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NABURRISMOS

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CONCHA TISFAIER

CONCHA TISFAIER

“Todo el material que se ha empleado es incombustible. Si se quema este Teatro, se tiene que quemar Pamplona entera”, con esta sugestiva evocación, el arquitecto Miguel Gortari Beiner presentó al público un renovado Teatro Gayarre en 1969, meses después de que un incendio consumiera el escenario. Una y otra vez a lo largo de la Historia la alta cultura ha desaparecido pasto de las llamas: la Biblioteca de Alejandría, Notre-Dame, el Liceo, la Universal, la Bordatxo… La madrugada del lunes 16 de noviembre de 2009 le tocó a una legendaria casica de Aizoáin que desde hacía años funcionaba como local de ensayo. Asómbrense con la historia de aquel fuego y del festival benéfico que se organizó a continuación…

¿que te que te?

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Hay un libro la mar de majo por escribir acerca de los locales de ensayo en Navarra. Me cuenta mi padre que en tiempos la chavalada utilizaba los salones de actos de colegios o residencias, hasta que se descubrieron las bondades de forrar cualquier tugurio con cajas de huevos.

Por las salas de Intermusic, en Tajonar, circuló a inicios de los 80 la mayor parte de la escena rock del momento (Motos, Barrikada, Neon Provos, Farenheit, Kontuz Hi, Virus...). Y los que no (Tijuana in Blue, Porkeria T, Ultimatum,

Belladona, Camelot, Necrofilia, Mergus, Refugiados, Desobediencia, Malos Tratos, Eros

o Fiebre), estaban en La Casica de la Música, que en un artículo publicado en el nº8 de la revista ASKA describían tal que así: “Bajando por el Portal de Francia. Pasando por la estación. Más allá de Berriozar. A la izquierda, un complejo de naves. Está en plenas vísceras del caos. Siniestra, sórdida, sucia, cristales rotos y wáteres sin cadena -pensar en papel, aunque sea El Elefante, es una sofisticación que se merece una paliza-”. Sí, porque los lugares de ensayo son vórtices de talento y experimentación, la trastienda de la música y tal, pero en la mayoría de ocasiones también son unos cuchitriles de cuidado.

Formado en Iruña en 1985, el colectivo KOKORROK agrupaba a 18 bandas que reclamaban una infraestructura de apoyo institucional a los músicos jóvenes: mejores subvenciones, una red de espacios para tocar y la cesión de locales mínimamente acondicionados donde poder cultivar su arte. O como prefiráis llamarlo, vaya. Al fin y al cabo, si el Orfeón, La Pamplonesa o Los Amigos del Arte disponían de sedes en la calle Pozoblanco, Monasterio de Iratxe o el ruinoso Palacio del Condestable, respectivamente… ¿por qué ellos no? Desconocemos si tuvo que ver con sus reivindicaciones, pero aquel mismo año se abrió la Casa de la Juventud, que pronto acondicionaría y cedería de forma gratuita, sus sótanos como salas de ensayo. Éstas, todavía hoy en activo, acogieron en sus primeros años a grupos como Ritual de lo Habitual, Glitter Souls, Grey Souls… así como a innumerables formaciones pasajeras que ni siquiera llegarían a tener nombre.

Pero no había sitio para todos, así que muchos continuarían buscándose la vida con admirable creatividad: Ya hemos mencionado en alguna ocasión lo de que Berri Txarrak ensayaban bajo el frontón de Lekunberri, pero Rare Vocation y Dikers lo hacían en una granja, los Roslis hasta hace poco en un gallinero del que huyeron porque las ratas se comían su equipo, y podéis imaginaros de dónde le vino el nombre a Granero Distorsión. Los ochenteros Magdalena también tomaban el suyo de las huertas donde se juntaban, y, por esa regla de tres, podemos suponer que los Half Foot Outside no andarían muy sobrados de espacio. Joder, si es que tengo unos colegas que tocaban en un trastero… y otros en una antigua tienda de espiritismo (con su calavera y su fémur que sabe dios de dónde habrían salido).

Es recomendable buscarse un lugar apartado, para evitar las restricciones de horario y problemas vecinales de los que cantaban Flitter en aquella canción, “Ke ya son las 10”, de su disco de debut. Y ya que hablamos de convivencia… un afectuoso saludo a ese pianista del Casco Viejo que, a base de tocarla todos los puñeteros días del confinamiento con las ventanas abiertas de par en par, consiguió que le cogiera tirria a “Arabesque” de Debussy.

¿Salas de ensayo en las afueras? En Huarte (Salas Barracuda), Cordovilla (Motu), Berrioplano (Artsaia/ Movie, On-Off), Villava (Color Hits), Zizur (Rock Etxea), Orikain (R-5),pero también en la Txantrea, Larragueta, Noáin, la Magdalena… Espacios que van de la profesionalidad a la cochambre máxima. Cito a ahora a una excantante que por motivos obvios prefiere permanecer en el anonimato y cuenta lo que encontraba cada vez que iba ensayar a uno de ellos: “Migrantes viviendo, no migrantes viviendo, droga a

paladas, aspecto de ir a rodar callejeros todos los días…”.

Si algún día alguien se lanzara a escribir esa guía de locales locales (locales 2 ) debería reservar un capítulo para J.C. Marcus, aka El Jesse. Nacido en Sudáfrica y punk de adopción (pero punk de verdad, no como vosotros que lo que sois es cosplayers), nadie tiene del todo claro cuándo llegó a estas tierras, donde lleva la tira ejerciendo de técnico de sonido. Si tocas en un grupo es muy probable que en alguna ocasión hayas oído sus célebres juriños (esos que Los Insoportables emplearon como letra de una de sus canciones).

Tras muchas vueltas, el autobús de Jesse se instaló definitivamente en Aizoáin, junto a una borda donde almacenaba, arreglaba y fabricaba sus cachivaches (hablamos de un tipo que llegó a convertir un vídeo beta en un ampli de bajo). Su colega de la Michael Ryan Experience, Phil Reay, acondicionó un estudio de grabación (El Perro Inglés) en la planta superior; y poco a poco fueron dividiendo el resto en salas de ensayo. Durante casi dos décadas el lugar fue frecuentado por gente como Dekadencia, Mermaid, Green Manalishi, So Blind (anteriormente Cuatro guiris y un fontanero), Dead Flowers, Los Cupras, Royal Canal o los Basque Country Pharaons, que en algunos casos grabaron allí sus movidas.

No se sabe a ciencia cierta qué ocurrió aquella fatídica noche; si el incendio se originó por una colilla, algún cable pelado o si saltaron chispas por el choque de egos desbocados habitual en cualquier ensayo. El caso es que el fuego se extendió a toda leche, calcinando la mayor parte del material de sonido, propiedad de Jesse, además del equipo (instrumentos, amplis…) de algunos de los grupos que allí se juntaban, que en aquel momento eran siete: Hoey & The Mussels, Antigua y Barbuda,

Electric Riders, Jon Ulecia y Cantina Bizarro, Lex

Misterio, Black Lagun y Astrovandals, que aquella misma semana pretendían grabar nuevo disco. Un golpe irreparable a la ilusión de estos músicos y a la cultura local. Cuentan que los suhiltzaileak apagaron el fuego con lágrimas dVALE, VALE, YA PARO. Busquémosle el lado positivo al asunto: no se registraron heridos. Y tampoco se registró a los músicos, así que ni tan mal.

Para tratar de amortiguar las pérdidas materiales, que un inventario valoró en más de 30.000€, los afectados aunaron sus voces en un Todos contra el fuego y organizaron una singular velada de conciertos en la Sala Totem de Villava*. Se llamó Que me quemé Festival, y por 10€ se pudo ver actuar a los grupos de Aizoáin, que aquella noche compartieron instrumentos.

Cuesta creer que haga ya 11 años de aquello. A ver, no pienso engañaros, supongo que la congoja me abrumó los sentidos, porque no guardo muchos recuerdos. Alguna que otra foto sí que tengo, pero no es plan de empañar la reputación de ese músico que se puso a vender turulos firmados a 1€. Me acuerdo, eso sí, de que conspiraron los elementos: si todo había comenzado con un fatídico fuego, lo del 18 de diciembre fue nieve. Una ventisca tremenda que hizo que mucha gente se rajara de bajar a Villava. El balance final: 200 entradas vendidas y 145€ de donaciones más unos 200€ de merchandising. Me cuentan que la iniciativa de los turulos no funcionó del todo bien. Supongo que el público también compartió instrumental.

Lejos de rendirse al desaliento, el dinero recaudado se invirtió en montar una segunda entrega en el polideportivo de Villava, un festivalazo en condiciones esta vez, que tuvo lugar el 30 de abril de 2010, con un puñado de grupos que, generosamente se prestaron a tocar gratis: Barricada, Lendakaris Muertos, Ze Esatek, Bizardunak, los Zopilotes Txirriaos y Governors. Esta vez, el balance final fue bastante mejor, y se recuperó sobre el 40% de lo perdido. Eso sí, de los grupos de Aizoáin sólo uno sigue en activo, y porque se reunió el año pasado. En cuanto a Jesse, ahí sigue. ----------------------------------------------------------------

*Singular, sí, aunque dista de ser la iniciativa músico-solidaria más extravagante realizada en lo que llevamos de siglo en Navarra. Ahí queda el Festident, un Hatortxu odontológico celebrado… bueno, mira, mejor preguntad por ahí.

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