglífico barroco y romántico. El logro de la medida, cuidadosamente labrada, que imparte orden en el caos. Cuando no hay medida, gana el caos... pensad en ello, sevillanos. Llega el Domingo de Resurrección. Otro Pregón. Huele a romero. Suenan clarines.


Salazar-Bajuelo Gran Reserva En las siguientes páginas rescatamos algunas de las imágenes más curiosas del amplio archivo que atesoran Fernando Salazar y Ángel Bajuelo. Diapositivas en blanco y negro, negativos de 35 mm....cuando la fotografía era una cuestión artesana y nada ni nadie podía imaginar lo que nos depararía la era digital.

Hace 30 años o dentro de 30 años. Da igual. La entrada de la Macarena siempre estará así.

La antigua talla de la Virgen del Patrocinio, desaparecida tras un fortuito incendio en 1973.


Años sesenta. Plaza del Triunfo. Cuando El Silencio volvía por las calles del Arenal.

Cántaro de barro, jarrillos de lata, camisetas y costales blancos. Otros tiempos...

El Cristo de la Expiración de la Hdad. del Museo, sobre su antigua y finísima cruz.


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¿Cuando volverá a estar lista la Iglesia de Santa Catalina para ver pasar una cofradía?

Año 1975. Penas y Museo, curioso encuentro en San Vicente entre la Virgen de los Dolores y el Cristo de la Expiración



Antiguo Crucificado de las Cinco Llagas de la Hermandad de la Trinidad, obra de Hernรกndez Leรณn, que procesionรณ desde 1982 hasta el 2001

Desde 1990 hasta 1993, motivadas por las obras de la Parroquia, San Esteban tuvo que hacer estaciรณn de penitencia desde la vecina Iglesia de San Ildefonso


Desde 1966 endulzando la vida de los sevillanos


El irrepetible Federico María Pérez-Estudillo Sánchez

¿Qué hubiera sido de la Hermandad de Santa Genoveva sin don Antonio González Abato?

Urraco, el “plastificador” de las convocatorias de cultos

Santizo: el arte de encender un paso

El entonces joven Arzobispo Amigo Vallejo, en la mañana de un Domingo de Resurrección.

Juan Francisco Guillén: Muñidor eterno para toda una generación de cofrades sevillanos.


Hasta octubre Se cerrarán las puertas en el acertado horario vespertino de la iglesia de Santa Marina -estrenado con todo el éxito en la pasada semana santa de 2017- y volveremos a sentir el duro peso de la espera, esa que nos separa desde que se nos va el último paso hasta que, por El Porvenir, se vuelva a anunciar un nuevo Domingo de Ramos, allá por el lejanísimo 14 de abril de 2019. Pero en este 2018 tendremos dos estaciones intermedias, doble oasis donde refugiarnos en el largo camino que nos llevará hasta la próxima cuaresma. Con epicentro en la otra orilla del río, y hasta en dos ocasiones: en Los Remedios en los primeros días del otoño y apenas un par de semanas después, en la trianera calle Pureza. El próximo 13 de octubre será unas fecha extraordinarias en la historia de una corporación señera como es la hermandad de Columnas y Azotes, vulgo Las Cigarreras. Con antelación, el domingo 7, festividad del Rosario, la Virgen de la Victoria será trasladada hasta la Catedral en Rosario de la Aurora para, apenas 6 días después, el referido sábado 13, ser coronada canónicamente por el arzobispo de Sevilla. Una semana que, sin duda, dejará imágenes, sonidos y emociones para el recuerdo y que esperamos poder contarles en nuestra próxima edición de “Cuaresma”, del mismo modo que también traeremos a nuestras futuras páginas todo lo que se viva cuando el sábado 27 de octubre, Nuestra Señora de la Esperanza ponga rumbo a la Santa Iglesia Catedral bajo palio, donde permanecerá una semana. El sábado 3 de noviembre, Monseñor Juan José Asenjo Pelegrina, titular de la sede isidoriana, celebrará una solemne Misa Pontifical de Acción de Gracias por los 600 años de la corporación trianera, y por la tarde tendrá lugar la procesión triunfal de regreso de la Virgen de la Esperanza a la Capilla de los Marineros. Todo esto, y mucho más, deberá estar a disposición de todos nuestros lectores, siempre Dios mediante, a partir del lunes 8 de abril de 2019. Les esperamos. ¡A todos!

Fotografías: Salazar - Bajuelo




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