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LOS MEDICAMENTOS Y EL NEGOCIO DE LA SALUD
Extractado de un extenso estudio de observación y refl exión desde la experiencia asistencial y el conocimiento científi co. Durante más de veinte años, el autor de este informe (“Medicalización, Iatrogenia y Ética de las relaciones con la industria farmacéutica”.), como médico del Servicio de Urgencias del Hospital de Cabueñes, Gijón - Asturias (España), III Master Interuniversitario de Bioética, ha constatado esta realidad. Por Benjamín González Miranda
“Después de la batalla contra las enfermedades, la lucha más terrible que tendrán que sostener los médicos será contra las drogas y contra el dominio que éstas han alcanzado en la confi anza, no tanto de los médicos como del público. Nuestra única misión debería consistir en ayudar inteligentemente a la naturaleza en sus reacciones o crisis, en vez de contrariarla a cada instante, suprimiendo cada síntoma tan pronto como encontramos una droga con qué hacerlo abortar”. Dr. Woode Hutchinson
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¿QUE ES LA MEDICALIZACION? Esta palabra no existe en el Diccionario de la Real Academia Española, aunque hay más de 112.000 entradas en español en Google y aparece también en Wikipedia. Nos referimos a la acción de medicalizar, es decir, a tratar problemas no médicos como médicos, a la transformación de problemas sociales o circunstancias de la vida en problemas médicos, en patologías susceptibles de ser tratadas con medicamentos u otras intervenciones médicas. Para ello se requiere aceptar que no todo síntoma, factor de riesgo o sufrimiento es una enfermedad. Hay quien se refi ere a la “no-enfermedad” como “un proceso o problema humano defi nido desde alguna instancia como una condición médica para el que se obtendrían mejores resultados si no fuera considerado y tratado así”. El hecho de quedarse huérfano, por ejemplo, aunque sea un proceso más natural, esperable y, en general, preferible a su alternativa (morirse antes que los progenitores), puede ser tributario de medicalización si se declara una “inadecuada elaboración del duelo”. También se defi ne como el proceso por el que ciertos fenómenos que formaban parte de otros campos, como la educación, la ley, la religión, etc., han sido redefi nidos como fenómenos médicos.
S.E.N.D.A. Algún diccionario de salud pública conceptualiza la medicalización como “la forma en que el ámbito de la medicina moderna se ha expandido en los años recientes y ahora abarca muchos problemas que antes no estaban considerados como entidades médicas”. Y añade que incluye una gran variedad de manifestaciones, como las fases normales del ciclo reproductivo y vital de la mujer (menstruación y pre-menstruación, embarazo, parto, menopausia), la vejez, la infelicidad, la soledad y el aislamiento por problemas sociales, así como la pobreza o el desempleo.
EL NEGOCIO DE LA SALUD Hoy día, en lugar de paciente, más bien se habla de cliente o usuario. Constatamos un mayor consumismo sanitario y una mayor dependencia de todo tipo de máquinas, tecnologías, laboratorios y de medicamentos o drogas. Observamos que las diferentes etapas de nuestra vida van quedando en manos de los profesionales: la concepción, la anticoncepción, el embarazo, el nacimiento, la lactancia, la infancia, la adolescencia, la sexualidad, la curación, la menopausia y el envejecimiento nos están siendo arrebatados. No sólo se medicaliza nuestra vida sino también el sufrimiento y la muerte: el manejo del sufrimiento pasa de ser una cuestión metafísica y religiosa a ser un objeto susceptible de tratamiento a manos de la medicina. La aceptación de lo inevitable no tiene cabida cuando se vende la idea de que casi todo tiene cura o remedio, siguiendo el mito moderno de que la ciencia encontrará la cura de todas las enfermedades y hará al hombre inmortal. Se afi rma así un conceptos reduccionista y mercantilizado de la salud o del proceso saludenfermedad y un cierto mensaje va calando: … debe ud. hacer ejercicio, no fumar ni beber alcohol, tómese un hipolipemiante, un antiagregante -o una nueva heparina si se consigue sacarla para la vía oral-, hágase frecuentes análisis y pruebas pues es posible que sea ud. prediabético o tenga preosteoporosis u osteoporosis –enfermedad inexistente o exagerada para algunos-,
debe adelgazar tomando Orlistat (Xenical), esté atenta a la premenopausia y combata ud. la menopausia poniendo un parche de estrógenos, tome Finasteride (Propecia) para que no se le caiga el pelo –y de paso evite el cáncer de próstata, no sea tonto-, prevéngase de todo riesgo … Ya se sabe que “es mejor prevenir que curar”, sobre todo si dicha prevención implica un consumo de por vida. Tómese un antihipertensivo (¡ojo! que la Sociedad norteamericana de Hipertensión ya estableció una nueva clasifi cación en la que todo el que presente cifras de Tensión Arterial Sistólica entre 130 y 139 –antes grupo de TA normal/alta- pasará a llamarse “prehipertenso” y, suponemos, será pronto considerado sospechoso si no consume algún fármaco preventivo de ese riesgo), tómese un betabloqueante o un IECA que “remodele su ventrículo izquierdo” … y no se olvide del Sildenafi lo (Viagra) ni de la píldora contra la eyaculación precoz, para responder mejor sexualmente (y ya se propone el Viagra femenino en lo que constituye, para algunos, un encarnizamiento terapéutico con las mujeres, al infl arse la gravedad de la denominada disfunción sexual femenina, enfermedad hasta ahora inexistente…, un paso más en la medicalización de la compleja respuesta sexual femenina). Parece conveniente, además, (en EEUU nos llevan ventaja también en eso), disponer en su domicilio de un desfi brilador automático. Por unos 3000 euros le puede a ud. sacar (“resucitar”, se dice) de una parada cardiaca por taquicardia o fi brilación ventricular. Según y cómo salga ud. de dicha parada (pues puede haber gente que quede un tanto “parada”) puede ser conveniente que tome un “nuevo antidepresivo” para combatir esa “nueva enfermedad” que llaman “fobia social” y que antes conocíamos por timidez. Para los que hayan tenido un ictus pronto saldrá la “píldora única” para la prevención secundaria, con su triple terapia: un antirombótico, un antihipertensivo (aunque no tenga hipertensión) y una estatina juntos en una sola cápsula a tomar de por vida. En el caso del hipolipemiante, según los expertos y estudios fi nanciados por Pfi zer, ha de ser la atorvastatina (que aún mantiene su patente) y, además, a una dosis de 80 mg. (…)
IATROGENIA Daño inducido por toda actividad sanitaria, pues aún cuando sea correcta, conlleva riesgo, cuanto más si hablamos de medicalización o actividad incorrecta e irracional. El riesgo epidemiológico, la simple asociación estadística entre un factor de riesgo y una enfermedad, se convierte en cuasi enfermedad,
defi nición del individuo en términos del código del ADN y una concepción genética de la enfermedad, la salud y el cuerpo humano. Cabe esperar que algunos resultados, derivados de estas pruebas genéticas clínicas de incierta interpretación, contribuyan al sobrediagnóstico y a problematizar más aún la vida del individuo como “sano estigmatizado”.
o en causa necesaria y sufi ciente de la misma. Este exceso de prevención puede provocar iatrogenia, tanto por las actividades diagnósticas como por las terapéuticas. El sobrediagnóstico crea ansiedad, detectamos enfermedades en personas que hubiesen vivido y muerto (por otra causa) sin que su enfermedad se hubiese detectado nunca. La oleada de “epidemias del siglo XXI”que nos invade (obesidad, osteoporosis, depresión, hiperactividad…) puede ser sólo el preludio de lo que está por venir. La utilización acrítica de los avances en genética podría convertirnos en una sociedad en la que todos tengamos identifi cado algún factor de riesgo de enfermedad que, siguiendo esa lógica, deba ser tratado médicamente. Este proceso de genetización (dentro del aún amplio de medicalización), signifi ca una re
INTENTOS DE DEFINIR O CREAR PREENFERMEDADES: PREDIABETES, PREHIPERTENSIÓN… Tiene que ver, en parte, con la tendencia objetivable, durante los últimos 20 años, de admitir cada vez más bajos límites o umbrales diagnósticos, favoreciendo así, por un simple cambio estadístico, que millones de personas sanas queden clasifi cadas como portadoras de tal o cual riesgo, trastorno o enfermedad. Como consecuencia, el gozar de salud o estar sano cada día será más difícil y ya no dependerá tanto de cómo se sienta uno ni de nuestra capacidad para disfrutar de la vida y de superar sus inconvenientes, sino del hecho de pertenecer a una media estadística o que nuestros parámetros (biológicos o de test psicométricos) caigan dentro de un intervalo estadístico defi nido por el sistema médico sanitario e industrial. La OMS (Organización Mundial de la Salud) llega a afi rmar en el Informe sobre la salud en el mundo 2008, titulado La atención primaria de salud, más necesaria que nunca: “en lugar de reforzar su capacidad de respuesta y prever los nuevos desafíos, los sistemas sanitarios parecen hallarse a la deriva, fi jándose una tras otra prioridades a corto plazo, de manera cada vez más fragmentada y sin una idea clara del rumbo a seguir”. En ese ejercicio tardío de autocrítica acaba reconociendo que en muchos sentidos, las respuestas del sector de la salud a un mundo en transformación han sido inadecuadas e ingenuas. Inadecuadas, en la medida en que no han sido previsoras ni oportunas: a menudo no se ha hecho lo sufi ciente, se hizo demasiado tarde o se hizo en el lugar equivocado. E ingenuas, porque cuando un sistema falla se deben aplicar soluciones, no remedios transitorios. Es decir, que la Salud tiene muchos más que ver con la buena alimentación, el trabajo y la vivienda digna, las pensiones justas, las infraestructuras adecuadas para disponer de agua potable, de energía y transporte, de alcantarillado y de tratamiento de aguas residuales… Y tiene y tendrá más que ver, especialmente, con una educación y una cultura solidarias.