La
fun~acion Alejandro Angel Escobar
promueve el desarrollo científico colombiano y estimula las actividades en beneficio de la
comunidad. Por ello, desde 1955, otorga anualmente los siguientes galardones:
Tres premios de Ciencias: • Ciencias exactas, fisicas y naturales • Ciencias sociales y humanas • Medio ambiente y desarrollo sostenible
Dos premios de Solidaridad: Las inscripciones se abren, todos los años, el 15 de enero y se cierran el 31 de marzo.
FUNDACION ALEJANDRO ANGEL ESCOBAR
A
Carrera 7 No. 71 - 52 Torre A Of. 406 Teléfonos: 3120150 - 3120151 Fax: 3120152 • A.A. 250097 E-mail: faae@faae .org.co Bogotá D.C. Colombia
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/~ --:rc/o '-1 Rehaciendo saberes Desde el reconocimiento de los cuerpos hacia una ética del cUidado de la vida
Marcela Rodríguez y María Lucía RapaccL. ... .. .. . .....
.. .. .. .... ....... .... .. .......................... 7
Mujeres y guerras en Colombia
A ngélica Bernal ............................. .............................................. .. ..... ... .. .... ..... .... ..
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Reflexiones sobre el conflicto armado colombiano desde una mirada feminista
Magdala Velásquez .. .. ...... ...... . ............... ........ .. .. .. ...... . ...........................
...............
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Un reto para la democracia, un reto para la paz: Feminizar el mundo
Florence T homas .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .........
.. .. .. .. .. ......... ...... .. .. .. .. .. .............................. 32
Individuo y subjetividad femenina
Manha LÓ/Jez ........ .................................. .. .................. ... ..... ............. ........ ........ ... ... .. ... .. ..... . 40
Sueños, imágenes y simbolos El oficio de escribir Monserrat Ordóiiez .. ........ .. ..... . Dos poemas ...
.. .. .. ........ ...... .. ........ ... ............. ....... ...... ..... .. ................... 49
Guiomar Cuesta . .... .. ........................ .. .............. .. .................................................... ... ....... . 54 Sexualidad y poder en cuentos aborígenes. Las aventuras del Hombre Sol
Milagros Palma .................................. ......................... .. ........................ .... .. .. .. .............. .. ... 55 Una voz de resistencia Margoth de Pizarro .. .. ......... .. ... ... ... .. .. .. ................ .... ................................ ... .............. .. ... ..... 59
Dossier Entre la guerra y la paz: Resignificación del Proyecto de Vida en las Mujeres Excombatientes
María Eugenia V ásquez ...... .. ...... .. .. .. .. .. ........................ .. .... ...... ......................................... 61 ¿Quiénes son las viudas de la violencia en Colombia? Patricia Tovar ......... ...... ........... .. .. .. ... ............... ......... .. ..... .................. .. ......... ...... ......... 69 Cosiendo futuro: Cotidianidad y Proyectos de Vida de Mujeres Desplazadas Donny Meertens ........................... .. ................... .................. .. ........................ .. .. ............. 77 Mujeres, conflicto armado y paz Grupo Mujer y Sociedad ...... .. .. .... ........ .. .... ...... ........ .. ... .... ... .. ... .... ... ... ..... .. ....................... 84 Mujeres y proceso de paz. Deseos y realidades
María Eugenia Man ínez y G loria Elena González ......... ..
.. .... ...... .............. ... ...... 87
La violencia patriarcal contra las mujeres. Una mirada retrospectiva
O iga Amparo Sánchez ............ .. .. ...... .... .. .. .. .. .. .... .. .. ...... ...................................................
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Noticias en otras palabras Las mujeres y los libros Reseñas .. .. ... ... ... .. ... .. .. ... .. .. .. . ..... .. ...... ....... .. ........ ... .. ..... .. ......... .. ..... ... ... ... .......... ..... .................... . 115 Bibliografía: Violencias contra las mujeres .......... .. ... ...... ...... ............................. .. ............... .. 124
lEN (O)lrJRlA§ lP~lLA]B\JRlA§~"" Publicación Especializada Editada por Gru po Mujer y Sociedad, Programa de Estud ios de Género de la Universidad Nacional de Colombia, Corporación Casa de la Mujer de Bogotá Directora Florence Thomas Editoras Gloria Elena González, Zu lly Moreno Villamizar Comité Editorial Ju an ita Barreto, Dora Isabel Oíaz, Nohema Hernández, María Eugenia Martinez, Patricia Prieto,
María Himelda Ramírez, Florence Thomas Colaboraron en este Número O Iga Lucía Aldana, Ju anita Barreto, Angéli ca Berna!, Guiomar Cuesta, Dora Isabel Oíaz, María Elvia Domínguez, Guiomar Ouó;as, Lya Janeth Fuentes, Gloria Elena Gonzá lez, Beatriz García, Fresia Guacaneme, Nohema Hernández. Martha López. María Euge nia Martínez. Zully Moreno. Milagros Palma. Patricia Prieto, Yolanda Puya na. María Himclda Ramírez. María Lucía Rapacd. Ángela Robledo. Marcela Rodríguez. O iga Amparo Sánchez. Circe Sendal. Florence Thomas. Patricia Tovar. María Eugenia Vásquez , Magdala Velásquez Ilustraciones O iga Lucia A ldana Diseño y Diagra mación Soraya Tobón mapache _ojeroso@yahoo.com Preprensa Digital La Silueta Preparación Editorial Universidad Naciona l de Colombia UNIBIBLOS unibiblo@dn ic.una l.ed u.co
Coordinación Adnlinistrativa, Circulación. Suscripción y Publicidad Gloria Elena González. Zully Moreno VilI am iza r Horario de atención Lunes. miércoles y viernes. 2 a 5 p.m. Universidad Nacional de Colombia Unidad Cam ilo Torres Te!. 3 16 50 00 ext. 18607 Distribuido en Colombia por Siglo del Hombre Editores Cra. 32 No. 25-46 Sanrafé de Bogotá Te!. 3377700 Lo.l artículos de e.lta revi.lta pueden ser reprodl1cidos citando la fuente. Su contenido es responsabilidad de las aulOras Para la composición de esta Revista se utilizaron caracteres Goudy O ld Sty le BT, Humanist 52 1 BT Y Phyllis
ISSN: 0 122-9613
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I en OtrM pelebrM ...
este número fue auspiciado por el erando de CPoblación de las 9'faciones CZlnídas. CZl9'fcrCPC;¡¡
Editorial
)]a paz 9Yltis allti de es/a nube de ceniza el hombre esp era. e sp era que la sombra le deoueloa su herencía de esperanza su anlíguo mapa !ransparen/e.
el
hombre quiere un poco de silencía para que el hijo diga su primera palabra. e sa palabra que nunca es "guerra" que nunca es "muerle Cj(faruja CVieira
Cues!íón de es/adís!ícas Cfueron oeinlídós, dice la crónica diecísie/e oarones, /res mujeres, dos niños de miradas aleladas, sesen/a 'y !res disparos, cua/ro credos, !res maldicíones hondas. apagadas, cuaren/a'y cua!ro pies con sus zapa/os, cuaren/a'y cuatro manos desarmadas. un solo miedo. un odio que crepila. .Y un míllar de sílencíos ex/endlendo sus oendas sobre el alma mulílada Cf>íedad Cf3onne/
E a metáfora de nuevos tiempos circula por todos los rincones del planeta. Nuevo milenio, nuevo siglo, nuevo año. Su poder imaginario no es suficiente para velar realidades como la permanencia de viejas incertidumbres y preocupaciones en tomo a las posibilidades de convivir como humanas y humanos, de supervivir como especie frente a las reiteraciones evidentes de antiguas violencias que hieren, destruyen y matan cotidianamente colombianas y colombianos. En particular, experimentamos en los primeros meses del año, desde distintas orillas, la turbulencia del dilema respecto del cual no hay posibilidad para el término medio: optar por la vida en su profunda complejidad o por la muerte en su pasmosa simplicidad y mudez. "Mujeres, Violencias y Resistencias" No. S de la Revista "En Otras Palabras ... " se configura en tomo al propósito de cuidar la vida. Entreteje esfuerzos y recursos de distintas mujeres y organizaciones que contribuyen día a día a vulnerar la lógica de aquello que se evidencia como sinrazón. Argumentos, experiencias vividas, replanteamientos, trabajos desde los grupos y organizaciones, imágenes y poesía, articulan distintos modos de decir acerca de la riqueza creativa que se pone en juego cuando de develar el sin sentido de la guerra se trata. El conjunto de trabajos incluidos en este número de la Revista, habla de las múltiples posibilidades para enriquecer perspectivas, variar miradas, afirmar actos de vida, aún en medio de dolorosas y dramáticas circunstancias. Si bien algunas mujeres se solidarizan con las violencias consustanciales a un orden social
estructurado en tomo a símbolos patriarcales, también es cierto que la gran mayoría opone a esta lógica modos de sentir, pensar y actuar capaces de resistirse a ellas y a sus devastadores efectos, desentrañando su lógica, cambiando las metáforas e imágenes construidas por el androcentrismo, desarmando la vida cotidiana, la palabra y el amor. Al reflexionar sobre nuestras experiencias vitales, las mujeres hemos entendido que resolver el conflicto armado y acallar las armas no es suficiente. Hemos develado que la paz, palabra vuelta fetiche, maltratada y abusada, habla de un valor que parece no tener cabida en la cultura patriarcal. La paz no puede ser parcial ni abstracta, tiene que ser integral: en el campo de batalla, en la calle, en la casa, en la cama. Paz afuera y adentro. A esta paz, las mujeres le hemos apostado silenciosa pero tenaz y tercamente. Miles de mujeres desde lugares, prácticas y metodologías muy diversas, con creatividad, y con una generosidad infinita, trabajan por esta extraña paz que a menudo no se parece a la paz de los teóricos duros, de los intelectuales, ni a la de los manuales. En la sección "Rehaciendo saberes" encontramos una mirada que recupera algunos hechos y reflexiones desarrolladas en las últimas décadas, a propósito de lugares inaugurados por las mujeres ante la guerra y la paz, desde los cuales las autoras enuncian retos y perspectivas que emergen de este recorrido histórico. En esta misma perspectiva se visibilizan formas de participación de las mujeres en las guerras neogranadinas en el curso de los siglos XVIII y XIX. Por otra parte, centrada en la realidad colombiana, una de las autoras ofrece una reflexión sobre obstáculos estructurales y culturales propios de una ideología patriarcal que imposibilitan la participación de las mujeres en espacios decisorios, privando así la búsqueda de soluciones desde perspectivas feministas. En este sentido, otras palabras en la Revista apuestan por la apropiación social de valores asociados a lo femenino, representados no desde la fragilidad y la precariedad, sino como valores sociales fuertes en la opción de sostener y cuidar el vínculo indispensable para la supervivencia individual y colectiva. Como cierre sugestivo se proponen reflexiones que interpelan los distintos dispositivos de constitución de las subjetividades sustentados en el ejercicio de la violencia simbólica ligada a la forma de pensamiento bipolar y excluyente de la modernidad. Este pensamiento justifica la exclusión y violencia contra las mujeres en su imposibilidad de optar a favor de nuestro reconocimiento simbólico y cultural. Desde esta condición se plantea como forma de resistencia, subvertir tal lógica indagando por posibilidades de construir nuevos modos de subjetivación sustentados en las preguntas por los nuevos sujetos sociales, promovidos desde la experiencia vivida por las/os despojadas/os de reconocimiento y respeto social y simbólico: mujeres, etnias, negritudes, jóvenes, niñas y niños, locas y locos ...
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Olras pelebm5...
La sección "Sueños, imágenes y símbolos" es otra manera de decir sobre el tema central que nos ocupa a través de la pintura, la poesía y el cuento. La muerte reciente e inesperada de una compañera de camino solidaria con nuestros deseos de cambiar el mundo para hacerlo más vivible, desde la decisión sincera y radical de respetar la dignidad de lo humano, de lo femenino, nos confronta con la realidad de otras maneras de morir, no menos dolorosas. Monserrat Ordóñez está presente en estas páginas, dejándonos su testimonio de vida hecho poesía. En el "Dossier", testimonios e investigaciones realizadas aportan experiencias diversas de las mujeres relacionadas con la resignifica-ción de la lógica de la guerra. Excombatientes, viudas, desplazadas, entretejen sus voces con las de aquellas que han sumado esfuerzos en el desarrollo de proyectos para la acción como ejercicios para reaprender la Vida en Paz. Además, se recupera la experiencia de la presencia masiva de mujeres colombianas en la audiencia pública producto de la iniciativa del movimiento social de mujeres realizada en San Vicente del Caguán, dentro del proceso de diálogos de Paz. La fuerza y el valor de las mujeres allí demostrados contrastan tristemente con las ambigüedades, reticencias, retrocesos e incumplimientos hacia los intereses y necesidades de las mujeres, que se manifiestan en las actuaciones de los responsables de la formulación de políticas públicas del Estado, analizadas en otro de los artículos. Es el caso de la modificación de la Ley 294 de 1996, única que legisla en torno a la violencia intrafamiliar, la cual en su forma original es iniciativa y logro de un largo y complicado proceso de discusiones y cabildeos que conjugó el trabajo de distintos sectores y organizaciones del movimiento social de mujeres en todo el país, modificada por la Ley 575 de 2000, convirtiéndola en un instrumento inocuo para los propósitos originales buscados. Como ya es costumbre en nuestra Revista, ofrecemos "Not!cias en otras palabras", "Reseñas" y "Bibliografía temática". Con algunas cartas de nuestras lectoras abrimos una nueva sección, "El Buzón de las mujeres", que esperamos siga siendo expresión del intercambio dinámico en el movimiento social de mujeres y estímulo a nuestra iniciativa de propiciar "Otras palabras ... " que con voces femeninas den cuenta de realidades hasta hoy no nombradas. Finalmente, creemos que la riqueza de las diferencias en las perspectivas que aquí se ofrecen, es muestra de la impresionante capacidad de resistencia desarrollada por las mujeres colombianas para proponer alternativas de vida y hacerlas resurgir en medio de los escombros, del ruido ensordecedor de las armas; en medio de la palabra que hiere, del golpe que duele, de la sinrazón y de la demencia de una cultura que financia, promueve y mantiene la guerra, legitimando con ella a los violentos. •
"9n Wemoriam" CPoema inédlfo "CZIna y lodas 91e buscado donde duele la ausenda. We hurgué los inlesnnos y me oadé el útero como una molleja, pero no era allá. We escuché el cortlZón, campana sorda, y me escarbé los pulmones, esponjas de sedy ahogo, pero no era allá. We observé el eslómago, paloma de agudas uñas y alas destlZonadas, pero no era allá. 0alí de las enlrañas y me toqué la piely mipielgritó y enconlré la ausenda, cubriendo mí superfide, debajo de las uñas, en la nuca y elpaladar, delrás de las rodillas yen la espina dorsal CP¡el unlada de ausenda que laoo a pedadlos hasla quepueda escapar de ella. Cambiaré de piely me sacudiré la ausenda. cyporftn, superfide despellejada, me arranqué fu pier. Wontserral
Ordóñez
ISSN m.22-Y3
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Marcela Rodríguez y María Lucía Rapacci Psicólogas. Docentes Pontificia Universidad ]averiana
Desde el reconocimiento de los cuerpos hacia una ética del cuidado de la vida 'El significado de un aelo sólo se Teuela cuando la acción en sí ha concluido!J se ha conoerlído en his/oria susceplíble de ser narrada" 9ianna 'Arend/
E a construcción de una cultura de paz ha sido una constante preocupación para el movimiento de mujeres y el feminismo, entendida ésta como el tejido de prácticas que en las relaciones que establecemos nos permiten gestionar la diversidad y sus inherentes conflictos, sin el ejercicio de la violencia. Hacer visible las voces, los pasos que emergen como soporte de la vida y la agencian en su despliegue, las posibilidades de congregarnos en la complejidad de condiciones y deseos que caracterizan nuestra existencia como humanas y humanos, es el intento que acompaña este escrito. La ruta a seguir parte de la recuperación de algunos hechos y reflexiones desarrolladas a lo largo de las últimas décadas a propósito de los lugares inaugurados por las mujeres ante la guerra y la paz, para luego enunciar los retos y perspectivas que emergen en este recorrido histórico. Recordando hechos y palabras
Si revisamos los diferentes lugares y posiciones que mantuvieron las mujeres ante algunos de los conflictos más agudos de la historia reciente y los términos en los que se ha desarrollado el debate sobre su pacifismo encontramos dos tendencias que intentan explicar la relación mujer-paz. Por una parte subyace la idea de que las mujeres por el hecho de dar vida están mas cerca que los varones de la paz, este argumento aparece como lugar común en diversos momentos de la historia, por ejemplo: En la Inglaterra del Siglo XIX la igualdad entre naturaleza femenina y virtudes pacíficas llego a ser una bandera que las
sufragistas utilizaron en su lucha por el voto. Aletta Jacobs, holandesa líder del movimiento sufragista, afirmó: "el sufragio de las mujeres y la paz permanente vendrán unidos .. ."; Emmeline Pankhurst, militante sufragista británica, a la salida de la prisión en 1912 declaró: "... no ha sido nunca ni será la política de la UNIÓN POLÍTICA Y
SOCIAL de las mujeres el poner en riesgo imprudentemente la vida humana. Dejamos esto .para el enemigo. Lo dejamos para los hombres en sus guerras, no es este el método de las mujeres"; Catherine Marshall, otra sufragista, en su discurso a la Conferencia del Partido Laborista Independiente en Bradford 1915, afirmaba: "el sentido de la común maternidad de las mujeres que el movimiento de mujeres está despertando cuando alcance su plenitud, tomará imposible que una Nación mate a los hijos de otra ... " No todas las voces que se pronunciaron en favor de la paz acogieron la premisa "las mujeres son hostiles a la guerra por naturaleza" afirmando que "sólo las mujeres
progresistas, aquellas que han sido capaces de educarse a sí mismas en una conciencia social, que han tenido la fuerza de no dejarse fascinar por instituciones con centenares de años, encuentran también la energía para oponerse a ellas ... ", palabras de Berta Von Suttner, primera mujer que recibió el Nóbel de la paz en 1905, escritora de la novela de corte pacifista DIE WAFFEN NIEDER -Abajo las Armas-. Esta nueva tendencia evidencia la necesidad de reconocer otros elementos que están en la base de las acciones, manifiestos y propuestas de conciliación y arbitraje desarrolladas por las mujeres antes de la Primera Guerra Mundial. Fawcett y Chrystal Macmillan, de la Alianza Internacional por el voto de la mujer, en 1914, antes de desatarse la Primera Guerra Mundial, entregaron un manifiesto al Ministerio de Asuntos Exteriores y a las embajadas extranjeras en Londres llamando a la conciliación y al arbitraje, en nombre de 12 millones de mujeres de 26 países. Las mujeres sufragistas en los Estados Unidos, fundadoras del Partido de las Mujeres por la Paz, aceptando una invitación de Aletta Jacobs acudieron a La Haya a principios de Mayo de 1915 al Congreso Internacional de Mujeres; pronunciándose "contra la locura y el horror de la guerra". De allí surgió la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, organización que intentó unir dos movimientos vitalmente vinculados: el movimiento feminista y pacifista; al finalizar este congreso, delegadas elegidas viajaron como enviadas tanto a los países neutrales como a los beligerantes para hacer llegar a sus gobiernos las resoluciones de paz de las mujeres. Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo pasaron los años de la guerra entrando y saliendo de la prisión por denunciar la guerra como imperialista y la hipocresía y el militarismo de Alemania.
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I en Otra.\) palabra.\) ...
Retomando estos enunciados es posible complejizar la comprensión de la condición femenina haciendo un desplazamiento del plano de "lo natural" al plano de "la cultura", entendida esta última como proceso de construcción y deconstrucción de los significados compartidos y/o impuestos frente a la maternidad, en tanto práctica que acuña un saber, el cual es posible en primera instancia redimensionar. Lo anterior supone, como lo afirma Johan Galtung, un proceso de emancipación de las mujeres, un tránsito de objeto de procesos sociales y políticos a sujetos de la vida. Este desplazamiento está lleno de múltiples enseñanzas. Autoras como Sara Ruddick afirman que "el aprendizaje en torno a la preservación de la promesa del nacimiento como hecho que nos vincula a dimensiones colectivas de lo humano ha sido el empeño histórico de las mujeres; de esta práctica cotidiana de creación y recreación de la vida, ha nacido el saber del cuidado, de la palabra, de la relación que es fuente de recursos para la cultura de paz. La dedicación y la fatiga histórica de las mujeres por la vida humana las coloca además en un orden ajeno al masculino". Se trata entonces, de dar nombre y sentido a la practica y al saber femeninos para alimentar una Cultura de Paz. De la practica maternal, del maternaje, surge un pensamiento que se guía por lo concreto y lo cercano porque responde a las demandas de preservación, crecimiento y socialización. El trabajo maternal, a pesar de la existencia de un alto índice de maltrato de madres a hijos, está la mayoría de las veces vinculado a una práctica no violenta, cuando renuncia al uso de la violencia en la gestión de los conflictos, cuando presenta resistencia ante la violencia de los demás e intenta la reconciliación y el mantenimiento de la paz. Preservar la promesa del nacimiento ha implicado para las mujeres, incorporarse al mundo de lo público sin abandonar el valor de la propia experiencia, del saber femeninos, es decir, sin separar el pensamiento del cuerpo; de este vínculo emerge su extrañeza frente la guerra. Alessandra Bocchetti en su "Discurso sobre la guerra y sobre las mujeres" plantea que esa "extrañeza" tiene que ve r con tres elementos característicos de la experiencia femenina: la maternidad, lo materno y el sentimiento de ser presa. De la experiencia de ese cuerpo capaz de contener otro cuerpo, del e mpeño femenino de mantener la promesa del nacimiento, del aprendizaje cotidiano del sentimiento de ser presa, de vivir en un cuerpo violable, se construye un pensamiento material que no prescinde de los cuerpos. Este pensamiento que nace de la experiencia del cuerpo femenino y de la continua escucha de otros cuerpos, no puede hacer abstracción de la vida humana.
El no hacer abstracción de la vida humana y no prescindir de los cuerpos son aspectos que las mujeres enarbolan en sus luchas por la paz, señalando cómo en las formas que hoy adopta la guerra se manifiestan con mayor evidencia que nunca las raíces profundas de un orden simbólico -el masculino patriarcal- que ha puesto el poder y la dominación por encima del valor de la vida. La irrelevancia del cuerpo en el discurso militarista patriarcal se explicita en la abstracción desencarnada de la sofisticación tecnológica al convertir en objeto central de la guerra el cercenamiento de las condiciones de humanidad necesarias para la vida de las poblaciones. La ajenidad femenina con la guerra de los hombres reside en este "olvido y negación". Las mujeres participamos en los conflictos, tenemos intereses encontrados, no estamos por encima de los enfrentamientos ni de las contradicciones, podemos matar. La diferencia, como decía Olive Schreiner, es que "ella conoce la historia de la carne humana, sabe su costo"; las mujeres hemos aprendido lo que cuesta hacer crecer la vida humana y esto nos sitúa de forma distinta en el mundo y en los conflictos. Virginia Woolf, en su hermosa reflexión del libro "Tres Guineas", a propósito de cómo evitar la guerra, introduce nuevos elementos referidos al cómo desmantelar este sistema patriarcal: "la ruptura de la división entre esferas de varones y esferas de mujeres y la despolarización de la masculinidad y feminidad ... ". Desde su punto de vista, las mujeres no son opuestas a la guerra por naturaleza ni los hombres son por naturaleza favorables a ella; sin embargo, razones del orden histórico social que hemos construido, hacen que las mujeres tengan un mayor potencial para oponerse a la guerra, basado no solamente en la maternidad sino en su histórica exclusión del poder y la riqueza. El pacifismo feminista que propone Virginia Woolf busca la igualdad entre los sexos no a través de la incorporación de las mujeres al combate, sino más bien a través de la liberación de los hombres del militarismo, hallando nuevas palabras, creando nuevos métodos para evitar la guerra, postura que es defendida por muchas feministas hoy en día. En este marco resulta importante visibilizar el aporte de las mujeres que se han organizado a propósito de la intención de romper con la lógica militarista del poder Británico a través de acciones no violentas y de desobediencia civil, estrategias que Gandhi reconoce haber aprendido de las sufragistas británicas: 60% de las integrantes de la marcha de La Sal (Marzo de 1930), en la India, fueron mujeres; dos de sus campañas fueron dirigidas exclusivamente a las mujeres: el boicot a los vestidos extranjeros y el hacer frente al reto de la embriaguez en la cultura India.
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I en Otra3 p !'l l!'l bra3...
El protagonismo de las mujeres en el Movimiento por la Paz, sobre todo en el Pacifismo, es innegable. Iniciativas como las de War Resisten /s International, el Movimiento antimilitarista de mujeres europeas y sus acciones para impedir la instalación de misiles nucleares en los afíos 80, son una clara expresión de esto. Las Mujeres de Negro de Belgrado y sus protestas contra la guerra, el régimen, el militarismo y a favor de la defensa de los Derechos Humanos iniciada el 9 de Octubre de 1991, nos invitan a que "expulsemos la guerra de la historia y de nuestras vidas". Lo que las mujeres han aportado al movimiento de construcción de cultura de paz se centra en la perspectiva holística de las acciones en donde su eficacia radica en la fuerza moral y en la capacidad para sorprender, así como en su inscripción en contextos más amplios y por lo tanto en la no simplificación de la cuestión guerra-paz a la táctica del desarme. Reconociéndonos como si fuésemos extrañas
Los retos que se tejen en este recorrido tienen que ver con los posibles avances en torno a una política del reconocimiento que afecte significativamente los ejercicios violentos del poder. Marcela Lagarde nos lanza, en este propósito, hacia nuestro propio capital simbólico, invitándonos a aprender de esa larga historia de sobrevivencia y de resistencia que han adelantado millones de mujeres en todos los rincones y esquinas del planeta. Se trata, entonces, de continuar repensando nuestras propias vidas, quienes somos, quienes han sido las otras, capitalizando en este ejercicio genealógico los recursos de una ética del cuidado de la vida. Esta nueva ética de las relaciones se encuentra en la base de los vínculos tejidos en procesos y experiencias organizativas de mujeres, quienes a lo largo de su historia han creado espacios de promoción de nuevas formas de organización, de participación activa en procesos de movilización popular; proyectos pedagógicos de carácter democrático, creativo y no sexista basados en el ejercicio de la solidaridad y en la permanente búsqueda del respeto a los derechos sociales, económicos, políticos y culturales de la nifíez y las mujeres; así como acciones diversas en espacios sociales, políticos y jurídicos orientadas hacía la reconstrucción del tejido social y a la democratización económica y política del país, fortaleciendo espacios para la vida y proyectando actos de paz. El reto está en "extrafíarnos", a la manera de Agnes Heller, mirándonos en la distancia que nos permite acercarnos y redescubrimos en lo que hemos sido y
estamos en capacidad de ser. Historizamos desde la cotidianidad de nuestras vidas, reconociéndonos en la posibilidad de aprender de nuestra hermanas. Lo anterior supone renunciar a la condición de orfandad que a veces nos acompaña y nos hace vulnerables, ya que a partir de ésta, el mundo se torna opaco, desdibujándose la existencia de nuestras ancestras y olvidando su constancia y . resistencia así como las formas como habitaron el mundo. Tendríamos que conocernos más para saber de nuestras fortalezas y debilidades, ejercer el recuerdo, ese volver a pasar por el corazón, traduciendo el pasado, editando el futuro y enriqueciendo el presente, devolviéndole el sentido a la pregunta ¿Quién soy? ¿Quién eres?, y resignificando las historias de nuestras propias acciones. El sentido de narramos es el de decirnos a nosotras mismas nuestras biografías y aprender del cómo hemos sobrevivido a la lógica militarista que encarna la violencia, inaugurando aportes y claves para la construcción de una ética del cuidado. Este es otro motivo más para seguirnos pensando a contraluz y persistir en el intento de imaginar el mundo tejiéndose al calor de la complejidad que entraña la palabra vida. •
Bibliografía BIRULÉS, Fina, Hanna Arendt: Modernidad, Identidad y Acción. en Pensar las Diferencias. Universidad de Barcelona, Instituto Catalán de la Mujer. Barcelona. 1994. BOCCHETTI, Alessandra, Discurso sobre la guerra y sobre las mujeres, en Lo que quiere una mujer. Historia, política, teoría. Escritos 1981-1995, Editorial Cátedra. Madrid. 1996. GALTUNG, J, Citado por Lederach, J. Educar para la Paz. Editorial Fontamara. 1994 . , Hay alternativas Cuatro cammos haCia la paz y la segundad. Edltonal Tecnos. Madnd . 1984. GRAU, Biosca, Elena, Apuntes para la discusión. Inéd ito. Bilbao. 1999. GREENHAM, Common, The greenhan factor. Inglate rra. 1984. HELLER, Agnes, Teoría de los sentimientos . Editorial Paidós. Buenos Aires. 1985. LAGARDE, Marcela, Claves Feministas para el poderío y la autonomía de las Mujeres. Editorial Puntos de Encuentro. Nicaragua. 1997. LIDINGTON, J, La campaña de las mujeres por la /Jaz. Historia de una lucha olvidada en Varias autoras. Antes muertas. Barcelona. 1983. , The Women's Peace Crusade e n Dorothy Thorripson. Virago. 1983. MAGALLÓN, Portales, Seminario de Investigaciones para la Paz. Pie de Paz. Barcelona 1997. MUJERES DE NEGRO DE BELGRADO, Mujeres por la paz. Belgrado. 1994. PANNOS INSTITUTE, Armas para luchar, brazos para proteger. Las mujeres hablan de la guerra. Icaria. Antraz. Barcelona. 1995. RUDDICK, Sara, Maternal thinking: towards a politics of peace. Ed. rhe woman press. London. [989. WOOLF, V, Tres Guineas. Editorial Lumen. Barcelona. 1977 .
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I en Olres pelebres ...
Angélica Bernal Politóloga. Universidad Naciona l de Colombia
Mujeres y guerras en Colombia Presentación
E a discusión sobre el tema de la guerra y la mujer puede ser vista desde tres niveles de análisis: el primero se refiere a la teoría que fundamenta la guerra, perteneciente a la estructura patriarcal que perpetúa la distribución tradicional de roles entre hombres y mujeres, partiendo de la división público-privado. El segundo, sustentado en teorías feministas, intenta re-escribir la historia para contar cómo han participado las mujeres, pero cuestionando la guerra como medio de resolución de conflictos. Por último, la historia, aquella contada de tal modo que las mujeres casi nunca se encuentran en los campos de batalla, apareciendo tan solo como participantes indirectas desde los roles tradicionales asignados socialmente. En la teoría que fundamenta la guerra se considera, de entrada, la división público-privado, fundamento de la asignación de roles: las mujeres en la esfera de lo privado, el hogar, cuidadoras de esposos e hijos; los varones en el espacio público, encargados de la economía, la política y, por supuesto, de la guerra. Esta asignación de roles, enraizada en los más profundo de la mayor parte de culturas humanas, ha hecho de la guerra una cuestión pública (por tanto de hombres). Ellos son protagonistas, sujetos, actores directos (guerreros, soldados). Las mujeres, por el contrario, han servido como botín de guerra, instrumento para debilitar al enemigo, medio de pago o intercambio y protectoras de la vida de los guerreros . Los imaginarios sociales relativos a esta división han rendido culto a la fuerza, estimulados por imperativos religiosos y dogmatismos políticos. Asumen que la sangre redime y es semilla, que los héroes son personajes por su disposición a matar y morir mereciendo pasar a la historia, por lo tanto, quienes no están en esta categoría pasan a ser personajes secundarios cuya palabra no merece ser escuchada . I A la par son creados estereotipos de mujeres as ignándoles una natu-
Magdala Velásquez, "Notas para la intervención: Mujeres, Guerra y Paz", Seminario Lógicas de Paz, Lógicas de Guerra, Universidad Nacional, noviembre 24 de 2000.
raleza no violenta portadora de sentimientos nobles, dominadas por su afectividad y emociones. 2 Consideradas "guardianas del hogar y la familia" las mujeres no representan en este esquema un sujeto racional, su conducta es guiada por la "naturaleza maternal" que las lleva a conservar la vida. Los simbólicos patriarcales refuerzan y reproducen puntos de vista y sentimientos que rinden culto al martirio y el heroísmo, resultando en las formas más clásicas de justificación del exterminio sistemático de vidas humanas. Su aceptación potencia el paradigma guerrero y depredador para ganar cualquier causa. Estar dispuesto a morir y matar a otros seres humanos es el supuesto básico de la guerra. Renunciar al paradigma de humanidad es la vía más segura para el ejercicio de la crueldad que acaba con la compasión, la capacidad de situarse en el dolor del otro o la otra, y garantizar la propia degradación humana. 3 La guerra para los hombres ha sido una prueba de honor; el oficio de las armas ha sido su monopolio. De los combates se excluía a los grupos no considerados aptos o indignos como niftos y niftas, ancianos, ancianas y mujeres. Con el tiempo se da el paso del ejército profesional al ejército nacional, equiparando al soldado con el ciudadano: portar armas dio derecho a ejercer el voto; combatir en el ejército nacional se constituyó en rito de iniciación de la virilidad y la ciudadanía. 4 Como fundamento básico de esta mirada (teoría de la guerra) se asume que existe para los seres humanos un estado natural: la maternidad para las mujeres y la guerra para los hombres. Así, la paz es un estado indigno que impide la fecundidad y el despliegue de las capacidades de los hombres, "es como la mujer que busca satisfacer los deseos del hombre sexualmente y no procrear". s Las teorías feministas consideran la guerra como despliegue de la virilidad. "La
guerra siempre ha fascinado a los hombres. A un nivel muy profundo, la guerra ha sido una manera de existir, es la expresión del deseo masculino".6 La violencia es el medio por el cual se mantienen dos fuerzas críticas socializadoras de los varones: la homofobia o rechazo a los hombres afeminados, a quienes se aplica el estereotipo circulante de lo
2
14 1enO trtlspa ltlbrtls .. .
María Cristina Rojas, "Las Almas Bellas y los Guerreros Justos", en Revista En Otras Palabras, No 4. Mujeres, Guerra y Paz, Bogotá, enero-j unio de [998.
3
Magdala Velásquez, "Notas para la intervención: Mujeres, Guerra y Paz".
4
Caillois, La Cuesta de la Guerra.
5
René Quin ton, citado por Caillois, La Cuesta de la Guerra, Op C ir.
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C ita de Magdala Velásquez: Evelyn Accad, Sexualidad y Guerra, Índigo Ediciones, París, 1998, pág. 125.
femenino como expresión del temor a ser considerados como tal; y la misoginia o rechazo a las mujeres. El rechazo a las cualidades femeninas, tanto en el hombre como en la mujer, connota el desprecio relativo a todo lo que representa lo femenino. "Los marines de Estados Unidos tienen una filosofía que combina la homofobia y la misoginia en la creencia de que ... cuando quieras crear un grupo de asesinos varones, matas a la mujer que hay en ellos".7 Colombia: siglo XIX
El destino de las mujeres en el siglo XIX se definía moral, social y filosóficamente en los espacios privados. Sin embargo, las rupturas del orden derivadas de las guerras -tanto de independencia como civiles- serán coyuntura para que ellas (mayoría de la población durante todo el siglo) vulneren su marginalidad y se aproximen a la escena política. Una vez lograda la independencia y la formación de la República, su tiempo y los espacios para sus libertades concluyeron; las nuevas leyes las sitúan otra vez en el centro de la vida familiar; los pensadores las constriñen exaltando los significados de la función materna; la sociedad y la iglesia delimitan su campo de acción a la esfera privada-doméstica. 8 Dos grupos femeninos -la élite y el vulgo- invaden el espacio público. Las clases mostraron su distanciamiento sin desconsiderar la comunidad de ideales libertarios; las luchas de la independencia justificaron la congregación de mujeres de distintos estratos unificadas en el propósito de servir a la causa patriota. Los generales estimulan y ensalzan a quienes entregan sus recursos económicos a la causa, aceptando sin vacilación sus donativos; tampoco tiemblan por el riesgo que corren encubridoras y espías; se les pide vestuario y alimentos; se permite que vayan tras los ejércitos sirviendo a los hombres que combaten, sin más armas que piedras y garrotes; toleran algunas amazonas que, vestidas como hombres, forman con los ejércitos patriotas. 9 Según Restrepo (2000), el modelo moral de este siglo puede ser analizado como la construcción formal y no f0n11al de una sociedad que fundamenta la relación entre sus miembros en la distinción de papeles sociales asignados teniendo en cuenta la
7
Coope r Thompson Ibid.
S
Aída Martínez Carreño, "Mujeres en Pie de Guerra", XI Congreso de Historia de Colombia, Universidad Nacional, Facultad de Ciencias Humanas, 2000.
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Aída Martínez Ca rreño, "M uj eres en Pie de Guerra", Op Cit.
pertenencia de clase, raza y sexo, buscando que sean imitados en procura de imponer y mantener el orden social. La sociedad tenía a la iglesia como pilar y guía en asuntos sociales y esta institución estaba preocupada por el incumplimiento de las normas y la moral cristiana en los estratos más bajos. 10 En la construcción de la nueva sociedad (pos-independencia) después del período revolucionario en el .cual las normas sociales fueron laxas frente a la presencia femenina en los ámbitos públicos, se retorna a los parámetros tradicionales aceptados y considerados como socialmente correctos. I I En 1819 el ejército del General Santander prohíbe la presencia de mujeres en sus tropas; la guerra no quiere en sus espacios a las mujeres-soldado. Desde entonces, y durante todas las guerras civiles del siglo XIX, las mujeres caminaron prestando innumerables servicios como abastecedoras, auxiliadoras de heridos, mensajeras y hasta animadoras del combate, pero a la retaguardia, prestas a servir a su marido o compañero, más temerosas del abandono que de las palizas. Marchar tras los ejércitos prestando auxilios fue una práctica tolerada; incorporarse a las fuerzas militares un hecho excepcional; llevar el uniforme una trasgresión. 12 Mujeres en la Guerra Civil de los Mil Días
"No es fácil la tarea de describir el papel de las mujeres en la guerra por una simple y fundamental razón: la guerra es una empresa de varones y en ella las mujeres siempre han sido concebidas como elementos accesorios, a veces obstaculizantes, para los que nunca ha alcanzado la tinta que ha escrito la historia". 13 Para ilustrar esta participación, en nuestro país, se puede tomar la Guerra de los Mil Días, momento histórico que vinculó directamente a las mujeres en el conflicto. Dos grandes núcleos de actividad concentran las modalidades de acción feme nina en esa contienda: como apoyo logístico y como combatientes. La primera de estas modalidades revela la más variada gama de acciones, desde las emprendidas en
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Diana Patricia Restrepo, "Mujeres imaginadas en el siglo XIX", XI Cong reso de Historia de Colombia, Universidad Nacional, Fac ultad de C iencias Humanas, 2000.
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Diana Patricia Restrepo, "Mujeres imaginadas en el siglo XIX", Op C ir.
12
Aída Martínez Carreño, "Mujeres en Pie de Guerra", Op C it.
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Carlos Eduardo )aramillo, "Mujeres en guerra, participación de las mujeres en los confl ictos c iviles", en Las Mujeres e n la Historia de Colombia, Tomo 11, Presidencia de la RepClblica, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 1995.
la ciudad por las damas de la sociedad hasta las cumplidas por las mujeres humildes en la retaguardia donde curaban, cocinaban, lavaban y surtían a las fuerzas con las mercancías de su comercio al detal. Como combatientes, tomaron las arnlas e hicieron la guerra, unas veces formando en los rangos con carácter de oficiales o soldados, otras marchando armadas al píe de la tropa asumiendo la lucha con el mismo ardor que los varones, funciones ampliamente descritas por Jaramillo (1995).14 La vinculación de las mujeres estuvo condicionada por la posición, el parentesco, los medios económicos, la clase social y la edad, había espacio para todas. Los roles fueron múltiples y entre los asumidos por las mujeres de mayor rango, inclusive "señoras distinguidas", fueron comunes la entrega de dinero e insumas, espionaje, servicios de postas, consecución de armamento, organización de hospitales de sangre, atención de heridos, fabricación de municiones, hechura de vestuario, auxilios locales a tropas en marcha. Apoyos simbólicos como bordar divisas, insignias y banderas, presentar homenaje a los generales y a los ejérc itos triunfantes, estaban ligados al concepto de feminidad. 15 Dentro de aquellas mujeres que iban con los ejércitos se encontraban las esposas o amantes que marchaban, muchas veces con sus hijos, junto a su compañero a quien atendían exclusivamente; mujeres libres encargadas de la comida y del vestuario de la tropa; mujeres que iban a la retaguardia prestas a montar negocios de suministro, bien sea de alimentos o servicios sexuales; espías o postas que actúan a ordenes de los jefes militares; milicianas que portan armas y participan en combate, algunas de las cuales llegan a obtener ascensos por acciones meritorias; enfermeras o auxiliares destinadas a hospitales de sangre. 16 Las razones de su participación
Los compromisos y papeles jugados por las mujeres van desde los más "naturales" y tradicionales -esposas y madres- desde los cuales, aunque formalmente marginadas de la política partidista y de la administración, hacían parte de un bando político (... ) Las mujeres entendían como parte esencial de la formación de sus hijos la
14 Carlos Eduardo ]aramillo, "Mujeres en guerra, participación de las mujeres en los conflictos c iviles", Op Cit. 15
Aída Martínez Carreña, "M ujeres en Pie de Guerra", Op Cit.
16 Aída Martínez Carrel''lo, "Mujeres en Pie de Guerra", lbid.
transmisión fiel y ardorosa de estas pasiones político-partidistas, llegando a veces hasta la toma del fusil y la formación en primera línea de batalla. Estas, entre otras razones, solas o combinadas, ataron indisolublemente los destinos de innumerables mujeres a las atrocidades de la guerra.! 7 El apoyo que las mujeres de los pueblos daban a los combatientes, de uno u otro bando, determinó acciones de castigo como la utilizada por un jefe conservador con las mujeres de Ambalema. Habiendo entrado una noche en la población, este jefe conservador hizo que sus soldados vivaran al partido liberal y a la revolución, con lo que las mujeres liberales salieron presurosas a mimar a sus hombres y a colmarlos de atenciones; allí fueron tomadas prisioneras y conducidas a la plaza principal, donde se les propinó lo que popularmente se conoce como "muenda".! B Sobre el volumen total de participación femenina en la Guerra de los Mil Días es difícil aventurar una cifra. Para el caso de aquellas que sirvieron de apoyo logístico cualquier esfuerzo es vano, pero en relación con las que marcharon con las tropas o hicieron parte de ellas han quedado algunos cálculos que las sitúan entre el 6 y el 22% de las fuerzas en campaña. Esta proporción varía de acuerdo con las regiones del país y con la intensidad del conflicto en cada una de ellas.! 9 Allí estuvieron y actuaron libremente. Sin embargo su lucha no aportó ningún cambio a su posición en la sociedad y la familia, no modificó las relaciones individuales de hombres y mujeres, ni obtuvieron derechos. En realidad ellas jamás lo habían pretendido, no lo buscaban; apenas lamentaban su condición de mujeres. lO Anotaciones Finales
Las dimensiones simbólicas relativas a la guerra y a sus actores son válidas tanto para tiempos pasados como presentes. Los imaginarios sociales y roles de género continúan teniendo implicaciones en las perspectivas de comprensión de situaciones como las que afectan a la población civil no combatiente. Las imágenes estereotipadas
17 Carlos Edua rdo Ja ramillo, "Muj e res en guerra, participación de las mujeres en los co nfli c tos civiles ", Ibid.
18 Carl os Edua rdo ]aramillo, "Mujeres en guerra, participac ió n de las muje res en los co nfli ctos civiles", Ibid. 19 C arlos Edu ardo Jaramillo, "Mujeres en guerra, pa rtic ipac ión de las muje res en los co nfli ctos civiles", [bid. 20 Aíd a Martínez C arreño, "Mujeres en Pie de Guerra", Ibid.
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del hombre en el campo de batalla y de la mujer protegida en su casa, distan mucho de la realidad cuando ella es víctima directa de las acciones de guerra o de los efectos de la destrucción de sus referentes de vida y del tejido social del que forma parte. Además, las mujeres no sólo son víctimas, también son actoras directas a través de su vinculación a las filas de uno u otro bando. 21 Otra dimensión importante de la guerra en relación con la vida de las mujeres es la violencia sex ual, que constituye una práctica aceptada por tácita tradición entre los ejércitos conquistadores. El culto a lo masculino que impregna a las instituciones militares es por definición antifemenino y, por lo tanto, crea un ambiente hostil a las mujeres. Los propósitos perseguidos con este tipo de violencia tienen profundas dimensiones simbólicas como afectar el honor del enemigo, humillarle y enrostrarle -como victoria y para desmoralizarlo- el no haber sabido proteger a sus mujeres. 22 •
Bibliografía CAILLO IS, La cuesta de la Guerra. jARAMILLO, Carlos Eduardo, "Mujeres e n guerra, participación de las muje res en los conflictos civiles, en Las Mujeres en la Histo ri a de Colombia, Tomo ll, Presidencia de la Repúb li ca, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 1995 . MARTÍNEZ, Carreño, Aída, "M uj eres en Pie de Guerra", XI Congreso de Historia de Colo mbi a, Universidad Naciona l, Facultad de C iencias Humanas, 2000. RESTREPO, Diana Patricia, "M uj eres im agi nadas en el siglo XIX", XI Congreso de Histori a de Colombia, Uni ve rsidad Nacional, Facultad de Cienc ias Humanas, 2000. ROJAS, María C ristina, "Las Almas Bellas y los G ue rre ros justos", en Revista En O tras Palabras, No 4, Mujeres, Guerra y Paz, Bogotá, enero-j unio de 1998. VELÁSQUEZ Magdala, "Notas pa ra la interve nción : Mujeres, Guerra y Paz", Se min ari o Lógicas de Paz, Lógicas de Gue rra, Universidad Naciona l, noviembre 24 de 2000.
2 1 Magdala Vclásquez, "Notas para la intervención: Mujeres, G uerra y Paz", Ibid . 22
Magdala Velásquez, "Notas para la interve nción: Mujeres, G uerra y Paz", Ibid .
Magdala Velásquez Oelegada de las Organizaciones de Mujeres al Consejo Nacional de Paz
Reflexiones sobre el
conflicto armado colombiano desde una mirada feminista ¿Una última oportunidad? CProbablemente esta no sea una pregunta tremendista; a juzgar por las circunstancias de la historia colombiana contemporánea, es plausible pensar que esta sea la última oportunidad que tenemos sobre la tierra para sobrevivir como seres humanos y como comunidad política. La sociedad civil, de la que formamos parte las mujeres, en sus variadas expresiones organizativas de clase social, étnica, política, religiosa, cultural, regional y generacional, en las actuales condiciones del conflicto armado colombiano, tiene la necesidad de trabajar a profundidad múltiples aspectos para posicionarse como interlocutora válida en el proceso de negociación. Y así, desde esa perspectiva, contribuir a la superación de las dificultades que históricamente se han presentado para lograr conversaciones
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fructíferas conducentes a concertar un proyecto de país en el que sea posible la vida digna, el pleno disfrute y desarrollo de las posibilidades humanas de mujeres y hombres, con capacidad para vivir en paz con los demás seres humanos y con la naturaleza. Las mujeres, como el resto de la sociedad civil colombiana, sufrimos la carencia histórica de una educación y una práctica democráticas y de una formación para la paz. Los imagina rios sociales que desde la derecha y la izquierda han rendido culto a la fuerza son reforzados por imperativos religiosos y dogmas políticos que creen que la sangre redime y es semilla, que los héroes son los personajes quienes por su disposición a matar y a morir han merecido y siguen mereciendo pasa r a la historia y que además quienes no están en esa categoría guerrera son personajes de segunda, cuya palabra es desmerecida.
Conferencia preparada para el Seminario "Lógicas de Paz, Lógicas de G uerra". Universidad Nacional de Colombia. Noviembre de 2000.
Es decir, como mujeres somos here~ deras, víctimas y en muchos aspectos coartífices de una situación que nos coloca en condiciones complejas para asumirnos en este proceso de búsqueda de la paz, de la negociación política del conflicto armado y de la construcción colectiva de ése proyecto de país en el que desde la diversidad, la diferencia y el conflicto, soñamos colombianos y colombianas . El intento de búsqueda de la paz ha sido precedido de otras tentativas y pro~ cesas parciales en curso desde hace aproximadamente 18 años. Han dejado aportes y fracasos que no podemos desconocer a pesar de los brotes de des~ esperanza y pesimismo tan frecuentes. El historiador Maleom Deas, analista de nuestra realidad, al referirse a la búsqueda de la paz, confiesa que una de sus limitaciones es el desgaste. La ex~ periencia tan prolongada de esperanzas y decepciones, de conversaciones y rom~ pimientos, hace que "la paz se presente como un rompecabezas, como un acertijo; la vía de la paz como un laberinto y el comentarista vanidoso aspira a salir de él bien librado como Teseo en el palacio del Minotauro: él o ella va a matar al monstruo y regresar con vida ... " (1) ("Laberinto de la Guerra" Francisco Leal, Compilador, TM, 1.999). En este sentido, es azaroso el abordaje que intentamos hacer desde este texto, con respecto al pensamiento
feminista contemporáneo sobre la guerra y la paz y sobre las mujeres en el proceso de paz colombiano, ya que como lo plantea Deas, existen rompecabezas
"sin solución alguna, laberintos sin entrada y sin salida", y el nuestro puede ser uno de ellos si no desarrollamos la creatividad reclamada por las circunstancias y que colocan la experiencia colombiana sin parangón en el mundo. Una primera dificultad es la concerniente a la ausencia de una sociedad civil fuerte y organizada, como base y fundamento de un sistema democrático. Es la otra cara de un estado débil demo~ cráticamente y por lo tanto tentado permanentemente por la inequidad, la corrupción, la ineficiencia, la arbitrarie~ dad y el autoritarismo. También es la otra cara de los proyectos políticos guerre~ ristas y autoritarios de izquierda y de derecha, para los cuales la democracia, con todas sus exigencias éticas y metodológicas, no forma parte de sus convicciones. De estas posturas tota~ litarias participan sectores del Estado y los demás actores del conflicto armado, quienes, por definición, tienen serios problemas con la libertad. En medio de su pragmatismo valoran la eficacia de las vías de fuerza para garantizarle a su pro~ yecto el orden, la sumisión, la obedien~ cia y el control total de las situaciones y de las almas de militantes, allegados y población influenciada. Evitan el debate, el disenso y la controversia.
La polarización social provocada por el modelo neoliberal en curso en el país que se expresa en políticas de recorte a la inversión social y a los derechos colectivos de los trabajadores y trabajadoras y la confrontación que desde el movimiento social y comunitario se viene dando, es otro elemento a considerar en este punto. Es particularmente problemático, tanto en el posicionamiento de la sociedad civil en el proceso de paz, como en las condiciones de posibilidad de transformaciones sociales y económicas que el país requiere para construir la paz con equidad social y de género. La situación reviste tanta gravedad, que los sectores sindicales se han retirado o no han aceptado formar parte de la Comisión Temática del proceso con las FARC y claramente le han hecho saber al Gobierno, a la insurgencia y a la sociedad civil que nadie los representa y exigen un estatuto particular para ser reconocidos en los escenarios de negociación. En la última década se vienen ubicando en la realidad nacional propuestas que coadyuvan a la construcción de sociedad civil, como eslabón clave en la cadena de construcción de la paz y de un país viable. Sin embargo, estas expresiones han tenido un alto contenido voluntarista de rechazo a la violencia, con pocas pretensiones políticas, lo que ha hecho que muchos esfuerzos y logros no consigan una continuidad y una incidencia eficaz
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en la transformación del contexto del conflicto para contribuir a sortear los obstáculos que se van presentando en cada coyuntura. En este mismo sentido, encontramos que la sociedad civil, a pesar de resultados tan importantes como los descritos, aún aparece a la zaga de las decisiones de los actores del conflicto, con poca a u tonomía y claridad metodológica y conceptual sobre problemas cruciales de las negociaciones abordadas en las agendas concertadas con las FARC-Ep, el ELN y el EPL. Las conductas asumidas por el estado colombiano y por algunos sectores de la insurgencia que dan cuenta de formas de desconocimiento o de subvaloración de la sociedad civil como interlocutora en el proceso de conversaciones y de negociación, corresponden a la teoría clásica sobre el tema, que invisibiliza a la población civil no combatiente. En éste contexto, los sectores históricamente discriminados: negritudes, indígenas, mujeres y jóvenes, estamos doblemente afectados por éste hecho, ya que tenemos la tarea de hacernos visibles también al interior de la sociedad civil. Todavía apreciamos en personas (hombres y mujeres) e instituciones del movimiento por la paz, dificultades en la cultura política y ética para que comprendan, por ejemplo, que la discriminación contra las mujeres afecta nuestra dignidad humana, constriñe y recorta la democracia, constituye violación a los
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derechos humanos y dificulta construir una sociedad capaz de solucionar pacíficamente sus conflictos. Una segunda dificultad es la relativa al ejercicio histórico de hombres y mujeres en una cultura en la cual la pertenencia a un sexo construye un universo de significantes que ubica en el lugar hegemónico del poder o en el de la exclusión. Una cultura en la cual las diferencias biológicas se convierten en la piedra angular de un sistema que excluye, margina, discrimina y nombra la diferencia como inferioridad y lesiona el ejercicio de la dignidad humana. Las mujeres en el mundo y en Colombia continuamos segregadas de los lugares de decisión y todavía no estamos incorporadas equitativamente al ejercicio cotidiano del análisis y las soluciones de los problemas sociales, aún cuando se han hecho interesantes esfuerzos en los últimos gobiernos. Desde el punto de vista de la construcción de la democracia participativa y del estado social de derecho, la discriminación contra las mujeres tiene graves consecuencias, puesto que invisibiliza a la mitad de la población, impide avanzar en acciones positivas que les permitan empoderarse y trabajar para abrir espacios de participación en la toma de decisiones, ampliar los existentes y auspiciar estrategias para lograr cambios culturales, éticos y políticos con respecto a lo que la diferencia, la igualdad y la diversidad signi-
fican en la comprensión de las sociedades contemporáneas y de los derechos humanos en el mundo de hoy. Todavía el paradigma de lo humano es lo masculino, no la diversidad y las diferencias que identifican cada género de la especie. Todo esto tiene graves secuelas en el terreno del diagnóstico, del análisis de las causas de la guerra y de las violencias y por lo tanto en la construcción de la paz como ejercicio colectivo de la dignidad y los derechos humanos. Incide también en los campos de la negociación, aplicación de acuerdos y soluciones. Esta hipótesis está demostrada en la actual coyuntura por hechos como la ausencia absoluta de mujeres en la Mesa de Negociación y la presencia de sólo dos mujeres en la Comisión Temática del Proceso que se adelanta con las FARC-EP; una nombrada por el Consejo Nacional de Paz y otra por el Consejo Gremial N aciona!. En el escenario de aproximaciones de la sociedad civil para la negociación con el ELN, hay dos mujeres, pero de la insurgencia no aparece ninguna, así mismo, los episodios colectivos provocados para hablar del tema en Maguncia y en Ginebra, han contado con un ínfimo porcentaje femenino. En cuanto a sectores civiles, vemos la propuesta construida por diferentes partidos políticos y el gobierno, como el Frente contra la Violencia. Es una expresión del anacrónico atraso de la dirigencia nacional que no invita a mujeres
probadamente destacadas de las corrientes políticas allí representadas y conforman un lánguido escenario de sólo varones. En el movimiento social y en el movimiento ciudadano por la paz, a p~sar de la enorme cantidad de mujeres que los integran, no están tampoco ellas en los lugares de toma de decisiones y por lo tanto no ejercen la interlocución como parte de la sociedad civil. Una tercera dificultad toca el terreno de la identidad de género masculina. Evidentemente, entre nosotros, el paradigma de la masculinidad tradicional ha hecho crisis, aún cuando la mayoría de los hombres no se haya percatado de eso. Si un país pierde, en menos de una década, la vida de casi doscientos mil varones, a manos de otros varones sin que haya suficiente alarma por ello, eso ya es una base suficiente para verificarlo. Otro elemento coadyudante para demostrar esta afirmación lo constituye el hecho del maltrato intrafamiliar, los principales agentes maltratadores son varones y las víctimas son mujeres, niñas y niños que forman parte de su entorno afectivo. Pero subsistimos en una cultura patriarcal, en la que la funcionalidad del machismo se sustenta en la subordinación de las mujeres y en la enajenación de los hombres en modelos de masculinidad que les exigen el ejercicio de la violencia como afirmación de su identidad y de su titularidad del poder. El heroísmo, no volver atrás, no pedir excusas, no
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llorar, no sentir, darlo todo hasta la propia vida por cualquier meta, desde la laboral, hasta llegar primero al cruce de la vía, en un universo infinito de competencias guerreras y de intolerancia, forman parte del imaginario social predominante sobre la masculinidad. Lo corroboran las dolorosas cifras anuales de las violencias. Éste paradigma de masculinidad dominante se ha convertido en nuestro país, en fuente de enormes sufrimientos para hombres y mujeres, para niños y niñas, para jóvenes y personas mayores de ambos sexos. La supresión que los varones hacen de sentimientos, necesidades, emociones y posibilidades, les impide acceder al "placer de cuidar de otros, a la receptividad, la empatía y la compasión, experimentadas como inconsistentes con el poder masculino". (2) (Michael Kaufman, 1.995 en Ser
Hombre, Editorial Kairós, 1.997). No es aventurado decir que para conseguir la paz en Colombia y lograr formas de convivencia respetuosas de la dignidad y las diferencias humanas es necesario atrevernos a desconstruir y construir nuevos paradigmas de masculinidad y feminidad. Es probable que la gran revolución del próximo siglo sea la de los hombres, al decir de Cooper Thompson, que reconozcan que "la masculinidad tradicional es una amenaza contra la vida" (3) (Ibid.) y que estén
dispuestos a dejar aflorar el espíritu viril en sus vidas.
Una cuarta dificultad es la relativa ausencia de convicciones pacifistas radicales. En nuestro país existen imaginarios sociales patriarcales que refuerzan y reproducen puntos de vista y sentimientos, se remontan a formaciones de tipo religioso de diversas iglesias y credos políticos tradicionales de izquierda y de derecha, rinden culto al martirio y al heroísmo. La reivindicación del martirio y el heroísmo son las formas más clásicas de justificación del exterminio sistemático de vidas humanas, la aceptación de esos dos polos potencia esta alternativa como reproductora del paradigma guerrero y depredador para ganar cualquier causa. Estar dispuesto a morir y a matar otros seres humanos es el supuesto básico de la guerra, renunciar al paradigma de humanidad es la vía expedita para el ejercicio de la crueldad que destierra la compasión, la capacidad de situarse en el dolor del otro o de la otra y garantiza la propia degradación humana. Otro elemento complementario a esta cuarta dificultad lo constituye el hecho de que tanto en los grupos de izquierda radical como en los de derecha extrema, ha hecho carrera, heredado del período de la guerra fría, la utilización de todas las formas de lucha, con la consecuente revoltura de la utilización de la lucha legal y la ilegal para lograr sus objetivos. Esto ha conducido a confundir el lenguaje y a que las cosas no se nombren significando lo que son, entre
nosotros circulan una serie de silencios, de maneras de no llamar las cosas por su nombre o de construir equívocos con omisiones respecto a determinados procederes y resultados. En Colombia se precisa construir una cultura que no haga concesiones sobre los mínimos vitales y éticos de los hombres y mujeres contemporáneos, sobre la irrenunciabilidad de la vida, colocando en primer término la certeza de que no hay causa alguna justificadora de la pérdida de una vida humana más, incluido el imperativo ético de proteger la propia vida, salir corriendo, esconderse y callar, forman parte de esta cultura. El pacifismo radical es neutral con respecto a los bandos de la contienda y se expresa a través de las conductas de la no violencia activa. Una quinta dificultad es la relacionada con el abismo comunicativo y de interpretación de las realidades del mundo contemporáneo entre la sociedad civil y el imaginario social que identifica a los grupos alzados en armas y en generar a los actores del conflicto armado. Se aprecia el rezago con respecto a los avances radicales ocurridos en el mundo, en estos últimos lustros, no solo respecto a las vías de transformación de la sociedad y sobre las formas mismas de la organización y expresión social que se dan en el mundo actual, sino sobre los cambios de las mentalidades respecto al amor, la vida, el sexo, el placer, la sal ud, el conoci-
miento, la conservación ambiental, lo público y lo privado, las relaciones entre hombres y mujeres, las identidades masculinas y femeninas, la homosexualidad y la heterosexualidad, las generaciones, las. etnias y las opciones religiosas. De otro lado, la sociedad civil y sus diversas propuestas de paz expresan un voluntarismo y una dificultad para colocarse en el lugar de los guerreros, de manera que presentemos propuestas y desarrollemos estrategias dialógicas que puedan ser recibidas por los actores del conflicto y se estab lezcan puentes comunicativos y pedagógicos adecuados. Este fenómeno fue calificado por Bejarano como una valoración asimétr ica de la realidad social, política y militar de cada una de las fuerzas enfrentadas, de modo que los argumentos éticos, políticos, morales, humanitarios y la misma movilización social, obtienen una nula receptividad mutua.(4) ("Laberintos de la Guerra." Op. Cit., pág. 313). Un encuadre necesario
Con respecto a la guerra, la paz y las mujeres es necesario partir de la fenomenología de la discriminación construida a partir de la lucha de los sectores excluidos históricamente del acceso a su reconocimiento como sujetos de dignidad humana. La cultura de la discriminación instaura un universo uniforme y tranqui-
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lizador que garantiza el orden de quienes detentan simbólica y prácticamente el poder, niega en sus principios fundantes la diferencia y la diversidad como datos humanos, por lo tanto, invisibiliza y degrada a las personas comprendidas en la categoría de lo distinto, de lo otro, de "lo que no es". Esta cu ltura atraviesa transversalmente la vida de las sociedades en su organización social, económica, cultural y política, se reproduce infinitamente y adquiere formas variadas en las expresiones de clase, étnica, regional, religiosa, nacionalidad y política. A este respecto, la constante de la discriminación que a su vez se manifiesta en todas las anteriores es la relativa al género, a la distribución del poder entre hombres y mujeres y se desplaza entre el universo de lo privado y lo público, es decir, que es omnipresente en las relaciones sociales. Los grupos discriminados, en estos últimos 25 años, han enriquecido filosófica, ética, jurídica y políticamente el universo de los Derechos Humanos, la democracia y la paz. Los principios clásicos de igualdad, libertad y participación han abierto sus horizontes a partir de nuevos problemas propuestos por la lucha de los grupos étnicos y raciales, de las mujeres, de los jóvenes Je ambos sexos, de las nacionalidades, de las personas homosexuales y de la lucha por la preservación del medio ambiente.
Las tensiones entre igu aldad, diversidad y derecho a la diferencia ambientan perspectivas nuevas al ejercicio demoCl-ático, al funcionamiento del estado de derecho y a los sistemas mundiales y regionales de derechos humanos, para ga rantiza r efectivamente su vigencia, su protección y su defensa. Las diferencias clásicas entre la realidad y la ley y entre la ley y las múltiples y variopintas aspiraciones de los grupos históricamente discriminados continúan sin ser resueltos, aún cuando se han hecho, hasta la fecha, importantes transformaciones culturales al interior de ellos como los procesos de empoderamiento, de as unción de sus identidades, de desarrollo de escuelas de investigación social que nombran, visibilizan, cuentan y plantean alternativas de solución a sus problemas y para la realización de sus proyectos vitales. Virginia Woolf, planteaba a principios de siglo, en Tres Guineas, una pregunta pertinente acerca de la dificultad de las mujeres para comprender la guerra y escribir acerca de ella puesto que ha sido una práctica masculina y su experiencia les es ajena; ella preguntaba:
"¿cómo entonces comprender sus problemas, cómo responder a sus preguntas, cómo evitar la guerra?" Para empezar a escribir y a hablar como mujeres sobre la guerra, es preciso nombrar barreras sexistas internas y externas. Muchos y muchas consideran
las referencias a los actores del conflicto desde una perspectiva neutral, es decir, no comprometida con los actores de la guerra lo que atenta contra la imagen de los grupos convencidos de que "adelantan una guerra sagrada contra un enemigo bárbaro". Y de otro lado, las mujeres y hombres de la guerra guardan en el silencio sus experiencias. Para M.R. Higownet, el ejercicio hecho por algunas de las mujeres de escribir hoy sobre la guerra, está precedido de una serie de tensiones resumidas así: Asumir que lo hacen porque tienen el derecho a saber y a escribir, "para
hacerlo deben confrontar una fetichización del conocimiento de la guerra inscrita en el cuerpo de los hombres como una medalla a través de sus heridas. Deben desafiar la noción de que el conocimiento de la guerra es y debe ser preservado a los políticos y a las víctimas de la guerra". Además el ejercicio mismo de esta escritura, aporta elementos para un análisis lingüístico que permite a las . escritoras deconstruir "las oposiciones
entre campo de batalla y casa detrás de las líneas, lo público y lo privado, la guerra y la paz, hombre y mujer. Exponen estos frentes como parte de una economía escondida -política, verbal y literal- cuyos beneficios dependen de las divisiones de la guerra. Estas interdependencias se vuelven manifiestas lingüísticamente como una complicidad entre un chantaje patriótico y un sacrificio de sangre." 1.993.
Una mirada histórica a las mujeres en la guerra
Desde el siglo XVIII, hasta la Segunda Guerra Mundial, las guerras europeas fueron guerras "limitadas" con respecto a las mujeres, niñas y niños. Federico el Grande de Prusia decía a mediados del siglo XVIII que, "si la guerra se dirige correctamente, la población civil no debería enterarse de que ha tenido lugar". Aún cuando estas normas se rompían algunas veces, en general, durante la primera guerra, las víctimas eran generalmente varones, la "generación perdida de que se habló después de la guerra en 1.918, se refería a los varones jóvenes; en esta época a causa de la guerra, se incrementó la población femenina." (6) (Historia de las Mujeres, Anderson y Zinsser, Ed. Crítica, Barcelona, 1.991, pág. 353). Al ser movilizadas por los gobiernos, las mujeres tenían que idear la manera de compaginar el trabajo de guerra con sus responsabilidades familiares. En Gran Bretaña, el gobierno alistó a todas las mujeres entre 18 y 50 años y desde 1.941 movilizó a todas las solteras entre 20 y 30 años, dándoles a elegir entre el trabajo de guerra (industria militar) o el servicio militar; en 1.942, en una encuesta, el 97 % de ellas estaba de acuerdo con esa política. Trabajaban en condiciones peligrosas en esas fábricas, por menos salario que los hombres que hacían lo mismo. Una ley de 1.939 establecía que
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las mujeres que fueran heridas o perdieran miembros en accidentes relacionados con la guerra se les debía compensar entre un 25% y un 50% de lo que se pagaba a los hombres. La ind,i gnación social hizo cambiar la regla en 1.943, pero no la que les discriminaba salarialmente. En la Unión Soviética, las mujeres participaron directamente en combates con las fuerzas armadas, en la artillería, servicio de tanques y regimientos de fuerza aérea. Más de 100. 000 soviéticas ganaron honores militares; a 86 se les dio el título de "Héroe de la Unión Soviética". Conformaron el Grupo Aéreo 122, compuesto enteramente por mujeres en 1.941: tres regimientos, combatientes, bombarderas y bombarderas nocturnas, realizaron 4.419 operaciones, 125 combates aéreos y lograron 38 victorias; Lily Litvak se hizo famosa como La Rosa Blanca de Stalingrado. En Colombia, según Tirado Mejía, citando a Jorge Holguín, entre 1830 y 1903 hubo 9 grandes guerras civiles generales, 14 guerras civiles locales, dos guerras internacionales, ambas con Ecuador, tres golpes de cuartel, incluyendo el de Panamá y una conspiración. Determinadas por su extracción de clase, las mujeres participaban de diferente manera en estas guerras que comprometían a la mayoría de la población. Las señoras tejían estandartes con leyendas cursis que decían: "Recordad que Aquel que venció al mundo en una cruz,
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os traza el camino que recorrió. Ya pusisteis la mano en el arado, no mires atrás. Seguid, seguid adelante y nosotras al llorar como las hijas de Jerusalén, oiremos vuestras palabras consoladoras que nos dicen: No lloréis por nosotros, llorad por los insensatos que persiguen nuestra fe y ahogan nuestros derechos". A falta de hospitales, los heridos y lisiados quedaban en manos de las mujeres en las familias de recursos económicos. Vesga y Á vila, lo registra afirmando que esto "daba lugar a que las mujeres mataran el tedio, ejerciendo el noble oficio de enfermeras y bordando ilusiones sobre el joven malherido. " Las mujeres del pueblo participaban de otra forma: iban de uno a otro campamento y en el del enemigo difundían falsas noticias y obtenían pólvora que llevaban a los suyos; las vivanderas sustraían alimentos de los enemigos para dárselos a sus tropas. Otras rendían servicios mixtos a la par que compraban armas a los enemigos para dárselas a sus amigos, rezaban para que el buen uso de estas mandara a los primeros a rendir cuentas ante el Todopoderoso. En combates y marchas, las vivanderas sufrían las mismas penalidades de la tropa: morían como ella, hacían la comida para los guerreros, cargaban con bagajes, rescataban y cuidaban a sus compañeros heridos y también peleaban duramente como soldados. En la masa campesina movida por el alcohol y acuciada por el fuete o la espada del oficial, el bambuco acompañaba la acción.
"
El licor y la nutrida participación femenina en los campamentos daba a estos un aspecto muy lejano de la disciplina de cuartel. En la desbandada liberal, tras la derrota en Santander, una carta describía así la situación: "las fuerzas revolu-
cionarias que pasaron el martes fueron contadas por mí y entre generales, oficiales, enfermos y tropa alcanzaron 900, doscientas mujeres y mil doscientas bestias." (7) (Aspectos Sociales de las Guerras Civiles en Colombia. Biblioteca Básica Colombiana, Tomo 20, Instituto Colombiano de Cultura, 1.974). María Martínez de Nisser, mujer de Sonsón, a la manera de Leonor de Aquitania que en el año 1.145 condujo una cruzada a Tierra Santa, organizó su propio ejercito con el permiso de su marido sueco, su confesor y su padre y con el respaldo de sus dos hermanos, salió a combatir para defender la fe c"ristiana amenazada; luego publicó sus memorias en 1.843. El historiador de la Guerra de los Mil Días, Carlos Eduardo ]aramillo, afirma que las guerras colombianas en el siglo XIX fueron entre 40 y 60 y concluye que, "no es fácil la tarea de describir o señalar el papel de las mujeres en la guerra, por una simple y fundamental razón: la guerra es una empresa de varones, y en ellas, siempre las
mujeres han sido concebidas como elementos accesorios, a veces obstaculizantes, para los que nunca ha alcanzado la tinta con que se ha escrito la historia. Hallar a las mujeres entre el humo espeso de la pólvora negra, el destrozo
de los machetes y la algarabía de los guerreros que dejan el miedo escondido entre sus cantimploras de aguardiente, es el resultado de una tarea lenta y prolongada, que más de una vez ha debido nutrirse con retazos breves y dispersos de la historia y la memoria popular. Es como armar un rompecabezas en el que muchas de las piezas no encajan y otras faltan." Por escasas que sean las noticias que tenemos sobre las mujeres en el panorama general de la confrontación, encontramos el rastro de su presencia en todas las actividades propias de la contienda y en todas las modalidades asumidas por la lucha. (8) (Las Mujeres en la Historia de Colombia, Magdala Velásquez, Directora. Editorial Norma, Tomo 11 Mujeres y Sociedad, 1.995, pág: 359 y ss.) Se llaman guerras postmodernas aquellas que se desarrollan dentro del período posterior a la segunda guerra mundial, en la llamada guerra fría y dentro de este período en la fase post colonial, es decir, después de los procesos de liberación de las colonias de los países del llamado primer mundo, en África, Asia y América Latina durante finales de los sesenta y principios de los setenta. Es importante traer a colación el hecho de que es precisamente en este período de fines de los sesenta, cuando se logra la aprobación en la Asamblea General de la ONU, de los Pactos de los Derechos Humanos, cuya consideración quedó aplazada desde el año de 1.948 y cuya
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entrada en vigencia sólo viene a ocurrir a finales de la década del 70. Es decir que podría afirmarse que la descolonización del mundo y la solución de las guerras y procesos de liberación nacional fueron el contexto de tensiones de poder que en el marco de la Guerra Fría aplazaron el compromiso mundial con los Derechos Humanos y la Paz. Solamente en la década del 90, a propósito de la Conferencia Mundial de Derechos Humanos celebrada en Viena, fue cuando se logró que los países industrializados firmaran los instrumentos de protección de estos derechos contenidos en los diferentes pactos y convenciones. En éste sentido, es importante saber que las guerras contemporáneas, calificadas como "totales" a diferencia de las clásicas, no se desarrollan en un "teatro" delimitado, conocido antes del siglo XX, donde los guerreros en el "campo de batalla" se enfrentaban cuerpo a cuerpo. Este hecho tiene diversas implicaciones en la afectación de la población civil no combatiente, en los imaginarios sociales y roles de género. De un lado, se transforman las imágenes estereotipadas del hombre en el campo de batalla y las mujeres protegidas en sus casas; ahora, ellas son las principales víctimas de la guerra: directamente en la guerra o como efecto de la destrucción de sus referentes de vida y del tejido social del que formaban parte. Pero de otro lado, las mujeres no sólo son víctimas, sino que también son
actoras directas, bien a través de la vinculación a las filas de uno u otro bando o a través del esfuerzo por apoyar u oponerse a la violencia tratando de sobrevivir en medio de la contienda. Este hecho es registrado precisamente por Radhika Coomaraswamy, Relatora Especial sobre la Violencia contra la Mujer, en su informe de 1.998, al registrar que cada vez más mujeres ingresan en las filas combatientes. Señala que por primera vez en la historia se ha acusado a mujeres de crímenes de guerra. Tal es el caso del genocidio de Rwanda en el que participaron activamente y algunas perpetraron actos de violencia sexual contra otras mujeres. La escritora Miriam Cooke afirma que las guerras post modernas revelan la negociabilidad de la guerra y del género como una de sus características definidas. Negociabilidad que se desarrolla a nivel del lenguaje y vuelve borrosos los límites entre el hecho y la ficción, entre el activismo y los escritos, entre la experiencia y su registro. Por esto invita a nombrar la presencia y el compromiso de las mujeres en el frente de guerra, con el objeto de corregir distorsiones necesarias para construir el mito de la guerra como una empresa de hombres. Propone como desafío a los estudios de género reducir el espacio vacío entre realidad y mito. (9) (Cooke, Miriam, 1993. "Woman retelling the war myth". Princeton University Press: New Jersey, pág. 177). Otro elemento que permitiría complementar este
panorama de transformaciones en la feminidad y la masculinidad en el escenario de guerra, es la trasgresión de códigos tradicionalmente asignados a la feminidad con respecto al cuidado de la vida propia y otros aspectos de la identidad femenina, o bien, la emulación en los patrones de la masculinidad guerrera asumidos por las mujeres en combate. En Colombia se calcula que en las FARC, el 30% de sus integrantes son mujeres jóvenes. Acá habría que retomar elementos aportados por la reflexión acerca de la psicología de la guerra. En esta perspectiva, es fundamental para la sociedad civil de mujeres, conocerlos, ya que nos ayudan a avizorar el futuro y a entender el presente del proceso colombiano. Al respecto, Lawrence Le Shan, plantea que "Cuando estamos en guerra, nuestra percepción de la realidad -de lo que somos, de lo que ocurre en el mundo que nos rodea-
es distinta a la que comúnmente tenemos en tiempos de paz. Cuando ocurre este' desplazamiento, la guerra se hace mucho más dificil de prevenir o de detener. El comprender cómo y por qué ocurre este cambio nos permitirá reconocer los signos que indican que una sociedad se está preparando para la guerra y apreciar qué debemos hacer para detener ese movimiento" (lO) (Lawrence Le Shan "La psicología de la Guerra. Un estudio de su mística y locura. " Editorial Andrés Bello, Ejemplar fotocopiado. Sin fecha). •
Florence T/wmas CoordinCldorCl del gntPO Mujer y SocieJClJ
Un reto para la democracia,
un reto para la paz: Feminizar el mundo CZln gran poeta francés, Aragón, escribió ya hace unas décadas, tal vez cuando Europa se trataba de recuperar de dos guerras mundiales, que "la femme est l /avenir de 1'homme"("la mujer es el porvenir del hombre"); y hoy, releyendo algunos pensamientos relativos al fin de siglo y de milenio, encontré una frase del teólogo brasileño Leonardo Boff que dice lo siguiente " .. .veo el despertar de una
nueva humanidad, una nueva civilización. Mucho más participativa, con mucho más veneración del otro, más acogida a las diferencias, más respeto hacia la naturaleza. Yo veo la emergencia de una nueva civilización planetaria, de un mundo que sabe integrar lo femenino, la dimensión del cuidado, de la ternura, de la defensa de la vida por más sencilla que sea". Podría añadir la tan mediática y conocida frase de Gabo en relación con su deseo de que sean las mujeres que administren el mundo en este presente siglo, pero a algunas mujeres ya nos está pareciendo sospechoso que los hombres estén dispuestos a entregarnos el mundo cuando lo volvieron nada y esté a punto de naufragar...
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En los albores del siglo XXI y de un nuevo milenio, en medio de la guerra, la muerte, los secuestros, las desapariciones, la constante violación de derechos humanos, la corrupción, la intolerancia y una dosis de violencia diaria que hace tiempo nos hubiera debido aniquilar, en medio también de una carencia de grandes utopías capaces de mostrarnos un camino esperanzador, urgen nuevas miradas sobre el mundo dentro de las cuales nos parece fundamental, entre otras, por supuesto, la mirada femenina. Más que nunca hoy, el mundo y particularmente Colombia, necesita a las mujeres, por lo menos a éstas que entendieron que el feminismo es un humanismo y hablo de este feminismo de hoy, del siglo XXI, ese que trabaja por el reconocimiento y la valoración de las diferencias desde marcos civiles, jurídicos y políticos de igualdad; este feminismo postmoderno que fue probablemente el primero en cuestionar el concepto de Sujeto del pensamiento occidental abriendo la puerta y dando la bienvenida a las diferencias, a todos los y las que no se reconocían en este gran sujeto de
la modernidad, ese gran sujeto que descubrimos más varón que universal, de raza blanca, burgués, judeo-cristiano y heterosexual, pero ante todo varón ... un varón que se decía moderno a pesar de no permitir el acceso de las mujeres (y de muchos otros grupos) a los beneficios de la modernidad; este feminismo que denunció la separación radical entre un universo privado sentimentalizado y un universo público racionalizado y que entendió que palabras tales como convivencia, tolerancia, respeto, solidaridad, equidad, paz y democracia -palabras tan utilizadas hoy en nuestro país- se tienen que practicar no solo allá en los escenarios políticos y los espacios públicos, sino ante todo en lo más invisible de la organización social: el espacio de lo privado, ese patio de atrás donde tratamos de encontrarnos, amarnos y convivir hombres y mujeres; si no se produce desplazamiento de lo público a lo privado, a partir del reconocimiento de que lo personal también es político, nos será de verdad muy difícil seguir creyendo en la democracia y mucho menos en una paz que sea capaz de extralimitarse de lo público a lo privado. Se trata entonces de darle una nueva oportunidad al mundo, darle un nuevo chance que significa, entre otras cosas, el valor de apostar a lo femenino. Es feminizando la vida y la administración del mundo que hombres y mujeres podremos seguir vivos y creadores; es
recuperando el profundo sentido andrógino de la humanidad que lo lograremos. y digo "feminizar" porque hasta ahora solo e! hombre se ha hecho oír; sólo e! hombre ha hablado y ha sido escuchado y reconocido como generador de cultura; solo él ha sido suj eto y principal referente del discurso ético, político, filosófico, científico y estético y, hasta hace muy poco, único sujeto de la modernidad puesto que las mujeres tuvieron que esperar por lo menos dos siglos más para ser reconocidas como ciudadanas. En este sentido e! hombrevarón había sido el único sujeto de la ilustración, del Contrato Social de lean ]acques Rousseau y de la Declaración de los Derechos de! Hombre y de! Ciudadano. Cuando Olimpia de Gouges trató de protestar por la total ausencia genérica de la mitad de la población en los enunciados de los Derechos de! Hombre y de! Ciudadano, fue guillotinada en 1794 por tanto atrevimiento. Definitivamente y a pesar del esperanzador grito de "Libertad, Igualdad y Fraternidad" los teóricos de la Ilustración y de la Revolución Francesa exigirían una mujer doméstica y domesticada que libere al ciudadano varón de las preocupaciones y tareas de! ámbito privado para que este pueda dedicarse al ámbito de lo público. Ni Poulain de la Barre (siglo XVII), ni Condorcet (siglo XVIII) ni Fourier, ni Stuart Mill (ya de! siglo XIX) pudieron hacer oír sus voces y fueron tildados de
utopistas pero sobre todo fueron burlados y rápidamente olvidados por sus ideas revolucionarias en cuanto a las mujeres. Por cierto, encontramos con ellos algunas de las más grandes tesis feministas eh cuanto a educación y sufragio de las mujeres, y reflexiones a menudo más radicales que las de Marx y Engels, quienes ni siquiera se atrevieron a poner en tela de juicio el matrimonio y las estructuras familiares ni mucho menos a visualizar, más allá de la infraestructura económica, la opresión más vieja e importante del mundo: la opresión de las mujeres. De hecho, desde Platón hasta Lacan, los hombres no han dejado de explicar todo, medir todo, enumerar todo y am1ar todo. Y cuando me refiero a am1ar todo, no pienso solo en lo público, lo político y en las mil y unas guerras que nos declararon en todos los rincones del planeta, sino que armaron también la palabra, la vida cotidiana, el amor y el erotismo. No dejaron ni un solo rincón virgen de poder y control. Todo o casi todo se llenó de una ideología guerrera que exilió e insensibilizó, cuando no arrasó, la diferencia, el otro, la otra, lo que llamamos hoy la otredad y que nosotras las mujeres llamamos la escucha, la contemplación, el gusto, el tacto, la caricia, la ternura y el cuidado como otros caminos para el conocer, el estar, el tener y en últimas para el vivir y generar cultura a partir de otras formas de sensi-
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bilidad y por consiguiente otros modos de pensar y conocer. Tal vez se trata de encontrar nuevas metodologías para construir futuro, metodologías capaces de generar nuevas subjetividades, nuevas prácticas de sí, nuevas prácticas sociales que nos permitan negociar nuevamente la vida. Definitivamente la Razón, está gran diosa de la modernidad, tiene un "bicho adentro" como lo mostró de manera tan contundente la filósofa Celia Amorós en su libro "Crítica de la razón patriarcal" . La razón no logró su ambición de universalidad porque no escapó a la mirada patriarcal y se volvió poco a poco una razón triste, utilitaria, excluyente y totalitaria, por no hablar de su casi total esterilidad al amor. Cuántas muertes a nombre de ella, cuántos genocidios, cuántas guerras, cuántos exilios, cuántas exclusiones, mujeres recluidas en conventos, mujeres histerizadas, satanizadas, cuerpos mutilados, sexualidades confiscadas; cuántas humillaciones, violencias ocultas y posibilidades negadas. No sé si estoy particularmente sensibilizada pero a veces no salgo de mi asombro frente al hecho de que nunca fuimos consultadas sobre los grandes ejes de la administración del mundo o -para citar un solo ejemplo¿acaso nos convocaron para participar en las mesas de diálogo y de negociación? ... y no quisiera con esto satanizar el mundo patriarcal ni mucho menos los hombres
que, a la hora de la verdad, pagan también su cuota de dolor en el mundo machista, porque yo sé que existe una profunda relación, todavía poco trabajada, entre poder, alienación y dolor, pero no me van a negar el increíble éxito de los valores guerreros de dominación, humillación y en últimas de muerte. Tomando solo un ejemplo de lo que entiendo por ideología guerrera, pienso particularmente en las imágenes distribuidas por los sistemas modernos de TV cable, parabólica, cine comercial, video y compañía. Innumerables historias finalmente todas iguales de las proezas de un Rambo, Terminator, Robocop, hombres de acero, vengadores, asesinos a sueldo, policías frustrados, gangsteres, mafiosos, justicieros, jueces corruptos, proxenetas, violadores, ejecutivos, millonarios con propuestas indecentes, todos estos héroes de la muerte, armados hasta los dientes que resuelven sus problemas entre alcohol, mujeres cómplices y a menudo mimetizadas en hombres o mujeres objetos del deseo masculino, eterno descanso de estos niños-super hombres que, entre guerra y guerra necesitan volver al universo materno con la ilusión de que siempre serán todopoderosos. Ahora bien, cuando hablo de feminizar el mundo, no me refiero a las actuales representaciones culturales de la femineidad que pueblan nuestros imaginarios colectivos. No es por supuesto a partir de una representación debilitada
y sufrida de lo femenino, de un marianismo o maternalismo todopoderoso en las conciencias que transformaremos el mundo. Tampoco hablo de ese nuevo modelo de mujer neoliberal o mujer mimetizada en hombre, disfrazada de hombre quien esta apareciendo con tanta fuerza en el mundo del trabajo y en los medios. Feminizar el mundo es abrir el camino y solidarizarse con este devenir femenino, esta nueva mujer que está surgiendo paulatinamente y a veces con bastante confusión, contradicciones y dolor. La feminización del mundo de la cual hablo se refiere a una mujer que apenas esta naciendo y cuyos contornos trataré de esbozar con el fin de que no la confundamos ni con la chica Cosmos, ni con las barbies que invaden cada año las vitrinas navideñas, ni con la señorita Colombia, ni con las mujeres guerrilleras que empezamos a descubrir con asombro, ni con la mujer ejecutiva de los mercados globalizados, ni con ninguna de estas mujeres que tuvieron que mutilar su imaginario exiliando sus pieles y sus palabras de mujer para disfrazarse de hombre. No, me refiero a otras mujeres en pleno devenir que ni siquiera conozco bien porque su presencia es todavía, en nuestro país, muy tenue, muy borrosa y necesita tiempo para afirmarse. A pesar de no poder hablar de ella con suficiente precisión sociológica, trataré sin embargo de darles alguna
presencia con el fin de entender mejor a qué me refiero con este concepto de feminización. Me refiero entonces a una mujer, nueva sujeta histórica y de derecho, naciendo tímidamente después de milenios de sumisión, silencio, presencia ausente o invisibilizada y de dependencia y abnegación sufrida e inútil, por lo menos para el mundo que queremos construir. Tenemos demasiadas experiencias y demasiados saberes para ofrecer al mundo, como para seguir abnegadas, sufridas y ausentes culturalmente. Es tiempo que nos reconozcan, es tiempo de levantar la voz, de caminar de la periferia al centro y de robarnos el show un rato; no para tomarnos el poder, porque de ese poder que tienen los varones, no queremos; solo soñamos y deseamos restablecer viejos equilibrios cósmicos entre hombres y mujeres. Una mujer dispuesta a pensarse a sí misma desde nuevos paradigmas, dispuesta a asumir la angustia que conlleva volverse sujeto histórico en el mundo, resignificando su existencia como género, ya no desde una perspectiva impuesta sino como nueva posibilidad capaz de derrumbar la percepción de la mal llamada "natural" jerarquía entre los sexos o cuestionar la tradicional y tajante división sexual del trabajo y de los espacios públicos y privauos. Una mujer generadora de cultura, de sentidos y no solo progenitora de hijos e hijas como desde siempre.
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Una mujer que sabe que la humanidad espera hoy que no solo sea buena madre sino que aprenda ante todo a ser una mujer desculpabilizada, feli z y autónoma a partir de una maternidad escogida. Es decir una maternidad opcional que la volverá capaz de proponer, a partir de su inagotable paciencia cósmica para tejer la trama de la vida cotidiana, otras maneras de administrar el mundo, generando así un nuevo sentido, una nueva eticidad a la misma maternidad, pero sobre todo a la feminidad . Para ello tendrá que re-encontrarse con su imaginario, este imaginario femenino tan ausente en una cultura misógina; tendrá que reencontrarse con su memoria, su historia y sus múltiples prácticas y experiencias de vida que fueron silenciadas a todo lo largo de la historia, única manera de volverse capaz de transformaciones difícilmente imaginables desde parámetros funcionalistas de una sociedad basada en la competitividad, el consumo, la velocidad, el individualismo y el poder. Una m ujer quien, por consiguiente, rompe el paradigma de una feminidad obligada y asignada desde un ordenamiento patriarcal, este que no connota sino esposidad, maternidad y domesticidad; una mujer que, en últimas, se había vuelto cómplice y hasta mediadora de una ideología extraña a ella misma, hablando un lenguaje que la traicionaba, un lenguaje del exilio y soportando inconscientemente la infidelidad má s grave que
pueda existir: la infidelidad consigo misma a partir de un cuerpo satanizado o histerizado y de un imaginario exilado en una patria que no le permitía expresarse, (por algo la patria no se llama " matna . " ... ) Una mujer que se construye hoy como un ser de sí para el cual se vuelve esencial afirmarse, reconocerse a sí misma y tener límites porque solo puede existir diálogo y por consiguiente convivencia y receptividad del otro a partir de una profunda certeza de sí. Sólo desde el propio reconocimiento es posible llegar al otro. Solo puede existir proximidad en la discreción de lo lejano. Y para las mujeres ese ejercicio de la afirmación de sí misma es fundamental. La maternidaddomesticidad como único proyecto de vida redujo a las mujeres a cumplir una función de espejo para el amor a sí mismo masculino, volviéndolas además cómplices de hombres tan narcisistas como vulnerables, eternos despechados disfrazados de hombres duros jugando a la guerra para ocultar mejor su insoportable miedo a la castración, cómplices también de estos héroes inútiles que terminan todos en la cárcel o en el cementerio olvidándose que la vida está en otra parte. Solamente poniendo límites a su histórica y tan nombrada ética del cuidado, podrá participar sin perderse a sí-misma. Una mujer que, después de siglos de encierro en el patio de atrás donde había aprendido a vivir sus desgracias en
silencio y soledad, como redimiéndose de una culpa oscura y probablemente bíblica, aprende poco a poco a colectivizar y politizar sus vivencias con la convicción que -como dice Harma Arendt- "sólo
descubrimos quienes somos en el proceso de revelarnos ante los otros" construyendo nuevos vínculos de solidaridad, complicidad y "sororidad" con otras mujeres. Una mujer que descubre así nuevos espacios, nuevas maneras de hacer política, una política que parte de sí misma, que no olvida el cuerpo, lo vivido, la experiencia; una mujer que aprende a colectivizar y socializar lo privado visibilizando científicamente su historia, permitiendo que se redimensionen campos de trabajo que habían quedado en la oscuridad y por consiguiente intocables para la ciencia social. Para que la política no siga siendo un asunto de hombres con mujeres uniformadas de hombres, para que las mujeres se visibilicen como tal en el ejercicio de la política, es necesario ser reconocidas, o más exactamente, hacerse reconocer desde sus diferencias existenciales y particularmente desde la diferencia sexual, la más irreductible de todas. Una mujer participativa que ya sabe que existen asuntos e intereses que solo las mujeres están en capacidad de pelear. Una mujer que entiende que no puede seguir siendo considerada como huésped en su propia país, alberga la convicción que tiene cosas que decir que solo ella, desde sus vivencias existenciales, puede decir.
Una mujer que, en el campo del amor, deberá poco a poco aprender a deconstruir los paradigmas masculinos que sustentaron durante siglos la sexualidad y afirmar una erótica femenina desde una re-conceptualización del placer femenino, una re-ubicación de los sujetos y objetos de deseo y un análisis histórico de los viejos pactos de fidelidad y conyugalidad pues la ideología patriarcal no había dejado por fuera la sexualidad; más aún podríamos afirmar que el lugar privilegiado del ejercicio del poder patriarcal ha sido probablemente el cuerpo de las mujeres y la sexualidad femenina. Por supuesto, reconstruir una nueva ética del amor es un ejercicio fácil de enunciar pero sumamente difícil de poner en práctica. Es como olvidar que sabemos leer y, a partir de una nueva clave, aprender nuevamente a descifrar el mundo empezando por descifrarnos a nosotras mismas, partiendo de nosotras mismas por fin liberadas de la obligación de justificarnos desde un sistema simbólico que nos había inscrito desde los imaginarios masculinos. Significa, entre otras cosas, liberarnos por fin de ser pensadas, representadas e inscritas en la cultura por los hombres. Hoy y gracias a la anticoncepción, la sexualidad femenina reafirma su posibilidad de transgredir la biología y este hecho permite hoy día a las mujeres separar definitivamente y por fin la
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reproducción de la sexualidad. Se abrió una puerta para nuestra emancipación y se nos posibilitó pensar en un erotismo nuestro; un erotismo de piel, de sabores, de olores, de silencios y palabras; un erotismo lento, difuso y polisémico; un erotismo absolutamente inaugural en la historia de la sexualidad occidental oficial -es decir masculina- que nos ofrecía como único premio el orgasmo; un orgasmo definido por los hombres desde una libido exclusivamente masculina; Hoy día existe un nuevo sujeto de deseo en el escenario amoroso y este nuevo sujeto de deseo se llama mujer. Una mujer que tiene que hacerse escuchar sin miedo por la cultura y por los hombres, que tiene que ser escuchada con humildad, respeto y con el convencimiento de que estamos enriqueciendo la dimensión de lo humano abriéndola a lo femenino; sino las puertas del amor se nos cerraran dolorosamente a hombres y a mujeres. Y nosotras las mujeres no podemos pensar en la paz, no podemos pensar en la democracia sin pensar el amor. Y en esto seremos radicales. Estamos en mora de construir una nueva ética del amor. Sólo esta mujer, visible, afirmativa, autónoma, participativa y transgresora, en otras palabras, empoderada, puede entrar por fin en los circuitos de la cultura porque tiene acceso al saber, al poder y a un deseo propio desde el cual se piensa por fin a sí misma.
Sólo esta mujer será capaz de hacer valer sus diferencias desde marcos políticos de igualdad y se volverá portadora de un nuevo mundo desde una nueva ética de la diferencia sexual. Sólo desde esta feminización podremos construir una humanidad reconciliada a partir de una ética capaz de dejarse impregnar de femineidad. Sólo desde una epistemología de la complejidad, de las ambigüedades, incertidumbres y de la sospecha, podremos quizás abandonar esta ética patriarcal de las exclusiones, los exilios, las orfandades y las guerras, ética que nos gobierna desde hace siglos. Aceptemos por un tiempo, hombres y mujeres, ser mutantes y fragilizados frente a realidades desconocidas superando las nostalgias del pasado. Las mujeres
tienen todo para inventar, todo es inaugural para ellas. En esto consiste su libertad hoy. Y no habrá marcha atrás. Por lo menos lo espero. Tomemos este nuevo devenir femenino y su inaugural palabra en serio como reflejo de una nueva presencia específica al mundo y no como desde siempre, como una palabra-síntoma. Aceptemos la angustia del ajuste de nuestras relaciones de género, de nuestras relaciones con los hombres a sabiendas que no serán siempre armónicas ni anunciadoras de un paraíso perdido, sino concurrentes y antagónicas a la vez. Pero solo dándole su oportunidad a la diferencia sexual, enriqueceremos la cultura permitiéndole hacerse nuevas preguntas que eran imposibles desde una única mirada patriarcal y una racionalidad masculina. La feminización del mundo es una realidad histórica, no la despreciemos. Para darle un chance a la paz, apostémosle. •
Manha López Filósofa . Directora delln stiww Guillenno Ca no de Derechos Humanos - ESA P
Individuo y subjetividad
femenina CJ!Oy por hoy se puede afirmar que el pensamiento es una fuerza nómada, es una potencialidad que extrae de la marginación su razón de ser y la capacidad de inventar y crear. Si antes el pensamiento se circunscribía a un sujeto adecuado a una realidad apropiable, hoy se puede decir que el pensamiento es molecular y está atravesado por afecciones y pasiones capaces de accionar los cuerpos y el deseo, además de afirmar que el paradigma actual es protoestético; ya no es la estructura, ni los sistemas, no es la cibernética lo que permite ver y construir la realidad, es el flujo y la fuerza que combina el caos, la alteridad y el cosmos, aquello que hace la mirada contemporánea; así se abre paso un universo que permanentemente se reconstruye y se retroalimenta en los límites. El pensamiento actual -donde confluyen la física, la química, la biología, la antropología, la filosofía, la psicología etc.- indaga de modo prioritario por la subjetividad y, al hacerlo, los seres humanos, no sólo nos pensamos sino también indagamos la diferencia que nos constituye y nos transforma. La idea del Sujeto no puede disociarse de la idea de ciudadanía; mejor aún el ciudadano como entidad individual y privada no podría existir sin la consideración filosófica que provee la metafísica occidental y la figura de la representación: el sujeto enfrentado a una realidad dada. La relación sujeto-objeto que ha valorado la filosofía está basada en una idea del ser; de sujeto cognoscente y de mundo dado; esta imagen representativa ha estado presente y ha itinerado en el pensamiento occidental sesgando las proposiciones de verdad a un lado o al otro y asignando la prioridad ya al sujeto ya al objeto según se trate del idealismo o el materialismo. El ciudadano medio, el que reconocen los derechos humanos proviene de la ciudad. Fue la polis, el estado-ciudad griego el que inventó el ciudadano como parte de la polis, participando en los cargos públicos y en los honores debidos a su condición no exenta del respaldo económico que significaba su autonomía e independencia. Cuando aparecen las ciudades medievales son los comerciantes y artesanos los que son reconocidos como ciudadanos y la ciudad, validando la idea de ciudadanía, respalda la dignidad que se le atribuye. Posteriormente son los burgueses quienes los sustituyen en su función de ciudadanos, destacando el burgo como lugar de lo público
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-opuesto al castillo y al monasterio- en el afán que motivó a la época para impugnar doblemente a los nobles y al cleto. Reconocer que el Sujeto cognoscente y la idea de ciudadanía están unidos indisolublemente, confirma h as ta que punto la Revolución Francesa señaló la razón como materia común para definir lo humano. Además fue la razón la que se esgrimió para diferenciarnos de los animales y de las demás bestias incapaces como eran de acudir a la dignidad humana inalienable; este fue el distintivo más exaltado para argumentar la ciudadanía, esos ciudadanos que Hegel definió como "personas
privadas que tienen como objetivo su proPio interés". Además, si nos remontamos a épocas precedentes y si consultamos la maquinaria del biopoder al que se refiere Foucault, tales "personas privadas" son el resultado de una construcción tortuosa: la operación dual, macro y micro política de dispositivos disciplinarios para gestionar las poblaciones, producir y reproducir un orden normatizado de lo humano. El interés del bio-poder y de la gubernamentalidad es la producción de un sujeto normal: el llamado ciudadano medio. El poder burgués pone en obra una tecnología política especifica que extrae información sobre los individuos; sí, en la época del Antiguo Régimen, el único que tenía biografía era el soberano. Quien ejercía el poder dejándose ver. Cien años mas tarde, los que tienen biografía son los locos, los delincuentes, las minorías; cuanto más objetivado/a estás más biografía tienes. La forma del poder moderno, el movimiento m.ediante el cual el poder se ejerce (y se sabe que el poder tiene una marca patriarcal al igual que el Estado), no es mediante el suplicio como antiguamente se hacía, es mediante la vigilancia constante: vigilancia presente en la familia, la escuela, el taller, el hospital, la prisión, la institución religiosa, perpetuada con las pedagogías que se practican; el panóptico de Bentham es ejemplar para explicar el tema. I
El panóptico es una clase de arqu itectu ra q ue permite un tipo de ejercicio del poder del alma sob re el a lma; e l panóptico es un edificio en forma de anillo en medio del cual hay un patio con una torre en el ce ntro. El an illo se divide en pequeñas celdas abiertas tanto hacia el inte rior co mo hacia el exterior. En cada una de estas pequeñas celdas se encontrará, en función de la finalidad de la institución, un niño que ap rende a esc ribir, un obrero que trabaja, un prisionero en vías de corrección, un loco qlle vive su locura. En la torre centra l es tá un vigil ante. Como cada ce lda da a la vez al interior y al ex terior, la mirada del vigilante puede contempl ar toda la celda, no hay ningún punto osc uro y, por consiguiente, todo lo que el individuo hace está expuesto a la mirada del vigilante que observa a través de las celosías casi cerradas de tal modo que lo puede ver todo sin que, e n contrapartida, nadie lo pueda ver a él. Miche l Fo uca ult, Estrategias de poder, vo lumen 11 , Barcelona, Paidos, 1999, pág. 227.
El poder también opera en nosotros/as mismas, es el diagrama micro político mínimo, cuando todo hombre y toda mujer intenta reconocerse ante el espejo como sujeto normal; existen tecnologías del yo desde la confesión y el monólogo interior para asegurar desde la culpa y la voz de la conciencia, la vigilancia sobre uno y una misma. Además de individual, el sujeto moderno está construido por la indagación rigurosa sobre la sexualidad humana; se puede decir que la sexualidad es un invento moderno (que deja atrás la lujuria, lo que se denominaba anteriormente concupiscencia) La sexualidad es distinta de la concupiscencia en la medida que el control de la natalidad no se aplica con la concupiscencia, ni con la lujuria. Igualmente las brujas no podían ser definidas como histéricas sino como poseídas en la época del genocidio realizado en el medioevo contra las mujeres; son dos enunciados que responden a códigos distintos. La maquinaria del bio-poder conduce a la producción y reproducción de un ser humano "macho, blanco, heterosexual, guerrero, exitoso y depredador", el llamado ciudadano medio, que al juzgar por su comportamiento, no está tan alejado de estos calificativos, entre otras cosas por su disposición al consumo y alguna mínima e intermitente filantropía al respecto de los necesitados, que para el caso colombiano suman ya más de 19 millones de pobres. La nueva fe moderna está basada en la racionalidad entendida como proceso y desarrollo, igualmente obturada por dos agentes disciplinarios, la economía capitalista del mercado y el aparato estatal burocrático. Las leyes del mercado imponen el egoísmo global modelado por el interés de las finanzas mundiales y el Estado burocrático generaliza la cultura por lo bajo destinando a los expertos la función del plan estatal. La supeditación de la cultura al servicio del Estado es la traducción de la nueva fe moderna que ha potenciado la razón y la moral bajo la impronta de la conciencia, como forma única de expresión. Es posible decir que los conceptos de Estado-nación e individuo se retroalimentan permanentemente. Sentimientos de lealtad a la patria y fetichización colectiva al respecto de la identidad nacional, operan eficazmente desde la Revolución Francesa que hizo énfasis en la razón e incluyó los nuevos derechos del hombre como soporte para definirlos como iguales en tanto miembros de una nación. Las guerras nacionales actuales ponen en evidencia hasta dónde puede llegar la fuerza del imaginario que potencia lo nacional como una versión del individuo. "Lo malo del nacionalismo no es el deseo de autodeterminación en sí, sino esa ilusión epistemológica de que nadie puede encontrarse en casa ni sentirse comprendido sino es
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entre sus iguales absolutos. El error nacionalista no está en el deseo de mandar en su casa, sino en creer que allí solo merece vivir su proPia gente". 2 El poder actual es global y mayoritario, se enmascara permanentemente; resulta significativo constatar que pese al esfuerzo de las mujeres por posicionarse en lo público (espacio masculino por excelencia), la inequidad en términos sociales, económicos y políticos es evidente. El poder se territorializa en el Estado, la falla de una organización mundial como Naciones Unidas consiste en que une formaciones del mismo tipo, por ejemplo: Estados. Una auténtica organización mundial sería aquella capaz de darle importancia a lo heterogéneo, vinculando sociedades nómadas, comunidades "primitivas", orga~ nizaciones multinacionales, sociedades urbanas. No hay un solo Estado en el mundo que no esté comprometido hasta la saciedad con la violación de los derechos humanos y la creación de la miseria humana. Existe un mercado universal focalizado en los Estados como bolsas de poder y decisión desde los cuales se garantiza la inequidad y la miseria. De ahí la importancia de la subjetivación, la indagación sobre la posibilidad de darnos un sí mismo/a distinto al individuo que tenemos, ya que las identidades son construidas persistentemente por el bio~poder. La subjetividad es un territorio exis~ tencial ético y estético capaz de resistir a la maquinaria de muerte y devastación que vivimos, la subjetividad surge de la pregunta por lo minoritario ~las mujeres, las étnicas indígenas, las negritudes, los jóvenes, los niños/niñas, los locos, aquellos a los que siempre se dejan afuera del reconocimiento social y simbólico~, si el ciudadano nació en Grecia, la subjetivación también fue inventada allí; el proceso de subjetivación tenía que ver con la posibilidad de pensar la relación de poder entre hombres libres, hombres que gobernaban a hombres libres; para los griegos, era digno de gobernar,. quien había alcanzado el dominio de sí mismo; "no es el dominio del saber, tampoco se refiere a las fuerzas coactivas del poder, se trata de lo que ellos llamaron facultativas, relación consigo mismo, el mejor será el que ejerza el poder sobre sí mismo", es decir, que los griegos inventaron un modo de existencia estético plegando la fuerza que se ejerce con los otros, hacía sí mismo. J
2
19natieff, Michae l. "El honor del guerrero" , Guerra étnica y conciencia moderna, Taurus, Madrid,
1999, pág. 6l. 3
Foucault, M; Estética, Ética y hermenéutica, Editorial Paidos, Volumen pág. 393 y ss.
m,
Barcelona, 1999,
La subjetividad es un modo de individuación diferente al individuo; el concepto de individuo depende de una idea del tiempo y espacio fijos: "pasado, presente y futuro"; "infancia adolescencia, adultez, vejez y muerte"; además podría decirse que el soporte psicológico del individuo (como lo vio Freud) es la noción del yo basado en el narcisismo primario. Existe una estrecha relación entre la intolerancia y el . narcisismo y podríamos llegar a la conclusión practica de que serramos más tolerantes, más capaces del reconocimiento del otro/a en la medida del despojo del yo, si nos quisiéramos un poco menos, porque la ruptura de los estereotipos sobre el prójimo sólo es posible cuando podemos prescindir de nuestras fantasías sobre nosotros/as mismas/os. "Las raíces de la intolerancia se hunden en la tendencia a sobrevalorar la identidad propia, entendiendo por sobrevaloración, la creencia de que no tenemos nada en común, ni nada que compartir con nadie. En el núcleo de la obsesión hay una fantasía de pureza, de un espacio cuyos límites nunca se pueden cruzar". 4 En contraste con el individuo, la subjetividad es un modo de individuación propiamente dinámico, un movimiento propio, un espaciamiento dinámico y en variación constante que permanentemente se transforma; es un dinamismo energético espacio-temporal capaz de afectar la existencia y la propia vida. La subjetividad no es individual, es grupal y puede inducirse de manera colectiva; responde al ejercicio de una máquina abstracta, sustancia de expresión que opera no sólo en los dominios del lenguaje, sino en dominios no verbales, biológicos, tecnológicos y estéticos. Esta maquina abstracta llena de caos y de alteridad da lugar a lo posible en la medida que es capaz de retroalimentarse para evitar la catástrofe, es decir, la muerte. Se denomina también ritornelo al modo como los pájaros crean un espacio virtual y musical, un territorio aéreo. Este territorio existencial está jalonado por un espacio-fuerza y un tiempo-fuerza que mantiene en estado de alta intensidad. Considerarse individuos/as es considerarse unidad; considerarse unidad implica asumir que el cuerpo está limitado por la piel y que responde a una división arbitraria de órganos y funciones circunscritos a un modelo estructural y orgánico. Si Spinoza señaló que "nadie sabe lo que puede el cuerpo", el pensamiento de las mujeres ha sabido valorar la potencia que nace de la corporeidad para enfrentar la racionalidad moderna, la capacidad de ser afectados/as que concierne a lo humano por encima del conocimiento abstracto y formalizado que desvirtúa y excluye el cuerpo y lo desprecia.
4
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I en Otras palabras ...
Ignatieff, Ibid, pág. 64.
La subjetividad enfrenta la unidad y la conciencia del yo, recordándole al psico-análisis que no estamos divididos/as en conciencia e inconsciente, que no se trata sólo de dos personajes dentro de nosotros/as mismas uno de los cuales tienen visos monstruosos. Más aún, la pregunta por la subjetivación ha mostrado la multiplicidad de voces que nos habitan -voces cósmicas, voces animales, moleculares-, además de evidenciar que en la ensalada de palabras que pronuncia el esquizofrénico, se manifiestan varios modos de individuación que muchas veces no consiguen comunicarse entre sí. Somos muchos y muchas dentro de nosotros/as, como decía Borges: "Como
Camelia AgriPpa somos dioses, demonios, héroes, traidores, lo cual es una manera angustiosa de decir que no somos". En un hombre están presentes todos los hombres, el ser humano es lo más pavoroso en la medida de los seres múltiples que nos constituyen, y para bien o para mal es la diferencia la noción última que nos define. "Somos un río, una corriente de aire, una enfermedad, una promesa", somos un estado de alta intensidad capaz de mutarse permanentemente y devenir una opción insospechada de vida, siendo la individualidad precaria y sólida que tenemos lo que se llama identidad. Introducir el cuerpo en las ideas ha sido la apuesta más lúcida de las mujeres; ello ha permitido pensarnos en la diferencia y resistir al patriarcalismo, a la guerra y a las fuerzas molares de la muerte. Cuando Hanna Arendt nos dice, refiriéndose a la proscripción de los judíos,
"Perdimos nuestra casa que representa la familiaridad de la vida cotidiana, perdimos nuestro trabajo que representa la confianza de ser de alguna utilidad en este mundo. Perdimos nuestra lengua que representa la espontaneidad de las reacciones, la simplicidad de los gestos, la expresión sincera y natural de los sentimientos. Abandonamos a nuestros . parientes en los guetos polacos y nuestros mejores amigos han sido asesinados en los campos de concentración lo que significa el quebrantamiento de nuestras vidas privadas"; señala la comprensión de lo que nos pasa y esta indagación se convierte en un requerimiento irrenunciable. 5 La comprensión "no significa negar la atrocidad, deducir de precedentes lo que no los
tiene o explicar los fenómenos por analogías y generalidades tales que ya no se sientan ni el impacto de la realidad ni el shock de la experiencia; ni negar su existencia, ni someterse
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Hanna Arendt, Nosotros, los refugiados, enero de 1993 , en Archipiélago No. 30, cuadernos de crítica de la cultura, Madrid , 1997, pág. 100.
mansamente a su peso, significa mas bien examinar y soportar conscientemente la carga que nuestro siglo ha colocado sobre nosotros. La comprensión es un enfrentamiento atento y resistente con la realidad, cualquiera que sea o pudiera haber sido ésta".6 En éste debate sobre género y democracia no se niega la necesidad que tienen las mujeres y los excluidos de todos los colores de posicionarse en los cargos públicos, . ni tampoco la necesidad de abogar por los derechos de las humanas como diría Marcela Lagarde, se trata más bien de alertarnos mutuamente sobre la tarea ciclópea a emprender para resquebrajar el poder descomunal del patriarcalismo y del biopoder que nos invisibiliza permanentemente. La exclusión de las mujeres, la violencia contra las mujeres es una acción mayoritaria y global que nos deja sin opción cuando se trata del reconocimiento simbólico y cultural. El sujeto mujer no es posible a menos que queramos la igualdad con los hombres, y ¿quien quiere ahora la igualdad con un ser humano como el que valida el ejercicio de la cultura del desarrollo y del progreso que tenemos? La utopía de ser mujer, el no tener lugar en el ser ni presencia simbólica en la cultura es lo propio de nuestra condición femenina; quizás es esto lo que propulsa la esperanza, la capacidad de inventar y de crear el digno reconocimiento que somos mujeres y que el deseo de las mujeres sobrepasa el orden de lo admitido como posible; hace que podamos devenir otras en términos de lo nuevo, al igual que los judíos, tendrían que reconocerse como apenas humanos en el contexto de una llamada civilización donde la humanidad es un papel y los seres humanos en tanto seres humanos han dejado de existir desde hace tiempo, porque "la sociedad ha descubierto la discriminación como la mejor arma social para asesinar a un ser humano sin derramar sangre, porque los pasaportes o las partidas de nacimiento e incluso a veces los recibos del impuesto sobre la renta, ya no son documentos oficiales sino cuestiones de distinción social". 7 Interrogar el devenir mujer implica interrogar la ética, la resistencia y la memoria. La ética en cuanto es necesario afectarnos del modo que responda a la potencia de nuestros cuerpos. La resistencia en cuanto seamos capaces de hacer visible el estupro y la violación de los derechos humanos de las humanas como obra del patriarcalismo, el biopoder y la guerra hecha por los señores de las armas y por los guerreros de todas las pelambres empeñados en enriquecerse a cualquier precio. Y la memoria
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I en Olre,\; pelebre'\; ...
6
H anna Arendt, La autoridad en el siglo XX, Archipiélago, pág. 90.
7
H annah Arendt, Nosotros los refugiados, enero de 1993, en Archipiélago No. 30,1997, pág. 100 y ss.
en cuanto seamos capaces de reconocer la función realizada por las propias mujeres que nos antecedieron, apropiándonos de ese sentido libre de la autoridad no subor~ dinado al poder o al orden social. Autoridad se deriva de augere "aumentar" y de autor o "fundador", aquello que aumenta la autoridad es la fundación; quien funda se diferencia del artífice que pone en obra la invención y la hace perdurar y permanecer. Se podría decir que se emplea la fuerza cuando desaparece la autoridad que es otorgada por los/as demás como un acto libre y no forzado. La autoridad hace crecer, aumenta la potencia con las cosas y con el mundo. Podría decirse que la memoria se refiere a esa fundación encarnada en el pensamiento de las mujeres cuya fuerza perdura. Como mujer que ha vivido de frente el carácter de desvalorización del sexo que porto, me veo urgida a otorgar autoridad a mujeres concretas, a sus escritos, a sus vidas, y podría decir que la elección de las autoridades que rigen la vida es un ejercicio necesario para que aparezca lo inesperado, lo inaudito que hace el cambio y la diferencia. Así pues, es en la práctica de la disparidad entre mujeres, aceptando aquello que distingue a unas mujeres de otras, otorgando autoridad a otra mujer fundadora, como es posible inaugurar una relación que dé forma a un proyecto político. Dar lugar al simbólico femenino autónomo, darse un sí misma, tiene que ver con la abolición del yo, de la envidia, de la rivalidad, de las reacciones defensivas instaurando una relación de intercambio entre mujeres desde el reconocimiento simbólico de la madre y el ligamen femenino desalojado de la cultura que vivimos; esto significa tomar la palabra y al mismo tiempo tomar el mundo para su transformación. •
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M a cia Lu;sa M a no t a s Angulo
Aboga d a D e recho de Familia, Divorcios, Alimentos, Unión M a rita l de He c ho , Su cesion e s. Tra nsve rsa l 1 5 No. 7 1A-l 9 oficina 502 T e ls.21 7 0 516-2+85063
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9'íuesfra <Arfísfa Ea JODen ar/isfa que í/usfra la c.ReDísfa 9'ío. (3 es Oiga EUcÍa <Aldana CUíllamí!, bogofana. quíen con.su labor arlísfíca se ha pro!Jecfado en Daríos campos: como docenfe compar/iendo su ofido con esfudíanfes en el ámbílo uníDersífarío; como ílusfradora recreando poemas !J cuenfos con ímágenes. Como exposífora en 9rIulfímedía 1 (1991) !J II (1993). CPrímer ualón de <Arte 80Den -CP/anefarío Cf)ísfrífal (1991). 9mágenes Cf3ajo CJíerra. CPrímer CfesHDal<AudíoDísual uubferráneouelecdonada (1994) !J XXXV ualón 9'íadonal de <ArHsfas Coiferías. (1994) •
SueñoS,L
Monserrat Ordóñez
El oficio de escribir
en
un mes de las brujas nos reunimos en la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá, para pensar en el oficio de escribir, la tarea mágica que a tantas mujeres ha convertido en seres prohibidos. El encuentro se había planeado desde hacía meses y varias veces habíamos pospuesto la fecha, por razones supuestamente ajenas a mi voluntad. Creo, sin embargo, que yo también era parte de las dilaciones, o por lo menos las aceptaba con alivio. Mi resistencia a hablar del oficio de escribir ha persistido con extraños disfraces y aplazamientos. Para una trabajadora exacta y sin tregua, como yo, estas huidas son transparentes: me resisto a la identidad impuesta de escritora y me resisto a mi propio discurso sobre la escritura. ¿Por qué no escribir, en lugar de hablar de lo poco (porque siempre es poco) escrito? Es cierto, sin embargo, que esta identidad que se me adjudica no es gratuita, a pesar de que me doy cuenta de no tener una obra pública, coherente y clasificable según criterios académicos, estéticos o editoriales. Me siento un
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camaleón de la palabra, que cambia de color y tal vez no tiene uno propio. Pero aún así soy un animal consistente. Siempre he vivido con/de las palabras, como lectora, estudiante y profesora de idiomas y de literatura, editora, traductora, conferencista, periodista, crítica literaria, poeta. He comido de mi manejo de la lengua aunque los escritos que más me representan son los que sólo me han alimentado metafóricamente. Mi obsesión es irremediable e inútil, como la del camaleón, que sospecho, se engaña a sí mismo más de lo que consigue engañar al otro.
900la de las edíloras: Cuando supímos de la muerfe de Cfllonserral, nos quedamos sín DOZ... pero quísímos darle la palabra una Dez más para que nos cuenle que había sígnífícado para ella ser escrílora desde un ser mujer!J expresarlo 'En Olras epalabras... "
Si considero resbaladiza mi identidad de escritora, me identifico sin embargo plenamente como lectora. Lectora traidora, desde antes de ir al colegio y de saber leer, cuaado me aprendía de memoria los cuentos que me leían y los repetía línea por línea, señalando las palabras con el dedo índice como si tradujera signos. Luego, esa gracia infantil se convirtió en maldición, para mí y para todos los que me rodeaban, cuando devoraba colecciones completas y las palabras ajenas eran mi refugio, mis ecos, mis referencias secretas, sin verbalizaciones compartidas. Leía sola y mi mundo se dilataba, desarticulado, lleno de esas telarañas que se apoyan en la vida y que no son la vida. De las arrolladoras palabras ajenas creí aprender que todo está ya escrito y que sólo hay que buscarlo para encontrarlo. Aún me persigue esta labor de exploración en la que me he pasado la vida. Reconstruirla es un peligroso trabajo de autoevaluación y de acribillamiento, cuando, años y décadas después, amigos y estudiantes me recuerdan por los libros que yo leía, que en algún momento me obsesionaron y obligué a compartir como pesadillas, y ahora desearía olvidar. Pero el pasado
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también está hecho de letra leída, deslizada, coyuntural y nadie se escapa de su historia. Compartir y divulgar es también el eje de la enseñanza de la literatura, esa transmisión que los obsesivos del libro hacemos en clase, entre amigos, entre editores, en los comentarios que a veces escribimos. Queremos que otros lean lo que nos gusta, incluso tratamos de obligar a que les guste lo mismo. El placer de leer desencadena una serie de diálogos que incluye a muchas más personas, fuera de un autor y de un lector esquemáticos. Los mundos imaginarios de ambos están poblados de voces que entran en esa misma enorme y silenciosa conversación, que como un iceberg apenas muestra unos cristales. En las profundidades se producen los naufragios. Si la lectura está en la raíz de todos los desastres, su producto es un monstruo mítico. Todas las decisiones vitales de un lector están supeditadas a su obsesión. De ahí salen periodistas, editores, profesores de lengua y literatura, coleccionistas de diccionarios, amistades con las que se puede leer y escribir pero nunca hablar, parejas hechas de libros y no de cuerpos. Cuando ese monstruo comienza a tragar ya vomitar, la lectura que comenzó como traición termina en robo: todos los excesos están permitidos, no hay ética, no hay paz. El mundo se mide por palabras y se roba tiempo, ideas, cualquier cosa, para leer y escribir. Si ese ser maldito, traidor y ladrón, es además una mujer, el desastre es total. Para leer y escribir hay que estar en contacto con el caos y con el cosmos, pero sólo se puede plasmar en soledad, con la libertad que da el candado por
dentro de la puerta. Y si hay algo negado a la mujer es su soledad y su espacio. La mujer debe ser desprendida y estar siempre disponible. Por eso no escribe, sólo habla y usa sus palabras como imán. Siempre rodeada, lo regala todo, administra y promueve las escrituras ajenas. Revisa, corrige, arma plataformas para que otros despeguen, devuelve multiplicada la imagen del que se le acerca. Su oralidad la ahoga y obliga a que los que la rodean se conviertan en esponjas. Sabe que la vida es más que el lenguaje, ese esqueleto que apenas la sostiene, pero se delata, seduce, vende y compra afectos con palabras en trans/misión. Hasta que aprende, muchas veces tarde, a ser rinoceronte y escorpión y caracol para escribir. La defensa de su mínimo espacio ante la invasión se convierte en una pelea que la agota más que la misma escritura. Tiene que explorar nuevos sistemas de vida, porque se considera que la mujer no puede ser feliz escribiendo, no puede ser feliz si está sola, ni siquiera por unas horas, y porque escribir es un acto egoísta, que no se le permite a ese ser supuestamente creado para la entrega indiscriminada. Y la desprendida no logra desprenderse. Paga con silencio su adaptación y su supervivencia. Pero aún no hablo de mí, de lo que escribo y cómo lo escribo. Y sigo resistiéndome a hacerlo, porque no quiero reemplazar la escritura con el discurso sobre la escritura. Porque sería demasiado fácil aplicarme mi propio discurso crítico, para excusarme, inflarme o justificarme. Además, siempre repito que no hay que creerles a los escritores sino a la escritura, así que de todas formas mi opinión sería inútil.
Repito también que la escritura no se hace de café, de nubes, de espumas en la ducha o de descargas eléctricas, sino de escurridizas palabras, solas, planas. Y una vez combinadas y convertidas en objeto añadido al mundo, esas palabras son más inteligentes que sus presuntos autores y transmiten voces que ellos o ellas ni siquiera identifican. Así, lo que yo pueda decir sobre mi escritura nadie debe creérmelo, porque yo no puedo saber bien qué hago. Lo sospecho, lo intento, escojo conscientemente, pero lo que escribo es parte de un tejido que yo no controlo. Como cuando cocino que, en la mitad de mis decisiones y combinaciones más creativas y supuestamente autónomas, me hielan y me calientan otros gestos repetidos y recuperados. Por otra parte, lo que escribo, cuando hago poesía y prosa po~tica, es muy distinto de lo que hago o lo que digo. Puedo hablar por horas con fluidez y sin embargo cuando escribo salen textos de piedra y de silencio, despojados, sin concesiones, en contra de la desmesura que siempre me ha rodeado. Hago lecturas críticas y las escribo, pero a menudo decido que estoy harta de pretensiones de originalidad y primeras personas, y decido dejar
el espacio a las voces de los otros. Así, con frecuencia he preferido ser lectora y transmitir, impresas, compilaciones de mis lecturas. Traduzco, porque traducir es también compar~ tir y es la más adecuada combinación de una buena lectura y una buena escritura. Edito porque, como me sucede en la docencia, me gusta ser puente. Escribo artículos sobre literatura, porque en los últimos años he encontrado un discurso crítico contemporáneo en donde me puedo hallar con alguna comodidad, un discurso de auto delación y de apertura, que acoge mis obsesivas metáforas, que se opone a la omnipotencia y a la supuesta objetividad de la crítica de mi época de estudiante, un discurso en fin que se basa en una profunda conciencia de género (masculino / femenino) y de historia. Ahí ubico, o quisiera poder ubicar, mis trabajos sobre la revisión del canon literario o sobre la escritura de la mujer en América Latina y en Colombia. Como le decía Milena ]esenska a Kafka, creo que dos horas de vida son muchísimo más que dos páginas escritas. Pero escribo porque lo que quiero decir no aprendí a transmitirlo con la danza, ni con el silencio, ni con el gesto,
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I en Otras p ala bras ...
ni siquiera con el amor, y si no lo escribo lo olvidaré y sin memoria me quedaré sin vida, sin esa única vida de azar en contra del azahar, tan vulnerable, tan prescindible. Las palabras me persiguen y aunque sé que no son mías, que no hay discursos propios sino apropiados, que yo no soy la única con acceso a esas combina~ ciones precisas, si no las escucho me ahogan, me acorralan, me lapid a n, y so lo vuelvo a reconocer mi cuerpo si logro despojarme de mis palabras y de mis pieles viejas y, desollada, vuelvo a empezar. Creo, también, que para mí escribir es una batalla contra la injusticia y contra el caos, con~ tra los silencios impuestos, contra las continuas agresiones que recibimos las mujeres, aunque yo casi pertenezca (me suena irónico después de mi errática escritura de toda la vida) al gru~ po de las privilegiadas. A veces me han dicho que hay tortura en lo que escribo. En verdad, no podría escribir desde las rosas, los jazmines, las auroras y el amor, aunque los conozca, si he vivido entre el dolor y la violencia. Por otra par~ te, no creo mucho en una escritura sólo de paz y celebración, sin tensiones ni contradicciones. Escribir no es fácil, porque para llegar hasta la página hay que vencer nuevas barreras cada día, porque es un oficio que se practica sin fin, una carrera sin meta. No es una actividad natural,
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a la que el cuerpo se entregue como al agua, al sol, al sueño, a la comida o al amor. Es una decisión a veces demencial. Un tiempo sin reloj, papeleras que se llenan, le~ tras que bailan, libros que cami~ nan, caras alucinadas. Escribir no es libertad, porque la persona que escribe vive torturada en un espa~ cio de espejos y de aristas, entre lo ya escrito, lo que escribe, lo que quiere escribir, lo que nunca es~ cribirá. No es permanencia, por~ que su escritura es ajena y no le evitará los desgarros de sus muer~ tes. Es una extraña forma de vivir, una mediación despellejada, que reemplaza mucha vida pero no la oculta ni la ignora. y sin embargo, la persona que quiere escribir y no lo hace, vive y muere condenada. Por eso, hablar de la escritura y del oficio de es~ cribir es suicida. Los que hoy que~ remos seguir vivietldo con pala~ bras, debemos ahora, ya, callarnos e irnos a nuestro posible o imposi~ ble rincón y escribir, escribir para poder morir en paz. •
Este artículo apareció en el libro Women Writers in the Twentieth-Century Spain and Spanish America. Ed. Catherine Davies. Lewiston, New York: The Edwin Mellen Press, 1993. Se publica con autorización de la editorial.
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Guiomar Cuesta. Ganadora del Sexto Premio Internacional de Literatura Latinoamericana y del Caribe "Gabriela Mistral "
Dos poemas ... el silencio de CVios
CVesdén La indiferencia es un lujo para el que tendré que nacer de nuevo. y ni por ésas.
Peor aún que vuestro canto enloquecedor, vuestro silencio. En el origen de la llamada, de vuestros corazones helados la embriaguez de las grandes profundidades.
Luisa Futoransky
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medio de la barbarie la indiferencia es el ónice que corroe ahora el rio detenido de fu sangre CVespierfo atropellada por fu mufísmo !:f me galopan las palabras con ese poder de dialecfo anfíguo desafiando la muerfe 9'Ilañana recobrarás lengua de lobo hambriento !:f te jugarás la Dida a cara o cruz fu
Cf3eberás la pócima ese fíempo perdido por entre mis uñas rojas afilando el Dacío que desgarró fu espalda I
Silvia Plath
en homenaje
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mi madre. e/vira e scobar
9lla hora señalada cesó el canlo !:f la guífarra no se escuchó DOZ alguna ella desperfó en el fondo del abismo !:f enlrañó el silencio era cierfo aquello peor que el exilio es la cárcel imborrable de su cuerpo Cuando una mujer se asoma al silencio lolal se embriaga por su sangre toma distancia frenle al espejo !:f con los pies heridos de alraDesar acanfílados !:f su propio miedo -perdida en su abandonase encuenlra a sí misma
cy mientras la espera la corroe !:f el desasosiego Da buscando una salida
ella -en la soledad de las profundidadeshabrá encontrado en su Oer la propia razón de su exislencia :Ruiseñor que se asoma al silencio de CVios I
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Milagros Palma
Sexualidad y poder en cuentos aborígenes.
Las aventuras del Hombre Sol
Eos
cuentos son el reflejo fiel de los valores de la cultura que los produce . Las representaciones simbólicas de lo femenino y lo masculino dependen del desa~ rrollo de la individualidad alcanzado en una sociedad determinada. Entre más largo es el camino recorrido en la construcción del individuo, más claros son los valores de amistad, respeto y paridad entre individuos de sexo diferente. Los cuentos amerindios están construidos en base al imaginario sexista que caracteriza todo grupo tribal, regido por la tradición ancestral. Paradójicamente, entre los indios amazónicos en donde la propiedad privada de la tierra no existe, todo tiene un dueño o patrón. De esos señores, unas veces visibles otras invisibles, depende la vida en todas sus expresiones y en sus más mínimos detalles. Su práctica más común es el abuso sexual, como parte esencial de sus prerrogativas de poder. El mundo mixto y paritario en donde niñas y niños, hombre y mujeres cohabitan, comunican e intercambian es una utopía muy reciente de las sociedades modernas. En los cuentos aborígenes. los héroes son casi siempre masculinos. Víctimas y dominados son femeninos .] En el mundo de la fantasía aborigen, reina la ley de la jungla en lo que respecta a la sexualidad. La literatura oral tradicional es como cualquier objeto arqueológico. Su valor pedagógico consiste en dar una idea del origen y de la evolución de los valores arcaicos aún vigentes en sociedades modernas. Los cuentos aborígenes no son muy lúdicos. Su objetivo no es distraer sino educar. Transmitir mensajes en relación a la vida comunal y al poder tradicional masculino. La rivalidad entre vecinos, el espionaje, la desconfianza hacia el otro, el acoso y el abuso sexual, la opresión, la denigración de niñas y mujeres son temas recurrentes. A través de ellos se Inculca a niñas y niños la obediencia a los roles
Los estereotipos sexistas son vigentes como lo muestra la asociación europea Du Coté des Filles, cuyo objetivo consiste en elaborar un programa de eliminación del sexismo en el mate rial ed ucativo, a través del estudio de los estereotipos sexistas en libros de cuenros ilustrados para niños menores de nueve años en Europa.
sexuales tradicionales. Las mujeres con su eterna condición de menores, actúan siempre bajo la tutela del padre, el hermano o el marido. Con frecuencia son ab usadas sexualmente por rivales de los pares de sus amos y señores. Cuando los humanos se transforman en animales, que es un recurso muy frecuente para instalar la ley de la jungla, la poca humanidad se vuelve ferocidad animal. Entonces la violencia humana se asimila mejor puesto que en el mundo animal es considerada como normal. En un cuento de los indios emberá de Ecuador, por ejemplo, el cura del pueblo se convierte en cóndor para devorar a la indecisa transformada en cordero. 2 Los seres humanos convertidos en animales son portadores de mensajes primitivos de egoísmo, sexismo y de racismo. Los animalitos simpáticos, y con frecuencia inocentes, de los cuentos para niños del mundo moderno, también transmiten roles sexuales de gran rigidez. En los cuentos del hombre~sol de los indios guaraúnos de Venezuela, se puede ver cómo actúan los seres humanos en un mundo regidos por valores sexistas primi~ tivos. Es interesante destacar el elogio a la irresponsabilidad del hombre, la banalización del abuso sexual que las leyes modernas condenan como un crimen. "el sol era un hombre casado: JJja me aburrí de fí. ere DOy a dejar, le dijo un día a su mujer, con la que lenía dos hijas. ¿CPara ír a dónde?, pregunló la mujer. CPero el hombre no le conleslá. CZJos días después desapareció, Ileo!mdose su arco, sus flechas y su cerbalana. 9l11legar al píe de un árbol bíen frondoso, se subió y de allí, salló hacia las nubes y desde el cielo se puso a brillar"
Aquí el cielo y la luz son símbolos de poder. Es importante recordar que en la mitología de los Tukanos del Amazonas colombiano el sol es también un hombre que castigó a su hijo por haber cometido incesto, convirtiéndolo en luna para que brilla~ ra menos que él. 3
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Sobre este tema ver los libros siguientes: La mujer es puro cuento 1987. El gusano y la frura o El aprendizaje de la feminidad en América latina, 1994. Nicaragua: Once Mil Vírgenes. Discurso mítico de la dominación masculina en la sociedad mestiza nicaragüense, 1989.
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El gusano y la fruta. El aprendizaje de la feminidad en América latina 1992 pág. 18 en el cuento de caperucita roja, el lobo feroz devora a la niña.
En este cuento garaúno el hombre decide transformase en Sol para brillar y ponerse al servicio de la humanidad, como dice el dicho, se convierte en luz de la calle y obscuridad de su casa. Fantasías como estas no les son permitidas a las muj eres con hijos o sin hijos. Veamos que pasa con el hombre~sol que tiene dueño. 4
911 principio. el día no exíslía como ahora. uólo se oioía de noche. sol se manfenía encerrado en una gran bolsa.
el
CZlna oez. un hombre buscando como liberar a sol. enoió su hija mayor donde su dueño . .ea muchacha se abrió camino por la seloa, cruzó barrancos. hasfa llegar al lugar donde oioía el dueño de uo! Jfili padre quiere que libere a uo! hombre fumbó a la Jooen en el suelo. y luego de haber abusado de ella, la echó afuera .ea Jooen de regreso a su casa, confó a su padre lo sucedido.
el
esfe enoió a su segunda hija para oer si fenía más suerfe que la mayor. dueño de uol hizo lo mismo. -CUefe debajo de la Herra y no oueloas por esfos lados. -¿ Cómo se afreoe a hablarme as¡1, dijo la Jooen sin darse por oencida y agregó: ¿no piensa acaso liberar al so!? 9'tlienfras hablaba. la Jooen miraba hacia fados lados. CPor fin dioisó una bolsa colgada de un horcón.
el
-Cuidado. ¡no se fe ocurra focar eso!, dijo el hombre con fono amenazador, sin poder impedir que se lanzara sobre la bolsa, rasgándola de un manofazo. 9nmediafamenfe apareció una luz cegadora que iluminó hasfa la morada de los espírifus de los rios que oioían en elfondo de las aguas. hombre, furioso, empujó uol hacia el orienfe y colgó la bolsa en elponienfe quedando iluminada por la luz de uo! . -CPapá, papá, liberé a uol. dijo la Jooen a su padre que miraba exfasiado brillar el uo! CPero en poco Hempo se oculfó, defrás de los cerros, y la Herra quedó en la penumbra de la luz fenue de la bolsa conoerHda en luna. -91ija, Henes que ir de nueoo a sacar a uol para que haga su recorrido. 91penas empiece a naoegar en su canoa, amarras por defrás una forfuga para que no se oaya fan rápido . .ea Jooen hizo lo que su padre le había dicho. CfJesde enfonces el recorrido del uol dura un día. CZln día uol fue de nueoo capfurado por su dueño dejando el mundo en la obscuridad
el
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Ver Los viajeros de la gran Anaconda, Índigo. 1996. Ver también sobre los indios Garaúnos, Leyendas indígenas venezolanas, pág. 111.
En las diferentes variantes de este cuento es constante la presencia de las mujeres como piezas del juego de poder masculino. En una de las versiones aparece un fantasma con frecuencia explorado por los cuentos aborígenes según el cual el hombre crea su propio objeto para satisfacer su pulsión genital:
"CZ!n hombre Ileoó una mujer al dueño de solpara que se disfrajera con ella y liberara a 001 911 cabo de cierfo Hempo guardó de nueoo a 001 hombre como no enconlraba aIra mujer para el dueño de sol. hizo una de madera.
el
Como no pudo penefrar el cuerpo de madera. el dueño de 001. llamó al mono pensando que él podía ayudarlo. CPero el animal no pudo ablandar el cuerpo de madera. enlonces pidió ayuda al pájaro carpinlero que con su pico hizo primero los ojos. la boca. los oídos y la nariz. Cuando eslaba caoando el orificio oaginal brolo un liquido rojo que manchó la cabeza del pájaro que desde enlonces Hene las plumas rojas. CVarias aoes pasaron curioseando. 911 guacamayo se le mancharon las plumas del pecho.
el líquido rojo fue cambiando de color. Cuando eslaba blanco. se acercó la garza y lodos los pájaros que hoy Henen plumas blancas. Cuando se lomó en negro pasaron los zamurios 5 CVesde enlonces hay pájaros de lodos los colores y exísle el día y la noche. ..
Esta es una versión libre de varios textos guaraúnos. Abya-Yala. Quito 1990. María Manuela de Cora. Mitos aborígenes de Venezuela. Monte Ávila, Caracas, 1993. págs. 52-55. Las hijas de sol. pág. 119. •
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I en OtrM pa labra3 ...
En Colombia se le dice también chulo y en América central: zopilote.
Margoth de Pizarra
Una voz de resistencia c:Jlcabo de regresar de los Estados Unidos a donde fui invitada por la Universidad de New Jersey para asistir al Diálogo de las Américas. Allí tuve la oportunidad de conocer y escuchar a las madres de los diferentes países latinoamericanos, madres quienes, como yo, han sido golpeadas por la violencia. Sus vivencias colmaron mi alma de angustia y al mismo tiempo de una admiración profunda por unas mujeres capaces de enfrentarse con quien fuera y sin temor por sí mismas por amor a sus familiares asesinados o desaparecidos. ¡Que admirable ejemplo de amor y que valentía! Y me pregunto, no una sino mil veces, el por qué nosotras las colombianas vemos morir a nuestros seres amados, los enterramos y continuamos como si no lleváramos en el alma un dolor eterno. ¿Cómo es que nos secuestran y desaparecen a nuestra gente y no salimos a protestar pidiendo en silencio o a gritos para que se acabe con este delito atroz? ¿Dónde se quedó ese don que siempre nos ha caracterizado de luchar como leonas por nuestros hijos? ¿Por qué no imitar a los familiares de los soldados y policías que no han parado de luchar por los suyos? ¿Por qué esperamos a que sea el nuestro el asesinado, el secuestrado o desaparecido? Hoy la mujer tiene, por el solo hecho de serlo, un gran poder de convicción. Es el momento de hablar, de protestar, de mostrar al mundo que ya las colombianas no sólo somos amas de casa, dominadas y tímidas, sino que ocupamos un puesto en este mundo moderno que reconoce nuestra capacidad e inteligencia y por lo tanto ocupamos posiciones destacadas dentro del acontecer nacional. Pienso que si cada una de nosotras, en el hogar o en el trabajo, creamos un grupo que, con fuerza y valor, luche por esta patria tan desgarrada, saldremos adelante. •
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Una in vitac ión de Margoth de Piza rra para las mujeres colombianas. Febrero de 200 l .
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María Eugenia Vásquez Excombatiente M-19
Entre la guerra y la paz: Resignificación del Proyecto de Vida en las Mujeres Excombatientes 1 CJ)espués de los Acuerdos de Paz de 1990, la mayoría de mujeres que fueron protagonistas políticas y militares en esa etapa de la guerra, desaparecieron del esce nario. Diez años después, un colectivo de mujeres que pertenecimos a la insurgencia, reflexionamos sobre lo que significó inscribirse en la lógica de la guerra y adaptarse a un mundo masculino: el de la guerrilla y luego, cuáles fueron las principales dificultades cuando se optó por dejar la vía armada como una manera de hacer política y se emprendió el camino del retorno a la vida civil, con la consiguiente re significación de los proyectos de vida en una perspectiva de paz. Qué implicó ser mujer en la guerrilla?
La guerra, según uno de los teóricos más conocidos y citados, Clausewitz,2 es "una forma de las relaciones humanas" que se expresa a través de la violencia de los actos de fuerza para imponer la voluntad de un grupo sobre otro y, en consecuencia, reproduce relaciones de poder en la cotidianidad de los hombres y mujeres inmersos en las prácticas de la guerra. ¿De qué manera se vincularon las mujeres a esta lógica de la guerra, al fin y al cabo, una lógica patriarcaP caracterizada por la dominación de unos y la subordinación de otros u otras? y ¿cómo ello marcó la construcción de su subjetividad?
Intervención en el panel Reconstrucción de Prayectos de Vida en Mujeres Excombatientes y Desplazadas, como parte del foro Lógicas de Guerra, Lógicas de Paz. Universidad Nacional de Colombia, 24 de noviembre de 2000. 2
Van Clausewitz, Karl. 1994. De la guerra. Barcelona: Editorial Labor. pág. 13
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La caracterización del patriarcado fue un producto de la construcción de utopías socialistas y feministas en el siglo XIX. Martha Moia, lo define como "un orden social caracterizado por relaciones de dominación y opresión establecidas por unos hombres sobre otros y sobre todas las mujeres y criatu ras." Citada por Marcela Lagarde en su libro: Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas . Universidad Autónoma de México. 1990.
Antes, quisiera señalar que las experiencias vividas individualmente, estuvieron atravesadas por factores como: la condición étnica y los niveles socioeconómico y educativo; por los contextos culturales propios de cada organización guerrillera, por las diferencias entre los escenarios regionales, urbanos y rurales. Sin embargo, aquí resalto puntos comunes entre las mujeres que participaron en diferentes movimientos guerrilleros colombianos durante la época de los 70 a los 90. Para las mujeres, la decisión de participar en la insurgencia, fue una elección que implicó una serie de cambios, todos ellos en permanente confrontación con los patrones culturales vigentes. Formar parte de un ejército, así este fuera revolucionario, fue para ellas, penetrar en un mundo masculino. Ello significó un proceso de adaptación que las llevó a modificar sus referentes de identidad para desempeñarse exitosamente y sobrevivir en un mundo de varones, dirigido casi exclusivamente por varones, aceptar los retos de competir con ellos en su propio terreno y ser valoradas por cualidades concebidas como propias de la masculinidad: el coraje, la audacia, la dureza, el don de mando, la voluntad, la fortaleza física y el arrojo. Simultáneamente, alteraron los roles y funciones tradicionales asignadas a las mujeres en la pareja y la familia y, por lo tanto, cambiaron las concepciones sobre el amor y las relaciones de pareja y también las formas de asumir la sexualidad y la maternidad. Enunciaré algunas de las transformaciones más evidentes: •
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La incursión de las mujeres en el terreno político y militar con responsabilidades de mando sobre grupos, ámbito que estaba reservado en las guerrillas de los años anteriores, casi exclusivamente a los varones. La adopción del discurso de igualdad presente en los proyectos revolucionarios, posibilitó la superación de algunas formas de subordinación extremas y previno la violencia entre las parejas. En la vida guerrillera rural, el grupo actuaba como control social para evitar el maltrato a las mujeres. En las ciudades, donde la clandestinidad contribuía a independizar los espacios de lo privado y lo público, el discurso político suplía ese control. Constituía para las mujeres una herramienta de defensa y para ambos miembros de la pareja, un referente simbólico importante.
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La mujeres lograron mayor autonomía en el manejo de la sexualidad para elegir compañero, buscar el placer, cambiar de pareja a voluntad y aplazar o rechazar la maternidad. La vinculación a un colectivo con fuertes lazos de identidad en torno a una misión transformadora, aumentó la sensación de seguridad y favoreció la autoestima femenina.
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Los anteriores cambios constituyeron una de las caras de la moneda, la otra estaba impregnada por la tradición cultural, de manera que lo nuevo entraba en confrontación con lo vigente. 4 •
Al igual que en el resto de la sociedad, la responsabilidad de las mujeres como mandos alcanzó los niveles medios. En la historia que conocemos, solo dos mujeres hicieron parte del Comando Superior en el M-19, en una proporción que no correspondía al porcentaje de participación de las mujeres en esa organización, ni al número creciente de ellas en los cargos de dirección nacional. En cuanto a la autonomía en el manejo de la sexualidad, si bien representó un avance relativo, también es cierto que apareció la censura abierta o soterrada, para sancionar aquellas libertades, haciendo a las mujeres blanco de chistes o llamándolas promiscuas, calificativo aplicado, casi siempre, a quienes concebían el manejo de su sexualidad con una libertad que contradecía la costumbre social. La violencia sobre las mujeres se presentó de una manera sutil, a través de diferentes formas de presión, para lograr su subordinación o para acceder a su sexualidad (por ejemplo, desde el poder y el llamado a la solidaridad) En la guerrilla coexistían, de una parte, el reparto de roles entre mujeres y varones y, de otra, la valoración y el reconocimiento público, de los roles tradicionales que tienden a perpetuarse con la división sexual del trabajo: en el campo, las mujeres se destacaron en tareas de comunicación, educación, salud y manejo y distribución de alimentos; en la ciudad, por su desempeño en los trabajos clandestinos, utilizando la seducción. Simultáneamente, en
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Ana M. Fernández Poncela, Mujeres. revolución y cambio cultural. 2000. Editorial Anthropos. Universidad Autónoma Metropolitana. Méx ico. pág. 22
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los discursos y escritos épicos, se reconocían y exaltaban cualidades adscritas culturalmente como innatas a su condición de mujer: la generosa entrega, el compromiso abnegado, la humildad, el desapego, la paciencia, la comprensión y la ternura; todas ellas, cualidades que facilitaban la función materna, ejercida con los compañeros de la misma guerrilla y reforzaban los roles femeninos y maternales en la cotidianidad de la guerra. Para muchas compañeras, el trabajo político-militar en las estructuras operativas significó además de la triple jornada (doméstica, profesional y política), un alto riesgo para ellas y sus hijos. U na de las compañeras cuenta que tuvo que "meter a su bebé en la agenda militante", con el peligro que ello implicaba dentro las acciones clandestinas.
Es cierto, que para muchas mujeres el mundo se amplió con la adquisición de nuevas destrezas propias de las prácticas militares y políticas. Conocieron otras palabras, crearon otros discursos, cambiaron su cotidianeidad. Decíamos al comienzo, que para ellas implicó modificar su identidad de mujeres para adherirse, no sin conflicto, a la cultura hegemónica masculina presente en los grupos insurgentes. No dudo que en esa interacción, los hombres también resultaron transformados, pero, me pregunto: ¿Hasta qué punto, para las mujeres, integrarse al mundo masculino, más que ganancia, significó legitimar la primacía de lo masculino sobre lo femenino? y la qué costos? No temo afirmar que la tensión continua entre los cambios y lo tradicional, al interior de los grupos insurgentes, no se definió, ni se define en los grupos insurgentes actuales, a favor de una transformación en las relaciones hombre/mujer que privilegien la equidad. Las mujeres pierden su particularidad en el discurso totalizante revolucionario, como ejemplo, es bueno examinar el discurso de Mariana Páez, integrante del Comité Temático en representación de las FARC, durante la audiencia con las organizaciones de mujeres en el Caguán (junio 25), en el cual se dice, palabras, más, palabras, menos, que la equidad de género será un capítulo posterior al triunfo de sus luchas. Lo cual significa, sacrificar la diferencia y dejar de lado las particularidades que enriquecen toda práctica democrática.
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I en Otre3 p e le bre3...
De la guerra a la paz: dificultades para la inserción en la vida civil
Dejar el camino de la guerra y aventurarse a construir un presente de paz, creo que fue una decisión acertada. Pero, ¡nadie!, ni el país, ni la insurgencia, ni ellas mismas, comprendieron a cabalidad las implicaciones de un cambio tan profundo. La de estos años, ha sido una experiencia difícil y muy solitaria. Señalaré los aspectos que hicieron este proceso especialmente complicado para las mujeres. Conflictos de identidad
y estigma
Además de las dificultades compartidas con los varones: el rompimiento de los referentes de pertenencia al colectivo, la soledad en la búsqueda por construir la individualidad, la sensación de abandono luego de vivir la solidaridad exaltada por el compromiso revolucionario, el miedo por las constantes amenazas contra la vida, la incertidumbre ante el futuro, etc ... en la reconstrucción y resignificación de los proyectos de vida, las mujeres tuvieron tropiezos tales como: •
Un mayor fraccionamiento en su identidad por las tensiones y contradicciones antes anotadas. Solas y sin certezas, para muchas mujeres fue una tentación, volver atrás y tratar de cumplir con los roles y los patrones de vida que se consideran adecuados socialmente. El estigma 5 que actúa como señal de desaprobación social a las conductas de las mujeres guerrilleras, produjo en ellas una reacción defensiva que silenció su pasado y fraccionó su memoria. Se conocen los casos de mujeres que iniciaron una "nueva vida" negando su experiencia guerrillera. Como consecuencia, existen duelos de diverso tipo procesados en silencio o postergados indefinidamente con altos costos emocionales. El estigma también intervino para presionar a las mujeres a retomar las funciones que abandonaron al
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El concepto de estigma es trabajado por Erving Goffman en su texto Estigma. Notas sobre despojo de identidades (1963), y retomado por Álvaro Ca mac ho Guisado en Droga y Sociedad en Colombia. El pode1' y el estigma (1988) .El estigma se halla inmerso en la relación saber-poder y constituye la marca que distingue a quien viola una norma propia del orden social establecido. Opera como condena a las cond uctas y prácticas consideradas peligrosas para el código dominante.
ingresar en la guerrilla. Una presión, la ejercieron las familias que demandaban recuperar el tiempo perdido. Otra, la sociedad, que les cobraba la doble transgresión: su acción violenta contra el establecimiento y su contravención a los patrones femeninos que se convertía en un peligro para el orden social en terrenos tan trascendentales como la sexualidad, la reproducción y el cuidado de la familia. Las decisiones en el terreno de la sexualidad y la maternidad quizás fueron las que se cobraron con mayor dureza; mientras los padres que dejaron a los hijos por dedicarse a la lucha fueron considerados como héroes, las madres que hicieron lo propio, tuvieron que afrontar los reproches y algunas, nunca lograron restablecer su relación afectiva con los hijos. En la nueva etapa, las mujeres guerrilleras fueron más estigmatizadas que reconocidas. La falta de espacios compartidos para discutir las contradicciones y las culpas presentes en la construcción de nuevas identidades femeninas y la resignificación de sus proyectos de vida, hizo que la angustia, la confusión y la soledad tornaran especialmente difíciles estos procesos.
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Disminución en la participación política
Como dijimos al comienzo, la experiencia de cada cual está atravesada por muchos factores, por esa razón, para las mujeres con menores niveles educativos, sin capacitación técnica, para las que quedaron como cabeza de familia, para las de origen social humilde, para las negras, las indígenas, las campesinas y para las viudas, fueron especialmente difíciles las condiciones de incorporación a la vida civil. La prioridad de responder por los hijos dejados en manos de familiares o amigos y la lucha por la supervivencia, absorbió todas sus energías y las involucró en una dinámica que hoy las lleva a sentir ciertos niveles de frustración. Sobre todo, cuando preguntamos por su participación en grupos, organizaciones, partidos, y movimientos sociales, se quejan de la falta de tiempo y entusiasmo para intervenir en esas actividades. La sobrecarga de responsabilidades derivadas de asumir la vida cotidiana en condiciones de soledad y dificultad económica, colocan a las mujeres en desventaja para hacer efectiva su vinculación al mundo de la política pública. 6
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Anna M. Fernández Poncela. Op. cit, pág. 39
La escasa valoración de las excombatientes como actoras políticas también interfirió en su participación pública. Entre las mujeres que encontraron en los partidos políticos conformados como resultado de los Acuerdos, un escenario de participación, muy pocas ocuparon cargos de conducción. Buena parte de ellas, líderes naturales reconocidas en diferentes sectores de población, cedieron su acu~ mulado político y su derecho a ocupar cargos de importancia, en favor de los varones designados por el partido para la dirección o representación electoral. Además, los escenarios de la política pública son escenarios muy mediados por el poder de la palabra y son los varones quienes dominan las formas discursivas apre~ ciadas en la política. Las formas de hablar y de hacer política, propias de las mujeres, no son valoradas en esos espacios, por esa razón, las mujeres guerrilleras casi no intervenían en público y cuando lo hacen se quejan de que "no las escuchan". Por eso, no es que las mujeres no quieran participar en la política, lo que sucede es que su realidad y su visión del mundo no se expresan en los mismos términos del modelo masculino y difícilmente logran que sus puntos de vista sean tenidos en cuenta. También observamos que las mujeres tejen en la cotidianidad las redes de apoyo a los proyectos políticos, un trabajo fundamental pero invisible, quizás tan invisible como el trabajo doméstico, por eso, a la hora de elegir quién represente al grupo, generalmente, la nominación recae en cabeza de un varón. Dificultades para construir una visión crítica
La falta de una visión crítica sobre la subordinación de las mujeres en los movi~ mientos guerrilleros, dificulta redefinir sus relaciones en la vida cotidiana, con su . pareja, con sus jefes, con otros hombres y mujeres. Seguramente, habrá compañeras que todavía no aceptan la existencia de formas de discriminación y de relaciones de subordinación al interior de la guerrilla, por tres razones fundamentalmente: 1. Dentro del discurso revolucionario tradicional no se tienen en cuenta las particularidades de género. 2. la poca importancia concedida a los intereses considerados, particulares, de un grupo o sector social. 3. la idealización que se hace de la vida guerrillera ante la precariedad del presente. En esas circunstancias, la crítica estropea el "paraíso perdido".
Se han mencionado algunas de las dificultades identificadas en este esfuerzo por reflexionar juntas. Seguramente, quedarán otras que no vemos todavía. Dificultades, que influyen para que las mujeres no puedan aprovechar positivamente las oportunidades presentes en un cambio de vida y minimicen las ventajas de la paz. ¿Cuál es la lógica de la paz?
Yo diría que es una lógica incluyente, basada en el reconocimiento y respeto por "el otro y la otra" y en la construcción de consensos; una lógica que acepta la complejidad y busca tramitar las diferencias a través de formas no violentas. Entonces, ¿cómo pueden, las mujeres excombatientes poner a funcionar la lógica de la paz en medio de la exclusión, el estigma y la invisibilidad? Estoy convencida de que no basta la buena voluntad, se necesita un espacio en el cual se reconozca su experiencia, se valore su opción por la no violencia y puedan vincularse como actoras políticas y sociales. Un espacio plural dentro del cual ocupen un lugar en el conjunto de representaciones sociales, sin tener que renegar de su pasado. Por el contrario, sería de interés para futuros Acuerdos de Paz, tener en claro las dificultades y recomendaciones resultado de los procesos de resignificación de sus proyectos de vida. Es lo que llama Morena Herrera, 7 una líder feminista, excombatiente del FMLN en El Salvador, "una reinterpretación positiva de las vivencias de las mujeres, para que sirvan como factores de valoración y fortalecimiento de sus capacidades en una convivencia más equitativa con los varones". La pregunta se profundiza. No sólo es válido indagar por lcuál es la lógica de la paz? sino preguntarnos ¿de qué paz estamos hablando? Y lcómo esa paz se construye con la participación de hombres y mujeres en condiciones de equidad? Si no persuadimos a las mujeres vinculadas a la insurgencia, de participar en las actuales mesas de trabajo en representación de sus propios intereses, si no exponen sus puntos de vista; si no se negocia con el movimiento social de mujeres una agenda que incluya las diferentes propuestas de las mujeres sobre la paz, a pesar de los Acuerdos que puedan realizarse, no habremos avanzado en la superación de las relaciones de inequidad que obstaculizan el florecimiento de la democracia. •
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Herrera, Morena. 2000. El Salvador, Mujeres excombatientes en la recon.strucción: una reflexión acerca del impacto de la guerra en la subjetividad de las mujeres que protagonizaron el conflicto. Ponencia presentada al Taller Género, Conflicto y Paz Sostenible: Experiencias Latinoamericanas. Bogotá.
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Patricia Tovar Instituto Colombiano de A ntTOI)ología e Historia
¿Quiénes son las viudas de la violencia en Colombia?
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a imagen de una joven viuda, en estado de gravidez avanzado, abrazando al entonces presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, en su visita a Colombia en el pasado año 2000, recorrió el mundo entero y sacó a la luz pública la punta del iceberg del colectivo de mujeres que han perdido a sus esposos, compañeros o amantes en hechos relacionados con la violencia que azota al país. El fallecido esposo de la viuda que nos mostró la prensa pertenecía a las Fuerzas Armadas, y los que la vieron quedaron con la impresión que de alguna manera, ella y su hijo póstumo quedaban protegidos por los beneficios que la nación ofrece a quienes dan la vida a su servicio. Si bien es claro que los miembros de las Fuerzas Armadas, en su gran mayoría hombres, se dedican a ocupaciones donde el riesgo de morir es muy alto y está siempre presente, existen otros grupos sociales también afectados por el conflicto armado y la violencia social donde la muerte deja a su paso la ausencia de los hombres. Ellos saben esto y hacen esfuerzos para protegerse. Por ejemplo, al observar un grupo de soldados de cerca,
se podría pensar que las medallas y estampitas de la Virgen o del Divino Niño hacen parte de la indumentaria militar pues casi todos las llevan, de manera evidente, como signo de amparo y salvaguarda del peligro de muerte que los acecha a diario. La muerte a pesar de ser muy visible -la vemos a diario obscenamente en los noticieros- no siempre se evidencia en los seres que se ven afectados. El luto y el dolor se llevan por dentro y no se muestran en público. Las marcas evidentes de antaño como el luto riguroso durante varios años, han desaparecido. Por eso las personas afectadas pueden estar a nuestro lado, pero no las vemos vestidas de negro o llorosas. También se nota su ausencia en los libros sobre la historia de la violencia, las investigaciones sociales y demográficas, y los programas estatales que no las tienen en cuenta. Dentro de la categoría "muerte violenta" caben muchas clases de muertes. Están las acciones de guerra, los muertos en combate, en atentados, los escoltas que defienden a otros, los policías que mueren en cumplimiento de su deber
protegiendo a los/as ciudadanos/as, los que mueren en hechos confusos que nunca son aclarados, las víctimas de las masacres, los asesinatos de estudiantes, profesores y personajes de la vida nacional, y la mal llamada "violencia común" que abarca casi todas las otras modalidades y que incluyen peleas entre pandillas, ajustes de cuentas del narcotráfico, de esmeralderos, sicarios y otras mafias. La posibilidad de muerte para los hombres jóvenes puede llegar desde muchas partes. Para las mujeres, el mayor riesgo proviene de sus hogares, de sus compañeros y amantes. En Colombia no siempre es fácil separar estos diferentes tipos de violencia, y los efectos son muchas veces los mismos: ruina, desolación, hambre y sufrimiento. La guerra es experimentada de maneras diferentes por hombres y mujeres. Los hombres hacen las guerras y mueren en ellas. Se entrenan en la violencia cotidiana y desde la cuna comienzan a recibir lecciones en agresión y juguetes bélicos que perfeccionan en el entrenamiento como guerreros, los que escogen el camino de las armas. Las mujeres aprenden a recibir los golpes, a llorar y a enterrar a sus muertos y a cuidar de ellas y de los huérfanos. La viudez modifica los papeles y las responsabilidades sociales de las mujeres, sus estructuras familiares, los recursos económicos y su acceso a los medios de supervivencia.
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Las viudas son un grupo especial de mujeres que ocupan un lugar específico y claramente definido en la estructura social; pertenecen a una clase social, muchas veces determinada por la ocupación social del marido, en un ambiente rural o urbano, regido por estrictas normas culturales y religiosas. Su posición está condicionada también por la edad, el número y género de los hijos y las posesiones terrenales que ellas puedan heredar. De los derechos, privilegios y oportunidades que ellas disfruten durante su vida de casada, además de las legislaciones nacionales de apoyo, se deriva la clase de vida que vayan a tener después de la muerte de su marido. Cuanto más rígidas sean las estructuras patriarcales, patrilineales y patrilocales, más difícil será para una viuda gozar de autonomía y del disfrute de sus propios bienes y de los habidos durante el matrimonio. Si cuando una mujer se casa abandona su casa materna para ir a vivir con la familia de su marido, los hijos que ella tenga llevarán el apellido de él, y la propiedad se transmitirá por el lado del padre. Esto es un gran obstáculo e impedimento para la mujer, quién continúa atada a la familia de su marido, a través de los hijos. Los recursos personales de una viuda dependen en gran medida y están relacionados con el sistema de género del que ellas sean parte, su edad, la división social del trabajo y las experiencias personales que cada una de ellas tenga.
El impacto de la viudez también varía según la cultura y la religión. En muchas partes del mundo un segundo matrimonio es visto como inmoral para las viudas y existen reglas estrictas que limitan e impiden las libres decisiones de las mujeres sobre sus propias vidas. Hasta hace relativamente poco en Colombia, una viuda tenía que escoger entre reorganizar su vida afectiva o perder su pensión de viudez. La legislación civil cambió, pero grupos como la policía y el ejército continuaron con este reglamento por muchos años más. De cualquier manera, una viuda no puede contraer matrimonio, ya sea civil o religioso, sino hasta que haya pasado un determinado tiempo para que se compruebe con absoluta certeza que ella no lleva en su seno un hijo del difunto, quién eventualmente podrá reclamar derechos como hijo póstumo. Pero una cosa es la ley y otra la costumbre. Entre las familias que por lo general no tienen bienes, los desheredados, los pobres, donde el matrimonio formal no es la norma, las mujeres que pierden a sus hombres deben reemplazarlos por otros, de otra manera es difícil sobrevivir. Llama la atención, a veces, la rapidez con que lo hacen, y para algunas -las que siguen viviendo dentro del conflicto- el riesgo de perder a sus compañeros por segunda vez, las acompaña para siempre.
¡La verdadera viuda, por favor póngase de pié! Donde haya actores armados, del grupo que sea, y donde haya conflicto habrá viudas y huérfanos. A pesar que los medios de comunicación y el Presidente Pastrana se limiten a mostrar una sola cara de la viudez, que podemos llamar la viudez "oficial", están también las que se han unido con hombres pertenecientes a los llamados grupos insurgentes y que a veces, ni siquiera en vida de sus esposos y compañeros pudieron mostrar públicamente esa relación. Si tuvieron hijos, les tocó criarlos solas por las largas ausencias de sus maridos. Algunas de ellas ya han encontrado otros compañeros, están acompañadas, pero siguen considerándose viudas. No han podido sanar las heridas que les dejaron traumas anteriores. Otras nunca sabrán con certeza si ellos están vivos o muertos, pues llevan demasiados años desaparecidos o secuestrados. Sus casos no se cuentan en las estadísticas oficiales. No tuvieron oportunidad de darles un funeral digno y por años conservaron la esperanza de que aparecieran vivos. N adie sabe a ciencia cierta ni quiénes son las viudas de la violencia, ni cuántas son ellas pues es a veces muy difícil clasificarlas. Para poder hacerlo es necesario entender primero cómo operan las estructuras familiares, los
tipos de matrimonio o de uniones conyugales y las relaciones de pareja. En el sistema jurídico colombiano solo hay dos tipos de unión marital reconocidos: el matrimonio formal, ya sea civil o religioso, y la unión libre certificada después de dos años de cohabitación. La costumbre muestra otros tipos de uniones, corrientes en ciertas zonas, como el concubinato simultáneo con varias mujeres, o lo que podría llamarse como poligamia seriada. Estas relaciones producen familias donde el padre puede tener una serie de uniones simultáneas y sucesivas, con hijos en cada una de ellas. Las mujeres, pocas veces tienen uniones paralelas, pero si pueden tener varias sucesivas con diferentes hombres. Las relaciones tradicionales de una pareja estable y monógama son cada vez más difíciles de encontrar, y en algunas regiones, nunca han sido lo común. Las relaciones que no se adaptan a los ideales sociales o jurídicos producen tipos de familia complejos, con problemas específicos como rivalidades entre las madres y los hijos que comparten un mismo padre. Hasta los años setenta la ley determinaba como legítima viuda a la mujer de un hombre que fallecía estando legalmente casado. Esto excluía las relaciones en unión libre o concubinato, que sin embargo eran bastantes. Una de las grandes reformas que ha tenido la legislación de familia es el reconocimiento de
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la compañera permanente o la que ha convivido por lo menos más de dos años con el mismo hombre con iguales derechos a la que ha contraído matrimonio. La otra gran reforma ha sido el reconocimiento de los hijos habidos fuera del matrimonio con los mismos derechos que los llamados legítimos. Una nueva reforma de la ley indica que la mujer que haya vivido con el fallecido durante los últimos dos años de su vida es la que se considera como esposa o compañera permanente. Esto significa que solo ella tiene derecho a ser beneficiaria de herencias, pensiones, indemnizaciones, seguros, subsidios y otras prebendas relacionadas con la ocupación de su fallecido esposo o compañero, o de las circunstancias de su fallecimiento, a menos que él haya dejado un testamento que aclare quiénes serían sus beneficiarios en caso de fallecimiento. El problema es, como ocurre con cierta frecuencia, que un hombre muere y aparecen varias mujeres en calidad de compañeras, con sus hijos, reclamando los derechos que por ley les corresponden, y solo una puede recibirlos. Entre estos derechos también esta el de reclamar el cuerpo y enterrarlo con los ritos que le corresponden. La muerte también desata odios, rencores y envidias entre los parientes y otros sobrevivientes. La pregunta de quién debe tener más derechos, si la madre que le dio vida y lo educó o la mujer a quién conoció, a
veces por muy poco tiempo pero que tiene descendencia. ¿Cómo tomar decisiones salomónicas donde hay que repartir la pobreza de una pequeñísima pensión entre muchas personas sin relación entre ellas pero conectadas, de una manera u otra, a un difunto? Uno de los problemas que encuentran las mujeres de soldados voluntarios muertos en combate o en acciones de guerra es que por definición, para ser aceptados en este cargo deben ser solteros. Esto quiere decir que pueden ser aceptados sin estar formalmente casados aunque estén viviendo en uniones libres. Esta definición como solteros hace invisibles a las mujeres con quiénes ellos estén unidos, las cuales no tendrían ningún reconocimiento legal y por lo tanto no pueden solicitar los beneficios que les corresponden a las otras. Entre los hombres de las Fuerzas Armadas, la situación familiar se complica por ser trasladados constantemente de un extremo a otro del país; sus mujeres saben que estas mudanzas implican la posibilidad de una nueva relación en el pueblo al cual han sido enviados; si se van solos, quienes pueden los siguen por todo lado en un esfuerzo por prevenir que él se involucre con otras mujeres. En el caso de que mueran, ellas quedan a la deriva, pues no han echado raíces en ninguna parte, su vida en lugares extraños ya no tiene sentido y su única alternativa es regresar a sus lugares de origen.
y ya que se mencionan a las que deben mudarse de residencia por causa del fallecimiento de su marido, se debe mencionar a las desplazadas, las que tienen que salir huyendo de sus pueblos, abandonando lo poco que tienen, con la perspectiva de un futuro incierto para ellas y sus hijos, sin esperanza y con grandes tragedias a cuestas. Muchas de ellas no saben leer ni escribir, no tienen documentos de identidad, ni ellas, ni sus hijos; salen sin partidas de matrimonio, de nacimiento o de defunción para poder probar parentesco y sin los títulos de la tierra que consideran suya, por derecho propio, y sin habilidades para ganarse la vida en otros lugares, por lo general las grandes ciudades a donde llegan. Es curioso pero cuando se busca a las viudas, aparecen otras mujeres como las que han sido abandonadas por sus hombres. Ellos también están "desaparecidos" pero en este caso de otra manera. A veces ellas jamás vuelven a verlos, ni tampoco saben si están vivos o muertos. Sienten que han quedado en la soledad y en un desamparo similar al de las otras. La guerra y la violencia tienen otras consecuencias para las estructuras familiares. Los hijos también abandonan el hogar más temprano, los unos para entrar en el juego de la guerra y la revancha, las otras para ayudar a sobrevivir a sus familia con lo único que disponen: su cuerpo.
Las emociones, los sentimientos
y las identidades Las personas que dan apoyo psicológico a las viudas y a sus hij os, manifies. tan la constante presencia de dos emociones muy fuertes que se deben atender con urgencia y que tal vez puedan ayudar a romper el ciclo de la violencia. Una es la profunda rabia contra las personas que dieron muerte a sus compañeros, las instituciones a las que pertenecían y hacia el mundo en general. Este sentimiento está relacionado con otro que es el de la venganza y la reproducción de odios. Tanto la rabia como la venganza se alimentan con la impunidad. Esta opera a tantos niveles que muchas mujeres cuyos maridos se cuentan dentro de la categoría de los desaparecidos, saben que no vale la pena tomarse la molestia de abrir una investigación, ni de reclamar justicia. Ni siquiera se acercan a efectuar los trámites necesarios para presentar una denuncia, entablar una demanda o formalizar ante la justicia las irregularidades de que han sido víctimas. En estos casos tampoco se puede contar con el consuelo que ofrece la religión y el ritual. No hay funerales, ni misas de cuerpo presente. Las emociones se esconden, los duelos se posponen y se hace un esfuerzo para que la vida continúe como antes. Pero nunca volverá a ser así. A menudo deben salir huyendo para
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proteger su vida y la de sus hijos; de repente se dan cuenta que no son ni solteras, ni casadas, ni viudas, ni nada. Viven en un limbo donde tienen que construir nuevas identidades, nuevas relaciones y nuevos proyectos de vida. Las obligaciones como esposa desaparecen, pero las responsabilidades hacia los hijos se duplican. Sin un hombre adulto a su lado, es difícil para muchas de ellas tomar las riendas de sus casas y desempeñar gran parte del trabajo agrícola. Cuando se pierde la contribución económica de un hombre adulto, especialmente en familias de escasos recursos, la necesidad de reorganizar el hogar se vuelve un asunto urgente. A veces se cometen errores al precipitarse en formar una nueva familia sin tener mucho tiempo para escoger un hombre que no vaya a maltratar a los hijos que nos son suyos y sin saber si vaya a ser un buen compañero y tal vez así, poder compartir pobrezas de una mejor manera. El principal apoyo que una viuda recibe viene de su propia familia; de sus hijos si no están muy jóvenes, o de su familia extensa en caso de que estén en condiciones y no la culpen de las tragedias que ha vivido la familia. Con la comunidad, no pueden contar mucho. El problema es que en casos de desplazamiento y de guerra, estos apoyos ya no funcionan de la misma manera. En muchos casos donde la violencia
produce muertes, los recursos económicos de las personas disminuyen rápidamente. Los costos de los trámites legales, de los abogados, del funeral aumentan los gastos, pero lo peor es tener que abandonar todo y desplazarse a un lugar incierto donde no hay trabajo disponible. En otros casos tienen que vender su casa, pagar secuestros, huir del país, y al mismo tiempo seguir educando a sus hijos. Para muchas el trauma de lo que han vivido es tan severo que entran en depresiones agudas y no pueden hacerse cargo ni de ellas mismas, ni de sus hijos. Hay grupos de viudas estigmatizados, como el de las mujeres que en algún momento estuvieron relacionadas con hombres pertenecientes a grupos insurgentes, u otros grupos al margen de la ley que hacen que sus relaciones fueran clandestinas y esporádicas. Los hombres casi nunca estuvieron cerca de sus hijos para verlos crecer. Ellas fueron padre y madre cuando sus compañeros aun estaban vivos. Algunas estaban refugiadas, asiladas o en el exilio cuando se enteraron de la muerte de sus hombres. No podían regresar a Colombia y a veces ni siquiera podían contar a sus hijos cual era la verdadera identidad u ocupación del padre. También están las viudas de los hombres famosos, las de los magnicidios, los jueces inmolados en el Palacio de Justicia, las de los magistrados y candi-
datos a la presidencia, asesinados en diferentes momentos de la historia del país y los hombres pertenecientes a la población civil que se vieron involucrados en situaciones que ellos no buscaron. Estas viudas reciben atención de la prensa y los medios de comunicación y sus vidas parecen ser más vigiladas, sobretodo si "traicionan" al hombre muerto por uno vivo. A veces ellas o sus hijos son los encargados de continuar la línea política del padre. Dentro de otra categoría están las que se convirtieron en famosas por tener esposos infames, o las estigmatizadas por las actividades de sus maridos como la mujer de Pablo Escobar, o la de Gacha quiénes deben responder por los crímenes de sus maridos. En la Guerra y en la paz
Un factor importante en la relación entre los miembros de una sociedad es el sistema político en que viven y sus actividades para proteger a sus ciudadanos. La guerra afecta a las familias urbanas y rurales de maneras diferentes. No se han incorporado en este ensayo otras categorías de viudas como las de hombres que se dedican a actividades de alto riesgo dentro del narcotráfico, de las llamadas autodefensas y de la mal llamada violencia común. Para cada tipo de violencia parece haber un tipo de viuda. Las más jóvenes unidas a
pandilleros o sicarios, quiénes en su afán del tiempo. Siempre existe la tendencia a idealizar el difunto, incluso aquellas que de vivir la vida deprisa deciden tener hablan abiertamente de los malos tratos descendencia y prolongar así sus vidas. que ellos les daban. Dejando no una, sino varias personas Mientras haya hombres armados, en desamparadas. Hay una cosa que la pié de lucha, continuará aumentando mayoría de las viudas colombianas comel número de viudas. parten: su juventud y la Aunque, hoy día, con minoría de edad de sus los cambios en las instihijos. Otra cosa en cotuciones armadas, hay mún para muchas otras, mujeres en servicio de la incluso las mujeres de nación, son muy pocas soldados voluntarios y de policías que cuentan las que logran entrar, ascender y llegar a con un auxilio, es la puestos de categoría. pobreza o el constante ;;... ____ ace... y es por esto que, riesgo de caer en ella. aunque presentes en Habría que hacer las estadísticas, el número de viudos un estudio demográfico para saber hasta sigue siendo muy inferior. qué punto están desapareciendo los Del mismo modo que hay mujeres hombres con condiciones adecuadas para contraer matrimonio. El número de en los grupos armados, las hay luchando por un país en paz. Están cansadas de mujeres ya sobrepasa al de los hombres. De seguir las cosas así tendrán cada vez llorar por sus hombres muertos, no mayores dificultadas para encontrar quieren dar más hijos al conflicto, maridos o compañeros. Para algunas, los buscan la reconciliación, reconocen que defectos de los esposos y compañeros la violencia tiene límite y no quieren muertos se van suavizando con el correr hacer parte de esto por más tiempo. •
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Este ensayo muestra algunos de los resultados preliminares de una investigación llamada : "Memorias de la violencia: Viudas y huérfanos en Colombia" realizada por el lCA H, con el apoyo de Colciencias. Se agradece la colaboración como asistentes de investigación a Martha López, Adriana Ramíre z, Patricia Morales y María E. Vásquez.
Donny Meertens. Docente del Programa de Estudios de Género, Mujer y Desarrollo, Universidad Nacional de Colombia
Cosiendo futuro: Cotidianidad y Proyectos de Vida de Mujeres Desplazadas ... %das las mujeres del mundo dehieran llamarse CPenélope o si no, por qué oioen hilando el porvenir, cosiéndole mañanas al ahora? f)uan Cfllanuel C)toca; "Cfllujeres del Cfllundo "
De la destrucción a la reconstrucción
CDesplazarse forzadamente a causa de la violencia significa romper con el proyecto vital, con una elaboración -sea ésta profunda o rudimentaria- del futuro personal a partir del pasado. La ruptura, no obstante, conlleva también la necesidad de la reconstrucción. Por ello, los y las desplazadas, aunque principalmente víctimas de la violencia y del terror, se constituyen, simultáneamente, en forjadores activos de un nuevo futuro. En este proceso de doble dimensión, se presentan profundas diferencias entre los dos géneros. Mujeres y hombres viven de maneras e intensidades distintas la violencia, el terror, el desarraigo y también reconstruyen en forma disimilar sus proyectos de vida y el tejido social de su entorno. A lo largo del proceso de desplazamiento y reconstrucción, sus vulnerabilidades, sus capacidades de resiliencia 1 y sus potencialidades se van configurando en nuevas relaciones de género, no necesariamente más equitativas, aunque en ellas se vislumbran algunas tendencias de cambio. La más sobresaliente tendencia es la de que las mujeres campesinas, confrontadas con la supervivencia en el medio urbano, tiendan a ganar un poco más de autonomía y sociabilidad en sus proyectos vida.
Entendido este concepto como el ace rvo de fuerzas personales que evocan resistencia cuando se enfrenta la destrucción y provocan una actitud positiva ante la vida, a pesar del abandono, la exclusión o el rechazo social.
Los mismos esquemas tradicionales que habían restringido los espacios de las mujeres a los recintos de lo doméstico, lo privado y de las relaciones cercanas antes del desplazamiento, se convierten en un acervo positivo frente a los desafíos de la supervivencia urbana. Las mujeres desplazadas generalmente tienen más flexibilid ad que los hombres en asumir labores de rebusque, son más recursivas y pueden apoyarse en su larga experiencia de trabajo doméstico, ahora un recurso vendible. Tejen, con más habilidad y menos prevención que los hombres, un nuevo entorno social de reciprocidad y solidaridad al nivel de las relaciones cercanas. Frente a la dependencia de instituciones públicas, prefieren movilizar sus redes particulares. En todos estos sentidos, y pese a la miseria, el desempleo, la nostalgia y ese sentirse desplazada que comparten con los hombres, los pequeños ava nces en la reconstrucción de su vida cotidiana pueden significar otros tantos en la construcción de su autonomía. En este ensay02 me limito a explorar algunos ejemplos de los esfuerzos de supervivencia y la ampliación de los horizontes vitales de mujeres desplazadas. El enfoque escogido, sin embargo, no va en detrimento del reconocimiento de la tensión permanente entre la condición de ser víctimas de la destrucción, y simultáneamente agentes de la reconstrucción; o aún más, de las contradicciones inherentes a la representación simultánea del llanto y el tesón, el miedo y la esperanza, la nostalgia y la proyección al futuro. 3 Tener un proyecto de vida va mucho más allá de las estrategias de supervivencia material. Incluye las dimensiones de experiencia e identidad, esta última no considerada como algo dado, sino como un proceso dinámico, complejo y relacional (Cockbum 1998:8-9, Malkki 1992:37) Abre perspectivas hacia el futuro en términos de esperanzas y propuestas, articuladas entre sí, tanto en los individuos como en las colectividades sociales (Sobernigo 1990:46-47). Tener un proyecto de vida sugiere una intención, una voluntad de superación, alguna planificación y sobre todo, cierta capacidad de controlar el curso de la vida cotidiana.
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Algunos aspectos de este ensayo se desarro llan más en mis artículos en la Revista Colombiana de Antropología (enero-diciembre de 2000) y Latin American Perspectives (2001). Las citas han sido tomadas de entrevistas en Santander y la Costa Atlántica, en el transcurso de
las investigaciones realizadas sobre mujeres y desplazamiento en 1994 y con Nora Segura Escobar en 1995/6 y 1998/ 1999, esta última financiada por Colciencias.
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Por otro lado, el proyecto de vida también remite al pasado, pues incluye toda la carga de experiencias cotidianas vividas antes del desplazamiento, incluidos, desde luego, los hechos traumáticos que causaron la huida. Son experiencias cruciales que diferencian a las mujeres entre sí y nos permiten entender las particularidades de los procesos identitarios a través de los cuales las desplazadas reconstruyen sus vidas. A modo de contraste se presentan los diferentes avances en la reconstrucción de proyectos de vida para dos tipos de mujeres desplazadas: las viudas de la violencia que vivieron vidas tradicionales antes del desplazamiento, y las líderes, mujeres campesinas con experiencias organizativas previas. Dos factores resultaron de especial importancia para captar las diferentes capacidades de reconstruir sus proyectos de vida ~individual o colectivo~ en la ciudad: el grado de inmediatez y de trauma con que tuvieron que abandonar el lugar donde vivían y las experiencias previas de participación en la vida pública (comunitaria, cívica, política). Las viudas
En medio del drama personal las viudas han mostrado entereza para asumir la responsabilidad de sacar adelante a sus hijos e ingeniarse las maneras de conseguir comida o algún ingreso. Por otro lado, esa misma responsabilidad de sus hijos, no les ha dejado tiempo para entregarse a las emociones o los recuerdos, de modo que se va aplazando casi indefinidamente el tan necesario duelo por la pérdida de sus seres queridos. El primer relato, de una mujer cuya viudez fue causada por la retaliación desde diferentes orillas políticas, muestra los efectos desgarradores del conflicto político en todas sus matices al interior de una familia:
'}\ mi esposo lo mataron los paramilitares, por tener un hijo guerrillero, ellos decían que tenían que acabar con la última semilla. Siempre nos acusaban de auxiliares de la guerrilla, por ese mero hecho, nos querían obligar a decirles dónde estaba nuestro hijo, cuando ni nosotros mismos sabíamos si estaba vivo o muerto .... También desaparecieron al otro hijo, por ser hermano de guerrillero, pero eso si fue otro grupo guerrillero ... Ese viejo era un viejo bueno, nunca se metía en nada, el único pecado fue tener un hijo que se había metido a la guerrilla ... Antes de llevárselo estuvieron dos días en la casa, se quedaron, cocinaron, era como una especie de arresto domiciliario. Después lo vistieron de militar y se lo llevaron, no sin antes burlarse de él, por todo el camino. Lo vistieron así, diciéndole que si de pronto los atacaba la guerrilla y él moría, entonces lo habría matado
su proPio hijo ... No tuve quien me ayudara en la salida ... Uno trata de sobrevivir y seguir, pero son muchas las heridas que no cicatrizan. Los nietos son como la semilla de mis hijos, son como mis hijos. Yo vivo es por mis nietos ... " (Mercedes) Los momentos más difíciles son los de la primera supervivencia después del desplazamiento. Es cuando se juega el desconsuelo con la necesidad de ser . recursiva. Las mujeres solas han buscado, más que la compasión de los hombres, la solidaridad de otras mujeres: familiares, maestras o comerciantes de la plaza de mercado. Así aseguró Belén la comida para sus hijos después de haber estado sumergida en el dolor: "Yo tenía los ojos hinchados de llorar... A los cinco días de haber llegado a la ciudad, me llamó la señora que me había dado alojamiento y me dijo: 'a usted no le queda bien ponerse a llorar porque usted ahí no va a conseguir nada y usted tiene que pensar en levantar a esos niños. Póngase el corazón duro y mañana se baña bien y por allá, así no conozca, que hable con personas, que vea que le pueden ayudar y si le toca pedir, pida, no tenga pena' (.. .) Allá en el mercado me puse a charlar con una señora. Me regaló manguitos ... y ella me daba la comida ... y enseguida vi a una señora que tenía una proveedora y le dije oiga doña hágame el favor y me acredita una libra de arroz, aceitico, espaguetis, me dio huevos, pan ... (me dijo) 'cuando consiga me los paga, no ponga a los niños a trabajar... ' Ella dijo que la historia mía era bastante dolorosa. Allá los niños se van todos los días almorzados ... como ya sabían la historia de ellos, allá en ese mercado, en ese costal, tenían para comer, carne, arroz, de todo, tomate, berenjena, de todo me mandaban ... " (Belén) A la vez es significativo que las viudas no buscan solidaridad con otras viudas o mujeres desplazadas del mismo lugar. Ese rechazo a compartir la misma historia deja manifiesta la necesidad de olvidarse del trauma sufrido, pero también remite al miedo y al ambiente de clandestinidad que rodea a las sobrevivientes de una masacre. Por esa razón, las mujeres viudas no optan en ningún momento por el retorno. Pues ese lugar de antes simboliza a los mismos asesinatos o masacres que constituyeron su motivo de huida y la ruptura de su proyecto de vida. "Yo no me devolvería sola, sin ningún apoyo. Si me devuelvo quiere decir que estoy con ellos, y yo nunca podría estar con los verdugos de mi familia, prefiero ser neutra aquí". (Mercedes) Impedimentos emocionales, falta de recursos, razones de seguridad personales y por ende consideraciones éticas están presentes en el rechazo a la idea de retorno. En ese sentido, la reconstrucción de sus vidas en la ciudad, obedece, no sólo a la resiliencia y la responsabilidad por los hijos, sino también al cierre de otras opciones .
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Las líderes
Las mujeres que participaban en organizaciones (comunitarias, campesinas o de madres comunitarias) antes del desplazamiento, cuentan con más fortalezas para enfrentar la reconstrucción de sus vidas y la superación del desarraigo emocional y material. Las experiencias previas de movilidad geográfica y social, articuladas a las oportunidades de participación en la vida pública constituyen un acervo importante para nuevamente tejer redes sociales en torno a algún tema práctico de la supervivencia o el ejercicio de derechos de ciudadanía. Todas las entrevistadas con experiencia organizativa previa, habían encontrado, en su juventud, algún camino para escapar al confinamiento del típico hogar campesino, sea a través de migración independiente hacia zonas de colonización, sea mediante el servicio doméstico en la ciudad. H abe r viajado antes, haber desempeñado un papel en la organización campesina o haber conocido la ciudad y las instituciones públicas, les daba una ventaja en la reorganización de sus vidas en forma más colectiva, después del desplaza miento forzado. En las ciudades intermedias, especialmente en las de la Costa Atlática, donde la experiencia organizativa de las mujeres rurales había sido más abierta que en otras regiones, pero también en Barrancabermeja y en la región de Urabá, se consolidaron organizaciones populares y no-gubernamentales femeninas, que han logrado una importante labor de asociación y apoyo mútuo como estrategia de supervivencia, económica y psicológica, de las mujeres desplazadas. 4 Muchas veces, el proceso organizativo en la ciudad, por más incipiente que fuera, ha propiciado un nuevo sentido a la vida, una nueva sociabilidad y nuevos horizontes vitales, sin evocar las mismas tensiones políticas 5 que causaron el destierro. De esta manera ha cumplido un papel terapéutico para sus integrantes:
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Por ejemplo, en Montería, la Corporación María Cano y la organización pop ular Orfedec fu eron unas de las primeras en lograr una combinación de trabajo con resultados tangibles en materia de ingresos (tiendas comunitari as, ollas comunitarias) y el trabajo de apoyo y empoderamiento de las muj eres mediante la ate nción psicoterapeutica y el estímulo a su autoestima.
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Desafortunadamente, c uand o se revisó este texto, la Organización Femenina Popular en Barrancabermeja había sido víctima de serias amenazas que la han colocado en medio de las polarizaciones propias del conflicto armado.
"Mi mamá, ella no hacía sino llorar, llorar, llorar, la hemos sometido a terapia psicológica y ella no supera esa crisis ... pero ella hace parte de nuestra organización y de pronto dice que la organización le ha servido muchísimo y no solamente a ella, Pienso yo, sino que a mí me ha dado conocimientos impresionantes a pesar de que yo ya venía trabajando en algunas cosas, trabajos comunitarios, pero es aquí que se ha consolidado realmente la organización y ha abierto posibilidades a uno". (Cristina, líder comunitaria) Este planteamiento recobra aún más significado en el caso de las mujeres que habían logrado algún grado de liderazgo en su comunidad u organización de antes. Ellas han sobrellevado las penurias del desplazamiento con algo más de facilidad gracias a su experiencia previa y su capacidad de organización. Ahora son ellas quienes dirigen las organizaciones comunitarias de desplazadas. En la ciudad han comenzado a experimentar nuevas formas de autonomía, no tanto en lo organizativo, sino en lo personal. Pero, el liderazgo femenino, en ese sentido personal, conlleva también costos. No es fácil defender un nuevo concepto del mundo y nuevas prácticas sociales en una situación de desplazamiento, y menos aún en una región que, como la costeña, es conocida por su proverbial subor, dinación de género. "He tenido la posibilidad de capacitarme, de ver las cosas de otra manera, de poder tener la oportunidad de pensar las cosas diferente, de no ser una campesina dependiente;
yo tengo mi autonomía, he logrado tener conocimientos. Nunca más busqué compañero, no, no, porque ... yo pienso que la solución del problema económico de uno, no es depender de otra persona sino de uno mismo, en la medida en que uno se abra el paso, en la medida en que uno crea metas con uno mismo, así progresa". (Maribel, antigua líder campesina, ahora líder comunitaria) Los costos del liderazgo representados en la soledad afectiva, la falta de un compañero estable que acepte que su mujer tenga protagonismo en la comunidad e ingresos propios, son compensados por la plenitud que les brinda el trabajo por la satisfacción de las necesidades más urgentes y el empoderamiento de las mujeres en la ciudad: "La finalidad de nuestra organización es crear realmente sólidas organizaciones de mujeres que nos permita luchar por la reivindicación de nuestros sectores ... luchar por lo de nosotras ... que las mujeres se valoren y sean reconocidas no como objeto sino como un ser útil, como persona". (Maribel)
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A modo de conclusión: supervivencia, organización y construcción de un nuevo futuro.
Entre las víctimas del desplazamiento, las mujeres campesinas tradicionales, en especial las viudas de la violencia, han sufrido una mayor pérdida de su identidad social que los hombres. Sin embargo, son ellas quienes deben asumir la responsabilidad de la supervivencia física de la familia y enfrentar la construcción de una nueva identidad social en un medio urbano desconocido y hostil. Los hombres desplazados, por su parte, debido a su mayor movilidad geográfica y su mayor experiencia social y política, han enfrentado con más fuerza las rupturas con el tejido social de su entorno rural. Pero en la fase de reconstrucción de la vida familiar, las oportunidades para hombres y mujeres parecen invertirse: el impacto del desplazamiento se concentra para los hombres en su desempleo, situación que le despoja del papel de proveedor económico. En contraste, las mujeres parecen mejor equipadas para continuar las rutinas de las labores domésticas, tanto en el servicio a otros como en su propio hogar. A pesar de los traumas, la pobreza, la falta de espacio y tiempo para vivir el duelo, también para las viudas se han presentado nuevas posibilidades de desarrollo personal. Estas posibilidades se han presentado con mucha más fuerza en el caso de aquellas mujeres campesinas cuyas experiencias organizativas y de liderazgo previas al desarraigo ayudaron a sobrellevar las penurias del desplazamiento con más elementos para emprender la reconstrucción personal y colectiva de su vida urbana. •
Bibliografía
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Ponencia del grupo Mujer y Sociedad Presentada en audiencia pública de las mujeres en El C aguán . Junio 21 de 2000
Mujeres, conflicto armado y paz esta audiencia es principalmente un espacio de encuentro entre mujeres quienes, comprometidas con el desarrollo del país, hemos tomado diferentes opciones de vida. Sin duda, representa la posibilidad de expresar las esperanzas ante el futuro de la sociedad, no sin antes manifestar los temores ante el riesgo de lo que significa, en este momento, romper el silencio buscando superar la complicidad frente a la guerra; al riesgo de continuar siendo utilizadas para el juego de los guerreros; al riesgo de no ser escuchadas y que nuestra palabra sea tomada, una vez más, como palabra~síntoma. Frente al conflicto armado y a la paz invitamos a las personas aquí presentes y a todo el país, a la reflexión a partir de las siguientes consideraciones: •
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Los y las colombianas no podemos seguir afirmando indefinidamente que la violencia es la partera de la historia. Para nosotras la historia se construye a partir del diálogo, el encuentro, la resolución pacífica de conflictos y la concertación. Necesitamos crear condiciones de paz con justicia social y des legitimar la idea de aniquilación de unos a otros.
Las anteriores consideraciones expresan que en Colombia no podemos seguir viviendo en la disputa sangrienta por la acumulación de los territorios, por la extracción y destrucción ilimitada de los recursos naturales y por el establecimiento de relaciones de apropiación de unos seres humanos sobre otros. Para construir la paz es preciso que todos los procesos productivos sean orientados hacia el desarrollo sostenible. •
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Es imprescindible transformar las prácticas de protección social supuesta~ mente brindada por los ejércitos, cualquiera sea su color, ya que existen y pueden existir otras modalidades de poner límites a la compleja condición humana.
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Es necesario frenar el vertiginoso aumento de los costos económicos generados por los conflictos armados y la atención de sus secuelas. Es imprescindible frenar la perdida de la capacidad laboral de miles de colombianos y colombianas provocada por los desplazamientos, las inhabilidades físicas y las enfermedades mentales propias de la guerra.
La violencia, además de expresarse en el conflicto armado, ha sido una constante en la historia de las mujeres, visualizada como violencia cotidiana y maltrato intra familiar que se manifiesta en las agresiones tanto físicas como psicológicas y sexuales. Estas últimas agudizadas en períodos de guerra. Ante la violencia cotidiana, las mujeres no hemos sido tan impotentes como ante la guerra; hemos logrado establecer límites gracias a políticas públicas a través de leyes, normas y programas. Muchas mujeres en el país nos hemos revelado tenaz y silenciosamente contra las múltiples violencias. Las mujeres campesinas migran a la ciudad o se desplazan forzosamente buscando tomar distancia de la muerte social. Somos ya incontables las mujeres que desde las prácticas individuales y colectivas hemos propuesto iniciar rupturas culturales y estamos transformando, no sin dificultades, las pautas de socialización autoritarias y coactivas aprendidas en el seno de la cultura patriarcal. Hemos recreado una PEDAGOGIA INTEGRAL con base en el diálogo, la ternura, la tolerancia y la generalización de prácticas no sexistas, con el ánimo de orientar a las nuevas generaciones en la consolidación de una sociedad económica, social, cultural y políticamente democrática. Miles de mujeres en el país han cuestionado la idea milenaria del trabajo doméstico que comprende simultánea y contradictoriamente la exaltación y el menosprecio de las tareas asignadas exclusivamente al ámbito femenino. Hemos propuesto y continuaremos proponiendo reconceptualizar y valorar lo que se hace diariamente por el cuidado de los demás. Tales labores se han proyectado al TRABAJO COMUNITARIO y PROFESIONAL. Hemos propuesto, y lo reiteramos ante esta audiencia, que las tareas cotidianas por el cuidado de la vida individual y colectiva sean redistribuidas entre hombres y mujeres, reconocidas socialmente, registradas en las estadísticas, remuneradas económicamente, financiadas por el GASTO SOCIAL PÚBLICO y contabilizadas en las cuentas nacionales como punto inicial para lograr la equidad en el DESARROLLO SOSTENIBLE CON PERSPECTIVA DE GÉNERO.
11 Muchos grupos de mujeres, en diversas comunidades locales del campo y las ciudades, han empezado a organizar el TRABAJO COOPERADO entre hombres y mujeres y a entablar relaciones SOLIDARIAS de género para realizar conjuntamente las labores propias del CULTIVO DE LA VIDA de la humanidad y de todos los seres vivientes del planeta; por ello se aspira a reproducir y enriquecer tales experiencias en los órdenes regionales y nacional. Complemento indispensable de la propuesta anterior es el aumento del GASTO SOCIAL PÚBLICO por medio de la sustitución del gasto de guerra. Tan solo imaginemos por un segundo lo que se podría realizar en términos de Bienestar Social con los recursos que hoy se destinan a la industria de la muerte y con una redistribución de los oficios dedicados al conflicto armado. En este sentido, planteamos los siguientes interrogantes con tono de sugerencias: •
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¿Será posible que todos los ejércitos transformen sus roles de protección armada por tareas cívicas y, en vez de generar muerte y desolación, contribuyan a construir ciudadanías? ¿Será posible que todos los ejércitos que se dedican hoy en día a buscar sus hegemonías sobre los terrirorios, los recursos y las personas que allí habitan, se dediquen a orientar las energías creativas de la humanidad? ¿Será posible que todas esas mentes y recursos que implantan el terror se destinen más bien a sembrar árboles y plantas para recuperar la devastación, a recuperar los ríos y las fuentes de agua para permitir el advenimiento de una buena calidad de vida para las actuales y futuras generaciones? ¿Será posible que la tecnología empleada en la guerra, la contaminación y la persecución se pueda convertir en programas de desarrollo científico y tecnológico para conocer y disfrutar de nuestra gran diversidad natural?
Para terminar, las mujeres nos unimos a todas las voces que señala n como un asunto de vital importancia que se incorpore, en ésta y en futuras mesas de negociación, mientras las guerras subsistan, la discusión sobre la necesidad de que todos los actores armados cumplan con los mandatos del Derecho Internacional Humanitario que prohíben y sancionan la violación y todo tipo de violencia sexual contra las mujeres en situación de conflicto armado. •
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María Eugenia Martínez y Gloria Elena González Grupo Mujer y Sociedad
Mujeres y proceso de paz. Deseos y realidades
c:Jl pesar del reconocimiento formal de los derechos y deberes civiles y políticos de las mujeres en la constitución del 91 y de la reciente aprobación de la ley de cuotas, aún es restringida la participación femenina en las esferas públicas donde se debate la resolución pacífica de los conflictos armados y en los escenarios donde se expresan las propuestas de desarrollo en el país. La exclusión de las mujeres en tales decisiones es notoria, tal vez, por su ausencia en los cargos directivos de los diferentes ejércitos que se disputan las tierras, los recursos y el poder en Colombia, o por su continuidad en las tareas tradicionales en la logística de la guerra en contraposición al reciente incremento de su vinculación al combate directo en las guerrillas y autodefensas. Según Naciones Unidas, las mujeres representan el 50% de la población adulta y un tercio de la fuerza de trabajo oficial, realizan las dos terceras partes del total de horas de trabajo del mundo, reciben sólo una décima parte del ingreso mundial y poseen menos de la centésima parte de la propiedad. En ésta medida la finalidad económica y política de la guerra en relación con la vinculación de las mujeres a la misma es profundamente paradójica ya que la "pobreza en Colombia y en el mundo tiene rostro de mujer". Desde esta ambigüedad entre invisibilización y reconocimiento público formal, las mujeres organizadas buscan hacer presencia en el plano político con nuevos estilos e ideas para aportar a la construcción de una historia pacífica, positiva y duradera que trate de superar la estigmatización de población victimizada, intentando ser parte activa de la solución. En este contexto la Red Nacional de Mujeres solicitó y logró la realización de la Audiencia de las Mujeres en el Caguán, el día 25 de junio de 2000, sobre el tema: Modelo de Desarrollo, Economía y Empleo, para: "decirle al país, al mundo, a los actores del conflicto armado y al resto de la sociedad civil, que sin las mujeres la paz no va y que con nosotras la paz será sostenible y más creativa ... Desafortunadamente registramos
en los procesos de paz que se adelantan entre el gobierno y las organizaciones guerrilleras, no sólo la falta de una presencia equitativa de mujeres en las mesas de negociación, sino
también la carencia de una perspectiva de género que incluya las reivindicaciones propias de las mujeres en el proceso de negociación política del conflicto armado y de construcción de un país justo, equitativo y pacífico para todas y todos.» (Carta 28 de junio del 2.000) Meses más tarde, la Red Nacional de Mujeres se vio nuevamente obligada a insistir en la representación femenina ante la Comisión facilitadora de la Sociedad Civil en el proceso de negociación política con el Ejército de Liberación Nacional. Las mujeres en Villa Nueva: ¿una audiencia sin oidores?
Mujeres de diferentes organizaciones, orientaciones ideológicas y culturales, profesiones, posiciones sociales y regiones del país trabajaron conjuntamente por tres meses consecutivos. Acudieron para compartir símbolos como la pipa de la paz y el fuego sagrado de la madre tierra, murales coloridos, representaciones como La Madre para reconocer el dolor frente a la obligada vinculación de sus hijos a la guerra, canciones evocadoras de la vida, análisis socioeconómicos y en general, múltiples esperanzas de inclusión en el desarrollo y anhelos de una Cultura de Paz. Pese a ser citada conjuntamente por el Gobierno Nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, fue notoria la ausencia del primer convocante. Los segundos, al concluir la Audiencia, hicieron énfasis en que las demandas de las mujeres pasan a segundo plano ante la prioridad de la toma del poder revolucionario. La propuesta más aplaudida por las asistentes, "ni un hombre, ni una mujer, ni un niño, ni un peso más para la guerra", cuestiona la economía de guerra y las desproporcionadas sumas del Gasto Público en armas, ejércitos y atención a las secuelas de la lucha armada. Propone reflexionar sobre la redistribución de los trabajos dedicados a la industria y comercialización de la muerte social, independiente de los ideales políticos que la promueven. La diversidad de las ponencias presentadas incluye una gama de propuestas que va desde reivindicaciones económicas en el seno de las relaciones capitalistas y la construcción de una economía solidaria hasta la deconstrucción de la cultura patriarcal y el fortalecimiento de una cultura de paz. Un buen grupo de estas demandas y solicitudes tiene como fondo el cuestionamiento a los efectos del modelo neoliberal, abordando temas como la generación de empleo, los salarios, la reforma tributaria y la inversión social. Otras hacen relación a la necesidad del reconocimiento de las labores domésticas y comunitarias, proponen un reordenamiento societal más amplio,
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11 que conlleve otra división sexual del trabajo, insisten en la transformación de la industria de la muerte a partir de cuidar la vida en todas sus dimensiones y en la consecuente decisión de eliminar el gasto público de guerra para destinarlo al Gasto Social. Es reiterativa la insistencia en la apertura de oportunidades laborales para las mujeres, la denuncia de la precariedad en la condición de vida de las campesinas en las zonas rurales, así como las críticas frente al sistema de seguridad social. Las trabajadoras asalariadas denuncian particularmente los riesgos que corren con relación a la salud reproductiva durante el embarazo y la lactancia; para quienes laboran en las zonas francas, industriales y las flores, se señala la prolongación ilimitada de las horas de trabajo, la utilización de plaguicidas, la inadecuada utilización de tecnología e incluso los abusos físicos y sexuales. Las mujeres vinculadas al sector informal consideran arbitraria la subcontratación y el predominio de la realización de oficios a domicilio ya destajo. En síntesis, hay una conciencia crítica en torno a la violación de los derechos laborales de las mujeres asalariadas reconocidos en convenios internacionales y firmados en pactos nacionales. Las mujeres cabeza de familia destacan la sobrecarga en sus deberes económicos ante el abandono e irresponsabilidad paterna, lo que les genera mayor miseria familiar y desigualdad en las oportunidades por el estado civil y el embarazo. Otra de las preocupaciones explícita en algunas intervenciones femeninas, es la presencia del trabajo infantil y juvenil que obstaculiza y niega posibilidades de desarrollo personal y social. Dos posiciones se pueden apreciar: La primera demanda la protección y el diseño de garantías sociales y laborales, la segunda, es más radical y pugna por la eliminación del trabajo de la infancia. Las propuestas se centran en demandas de Políticas Sociales y Laborales en el contexto de:"Un país soberano y autodeterminado, con un Estado que garantice la vida, la libertad, la igualdad y la diferencia". (Tobón, Velásquez: 1, 2000) En el plano de la política social se propone el aumento del Gasto Público Social para mejorar la calidad de vida de la población y eliminar la pobreza, prestando especial atención a la feminización de la misma, impulsando la educación a las mujeres en prácticas comunales, cooperativas, técnicas y científicas, potencializando la participación femenina en la planeación con perspectiva de género a nivel local, regional y nacional. Se solicitan programas formativos sobre control natal, planificación familiar y sexualidad con el ánimo de fomentar la co-responsabilidad entre los padres frente a las nuevas generaciones y de éstos con el Estado.
Las propuestas de orden laboral demandan la formulación de una política de empleo con protección a la industria nacional y con igualdad de oportunidades para ambos sexos. El documento de consenso elaborado con la participación de cuarenta y tres organizaciones de mujeres presenta propuestas adicionales: "... la moratoria de la deuda pública externa e interna durante diez (10) años, invirtiendo esos recursos en la producción, en servicios sociales y en la recuperación del medio ambiente. El Estado debe: ejercer el control y la autonomía de la política monetaria, crediticia, cambiaria y de la inversión extranjera; ... fomentar la pequeña y mediana empresa otorgando créditos blandos y a largo plazo y privilegiando a las mujeres en situación de desprotección social y económica; ... reconocer el carácter laboral de las Madres Comunitarias de los Hogares de Bienestar y Casas Vecinales, tal como lo recomienda el Protocolo de San Salvador; ... garantizar y financiar la afiliación de todas las mujeres al Sistema General de Seguridad Social, incluyendo la salud sexual y reproductiva. Un Plan de Emergencia de Economía Comunitaria, que se centre en tres pilares: un fondo de Desarrollo Social, un Instituto Industrial y Comercial y una Red de Ceneros Económicos populares locales ... Desarrollar programas especiales para cualificar a mujeres discapacitadas y brindar garantías de inserción laboral. La creación de programas integrales de rehabilitación para el trabajo de prostitutas y habitantes de la calle. Apoyar a las empresas de reciclaje manejadas por mujeres con programas de formación tecnológica avanzados y de recuperación ambiental y la creación de fondos crediticios con bajos intereses y a largo plazo." (Tobón, Velásquez, 2000) Las educadoras y mujeres del movimiento popular denuncian el proceso de privatización de la educación, son autocríticas frente a la aceptación indiscriminada de las políticas educativas del Estado en tanto reproducen las inequidades de género. Proponen revalorizar lo femenino y concertar una Pedagogía de real Participación y Equidad de Género. Las mujeres campesinas reafirman su contribución al desarrollo del país: "Nos corresponde refrescar la memoria y recuperar la sensibilidad social del conjunto de nuestro pueblo, para despertar la solidaridad con la situación que estamos viviendo en nuestros campos, vamos a recordar cuáles han sido y son nuestros aportes al desarrollo del país ... Mantener la seguridad alimentaria , por cuanto representa una fuente permanente de empleo o trabajo y permite sostener la soberanía nacional en la medida en que no dependamos de la importación de alimentos.
Produccion permanente de mano de obra barata. La población económica, mente activa de! sector rural creció de 1.9 millones en 1938 a 2.7 millones en 1993, y de los 3 millones que representamos estamos ubicados así: 1'000000 son trabaj adores independientes, 1'500.000 asalariados, 100.000 empleadas domésticas, 200.000 ayudantes no remuneradas y 2'500.000 son amas de casa o trabajadoras del hogar. Hemos sido guardianas/es de la naturaleza ... mantenemos prácticas ancestrales de producción, respetando los ciclos, fases de la luna, e! clima, rotación y diversificación de cultivos, protección de semillas todo esto encaminado a una producción limpia para la humanidad . Nosotras estamos en la tarea de conservar la sabiduría. Representamos la diversidad etnica y cultural, patrimonio de la humanidad. El respeto a la palabra, la valoración a las personas mayores, la recreación artesanal y artística han sido el soporte cultural sobre el cual se sustenta nuestra formación rural". (Mujeres Rurales: págs. 2A, 2000) Ellas proponen: ".. .Replantear el modelo económico en la medida en que sus efectos negativos han agudizado la crisis y la guerra, trabajar por la construcción de un modelo alternativo humano y sostenible que garantice un verdadero desarrollo rural en condiciones de equidad social, afianzando la identidad cultural y garantizando la protección de la biodiversidad. Implementación de una REFORMA AGRARIA INTEGRAL PARA LA PAZ, como política de Estado. La superación de los niveles de violencia que vivimos las mujeres a nivel emocional, intrafamiliar, social y político en el campo y por lo tanto en el país, contribuyendo a la dignificación de la mujer, su familia y el entorno comunitario." (Mujeres Rurales, págs. 5,7, 2000) La Organización Nacional Indígena de Colombia -ONIC- envió una carta sus' tentando su ausencia en e! Caguán: "Cuando las mujeres indígenas reivindicamos nues, tros derechos estamos reivindicando los derechos de nuestras comunidades y pueblos, ya que nosotras somos parte de un todo que sólo es y tiene razón de ser en función colectiva ... Como miembros de Pueblos Indígenas debemos respeto a nuestras estructuras Organizati, vas y no podemos tomar vocerías a título personal". Oiménez, 2000) El grupo Mujer y Sociedad resalta e! énfasis de las ponencias en e! desarrollo macro social, olvidando la dimensión de las problemáticas en la vida cotidiana y la posibilidad de transformar las estructuras económicas, políticas y sociales desde los lugares donde diariamente se tejen la cultura y la sociedad. 1 Por ello hace un llamado
Tan sólo se presentó un a ponencia en ésta dimensión, la de las Mujeres de Cali que se reproduce en su tota lidad en otro aparte de esta revista.
a integrar el sentir cotidiano, el acontecer de la vida diaria a los análisis estructurales que se realicen, con el fin que la realidad humana se presente en toda su complejidad. (Gutiérrez, Paula. Relatoría de la reunión del Grupo, julio de 2000). Tales planteamientos requieren de un espacio comunicativo, deliberativo y generador de consensos que continúe profundizando el proceso en marcha. Es preciso un encuentro como lo proponen las mujeres de Cali, quienes dicen: "Nosotras ponemos los espaguetis". El Grupo Mujer y Sociedad contribuye a: desentrañar la lógica de la guerra en el seno de la cultura patriarcal y visualizar nichos de resistencia y señales de paz. •
Ponencias consultadas sobre la audiencia de mujeres en El Caguán
ARIZA, Patricia, Las mujeres no permitiremos que se rompan los diálogos ni suspendan las audiencias. Boletín Informativo de la Comisión Temática de las FARC-Ep, No. 7, La audiencia especial con e! sector femenino en Colombia. CTC - Departamento de la Mujer, Trabajo decente para las mujeres. ESCAMILLA, María Nora, Escucha hermano la canción de la alegría, Bogotá. GARCÍA, Oiga, Sindicato Nac ional de Trabajadoras al Cuidado de la Infancia en Hogares de Bienesta1; Madres comunitarias y condiciones de trabajo. Bogotá. Grupo Mujer y Sociedad U.N., Mujeres, conflicto armado y paz, Bogotá. JIMÉNEZ, Rosalba, ONIC, Las mujeres indígenas no vamos al caguán. Junta Directiva Nacional, Asociación Nacional de Trabajadores Hospitalarios de Colombia, Mujer, género y salud, Bogotá. MARÍN, Nubia Rosa, Fundación de Ayuda a la Mujer, Economía y trabajo de las madres cabeza de familia y mujeres de la tercera edad que viven en santafé de bogotá en los estratos 1 y 2. MARTÍNEZ, María Eugenia, Grupo Mujer y Sociedad, Reflexiones de mujeres en torno al conflicto armado y la paz, Bogotá. Movimiento Popular de Mujeres, Educación, perspectiva de género y empleo, Caguán. Mujeres de Cali, Invitación de mujeres . Mujeres Rurales, Mujeres rurales reconstruyendo el campo: base fundam ental para la vida de! nuevo país, Caquetá. Núcleo de Mujeres Educadoras de Bogotá, Identidad, educación y trabajo . PARDO, Laura de Jesús, Cooperativa Multiactiva de Mujeres, Economía y empleo de mujeres cooperativistas. QUIÑONES, Elizabeth, Grupo Mujer y Sociedad, Propuestas frente al empleo para construir la paz con democracia y equidad para todas y todos , Bogotá. RIVER, Cecilia, Red de Organizaciones Sociales de Mujeres Comunales y Comunitarias de Colombia, Economía y empleo de la mujer comunal. TOBÓN, Gloria y VELÁSQUEZ, Magdala, Las mujeres organizadas y participantes en la audiencia pública proponemos un país para soñar, vivir y morir de viejas, Bogotá, Documento de Consenso. V ÁSQUES, Martha Lucía, Fundación de Mujeres por Colombia, La visión de las muj eres profesionales sobre e! empleo.
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OIga Amparo Sánchez Militante , Activista, Feminista, Docente, Investigadora Casa de la Mujer de Bogotá
La violencia patriarcal
contra las mujeres. Una mirada retrospectiva "']1 confínuamos con la esperanza de construir una nueva estructura polífíca !J un nuevo orden socia! CJéner esta esperanza signífíca exigir !J enconfrar un mundo que esté libre de la violencia!J el terrorismo sexual conlra las mujeres. Conocer lo peor nos da la liberfad de esperar!J luchar por lo mejor" C)(atleen CJ3any. Ea esclavífud sexual
E a cultura patriarcal ha ido tejiendo, cuidadosamente, un denso entramado de conceptualizaciones mediante las cuales las relaciones sociales de explotación, opresión y subordinación entre varones y mujeres, son interpretadas como producto de características biológicas y/o psicológicas de los seres humanos y el ejercicio de la violencia visto como elemento natural en la solución de los conflictos. "La violencia contra las mujeres no es fortuita, es el factor de riesgo por ser mujer. Las víctimas son escogidas a causa de su sexo. El mensaje es la dominación: o te mantienes en tu lugar o tendrás que temer. Contrariamente al argumento de que dicha violencia es sólo personal o cultural, ésta es profundamente política. Es el resultado de las relaciones estructurales de poder, dominación y privilegios establecidos entre varones y mujeres en la sociedad. La violencia contra las mujeres es primordial para mantener esas relaciones políticas en el hogar, en el trabajo y en todas las esferas públicas". Reconstruyendo fragmentos de historia
Desde la década de los 70s el movimiento feminista colombiano ha denunciado y elaborado propuestas para hacer visible la violencia contra las mujeres. En 1979, algunos grupos feministas, entre ellos Mujeres en la Lucha, impulsaron con motivo del Año Internacional del Niño, la amnistía para las madres presas políticas, y denunciaron en el ámbito internacional y nacional la violación y los vejámenes sexuales a que son sometidas.
Asimismo, en años anteriores se cuestionaron y develaron las agresivas políticas de control natal realizadas en el país a finales de la década de los 60s y la de los 70s. Estas políticas ponían el cuerpo y la vida de las mujeres como receptác ulos fáciles de manipular, agredir y violentar en la búsqueda de un objetivo común: eliminar la pobreza, distribuir la riqueza, conservar los recursos. Sin embargo, la historia, 30 años después, ha demostrado que aunque se tienen menos hijos e hijas, para la gran mayoría de la población colombiana no llegó la distribución de la riqueza, ni la pobreza dejó de ser su dura y cruenta realidad. A pesar que muchas mujeres pobres, indígenas y afrocolombianas fueron obligadas a usar anticonceptivos y a ser esterilizadas sin su consentimiento. Cintas como la "Sangre del Cóndor", en la cual se muestra la realidad de las esterilizaciones masivas, son testimonios históricos de la violencia que se ha ejercido contra el cuerpo de las mujeres. Tema éste que sería por supuesto motivo de análisis en otro espacio; mencionarlo acá, tiene sentido en la medida en que nos ubica en el largo camino de las luchas feministas, que no siempre han tenido eco, pero que sin lugar a dudas, han socavado de alguna forma el poder patriarcal. Retomando los hilos de la historia, me ubico en el compromiso adquirido por las feministas participantes en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe realizado en Bogotá en 1981. De allí, salimos con el firme convencimiento que era necesario romper las fronteras nacionales y realizar campañas en el ámbito nacional y regional, que hicieran visible la violencia ejercida contra las mujeres. Desde ese año, el 25 de noviembre se ha convertido en un día de jornadas nacionales e internacionales, que propenden por la eliminación de la violencia que vivimos las mujeres, para que ésta no sea la realidad inexorable e invisible que debemos enfrentar a diario. En estos 20 años, transcurridos desde ese primer 25 de noviembre, en el que tímidamente nos tomamos la calle para gritar: rompamos el silencio -no más violencia contra las mujeres- la noche también es nuestra; hemos denunciado la violencia contra ellas, investigado, reinvindicado los derechos de las mujeres y formulado propuestas que lleven a transformarla. Se han dado múltiples formas de denuncia y toma de la calle. Marchas con máscaras, con antorchas, foros, tribunas públicas por la vida y la alegría. Los mensajes para las acciones reivindicativas y de denuncia, tratan de dar un sentido de articulación entre lo privado y lo público: "Las mujeres exorcizamos la muerte y alumbramos la vida". "Desterremos todas las formas de violencia con innumerables expresiones de tolerancia". "Exorcicemos el asesinato y el terror con la vida y la democracia". "La violencia contra la mujer es también cuestión de derechos humanos". "Democracia en
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la Casa yen el país". "Sin los dereclws de la Mujer la democracia no va". "Con discriminación no hay paz". "Contra antiguas violencias, ternuras nuevas". "No pariremos hijos e hijas para la guerra". Los símbolos y signos han sido la forma de hacerse entender, ver y pensar como la expresión de una cultura democrática no patriarcal, tan ausente en lo privado y lo público, en nuestro país. Ha sido el movimiento feminista en el ámbito nacional e internacional, el que se ha dado a la ardua tarea de reconceptualizar la violencia contra las mujeres; de desarrollar modelos de atención para mujeres en crisis y metodologías de trabajo; de visibilizar lo que ha sido un "invisible social" -la violencia contra las mujeres-, de romper el silencio; de lograr colocar en la agenda política de los estados la violencia contra las mujeres como un asunto político, y por ende de competencia del mismo, de visibilizar la violencia contra las mujeres como una violación de sus derechos humanos; de avanzar, aún, también tímidamente, en la formulación y la aplicación de leyes que sancionen y prevengan dicha violencia. En este período, los grupos feministas han dado un lugar privilegiado a la investigación sobre violencia contra la mujer y, aunque son pioneras en este campo, en muy escasas oportunidades son citadas por investigadoras/es, políticas/os. Desafortunadamente no se ha logrado superar la visión de la sociedad en dicotomías: unas/ os hacen la teoría y otras/os realizan la práctica política. Y, lo más grave, a mi manera de ver, es que se continúa invisivilizando al feminismo como actor social y político también productor de teoría y práctica socio-política. Sin duda, se ha avanzado en aceptar socialmente que la violencia contra las mujeres no sólo las atañe a ellas, sino que se trata de un problema político y social que debe ser enfrentado como tal. Se ha comenzado a diseñar, tibias acciones desde la sociedad civil y la sociedad política; pero aún queda un largo camino por recorrer. Todo no se ha ganado, son muy pocas las transformaciones logradas en lo legislativo, lo cultural, lo político y lo individual; pero lo importante es haber emprendido la tarea de transformar dicha situación. La Ley 294 de 1996: un reto a la rebeldía de las mujeres
Cuando se plantea la intervención jurídica en favor de las mujeres desde las mujeres, se inicia un largo camino: la formulación de la ley, la selección de estrategias, la movilización de las mujeres para obtenerla; además, se emplean construcciones simbólicas como Estado y Parlamento, que supuestamente no están marcadas por la diferencia sexual. Apreciación que fácilmente puede inducir a pensar que dichas
construcciones son neutras y, que indistintamente pueden ser utilizadas por varones o mujeres; pero la realidad es totalmente diferente, ni el Estado, ni el Parlamento, ni el sistema de justicia son neutros, están articulados a una visión del mundo en la cual el referente es el varón adulto, blanco y burgués que puede y debe hacer ejercicio de la autonomía y la ciudadanía. Las feministas somos conscientes que no existirá . ley capaz de dar valor a la sexualidad, a la autonomía, a la identidad de las mujeres si no estamos reconocidas socialmente y, este es uno de los retos necesarios de superar para que la formulación de leyes responda realmente a las mujeres en su multiplicidad de situaciones e identidades. El desarrollo del proyecto sobre violencia intra familiar y su posterior aprobación se inscribió en la práctica social y política de [cómo estar adentro y seguir produciendo un discurso subvertor? Todo el proceso de aprobación del Proyecto de Ley fue una permanente confrontación entre la lógica jurídica androcéntrica y el intento de construir una lógica jurídica desde las mujeres; pero no sólo fue esta confrontación; fue tratar de colocar en el simbólico social que la violencia contra la mujer es un delito y tiene una sanción que debe ir más allá del espacio privado; y por lo tanto, no se debe dejar en la impunidad la violación a los derechos humanos que a diario padecemos las mujeres en el espacio de la familia y de las relaciones afectivas. Considerar la violencia intra familiar como un delito fue avanzar en reconocer que la violencia que vivimos las mujeres tiene una especificidad y un estatuto propio. Fue comenzar a hacer visible los procesos por los cuales desde distintos lugares e instituciones sociales, se hace posible la violencia contra las mujeres y se convierte en un invisible; porque entre otras cosas, se construye un consenso por el cual se atribuye a la naturaleza lo que ha producido la cultura, lo invisible en este caso no es lo oculto, sino lo denegado, lo interdicto de ser visto. Pero [cómo estar adentro y seguir produciendo y creando un discurso, una práctica social y política que transforme los modos de vida? A mi manera de ver, buscar una salida política capaz de desequilibrar el sistema patriarcal, desde adentro y desde afuera, es uno de los retos potencialmente más transformadores de lo público y privado.
Siempre se corre el riesgo de retroceder Los procesos sociales y políticos son perfectibles en el tiempo, es decir, no son estáticos y, como pueden contribuir ha avanzar en la transformación de situaciones de explotación, subordinación y opresión, también puede suceder todo lo contrario, fortalecer las injusticias y las iniquidades.
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La Ley 294/96, fue modificada por el Congreso de la República, en la segunda legislatura de 1999. La reforma si bien es cierto soluciona algunos vacíos presentes en la Ley, sobre todo en el campo de la técnica legislativa, deja por fuera aspectos que fueron un avance, en especial, la pérdida del beneficio de libertad condicional y de excarcelación cuando la conducta violenta se realiza en violación de una orden de protección. La reforma de la Ley 294, al asignarle competencias a las Comisarías representa un reto para el Estado, en tanto que sólo existen 222 Comisarías para los 1080 municipios del país. Del total de la Comisarías, sólo 82 cuentan con equipo interdisciplinario, como lo contempla la ley. Asimismo, los/as Comisarios/as no quedan facultados para dictar medidas de arresto, sólo multas. Para los casos en que el/la Comisario/a considere la medida de arresto, se debe remitir al juez, lo cual implica para las mujeres más trámites y dilatación en la solución en la protección a sus derechos. Pero uno de los retrocesos mayores es lo contemplado en la reforma del Código Penal, en el cual se considera que el delito de la violencia intrafamiliar es querellable, y por lo tanto desistible y conciliable. Se regresa al punto de partida, nuevamente se considera la violencia al interior de la familia como un problema de interés individual y no público, además queda la víctima en situación de vulnerabilidad frente a los agresores. Lo anterior, a pesar de los esfuerzos realizados por varios grupos de mujeres en contra de la Reforma de 1999 en su aspectos más regresivos y con el espíritu de mantener el tono progresista de la Ley 294/96; otra vez, la balanza se inclinó a favor de la cultura patriarcal. Unas violencias más invisibles que otras
El avance, aún no el deseado, de incluir la violencia contra las mujeres como una violación a los derechos humanos, ha sido una tarea ardua del movimiento feminista a nivel nacional e internacional, confrontando la normatividad social que naturalizaba y silenciada la cruenta realidad de la violencia contra las mujeres. Este cuestionamiento ha dotado de contenido político y reivindicativo un problema acallado y marginado de las grandes decisiones políticas. Pero subsisten aún violencias invisibilizadas para colectivos de mujeres. La violencia por orientación sexual es mucho más invisible que otras manifestaciones de violencia contra las mujeres y obedece a múltiples razones: el no-reconocimiento de la autonomía sexual de las mujeres; el ocultamiento social de las mujeres lesbianas, en nuestro país, debido a la marginalidad y repudio a que son sometidas; la ausencia de núcleos organizativos de
mujeres lesbianas que reivindique sus derechos y denuncien la violencia a la cual son sometidas; la carencia de investigaciones que permitan un acercamiento a la realidad de la violencia contra las mujeres por orientación sexual; la no articulación de las reivindicaciones de las feministas con las luchas de las lesbianas, entre otras. El ejercicio de la violencia en las zonas de conflicto armado, se ejerce contra los grupos en situación de mayor vulnerabilidad, territorial, económica, política, social o afectiva: campesinos/as, niñas/os, jóvenes, líderes políticos; pero contra las mujeres se ejerce una violencia específica en razón de su condición de mujeres. Por ejemplo, son violadas tanto por las fuerzas de seguridad del estado, como por la guerrilla y los paramilitares; y es en las mujeres desplazadas en quienes recae, en la mayoría de los casos, todo el peso de la situación producida por la violencia y el desplazamiento. Muchas de ellas, viudas y con hijos/as pequeñas/os, analfabetas o con muy poca escolaridad, tienen que asumir la responsabilidad de la crianza de los hijos y de conservar el núcleo familiar, frente a esto la mujer se olvida de sí misma e intenta por todos los medios responder a la demanda de la familia así sea a costa de su propia dignidad. Asimismo estudios realizados en el país, muestran que las mujeres víctimas del desplazamiento forzoso, en un primer momento deben enfrentar la destrucción de vidas, de bienes y lazos sociales, y en segundo, la supervivencia y la reconstrucción del proyecto de vida y de los lazos sociales. Investigaciones recientes afirman que: "desde el momento de la destrucción y del desarraigo se encuentran elementos diferenciales, por ejemplo, entre los motivos que han llevado a hombres y mujeres jefes de hogar a huir de su región. Los hombres aducen las amenazas como la razón determinante del desplazamiento . Al mismo tiempo, las mujeres mencionan el asesinato como la causa primordial de la huida. " Para las mujeres en las zonas de conflicto armado, la situación no sólo tiene que ver con la confrontación armada entre los diferentes actores, guerrilla, militares y paramilitares, sino también con el abuso sexual, el maltrato físico, el chantaje y la presión a que son sometidas por los diferentes actores del conflicto. El desplazamiento para las mujeres trae consigo implicaciones visibles e invisibles. En las primeras, se pueden ubicar la viudez, la pobreza, el deterioro físico, los cambios en las dinámicas familiares y en el entorno. En las segundas, el impacto del miedo, del chantaje, del abuso sexual en la vida síquica y afectiva de las mujeres. A esto se suma que generalmente es en la mujer en quien se deposita la responsabilidad de sacar adelante proyectos comunitarios de diversa índole, la demanda extra que la sociedad les hace, supera en más de las veces sus capacidades, y les crea no pocos conflictos personales y vecinales que se agregan a la precaria situación emocional que vive como consecuencia de la violencia y el desplazamiento.
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Otra violencia invisibilizada ha sido el terrorismo sexual contra mujeres y niñas Abordar la violencia sexual nos sitúa frente a una amplia gama de fantasmas, discursos, signos y símbolos. Permite develar la concepción que se tiene sobre la mujer, sobre el poder y la sexualidad. Puede parecer que no es pertinente hablar de sexualidad, cuerpo y poder para analizar la violencia y el abuso sexual; pero es a través del ejercicio despiadado de la sexualidad y el poder de los hombres, que se viola y lesiona uno de los más importantes derechos humanos: la intimidad corporal, la libertad individual, pues se habita un cuerpo sin consentimiento y contra la voluntad de la víctima de la violencia sexual. La violencia sexual, por definición, está constituida por actos excesivos, ilimitados en su potencial, alcance y profundidad y que por tanto resultan aterradores tanto para sus víctimas como para las no víctimas. Su terrorismo va más allá de la experiencia de la violencia sexual de una mujer. Crea un estado de existencia que se apodera del cuerpo y la mente de todas aquellas que pueden ser víctimas potenciales. También se podría denominar violencia sexual a todas las formas de considerar a la mujer y las niñas y niños como objetos sexuales, como cosas que se pueden usar. La violencia sexual constituye para las mujeres y las niñas una forma de vida impuesta, aunque no sean víctimas directas. Como resultado muchas mujeres y niñas conviven con ella mientras tratan de no verla o reconocerla. La violencia sexual se reviste de múltiples facetas: acoso sexual, violación, prostitución y pornografía. Colocar la pornografía como un hecho de violencia sexual, no pasa por la mirada moralista frente al cuerpo de hombres y mujeres y de la vivencia de la sexualidad. Situarla como una forma de violencia tiene que ver con develar los simbólicos sociales que validan como algo "normal" el derecho de los hombres sobre el cuerpo de las mujeres y el sexismo cultural que asume formas de degradación y humillación. Las respuestas institucionales
El Estado colombiano ha respondido a la problemática de la situación de violencia que viven las mujeres, pero se ha movido en términos de asumir a las mujeres como miembros del núcleo familiar, de reconocerle derechos en tanto miembro de éste o de reconocer a las mujeres como sujetos de derechos y por lo tanto como ciudadanas. En la formulación de la Política Integral para las Mujeres,
1990-1994, el planteamiento sobre la violencia contra las mujeres se reduce: '}\ diseñar como estrategia, para hacer frente a la violencia intra y extrafamiliar, el impulso a las Comisarías de Familia las cuales esencialmente deben dirimir problemas de violencia intrafamiliar y apoyar la generación de una cultura de la tolerancia". En la formulación de esta política, las mujeres no son asumidas como sujetos de . violencia, se diluye su situación en la problemática general de familia; partiendo quizás del presupuesto que tanto los varones como las mujeres son víctimas de la violencia. Con este planteamiento se contribuye a seguir invisibilizando la violación a los derechos de las mujeres. Coherente con la estrategia no se diseñaron acciones en el ámbito legislativo, educativo y de prevención. En el período 1994-1998, la política para las mujeres formula como un área de especial interés la violencia contra las mujeres y sostiene que ésta viola los derechos humanos y se constituye en un obstáculo para el desarrollo de las mujeres. Como se puede observar en el informe presentado por Colombia, del período 1994-1998, a la Oficina de la informante Especial de la ONU sobre violencia contra las mujeres, se ti realizaron una serie de acciones tendientes a construir condiciones institucionales que permitieran la transformación de dicha situación. Pero no se obtuvo la suficiente voluntad política que diera sostenibilidad y sustentatibilidad a los procesos; además, se osciló entre acciones coyunturalistas y asistencialistas sin que ellas se articularan a una política de defensa de los derechos de las mujeres, e impactaran en forma sustancial la vida de ellas. Para el período 1998-2001, el gobierno colombiano formula la "Política Nacional de Construcción de Paz y de Convivencia Familiar y Cotidiana". El objetivo general de Haz Paz es la "Construcción de paz y convivencia familiar, y la consolidación de familias democráticas, tolerantes a las diferencias, respetuosas de la dignidad y los derechos de sus miembros, sin distingo de edad, género, cultura, o capacidad física e intelectual" La política contempla tres componentes: prevención, vigilancia y detección temprana y atención. Para cada uno de los componentes se diseñan una serie de acciones tendientes a lograr el cambio cultural, el fortalecimiento de factores protectores de la familia, de la pareja y del individuo, el desarrollo de un sistema nacional de vigilancia intersectorial, el incremento de la disponibilidad de servicios, los desarrollos legislativos, entre otros. Sin desconocer el avance que significa una política pública para la atención de la violencia intrafamiliar; es importante anotar que su formulación se hizo de espaldas a las organizaciones y grupos de mujeres, además que desde las instancias comprometidas en dicha política se apoyó la reforma a la Ley 294 y la del Código
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Penal, reformas que significan pérdidas en el reconocimiento de las mujeres como sujetos de derechos y la desjudicialización de la violencia contra ellas. Asimismo, aunque en algunos apartes del documento se habla de los derechos de las mujeres, su énfasis es la unidad familiar; ésta visión representa un retroceso, en tanto se considera a las mujeres fundamentalmente como miembros de la familia y no como sujetos de derechos y ciudadanas que tienen participación política y social en las actividades de la polis. El Estado colombiano tiene una gran responsabilidad en los retrocesos, en el desmonte progresivo de la política para las mujeres; pero no se puede desconocer las dinámicas y realidades del movimiento social de mujeres, el cual no ha tenido la capacidad organizativa dirigida a articular una propuesta que movilice a las mujeres y a los sectores democráticos en la defensa y protección de los derechos humanos de ellas y de las reivindicacione logradas en el campo de las políticas para las mujeres. Asimismo, aunque se reconozca que la violencia contra las mujeres es una clara violación a los derechos humanos, las instituciones estatales no se han comprometido realmente en dar prioridad a este enfoque. El discurso de las instituciones y las/os funcionarias/os, hace énfasis en el problema de la violencia contra las mujeres como un problema de salud pública, de obstáculo para el desarrollo humano de las mismas y de alteración de las dinámicas familiares y de pareja. Sin desconocer esas consecuencias, estos enfoques desdibujan la violencia como una violación de derechos humanos y por lo tanto, su eliminación debe estar vinculada al reconocimiento social y político de las mujeres como sujetos de derechos humanos. Discursos que emergen en la década de los '90, para analizar la violencia contra las mujeres.
La discusión sobre la violencia contra las mujeres ha sido tema de preocupación mundial en la última década a través de dos vías paralelas: por un lado, desde los discursos y la práctica en materia de desarrollo, movilizados por los canales "oficiales" de la comunidad internacional organizada, el mundo de la Cooperación y de los Estados. Por otro lado, desde los discursos libertarios del movimiento feminista. Por supuesto, la lucha de las mujeres por el reconocimiento de la violencia contra ellas, como una violación de derechos humanos no ha sido, ni es un proceso monolítico, ni lineal, ni a-histórico; encuentra íntima relación con los derechos
económicos, sociales y políticos del país, con los avances y luchas del movimiento social de mujeres, con la toma de conciencia de las mujeres y con la transformación de las relaciones de opresión, explotación y subordinación. El enfoque de género, ha emergido con fuerza en la décad a de los 90s. Todo discurso que pretende ganar un espacio en la sociedad se llena de ambivalencias, . imprecisiones, instrumentalización y aún hasta de negaciones; y ello está pasando con la utilización de la categoría género y con el discurso que se ha ido construyendo alrededor de ésta. Es necesario mirar la violencia de género en términos de discurso. En forma simple, para efectos de la exposición, la categoría. se encuentra referida a elementos de carácter conceptual que permiten explicar o acercarse a un fenómeno o situación determinada. El discurso permite adentrarse en la dominación, y a la vez incursionar en las posibilidades y los efectos más penetrantes de la categoría de análisis. El análisis de la categoría de género nos puede otorgar las posibilidades de "mantenernos" desligadas/os de él, para analizar su contexto histórico, teórico y práctico. Analizar el discurso nos permite individualizarlo como espacio de cultural envolvente y a la vez abre la posibilidad de separarnos de él, para percibirlo y analizarlo de otro modo. Analizar el género no sólo como categoría, sino también como discurso producido históricamente permite examinar las razones por las cuales la cultura patriarcal se ocupa del género como un problema fundamental y cómo se compromete a hacerlo visible a través de las instituciones y el estado. El uso de la categoría género, en nuestro país, ha tenido una serie de imprecisiones y ha significado un sinnúmero de posiciones teóricas y políticas que tienen que ver con comprender cómo y por qué las realidades de las mujeres y los varones adoptan determinada naturaleza; y ha implicado una variedad de referencias descriptivas, sin interpretación, explicación o contextualización histórica multicausal. Es común que la categoría género sea utilizada como sinónimo de "mujeres", posición presente en casi todas las políticas estatales y en los programas de ONGs. Se emplea para sugerir que "la información sobre las mujeres necesariamente es información sobre los hombres, que un estudio implica al otro". Estas posturas afirman que el mundo de las mujeres es parte del mundo de los varones, creado en él y para él, y desechan la utilidad de interpretar las esferas separadas en las que se mueven varones Y mujeres, porque erróneamente consideran que si el análisis se hace por separado, la experiencia de uno u otro sexos, tiene poco o nada que ver con la otra experiencia.
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Es entendible que esta categoría haya sido adoptada fácilmente en nuestra sociedad en casi todos los ámbitos de la vida académica y de las prácticas sociales. Es claro que políticamente no tiene el mismo significado e impacto si en vez de "violencia sexual" hablamos de "violencia de género" y en vez de programas para las mujeres hablamos de programas de género, el choque, la confrontación ideológica se mitiga haciendo uso de una categoría analítica que no aparece comprometida existencial y políticamente. Sería importante que se mirara críticamente la asignación de violencia de género, retomando a María Milagros Rivera Garretas, "el enfoque de género es insuficiente porque da mucha importancia a los juegos de los discursos, a los mecanismos de elaboración y de control del discurso, y poca importancia a la vida material" Continúa la autora, "es posible afirmar, que el análisis de género no consigue, no pretende quizás, deshacerse del orden socio-simbólico patriarcal, aunque ciertamente exija su revisión y su reforma. Es decir, no cuestiona radicalmente ni la epistemología ni la política sexual del patriarcado porque se sustenta en su modelo relacional masculinolfemenino. En el pensamiento de género las relaciones que constituyen identidad se producen entre dos sexos opuestos que entran en relaciones marcadas siempre por la jerarquía, por la desigualdad, no por la disparidad pura y simple, sea del tiPo que sea ... El género es una categoría que no llega a las raíces del problema de analizar la subordinación de las mujeres, y sobre todas las formas de acabar con ella, porque olvida la existencia y la importancia del contrato sexual que subyace los procesos de formación misma del género". La categoría género, es una categoría en construcción que obliga a mayor investigación y reflexión, a contextualizar la situación de las mujeres y de los varones, partiendo de sus múltiples diversidades e identidades; es decir, la categoría género es una herramienta útil para acercarnos a las complejas y variadas construcciones sociales de las relaciones de las mujeres y de los varones, instrumento que debe ser enriquecido desde otros marcos conceptuales de análisis y desde la práctica política. •
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Dora Isabel Díaz Grupo Mujer y Sociedad
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Observatorio Mujeres y Participación Política
Con la misión principal de monitorear el adecuado cumplimiento de la Ley 581 o Ley de Cuotas del 31 de mayo de 2000, por medio de la cual, "se reglamenta la adecuada y efectiva participación de la mujer en los niveles decisorios de las diferentes ramas y órganos del poder público", se creó el Observatorio Mujeres y Participación Política, con la participación de FES COL, el Grupo Mujer y Sociedad y el Programa de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia, la Asociación de Concejalas de Cundinamarca, la Red Nacional de Mujeres, la Escuela de Liderazgo Femenino de la CUT, la Red de Mujeres y Participación Política y el Movimiento Político Mujeres 2000. Como sectores del Movimiento Social de Mujeres de Colombia, el Observatorio convoca a la organización de grupos de trabajo para contribuir en la creación de condiciones para el adecuado cumplimiento de la Ley, monitorearla en varias direcciones, formar y capacitar mujeres para el cumplimiento adecuado de ella, además de realizar investigaciones para conocer el
impacto de esta medida y superar posibles dificultades ampliando su nivel de incidencia. Esta ley representa un importante avance en el ejercicio de la ciudadanía por parte de las mujeres y también responde a la necesidad de ampliar la democracia real como consecuencia de la modernidad. En palabras de Florence Thomas el significado principal de la Ley de Cuotas es su valor simbólico por el hecho de que los varones, los políticos, hoy día, no pueden olvidar que las mujeres somos ciudadanas de primera como ellos, que votamos y representamos un importante poder electoral, que existimos con vocería propia, que tenemos una mirada sobre el mundo llena de experiencias que sólo nosotras tenemos, que hay cosas que solo nosotras podemos pedir y que hacemos parte hoy y por fin de las grandes figuras de la modernidad, quiéranlo o no los varones. La ley de cuotas sirve ante todo para visibilizar la presencia o ausencia de mujeres en todos los espacios de toma de decisiones para una buena administración del mundo y permite
mantener el debate sociológico relativo al sentido de la participación de las mujeres en la vida política recordando de paso a todas y todos los ciudadanos que "un país de hombres libres y mujeres
·libres no puede ser gobernado solo por hombres" como lo afirma la muy reconocida feminista italiana Alessandra Bocchetti. Más allá de una pelea de cifras, la ley de cuotas tiene un valor simbólico de modernidad. No lo olvidemos. Es suficiente observar las últimas cifras de participación política de las mujeres en el país para darse cuenta de que falta mucho trecho para cumplir mínimamente con la ley de cuotas. Algunos ejemplos entre otros: gobernación: una sola mujer del conjunto de gobernaciones (Risaralda). Alcaldías de ciudades capitales de departamento: una sola mujer (Pereira) En los altos cargos del Estado la situación sigue preocupante a pesar de haber mejorado en las últimas semanas. Ministerios: 12 ministros, 3 ministras. Departamentos administrativos: 4
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hombres, 2 mujeres, Superintendencias: 7 hombres, 3 mujeres. En la esfera jurisdiccional la situación es más grave a pesar de una relativamente alta participación de mujeres en la base (juzgados municipales, juzgados de circuito etc ... ); en los altos cargos de la rama jurisdiccional, las mujeres desaparecen ... Corte Suprema de justicia: 23 hombres, ninguna mujer. Consejo de Estado: 25 hombres, 2 mujeres. Corte Constitucional: 8 hombres, una mujer, recientemente nombrada. Consejo de la Judicatura: 10 hombres, 3 mujeres. En la rama legislativa sigue siendo precaria la situación: en los últimos tres periodos legislativos, en ninguna de las dos cámaras, las mujeres alcanzan el 15% ... Queremos enfatizar una vez más que la ley de cuotas no es solamente un problema estadístico de porcentajes: lo importante de que sea un 30%, un 50% o un 70% de mujeres participando en la administración de este país, es lo que ello representa en el largo camino de reconocimiento del sujeto mujer. •
Tomado de: GUACANEME, Fresia , "Mujeres y Participación política", en Observatorio de Mujeres y Participación Política. Boletín No. 1, Bogotá, septiembre de 2000. Síntesis elaborada a partir de Consultoría para FESCOL por Socorro Ramírez. Profesora Universidad Nacional- IEPRI. Bogotá, julio de 2000. THOMAS, Florence, "Ley de Cuotas. ¡Bien Antanas: las mujeres cuentan!", en El Tiempo, enero, 2001, pág. 1-10 y 1-11. Coordinadora del Grupo Mujer y Sociedad.
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Patricia Prieto
Conservatismo .
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compasivo en acclon
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Presidente de Estados Unidos, George W. Bush, durante las primeras semanas de su Administración ha dado cabal cumplimiento a varios de los compromisos electorales contraídos con los sectores más conservadores del Partido Republicano, claves en su elección. En efecto, una de sus primeras directivas presidenciales busca suspender la ayuda a todas las organizaciones internacionales cuyas políticas sean favorables al aborto. Postuló para el cargo de Fiscal General y cabeza del Departamento de Justicia a John Ashcroft, antiguo senador republicano ampliamente conocido por su beligerante oposición al aborto y su apoyo de vieja data a los "supremacistas blancos", confirmado por el Senado a pesar de la oposición de destacados congresistas demócratas, quienes recordaron varias de sus actuaciones como congresista y gobernador de Missouri, consideradas contrarias al espíritu de los derechos civiles.
Ha propuesto una reforma educativa que, para los liberales, representa un retroceso para algunos sectores de la población puesto que castigaría a los planteles más débiles académicamente -generalmente aquellos con mayoría de estudiantes negros o hispanos-o Adicionalmente, ha presentado un plan para fortalecer el acceso de las instituciones religiosas a los fondos federales, lo cual ha provocado numerosas protestas de organizaciones que defienden la separación entre la Iglesia y el Estado. En opinión de William Hartung del World Policy Institute "Bush quiere dejar muy claro frente a los demócratas cuáles son sus prioridades. Todo el oxígeno que utilice ahora le hará falta más adelante cuando comience el debate presupuestal y quiera hacer avanzar su agenda legislativa". •
VI Entrega
Premio Gabriela Mistral
2001
NI E V ES I Conwelo Lago
) ¿uaben quién es la primera mujer colombiana que acaba de ganar el CPremio de CPoesía Qabriela Cfilisfral en CParís? Quiomar Cuesfa
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el VI Premio Internacional de Literatura Latinoamericana y del Caribe Gabriela Mistral que otorgan Editions cóté-femmes de París, el Grupo Mujer y Sociedad y el Programa en Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia, fue ganado por la poeta colombiana Guiomar Cuesta y por la autora de narrativa guatemalteca Rosario Aguilar. Es la primera vez que este reconocimiento se otorga en dos géneros literarios: poesía y narrativa, exaltando la trayectoria literaria de mujeres que escriben en español, consistente en la publicación de una obra inédita de la ganadora. El premio fue anunciado en París, en la Casa de América Latina el día 6 de marzo; la ceremonia de entrega se realizará el día 5 de mayo del año en curso, en el marco de la XIV Feria Internacional del Libro de Bogotá Anteriormente el Premio Gabriela Mistral fue ganado por la colombiana Marvel Moreno en 1966 (póstumo), la chilena Lucía Guerra en 1997, la mexicana Aline Pettersen en 1998, la peruana Yolanda Westphalen en 1999, la uruguaya Martha de Arévalo en 2000. Las obras de las autoras ganadoras han sido editadas por Editions cóté-femmes y han tenido una excelente difusión internacional. •
Todos merecemos respeto, orientación y apoyo
UNIDAD DE ORIENTACION y ASISTENCIA MATERNA
Salud Sexual y Reproductiva para la Mujer y la Pareja TEUSAQUILLO: Cr. 17 No. 33-50 Tels. 285 09 10 • 285 55 00 • 285 11 62 ANTIGUO COUNTRY: Cr. 20 No. 85-76 Tels. 218 20 03 · 6165054 · 6167629 SANTA ISABEL: Cr. 30 A No. 0- 19 Sur Tels. 237 56 73 • 360 33 80 • 360 34 41
Guiomar Cuesta
Rosario Aguilar
Slració en Medellín. Se graduó en Ciencias de la Comunicación Social en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Entre sus obras se destacan Cinco Puntos Cardinales, Bosque de Metáforas, Cábala: Círculo Madre Tierra, America is woman, Tiempo del No, Tiempo del Sí y Mujer América, América Mujer. Ganadora del premio de poesía José María Heredia, primer premio al libro Bosque de Metáforas, diciembre de 1990, otorgado por la Asociación de Crítica y Comentarios de Arte, ACCA. (Decimoquinto Concurso Internacional de Literatura, Música y Artes Visuales), Miami, Florida. ~
Slracida ~n León, Nicaragua, en 1938. Escritora de novelas, novelas cortas y biografías. De su amplia producción de obras publicadas y traducidas al inglés, francés y alemán se destacan, entre otras: Primavera Sonámbula, 1964; Quince Barrotes de Izquierda a Derecha, 1965; Siete Relatos sobre el Amor y la Guerra, 1986; La Niña Blanca y los Pájaros sin Pies, Soledad: tú eres el enlace (biografía); A Margarita Maradiaga (de los Siete relatos sobre el amor y la guerra) 1995. Integrante de la Academia Nicaragüense de la Lengua, la Fundación Internacional Rubén Daría y del Instituto Nicaraguense de Cultura Hispánica. •
Nohema Hemández
Primer Foro
Social Mundial Eas distintas organizaciones de la sociedad civil en el mundo, han estado pendientes de los desarrollos y conclusiones del Foro Social Mundial (FSM) realizado en Brasil a finales del mes de enero de 2001 con la participación de delegados de movimientos populares de 120 países del mundo con el propósito de contribuir positivamente con la formulación de alternativas políticas a un modelo económico que hoy se presenta como el único posible. Los grandes temas de la agenda de discusiones fueron: riqueza y democracia. El primero, la riqueza mundial, se analizó desde el punto de vista de su formación, concentración y distribución, ampliado con los subtemas de empleo, medio ambiente y libertad del capital financiero. El tema de la democracia se abordó desde la perspectiva de las limitaciones de los Estados nacionales frente a la amplia libertad de operación del capital financiero y el peso de organizaciones como el FMI. Igualmente consideró como central el "desafío de transformar el cuadro de exclusión que afecta a la inmensa mayoría de los seres humanos, sus comunidades y su naturaleza. Nos cabe a los (as) que nos indignamos con las injusticias del mundo, luchar por la solidaridad y la igualdad. La diversidad social de género, etnia, condiciones físicas, religiosas y opciones sexuales deben ser respetadas. La solidaridad, que se expresa en el respeto a las diferencias, debe traducirse en la construcción de la igualdad de oportunidades y en el tratamiento respetuoso entre los seres humanos, sus comunidades y la naturaleza." Después de terminado el evento inaugural, los participantes realizaron "La Marcha en contra del Neoliberalismo y por la Vida", en la que participaron cerca de 20.000 personas de los más diversos sectores sociales como el Movimiento de Mujeres Trabajadoras Rurales de Brasil, grupos ecologistas, la CUT, grupos lésbicos, homosexuales, el Movimiento Sin Tierra, Las Mujeres por el Foro Mundial, y representantes de muchas entidades de apoyo como Amnistía Internacional, Le Monde Diplomatique, entre otros.
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Tomado de los informes de las enviadas especiales de LA RED VA. .., boletín publicado en correo electrónico, en español y portugués por la REPEM, (Red de Educación Popular Entre Mujeres de América Latina y el Caribe). Colonia 2069.11200 Montevideo - Uruguay.
¿Qué representa un evento como éste, en pleno cambio del milenio? Según Noam Chomsky
Después de la Segunda Guerra (l939~ 1945) la integración de la economía internacional -globalización~ viene en aumento. En el periodo de la post~guerra, pasó por dos fases: el periodo de Bretton Woods hasta el inicio de los años 70, cuando las tasas de cambio eran reguladas y había control sobre el movimiento del capital; segundo, el periodo desde el desmantelamiento del sistema Bretton Woods. Esas dos fases son totalmente diferentes. Por buenos motivos, muchos economistas se refieren a la primera fase como los "años dorados" del capitalismo industrial y a la segunda como los "años pesados", cuando se verifica un nítido deterioro de los índices macroeconómicos en el mundo entero (tasas de crecimiento, productividad, inversión, etc.) , además de una creciente desigualdad social. La segunda fase es normalmente conocida como "globalización" y es asociada a las llamadas políticas neoliberales: aj uste estructural y "reformas", de acuerdo con el "Consenso de Washington". Esas políticas son aplicadas en la mayoría de los países del Tercer Mundo y, desde 1990, fueron también implementadas en las "economías en transición" del Este Europeo. Otra versión de esas mismas políticas se destina a los países industrialmente avanzados -Estados Unidos y Reino Unido~. La globalización contemporánea es descrita como una expansión del "libre comercio", más tal denominación es engañosa. La mayor parte del comercio mundial es, de hecho, operada centralmente por medio de contratos entre grandes empresas. Más allá de eso hay una fuerte tendencia a la formación de oligopolios y de alianzas estratégicas entre grandes empresas en muchos sectores de la economía. Esas prácticas, más allá de la constante amenaza de las empresas de transferir su producción de un país a otro, representan un arma poderosa contra los trabajadores y contra la propia democracia. El sistema emergente puede ser clasificado como "mercantilismo de las corporaciones", donde decisiones sobre relaciones sociales, económicas y políticas son cada vez más centradas en instituciones privadas, sin ningún mecanismo de control social. El Foro Social Mundial proporciona una oportunidad sin precedentes para la unión de fuerzas populares de los más diversos sectores, en los países ricos y pobres, en el sentido de desarrollar alternativas constructivas en defensa de la aplastante mayoría de la población mundial que sufre constantes agresiones a los derechos humanos fundamentales. Esa es también una importante oportunidad para avanzar en el sentido de debilitar las concentraciones ilegítimas de poder y extender los dominios de la justicia y de la libertad. •
Üuzónde Carta abierta a la opinión publica
''jJa guerra ni como medio ni como fin. merecemos airas desHnos . .,
'Desde Cali, invocando la majestuosidad de nuestros farallones, desde nuestros 7 ríos, desde estas calles calientes con olor a cima.rronas, las mujeres preocupadas frente a la actual situación de definir la suerte de la zona de distensión, queremos enviar un mensaje de urgencia, un quejido de lobas, una dolorosa evidencia de presagio: el entusiasmo de la guerra esta colonizando nuestras conciencias ciudadanas y militarizando a la sociedad. Desde este dolor de madres, hermanas, hijas y amantes que nos reúne, invitamos a la sensatez. No sumemos a la guerra más guerra. Contrarrestemos tanto sabo r de sangre y de metrallas con la magia de la palabra. Sigamos ejerciendo el acto que nos vuelve mas humanos y ciertos, el dialogo. Desde esta nuestra humanidad que grita por tanta violencia, tengamos la va lentía de escuchar, reír, hablar, enojarnos, volver a hablar, volver a enojarnos, y llegar a sentarnos de vuelta a la mesa. Las mujeres, que hicimos la revolución mas profunda en este precario siglo que acaba de languidecer, que hemos construido país, techo y lecho, que somos dadoras de vida, nos oponemos al exterminio irracional de ella. Por esto, unimos nuestras voces para decirles a ustedes traficantes de discursos de izquierda y de derecha que enriquecen las arcas sin discurso de los negociantes en armas, a ustedes que agencian la muerte y envilecen la memoria de mujeres y hombres que buscaron otros destinos, SU GUERRA no la justificamos. Queremos seguir creando y construyendo futuros, queremos seguir trabajando por un país que rescate el sentido de la vida. Las aquí firmantes queremos seguir siendo militantes de la vida.
la guerra nos descuarHza. "
'El dialogo humaniza,
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"cy pensar que ellos llaman a la guerra oida. "
Mujeres PAZ ificas de Cali
Amigas editoras de En Otras Palabras.,.
9niciando este afIO y este nuevo milenio, quiero hacerles llegar por escrito mis agradecimientos por todo el esfuerzo realizado con la publicación sistemática de los 7 números de la revista En Otras Palabras". Para nosotras, el contar con ella, ha significado la posibilidad de nutrirnos con reflexiones profundas y actuales desde un enfoque feminista; reflexiones que nos forta lecen en lo teórico y nos animan a continuar comprometidas con la causa de la transformación de las mujeres o mejor con la tarea urgente de continuar trabajando por la construcción de nuevas identidades. El numero 7, particularmente, ha sido para nosotras muy importante. Revisar y recordar la historia de las mujeres quienes en el siglo XX, han luchado con vehemencia desde diferentes ámbitos por un nuevo lugar social y cu ltural para las mujeres en nuestro país, nos ha enriquecido, nos ha llenado de ideas y nos ha fortalecido en nuestra acción como grupo. De igual forma, encontrar en este numero a la gran mayoría de los grupos y organizaciones de mujeres colombianas, con textos elaborados por nosotras mismas, en los cuales explicamos nuestro trabajo diario y nuestros compromisos feministas, es algo que
las mujeres consideramos nos aporta un panorama del país que no quiere perder la esperanza en la construcción de la paz y la equidad desde el esfuerzo y el tesón de las mujeres. Hemos sentido que nos da fe y confianza en lo que hacemos, y en lo que somos y sonamos. Ante la fragmentación de los movimientos sociales, fr~gmentación que afecta en forma dolorosa al movimiento social de mujeres colombiano, consideramos que esta revista No. 7, se constituye en un canal de unión al haber logrado albergar en sus paginas, una gran mayoría de los grupos y organizaciones de mujeres existentes en el país, con la expresión de sus diferentes enfoques conceptuales y de acción, en los que sobresalen los procesos de cambio y transformación con las tradiciones patriarcales, y la unidad de todas en la voluntad de aportar y construir un presente y un futuro en el que las mujeres tengamos un lugar y un nuevo espacio de equidad y de reconocimiento. Sea esta entonces, la oportunidad de felicitarlas y enviándoles toda nuestra energía y afecto, para que las nuevas voces de las mujeres colombianas, puedan seguir expresándose, con la presencia continua de EN OTRAS PALABRAS. Reciban nuestro apoyo y agradecimiento, Isabel Ortiz Pérez, Fundación Mujer y Futuro, Bucaramanga, enero 2001
Hermana Florence
(... ) el ultimo número de la revista "En Otras Palabras ... ", de las feministas en la construcción del feminismo en este país, desconoce por omisión el papel central que tuvieron el Primer Encuentro Feminista Nacional realizado en Medellín y el Primer
Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, realizado en Bogotá, en la construcción de lo que hoy llamamos el movimiento feminista en Colombia. A estos encuentros se llego como resultado del trabajo de grupos de reflexión que ya en ese momento hablaban de democracia en la calle y en la casa y que consideraban que las transformaciones personales eran el sustento de cualquier proceso de emancipación. Esta semilla que fue sembrada en Colombia, se ha multiplicado no sólo en los encuentros posteriores, SIDO en la adopción a nivel internacional del 25 de noviembre como día de No a la Violencia contra las Mujeres. Estamos acostumbradas a la omisión que ha definido nuestra historia de mujeres y peleamos contra la miopía de la mirada patriarcal. Pero nos duele el alma cuando la omisión viene de mujeres como ustedes que han estado haciendo una lectura de la realidad y un trabajo educativo para que todas seamos visibles, para no ignorar nuestra presencia en ningún rincón de la vida cotidiana. Como sabemos que vos sos genuinamente una hermana que confiesa haberse hecho feminista en este país, esperamos tener la oportunidad de discutir este memorial de reconocimiento y agravios al rededor de Uf\os rones, matizados con tecito de hierbas, para que así el alma no oculte dolores que dividen esperanzas, en momentos en que necesitamos respirar el mismo aire. Un abrazo, María Isabel Casas micasitas@hotmail.com Silvia Pinto pintomasis@netscape.net Marta Duque desdeeljardin@uol.com.co Eulalia Carrizosa eulalia@uol.com.co.
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Reseñas Embarazo por violación: La crisis múltiple Fundación Si-Mujer, COLClENClAS-BID; Cali, diciembre 2000,
Reseña realizada por Patricia Prieto
Ea investigac ión rea li zada po r la Fundació n Servicios Integrales para la Mujer Si-Mujer con el ausp icio de COl C IENC IAS-B ID exa min a la situación de un grupo de mujeres con embarazo por violación, donde se documentan las carac terís ticas de la violación, sus efectos sobre las víctimas y sus fa milias, los datos socio- demográficos de las sobrevivientes, el impacto sufrido por ellas al darse cuenta del embarazo, así como el contexto en el cual se prod ujo la vio lación y la decisión tomada fre nte al mismo, A partir de un a rev isión de los ava nces en la conceptualización de la violencia de género y el reconocimiento de la violencia intrafa miliar y las violencias sexuales como violación de los Derechos Humanos y problema de salud pública, las investigadoras (María l adi l ondoño, Bertha O rtiz, Ana Milena Gil, Ana María ]aramillo, N atalia Pineda y Raú l Castro), sefialan como, debido a las denuncias y exigencias del feminismo y del movimiento social de mujeres , en las últimas décadas a nivel in ternacional h a surgido una preocupació n por la violencia contra las muj eres y las vio lencias sex uales, Preocupación que ha sido recogida por la O rganización de Naciones U nidas (O N U) al considerar que la violencia contra la mujer abarca la vio lenc ia física, sex ual y sico lóg ica qu e se produzca en familia, la pe rpetrada dent ro de la com unidad en ge neral o tolerada por el Estado do ndeq uiera que ocurra, An te el aumento de la violencia sexual, la ONU conmina a los gobiernos a afirmar la dignidad de la mujer como cuestión prioritaria, a intensificar la asistencia a las víctimas, crear conciencia pública sobre la violencia contra la muj er como un problema social y adoptar las
políticas y medidas legislativas para preve nirla y combatirl a. An aliza n la l ey 360 de 1997 q ue castiga los deli tos co ntra la libertad sex ual y la dignidad humana, con la cual Colombia cumplió con compro misos internacionales q ue comp rometen a los estados a reformar sus legislaciones teniendo en cuenta la violencia de género. l a violación y el embarazo resultado de ésta, son estudiados por primera vez en el país con la rigurosid ad metodológica con que se abord an en este trabajo. En palabras de las inves tigadoras, la violación afecta a la mujer en su integridad personal, social, sexual y existencial. Altera su historia y sus proyectos de vid a y, cuando la víctima aún se encuentra en una etapa crítica, la confirmación del embarazo resultado de la misma se convierte en otro choque emocional intenso ; en una crisis múltiple inevitable de soslaya r, una explosión de padecimientos deses tabilizadores . A sí, el embarazo por violación, cuya incidencia es difícil de cuantificar, constituye una agresión a la esencia misma de cada mujer, un traumatismo y una herida a su existencia. En forma contundente y gráfica, caracterizan el embarazo por violación como la ex tensión de la violencia en las entrañas de las víctimas, el cual constituye una nueva violación y extensión del primer asalto, cuyos efectos tienen poder expansivo en las muj e res po rqu e la pre ñez es un a invasión constante y la violencia sólo en ellas se . multiplica así. l a riqueza de la información obtenida mediante las entrevistas a profundidad hechas a las mujeres que conformaro n el universo de estudio ilustra con desgarradora claridad los conflictos que tienen que enfre ntar desde el momento mismo de la violación , de la con firm ació n del embarazo y de las trasce nd e ntales decision es q ue d e be n to ma r sobre su continu ación o interrupción . Por las consideraciones anteriores , "Embarazo por violación l a crisis múltiple" pasará a ser de consul ta obligada para quienes trabajan estos temas. •
Ética, Masculinidades, Feminidades Ángela Inés Robledo, Yolanda Puyana (comps.) Facultad de Ciencias Humanas, UN. Colección CES; noviembre de 2000. Reseña realizada por Guiomar Dueñas
Gsta colección surge co mo fruto del debate teórico que anima el trabajo de investigadoras/es vinculadas/os al Programa de Género Mujer y Desarrollo de la Universidad Nacional de Colombia. I;llibro busca articular los retos teóricos de la categoría género a los diversos temas que, desde las va rias disciplinas de pertenencia de los investigadores, se están trabajando actua lmente. Las/os participantes fueron invitadas/os a reflexionar sobre el influjo de las nuevas teorías de género en sus trabajos de investigación, los retos de las metodologías feministas sobre sus disciplinas y la identificación de problemas o temas sustantivos para el trabajo en C iencias Sociales. En este proyecto convergen cuatro conjuntos de enfoques: a) las propuestas metodológicas y teóricas sobre el género. b) Mujeres y representaciones sociales . Empoderamiento. c) Masc ulinidades y d) Justicia o Benevolencia? El lib ro continúa los debates y las temáticas iniciados en la década de los años noventa. Sin embargo, en los ensayos de la selección hay una intención más clara de dimensionar la categoría analítica de género, la opción relacional y su incorporación en los análisis, sin aba ndonar el rescate de los procesos sociales concretos que involucran a mujeres y a hombres. El primer capítulo, Propuestas teóricas y metodológicas sobre género, conformado por los ensayos de Mara Viveros, Notas en torno a la categoría analítica de género y de Donny Meertens, Género y violencia: Representaciones y prácticas de investigaci6n, tienen en común la reflexión acerca del influjo de las teorías feministas y de género sobre las investigaciones que cada una de estas antropó logas realiza en su propio campo de trabajo. El segundo capítulo, Mujeres, representaciones sociales y empoderamiento, presenta las investigaciones de Yolanda Puya na, Es lo mismo ser madre
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que ser mujer? Análisis de la maternidad desde la perspectiva de género; Carmen Diana Deere y Magdalena León, ProPiedad e igualdad de Género: sesgos en la herencia para hijas, esposas y viudas. Florence Thomas, Maternidad y gestación de vida: su problematizaci6n frente al nuevo milenio. Estos artícu los continúan explorando el mundo femenino desde sus espacios tradicionales, el hogar, el trabajo en la parcela, la herencia desigual, no obstante, los enfoques sobre las mujeres incorporado en este volumen comparten una tensión entre la fuerza puesta en la recuperación de las mujeres en sus escenarios y experiencias laborales, y en los intentos de poner a prueba los nuevos modelos explicativos en sus cambiantes y fragmentarias posibilidades. El tercer capítulo, se denomina Masculinidades, y comprende el ensayo de Matthew C. Gutmann, Traficando con hombres: La antropología de la masculinidad, Javier Pineda Duque, Masculinidad y desarrollo: el caso de los compañeros de las mujeres cabeza de hogar. La reflexión académica en torno a las masculinidades ha sido paralela a la indagación sobre el feminismo. Esto no significa que todas las vertientes de pensamiento sobre lo masculino estén de acue rdo con las premisas del feminismo. Algunos temas son comunes, por ejemplo el análisis que se hace sobre los efectos dañinos del patriarcado sobre hombres y mujeres y la falacia de esencializar al hombre como el sujeto universal de la historia y la cu ltura; los estud ios sobre masculinidad buscan entender a los hombres en términos de sus particularidades, de sus especificidades históricas, señalando la naturaleza contingente de la hombría. El énfasis de la teoría de género sobre el carácter relacional de los roles de género, ha servido de impulso a los estudios de masculinidad, en la medida en que se reconoce que la comprensión de uno está imbricada en el otro l y es así que
Enrique Gomáriz, "Los estudios de género y sus fuente s epistem o lógic as: Peri o diz aci ó n y perspectivas ." en, Rodríguez, Regina (ed.) Fin de siglo. pág. 97.
desde la década de los años ochenta han florecido las investigaciones sobre lo masculino. Las orientaciones, los énfasis han variado aunque se privilegi an algunas temá ticas, como las del poder masc ulino con su oculta cara de vulnerabilidad, dolor y alienación 2 el resca te de la esfera de la intimidad] el retorno a los espacios donde se forma la masculinidad profunda, trastocada en los tiempos actuales por la invasiva y omnipresente presencia de las mujeres en la vida de los hombres. 4 Se han hecho descripciones formidables sobre el significado de ser hombre es ciertas culturas: El valor del honor y la virilidad en las cu lturas mediterr á ne as ,5 así como tratados comprehensivos sobre la identidad masculina y las múltiples masculinidades, que no se pueden entender sin explorar en los campos del psicoanálisis, las ciencias sociales, la historia de los países hegemónicos y del neocolonialismo. 6 El cuarto y último capítulo, Entre la justicia y la benevolencia, conformado por el estudio de Jaime Yañez Canal, El debate Kohlberg-Gilligan, algo más que un problema de género . Discute con detenimiento la importante controversia entre la teoría psicológica moral de Lawrence Cohlberg basada en la justicia y la respuesta de su estudiante, Carol Gilligan 7 en la que ella plantea la necesi-
2 Michael Kaufman, "Las experiencias contradictorias del poder e ntre los hombres." en Teresa Valdés y José Olavarría (eds.) Masculinidades. Poder y C risis (Chile: rsrs Intern ac io nal , FLACSO, 1997). 3
Michael S . Kimmel, "Homofobias, temor, ve rgüenza y silen cio en la identid ad masculina." en, Valdés y Olavarría, Masculinidades.
4 Roben Bly, lron Jo/m: Abook About Men . (M.A: Addison-Wesley, 1990) . 5
David D. Gilmore, "Cu enca Mediterránea : la exce lenci a en la actuac ión. " en, Valdés y O lavarría (eds.), Masculinidades.
6
R.W Connell, Masculiniries, (Berkeley: University of California Press, 1995).
7 Caro l Gilligan, In a Different voice: PsycllOlogical Tlteory and Women Oevelopment.
dad de revisar la concepción tradicional de moral asociada a la justicia, incorporando otra dimensión, igualmente importante, la del cuidado, asociado éste al género femenino. El propósito de l profesor Yañez en su cuidadoso trabajo, no fue el de centrarse en los contenidos de género de la controversia, Gilligan-Kohlberg, sino el de plantear la diferencia de concepciones y ahondar en las múltiples implicaciones que esas dos posturas tienen para la Filosofía y para la Psicología del Desarrollo. Estamos frente a un volumen de obligada consu lta para aque llas/os que estén interesados en conocer enfoques novedosos sobre los estudios de género en nuestro país. +
Las mujeres y la sociedad colonial de Santa Fe de Bogotá 1750- 1810 María Himelda Ramírez; Instituto Colombiano de Antropología e Historia; Bogotá, 2000.
Reseña realizada por María Ángela Robledo
CPara quienes trabajamos en la re lectura del período colonial en la Nueva Granada y enfocamos nuestra atención en la producción de las diversas nociones del ser mujer en nuestro país -que no se han alterado demasiado desde el siglo XVIII hasta hoy- es muy útil la investigación de archivo fundamentada en esta obra realizada por María H imelda Ramírez. Ramírez centra su interés en el impacto de las propuestas borbónicas y del pensamiento ilustrado al fina l de la dominación española. Estos hechos redireccionaron la economía y pusieron a la orden del día debates ideológicos que afectaron las formas de vida de las mujeres y los imaginarios sobre ellas. La noción de progreso; los avances científicos; el crecimiento urbano; la creencia en la educación como med io para lograr la felicidad; la importancia de la domesticidad en el naciente mundo burgués y mora lista; la idea de que la mujer sumisa, amorosa y por sobre todo, madre, era el centro de ese universo que llegó a convertirse en
e l esce n a ri o fund a m e nt a l de la n ove la decimonónica produjeron ro les femeninos inéditos. Pero esas incipientes fo rmas de participación en la vida ciudadana y en la producción económica no afectaron mayormente la cotidianidad de las muj eres que siguieron sufriendo inequidades d e dive rsos órdenes. l a suerte de las niñas siguió dependiendo de su nacimiento , legítimo o no, y de su raza. Los rituales del ba utismo , la escoge ncia del nombre, las reglamentaciones sobre el matrimonio, la manera cómo ellas vivieron los procesos de socializació n, refrendaro n el sistema patriarcal y racista hispánico. S in e m ba rgo , mu c h as muj e res (indi as, mula t as libres y esclavas, la mayo ría de e llas) as umieron la maternidad por fu era de esos esquemas y afro ntaro n el escarnio social. El número de hogares con jefatura femenina en los barrios de las Nieves y San Victorino, demuestra la auto ra en su Capítulo l, fu e numeroso. En el tercer cuarto del siglo XVIII se c rearon en Sa nta Fe d os oficios nu evos pa ra las muj e res: colegialas y maes tras. En 1783 el Colegio de la Ensefí.anza abrió sus puertas pa ra impl antar las nuevas ped agogías a niñas de la élitei ellas debían "ser puntuales, imitar la pureza, cobrar amo r a la obediencia , mo rtificar los sentidos". (Ramírez). En el C apítulo II anota que un buen número de niñas pobres santafereñas, cuyo plan académico tod a vía e s d es c o n o cid o, fu e ro n ig u a lm e nte edu cad as a llí. El Co legio, sin emba rgo, siguió siendo convento poblad o po r nov icias, pro fesas y religiosas, a lgunas d e e ll as se ocupa ro n de la docencia. El Ca pítulo III ba jado d e las fu e ntes pe rmite afirmar qu e muchas d e las muj e res qu e trabajaron po r fu era de sus hogares fu eron molineras, te nde ras , co nfit e ras , p as t e le ras , cos tur eras , productoras de tabaco, as istentes de enfermería en las casas de niños expósitos. Algunas tuvieron pequ eños negocios. La auto ra subraya cómo la inmensa mayoría de las trabajadoras c uyos oficios, "propios d e su sexo" y, po r ta n to, suj etos a la tajante división sexua l del trabajo de la época , recurrie ron a nume rosas estrategias de supervivencia. Est as últimas son una constante en la historia del trabajo femenino.
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El crecimiento de los espacios urbanos que salían del sistema colonial y la necesidad de viajar a Santa Fe pa ra pa rticipar en as untos jud iciales produjo migraciones fe meninas a esta ciudad. Las recién llegadas (y también los hombres) fu eron miradas con recelo has ta e l punto de que muchos de los desórdenes de la ciudad se les atribu yero n a ellas . Las viudas, las divorciadas y las trabajadoras en las chiche rías (consideras como espacios de pecado y de conspiració n política) es decir, las mujeres sin marido o las que gozaban de independencia econó mica co mpa rtiero n es te rec hazo soc ia l, como se explica en el Capítulo IV La higiene pública y la importancia que el disc urso científico ilustrado dio a los fac ultativos desdefió las prácticas de las parteras que fueron desplazadas de ese oficio ances tral. Po r su parte, el discurso médico estigmatizó y feminizó algunas enfermedades corrientes de la época como la locura, la vesa nia, el coto y la lepra. Las mujeres siguieron dedicad as a los c uidados de los enfe rm os y a ocuparse d e los ritu ales mortu orios en una ci udad donde la peste q ue aso ló a Santa Fe en va rias ocasiones durante e l siglo XVIII , cobró la vida de mujeres en su mayoría. Sin embargo, la causa de mayor mortalidad femenina fue la violencia do méstica como lo de muestra Ramírez en el capítulo Vi d atos significativos sobre este fenóme no que no ha dejado de ser muy preocupante. •
Armas para luchar, brazos para proteger. Las mujeres hablan de la guerra
Editorial Icaria, Antrazyt. No. 80; Barcelona. Título original: Arms to fight, arms to proted. Panas Publicatians, 1995. Reseña realizada por María Lucía Rapacci y Marcela Rodríguez
e l presente texto fo rma parte del Programa de Recuperación O ral de Testimonios desarro llado por PANOS INSTlTUTE, organización independiente de info rm ació n que trabaja internacionalmente para q ue el desarro llo sea social, ambiental y econó micamente soste nible.
Los testimonios recogidos corresponden a uno de los ejes centra les de este proyecto: "Mujeres y guerra", cuya intención básica ha sido la de gen e ra r condiciones para que las mujeres ha blen de sus propias percepcio nes y comprens iones . En este ma rco, se recogieron un tota l de 200 testimonios en 12 países y en los idiomas o rigin ales. "Armas para luc har, brazos para proteger" presenta 85 de ellos en una compil ación de relatos de mujeres de Liberia, Somalilandia, Etiopía, Uganda, India, Srt Lanka, Vietnam, el Salvador, Nica ragua, Croacia, Bosnia Herzegovina y Líbano. Las mujeres cuyos relatos se recogen en este libro son testigos de las g uerras de nuestro tiempo. Sus experiencias da n una vis ión de la guerra que no se puede eq uipara r a ninguna fuente de informació n, ya que logran comunica r su vivencia, adem ás de los hec hos; escuch a rlas ha blar de lo que para ellas significa personalmente el desplazamiento, la muerte y la pérdida, es lo que nos da un a idea real del sacrificio humano que conlleva n los confli ctos; mujeres que han sido luchadoras, refu giadas, víctimas, activistas de la paz, madres y compañeras de los desaparecidos; mujeres que habla n por sí mismas. La guerra como decididora del todo social aparece clara mente en afirmaciones como la de Marie (Líbano): ... " Ia verdadera experie n c ia de la guerra no es solo el bomba rdeo ... estos son solo momentos ... la guerra es lo que ocurre después, los al10S que sufres sin esperanza con un marido mutilado, sin dinero o e n los que luchas para reco nstruir tu vida toda devastada ... " Sus pa labras muestran con fue rza el colapso de las estructuras comunitarias y cómo "los sacrificios económ icos y socia les afectan a varias ge n e raciones"; evidencian también cómo las mujeres no pueden defenderse de las vio lacio n es y de los abusos sexuales que no son un rasgo com ún de la guerra sino un arma de las mismas. Las narraciones señala n la identificación de las mujeres con la guerra, su participación en ella y e l desarrollo de form as de afrontamiento de ac uerdo con la naturaleza del conflicto. Mujeres entrevistadas de Uganda consideran q ue "la guerra es un a luc h a sin sentido de los hombres por el poder"; las entrev istadas de Tigré, en cambio, que
participaron en la lu c h a cont ra e l gob ierno Etíope, afirm an que "la nuestra es una g uerra por la justicia y el progreso social"; entre estos dos extremos se p resentan mu c h as va ri ab les. Por ejemplo, en El Salvador muchas mujeres dieron apoyo ac tivo a la luc h a por la justicia a pesa r del no compromiso del Movimie n to Revolucionario con el progreso social de las mujeres; en Nicaragua, después de pertenecer al Movimiento Revolucio n a rio, algunas de las mujeres tenían más en cuenta sus propios derechos " ... fue un a lu c h a hermosa, po rque los que luc h aron y murieron no lo hicieron en balde; nos enseñaron a luchar por nuestros derechos" dijo M aría; mujeres d e Somalila ndia se identificaron con la guerra como lucha justificada contra la opresión y participaron de diferentes maneras no violentas. Cuando el conflic to se percibe como una luc ha justa o como la defensa legítima del hogar o de la comunidad , las mujeres suele n estar a favor de la gue rra igual que los hombres; mientras, las muj e res q ue conside ran la guerra como una lucha e ntre hombres, por cuestiones vedadas para ellas como el poder político o los recursos económicos rara vez apoyan el conflicto, pero tampoco creen q ue puedan hacer algo para restituir la paz. La guerr a alte ra y transforma las costumbres y responsabilid ades de las mujeres, por lo ge ne ral su ro l cambia. Ellas se h ace n cargo de nuevos q u ehace r es, sob re todo de la m a nutención económica de las familias; desarrollan, además, tareas ad ministrativas, nuevas .formas de gestión y de toma de decisiones, descubriendo e n este ejercicio habilidades, talentos y segur id ad en sí mismas. La introducción presenta un repaso c uid adoso sobre las condiciones de las mujeres en situaciones de guerra enfatizando en e l proceso de cambio, de movilización de rec ursos personales y colectivos que les permiten sobrevivir y reconstruir un medio soc ia l resquebrajado por la intolerancia y la muerte. Estos re latos re fl e jan la g ran diversidad de viven cias y reacciones de las mujeres "desde los prejuicios más profundos a la compasió n ganada e n el propio dolor, desde la fe en el futuro h asta la desesperanza, desde la confianza creciente en la
propia capacidad y fuerza para sobrevivir, hasta un sentido de vulnerabilidad y miedo" Los relatos se presentan agrupados por país de origen, cada capitulo sobre un país inicia con datos de contexto, su pasado histórico y social y la situ ación del conflicto. ~I texto en su conjunto aporta elementos para la comprensión de la compleja re lación mujerguerra, polemizando de mane ra ace rtada el tipo de explicaciones dadas a propósito del por qué, del cómo y de los lugares que tradicionalmente se han legitimado para e llas: "víctim as tristes y desamparadas", dándole voz a una diversidad de n arraciones que nos dicen que mientras la muerte se pasea por toda la geografía del planeta, las mujeres siguen inaugurando formas de romper el ciclo de violencia y venganza porque la vida sigue siendo un sueño y un derecho al que nunca renunciaran. +
Las mujeres en la guerra Patricia Lara; Editorial Planeta; diciembre de 2000. Reseña realizada por Florence Thomas
este es el título del bello libro de Patricia Lara que acabo de leer. Son 10 historias de vida de mujeres, todas viviendo los impactos de la guerra que vive Colombia. Son 10 mujeres, 10 voces que, entre lágrimas y sil encios, entre nostalgias y recuerdos, entre rabias y olvidos, entre sueños y realidades, nos cuentan desde horizontes y motivaciones muy distintas, los efectos de la guerra sobre sus vidas. Encontramos desde una exguerrillera, una guerrillera activa y una activ ista de las autodefensas, hasta unas viudas de dirigentes de la izq uierda colombiana o del Ejercito, una desplazada por los paramilitares y la muy bella y tan simbólica figura para este país de la esposa de un almirante y madre de dos guerrilleros muertos ... No sé si es por el hecho de ser mujer, pero este libro me tocó muy hondo y a través de los relatos de estas mujeres y a pesar de no compartir todas las posiciones ideológicas expresadas por algunas
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de ellas, sentí que este libro logró ir más allá de acuerdos o rechazos ideológicos; logró un retrato del drama colombiano en femenino; nos ubica en lo vivido, en la vida cotidiana allí mismo donde no hay tiempo de elaborar grandes teorías porque para las mujeres, ante todo hay que hacer posible la vida. Para ellas la existencia está hecha de retazos de vida siempre asociados a sentimientos encontrados, a emociones mezcladas, a mucha intensidad vital que resume dolores y felicidades, rabia y perdones. Y tal vez lo que más me impacto fue el encontrar en cada uno de los diez relatos un sent imi ento de vacío y frustración con una expresión que se hizo presente en la voz de varias de ell as: "no fue lo que esperaba". Todas o casi todas afirman que las armas no les gustan, que no les es posible acostumbrarse a la muerte, que es urgente recapacitar o hallar una solución porque no se puede seguir con tantos dolores, tantas frustraciones y tanto desazón. Tengo que confesar también que a medida que avanzaba en la lectura de las historias de vida de estas mujeres, me entraba una especie de rabia con los hombres, con los guerreros, sean los de un lado u otro, que se olvidaron, a pesar de sus argumentos cada día menos creíbles, que la vida está en otra parte, que la justicia social y la libertad hoy por hoy no se encontrarán en la punta de un fusil que so lo impartirá más muerte y desolación. Rabia con estos hombres depredadores, estos hombres quienes, desde hace siglos, planean las guerras, deciden las guerras, declaran las guerras, pierden las guerras, mueren en las guerras, creen que las guerras se pueden ganar; muchos de ellos viviendo las guerras como parte de su identidad, como antídoto a su ancestral temor a la castración. Leyendo este libro, no hay manera de dudar que la guerra es patriarcal, de que la guerra es masculina. y mientras tanto ell as soportan las guerras, padecen las guerras, aguantan las guerras; algunas participan y se solidarizan con las guerras y los guerreros pero la mayoría no entiende las guerras, maldice las guerras. Las mujeres siguen sin entender por qué la pregunta por el misterio de dar la vida ha sido opacada a todo lo largo de la filosofía occidenta l por la fascinación hacia la
mue rte. La mu erte fasci n a a los ho mbres d e manera de mencial. Las mujeres no logran entende r por qué la tradición que hemos heredado de occide n te liga ta n p rofun damen t e Eros y T hana tos, vida y mue rte, pasión y muerte y por qué, has ta en el corazó n del amor y del goce, los hombres lograron int roducir la muerte. Sé que lo pongo en términos sencillos pero frente a la vida y la muerte, me pregunto a veces si no es lo que nos fa lta: volver a hablar de ellas desde la piel, desde el cuerpo, desde el dolor, desde impulsos profundos y pa labras se nc illas co mo lo h ace n es tas mujeres e ntrevistad as por Pa tricia Lara. Después de ce rrar el libro, se ntía que sobre la guerra las mujeres te nían mucho que decir desde otras palabras, desde otras vive ncias ... ellas , cada una de ellas, me con fi rmaron algo que ya sabía pero que no había podido comprobar: me confirmaron que es imposible ganar una guerra porque en las guerras todos y todos seguiremos perdiendo, pe rdiendo vidas, mata ndo sue110S y sembrando desolació n ... me co n firm aro n la urgenci a de segu ir registrando los im pactos de las guerras desde la mirada de las mujeres ... me confirmaron el valor de las propuestas de vida implícitas en el ejercicio periodístico de Patricia Lara. •
Género, propiedad y em poderami ento: tierra, Estado y mercado en A mérica Lat ina Carmen Diana Deere y Magdalena León; Facult ad
sobre género y derecho a la tierra, y casi no se h abía prestado atención a las implicaciones de género de la contrarreform a agraria neoliberal". Es, pues una mirada más amplia y comp rometida, necesaria para entender que todos los procesos que vive la humanidad no son aislados y que ellos son producto de las relaciones complejas que vive el mundo. Es, por lo tanto, útil indicar qu e el "libro trata sobre la discrepancia entre la igualdad formal de los hombres y las mujeres ante la ley y el logro de una igualdad real entre ellos, una brecha que se aprecia mu y bien en la diferen cia qu e ex iste entre los derechos a la tierra de las mujeres y la propiedad real de la misma" El mismo contenido de la obra nos proporcionará un panorama más claro sobre su trasce ndenci a. Son diez capítulos: 1, la importancia del género y la propiedad. 2, género, derechos de propiedad y ciudadanía. 3, reformas agrarias con exclusión de género. 4, la construcción de la igualdad de género. 5, an álisis de gé n e ro en las co ntra rrefo rm as neoliberales. 6, la lucha por los derechos de la muj er a la tierra y sus resultados. 7, en defensa de la co munid ad. Lu ch as étnicas y de gén ero en torno a los derechos individuales y colectivos a la tierra. 8, la herencia de la tierra en la prác tica. 9, mujeres prop ietarias. Titul ació n de ti erras , herencia y mercado. 10, conclusión . Tie rra y propiedad en la age nd a feminist a. Fin aliza el texto con una formidable bibliografía. •
de Ciencias Humanas, U N. Tercer Mundo Editores; Bogotá, 2000.
Reseña realizada po r Luis Fernando García
Esta reseña fue tomada de UN. Periódico. No. 19 (febrero de 200 1) este libro sorprenderá a los lectores. Es un texto de una gran importancia para el momento actual. Un documento que trabaja el problema de género desde otras perspectivas. Integra el conflicto alrededor de las fro nteras del los social, lo político, lo cultural y lo económico. "Desde nu estra investigación inicial en los años setenta y ochenta se ha bían realizado rel ativamen te pocos es tudios
La paz empieza por mí, la paz empieza en familia HAZPAZ U n desplazamient o de sentido frente a una realidad sistemát ica, opresiva y estructural en nuestro país.
Reseña realizada por María Elvia Domínguez
e l documento programático "HAZPAZ Política N acional de Construcción de Paz y Convivencia Familiar" de la Presidencia de la República, contiene el marco político, los principios rectores, el diagnóstico, los desarrollos jurídicos y normativos ,
los objetivos, los componentes, las líneas de acción y las estrategias de la Consejería Presidencial para la Política Social frente a la violencia intrafamiliar. Esta propuesta de actuación gubernamental, fue presentada por la doctora Adela Morales, el sábado 25 de Noviembre de 2000 en el panel "Propuestas ge Prevención" del Foro Lógicas de Guerra, Lógica de Paz, coordinado por el Grupo Mujer y Sociedad, y el Programa Género, Mujer y Desarrollo, evento llevado a cabo en el Edificio de Postgrados de la Facultad de Ciencias Humanas, de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. La violencia cotidiana, más allá del confli cto armado
Para contribuir a la resolución del conflicto armado nuestro actual gobierno propuso como modelo de desarrollo el crecimiento sostenido con cohesión social. En este marco programático la propuesta HAZPAZ Política nacional de construcción de paz y convivencia familiar se sustenta en los fundamentos de la política de convivencia del gobierno del presidente Andrés Pas trana (19982002): la defensa de los derechos humanos , la garantía de seguridad y convivencia ciudad ana, y la construcción de paz y convivencia familiar. Según estadísticas, los casos de violencia intrafamiliar y cotidiana representan el 80%, frente a los originados por el conflicto armado (20%): cada ocho horas se comente un acto de violencia intrafamiliar, con un promedio de 200 casos diarios. Así el 97 % de la violencia intrafamiliar ocurre en contra de nosotros(as) mismos (as). Para HAZPAZ la recurrencia a la violencia en la vida cotidiana e intrafamiliar se origina en el patrón de aprendizaje bás ico en el se no d e l contexto familiar. Por lo cual, la familia es el objetivo de las acciones de mediación para resolver pacíficamente los conflictos. Según los diag nósticos especializados las víctimas más frecuentes son: la juventud, las mujeres, la infancia, las personas mayores y los y las discapacitados (as), como parte de la población colombiana más vulnerable por razones de mayo r dependencia emocional, física y económica. La violencia ante todo es un acto de injusticia social. No tanto por los actos particulares, sino
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porque todos los contextos la legitiman como un acto sistemático, una práctica social. No se puede responsabilizar a la familia como eje del aprendizaje básico del comportamiento violento, cuando por una parte la familia actual, ha perdido su potencial socializador y otros e~cenarios han cobrado vigencia como la escuela, los medios de comunicación y la vida comunitaria. La escuela, el ejérci to, las cárceles, las iglesias y otras agrupaciones ejercen gran influencia en la socialización de los hombres y muj eres, y en ell as se presentan formas de violencia completamente justificadas. El diagnóstico de HAZPAZ , coincide con los indicado res mundiales de violencia intrafa miliar, cotidiana y comunitaria, tanto en países europeos, africanos u orientales la violencia a las comunidades más vulnerables, obviamente agravadas por la pobreza, las guerras internas y el imperialismo cultural. La eliminación de la violencia debería incluirse dentro del paradigma red istrihutivo en las propu es tas de justicia social de un pl an de gobierno, buscando cambiar las oportunidades económicas y las posiciones soc iales, transformand o las im áge n es de rechazo frente a los patrones dominantes ligados a la superioridad por género, raza y clase social. La paz e m pieza ... Los principios que s ust entan las acc io n es institucionales de HAZPAZ se rigen por condicionar el logro de la paz a: • Equidad: entendido como el alcance a todas las regiones del nivel técnico de las acciones de HAZPAZ, para el logro de la convivencia familiar y el acceso con iguald ad de oportunid ades de género , edad y condición social a la optimización de servicios y apoyos emocionales necesarios. • Descentralización: Favorecer la auto nomía regional en cuanto al reconocimiento de saberes y experiencias locales para el desarrollo de propuestas de convivencia. Ello implica introducción de la propuesta en los niveles de planeación local para garantizar la viabilidad y el compromiso de todos los estamentos. Integridad y concertación: buscar involucrar los sectores estatales y no guberna menta les, porque HAZPAZ somos todos y todas .
Participación: reconocer el derecho a la participación decisoria en todos los niveles de la vida cotidiana para todos y todas de acuerdo a género, edad, condición mental, física y étnica. Ético y hum anitario: brindar a poyo emocional al impacto de las diferentes formas de violencia como derecho inalienable a restauración de la dignidad personal y el respeto debido a todo ser humano. En estos principios el estado aparece como un garante despolitizado de los derechos humanos, cuando en la practica se age ncia una visión machista del ejercicio del poder. Estos principios invisibilizan la dominación masculina como eje histórico de las desigualdades económicas, simbólicas y exclusiones territoriales en la historia de la humanid ad. Cuando se discriminan positivamente los y las acto res objetivo de los principios de HAZPAZ por género, edad, etnia y discapacidad, implícitamente se mantienen intocables los demás acto res que participan en la construcción y mantenimiento de la violencia. No es suficiente, reconocer en la intervención las características y vulnerabilidades de los grupos afectados, es necesario plantear acciones frente a todos y todas. ¿Qué hacer con la violencia desde las instanci as legitimadas por el patriarcado? ¿Cómo transformar el uso de la agresión del lado de las masc ulinidades armad as y desarmadas ? La paz empieza por.. . La comunicación para el cambio cultural
Las acciones prioritarias comprenden el desarrollo de estrategias de cambio cultural en las formas de comunicación intrafamiliar, institucional e intersectorial. Con estas estrategias se busca un camb io efectivo en la manera de resolver los conflictos o de actuar apoyando a las víctimas en casos de violación de sus derechos. Re sa lt a mo s d e las medidas adoptadas por HAZPAZ, la estrategias de comunicación masiva destacando la solidaridad y la capacidad de resolución pacífica de conflictos que como seres humanos potencialmente tenemos, sin embargo estos mensajes no contribuyen a deconstruir el imagina rio patriarcal de ejercicio del poder,
donde se idealiza el conflicto y se invisibiliza el papel de las mujeres en la gestión de la paz. Los modelos de atención intersectorial propuestas por HAZPAZ a las víctimas de conflictos ca llejeros y familiares, contienen importantes lineamientos para optimizar y sensibilizar a funcionarios y funcionarias con una atención humanitaria frente a las consecuencias de la violencia. Esta sensibilización debería estar atravesada por una perspectiva de género que posibilite obtener mayor empoderamiento personal a las víctimas, la disminución o eliminación del uso del poder por parte de los victimarios por restringirle beneficios sociales, y mayo r control social para los y las agresores(as) desde la perspectiva de una discriminación positiva para aquellos que disminuyan las agresiones o busquen alternativas pacíficas para la resolución de conflictos. No se estab lece, cómo actuar cuando el o la denunciantes retiran la denuncia, que ocurre con el agresor(a) sexual cuando es detenido, como prevenir su retaliación o por otras instancias, cuando en ocasiones actúan como legitimadoras de violencia como la misma policía, el ejercito y otros grupos armados. Las sanciones frente a la violencia intrafamiliar, deberían incluir tanto la penalización del delito, como la suspensión temporal de privilegios o beneficios sociales (como suspender temporalmente el ejercicio del voto, o ingresar a ciertos lugares, solicitar empleo en el estado, etc.). Igualmente, los medios de comunicación deberían mostrar testimQnios de experiencias positivas de restauración emocional de las víctimas y del cambio cultural para deconstruir las formas del machismo en nuestra vida cotidiana. Igualmente, confiamos que el avance en los sistemas de investigación e información que propone HAZPAZ, incluya a las víctimas desplazadas por la violencia armada en Colombia. No cabe duda que los esfuerzos de HAZPAZ por un mayor reconocimiento de esta problemática, nos permitirán avanzar en su comprensión, para contribuir a contrarrestar sus efectos subjetivos, pero también para replantear formas de relación más humanas, donde la subordinación de la otra o del otro, no sea la condición de afirmación de la identidad masculina. •
Bibliografía
Violencias contra las mujeres Lya Yaneth Fuentes Vásquez Socióloga, Universidad Nacional
La mayoría de libros y documentos aquí referenciados hacen parte del acervo bibliográfico del Fondo de Documentación Mujer y Género del Programa de Estudios de Género, Mujer y Desarrollo de la Universidad Nacional de Colombia. El Fondo cuenta con cerca de 6.300 registros bibliográficos y se encuentra vinculado con centros especializados en el tema mujer y género, a escala nacional e internacional. Es dirigido por María H imelda Ramírez. Para la realización de esta bibliografía se consultó la biblioteca del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Edificio Manuel Ancizar Oficinas 2003-2007 Ciudad Universitaria Santafé de Bogotá, Colombia E-mail: fdmu jgen@bacata.usc.unal.edu.co Tel. 316 50 00 ext. 20010 Telefax. 316 5142
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Ea violencia contra las mujeres, en sus diferentes manifestaciones, pero en particular la violencia intrafamiliar o doméstica y la violencia sexual, constituyen hoy en día en Colombia y en el mundo "cuestiones" de interés público. En efecto, en los años 90 estos tipos de agresión contra las mujeres se colocaron en las agendas tanto internacionales, como nacionales. La campaña de los diferentes organismos de las Naciones Unidas: Una vida sin violencia, un derecho nuestro, lanzada en 1998 para conmemorar el cincuentenario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, denuncia la violencia sexista como una grave conculcación de los derechos humanos de las mujeres. Para la presente recopilación bibliográfica, hemos seleccionado estos dos tipos de violencia. De una parte, la violencia doméstica, intrafamiliar, conyugal y/o de parej a contra las mujeres en función de su género, y de otra, la violencia sexual. También se incluyen referencias sobre muertes y homicidios de mujeres, ocasionadas en los espacios públicos, o como consecuencia de "prácticas culturales". Por tanto, se excluyen otras formas de violencia contra las mujeres como: la de los medios de comunicación y el lenguaje, la política, la de las guerras o conflictos internos, I (excepto sí se trata la violencia sexual) la prostitución y el tráfico de mujeres. Como se puede apreciar, la bibliografía existente es bastante extensa y variada, siendo importante para Colombia el liderazgo que tienen varias instituciones del Estado en la producción de datos e información para la investigación, así como el trabajo de divulgación y difusión de las normas y la legislación nacional e internacional. •
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