ICARO INCOMBUSTIBLE
Icaro Incombustible Nยบ14 - El EROTISMO
Nยบ ร caro Incombustible
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Dorianne Wotton www.dorianne-wotton.com
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Bigote sucio http://www.bigotesucio.com 3
www.icaroincombustible.com La revista Ícaro Incombustible, es una plataforma de promoción y participación del arte independiente, en donde comparten sus trabajos y opiniones muy diversos autores. Todos los usuarios registrados en www. icaroincombustible.com deciden qué colaboraciones se publicarán a través de un sistema de votaciones online. Icaro Incombustible Magazine is a platform for the promotion and participation related to Independent Arts, in where many different authors show and opine about their works. All the registered users in www.icaroincombustible.com decide what contents will be published through an online voting system.
ICARO INCOMBUSTIBLE Nº14 Portada y Contraportada / Idea y Gestión / Cover & Undercover Idea & Management “Tokyo Decadence“ Proscrito y caballero Beatrice Morabitto
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Christian Zanotto http://www.christianzanotto.com
Diseño / Design
Sara Graphika www.saragraphika.com Tkila Kreätivo / Catering tkilakreativo@gmail.com
Observatorio de estética Aesthetics observatory
Elena Castellano 4
revistaindependiente@gmail.com
Diseño de sistemas / Systems Design FJC PUL
Traducción / Translation Marta Anguita martukaadams@gmail.com El Peregrino
Todas las obras y opiniones pertenecesn a sus autores, e Ícaro Incombustible no se responsabiliza de ellas.
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Danielle de Picciotto http://www.danielledepicciotto.com 5
ADVERTENCIA:
NÚMERO ESPECIAL ERÓTICO CON CONTENIDOS EXPLÍCITOS DEPÓSITO LEGAL / LEGAL DEPOSIT
ISSN 2174-6699 Agradecimientos a todos los lectores y colaboradores de la plataforma. 6
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Erotismo L’Érotisme
Una idea original de Laurianne Gouley Photograph 9
l Erotismo El Ero mo El Erotismo El tismo El Erotism rotismo El Eroti Sueño de Opio l Erotismo El Ero mo El Erotismo El tismo El Erotism l Erotismo El Ero mo El Erotismo El tismo quiensoy rotismo El Eroti l Erotismo El Ero mo El Erotismo El tismo El Erotism rotismo El Eroti l Erotismo El Ero smo El Erotismo El otism El Erotism rotismo El Eroti rotismo El Eroti quiensoyyoErot l Erotismo El Ero mo El Erotismo El tismo El Erotism rotismo El Eroti Icaro Incombustible Nº14 - El EROTISMO
Relato Breve
El crepitar de la lluvia ahoga París en una languidez húmeda, los transeúntes se aglomeran en las calles, se refugian en las tiendas, mientras los coches riegan de agua las botas de los descuidados viandantes ... Me dejo soñar, mi ventana abierta a través de los tejados de París, esperando a que la tinta de la noche venga a oscurecer el cielo naranja... Una brisa barre la azulada niebla de mi piso, que revela un sitio íntimo, forrado de terciopelo púrpura con incrustaciones en motivos de oro, adornado de muebles de ébano finamente tallados, donde todo parece reunirse alrededor de una ubicación central, una cama con dosel de cortinas pesadas, ocultando apenas sábanas de seda de color carmesí ... La impaciencia me alcanza cuando unos cuantos discretos golpes se oyen en la puerta... Aquí estás... Por fin... mi corazón late más rápido, me maldigo por dentro por estar tan preocupada, entreabro la puerta... sonrisas... mis manos tiemblan... Te dejo pasar a mi ambiente acogedor, iluminado con velas... un leve olor a incienso trae una nota cálida a esta dulzura verde y almizcle. Guiados por la estela de una fragancia ligera de flores, me sigues hasta el sofá, y ya estoy esperando, sentada, reposando un vaso de vino tinto en cada mano, observando tus ojos brillantes...
Tu mirada me acaricia, perdida en la blancura lechosa de mis manos... puede ser el deseo de dejar a tus labios besarlas… pero ahora se ahogan en el dulce néctar que anima la copa de reflejos rubí...
Te estoy devorando con mis ojos, cada sorbo de vino me va subiendo un poco más en una nube... a menos que tu presencia sea la razón... Bebo tus palabras... dejo mis ojos perderse en las fracciones de tu piel desnuda... acariciar tu nuca, tu cuello, bajar por el pecho... un impulso irresistible de deslizar mis manos y sentir la suavidad, el calor... Has dejado de hablar ¿mi turbación es tan evidente...? Ahora eres tú el que me consume con la mirada, abrasando mi cuerpo a medio vestir con un vestido de fino encaje blanco que no esconde nada de mis formas... Tus manos se sumergen en mis cabellos, que caen hasta donde se arquean mis riñones...Son exquisitas... Los escalofríos se extienden por todo mi cuerpo...
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Me embriago con vino, con tus palabras, me dejo arrullar por este delicioso momento, tu encanto me emociona... Tus dedos están bailando en mi mano, la rocías de besos...Y luego capturas mis labios, están sacando tanino del vino extraviado... un beso cada vez más y más profundo, capturo tu cara entre mis manos, dejando que devores mi boca, mi lengua se abandona contra la tuya, el deseo se apodera de nosotros, te quiero... Tu cuerpo me pertenece durante unas pocas horas, este sabroso regalo... me aprovecharé incansablemente hasta la primera luz del día...
Nuestros labios se separan para explorar otros lugares, desabrocho tu camisa para saborear mejor tu nuca, me impregno del perfume de tu piel, olor que embelesa , mis dientes se plantan lascivamente en tu carne, trazo un camino hacia tu torso, un gusto salado en mis papilas ávido de sabores, recojo un pezón, me deleito en él, aspiro suavemente, lo acaricio con la punta de mi lengua...
Tus manos en mi rostro, las beso tiernamente, vuelvo a tus labios, los echo de menos, como una sensación de ósmosis cuando nuestras bocas son domesticadas...
Una parada en el tiempo... entonces te alejas...Tu mirada se desliza por las curvas de mi cuerpo, acaricias la redondez de mis pechos en el pensamiento, imaginas el gusto de estos botones en flor tensos por el ardiente deseo, la envidia de ser rozado por tu lengua suave y cálida, de perderse en el nido húmedo y ardiente de tu boca ... Me acuesto debajo de tu mirada llena de envidia ... dejo deslizar mis manos sobre mi cuerpo, bajo mis bragas de encaje... rozo la carne tierna de mi sexo... de mis labios entreabiertos se escapan ligeros suspiros... mis párpados se cierran... siento el calor de tu cuerpo... la caricia de tu pelo largo sobre mi piel, en mi vientre... me cubres de besos... sensualmente... tus manos se deslizan sobre mis piernas, tiran de mi panty... se detienen un momento en el arco de mis pies... y luego suben lentamente a mis muslos que besas con suavidad, ávido de saborear el secreto que contienen... mi ropa interior se evapora entre tus dedos ágiles, y tu lengua se abre camino hasta mi sexo húmedo, que rozas primero, se hace casi insoportable tanto querer sentir el calor de tu boca, pero es terriblemente excitante ser privada de este placer... Juega conmigo, me frustra mi amante tierno... Soy sumisa a las delicias que ofreces a mi cuerpo... tu soplido caliente en estos pétalos frágiles es una tortura...hmmm... Ahora tu boca me devora, tu lengua explora mi intimidad, está disfrutando de mi clítoris tan sensible, y cuando tus dedos se pierden en caricias profundas, pierdo pie... una febril voluptuosidad se apodera de mí a la merced de tus ganas, un ritmo a veces lento, a veces rápido, mis caderas ondulan, mis manos se crispan en tu pelo, el calor me invade... no paro de gemir bajo la intensidad de este goce... Aprovecho esos largos segundos de plenitud... mis labios dejarn escapar pocas palabras... “Encore ...Encore ... “ El placer me consume, cada vez de forma más violenta, hasta ese momento en que mi cuerpo parece incapaz de hacerle frente, contener tantas sensaciones, y estalla en mil estrellas, sólo algunos leves suspiros son testigos de esta suave tormenta interior ...
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El Erotismo El Ero mo El Erotismo El tismo El Erotism Erotio El Erotism Erotismo El Eroti El Erotismo El Ero mo El Erotismo ETe Erotismo El Eroti mo El Erotismo El tismo quiensoy Erotismo El Eroti El Erotismo Ero Te susurro unas palabras al El oído... te sirvo este Bordeaux de color, el murmullo del mo Elvino... Erotismo El líquido, todo resuena en la perfección del motismo El Erotism mento ... El alcohol se vierte lentamente en tu Erotismo El Eroti boca, deslizándose sobre tus papilas delicadamente ... tus labios se posan sobre los míos ...Ero enEl Erotismo El tre los cuales compartes el néctar... me deleito en Lsmo El Erotismo E él... sutil sabor impregnado de tu aroma ... otism El Erotism Erotismo El Eroti Erotismo El Eroti quiensoyyoErot El Erotismo El Ero mo El Erotismo El tismo El Erotism Erotismo El Eroti Icaro Incombustible Nº14 - El EROTISMO
Volviendo poco a poco a la realidad, te atraigo contra mí , cojo tus labios en un largo beso... mis manos se deleitan en la suavidad de tu piel... se aplican a deshacer la hebilla del cinturón, cada botón, uno por uno... bajo tus pantalones por debajo de las piernas, hago desaparecer tu ropa interior, libero tu pene tembloroso... mi cuerpo lo roza, lánguidamente... sólo tengo un deseo... quiero tenerlo en mi boca... probarlo una y otra vez... Me retengo... te acuestas en el sofá, ofreciéndome tu cuerpo... te chupo los dedos, chupo uno ... luego dos ... me imagino que esto es tu pene... tan dulce... la quiero... Mi lengua te hace cosquillas... suavemente... se envuelve en tu glande, lo engatuso, lo saboreo... mi boca entera viene a ahogar tu sexo en su calor, mientras que mis manos siguen su ritmo, estrechando tu miembro hábilmente, y se pierden más abajo, para acariciar los testículos ... Mi lengua sigue el camino de mis manos ... te trago, eres un golosina ... tengo hambre de ti ... No me fatigo de sentirte en mí... de esta manera... Tu carne es suave, lisa, exquisita... Querría hacerte disfrutar así, recoger en mis labios tu placer en gotitas nacaradas... pero te enderezas, atraes mi cara cerca de la tuya, la rozas con tus labios, tu soplo...
Acaricias mi cara con tus manos, con tu ojos... me levantas en tus brazos para llevarme unos pocos pasos más lejos, en la cama, entre las gruesas cortinas de terciopelo morado... Te sientas a mi lado... sábanas de seda nos envuelven con dulzura... la luz de las velas ilumina nuestros cuerpos sudorosos con ondas temblorosas... mostrando más mis curvas... tu cuerpo ancho y poderoso... Te beso mientras mis manos se pierden en tu piel lisa... en tus caderas... tus nalgas... te miro con provocación y me echo sobre el vientre, ofreciendo a tu vista mis nalgas que se menean de deseo... Me muero de ganas de te sentirte penetrarme... Ofreces a mi nuca, a mi espalda, el soplido ferviente de tus besos... Y entonces tu cuerpo contra el mío... Ardiendo... Haces deslizarse tu vergattt.
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Aunque mi cuerpo está conmocionado, cada penetración es un placer para los ojos, tus caderas ondulan con gracia, yendo y viniendo en mí deliciosamente, te devoro con mis ojos, emocionada en esta contemplación y en el placer naciente cuando tu sexo vibrante viene a acurrucarse en lo más profundo de mi vientre hambriento...
Los minutos se escapan, y luego las horas, nuestros cuerpos se unen y se apartan... La ternura mezclada con el ardor de esos momentos se desvanece con en el primero canto de los pájaros... Frágiles brillos iluminan el cielo... Te arrancan de mis brazos, te llevan lejos de mí... Me ahogo en las brumas de opio... me escapo en mis sueños... Otras noches espero vengan a traerme los efluvios de tu cuerpo, la suavidad de tu presencia... un secreto celosamente guardado por las estrellas...
Me tomas cada vez más fuerte, mis labios entreabiertos dejan gritos propagarse en la noche silenciosa, nuestros cuerpos encendidos como única música... melodías de carnes prendadas... mi mano se abandona entre mis muslos con caricias lánguidas...
Quiero todavía coger los suaves pétalos tan bellamente dibujados en tu cara,te voy a susurrar... “bésame... “en un susurro...
Cuando depositas tus labios en mi boca golosa, capturo cada sabor, disfruto de la dulzura de tu lengua, bebo de ti, abandonando mis gemidos en el incendio de ese beso...
Me evado en un goce que me sumerge a cada uno de tus embates, ahogo mis dedos en tu boca antes de dejarlos caer sobre mi clítoris... Me siento en otro lugar... Quiero llevarte conmigo... Un orgasmo de una intensidad rara se apodera de mí, como chispas de felicidad navegando por mi ser... Tú sientes los espasmos de mi placer y me sigues en este camino... Nuestros suspiros se mezclan... Nuestras almas se entrelazan en unos pocos segundos... Yo permanezco inmóvil, en un sueño algodonado, una leve sonrisa en mis labios, me siento bien... Suavemente te atraigo a mí... Nuestros cuerpos sudorosos descansan uno contra el otro... Salpico tu frente de besos, acaricio tu pelo, tu espalda reluciente...
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Laurianne Gouley: www.lauriannegouley.com Model: Candice DuthĂŠ MuA: Sarah Henry
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El Erotismo El Ero mo El Erotismo El tismo El Erotism Rêve d’Opium El Erotism Erotio Erotismo El Eroti El Erotismo El Ero mo El Erotismo ETe Erotismo El Eroti mo El Erotismo El tismo quiensoy Erotismo El Eroti El Erotismo El Ero mo El Erotismo El tismo El Erotism Erotismo El Eroti El Erotismo El Ero Lsmo El Erotismo E otism El Erotism Erotismo El Eroti Erotismo El Eroti quiensoyyoErot El Erotismo El Ero mo El Erotismo El tismo El Erotism Erotismo El Eroti Icaro Incombustible Nº14 - El EROTISMO
Nouvelle
Un crépitement de pluie noie Paris dans une langueur moite… les passants se pressent dans les ruelles, se réfugient dans des échoppes, tandis que les fiacres arrosent les bottines des passantes imprudentes…
Je me laisse aller à rêver, ma fenêtre ouverte sur les toits de Paris, attendant que l’encre de la nuit vienne obscurcir le ciel orangé… Une brise vient balayer la brume bleutée de mon appartement, découvrant un endroit intime, tapissé de velours pourpre incrusté de motifs dorés, garnit de meubles en ébène finement sculptés, le tout semblant se réunir autour d’un endroit central, un lit à baldaquin aux lourds voilages, dissimulant à peine des draps de soie d’un rouge cramoisi… L’impatience me gagne lorsque quelques coups discrets se font entendre à la porte… te voila… enfin… mon cœur bat plus vite, je me maudis intérieurement d’être si troublée, j’entrebâille la porte… esquisse un sourire… mes mains tremblent… je te laisse entrer dans mon univers feutré, illuminé de chandelles… une légère odeur d’encens apporte un note chaude et musquée dans cet écrin de douceur. Guidé par le sillage d’une fragrance légère et fleurie, tu me suis jusqu’au sofa, ou déjà je t’attends, assise, un verre de vin rouge reposant dans chaque main, je le hume les yeux pétillants…
Ton regard me caresse, se perd sur la blancheur laiteuse de mes mains… peut être une envie d’y déposer tes lèvres… pourtant elles se noient à présent dans le doux nectar qui anime ton verre de reflets rubis...
Je te dévore des yeux, chaque gorgée de vin me porte un peu plus sur un nuage… à moins que ta présence en soit la cause… Je bois tes paroles… laisse mes yeux s’égarer sur des fractions de peau dénudée… caresser ta nuque, ton cou, descendre sur ton torse… une envie irrésistible d’y glisser mes mains pour en ressentir la douceur, la chaleur…
Tu as cessé de parler, mon trouble est il si évident… ? C’est toi à présent qui me consume de ton regard, brûlant mon corps à demi vêtue d’une fine dentelle blanche qui ne cache rien de mes formes… Tes mains plongent dans mes cheveux, s’échouent sur la chute de mes reins… elles sont exquises… des frissons se répandent dans mon corps… Je m’enivre de vin, de tes paroles, me laisse bercer par ce délicieux moment, ton charme m’émeut… Tes doigts viennent danser sur ma main, tu la parsèmes de baisers… puis captures mes lèvres, y puisant le tanin du vin égaré… un baiser de plus en plus pressant, je capture ton visage entre mes mains, laisse ma bouche se faire dévorer, ma langue s’abandonner contre la tienne, le désir nous envahit, je te veux… ton corps m’appartient l’espace de quelques heures, savoureux présent… j’en abuserais inlassablement jusqu’aux premières lueurs du jour…
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Nos lèvres se séparent pour explorer d’autres contrées, je défais ta chemise pour mieux goûter à ta nuque, je m’imprègne du parfum de ta peau, ensorcelante odeur, mes dents se plantent lascivement dans ta chair, je me trace un chemin jusqu’à ton torse, un goût de sel sur mes papilles assoiffées de saveurs, je cueille un téton, m’en délecte, l’aspire délicatement, le caresse du bout de ma langue… Tes mains sur mon visage, je les embrasse tendrement, reviens à tes lèvres, elles me manquent, comme une sensation d’osmose lorsque que nos bouches s’apprivoisent…
Une halte dans le temps… puis tu t’éloignes… poses tes yeux sur les courbes de mon corps, caresses l’arrondi de mes seins en pensée, imagines le goût de ces boutons de fleurs ardemment tendus par le désir, l’envie d’être frôlés par ta langue douce et chaude, de se perdre dans le nid humide et brûlant de ta bouche… Je m’allonge sous ton regard ampli d’envie… laisse glisser mes mains sur mon corps, sous ma culotte en dentelle… j’effleure la chair tendre de mon sexe… de mes lèvres entrouvertes s’échappent de légers soupirs… mes paupières se ferment… Je sens la chaleur de ton corps… la caresse de tes longs cheveux sur ma peau, sur mon ventre… tu me couvres de baisers… sensuellement... tes mains glissent sur mes jambes, retirent mes bas… s’attardent un moment sur la cambrure de mes pieds… puis remontent lentement vers mes cuisses que tu embrasses avec délicatesse, avide de goûter le secret qu’elles renferment… mes sous vêtements s’évaporent entre tes doigts habiles, et ta langue se fraye un passage jusqu’à mon sexe humide, tu l’effleures d’abord, cela en devient presque insoutenable tellement je veux sentir la chaleur de ta bouche, mais il est pourtant terriblement excitant d’en être privé… joue avec moi, frustre moi mon tendre amant… je suis soumise aux délices que tu offres à mon corps… ton souffle chaud sur ces pétales fragiles est un supplice… hummm… à présent ta bouche me dévore, ta langue parcoure mon intimité, se délecte de mon clitoris devenu si sensible, et lorsque tes doigts se perdent en des caresses profondes je perds pied… une fiévreuse volupté me submerge au gré de tes envies, un rythme parfois lent, parfois rapide, mes hanches ondulent, mes mains se crispent dans tes cheveux, une chaleur m’envahit… je ne cesse de gémir sous l’intensité de cette jouissance... je profite de ces longues secondes de plénitudes… mes lèvres laissent s’échapper quelques mots… « Encore…encore... » Le plaisir me dévore, de plus en plus violent, jusqu’à ce moment ou mon corps semble incapable de l’assumer, de contenir tant de sensations, et explose en un millier d’étoiles, quelques légers soupirs pour seuls témoins de cette douce tempête intérieure… Revenant peu à peu à la réalité, je t’attire contre moi, cueille tes lèvres en un long baiser… mes mains se délectent du velouté de ta peau… s’appliquent à défaire la boucle de ta ceinture, chaque bouton, un à un… je le fais glisser le long de tes jambes, je fais disparaitre tes sous-vêtements, libère ton pénis frémissant… mon corps le frôle, langoureusement… une seule envie… le prendre dans ma bouche… le goûter encore et encore… je me retiens… Tu t’allonges sur le sofa, m’offrant ton corps … je lèche tes doigts, en suce un… puis deux… j’imagine qu’il s’agit de ta verge… si douce… je la veux… ma langue vient la titiller… délicatement… elle s’enroule sur
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El Erotismo El Ero mo El Erotismo El tismo El Erotism Erotio El Erotism Erotismo El Eroti El Erotismo El Ero mo El Erotismo ETe Erotismo El Eroti susurre quelques mots à ton oreille… tu te mo El Jeverses Erotismo El du vin… cette robe bordeaux, le murmure tismo quiensoy du liquide, tout s’inscrit dans la perfection de ce moment… l’alcool se déverse lentement dans ta Erotismo El Eroti bouche, glissant sur tes papilles délicates… tes El Erotismo El Ero lèvres se posent sur les miennes… entre lesquelles mo El tuErotismo El déverses ce nectar… je m’en délecte... subtile saveurEl imprégnée Erotism de ton arôme... tismo Erotismo El Eroti El Erotismo El Ero Lsmo El Erotismo El otism El Erotism Erotismo El Eroti Erotismo El Eroti quiensoyyoErot El Erotismo El Ero mo El Erotismo El tismo El Erotism Erotismo El Eroti Icaro Incombustible Nº14 - El EROTISMO
ton gland, le cajôle, le savoure… ma bouche toute entière vient noyer ton sexe de sa chaleur, alors que mes mains suivent son rythme, pressant ton membre habilement, et se perdent plus bas, en caresses sur tes génitoires… ma langue suit le chemin de mes mains… je t’avale, tu es une friandise… j’ai faim de toi… je ne me lasse pas de te sentir en moi… de cette façon… ta chair est tendre, lisse, exquise… J’aimerais te faire jouir ainsi, recueillir sur mes lèvres ton plaisir en goutellettes nacrées… pourtant tu te redresses… attires mon visage près du tien, le frôle de tes lèvres, de ton souffle…
Tu caresses mon visage de tes mains, de ton regard… me soulèves entre tes bras pour me déposer, quelques pas plus loin, sur le lit, entre les épais rideaux de velours pourpre… Tu t’installes près de moi… les draps de soie nous enveloppent de douceur… la lueur des bougies illumine nos corps moites de vagues frémissantes… marquant davantage mes courbes… ton corps large et puissant… je t’embrasse alors que mes mains se perdent sur le lisse de ta peau… sur tes hanches… sur tes fesses… Je te regarde avec provocation et m’allonge sur le ventre, offrant à ta vue ma croupe se trémoussant de désir… une envie lancinante de te sentir me posséder… tu offres à ma nuque, à mon dos le souffle fervent de tes baisers… puis ton corps contre le mien… brûlant… tu laisses glisser ta verge entre les lèvres de mon sexe, une caresse voluptueuse qui créée un vide plus intense encore en moi… Bel ange... prend possession de mon corps… j’en meurs d’envie… et me délecte pourtant de cette frustration… cette attente langoureuse… lorsqu’enfin tu me pénètres… si lentement que j’en démêle la subtilité de chaque sensation… nos soupirs s’unissent en baisers, mes lèvres échappent parfois aux tiennes lorsque tes mouvements me font lâcher des gémissements de plaisirs… mais elles reviennent, plus assoiffées encore… je grave la beauté de cet instant dans ma mémoire... ta tendresse me perd…
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Je frémis sous tes assauts… ils deviennent plus passionnés… des cris de plaisir m’échappent… mes hanches se balancent… je veux te sentir plus profondément en moi… que tu marques mon corps de ton désir…mes ongles s’enfoncent dans les nuages de satin, mes cheveux se collent sur mon visage en sueur, ton ardeur nous arrache des gémissements... Quand soudainement tu te retires… me laissant désespérément vide… je me retourne, t’embrasse encore et encore… mon corps frémit , un manque dévorant s’empare de moi... Tu le vois sur mon visage, dans mes yeux, j’ai besoin de te sentir en moi...
Je m’évade dans une jouissance qui m’amplit à chacun de tes coups de reins, je noie mes doigts dans ta bouche avant de les glisser à nouveau sur mon clitoris... Je me sens partir... je veux t’emmener avec moi... Un orgasme d’une intensité rare s’empare de moi, comme des étincelles de félicité parcourant mon être... Tu ressens les spasmes de mon plaisir et me suis sur ce chemin... nos soupirs se mêlent... nos âmes s’enlacent l’espace de quelques secondes... Je reste immobile, dans un rêve cotonneux, un léger sourire sur mes lèvres, je me sens bien... je t’attire doucement à moi... nos corps en sueur reposant l’un contre l’autre... je parsème ton front de baisers, caresse tes cheveux, ton dos luisant...
Je m’allonge, te regarde avec envie, enserre tes hanches entre me jambes, caresse mon sexe contre le tien... mes fesses reposent sur tes genoux, mes doigts frôlent ton torse, le griffe, nos regards se nouent, troublés, lorsque tu entres en moi... Une fenêtre vers ton âme...? Si déstabilisant... je me plais à être l’objet de ta convoitise... je me sens si désirable entre tes bras...
Les minutes s’égrènent, puis les heures, nos corps s’unissent et se séparent...la tendresse mêlée à l’ardeur de ces moments s’évanouit aux premiers chants des oiseaux... de frêles lueurs éclaircissent le ciel... t’arrachent à mes bras, elles t’emmènent loin de moi...
Alors que mon corps est en émoi, chaque pénétration est un plaisir pour les yeux, tes hanches se balancent avec grâce, allant et venant en moi délicieusement, je te dévore du regard, éperdue dans cette contemplation et dans le plaisir naissant lorsque ton sexe vibrant vient se lover au plus profond de mon ventre affamé...
Je me noie dans les brumes de l’opium... je m’évade dans mes rêves... d’autres nuits je l’espère viendront m’apporter les effluves de ton corps, la douceur de ta présence... un secret jalousement gardé par les étoiles...
Tu me prends de plus en plus fort, mes lèvres entrouvertes laissent des cris se réprendre dans la nuit silencieuse, nos corps enflammés pour seule musique... des airs de chairs éprisent... ma main s’abandonne entre mes cuisses en attouchements langoureux...
Je veux ceuillir encore les douces pétales si joliment dessinées sur ton visage, je te le murmure... « embrasse moi... » dans un souffle... Tu déposes alors tes lèvres sur ma bouche gourmande, j’en capture chaque saveur, profite de la douceur de ta langue, je m’abreuve de toi abandonnant mes gémissements dans le brasier de ce baiser...
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Observatorio de estética Ensayo sobre la forma de lo bello de Remo Bodei Permanentemente la carne respira sacrificio. Supura delitos para elevarse como bella, esconde la sangre que derrama en un charco putre-
facto, maloliente. No es eterna la gracia, la belleza es siempre sagrada y distante. El contenedor lleno de pulpa fresca se aplasta contra la superficie y
se derrama por las esquinas. Cada violento embiste vacía un poco más la copa. Hasta que la superficie comienza a hundirse, volviéndose
quebradiza y húmeda. La oleosa materia, esparcida grácilmente, se escurre agarrándose a los surcos de la tensa tela del lienzo. La pulida pero porosa
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piedra, vacila durante siglos y por fin se desprende llena de musgo e insectos. Cae al lago verdoso la esbelta y corrupta mejilla de la escultura. El Arte sólo es un instante más largo.Los materiales nobles permiten que la película de la belleza permanezca más tiempo sobre sus cuerpos sacralizados. Y los nuestros, desprovistos están rápidamente de ella. Considero que la belleza es un concepto abstracto que no existe encarnada como tal en la materia. Lo feo es lo verdadero y terrenal que nos habita. Burlarnos de la fealdad durante unos años, mientras ella se asienta en nuestros huesos y se amontona en forma de excrementos de mosca sobre las delicadas pinceladas del cuadro de las Meninas. La fealdad es de nuestro mundo, por eso nos atrae y nos repugna al mismo tiempo. A la belleza se la culpable de muchos delitos y no es ella nada lejano de la fealdad, es simplemente su contrario. La belleza no debería ser un concepto o una superficie, debería también ser parte indivisible de la materia como lo es la fealdad. Y aún en estos tiempos sigue siendo lo mismo que era para Platón, idea. Imagen, superficie, concepto.
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Aesthetics Observatory Essay about the Form of Beauty of Remo Bodei The flesh breathes sacrifice permanently. It weeps offences to rise itself as beautiful; it hides the blood that spills into a putrid, smelly
puddle. Grace is not eternal; beauty is sacred and distant forever. The container filled with fresh pulp is smashed against the surface and spills out
of the corners. Each violent charge empties a little more the glass. Until the surface begins to collapse, becoming brittle and wet.
The oily matter, spread gracefully, slips holding on the lines of the tight canvas. The polished but porous stone hesitates for centuries and finally comes off
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covered with moss and insects. It falls to the greenish lake the slender and corrupt cheek of the sculpture.Art is just a longer moment.The superior materials allow the layer of beauty to stay longer on their idolized bodies. And ours, they are quickly lacking in it. I believe that beauty is an abstract concept that doesn’t exist incarnated itself in the matter. The ugly is the true and earthly thing living in us. We make fun of ugliness for years, while it settles down in our bones and piles up in the form of excrements of fly on the delicate brushstrokes of the painting of ‘Las Meninas’. Ugliness is from our world, that’s why we are attracted to it and find it disgusting at the same time. Beauty is the culprit of many crimes and it isn’t far away from ugliness, it is simply its opposite. Beauty shouldn’t be a concept or a surface; it should be also the indivisible part of matter as it is ugliness. And even at the moment it remains the same as it was for Plato, idea. Image, surface, concept.
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Notas sobre erotismo y consumo Ensayo, crítica y opinión El amor es algo que inventó un tipo como yo para vender medias de nylon. Don Draper Leo en una publicación digital sobre moda lo siguiente: “el titán low-cost de las tendencias ficha a las dos tops que han encandilado a diseñadores y fashionistas [sic] de todo el mundo” (www.telva. com). Tras reponerme del neologismo, voy a la web de Zara y encuentro un diseño extremadamente minimalista: de fondo Freja Beha, una de las tops fichadas, sentada en una silla del revés, con un brazo doblado sobre el respaldo y rodeando su pierna derecha; el pelo suelto, mechones agrestes que adornan su porte leonino, insinuante; mira a la cámara (al consumidor) mientras la boca, de labios ampulosos y un dibujo casi perfecto –cuestión de genes nórdicos–, acoge el dedo índice de su mano izquierda entre unos dientes que ralean provocadoramente. Una estampa en blanco y negro más que sugerente. Ropa básica, una pared con un cuadro que casi ni se ve y una cortina al lado. La marca en la esquina superior izquierda: Zara.
medio-residuo del que ya no se espera fortaleza física; ya no es necesaria para la práctica de nuestros modernos trabajos “dignos”. La publicidad ha hecho el resto. Ya no sirve para trabajar, pero ha encontrado una mejor ocupación. La sociedad, magnánima proveedora, le ha atribuido al cuerpo un valor de signo que remite en esencia al ocio y sus valores de clase: la juventud (impuesta en todos los órdenes de la vida y concretada en gadgets que van desde el auge de las discotecas y toda la vestimenta y ornamentos informales hasta los negocios farmacéuticos que pregonan el enésimo elixir de la eterna juventud), la “línea”, el bronceado, el gimnasio o la cirugía. Hoy nuestra clase media ociosa parodia aquellas sociedades primitivas con el nuevo primitivismo ocioso. Y está al servicio de la seducción, el exhibicionismo y la competitividad, valores dominantes que reproducen en todos los ámbitos –información, educación, trabajo, ocio, familia– la lógica aplastante de la publicidad. Freja ya es mitología moderna: concentra nuestros sueños y los aprisiona.
Cientos de miles de mujeres, hijas, madres y abuelas, entrarán a Zara impelidas por ese ritual de integración social que es el consumismo. Freja, que lanza sus ojos a ellos como un águila su garra sobre la presa, las mirará a ellas con una no disimulada condescendencia. Y voilà. Habrá funcionado. El reclamo, en un extremo de la cadena, es simple: el cuerpo. Al otro extremo está, con residencia en un pueblo gallego y aspecto bonachón, el capitalismo. Explica Thorstein Veblen en su mítico Teoría de la clase ociosa que el cuerpo en las sociedades primitivas y bárbaras se valoraba por su aptitud física, su fuerza y robustez para la realización de tareas como la caza o la lucha. En nuestras sociedades modernas, la tecnología ha transformado el cuerpo en un
Si entonces aquel era el oficio de los hombres físicamente aptos, hoy, trasladado el éxito profesional al campo tecnológico, el cuerpo se entrega de lleno al logro del éxito, marcador social por antonomasia de la felicidad vendida que funciona como motor indiscutible de nuestras vidas. Tatuajes, escotes, tintes, rinoplastias, la lógica del sexo y la diversión intrascendente y a toda costa; toda esta amalgama de dispositivos sociales de la juventud y de la inmediatez se sirven de los altavoces técnicos a su
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Antonio Mochón antoniomochon@gmail.com
alcance (mass media, publicidad, redes sociales, cine, televisión) para promover nuestra imagen social como metáfora exteriorizada del abandono colectivo de nuestro interior (recuerdo la abulia sin motivo aparente de La mujer zurda, de Handke, la indeterminación de la voluntad de Bartleby, el individuo desintegrándose que era Gregor Samsa en La metamorfosis o la estremecedora historia íntima de la protagonista anónima de Una mujer sola, de Isabel Blare). Eso que antes recubría el cuerpo, el alma, ya no recibe unos cuidados que se redirigen a una nueva instancia de culto y salvación: nuestra piel, nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo es nuestra empresa. La mirada vacía de Freja se ha convertido en un signo, pues nada aquí es lo que parece, sino que remite a algo más. Ese algo más hay que buscarlo entre estos conceptos: poder y deseo. Hay relación de poder, pues hay deseo. La publicidad se sirve del erotismo en abstracto como un juego en el que el individuo participa, mejor dicho, un juego en el que el individuo tiene la ilusión de ser partícipe. Esa ilusión colectiva logra acrisolar cualquier divergencia en un patrón de uniformidad vendida como diferencia. Algo que limita la singularidad, como hacen los escaparates de moda con alcance planetario, pretende pasar por mesías de la diferenciación. Este patrón de uniformidad de la moda también se da en modernas conductas de masificación como el turismo vacacional. Para ello nada como analizar nuestras playas. Habla Baudrillard (La sociedad de consumo, Siglo XXI) de esos padres que van a la playa y le ponen a su hija impúber un sostén o de los fabricantes que le ponen sexo a una muñeca. Zara sencillamente reproduce con éxito comercial rotundo lo mismo que hacemos todos cotidianamente: sexualizar nuestra vida a través de los objetos que nos rodean y que terminan definiéndonos. Pero esta sobreexposición de signos sexuales, avisa Baudrillard, contiene una castración de la verdad. Agregar signos sexuales donde no es necesario responde a una lógica inconsciente cuyo último fin es escamotear la verdad: desvía la carga simbólica hacia la metafísica cultural del sexo deificado. Porque nos gustan los objetos y nos gusta jugar con ellos. Vivimos lo lúdico y nos pasamos horas descifrando las múltiples combinaciones del salpicadero de un coche, de una videoconsola o de una película porno. Objetos, bienes y servicios acaban constituyéndose en otra cosa que la que son. Su valor no procede de su uso sino de lo que representan o de la cantidad de juego que nos ofrezcan. Como en la escena de La naranja mecánica en la que, mediante imágenes súper rápidas, el protagonista juega con dos chicas todas las combinaciones posibles que permiten un trío. Así, la moda, la infancia o el sexo, siguiendo la ideología consumista en la que somos adiestrados, son convertidos en objetos y, finalmente, consumidos. El consumo se da, por tanto, en un ambiente altamente erotizado y remite siempre al yo. El consumidor es individualista, exige una personalización de los productos. El consumidor-narcisista aspira, pues no puede serlo, a llevar en apariencia los mismos signos de riqueza que la clase social superior. Por eso Zara democratiza la moda o Ikea la decoración, convirtiendo (pervirtiendo) la singularidad real en diferenciación ficticia cuyo único motor es la búsqueda de un estatus social. A ello, a lograr un hueco en la sociedad del anonimato, nos ayuda el cuerpo con su colección de tatuajes, piercings o complementos de moda. Seducir y ser seducido es la lógica de nuestro tiempo y la hemos trasladado a nuestras relaciones, nuestro trabajo y nuestro tiempo de ocio.
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Todos los ámbitos quedan impregnados y traspasados por el imperativo de goce que mueve a adolescentes y adultos anhelantes de juventud. Nuestro cuerpo es nuestro capital en el que, con claros objetivos capitalistas, hay que invertir para obtener frutos. Obligados a gozar en todo momento, a ser siempre jóvenes, a rentabilizar nuestro patrimonio erótico visible, consumamos y consumimos el mito de la felicidad que la sociedad del bienestar nos ha concedido. Una sociedad que nos ha impuesto la capacidad de elección bajo la apariencia de libertad. Y una sociedad que ha aniquilado toda función simbólica de lo erótico y del sexo para convertirlos en signos que remiten directamente a una marca y a nuestro deseo, creado a su imagen y semejanza. Y, una vez consumado, experimentamos el vacío y la inconsistencia de un yo “flotante” entre los múltiples signos-objetos de los que nos rodeamos creyendo que de verdad poseemos algo. Caminamos por la calle vestidos de Zara, sintiéndonos parte de esto, quizás sintiéndonos seductores o dejándonos seducir por el simulacro casero de Freja Beha en un bar. Habrán pasado años y habremos sido felices en la medida de nuestras posibilidades (económicas). Otros ocuparán nuestro lugar y el mismo sistema que se sirvió de nuestra vida alienada reciclará tendencias para servirse de los siguientes consumidores obligados a gozar y a ser siempre jóvenes. ¿Qué es realmente el erotismo hoy? Erotismo moderno equivalente a enfermedad o desviación como los atormentados personajes de La pianista de Haneke o La humillación de Philip Roth. Erotismo, no como abstracción teórica sino en su significación histórica, es erotismo entendido como signo de poder. Poder del hombre sobre la mujer, poder del sistema sobre el individuo, poder, en cualquier caso, del explotador sobre el explotado. Erotismo al servicio de la ideología dominante se convierte en erotismo-discurso (Foucault) y erotismo-dominación. Primero fue la represión y ahora es el secuestro del sexo por la publicidad. Aún está por llegar el tiempo en el que el sexo y el erotismo sean liberados de otros discursos sociales, políticos e históricos.
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Notes on the subject of eroticism and consumption Love was invented by someone like me to sell nylons. ’Don Draper
Essay and opinion I am reading in a digital publication about fashion as follows: “the titan low-cost of trends signs the two top models that have dazzled both designers and fashion victims [sic] all over the world” (www. telva.com). After recovering myself from the neologism, I look through the website of Zara and I find an extremely minimalist design: Freja Beha, one of the signed top models, sitting on a chair the other way round, with a bent arm over the back of the chair and rounding her right leg; the hair loose, wild locks which adorn her leonine-looking, provocative; She looks at the camera (the consumer) while the mouth, of pompous lips and an almost perfect drawing - a matter of Nordic genes-, welcomes the index finger of her left hand between the teeth, suggestively. It is a black and white picture more than suggestive. There is basic clothing and a picture in wall which is barely visible and a curtain next to it. The brand in the upper left corner: Zara.
in a half-waste from which physical strength is no longer expected; it is no longer necessary for the practice of our modern ‘decent’ jobs. Advertising has done the rest. It is no longer able for work, but it has found a better occupation. The society, magnanimous provider, has attributed to the body a value of a sign that refers in essence to the leisure and their values of class: youth (imposed on all orders of life and settled on gadgets ranging from the boom in night clubs and all the ornaments and casual dress, to the pharmaceutical business which proclaims the nth elixir of eternal youth), the ‘figure’, tanning, gym or surgery. Today our middle leisure class parodies those primitive societies with the new idle primitivism. And it is at the service of the seduction, exhibitionism and competitiveness, dominant values that play in all areas - information, education, work, leisure, family- the crushing logic of the advertising. Freja is already modern mythology: she concentrates our dreams and traps them.
Hundreds of thousands of women, daughters, mothers and grandmothers, will go to Zara driven by this ritual of social integration which is consumerism. Freja, is looking at them as an eagle would hold its prey, and it is not a look with hidden condescension. And voilà. It will have worked. The claim, at one end of the chain, is simple: the body. At the other end is, with residence in a Galician small town with good-natured aspect, capitalism. Thorstein Veblen explains in his mythical Theory of the Leisure Class that the body, in primitive and barbaric societies, was valued by its physical aptitude, strength and health-looking for performing tasks such as hunting or fighting. In our modern societies, technology has transformed the body
If then that one was the job of the able-bodied men, today, transferred the professional success to the technological field, the body is dedicated to the achievement of success, social marker par excellence of sold happiness which works as an undisputed engine of our lives. Tattoos, necklines, dyes, rhynoplasties, the logic of sex and the irrelevant fun and at all costs; all this amalgam of social devices of youth and the immediacy make use of the media accessible to them (mass media, advertising, social networks, film, television) to promote our social
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image as an externalized metaphor of the collective abandonment of our inner selves (I remember the slackness without apparent motive of the Left-handed Woman by Handke, the indeterminacy of the willingness of Bartleby, the disintegrating individual who was that Gregor Samsa in The Metamorphosis, or the shocking intimate story of the anonymous protagonist of An Alone Woman, by Isabel Blare). That thing which used to cover the body and the soul, it no longer receives any cares that are redirected to a new instance of worship and salvation: our skin, our body. Our body is our company. Freja’s empty gaze has become a sign, because nothing here is what it seems, but refers to something else. That something else is to be found between these concepts: power and desire. There is a power relationship, so there is desire. Advertising makes use of eroticism in abstract terms as a game in which the individual participates, to put it another way, a game in which the individual has the dream of contributing. That collective hope manages to clear any divergence in a pattern of uniformity sold as difference. Something that limits the singularity, as do the showcase with global-range, it aims to pass as Messiah of the differentiation. This pattern of uniformity of fashion is also given in modern behaviours of overcrowding such as vacation travel. To that end, there is nothing like analyzing our beaches. Baudrillard speaks (The Consumer Society, twenty-first century) of those parents who go to the beach and put on her daughter, who has not reached puberty, a two-piece swimsuit, or manufacturers that put genitals to a doll. Zara simply reproduces, with a brilliant commercial success, the same as we do on a daily basis: sexualize our life through the objects around us and which end up defining us. But this overexposure of sexual symbols, tells Baudrillard, contains a castration of truth. Adding sexual signs where it is not necessary responds to an unconscious logic which purpose is hiding the truth: it deflects the symbolic significance towards the cultural metaphysics of deified sex. Because we like objects and we like to play with them. We live the recreational nature and we spend hours figuring out the multiple combinations of the dashboard of a car, a games console or a porno film. Objects, goods and services end becoming something different that they are. Its value does not come from its use but what they represent or from the amount of game that they offer us. As in the scene of A Clockwork Orange in which, through super fast images, the protagonist plays with two girls all the possible combinations that a threesome allows. In this way, fashion, childhood or sex, following the consumerist ideology in which we are trained, they are converted into objects and, finally, consumed. Consumption exists, therefore, in a highly eroticized environment and always refers to the ego. The consumer is individualistic; he requires a customization of products. The consumer-narcissistic aspires, because he cannot be, to bring in appearance the same signs of wealth that the upper social class. That is why Zara democratizes fashion or Ikea decoration, converting (perverting) the real singularity in invented differentiation which sole motor is the search for a social status. To do this, to achieve a room for oneself in the society of anonymity, we are helped by the body with its collection of tattoos, piercings or fashion accessories. To seduce and being seduced is the logic of our time and we have moved it to our relationships, our work and our leisure time. All areas are impregnated and transferred by the imperative of enjoyment that moves adolescents and adults eager of youth. Our body is our capital in which, with clear capitalists’ objectives, we have to invest to get results.
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Forced to enjoy at any time, to be forever young, to maximize our erotic visible heritage, we complete and consume the myth of happiness that the social welfare society has granted us. A society which has imposed the capacity for decision (under the appearance of freedom) over us. And a society that has annihilated all the symbolic function of the erotic and sex to turn them into signs that refer directly to a brand and to our desire, created in its image and likeness. And, once completed, we experience the vacuum and the inconsistency of a ‘floating’ self between the multiple signs and objects which we surround ourselves with, believing that in fact we own something.
We walk along the street dressing clothes of Zara, feeling a part of this, perhaps feeling ourselves seductive or letting the homemade simulation of Freja Beha seduce us in a bar. A few years will pass and we will have been happy within our (economic) possibilities. Others will occupy our place and the same system which once made use of our alienated life, it will recycle trends for making use of the following consumers, forced to both enjoy and to be forever young. What is really eroticism today? Modern eroticism is equivalent to disease or deviation like the tormented characters of The Pianist by Haneke or The Humiliation by Philip Roth. Eroticism, not as a theoretical abstraction but in its historical significance, it is understood as a symbol of power. Man’s power over women, the power of the system on the individual, power, in any case, of the operator on the exploited. Eroticism at the service of the dominant ideology becomes eroticism-discourse (Foucault) and eroticism-domination. First it was the repression and now it is the kidnapping of sex by advertising. We have yet to see the time in which sex and eroticism will be released from other social, political and historical speeches.
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La “petite mort” Poesía y aforismos / Poetry and aphorisms La petite mort Sólo es posible tras un desayuno con diamantes La petite mort It´s only possible after diamonds for breakfast
Lamia tu sexo / Lamia your sex Poesía y aforismos / Poetry and aphorisms Lamia tu sexo enardecía tus pezones erizaba tu piel excitaba tu mente con palabras No imaginas lo que podría hacerte si no me pagaras Lamia your sex firing your nipples bristled your skin exciting your mind with words You don´t imagine what I could do to you if you wouldn´t pay me
María Oces Reivaj Natal 2011
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Porno de adorno 22
Javier Seco
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Ojos / Eyes Relato Breve/ Short Tale The two women looked directly in the eyes. Women tend to do that when they give each other pleasure. They stare to each other, trying not to blink, keeping their eyes open the whole time. These ones acted like that, moving themselves slowly. They didn’t lose sight of the other’s gaze at any moment while their fingers got in and out, in and out again and so on. They could hear a clock near them. They did not want to hear the clock; they did not want to get distracted from their fingers, and their eyes. When two women give pleasure to each other they never close their eyes. The man arrived and saw them. He kept himself away from them to see him. He was looking at both their looks and fingers going in and out again and returning to exit. The man held his male member strongly and squeezed it until he felt pain. He eased the pressure and squeezed again stronger than before. He felt his scrotum was swelled as smooth as a red billiard ball. The man did not hear the clock. When a man is very aroused, then he no longer hears. Everything went on like this for ¿minutes? Afterwards, a howl from the man’s throat coincided with the moment in which they, finally, shut their eyes.
Las dos mujeres se miraban directamente a los ojos. Las mujeres suelen hacer eso cuando se dan placer, mutuamente. Se miran directo, intentan no parpadear, mantener los ojos abiertos todo el tiempo. Éstas actuaban de esa manera, moviéndose despacio. No perdían de vista ni por un momento la mirada de la otra mientras sus dedos se hundían y volvían a salir y los hundían de nuevo y así. Se oía un reloj cerca de ellas. Ellas no querían oír el reloj, no querían distraerse de sus dedos, y sus ojos. Cuando dos mujeres se dan placer nunca cierran los ojos. El hombre llegó y las vio. Se mantuvo apartado de forma que ellas no lo vieran a él. Él observaba las miradas de ellas y sus dedos hundiéndose, y volviendo a salir y hundiéndose de nuevo. El hombre agarró fuerte su miembro y lo apretó hasta que sintió dolor. Aflojó la presión y apretó de nuevo más fuerte que antes. Sintió que su bolsa se hinchaba y se ponía tersa como una bola de billar roja. El hombre no oía el reloj. Cuando un hombre está muy excitado sexualmente, entonces ya no oye. Todo siguió así durante ¿minutos? Después, un aullido procedente de la garganta del hombre coincidió con el momento en que ellas, por fin, apagaron sus ojos.
J. Javier Moreno Sánchez jjaviermosa@gmail.com
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Dos besos en las mejillas Relato Breve Cruzo la habitación, mientras intento que la emoción no hable en mi rostro. Te sonrío con educación y te doy dos besos. Un roce tímido de labio con mejilla, que todos perciben como natural menos yo. Nos intercambiamos unos que tales vacuos y nos ponemos al día en el lado superficial de nuestra vida.
los míos, me mides los pechos con las manos y tus pulgares hacen círculos en mis pezones. El hormigueo me empieza a llenar el cuerpo mientras el corazón habla en mi garganta en gemidos suaves. Y mis dedos recorren tu torso, buscando placer en cada rizo, cada centímetro, y decido jugar con tus pezones hasta encender tus gemidos. Luego me pego a ti, para adherir todas tus líneas cálidas en mis curvas. Mis besos se mezclan con el sudor que exhalas en cada poro. Y me susurras al oído, con la voz ardiendo, que siempre has querido que fuera tuya.
Y yo no te escucho. En mi cabeza, hemos atravesado esa puerta que conduce hacia las habitaciones del piso de arriba. Pasos rápidos, que no saben si huyen o se apresuran hacia la intimidad. Los besos se derraman en el pasillo, ya que no pueden esperar más. Me estrechas contra una pared y no sabemos dónde termina una boca y empieza la del otro. Nuestras lenguas paladean la piel que la ropa deja al descubierto, mientras las manos abren y rompen botones para descubrir lo que siempre hemos querido contemplar.
Entonces me agarras de las caderas y me empujas hacia atrás, mientras te colocas sobre mí. Tus besos caen salvajes sobre mi cuello, mientras tus manos se apoderan de nuevo de mis pechos, que devoras con el hambre de quien lleva esperando mucho tiempo. Todo en mi interior gira y se electriza mientras me cubres de besos ansiosos que bajan por mi vientre palpitante, mientras mi sexo se abre bajo tu dedo, que se sumerge en un pantano de calor y deseo. Trazas círculos lentos, que despiertan sentidos que me desbordan hasta que me abro más y más, hasta que decides besarme en esos labios. Primero con lengüetazos suaves, que fingen ser tímidos hasta que te atreves a saborear más y más...
Con barreras de telas aún encima, consigues abrir una puerta y me empujas hacia dentro. Tras un portazo sellado con pestillo, nos miramos a los ojos, dejando que los sentimientos ensanchen las pupilas para que hablen sin miedo. Y tu boca entreabierta se abalanza sobre la mía. Las caricias se hunden en la carne para luego vencer más ropa, hasta que no queda nada más que desnudar y todo por besar. Nos precipitamos sobre el colchón y yo giro hasta quedar sobre ti. Mientras tus ojos se mezclan con
?Te noto ausente, ¿te pasa algo? ?Nada.
Laura Luna http://lauralunasanchez.wordpress.com
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Two kisses on the cheeks Short Tale I cross the room, while I try to ensure that emotion does not talk in my face. I smile you politely and we kiss on both cheeks. A shy brush of lips and cheek is perceived as a natural gesture by everyone but me. We exchange some empty information and we catch up with each other about our lives in a superficial way.
your hands and your thumbs make circles in my nipples. The tingling starts to fill my body while the heart speaks in my throat in soft moans of pleasure. And my fingers cross your chest, seeking pleasure in every curl, every inch, and I decide to play with your nipples up to arouse your moans. Then I latch on to you, to attach all your warm lines in my curves. My kisses are mixed with the sweat that you give off in every pore. And you whisper in my ear, with the ardent voice, that you always wanted me to be yours.
And I do not listen to you. In my head, we have gone through that door that leads to the upstairs rooms. Quick steps that do not know if they run away or they are hurrying up to the intimacy. Kisses are exuded in the corridor, since they cannot wait any longer. You hold me against a wall and we do not know where a mouth ends and the other one starts. Our tongues savored the skin which the clothes leave exposed, while hands undo and break buttons to find out what we always wanted to see.
Then you grab me by the hips and push me back, while you lie down on top of me. Your kisses fall savage on my neck while your hands take control of my breasts again, which you devour with the hunger of someone who has been waiting for a long time. Everything inside me turns and electrifies while you cover me with anxious kisses which go down over my throbbing abdomen, while my genitals open under your finger, which is immersed in a well of heat and desire. You trace slow circles, which awake senses and overwhelm me until I open more and more, until you decide to kiss those lips. First with gentle licks, pretending to be shy until you dare to taste more and more...
With cloth barriers still over us, you manage to open a door and push me inside. After a slam and bolting the door, we look at each other, letting the feelings to expand the pupils in order to speak without fear. And your half-open mouth rushes on mine. The caresses sink in the flesh for then conquer more clothes, until there is nothing left to undress and everything for kissing. We rush to the mattress and I turn up to staying on you. While your eyes are mixed up with mine, you measure my breasts with
You look distracted, something happens? Nothing.
Beatrice Morabito http://www.oyster-dreams.com
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FOREX Hung
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Eclipse I Poesía y aforismos / Poetry & Aphorisms La lentitud del alba aquí, en tu cuerpo. Crece en la noche, y no para abolirla sino para que brillen más hondos sus contornos: la cerámica negra de sus horas, el sueño entre los muros, el peso de unos pasos a través de mis párpados. Mira: en tu piel oscuridad y luz se abrazan, como hermanas a solas y desnudas, trazando con su éxtasis los signos del eclipse.
Eclipse II En esta breve piel, todo el asombro; el miedo en expansión de no poder morir, por un instante. Del más extremo eclipse sentirás sólo un fuego consumiendo tus bordes: como la luna negra contra el sol. Tu débil cuerpo es una astilla en la pupila del mundo. Oscuridad y luz, materia y hueco, han encontrado aquí su danza, este placer intacto como una intacta muerte.
Rubén Martín http://uncuerpoextrano.blogspot.com.es
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Slowness of dawn lies here, in your body. Rising into the night, not to overturn it but to burnish deeper its outlines: the sleep within the walls, the weight of footsteps coming through my eyelids. Look: into your skin darkness and light embrace, as sisters naked and alone, together drawing an eclipse in ecstasy.
Into this brief skin, all wonder; the growing fear of being unable to die, for just a moment. From most extreme eclipse feel just a flame burning down your edges: so does black moon against the sun. Your fragile body is a splinter piercing through the eye of worlds. Dark and light, matter and hole, have found out here a dance, this pleasure intact as an intact dying.
Traducido por Michelle Huppert
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MASS happiness
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Beatrice Morabito http://www.oyster-dreams.com
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IDENTITY Mirror
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Improvisación # 5: fonograma / Impromptu # 5: phonogram Relato Breve / Short tale As I write here, jugularly yours – I´d have to swallow my own flesh if I could not bring it to you. My temple breathes inside me like an untamed dead, shot five times. Five fingers. What they are writing should be a sort of system, speech organs to retain what you whispered: glottis, larynx, supraglottis, alveoli, rib, eardrum, lung, tongue, carotid, fallopian tubes, vena cava, forearm hair. A pronunciation autoimmune disorder, cannibal language to say you down in words: to delay what saliva knows and acid rusts, the smell of vulva and predation, the inner beat.
Mientras te escribo aquí, yugularmente tuyo – habría de tragar mi propia carne si pudiera no ofrecértela. La sien respira por sí sola como un muerto rebelde, cinco veces abatido. Cinco dedos. Lo que escriben podría ser sistema, órganos de fonación que retuviesen lo que me susurraste: glotis, laringe, supraglotis, alveolos, costilla, tímpano, pulmón, lengua, carótida, trompas de Falopio, vena cava, vello del antebrazo. Un trastorno autoinmune de la pronunciación, un lenguaje caníbal para poder decirte: demorar lo que el ácido digiere y la saliva sabe, el olor de la vulva y la depredación, el latido hacia dentro.
Rubén Martín http://uncuerpoextrano.blogspot.com.es
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Ya no somos dos / We are no longer two Relato Breve / Short tale Busco la belleza en el acto de hacer sexo / retiro la palabra hacer. No quiero hacer como quien fabrica. No quiero practicar / esto no es una tabla de ejercicios.
I am looking for the beauty in the act of lovemaking / I take back the word make. I do not want to do like someone who produces something. I do not want to practice / this is not a table of exercises.
Busco la belleza en el sexo.
I am looking for the beauty in sex.
Pareja joven busca chica para trío.
Young couple is looking for girl for threesome.
Busco chica para hacer bonito. Busco chica perfecta. La quiero muy blanca. La quiero que brille. La quiero muy suave. Quiero piel impermeable y sumergible. Quiero besos cortos y húmedos. Quiero pechos no muy grandes. Quiero labios femeninos.
I am looking for girl to make it nice. I am looking for perfect girl. I want her very pale. I want her to shine. I want her very soft. I want waterproof and submersible skin. I want short and wet kisses. I want not very large breasts. I want feminine lips.
Quiero un cuerpo que combine con el mío. Quiero cintura fina y caderas femeninas. Quiero chica deslizante. Quiero chica cálida y húmeda. Busco chica lluvia de verano. Busco chica con quien compartir chico. Pareja joven busca chica para trío. Pareja joven hetero busca chica. Busca chica vasija. No nos cabe tanto amor. Somos demasiado pequeños para un sentimiento tan intenso. Buscamos chica para satisfacer nuestros deseos.
I want a body that combines with mine. I want thin waist and feminine hips. I want sliding girl. I want warm and wet girl. I am looking for summer rain girl. I am looking for girl with whom to share boy. Young couple is seeking girl for three-way. Young heterosexual couple is looking for girl. Looking for a vessel girl. We cannot hold so much love. We are too small for a so intense feeling. We are looking for girl to satisfy our desires.
Busco chica. Busco cumplir fantasía de dos bocas. De dos sexos. [Busco a quien besar mientras me miras.] Busco chica que se ensucie con mi chico derretido. Quiero chica pubis rasurado, chica limpia, chica libre de prejuicios. Busca chica con quien compartir chico. Abstenerse plástico.
I am looking for girl. I seek to realise a fantasy of two mouths. Of two sexes. [I’m looking for someone to kiss while you look at me.] I am looking for girl to get dirty with my melted boy. I want girl of shaved pubis, clean girl, girl free of prejudices. She is seeking girl with whom to share a boy. Keep out plastic.
Adriana Bañares http://awixumayita.blogspot.com.es
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BIG Silence
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Beatrice Morabito http://www.oyster-dreams.com 52
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IN MY HANDS Tonight
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Cena para dos / Dinner for two Poesía y aforismos / Poetry & Aphorisms Let´s share a dinner for two. Let veins sing the slow notes of this song, breathes his deep voice. Let the plates half-finished because of other urgent appetites. The lace straps fall alone, to get together on the floor with your shirt. The skirt is a puddle of cloth in which your pants bathe. Underwear slowly rain by trembling thighs. Hands get forward greedy to the kisses that remember lines and curves painted in saliva, sweat and taste. Remember the known to not forget it. Lie down on the grass of silk scraping and biting us the passion. Dancing entwined, linking breathes mixing our looks, moans of pleasure not ashamed to be heard. Animal Fury strikes me to the heart. Until that warm wave inundates me inside, the air rushes into the throat and everything turns white.
Compartamos una cena para dos. Deja que canten las venas las notas lentas de esta canción, respira su voz grave. Dejemos los platos a medio acabar por otros apetitos urgentes. Los tirantes de encaje caen solos, para juntarse en el suelo con tu camisa. La falda es un charco de tela en la que se bañan tus pantalones. Prendas interiores que llueven despacio por los muslos temblorosos. Las manos se adelantan ávidas a los besos que recuerdan líneas y curvas dibujadas en saliva, sudor y sabor. Recordar lo conocido para no olvidarlo. Tumbarnos sobre el césped de seda arañarnos y mordernos la pasión. Bailar encadenados, entrelazando alientos, mezclando nuestras miradas, gemidos que no se avergüenzan de ser oídos. Furia animal que me golpea hasta el corazón. Hasta que me inunda esa ola cálida por dentro, el aire se agolpa en la garganta y todo se vuelve blanco.
Laura Luna http://lauralunasanchez.wordpress.com
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Nicoletta Tomas http://www.nicoletta.info
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Memorias virtuales Relato Breve Ya ha pasado todo. Ahora sólo puedo verla, escucharla, reproducirla, pero no puedo tocarla porque su tacto se ha esfumado. No puedo olerla porque su olor se ha desvanecido. No puedo amarla porque su cuerpo ha desaparecido para siempre. A veces creo que realmente estuviera otra vez conmigo, su alma pasando sin aviso detrás de mí o el sonido de sus pies al otro lado de la habitación me hacen bajar la guardia, pero cuando mi mente se aclara vuelvo a estar seguro de que me engaño. Se que ya sólo la puedo encontrar en mi memoria digital: ceros y unos en combinaciones únicas que reproduzco en la soledad de mi habitación, celebrando la verdad de un sueño pasajero. La intensidad irrepetible de los encuentros inesperados, los momentos de luz cegadora, la carne despertando el deseo, y el deseo mismo haciéndonos nacer y todo lo demás, todo ha pasado. Aquellas vivencias únicas han quedado grabadas para la posteridad. Mi afán de inmortalidad me ha convertido en el poseedor de un paraíso perdido. Sólo un doble clic me separa de esos días volátiles. Lo he copiado todo: sus movimientos, sus gemidos, sus suplicas, su placer, la claridad de sus ojos. He eternizado en imágenes digitales las visiones de mis deseos. El eco de su vida ahora es mío. Su alma, antes viva y presente, se ha transformado en un archivo que poseo. Ella es, ya para siempre, el objeto de mi contemplación.
que habían invadido la programación televisiva en los últimos años. Pero ella era distinta, conseguía conservar, no se mediante qué fórmula mágica, la honestidad en su boca. Su temperamento era sincero y directo. Todas sus frivolidades perdían resistencia ante la fuerza que irradiaba su ser. Su carácter se desplegaba sin disimulos, acudía decidido a cada palabra, a cada caricia, a todas las decisiones. La verdad de su presencia era una realidad bruta. Recuerdo que la felicidad brotaba de sus ojos sin complejos, en perpetua celebración de estar viva. No atendía a cálculos estúpidos. Su existencia era la prueba de la dicha de ser joven. Al verla junto a las demás mi conciencia, como espoleada por una tempestad repentina, se esforzaba con susurros imperativos para que me diera cuenta de mi fortuna: –¿no te das cuenta de lo preciosa que es?–, silbaba en mi interior. –¿No ves lo maravillosa que es tu vida a su lado?–, insistía en busca de mi entrega definitiva. Sumido cómodamente, como estaba, en un letargo inducido por la prudencia y los desengaños de vidas pasadas, no podía atender a ninguna recomendación. Simplemente me dejaba arrastrar por lo que ella un día decidió ofrecerme. No fue más que un tímido esfuerzo el que hice; una mañana, animado por el optimismo que el sol de mayo impregna en las personas, me la crucé. La confundí con una estudiante de secundaria, pero iba camino de la facultad, primer curso de inglés. No se si contó más su soltura al caminar o aquella peculiar gorra azul que enmarcaba su rostro asemejándola a una de las cantantes pop del momento. El caso es que perdí el control de mis actos. Pasados unos segundos me descubrí persiguiéndola y al instante una voz descarada, varonil y jovial a partes iguales, salió de mi boca reclamando su número de teléfono. Ella accedió. Tres días después comenza-
Todavía no he olvidado la primera noche que estuvimos juntos. Se dejó un collar de diminutas perlas metálicas y dos pendientes sobre mi escritorio. Se vistió de negro aquella noche. A la derecha, en su cintura, lucía un enorme broche plastificado que reflejaba con descaro el brillo de las farolas coronadas de la ciudad. Los adoquines centenarios cantaban al ritmo de sus tacones. Vivía con orgullo, imitando el glamour sintético de las pseudoestrellas
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habitación y escudriñaba bajo las estanterías. Volvía nerviosa y se sentaba en el borde de la cama dejando escapar un suspiro de desesperación. Yo me acurrucaba junto a sus piernas, abría en secreto mis párpados, enfocaba hacia arriba mi mirada espía y el perfil de sus senos firmes y puntiagudos se dibujaba en la luz sepia del amanecer; bajo su pecho, el ritmo de su corazón hambriento espoleaba con fuerza los latidos del mío. Me asustó cómo en ese instante, agobiada ante su inminente vuelta a casa, levantó los brazos y tiró de las sábanas con furia, –Vamos Carlos despierta, ¡despierta por favor! ¿Dónde está mi móvil?; ya verás, ¡mi madre me va a matar!–, insistió ofuscada hasta que una melodía absurda puso fin precipitadamente a su rabia. Sus protestas terminaron y el temblor de sus senos se detuvo. Se levantó y respondió a la llamada. Era su madre, ansiosa por saber adónde había ido la hija perdida. Así, impaciente porque su vida retornara a su cauce habitual, por olvidar aquel lugar de carne y pecado, Iris se marchó dejando tras de sí una resaca de belleza extraña: pensamientos cruzados, banales remordimientos, especulaciones sobre el qué pasará y promesas, promesas de plenitud.
mos a vernos. Y la vida una vez más, cuando ya casi era una inercia oscura, me otorgó el privilegio de convertirme en artista: un lienzo de un blanco prístino aparecía ante mi, junto a él una paleta rebosante de colores y un pincel de brocha fina, delicado, como una de esas viejas plumas que se mojaban en tinta china a la luz de una vela. Todo dispuesto para que trazara las nuevas formas, dimensiones y tonalidades que adquiriría mi vida, ya lo sabía, en los próximos días.
Esa misma noche, a las seis, se despertó sobresaltada. Empezó a buscar su ropa interior entre los claros y las sombras que el amanecer proyectaba en el suelo. Podría no decirlo, pero lo diré, eso es para mí es el paraíso: entre sueños contemplaba sus muslos presurosos yendo de una esquina a otra de la habitación. Dorados en una terraza por los primeros días de calor, rígidos y firmes, temblaban levemente cada vez que el zumbido de sus pies descalzos hacía vibrar la habitación. Su desnudez se exhibía ante mí involuntariamente.
A partir de aquella noche Iris, guiada por una fuerza oscura, comenzó a acudir con frecuencia a la austeridad de mi habitación, a perderse en el académico desorden de mi vida, a jugarse a suertes conmigo sobre qué montaña de libros haríamos el amor, a disfrutar en medidos paréntesis de tiempo la bohemia de una vida que estaba fuera de su alcance: bailar desnuda sin parar; fumar en la cama hasta que todos los ceniceros rebosasen; dormir sobre el suelo; sentir que su sangre hervía con mi voz reveladora; jugar a ser poeta. Quizás fuera ese acceso prematuro a nuevos mundos, que yo le brindaba a través de mis palabras, lo que la hacía volver semana tras semana. ¿Quién sabe?
Veía como se agachaba y hurgaba bajo la cama intentando encontrar sus bragas, sin éxito. Corría hacía el otro lado de la habitación y husmeaba cuidadosamente en el interior de su bolso de cuero sintético en busca de su teléfono. –¿Y mi móvil?–, me preguntaba con una voz quebrada por la ansiedad, esperando una respuesta, como si supiera que me estaba haciendo el dormido, –ya verás, ¡mi madre me va a matar!– decía después, mientras examinaba las esquinas de la
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Podría en este momento, contando con la ventaja del tiempo transcurrido, volver a meditar durante horas como medité entonces: perderme en cadenas de causas y efectos, construir una letanía de banales divagaciones o entregarme con placer a mis dotes psicoanalíticas, aunque sé de antemano que nunca resolveré el misterio. Y es que es imposible averiguar porqué en un momento determinado una mujer decide romper la gris monotonía de nuestro día a día y en lugar de huir o rechazarnos con un gesto altivo, va y se entrega incondicionalmente.
En esta noche de imaginaria, en la que mi espíritu taciturno hace guardia frente a la pantalla componiendo un collage imposible con los restos de mi pasado, me cuesta no inflamarme con la pesadez de la nostalgia, evitar caer en la queja y no lamentar la pérdida de aquella envergadura de caderas que conseguía siempre, sin rastro de hastío, perfilar el horizonte de mis fantasías. Hago doble clic y el archivo se abre: los tenues rayos del amanecer atrapan su cuerpo en huida iluminando la feminidad de su abultado pubis, o sus nalgas en contorsiones imposibles buscando bajo el armario una horquilla. Imágenes inconexas que brillan ante mí y siempre acaban con una Venus airada que grita: –No Carlos, ahora no, ¡no me grabes!–, o con un manotazo terrible que hace caer la imagen al suelo y la pantalla queda a oscuras y yo, después, sonrío. Porque aquello que no pude captar para mi memoria digital reaparece por sí mismo en mi memoria humana y mortal, y entonces las contorsiones continúan pero solo en mi interior: rememoro cómo después de ese manotazo agarré con celo sus muñecas y ella se resistió pero sin fuerza, y me miró, y sólo así, sin hablar, me dijo: –vamos, hazlo–. Y es que cuando mi cuerpo yacía junto al suyo no tenía yo más que veinte años también. Mi alma alen-
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tada por los ardores de su juventud dejaba florecer su niñez. Ese adolescente puro y espontáneo que poco a poco fue ahogándose en la intemperie de la realidad reflotaba y con una inhalación titánica volvía a la vida, recuperando todo el aire perdido. Así era yo cuando Iris me iluminaba con sus ojos: un niño que sólo quería jugar, un niño que se olvidaba de las dudas, de las noches enclaustrado bajo la luz mortecina de un flexo, de los pasos de cebra y los semáforos en rojo y el humo de los coches en los días de atasco, de los vagabundos enmohecidos que mendigaban en las esquinas de la ciudad descubriendo sus muñones, de la miseria de las familias incapaces de pagar sus facturas, de la pobre vieja del octavo que soportaba noche tras noche los gritos acusadores de su hijo alcohólico, del invariable pitido del despertador, de ese tener que mirarse al espejo y rehacerse una mañana tras otra para enfrentarse con todo. Me olvidaba, sí, me olvidaba de ese sacrificio perpetuo que a veces la vida parece ser y, sobre todo, de la desidia de encontrar la cama vacía, porque Iris estaba allí. Sentía su pecho templado, el calor de sus muslos, la exhalación de su cuerpo sobre el mío. Su vida incierta descansaba junto a la mía, sólo tenía que echar la mano al otro lado para comprobar que no era un sueño. En las leves treguas que Iris me daba muchas fueron las noches que malgasté reflexionando sobre ese niño estúpido. Me preguntaba constantemente cuál era el sentido de todo aquello: ¿existía algún futuro para los dos o sólo era una ilusión?; ¿debía limitarme a disfrutar de las delicias de su carne, mientras esperaba un fin pronosticado a una pasión sin sentido, o bracear contracorriente y luchar por ella?; ¿era todo lo ocurrido un loco desvarío entre personas separadas por abismos de tiempo o un amor verdadero? He perdido la cuenta de las veces que intenté resolver estos misterios: ¿cómo conjugar un mismo espacio en tiempos distintos? o ¿cómo hacer que dos estrellas que brillan en el firmamento, separadas siempre por una distancia exacta, se unan? Pero los miedos se disipaban porque Iris volvía. Siempre volvía otra vez y se encerraba en mi habitación, quitándome el tiempo para encontrar respuestas. La realidad cruda de su cuerpo retornaba a mí, me inundaba nuevamente, y entonces no necesitaba respuestas, las preguntas también se veían idiotas, ahí, flotando en el vacío, cuando ya nadie las necesitaba. Junto a ella todo tenía sentido. Nos gustaba querernos cerca de la ventana. Ella se apoyaba en el alféizar y yo la miraba desde el sillón, o me levantaba casi sin querer y me veía nuevamente abrazándola, deslumbrado por los destellos canela de sus hombros. Los acariciaba con esmero y delectación, como si pudiera reunir toda la trascendencia de la humanidad en uno solo de mis dedos y trazar el significado de la vida en una caricia magistral. Innumerables fueron las tardes que pasamos juntos apoyados en el marco de esa ventana, mudos, absortos, imbuidos por la belleza anaranjada del atardecer y los jirones de nube rosa sobre la cúspide de las azoteas; contemplando la maraña de antenas parabólicas y escuchando las sirenas que deambulaban de una esquina a otra de la ciudad. Así hasta que el último haz de luz se escondía detrás de la tierra y el neón de la noche cobraba vida alumbrando el bullicio lejano de las grandes avenidas del centro. Justo entonces el aire se templaba y el relente entraba con suavidad por la ventana, como un amigo afable al que se lleva tiempo esperando. La canícula se disolvía en el frescor de la noche veraniega, el cielo se tornaba negro, las primeras estrellas aparecían y nosotros nos amábamos una vez más, sabíamos que éramos felices, no había dudas. Rebuscando entre las carpetas la encuentro: “atardecer”. Hago otro doble clic y un sol precioso aparece, un círculo perfecto que ya toca la línea del horizonte. La imagen tiembla levemente, mi pulso no era bueno antes y sigue sin serlo ahora. Me hubiera gustado creer eso que dicen de que las cosas mejoran con el tiempo, que maduran y adquieren nuevos matices. Hoy día se que eso solo le pasa al vino y al queso. La imagen comienza a girar hacia la izquierda y sí, ahí están, permanecen exactos tras cincuenta años: sus ojos marrón claro de amplitud oceánica me desafían a través del tiempo. Cómo negar la evidencia de esa naturaleza salvaje, cómo
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resistirse al poder de una biología tan impecable. Puede que tras esos ojos no hubiera más que una niña, un ser inmaduro, pura pulsión, un mero vacío por llenar. Pero estando delante de ellos veía, como veo ahora en la pantalla, las formas de una femme fatale. De ellos emana la sabiduría milenaria de Atenea o la belleza inigualable de Afrodita. Mi amor podría otorgarle cualquiera de los atributos divinos de esas Diosas de la antigüedad que retumban con su eco cósmico en nuestro pensamiento. Aún puedo revivir los momentos en que mi resistencia fue vencida y quedé completamente embelesado de Iris. Su organismo de cronología ambigua fue tejiendo una madeja de risas y miradas silenciosas, de muda afirmación primitiva en la que yo mismo me disipaba y me transformaba también en un ser primitivo, unido de forma inexplicable a su ser, a su presencia. Todo rastro de incertidumbre fue desapareciendo bajo el impulso rudimentario de sus caderas. Los tenues accesos de racionalidad, que aún se resistían, buscando vanas explicaciones, absorbidos en el insondable secreto de su naturaleza. A partir de entonces supe con claridad que mi destino estaba sellado. Nuestras vidas recorrerían rutas contiguas para siempre. A pesar de la pertinaz suspicacia de mi alma mis fantasías se hicieron realidad. El vigor juvenil de sus mejillas, los brillos deslumbrantes de sus cabellos y la exuberancia de su cuerpo en tensión palpitante dejaron de ser una amenaza. El temor a que un sueño apenas hecho real se desvanezca repentinamente dejándonos aislados, moribundos y perdidos eternamente en la búsqueda de una plenitud que nunca volveremos a alcanzar se convirtió, para mí, en una verdad imprevista: la felicidad puede ser permanente. Ella caminaba a mi lado en los parques, me acompañaba al supermercado, ocupaba el asiento del copiloto cuando conducía, acariciaba mis hombros y me plantaba besos de aliento en los mofletes cuando me sentía débil. Su habilidad felina conseguía ofrecerme justo lo que necesitaba en cada instante. Su presencia perenne reforzaba cada uno de mis pasos, levantaba envidias y recelos entre mis amigos, me hacía consciente de mi suerte. A la hora de comer, su rostro pulido de anguladas proporciones se enfrentaba al mío día tras día. Sus labios carnosos y de formas equilibradas me sonreían húmedos e insinuantes. Otras veces fruncía el ceño en cómico gesto de desaprobación – demasiada sal–, afirmaba. Yo le recomendaba que aprendiera a cocinar en lugar de quejarse tanto y ella se subía sobre la mesa desafiante. A ver, ¿donde está? Sí, aquí: “lasaña”. Un doble clic más y ese mantel precioso de bordados anaranjados sobre fondo rosa llena toda la pantalla. La imagen asciende y ella aparece. Era sábado, sí, justo las 15:15 p.m. Acaba de salir de la ducha y su cuerpo está cubierto por aquel albornoz blanco que le regalé en su veintisiete cumpleaños. Los mechones mojados de su pelo se esparcen desordenados sobre su frente. La piel de su pecho está erizada. Bajo el albornoz la marca de sus pezones me indica que su cuerpo todavía se estremece con tímidos tiritones tras la ducha. Coge el tenedor y después de una mirada de complicidad se lleva a la boca un diminuto trozo de lasaña. Lo mastica dos veces, lo retiene en el paladar, lo saborea y se queja: –demasiada sal Carlos, ¿vas a seguir cocinando así el resto de nuestra vida?–, entonces le recomiendo que proteste menos y aprenda a cocinar y reacciona súbitamente. La imagen tiembla, enfoco con rapidez, al instante Iris se sube sobre la mesa, viene gateando hacia mi, la lasaña queda entre sus piernas y el albornoz cae sobre ella. –¿Ves?, ya has manchado el albornoz que te regalé–, le digo, procurando aparentar que estoy muy irritado. –No te preocupes Carlos–, me responde justo cuando llega a mi lado. Me besa la frente y se yergue sobre sus rodillas. Abre el albornoz y deja al descubierto toda su feminidad, me sonríe y con un leve impulso salta y cae sobre mis piernas.
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Sergio Rodrígez López http://sobrehoydeaqui.blogspot.com
La imagen tiembla nuevamente. Intento seguir grabando, extiendo mi brazo al lado y la imagen gira. Sus hombros y sus senos aparecen fugazmente mientras nos besamos ansiosos sobre la silla. La imagen vuela y voltea: el techo, los relojes blandos de Dalí sobre la pared y el sillón se suceden fugazmente. Luego sólo queda el frío mármol del suelo y el sonido de fondo: nuestros gemidos. No consigo comprender cómo abismos de tiempo se han diluido en un abrir y cerrar de ojos hasta este instante. Hasta esta hora funesta en la que sólo encuentro verdad en la fosforescencia artificial de la pantalla que ilumina mi rostro enjuto. De aquella mañana de mayo en que me crucé con una muchacha hasta este momento fatídico, de la indecisión ante la brutalidad de su juventud a nuestra vida en pareja. Todo ha sucedido en un instante. Y ahora sólo tengo estas carpetas almacenadas, archivos que me ayudan a rememorar la única verdad que conozco: ella existió en algún tiempo remoto. Sólo tengo que manejar el ratón con habilidad para ver pasar los retazos del pasado en el marco de la pantalla, para no olvidar, para seguir creyendo que fue verdad, porque está todo guardado aquí, en esta memoria artificial. Las madrugadas se suceden las unas a las otras y mis ojos enrojecidos y cansados continúan fijos en la luz del pasado. Las lágrimas a veces se pasean por mis mejillas arrugadas y tengo que secarme. Algunas noches vuelvo a la cama e intento dormir, pero el insomnio me atosiga y tengo que levantarme. Pulso el botón nuevamente y la luz de la pantalla me inunda aliviando con la verdad del pasado el presente descarnado y macabro del que no puedo escapar. No consigo entender cómo ha sucedido todo tan rápido. Iris se ha ido; ha quedado atrapada para siempre en el mundo rectangular de la pantalla. No la puedo alcanzar, pero al menos puedo verla y escucharla. Reproducir su recuerdo me hace pensar que el pasado no es sólo un archivo, sino una verdad. Algunas noches las puertas gimen detrás de mí y el aire parece moverse por sí solo. A veces, una mano macilenta de nudillos deformes se posa sobre mi hombro torpemente, exhalando su hedor a calmantes bajo mis fosas nasales. Después alguien deposita un vaso de manzanilla con limón al lado de la pantalla y se escucha la voz espectral de una anciana rasgando el silencio: –Vamos Carlos, no te atormentes, todo eso ya pasó–.
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Virtual memories Short Tale Everything is over. Now I can only see her, hear her, play her, but I cannot touch her because her touch has disappeared. I cannot smell her because her odour has vanished. I cannot love her because her body has gone forever. Sometimes I think that she is really here again with me, her soul passing behind me without noticing or the sound of her feet on the other side of the room makes me lower my guard, but when my mind gets clear I am sure again about that I am fooling myself. I know that I can only fin her in my virtual memory: zeroes and ones in unique combinations that I play in the solitude of my room, celebrating the truth of a passing dream. The unique intensity of unexpected encounters, moments of blinding light, flesh awakening the desire, and desire itself giving birth to us and everything else, it is all over. Those unique experiences have been recorded for posterity. My desire for immortality has made me the owner of a lost paradise. Just a double click keeps me away from those volatile days. I have copied everything: her movements, her moans, her pleas, her pleasure, the clarity of her eyes. I have immortalized into digital images the visions of my desires. The echo of her life is now mine. Her soul, alive and present before, has become a file that I own. It is, forever already, the object of my study.
But she was different, she managed to preserve, using an unknown magic formula, the honesty in her mouth. She had a sincere and direct nature. All her frivolities lost resistance to the strength that radiated from her being. Her character was displayed openly, it came determined to each word, each caress, to all decisions. The truth of her presence was a rough reality. I remember that happiness flowed from her eyes without any complex, in a perpetual celebration of being alive. She didn’t pay attention to stupid calculations. Her existence was the proof of the joy of being young. When seeing her next to the others, my consciousness, as spurred by a sudden storm, tried very hard with commanding whispers for me to realize my fortune: - don’t you realize how precious she is?-, whistling the inner voice. -Don’t you see how wonderful your life is by her side?-, insisted looking for my final surrender. Plunged myself comfortably, into an induced stagnation by prudence and the disappointments of past lives, I couldn’t bear in mind any recommendation. I was just letting me drag by what she one day decided to offer me. It was no more than a timid effort which I did; one morning, encouraged by the optimism the sun of May transmits to people, I passed by her. I confused her with a high school student, because she was on her way of the faculty, first course in English language. I don’t know if it was her ease when walking or that peculiar blue cap that framed her face resembling one of the pop singers of the time. The thing is that I lost control of my actions. After a few seconds I found myself chasing her and instantly a shameless voice, manly and jovial in equal parts, came out of my mouth claiming her phone number. She agreed. Three days later we began to see each other. And life once again, when it was nearly dark
I haven’t forgotten yet the first night we spent together. She left a necklace of tiny metal beads and two earrings on my desk. That night she was dressing in black. On the right, at her waist, she was wearing a huge plastic snap which reflected the brightness of the streetlights of the city. The centenarian cobblestones were singing to the rhythm of her heels. She used to live with pride, imitating the synthetic glamour of the pseudo-stars who had invaded the TV programmes in the past few years.
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apathy, granted me with the privilege of becoming an artist: a canvas of a pristine white appeared in front of me, next to a palette full of colours and a thin brush, delicate, like one of those old quills that were dipped in Indian ink by candlelight. Everything was ready for me to draw the new shapes, dimensions and colour-schemes that my life would acquire; I would find it out, in the next few days. That same night, at six, she suddenly woke up. She began to find her underwear between the bright and shadows that dawn was projecting on the floor. It might not say it, but I will say it, which is paradise for me: between sleep and wakefulness I contemplated her thighs rushing from one corner to another of the room. Golden thighs in a terrace by the first days of heat, strong and firm, they trembled slightly each time that the sound of her bare feet made the room vibrating. Her nakedness was exhibited involuntarily in front of me. I was seeing how she was bending down to the floor and snooping under the bed trying to find her panties, without success. She was running to the other side of the room and looking carefully inside her bag of synthetic leather in search of her phone. - Where is my mobile?-, she asked me with a voice broken by anxiety, waiting for an answer, as if she knew that I was pretending to be asleep - you’ll see, my mother is going to kill me! – She said later, as she examined the corners of the room and scrutinized under the shelves. She came back, nervous and sat on the edge of the bed letting out a sigh of despair. I snuggled up next to her legs, secretly opened my eyelids, focused up my look and the profile of her firm and pointed breasts was drawn in the sepia colour of the light of dawn; under her chest, the beat of her hungry heart spurred with force my own heartbeat on. I was scared of how at that moment, overwhelmed by her imminent coming back home, she raised her arms and pulled the sheets with fury; - Come one, Carlos wake up, wake up please! Where is my phone? You’ll see, my mother is going to kill me!-, she insisted, dazzling until a ridiculous melody put an end hastily to her anger. Her complaints ended and the trembling of her breasts stopped. She got up and answered the call. It was her mother, anxious to know where her lost daughter had gone. So, impatient because her life to return to its usual course, to forget that place of flesh and sin, Iris left leaving behind a hangover of strange beauty: crossed thoughts, banal remorse, speculations about what will happen and promises, promises of fulfillment. From that night on Iris, guided by a dark force, began to come frequently to the simplicity of my room, to get lost in the academic mess of my life, to draw lots with me over what mountain of books we would make love, to enjoy in considered time parentheses the bohemia of a life that was beyond her means: dancing naked without stopping; smoking in bed until all ashtrays were full; sleeping on the floor; feeling that her blood boiled with my revealing voice; playing to be a poet. Perhaps it was that early access to new worlds, which I provided her through my words, what made her coming back week after week. Who knows? I could at this point, having the advantage of the time had passed, returning to ponder for hours as I thought then: getting lost in chains of causes and effects, building a string of trivial digressions or giving myself with pleasure over my psychoanalytic skills, although I know in advance that I will never resolve the mystery. And that is that it is impossible to find out why at a certain moment a woman decides to break the grey monotony of our day-to-day and rather than running away or refusing us with a proud gesture, she goes and surrenders to me unconditionally.
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On this night of imagination, in which my gloomy spirit keeps watch in front of the monitor, composing an impossible collage with the remnants of my past, I find it hard not to affect me with the heaviness of nostalgia, to avoid sinking into complaints and not to regret the loss of that hips of great magnitude which used to draw, without a trace of weariness, the outline of the horizon of my fantasies.
traffic jam days, about moldy vagrants who begged in the corners of the city revealing their stumps, about the misery of families unable to pay their bills, about the poor old lady of the eighth floor who bore night after night the accusing cries of her alcoholic son, about the constant beep of the alarm clock, about that obligation of looking yourself in the mirror and pulling yourself together one morning after another to deal with everything. I forgot, yes, I forgot about that perpetual sacrifice that sometimes life seems to be and, above all, about the apathy of finding the empty bed, because Iris was there. I felt her warm breasts, the heat of her thighs, the rushing of her body over mine. Her uncertain life was resting next to mine; I only had to put the hand on the other side of the bed to check that it wasn’t a dream.
I double click and the file opens: the soft sunlight rays of dawn trap her body illuminating the femininity of her swollen pubis, or her buttocks in impossible postures looking for a hairpin under the wardrobe. Disjointed images that shine before me and always end with an angry Venus that shouts: - no Carlos, not now, don’t record me!-, or with a terrible slap that makes the image falling to the ground and the screen gets dark and then, I smile. Because what I couldn’t grasp for my digital memory reappears by itself in my human and mortal memory, and then the contortions continue but only inside me: I recall how after that slap I grabbed her carefully by the wrists and she resisted but without force, and looked at me, and only thus, without speaking, she said to me: -come on, do it-.
In the short breaks that Iris gave me, there were a lot of nights I wasted thinking about that stupid child. I was constantly wondering what was the meaning of all that: there was there a future for the two of us or was it just an illusion?; should I merely enjoy the delights of her flesh, while I was waiting for a predicted end to a senseless passion, or swimming upstream and fight for her?; all what happened was a crazy raving between people divided by abysses of time or in contrast it was true love? I’ve lost count of the times that I tried to solve these mysteries: how to combine the same space at different times? Or, how can I do for two stars that shine in the sky, always separated by an exact distance, to join? But these fears vanished because Iris came back. She always came back again and locked in my room, taking time away from me to find answers. The ugly truth of her body returned to me, filling myself again, and then I didn’t need any answer; questions also seemed to be nonsense, there, floating in a vacuum, when they were no longer needed. Next to her all made sense.
And when my body was lying next to hers I had no more than twenty years too. My soul, encouraged by the passion of her youth, let flourishing its childhood. This innocent and spontaneous teenager who was slowly drowning out in reality and with a huge inhalation returned to life, recovering all the lost air. That was me when Iris lighted me up with her eyes: a child who just wanted to play, a child that forgot about any doubt; about that nights cloistered under the weak light of a reading lamp, about zebra crossings and red lights and fumes from cars in
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We enjoyed loving each other near the window. She leaned on the windowsill and I looked at her from the armchair, or I got up almost accidentally and I was seeing myself embracing her once again, dazzled by the cinnamon glints of her shoulders. I caressed them very carefully, as if I could have all the importance of humanity in only one of my fingers and draw the meaning of life in a brilliant caress. We spent countless afternoons together leaning against the frame of that window, dumb, absorbed, becoming imbued with the orange-coloured beauty of the sunset and the shreds of pink cloud on the cusp of roofs; contemplating the tangle of parabolic antennas and listening to the sirens which hurried up from one corner to another of the city. Like that, until the last beam of light was hiding behind the Earth and the neon of nights was taking life, lighting the distant noise of the large avenues of the city centre. Just then in the cool of the evening, the cold night air came gently trough the window, as an affable friend who has been long-awaited. The ‘Dog Days’ were dissolving in the coolness of summer nights, the sky was turning black, the first stars appeared and we were loving each other once again; we knew that we were happy, there wasn’t any doubt.
a femme fatale. From them emanates the thousandyear-old wisdom of Athena or the incomparable beauty of Aphrodite. My love for her could award her any of the divine characteristics of these goddesses of antiquity that resound with their cosmic echo in our thinking. I can still revive the moments in which my resistance was defeated and I was completely spellbound by Iris. Her organism of ambiguous chronology was weaving a skein of laughs and silent looks, of silent primitive affirmation in which I was vanishing myself and becoming as well a primitive being, inexplicably linked to her being, to her presence. All traces of uncertainty were disappearing under the primitive impetus of her hips. The dim accesses of rationality, which were still resisting, were seeking empty explanations, and finally absorbed into the unfathomable secret of her nature. From then on, I clearly knew that my fate was sealed. Our lives would travel across parallel routes forever. Despite the obstinate mistrust of my soul, my fantasies came true. The youthful energy of her cheeks, the dazzling shine of her hair and the exuberance of her body under pulsating tension ceased to be a threat. The fear of a dream just made real suddenly fade away, leaving us isolated, dying and eternally lost in the searching for a fullness that we will never reach again turned, for me, into an unexpected truth: happiness can be permanent.
Searching through the folders I found it: “sunset”. I double click again and a beautiful sun appears, it’s a perfect circle that already touches the line of the horizon. The image slightly shakes; my shaking hand wasn’t good before and it’s still not good now. I would like to believe what they say about things get better with time, that they mature and acquire fresh nuances. These days I know that it only happens to wine and cheese. The picture begins to turn to the left and yes, there they are, they remain accurate after fifty years: her light brown eyes of oceanic amplitude challenge me over time. I can’t deny the evidence of that wild nature, I can’t resist to the power of such a perfect biology. Maybe behind those eyes there was no more than a girl, an immature being, pure drive, just a vacuum to be filled. But being in front of them I used to see, as I’m seeing now on the monitor, the appearance of
She walked by my side in the parks, went with me to the supermarket, occupied the co-pilot seat when driving, caressed my shoulders, and gave me encouraging kisses on the cheeks when I was feeling weak. Her feisty nature could give me just what I needed at each moment. Her constant presence reinforced each of my steps, caused envy and suspicions among my friends; she made me aware of my luck. At lunchtime, her perfect face of angled proportions faced mine day after day. Her fleshy lips of equal forms smiled me moist and suggestive. Other times she used to furrow her brow in a comical disapproving face
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-too much salt-, she affirmed. I advised her to learn cooking instead of complaining so much and she climbed on the table, defiantly. Let’s see, where is it? Yes, here: “lasagna”. A double-click and that beautiful tablecloth embroidered in orange over a pink background fills the entire screen. The image rises and she appears. It was Saturday, yes, just 15: 15 p.m. She has just got out of the shower and her body is covered by that white bathrobe that I gave her in her 27th birthday. The wet locks of her hair spread messy on her forehead. The skin of her breasts is covered with goose bumps. Under the bathrobe, the mark of her nipples tells me that her body still shivers with cold after the shower. She takes the fork and after a look of complicity she takes to her mouth a tiny piece of lasagna. She chews it twice, retains it on the palate, savours it and complains: - too much salt, Carlos, are you going to continue cooking this way for the rest of our lives?-, then, I recommend her to complain less and to learn to cook and she suddenly reacts. The image shakes, I focus it quickly, instantly Iris climbs on the table, comes crawling towards me, lasagna is under her legs and the bathrobe falls on it. -Do you see? You’ve already stained the bathrobe I gave you, - I say, trying to pretend I am very irritated. –Don’t worry Carlos- she answers me just at the moment she reaches me. She kisses me in the forehead and she stands on her knees. She opens the bathrobe and exposes all her femininity, she smiles at me and with a slight impetus jumps and falls onto my legs. The image shakes again. I try to continue recording, I stretch my arm to the side and the image rotates. Her shoulders and breasts appear briefly while we kiss each other excited on the chair. The image flies and turns: the ceiling, Dali’s melting pocket watches on the wall and the armchair briefly follow one another. Then there is only the cold marble of the floor and the background sound: our moans. I can’t understand how abysses of time have blurred in the blink of an eye until this moment. Until this terrible time in which I only find truth in the artificial phosphorescence of the monitor that lights my bony face. We went from that morning of May when I passed by that girl, until this fateful moment; from the hesitation before the brutality of her youth to our life together. Everything happened in a flash. And now I only have these stored folders, files that help me to remember the only truth I know: she existed in some remote time. I just have to handle the mouse cleverly to see the snippets of the past passing through the framework of the monitor, for not forgetting, to continue believing that it was true, because everything is saved here, in this artificial memory.
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Dawns follow one another and my reddened and tired eyes remain staring to the light of the past. Tears sometimes show up in my wrinkled cheeks and I have to wipe them away. Some nights I go back to bed and try to sleep, but the insomnia overwhelms me and I have to get up. I push the button again and the light from the monitor fills me, relieving with the truth of the past the stark and macabre present from which I can’t escape. I fail to understand how everything happened so fast. Iris has gone; she has been trapped forever in the rectangular world of the monitor. I can’t reach her, but at least I can see her and listen to her. Reproducing her memory makes me think that the past is not only a file, but a truth. Some nights the doors creak behind me and the air seems to move by itself. Sometimes, a gaunt hand of deformed knuckles touches my shoulder clumsily, exhaling its stench of painkillers under my nostrils. Then someone puts a glass of chamomile lemon tea next to the monitor and it is heard the ghostly voice of an old woman tearing the silence: - Come on, Carlos, don’t torment yourself, all that has gone-.
Sergio Rodrígez López http://sobrehoydeaqui.blogspot.com
ICARO INC. Presenta
www.StendhalSyindrome.org
SONIDO El sueño del caparazón La literatura no es otra cosa que un sueño dirigido” Jorge Luis Borges. Se despierta dentro de una babosa que se retuerce para dejar el armazón curveado, y entonces su realidad -un girasol perpetrando su nombre- está torcida. Camina, tratando de pirarse de ese calabozo de baba, pero sólo hay un sendero que se estira y contrae como resorte; da vueltas intentando atravesar el interior del caracol, tras no poder romper la coraza. Al centro del túnel topa con un arpa, que en realidad es una puerta, y tiene que cortarse con sus cuerdas para entrar en ella. Al traspasarla, gárgolas decrépitas y estatuas de héroes vociferan en lengua extraña, y las entiende. Las ventosas cantan, y de sus bocas se escapan los quejidos de los prisioneros -devorados- de ese mundo. No tiene corazón; conserva un boquete y nada le duele, por eso se desplaza ligero, siendo ventana. Circula en una espiral de musgo -círculos desbaratados-; en triángulos de fuego. Crecen cuernos en las paredes de esa caverna y las esculturas se los colocan en la punta de los dedos para retocarse. Vadea un cultivo de vid y arriba a una calle que está volteada, virando sobre su eje. Es una vereda empedrada, al recorrerla florecen luces -chispean anuncios- y aparecen construcciones: restaurantes italianos, puestos de perfumes, cenadurías, cines mudos, carretas de palomitas y crepas, cocinas japonesas, vendedores de algodones de azúcar y relojes, taquerías, fuentes de sodas, nev-
Luis Alfonso Angulo Segura http://www.facebook.com/Vastolords
erías, teatros, mercados ambulante de frutas y cachivaches. Un cocinero haciendo filetes de tiburones le ofrece sake, lo bebe y la tierra se endereza. Delante, en esa senda de un sentido -única dirección: el escape-, hay hostales y posadas, farmacias, edificios, oficinas que trabajan de noche, apartamento con balcones, gatos en contenedores de basura metálicos. Nadie pisa la calle, la bordean como si estuviera maldita y si es necesario cruzarla toman un puente o saltan con sus gabardinas de banqueta a banqueta, esparciendo los papeles que escapan de sus maletines. En una esquina un vagabundo pide dibujos en un cajón y come crayolas o colores de cera. Transita lejos de la lluvia de relámpagos; el caparazón está despejado, hasta puede ver la luna. Parece que ha llegado al final de la travesía, pero el camino se dobla en forma de caída de donde brotan arpegios y claves de sol. Sigue deambulando, y deambular es soñar alimentando el sueño; entonces sigue soñando, y sueña dando pasos cayendo -soñando-. Emerge de la concha y permanece perdido, voltea y me ve en la superficie del lago -fue humano hasta que me encontró-; él soy yo, y yo soy un caracol que se ha despojado de su caparazón.
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Ícaro Inc. anuncia la primera convocatoria de la nueva sección de la revista, Sonido, presentando el reciente E/P de la banda Stendhal Syndrome. Para cada convocatoria de la revista, se propone alguna pieza musical de una o varias bandas para que los autores que deseen participar se inspiren y creen algo a partir de ella, ya sea un texto, imagen, pintura, etc... según requerimiento del grupo musical. De todas las colaboraciones propuestas, el grupo musical elegirá aquella obra que más le guste, y podrá utilizarla como diseño de su próxima portada, camiseta, o cualquiera otro uso a cambio de una recompensa. En este caso, el grupo Stendhal Syndrome desde Barcelona enviará sus discos originales al ganador del concurso, que escribió la obra “El sueño del caparazón” inspirándose en la canción “Into this Dream”. Si tienes una banda y deseas concursar en la próxima edición de Sonido, envíanos tu material musical, el tipo de obra en que estás interesado, y la compensaciónn o premio para el autor de la obra seleccionada a revistaindependiente@gmail.com
Icarus Inc. announces the first edition of the new section of the magazine, Sound, introducing the recent E / P of the band Stendhal Syndrome. For each edition of the magazine, we propose a track of one or more bands for the authors who wish to participate use their inspiration and create something from it, whether text, image, painting, etc ... depending also on the musical band requeriments. From all the proposed collaborations, the band will choose the work that they prefer, and could be used, for example, as their next album cover design, t-shirt, or any other use in exchange for a reward. In this case, the band Stendhal Syndrome from Barcelona will send their original albums to the winner, who wrote the short tale “The dream of the shell” inspired by the song “Into This Dream”. If you have a band and want to be in the next edition of Sound, send your musical tracks, the type of work you are interested in, and the compensation or reward for the author to: revistaindependiente@gmail.com
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Into This Dream The dream of the shell Sound
“Literature is nothing more than a guided dream.” Jorge Luis Borges.
He is awakening inside a slug that twists to leave the curved frame, and then its reality- a sunflower perpetrating his name - is skewed. Walks, trying to escape that dungeon of mucus, but there is only one path that stretches and contracts like spring. Turning, tries to cross inside the snail, after failing to break the shell. At the center of the tunnel encounters a harp, which is actually a door, and have to cut their strings to get into it. To pass it, gargoyles and statues of decrepit heroes shout in a strange language, and understood. The suckers sing, and from their mouths escape the groans of the prisoners- devoured – of that world. He has no heart; retains a hole so nothing hurts, so light travels, being window. He drives in a spiral of moss –thwarted circles -, triangles on fire. There are growing horns on the walls of the cavern and the sculptures place them on their fingertips for touch up. He wades across a wine cultivation and up to a street that´s flipped, turning on its axis. It is a stone pathway, when crossing it the lights bloom - sparkling advertisements- and constructions appear: Italian restaurants, perfume stalls, places for dinner, silent cinemas, popcorn and crêpes carts, Japanese , vendors of cotton candy and watches, “taquerias”, fountains of soda, ice cream shops, theaters, street markets of fruit and junk. A cooker making shark steak offers him sake, drinks it and the land becomes straight again. Ahead, in that path that has only one direction -escape- there are hostels and inns, pharmacies, buildings, offices that work at night, apartments with balconies, cats in metal trash cans. Nobody steps on the street, as if the border was damn and if it´s necessary to cross they take a bridge or jump over with their coats from sidewalk to sidewalk, scattering papers fleeing their briefcases. In one corner a bum asks drawings in a drawer and eats crayons or colors of wax. Travels away from the lightning storm, the shell is clear, he can even see the moon. It seems that he has reached the end of the journey, but the road bends in form of fall from where emerge key arpeggios and treble clefs. He keeps on wandering, and wandering means to dream feeding the dream. Then he keeps dreaming, dreaming of steps falling – dreaming -. Emerge from the shell and remains lost, turns and sees me on the surface of the lake. He was human until he met me- he is me, and I’m a snail that has shed its shell. 73
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Fernando García Malmierca http://www.undergroundangels.com
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Susurros de la noche/ Whispers of the Night Poesía y aforismos / Poetry & Aphorisms El aura de la noche gime en avalanchas, serpenteante, candorosa, transpirando color. Montada sobre nubes tus brazos, cual férreas aspas, emprenden cabalgatas, eternas, por sobre el éxtasis del amor. Remolinos de seda, entrelazados al gozo, mientras espasmos fragorosos beben aguardiente del crear.The aura of the night moans in avalanches, meandering, candid, transpiring color. Mounted on clouds your arms, like iron blades, undertake eternal rides, over the ecstasy of love. Swirls of silk, interweaved with joy, while deafening spasms drink from the brandy of creation
Miembro fundador de Naciones Unidas de las Letras 79
Gustavo M. Galliano http://rossanamusica.com/portal/?cat=33
Serial Killers Relato Breve
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Víctor Miguel Gallardo http://tantogilipollas.blogspot.com
Yo no sabía por qué estaba allí, por qué había querido estar allí. Reunión de antiguos alumnos, un eufemismo placentero para definir una lucha de varias horas entre el alcohol y los egos. Habían pasado diez años desde que nuestra promoción se graduó; éramos los mismos de entonces, pero de forma sutil también éramos diferentes. Quien más y quien menos había engordado o encanecido, no me refiero a eso: los cambios no estaban tanto en la superficie como en el interior de cada uno. Los caracteres, algunos, se habían agriado por el peso de una década de precariedad laboral y sueños deshechos en las espaldas. Los matrimonios habían hecho acto de presencia, y también la maternidad, aunque esta siempre por debajo de lo esperable dada la crisis económica que maniataba las esperanzas de ser padres de los más cautos. La treintena pesaba para unos y otros, para los que ya eran padres y para los que no podían permitírselo, e incluso para los que no se preocupaban por ello, y para todos la edad empezaba a ser una losa. Los casados miraban de reojo a los solteros, envidiándolos, y estos hacían lo propio con los poseedores de anillos de oro o platino, todos sujetos a las reglas de un juego estúpido que asemeja al cuento de la vaca y los prados más verdes de más allá del vallado. Yo no, yo era feliz en mi inconsciencia, en mi devenir diario que asemejaba más al de un estudiante de dieciocho que al de un asalariado de treinta y tres. La litrona en el parque, el cine-club universitario, las escapadas a calas indómitas con amigos, todo parecía anclado en el pasado excepto yo mismo en mi continente, cada vez más calvo, cada vez más gordo, cada vez más satisfecho conmigo mismo y más cínico para con los demás. Pero seguía preguntándome por qué estaba allí, por qué había querido estar allí justo esa noche, rodeado de las tristes y ajadas sombras del pasado que eran mis antiguos compañeros de facultad, lo que quedaba de ellos.
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Hasta que la vi entrar a ella en el pub. Fue entonces cuando recordé, sin asomo alguno de duda, que mis pasos habían sido guiados, desde el mismo momento en que recibí la invitación en mi correo electrónico y hasta que traspasé el umbral del bar con una falsa sonrisa de reconocimiento de oreja a oreja, por sus ojos, sus labios y su pelo, que me llamaban desde la distancia de aquellos diez años con la fuerza inhumana del amor no correspondido, del deseo insatisfecho.
De repente todos desaparecieron para mí. Aquello ya no era una reunión de compañeros de clase, sino una cita con Bea, una cita en la que el resto de la gente formaba parte de la morralla que en toda red de pescador aparece. No cabía la posibilidad siquiera de considerarlos como público, eran más bien el atrezo tosco, en algunos casos incluso desagradable, que algún chistoso dios había querido para nuestro reencuentro. Bea también pareció notarlo, y desde un primer momento, y tras haber saludado cortésmente a la piara de treinteañeros, buscó mis ojos con una súplica inaudible.
¿Qué la guiaba a ella hasta allí?, me pregunté mientras, esta vez sí, sonreía de forma sincera y le estampaba en sus mejillas los dos besos de rigor.
Guns´n´Roses sonando a destiempo en los bafles del local. Pasamos a una vieja balada de Roxette, y yo me acerco a ella, deposito mi copa cerca de la suya, y me intereso por su vida. Ella habla y habla, acercando mucho sus labios a mi cara. ¡Bendita música de los noventa, con sus altibajos portentosos! ¡Enhorabuena, deejay de baratillo, por atronarnos a conciencia! ¡Gracias, concejalía de Medio Ambiente, por no interferir en mi noche de gloria! Ella hablaba de la relación con su chico mientras sonaban Scorpions. De su trabajo mal pagado en una editorial mientras yo seguía el ritmo de Kula Shaker con los pies. Nos encaminamos a la segunda copa (ginebra yo, ron ella) al tiempo que aparecían los primeros acordes de los inefables U2. Cuando Blur, Oasis y Supergrass entraron a escena ya estábamos tan cerca el uno del otro que lo difícil era no tocarnos. Y, en las distancias cortas, ella seguía estando guapa, tan guapa como sólo una mujer de treinta y tantos puede estar.
Bea estaba guapa. Siempre había sido una chica guapa, guapa sin aspavientos, de esas ante las que no te giras en la calle. De las otras, de las que, en noches de borrachera con amigos, reciben tus ebrios mensajes de texto farfullando obviedades, pidiendo torpemente un poco de atención. “Me estoy acordando mucho de ti esta noche”, recuerdo que le escribí con mi móvil en una ocasión, cuando en el culmen del trinomio botellón-bar de chupitosdiscoteca me descubrí pensando en ella y no en otra. “A ver si quedamos para tomar un café”, otro mensaje recurrente que ocultaba las verdaderas intenciones, las de tomar todos los cafés del mundo cada mañana del resto de nuestras vidas, juntos y arremolinados en torno a una mesa de cocina con tostadas recién hechas. Bea estaba guapa y yo, al recordar todo esto, suspiré. “¡Amores de juventud!”, me dije, observando condescendiente a mi yo del pasado. Después de una década, Bea estaba guapa y yo más calvo, más gordo y mucho más seguro de mí mismo. Me gustaba el cambio.
La tercera copa llegó a nuestras manos, y ya no había marcha atrás. Yo dije algo inconveniente, algo que hizo referencia a mi enamoramiento de entonces y al deseo de ahora, y, sin dejarla reac-
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cionar, di la vuelta y me fui hacia el aseo. Allí me tomé todo el tiempo del mundo mientras, fuera, sonaban más éxitos mustios de VH1. No las tenía todas conmigo, esa es la verdad, cuando abrí la puerta para enfrentarme a la oscuridad del local, encomendándome, yo, que no soy religioso, a todos los santos del almanaque; pero ahí estaba ella, apoyada en el quicio de la puerta del baño de señoras y con su ron a medio beber en la mano, mirando nerviosa alternativamente hacia la barra y hacia mí, como si quisiera cerciorarse de que nadie la observaba esperar. Yo me acerqué y ella abrió la puerta del aseo. Dio dos pasos a su interior y se volvió para sostenerme la mirada. No quedaba otra cosa más que recoger el guante, traspasar el umbral y cerrar la puerta tras de mí. Entonces, hace diez años, yo jugué su juego. Ahora ella haría lo propio con el mío. Bea dejó el cubata sobre el lavabo y, de espaldas a él, apoyó sus manos en el granito del que estaba hecho con los brazos muy pegados a su espalda. Avancé hasta ella y puse dos dedos en su cintura. Acerqué mi cabeza a la suya y, con la mano libre, aparté el pelo castaño de su cara. —Sólo te tocaré cuando me lo pidas —le dije, acariciando con mis labios casi su oreja mientras que, contradiciendo mis palabras, mis dos dedos en su cintura se deslizaban unos centímetros hacia su espalda. Ella no pestañeó, y yo tuve la certeza de que estaba segura de no llegar jamás a ese extremo. Volví a inclinarme hacia ella. —Estamos en los lavabos de un garito para gente de nuestra edad, no seríamos los primeros en enrollarse aquí. Estoy seguro de que estas baldosas y estos azulejos han sido testigos de bastantes cuernos. Pero yo no quiero enrrollarme contigo. Ya no tenemos veinte años, ni estamos enamorados. Yo quiero follarte. Mordí suavemente el lóbulo de su oreja, y ella puso instintivamente una mano en mi pecho. Yo di un paso hacia atrás, apartándome. —No me has entendido, Bea. Llevo queriendo besarte desde la primera vez que te vi. Las clases ya habían empezado unas semanas antes, pero tú te habías matriculado a última hora, y encima llegaste a aquella troncal cuando ya había empezado la clase. Yo todavía no existía para ti, pero fue verte traspasar la puerta y pedir permiso para entrar con voz nerviosa y yo di un res-
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pingo en la silla. ¿Sabes por qué? —Bea ignoró que era una pregunta retórica y movió dubitativamente la cabeza— . Yo por entonces tenía novia, y quería ser fiel sobre todas las cosas. Ya llevábamos dos semanas de clase, y yo ya conocía al resto de compañeras, y estaba seguro de que no sentiría la más mínima atracción por ninguna de ellas, ni por las guapas ni por las menos guapas. Pero fue verte y supe que tú sí me podrías meter, si hubieras querido, en un embrollo. Y entonces, mientras caminabas hacia el final de la clase, que es donde te sentaste, yo no podía dejar de desear que fueras tonta. O que fueras una antipática. Pero no, no tuve tanta suerte, porque no eras ni lo uno ni lo otro. Y me enamoré de ti.
Metí una mano bajo su camiseta y la subí hasta encontrar el exiguo sujetador de algodón. Tiré de él hacia mí y descubrí un pequeño pecho y un pezón erecto. Lo sujeté con fuerza mientras volvía a morderle, esta vez con más fuerza, su oreja. —Solo tienes que pedírmelo y te follaré. Te dejaré elegir dónde correrme, aunque yo creo que sé lo que elegiría —le susurré mientras mi mano dejaba el pecho y, sujetando la suya, la obligaba a agarrar por encima del pantalón mi pene henchido— . Creo que lo que más me gustaría sería, después de follarte unos minutos, subirme al inodoro y correrme sobre ti. Sobre tu pelo, tu cara, tus pechos, sobre toda tú, desnuda y atada a la cañería de la cisterna.
Bea se separó unos centímetros del lavabo, pero yo me abalancé contra ella, empujándola de nuevo contra él y hundiendo mi rodilla entre sus piernas. La levanté un poco con fuerza, incrustándola contra su sexo. Ella se estremeció. —Entonces me hubiera bastado con un beso, con pasear cogido de tu mano, pero ahora quiero follarte. Y quiero que me lo pidas -señalé con la cabeza a la cisterna— . ¿Ves esa cañería? Me gustaría atarte las dos manos con mi cinturón, y pasarlo por ella. Y así, con las manos en alto, arrancarte la ropa, dejarte totalmente desnuda —volví a hacer presión con la pierna mientras que con una mano le acariciaba el cuello— y después sacármela y masturbarme unos minutos ante ti.
Bea sollozó, y yo aparté su mano y le desabroché el pantalón vaquero. Metí hábilmente una mano dentro de sus bragas, y mis dedos llegaron con facilidad a su sexo. Estaba empapado. Metí el índice y el corazón con suavidad en el interior de su coño, y Bea se abrazó a mí mientras se movía arriba y abajo, forzando la penetración. —Fóllame, joder, fóllame. No la até a ninguna cañería, ni la desnudé completamente. Era un aseo público, y aunque parecía limpio no podía estarlo por completo, ¿por quién me habéis tomado? Hace diez años me habría bastado con un beso suyo, o con pasear de su mano, pero ahora, en el baño de aquel pub, y mientras nuestros compañeros se pedían la penúltima copa a tan solo unos metros de allí, yo me contenté con ponerla de espaldas a mí y follármela con ganas, con las ganas acumuladas en una década y algo más. Y, tras acabar, y cuando por fin me atreví a regalarle un beso, el primero y último, pude comprobar que, efectivamente, Bea estaba guapa. Sobre todo ahora, después de correrse mientras yo la penetraba por detrás.
Bea echó la cabeza hacia un lado, evitando mi mirada y totalmente ruborizada. Yo la agarré del pelo y la obligué a volver a mirarme. —Eso no sería todo. Te tocaría, vaya que si te tocaría. Tú seguirías atada, y yo te daría la vuelta contra la pared, separaría tus muslos y te la metería desde atrás, con una mano agarrando con fuerza tu culo y la otra pellizcándote los pezones. Te dolería un poco, pero te juro que merecería la pena, vaya que sí.
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Serial Killers Short Tale I didn’t know why I was there, why I wanted to be there. Reunion of former students: a pleasant euphemism to define a several hours struggle between alcohol and egos. Ten years had passed since our promotion graduated; we were the same then, but in subtle ways we were also different. To a greater or lesser degree everyone had gained weight or went grey, I am not referring to that: the changes were not on the surface but inside each one. The characters, some of them, had been soured by the weight of a decade of job insecurity and unfulfilled dreams on their backs. Marriage had made an appearance, as well as motherhood, though is always below than expected given the economic crisis which shackled the hopes of becoming parents of the most cautious. Thirty weighed to all of us, for those who were already parents and for those who could not afford it, and even for those who were not concerned, and for everyone, the age was beginning to be a heavy burden. Married people were looking out single ones out of the corner of their eyes, envying them, and these did likewise with the owners of gold or platinum rings, all subjects to the rules of a stupid game that resembles the story of the cow and the greenest meadows beyond the fencing. I didn’t, I was happy in my unconsciousness, in my daily evolution that resembled more of a student of eighteen than to an employee of thirty-three. The litre bottle of beer in the park, the university cinema club, the getaways to untamed coves with friends, everything seemed anchored in the past except myself in my continent, going increasingly balder, increasingly fatter, increasingly satisfied with myself and more cynical with others. But still wondering why I was there, why I had wanted to be there just that night, surrounded by worn sad shadows of the past which were my former colleagues of faculty, what was left of them. 87
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Víctor Miguel Gallardo http://tantogilipollas.blogspot.com Until I saw her coming in the pub. It was then when I remembered, without a shadow of doubt, that my steps had been guided, from the same moment I received the invitation in my email and until I passed the threshold of the bar with a false grinning from ear to ear, by her eyes, her lips and her hair, which called me from the distance of those ten years with the inhuman force of unrequited love, of unsatisfied desire. What guided her up there? I asked myself while, on this occasion, I was smiling sincerely and kissing her on both cheeks, as required. Bea looked very nice. She had always been a pretty girl, beautiful without making a fuss, of those to whom you don’t turn your face in the street. Of the other ones, the ones who, in drunken nights with friends, receive your intoxicated text messages mumbling platitudes, awkwardly asking for a little attention. “I am remembering you dearly tonight”, I remember that I wrote her with my mobile phone on one occasion, when at the peak of the trinomial drinking in the streets-shooters bar-disco, I found myself out thinking about her and not in anyone else. ‘Let’s have a coffee sometime’, it was another recurrent message that hid the real intentions. The ones about taking all the coffees of the world every morning for the rest of our lives, together around a kitchen table with freshly made toast. Bea was beautiful and I, remembering all this, had a sigh. ‘Youthful love!’ I said to myself, regarding complacent to myself from the past. After a decade, Bea was beautiful and I was balder, fatter and a lot more confident of myself. I liked the change. All of a sudden everyone disappeared for me. That was no longer a meeting of classmates, but a date with Bea, an event in which the rest of the people was part of the fries that appear in every fisherman’s net. There was no possibility even to consider them as public; they were rather basic props, even unpleasant sometimes, that some funny God had wanted to for our reunion. Bea also seemed to notice it, and from the very beginning, and after courteously greeting that herd of people in their thirties, she sought my eyes in an inaudible plea.
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Guns´n´roses were playing out of season in the speakers of the bar. We turned to an old ballad of Roxette and I moved closer to her, I place my drink near hers and I ask after her life. She speaks and speaks, approaching her lips to my face. Blessed music of the 1990s, with its portentous ups and downs! Congratulations, DJ on the cheap, for deafening us conscientiously! Thanks, Department of Environment, for not interfering in my night of glory! She was talking about the relationship with her boyfriend while Scorpions were playing. About her poorly paid job in a publishing company while I was following the rhythm of Kula Shaker with my feet. We are moving to the second drink (gin for me, rum for her) at the time when the first chords of the indescribable U2 sounded. When Blur, Oasis and Supergrass came on the scene we were already so close to each other that it was very hard not touching each other. And, on a short distance, she was still looking nice, as beautiful as only a woman of thirty-odd can be.
Bea left the drink on the sink and, with her back to it; she rested her hands against the granite from which it was made, with her arms very close to her back. I moved toward her and put two fingers in her waist. I approached my head to hers and, with my free hand, I moved her brown hair from her face. - I will only touch you when you ask it to me - I said, caressing almost her ear with my lips while, contradicting my words, my two fingers on her waist were sliding a few inches towards her back. She didn’t blink, and I had the certainty that she was sure to never reach that extreme. I went back to tilt my head towards her. -We are in the toilets of a lousy joint for people of our age; we wouldn’t be the first ones to have sex here. I am sure that these tiles have witnessed quite a few infidelities. But I don’t want to have an affair with you. We are no longer twenty years, or in love. I want to fuck you.
The third drink came into our hands, and there was no turning back. I said something inconvenient, something that made reference to my crush of then and the current desire, and, without letting her reacting, I turned and went to the toilet. There I took all the time in the world while, outside, more sad hits of VH1 were playing. I wasn’t quite sure about it, that’s the truth, when I opened the door to face the darkness of the room, commending myself, me, not a religious person, to all the saints of the calendar; but there was she, against the doorjamb of the ladies bathroom with her half-empty rum in her hand, looking nervous alternately towards the bar and me, as if to make sure that nobody was watching her waiting for me. I approached her and she opened the door of the toilet. She took two steps inside and turned to stare at me. There was nothing more than crossing the threshold and closing the door after me.
I bit gently her earlobe, and she instinctively put one hand on my chest. I gave a step backwards, moving away. -You didn’t understand me, Bea. I’ve been wanting to kiss you from the first time I saw you. Classes had already started a few weeks earlier, but you had registered at the last minute, and on top of that you arrived to that core when the class had already started. I still didn’t exist for you, but when I saw you crossing the door and asking permission to enter with nervous voice I gave a start in the chair. Do you know why? -Bea ignored that it was a rhetorical question and moved doubtfully the head-. I then had girlfriend, and wanted to be faithful over all things. We had already had two weeks of class, and I already knew the rest of female classmates, and I was sure that I wouldn’t be attracted by any of them, neither the most nor the less beautiful. But it was seeing you and knowing that you could get me, if you had wanted to, into a mess. And then, while
Then, ten years ago, I played her game. Now, she would do the same with mine.
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you were walking towards the end of the class, which is where you sat down, I couldn’t stop wishing you to be stupid, or unfriendly. But no, I wasn’t so lucky, because you were neither the one nor the other. And I fell in love with you. Bea moved away a few inches from the washbasin, but I leaped on her, pushing her back against it and pushing my knee between her legs. Then I raised it hard a little, embedding it in her sex. She had a shiver. - In those days it would be enough with a kiss, with having a walk holding your hand, but now I want to fuck you. And I want you to ask me for it - I nodded toward the cistern-. Do you see that pipe? I would like to tie your hands with my belt, and then to it. And thus, with hands up high, pull off your clothes, leaving you totally naked – I returned to make pressure with my leg while with one hand I was caressing her neck - and then taking it out of my pants and masturbate a few minutes in front of you. Bea threw her head to the side, avoiding my look and completely flushed. I grabbed her by the hair and forced her to look at me again. -That wouldn’t be all. I would touch you, I will certainly do. You would keep tied, and I would turn you against the wall, I would separate your thighs and put it into you from behind, with a hand holding hard your ass and the other pinching you nipples. It could hurt a little, but I swear to you that it would be worth, most certainly. I put a hand into her shirt and I went up until finding the minimal cotton bra. I pulled it towards me and I discovered a small breast and an erect nipple. I held it firmly while I went back to bite, this time harder, her ear. -Just ask me for it and I will fuck you. I will let you choose where do you want me to come, although I think I know what I would choose – I whispered her while my hand was leaving the breast and holding her own hand, I was forcing her to hold above the pants my swelling penis. I think that what I would like most is, after fucking you for a few minutes, getting on the toilet and cumming on you. On your hair, your face, your breasts, over all you, naked and tied to the pipe of the tank. Bea sobbed; I moved her hand away and unbuttoned her jeans. I cleverly put a hand inside her panties, and my fingers came easily to her genitals. She was so wet. I put the index and the heart gently into her pussy, and Bea hugged me while she moved up and down, forcing the penetration. -Fuck me, for God’s sake, fuck me. I didn’t tie her to any pipe, nor undressed her completely. It was a public toilet, and although it seemed to be clean it could not be completely, who do you think I am? Ten years ago I would have enough with a kiss of her, or with having a walk holding her hand, but now, in the bathroom of that pub, and while our colleagues were ordering the penultimate drink only a few meters away from there, I was satisfied with putting her back to me and fucking her with enthusiasm, with the accumulated desire of decade and something more. And after finishing, when I finally dared to give her a kiss, the first and last, I could see that, indeed, Bea looked nice. Especially now, after she was coming while I was penetrating her from behind.
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De cumbres y goces Poesía y aforismos Irrumpo en la cima turgente de tus pechos, y me deslizo bañándote de luna. Por la planicie marfil, donde tu vientre, desemboca afiebrado en plena tundra. Y a paso de machete, embisto enceguecido, contra la húmeda oscuridad del Gran Deseo. Y en el vórtice fugaz de lava y fuego, inundo de semillas tu caverna, con vértigo ciclópeo, jadeos.-
Gustavo M. Galliano http://rossanamusica.com/portal/?cat=33
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Peak & Pleasures Poetry & Aphorisms I rush at the top turgent of your breasts and I slide Bathing you of moon By the ivory plain where your belly, runs feverish In broad tundra And by machete I blindly charge against de wet darkness Of the Great Desire And in the elusive vortex of lava and fire i flood of seeds your cavern with cyclopean vertigo, gasps.-
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Gustavo M. Galliano http://rossanamusica.com/portal/?cat=33
Pulsaciones Poesía y aforismos Perlas nacaradas de sal corrompen tus encías con sonrisas, bebiendo el peregrino sudor de mirra, la flema del ajenjo, ángel desértico. Letras circulando arterias en el corazón vertiginoso del alma, cual biblioteca humana transmigrada bifurcándose por venas y vectores. Manos vacías de tímidas caricias, brazos exiliándose de abrazos, vano será cada latido entonces si esos ojos se hacinan en sus cuencas. Músculos amnésicos de tensiones, tendones distendidos, holgazanes, fortaleza erigida en ruina ardiente, Infierno de la otrora joven Muralla. Destellos implosivos, disonantes, música del alma amarrando ensueños, desesperados tulipanes sofocando puentes y ante el menor desliz truenan Tocata y Fuga. Cartas de amor jamás escritas, rostros desfibrilando memorias, cartílagos de pasión deshilachados, derrotero del olvido perpetuo y marmóreo. Letras, caricias y abrazos, pasión y sensualidad anquilosadas, braman las perlas rumbo al averno sensitivo, pulsaciones aceleran el beso, in eternum, a tu cuello.-
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Pulsations Poetry & Aphorisms Pearls nacred with salt corrupt your gums with smiles, drinking the outlandish sweat of myrrh, wormwood phlegm, desert angel. Lines circulating arteries in the vertiginous heart of the soul, like transmigrated human library bifurcating through veins and vectors. Empty hands of timid caresses, arms that exile from hugging, in vain will be every beat if those eyes are crowded into their sockets. Amnestic muscles in tension, tendons relaxed, lazy, fortress built in the burning ruin, Hell of the once young Wall. Implosive flashes, dissonant, soul´s music tying dreams, desperate tulips suffocating bridges and at the slightest slip thunder Toccata and Fugue. Love letters never written, faces defibrillating memoirs cartilages of frayed passion, Pilot of marble & perpetual oblivion. Letters, caresses and hugs, ankylossed passion and sensuality, Roaring pearls walking toward the sensitive underworld, pulsations accelerate the kiss, in eternum, to your neck. -
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Cualquier café Relato Breve He conseguido volver a verla, estar a solas con ella. Siempre me pregunto qué es lo que le asusta tanto de mí. Después de todo he conseguido convencerla. Aún no puedo creer que sea real, ella y este sentimiento que me explota por dentro y me hace respirar profundo. Desde que la conocí, aunque suene a tópico, he vuelto a la vida. Ahora veo con mucha más claridad lo que me rodea, y también a mí mismo. De sentirme tan frustrado, he pasado a ser otra vez la persona que entiendo soy. El camino vuelve a trazarse frente a mí. Así que aquí estamos de nuevo, después de estos meses sin vernos, en un lugar desconocido hasta ahora, sólo por el placer de disfrutar de su compañía. He dejado atrás todas las estúpidas inseguridades recurrentes, todas las palabras vanas y embrutecidas de la vida coloquial y que no dicen nada mientras estoy con ella. Sólo deseo verla sonreír, escuchar alguno de sus comentarios irónicos. Hacerla sentir cómoda conmigo, no hay nada que con más empeño quiera provocar en estos momentos. La observo hablar, con esa forma tan elegante y vital, joven de moverse. Una naturalidad sin paliativos, que te deja con la boca abierta mientras disfrutas viendo cómo el mundo toma vida y se transforma alrededor. Observo sus labios preciosos, tan jugosos y mordibles, sin posibilidad de cansarse de ellos, pero sobre todo su mirada me atrapa, el brillo de esos ojos, y las cosas que veo más allá. La miro con cierta intensidad, quiero que sepa que estoy aquí, disfrutando del momento de verdad; pero me mantengo por supuesto en una correcta distancia. No me perdonaría ofenderla ni agobiarla porque además también sería ofender mis propios sentimientos. Y sin embargo sus ojos me hablan, me dicen tantas cosas. Estoy viendo una persona maravillosa. Me pregunto si se ve así, y de qué manera podré hacerle sentir esto, de verdad, y no con vanas palabras bonitas, sino contribuyendo a su paz y su desarrollo como mujer libre. Quiero ayudarla a vencer sus pequeñas inseguridades, hacerla sentir hermosa y sobre todo, feliz. Sobran las palabras. Quiero hacer tantas cosas ya con ella, ahora mismo, que creo que derramaré al final el café sobre la mesa. Pero sobre todo hacerla sonreír. Y quizás luego pueda intentar volver a verla. Al cabo de un rato, comienzo a deslizar algunas notas de rebeldía sobre la conversación, para insinuarle diferentes perspectivas a sus argumentos desde el humor, y sobre todo, desde el absoluto respeto y afecto. Esto arranca ciertas sonrisas de sus labios, lo que logra sienta ganas de llorar de emoción. Jamás quise hacerla sentir mal. La veo relajarse en su asiento, comienza a aflorar el ingenio y los diferentes tonos de voz en su expresión. Podría morir ahora: sí, no me importaría. Todo lo bueno que el mundo tenía por mostrarme está aquí. Después de todo este tiempo
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Dedicado con admiración y profundo respeto a la Damme du Brume
vagabundeando, buscando algo, buscándome a mí mismo sin entender absolutamente nada, complicando mi vida y a menudo la de los demás, por fin resulta que las cosas no son necesariamente tan difíciles como una mente ferviente se piensa. Estoy maravillado observando sus gestos, cómo ella misma me va haciendo sentir cada vez más cómodo con su forma de conducirse, con esa naturalidad tan única, tan evidente. La conversación se torna más animada, y sus manos gesticulan levemente, con seguridad por encima de la mesa mientras charlamos. Se ha acariciado el pelo. Claro, quiero acercar mis propias manos a las suyas, tomarlas y besarlas con una galantería nunca pasada de moda, con devoción y morderlas después, sonriendo, pero no, por mi parte sigo conversando y gesticulo también, sonriendo y haciendo poco a poco que se sienta atraída hacia mí. Por debajo de la mesa, alcanzo a ver la forma de sus piernas, un sueño indecible del que destierro todo pensamiento pese a enloquecer de deseo por rozarlas. Llegar a tocar sus piernas, en un hipotético encuentro, llegaría mucho después. Pero creo que las ha movido suavemente, quizás de forma inconsciente. Dicen que es mejor enamorarse de esta manera, sin pedir nada, simplemente disfrutando de lo que la persona decide entregarte, con calma. Y ahora, tomando con la mano la taza de café asintiendo a sus palabras con otra sonrisa, mientras pasa un joven en una bicicleta por el lado, y una tímida y fascinante lluvia empieza a caer sobre esta terraza mientras se oscurece el cielo, vuelvo a sentir realmente lo que significa estar vivo.
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Any café Short tale I have managed to see her again, to be alone with her. I always wonder what scares her so much of me. After all I have managed to persuade her. I cannot even believe it is real, she and this feeling that explodes inside me and makes me breathe deeply. Since I met her, although it sounds like a cliché, I have returned to life. Now I see much more clearly what surrounds me, and also myself. I have changed, from feeling so frustrated, to become again the person who I understand I am. The path returns to be drawn in front of me. So here we are again, after these months without seeing each other, in an unknown place until now, only for the pleasure of enjoying your company. I left behind all the stupid recurring insecurities, all empty and brutalized words of daily life that do not say anything while I am with her. I only wish to see her smiling, to listen to some of her ironic comments. Making her feeling comfortable with me; there is nothing to with more commitment I wish to provoke at the moment I watch her speaking, in such an elegant and vital way, youth of moving. An inexcusable naturalness, that leaves you with the open mouth while you enjoy watching how the world takes life and changes around. I look at her precious lips, so juicy that you want to bite them, without any chance of getting tired of them, but especially her gaze trapping me, the brightness of those eyes, and the things that I see beyond. I look at her with a certain intensity, I want her to know that I am here, enjoying the moment of truth; but I am of course in a proper distance. I would not forgive myself offending her nor
smothering her because in addition it would be also offending my own feelings. And however their eyes speak to me; they tell me so many things. I am seeing a wonderful person. I wonder if she sees herself like this, and how can I make her feel this way, really, and not with empty beautiful words, but helping to her peace and development as a free woman. I want to help her to overcome her slight insecurities, making her feel beautiful and above all, happy. There is no need for words. I would like to do so many things already with her, right now, that I think in the end I will pour out the coffee on the table. But above all I would like to make her smile. And perhaps then I could try to see her again. After a while, I begin to slide some notes of rebelliousness on the conversation, to insinuate her different perspectives to her arguments from the humour, and above all, from the absolute respect and affection. This gets some smiles out of her lips, which attains me to feel like crying with emotion. I never wanted to make her feel bad. I see her relaxing in her seat, inventiveness begins to appear and the different tones of voice in her expression. I could die now: yes, I wouldn’t mind. All good things that the world was going to show me are here. After all this time loafing around, looking for something, looking for myself without understanding absolutely anything, complicating my life and often the one of the others, it finally turns out that things are not necessarily as difficult as a passionate mind is thinking about. I am amazed by observing her gestures, as she herself is making me feel increasingly comfortable with
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her way of behaving, with such naturalness, so unique, so obvious. The conversation becomes more animated, and her hands gesticulate slightly, with security over the top of the table while we chat. She has stroked her hair. Of course, I want to bring my own hands closer to hers, take them and kiss them with an old-fashion gallantry, with devotion and biting them later, smiling; but not, for my part I am still talking and I also gesticulate, smiling and making little by little she feels attracted to me. Under the table, I manage to see the shape of your legs, an indescribable dream from which I exile every thought despite being crazy for brushing them. Coming to touch her legs, in a hypothetical encounter, would come much later. But I think that she has moved them gently, perhaps unconsciously. They say that is better falling in love this way, without asking for anything, simply enjoying what that person decides to give you, calmly. And now, taking the cup of coffee with my hand, agreeing to her words with another smile, while a young man on a bicycle is passing by, and a faint and fascinating rain begins to fall down on this terrace while the sky goes dark, I feel again what it really means to be alive.
El buscador de sinsentidos / Seeker of senselessness
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Dedicated with admiration & deep respect to La Damme du Brume
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Bodies Mixture Bodies as raw material. Homes of scattered energies. Anatomies who labor to contain, to circumscribe, to exist from withtheir own membranes.
In the course of perambulations, real or fanciful, these beings in infighting build and destroy this heap of flesh. Initiation travel, sometime real, sometime fanciful, project these bodies out of themeselves, kind of mental endless orbit whose members are the epicetrum. Denying their body like they did for an trivial object, these beings search to project to an invisible meaned, transcending materiality, the order of things, there minor arrangements within a dailyty that doesn’t reach them more. The decency and the morals, that compel to bow to rules of propriety, have given away. The body breaks free. He talks. He dances with the rythm of a new language. But before to get through, the body will have to surrender, to disintegrate, to get overwhelm. World besiege him, circumscribe him, pressure him. The skin is behind the barrier, ultimate wall. Wall of pores.
Jails. Because these bodies are too narrow to enclose the power that settle them, their seizures, their thoughts, their meanings. Bodies ordered to deliver up to their intimate juices, to deliver their secrets, their hidden truths. Bodies recording, active, critical, ironic. They show what is hidden. Made in flesh and blood, coating of tortured consciences, demanding, trying to extract themselves from the inescapable dereliction. Shatter his body, waste him, merge the members. Parts, ligations, fascias. Antinomy. Fusion as freedom. To close to break away, from violence of perdition, from existential gravity.
Stolen moments, these tangled bodies never stop to come done then undone, putting together by scraps here to destructure there, under a leisurely tempo, but inexorable. Masking what we saw, showing what we masked, changing the point of view, constraining to find a new place.
Fine art of intermingling of bodies and challenge of the nudity, lace of forms, draw of curves. Ready to follow any emotional movement, slide along one on the other one, inadvertently touching. To go away, to go near. Meet other fortune companions. To interwine and to peg, discreetly reajusted in somber places...
Clothes have felt down and litter the floor, the diversity of colors disappears, nude bodies with uniform-tinted appear, match up, regroup, finally freeze to constitute a singular entity. Each seems to float above the stage. Then this human sculpture parts with, dilate, the bodies of each are repulsed, reclusive, cooled, wretched. This is the end of the travel.
Stowaways, strangers to themselves, covered amongst numb travelers, their clothes wrinkled by dreams. There is no more one being. There is juste bodies. No sets. Who’s there? How? Why? Why did he happen to there. And there, where is it? Stations are made of bodies who take of, of bodies that tracks take. Between two wagons, pictures of bodies obscured by a thic stone dust and dirt.
Dorianne Wotton www.dorianne-wotton.com
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Christian Zanotto http://www.christianzanotto.com
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