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ALIMENTACIÓN SIN KARMA

La Alimentación sin karma

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Amedida que el hombre iba despertando, comenzó a concebir mejor la idea del mal, y, por lo tanto se vio obligado a evolucionar conscientemente. La idea del mal, es, pues, el incentivo que nos hace perseguir la evolución conscientemente. De manera que el mal no existe como cosa en sí, sino que es tan sólo una relatividad; es decir, que es únicamente un medio para incitar al hombre a que evolucione, esto es, a que se perfeccione. El naturismo, o vegetarismo es el medio más adecuado para alcanzar la evolución (ley de la conservación de la vida); una observación imparcial llegará siempre a la conclusión de que la alimentación exenta de la destrucción de vidas coincide con la bondad, la mansedumbre, y la mayor evolución, no solamente en las razas humanas, sino también en las especies de animales. ¿Son los hombres (y animales) que se alimentan de vegetales, más buenos y mansos que los que se alimentan de carne, o es que los hombres (y animales) que son los más buenos, es decir, que están más evolucionados, tienen el privilegio de poder alimentarse de vegetales, es decir, de poder alimentarse sin tener que matar, en tanto, que los menos evolucionados tienen la desgracia de verse obligados a alimentarse de carne? No hay duda de que en la lucha por la existencia en la actualidad, unas vidas tienen que existir a expensas de otras, dando por resultado que la destrucción de vida es, en cierto modo, necesaria. Para resolver este problema, Buda dividía el grado de evolución en tres categorías: los menos adelantados eran los que comían carne; luego vienen los que comen vegetales, y fi nalmente vienen los que se alimentan con frutas únicamente, pues de ese modo no se destruye vida alguna. Son estos últimos, pues, los más adelantados. Para Buda no existía la palabra culpabilidad, sino menor grado de adelanto. ¿Cómo culpar al tigre de que coma carne, si está en su naturaleza comerla? ¿Cómo culpar al herbívoro de que destruya vidas de plantas para poder alimentarse? Aquí viene la fi losofía kármica a resolver el problema, diciendo: “El tigre no es malo porque come carne, sino que come carne porque así lo requieren sus condiciones de vida”. Por más que un tigre quisiese alimentarse de frutas, no lo podría hacer, pues sucumbiría, debido a que su naturaleza no está preparada para alimentarse de fruta únicamente. Pero en cambio, la especie tigre, sí podría evolucionar al vegetalismo, como lo está haciendo el perro y el gato. “Morará el lobo con el cordero y el leo

“Y dijo Dios: he aquí que os he dado toda planta que da semilla que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semillas, os serán para comer”. “Y a toda bestia de la tierra, a todas las aves los cielos, y a todo lo que se arrastre sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así”. Génesis 1:29,30 “YdijoDios:heaquíqueoshedadotoda

pardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos y un niño los pastoreará”. “Las vacas y la osa pacerán; sus crías se echaran juntas, y el león como el buey, comerá paja”. (Isaías 11: 6,7) Esto no vendría tampoco a resolver el problema del individuo tigre, mas téngase presente que la fi losofía hindú no le da tanta importancia al individuo como a la colectividad, esto es, lo que denominamos ley de la conservación de la vida. En cuanto al principio de la unidad de la vida, éste no se resuelve sino por medio del concepto de la voluntad, ese misterio que nos coloca en el momento en que comienza a perderse la individualidad. En conclusión: el hombre que se alimenta de frutas no hace más que benefi ciarse de un privilegio; del privilegio de poder vivir sin estar obligado a destruir vidas. Ese privilegio no lo tiene el pobre tigre, al cual le es indispensable, para poder existir, devorar animales. Hay personas que comen carne únicamente por necesidad, pues son personas muy buenas y a quienes repugna la idea de matar animales, pero que tienen que comer carne porque no podrían subsistir de otra manera, debido a su naturaleza heredada, o a la costumbre adquirida y afi rmada en su naturaleza por mucho tiempo. De esas personas no podremos decir que son malas porque comen carne, sino que comen carne contra su voluntad, por razones del karma. Esas personas no gozan del privilegio que tiene el que se alimenta de frutas. La fi losofía del karma y el libre albedrío no son temas que se puedan tratar en un corto texto como éste. De acuerdo con la misma fi losofía, es también un privilegio el que podamos comprender que la verdad está en el vegetarismo (ley de la conservación de la vida), pues este nos allana mucho el camino de la evolución. Piénsese en el tigre, condenado a devorar animales y a marchar por una senda oscura, en comparación con el hombre, que ya ha comenzado a vislumbrar la verdad. Piénsese en el antropomorfo, esforzándose por darle a su cuerpo una posición erecta, y evolucionado en las tinieblas, pero siempre evolucionando hacia el hombre, y a este último ya viendo un rayito de luz, pues aunque estamos aún poco evolucionados, somos, sin embargo, los más adelantados de la familia viviente. Como se ve, la teoría sobre la ley de la conservación de la vida no sólo explica la teoría de la evolución biológica de Darwin, y la de la evolución kármica, sino que puede servir algún día para unifi car ambas teorías. Debemos reconocer la importancia del karma, pero no olvidemos que nuestro empeño en favorecer la ley de la conservación de la vida, es decir, nuestro empeño en evolucionar y en salirnos del Karma, está también en el destino. Si yo quiero el bien y lo alcanzo, es porque está en el destino que quiera el bien y lo alcance. Estamos obligados a evolucionar. Si de acuerdo con el karma todo lo que existe es bueno, ello quiere decir que el deseo que existe en mí para evolucionar, es decir para cambiar el actual estado de cosas, para salirme del karma, es también bueno. Mi voluntad para evolucionar y salirme del karma, es lo que me hace superior a los seres sin voluntad para perfeccionarse. Lo que debemos hacer es cumplir con los principios naturistas o vegetaristas, para salirnos del karma evolucionando más rápidamente. Dichos principios fueron los que emplearon las más ilustres civilizaciones y los más avanzados maestros.

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