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MANUEL ASÍN
La próxima edición del PUNTO DE VISTA arranca el 27 de marzo y volverá a convertir a Pamplona en el epicentro mundial del cine de no ficción, así que contactamos con su Director Artístico para que nos ponga al día.
Antes de meternos en harina con la presente edición, nos gustaría que hicieras una breve valoración de la del año pasado, en la que te estrenaste como Director Artístico.
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Creo que el balance es bueno, aunque toca sobre todo a los demás valorarlo. Mi opinión solo es una entre otras —además es importante escucharlas todas— pero si tengo que hablar de sensaciones propias durante el festival, y de las reflexiones que pusimos en común después, me parece que fue todo positivo. En el plano personal, puedo por ejemplo contar una cosa que es que no tenía prevista la emoción que produce plasmar el trabajo de muchos meses de manera tan intensa, en pocos días. De pronto empiezan a llegar invitados, espectadores... personas que has llegado a conocer mucho en el proceso junto a otras que todavía no, y se dan momentos muy especiales.
¿Qué novedades destacarías de cara a este 2023?
En la estructura no demasiadas, más bien se han reforzado líneas que abrimos el año pasado. Hay secciones que pusimos en marcha, como «Termitas», dedicada a un panorama de lo que en el contexto local nos parece más innovador y estimulante —pero también más frágil, como forma de producción—, que resultó muy bien y por la que hemos vuelto a apostar este año. Vimos que esta sección creaba un sentimiento de comunidad entre cineastas y público, ya que procurábamos dar a los cineastas tiempo para compartir detalles del proceso de creación de las películas, y eso humanizaba las sesiones. Nos gustaría reforzar ese sentimiento de encuentro este año, en esa sección y en otros espacios del festival.
¿Hay algún hilo conductor o idea sobre la que orbite esta edición?
Por la forma de trabajar de nuestro equipo, no es tanto que partamos de ideas predeterminadas como que nos encontramos por el camino con esos hilos, que nos ayudan a orientarnos. El trabajo de selección de las películas de Sección oficial nos abre a un panorama de cuestiones que ocupan al cine a nivel internacional, y eso resuena con determinados temas que también aparecen en las secciones paralelas. Es especialmente bonito cuando resuena con material histórico, como el de las retrospectivas. Por ejemplo este año hemos visto que la idea de un cine que une lo modestamente manual y fabril a lo artístico y comunitario como forma de establecer una relación entre nosotros y con el medio más justa, aparece en varias películas, tanto contemporáneas como históricas.
Las retrospectivas ocupan un lugar muy importante dentro de la programación del festival. ¿Qué nos puedes adelantar?
Lo que hablábamos acerca de lo comunitario y lo artístico asociados a una idea de justicia que nos afecta tanto a los seres humanos como al medio en el que estamos inmersos, es algo presente, de modos distintos, en el corazón de las dos retrospectivas de este año. Una de ellas estará dedicada a Peter Nestler, un cineasta que admiramos mucho y que todavía no había tenido un ciclo amplio en España. La obra de Nestler, que abarca seis décadas, es ejemplar en ese sentido de reclamar justicia social a través del papel cohesionador del trabajo y el arte. Estamos deseando recibirle en Pamplona.
Peter Nestler, fotografiado porDieter Reifahrt
Cuando el año pasado hablábamos sobre el carácter vanguardista y experimental del Punto de Vista nos decías que lo más difícil es dar ese primer paso y acercarse al festival. Luego la realidad es que las proyecciones son mucho más accesibles de lo que a priori puede parecer. ¿Qué le dirías a alguien a quien le guste el cine más “convencional” y que no os conozca para que se acerque al Punto de Vista?
Le invitaría a venir a cualquiera de las sesiones de tarde de la Sala Cámara, en Baluarte, donde se proyectan las películas de Sección Oficial seguidas de un coloquio con sus autores, y algunas sesiones especiales del festival, como el estreno de XFILMS. O a que siga el ciclo programado por Miriam Martín, en Golem, que será la otra retrospectiva amplia del festival, de nuevo sobre temas de producción, consumo y justicia ambiental, todo ello a través de un ciclo de grandes películas (conocidas y desconocidas) de la historia del documental.
Nos gustaría incidir en el talento local, ya que todos los años hay producciones de artistas de Navarra... ¿Qué destacarías para esta edición?
Volveremos a tener dos sesiones de «Paisaia», dedicadas íntegramente a películas recientes de cineastas del ámbito más cercano, y habrá otros creadores locales presentes en distintas secciones. Pero de lo que estamos especialmente orgullosos es de que, de nuevo, por la calidad de su trabajo, vuelva a haber cineastas locales en la Sección oficial.
¿Cómo ves Navarra a nivel audiovisual?
Que un festival internacional con una Sección oficial limitada a diez sesiones cuente, casi año tras año, con representación de cineastas locales da ya una medida —por más que limitada al ámbito del documental— de la buena salud cinematográfica de una comunidad. Por otro lado, que se trate, a menudo, de cineastas que se han formado y se han mantenido próximos al festival, indica que el trabajo que el festival ha venido haciendo desde sus inicios ha cristalizado de un modo muy valioso años después, formando no solo futuros espectadores sino una cantera de cineastas. Es algo en lo que seguimos poniendo el acento, tanto a través de nuestro programa de mediación, como subrayando el papel del festival como punto de encuentro.
Este es nuestro “Especial hoteles”. ¿Recuerdas alguna anécdota curiosa que os haya pasado al alojar o recibir a algún invitado o invitada?
Soy de los que dedican todo el tiempo y la energía que pueden al desayuno (¡no solo durante el festival, sino en la vida diaria!) y una de las cosas mejores de los hoteles, en mi opinión, es el ritual del desayuno, con más tiempo por delante del que tendrías en casa. No tengo una anécdota particular del año pasado, pero es gracioso ese momento del desayuno en el marco de un festival, recién levantado, compartiendo mesa al azar de los encuentros, con personas que a lo mejor solo conocías de vista, mezclando idiomas...
Ya que estamos... ¿nos recomiendas algún libro o película relacionado con los hoteles?
En el libro que el festival edita este año a raíz de la retrospectiva Nestler, hay un capítulo que describe su llegada junto a otro joven cineasta, en los años 60, a un pueblo de la antigua Yugoslavia del que han oído decir que casi todos sus habitantes, campesinos en su mayoría, se dedican a la pintura, y sobre el que sienten el impulso de hacer un documental. Llegan de manera improvisada, de noche, y se alojan donde pueden, en el único hotel del pueblo. La habitación es muy humilde: un colchón de paja y un clavo en la pared para dejar la ropa. Pero lo que cuenta es el amanecer: el frescor de la mañana, las calles soleadas y la película por hacer. Acaban cogiendo cariño al hotel y alojándose siempre allí.
Falta ya muy poco para la inauguración. ¿Cómo estáis viviendo esta recta final?
Con ilusión, trabajo y responsabilidad. Este es el momento más bonito de la preparación porque es cuando todo el equipo del festival está ya incorporado, trabajando a pleno rendimiento, y poco a poco empieza a haber cosas cerradas del todo que incluso podemos ir anunciando. Es el momento menos solitario, el más compartido y un anticipo de lo que serán esos seis días intensos de festival.