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EL LAMONATORIO

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CONCHA TISFAIER

CONCHA TISFAIER

A orillas del Segura, en la Plaza Martínez Tornel de Murcia, se erigió de 1890 a 1977 el Hotel Reina Victoria, un edificio de estilo neomudéjar que contaba con 120 habitaciones, gabinete de lectura, sala de recreo, una amplísima terraza a la que se podía acceder gracias a uno de los primeros ascensores instalados en el país, y un sinfín de lujos y comodidades pensadas para agasajar a las celebridades de la época. Grandes personalidades del cine, la literatura o la política visitaron sus estancias durante las más de 8 décadas que estuvo abierto al público: Ernest Hemingway (no sabemos si le gustó más que el Hotel La Perla, aunque en Pamplona siempre lo negarían, por la cuenta que les trae), Benito Pérez Galdós, Anthony Quinn, Ava Gardner, Marisol, Lola Flores, el rey Balduino (¿“babuino”) de Bélgica o Sagasta fueron algunos de los ilustres huéspedes. La plantilla estaría encantada de ver desfilar por sus pasillos a tanto influencer vintage. En la primavera de 1931 una persona muy especial visitó el Reina Victoria. Una mujer adelantada a su época, oriunda de Varsovia y afincada en París, que había puesto el mundo de la ciencia patas arriba con sus descubrimientos sobre la radiactividad. Marie Skłodowska-Curie visitó fugazmente Murcia junto a su hija Ève el 3 de mayo de ese año para almorzar en la Brasserie del hotel, en lo que fue su segundo viaje oficial a España. El físico canario Blas Cabrera la había invitado a dar una conferencia en la Residencia de Estudiantes de Madrid, y ella aprovechó para visitar Granada, Almería o Barcelona. El diario “La Verdad” de Murcia publicó una breve nota sobre la radiante visitante:

Madame Curie en Murcia. El viernes pasó por esta, deteniéndose brevemente a almorzar en el Hotel Reina Victoria, la ilustre sabia Madame Curie, que con su difunto esposo el académico francés del mismo apellido, tuvieron la gloria de hacer sensacionales descubrimientos químicos en orden a la radiactividad. Acompañaba a tan esclarecida anciana una joven hija suya, que como su madre, huésped de honor de nuestro suelo español, se mostraba encantada de su estancia y rápido viaje a España. […] El Alcalde de la ciudad envió un lindo ramo de flores para las distinguidas viajeras, que en coche oficial siguieron su itinerario para Valencia y Barcelona.

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Mi madre habría puesto el grito en el cielo si un periodista la hubiera calificado de “anciana” con 64 años (y también ahora, a sus 65), aunque claro, hace casi un siglo los 60 no eran los nuevos 50, ni los 50 los nuevos 40 y así sucesivamente. Dejando a un lado esta anécdota, por lo que he podido leer su visita no tuvo mucha repercusión entre la ciudadanía de Murcia. Si yo hubiera sido murciana y estuviera en mi ciudad el 3 de mayo de 1931, ¿me habría enterado de la visita de Marie? Es más, si me hubiera enterado, ¿me habría importado? Seguramente no. Hoy por fortuna las cosas son diferentes. Gracias al trabajo de las personas que nos dedicamos a la comunicación científica, actualmente este tipo de acontecimientos interesan cada vez más a la población. No solo van a ser noticia los beefs de

despecho, los macrofestivales-clones, los (no)vestidos de Nochevieja, o los campeonatos de balompié celebrados en países con regímenes dictatoriales. Habrá que promover un poquito la cultura científica, que no vamos muy sobradas precisamente. Si hoy Marie Curie visitara Murcia, la Unidad de Cultura Científica de su universidad, que hace una labor estupenda de difusión de la investigación, organizaría toda una serie de actos de divulgación, convocaría a la prensa para ampliar la repercusión del evento y daría a conocer la vida de la científica. Contarían que Marie ha sido la primera mujer en ganar un Nobel y la primera persona en obtener dos Nobel en campos diferentes, la Física y la Química, el primero compartido con su marido Pierre y el segundo en solitario. Que fue la primera profesora de la Universidad de París y la única mujer invitada al primer Congreso Solvay, en el que se reunieron la flor y nata de la física mundial: Einstein, Bohr, Planck, Rutherford, Poincaré y Langevin (amante de Marie Curie tras la muerte de Pierre, esto sería carne de Deluxe), entre otros. A lo mejor, grupitos de señoras y adolescentes se hubieran concentrado en la puerta del Hotel Reina Victoria a la caza del vídeo o el selfie con la famosa científica. También es cierto que Marie, de carácter adusto y serio, probablemente no se habría acercado a saludar o, si me apuráis, se habría puesto nerviosa y marcado un Bad Bunny con el móvil de alguna.

El Reina Victoria fue solo uno de los hoteles que pisó Marie Curie en su paso por España. La física polaca estuvo aquí en tres ocasiones: en 1919, 1931 y ya en 1933, un año antes de fallecer a causa de lo que ella misma había descubierto, la radiactividad. Se alojó en el Westin Palace de Madrid en su primer viaje a la capital y el hotel, en el cien aniversario de su Nobel de Química, ofreció el mismo menú que se sirvió en la ceremonia de la Academia Sueca en 1911. Hace un año, en la Plaza Martínez Tornel, se colocó una placa en su honor en la antigua fachada principal del Reina Victoria. Además, dentro de la iniciativa Murciencia, en la que se propone un itinerario científico de 12 puntos por el centro de la ciudad, una de las paradas es precisamente el hotel que acogió a nuestra laureada científica. Parece que la ciencia empieza a estar un poquito más de moda y a tener el tirón que se merece. No sabéis lo feliz que me hace.

eljardindemendel.wordpress.com

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