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LAMONATORIO
“Fuego camina conmigo”. No me digáis que no es la mejor frase de la historia del cine y la televisión. Y la más tatuable. El fuego como arquetipo del mal, de la muerte, la resurrección, el peligro y la brujería. Aunque el fuego de brujería tiene bien poco. El fuego es pura ciencia y quien diga lo contrario miente.
Por muy mágico y paranormal que parezca el fuego —¿una luz intensa que aparece de la nada que quema y cambia de color? WTF!— se trata de un producto de la combustión de la materia, cuyas moléculas emiten calor y luz visible al oxidarse de una manera súper acelerada. Para que haya fuego se necesitan 4 “elementos”: el combustible, que es el material o elemento que se quema —se considera inflamable si su punto de ignición está por debajo de 38º C, vamos, que puede arder a baja temperatura, así que ojito—, oxígeno —alrededor del 16%—, calor y una reacción química. El calor es la energía que origina la combustión. Los primeros humanos generaban este calor friccionando rocas o ramas secas, por ejemplo.
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Si un fuego se va de madre se convierte en un incendio. En un incendio no solo hay fuego, también hay gases y partículas que se desprenden en forma de humo. Al contrario de lo que se tiende a pensar, la mayoría de las muertes que se dan en incendios no son por quemaduras, sino por asfixia. Y es que como hemos dicho el fuego necesita oxígeno para seguir activo, por lo que en el entorno de un incendio habrá déficit de oxígeno. Además el humo contiene partículas en suspensión, monóxido de carbono (CO) y otros compuestos que pueden ser muy tóxicos, como el cianuro, el amoniaco o las nitrosaminas. Cuando respiramos estas cositas en exceso se da lo que se conoce como el síndrome de inhalación de humos y podemos morir por asfixia: por un lado el CO “roba” el sitio que ocupa el oxígeno en la hemoglobina, la proteína que transporta este gas por todo nuestro cuerpo y que nos mantiene con vida, y por otro lado los compuestos derivados del cianuro pueden ser letales. Para esto segundo existe un antídoto que suele emplearse en los servicios asistenciales: la hidroxicobalamina. Este compuesto es en realidad la vitamina B12a y convierte el cianuro que anda por nuestro organismo intoxicado en cianocobalamina, mucho menos tóxica y que puede ser eliminada por la orina.
Pero entonces os preguntaréis: ¿por qué el agua apaga el fuego?¿A qué viene lo de poner una manta sobre alguien que se está quemando o echar espuma con un extintor? Muy sencillo. Si queremos apagar un fuego tenemos que sofocarlo aislando el combustible con un material que no arda o incombustible —manta ignífuga, arena, espuma— para que no reciba oxígeno, o disminuyendo la cantidad de oxígeno disponible añadiendo un gas inerte como el nitrógeno o el CO2. Hay más opciones para sofocar un incendio, como retirar el combustible o enfriar la zona eliminando así la fuente de calor. Esto es precisamente lo que consigue el agua. Ah, esperad, por eso se dice que los Piscis y los Sagitario se llevan regulín, porque el primero es un signo de agua y el segundo de fuego, claro... ¡Pero qué diablos! ¡Si hasta el horóscopo tiene base científica! ¿Para cuándo un Grado de Astrología en todas las universidades? Propongo como director de estudios al creador de nuestro querido Monóscopo.