3 minute read

El papel de la microbiota intestinal en el desarrollo de enfermedades crónicas

Dra. Margarita Ramírez, MD

Directora del Programa de Entrenamiento en Endocrinología del Hospital Universitario de Puerto Rico

Advertisement

En los últimos años se ha encontrado cada vez más evidencia de que las bacterias que viven en nuestro intestino pueden predisponer a nuestro organismo a una serie de desórdenes metabólicos, como lo son la diabetes y la obesidad. Estas colonias de microorganismos bacterianos se conocen como microbiota intestinal, que en ocasiones ha llegado a ser llamada nuestro “segundo cerebro”. Dichas poblaciones pertenecen a un ecosistema donde cohabitan en una simbiosis, es decir, de tal forma que cada colonia está asociada con las demás en una relación de beneficio mutuo para mantenerse vivas.

“Esta microbiota tiene una función metabólica importante en la digestión y la absorción de carbohidratos y otros nutrientes, y participa en la función del sistema inmunológico, así como en la destrucción de toxinas y carcinógenos”

“Cuando existe un desequilibrio en el número o tipo de colonias bacterianas de nuestro intestino, ocurre lo que conocemos como disbiosis. Esta alteración en nuestra microbiota puede deberse al sobrecrecimiento de bacterias patógenas, pérdida de microorganismos beneficiosos o pérdida de la biodiversidad microbiana”

Las bacterias que predominan en el intestino son los Firmicutes, que representan del 60 al 80% de la microbiota intestinal e incluyen a los Lactobacilos; y los Bacteroides que representan el 20 al 30% restante. Una microbiota saludable mantiene un balance particular entre los diferentes grupos de bacterias, de modo que cualquier cambio que aumente o disminuya la proporción de estos puede resultar en enfermedad.

La microbiota tiene una función metabólica importante en la digestión y la absorción de carbohidratos y otros nutrientes, participa en el funcionamiento del sistema inmunológico y asiste en la destrucción de toxinas y carcinógenos. La flora intestinal saludable debe tener una mayor diversidad de bacterias que se encuentran en las proporciones adecuadas, para así favorecer a las colonias con efectos positivos en nuestro organismo, como aquellas que producen ácidos grasos de cadena corta capaces de suprimir la inflamación y proteger la barrera intestinal. Sin embargo, también coexisten bacterias patógenas que pueden causar enfermedad si su número aumenta desproporcionadamente.

Cuando existe un desequilibrio en el número o tipo de colonias bacterianas de nuestro intestino, ocurre lo que conocemos como disbiosis. Esta alteración en nuestra microbiota puede deberse al sobrecrecimiento de bacterias patógenas, pérdida de microorganismos beneficiosos o pérdida de la biodiversidad microbiana. En cualquier caso, conlleva a la pérdida de la integridad de la barrera intestinal, provocando efectos inflamatorios y carcinogénicos. La consecuente inflamación crónica no solo puede predisponer al cáncer de colon, sino que también promueve la resistencia a la insulina, aumentando el riesgo de diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares,

e incluso se ha visto fuertemente asociada a enfermedades autoinmunes, alergias y asma.

La disbiosis intestinal se ha vuelto más prevalente en las últimas décadas debido a los pobres hábitos alimenticios y a los estilos de vida no saludables. Estos cambios en la dieta incluyen el consumo excesivo de proteína animal (especialmente carnes rojas y procesadas) y la pobre ingesta de vegetales y de fibra, que nutre la microbiota beneficiosa, permitiéndole producir los ácidos grasos de cadena

temprana y la pérdida de la diversidad de la microbiota intestinal, aumentando el riesgo de obesidad infantil.

Para adquirir una microbiota intestinal saludable y reducir el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas previamente señaladas, pueden implementarse varias intervenciones. La principal es mejorar la dieta, consumiendo más alimentos ricos en fibra y productos fermentados y reduciendo el consumo de carnes procesadas y grasas saturadas. El uso de prebióticos y probióticos como suplementos alimenticios puede ser de ayuda, aumentando y nutriendo las colonias beneficiosas. Otros métodos que han demostrado mejorar la disbiosis son el corta ya mencionados. La mala alimentación favorece la proliferación de bacterias con mayor capacidad para digerir carbohidratos que normalmente habrían sido eliminados, promoviendo así la obesidad.

Otro factor que genera disbiosis es el uso indiscriminado de antibióticos en los humanos y en el ganado, que disminuye el número de bacterias beneficiosas de la flora intestinal. Estudios recientes demuestran una asociación entre el uso de antibióticos en la infancia

trasplante de microbiota fecal de sujetos saludables a enfermos e incluso la cirugía bariátrica en pacientes obesos, especialmente el bypass gástrico Roux-en-Y.

En resumen, la microbiota intestinal depende de un frágil equilibrio para su adecuada función. Una alteración en esta puede influir en el desarrollo de enfermedades crónicas. Con intervenciones sencillas como mejorar la alimentación, la flora bacteriana saludable puede prevenir, e incluso tratar, condiciones metabólicas e inflamatorias que tanto aquejan a la población en la actualidad.

This article is from: