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Respetar todo lo creado
¿Es usted un defensor total de la ecología?
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Por el Dr. Luis Aldo Ravaioli, especialista en Bioética. Sociedad Argentina de Etica Médica y Biológica (SAEMB), fundada en 1980.
Para ser un defensor total de la ecología, hay que defender el reino mineral, el reino vegetal, el reino animal y el reino hominal. Este último es al que Ud. y yo pertenecemos, desde que éramos un huevo fecundado o cigoto (ya que somos de la especie HOMO SAPIENS) y desde aquella época teníamos 46 cromosomas con el ADN de nuestra especie. Debemos defender, tutelar y proteger al HOMO SAPIENS durante el transcurso de toda su vida, desde la concepción hasta su muerte natural. Para que Ud. sepa el grado de verdad y de compromiso con estos cuatro reinos, le proponemos hacer un test. Sea sincero consigo mismo.
1. ¿Usa ropa de visón, zorro, felinos, etc.? 2. ¿Usa carteras, billeteras, cinturones, etc., de cocodrilos, yacarés, víboras, etc.? 3. ¿Aunque alguna vez las leyes lo permitieran, cargaría un rifl e de alta precisión, con mira telescópica, para matar a un alce, un ciervo u otro animal, cuando las condiciones son favorables para Ud. y el animal está distraído: y luego exhibir el trofeo? 4. ¿Está de acuerdo con la caza y pesca de delfi nes, cachalotes, ballenas, etc., como lo hacen ilegalmente varios gobiernos, entre ellos el japonés?, ¿robaría o destruiría huevos de pingüinos, saurios, tortugas, aves, etc.? 5. ¿Talaría arboles y otras especies protegidas, haría desmontes, maltrataría a las especies botánicas? 6. ¿Usaría herbicidas tóxicos y antiecológicos? 7. ¿Es partidario de la pena de muerte de una vida humana, de un HOMO SAPIENS, o de torturarlo, o hacerlo desaparecer, de convertirlo en un NN? 8. ¿Cuándo va de excursión o de campamento es desaprensivo con el manejo del fuego, de los desechos, del agua, del aire y de todo el medio ambiente que lo rodea? 9. ¿Arroja desperdicios en cualquier lugar, es negligente con ellos, no los quiere reciclar, está de acuerdo con la minería a cielo abierto y el uso del cianuro, de contaminantes de todo tipo, por aquello de que “el fi n justifi ca los medios”? 10. ¿Le tienen sin cuidado el cambio climático, el calentamiento de la tierra, las inundaciones, las sequías y otras desventuras, algunas provocadas por el hombre, y que ya han extinguido especies vegetales y animales y han contaminado el aire, la tierra, el agua y ponen en aprieto la supervivencia del hombre y su entorno?
RESULTADOS: Si Ud. respondió NO a la mayoría de las preguntas, es un defensor de la naturaleza inanimada y animada, es un promotor de un amigable trato con el planeta que tenemos y que le dejaremos a nuestros hijos y nietos y a todas las generaciones que nos sucedan. ¿No cree, entonces, que la vida humana, la del HOMO SAPIENS, en gestación merece un buen trato, similar por lo menos, al que se le brinda a la fl ora y a la fauna y a los huevos fecundados de otras especies? Aunque esa vida humana, HOMO SAPIENS, sea pequeñita, débil, indefensa, inocente, aunque haya venido al mundo por error, no querida ni buscada, o impuesta por la fuerza, o tenga alguna enfermedad o defecto... ¿cree que merece la pena de muerte? ¿No tiene derecho el “pichón” de HOMO SAPIENS a ver la luz, el cielo, el mar, la arena, las montañas y los bosques; los animales que habitan nuestro planeta, corretear por el pasto, revolcarse en el barro, darnos y darles muchos besos, abrazos y caricias? ... ¿Y si tiene algún defecto o enfermedad debemos matarlo por eso? ... ¿carecemos de virtudes y valores como la fi lantropía, el altruismo, la generosidad, la solidaridad, la humanidad, el respeto por la diversidad y la no discriminación del diferente? ¿Cree Ud. que tiene menos derecho a la existencia una vida humana en gestación,
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que un ave, un zorro, un árbol, una fl or o un embrión de otra especie? ... Piense antes de apostar por el aborto y la eutanasia. Antes de apoyar la “cultura de la muerte”, que termina con la “muerte de la cultura”, o apoyar a la “ciencia de la muerte”, que también termina con la “muerte de la ciencia”, piense en la ecología humana. Ningún HOMO SAPIENS amerita la muerte ni siquiera un criminal serial. Antes de apoyar el aborto y la eutanasia, o recomendarlos o practicarlos, piense en la ecología humana, o en su promoción, tutela y defensa. La paz es fruto de la justicia y de los corazones nobles, solidarios y generosos. Si matamos a nuestros propios hijos con el aborto, ¿por qué nos escandalizamos de la guerra, del terrorismo, de la corrupción, de la impunidad, de la injusticia, de la pobreza, de la maldad y de la mentira, que todo lo envenenan? Si matamos a nuestros abuelos, a nuestros enfermos, a los mal formados, a los pacientes crónicos y también a los enfermos críticos y graves, con la eutanasia, cabe preguntar ¿qué tienen en la mente y en los corazones los que proponen la pena de muerte para los que molestan, o consumen y no producen, o son una carga...? El grado de humanidad, civilización y solidaridad de una sociedad, se mide por el respeto a los concebidos y todavía no nacidos y por el respeto de los enfermos, mal formados y murientes. En estos casos, si se aplica la pena de muerte totalmente inmerecida, es una injusticia y una agravio a la humanidad y a la civilización. No es un progreso, sino un retroceso. Una sociedad que discrimina y mata es una sociedad triste y sin esperanza. Ser progresista es ante todo respetar la vida humana en cualquier ocasión y circunstancias. Nadie se puede erigir en juez y verdugo del hombre. ¿A esto llaman democracia, pluralismo, tolerancia y aceptación del diferente? A veces apelan a golpes bajos, sentimentalistas, llorosos y hasta “humanitarios”, para matar a una vida humana. Es una mezcla de cinismo y de hipocresía, es el antifaz de la muerte. No siempre lo legal es moral. Hay leyes injustas y sentencias injustas. Escudarse en el estado de derecho y en la legislación para matar es una falacia totalitaria, una excusa ofensiva y cínica.